SISTEMA DIGESTIVO

Cinco trucos para mantener el equilibrio de tu flora intestinal
Tras los excesos de las fiestas navideñas, es hora de atender al cuerpo y conseguir que tu microbiota se recupere y estabilice gracias a estos trucos



Foto: Los yogures, uno de los alimentos que mejor pueden reparar el microbioma. (iStock)


Los yogures, uno de los alimentos que mejor pueden reparar el microbioma. (iStock)



AUTOR
E. ZAMORANO
Contacta al autor
08/01/2020



Estamos en época de paliar los desfases navideños y volver a la vida sana.Los gimnasios hacen su agosto particular mientras nos cargamos de fuerza de voluntad para sobrevivir a la temida cuesta de enero y estar a la altura de nuestros propósitos. Ahora mismo, todo el mundo está pendiente de las dietas más de moda (la keto, la Whole 30 o el ayuno intermitente) y de los ejercicios más efectivos para perder peso. Pero seguro que nadie repara en la microbiota, ese conjunto de microbios que viven dentro del intestino humano y que son imprescindibles para el cuerpo, comúnmente llamados 'flora intestinal'.

¿Cómo de importantes son esta clase de bacterias? En primer lugar, hay que tener en cuenta que hay casi tantas bacterias dentro de nosotros como células tiene el cuerpo humano. Ellas son responsables de varias funciones corporales fundamentales: desde inflamaciones, hasta la cantidad de energía que obtenemos de los alimentos y nuestro estado de ánimo. Muchas investigaciones aseguran que si existe un desequilibrio en la flora corremos más riesgo de padecer enfermedades tales como obesidad, diabetes, asma o hasta algunos tipos de cáncer.

Ingerir una selección diversa y abundante de frutas y verduras es una excelente manera de alimentar a las bacterias más beneficiosas de nuestro intestino
En la actualidad, existe un gran debate entre los médicos y científicos sobre cómo podríamos constituir una comunidad saludable de microbios intestinales, pero si hay algo claro es que los seres humanos necesitan una microbiota diversa con una gran variedad de especies bacterianas. La forma en la que podemos contribuir a tener una microbiota sana es ingierendo dos grupos de comidas: los probióticos (alimentos cargados de bacterias, lo que aumentará la población de la microbiota, como por ejemplo el yogur y demás fermentados) y los prebióticos (que no contienen bacterias pero sí nutrientes para aumentarlas, como por ejemplo la fibra, la cual nuestro cuerpo no puede digerir pero que las bacterias necesitan para sobrevivir).

Connie Rogers y Darrel Cockburn, dos investigadores de la Universidad Estatal de Pennsilvania, han estudiado durante años la flora intestinal, y han arrojado una serie de conclusiones a través de un artículo divulgativo en 'The Conversation' donde aconsejan cinco trucos para mantener una microbiota sana y así mejorar no solo tu salud intestinal, sino tu calidad de vida en general.

Come más fruta y verdura
Aunque todos y cada uno de los alimentos pueden influir directamente en tu microbiota intestinal, es la fibra la que impulsa la formación de un microbioma saludable. "Comer una selección diversa y abundante de frutas y verduras es una excelente manera de alimentar a algunas de las bacterias más beneficiosas para la salud de nuestro intestino", aseguran los investigadores.

Añade almidones "resistentes"
La mayor parte del almidón que consumimos, como el contenido en el pan blanco, la pasta o el arroz, se descompone en el intestino y se absorbe rápidamente. Pero una fracción del mismo es más resistente a la digestión y por tanto actúa más como fibra, alimentando las bacterias. Este ha sido identificado como muy beneficioso para apoyar a todas las buenas funciones del microbioma. "Algunas fuentes de almidón resistente las podemos encontrar en patatas y legumbres", reconocen Rogers y Clockburn. "Incluso, se vuelven más resistentes al cocinarlas y luego enfriarlas en el refrigerador", añaden
.
Experimenta con diferentes tipos de fibras
No todos los microbiomas son iguales, al igual que no todas las fibras. Puedes experimentar con suplementos que contengan fibra o con diferentes categorías de las mismas como por ejemplo granos enteros o vegetales de hoja crucífera, como el brócoli. Después, espera un par de semanas para ver cómo responde tu flora intestinal y si notas mejoría.

 
ALTO VALOR NUTRICIONAL Y PALIATIVO
El nuevo remedio infalible para los problemas gastrointestinales
Por primera vez se constata que el consumo diario de entre un gramo y tres del alga Chlamydomonas reinhardtii en versión polvo alivia los síntomas del colon irritable



Foto: Foto: iStock.



Por
Patricia Matey
30/01/2020




La propia Fundación Española de Nutrición reconoce: “Son básicamente plantas marinas. Han sido utilizadas en cosmética y gastronomía desde hace mucho tiempo en países como China, Corea o Japón. Aunque cada tipo de alga difiere de las demás, estas 'verduras del mar' presentan características comunes en cuanto a su composición nutritiva e incluso en relación con su sabor". Son un alimento equilibrado de bajo contenido calórico y con gran contenido en micronutrientes. De hecho, son ricas en sodio, cloro, potasio, fósforo, magnesio, hierro, vitaminas, fibra, proteína y ácidos grasos insaturados.

El llamado síndrome de colon irritable afecta a entre un 10% y un 20% de la población en algún momento de su vida
Y ahora una nueva investigación apunta una novedosa virtud sobre ellas. Concretamente, sobre Chlamydomonas reinhardtii. Se trata de un organismo unicelular verde que crece principalmente en suelos húmedos y ha servido como especie modelo para temas de investigación de biocombustibles a base de algas hasta la evolución de las plantas. Mientras que otras especies de algas se han utilizado como nutracéuticos dietéticos que proporcionan aceites beneficiosos, vitaminas, proteínas, carbohidratos, antioxidantes y fibra, los beneficios de consumir C. reinhardtii habían sido objeto de estudio hasta ahora.


Colon irritable

Así, de la mano de Investigadores de la Universidad de California, en San Diego (EEUU), acaba de publicarse en el 'Journal of Functional Foods' el primer trabajo que ha examinado los efectos de la ingesta de C. reinhardtii. Y, al parecer, mejoran los problemas gastrointestinales asociados con el síndrome del intestino irritable (SII) como la diarrea, los gases y la hinchazón.

Conocido también como el síndrome de colon irritable, afecta a entre un 10% y un 20% de la población en algún momento de su vida. Sus causas no son del todo conocidas y consiste en un trastorno funcional crónico del tubo digestivo.

