SISTEMA DIGESTIVO

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Más años, más vida

DR. ÁNGEL DURÁNTEZ

Sobrecrecimiento bacteriano: un gran problema para el intestino
Comienza a ser más frecuente de lo sospechado y afecta a nuestra salud de forma relevante ya que provoca una mala absorción de los nutrientes. El uso crónico de medicamentos y otras causas lo están agravando

Vie, 16 Nov 2018


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Bacterias en el intestino. (iStock)


Las ciencias avanzan que es una barbaridad, como cita el dicho. Y en el ámbito de la salud esto es si cabe más cierto. Nuevos paradigmas sustituyen a los antiguos y esto abre puertas a nuevas vías terapéuticas. Es el caso de las afecciones del aparato digestivo, donde los nuevos descubrimientos relacionados con la microbiota intestinal (las bacterias y otros microorganismos que residen en nuestro intestino) están arrojando luz sobre temas antes ignorados.

Su estudio abre vías en el tratamiento de varias patologías, la calidad del sueño y el estilo de vida


Y esto también está abriendo la vía al tratamiento no farmacológico de afecciones como el síndrome del intestino irritable: sabemos ahora que el estilo de vida con la alimentación pero también el ejercicio, la calidad y regularidad del sueño o el estrés afectan a la composición de la microbiota. Y esto a su vez puede tener una influencia sobre la severidad de los síntomas del síndrome del intestino irritable. Así lo refleja el criterio de Roma IV, la referencia para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades funcionales del intestino: aquellas en las que el paciente sufre molestias, sin que en muchas ocasiones haya hallazgos objetivos en pruebas diagnósticas.

Patologías graves
Además del aspecto cualitativo de la microbiota (qué especies de bacterias son beneficiosas y cuáles patógenas), también podemos encontrarnos con el aspecto cuantitativo. Convencionalmente hablamos de sobrecrecimiento bacteriano intestinal (SIBO) cuando se diagnostica un problema de malabsorción atribuido a un número excesivo de bacterias en el intestino, habitualmente en el delgado. Las causas del SIBO pueden ser múltiples. La estasis del intestino delgado causada por cirugías o por enfermedades como la diabetes o amiloidosis, entre otras. El tránsito se enlentece y esto favorece la proliferación excesiva de bacterias.


En otras ocasiones se produce una ruptura de la barrera anatómica natural entre el intestino delgado y el colon, y esto produce cambios en la microbiota. Las causas más habituales en este caso son una cirugía de extirpación de la válvula ileocecal, una fístula enterocolítica o la enfermedad de Crohn, una enfermedad inflamatoria intestinal de origen autoinmune.

Una de las causas de la proliferación de bacterias es el uso crónico de fármacos como el omeprazol y derivados


Otra posible causa de sobrecrecimiento bacteriano es la baja producción de ácido por parte del estómago. Esto causa una alteración del pH a lo largo del tubo digestivo, y especialmente en el duodeno, lo que hace que en esa sección pueda aumentar el número de bacterias (recordemos que los ácidos estomacales limitan la posible proliferación de bacterias). Enfermedades como la gastritis atrófica o el uso prolongado o crónico de fármacos como los tan usados inhibidores de la bomba de protones (omeprazol y derivados) pueden ser la causa. Finalmente, otras posibles alteraciones que pueden favorecer el SIBO son la deficiencia de inmunoglobulina A, el uso de antibióticos de amplio espectro o alteraciones como cirrosis hepática, alcoholismo o el ya mencionado síndrome del intestino irritable.

¿Cómo afecta a nuestro organismo?
La sobreproliferación bacteriana puede afectar al estado nutricional de la persona que la sufre. Los mecanismos generales pueden estar relacionados con la lesión de la mucosa intestinal que dificulte la absorción de nutrientes; el consumo de algunos nutrientes como vitaminas por parte de las bacterias intestinales y la reducción de la ingesta de alimentos, asociada a las molestias digestivas que sufre el paciente. En más detalle podemos encontrar:

  • Malabsorción de grasas: al dañarse la mucosa intestinal, se reduce su capacidad para absorber las grasas contenidas en los alimentos. Esto puede traducirse en esteatorrea (heces grasas). Por otra parte, las propias bacterias pueden romper las sales biliares que nos ayudan a digerir las grasas, lo que es tóxico para las células del intestino y puede afectar también a la absorción de carbohidratos y de proteínas.
  • Malabsorción de hidratos de carbono: debido a que las bacterias los degradan en exceso y los consumen, reduciendo su disponibilidad y también a que, debido al daño en la mucosa intestinal, algunas enzimas que se encargan de su absorción son deficientes.
  • Malabsorción de proteínas: debido al daño del epitelio intestinal, lo que se traduce en una reducción en la producción de aminoácidos.
  • Malabsorción de vitaminas: como por ejemplo de la B12, que puede ser consumida en exceso por las bacterias (con un efecto paralelo de sobreproducción de vitamina B6). Además, debido a la malabsorción de lípidos o grasas, también puede haber deficiencias en la absorción de vitaminas liposolubles (A, D y E). Respecto a la cuarta vitamina liposoluble, la K, puede haber sobreproducción por parte de algunas especies bacterianas, lo que podría ser contraproducente para pacientes en tratamiento con anticoagulantes orales (sintrón).
Por todo lo anterior, las consecuencias de este trastorno pueden ser desde la astenia hasta un síndrome de malabsorción completo. Síntomas que pueden presentarse son: distensión abdominal, flatulencias, dolor abdominal, diarrea (heces muy abundantes, brillantes y pegajosas), pérdida de peso o incluso edemas, por falta de proteínas. La producción excesiva de algunos gases al 'fermentar' los alimentos puede estar detrás de esas molestias. Incluso se ha relacionado el reflujo gastroesofágico con el SIBO, debido a la presión producida por esos gases duodenales, en lo que se denomina 'reflujo alcalino'.



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Microbiota. (iStock)


El diagnóstico no es sencillo ni está disponible en todos los centros médicos. El método de referencia es la aspiración directa a través de una endoscopia en el yeyuno, pero es un método complejo, por lo que se usan los tests de hidrógeno espirado. En esta prueba se mide la cantidad de hidrógeno en el aire espirado del paciente, tras la ingestión de una cantidad conocida de referencia de glucosa y lactulosa. En ambos casos se observa un pico inicial de hidrógeno espirado, debido a la presencia de bacterias en el intestino delgado que permite descartar o confirmar un sobrecrecimiento bacteriano.

¿Cómo se trata?
Dados los múltiples factores que pueden afectar al desequilibrio en la microbiota intestinal, el tratamiento del SIBO debe ser multifactorial. Por supuesto, lo más importante es corregir el factor desencadenante cuando ello es posible. En algunos trastornos motores digestivos se pueden usar fármacos que mejoren esa motilidad intestinal. Si se detectan déficits nutricionales, deberán suministrarse vitaminas u oligoelementos. A veces hay que administrar multivitamínicos o incluso calcio, vitamina D y vitamina B12. Uno de los puntos clave del tratamiento es el uso de antibióticos. Se han utilizado: amoxicilina combinada con ácido clavulánico, metronidazol o el fármaco más usado, que es la rifaximina y que tiene la ventaja de no ser absorbido, actuando por tanto únicamente a nivel intestinal.



Los alimentos ricos en fibra solubles, carbohidratos fermentables y los pre y probióticos son indicados


Se están publicando estudios sobre la utilidad de probióticos para el tratamiento del SIBO, en concreto con lactobacillus y bifidobacterias. Y por supuesto, una alimentación adecuada puede ayudar a reducir el sobrecrecimiento bacteriano. Pautas como la dieta baja en carbohidratos fermentables (FODMAPS) pueden ayudar a restablecer el equilibrio intestinal, seguidas por una fase de reintroducción de alimentos ricos en fibra soluble y carbohidratos fermentables, que junto con los pre y probióticos puedan ayudar a instaurar una flora saludable y que mantenga a raya a los organismos patógenos.

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LA MICROBIOTA Y EL CEREBRO
El párkinson puede empezar en el intestino. Y la dieta jugaría un papel fundamental


Gonzalo de Diego Ramos


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Desentrañando los mecanismos ocultos del sistema digestivo. (iStock)



Nuestro cuerpo alberga una vibrante comunidad de decenas de billones de microorganismos que se reparten por nuestra piel y nuestras mucosas. Entre esta imperceptible colectividad, miles de tipos de bacterias han elegido nuestro intestino como lugar de residencia. La convivencia que mantenemos con ellas es una simbiosis que nos proporciona grandes provechos, aunque como ocurre en cualquier comunidad de vecinos, la coexistencia también puede derivar en interacciones indeseables y particularmente dañinas.

