POR
Martín
Mucha
18/10/2020
Los ‘chutes’ a Mainat de ‘wonder mami’
La mujer que inyectaba testosterona a Mainat para que cumpliera su sueño de vivir más de 120 años y que lo pudo matar con insulina. Su madre era de Bacares, Almería, y ella casi licenciada en Medicina. Sospechosa de haber querido asesinar a su riquísimo marido diabético, pasó de una vida elegante con el gran productor a alquilar su casa para escorts. Ella ha dicho que le inyectaba de todo: vitamina B12, hormona del crecimiento, testosterona… Tras pasar el Covid la recibieron en casa como ‘wonder mami’
Es que, la vida reciente de uno los productores más importantes de la televisión europea, la relación entre él y Ángela, se puede resumir en las películas y series que veían juntos. En el capítulo de Metamorfosis, de Star Trek, la saga de ciencia ficción que adoraba Ángela, un hombre resulta rejuvenecido por una clase de energía. La llamaba: «compañera». Lo que sucedía, si él la dejaba, era la muerte. Era una relación parasitaria… Mainat, se cuenta, conoció a Ángela en una clínica de rejuvenecimiento en Suiza. Quedó prendado. En 2009, la convenció de mudarse a Cataluña. A su Cataluña.
Mainat, quien consiguió su mayor éxito con dos programas emitidos en televisión nacional, es independentista. En su primer DNI, su nombre aparece como José María Mainat Castells y, a pesar de que a él le gusta que le recuerden más su época como miembro de La Trinca, es con Crónicas Marcianas, con el programa con el que se hizo millonario. Con Operación Triunfo, multimillonario. Ángela, cuya madre Dionisia Garrido Quesada nació en Bacares (Almería), apenas sabía quien era ese hombre alto, en buena forma para sus entonces 63 años (el próximo sábado cumple 74). Con 26, cayó seducida por su ímpetu y su inteligencia. O eso decía a quien le preguntara. La diferencia de edad: 37 años (Dionisia tiene hoy 62, por cierto). Ángela era la segunda juventud de Mainat cuyo sueño es vivir 120 años.
En la burguesía catalana todos se preguntaban de dónde había salido esa chica que llevaba del brazo a cada gala. Siempre la presentó como alemana, cuando ella tiene ambos pasaportes. Su padre es alemán, de raíces polacas. Tiene dos hermanas menores, Juliane Stephanie y Nadine Carmen. La relación entre ambos cambió sus vidas también. Nadine, de 31 años, y Dionisia se mudaron a 76 metros de distancia del hogar de los Mainat-Dobrowolski. Las tres vivían antes en una sencilla casita de dos plantas en Tijola, a 18 kilómetros de Bacares. De allí a la zona noble de Horta-Guinardó.
Se casaron el 28 de mayo de 2011. Pero quizá el intríngulis de lo sucedido viene de un mes antes. Mainat podía haber dejado a su esposa con el acuerdo de separación de bienes que es lo normal en Cataluña. Pero él firmó un contrato enamorado. Si el divorcio se producía tras más de cinco años hasta una década, tendría derecho a una residencia de un millón de euros. Ello complementado con 5.000 de pensión, más 1.500 por hijo y 500 euros adicionales. Y los gastos extra, a cuenta del productor. Para entonces, la fortuna de él ya superaba los 100 millones de euros.
En 2012, Ángela ya hablaba un catalán «florido y literario», como describía Mainat. Él se asombraba de su inteligencia. Tenía razones. Era su mujer ideal. Una segunda oportunidad para quien se había divorciado de una divina como Rosa María Sardá. Un año más tarde decide presentarla en el prime time de Cataluña. Sale con ella en El convidat, un programa donde han aparecido desde Iniesta a Jordi Pujol. Todos quedaron sorprendidos de la corrección, saber estar y dominio de la lengua de Plá de Ángela.
Era tal la confianza, que Mainat la comenzó a poner en el organigrama de sus empresas. Ángela solo le daba motivos de orgullo: «Mi mujer ha sacado 9,5 en las pruebas de acceso a la universidad… #bienrodeado». Esta es la traducción de un tuit de Josep Maria de mayo de 2014. Dos hijos completaron lo que parecía una absoluta felicidad. Los allegados coinciden en que él con ella se sentía más cerca de los 40 que de los 70.