"La gente ha estado observando estas algas durante décadas, pero este es el primer estudio que demuestra lo que muchos de nosotros sospechamos: son beneficiosas", ha asegurado Stephen Mayfield, principal investigador del nuevo trabajo.

Durante años, los investigadores del laboratorio de Biotecnología de las Algas de Mayfield han estado explorando C. reinhardtii como una fuente rentable y sostenible de productos valiosos a base de plantas, específicamente productos farmacéuticos y biocombustibles. Ahora, trabajando con varios colaboradores, incluidos John Chang, Rob Knight (Centro de Innovación de Microbiomas) y la startup Triton Algae Innovations, con sede en San Diego, han redirigido su atención hacia la investigación de las algas como un aditivo alimenticio nutritivo para mejorar la salud humana.

La biomasa de C. reinhardtii utilizada en el estudio, que fue cultivada por Triton Algae Innovations, fue sometida a rigurosas pruebas de seguridad y fue considerada como segura por la FDA, la agencia de fármacos y alimentos de EEUU, encargada de dar luz verde a los nuevos fármacos.

Los datos preliminares en estudios con ratones demostraron que el consumo de C. reinhardtii redujo significativamente la tasa de pérdida de peso en roedores con colitis aguda, un síntoma que generalmente está relacionado con la inflamación del tracto digestivo.


De uno a tres gramos diarios
A partir de estos resultados, los investigadores se propusieron probar un efecto similar cuando las algas fueron consumidas por 51 voluntarios humanos, incluidos aquellos con y sin síntomas asociados con el SII. Todos tomaron diariamente entre 1 a 3 gramos de biomasa de C. reinhardtii en polvo y reportaron su salud gastrointestinal durante un mes.

Los resultados mostraron que los participantes que tenían antecedentes de síntomas gastrointestinales frecuentes informaron de sufrir menos molestias intestinales, diarrea, gases e hinchazón, así como deposiciones más regulares.

"Los beneficios de consumir esta especie de algas fueron inmediatamente obvios al examinar los datos de ratones y humanos que padecían síntomas gastrointestinales", ha aseverado Frank Fields, científico investigador en el laboratorio de Mayfield y coautor del artículo. "Espero que este estudio ayude a desestigmatizar la idea de incorporar algas y productos a base de las mismas en la dieta. Es una fuente fantástica de nutrición y ahora hemos demostrado que esta especie tiene beneficios adicionales para la salud".

Los voluntarios también recibieron kits para recogida de muestras de heces que fueron enviadas al Proyecto American Gut. Una iniciativa lanzada en noviembre de 2012 por Rob Knight con el objetivo de obtener datos masivos sobre la microbiota y su relación con la salud y los estilos de vida.

Los resultados indicaron que la composición del microbioma intestinal se mantuvo diversa, lo cual es típico de las personas más saludables, y que no se produjeron cambios significativos en su composición durante el estudio como resultado del consumo de algas.

Los investigadores dicen que se necesitan muchas más pruebas con grupos más grandes de participantes en períodos de tiempo más largos. En este punto, no tienen claro cómo funcionan las algas para mejorar la salud gastrointestinal. Los científicos creen que los beneficios podrían atribuirse a una molécula bioactiva de las mismas o tal vez a un cambio en la expresión génica de las bacterias intestinales causadas por su consumo.

Aún así, los resultados observados en voluntarios humanos los llevaron a concluir en el documento que "la adición de C. reinhardtii a la dieta no solo agregará valor nutricional, sino que también puede funcionar para aliviar algunos síntomas gastrointestinales de ciertos individuos".

 
UNA FRUTA SUBTROPICAL CON SABOR ESPAÑOL
El alimento que es la mejor opción para la salud intestinal
Según ciertos estudios, el consumo de mango puede ayudarnos a mantener y regular la salud intestinal y los niveles de bacterias beneficiosas. Además tiene un añadido: está delicioso



Foto: Mango cortado de forma muy especial. (iStock)



Por
Ana Durá
07/02/2020



En septiembre se abre la veda del mango español. Una feliz circunstancia que nos permite saborear un fruto madurado en el árbol y cosechado en el minuto justo; ni antes ni después, pero es un visto y no visto, pues en noviembre se acaba la temporada.

Hace tiempo que España hizo suyos el aguacate y el mango. Lo cierto es que los primeros mangos empezaron a cultivarse en 1985 en el litoral de Andalucía(Málaga y Granada). Hay que alabar la visión comercial de aquellos pioneros del mango que apostaron por trasladar un producto subtropical, originario de India, a España. No en vano, su ocurrencia ha dado lugar a una exitosa producción española de mangos que empezamos a degustar en agosto con algunas variedades tempranas (tommy atkins, kensington y la osteen) y que culmina en noviembre.


Objetivo: alargar la temporada

Actualmente la superficie cultivada supera las 4.000 hectáreas y continúa creciendo gracias a la excelente acogida de esta fruta. A pesar de que el mango tiene infinidad de variedades –hay catalogadas hasta 400–, en España la más extendida es la osteen, a cuyo cultivo se dedica prácticamente el 80% de la superficie cultivada. Objetivo: alargar la temporada. Sin embargo, esta apuesta por unas pocas variedades es la queja unánime de muchos agricultores que consideran que una diversificación podría ayudarles a alargar la temporada y, por lo tanto, ofrecer mango español incluso en junio y no a partir de septiembre, como hasta ahora.

En este sentido, se están llevando a cabo ensayos en el seno del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea La Mayora en los que se trabaja para conocer la adaptación y posibilidades comerciales de otras variedades de mango más tempranas o más tardías que las actuales. De esta manera, si se lograra encontrar variedades que produzcan con la primera floración se estaría anticipando también la cosecha. Lo cierto es que para los productores supondría todo un hito comercial lograr un adelanto de la producción malagueña a junio.

Muchas vitaminas

El dulce sabor del mango encanta a pequeños y grandes. Así, mientras nuestra lengua lo paladea, nuestro cuerpo hace acopio de nutrientes tan esenciales como vitaminas B, C, E, K, hierro, calcio, magnesio, beta-caroteno, la zeaxantina o la quercetina, ácido fólico, fibra y provitamina A, entre otros. Además, según una investigación de la Universidad Estatal de Oklahoma (OSU, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, realizado en ratones de laboratorio, parece extraerse la conclusión de que el consumo de suplementos a base de mango puede impedir la pérdida de las bacterias beneficiosas del intestino.