Diferentes trabajos de investigación asocian las alteraciones en la composición de nuestra microbiota intestinal con enfermedades metabólicas, neurológicas y oncológicas, y son una prueba fehaciente de que mantener una flora equilibrada a través de la alimentación es un condicionante clave para nuestro bienestar presente y futuro. Desafortunadamente, los trabajos que ahondan en el nexo que existe entre nuestra microbiota y diversas afecciones se hallan en fase inicial. De este modo, ante la comunidad científica se presenta uno de los grandes retos que espera ser desentrañado en los próximos años: desvelar los muchos secretos que el laberinto de nuestro intestino alberga; un órgano que de forma popular ha ido adquiriendo el sugerente apelativo de 'segundo cerebro'.

Algunos problemas digestivos aparecen antes que las dificultades motoras que condicionan a los afectados


El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa en el mundo, con alrededor de 10 millones de enfermos, y existen cada vez más evidencias que lo relacionan directamente con la composición y las funciones de las bacterias de nuestro intestino. Para profundizar en los porqués, nos ponemos en contacto con Yolanda Sanz, responsable del Grupo de Investigación sobre Ecología Microbiana, Nutrición y Salud del Instituto de Agroquímica y Tecnología del CSIC y coordinadora del proyecto europeo MyNewGut, en el que se investiga el papel que juega la microbiota en la función cerebral: “No se conoce aún con exactitud cuáles son los mecanismos por los que las alteraciones en la composición de la microbiota intestinal pueden contribuir al desarrollo del párkinson. De lo que sí disponemos es de datos fundamentalmente descriptivos desde los que se especula que si la microbiota está alterada, la evolución de la enfermedad puede verse favorecida”, nos aclara la experta.


Ciertos problemas gastrointestinales, como el estreñimiento o la inflamación del colon, surgen con frecuencia antes que las dificultades motoras que condicionan a los afectados. Por otro lado, marcadores patológicos del mal, como por ejemplo la proteína amiloide alfa sinucleína, pueden estar presentes previamente en el sistema nervioso asociado al intestino (sistema nervioso entérico). No obstante, si la microbiota es la razón principal o un actor más que conduce al síndrome es un enigma que necesita ser todavía esclarecido.

La pieza que lo conecta todo
¿Pero de qué manera se conectan nuestro intestino y nuestro cerebro? Un estudio publicado en abril de 2017 en la revista de la Academia Americana de Neurología pone el foco sobre el posible intermediario: el nervio vago o neumogástrico.



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Foto: iStock.


A través de los datos recogidos por el sistema sanitario sueco, la investigación comparó los historiales de 9.430 pacientes que habían sufrido una extirpación de este canal frente a otros 377.200 habitantes del país escandinavo. El nervio vago, el décimo de los doce pares craneales, se extiende desde el abdomen hasta el bulbo raquídeo y une los sistemas nervioso y digestivo inervando en su recorrido órganos como el esófago, el estómago, el páncreas o el hígado. Ante casos clínicos en los que es necesario reducir la secreción ácida del estómago o tratar úlceras que se muestran rebeldes a los fármacos, se lleva a veces a cabo una intervención quirúrgica denominada vagotomía. Dependiendo de la parte de los nervios vagos izquierdo y derecho que se sustraigan en esta operación, esta puede ser de tres tipos: altamente selectiva, selectiva o troncal.

En el caso de los individuos que habían sido sometidos a una de las dos primeras intervenciones, los datos sobre la aparición del párkinson en años posteriores eran muy similares a los de la población corriente, sin embargo, para aquellos que habían sufrido una vagotomía troncal (3.445 individuos de la muestra) el diagnóstico de la enfermedad se vio reducido en un 40% (solo 19 lo acabaron desarrollando).

El huevo y la gallina
¿Es la microbiota la que contribuye a que se desarrolle la enfermedad o es la enfermedad la que acaba alterando la microbiota? “No se puede asegurar con certeza si fue primero el huevo o la gallina. Para ello, habría que realizar estudios longitudinales, es decir, seguimientos exhaustivos en individuos sanos para corroborar si las alteraciones en la microbiota son las que verdaderamente preceden a la patología”, afirma Yolanda Sanz.

A diferencia del genoma, la microbiota se puede manipular desde unos hábitos de vida y de dieta saludables

Hoy en día no existe aún ningún trabajo publicado de esta naturaleza. De lo que sí disponemos es de investigaciones basadas en comparaciones entre sujetos sanos y enfermos o seguimientos relativamente cortos de la evolución de ciertos afectados. El estudio más significativo es el que llevó a cabo el Instituto de Tecnología de California (Caltech) con ratones genéticamente modificados para ser proclives a desarrollar la enfermedad de Parkinson. Entre las muchas pruebas que se llevaron a cabo, se trasplantó a estos roedores microbiota humana procedente de sujetos sanos y microbiota de pacientes con párkinson. Se verificó así que si los donantes pertenecían al segundo grupo, los ratones comenzaban a desarrollar los síntomas, algo que no sucedía en aquellos inoculados con la microbiota sana. Evidencias de este tipo llevan a algunos especialistas a destacar la similitud que podría existir entre esta curiosa sucesión de eventos y el mal de las vacas locas.

El rol de la dieta
La certeza de que la microbiota puede ser un factor fundamental en el desarrollo de la enfermedad, o que por lo menos puede agravarla, da pie a importantes vías de estudio: “A diferencia de nuestro genoma, la microbiota se puede manipular a través de unos hábitos de vida y dieta saludables y podría ser una alternativa para reducir los componentes que vuelven propensos a algunas personas a padecer párkinson. Esto permitiría diseñar estrategias nutricionales que ayudarían a ralentizar la evolución de la patología y mejorar la calidad de vida en sujetos de riesgo”, afirma Yolanda Sanz.



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Foto: iStock.


No obstante, ante un panorama tan especulativo, las evidencias sobre nutrición son todavía muy generales. La experta puntualiza: “Sabemos, de manera global, que sustancias como la fibra favorecen el desarrollo de bacterias beneficiosas, así como la diversidad global de la microbiota, que está relacionada con un menor riesgo de sufrir enfermedades. Existen evidencias de que el metabolismo de las fibras en el intestino mejora la función de barrera, reduciendo la posible penetración de moléculas bacterianas en el torrente sanguíneo que sobreestimulan el sistema inmunológico y que provocan inflamación. En el caso del párkinson algunos estudios sugieren que hay un incremento de las bacterias Gram negativas, potencialmente inflamatorias, y una reducción de aquellas que, sin embargo, se alimentan de fibra”.

Técnicas como el trasplante fecal se encuentran también en el punto de mira: “Se trata de una posibilidad poco refinada que podría utilizarse en sujetos que muestren ya los síntomas, pero no se contempla como una estrategia preventiva para aquellos proclives a desarrollar la patología. Son tratamientos que pueden implicar riesgos ya que no se trata de combinaciones de bacterias controladas que hayan sido específicamente aisladas en el laboratorio y con las que se han hecho pruebas para garantizar su inocuidad".

https://www.alimente.elconfidencial.com/bienestar/2018-03-21/parkinson-intestino-microbiota_1489546/


 
Más años, más vida

DR. ÁNGEL DURÁNTEZ

¿Agujeros en el intestino? Por qué es cada vez más frecuente el síndrome de hiperpermeabilidad intestinal

Los autores hablan acerca de este problema de salud que ha cobrado tanta relevancia en los últimos años debido a que su origen se relaciona con el estilo de vida moderno


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Ilustración de una pared intestinal. (iStock)


La permeabilidad intestinal aumentada, o 'leaky gut syndrome' (síndrome del intestino agujereado), es una condición cuyo interés ha crecido exponencialmente a lo largo de los últimos años, fundamentalmente por la conjunción del fuerte ritmo de vida asociado al estrés, junto con la ingesta de alimentos que contienen metales pesados, antibióticos, conservantes, colorantes… que inflaman la pared intestinal y la hacen permeable. Estas sustancias tóxicas pueden pasar al torrente sanguíneo, en condiciones de una pared intestinal dañada, afectando a los sistemas hormonal, inmunitario, nervioso, respiratorio o reproductivo y causando síntomas como migrañas, artritis, fatiga, hinchazón abdominal, diarrea, lesiones cutáneas, infecciones urinarias y vaginales de repetición, entre otras. Cada vez vemos más pacientes que aquejan este tipo de síntomas, a menudo sin un diagnóstico claro y que los relacionan con la alimentación.

dañinas para nuestro organismo.

