Primas que os sentís gordas, feas, viejas… ¡A las armas!

Yo hace un año, después de 20 años de teñirme , decidí dejar las canas al aire y ver qué pasaba, que para eso ya tenía 40 años y era una "señora" 🤣. Y ahí están, 4 contadas por la cabeza y el resto por las sienes al más puro estilo Carlos Menem. La verdad es que en mi vida había tenido el cabello tan sano y sin encrespar. Y el maquillaje...bendita pandemia!! Yo era de las que se maquiilaban hasta para sacar la basura y el hecho de trabajar en sanidad y tener de llevar doble mascarilla si o si me destrozaba la cara por mucha doble limpieza así que dejé de maquillarme. Y oigan...he ganado en tiempo por la mañana, que con dos niñas pequeñas se agradece.😁
Lo que si que no voy a hacer es ir sin sujetador por la calle. La naturaleza no me ha dotado de dos t*tas bien puestas ni tampoco de forma bonita y el haber dado pecho dos veces (la última casi 4 años seguidos) han hecho que mis t*tas sean pelleringues colgando a límites nunca vistos y la ropa como que no luce. Más que sujetador, son una faja para mí. Eso si,a la que llego a casa....free t*tas!!!🤣🤣🤣
 
Hace mucho tiempo me di cuenta de la gran trampa en la que habíamos caído las mujeres. Una trampa urdida por muchos entes distintos y que tiene múltiples beneficios para el capital: la trampa de la belleza femenina.


Desde hace algunos años se nos bombardea por tierra, mar y aire con el objeto único de hacerte sentir gorda, fea o vieja. O las tres cosas. Lo único que nos faltaba eran ya las redes sociales, cumbre del postureo máximo.


Estamos obligadas a obedecer a unos cánones de belleza irreales e imposibles. Tenemos prohibido engordar ni un gramo, tener una arruga, un michelín, piel de naranja, granos, pecas, canas, vello corporal, papada, manchas… qué os voy a contar. La trampa es de tamaño tal, que es absolutamente imposible sentirse guapa. Te miras en el espejo y cuando no te pasa una cosa, te pasan veinte.


¿Y a quién beneficia este estándar de belleza femenina inalcanzable? Se me ocurre que:





1. A los gimnasios. Ahora hay que entrenar a diario, y a ser posible con un entrenador personal. Es como si te prepararas para una olimpiada. Quizá sería más sano salir a caminar o montar un rato en bici por el parque, pero esto no va de salud, esto va de machacarse para intentar borrar el paso del tiempo de tu cuerpo. Esos alerones que cuelgan bajo los brazos pueden ser la risión en la boda de tu amiga que es dentro de dos meses. A machacarse tocan.



2. A los fabricantes, diseñadores y vendedores de ropa. Si queréis os recuerdo que uno de los tipos más ricos de este país es un vendedor de ropa, que por cierto es viejo, feo, calvo y gordo. Sus estándares para forrarse no se los aplican nunca a sí mismos, qué curioso.

Os parecerá una tontería, pero reducir el tamaño de las tallas (cada año una talla 42 es más pequeña, misterios) supone millones de euros de ahorro en tela para el fabricante. Que eso provoque anorexia y depresiones es algo que les trae sin cuidado.



3. A los cirujanos plásticos. ¿Hace falta que os diga que no hay ninguno pobre, ni con escrúpulos?



4. A los dentistas. Antes valía con tener los dientes sanos y limpios. Ahora tus dientes tienen que brillar en la oscuridad y estar alineados como si fueran las teclas de un piano, o eres una miserable pobretona y fea que no merece vivir.



5. Al heteropatriarcado. Somos mayoría en las universidades, somos mayoría en los puestos que se consiguen por oposición y en igualdad de condiciones las mujeres ganamos… de alguna manera nos tenían que cortar las alas. Llenarnos de miedos e inseguridades les beneficia, es más fácil dominar a una mujer que se siente gorda y fea que a una mujer segura de sí misma.


Además, estar en dieta perpetua y pasando hambre ayuda a que nuestro cerebro funcione peor, estar más triste y menos vital, y a que no podamos focalizar nuestros esfuerzos en mejorar en los estudios o en el trabajo.