“Este estudio demuestra que añadir mango a la dieta puede ayudar a mantener y regular la salud intestinal y los niveles de bacterias beneficiosas”, comentó Edralin A. Lucas, profesora de ciencias nutricionales en la OSU y la principal autora de este trabajo.

¿Cómo elegir un mango?

Por supuesto, no podemos errar en la elección y llevarnos a casa un mango tremendamente verde o excesivamente maduro, aunque es difícil que esto suceda con los mangos de origen español pues los productores no se precipitan y aguardan a que el fruto madure en el árbol. Tampoco el color es un criterio válido para descartar un mango. No en vano, la coloración nos cuenta únicamente cuál es la variedad. En definitiva, para detectar su madurez lo más sencillo es apretarlo con suavidad pues cederá un poco, algo semejante a lo que sucede con los aguacates o con el melocotón. Otra característica que delata a un mango maduro es su aroma ya que se podrá percibir con claridad, sobre todo en los extremos.

En cualquier caso, si lo adquirimos algo verde, podemos aguardar cuatro o cinco días a que madure. Según detallan desde Aguacate Society, “el mango se conserva bien a temperatura ambiente, siempre y cuando se manipule con cuidado y se eviten los golpes”. De hecho, una rozadura puede acabar arruinando el más espléndido ejemplar de mango.

Para escoger un mango en su punto nos podemos fijar en su olor pues despide un aroma muy característico

Debemos, asimismo, cuidarnos de guardarlo en la nevera si todavía no hamadurado. Eso sí, cuando lo haya hecho, lo podemos hasta cortar en dados y congelar para una rica ensalada o una macedonia que preparemos con posterioridad.


¿Y por qué comprar mango español?

Quizás algunos no vean claro por qué hemos de aprovechar la temporada del mango español para hartarnos a él y pasar de largo de los oriundos de México o Perú. Desde la tienda online Campo de Benamayor lo explican muy bien: “A las frutas tropicales les sienta como un tiro el almacenamiento prolongado en cámara frigorífica, les hace que pierdan toda su chispa. Y todo esto para decir que el mango convencional que llega de importación suele ser bajo esas inciertas circunstancias”.

Para rematar este artículo, tenemos una receta para esos mangos verdes que no terminan de madurar. En concreto, hablamos de la aam ka panna, una popular bebida india con la que se combate el calor y, por qué no, la anemia.


Ingredientes:

Aproximadamente 350 g de mango verde (uno grande sin pelar)
2 1/2 tazas de agua
1/2 taza de hielo
2 cc de comino en polvo
2 cc de sal
1/4 cc de pimienta gorda molida (opcional)
2 cucharadas de azúcar


Elaboración. Hervimos los mangos y cuando ya estén blandos retiramos la piel. Posteriormente ponemos en la sartén la pulpa y el azúcar. Debemos tener la cautela de remover constantemente para que no se pegue. Cuando esté listo, lo sacamos del fuego. Después ponemos a tostar la pimienta, la sal y el comino. Molemos la mezcla obtenida. Rematamos la preparación con la mezcla de todos los ingredientes. Lo guardamos en la nevera. Al servirlo, le añadimos hielo y menta.

 
Descubren el gen responsable de la colitis ulcerosa y del crohn
Los mecanismos por los que las enfermedades inflamatorias intestinales aparecen son todavía, en gran medida, indeterminados. Por suerte, una investigación estadounidense parece haber dado con la clave en tiempos de Covid-19


Foto: Foto: Unsplash/@anikolleshi.


Foto: Unsplash/@anikolleshi.



Por
Álvaro Hermida
15/04/2020


El cuerpo humano sigue siendo un misterio para nosotros. Sí, entendemos a la perfección ciertas afecciones y somos capaces de tratarlas y curarlas, como la apendicitis. Pero de otras, en cambio, no sabemos casi nada. Pongamos el ejemplo de la enfermedad de Alzheimer. Como explicaban los representantes de Farmaindustria a principios del mes de noviembre, la industria farmacéutica mundial se ha gastado miles de millones de euros en la investigación de esta enfermedad (dado que quien consiga curarla o tratarla tendrá la gallina de los huevos de oro). "A pesar de toda esta ingente inversión, ni un solo medicamento ha ofrecido ningún tipo de resultado. Seguimos completamente a oscuras", explican los representantes.

A pesar de que su impacto en la calidad de vida de aquellos que la padecen no es tan masivo como la enfermedad de Alzheimer, están bastante cerca las enfermedades inflamatorias intestinales (IBD, por sus siglas en inglés), entre las que destacan la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Se trata de trastornos que tienen por un lado un componente principal autoinmune (por el que nuestras defensas atacan células sanas de nuestro organismo) y, al menos en el crohn, otro componente infeccioso. El mayor problema que representan estas afecciones es que todavía, al igual que con el alzhéimer, sabemos extraordinariamente poco de ellas. Somos capaces de tratar los síntomas y aliviar los efectos de la enfermedad pero, en ningún caso, curarla del todo.

"Ahora podemos identificar las mutaciones genéticas que, hasta ahora, creíamos que podían causar IBD"


Los 'ataques' de esta enfermedad pueden ser impredecibles y suponer para el paciente un aprieto mayúsculo que le impida llevar a cabo su vida de forma normal e, incluso, que tenga que pasar por quirófano para extirpar tejido digestivo tremendamente dañado. Pero el mayor problema que representan estas enfermedades es que sus causas no son del todo conocidas.


Al menos no lo eran hasta ahora. Gracias a un trabajo científico llevado a cabo por los investigadores Hakon Hakonarson, Christopher J. Cardinale, Michael E. March y el resto de su equipo del Children's Hospital of Philadelphia, en Estados Unidos, se ha conseguido identificar determinados mecanismos genéticos que podrían ser una de las causas de la enfermedad.

Hasta el momento se han identificado más de 240 secciones de nuestro código genético que se cree que pueden ser las responsables de las enfermedades inflamatorias intestinales. Aunque parezca mucho, y lo mucho suele ser bueno, en realidad este número no es bueno para absolutamente nada porque no determina una causa concreta como en muchas otras enfermedades. Ha sido en este ámbito donde los investigadores han llevado a cabo uno de los descubrimientos más importantes en este campo de la medicina en los últimos años.



Foto: Unsplash/@hikeshaw.


Foto: Unsplash/@hikeshaw.


