SISTEMA DIGESTIVO

Síndrome de dumping: conoce sus síntomas y cómo prevenirlo

  • Verónica Mollejo
  • Vie, 21 Dic 2018


Más del 20% de los pacientes que han sido sometidos a una cirugía gástrica padecen esta dolencia, una de las posibles complicaciones de dicha intervención y cuyos síntomas pueden durar hasta un año


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Para aquellos que todavía no lo sepan, una gastrectomía es una cirugía que se lleva a cabo con el objetivo de extirpar todo o parte del estómago, por una úlcera gastroduodenal complicada o un caso grave de cáncer gástrico, entre otras dolencias. Como es de esperar, esta intervención implica la eliminación o reducción en la producción de jugo gástrico, por lo que el paciente requiere una dieta muy particular. Sin embargo, los efectos secundarios de la operación también pueden ocurrir durante el posoperatorio, momento en el que suele aparecer el famoso síndrome de dumping.

Este trastorno, conocido también como síndrome de evacuación gástrica rápida, provoca que el contenido del estómago se traslade al intestino delgado de manera descontrolada y demasiado rápida. Su incidencia y gravedad dependen directamente del tipo de operación a la que ha sido sometido el paciente, pues el síndrome de dumping no solo está vinculado a las gastrectomías, también a los bypass gástricos-para el tratamiento de la obesidad mórbida- o cualquier cirugía esofágica de importancia.


Retortijones, náuseas, cólicos e hipotensión son algunas de las manifestaciones de este trastorno



Además, sus síntomas suelen manifestarse de dos formas: entre los 15 y 30 minutos después de la comida, en lo que se conoce como dumping precoz; o de dos a cuatro horas después de comer -sobre todo si la dieta ha incluido alimentos ricos en carbohidratos-, que es cuando recibe el nombre de dumping tardío. ¿Cómo se manifiesta la enfermedad en el organismo?

Síntomas del síndrome de dumping

Aunque las posibilidades de padecer este síndrome suelen estar muy presentes tras una operación gástrica o esofágica -más del 20% presentan dicha dolencia-, son muchos los síntomas que encienden la voz de alarma y dan la oportunidad al paciente de poner remedio cuanto antes. Los signos más frecuentes son la aparición de retortijones, náuseas, cólicos, dolor abdominal, hipotensión, debilidad, sudores o incluso taquicardias. Sin embargo, en el caso del dumping tardío, también suelen emerger otros síntomas como hambre, ansiedad o temblores.



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Afortunadamente, tal y como aseguran desde la clínica Obésitas, estos síntomas suelen remitir e incluso desaparecer al año de la intervención quirúrgica que ha desencadenado el síndrome de dumping. Eso sí, esta resolución no es absoluta, aunque sí tiene lugar en la mayoría de casos. Por ello, la educación nutricionalsupone un elemento de suma importancia para evitar estas complicaciones y aliviar los síntomas antes expuestos. ¿Qué pasos debe seguir el paciente para cumplir ambos objetivos?


Tratamiento dietético recomendado


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Entre las recomendaciones dietéticas que advierten los expertos encontramos la ingesta de porciones más reducidas -cinco o seis comidas pequeñas en vez de tres grandes-, comer más despacio, masticar bien los alimentos, beber agua media hora antes de cada comida -en vez de hacerlo durante la misma- o reposar el estómago 20 minutos después de dicho consumo. Sin embargo, estos consejos también incluyen qué tipo de alimentos deben formar parte o no de la dieta posgastrectomía:

  • Tal y como aseguran desde el Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico Universitario de Valladolid, hay que evitar los alimentos muy fríos o muy calientes, porque pueden producir diarrea. Además, durante el comienzo del tratamiento, hay que eliminar de la dieta los hidratos de carbono de absorción rápida como, por ejemplo, el azúcar, los zumos de frutas, las harinas refinadas y derivados, la miel o algunas frutas como los plátanos o las pasas.
  • Los alimentos ricos en azúcares o carbohidratos simples no deben ingerirse de forma aislada, sino combinados con otros más saludables como las verduras o el pescado.
  • Igualmente, se aconseja mezclar los platos de pasta y arroz con verduras o ingredientes más proteicos -que ya suelen formar parte de estas recetas- como el atún, la carne picada o el salmón.
  • En el caso de que la leche de vaca siente mal al estómago, los expertos de Sanitas recomiendan recurrir a la leche sin lactosa. Para comprobar adecuadamente dicha intolerancia, es preferible ir poco a poco: primero con un yogur, luego con queso y después con la leche habitual, siempre y cuando no se hayan observado problemas digestivos con los alimentos anteriores.
Comer despacio, porciones pequeñas y masticar bien los alimentos son algunas de las recomendaciones

  • Como en cualquier dieta sana y equilibrada, las bebidas y alimentos azucarados y los productos industriales ricos en grasas saturadas están prácticamente prohibidos.
  • También se desaconsejan los alimentos con fibra como las verduras duras o fibrosas, la fruta y los integrales. Aunque desde el portal Quirón Salud sí alaban los efectos de la fibra soluble, presente en la avena, los guisantes, las manzanas, la zanahoria, el pepino, la naranja y la ciruela.
  • Como bien es sabido, las carnes muy duras dificultan la digestión, motivo por el que se recomienda evitarlas. Hablamos de la carne de buey o de ternera.
  • “Emplear técnicas culinarias que utilicen pequeña cantidad de aceite en la elaboración de platos: cocción al vapor, asado, plancha, papillote, microondas, etc. Por lo tanto, se evitarán las frituras, rebozados, guisos y platos precocinados”, añaden desde el Hospital Clínico Universitario de Valladolid.
  • Otra de las recomendaciones nutricionales más habituales es la separación de los alimentos líquidos y sólidos. Estos no deben mezclarse bajo ningún concepto.
En cuanto a los alimentos recomendados, destacan las verduras y legumbres cocidas, asadas y sin piel; el aceite de oliva, el pescado blanco -el bacalao, la dorada, el lenguado, la merluza o el mero, entre otros-, las carnes magras y tiernas -como el pollo, el conejo o el pavo-, los huevos enteros, los derivados lácteos naturales y desnatados, y especias concretas como el laurel, el orégano, el perejil, el ajo y la canela.


https://www.alimente.elconfidencial...ndrome-dumping-sintomas-alimentacion_1700982/

 
Alimentos que incluir en la dieta para evitar el vientre hinchado

Conocida también como distensión abdominal, esta afección puede estar causada por un exceso o falta de fibra, la intolerancia a ciertos alimentos o la ruptura de los músculos abdominales

Verónica Mollejo

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¿Quién no ha sentido nunca la desagradable sensación de tener el vientre hinchado? Este síntoma, que recibe el nombre de distensión abdominal, suele aparecer tras disfrutar de una comida excesiva, aunque en realidad constituye un signo claro de alguna patología o trastorno digestivo como, por ejemplo, las intolerancias alimentarias, la dispepsia, la retención de líquidos, la ruptura de los músculos abdominales o afecciones como el síndrome del intestino irritable y la enfermedad de Crohn.

Sin embargo, el origen del problema también puede residir en el exceso o la escasez de fibra en la dieta o la presencia de gases a nivel abdominal, dos cuestiones dietéticas que tienen fácil solución gracias al seguimiento de un régimen muy especial. Antes de recomendar alimentos beneficiosos para dicha dolencia, ¿cómo podemos solucionar ambos diagnósticos?

¿Gases o fibra?
Cuando la ingesta de fibra es escasa, las heces no adquieren el tamaño normal pasado un tiempo, ya que este nutriente es su principal componente. Por este motivo, también es habitual que aparezcan casos de estreñimiento con retención de las heces en el conducto intestinal, provocando así una distensión lo suficientemente incómoda como para afectar a la calidad de vida del individuo. ¿La solución? Incrementar el consumo de fibra de manera progresiva a través de ingredientes como los cereales integrales y la fruta. Sin olvidar los dos litros de aguaal día.



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Por otro lado, el exceso de fibra también puede provocar una malabsorción de determinados componentes, dando lugar a diarreas, gases intestinales y, por lo tanto, hinchazón abdominal. En este caso, lo mejor es repartir la cantidad de fibra dietética a lo largo de todo el día, practicar algún tipo de actividad tras la comida -para fomentar la movilización del intestino- o masticar bien los alimentos para facilitar el proceso digestivo.

