Letizia Ortiz y Jaime del Burgo: hilo compilación. Del Burgo destapa supuesta relación amorosa con Letizia durante el matrimonio con Felipe.


Me ha parecido interesante cuando la youtuber Laura González dice que un programa Mexicano anunció que iba a hacer una entrevista a la ex mujer de Luis Miguel González (el director de periódico mexicano que se enamoró de Letizia) pero desde el anuncio no se ha vuelto a oir más…

Esto es lo que Peñafiel incluyó en su libro “Letizia y yo” que le contó esta señora.

“MUNDO

Letizia, antes de ser reina, ascendió “liándose con el gran jefe, mi marido”: explosivo testimonio de la exesposa de uno de sus amantes

Peñafiel cuenta los amoríos de la reina, sus supuestos abortos y sus deseos de tener poder casándose con el heredero al trono. En todo su relato, narra escenas de los momentos en que él, como periodista de la realeza, se enteró del pasado de quien sería reina.
24 de diciembre de 2023

El libro de Jaime Peñafiel es incendiario. Presenta a la reina Letizia como una mujer seductora y ambiciosa que nunca tuvo problema en salir con quien quisiera para ascender. El autor, uno de los periodistas que mejor conoce a la realeza, asegura que en la vida de la bella periodista fueron más sus cualidades que sus defectos, pero estos últimos los relata sin piedad.
Peñafiel cuenta los amoríos de la reina, sus supuestos abortos y sus deseos de tener poder casándose con el heredero al trono. En todo su relato, narra escenas de los momentos en que él, como periodista de la realeza, se enteró del pasado de quien sería reina.
Uno de ellos es una llamada que recibió desde Guadalajara (México), un lugar en donde Letizia había hecho unas prácticas profesionales. Peñafiel cuenta que un día le sonó el teléfono y al otro lado de la línea había una mujer que se presentó así:
“Soy la esposa del director de Siglo XXI, el periódico en el que trabajó Letizia durante su estancia en Guadalajara en 1995 como reportera del suplemento Tentaciones, puesto que se ganó liándose con el gran jefe, mi marido. ¡Vaya tipa de reina que tiene usted...!”, le dijo la señora a comienzos de 2014.
La mujer entregó más detalles. Le contó que en ese momento el periódico lo dirigía su esposo, y ella “lo sedujo sin respetar que era un hombre casado y padre de cinco hijos”.
Agregó que tras enterarse de esa verdad, ella “no podía digerir aquel tan prolongado engaño que todo el mundo conocía. Era la cornuda del periódico. Mi marido estaba tan enamorado de Letizia que, cuando ella regresó a España, se pasó días llorando su marcha. Después, decidí pedirle el divorcio”.
Peñafiel revisó quién había sido el director de ese periódico para la fecha y encontró que estaba al mando un reputado periodista mexicano, Jorge Zepeda, que justo se había ganado el premio Planeta que se entregaba en España. Lo increpó personalmente y le dijo: “¿Tú has sido amante de Letizia?”.
El hombre contestó impactando en lo que el autor del libro, asegura, fue una reacción natural y espontánea: “No fui yo, sino el director”. Tras buscar más, encontró que para la época había un director editorial de nombre Luis Miguel González.
“Este la amaba y respetaba tanto que, cuando supo que Letizia se casaba con el príncipe Felipe, envió un correo electrónico a todos sus amigos pidiéndoles que, bajo ningún motivo, hablaran sobre la relación sentimental que había mantenido con ella. ¡Todo un caballero! Pero un caballero que no tuvo reparos en enamorarse siendo, como era, un hombre casado. Fue una relación muy pasional, y la pasión te hace olvidar todo. Ella era muy atrevida. Tenía esa actitud de quien se permite tocar puertas con poca prudencia y se acercaba a todo lo que le llamaba la atención. Era muy ambiciosa y disciplinada”, le reconoció Luis Miguel González a Francisco Hernández.”

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Curiosamente, el hombre a quien Peña confundió con el supuesto amante/jefe mexicano ha ganado el Premio Planeta el año en que Felipe subió al trono. Me hace gracia que saca a colación el famoso “doctorado” que se supone Let lleva 25 años haciendo.

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También cuenta esto:

“La proposición indecente que un periodista famoso de TVE le hizo a Letizia a cambio de trabajo”

Letizia recibió una proposición indecente como peaje para acceder a Televisión Española. Así lo revela al menos Jorge Zepeda (64) -que fue premio Planeta y uno de los jefes de Letizia durante su estancia en Mexico- en una extensa entrevista con el autor. "Antes de prometerse con Felipe, me contó indignada que un periodista muy conocido, que la había entrevistado para entrar en televisión española, le había pedido s*x* a cambio de enchufarla. ¡Estuvo a punto de denunciarlo!", asegura Zepeda.”

Otro artículo, este de abril de 2004, sobre las vivencias en Mexico… ese “curso” le cundió mucho…
Nota del editor: En abril de 2004 la revista Quién publicó una historia que hizo que los ojos de otros países voltearan a México, bajo el título: "El pasado oculto de Letizia de España", firmado por Erika Roa, donde revelaba que la mujer que estaba a días de convertirse en esposa del príncipe Felipe había tenido un amante en Jalisco, de nombre Luis Miguel González su entonces jefe en el periódico "Público de Guadalajara", entre otros datos. Aquí el texto que se publicó en nuestras páginas.

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En la edición 64 de la revista Quién se publicó el pasado oculto de Letizia.(Revista Quién)

Felipe era uno de los últimos príncipes solteros más cotizados de Europa. España se ponía de cabeza para adivinar quién sería la futura reina. Al fin, el l de noviembre de 2003 se desveló el misterio: Letizia Ortiz Rocasolano, una mujer inteligente, fría para muchos, feminista, luchadora incansable, clasemediera, hija de padres divorciados. Nada que ver con el perfil que manejaba Felipe.

A pesar de ello, la mayor parte del pueblo español aplaudió la elección sin saber a ciencia cierta quién era la joven que había conquistado el corazón de su Príncipe. Conforme pasó el tiempo, fueron saliendo a la luz datos de la vida de Letizia que no siempre beneficiaron su imagen. Muchos de sus compañeros de trabajo de Televisión Española (tve), donde se desempeñó como conductora del noticiario Telediario hasta antes de su compromiso real, la tildaban de ambiciosa y calculadora. Incluso la llamaban Ficticia a sus espaldas.

También se revelaron varios de los países latinoamericanos donde ella había residido, por ejemplo Colombia, adonde se mudó en octubre de 1994 por cuestiones de trabajo. Costa Rica fue su refugió para pensar si aceptaría o no la petición de matrimonio que le hizo Felipe. Y, por supuesto, en México poco a poco la prensa local se encargó de difundir los detalles ‘ de su estancia, como fue la obra del pintor cubano Waldo Saavedra, en la cual aparecía el rostro de Letizia sobre un torso desnudo. Pero hay más de esta intrépida periodista que llegó a nuestro país a estudiar un posgrado en la Universidad de Guadalajara.

Descubrimos sus lugares preferidos, su labor como periodista, sus amigos y el affaire furtivo que sostuvo con un mexicano.

Intercambio universitario

Letizia llegó a Jalisco en l995. Recién desempacada comenzó a buscar trabajo. Lo consiguió en el periódico Siglo 21 (hoy llamado Público) como reportera del suplemento "Tentaciones". Fue entonces cuando conoció a su compatriota y colega Fran y a la mexicana Sara Cuéllar, actual directora de la agencia Comunicación & Relaciones Públicas y la amiga más cercana de Letizia en México. Trabajaban juntas, pues ambas cubrían la misma fuente, sólo que Sara para la sección cultural del mismo periódico.

En la Perla Tapatía la española era una estudiante común que se transportaba en camiones. De hecho, a sus allegados les comentó que quería comprarse una moto porque "Guadalajara es una ciudad muy grande para mí".

Cuentan sus amigos que Letizia no era la típica niña guapa que va a los mejores sitios y se viste con lo último. Sara recuerda: "Era muy bailadora. Le encantaba la salsa. Íbamos al Salón Veracruz, que no estaba de moda".

A la ahora reina de España le gustaba comer en la fonda Irma Corajes, que se encontraba a la vuelta de las oficinas del periódico. Le encantaba la carne asada con tortillas recién hechas que ahí servían. En el Bar Barbanegra pasaba largas horas escuchando música en vivo y a su cantante favorita, Sara Valenzuela, del grupo La Dosis. La mayoría de las veces pedía tequila o vino tinto, bebidas que le fascinaban.

Otro de sus escondites era el mercado de Guadalajara, donde compró regalos para su madre y hermanas antes de volver a España, entre ellos varias bolsas de cuero grabadas. También dominaba Puerto Vallarta y Maloapa, una playa hippie donde solía acampar.

Sara, ¿cómo empezó tu relación con ella?