Utilizando las más modernas tecnologías disponibles de secuenciación genética, el equipo ha conseguido identificar el polimorfismo de un nucleótido determinado (cuyo nombre no es nada atractivo: rs1887428), que se localiza en el gen JAK2. La proteína que este gen codifica es responsable de controlar la producción de células sanguíneas. De hecho, algunas mutaciones del JAK2 se han identificado como la causa de algunos cánceres sanguíneos. Ahora, creen los investigadores, también es el principal sospechoso de provocar las enfermedades inflamatorias intestinales.

"Identificando esta vía, creemos que hemos añadido una importante herramienta a nuestro arsenal, dado que nos permite identificar directamente las mutaciones genéticas que, hasta ahora, creíamos (pero no sabíamos a ciencia cierta) que pudieran provocar la enfermedad. Antes 'solo' suponían un riesgo", explica el doctor Hakon Hakonarson, uno de los autores. Y continúa: "Este estudio, además, ofrece pruebas fiables de que algunas medicinas que actúan en el gen JAK2 pueden ser beneficiosas en pacientes que sufren enfermedad inflamatoria intestinal".


Las IBD y el Covid-19
Prácticamente a la vez que los investigadores del Children's Hospital of Philadelphia publicaban su estudio, la American Gastroenterological Association (AGA) publicaba su guía oficial para los pacientes diagnosticados (y tratados) de IBD. Al ser uno de los principales tratamientos de esta enfermedad los fármacos que modifican nuestra respuesta inmune, las dudas que los pacientes pudieran tener con respecto al desarrollo del Covid-19 con unas defensas 'no normales' son más que lógicas.

La AGA en su comunicado se ocupó de mandar un mensaje de total tranquilidad a los pacientes. Las principales indicaciones que emitieron fueron que los pacientes deben continuar con sus terapias habituales, que padecer IBD no aumenta el riesgo de desarrollar Covid-19 y que determinadas medicaciones deberán dejar de tomarse si desarrollamos la enfermedad.

Por supuesto, la AGA no es una autoridad competente en la Unión Europea ni en España, por lo que si este es nuestro caso, antes de tomar ninguna decisión con respecto a nuestra medicación, deberemos acudir a un médico que nos informe sobre lo que es mejor para nuestra salud. La que nos está cayendo es buena... como para echarle más leña al fuego nosotros mismos.

 
Ayer me llamaron para darme los resultados de unas pruebas que hice mates del estado de alarma y me han diagnosticado SIBO e intolerancia a la fructosa.

Gracias por haber creado este hilo y por todos los artículos que has publicado aquí @pilou12
 
En especial para @Boladecristal
Saludos :)

SIBO: cómo tratar el peligroso crecimiento bacteriano en el intestino
Gases, intolerancias alimentarias y un sinfín de síntomas más tanto digestivos como sistémicos. Así se manifiesta este trastorno. Para evitarlo o reducir sus efectos podemos seguir estas pautas



Foto: Demasiados microorganismos en nuestro intestino delgado pueden suponer un problema. (iStock)


Demasiados microorganismos en nuestro intestino delgado pueden suponer un problema. (iStock)



Por
María Corisco


De entre los numerosos trastornos asociados al aparato digestivo y al fascinante universo de la microbiota, hay uno que de día en día está comenzando a hacerse protagonista en las consultas de los digestivos y de los nutricionistas. Se trata del SIBO (Small Intestinal Bacterial Overgrowth).

El nombre ya nos da una pista: hablamos de un crecimiento excesivo del número de bacterias que pueblan el intestino delgado. Es decir, estaríamos hablando de un tipo de disbiosis, de un desequilibrio en la microbiota intestinal. Lo que caracteriza al SIBO frente a otras disbiosis es que este crecimiento anómalo se da precisamente en el intestino delgado, una zona cuya misión básica es la digestión y absorción de nutrientes, y que debería estar más o menos ‘limpia’ de estos microorganismos.

El sobrecrecimiento se produce cuando bacterias del colon se desplazan al intestino delgado
En unos casos, este problema se produce por un incremento de bacterias patógenas en la zona; en otros, se trata de una colonización: como indica el doctor Luis Cueva, especialista en Digestivo del Hospital Serranía de Ronda, “tenemos de forma normal varios trillones de bacterias en el intestino. La mayoría están en el colon o intestino grueso, y solo unas pocas en el delgado. El sobrecrecimiento bacteriano se produce cuando las bacterias que viven normalmente en el colon proliferan hacia una zona en donde casi no deberían estar. Y esto provoca diversos síntomas”.



Foto: iStock.


Foto: iStock.


Se trata tanto de síntomas digestivos -gases, hinchazón, diarrea, estreñimiento, distensión abdominal, intolerancias alimentarias…- como de problemas cutáneos, trastornos autoinmunes, dolores articulares… “Pueden ser tan diversos que esa inespecificidad es una de las razones por las que el diagnóstico se complica -señala la dietista-nutricionista Ángela Moreno-. Yo cada día veo más casos en consulta, y normalmente los pacientes han tenido que oír más de una vez que 'lo suyo' era algo que estaba en su cabeza. Por otra parte, se trata a menudo de síntomas compartidos con otras patologías, como el síndrome de intestino irritable, la enfermedad celiaca o la intolerancia a la lactosa”. Además, tampoco es fácil saber si son síntomas provocados por el SIBO o, por el contrario, están causados por la patología primaria que ha causado la aparición del SIBO. Una vez más, el huevo y la gallina.


El primer paso, sospecharlo
Esta es una de las características de quien sufre sobrecrecimiento bacteriano: el peregrinar de un sitio a otro con un cuadro clínico tan difuso y común a otros trastornos que, a menos que el especialista haya oído hablar de este trastorno y piense en él, el diagnóstico puede no llegar nunca. “Para diagnosticar el SIBO, lo más importante es sospecharlo”, aseguraba la doctora Sari Arponen, especialista en Medicina Interna del Hospital de Torrejón, en la charla 'Las bacterias que nos habitan: la microbiota como eje de un buen estado de salud', celebrada el pasado fin de semana en el Hospital Universitario La Paz. “Pero el SIBO es un proceso que todavía es poco conocido y diagnosticado”.

Las investigaciones son constantes, eso sí, y han permitido identificar algunas de las causas por las que comienza a haber un exceso de bacterias en el intestino delgado. “Una de ellas es una disminución del pH ácido del estómagopor un consumo continuado de antiácidos -advierte Ángela Moreno-. Es algo que cada vez veo más en consulta y podríamos evitarlo con cambios en la dieta”. Pero también son causa de SIBO aquellos factores que dificultan el movimiento intestinal o disminuyen la secreción de sustancias protectoras.
Una de sus causas puede ser el consumo excesivo de antiácidos

Y en una nueva vuelta de tuerca, la doctora Arponen apunta que, tal vez, el SIBO sea una llamada de alerta del organismo, que interactúa con su microbiota para intentar solucionar otro problema subyacente, como un déficit nutricional o un desequilibrio metabólico. Por eso es tan recomendable realizar una buena historia clínica del paciente.