Por otra parte, las inseguridades nos dividen. Nos odiamos y nos tenemos envidia unas a otras. Nos despellejamos por medio kilo de más o de menos. Sería peligrosísimo para el heteropatriarcado que las mujeres estuviésemos unidas, fuertes, dispuestas a ayudarnos unas a otras. Nos los comeríamos con patatas en todo momento. Es imprescindible debilitarnos, aislarnos y dividirnos.


6. A los fabricantes y vendedores de cosméticos y cremas varias. Ahora con catorce años ya tienes que ir al instituto maquillada como una puerta. Por si no os habíais fijado, la mayoría de nosotras somos mucho más guapas sin maquillaje que maquilladas, ahí tenéis Supervivientes para comprobarlo. Pero estamos inseguras, porque nos han enseñado que de forma natural somos defectuosas. ¿Dónde vas a ir con esos ojos tan pequeños? ¿Y esa boca tan horrible? ¿Y estos pómulos? ¡Todo eso hay que disimularlo, que nadie sepa lo fea que soy en realidad!


7. A los hombres. Cuanto más fea, defectuosa e insegura te sientas, más probable será que aceptes tener a tu lado a un orangután. Lo habéis visto en vuestro entorno, cuántas veces nos hemos dicho ¿pero dónde va fulanita con semejante imbécil?

También será más fácil que aceptéis los cuernos en cuanto paséis de 35 y os hagan sentir como si la vida se hubiese acabado. Nos han robado el derecho a envejecer, y a ser amadas en la vejez.




Prima, nuestra revolución, la verdadera revolución feminista, es reclamar nuestro derecho a sentirnos óptimas, bellas, completas, fuertes y perfectas, así tal cual somos, sin retoques ni disfraces. Nuestra libertad pasa por amarnos, y amarte es respetar tu cuerpo y defenderte de quien te quiere convencer de que eres defectuosa.




¿Qué podemos hacer? Al menos ser conscientes de esta trampa, ese es el primer paso. Darnos cuenta de la gran mentira de la belleza que se nos impone. Y después, aprender a salir de ella.




¿Qué vas a hacer tú para liberarte?
No me deja copiar el texto, pero os dejo el enlace. Justo lo que dice @YalodijoLola, nos lo desarrollaron pero con el tema del fitness
 
A quien le beneficia? Al mercado que nos tiene deprimidas y comprando como locas

Odio las influencer q son gente, q en mi opinion no tiene nada mas interesante que hacer que pasarse el dia mirandose al espejo, y buscando el mejor angulo de la foto, no aportan nada a la sociedad, solo crear a las demas complejos e inseguridades

Me gusta verme guapa en el espejo, pues claro, pero creo que me gusta mar estar comoda.

Yo me he dejado las canas, basicamente porque soy algo alergica a los tintes y no me apetece martirizarme.

Los tacones los abandone hace mucho tiempo, seguia comprandolos, pero luego cuando me arreglo siempre me voy a lo mas comodo, porque me gusta andar. Recuerdo una amiga que siempre salia en coche para poder usar tacones imposibles. Yo salgo y me gusta poder andar, poder bailar ...

Estoy volviendome vieja y algo mas gorda, pero es lo que tiene la edad, pero como dice una prima eso no necesariamente significa fea, solo acorde con tu edad.

Me maquillo entre poco y poquisimo, mucho menos que cuando tenia estaba en mis 20, y como tengo una presbicia importante, hacerme la raya del ojo es imposible.

Tengo una edad en la que tengo que elegir entre tomarme una cerveza fresquita o tener un vientre mas plano, el fin de semana decidi rendirme, joder que no curro de top model, que me paso mas de 8h al dia enfrente del ordenador.

Sobre el gym? yo me fastidie la espalda con pesas asi (bodypump) que lo hago con cuidadito, de los entrenadores personales me fio a medias (y de los. que ponen dietas aun menos). Ahora me dedico al pilates y a dar paseos. No soy top model, asi que con tener un peso saludable y no perder agilidad deberia de sentirme feliz. A mi edad una talla 40 no me parece preocupante cuando tu genetica no es de ser hiper delgada, que me gustaria usar una 36/38 como a mis 20, pues claro que si, pero es q tengo casi 50 y un trabajo sedentario.

