No olvides el argumento recurrente de la típica ejecutiva de ciudad que por trabajo tiene que ir a un pueblo por varios posibles motivos:
-cerrar una fábrica de dulces navideños que compra una multinacional del sector alimentario
donde ella trabaja
- hotel en medio de la nieve súper entrañable que está en quiebra y ella va a ofrecerles que lo vendan a su compañía hotelera
- hacer un reportaje de cómo ese pueblo celebra la navidad, ella que es súper urbanita y descreída de todo e iba a pasar las vacaciones en hawai.
Da igual la situación, el caso es que poco a poco lo encuentra todo ideal y siempre conoce a algún anciano entrañable que cada vez que guiña un ojo suenan campanillas y a un niño que no para de darla la plasta. Y por supuesto conoce a un tío buenorro que al principio se llevan fatal pero tras tomar varios cafés y galletas de jengibre y participar en el festival navideño acaban morreandose en el granero y ella lo deja todo por él, así sin conocerle de nada porque la navidad es mágica y maravillosa.
Lo peor es que estas pelis me pirran y podría ver 100 seguidas sin cansarme.
El ancianito entrañable que guiña un ojo mientras suenan campanas, por favor, esa escena está en todas estas películas.