Pero todo esto es impensable si ni siquiera se conoce el trastorno: “Lo veo día a día en el hospital y en mi consulta online: la mayoría de mis compañeros no sabe mucho sobre el tema y ni siquiera sospecha la enfermedad -expone el doctor Cueva-. Y esto se agrava por la escasa importancia que le dá el sistema de salud a la formación en este tipo de enfermedades que aunque son muy frecuentes, no siempre son graves. Como ejemplo de ello, en las próximas oposiciones al Servicio Andaluz de Salud, en el temario no aparecen siquiera mencionados ni el SIBO ni el colon irritable"


Test diagnósticos
Para poder abordar el tratamiento más adecuado a cada paciente, es esencial contar con un diagnóstico. Debido a lo inespecífico de los síntomas, la historia clínica se queda coja para poder decir con seguridad que un paciente tiene SIBO. Hasta hace algún tiempo, se realizaba un aspirado yeyunal, es decir, se tomaba una muestra del contenido del yeyuno, se cultivaba y se observaba cuántos microorganismos estaban presentes en esa zona. “En estos momentos, la prueba más indicada para valorar el sobrecrecimiento bacteriano es el test de aliento, porque es más cómoda y menos invasiva que el aspirado yeyunal”, explica el doctor Cueva, quien sin embargo nos advierte de que “el test de aliento debe interpretarse solo en el contexto de una evaluación integral del paciente: signos, síntomas y antecedentes médicos. Nos fiamos demasiado de las pruebas, y hay personas que pueden dar positivo a este test y, sin embargo, estar totalmente sanos”.

El objetivo de la prueba es medir los niveles de hidrógeno y metano en el aire espirado (se trata de dos gases que normalmente nosotros no producimos, sino que lo hacen las bacterias al fermentar). Para ello, se alimenta a las bacterias con su 'comida favorita' (normalmente lactulosa) y después se hace soplar al paciente. El proceso dura unas tres horas, en las que el gas producido por la fermentación va pasando del intestino a la sangre, después a los pulmones y finalmente se exhala. Un resultado positivo sería el primer indicio para comenzar a considerar que el paciente tiene SIBO, pero hay que recordar la posibilidad tanto de falsos positivos como de falsos negativos, por lo que los resultados deben contemplarse con cautela. Y no nos debemos conformar con el diagnóstico, apunta la doctora Arponen: “Es importante que se busquen las causas detrás del SIBO, que pueden ser múltiples”.



Foto: iStock.


Foto: iStock.


El tratamiento del SIBO es, en principio, tanto farmacológico (antibióticos) como dietético. "El primer paso sería eliminar las bacterias -explica el doctor Cueva-. Esto se hace con antibióticos, y se elegirá el más adecuado en función de si el test ha dado positivo en metano o en hidrógeno. Ahora hay otra corriente que propone utilizar antibióticos y antifúngicos a base de hierbas medicinales. En cualquiera de los casos, siempre hay que complementarlo con una dieta específica".

En este sentido, Ángela Moreno señala que la dieta de elección para personas con SIBO es una dieta baja en FODMAP. "Es la que se utiliza para el intestino irritable y se basa en eliminar determinados carbohidratos que producen sintomatología. Es también mi primera propuesta cuando tengo pacientes que no están diagnosticados de sobrecrecimiento, pero en los que, al hacer la historia clínica, detecto una serie de síntomas que apuntan a este trastorno. Es una dieta muy limpia, en la que quitas todos los procesados y también algunas frutas y verduras". La idea no es seguir permanentemente con estas restricciones, sino "comprobar si ha mejorado la sintomatología e ir introduciendo, paulatinamente, distintos alimentos para ver la reacción".


 
Tratamiento del sobrecrecimiento bacteriano: cuando los antibióticos son “buenos”

El tratamiento más eficaz cuando hay SIBO son los antibióticos, pero no son suficientes porque no van a la raíz del problema. Os explicamos las mejores opciones de antibióticos naturales, alimentación y hábitos más adecuados para tratarlo.


por Neus Elcacho


El tema de los antibióticos sigue siendo motivo de análisis. Según los datos sobre el consumo de antibióticos publicados en 2016 por el Ministerio de Sanidad, España ocupa uno de los primeros lugares del mundo en consumo de estos medicamentos.



oliessencialorenga.jpg



En ningún caso, pues, quiero hacer apología de los antibióticos ni generar malentendidos. Tampoco soy médico, que es el profesional que debe aportar más información y darnos la recomendación individualizada. Por lo tanto, la información que he querido recoger en este artículo no es más que eso: información recogida por experiencia personal y profesional como dietista.


¿Es el antibiótico la única solución para el sobrecrecimiento bacteriano?
El tratamiento más eficaz cuando hay sobrecrecimiento bacteriano (SIBO), y que tiene más apoyo científico y médico, es el antibiótico rifaximina (Spirax). Tiene pocos efectos secundarios, es fácil de absorber y se potencia con la bilis; y actúa de forma localizada en el intestino delgado.

Debido a síntomas recurrentes, algunos pacientes necesitarán repetir el tratamiento antibiótico; en este caso, se sugiere rotar los antibióticos para evitar que se desarrolle resistencia. En todo caso, siempre debe ser un médico quien los prescriba de forma individualizada y considerando los riesgos de un tratamiento prolongado, como son diarrea por irritación, infección por Clostridium difficile o cándida, resistencia bacteriana…

Si se detecta metano en el test de aliento de lactulosa (ver el primer artículo sobre SIBO), se propone combinar rifaximina con neomicina.

También debemos tener en cuenta, sin embargo, el aumento de casos de resistencia a los antibióticos. El estudio “Review on Antimicrobial Resistance” encargado por el Gobierno británico, advertía que diez millones de personas podrían morir antes de 2050 por el aumento de la resistencia a los antibióticos. Dos vehículos importantes de transmisión de la resistencia a este antibiótico son la carne de ave de corral y la del cerdo, sin olvidarnos del agua que bebemos (en contacto con la orina de estos animales), aunque seamos vegetarianos.