Los enterocitos están unidos unos con otros gracias a las uniones intercelulares, que son unas proteínas dinámicas que pueden abrir o cerrar el paso de la ruta paracelular y evitan que se cuelen moléculas 'grandes' de más de 50 Å (angström), algo así como 5 millonésimas partes de un milímetro. El transporte entre esas células es lo que se conoce como permeabilidad intestinal.

"Debemos evitar el café, el té o los alcoholes destilados, la aspirina, el ibuprofeno y el paracetamol"


Pero… ¿qué pasa si hay un aumento de permeabilidad intestinal o un síndrome de intestino agujereado? Cuando se ha producido una alteración en la pared del intestino y aumenta la permeabilidad, entran sustancias en la sangre que no deberían pasar, y dependiendo de qué tipo de sustancias sean, las consecuencias serán distintas. Si son sustancias tóxicas, se pueden desencadenar enfermedades inflamatorias digestivas, autoinmunes, alergias e intolerancias alimentarias. Si lo que pasa a través de la barrera intestinal son bacterias, hongos u otros microorganismos, seremos más susceptibles a desarrollar enfermedades infecciosas, situación que se complica si además la persona tiene un sistema inmune deficitario, pudiendo llegar a ser estas infecciones muy graves.

Las causas del aumento de permeabilidad intestinal son variadas. Pueden ser de origen extradigestivo: estrés, una patología dermatológica (dermatitis atópica), enfermedades reumatológicas (artritis reumatoide, espondilitis anquilosante), tumores… Y también pueden ser de origen digestivo por una lesión directa de la estructura de la pared intestinal producida por enfermedades como la celiaquía, la enfermedad de Crohn, una pancreatitis aguda o una cirrosis hepática; por medicamentos, como los antiinflamatorios, el ácido acetilsalicílico, antibióticos, antivirales, quimioterapia, radioterapia o por agentes adversos como el tabaco, el alcohol, los metales pesados o sustancias tensoactivas alimentarias, entre otros.



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Kéfir, un probiótico natural. (iStock)


En muchas ocasiones, la disbiosis o desequilibrio de la microbiota intestinal puede ser a la vez causa y efecto de daños en la barrera del intestino, por lo que a veces los síntomas de una disbiosis y de una permeabilidad intestinal alterada son similares. Pero este es un tema para tratar en otro momento.

¿Qué podemos hacer?
  • Eliminar la causa que la produce (si la conocemos): disminuir el estrés, controlar la enfermedad digestiva de base y, si la tenemos, mejorar la carencia de vitaminas B6 y de zinc, que están implicadas en la producción de prostaglandinas (efecto antiinflamatorio).
  • Beber 1,5 litros de agua al día.
  • Añadir a nuestra dieta probióticos naturales, como yogur de cabra o kéfir, o complementación probiótica (siempre asesorado por un especialista, ya que hay probióticos y prebióticos específicos para la mejora de la permeabilidad intestinal).
  • Enriquecer nuestra dieta con alimentos que contengan zinc: chocolate negro, ostras, pipas de calabaza, cacahuetes.
  • Evitar café, té o alcoholes detilados, así como aspirina, AINES, paracetamol.
  • L-glutamina es un aminoácido no esencial, es decir, que el organismo puede sintetizarlo por sí mismo, en determinadas circunstancias, como traumatismos severos, sepsis... a partir de los grupos aminos de los alimentos. Su importancia se debe a que es un componente básico del tejido conectivo del tracto gastrointestinal; por tanto, si hay un déficit de este aminoácido, se corre el riesgo de que las mucosas se hagan permeables y se favorezcan las situaciones que hemos mencionado anteriormente. Alimentos que contienen L-glutamina; pollo, pavo, magro de cerdo, espinacas, frutos secos, yogur, quesos frescos.
  • Es conveniente añadir a la glutamina la L-arginina, que potencia los glóbulos blancos y está implicada en la síntesis de glutatión, y así hacer frente a la debilidad inmunitaria que se produce en un cuadro de permeabilidad intestinal aumentada. Ejemplos de alimentos que contienen L-arginina son la carne roja, pollo, cordero, marisco, ajos, cebolla, espárragos, lechuga, pepino, almendras crudas.
  • Tanto la glutamina como la arginina se pueden comprar como complementos dietéticos, la dosis y posología debe estar supervisada por un especialista.
  • Por otro lado, el xiloglucano ha demostrado su utilidad en la mejora de la permeabilidad intestinal, al aumentar la cantidad y la calidad de la capa de moco de la barrera intestinal. Actualmente hay un producto sanitario comercializado que contiene xiloglucano, prebióticos y proteínas vegetales que ha demostrado eficacia en este escenario.


*La Doctora Silvia Gómez Senent es gastroenteróloga en el Hospital Universitario La Paz de Madrid. Además, es responsable de la Unidad de Salud Intestinal de la Clínica Dr. Durántez


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Colon irritable o Sindrome del intestino irritable


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Cada vez se está implicando más al eje barrera intestinal-microbiota, es decir la flora intestinal.




Qué es
El colon irritable, cuya denominación más exacta es síndrome del intestino irritable (SII), se engloba dentro de un grupo de patologías que son los trastornos funcionales digestivos. "Se define por la presencia de dolor abdominal recidivante, con periodos sintomáticos y otros sin síntomas, asociado a alteraciones en el ritmo intestinal ocurriendo periodos de diarrea, estreñimiento o ambos, pudiendo asociarse a hinchazón y distensión abdominal, en ausencia de enfermedad orgánica, infecciosa, metabólica o neurológica que afecte al aparato digestivo", informa Antonio M. Moreno García, portavoz de la Fundación Española de Aparato Digestivo (FEAD).También se ha denominado colitis nerviosa, colitis espástica ó colon espástico. Todas estas denominaciones se consideran hoy erróneas e incompletas.

Causas

Hasta hoy, no se conoce ningún mecanismo único que explique por qué los pacientes con colon irritable sufren estos síntomas de forma crónica y recidivante. Desde un punto de vista general, lo más aceptado y demostrado es que existen alteraciones de la motilidad y/o de la sensibilidad digestiva, influenciadas por factores psicológicos. "Cada vez se está implicando más al eje barrera intestinal-microbiota, es decir la flora intestinal. Esta parece tener un papel muy importante sobre activación del sistema inmune a nivel de las paredes intestinales, que podría condicionar esta patología", según Moreno García. Además, se han propuesto otras diferentes alteraciones que también podrían influir en esta enfermedad: gastroenteritis, intolerancias alimentarias, alteraciones hormonales y factores genéticos. Algunos expertos apuntan que puede estar relacionado con el estrés laboral, familiar o económico.

Síntomas
Los síntomas digestivos propios son el dolor y la distensión abdominales, y la alteración del ritmo intestinal.

  • El dolor abdominal suele ser difuso o localizado en hemiabdomen inferior, habitualmente no irradiado, de tipo cólico, opresivo o punzante, en general leve o de moderada intensidad, con una duración inferior a las dos horas, que alivia tras la defecación y que suele respetar el sueño. El inicio o la presencia del dolor abdominal se asocia habitualmente con deseos de defecar o con cambios en la frecuencia o consistencia de las deposiciones y frecuentemente, el paciente relaciona su comienzo con la ingesta de algún alimento.
  • Las alteraciones del ritmo intestinal pueden manifestarse con predominio del estreñimiento o de la diarrea, o de forma alterna diarrea-estreñimiento. La distensión abdominal y el meteorismo se desarrollan progresivamente a lo largo del día y son referidas como "exceso de gases". Son frecuentes la saciedad precoz tras la ingesta, las nauseas, los vómitos y el ardor torácico (pirosis).
  • Otros síntomas son la sensación de evacuación incompleta y la presencia de moco en las deposiciones.
Prevención
Una alimentación adecuada puede ayudar a prevenir futuros problemas de colon irritable. Se aconseja que las comidas sean pobres en grasas y ricas en proteínas y fibras(un buen ejemplo para cumplir estas recomendaciones sería seguir el patrón alimentario de la dieta mediterránea). Hay alimentos que además pueden provocar una mayor cantidad de gases como la col, las legumbres, los frutos secos o las bebidas alcohólicas, que estos pacientes deben evitar para paliar dolores o molestias.