Finalmente, los gases son consecuencia directa de malos hábitos como el consumo de bebidas gaseosas, masticar con la boca abierta, hablar en exceso o tomar demasiado chicle. Todas estas costumbres hacen que traguemos más aire del habitual, provocando la distensión de la que hoy hablamos. Basta con erradicar dichos actos para evitar esa molesta hinchazón. Bajo esta premisa, ¿qué otros alimentos y prácticas debemos tener en cuenta para erradicar los síntomas?

Adiós al vientre hinchado


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  • Un remedio natural para eludir los síntomas de la distensión abdominal es incluir tomate, espárragos y pepinos a la dieta. Estos ingredientes tienen propiedades diuréticas asombrosas, ayudándonos a purificar el organismo y a deshacernos de los desechos y las toxinas perjudiciales.
  • “Los germinados de alfalfas y las lentejas son excelentes para tu organismo, puesto que contienen una gran cantidad de vitaminas y minerales. Estos alimentos, además, tienen la gran particularidad de poderse agregar a las ensaladas o a las sopas que prepares en casa”, añaden desde el portal médico Mejor con Salud.
  • Como hemos visto, la fruta fresca también es un gran aliado, ya que tiene una buena cantidad de agua y fibra. Eso sí, deben ser variadas -no es bueno acostumbrar al estómago al mismo tipo de alimentos- y no exagerar su consumo. Debemos recurrir con moderación a algunos ejemplares como la manzana, la banana, el melocotón o la pera. Por el contrario, las opciones más saludables son los cítricos, la piña, el higo, el aguacate o la sandía.
  • A excepción de aquellas personas que padecen intolerancia a la lactosa, el consumo de leches fermentadas y yogures con probióticos también favorece el tránsito intestinal, reduciendo el riesgo de estreñimiento y flatulencias.
  • Otros alimentos fermentados a tener en cuenta son el miso, el kéfir, el chucrut, el kimchi, el té kombucha o las ciruelas umebochi, una variedad japonesa ya encurtida.
El problema suele residir en el exceso o la escasez de fibra y la presencia de gases a nivel abdominal

  • Los huevos, siempre en cantidades moderadas, también pueden resultar de gran ayuda. Los expertos recomiendan incluirlos en la alimentación a modo de tortilla, pasados por agua o cocidos.
  • El pescado blanco y las carnes magras, o simplemente con poca grasa, son una buena alternativa para solucionar la hinchazón del vientre pues son fáciles de digerir y aptos para una dieta blanda.
  • La acción eupéptica de ciertas plantas aumenta la producción de los jugos gástricos y mejora la digestión. A este grupo pertenecen el orégano, la canela, el hinojo, la menta, el jengibre, el laurel o la salvia, todos ellos disponibles como infusión o especias.
  • En cuanto a los alimentos que debemos eliminar por completo de la dieta, por lo nocivos que resultan para dicha afección, se encuentran la sal, los productos cargados de grasas saturadas, el pan blanco, las comidas muy condimentadas, los dulces ricos en hidratos de carbono y, en menor medida, las legumbres y los lácteos.
  • Todas estas pautas alimenticias deben combinarse con una serie de hábitos que también previenen la distensión abdominal como, por ejemplo, comer más lento, fraccionar la dieta, hacer ejercicio físico, controlar el estrés o dar prioridad a métodos de cocción más saludables como los hervidos o las elaboraciones al vapor, al horno y a la plancha.

https://www.alimente.elconfidencial...23/alimentos-evitar-vientre-hinchado_1716910/

 
Muy interesantes todos los artículos. Gracias a todas por las aportaciones.

En general, hay hábitos sociales que nos llevan a adquirir problemas digestivos a medio plazo.
El típico café con leche y pasta que se consume en cualquier bar, nutricionalmente es una basura y una bomba de suciedad para el estómago.
Si tienes que comer al mediodía en cualquier restaurante, lo que entienden ellos x dieta tampoco es muy saludable.
 
Los alimentos idóneos para que tu intestino vuelva a estar sano

El sistema digestivo y el inmunitario se verán afectados positivamente si cuidamos del aparato gástrico. ¿Cómo? Comiendo una serie de alimentos que resultan beneficiosos



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Sergio Gómez



La salud del intestino es determinante para el organismo, afectando no solo al sistema digestivo, sino también al inmunitario. La microbiota o flora, conformada por millones de células microbianas, juega un papel fundamental en ello. Por este motivo, es importante cuidar de los mismos. ¿Cómo lo conseguimos? Con una alimentación saludable que mantenga este órgano en buen estado. En este artículoya explicábamos porqué resulta fundamental para la salud y qué tipo de alimentos podían ser beneficiosos. Ahora, en Alimente queremos profundizar más en ello y contar de manera práctica cuáles son los que podemos incluir en la dieta para tener un intestino sano.

Probióticos


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Cuando se habla de alimentos saludables para el intestino siempre se mencionan los probióticos, haciendo referencia a aquellos que tienen microorganismos vivos que son beneficiosos para el intestino -como señala este estudio del año 2013- y que normalmente han sido expuestos a un proceso de fermentación. Entre estos encontramos diferentes productos.


Los yogures, al estar fermentados, cuentan con bacterias que pueden ayudar al tracto digestivo y mejorar la digestión. También se ha demostrado que pueden contribuir a mejorar la sensación de hinchazón, la diarrea y la digestión de la lactosa.

La fibra actúa como prebiótico y ayuda a desarrollar las bacterias positivas

El kéfir, muy similar al yogur, también cumple con dicha premisa, aunque este se elabora con la mezcla de levadura, bacterias y leche. Estudios científicos han relacionado su consumo con un aumento de las bacterias saludables de los intestinos y un descenso de las nocivas. Además, han determinado que puede contribuir a disminuir la inflamación en dicho órgano.

Entre otros probióticos se encuentra el chucrut alemán, realizado con col blanca; el kimchi coreano, que son verduras fermentadas con un sabroso punto picante, el tempeh, que se elabora con soja y es como una carne vegetariana, o el miso, una pasta muy común en China y Japón que se hace con soja, sal y hongo kuji y se emplea para hacer saludables sopas.

Aceite de oliva


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El oro líquido tan típico de España es uno de los alimentos más saludables para el intestino, sobre todo cuando es virgen extra. Este tiene una gran cantidad de polifenoles, una serie de sustancias químicas naturales que actúan como antioxidante en el organismo y afectan positivamente a las bacterias intestinales del cuerpo, combatiendo la inflamación del intestino y ayudando a potenciar el sistema inmunológico. Como se ha demostrado científicamente, también influyen en el equilibrio microbiano favoreciendo el crecimiento de las bacterias beneficiosas.

Frutas y verduras

La fibra es buenísima para la salud del intestino y del sistema digestivo en general. Es por ello que los expertos en salud y nutrición siempre recomiendan que no falten frutas y verduras en la dieta. Son estos alimentos los que tienen un gran aporte de fibra, la cual permite que el citado órgano absorba mejor los nutrientes.

Entre las frutas y verduras beneficiosas para el intestino destacan las manzanas. Estas además de aportar fibra son una gran fuente de pectina, que por su capacidad para absorber el agua contribuye a acabar con el estreñimiento y a combatir la diarrea, así como a disminuir el riesgo de sufrir infecciones intestinales e inflamaciones en el colón.

Cereales de grano completo


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Además de estar presente en frutas y verduras, la fibra también se encuentra especialmente en los cereales de grano completo o integrales, como la avena o la quinoa. Esta, además de ser beneficiosa para el tracto digestivo, actúa como prebiótico -diferente a los probióticos- que ayudan a desarrollar las bacterias positivas del intestino, siendo muy útiles para la microbiota.