¿Para tratar el SIBO, hay antibióticos y ya está?
De todos modos, los antibióticos no van a la raíz del problema, a la causa; por tanto, es imprescindible acompañarlos de una dieta y de otras recomendaciones:

La primera opción de dieta es la dieta de carbohidratos específicos (SCD), que elimina todos los carbohidratos complejos: cereales, legumbres, azúcares, y patatas y boniatos. Es como una especie de dieta paleo, ya que podemos comer carnes, pescados, huevos, vegetales y frutas con poco azúcar.

La segunda opción de dieta recomendada es la Gut and Psychology Syndrome (GAPS), que elimina cereales, legumbres, lactosa y edulcorantes, menos la miel. Además, consta de tres partes: dieta, desintoxicación y suplementación con probióticos, ácidos grasos esenciales, vitamina A y enzimas digestivas.

Una tercera opción es seguir la dieta FODMAP (oligosacáridos fermentables, disacáridos, monosacáridos y polioles). Hace unos años hablaba de ella en un reportaje que preparamos conjuntamente con el psiconeuroinmunólogo Xevi Verdaguer, pero en los últimos años se han hecho muchos más descubrimientos relacionados con ella.

La idea es hacer primero una fase de eliminación, y reintroducir gradualmente algunos alimentos en una fase posterior de mejora.

Mi propuesta es hacer una dieta preliminar baja en FODMAP, sin azúcar, miel, melazas, jarabes, lactosa, edulcorantes estilo sorbitol o xilitol, ni tampoco legumbres, frutos secos, ajo, cebolla, pimiento, alcachofas, coles, espárragos ni champiñones, y en general reduciendo todos los cereales (sobre todo trigo) y lácteos. Tomando esto como base, se revisan todos los otros alimentos para ver cuáles pueden ir bien y cuáles no en cada caso, y se elabora conjuntamente un menú personalizado in situ con propuesta de platos y combinaciones y adaptado a las necesidades y estilo de vida personales.


Trabajar el estrés y las emociones es imprescindible para el tratamiento y casi más importante que la dieta



Meditación




Trabajar el estrés y las emociones es imprescindible para el tratamiento y casi más importante que la dieta. El estrés reduce la producción de ácido clorhídrico, la motilidad intestinal, y aumenta la inflamación y permeabilidad intestinal. Si la inflamación no disminuye y el nervio vago está activo todo el tiempo, las bacterias del colon subirán constantemente hacia el intestino delgado (ver el primer artículo sobre SIBO).

Relacionado con el estrés, es muy importante dormir bien. Los desajustes en los ritmos circadianosse asocian con tasas más altas de trastornos intestinales como síndrome del intestino irritable y disbiosis (desequilibrio de la microbiota). A las personas con problemas digestivos, no les van bien los turnos nocturnos. Además de cuidar los hábitos de sueño y de cenar poco y temprano, puede ayudar tomar un suplemento de melatonina (3mg/noche) y tomar un poco el sol a lo largo del día.

Así pues, también es clave ayudar a la motilidad natural de los intestinos, y aquí el ejercicio físico tiene un papel importante. Con el tiempo, el sedentarismo (si en 168 horas solo nos podemos mover tres, por ejemplo) frena este movimiento peristáltico y favorece la colonización bacteriana. Si el médico sospecha que hay problemas de este tipo, puede recomendar procinéticos para mejorar la motilidad.
Hay procinéticos naturales con efectos secundarios mínimos, como Iberogast o Mix Gases de Phytobiopole.


¿Y si no podemos tomar antibióticos?
Pensad en las personas que tienen candidiasis vaginal o genital recurrente y que recaen al tomar antibióticos, o en las personas alérgicas o que tienen diarrea o muchos problemas digestivos cuando toman, o en las personas con resistencia a los antibióticos. ¿Hay otras opciones?

En estos casos o cuando los síntomas son muy claros (ver el primer artículo sobre SIBO), pero el paciente no tiene acceso a la prueba diagnóstica, los comprimidos de aceite esencial de orégano como antibacteriano natural son una buena ayuda extra, pero solo temporalmente.

Otros antibacterianos naturales aparte del orégano son los siguientes:

  • Artemisa o hierba de San Juan
  • Boswellia serrata
  • Berberina
  • Extracto de hoja de olivo
  • Lapacho
Siempre deben tomarse siguiendo las recomendaciones específicas de un profesional de la salud experto en la materia.


En muchos casos se recomienda acompañar los antibióticos alopáticos de antibióticos naturales para asegurar que hacemos una limpieza correcta de SIBO.


Por otra parte, es importante acompañar el tratamiento de antibióticos y dieta baja en fermentación de un protocolo antiinflamatorio natural para mejorar la mucosa, el terreno donde viven las bacterias, y ayudar a que la puerta del intestino delgado al colon cierre correctamente. Por ello se recomienda también reducir lácteos (por la caseína), cereales, azúcar y soja, así como añadir algún suplemento para regenerar la mucosa si hay síntomas de hiperpermeabilidad o irritación o tenemos pruebas de ello. Un suplemento muy beneficioso en estos casos es la L-glutamina. Se recomienda comenzar con dosis pequeñas (1-2 gramos/día de glutamina en polvo separado de la comida), y elevar la dosis hasta 10-15 gramos si el hígado la tolera bien (por ejemplo, con tres tomas diarias de 3 gramos).



glutamina-1.jpg





SIBO y vegetarianos
Si tenéis SIBO o lo sospecháis y sois vegetarianos o veganos, y acabáis de leer las recomendaciones de dieta, seguramente ahora lo veréis todo muy negro.

De hecho, son los casos más difíciles para los dietistas, porque todo lo que come el paciente es susceptible de ser fermentado por una bacteria, lo que representa un bufet libre para el SIBO. Hay pacientes que quieren incorporar algunos alimentos de fuente animal para poder disminuir legumbres y cereales de manera temporal y hay otros que recurren a los antibióticos.

Es el caso de la conocida Rawvana, que no obtuvo resultados del tratamiento hasta cuatro meses después y que lo consiguió dejando de ser crudivegana temporalmente. Muchos seguidores se le echaron encima. En la literatura científica médica sobre SIBO no hay ninguna conexión directa entre la enfermedad y la falta de alimentos de origen animal en la dieta. Por tanto, no es que incorporar estos alimentos mejore la condición, sino que ayuda a quitar otros que sí perjudican sin que haya déficits nutricionales o una pérdida de peso importante.


