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Voy a contar la experiencia que tuvimos en un vuelo París-Madrid. Delante de nuestros asientos iba una pareja de treintañeros ingleses, y delante de ellos una pareja en la tercera edad. Total que el señor de la tercera edad, nada más embarcar reclina su asiento al máximo. El treintañero inglés empieza a chillarle que se eche para delante. El de la tercera edad ni caso, y el treintañero venga a chillar más. Los azafatos intentaba mediar pero no conseguían ni que el anciano pusiera el asiento recto ni que el treintañero se calmara. Total que va el treintañero y reclina el asiento molestando a mi marido. Yo miré a mi marido y le dije que ni se le ocurriera pronunciarse porque yo intuía que era la espita que faltaba para que se montara la de Dios en el pasaje. Mi marido se pasó las dos horas de vuelo fastidiado por culpa del incivismo de los dos mendas y de la pasividad de la tripulación.