El agua también puede ayudar a reducir la irritación si se bebe entre un litro y medio y dos litros al día, ya que además previene el estreñimiento y facilita el movimiento del bolo alimenticio. Se recomienda también intentar comer todos los días a la misma hora, así como regularizar las horas de deposiciones preferiblemente después del desayuno, según indica la Clínica de la Universidad de Navarra.

Hacer ejercicio de forma regular también es recomendable, al producir una mejora de la movilidad intestinal. Intentar evitar situaciones que generen estrés o ansiedad también puede ayudar a evitar una irritación.



Diagnóstico
El diagnóstico se basa en una minuciosa historia clínica junto a una completa exploración física, las cuales nos orientarán hacia la posibilidad de tratarse de un colon irritable. Entonces, para completar el diagnóstico de sospecha, deberemos realizar diversas pruebas complementarias que nos descarten la existencia de patología orgánica (diagnóstico por exclusión). Entre estas pruebas complementarias podemos incluir análisis generales y específicos de sangre, orina y heces, estudios radiológicos de abdomen con y sin contraste, ecografía abdominal y sigmoidoscopia o colonoscopia. Dependiendo de los síntomas y de la edad del paciente, determinaremos en cada caso las pruebas más adecuadas para llegar al diagnóstico.

Tratamientos

Es preciso proporcionar al paciente una información adecuada y comprensible sobre las características de su enfermedad, especialmente de su cronicidad y del pronóstico benigno de la misma. Establecer una buena relación paciente-médico favorecerá la evolución y disminuirá el número de consultas. No hay que minusvalorar las molestias del enfermo, ya que sus síntomas son reales. Una vez que el paciente haya entendido su patología y haya podido resolver todas sus dudas, se pueden iniciar diversos tratamientos dependiendo de la naturaleza e intensidad de los síntomas. Las posibilidades actualmente disponibles incluyen:

Medidas higiénico-dietéticas:

Evitar temporalmente aquellos alimentos y bebidas que desencadenen o empeoren sus síntomas (tóxicos como el tabaco, estimulantes como el alcohol y el café, los que produzcan gases en exceso, etcétera). Aconsejar la realización de ejercicio físico adecuado a su edad y evitar el sedentarismo. Si predomina el estreñimiento habrá que aconsejar el aumento en la ingesta de fibra: frutas, verduras, cereales, ensaladas, etcétera. En este sentido, la dieta mediterránea puede ser un patrón de referencia.

Fármacos:

Sólo cuando la intensidad de los síntomas así lo aconseje, se puede recurrir a la toma de medicamentos dirigidos a controlar el síntoma predominante y durante un periodo limitado de tiempo. Pueden ser inhibidores de los espasmos (espasmolíticos), estimulantes de la motilidad (procinéticos), antidiarreicos, laxantes, antidepresivos y ansiolíticos.

Según Moreno García, existen muchos medicamentos que se pueden emplear en monoterapia o combinándolos según los síntomas predominantes:

Fibra: existen diversos tipos de fibra, la soluble (ispagula, psilio) y la insoluble (salvado de trigo). En varios estudios, se valoraba los efectos de las distintas fibras en el síndrome de intestino irritable, apreciando que la fibra soluble mejoraba la sintomatología, excepto la distensión y el dolor abdominal. La fibra insoluble no demostró una mejoría significativa.

Laxantes: se utilizan en los casos con predominio de estreñimiento.

Antidiarréicos: son fármacos que se emplean en los casos que predomina la diarrea. Dentro de este grupo tenemos la loperamida, la codeina y las resinas de intercambio iónico.

Espasmolíticos: son fármacos que actúan sobre la fibra muscular lisa del tubo digestivo, inhibiendo su motilidad. Suelen mejorar el dolor abdominal en un alto porcentaje de pacientes.

Agonistas de los receptores de serotonina 5HT4: estos medicamentos estimulan la motilidad intestinal y reducen la sensibilidad visceral, por lo tanto mejoran el transito intestinal y mejoran el dolor. Estarían indicados en casos de estreñimiento que no responde a otras medidas. Actualmente, tenemos comercializada la prucaloprida, que se emplea en casos seleccionados.

Linaclotida: es un péptido que se une a los receptores de guanilato ciclasa C del intestino. Esto provoca una reducción de la sensibilidad intestinal, reduciendo el dolor abdominal y aumentando la cantidad de liquido que se produce a nivel intestinal y bloqueando su absorción, con lo que mejora el tránsito intestinal. Se usa en los casos con estreñimiento moderado o grave sin respuesta a tratamiento previos. Tiene muy buen perfil de seguridad, siendo muy seguro.

Antidepresivos: se han usado no para regular el estado de ánimo, si no por su mecanismo de acción a nivel intestinal. Existen dos grupos, los antidepresivos tricíclicos, como la amitriptilina, y los ISRS, más modernos y mejor perfil de seguridad, entre ellos destaca la paroxetina. Estos medicamentos regulan la sensibilidad visceral y favorecen la motilidad.

Probióticos: su papel aun no está totalmente demostrado, pero parece que mejoran el meteorismo y la distensión abdominal.

Otras:

Técnicas como psicoterapia, la acupuntura o la hipnoterapia pueden ayudar a algunos pacientes a sobrellevar mejor los síntomas del colon irrititable.

Otros datos
Muestra una clara predilección por las mujeres (14-24 por ciento frente al 5-19 por ciento en los varones). Suele aparecer antes de los 35 años, disminuyendo su incidencia a partir de los 60 años. Es más frecuente en pacientes con otras patologías digestivas funcionales (sobre todo dispepsia -molestias inespecíficas de estómago- no ulcerosa), en mujeres con alteraciones ginecológicas (dismenorrea) y en pacientes con enfermedades psiquiátricas (bulimia, depresión, esquizofrenia).

https://cuidateplus.marca.com/enfermedades/digestivas/colon-irritable.html
 
Algún buen consejo para la gastritis?

Tengo el estómago desde hace meses fatal, creo que producido por el estrés y por el hecho de que no pasan ni diez minutos entre que acabo de comer y salgo de casa corriendo para ir al trabajo
 
ESTÓMAGO SANO

9 claves de la alimentación para el colon irritable

Lo que comes influye mucho en el control de los síntomas del síndrome del intestino irritable. Descubre lo último que se sospecha que puede ayudar a reducir tus molestias.


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1 / 9 Bebe agua y modérate con las cantidades


Si no te han diagnosticado ninguna intolerancia a un alimento en concreto, los especialistas han visto que, en general:

  • Desterrar el alcohol de la dieta, ayuda. Además, hay que beber suficiente agua (de 1,5 a 2 litros de agua) y comer pocas cantidades de comida repartidas en, al menos, 5 veces al día.
  • Si aún así, sigues sintiendo molestias, quizá te convenga tener en cuenta algunos detalles como los que te sugerimos a continuación, que en los últimos tiempos se ha visto que pueden influir mucho en el control de esta alteración.

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2 / 9 Evita ciertas frutas


Aunque no está claro que la fructosa esté tras el síndrome del colon irritable, sí se sabe que:

  • Cuando esta no se absorbe de forma correcta, se acumula en el intestino grueso y fermenta rápidamente provocando gases, diarreas y dolor abdominal. Y lo mismo ocurre con el sorbitol.
  • Ten en cuenta que los albaricoques, los arándanos, las cerezas, las fresas y las frambuesas, el melocotón, la manzana, el melón, la naranja, la pera y la uva son las frutas más ricas en fructosa o sorbitol.

3 / 9 Los productos “light” tampoco convienen

La fructosa, que es el azúcar de las frutas y de las verduras, se utiliza también como edulcorante en multitud de productos. El sorbitol, una sustancia que también está en las frutas, se utiliza asimismo como edulcorante.

  • Por ello, a veces los productos “light” o bajos en azúcar que están edulcorados con fructosa o sorbitol (en las etiquetas se encuentra con el nombre de E-420) pueden sentar mal a las personas con SII. Haz la prueba para saber si te ocurre.

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4 / 9 Ten cuidado con la fibra


Cuando este trastorno te provoca estreñimiento (pueden haber fases en las que ocurre todo lo contrario), es lógico que pienses que los alimentos ricos en fibra pueden resultar tus mejores aliados…¡Siempre que los tomes bien!