Disfrutaban de su fortuna. Pero su mansión, con jardín interior y cocina de diseño, como la película coreana Parásitos, ocultaba muertos en vida. Como la serie favorita de ella, The Walking Dead. Zombies de tiempos mejores. Después de recuperarse del Covid-19, él descubrió que Ángela tenía un amante venezolano y le era infiel. Comenzaron los insultos más vulgares. Las vergüenzas de ella, las repasaba él en las cámaras que tenía por toda la casa. El 23 de junio, sucedió el supuesto intento de homicidio por sobredosis de insulina que se analiza, día a día, en televisión.
«No es cierto. Yo pinché a mi marido porque él me pidió. Le pinché hormona del crecimiento, testosterona, vitamina B12 y Saxenda... Se las suministro para su bienestar. Para mantener la fuerza muscular y adelgazar», declaró ante el juez en agosto. Se supo que él tomaba 39 sustancias regularmente. Que durante un fin de semana que debía ser para reconciliarse, ella se las ingenió para humillarle y una de esas noches intimó con el venezolano. Le acusan de miles de euros gastados en gigolós. Y más.
Desatado el escándalo, ella cambió su atuendo. De modosita a femme fatale con diferentes pelucas: negras, rosas, castañas… El hogar-santuario de Mainat salió en un anuncio de prostit*ción: se alquilaba para encuentros sexuales. El miércoles, como si esto lo escribiera un guionista volando en metadona, entraron a la residencia unas damiselas con máscaras de Dalí. Sí, como en La Casa de Papel. Pocos cayeron que una de las pelucas que usa Ángela imita el peinado de Tokio, el personaje más demencial de la banda que triunfa en Netflix... La forma más radical de pegarle un tiro en la frente —y echar las cenizas al río— a la Wonder Mami que enamoró a Mainat. @Mart1nMucha
Martín
Mucha
18/10/2020
Los ‘chutes’ a Mainat de ‘wonder mami’
La mujer que inyectaba testosterona a Mainat para que cumpliera su sueño de vivir más de 120 años y que lo pudo matar con insulina. Su madre era de Bacares, Almería, y ella casi licenciada en Medicina. Sospechosa de haber querido asesinar a su riquísimo marido diabético, pasó de una vida elegante con el gran productor a alquilar su casa para escorts. Ella ha dicho que le inyectaba de todo: vitamina B12, hormona del crecimiento, testosterona… Tras pasar el Covid la recibieron en casa como ‘wonder mami’
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Es que, la vida reciente de uno los productores más importantes de la televisión europea, la relación entre él y Ángela, se puede resumir en las películas y series que veían juntos. En el capítulo de Metamorfosis, de Star Trek, la saga de ciencia ficción que adoraba Ángela, un hombre resulta rejuvenecido por una clase de energía. La llamaba: «compañera». Lo que sucedía, si él la dejaba, era la muerte. Era una relación parasitaria… Mainat, se cuenta, conoció a Ángela en una clínica de rejuvenecimiento en Suiza. Quedó prendado. En 2009, la convenció de mudarse a Cataluña. A su Cataluña.
Mainat, quien consiguió su mayor éxito con dos programas emitidos en televisión nacional, es independentista. En su primer DNI, su nombre aparece como José María Mainat Castells y, a pesar de que a él le gusta que le recuerden más su época como miembro de La Trinca, es con Crónicas Marcianas, con el programa con el que se hizo millonario. Con Operación Triunfo, multimillonario. Ángela, cuya madre Dionisia Garrido Quesada nació en Bacares (Almería), apenas sabía quien era ese hombre alto, en buena forma para sus entonces 63 años (el próximo sábado cumple 74). Con 26, cayó seducida por su ímpetu y su inteligencia. O eso decía a quien le preguntara. La diferencia de edad: 37 años (Dionisia tiene hoy 62, por cierto). Ángela era la segunda juventud de Mainat cuyo sueño es vivir 120 años.