Nos tocaba cubrir los mismos eventos. En ese entonces yo vivía con Fran y como él era español, inmediatamente se identificó con Letizia. Fran era más amigo de ella que yo. Empecé a tener mayor contacto con ella en una fiesta. De repente nos dimos cuenta que no era una niña bonita y hueca. Trabajaba muchísimo. Siempre andaba corriendo. Se movía en camión o lo que fuera. Al principio vivía con una familia de Guadalajara, luego se mudó con nosotros y ahí nos hicimos muy amigas.

Luis Miguel González en Guadalajara.


Luis Miguel González en Guadalajara. (Archivo Quién)

Descríbenos a la Letizia de aquella época...

Era muy sencilla. En el edificio donde vivíamos conocía perfecto al que cuidaba los coches. Era querida y odiada, como toda mujer bonita e inteligente. Era la típica de camiseta y jeans que hacía lo que se le daba la gana, muy independiente e irreverente, defensora de sus ideas.

Me acuerdo que cuando llegaba al periódico, todos los chavos le ofrecían sus computadoras para que trabajara. Por supuesto, ‘ sus compañeras nos poníamos celosísimas. Era muy parrandera. Éramos como una familia. Nuestros novios y amigos eran del diario.

Se trataba de una mujer sensible. Un día lloró por unos perritos que se vendían en el mercado de Santa Tere. Le reclamó al vendedor: "¿Por qué tiene esos animales sin su madre? Pobres criaturas, si pudiera me los llevaba todos".

Cuando llegó a México contaba con 23 años y tenía muy claro su sueño en la vida: triunfar como periodista. Quería viajar y pensaba vivir un año en Australia, aunque América Latina le llamaba mucho la atención, sobre todo por los contrastes entre la riqueza y la pobreza. Se peleaba con el sistema.

¿Qué opinaba sobre las costumbres mexicanas?

Afirmaba que teníamos una cultura muy servicial, que nos rendíamos mucho. Frente a la frase de "mi casa es tu casa", comentaba inquieta: "¡Pero cómo es posible que digan eso!" O cuando le decían "sí señorita", respondía "no me llame señorita, soy Letizia".

Le chocaba que le abrieran la puerta del carro. Recuerdo que una vez le mandaron flores, las rechazó y envió otras al galán con un recado que decía: "Yo también puedo hacer eso".

Se sorprendía con la calidez de la gente. Era muy cariñosa, cosa rara en los españoles. Le gustaba abrazar y aquí sí podía hacerlo.

¿Cuál era su rutina?

Iba a la escuela y de ahí al periódico. Llegaba a casa como a la 1 a.m. Era hiperactiva. Los sábados en la tarde limpiábamos el departamento. A ella le chocaba la cocina. Prefería asear la estancia, barrer y trapear. Lo hacía perfecto.

¿Y sus gustos?

Joaquín Sabina era su músico de cabecera. Le encantaba U2 y, ‘ de México, Maná, a quienes conoció cuando los entrevistó, pero nunca fueron íntimos. Le agradaba Chavela Vargas, porque admiraba a las mujeres fuertes. Se identificaba con ellas. Pero lo que más le gustaba eran los libros. Era una lectora empedernida. Adoraba a Jorge Luis Borges, Juan Rulfo -incluso conoció a su hijo, Juan Carlos Rulfo, cuando éste hacía cine-, la periodista y novelista española Maruja Torres y al periodista argentino Tomás León Martínez.

Letizia no era una niña fashion. Prefería las bolsas de gamuza y ante, sin embargo nunca fue de diseñadores.

Dinos algunas de sus manías o secretos...

Se comía las uñas. Es ambidiestra. Usaba lentes...

La mujer que no se quería casar
Probablemente debido al divorcio de sus padres, la joven Letizia había descartado como proyecto de vida el matrimonio y convertirse en madre.


¿Qué platicaba de su familia?
Su ídolo era su padre (Jesús Ortiz). En ese entonces él trabajaba en la radio. Ella vivía con su mamá (Paloma Rocasolano), con quien se peleaba mucho, como cualquier joven de su edad. Admiraba a sus hermanas (Thelma y Erika). Siempre decía que le hubiera gustado ser tan guapa como una de ellas, no recuerdo cuál, pero ninguna es tan bonita como Letizia.
Sentía admiración por su abuelo paterno. Era muy respetuosa de su familia a pesar de que no quería tener hijos. Creo que todos en algún momento pensamos de esa forma, principalmente cuando estás empezando. El divorcio de sus padres la hizo madurar.
¿Cómo era la relación entre Letizia y el escritor español Alonso Guerrero, con quien estuvo casada de 1998 a 1999?
Un día tuvimos una conversación muy chistosa. Fue una parranda íntima. No teníamos dinero y ninguna de las dos queríamos que nos invitaran a salir, así que abrimos una botella de tequila. Fue una noche fantástica. Lloramos y hablamos de mil cosas. Nos emborrachamos padrísimo, entre amigas, en nuestra casa, a gusto. Cuando le pregunté a qué le tiraba en la vida, respondió: "No me quiero casar. Ya he vivido con Alonso y seguramente voy a volver con él. Tengo muchos planes y un hombre siempre estorba en esas cosas. No me quiero comprometer".
Entonces ella no idealizaba esa parte de su vida...
Jamás. En ese momento (1995) tenía muchos conflictos con Alonso, pues él era un poco celoso. Era como su maestro en la vida, la aterrizaba, le decía que se concentrara en su posgrado, porque ella ‘había elegido no tener días de descanso en el periódico. Y ella le respondía: "¡Joder, tío!, ¿cómo voy a dejar una cosa que me apasiona?" Quería aprender muy rápido, comerse el mundo a mordidas. Letizia era muy mal hablada y le decía Chiqui a su ex marido.
¿Qué pensaba sobre la maternidad?
No podía tener hijos y trabajar al mismo tiempo. Comentaba: "No podría viajar y no voy a dejar de hacer mis cosas. Algún día voy a tener mi programa de televisión." Eso lo tenía clarísimo. Estaba segura que iba a tener éxito.
El amor secreto de La Maja
Letizia es una mujer con mucha personalidad y muy guapa, por lo tanto, no es raro que tuviera muchos pretendientes mexicanos. Hasta mantuvo un amor furtivo en Guadalajara con un hombre casado.
¿Cuántos corazones rompió?
Muchos, pero ninguno en especial. Tuvo un galán muy guapo, rubio, de ojos azules, artista plástico, muy divertido. Ella nunca les llamaba novios sino amigos.
¿Crees que se haya enamorado alguna vez?
Nunca le conocí alguien de quien se haya enamorado.
¿Anduvo con Luis Miguel González, el entoncesdirector del periódico Público de Guadalajara, que en ese entonces estaba casado?
No, no creo. Eran muy buenos amigos, se llevaban mucho. Él era de la bolita, su jefe y amigo. Además, conozco a su esposa y eso no es cierto. Pero la mujer de Luis Miguel se divorció de él después de enterarse de lo de Letizia...
Será por cosas de ellos. De hecho, supe de la separación después de que se fue Letizia. A mí no me consta, y si lo hicieron,‘ lo hicieron muy bien porque ninguno de los dos me lo dijo. Luis Miguel es un hombre muy cabal y profesional. De alguna manera se debe aceptar que Letizia es un ser humano común y corriente que seguramente alguna vez se puso borrachita. Eso de que le estén espulgando a ver qué lado oscuro le encuentran... ¿De qué les vale?
Respecto a esta información, tres fuentes que solicitaron el anonimato, compañeros en el periódico de Luis Miguel y Letizia, coincidieron que entre ellos hubo más que una simple amistad. "Era bien sabido que andaban. No se esforzaban mucho en ocultarlo." Y aseguran que esto fue el detonador para que el matrimonio del mexicano fracasara.
Otra fuente afirmó: "Cuando Letizia volvió a España, una amiga comentó: ‘¿Cómo ven que Luis Miguel hasta lloró cuando supo que Letizia se regresaba?'"
Recién dada la noticia de que la hispana se convertiría en la futura princesa de Asturias, dicen que el propio Luis Miguel mandó un correo electrónico a todos sus amigos de entonces para pedirles que por ningún motivo hablaran sobre la relación que sostuvo con ella, que lo negaran a toda costa.
Sara, ¿cómo fue el adiós de Letizia?
Al principio ella no sabía si volver a España o quedarse en México porque había conocido gente de la misma Universidad que producía videos y estaba muy interesada en seguir en ese campo. Cuando terminó su posgrado se quedó unos meses más para finiquitar algunos proyectos en el periódico y tuvo muchas despedidas. Se llevó tequila, artesanías, libros... Fue muy querida, a pesar de que en un inicio causó muchos celos entre las tapatías por su arrojo con los hombres.
La familia política que no pensó tener
¿Qué contaba de su país?