  • No consumas fibra solo ante las “crisis”. Pasar a tomar de repente una gran cantidad de fibra cuando se presenta el estreñimiento es un error, ya que eso puede empeorar los síntomas.
  • Lo correcto es introducir la fibra en la dieta de forma progresiva y tomarla de manera habitual, sin esperar a sufrir estas alteraciones intestinales.

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5 / 9 Procura evitar la lactosa


Aunque la intolerancia a la lactosa es un trastorno por sí mismo, se sabe que más de un 30% de las personas con SII tolera mal este azúcar. Por tanto puede que te convenga eliminar o limitar la lactosa (está en la leche de los mamíferos) pero ten en cuenta que esta puede llegarte a través de multitud de alimentos preparados.

  • Descarta al máximo los preparados que incluyan estos ingredientes en su etiqueta: mono hidrato de lactosa, suero lácteo, cuajo, cuajada y grasas de la leche.
  • En lugar de tomar lácteos, opta por las bebidas vegetales (de almendra, de arroz, de soja, de avena o quinoa…) o elige lácteos sin lactosa.
  • Ten cuidado con los chocolates (toma solo los que sean negros) y los helados (elige los de hielo).

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6 / 9 Toma probióticos para reducir los síntomas


Algunos estudios recientes sugieren que tomar probióticos (microorganismos “vivos” que repueblan la flora intestinal) puede ayudar a controlar los síntomas del síndrome de colon irritable, sobre todo si tienes tendencia a sufrir diarreas asociadas al SII.

  • Muchos alimentos contienen probióticos: como los derivados lácteos y las leches fermentadas (yogur, queso, kéfir… ).
  • Pero si eres intolerante a la lactosa puedes optar alimentos fermentados como el chuchrut (col fermentada) o derivados de la soja (tofu, yogur, miso, tempe).

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7 / 9 La vitamina D puede ser útil


¿Qué tiene que ver la vitamina D con el síndrome de colon irritable? Es pronto para saberlo, aunque un estudio reciente de la Universidad de Sheffield (Reino Unido) ha comprodado algo curioso:

  • Algunas personas con síndrome de colon irritable mejoran al tomar suplementos de esta vitamina.
  • No conviene tomar suplementos si el médico no los ha recomendado, pero sí puedes tratar de aumentar la ingesta de alimentos ricos en este nutriente, como los huevos o el pescado azul.

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8 / 9 Vigila con el trigo, el centeno o las legumbres


Se ha comprobado que, en algunos casos, una dieta FODMAP ayuda a reducir los síntomas.

  • Esta dieta consiste en eliminar de los menús determinados alimentos con hidratos de carbono de cadena corta, que fermentan antes de ser digeridos (por lo que generan gas y empeoran los síntomas).
  • Trigo, centeno, cebolla, ajo, legumbres... son algunos de los alimentos de este tipo que se sospecha que pueden estar tras esta alteración.
  • No tomes la determinación de eliminarlos por tu cuenta de tus menús, pero puedes consultar con tu médico la posibilidad de que te asesore para seguir este tipo de dieta.

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9 / 9 No caigas en el error de seguir una dieta pobre


Como has visto, hay distinto alimentos que pueden estar tras tu alteración. Y es probable que sean varios los que a ti te sientan mal.

  • Si se da esta circunstancia deberás eliminar de la dieta muchos alimentos. ¡Y hay que ir con cuidado!
  • Pide consejo. “En estos casos los pacientes deben apoyarse en su gastroenterólogo y probablemente un dietista para no desembocar en dietas poco saludables por ser muy restrictivas”, alerta la Dra. Susana Jiménez.

EXPLORA, INVESTIGA Y DETECTA LO QUE TE VA BIEN

Dolor abdominal, gases, alteraciones intestinales constantes y crónicas… ¿Qué tipo de dieta te conviene si sufres síndrome de intestino irritable (SII)?

  • La respuesta es que depende, aunque lógicamente lo que te hemos recomendado anteriormente puede ayudarte a aliviar los síntomas porque hay estudios que lo han demostrado.

  • Las causas de esta enfermedad son múltiples (y en muchos casos desconocidas), por lo que lo que le vaya bien a otra persona puede no funcionarte a ti.
En general una dieta equilibrada es la mejor opción para todas las personas con este síndrome, aunque los consejos tienen que ser individualizados”, explica la Dra. Susana Jiménez, portavoz de la Fundación Española del Aparato Digestivo.

  • Lo mejor es que cada persona explore, investigue y detecte los alimentos que le sienten mal, aunque hay ciertas “pautas” que se sabe que pueden funcionar en todos los casos.

https://www.sabervivirtv.com/nutricion/que-puedes-comer-sufres-sindrome-colon-irritable_1065/9
 
Gastritis


Descripción general





    • Estómago y válvula pilórica
«Gastritis» es un término general utilizado para referirse a un grupo de enfermedades que tienen un punto en común: la inflamación del revestimiento del estómago. La inflamación de la gastritis generalmente se produce por la misma infección bacteriana que provoca la mayoría de las úlceras estomacales. El uso frecuente de ciertos analgésicos y beber demasiado alcohol también pueden contribuir a la gastritis.


La gastritis puede ocurrir de repente (gastritis aguda) o presentarse lentamente con el tiempo (gastritis crónica). En algunos casos, la gastritis puede producir úlceras y un mayor riesgo de sufrir cáncer de estómago. No obstante, para la mayoría de las personas la gastritis no es grave y mejora rápidamente con el tratamiento.


Síntomas
Los signos y síntomas de la gastritis son:

  • Malestar o dolor punzante o ardor (indigestión) en la parte superior del abdomen que puede empeorar o mejorar cuando comes
  • Náuseas
  • Vómitos
  • Sensación de saciedad en la parte superior del abdomen después de haber comido
La gastritis no siempre provoca signos y síntomas.

Cuándo consultar al médico
Casi todos hemos tenido un episodio de indigestión e irritación estomacal. La mayoría de los casos de indigestión dura poco tiempo y no requiere atención médica. Si tienes signos y síntomas de gastritis durante una semana o más, consulta con tu médico. Cuéntale a tu médico si la molestia en el estómago se produce después de tomar algún medicamento recetado o de venta libre, en especial aspirina u otro analgésico.

Si vomitas sangre o tus heces tienen sangre o un color negro, consulta con tu médico de inmediato para determinar la causa.

Causas
La gastritis es una inflamación del revestimiento del estómago. La debilidad o las lesiones en la barrera mucosa que protege la pared del estómago permiten que los jugos digestivos dañen e inflamen el revestimiento del estómago. Varias enfermedades y afecciones pueden aumentar el riesgo de tener gastritis, entre ellas, la enfermedad de Crohn y la sarcoidosis, trastorno en el que crecen acumulaciones de células inflamatorias en el cuerpo.

Factores de riesgo
Factores que aumentan el riesgo de tener gastritis:

  • Infección bacteriana. Si bien la infección por Helicobacter pylori es una de las infecciones más frecuentes en seres humanos a nivel mundial, solo algunas personas infectadas padecen gastritis u otros trastornos digestivos superiores. Los médicos consideran que la vulnerabilidad a la bacteria podría heredarse o podría tener origen en factores de estilo de vida, como el tabaquismo y la dieta.
  • Uso frecuente de analgésicos. Analgésicos comunes, como la aspirina, el ibuprofeno (Advil, Motrin IB, otros) y el naproxeno (Aleve, Anaprox), pueden provocar tanto gastritis aguda como gastritis crónica. El uso regular o excesivo de estos analgésicos puede reducir una sustancia clave que ayuda a preservar el revestimiento protector del estómago.
  • Edad avanzada. Los adultos mayores tienen mayor riesgo de padecer gastritis porque el revestimiento del estómago tiende a ser más fino con la edad y porque tienen más probabilidades de tener infección por H. pylori o trastornos autoinmunitarios que las personas más jóvenes.
  • Consumo excesivo de alcohol. El alcohol puede irritar y desgastar el revestimiento estomacal, lo que hace que el estómago sea más vulnerable a los jugos digestivos. Es más probable que el consumo excesivo de alcohol cause gastritis aguda.
  • Estrés. El estrés intenso debido a una cirugía importante, una lesión, quemaduras o infecciones graves puede provocar gastritis aguda.
  • Tu propio cuerpo ataca las células del estómago. La llamada gastritis autoinmunitaria ocurre cuando el cuerpo ataca las células que forman el revestimiento del estómago. Esta reacción puede deteriorar la barrera de protección estomacal.