En la burguesía catalana todos se preguntaban de dónde había salido esa chica que llevaba del brazo a cada gala. Siempre la presentó como alemana, cuando ella tiene ambos pasaportes. Su padre es alemán, de raíces polacas. Tiene dos hermanas menores, Juliane Stephanie y Nadine Carmen. La relación entre ambos cambió sus vidas también. Nadine, de 31 años, y Dionisia se mudaron a 76 metros de distancia del hogar de los Mainat-Dobrowolski. Las tres vivían antes en una sencilla casita de dos plantas en Tijola, a 18 kilómetros de Bacares. De allí a la zona noble de Horta-Guinardó.
Se casaron el 28 de mayo de 2011. Pero quizá el intríngulis de lo sucedido viene de un mes antes. Mainat podía haber dejado a su esposa con el acuerdo de separación de bienes que es lo normal en Cataluña. Pero él firmó un contrato enamorado. Si el divorcio se producía tras más de cinco años hasta una década, tendría derecho a una residencia de un millón de euros. Ello complementado con 5.000 de pensión, más 1.500 por hijo y 500 euros adicionales. Y los gastos extra, a cuenta del productor. Para entonces, la fortuna de él ya superaba los 100 millones de euros.
En 2012, Ángela ya hablaba un catalán «florido y literario», como describía Mainat. Él se asombraba de su inteligencia. Tenía razones. Era su mujer ideal. Una segunda oportunidad para quien se había divorciado de una divina como Rosa María Sardá. Un año más tarde decide presentarla en el prime time de Cataluña. Sale con ella en El convidat, un programa donde han aparecido desde Iniesta a Jordi Pujol. Todos quedaron sorprendidos de la corrección, saber estar y dominio de la lengua de Plá de Ángela.
Era tal la confianza, que Mainat la comenzó a poner en el organigrama de sus empresas. Ángela solo le daba motivos de orgullo: «Mi mujer ha sacado 9,5 en las pruebas de acceso a la universidad… #bienrodeado». Esta es la traducción de un tuit de Josep Maria de mayo de 2014. Dos hijos completaron lo que parecía una absoluta felicidad. Los allegados coinciden en que él con ella se sentía más cerca de los 40 que de los 70.
Disfrutaban de su fortuna. Pero su mansión, con jardín interior y cocina de diseño, como la película coreana Parásitos, ocultaba muertos en vida. Como la serie favorita de ella, The Walking Dead. Zombies de tiempos mejores. Después de recuperarse del Covid-19, él descubrió que Ángela tenía un amante venezolano y le era infiel. Comenzaron los insultos más vulgares. Las vergüenzas de ella, las repasaba él en las cámaras que tenía por toda la casa. El 23 de junio, sucedió el supuesto intento de homicidio por sobredosis de insulina que se analiza, día a día, en televisión.
«No es cierto. Yo pinché a mi marido porque él me pidió. Le pinché hormona del crecimiento, testosterona, vitamina B12 y Saxenda... Se las suministro para su bienestar. Para mantener la fuerza muscular y adelgazar», declaró ante el juez en agosto. Se supo que él tomaba 39 sustancias regularmente. Que durante un fin de semana que debía ser para reconciliarse, ella se las ingenió para humillarle y una de esas noches intimó con el venezolano. Le acusan de miles de euros gastados en gigolós. Y más.
Desatado el escándalo, ella cambió su atuendo. De modosita a femme fatale con diferentes pelucas: negras, rosas, castañas… El hogar-santuario de Mainat salió en un anuncio de prostit*ción: se alquilaba para encuentros sexuales. El miércoles, como si esto lo escribiera un guionista volando en metadona, entraron a la residencia unas damiselas con máscaras de Dalí. Sí, como en La Casa de Papel. Pocos cayeron que una de las pelucas que usa Ángela imita el peinado de Tokio, el personaje más demencial de la banda que triunfa en Netflix... La forma más radical de pegarle un tiro en la frente —y echar las cenizas al río— a la Wonder Mami que enamoró a Mainat. @Mart1nMucha