En esa época finalizaba el periodo del presidente Felipe González, alguien a quien Letizia admiraba. Se preguntaba cómo los españoles podían contemplar un gobierno que no fuera tan negociable y tan inteligente como el de él. Le encantaba la comida de su tierra, el vino tinto y el queso manchego.
¿Y sobre la familia Real?
Una vez unos españoles que vivían en Guadalajara platicaban que el Rey era muy mujeriego. Yo le preguntaba a Letizia por qué la gente no sabía eso aunque era un secreto a voces, y me explicaba que hay un pacto entre la prensa y la familia real: ésta es intocable.
¿Y qué te decía del Príncipe?
Le comenté que se me hacía muy guapo, aunque no era mi tipo. Letizia me contestó: "A mí también se me hace muy guapo, pero los hombres con cabello rizado no me gustan".
¿Cómo percibes su relación con la reina Sofía?
Tengo mis dudas. Que a Letizia le indiquen qué decir, qué hacer, se me hace una situación difícil. Su venida a México, su divorcio, haber ido a la guerra (la de Iraq el año pasado) fueron decisiones suyas. Sus papás jamás lograron tener injerencia en eso.
¿De qué forma te enteraste del compromiso de Letizia con el Príncipe de Asturias?
Vi El País con aquella portada de Letizia y pensé: "No es posible." Llamé a Fran por teléfono, que ahora vive en Madrid, y se encontraba en el mismo estado de shock. Me comentó que había coincidido con ella en un evento de corresponsales apenas unos meses atrás, y me dijo: "La noté rara. Muy alegre, como es ella, pero muy cortante. No charlaba igual que antes".
¿Cuándo fue la última vez que la viste?
En Semana Santa de 2002, en Madrid. Cenamos y nos fuimos de copas. Pasamos un rato muy padre. Ella estaba por entrar a tve y se encontraba muy ilusionada por eso. Estaba adelgazando mucho por el trajín y vivía con su mamá, aunque estaba a punto de tener su departamento.
La discusión de la noche fue si se cortaba o no el pelo. Lo tenía larguísimo, con un flequillo, y siempre andaba de coleta. A la vez estaba muy triste porque su romance con Alonso iba muy mal. La suya era una relación muy apasionada en todo. Se admiraban mutuamente.
Ellos se divorciaron en 1999 y tú la viste en el 2002, ¿continuaban juntos?
Se seguían queriendo mucho. Era una de esas relaciones destructivas, pero con sus buenos momentos. Ella no sabía si volver con él o no, pues también tenía un galán en puerta y no se quería comprometer con nadie.
¿Cómo piensas que Letizia esté lidiando con el hecho de tener que renunciar a todas las cosas por las que ha luchado?
Imagino que está deslumbrada y sacada de onda, porque el hecho tan simple de no poder ir al súper, no creo que le guste. Considero que está muy enamorada. Muchos dicen que es ambiciosa, pero lo es en el buen sentido de la palabra. Fue una magnífica jugada del destino. Está entrando a un mundo tan distinto que no sé si se llegue a acostumbrar.

Leyendo sobre esto, me he topado con este artículo de febrero de 2020 que no tiene desperdicio.

Primicia: Adelanto de ‘Letizia. La reina impaciente’: La búsqueda del maestro

18 de febrero de 2020
Su exmarido, sus examantes y amigos hablan sobre sus relaciones en el perfil biográfico escrito por Leonardo Faccio, del que publicamos un fragmento en exclusiva.

Reina Letizia
Antes de conocer a Felipe de Borbón, la futura reina de España nunca se había comprometido con un hombre que no fuera periodista o escritor. Se casó con un profesor de literatura cuando su ilusión era escribir, se enamoró de un periodista mexicano de investigación cuando ella también quería serlo y fue la pareja secreta de un periodista extranjero cuando publicaba informes de política internacional en la agencia EFE. Había también disciplina en su búsqueda amorosa de un par superior cuya competencia le permitiera evolucionar. “Nosotras éramos muy masculinas”, me dice su compañera de la agencia EFE con la que compartió un viaje a Pamplona durante las fiestas de San Fermín. “Profesionales a tiempo completo que no querían tener hijos. Queríamos libertad. Letizia decía: ‘Nunca en mi vida voy a tener hijos”.
En aquel viaje a Pamplona que compartieron, su amiga recuerda que al volante iba un periodista estadounidense, responsable en la agencia del servicio internacional, diez años mayor que ella, y que llevaban unos seis meses juntos. Esos tres romances del pasado de la reina de España tenían más o menos diez años más que ella. También era periodista y escritor un compañero de trabajo en el canal de noticias CNN+, la última pareja que tuvo Letizia Ortiz antes de convertirse en princesa. El rey Felipe VI siempre fue un hombre tímido obligado a hablar en público, y acabó enamorándose de una locuaz presentadora de televisión. La locuaz presentadora de televisión siempre fue una mujer audaz que en sus novios buscaba, más que una pareja sentimental, a maestros cómplices de su oficio.
**(…) **
Su exmarido escritor y profesor de literatura era, al mismo tiempo, con quien debatía los libros que ella leía y quien le abrió una puerta a su ilusión de independencia juvenil de dormir fuera de casa. “El periodismo es la put* de la literatura”, recuerda Alonso Guerrero haber sentenciado frente a ella y doce periodistas del diario La Nueva España. “A mí siempre me gustó meterme con esta gente”, bromea Guerrero. “Soy un provocador”.
Guerrero es el escritor y profesor de literatura del que ella se enamoró y con quien se casó, el hombre de su vida antes del príncipe. Letizia Ortiz había conocido a Guerrero cuando asistía al turno de noche del instituto madrileño Ramiro de Maeztu, de Madrid, donde él daba clases de Literatura Española, y, durante las horas libres, el profesor y la reina del futuro se encontraban en la cafetería del instituto. “Yo discutía mucho de literatura con ella”, me dice el ex. “Cuando uno cree en lo que piensa, eso se contagia siempre”.
La futura reina era entonces una adolescente que se había mudado con su familia desde Oviedo hacia Madrid, y Guerrero, que había estudiado Filosofía y Letras en Extremadura, también era un recién llegado. Triunfar era para la futura reina independizarse y dedicarse al periodismo. “Tenía a Alonso Guerrero en un pedestal, como a un sabio”, recuerda Pedro Vallín, el compañero de la reina en el diario La Nueva España, donde ambos fueron becarios de verano. “Ella era muy atrevida”, me dice Luis Miguel González, exeditor del diario Siglo 21 de México, al preguntarle qué le había atraído de Letizia Ortiz. “Tenía esa actitud de quien se permite tocar puertas con poca prudencia, y se acercaba a todo lo que le llamaba la atención”.
La reina había conocido a González cuando abandonó una maestría en Periodismo que hacía en Guadalajara, México, y entró a trabajar en el mismo diario donde él era jefe del equipo de investigación. Ella firmaba como “Ada” en el suplemento de ocio Tentaciones. “Tenían pasión por la literatura y el periodismo. Eso creó una pasión mutua que los tocó profundamente”, me dice Francisco Hernández, un amigo de Luis Miguel González que trabajaba en la misma facultad donde la joven había cursado su maestría. “Fue una relación muy pasional. Él estaba casado, pero la pasión te hace olvidar todo. Luego puedes decir ‘lo lamento”, me dice la antropóloga Silvia Lailson, que era editora del periódico y confidente de la reina por venir. “Letizia no es el dalái lama que va buscando lo que se encuentra. Es alguien que siempre está buscando algo más. Alguien muy ambiciosa y disciplinada”, recuerda Luis Miguel González. “A mí me buscaba para tener una visión más realista y equilibrada. Como alguien que sabe ver las cosas desde afuera”.
La futura reina, a la que sus compañeros en la televisión pública de España llamarían “la Ficticia”, buscaba un aterrizaje en la lucidez. Un día le pidió a un compañero de la agencia EFE que le explicara la guerra de los Balcanes. “La primera vez que la vi pensé que nunca íbamos a llevarnos bien”, recuerda Eliseo García Nieto, quien la invitó a su casa para hablar de Serbia y Croacia. “La veía un pelín soberbia. Como quien dice: ‘yo soy mejor que todos estos”.
García Nieto recuerda haberle abierto un mapa y comenzar a explicarle la historia de los otomanos, cuando la becaria le preguntó por un título de su biblioteca. “Le fascinaba leer”, me dice. “Pero siempre me quedé con la sensación de que aprovechaba eso para decir que la literatura la situaba por encima de los demás”. El libro en el que la futura reina se había fijado era Del inconveniente de haber nacido, los aforismos de Emil Cioran, que en la página 17 dice: “La lucidez es el único vicio que hace al hombre libre: libre en un desierto”. Letizia Ortiz le había dicho a su maestro ocasional que le encantaba Cioran, y de los Balcanes pasaron a hablar de literatura hasta las seis de la mañana. “Su preocupación era de orden intelectual”, me dice otro amigo de la reina que fue analista político en el diario El Mundo. “Tenía miedo de quedar como una locutora”.
Letizia Ortiz lo conoció cuando él era corresponsal en Palestina y ella presentaba noticias en un telediario. La futura reina quería ser corresponsal de guerra y comenzó a llamar a su amigo cuando logró que en Televisión Española la enviaran como cronista a Irak. “Quedábamos a comer y, en vez de hablarme de ella, solo me hacía preguntas”, me dice su amigo. “Era como una entrevista”. La reina que admiraba escritores hablaba con sus amigos como quien abre un libro.
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(…)