Pd. no tengo instagram y no publico mis fotos en redes!!
Cierto, nos gastamos dinero en alimentos dietéticos, supuestamente sanos y nos da miedo comer algo con azúcar o calórico por si engordamos. Yo no voy a tener la tripa plana por mi endometriosis, pero si me cuido muchísimo la alimentación, casi plana. ¿Y a costa de qué? Estoy tratando de encontrar el equilibro. También es cierto que tenía a mi madre y a mi ex machacándome si engordaba un poco. Soy culona y tetona, nunca me meteré en una talla 36 ni matándome de hambre y a ejercicio.

Me gusta verme guapa, de ahí que me compre ropa que me siente bien.

Hace años dejé los tacones. Para mí eran una tortura por imposición de mi ex. Y el cómo no vas a llevar tacones a una boda. Al romer con mi ex, hace siete años, tiré los tacones a la basura.

Hago yoga, voy a andar y empecé a hacer pesas pero con cuidado. Lo primero que digo es que tengo la espalda operada. Igual no puedo levantar más de tres kilos, me da igual. Lo que me importa es que cada vez que hago yoga o pesas, me da un chute de autoestima.
 
Otra que desterró el maquillaje para siempre, la base, ni un día más: mi piel es la que es y ya. hidratar y protección y listo. La tengo hasta más lozana.

A mi las canas, me molestan. me tiño, ni más ni menos
y el suje lo llevo al igual que la combinación/ enaguas para que la ropa siente mejor, desde mi punto de vista.

Las modas cada vez menos: voy a calidad más que a cantidad. Estoy en la búsqueda del armario capsula perfecto.

Y voy al gym pq me apetece, ni cuerpo ni músculos, para mi es reparador a nivel mental. Necesito soltar presión y el deporte: gym, caminar, et me ayudan
 
desde siempre me negué a usar filtros en IG

Los filtros no son más que una trampa que abre la caja de complejos. te ponen bellisima, una version mas pivona de ti pero que no eres tu....

Y eso desencadena en inseguridades, frustraciones, no aceptar la realidad ( la piel tiene poros, imperfecciones, el contouring no viene de fabrica....) y también provoca que la gente se sienta más animada a ir al cirujano ya que desean ser como la del filtro....
 
Hace mucho tiempo me di cuenta de la gran trampa en la que habíamos caído las mujeres. Una trampa urdida por muchos entes distintos y que tiene múltiples beneficios para el capital: la trampa de la belleza femenina.


Desde hace algunos años se nos bombardea por tierra, mar y aire con el objeto único de hacerte sentir gorda, fea o vieja. O las tres cosas. Lo único que nos faltaba eran ya las redes sociales, cumbre del postureo máximo.


Estamos obligadas a obedecer a unos cánones de belleza irreales e imposibles. Tenemos prohibido engordar ni un gramo, tener una arruga, un michelín, piel de naranja, granos, pecas, canas, vello corporal, papada, manchas… qué os voy a contar. La trampa es de tamaño tal, que es absolutamente imposible sentirse guapa. Te miras en el espejo y cuando no te pasa una cosa, te pasan veinte.


¿Y a quién beneficia este estándar de belleza femenina inalcanzable? Se me ocurre que:





1. A los gimnasios. Ahora hay que entrenar a diario, y a ser posible con un entrenador personal. Es como si te prepararas para una olimpiada. Quizá sería más sano salir a caminar o montar un rato en bici por el parque, pero esto no va de salud, esto va de machacarse para intentar borrar el paso del tiempo de tu cuerpo. Esos alerones que cuelgan bajo los brazos pueden ser la risión en la boda de tu amiga que es dentro de dos meses. A machacarse tocan.



2. A los fabricantes, diseñadores y vendedores de ropa. Si queréis os recuerdo que uno de los tipos más ricos de este país es un vendedor de ropa, que por cierto es viejo, feo, calvo y gordo. Sus estándares para forrarse no se los aplican nunca a sí mismos, qué curioso.

Os parecerá una tontería, pero reducir el tamaño de las tallas (cada año una talla 42 es más pequeña, misterios) supone millones de euros de ahorro en tela para el fabricante. Que eso provoque anorexia y depresiones es algo que les trae sin cuidado.



3. A los cirujanos plásticos. ¿Hace falta que os diga que no hay ninguno pobre, ni con escrúpulos?



4. A los dentistas. Antes valía con tener los dientes sanos y limpios. Ahora tus dientes tienen que brillar en la oscuridad y estar alineados como si fueran las teclas de un piano, o eres una miserable pobretona y fea que no merece vivir.



