Robo. Anécdotas de tiendas.
- AutorYosifina
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Ojalaaa vuelva!!!!!
Cómo se llama el otros o los otros hilos ya sabéis....para conocerla un poco mejor?
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Se te comprende.., yo el hilo de Naranja lo leí como s*x* citríco y pensé... de las dos cosas entiende la muchacha
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Donde lo defiendo yo? solo matizó grados y cisrcustancias, en fin
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Pues puede que sea troll puede que no ,anda que no veo abusrdeces en la vida y en la mía tambien, a mi me da ternura yosifina,me pasa con algunas personas aunque digan cosas con las no este de acuerdo y algunas hasta idioteces.
Me he leído todo el hilo. Simplemente maravilloso. Yo dudo si es troll o no, aunque la realidad supera la ficción.
Y dicho esto, yo también quiero aportar mis anécdotas.
Soy la típica persona que si tuviera que robar para comer lo pasaría fatal porque aún sin haber hecho nada, si pito me pongo a temblar como una estúpida.
Cuando tenía 11 años fuimos con el grupete que nos juntábamos en el barrio a comprar la merienda a la panaderia y unos cuantos empezaron a distraer a la dependienta mientras los otros se llenaban los bolsillos de chucherías. Ahí fue cuando uno me instigó a "coger que es gratis". Yo, que ya era una pardilla y pringada de manual y no quería que mi fama siguiera creciendo, extendí mi mano temblorosa y sudorosa y, aunque por dentro estaba cagada, para hacerme la chula igual que el citado niño fumeta del diario de Patricia, me hice con mi botín: un chicle de fresa de 5 céntimos o pesetas, ya ni me acuerdo si ya habíamos cambiado al euro. Acto seguido miré al resto de mangantes con cara de chunga para dejar claro lo malota que era.
Salí de la Panaderia triunfante, pensando que tras mi gloriosa hazaña ya me había ganado el respeto de todos pero no, seguí siendo la misma pardilla pringada de siempre, así que me sentí la persona más miserable del mundo por haber cogido ese asqueroso chicle de mierda.
Hasta ahí llegó mi carrera como choriza profesional.
En otra ocasión, ya con mis ventipico, estaba de tiendas con un amigo y entramos en un calcedonia. Le comenté a la chica lo que estaba buscando y muy amable me dio varias opciones, así que me metí al probador con varios leggins.
Una vez decidido lo que me iba a llevar (pagando por supuesto, recordemos que mi carrera como choriza fracasó con 11 años al no obtener el merecido reconocimiento) como llevaba 2 iguales en distintas tallas, me puse en una mano la talla correcta y para no confundirme, me colgué en el hombro el que tenía que devolver a la dependienta y en la otra mano otros pares de leggins distintos también para devolver.
Mientras salía del probador y comentaba con mi amigo lo que me quedaba y lo que no, entró un policia a la tienda y le dijo a la dependienta que estaban haciendo ronda porque habían recibido varios avisos de tiendas de la zona de que había un grupo de amigos de lo ajeno rulando por allí y que estuviera alerta, a lo que mi amigo y yo nos acercamos al mostrador (en ese momento estábamos solo nosotros, estaba la tienda vacía) y nos ponemos a comentar el asunto: que vaya tela, que si es que hay gente para todo, que menudos chorizos... Total, que el policia se va y nosotros nos quedamos un ratito de palique con la dependienta hasta que pago los leggins y nos vamos.
Cuando llevamos como 5 minutos caminando se me cae algo al suelo y al girarme me doy cuenta de que son los leggins que me había colgado al hombro para devolver (que eran los mismos que había comprado pero en otra talla). Con todo el tema del policia, el palique con la dependienta y tal, se me olvidó completamente que los llevaba ahí colgados y en todos sus morros me había ido yo tan fresca con ellos sin que se diera ni cuenta después de haber puesto a parir a la gente que se dedica a robar en tiendas. Con dos cohones!
Roja como un tomate y muerta de la vergüenza, salí escopeteada para la tienda a devolverlos mientras mi buen amigo, Pepito grillo él donde los haya, me decía que él, si fuera yo, no los devolvía; unos leggins de 25 euracos que encima te levantan el culamen por la face.
Pero no amigas, esta vez no me iba a dejar llevar por las malas influencias; la hazaña del chicle me había marcado de por vida y ya no teníamos edad de hacernos los chulos por ser malotes (o sí, quien sabe). Así que devolví los leggins y me acordé de mi madre, esa mujer que cuando la dependienta se equivoca y le da cambio de más, se hace el camino de vuelta a la tienda para devolver lo que no es suyo y pensé que se sentiría orgullosa de mi.
Ahí amigas, ahí fue cuando me sentí poderosa y triunfadora.
Cuando llegué a casa y con el pecho hinflado le conté mi hazaña y todo lo que había aprendido de sus enseñanzas, su respuesta fue: "Serás tonta, me los podías haber traído para mi".
Y retrocedí a mi infancia otra vez, al momento en el que aquel maldito chicle de fresa me hizo sentirme una mala persona . Y me sentí una pringada pero esta vez por no haber aprovechado la oportunidad. "Es que tú no querías robar, pero ya que te los habías llevado por error pues te los quedas" repetía Pepito Grillo para meter mas el dedo en la llaga.