Salmón

Este pescado está considerado como uno de los alimentos más sanos por Teresa Fung, profesora adjunta en el departamento de Nutrición en el Harvard T.H. Chan School of Public Health. Más allá de su aporte de proteínas, los ácidos grasos omega 3, beneficiosos para el corazón y el cerebro, y la vitamina D, el salmón es una fuente de grasas insaturadas. Estas son conocidas como las ‘buenas’ o ‘saludables’, pues su absorción en el intestino es mucho más fácil que las saturadas. Así, al comer este pescado azul -también ocurre con la trucha, el atún o la caballa- se reducirá la ingesta de grasa saturada, lo que evitará complicaciones intestinales y ayudará a que se absorban mucho mejor las vitaminas y los minerales de otros alimentos.

https://www.alimente.elconfidencial.com/nutricion/2019-01-02/alimentos-intestino-sano_1726646/
 
NUEVO DESCUBRIMIENTO
Descubren que la microbiota regula el sistema inmune y la inflamación
Los microorganismos que viven dentro del intestino cumplen funciones fundamentales para nosotros. Ahora se ha descubierto que intervienen en nuestras defensas


Álvaro Hermida

Mie, 23 Ene 2019


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Según la Academia Americana de Microbiología, en el tracto digestivo de los seres humanos, "hay 3 veces más bacterias que células tiene la totalidad del organismo". Sí, son mucho más pequeñas, pero tienen funciones fundamentales para nuestra salud y bienestar. Por ejemplo, sabemos que se ocupan de metabolizar y dividir ciertos nutrientes, como la vitamina K y la B7, que nuestro cuerpo no puede procesar por sí mismo. Además, se relaciona su composición (dado que no la forman solo un tipo de bacterias, sino cientos) con determinadas enfermedades mentales como el párkinson.

En los últimos años, la ciencia ha centrado mucho su atención en los efectos de la flora intestinal sobre nuestra salud, siendo cada día más conscientes de su importancia. Ahora, los científicos Mayara Grizotte-Lake, Guo Zhong, Kellyanne Duncan, Irina Smolenski, Nina Isoherranen, Jay Kirkwood, Namrata Iyer y Shipra Vaishnava ,de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, han descubierto que existe una relación más que importante entre la flora bacteriana y nuestro sistema inmune y la inflamación. Esto abre la puerta a nuevos métodos de investigación frente a una gran diversidad de enfermedades, como la de Crohn.

"Es un descubrimiento muy importante para entender y tratar enfermedades autoinmunes e inflamatorias"


En su trabajo, los investigadores descubrieron que los microorganismos que viven en nuestro intestino y que presentan una relación de simbiosis con nosotros (por nuestra parte les aportamos un ecosistema apropiado para su supervivencia y los nutrientes que ellos necesitan, y ellos realizan trabajos fundamentales que no podemos llevar a cabo por cuenta propia) tienen, además, la capacidad de regular nuestro sistema inmunitario.

Esto se debe a que, por listo que sea nuestro organismo, capaz de identificar y recordar amenazas para ser capaz de neutralizarlas, también tiende a atacar aorganismos que no son, en absoluto, perjudiciales. Pero resulta que la microbiota (sana) es capaz de convivir pacíficamente con nuestro sistema inmune. Los científicos han descubierto que las bacterias son capaces de regular la cantidad de vitamina A en el interior de nuestro tracto digestivo, lo que tiene una influencia directa sobre la actividad de las defensas. "Es un descubrimiento que puede resultar muy importante para entender y tratar enfermedades autoinmunes e inflamatorias", explica Shipra Vaishnava, una de las autoras.



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Para hacernos una idea de lo grande que es este descubrimiento y de la simbiosis que tenemos con los microorganismos de nuestro interior, solo hay que decir que más de 100 billones de bacterias han evolucionado y se han adaptado al interior de nuestro cuerpo, un lugar bastante hostil, y han aprendido a realizar funciones vitales para nosotros, tanto que sin ellas enfermaríamos gravemente o, directamente, moriríamos.

Cómo ayuda a nuestra salud
Para empezar desde un punto de vista global, la deficiencia de vitamina A es un problema de salud muy serio que afecta a gran parte de la población de África y del Sudeste Asiático. Comprender el rol que juegan algunos microorganismos, como la bacteria clostridia, en la producción y mantenimiento de buenos niveles de vitamina A (cuya deficiencia provoca ceguera, función inmune alterada y malformaciones de nacimiento). Pero no solo eso, como especifican los investigadores, "los cambios en los niveles de vitamina A coinciden con variaciones en la actividad de las enfermedades inflamatorias como el colon irritable".



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Y la lista de enfermedades afectadas por esto no se reduce al ya mencionado síndrome del intestino irritable, sino que también incluye la enfermedad de Crohn, la diverticulitis o la colitis ulcerosa. Todas estas enfermedades, aunque tienen tratamiento, están relacionadas con la excesiva (o insuficiente) actividad de nuestro sistema inmune y con el estado y variedad bacteriana de nuestra microbiota.

Queda todavía mucha investigación que hacer, pero que se hagan cada día nuevos descubrimientos acerca de la simbiosis que tenemos con 100 billones de bacterias dice mucho de la inversión y esfuerzo que le dedica el mundo científico al microbioma. Todo porque sabe que es muy importante.

https://www.alimente.elconfidencial...3/relacion-microbiota-sistema-inmune_1717486/
 
Intestino permeable: cuando la muralla se llena de agujeros (y no te defiende)
Puede que hayas oído que es una invención. Pero las investigaciones recientes corroboran que el síndrome del intestino agujereado existe... y que está detrás de muchas patologías


María Corisco
Lun, 11 Feb 2019


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La barrera intestinal es el primer filtro para evitar que pasen sustancias tóxicas (foto: IStock)



El doctor Alessio Fasano es gastroenterólogo y un referente a nivel mundial en temas relacionados con el intestino, los trastornos autoinmunes y la enfermedad celiaca. En el año 2000, el azar científico le llevó a hacer un descubrimiento: identificar la ‘zonulina’, una proteína que regula la apertura o el cierre de los espacios que hay entre las células intestinales. Una especie de ‘Ábrete Sésamo’ gracias al cual determinados nutrientes pueden pasar al torrente sanguíneo, pero que puede convertirse también en un arma de doble filo: si algo falla y las compuertas están demasiado tiempo abiertas, se está facilitando el paso a sustancias que nos pueden dañar.

Ese descubrimiento ha sido uno de los elementos clave en el estudio de la permeabilidad intestinal, un campo de investigación que en los últimos años ha suscitado el interés, el debate y la controversia en la comunidad científica. El punto de partida pasa por comprender que, aun cuando durante mucho tiempo se pensó que la pared intestinal era una barrera infranqueable, en realidad se trata de una membrana permeable. Es cierto que está revestida por millones y millones de células -enterocitos-, pero estas células no están cementadas entre sí, sino que entre unas y otras hay unos pequeños espacios intercelulares.

El problema surge cuando aumenta la permeabilidad y pasan a la sangre sustancias tóxicas o patógenos


Para entenderlo mejor, podemos pensar en estos espacios como en unas compuertas que habitualmente están cerradas -para evitar que se filtren al torrente sanguíneo sustancias tóxicas o patógenos-, pero que se pueden abrir para que pasen nutrientes. “Su papel es esencial y, por eso, están rodeadas por células del sistema inmune innato -explica David Vargas, fundador de Regenera y experto en PNI-. Así, si todo funciona correctamente, aquello que es potencialmente peligroso se topará con la barrera, mientras que aquello que nos va a alimentar pasará a la sangre”.


Esto quiere decir que, cuando hablamos de un intestino permeable, no estamos en realidad diciendo nada negativo: el intestino es, por su propia arquitectura, permeable. Otra cuestión es que no funcione bien el cierre, que se hagan ‘agujeritos’, que termine convirtiéndose en un coladero por el que se cuelen sustancias tóxicas o patógenas.



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Pared intestinal (Foto: iStock)


En esa situación, explica Vargas, “el sistema inmune innato tiene un exceso de trabajo; esta sobrecarga provoca una respuesta inflamatoria más intensa y esto, a su vez, hace que el sistema inmune adaptativo pierda eficacia y especificidad”. ¿Qué significa esto? Que se equivoca, comete errores. Confunde estructuras moleculares similares y ataca a todo lo que le recuerda a una amenaza. Es entonces cuando pueden empezar a aparecer alergias, enfermedades autoinmunes…

“Durante mucho tiempo, fuimos incapaces de entender cómo las grandes moléculas que causan alergias o enfermedades autoinmunes podían pasar desde el intestino al cuerpo -explicaba hace tres años el doctor Fasano en la revista Time-. Es cierto que todavía hay debate, pero parece que a veces se forman brechas entre las células que pueden permitir el paso de moléculas más grandes”.