¿Se pueden tomar probióticos y comer fermentados cuando hay SIBO?
Parece lógico que, si tenemos un sobrecrecimiento bacteriano, no debe ser beneficioso añadir más bacterias como tratamiento.
El consumo crónico de suplementos probióticos puede producir una colonización ectópica de bacterias en el intestino delgado que desencadene SIBO si no se tiene en cuenta el resto de causas (ver el primer artículo sobre SIBO).

Sin embargo, una vez se ha hecho el tratamiento con antibiótico, es bueno analizar la microbiota del colon (con una prueba de heces que cuantifique y califique las bacterias) para ver si es lo suficientemente buena y ayudarla con probióticos específicos para evitar problemas posteriores, sobre todo por bacterias más problemáticas.

Los probióticos o fermentados con bacterias como Lactobacillus tienen un efecto protector como fuerza propulsiva que limita la capacidad de las bacterias para colonizar el intestino delgado.


 
ALIMENTOS PERMITIDOS Y PROHIBIDOS

Fodmap: la dieta del intestino
Los expertos coinciden en el valor de este régimen en el tratamiento del síndrome del intestino irritable, la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y otras patologías que afecten al colon



Foto: La dieta Fodmap permite las carnes, pescados, huevos o quesos. (iStock)


La dieta Fodmap permite las carnes, pescados, huevos o quesos. (iStock)



Por
Patricia Matey


Marisa tiene ahora 35 años y confiesa que algo tan sencillo como cambiar de alimentación le transformó la vida. Todo porque llevaba más de una década pasando por un auténtico calvario. Del estreñimiento a la diarrea, sin olvidar el dolor abdominal, la hinchazón o los gases. Era como si todo le sentara mal. “Me diagnosticaron colon irritable, el conocido como síndrome del intestino irritable (SII), pero pese a los tratamientos no lograba volver a ser yo hasta que me enteré de la llamada dieta Fodmap y me informé. Fue entonces cuando mi vida cambió y los síntomas empezaron a remitir. Creo que los afectados deberían pedir referencias de la misma a sus especialistas”, aconseja.

Como Marisa, entre un 5% y un 10% de la población española sufre síndrome del intestino irritable, una patología cuya causa última permanece oculta aún a la ciencia, aunque se especula sobre su relación con la posibilidad de sufrir determinas alergias o intolerancias a los alimentos.
Este tipo de dieta consiste en eliminar, entre otros, los alimentos vegetales ricos en hidratos de carbono de cadena corta

Fue en 2005 cuando nace la denominada dieta Fodmap. Desarrollada en la Universidad de Monash en Melbourne (Australia) por Peter Gibson y Susan Shepherd, su término (Fodmap) se debe a las siglas en inglés de oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables.
Como aclara la nutricionista Marta Ruiz Aguado, del Instituto de Obesidad de Madrid (IOB), “este tipo de alimentación o tratamiento terapéutico consiste en eliminar de la dieta precisamente los alimentos que contienen este tipo de componentes. Se excluyen, por tanto, entre otros los alimentos vegetales ricos en hidratos de carbono de cadena corta fermentables que son los enumerados anteriormente”.

Estos compuestos a veces llegan al “intestino grueso sin digerir, provocando el crecimiento de bacterias que generan gases, hinchazón, dolor abdominal o, incluso, diarreas. Es por todo ello que se utiliza en muchas ocasiones como tratamiento terapéutico en pacientes que padecen colon irritable, gases, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y recurrentes molestias intestinales”, insiste la experta.



Las legumbres están prohibidas en la dieta Fodmap. (iStock)


Las legumbres están prohibidas en la dieta Fodmap. (iStock)



De hecho, como aclara el doctor Domingo Carrera, médico especialista en nutrición del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas de Madrid (CMED), “desde 2005, diversas investigaciones han sustentado que es una herramienta terapéutica válida que puede ayudar a los pacientes de SII”.
Prueba de ello es uno de los primeros trabajos en confirmarlo. Lo publicaba la revista ‘Gastroenteroly’ en abril de 2016. El estudio, realizado por el Sistema de Salud de la Universidad de Michigan en EEUU (UM) y dirigido por Shanti Eswaran (doctora clínica y gastroenteróloga de la citada universidad), contó con la participación de 90 pacientes afectados de SII.

Los resultados: más del 50% de los pacientes que siguieron la dieta baja Fodmap tuvieron una mejoría mayor en dolor abdominal comparados con el 20% del grupo control (dieta normal). Asimismo, los participantes adscritos al plan de la dieta a verificar experimentaron una mejoría en otros síntomas comunes y molestos como inflamación, diarrea y urgencia por evacuar.

Lo prohibido
Las claves del éxito de la Fodmap implican seguir esta dieta en la que se excluyan alimentos como “trigo, centeno, cebollas, ajos y algunas verduras(alcachofas, brócoli, coliflor, espárragos, repollo, remolacha, setas, etc.). También hay que olvidarse de consumir legumbres, lácteos (principalmente la leche), miel, jarabes, manzanas, ciruelas, peras, entre otras frutas, así como los alimentos ‘light’ o los edulcorantes”, comenta Marta Ruiz.
El motivo: “Este tipo de dieta es eficaz en pacientes con SII porque la propia irritación del colon que causa el síndrome produce síntomas como dolor, hinchazón, gases y diarrea o estreñimiento e, incluso, ambos. Al eliminar inicialmente estos alimentos que contienen determinada fibra, que ya de por sí es más generadora de gases y molestias al contacto con las bacterias del colon, prescindimos o disminuimos la posibilidad de que estos aparezcan. Además, se sabe que en este trastorno la digestión de los hidratos de carbono enumerados es peor y más pobre, por lo que al eliminarlos reducimos o erradicamos muchos de los signos que la caracterizan”, recuerda el doctor Carrera.

Se pueden ingerir carnes sin procesar, pescados blancos y azules, huevos, algunos cereales —como el arroz— o patata
Insiste en que, además, la dieta Fodmap “ha constatado su posible beneficio en otras dolencias como en la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y otras patologías que afecten al colon. Y siempre descartando la posible existencia de intolerancias alimentarias”.
En su opinión, “todos los pacientes con colon irritable podrían beneficiarse de ella. No obstante, la idea es excluir estos alimentos por un periodo de dos a seis semanas y luego, bajo supervisión médica, ir introduciéndolos poco a poco y observar la posible aparición de síntomas con cada alimento que se vuelve a incorporar”, apostilla.