    La gastritis autoinmunitaria es más frecuente en personas con otros trastornos autoinmunitarios, como la enfermedad de Hashimoto y la diabetes tipo 1. La gastritis autoinmunitaria también puede estar asociada a una deficiencia de vitamina B-12.
  • Otras enfermedades y trastornos. La gastritis puede estar asociada a otras enfermedades, como el VIH/sida, la enfermedad de Crohn e infecciones parasitarias.
Complicaciones
Si no se trata, la gastritis puede ocasionar úlceras y sangrado estomacal. En raras ocasiones, es posible que algunos tipos de gastritis crónicas aumenten el riesgo de cáncer de estómago, especialmente si tienes un revestimiento del estómago muy delgado y hay cambios en las células del revestimiento.

Dile a tu médico si tus signos y síntomas no mejoran a pesar del tratamiento para la gastritis.

Prevención
Prevención de la infección por H. pylori

No está claro cómo se propaga el H. pylori, pero hay ciertos indicios de que se puede transmitir de persona a persona, o a través de comida y agua contaminadas. Puedes tomar medidas para protegerte de las infecciones, como el H. pylori, lavándote frecuentemente las manos con agua y jabón, y comiendo alimentos que estén completamente cocidos.

https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/gastritis/symptoms-causes/syc-20355807



 
En especial para @Brisky , espero que te sea de alguna ayuda. Cuídate mucho
Saludos:)
pilou12

Remedios naturales para la gastritis


Un remedio puede ser tanto una sustancia como una acción que se toma para aliviar una molestia. A continuación te revelaremos algunos remedios para aliviar la gastritis.


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Los remedios naturales son una buena forma de complementar el tratamiento, previamente pautado por el médico, de diversas enfermedades, como la gastritis. Ahora bien, el hecho de que se trate de remedios no significa que se trate de líquidos desagradables o poco atractivos.

En el caso de los remedios que te presentamos a continuación, en su mayoría, se trata de diversas bebidas que puedes preparar tú mismo con ingredientes de uso común en la cocina.

La relación con los hábitos alimenticios
La gastritis es un trastorno de la mucosa estomacal que se produce cuando esta se inflama. Las lesiones pueden ser crónicas o agudas y hay diferentes causas para su aparición, desarrollo y reincidencia.

En relación a los hábitos alimenticios, esta enfermedad puede estar ocasionada por no llevar un orden en las comidas, saltarlas o espaciarlas por largos periodos de tiempo.

Por otra parte, el consumo excesivo de bebidas con alto contenido de cafeína, las bebidas alcohólicas y el uso imprudente de condimentos, salsas y picantes, así como preparaciones ricas en grasas son causas comunes de gastritis.

Por supuesto, los hábitos alimenticios no constituyen una causa aislada. El estrés crónico, la ingesta de ciertos fármacos, la acción de ciertos organismos (parásitos, virus, bacterias) y otras enfermedades pueden influir en la inflamación de la mucosa estomacal y provocar un cuadro de gastritis.

Remedios naturales para la gastritis

Los siguientes remedios naturales están directamente relacionados con el mantenimiento o creación de mejores hábitos alimenticios; por lo que ayudan, en gran medida, tanto a aliviar los síntomas de la gastritis como a modificar para bien la forma de comer.


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1. Aguas e infusiones
  • Añade una cucharada pequeña de semillas de linaza en una taza de agua hirviendo. Deja reposar 12 horas, cuela y bebe luego de las comidas. La linaza sirve para tratar varias afecciones en el aparato digestivo.
  • Disuelve un poco de zumo de limón en un vaso de agua tibia y bebe después de comer. El estómago “detecta” la acidez del limón y deja de producir jugos gástricos, lo que reducirá el dolor. Además, el limón es un excelente cicatrizante y sanará las úlceras o lesiones estomacales.
  • Cuece un puñado de arroz en medio litro de agua. Cuando esté listo, cuela y deja enfriar el agua. Bebe hasta tres veces al día.
  • Coloca en una taza de agua hirviendo media cucharadita de hinojo, media de comino y media de anís. Tapa y deja refrescar. Cuela y bebe después de comer.
  • Vierte en una taza de agua hirviendo una cucharada de semillas de eneldo. Deja refrescar tapado y bebe tres tazas al día durante tres días seguidos.
  • Prepara un té rooibos o una infusión de manzanilla y bebe después de cada comida.
  • Hierve un litro de agua con tres ramas de estragón fresco por 10 minutos. Cuela, tapa y bebe una taza después de cada comida.
  • Hierve por 10 minutos una cucharada de jengibre y otra de malvavisco en tres tazas de agua. Añade una cucharada de ulmaria, deja reposar, cuela y bebe tres veces por día.
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2. Batidos y zumos
  • Licúa ¼ cebolla blanca, medio litro de zumo de naranja, cuatro hojas de chaya y una penca de aloe vera de unos 6 cm. Bebe dos veces por semana durante un mes.
  • Bebe ¼ taza de zumo de sábila (gel de aloe vera) tres veces por día. El aloe sirve para cicatrizar y sanar las paredes estomacales, además de ser antimicrobiano.
  • Licúa media patata grande, una zanahoria y dos ramas de apio (todo crudo y pelado). Bebe al momento, siempre en ayunas y repite a diario durante, al menos, un mes.
  • Licúa unos trozos de papaya y plátano junto a una taza de bebida de avena. Bebe después del desayuno.
  • Lava, pela y corta en rodajas 1 patata. Colócala en la licuadora con un vaso de agua, cuatro almendras, cuatro dátiles sin carozo y un plátano pelado. Bebe un vaso tres veces a la semana.
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Otras recomendaciones
  • A las bebidas mencionadas anteriormente, no se les debe añadir azúcar ni ningún otro tipo de ingrediente.
  • Toma una cucharada de aceite de oliva en ayunas.
  • Evitar comidas copiosas. La moderación es la clave para la mejoría de la condición.
  • No comer apresuradamente, ya que esto produce gases e impide que se realice una buena digestión.
  • Mientras se come, si se tiene sed, lo mejor será beber sorbos pequeños de líquido.
  • Evitar beber agua fría ‘de golpe’ antes, durante o después de una comida.
  • Una vez finalizada la comida, se puede tomar una infusión de manzanilla o cualquier otra de las anteriormente indicadas, para ayudar al estómago a digerir la comida.
Recuerda que estos remedios naturales son formas de complementar el tratamiento farmacológico pautado por el médico tratante. De ninguna manera se recomienda tratar la gastritis exclusivamente con remedios,ya que no solucionarán el problema.

https://mejorconsalud.com/remedios-naturales-para-la-gastritis/
 
Trucos para combatir los gases y las digestiones pesadas

Volver a Nutrición

Redacción CuidatePlus

Martes, 27 de Octubre de 2015 - 18:22

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Evitar la comida picante y las salsas previene los gases y la pesadez estomacal.
Muchas personas sufren frecuentemente de inflamación en la tripa, gases, pesadez tras las comidas, náuseas y ardor. En la mayoría de los casos, cuando los pacientes acuden al médico, el profesional sanitario no le realiza ninguna prueba, ya que son sintomatologías leves y normales que, pese a que alteran la calidad de vida, aparecen y desaparecen en numerosas ocasiones.

Este tipo de molestias se suelen deber al cúmulo de gases en el intestino. Las principales razones son: no masticar bien las comidas, ingerir aire al comer, consumir bebidas con gas o, incluso, por el estrés y la ansiedad.

Con el fin de concienciar a la población de la responsabilidad de los pacientes ante la búsqueda y utilización de los medios para prevenir enfermedades, la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) propone unos consejos para mejorar la calidad de vida que las personas que sufren gases constantemente coincidiendo con la celebración de la III Semana del Autocuidado:

  • Evitar los alimentos que le sientan mal, la comida picante y las salsas.
  • Comer sentado, despacio y masticar bien los alimentos.
  • Beber poco líquido durante las comidas.
  • No masticar chicles ni chupar caramelos.
  • Prescindir del tabaco.
  • Procurar no hablar acaloradamente mientras se come.
  • Evitar las situaciones de estrés.
Si los pacientes tienen muchos gases o pesadez, desde la sociedad semFYC aportan otro tipo de consejos más específicos y estrictos para llevar a cabo como: si se tiene ardor, no tumbarse en las siguientes horas a las comidas; o evitar tomar medicamentos sin prescripción médica, en caso de dolor, utilizar paracetamol.