5. Al heteropatriarcado. Somos mayoría en las universidades, somos mayoría en los puestos que se consiguen por oposición y en igualdad de condiciones las mujeres ganamos… de alguna manera nos tenían que cortar las alas. Llenarnos de miedos e inseguridades les beneficia, es más fácil dominar a una mujer que se siente gorda y fea que a una mujer segura de sí misma.


Además, estar en dieta perpetua y pasando hambre ayuda a que nuestro cerebro funcione peor, estar más triste y menos vital, y a que no podamos focalizar nuestros esfuerzos en mejorar en los estudios o en el trabajo.


Por otra parte, las inseguridades nos dividen. Nos odiamos y nos tenemos envidia unas a otras. Nos despellejamos por medio kilo de más o de menos. Sería peligrosísimo para el heteropatriarcado que las mujeres estuviésemos unidas, fuertes, dispuestas a ayudarnos unas a otras. Nos los comeríamos con patatas en todo momento. Es imprescindible debilitarnos, aislarnos y dividirnos.


6. A los fabricantes y vendedores de cosméticos y cremas varias. Ahora con catorce años ya tienes que ir al instituto maquillada como una puerta. Por si no os habíais fijado, la mayoría de nosotras somos mucho más guapas sin maquillaje que maquilladas, ahí tenéis Supervivientes para comprobarlo. Pero estamos inseguras, porque nos han enseñado que de forma natural somos defectuosas. ¿Dónde vas a ir con esos ojos tan pequeños? ¿Y esa boca tan horrible? ¿Y estos pómulos? ¡Todo eso hay que disimularlo, que nadie sepa lo fea que soy en realidad!


7. A los hombres. Cuanto más fea, defectuosa e insegura te sientas, más probable será que aceptes tener a tu lado a un orangután. Lo habéis visto en vuestro entorno, cuántas veces nos hemos dicho ¿pero dónde va fulanita con semejante imbécil?

También será más fácil que aceptéis los cuernos en cuanto paséis de 35 y os hagan sentir como si la vida se hubiese acabado. Nos han robado el derecho a envejecer, y a ser amadas en la vejez.




Prima, nuestra revolución, la verdadera revolución feminista, es reclamar nuestro derecho a sentirnos óptimas, bellas, completas, fuertes y perfectas, así tal cual somos, sin retoques ni disfraces. Nuestra libertad pasa por amarnos, y amarte es respetar tu cuerpo y defenderte de quien te quiere convencer de que eres defectuosa.




¿Qué podemos hacer? Al menos ser conscientes de esta trampa, ese es el primer paso. Darnos cuenta de la gran mentira de la belleza que se nos impone. Y después, aprender a salir de ella.




¿Qué vas a hacer tú para liberarte?

Se tuvo que decir y se dijo 😘
 
Es verdad que has dado en el clavo, esto lleva siendo así desde que el mundo es mundo.
Pero sin embargo yo cada vez veo a las chicas jóvenes con mas seguridad en si mismas, normalizando las cosas que siempre han sido normales (estrías, arrugas, celulitis...). Hace unos pocos años era terrible, si querías encajar tenías que ser como un palo, sin formas femeninas, sin pecho, sin caderas, sin culo.
Ahora veo a mujeres como Katy Perry, en la playa, con sus kilillos de más, su tripilla y es que exploto de satisfacción porque cada vez más gente ve a ese tipo de mujeres como normales, cuando hace unos años se las habría criticado sin piedad.
Todavía recuerdo cuando llamaban gorda a Britney Spears en la época de la delgadez extrema (2007-2008) cuando era una chica con en normopeso.
 
Última edición:
Yo usaba pintalabios, me depilaba las cejas, y llevaba tacones con bolso a juego a los 17 porque tenía un novio pijo.
A los 18 dejé de depilarme las cejas, me planté vaqueros y camiseta y usaba zapatillas de deporte.
A los 22 (y en pleno embarazo) comencé a "desprenderme" del sujetador (no aguantaba nada que me oprimiese.)
Del depilado corporal poco puedo hablar porque desde que dejé de afeitarme las piernas (allá por los 90) el pelo se ha ido por sí solo.
Y llevo unas canas tan molonas que alguna "coetánea" piensa que me doy mechas...