Hoy la reina de España necesita ser popular. Necesita cosechar buenos comentarios sobre ella para mantener altos sus índices de popularidad. El padre de la reina, quien también había sido locutor, trabaja en Madrid en una empresa de asesores de comunicación y dice que educó a sus tres hijas en una cultura de supervivencia.
“El viaje con mis hijas consistía en ver y aprehender”, me dice Jesús Ortiz. “Es de personas con amplitud de miras, de personas sin complejos. Es abrirse a las experiencias y a los demás: a la sociedad, al mundo. La política no deja de ser un acto social. Yo creo que la apertura de miras es un espíritu de supervivencia”. La reina aprendió más que a sobrevivir en redacciones de periódicos y televisoras de México y Madrid. A los 30 años ya ocupaba uno de los puestos más deseados entre los presentadores de la televisión. El padre de la reina había tenido su prueba de supervivencia al casarse joven y tener que mantener, antes de cumplir los veinticinco años, a una familia con tres hijas.
Letizia, con una compañera durante la cobertura de la guerra de Irak, en Basora
EFE
(…)

Hoy los historiadores creen que la sangre de clase media revitaliza a las monarquías. Declan Quigley, el profesor del príncipe Guillermo de Inglaterraen la Universidad de Saint Andrews, piensa lo contrario. “Cuanto más parecido a nosotros se vuelve un rey, menos motivos hay para tener un rey”, dijo el profesor Quigley a un biógrafo de Lady Di. “Un rey es un símbolo, no una persona”. Las reinas, como la reina Letizia, provocan en ese sentido el mismo efecto que las estrellas de Hollywood: viven aisladas, no hablan en público fuera del discurso oficial y la seducción que producen parte de esa ausencia. Quienes admiran a las reinas en las revistas de peluquería pueden imaginarlas siempre con vida glamurosa. Seducir es sobre todo intrigar, y la supervivencia de la monarquía depende de la seducción. “La monarquía es un sistema no igualitario, pero que quiere mostrarse de igualdad de condiciones”, me dice Martín Caparrós, “y, para hacerle espacio a esta idea contrapuesta, le ceden espacio a mujeres plebeyas que dan aires de modernidad”. Según Caparrós, una plebeya en la monarquía es un antídoto contra la extinción del sistema monárquico y un espejismo de ascenso social. “Nos hemos convertido en actores”, le dice Jorge V de Inglaterra a su hijo en la película El discurso del rey.
Aunque la imagen de mujer sumisa es la versión iconográfica más difundida de las reinas, los exnovios de Letizia Ortiz no la recuerdan así. “Quiero mantener a esa persona lo más lejos posible de mi vida”, me dice David Tejera, quien fuera su pareja en CNN+ y que se separó de ella cuando el príncipe apareció en escena.
Luis Miguel González, el exeditor jefe del diario* Siglo 21*, es más breve. “Yo, por salud mental, no le sigo la pista”. El periodista del servicio internacional de EFE, con quien la reina tuvo una historia, es más práctico. “No me interesa regalar mis memorias”, le respondió por WhatsApp a su amigo Eliseo García Nieto cuando este le preguntó si quería contar su historia a un cronista. Los amigos de la reina tienen sentimientos encontrados hacia ella. “Yo conocí a Letizia con una idea bastante clara”, me dice García Nieto. “Republicana, nada religiosa y ahora dudo de si fui amigo de esa persona o no”.
Andrew Morton, biógrafo de Lady Di y autor del libro Ladies of Spain, comprende que Felipe de Borbón se haya casado con Letizia Ortiz. “El niño, que se sentía asfixiado por su madre, ha elegido a una pareja dominante y controladora”. La reina, cuyas exparejas siempre se dedicaron al oficio de escribir, encontró más comprensión en la diplomacia de un rey que no estaba habituado a mandar.
Alonso Guerrero, el exmarido de la reina, ve su historia con ella como el argumento de una novela. Tras nueve años de noviazgo y uno de matrimonio, nunca han dejado de frecuentarse. De cuando en cuando la reina esquiva a los paparazzi que la persiguen y se reúne a conversar con él en cafés de Alcalá de Henares, la ciudad próxima a Madrid donde nació Miguel de Cervantes y donde vive él. “Yo no diría que soy un ancla, pero sí alguien sólido al que puede volver, porque yo no he cambiado”, me dice el exmarido. “Ella siempre me escuchó. Ahora es una buena amiga”.
Guerrero presenció la transición de su exesposa desde la tranquilidad que exige el ejercicio de la escritura, la estridencia de la TV, hasta el silencio que le impone la monarquía. “Lo que ocurre es que mis opiniones no eran las suyas”, dice Guerrero sobre los días en que la reina entró en el vértigo de la televisión. “Ella estaba metida en la vida y yo estaba en el trastero”. Guerrero iba a publicar un libro sobre la experiencia de convertirse en el exmarido de la reina. Lo tituló El amor de Penny Robinson. Un tributo a Perdidos en el espacio, la serie televisiva de los años sesenta con una niña prodigio como protagonista, que buscaba un planeta habitable para la especie humana. Era un testimonio novelado para descifrar a la reina a través de su exmarido. Letizia Ortiz venía de otro mundo cuando aterrizó en la Casa Real.
Si uno examina cada caso, la mayoría de las reinas parecen caricaturas en los libros de historia. Sus apelativos más recordados no ponderan una habilidad política o capacidad intelectual. Elogian a soberanas que complacieron al rey. María Amalia de Sajonia, esposa de Carlos III, tuvo trece hijos en el siglo XVIII y la llamaron “diosa de la fecundidad”. Su antecesora, Bárbara de Braganza, no tuvo descendencia y la llamaron “avariciosa” por su propensión a acumular riqueza. Mientras la ambición de reyes como Carlos III, famoso por recaudar altos impuestos y apodado “el mejor alcalde de Madrid”, es motivo de elogio, a las reinas no se les reconocen los mismos atributos. (…) “Las cosas han cambiado, pero no tanto”, dice MacMillan. Nadie diría de un político que es “chillón”, como llamaban a Margaret Thatcher, y todavía llaman a Hillary Clinton. En el mundo de los negocios, ellas son “dominantes”, mientras que ellos son “enérgicos”. En el Palacio de la Zarzuela al rey Juan Carlos I lo siguen llamando “el Patrón”. Los amigos de Felipe VI, a quien han llamado “el Sereno”, no toleran que él se haya casado con una plebeya y, a sus espaldas, llaman “Chacha” a la reina Letizia. Un mote degradante que reciben las empleadas del servicio doméstico. En la Casa Real, donde los apelativos de las reinas han sido despectivos, es una novedad que a la reina Letizia la llamen “Jefa”. Aunque antes de casarse con Felipe de Borbón, Letizia Ortiz ya se comportaba como tal.
*Letizia. La reina impaciente *(Debate), de Leonardo Faccio, sale a la venta el 20 de febrero.
Veo que lo han traído en otra versión aquí:
Publicado en el tema 'Nueva biografía sobre Letizia: 'La Reina impaciente' de Leonardo Faccio. El autor desvela los entresijos del libro en exclusiva'
https://www.cotilleando.com/threads...os-del-libro-en-exclusiva.111816/post-9365753
 
Última edición:
Me ha parecido interesante cuando la youtuber Laura González dice que un programa Mexicano anunció que iba a hacer una entrevista a la ex mujer de Luis Miguel González (el director de periódico mexicano que se enamoró de Letizia) pero desde el anuncio no se ha vuelto a oir más…

Esto es lo que Peñafiel incluyó en su libro “Letizia y yo” que le contó esta señora.

“MUNDO

Letizia, antes de ser reina, ascendió “liándose con el gran jefe, mi marido”: explosivo testimonio de la exesposa de uno de sus amantes

Peñafiel cuenta los amoríos de la reina, sus supuestos abortos y sus deseos de tener poder casándose con el heredero al trono. En todo su relato, narra escenas de los momentos en que él, como periodista de la realeza, se enteró del pasado de quien sería reina.
24 de diciembre de 2023