La controversia
Hablaba Fasano de ‘debate’ y hablaba con cautela. La aparición de las primeras investigaciones en torno a la permeabilidad intestinal fue motivo de una fuerte controversia. El propio Fasano explicaba que el término “síndrome del intestino permeable” no estaba, al menos en aquel momento, reconocido por la mayoría de los médicos. ¿La razón? “Se ha usado y abusado para explicar algunos fenómenos que no siempre eran correctos”. En su opinión, desde distintos foros no cualificados se explicó el intestino permeable como si fuera la causa de todos los males del universo, "desde el autismo hasta el cáncer, y eso terminó provocando el rechazo de la comunidad científica”.

De ahí su evidente interés por separar la ciencia de la especulación, algo que parece estar más cerca tras un estudio realizado por científicos del hospital en el que trabaja. Realizado con la ayuda de ratones genéticamente modificados y publicado en Anales de la Academia de Ciencias de Nueva York, la investigación proporciona un vínculo directo entre el aumento de la permeabilidad del intestino y la enfermedad inflamatoria crónica.

El Hospital La Paz es el primero en España en diagnosticar este síndrome gracias a un test de permeabilidad


Otro gran avance ha sido la posibilidad de poder llegar a un diagnóstico. La Unidad de Trastornos Funcionales Digestivos del Hospital La Paz, dirigida por la doctora Silvia Gómez Senent, ha sido la primera de España en diagnosticar el Síndrome del Intestino Agujereado. Es posible gracias al test de permeabilidad intestinal, una prueba que “consiste en la administración oral de un radiofármaco (medicamento que en su composición lleva un elemento radioactivo) que, en condiciones normales, no atravesaría la pared intestinal. Si se encuentra alterada la permeabilidad, el radiofármaco atraviesa la barrera”. Como se elimina por orina, basta con recogerla durante las siguientes 24 horas, analizarla y observar si ha llegado el medicamento hasta allí.

Esto nos lleva a la clínica. A los pacientes. Hemos explicado que a veces no funciona bien la permeabilidad, pero no hemos dicho las posibles razones. “Los genes cargan la pistola, pero el entorno aprieta el gatillo”. Con estas palabras, Vargas apunta que, aun cuando debe haber una cierta susceptibilidad genética, más importante es lo que hacemos con nuestra vida, en concreto “todas aquellas situaciones que causen una inflamación mantenida, como el estrés, alimentación inadecuada, falta de descanso nocturno, tratamientos antibióticos…”



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Foto: iStock


A ello se suma el papel de nuestras bacterias intestinales. Una microbiota saludable tiene un efecto regulador del sistema inmune innato, mientras que una disbiosis, una parasitosis o una colonización fúngica facilita el acercamiento de los patógenos a la barrera intestinal. En definitiva, todo se basa en la combinación de una susceptibilidad genética con la fortaleza de la microbiota ante el estímulo de agentes irritantes.

¿Qué podemos hacer? En principio, todo apunta a que las pautas dietéticas relacionadas con una microbiota saludable nos serán de utilidad en la prevención; es decir, podríamos empezar por aumentar nuestro consumo de frutas y hortalizas y reducir cuanto podamos los alimentos ultraprocesados (con su carga de azúcares y grasas hidrogenadas). También el tabaco y el alcohol son factores de riesgo, así como los metales pesados o sustancias tensoactivas alimentarias.

La dieta, siempre importante
Si ya tenemos síntomas que se pueden asociar a una hiperpermeabilidad intestinal, deberemos acudir al especialista, porque lo más importante es, señala la doctora Gómez Senent, “eliminar la causa que la produce, si es que la conocemos”. En este sentido, apunta la importancia de disminuir el estrés, controlar la enfermedad digestiva de base y comprobar si tenemos carencia de zinc y de vitaminas B6. Otras medidas interesantes pasan por la inclusión de probióticos naturales -como el yogur de cabra o el kéfir- o por la suplementación probiótica. Pero esto siempre debe pasar por la prescripción de un especialista: recuerda que no todos los probióticos son útiles para todas las patologías.

La doctora Gómez Senet también apunta la importancia de tener unos niveles adecuados de L-glutamina: si hay un déficit de este compuesto, corremos el riesgo de que las mucosas se hagan permeables. ¿Dónde lo encontramos? En el pollo, pavo, magro de cerdo, espinacas, frutos secos, yogur y quesos frescos. Asimismo, para hacer frente a la debilidad inmunitaria que se produce en un cuadro de permeabilidad intestinal aumentada, conviene añadir a la dieta alimentos que contengan L-arginina (carne roja, pollo, cordero, marisco, ajos, cebolla, espárragos, lechuga, pepino…).

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NUEVAS INVESTIGACIONES
Los alimentos que te protegen frente al cáncer de colon
La dieta que sigamos puede hacer mucho por nuestra salud y los científicos han demostrado cómo un tipo de alimentación y unos productos concretos nos ayudan a evitar la enfermedad



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Cáncer colorrectal. (iStock)




Somos, en gran medida, lo que comemos, también cómo nos cuidamos en general en nuestro día a día. Y debemos prestar más atención a nuestros hábitos si queremos cuidar de nuestra salud. En nuestro país, el cáncer colorrectal es el que se diagnostica con más frecuencia (el 15% del total, con más de 34.000 casos detectados en 2017, y el 90% de ellos en personas mayores de 50 años). Según datos de la Asociación Española Contra el Cáncer, el colorrectal es el segundo tipo de cáncer con mayor prevalencia en los hombres, después del de próstata, y también el segundo en las mujeres, tras el de mama.

Así las cosas, las investigaciones que relacionan el tipo de alimentación con el mayor o el menor riesgo de la incidencia de este cáncer se suceden. Dos de ellas son significativas y muy recientes. La primera se ha realizado en el First Hospital of China Medical University, la acaba de publicar 'Asia-Pacific Journal of Clinical Oncology' y ha analizado la importancia del consumo de las hortalizas de la familia de las liliáceas (allium en su denominación latina); esto es, de la cebolla, el ajo, el puerro y la cebolleta, en el desarrollo de esta enfermedad.

Las personas que comen cebolla y ajo en abundancia tienen menos riesgo de sufrir cáncer de colon

Para ello, los investigadores han comparado los casos de 833 personas con cáncer colorrectal, hombres y mujeres del noreste de China, con los de otras tantas personas sanas, de la misma edad y nivel económico, social y cultural similar. Y tras distintas entrevistas sobre sus hábitos de vida, han comprobado que las probabilidades de sufrir cáncer colorrectal fueron un 79% menores en aquellas personas, tanto hombres como mujeres, que consumieron altas cantidades de estos vegetales, en comparación con quienes no las incluían en su dieta o lo hacían de forma escasa.



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Foto: iStock.


El riesgo fue menor en todos los casos con una excepción: la asociación del consumo de ajo con el riesgo de cáncer no fue significativa entre los pacientes con cáncer de colon distal (en la zona más próxima al recto). El doctor Zhi Li, uno de los autores del trabajo, asegura que "nuestra investigación muestra una tendencia: cuanto mayor sea la cantidad de estas hortalizas que comamos mayor será la protección. Este hallazgo arroja luz sobre la prevención primaria del cáncer colorrectal a través de la intervención en el estilo de vida, que merece más investigaciones en profundidad".

Ojo con pasarnos con las grasas
Un segundo trabajo, realizado este por científicos del Instituto Salk, en California, y publicado por Cell, incide en la relevancia de la dieta en la aparición de este cáncer. De acuerdo con la Sociedad Americana del Cáncer, los fallecimientos por esta enfermedad están aumentando en personas menores de 55 años, concretamente el 1% entre 2007 y 2016. En un estudio con ratones de laboratorio, los investigadores del Instituto Salk han descubierto que las dietas ricas en grasas alteran el equilibrio de los ácidos biliares en el intestino y desencadenan una señal hormonal que permite que las células potencialmente cancerosas prosperen. Este tipo de alimentación es cada vez más habitual entre los jóvenes estadounidenses, lo que explicaría el incremento de los casos de cáncer.