Que cumplir años nos sirva para ser cada día más NOSOTRAS MISMAS y no entrar al trapo de esclavitudes!
 
En contra de lo que decis, cada vez veo a más chicas gordas (me niego a decir eufemismos de "rellenitas", " gorditas" etc, no pasa nada por estar gord@) llevando la misma ropa que las chicas delgadas (vaqueros-braga etc). Esto me da mucha alegría porque creo que cada vez hay menos prejuicios y el normopeso va pasando a mejor vida. Que cada un@ sea y vista como quiera es el primer paso. En "mis tiempos" el/la que tenia unos kilos de más ya era un/a apestad@ y gracias a dior eso ya empieza a ser cosa del pasado. Lo mismo si eres "diferente": ya sea homosexual, o lo que sea... las generaciones más jóvenes ya pueden salirse de la norma sin ser " el/la rarit@ de la clase".
¡Viva la diversidad y viva ser tu mism@! Esto aplica para todas las edades, s*x* y condición. Aprendamos de l@s jóvenes, que tienen menos prejuicios.
 
Hace mucho tiempo me di cuenta de la gran trampa en la que habíamos caído las mujeres. Una trampa urdida por muchos entes distintos y que tiene múltiples beneficios para el capital: la trampa de la belleza femenina.


Desde hace algunos años se nos bombardea por tierra, mar y aire con el objeto único de hacerte sentir gorda, fea o vieja. O las tres cosas. Lo único que nos faltaba eran ya las redes sociales, cumbre del postureo máximo.


Estamos obligadas a obedecer a unos cánones de belleza irreales e imposibles. Tenemos prohibido engordar ni un gramo, tener una arruga, un michelín, piel de naranja, granos, pecas, canas, vello corporal, papada, manchas… qué os voy a contar. La trampa es de tamaño tal, que es absolutamente imposible sentirse guapa. Te miras en el espejo y cuando no te pasa una cosa, te pasan veinte.


¿Y a quién beneficia este estándar de belleza femenina inalcanzable? Se me ocurre que:





1. A los gimnasios. Ahora hay que entrenar a diario, y a ser posible con un entrenador personal. Es como si te prepararas para una olimpiada. Quizá sería más sano salir a caminar o montar un rato en bici por el parque, pero esto no va de salud, esto va de machacarse para intentar borrar el paso del tiempo de tu cuerpo. Esos alerones que cuelgan bajo los brazos pueden ser la risión en la boda de tu amiga que es dentro de dos meses. A machacarse tocan.



2. A los fabricantes, diseñadores y vendedores de ropa. Si queréis os recuerdo que uno de los tipos más ricos de este país es un vendedor de ropa, que por cierto es viejo, feo, calvo y gordo. Sus estándares para forrarse no se los aplican nunca a sí mismos, qué curioso.

Os parecerá una tontería, pero reducir el tamaño de las tallas (cada año una talla 42 es más pequeña, misterios) supone millones de euros de ahorro en tela para el fabricante. Que eso provoque anorexia y depresiones es algo que les trae sin cuidado.



3. A los cirujanos plásticos. ¿Hace falta que os diga que no hay ninguno pobre, ni con escrúpulos?



4. A los dentistas. Antes valía con tener los dientes sanos y limpios. Ahora tus dientes tienen que brillar en la oscuridad y estar alineados como si fueran las teclas de un piano, o eres una miserable pobretona y fea que no merece vivir.



5. Al heteropatriarcado. Somos mayoría en las universidades, somos mayoría en los puestos que se consiguen por oposición y en igualdad de condiciones las mujeres ganamos… de alguna manera nos tenían que cortar las alas. Llenarnos de miedos e inseguridades les beneficia, es más fácil dominar a una mujer que se siente gorda y fea que a una mujer segura de sí misma.


Además, estar en dieta perpetua y pasando hambre ayuda a que nuestro cerebro funcione peor, estar más triste y menos vital, y a que no podamos focalizar nuestros esfuerzos en mejorar en los estudios o en el trabajo.


Por otra parte, las inseguridades nos dividen. Nos odiamos y nos tenemos envidia unas a otras. Nos despellejamos por medio kilo de más o de menos. Sería peligrosísimo para el heteropatriarcado que las mujeres estuviésemos unidas, fuertes, dispuestas a ayudarnos unas a otras. Nos los comeríamos con patatas en todo momento. Es imprescindible debilitarnos, aislarnos y dividirnos.