El libro de Jaime Peñafiel es incendiario. Presenta a la reina Letizia como una mujer seductora y ambiciosa que nunca tuvo problema en salir con quien quisiera para ascender. El autor, uno de los periodistas que mejor conoce a la realeza, asegura que en la vida de la bella periodista fueron más sus cualidades que sus defectos, pero estos últimos los relata sin piedad.
Peñafiel cuenta los amoríos de la reina, sus supuestos abortos y sus deseos de tener poder casándose con el heredero al trono. En todo su relato, narra escenas de los momentos en que él, como periodista de la realeza, se enteró del pasado de quien sería reina.
Uno de ellos es una llamada que recibió desde Guadalajara (México), un lugar en donde Letizia había hecho unas prácticas profesionales. Peñafiel cuenta que un día le sonó el teléfono y al otro lado de la línea había una mujer que se presentó así:
“Soy la esposa del director de Siglo XXI, el periódico en el que trabajó Letizia durante su estancia en Guadalajara en 1995 como reportera del suplemento Tentaciones, puesto que se ganó liándose con el gran jefe, mi marido. ¡Vaya tipa de reina que tiene usted...!”, le dijo la señora a comienzos de 2014.
La mujer entregó más detalles. Le contó que en ese momento el periódico lo dirigía su esposo, y ella “lo sedujo sin respetar que era un hombre casado y padre de cinco hijos”.
Agregó que tras enterarse de esa verdad, ella “no podía digerir aquel tan prolongado engaño que todo el mundo conocía. Era la cornuda del periódico. Mi marido estaba tan enamorado de Letizia que, cuando ella regresó a España, se pasó días llorando su marcha. Después, decidí pedirle el divorcio”.
Peñafiel revisó quién había sido el director de ese periódico para la fecha y encontró que estaba al mando un reputado periodista mexicano, Jorge Zepeda, que justo se había ganado el premio Planeta que se entregaba en España. Lo increpó personalmente y le dijo: “¿Tú has sido amante de Letizia?”.
El hombre contestó impactando en lo que el autor del libro, asegura, fue una reacción natural y espontánea: “No fui yo, sino el director”. Tras buscar más, encontró que para la época había un director editorial de nombre Luis Miguel González.
“Este la amaba y respetaba tanto que, cuando supo que Letizia se casaba con el príncipe Felipe, envió un correo electrónico a todos sus amigos pidiéndoles que, bajo ningún motivo, hablaran sobre la relación sentimental que había mantenido con ella. ¡Todo un caballero! Pero un caballero que no tuvo reparos en enamorarse siendo, como era, un hombre casado. Fue una relación muy pasional, y la pasión te hace olvidar todo. Ella era muy atrevida. Tenía esa actitud de quien se permite tocar puertas con poca prudencia y se acercaba a todo lo que le llamaba la atención. Era muy ambiciosa y disciplinada”, le reconoció Luis Miguel González a Francisco Hernández.”

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Curiosamente, el hombre a quien Peña confundió con el supuesto amante/jefe mexicano ha ganado el Premio Planeta el año en que Felipe subió al trono. Me hace gracia que saca a colación el famoso “doctorado” que se supone Let lleva 25 años haciendo.

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También cuenta esto:

“La proposición indecente que un periodista famoso de TVE le hizo a Letizia a cambio de trabajo”

Letizia recibió una proposición indecente como peaje para acceder a Televisión Española. Así lo revela al menos Jorge Zepeda (64) -que fue premio Planeta y uno de los jefes de Letizia durante su estancia en Mexico- en una extensa entrevista con el autor. "Antes de prometerse con Felipe, me contó indignada que un periodista muy conocido, que la había entrevistado para entrar en televisión española, le había pedido s*x* a cambio de enchufarla. ¡Estuvo a punto de denunciarlo!", asegura Zepeda.”

Leyendo sobre esto, me he topado con este artículo de febrero de 2020 que no tiene desperdicio.

Primicia: Adelanto de ‘Letizia. La reina impaciente’: La búsqueda del maestro

18 de febrero de 2020
Su exmarido, sus examantes y amigos hablan sobre sus relaciones en el perfil biográfico escrito por Leonardo Faccio, del que publicamos un fragmento en exclusiva.

Reina Letizia
Antes de conocer a Felipe de Borbón, la futura reina de España nunca se había comprometido con un hombre que no fuera periodista o escritor. Se casó con un profesor de literatura cuando su ilusión era escribir, se enamoró de un periodista mexicano de investigación cuando ella también quería serlo y fue la pareja secreta de un periodista extranjero cuando publicaba informes de política internacional en la agencia EFE. Había también disciplina en su búsqueda amorosa de un par superior cuya competencia le permitiera evolucionar. “Nosotras éramos muy masculinas”, me dice su compañera de la agencia EFE con la que compartió un viaje a Pamplona durante las fiestas de San Fermín. “Profesionales a tiempo completo que no querían tener hijos. Queríamos libertad. Letizia decía: ‘Nunca en mi vida voy a tener hijos”.
En aquel viaje a Pamplona que compartieron, su amiga recuerda que al volante iba un periodista estadounidense, responsable en la agencia del servicio internacional, diez años mayor que ella, y que llevaban unos seis meses juntos. Esos tres romances del pasado de la reina de España tenían más o menos diez años más que ella. También era periodista y escritor un compañero de trabajo en el canal de noticias CNN+, la última pareja que tuvo Letizia Ortiz antes de convertirse en princesa. El rey Felipe VI siempre fue un hombre tímido obligado a hablar en público, y acabó enamorándose de una locuaz presentadora de televisión. La locuaz presentadora de televisión siempre fue una mujer audaz que en sus novios buscaba, más que una pareja sentimental, a maestros cómplices de su oficio.
**(…) **
Su exmarido escritor y profesor de literatura era, al mismo tiempo, con quien debatía los libros que ella leía y quien le abrió una puerta a su ilusión de independencia juvenil de dormir fuera de casa. “El periodismo es la put* de la literatura”, recuerda Alonso Guerrero haber sentenciado frente a ella y doce periodistas del diario La Nueva España. “A mí siempre me gustó meterme con esta gente”, bromea Guerrero. “Soy un provocador”.
Guerrero es el escritor y profesor de literatura del que ella se enamoró y con quien se casó, el hombre de su vida antes del príncipe. Letizia Ortiz había conocido a Guerrero cuando asistía al turno de noche del instituto madrileño Ramiro de Maeztu, de Madrid, donde él daba clases de Literatura Española, y, durante las horas libres, el profesor y la reina del futuro se encontraban en la cafetería del instituto. “Yo discutía mucho de literatura con ella”, me dice el ex. “Cuando uno cree en lo que piensa, eso se contagia siempre”.
La futura reina era entonces una adolescente que se había mudado con su familia desde Oviedo hacia Madrid, y Guerrero, que había estudiado Filosofía y Letras en Extremadura, también era un recién llegado. Triunfar era para la futura reina independizarse y dedicarse al periodismo. “Tenía a Alonso Guerrero en un pedestal, como a un sabio”, recuerda Pedro Vallín, el compañero de la reina en el diario La Nueva España, donde ambos fueron becarios de verano. “Ella era muy atrevida”, me dice Luis Miguel González, exeditor del diario Siglo 21 de México, al preguntarle qué le había atraído de Letizia Ortiz. “Tenía esa actitud de quien se permite tocar puertas con poca prudencia, y se acercaba a todo lo que le llamaba la atención”.
La reina había conocido a González cuando abandonó una maestría en Periodismo que hacía en Guadalajara, México, y entró a trabajar en el mismo diario donde él era jefe del equipo de investigación. Ella firmaba como “Ada” en el suplemento de ocio Tentaciones. “Tenían pasión por la literatura y el periodismo. Eso creó una pasión mutua que los tocó profundamente”, me dice Francisco Hernández, un amigo de Luis Miguel González que trabajaba en la misma facultad donde la joven había cursado su maestría. “Fue una relación muy pasional. Él estaba casado, pero la pasión te hace olvidar todo. Luego puedes decir ‘lo lamento”, me dice la antropóloga Silvia Lailson, que era editora del periódico y confidente de la reina por venir. “Letizia no es el dalái lama que va buscando lo que se encuentra. Es alguien que siempre está buscando algo más. Alguien muy ambiciosa y disciplinada”, recuerda Luis Miguel González. “A mí me buscaba para tener una visión más realista y equilibrada. Como alguien que sabe ver las cosas desde afuera”.
La futura reina, a la que sus compañeros en la televisión pública de España llamarían “la Ficticia”, buscaba un aterrizaje en la lucidez. Un día le pidió a un compañero de la agencia EFE que le explicara la guerra de los Balcanes. “La primera vez que la vi pensé que nunca íbamos a llevarnos bien”, recuerda Eliseo García Nieto, quien la invitó a su casa para hablar de Serbia y Croacia. “La veía un pelín soberbia. Como quien dice: ‘yo soy mejor que todos estos”.
García Nieto recuerda haberle abierto un mapa y comenzar a explicarle la historia de los otomanos, cuando la becaria le preguntó por un título de su biblioteca. “Le fascinaba leer”, me dice. “Pero siempre me quedé con la sensación de que aprovechaba eso para decir que la literatura la situaba por encima de los demás”. El libro en el que la futura reina se había fijado era Del inconveniente de haber nacido, los aforismos de Emil Cioran, que en la página 17 dice: “La lucidez es el único vicio que hace al hombre libre: libre en un desierto”. Letizia Ortiz le había dicho a su maestro ocasional que le encantaba Cioran, y de los Balcanes pasaron a hablar de literatura hasta las seis de la mañana. “Su preocupación era de orden intelectual”, me dice otro amigo de la reina que fue analista político en el diario El Mundo. “Tenía miedo de quedar como una locutora”.
Letizia Ortiz lo conoció cuando él era corresponsal en Palestina y ella presentaba noticias en un telediario. La futura reina quería ser corresponsal de guerra y comenzó a llamar a su amigo cuando logró que en Televisión Española la enviaran como cronista a Irak. “Quedábamos a comer y, en vez de hablarme de ella, solo me hacía preguntas”, me dice su amigo. “Era como una entrevista”. La reina que admiraba escritores hablaba con sus amigos como quien abre un libro.
(…)