Lo permitido
No todo son malas noticias. Los pacientes que deban seguir la dieta Fodmap podrán a cambios de los ‘productos prohibidos’ disfrutar en su menú de otros como “frutas (naranja, mandarinas, lima, limón, melón, membrillo, níspero, plátano, chirimoya, así como el consumo moderado de coco, fresas, arándanos, piña, granada, grosella, maracuyá, etc.); lácteos y bebidas vegetales: quesos en cantidades controladas, yogur y leche sin lactosa, bebidas de almendra, avena y arroz; hortalizas como tomate, zanahoria, judías verdes, calabaza, espinacas, pepino y rábano, aunque otros productos, en cambio, deben consumirse siguiendo un control de las cantidades (berenjena, calabacín, acelgas y pimiento verde)”, recuerda la nutricionista de IOB.



El arroz es una opción para los seguidores de la dieta Fodmap. (iStock)


El arroz es una opción para los seguidores de la dieta Fodmap. (iStock)



Asimismo, se pueden ingerir “carnes sin procesar, pescados blancos y azules, huevos, algunos cereales como arroz, avena, quinoa, tubérculos (patata y el boniato), frutos secos (nueces), aceite de oliva y girasol”, recomienda la experta.
Pero, ante todo, lo más es importante es no lanzarse nunca hacia cualquier tipo de dieta sin ‘paracaídas’. Es decir, acudir a un especialista antes de seguirlas por recomendaciones de amigos o comentarios en internet, porque si usted padece alguno de los trastornos indicados y “realiza la dieta Fodmap correctamente, pero indicada y supervisada por un médico especialista en nutrición que va a compensar las posibles carencias nutricionales y que va a introducir o recomendar otros alimentos que compensen los que retiramos, no se corren riesgos”, recuerda el experto del CMED.
Un consejo que también comparte la experta del IOB: “Desde nuestro centro recomendamos acudir a un profesional que prescriba las pautas pertinentes, según el caso de cada paciente, para que no incurra en carencias nutricionales y tenga una alimentación completa y variada, y de la misma manera se haga un control evolutivo de la mejora en la sintomatología que refiera”.

 
¡Helicobacter Pylori en menos de 10 minutos! (Animación)

El Helicobacter pylori es el responsable de una parte importante de casos de cáncer de estómago en el año. A pesar de que hay tratamiento y tenemos los métodos diagnósticos, muchas personas permanecen infectadas y presentan síntomas de gastritis. Te invito a ver este vídeo sobre esta increible bacteria de una forma animada para que nunca la olvides.








ELIMINAR HELICOBACTER PYLORI Y TEST DEL ALIENTO | Experiencia personal

Hoy os voy a contar el tratamiento que he seguido para eliminar la Helicobacter pylori de mi cuerpo y en qué consiste el test del aliento para comprobar si los antibióticos han sido eficaces.


 
Estos alimentos son los que inflaman tu intestino
Un nuevo estudio sugiere que las patatas fritas, galletas, refrescos, bebidas energéticas e incluso el queso tendrían relación con la enfermedad inflamatoria intestinal. Alimente habla con los autores de esta investigación


Foto: Foto: Unsplash/@gillyberlin.




Por
Patricia Matey
12/05/2020

Son unas grandes desconocidas para la ciencia. Hablamos de las enfermedades inflamatorias intestinales (EII, de sus siglas en inglés), que afectan, según datos de ACCU España (Confederación de Asociaciones de Enfermos de Crohn y Colitis Ulcerosa), a 300.000 personas en nuestro país.

Se sigue sin saber su causa definitiva, sin embargo, se las asocia frecuentemente a la predisposición genética, la composición de la microbiota intestinal, a respuestas inmunes innatas (también llamada natural o nativa: está constituida por mecanismos existentes antes de que se desarrolle la infección) y las adaptativas alteradas (la que se estimula tras la exposición a agentes infecciosos).

"Los enfermos de Crohn y de colitis ulcerosa afectan en nuestro país a 300.000 personas"

Así como la etiología de la EII es multifacética, los estudios a lo largo de los años han revelado factores ambientales como la dieta, el estilo de vida y los factores sociales como parte de un componente crítico que contribuye al riesgo de enfermedad.

Ahora un nuevo estudio, publicado en 'PLos ONE', determina los alimentos, como las patatas fritas, el queso, las galletas, los refrescos y bebidas energéticas o deportivas, que se encuentran comúnmente en las dietas de los adultos de los Estados Unidos con la enfermedad.


Alimente ha hablado con la autora del estudio, Moon K Han, del Instituto de Biomedicina de la Universidad de Georgia, quien señala: "Al observar la relación entre alimentos y enfermedades, encontramos que las probabilidades de que nos hayan dicho que uno tenga EII son un 63% más altas en aquellos que comen patatas fritas en comparación con los que no las ingieren. Incluso después de controlar otros factores de riesgo como las diferencias demográficas y los estilos de vida saludables, como fumar o beber alcohol".


Declaraciones
Las probabilidades también "fueron más altas para aquellos que ingerían bebidas deportivas y energéticas o cereales, en comparación con los que notenían este tipo de hábitos de consumo. El aumento de la ingesta de queso y refrescos asimismo se asoció significativamente con mayores probabilidades de que se produzca el diagnóstico de EII. Las personas con la enfermedad bebían zumos con menos frecuencia que las que no la padecían, pero comían galletas y queso con mayor frecuencia. En resumen, los alimentos típicamente percibidos como poco saludables se asociaron con la patología".



Foto: iStock.


Foto: iStock.



Así pues, las patatas fritas, bebidas deportivas y energéticas, y también los refrescos, se asociaron significativamente con el diagnóstico de enfermedad inflamatoria intestinal. Y no solo: el consumo de leche o palomitas de maíztenía una menor relación con dicho diagnóstico.

Para la doctora Moon, "es importante destacar el hecho de que si bien los alimentos catalogados como 'comida basura' se asociaron significativamente con la enfermedad inflamatoria intestinal, los patrones alimentarios tanto de los individuos con esta enfermedad como de aquellas personas sin ella eran muy similares". Sin embargo, asegura, no está claro si la encuesta refleja un cambio potencial en la ingesta alimentaria de las personas que ya habían recibido el diagnóstico de la patología antes de que se realizase dicha encuesta".

Por ello, sugiere, en posteriores estudios habría que tener en cuenta el papel de otros factores externos, como la manipulación de los alimentos (frituras) o los posibles componentes bioactivos de los mismos que puedan inducir a la inflamación intestinal o aumentar la susceptibilidad de sufrirla.

 
Alguien más tiene el estomago revuelto durante la regla? y no hay arroz que lo cure da igual lo que Comas, hasta que no pasa una semana o así.. no se normaliza
 
Back