Uno de los factores con mayor importancia a la hora de evitar las flatulencias es la alimentación, dado que determinadas comidas son más difíciles de digerir, provocando gases intestinales. De tal manera, algunos consejos para prevenir estas molestias son:

  • Disminuir la ingesta de legumbres, arroz, guisantes, habas, coliflor, col, repollo, rábano, cebollas, acelgas, patatas y sopa.
  • Tomar la fruta madura y sin piel.
  • Reducir el azúcar y los alimentos dulces.
  • Evitar freír y rebozar la carne y el pescado, es más aconsejable a la plancha, asado o cocido.
  • Beber sólo un vaso de leche al día. El yogurt después de las comidas, en cambio, favorece la digestión.
A pesar de que los gases son muy molestos, no suelen deberse a enfermedades importantes. No obstante, si la presencia de éstos afecta a personas mayores de 55 años, son frecuentes o no desaparecen, provocan pérdida de peso, vómitos, dolor al tragar o de estómago y producen la expulsión de heces negras o van acompañados de un bulto en el abdomen, es aconsejable acudir al médico de familia.
https://cuidateplus.marca.com/alime...s-digestiones-pesadas-97114.html?cid=SIN00101
 
La micobiota:
así actúan los hongos sobre tu salud digestiva


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María Corisco


Nuestro intestino no está habitado solo por bacterias. En su interior hay también un universo fúngico que interacciona con el resto de microoorganismos e influye en nuestro bienestar


Si te has animado a leer un artículo con un título como este, es más que probable que ya estés familiarizado con el papel que juegan en tu salud las bacterias intestinales (y la microbiota en general). Desde hace apenas cinco años, en las consultas de nutrición y de gastroenterología, así como en las páginas de salud digestiva, el ecosistema bacteriano se ha convertido en el rey de la fiesta, descubriéndose al mismo tiempo como causa y consecuencia tanto de la salud como de la enfermedad.

Bien, pues ahora le vamos a añadir un ingrediente más. Los hongos. Es fácil que, de entrada, la mera palabra te cause rechazo. Es normal: de igual modo que sucedía con las bacterias antes de que nos diéramos cuenta de que no todas eran nocivas, ahora puede que nos cueste aceptar que estamos llenos de hongos y que está bien que así sea. Además de microbiota, tenemos también nuestra propia ‘micobiota’.

Un intestino sano hay más de 60 géneros de hongos y más de 180 especies diferentes

El primero en acuñar el término fue el doctor Mahmoud Ghannoum, director del Center for Medical Mycology en la Case Western Reserve University. “Cuando comencé a investigar la microbiota estaba buscando sobre todo bacterias. Pero, allá por 2010, mi equipo y yo identificamos una comunidad de hongos nativos en la boca y, a partir de entonces, empezamos a poner el foco en el hongo. Me di cuenta de que las bacterias son solo la mitad de la historia: en nuestros cuerpos conviven tanto bacterias buenas y malas como hongos buenos y malos. Acuñé este nuevo concepto como ‘micobiota’ y me dediqué a descubrir su papel en nuestra salud y enfermedad”.


¿Buenos y malos?

A diferencia de lo que ocurre con las bacterias, que están siendo requetestudiadas, la micobiota es todavía un mundo por descubrir. Sabemos, no obstante, algunas cosas, como que en el tracto intestinal de una persona sana podemos encontrar más de 60 géneros de hongos y más de 180 especies (de entre todos estos géneros, los predominantes son Candida y Saccharomyces, que se encuentran en casi todos los individuos). Aün no tenemos claro cómo se define una micobiota sana, pero sí que hay hongos que nos benefician y otros que nos enferman, así como que algunos son auténticos ‘tapados’, bichitos oportunistas que no nos dan la lata hasta que, por algún desequilibrio, crecen en demasía, toman el control y se vuelven patógenos(ay, cuando la Candida se convierte en candidiasis…). Pero las investigaciones aún están dando los primeros pasos.


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Los hongos reclaman su alimento liberando exorfinas. (iStock)



En estos primeros pasos, resulta especialmente interesante descubrir que detrás de nuestros malos hábitos alimenticios muchas veces hay una comunidad de hongos reclamando su comida favorita. "Los hongos tienen dos estrategias de supervivencia -explica David Vargas, fundador de Regenera y experto en PNI-. A corto plazo, estimulan la producción de exorfinas, es decir de sustancias relacionadas con el placer y la adicción. De ese modo, te apetece volver a comer ese alimento que hace que los hongos puedan seguir viviendo (habitualmente, azúcares, hidratos de carbono...). Si resistes esa tentación y pasan los días sin alimento, utilizan la segunda estrategia: generar sustancias tóxicas para que te sientas mal y comas de aquello que necesitan". Primero lo intentan por las buenas... y luego por las malas.

A medida que se van aclarando conceptos, se va viendo que hay correlaciones entre los hongos y las bacterias, lo que sugiere “su implicación en redes metabólicas inter-regnum, es decir, que no forman un ecosistema independiente, sino que están plenamente integrados en el microbioma intestinal”, apunta el doctor Francisco Guarner, de la Unidad de Investigación del Aparato Digestivo del Hospital Universitario Vall d’Hebrón y coordinador de El Probiótico. Desde esta perspectiva, el concepto de ‘micobioma’ o ‘micobiota’ sería más “una quimera intelectual que una realidad de la naturaleza”. No existiría un ecosistema fúngico aislado del resto de microorganismos.


Bacterias y hongos se mantienen a raya mutuamente. El objetivo es conservar el equilibrio de su ecosistema


"En realidad, es una equivocación poner la lupa sobre cualquiera de los microorganismos de la microbiota teniendo únicamente en cuenta su efecto 'per se', ya que se trata de un ecosistema que debe estar en equilibrio y en el que las bacterias mantienen a raya a los hongos... y viceversa -explica David Vargas-. Ni siquiera es acertado hablar de 'buenos y malos', porque muchas veces todo depende de la cantidad que haya. Los problemas suelen aparecer cuando hay un sobrecrecimiento y surge el desequilibrio".

Todo esto lleva a que, en estos momentos, las investigaciones se centren en tratar de desentrañar las múltiples interacciones no solo entre unos y otros hongos, sino también entre las bacterias y los hongos, así como entre los hongos y el huésped. Su conocimiento servirá para poder identificar las disbiosis y buscar una forma de tratamiento. Como explica el doctor Ghannoum, “un desequilibrio entre las diferentes especies de hongos afecta a tu salud exactamente igual que un desequilibrio bacteriano. Pero hay algo más: cuando se alían las bacterias y los hongos patógenos, forman una placa a lo largo del tracto digestivo. Esta placa se convierte en un cómodo hogar para que se asienten los microbios nocivos, dificultando sobremanera el alivio de los problemas de salud intestinal”.



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Foto: iStock.


Y esta placa, en la que participan tanto hongos como bacterias, puede tener su importancia en la enfermedad de Crohn. Así lo sugiere un estudio liderado por Gautier Hoarau, de la universidad de Lille, en el que se han comparado las diferencias entre las bacterias y hongos intestinales de personas con Crohn, las de sus familiares no enfermos y las de sujetos sanos no relacionados con la enfermedad.

En esta comparación, se ha visto que el hongo Candida tropicalis y las bacterias Eschericia coli y Serrata marcescens están presentes en mayor proporción en los enfermos de Crohn. La hipótesis de los autores es que el hongo y las dos bacterias producen conjuntamente un ‘biofilm’, una delgada capa de microorganismos en el intestino; esto provoca su inflamación y con ella los síntomas asociados a Crohn.

La composición del micobioma que habita en el intestino humano varía en función de si el paciente es obeso o no

Otro ejemplo de interacción entre hongos y bacterias es la que se produce ante la toma de determinados medicamentos. Sabemos que un tratamiento antibiótico supone una masacre para la microbiota: el fármaco arrasa sin discriminar las bacterias causantes de la infección de aquellas que son beneficiosas para nuestra salud. Y muchas de esas bacterias están ahí precisamente para mantener a raya la comunidad de hongos y que no se expanda más de lo debido.

“Una de las razones por las que no hay que acabar con las bacterias es porque muchas impiden las infecciones por hongos –explica Alex Mira, director del laboratorio de Microbioma Humano en el Área Genómica y Salud de la Fundación Fisabio–. Cuando tomamos antibióticos o antisépticos de forma continuada se rompe el equilibrio, desaparecen estas bacterias que impiden el asentamiento de los patógenos oportunistas y entran a saco estas especies dañinas”.