La genética y el estilo de vida, una vez más, convergen. Como señala Ruth Yu, coautora de este estudio, "nuestro trabajo indica que si eres genéticamente propenso a padecer cáncer de colon, una dieta alta en grasas es lo que empuja a que este aparezca".



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Foto: iStock.



A finales de 2017, un metaanálisis realizado por diversos departamentos de la Universidad de Arizona que publicó Frontiers in Nutrition confirmó que hay una dieta idónea para prevenir en la medida de lo posible esta enfermedad. Es la dieta mediterránea, que aboga por una alimentación especialmente rica en frutas, verduras, hortalizas (que deben estar presentes tanto en la comida como en la cena) y legumbres y frutos secos, y que tiene como grasa de referencia el aceite de oliva. Los alimentos deberán ser preferiblemente frescos y de temporada, el pescado debe tomarse varias veces por semana y la carne roja en menor medida. Dulces y pasteles solo de forma excepcional y como bebida de referencia siempre el agua.

La importancia de saber elegir
La Universidad de Stanford da tres claves claras para reducir al máximo los factores de riesgo del cáncer de colon:

  • Mantener un peso saludable (intentando que nuestro índice de masa corporalesté entre 18.5 y 24.9). Hay una relación directa, científicamente comprobada, entre la obesidad y seis tipos de cáncer: el colorrectal, de endometrio, de páncreas, de vesícula, de riñón y el mieloma múltiple.
  • Practicar actividad física habitualmente: al menos 30 minutos al día de ejercicio de moderado a intenso.
  • Elegir correctamente los alimentos que consumimos. En este punto recomienda seguir una dieta rica en vegetales y en fibra, con consumo únicamente esporádico de carnes rojas y procesadas. En cuanto a la fruta, el consejo es tomarlas enteras y no en zumo. Y respecto a las legumbres y los cereales, merece la pena tomarlas en su versión integral. Y en el otro lado de la balanza, conviene comer menos carne roja y procesada, evitar la comida rápida (con muchas calorías, mucha sal y poco nutritivas) y dejar de lado el alcohol o, en todo caso, no tomar más de una copa de vino al día.

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El apéndice: bueno para la microbiota... pero malo para el párkinson

Si pensabas que no servía para nada, te equivocas: al parecer, es un reservorio de bacterias implicado en nuestra salud intestinal... pero también podría favorecer el desarrollo del párkinson


María Corisco
Vie, 01 Mar 2019


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Apéndice.



Durante siglos se ha considerado el apéndice como un tejido inútil y problemático, un órgano vestigial que, con el correr de la evolución, fue perdiendo su función primigenia: alojar bacterias que ayudaran a nuestros ancestros más lejanos a digerir la celulosa de las plantas. Pero, desde hace una década, han ido apareciendo diversos estudios e investigaciones que sugieren que el apéndice, todavía hoy, cumple una función protectora: servir como almacén de bacterias que favorecen la buena salud de nuestra microbiota.

La pista inicial la dio un equipo de cirujanos e inmunólogos de la Universidad Duke en Carolina del Norte, quienes publicaron esta teoría en el 'Journal of Theoretical Biology'. La hipótesis se resume de la siguiente manera: si, debido a alguna infección, nuestro cuerpo sufre una diarrea tal que elimina por completo su microbiota, la ‘reserva’ almacenada en el apéndice serviría para colonizar con bacterias beneficiosas el intestino.


El apéndice contiene una 'copia de seguridad' de bacterias beneficiosas para nuestra salud


La idea parte del examen de las biopelículas que tenemos en el intestino. Una biopelícula es, podríamos decir, una especie de colonia de bacterias. Y nuestro apéndice estaría lleno de ellas, sugiere la investigación, que también apunta a que estas biopelículas pueden desplazarse por el tracto digestivo; eso posibilitaría que, en caso de catástrofe -una infección brutal que arrasara con todos los microorganismos-, el intestino podría repoblarse a partir de estas reservas bacterianas, entre las que se incluyen cepas consideradas beneficiosas, como los géneros Bacteroides, Lactobacillus o Bifidobacterium.


Desde entonces, las investigaciones se han ido sucediendo y corroborando que el apéndice está ahí por algo, contradiciendo la hipótesis de Charles Darwin, quien en ‘El origen del hombre’ apuntó que podría ser una estructura vestigial, una parte del sistema digestivo que pudo ser útil mucho tiempo atrás en la evolución… pero sin ninguna función en la actualidad.

Una 'casa segura'
Los estudios recientes consideran que el apéndice es una ‘casa segura’ para las bacterias comensales -las que no nos causan daño- y sugieren que podrían considerarse una parte importante de la salud intestinal. Según un estudio realizado en el Instituto Tytgat para la Investigación del Hígado e Intestino, el apéndice sería una pieza relevante en el sistema inmunitario: su función central radicaría en “la interacción y el manejo de las bacterias intestinales, estimulando el tejido linfoide asociado al tubo digestivo (GALT) y ayudando en la recuperación tras una enfermedad diarreica mediante la colonización del colon con la flora comensal”.




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¿Significa eso que debamos aferrarnos a toda costa a nuestros apéndices? En absoluto. Porque aquí, como en tantas otras cuestiones fisiopatológicas, hay una de cal y otra de arena. Y esta última viene de la mano de una reciente investigación, que sugiere que la extirpación del apéndice podría dotar de cierta protección frente al párkinson. Asombroso. El estudio, realizado en el Instituto de Investigación Van Andel, de Michigan (EEUU), y publicado en 'Science Translational Medicine', recoge los resultados de dos estudios epidemiológicos a gran escala. En ellos encontró que eliminar el apéndice, especialmente en la juventud, estaba relacionado con una reducción del 19% en el riesgo de desarrollar la enfermedad de Parkinson.

La clave parece estar en una proteína -la alfa-sinucleína-, que es una característica patológica de esta enfermedad y está estrechamente relacionada con su inicio y progresión. El estudio sugiere que nuestro apéndice contiene gran cantidad de esta proteína, por lo que si nos realizan una apendicectomía, se reduciría el riesgo de desarrollar párkinson. De hecho, cuando se han analizado apéndices de personas enfermas, se ha visto que en su interior había formas análogas a las que se encuentran en el tejido cerebral post mortem de pacientes con párkinson. “Nuestra hipótesis -apunta el investigador principal- es la de que el apéndice humano contiene formas patógenas de alfa-sinucleína que afectan el riesgo de desarrollar enfermedad de Parkinson”.

Eliminar el apéndice podría estar relacionado con una reducción del 19% del riesgo de sufrir párkinson

Son diferentes enfoques que vuelven a dar un cierto lustre a un órgano tradicionalmente ninguneado. Como explica la doctora Rocío Anula, del servicio de Cirugía del Hospital Clínico Universitario San Carlos de Madrid, “siempre hemos creído que era un mero vestigio de la evolución. Nunca le hemos dado más importancia porque no es un órgano vital ni con una función claramente reconocida. Podemos prescindir de él sin que tenga consecuencias relevantes; al menos, no se ha demostrado que su extirpación pueda repercutir en tu calidad de vida ni en tu salud”.

Así es: hay otros órganos, como la vesícula o el bazo, que tampoco son vitales: podemos vivir sin ellos, pero se conoce cuál es su función, su utilidad en el cuerpo humano. “Pero la posible función del apéndice sigue siendo desconocida. Por eso, y dado que cuando da problemas las complicaciones pueden ser muy graves, el tratamiento de elección es la cirugía”.

¿Operar o no operar?
No obstante, en los últimos años ha surgido un debate en torno a la cuestión de si siempre es necesario extirpar un apéndice que esté dando la lata. “Hay dolores abdominales inespecíficos en los que se puede dudar del diagnóstico; en esos casos puedes ir tratando con antibióticos y ver la evolución. Ahora bien, cuando hay signos claros de apendicitis, el tratamiento debe ser quirúrgico. Llegar tarde puede tener consecuencias terribles”. Es el caso de la peritonitis, en la que el contenido de la infección se disemina por el espacio abdominal y que puede comprometer la vida del paciente.