¿Moraleja? Honrada o choriza da igual, voy a ser una pringada toda la vida
Y dicho esto, yo también quiero aportar mis anécdotas.
Soy la típica persona que si tuviera que robar para comer lo pasaría fatal porque aún sin haber hecho nada, si pito me pongo a temblar como una estúpida.
Cuando tenía 11 años fuimos con el grupete que nos juntábamos en el barrio a comprar la merienda a la panaderia y unos cuantos empezaron a distraer a la dependienta mientras los otros se llenaban los bolsillos de chucherías. Ahí fue cuando uno me instigó a "coger que es gratis". Yo, que ya era una pardilla y pringada de manual y no quería que mi fama siguiera creciendo, extendí mi mano temblorosa y sudorosa y, aunque por dentro estaba cagada, para hacerme la chula igual que el citado niño fumeta del diario de Patricia, me hice con mi botín: un chicle de fresa de 5 céntimos o pesetas, ya ni me acuerdo si ya habíamos cambiado al euro. Acto seguido miré al resto de mangantes con cara de chunga para dejar claro lo malota que era.
Salí de la Panaderia triunfante, pensando que tras mi gloriosa hazaña ya me había ganado el respeto de todos pero no, seguí siendo la misma pardilla pringada de siempre, así que me sentí la persona más miserable del mundo por haber cogido ese asqueroso chicle de mierda.
Hasta ahí llegó mi carrera como choriza profesional.
En otra ocasión, ya con mis ventipico, estaba de tiendas con un amigo y entramos en un calcedonia. Le comenté a la chica lo que estaba buscando y muy amable me dio varias opciones, así que me metí al probador con varios leggins.
Una vez decidido lo que me iba a llevar (pagando por supuesto, recordemos que mi carrera como choriza fracasó con 11 años al no obtener el merecido reconocimiento) como llevaba 2 iguales en distintas tallas, me puse en una mano la talla correcta y para no confundirme, me colgué en el hombro el que tenía que devolver a la dependienta y en la otra mano otros pares de leggins distintos también para devolver.
Mientras salía del probador y comentaba con mi amigo lo que me quedaba y lo que no, entró un policia a la tienda y le dijo a la dependienta que estaban haciendo ronda porque habían recibido varios avisos de tiendas de la zona de que había un grupo de amigos de lo ajeno rulando por allí y que estuviera alerta, a lo que mi amigo y yo nos acercamos al mostrador (en ese momento estábamos solo nosotros, estaba la tienda vacía) y nos ponemos a comentar el asunto: que vaya tela, que si es que hay gente para todo, que menudos chorizos... Total, que el policia se va y nosotros nos quedamos un ratito de palique con la dependienta hasta que pago los leggins y nos vamos.
Cuando llevamos como 5 minutos caminando se me cae algo al suelo y al girarme me doy cuenta de que son los leggins que me había colgado al hombro para devolver (que eran los mismos que había comprado pero en otra talla). Con todo el tema del policia, el palique con la dependienta y tal, se me olvidó completamente que los llevaba ahí colgados y en todos sus morros me había ido yo tan fresca con ellos sin que se diera ni cuenta después de haber puesto a parir a la gente que se dedica a robar en tiendas. Con dos cohones!
Roja como un tomate y muerta de la vergüenza, salí escopeteada para la tienda a devolverlos mientras mi buen amigo, Pepito grillo él donde los haya, me decía que él, si fuera yo, no los devolvía; unos leggins de 25 euracos que encima te levantan el culamen por la face.
Pero no amigas, esta vez no me iba a dejar llevar por las malas influencias; la hazaña del chicle me había marcado de por vida y ya no teníamos edad de hacernos los chulos por ser malotes (o sí, quien sabe). Así que devolví los leggins y me acordé de mi madre, esa mujer que cuando la dependienta se equivoca y le da cambio de más, se hace el camino de vuelta a la tienda para devolver lo que no es suyo y pensé que se sentiría orgullosa de mi.
Ahí amigas, ahí fue cuando me sentí poderosa y triunfadora.
Cuando llegué a casa y con el pecho hinflado le conté mi hazaña y todo lo que había aprendido de sus enseñanzas, su respuesta fue: "Serás tonta, me los podías haber traído para mi".
Y retrocedí a mi infancia otra vez, al momento en el que aquel maldito chicle de fresa me hizo sentirme una mala persona . Y me sentí una pringada pero esta vez por no haber aprovechado la oportunidad. "Es que tú no querías robar, pero ya que te los habías llevado por error pues te los quedas" repetía Pepito Grillo para meter mas el dedo en la llaga.
¿Moraleja? Honrada o choriza da igual, voy a ser una pringada toda la vida
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SPOILER: Victoria's Secret ha quebrado...
No me extraña, pero qué pena, los perfumes son una maravilla... Salí anestesiada jaj
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Yo entré en el Victoria’s Secret que abrieron en Málaga y... que yo no soy aquí la reina de la moda, ni me esperaba lo que llevan en las pasarelas, pero las bragolas de Modas Pepi 2004...