6. A los fabricantes y vendedores de cosméticos y cremas varias. Ahora con catorce años ya tienes que ir al instituto maquillada como una puerta. Por si no os habíais fijado, la mayoría de nosotras somos mucho más guapas sin maquillaje que maquilladas, ahí tenéis Supervivientes para comprobarlo. Pero estamos inseguras, porque nos han enseñado que de forma natural somos defectuosas. ¿Dónde vas a ir con esos ojos tan pequeños? ¿Y esa boca tan horrible? ¿Y estos pómulos? ¡Todo eso hay que disimularlo, que nadie sepa lo fea que soy en realidad!


7. A los hombres. Cuanto más fea, defectuosa e insegura te sientas, más probable será que aceptes tener a tu lado a un orangután. Lo habéis visto en vuestro entorno, cuántas veces nos hemos dicho ¿pero dónde va fulanita con semejante imbécil?

También será más fácil que aceptéis los cuernos en cuanto paséis de 35 y os hagan sentir como si la vida se hubiese acabado. Nos han robado el derecho a envejecer, y a ser amadas en la vejez.




Prima, nuestra revolución, la verdadera revolución feminista, es reclamar nuestro derecho a sentirnos óptimas, bellas, completas, fuertes y perfectas, así tal cual somos, sin retoques ni disfraces. Nuestra libertad pasa por amarnos, y amarte es respetar tu cuerpo y defenderte de quien te quiere convencer de que eres defectuosa.




¿Qué podemos hacer? Al menos ser conscientes de esta trampa, ese es el primer paso. Darnos cuenta de la gran mentira de la belleza que se nos impone. Y después, aprender a salir de ella.




¿Qué vas a hacer tú para liberarte?

Yo, cuando tenía 20 años era una pija tiquis miquis. Ahora, pasados los 50, sea por la edad o por la experiencia, me he vuelto muy práctica, y me he dejado de puñetas.

Me gusta ir bien vestida y verme bien aseada. Pero, si me ha salido un pelo en la pierna no me obsesiono. Cuando me pase la máquina de depilar ya se irá. Me maquillo poco para ir al centro a hacer recados, y nada si salgo al super del barrio o a hacer un poco de ejercicio.

Antes, la ropa me tenía que combinar si este colorcito de aquí va bien con la senefita de allá. Ahora, como digo, me gusta verme bien vestida, pero dentro de la normalidad. Ya no me fijo en estos pequeños detalles.

En cuanto al pelo, cuando me lo secaba, después del lavado, me estaba 3/4 de hora con el secador. El pelo, siempre tenía que estar en su sitio. No se podía mover ni uno. Ahora, no tengo paciencia de estar tanto rato secándomelo. Miro que me quede bien. Pero, no es la obsesión de antes.

Y, en cuanto al cuidado de cremas y tal, pues sí que me cuidaba mucho el acné, de jovencita. Limpiezas, cremas, esteticista...
Pero, en cremas sí que no he sido tan exigente.

Lo que sí me preocupa ahora, que a los 20 no me preocupaba... No es sólo la salud, sino que con la edad he engordado. Antes, tenía tipín y comía lo que quisiera que no engordaba. Ahora, con poco de nada ya me veo que he subido de peso, tengo los michelines que no tenía... Y, no es una obsesión, pero no me gusta verme así, y tengo que estar cuidando la alimentación, con algún capricho de por enmedio.

Y, el ejercicio físico, siempre me ha costado un poco, y en esto soy un poco flexible.
 
Hace mucho tiempo me di cuenta de la gran trampa en la que habíamos caído las mujeres. Una trampa urdida por muchos entes distintos y que tiene múltiples beneficios para el capital: la trampa de la belleza femenina.


Desde hace algunos años se nos bombardea por tierra, mar y aire con el objeto único de hacerte sentir gorda, fea o vieja. O las tres cosas. Lo único que nos faltaba eran ya las redes sociales, cumbre del postureo máximo.


Estamos obligadas a obedecer a unos cánones de belleza irreales e imposibles. Tenemos prohibido engordar ni un gramo, tener una arruga, un michelín, piel de naranja, granos, pecas, canas, vello corporal, papada, manchas… qué os voy a contar. La trampa es de tamaño tal, que es absolutamente imposible sentirse guapa. Te miras en el espejo y cuando no te pasa una cosa, te pasan veinte.