En la población pediátrica es en la que más se está valorando la posibilidad de que las apendicitis no complicadas se traten, al menos en un primer momento, con antibióticos. Así se ha visto en un estudio publicado en 'JAMA Surgery', en el que los autores compararon la eficacia y seguridad de tratar con antibióticos -primero intravenosos, después orales- o con cirugía a un centenar de pacientes entre 7 y 17 años. De aquellos que eligieron el tratamiento antibiótico, solo un 24% terminó teniendo que pasar por quirófano en el plazo de un año. Es decir, la elección puede tener sentido, siempre y cuando no genere una excesiva ansiedad en las familias: estar pendiente de que el crío pueda volver a sufrir una apendicitis puede generar tanta inquietud que no termine compensando.

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DÍA MUNDIAL DE LA SALUD DIGESTIVA
Las cinco claves para prevenir el cáncer gastrointestinal
Cuatro de los siete cánceres más comunes se dan dentro de nuestro aparato digestivo. La prevención es nuestra mejor arma y para ello es esencial atender a la dieta



María Corisco
CONTACTO
Mie, 29 May 2019




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A nadie le gusta hablar de cáncer. Es una de las enfermedades tabú, de esas que miramos de lejos -y muy de reojo-, con la esperanza de que no entremos nosotros en su campo de visión. Por eso, a veces necesitamos un recordatorio, una llamada de atención que nos haga tener presentes tanto los factores de riesgocomo las normas básicas de prevención.

Esta llamada de atención nos llega hoy bajo el paraguas del Día Mundial de la Salud Digestiva. Sí, es verdad que estamos hipersaturados de días mundiales, pero, en esta ocasión, bien merece la pena que nos detengamos en su mensaje: el foco se ha puesto en el diagnóstico y tratamiento del cáncer gastrointestinal. Puede que dicho así, a bote pronto, no nos parezca especialmente relevante; pero seguro que si a continuación explicamos que cuatro de los siete cánceres más comunes se localizan en el aparato digestivo, nos lo tomaremos más en serio.


"Cada año, en España, alrededor de 60.000 personas son diagnosticadas de algún tumor digestivo"



“Los tumores del aparato digestivo son una patología muy frecuente que, junto con los de mama y pulmón, engrosan el 80-90% de todos los procesos tumorales malignos”, explica el doctor Enrique Aranda Aguilar, presidente del Grupo de Tratamiento de Tumores Digestivos. Así es. Los datos los aporta la OMS y hablan por sí mismos: en 2018, los tumores responsables del mayor número de fallecimientos a nivel mundial fueron el cáncer de pulmón (18,4% del total de muertes por cáncer), seguidos del cáncer colorrectal (9,2%), el cáncer de estómago (8,2%), el cáncer de hígado (8,2%) y cáncer de esófago (3,4%). Si nos centramos en España, el doctor Aranda señala que “cada año, alrededor de 60.000 personas son diagnosticadas de algún tumor digestivo”, y las estadísticas del INE reflejan que en 2017 murieron 15.410 españoles de cáncer de colorrectal, 6.818 de cáncer de páncreas, 5.154 de cáncer de estómago, 5.192 de cáncer de hígado y 1.850 como consecuencia de un cáncer de esófago.

En la Federación Española del Aparato Digestivo (FEAD) saben bien la importancia de “modificar o evitar los factores de riesgo, así como la detección y el tratamiento temprano de los cánceres del aparato digestivo -explica la doctora Mileidis San Juan Acosta, especialista en Aparato Digestivo y responsable del Comité de Actividades Fundacionales de FEAD-. Para ello, es imprescindible conocer mejor la patología y difundir las principales medidas preventivas”.




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Dentro de estas medidas preventivas, las cinco medidas clave que promueve el Código Europeo contra el cáncer son:

  • Evitar el consumo de tabaco
  • Seguir una dieta saludable y evitar la obesidad
  • Realizar ejercicio físico de forma regular
  • Moderar el consumo de alcohol
  • Seguir los cribados poblacionales y, en su caso, la vacunación contra el virus de la hepatitis B, responsable de la mayoría de cánceres hepáticos

Cáncer colorrectal

Sin duda, es el cáncer gastrointestinal más presente en nuestras vidas: cada año, más de 37.000 españoles reciben un diagnóstico de cáncer colorrectal, un tipo de tumor que, dependiendo de su localización anatómica y del lugar donde se origine, también se puede denominar cáncer de colon o de recto.

“El cáncer colorrectal constituye actualmente la primera causa de muerte por cáncer en España y la segunda causa de muerte, tanto en hombres como en mujeres, cuando se analiza su repercusión por sexos”, expone el doctor Aranda. Son datos preocupantes, sin duda, pero al menos tenemos también noticias alentadoras: un diagnóstico precoz se asocia a un 90% de posibilidades de curación. Por tanto, toca espabilar. ¿Cómo? Si no existen antecedentes personales ni familiares que supongan un mayor riesgo de desarrollar un cáncer colorrectal, el consejo es, a partir de los 50 años, realizar un test de sangre oculta en heces (TSOH); si diera positivo, corresponde completar el estudio con una colonoscopia. Este estudio lo deben realizar tanto hombres como mujeres.



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¿Y en prevención? Se sabe que gran parte de los casos de cáncer colorrectal podrían evitarse si se actúa sobre los factores de riesgo vinculados al estilo de vida: evitar el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, así como llevar a cabo actividad física de manera regular y seguir una dieta rica en frutas y verduras, y baja en carnes rojas y alimentos procesados, puede disminuir el riesgo de presentar esta enfermedad.



Cáncer de páncreas

Ha sido la noticia oncológica del año: una investigación, liderada por Mariano Barbacid, desarrollada en el seno del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y publicada en la revista 'Cancer Cell', ha sido capaz de eliminar el cáncer de páncreas en ratones. La noticia es tanto más esperanzadora cuanto que nos habla de un tipo de tumor en el que tan solo sobrevive un 5% de pacientes cinco años después del diagnóstico.

“Me preocupa mucho dar falsas esperanzas -insistía una y otra vez Barbacid-. Tiene que quedar muy claro que no va a servir para las personas que en estos momentos tienen cáncer de páncreas”. Ahora prosiguen las investigaciones, en la esperanza de que los resultados obtenidos en ratones se puedan reproducir en humanos. De esa forma, tal vez en cinco o 10 años podríamos estar obteniendo curaciones en pacientes.

Su elevadísima tasa de mortalidad no es el único problema: a su ‘mala fama’ también contribuye el hecho de que, en su fase inicial, no suele producir ningún tipo de síntomas. Esto hace que, demasiado a menudo, cuando el paciente acude a consulta ya se encuentra en una fase avanzada de la enfermedad.



Cáncer hepático

Nos dicen cáncer de hígado y pensamos en cirrosis hepática. Es normal, al fin y al cabo la mayoría de los casos de cáncer hepático se desarrollan a partir de una cirrosis. Pero nos equivocamos cuando pensamos que el alcohol es siempre el culpable: a menudo, el desencadenante es un virus -infección por virus de la hepatitis B o C-, que irá destruyendo progresivamente el hígado.



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Pero también el hígado graso puede llevarnos hacia un cáncer hepático. Nos lo explica el doctor Salvador Augustin, hepatólogo del Hospital Vall d’Hebron (Barcelona): “En la mayoría de los pacientes, el hígado graso no tendrá mayores consecuencias. Pero en torno a un 20% de ellos desarrollará NASH, una enfermedad progresiva que provoca fibrosis hepática. Y la fibrosis es la antesala de la cirrosis”. También aquí es clave un diagnóstico precoz. “Necesitamos que la población conozca que esto puede suceder. Cada vez es más frecuente que se empiecen a diagnosticar hepatocarcinomas en pacientes que ni siquiera conocían que tenían una enfermedad del hígado”. La solución, asegura, pasa por realizar screenings sistemáticos. Necesitamos diagnosticar antes para poder prevenir.



Cáncer de esófago

Al igual que sucede con el cáncer hepático o el de páncreas, tampoco el cáncer de esófago produce síntomas en fases precoces de la enfermedad. En la mayor parte de las ocasiones, se diagnostica cuando los síntomas obligan al paciente a acudir al médico. Entre estos síntomas, el más frecuente es la disfagia, que provoca en el enfermo una dificultad para tragar y la sensación de que un alimento se ha quedado detenido en la garganta o en mitad del tórax.