Hoy la reina de España necesita ser popular. Necesita cosechar buenos comentarios sobre ella para mantener altos sus índices de popularidad. El padre de la reina, quien también había sido locutor, trabaja en Madrid en una empresa de asesores de comunicación y dice que educó a sus tres hijas en una cultura de supervivencia.
“El viaje con mis hijas consistía en ver y aprehender”, me dice Jesús Ortiz. “Es de personas con amplitud de miras, de personas sin complejos. Es abrirse a las experiencias y a los demás: a la sociedad, al mundo. La política no deja de ser un acto social. Yo creo que la apertura de miras es un espíritu de supervivencia”. La reina aprendió más que a sobrevivir en redacciones de periódicos y televisoras de México y Madrid. A los 30 años ya ocupaba uno de los puestos más deseados entre los presentadores de la televisión. El padre de la reina había tenido su prueba de supervivencia al casarse joven y tener que mantener, antes de cumplir los veinticinco años, a una familia con tres hijas.
Letizia, con una compañera durante la cobertura de la guerra de Irak, en Basora
EFE
(…)

Hoy los historiadores creen que la sangre de clase media revitaliza a las monarquías. Declan Quigley, el profesor del príncipe Guillermo de Inglaterraen la Universidad de Saint Andrews, piensa lo contrario. “Cuanto más parecido a nosotros se vuelve un rey, menos motivos hay para tener un rey”, dijo el profesor Quigley a un biógrafo de Lady Di. “Un rey es un símbolo, no una persona”. Las reinas, como la reina Letizia, provocan en ese sentido el mismo efecto que las estrellas de Hollywood: viven aisladas, no hablan en público fuera del discurso oficial y la seducción que producen parte de esa ausencia. Quienes admiran a las reinas en las revistas de peluquería pueden imaginarlas siempre con vida glamurosa. Seducir es sobre todo intrigar, y la supervivencia de la monarquía depende de la seducción. “La monarquía es un sistema no igualitario, pero que quiere mostrarse de igualdad de condiciones”, me dice Martín Caparrós, “y, para hacerle espacio a esta idea contrapuesta, le ceden espacio a mujeres plebeyas que dan aires de modernidad”. Según Caparrós, una plebeya en la monarquía es un antídoto contra la extinción del sistema monárquico y un espejismo de ascenso social. “Nos hemos convertido en actores”, le dice Jorge V de Inglaterra a su hijo en la película El discurso del rey.
Aunque la imagen de mujer sumisa es la versión iconográfica más difundida de las reinas, los exnovios de Letizia Ortiz no la recuerdan así. “Quiero mantener a esa persona lo más lejos posible de mi vida”, me dice David Tejera, quien fuera su pareja en CNN+ y que se separó de ella cuando el príncipe apareció en escena.
Luis Miguel González, el exeditor jefe del diario* Siglo 21*, es más breve. “Yo, por salud mental, no le sigo la pista”. El periodista del servicio internacional de EFE, con quien la reina tuvo una historia, es más práctico. “No me interesa regalar mis memorias”, le respondió por WhatsApp a su amigo Eliseo García Nieto cuando este le preguntó si quería contar su historia a un cronista. Los amigos de la reina tienen sentimientos encontrados hacia ella. “Yo conocí a Letizia con una idea bastante clara”, me dice García Nieto. “Republicana, nada religiosa y ahora dudo de si fui amigo de esa persona o no”.
Andrew Morton, biógrafo de Lady Di y autor del libro Ladies of Spain, comprende que Felipe de Borbón se haya casado con Letizia Ortiz. “El niño, que se sentía asfixiado por su madre, ha elegido a una pareja dominante y controladora”. La reina, cuyas exparejas siempre se dedicaron al oficio de escribir, encontró más comprensión en la diplomacia de un rey que no estaba habituado a mandar.
Alonso Guerrero, el exmarido de la reina, ve su historia con ella como el argumento de una novela. Tras nueve años de noviazgo y uno de matrimonio, nunca han dejado de frecuentarse. De cuando en cuando la reina esquiva a los paparazzi que la persiguen y se reúne a conversar con él en cafés de Alcalá de Henares, la ciudad próxima a Madrid donde nació Miguel de Cervantes y donde vive él. “Yo no diría que soy un ancla, pero sí alguien sólido al que puede volver, porque yo no he cambiado”, me dice el exmarido. “Ella siempre me escuchó. Ahora es una buena amiga”.
Guerrero presenció la transición de su exesposa desde la tranquilidad que exige el ejercicio de la escritura, la estridencia de la TV, hasta el silencio que le impone la monarquía. “Lo que ocurre es que mis opiniones no eran las suyas”, dice Guerrero sobre los días en que la reina entró en el vértigo de la televisión. “Ella estaba metida en la vida y yo estaba en el trastero”. Guerrero iba a publicar un libro sobre la experiencia de convertirse en el exmarido de la reina. Lo tituló El amor de Penny Robinson. Un tributo a Perdidos en el espacio, la serie televisiva de los años sesenta con una niña prodigio como protagonista, que buscaba un planeta habitable para la especie humana. Era un testimonio novelado para descifrar a la reina a través de su exmarido. Letizia Ortiz venía de otro mundo cuando aterrizó en la Casa Real.
Si uno examina cada caso, la mayoría de las reinas parecen caricaturas en los libros de historia. Sus apelativos más recordados no ponderan una habilidad política o capacidad intelectual. Elogian a soberanas que complacieron al rey. María Amalia de Sajonia, esposa de Carlos III, tuvo trece hijos en el siglo XVIII y la llamaron “diosa de la fecundidad”. Su antecesora, Bárbara de Braganza, no tuvo descendencia y la llamaron “avariciosa” por su propensión a acumular riqueza. Mientras la ambición de reyes como Carlos III, famoso por recaudar altos impuestos y apodado “el mejor alcalde de Madrid”, es motivo de elogio, a las reinas no se les reconocen los mismos atributos. (…) “Las cosas han cambiado, pero no tanto”, dice MacMillan. Nadie diría de un político que es “chillón”, como llamaban a Margaret Thatcher, y todavía llaman a Hillary Clinton. En el mundo de los negocios, ellas son “dominantes”, mientras que ellos son “enérgicos”. En el Palacio de la Zarzuela al rey Juan Carlos I lo siguen llamando “el Patrón”. Los amigos de Felipe VI, a quien han llamado “el Sereno”, no toleran que él se haya casado con una plebeya y, a sus espaldas, llaman “Chacha” a la reina Letizia. Un mote degradante que reciben las empleadas del servicio doméstico. En la Casa Real, donde los apelativos de las reinas han sido despectivos, es una novedad que a la reina Letizia la llamen “Jefa”. Aunque antes de casarse con Felipe de Borbón, Letizia Ortiz ya se comportaba como tal.
*Letizia. La reina impaciente *(Debate), de Leonardo Faccio, sale a la venta el 20 de febrero.
Veo que lo han traído en otra versión aquí:
Publicado en el tema 'Nueva biografía sobre Letizia: 'La Reina impaciente' de Leonardo Faccio. El autor desvela los entresijos del libro en exclusiva'
https://www.cotilleando.com/threads...os-del-libro-en-exclusiva.111816/post-9365753
Excelente artículo no tiene desperdicio, gracias por traerlo primi !!!
 
Me ha parecido interesante cuando la youtuber Laura González dice que un programa Mexicano anunció que iba a hacer una entrevista a la ex mujer de Luis Miguel González (el director de periódico mexicano que se enamoró de Letizia) pero desde el anuncio no se ha vuelto a oir más…

Esto es lo que Peñafiel incluyó en su libro “Letizia y yo” que le contó esta señora.

“MUNDO

Letizia, antes de ser reina, ascendió “liándose con el gran jefe, mi marido”: explosivo testimonio de la exesposa de uno de sus amantes

Peñafiel cuenta los amoríos de la reina, sus supuestos abortos y sus deseos de tener poder casándose con el heredero al trono. En todo su relato, narra escenas de los momentos en que él, como periodista de la realeza, se enteró del pasado de quien sería reina.
24 de diciembre de 2023

