Recopilacion de Videos Interesantes sobre Felipe y Letizia

Ella es un fiel reflejo de los gustos distorsionados y extraños de él.Son la peor representación posible de España.Aunque como está todo..... de merde...es posible que representen esa parte vomitiva.


Pues sí. Pero los gustos de él son privados y allá cada cual con lo suyo, siempre que no se haga daño a terceros.

El problema, yo creo, es que él ha intentado aunar sus gustos con sus obligaciones y el resultado ha sido un auténtico desastre porque su persona privada está en el polo opuesto de su persona pública.

Tiene gustos zafios y vulgares, pero es un individuo que representa a la clase dominante, con todo lo que ello conlleva de servidumbre en la esfera pública -modales, vestimenta, comportamiento social, etc. Al haber intentado echar esos dos ingredientes en el mismo plato la ha pifiado y la personificación de esa cagada galáctica es la maricacas.
 
El último de Sir P.
De verdad es que tenemos a un completo imbécil por rey y a una ljnjfjfjcelxicjfnjsjx como su mujercita.


Menos mal que está preparado ,que no se de el caso que tengamos que aplicar el "dime de que presumes...
El vestuario de la señora me interesa mas bien poco igual que su físico. pero hoy me han llamado la atención dos cosas . En el desfile hay algunas imágenes que de tan ajustado que lleva el traje parece de" neopreno"pegado a la piel y otra , la sonrisa y el gesto tirada para atrás andando, se parece a un actor de la serie "lo que se avecina"
 
OTRA QUE TAL BAILA, SON DOS IMBÉCILES, IMPRESENTABLES..... BUENO TODO MENOS PREPARADOS PARA ACTOS SERIOS... QUE VERGÛENZA DE REPRESENTANTES DE ESPAÑA, DE MIERDA, UNA CLOACA TENEMOS AQUI, ES QUE AVERGÛENZAN A CUALQUIER REPRESENTANTE SERIO DE OTRO PAIS.
 


A UN ROYAL SE LE OFRECEN PALMAS, VÍTORES Y HURRAS SINCEROS, PERO JAMÁS PUEDE UN ROYAL ENMENDARSE A CAER EN ELLOS.

El aplauso es una costumbre grecoromana antigua pero propia de la muchedumbre populachera, es la auténtica "vox populi" dígase lo que se diga, que no sabiendo persuadir con el don de la oratoria, produce ruido de estruendo con lo primero que tiene a mano, que son, precísamente eso, las manos. En otras ocasiones, cuando no merece la pena el ruido o la grita, se acude a la expresión visual más encandilante que es el fuego. Así cuando un vocalista deletrea con gorgeos musicales alguna pieza de elevada carga poética y sentimental, suele el populacho encender mecheros o velas para batirlas suavemente en el etéreo espacio. En el santuario de nuestra Señora de Lourdes en Francia, los piadosos fieles encienden antorchas, antes que prorrumpir en aplauso invasor ante la presencia de la Virgen, como sí harían en el Vaticano, al paso del papamóvil, costumbre mundana que se ha extendido desde hace unas décadas. Como quiera que sea, es un vicio del populacho que sirve como aclamación de asentimiento. De ahí que jamás debiera estar entre los gestos de un royal. De hecho no lo está en los usos de los monarcas de la monarquía teocrática Vaticana, que saben mucho y desde siglos de los arcanos simbólicos del ejercicio del poder. A un royal se le ofrece un viva o un hurra, no una palma manual, ni un bravo y menos un pito y, desde luego, no que no admite la razón es que sea el propio royal quien así se conduzca, como contemplamos en la videola. La única excepción se daba en los bailes de palacio, cuando se aplaudía para pedir música a los concertinos, en fiestas que no constituían actos públicos ni sometidos al protocolo de la ceremonia. En la fiesta de lidiar toros es cosa graciosa que, ante un morlaco que mansea incluso en tablas (que es la peor de las mansedumbres), el populacho tendido sobre las talanqueras o sobre las gradas, prorrumpa en tres aplausos rápidos seguidos de uno espaciado, al canto de otro toro, otro toro, otro toro, incluso acompañado de una graciosa pieza tocada por los dulzaineros, lo que causa gran estrechez en el corbatín de los matadores de toros, cuya taleguilla parece desaparecer por la entrepierna.

Peor que el aplauso es el palmoteo, vicios nefandos ambos cuando se ejecutan por un royal, porque si el ápice del cuerpo social que es la monarquía no puede sino ser lisonjeada, menos habría de serlo a sí propia por medio del palmoteo hacia los súbditos. En las funciones líricas y filarmónicas se lucha siempre contra esta plaga egipcíaca, porque todo aplauso es improcedente en medio de una cadencia de música, mucho más lo era antiguamente en la ejecución de calderones con solo, o en las arias, una vez concluso el allegro, era insoportable el pantano de vulgaridad en el que un palmoteo sumerge a las variaciones de canto corto y delicado, para el que tantos desvelos durante meses de ensayo ha necesitado el ejecutante.

El prudente y avisado jamás se arriesga a tomar la iniciativa para disturbar al reunido con un palmoteo molesto, como el que ejecuta Felipe El Preparao en la videola, sino que, asido de madurada inteligencia, espera a unirse, si acaso, a las lumbreras de la sala que tomen la iniciativa para aplaudir. Pero nunca jamás anidará en la conducta de un royal este nefando vicio del populacho, que es aplaudir, dar palmas o atacar al mundo con palmoteos de basto. Y si no hay manera de cumplir con estas máximas del protocolo, será menester recordar que para descansar de la noble fatiga de ser buenos, delicados y corteses, no hay más tiempo que el que podamos destinar al sueño.

Fuente del recurso videográfico, excepto edición, textos y música: Universidad de Salamanca (España), egregia institución a quien agradecemos sinceramente desde lo más hondo de nuestros corazones.
 

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