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Stephanie Seymour y Peter Brant veredicto BRAGUETAZO
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El articulo a continuación fue de cuando intentaron divorciarse, pero ya están reconciliados.
Odio y millones en Manhattan, Stephanie Seymour y Peter Brandt
La ex “ángel” de Victoria s Secret y el magnate están en medio de un juicio de divorcio donde se acusan de adicciones varias, robo y otras perversiones dignas de un best-seller.
La guerra está declarada entre Peter Brant y Stephanie Seymour.
El multimillonario propietario de las revistas “Interview” y “Art in America”, del equipo de Polo White Birch –donde juega junto a Nacho Figueras– y de una de las colecciones de arte contemporáneo más grandes e importantes del mundo, puso hace un tiempo fin a su matrimonio de 15 años con la top model y ex “ángel” de Victoria’s Secret Stephanie Seymour. Luego, en marzo de 2009, ella presentó una demanda de divorcio y desde entonces el odio entre los dos sólo puede ser comparado al de una tragedia griega con el magnífico escenario de Manhattan, los Hamptons y Connecticut como fondo.
Peter dice que Stephanie es adicta al alcohol y las drogas y que durante su matrimonio le fue infiel. Ella, sin poder contener su ira, lo acusa de haberle “robado” los Basquiat que tenía colgados en el baño. Y así, una acusación detrás de otra, todas dando luces sobre un estilo de vida que para el resto de nosotros, pobres mortales, parece sacado de una glamorosa novela.
Hay parejas riquísimas que se las arreglan para mantener sus rupturas en privado. Pero no los Brant, que desde que se conocieron una romántica y fatídica noche a comienzos en los ’90 –a través del fotógrafo Sante D’Orazio–, no han dejado jamás de llamar la atención. En parte porque de eso se trató su romance y matrimonio, de llamar la atención sobre los millones de él y la fabulosa belleza de ella.
Este fue un perfecto vals que tuvo su punto más alto en París en 1995, cuando celebraron su magnífica boda. Stephanie, todavía mareada después de la “despedida de soltera” que disfrutó junto a Karen Mulder, Kate Moss y Jack Nicholson, y él feliz y orgulloso del trofeo que acababa de adquirir.
La novia no sólo lució un vestido de Azzedine Aläia, sino que el mismísimo diseñador fue el encargado de acompañarla al altar, y Robert de Niro y Naomi Campbell estuvieron entre los invitados.
Aun así, su fama fue siempre moderada y el escándalo de su divorcio habría quedado relegado a las columnas sociales, uno que otro tabloide, y a rumores durante “cocktails” al borde de alguna piscina en Southampton si no fuera porque “The New York Times” le dedicó la portada de su muy leída sección de “Estilo” hace unos domingos. Fue ahí, en el más respetable de los periódicos estadounidenses, donde la gran mayoría se enteró del infierno en que se había convertido la vida de la pareja.
Juicio en septiembre
Según el artículo, el juicio de divorcio comenzó el 20 del pasado mes con el análisis de al menos 12 mil páginas de documentos públicos y otros miles privados. La fortuna de Peter Brant, según Forbes, alcanza a cerca de 500 millones de dólares y su matrimonio con Stephanie fue celebrado sin contrato prenupcial.
“Me sorprendió mucho que él se casara sin prenupcial”, dijo Donald Trump a “The New York Times”. “Es mucho más fácil lidiar con estos asuntos cuando la pareja se ama que cuando se odia. Y ellos se odian. Es un desastre”.
Brant, que tiene tres hijos con la modelo, era casado cuando se enamoró de Stephanie. Su ex mujer, Susan Brant, aceptó resignada la situación y en una envidiable muestra de civilidad siguió trabajando en “Interview”, propiedad de su marido, donde, poco después, comenzó una relación con su entonces editora en jefe, Ingrid Sischy. Ambas mujeres continúan juntas y, al menos públicamente, han mantenido una amigable relación con el magnate.
Stephanie, que antes había tenido relaciones con el dueño de la agencia Elite, John Casablancas, y con el rockero Axl Rose, se acostumbró después de su matrimonio a un estilo de vida que, incluso para los estándares de una supermodelo, parecía extremadamente glamoroso.
Su casa en Connecticut estaba repleta de obras de Warhol, Schnabel e Hirst; sus vacaciones transcurrían a bordo de yates arrendados en 300 mil dólares semanales en la Costa Azul; su suite en “Cipriani” durante la Bienal de Venecia era la más grande y envidiada de la ciudad. Una de sus piezas favoritas de la colección de arte familiar, “Puppy”, de Jeff Koons, con sus plantas vivas puestas sobre un perro/macetero de cuatro pisos de alto, exigía una mantención de entre 75 mil y 100 mil dólares al año.
Según “The New York Times”, Stephanie acusa a su ex marido de haber arruinado su reputación. También dice que, siguiendo las ordenes de Brant, los inspectores del colegio se negaron a entregarle a su hija a la salida de clases, que su ex marido le pagó a una mucama para que la espiara, que instaló un instrumento de vigilancia en su automóvil y que le robó los mencionados Basquiat y algunas joyas que había prestado para una exhibición en París.
“¿Y mis relojes?”, preguntó entonces Brant a través de sus abogados. ¿Y “La última cena”, sólo una de las pinturas de Warhol que ella sacó de la casa que compartieron en Palm Beach?
El magnate aseguró frente al juez que su ex mujer sufría de severas adicciones y que había sido internada en una clínica de rehabilitación, acusaciones que ella confirmó como ciertas poco después.
Actualmente ambos deben someterse a tests de drogas y alcohol frecuentemente y sin aviso previo. Él dice que eso es ridículo, que jamás ha consumido drogas, y ella dice que él está mintiendo… Este ping pong de recriminaciones seguirá, aparentemente, hasta que del legendario romance no quede más que una montaña de rencor y rabia.
Esta nota tiene unos añitos. Ya se reconciliaron. Aunque parezca raro, tal parece que ella sí lo quiere. Y aunque el señor se ve poco atractivo, cuando lo conoció no era nada feo. Un poco narizón, pero tenía buen cuerpo por su afición al polo. Se casaron, ella siguió espléndida veinte años después y él se dedicó a echar barriga.