Entre los factores de riesgo, nuevamente tenemos el consumo de tabaco y alcohol, así como dietas pobres en frutas y verduras, la ingesta habitual de bebidas muy calientes (pueden ir lesionando la mucosa del esófago) o la infección por el VPH. También es un factor de riesgo el padecer esófago de Barret, entidad en la que el esfínter que separa el estómago del esófago no funciona bien.



Cáncer de estómago

Dentro de la campaña para ayudar a difundir el conocimiento sobre los tumores digestivos, la FEAD ha querido dar a conocer en profundidad el cáncer gástrico, una neoplasia dos veces más frecuente en varones y que tiene una incidencia anual de cerca de 7.865 casos.



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“Uno de los mayores peligros del cáncer gástrico es que al no producir síntomas o que estos son poco específicos, el diagnóstico se realiza en etapas avanzadas o llega como consecuencia de pruebas relacionadas con otras enfermedades, por lo que el control de los factores de riesgo como tratamiento de la infección por Helicobacter pylori, evitar una dieta rica en sal y no fumar ni consumir alcohol son fundamentales para reducir su prevalencia”, explica la doctora San Juan Acosta.

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Reflujo y hernia de hiato: ¿cuándo conviene operar?
Decidir cuándo merece la pena pasar por quirófano en estos casos es una decisión importante, porque esta cirugía solo está indicada en pacientes bien seleccionados




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Una de las grandes dudas que rondan la mente de quienes tienen una hernia de hiato y sufren de reflujo gastroesofágico es la de si deberían o no pasar por quirófano. La cuestión que normalmente se plantean es la de si continúan tomando omeprazol de forma crónica o eligen someterse a una cirugía de la que probablemente han oído tanto opiniones positivas como negativas. Efectivamente, se trata de una intervención que, cuando está bien indicada, ofrece excelentes resultados; ahora bien, cuando se opera sin que haya una indicación clara de cirugía, los resultados pueden ser catastróficos.

Pero no adelantemos acontecimientos y centremos bien el asunto. Antes de nada, debemos entender que una hernia de hiato es una alteración anatómica que se produce “cuando la porción superior del estómago asciende hacia el tórax a través de una pequeña abertura que existe en el diafragma (hiato diafragmático)”, señala la doctora Maria Teresa Betés Ibáñez, especialista del Departamento de Digestivo de la Clínica Universitaria de Navarra. Nos encontramos, entonces, con una porción de estómago que, en vez de estar al nivel del abdomen, está en el tórax. esa porción es la hernia.

No todas las hernias de hiato provocan reflujo, ni todas las personas con reflujo tienen una hernia

Es lógico pensar que, en estas circunstancias, es más difícil evitar que los ácidos del estómago asciendan hacia el esófago. Ya sabemos que, en condiciones normales, tenemos una estructura, la unión esófago-gástrica, que impide que los alimentos que llegan al estómago puedan hacer el recorrido inverso. Pero, cuando hay una hernia de hiato, es fácil que esta función quede comprometida y que el paciente pueda sufrir reflujo.



Aquí hay que hacer una aclaración: por más que tendamos a identificar hernia de hiato con reflujo, son dos entidades diferentes. “Es cierto que una hernia de hiato favorece que se produzca reflujo gastroesofágico, pero no obliga a que se produzca, y tampoco todas las personas con reflujo tienen una hernia”, explica la doctora, y nos pone un símil que nos ayuda a entenderlo: “Un jugador de fútbol suele tener lesiones en la rodilla, pero no hace falta ser jugador de fútbol para tener una lesión, ni tampoco todos los jugadores la tienen”.




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Tan es así, que, aun cuando se estima que el 15% de la población española tiene una hernia de hiato, “la mayoría no tiene síntoma alguno -asegura el doctor Luis Miguel Benito de Benito, especialista en Aparato Digestivo-. A menudo se descubre su existencia de forma casual”. Y señala que, hace años, cuando las gastroscopias se hacían sin sedación, “era habitual que el propio estrés de la prueba provocara una torsión del estómago y se diagnosticara una hernia; años después, cuando estos mismos pacientes han vuelto a hacerse una gastroscopia, esta vez ya sedados, no había tal hernia”.

Reflujo, el síntoma estrella
En los casos en los que sí hay molestias, el síntoma estrella es el reflujo. También hay pacientes que refieren sensación de hinchazón o presión en el epigastro, como si se tuviera una bola bajo el esternón que dificulta el paso de los alimentos. “Pero esos síntomas, en realidad, pueden estar vinculados a espasmos del cardias, a estrés y a otros factores. Por eso es importante determinar cuánto grado de culpa tiene la hernia en esos síntomas. Es muy socorrido que se culpe a la hernia de todo cuanto pase en esa zona. Hay que tener mucho cuidado con no forzar las asociaciones”.

Con él coincide la doctora Betés, que insiste en la importancia de hacer “un muy buen diagnóstico, especialmente si te estás planteando una cirugía: las consecuencias de intervenir en casos en los que no había indicación pueden hacer que empeore mucho la calidad de vida del paciente”.

Operar en casos para los que no hay indicación puede empeorar mucho la calidad de vida del paciente

La idea, por tanto, es hacer una muy buena selección del paciente candidato a cirugía de hernia de hiato. Según la especialista de la CUN, hay dos grandes campos en los que nos podemos plantear esta intervención: “El primer caso es cuando hablamos de hernias muy grandes, en las que una gran parte del estómago está en el tórax y puede haber un compromiso de espacio para los pulmones o el corazón. La cirugía puede ser necesaria porque aparecen síntomas respiratorios o de arritmias cardiacas”.

El otro campo es el de intervenir para evitar el reflujo, y aquí también se pueden dar dos situaciones. Una de ellas es cuando la enfermedad por reflujo gastroesofágico es tan intensa, o sucede en periodos en los que el paciente no se da cuenta -por ejemplo, durante la noche-, que da lugar a esofagitis importantes, a úlceras. “Si eso ocurre, esa esofagitis puede ser una indicación de cirugía”. La otra situación es la más frecuente: hablamos de pacientes que no quieren seguir tomando de por vida fármacos y buscan la cirugía. Porque, no lo olvidemos, el reflujo es una enfermedad crónica.



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En el tratamiento del reflujo, nos explica el doctor De Benito, lo normal es hacer un abordaje escalonado: “Empezaríamos por medidas higiénico-dietéticas, que en algunos casos son suficientes, pero que, en la mayoría, se quedan cortas”. Se trata de prescindir, en lo posible, de aquellos alimentos que desencadenan con más facilidad el reflujo -como la grasa, chocolate, alcohol, bebidas carbonatadas, tomate, café, té…-, de dejar transcurrir un tiempo entre la cena y el momento de acostarse, masticar lentamente, evitar el sobrepeso…

El siguiente escalón pasaría por el tratamiento farmacológico, normalmente con inhibidores de la bomba de protones (omeprazol, pantoprazol, lansoprazol…). “Suelen funcionar muy bien, pero es importante que el paciente entienda que no evitan el reflujo: solo hacen que no sea ácido y que, por tanto, no te queme -continúa el doctor De Benito-. ¿Qué ocurre? Que, cuando dejan de tomarlo, les vuelve la acidez, los ardores”.

Los fármacos no evitan el reflujo: solo hacen que no sea ácido y que, por tanto, no te queme

Es ahí cuando puede surgir la tentación de operarse, sobre todo en pacientes jóvenes que no quieren estar toda la vida tomando omeprazol. “En esos casos es realmente importante que el médico determine que los síntomas de ese paciente son realmente por reflujo y que responde adecuadamente al omeprazol -advierte la doctora Betés-. Si nos encontramos con un paciente al que estos medicamentos no le sirven de nada, para poder aconsejarle que se opere es necesario que el médico esté absolutamente seguro de que el principal problema que tiene es el reflujo. Porque, en ese grupo de pacientes que no responden al omeprazol es donde encontramos la mayor parte de los casos en los que la cirugía no va bien”.



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También el doctor De Benito insiste en la importancia de que solo pase por cirugía el paciente que esté bien seleccionado. “Hay que tener mucho cuidado. Forzar una cirugía si no se ha estudiado bien al paciente es muy arriesgado. SI su problema no es el reflujo, hay un riesgo muy alto de que quede peor de lo que estaba, con disfagia, dificultad para tragar. Es cierto que esas enfermedades que no se resuelven con nada son las mismas en las que la cirugía no va bien”.