El libro de Jaime Peñafiel es incendiario. Presenta a la reina Letizia como una mujer seductora y ambiciosa que nunca tuvo problema en salir con quien quisiera para ascender. El autor, uno de los periodistas que mejor conoce a la realeza, asegura que en la vida de la bella periodista fueron más sus cualidades que sus defectos, pero estos últimos los relata sin piedad.
Peñafiel cuenta los amoríos de la reina, sus supuestos abortos y sus deseos de tener poder casándose con el heredero al trono. En todo su relato, narra escenas de los momentos en que él, como periodista de la realeza, se enteró del pasado de quien sería reina.
Uno de ellos es una llamada que recibió desde Guadalajara (México), un lugar en donde Letizia había hecho unas prácticas profesionales. Peñafiel cuenta que un día le sonó el teléfono y al otro lado de la línea había una mujer que se presentó así:
“Soy la esposa del director de Siglo XXI, el periódico en el que trabajó Letizia durante su estancia en Guadalajara en 1995 como reportera del suplemento Tentaciones, puesto que se ganó liándose con el gran jefe, mi marido. ¡Vaya tipa de reina que tiene usted...!”, le dijo la señora a comienzos de 2014.
La mujer entregó más detalles. Le contó que en ese momento el periódico lo dirigía su esposo, y ella “lo sedujo sin respetar que era un hombre casado y padre de cinco hijos”.
Agregó que tras enterarse de esa verdad, ella “no podía digerir aquel tan prolongado engaño que todo el mundo conocía. Era la cornuda del periódico. Mi marido estaba tan enamorado de Letizia que, cuando ella regresó a España, se pasó días llorando su marcha. Después, decidí pedirle el divorcio”.
Peñafiel revisó quién había sido el director de ese periódico para la fecha y encontró que estaba al mando un reputado periodista mexicano, Jorge Zepeda, que justo se había ganado el premio Planeta que se entregaba en España. Lo increpó personalmente y le dijo: “¿Tú has sido amante de Letizia?”.
El hombre contestó impactando en lo que el autor del libro, asegura, fue una reacción natural y espontánea: “No fui yo, sino el director”. Tras buscar más, encontró que para la época había un director editorial de nombre Luis Miguel González.
“Este la amaba y respetaba tanto que, cuando supo que Letizia se casaba con el príncipe Felipe, envió un correo electrónico a todos sus amigos pidiéndoles que, bajo ningún motivo, hablaran sobre la relación sentimental que había mantenido con ella. ¡Todo un caballero! Pero un caballero que no tuvo reparos en enamorarse siendo, como era, un hombre casado. Fue una relación muy pasional, y la pasión te hace olvidar todo. Ella era muy atrevida. Tenía esa actitud de quien se permite tocar puertas con poca prudencia y se acercaba a todo lo que le llamaba la atención. Era muy ambiciosa y disciplinada”, le reconoció Luis Miguel González a Francisco Hernández.”

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Curiosamente, el hombre a quien Peña confundió con el supuesto amante/jefe mexicano ha ganado el Premio Planeta el año en que Felipe subió al trono. Me hace gracia que saca a colación el famoso “doctorado” que se supone Let lleva 25 años haciendo.

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También cuenta esto:

“La proposición indecente que un periodista famoso de TVE le hizo a Letizia a cambio de trabajo”

Letizia recibió una proposición indecente como peaje para acceder a Televisión Española. Así lo revela al menos Jorge Zepeda (64) -que fue premio Planeta y uno de los jefes de Letizia durante su estancia en Mexico- en una extensa entrevista con el autor. "Antes de prometerse con Felipe, me contó indignada que un periodista muy conocido, que la había entrevistado para entrar en televisión española, le había pedido s*x* a cambio de enchufarla. ¡Estuvo a punto de denunciarlo!", asegura Zepeda.”

Otro artículo, este de abril de 2004, sobre las vivencias en Mexico… ese “curso” le cundió mucho…
Nota del editor: En abril de 2004 la revista Quién publicó una historia que hizo que los ojos de otros países voltearan a México, bajo el título: "El pasado oculto de Letizia de España", firmado por Erika Roa, donde revelaba que la mujer que estaba a días de convertirse en esposa del príncipe Felipe había tenido un amante en Jalisco, de nombre Luis Miguel González su entonces jefe en el periódico "Público de Guadalajara", entre otros datos. Aquí el texto que se publicó en nuestras páginas.

Ver el archivo adjunto 3460742
En la edición 64 de la revista Quién se publicó el pasado oculto de Letizia.(Revista Quién)

Felipe era uno de los últimos príncipes solteros más cotizados de Europa. España se ponía de cabeza para adivinar quién sería la futura reina. Al fin, el l de noviembre de 2003 se desveló el misterio: Letizia Ortiz Rocasolano, una mujer inteligente, fría para muchos, feminista, luchadora incansable, clasemediera, hija de padres divorciados. Nada que ver con el perfil que manejaba Felipe.

A pesar de ello, la mayor parte del pueblo español aplaudió la elección sin saber a ciencia cierta quién era la joven que había conquistado el corazón de su Príncipe. Conforme pasó el tiempo, fueron saliendo a la luz datos de la vida de Letizia que no siempre beneficiaron su imagen. Muchos de sus compañeros de trabajo de Televisión Española (tve), donde se desempeñó como conductora del noticiario Telediario hasta antes de su compromiso real, la tildaban de ambiciosa y calculadora. Incluso la llamaban Ficticia a sus espaldas.

También se revelaron varios de los países latinoamericanos donde ella había residido, por ejemplo Colombia, adonde se mudó en octubre de 1994 por cuestiones de trabajo. Costa Rica fue su refugió para pensar si aceptaría o no la petición de matrimonio que le hizo Felipe. Y, por supuesto, en México poco a poco la prensa local se encargó de difundir los detalles ‘ de su estancia, como fue la obra del pintor cubano Waldo Saavedra, en la cual aparecía el rostro de Letizia sobre un torso desnudo. Pero hay más de esta intrépida periodista que llegó a nuestro país a estudiar un posgrado en la Universidad de Guadalajara.

Descubrimos sus lugares preferidos, su labor como periodista, sus amigos y el affaire furtivo que sostuvo con un mexicano.

Intercambio universitario

Letizia llegó a Jalisco en l995. Recién desempacada comenzó a buscar trabajo. Lo consiguió en el periódico Siglo 21 (hoy llamado Público) como reportera del suplemento "Tentaciones". Fue entonces cuando conoció a su compatriota y colega Fran y a la mexicana Sara Cuéllar, actual directora de la agencia Comunicación & Relaciones Públicas y la amiga más cercana de Letizia en México. Trabajaban juntas, pues ambas cubrían la misma fuente, sólo que Sara para la sección cultural del mismo periódico.

En la Perla Tapatía la española era una estudiante común que se transportaba en camiones. De hecho, a sus allegados les comentó que quería comprarse una moto porque "Guadalajara es una ciudad muy grande para mí".

Cuentan sus amigos que Letizia no era la típica niña guapa que va a los mejores sitios y se viste con lo último. Sara recuerda: "Era muy bailadora. Le encantaba la salsa. Íbamos al Salón Veracruz, que no estaba de moda".

A la ahora reina de España le gustaba comer en la fonda Irma Corajes, que se encontraba a la vuelta de las oficinas del periódico. Le encantaba la carne asada con tortillas recién hechas que ahí servían. En el Bar Barbanegra pasaba largas horas escuchando música en vivo y a su cantante favorita, Sara Valenzuela, del grupo La Dosis. La mayoría de las veces pedía tequila o vino tinto, bebidas que le fascinaban.

Otro de sus escondites era el mercado de Guadalajara, donde compró regalos para su madre y hermanas antes de volver a España, entre ellos varias bolsas de cuero grabadas. También dominaba Puerto Vallarta y Maloapa, una playa hippie donde solía acampar.

Sara, ¿cómo empezó tu relación con ella?

Nos tocaba cubrir los mismos eventos. En ese entonces yo vivía con Fran y como él era español, inmediatamente se identificó con Letizia. Fran era más amigo de ella que yo. Empecé a tener mayor contacto con ella en una fiesta. De repente nos dimos cuenta que no era una niña bonita y hueca. Trabajaba muchísimo. Siempre andaba corriendo. Se movía en camión o lo que fuera. Al principio vivía con una familia de Guadalajara, luego se mudó con nosotros y ahí nos hicimos muy amigas.

Luis Miguel González en Guadalajara.


Luis Miguel González en Guadalajara. (Archivo Quién)

Descríbenos a la Letizia de aquella época...

Era muy sencilla. En el edificio donde vivíamos conocía perfecto al que cuidaba los coches. Era querida y odiada, como toda mujer bonita e inteligente. Era la típica de camiseta y jeans que hacía lo que se le daba la gana, muy independiente e irreverente, defensora de sus ideas.

Me acuerdo que cuando llegaba al periódico, todos los chavos le ofrecían sus computadoras para que trabajara. Por supuesto, ‘ sus compañeras nos poníamos celosísimas. Era muy parrandera. Éramos como una familia. Nuestros novios y amigos eran del diario.

Se trataba de una mujer sensible. Un día lloró por unos perritos que se vendían en el mercado de Santa Tere. Le reclamó al vendedor: "¿Por qué tiene esos animales sin su madre? Pobres criaturas, si pudiera me los llevaba todos".

Cuando llegó a México contaba con 23 años y tenía muy claro su sueño en la vida: triunfar como periodista. Quería viajar y pensaba vivir un año en Australia, aunque América Latina le llamaba mucho la atención, sobre todo por los contrastes entre la riqueza y la pobreza. Se peleaba con el sistema.

¿Qué opinaba sobre las costumbres mexicanas?

Afirmaba que teníamos una cultura muy servicial, que nos rendíamos mucho. Frente a la frase de "mi casa es tu casa", comentaba inquieta: "¡Pero cómo es posible que digan eso!" O cuando le decían "sí señorita", respondía "no me llame señorita, soy Letizia".