También en la obesidad
Pero no siempre un mayor número de hongos tiene por qué ser malo. Y lo vamos a ver en relación con la obesidad. Ya sabemos que esta enfermedad se ha estudiado desde la perspectiva de las bacterias intestinales. Pero también los hongos tienen algo que decir. Se ha visto en un trabajo, llevado a cabo por investigadores españoles y publicado en 'Scientific Reports', que ha puesto de manifiesto que la composición del micobioma que habita en el intestino humano varía en función de si el paciente es obeso o no. Este estudio ha permitido ver que, cuando una persona pierde peso, aumenta un determinado tipo de hongos (Mucor racemosus y Mucor fuscus). Esto abre la puerta a la posibilidad de encontrar una nueva vía de abordaje para la obesidad: manipular la comunidad fúngica de una persona.

https://www.alimente.elconfidencial...icrobiota-micobiota-hongos-bacterias_1688246/


 
Reflujo silencioso: cuando la acidez estomacal te causa problemas en la garganta y en la voz

Carraspera, voz ronca, tos, molestias al tragar, disfonía... Si tienes estos síntomas, te interesa saber que pueden estar provocados por esta afección. Descubre por qué


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Jue, 13 Dic 2018



En el otoño de 1992, justo en vísperas de su victoria electoral y de proclamarse presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton se quedó sin voz. Dada la dureza de la campaña, en la que no había parado de dar mítines de un extremo al otro del país, su afonía se interpretó como la ronquera del político, que no es sino un estrés excesivo de las cuerdas vocales en esa batalla por conseguir votos.

En realidad, el trasfondo de la afonía de Clinton era otro: el candidato a la presidencia sufría de reflujo, pero no de ese reflujo gastroesofágico que atormenta tantas digestiones y nos provoca ardores y acidez, sino de otra modalidad que afecta a la garganta. Es el mal llamado ‘reflujo silencioso’, un ‘tapado’ que está detrás de muchas disfonías y carrasperas (aunque no lo sepamos).

La laringitis crónica de Bill Clinton se debe a un problema de reflujo faríngeo

Pese a que ya en los 70 los investigadores J.E. Delahunty y Jerrie Cherry habían correlacionado las úlceras laríngeas con problemas de reflujo gástrico, tuvo que ser la ronquera de Clinton -que se convirtió en una laringitis crónica y siguió mortificándole de forma intermitente en años sucesivos- la que dio visibilidad al problema; de hecho, en Estados Unidos su diagnóstico se triplicó entre 1990 y 2001. Y a comienzos de este siglo se le dio finalmente su nombre formal: reflujo laringo-faríngeo (RLF).

Del otorrino al digestivo

“Es un síntoma relativamente reciente, del que hace 20 años apenas se hablaba -corrobora la doctora María Bielsa, médico foniatra y presidenta de la Sociedad Médica Española de Foniatría-. No sabría decir si hay más que antes o no; lo que está claro es que ahora, ante determinados síntomas que presenta el paciente, intuimos que puede haber un problema de reflujo gástrico, lo buscamos y, muy a menudo, lo encontramos”.

Con ella coincide el doctor Pedro Cabrera, presidente de la Comisión de Laringología de la SEORL-CCC (Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello), quien señala el “interés creciente” que hay en torno a este tipo de reflujo. “Hoy sabemos que afecta a la laringe y a la faringe sin necesidad de presentar síntomas en el esófago. Debemos sospechar de su presencia cuando nos encontramos con un paciente que presenta sensación de cuerpo extraño, flemas permanentes, cambios en la voz… “


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Una tos persistente puede ser consecuencia de un problema digestivo. (iStock)




Nos hablan del reflujo una especialista en foniatría y un otorrino laringólogo. Curioso, sin duda. ¿Te imaginas que acudes a un especialista en garganta porque tienes carraspera y te deriva a un digestivo? Pues tiene todo el sentido, porque el origen lo vamos a encontrar en el estómago y en un incorrecto funcionamiento del mecanismo que impide que el contenido alimenticio regrese por donde ha venido.

Nos lo cuenta el doctor Carlos Suárez, especialista en aparato digestivo del Centro Médico-Quirúrgico de Enfermedades Digestivas. “El cardias, el orificio que comunica el esófago con el estómago, se relaja con la ingesta para permitir el paso del contenido alimenticio al estómago y se contrae para evitar la regurgitación. Cuando esto no funciona bien, la comida -cargada de ácidos- regresa hacia atrás y, literalmente, quema el esófago. Sería una esofagitis por reflujo”.

Una mínima cantidad de ácido en la laringe puede bastar para que aparezcan los síntomas


La cuestión es que hay veces que ese reflujo no se queda ahí y puede ascender hacia la garganta. “Ya sea por una sobreproducción de ácido, por la incapacidad de los esfínteres naturales del esófago para cumplir su función o por hábitos alimenticios inadecuados, el contenido ácido puede terminar llegando a laringe y faringe -explica el doctor Cabrera-. Puesto que es una zona que no está preparada para tener contacto con ácido, mínimas cantidades bastan para tener síntomas”.

Estos síntomas suelen manifestarse en forma de carraspeo, necesidad de toser, sensación de cuerpo extraño en la garganta, picores o ardores en la garganta, disfonías... Y todo ello hace que acudan al otorrino o al especialista en foniatría. Porque, curiosamente, a menudo estos pacientes no refieren molestias gástricas: es como si el contenido ácido hubiera pasado por el esófago sin pena ni gloria. “Para ellos suele ser una sorpresa -confirma la doctora Bielsa-. Vienen porque creen que tienen un problema en la voz y resulta que el origen es gástrico”.

Inflamación y enrojecimiento
Las lesiones, nos indica la especialista, son claras. “Hacemos una exploración de la laringe y vemos un enrojecimiento en la zona de los aritenoides, que son los dos cartílagos que mueven las cuerdas vocales. Si la acidez llega a ese nivel, se produce una irritación de la mucosa; en las imágenes venos una laringe color rojo frambuesa, cuando debería ser sonrosada. Esto nos hace sospechar que hay un reflujo. Es un diagnóstico de sospecha, sin evidencia y, aunque podemos poner un tratamiento empírico para tratar el reflujo, es habitual que lo derivemos al especialista en digestivo”.

Se trata, corroboran los expertos, de una patología multidisciplinar. “Puesto que el origen del reflujo puede deberse a causas diferentes, desde un problema en el esfínter a un Helicobacter pylori, conviene que el paciente pase por el digestivo para que valore el mejor tratamiento”.

¿Y qué pruebas realizará el especialista en enfermedades digestivas? “Solemos empezar por una gastroscopia, que nos permite ver esófago, estómago y duodeno -explica el doctor Suárez-. Pero, aun así, puede que con la gastroscopia no veamos absolutamente nada, lo que no excluye la posibilidad de que haya reflujo. Así que nos vemos obligados a hacer otros estudios diseñados específicamente para esto”.



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Endoscopia.


Entre estos estudios se encuentran la manometría y la phmetría de esófago. Con ellas se puede saber si hay reflujo, cuántos episodios se producen a lo largo del día y cuánto duran, si el problema es más intenso o no durante la noche… “Incluso nos permite elaborar un índice de severidad del reflujo que nos orienta a la hora de tomar decisiones terapéuticas”.

La primera norma, sugiere el doctor Cabrera, pasaría por “una modificación de los hábitos alimentarios. Eliminar grasas, exceso de proteína animal, las cenas copiosas… La dieta es tan importante como la medicación”. También lo cree así la doctora Bielsa: “A veces es suficiente con instrucciones dietéticas y posturales: no cenar tarde, dejar transcurrir dos horas entre la cena y el momento de tumbarse; elevar la cabecera de la cama (algo que, por cierto, hace Clinton); evitar por la noche alcohol, fritos, chocolate… Con esto hay muchos pacientes que mejoran de sus síntomas”.

Pero no siempre es así. En la experiencia del doctor Suárez, todo depende de la magnitud del reflujo. “Cuando hay un trastorno de base que hace que se perpetúe el reflujo, se le ofrece al paciente un tratamiento médico que, en ocasiones, debe cumplirlo de forma permanente (con los efectos colaterales que puede tener el consumo crónico del omeprazol y sus congéneres. Otra opción, que reservamos para determinados casos, pasa por una cirugía -funduplicatura- que da tono al esfínter con la intención de que sea lo suficientemente flexible para permitir la deglución, pero a su vez lo suficientemente firme para impedir el reflujo.


https://www.alimente.elconfidencial...troesofagico-acidez-estomago-laringe_1699130/
 
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