La conclusión, por tanto, es que se trata de una cirugía electiva y que no está indicada en todos los pacientes. En estos casos, es esencial ponerse en manos de especialistas que se aseguren bien de que se reúnen las condiciones adecuadaspara que el quirófano resuelva el problema. No tiene sentido basarse en las experiencias de conocidos -a los que puede que les haya ido bien o les haya ido mal-, puesto que se trata de una decisión que debe ser absolutamente individualizada.

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ALGÚN DIA LAS HAREMOS EN CASA

Las pastillas hechas con impresora 3D capaces de analizar tu microbiota
La ciencia avanza por momentos y ahora, gracias al invento de un grupo de investigadores estadounidenses, las técnicas invasivas para comprobar dónde está situada nuestra flora intestinal serán innecesarias



Álvaro Hermida
CONTACTO
Mie, 31 Jul 2019



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Aunque parezca que la ciencia médica está muy avanzada, todavía hay muchos aspectos que desconocemos. Uno de ellos es la microbiota. Ingentes cantidades de dinero, tiempo y recursos humanos son invertidos a diario de forma global para investigar los efectos que los billones de bacterias que pueblan nuestro intestino tienen sobre el organismo. Por poner un ejemplo, sabemos que el hígado, al descomponer los glóbulos rojos que son tan viejos que han perdido la capacidad de transportar oxígeno, libera una sustancia llamada bilirrubina. El problema es que esta es reconocida como 'amiga' por nuestra pared intestinal, por lo que vuelve a nuestro torrente sanguíneo. Es necesaria la acción de las proteasas de diferentes bacterias anaerobias intestinales para convertirla en urobilinógeno, que acaba convirtiéndose en estercobilina, lo que le da su característico color marrón a las heces. Dicho de otro modo: el marrón de nuestros desechos es sangre vieja procesada de la que no nos podríamos desprender sin esas bacterias fundamentales.

Pero no es solo eso. En los últimos años se ha asociado el estado de la microbiota adeterminados tipos de enfermedades y cambios en nuestro organismo, como una menor acción de nuestro sistema inmune e incluso a enfermedades neurodegenerativas como el párkinson.


"Hasta ahora no teníamos formas no invasivas de localizar la microbiota en el tracto digestivo"


Poder conocer absolutamente todos los datos relevantes sobre la microbiota de los enfermos, principalmente la cantidad de bacterias y el tipo dentro de sus intestinos es fundamental y, por suerte, un grupo de investigadores de la Universidad de Tufts en Estados Unidos, liderados por el profesor Sameer R. Sonkusale, han sido capaces de crear con una impresora 3D una cápsula capaz de analizar la composición y población de nuestra flora intestinal.


Hasta ahora la única forma que tenían tanto investigadores como médicos de conocer estos datos era a través del análisis de muestras fecales de los pacientes. Esto, por supuesto, limitaba enormemente la cantidad de información. Era como averiguar la receta de una lasaña teniendo delante tan solo la fotografía del resultado final.

Una vez creado su invento, se ha puesto a prueba tanto in vitro como in vivo con la ayuda de cerdos y primates. De todos modos, más investigación es necesaria para determinar si la píldora puede ser utilizada de forma rutinaria en seres humanos.



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Cuando existe un desequilibrio importante en la composición de nuestra flora intestinal, tiene lugar un proceso llamado disbiosis, el cual está asociado con inflamación, susceptibilidad a las infecciones y la exacerbación de otras condiciones médicas preexistentes, como determinados tipos de cáncer. Poder determinar si este proceso de disbiosis está teniendo lugar antes de que se presenten los síntomas, podría suponer una mejora sustancial del tratamiento para miles de pacientes en todo el mundo.

"Estamos aprendiendo un montón acerca del rol de la microbiota en la salud y también en las enfermedades. Aún así, conocemos muy poco acerca de su 'biogeografía'", explica el profesor Sameer Sonkusale. Y continúa: "La pastilla será capaz de mejorar nuestro entendimiento sobre el rol que juega la distribución espacial del microbioma y así avanzar hacia nuevos tratamientos y terapias para un gran número de enfermedades y condiciones médicas".


Cómo funciona

Su creación se puede llevar a cabo con una impresora 3D (especializada, por supuesto. No podemos intentarlo en casa, todavía). La superficie de la píldora está recubierta con una capa sensible al pH, con la intención de que se disuelva cuando ya haya entrado en el intestino delgado y abandonado el mortal baño de ácido estomacal. Dentro de la píldora existen dos cámaras independientes. La primera está compuesta por membranas helicoidales diseñadas para 'capturar' bacterias y la otra llena de sal de calcio. Esta cámara está diseñada para crear un flujo osmótico a través de la membrana que 'tira' de las bacterias que han sido recolectadas antes. Esto permite que queden organizadas por 'antigüedad' en las hélices, haciendo un mapa de las diferentes partes de nuestro intestino.


"El diseño lo hace increíblemente fácil de utilizar, suponiendo un riesgo minúsculo para el paciente, pero proporcionando una cantidad enorme de información para nosotros", explica Giovanni Widmer, profesor de enfermedades infecciosas de la Universidad de Tufts y coautor del estudio. Otro investigador, Hojatollah Rezaei Nejad, explica que "hasta ahora teníamos tecnologías avanzadas para secuenciar el ADN de la microbiota, pero no una forma no invasiva de localizarla en el tracto intestinal".

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FÁCIL, BARATO Y RÁPIDO
Un análisis de heces podrá detectar tu riesgo de sufrir cáncer de colon
Es una afección de la que, según la Sociedad Española de Oncología Médica, en 2019 se diagnosticarán 44.900 nuevos casos. Si pudiéramos detectarla antes, muchas vidas se salvarían. Y una simple prueba podría ser la solución


Álvaro Hermida
CONTACTO
Mar, 08 Oct 2019


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"Más vale prevenir que curar". Esta frase hecha tiene más relevancia de lo que parece. Planteémonos por un momento, desde un punto de vista completamente económico, las consecuencias de las campañas de prevención del cáncer como la eliminación de ciertos agentes mutagénicos tanto en alimentos como en materiales de construcción en los últimos 50 años. Es difícil estimarlo, pero la enorme cantidad de recursos ahorrados en cirugías, quimioterapias, radioterapias, paliativos... tienen un valor económico astronómico. A eso, por supuesto, hay que sumarle lo más valioso de todo, el tiempo de vida de los pacientes, que también puede ser valorado de forma económica (aunque esto implica una cierta falta de empatía).

American Cancer Society, "aquellas personas que tienen un riesgo promedio de padecerlo, deberán comenzar las pruebas de detección periódicas a partir de los 45 años de edad".


El problema es que, como explica la doctora Lopa Mishra, directora del Center for Translational Medicine en el GW Cancer Center: "La incidencia del cáncer de colon está aumentando en la gente joven. Las guías actuales recomiendan revisar a aquellos adultos de más de 50 años de edad, pero a día de hoy estamos viendo que el 15% de los casos son de personas que todavía no han cumplido esta edad".



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Por ello, esta doctora y el resto de su equipo de la George Washington University, en Estados Unidos, han llevado a cabo un estudio con el objetivo de identificar nuevas vías para detectar precozmente esta afección. Y la respuesta es la de siempre: la microbiota.

"Teníamos la hipótesis de que la dieta y sus efectos en el microbioma juegan un gran papel en el cáncer de colon, por eso centramos ahí nuestro estudio". Los investigadores observaron las interacciones entre las proteínas 'mutantes' que se encuentran en los humanos con cáncer de colon, que bloquean una de las vías que regulan la proliferación y expansión de las células. Descubrieron que este bloqueo aumenta la cantidad de determinadas especies bacterianas asociadas con el desarrollo de cáncer de colon.

"Nuestros siguientes pasos serán explorar en detalle este efecto en una muestra poblacional mayor, para que en el futuro, los pacientes jóvenes solo tengan que analizar sus muestras fecales con el objetivo de encontrar esos microbios y así establecer una probabilidad de riesgo de padecer cáncer de colon, y así prevenir (o tratar directamente) esta afección.

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