¿Y a quién beneficia este estándar de belleza femenina inalcanzable? Se me ocurre que:





1. A los gimnasios. Ahora hay que entrenar a diario, y a ser posible con un entrenador personal. Es como si te prepararas para una olimpiada. Quizá sería más sano salir a caminar o montar un rato en bici por el parque, pero esto no va de salud, esto va de machacarse para intentar borrar el paso del tiempo de tu cuerpo. Esos alerones que cuelgan bajo los brazos pueden ser la risión en la boda de tu amiga que es dentro de dos meses. A machacarse tocan.



2. A los fabricantes, diseñadores y vendedores de ropa. Si queréis os recuerdo que uno de los tipos más ricos de este país es un vendedor de ropa, que por cierto es viejo, feo, calvo y gordo. Sus estándares para forrarse no se los aplican nunca a sí mismos, qué curioso.

Os parecerá una tontería, pero reducir el tamaño de las tallas (cada año una talla 42 es más pequeña, misterios) supone millones de euros de ahorro en tela para el fabricante. Que eso provoque anorexia y depresiones es algo que les trae sin cuidado.



3. A los cirujanos plásticos. ¿Hace falta que os diga que no hay ninguno pobre, ni con escrúpulos?



4. A los dentistas. Antes valía con tener los dientes sanos y limpios. Ahora tus dientes tienen que brillar en la oscuridad y estar alineados como si fueran las teclas de un piano, o eres una miserable pobretona y fea que no merece vivir.



5. Al heteropatriarcado. Somos mayoría en las universidades, somos mayoría en los puestos que se consiguen por oposición y en igualdad de condiciones las mujeres ganamos… de alguna manera nos tenían que cortar las alas. Llenarnos de miedos e inseguridades les beneficia, es más fácil dominar a una mujer que se siente gorda y fea que a una mujer segura de sí misma.


Además, estar en dieta perpetua y pasando hambre ayuda a que nuestro cerebro funcione peor, estar más triste y menos vital, y a que no podamos focalizar nuestros esfuerzos en mejorar en los estudios o en el trabajo.


Por otra parte, las inseguridades nos dividen. Nos odiamos y nos tenemos envidia unas a otras. Nos despellejamos por medio kilo de más o de menos. Sería peligrosísimo para el heteropatriarcado que las mujeres estuviésemos unidas, fuertes, dispuestas a ayudarnos unas a otras. Nos los comeríamos con patatas en todo momento. Es imprescindible debilitarnos, aislarnos y dividirnos.


6. A los fabricantes y vendedores de cosméticos y cremas varias. Ahora con catorce años ya tienes que ir al instituto maquillada como una puerta. Por si no os habíais fijado, la mayoría de nosotras somos mucho más guapas sin maquillaje que maquilladas, ahí tenéis Supervivientes para comprobarlo. Pero estamos inseguras, porque nos han enseñado que de forma natural somos defectuosas. ¿Dónde vas a ir con esos ojos tan pequeños? ¿Y esa boca tan horrible? ¿Y estos pómulos? ¡Todo eso hay que disimularlo, que nadie sepa lo fea que soy en realidad!


7. A los hombres. Cuanto más fea, defectuosa e insegura te sientas, más probable será que aceptes tener a tu lado a un orangután. Lo habéis visto en vuestro entorno, cuántas veces nos hemos dicho ¿pero dónde va fulanita con semejante imbécil?

También será más fácil que aceptéis los cuernos en cuanto paséis de 35 y os hagan sentir como si la vida se hubiese acabado. Nos han robado el derecho a envejecer, y a ser amadas en la vejez.




Prima, nuestra revolución, la verdadera revolución feminista, es reclamar nuestro derecho a sentirnos óptimas, bellas, completas, fuertes y perfectas, así tal cual somos, sin retoques ni disfraces. Nuestra libertad pasa por amarnos, y amarte es respetar tu cuerpo y defenderte de quien te quiere convencer de que eres defectuosa.




¿Qué podemos hacer? Al menos ser conscientes de esta trampa, ese es el primer paso. Darnos cuenta de la gran mentira de la belleza que se nos impone. Y después, aprender a salir de ella.




¿Qué vas a hacer tú para liberarte?
 

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