Le chocaba que le abrieran la puerta del carro. Recuerdo que una vez le mandaron flores, las rechazó y envió otras al galán con un recado que decía: "Yo también puedo hacer eso".

Se sorprendía con la calidez de la gente. Era muy cariñosa, cosa rara en los españoles. Le gustaba abrazar y aquí sí podía hacerlo.

¿Cuál era su rutina?

Iba a la escuela y de ahí al periódico. Llegaba a casa como a la 1 a.m. Era hiperactiva. Los sábados en la tarde limpiábamos el departamento. A ella le chocaba la cocina. Prefería asear la estancia, barrer y trapear. Lo hacía perfecto.

¿Y sus gustos?

Joaquín Sabina era su músico de cabecera. Le encantaba U2 y, ‘ de México, Maná, a quienes conoció cuando los entrevistó, pero nunca fueron íntimos. Le agradaba Chavela Vargas, porque admiraba a las mujeres fuertes. Se identificaba con ellas. Pero lo que más le gustaba eran los libros. Era una lectora empedernida. Adoraba a Jorge Luis Borges, Juan Rulfo -incluso conoció a su hijo, Juan Carlos Rulfo, cuando éste hacía cine-, la periodista y novelista española Maruja Torres y al periodista argentino Tomás León Martínez.

Letizia no era una niña fashion. Prefería las bolsas de gamuza y ante, sin embargo nunca fue de diseñadores.

Dinos algunas de sus manías o secretos...

Se comía las uñas. Es ambidiestra. Usaba lentes...

La mujer que no se quería casar
Probablemente debido al divorcio de sus padres, la joven Letizia había descartado como proyecto de vida el matrimonio y convertirse en madre.


¿Qué platicaba de su familia?
Su ídolo era su padre (Jesús Ortiz). En ese entonces él trabajaba en la radio. Ella vivía con su mamá (Paloma Rocasolano), con quien se peleaba mucho, como cualquier joven de su edad. Admiraba a sus hermanas (Thelma y Erika). Siempre decía que le hubiera gustado ser tan guapa como una de ellas, no recuerdo cuál, pero ninguna es tan bonita como Letizia.
Sentía admiración por su abuelo paterno. Era muy respetuosa de su familia a pesar de que no quería tener hijos. Creo que todos en algún momento pensamos de esa forma, principalmente cuando estás empezando. El divorcio de sus padres la hizo madurar.
¿Cómo era la relación entre Letizia y el escritor español Alonso Guerrero, con quien estuvo casada de 1998 a 1999?
Un día tuvimos una conversación muy chistosa. Fue una parranda íntima. No teníamos dinero y ninguna de las dos queríamos que nos invitaran a salir, así que abrimos una botella de tequila. Fue una noche fantástica. Lloramos y hablamos de mil cosas. Nos emborrachamos padrísimo, entre amigas, en nuestra casa, a gusto. Cuando le pregunté a qué le tiraba en la vida, respondió: "No me quiero casar. Ya he vivido con Alonso y seguramente voy a volver con él. Tengo muchos planes y un hombre siempre estorba en esas cosas. No me quiero comprometer".
Entonces ella no idealizaba esa parte de su vida...
Jamás. En ese momento (1995) tenía muchos conflictos con Alonso, pues él era un poco celoso. Era como su maestro en la vida, la aterrizaba, le decía que se concentrara en su posgrado, porque ella ‘había elegido no tener días de descanso en el periódico. Y ella le respondía: "¡Joder, tío!, ¿cómo voy a dejar una cosa que me apasiona?" Quería aprender muy rápido, comerse el mundo a mordidas. Letizia era muy mal hablada y le decía Chiqui a su ex marido.
¿Qué pensaba sobre la maternidad?
No podía tener hijos y trabajar al mismo tiempo. Comentaba: "No podría viajar y no voy a dejar de hacer mis cosas. Algún día voy a tener mi programa de televisión." Eso lo tenía clarísimo. Estaba segura que iba a tener éxito.
El amor secreto de La Maja
Letizia es una mujer con mucha personalidad y muy guapa, por lo tanto, no es raro que tuviera muchos pretendientes mexicanos. Hasta mantuvo un amor furtivo en Guadalajara con un hombre casado.
¿Cuántos corazones rompió?
Muchos, pero ninguno en especial. Tuvo un galán muy guapo, rubio, de ojos azules, artista plástico, muy divertido. Ella nunca les llamaba novios sino amigos.
¿Crees que se haya enamorado alguna vez?
Nunca le conocí alguien de quien se haya enamorado.
¿Anduvo con Luis Miguel González, el entoncesdirector del periódico Público de Guadalajara, que en ese entonces estaba casado?
No, no creo. Eran muy buenos amigos, se llevaban mucho. Él era de la bolita, su jefe y amigo. Además, conozco a su esposa y eso no es cierto. Pero la mujer de Luis Miguel se divorció de él después de enterarse de lo de Letizia...
Será por cosas de ellos. De hecho, supe de la separación después de que se fue Letizia. A mí no me consta, y si lo hicieron,‘ lo hicieron muy bien porque ninguno de los dos me lo dijo. Luis Miguel es un hombre muy cabal y profesional. De alguna manera se debe aceptar que Letizia es un ser humano común y corriente que seguramente alguna vez se puso borrachita. Eso de que le estén espulgando a ver qué lado oscuro le encuentran... ¿De qué les vale?
Respecto a esta información, tres fuentes que solicitaron el anonimato, compañeros en el periódico de Luis Miguel y Letizia, coincidieron que entre ellos hubo más que una simple amistad. "Era bien sabido que andaban. No se esforzaban mucho en ocultarlo." Y aseguran que esto fue el detonador para que el matrimonio del mexicano fracasara.
Otra fuente afirmó: "Cuando Letizia volvió a España, una amiga comentó: ‘¿Cómo ven que Luis Miguel hasta lloró cuando supo que Letizia se regresaba?'"
Recién dada la noticia de que la hispana se convertiría en la futura princesa de Asturias, dicen que el propio Luis Miguel mandó un correo electrónico a todos sus amigos de entonces para pedirles que por ningún motivo hablaran sobre la relación que sostuvo con ella, que lo negaran a toda costa.
Sara, ¿cómo fue el adiós de Letizia?
Al principio ella no sabía si volver a España o quedarse en México porque había conocido gente de la misma Universidad que producía videos y estaba muy interesada en seguir en ese campo. Cuando terminó su posgrado se quedó unos meses más para finiquitar algunos proyectos en el periódico y tuvo muchas despedidas. Se llevó tequila, artesanías, libros... Fue muy querida, a pesar de que en un inicio causó muchos celos entre las tapatías por su arrojo con los hombres.
La familia política que no pensó tener
¿Qué contaba de su país?

En esa época finalizaba el periodo del presidente Felipe González, alguien a quien Letizia admiraba. Se preguntaba cómo los españoles podían contemplar un gobierno que no fuera tan negociable y tan inteligente como el de él. Le encantaba la comida de su tierra, el vino tinto y el queso manchego.
¿Y sobre la familia Real?
Una vez unos españoles que vivían en Guadalajara platicaban que el Rey era muy mujeriego. Yo le preguntaba a Letizia por qué la gente no sabía eso aunque era un secreto a voces, y me explicaba que hay un pacto entre la prensa y la familia real: ésta es intocable.
¿Y qué te decía del Príncipe?
Le comenté que se me hacía muy guapo, aunque no era mi tipo. Letizia me contestó: "A mí también se me hace muy guapo, pero los hombres con cabello rizado no me gustan".
¿Cómo percibes su relación con la reina Sofía?
Tengo mis dudas. Que a Letizia le indiquen qué decir, qué hacer, se me hace una situación difícil. Su venida a México, su divorcio, haber ido a la guerra (la de Iraq el año pasado) fueron decisiones suyas. Sus papás jamás lograron tener injerencia en eso.
¿De qué forma te enteraste del compromiso de Letizia con el Príncipe de Asturias?
Vi El País con aquella portada de Letizia y pensé: "No es posible." Llamé a Fran por teléfono, que ahora vive en Madrid, y se encontraba en el mismo estado de shock. Me comentó que había coincidido con ella en un evento de corresponsales apenas unos meses atrás, y me dijo: "La noté rara. Muy alegre, como es ella, pero muy cortante. No charlaba igual que antes".
¿Cuándo fue la última vez que la viste?
En Semana Santa de 2002, en Madrid. Cenamos y nos fuimos de copas. Pasamos un rato muy padre. Ella estaba por entrar a tve y se encontraba muy ilusionada por eso. Estaba adelgazando mucho por el trajín y vivía con su mamá, aunque estaba a punto de tener su departamento.
La discusión de la noche fue si se cortaba o no el pelo. Lo tenía larguísimo, con un flequillo, y siempre andaba de coleta. A la vez estaba muy triste porque su romance con Alonso iba muy mal. La suya era una relación muy apasionada en todo. Se admiraban mutuamente.
Ellos se divorciaron en 1999 y tú la viste en el 2002, ¿continuaban juntos?
Se seguían queriendo mucho. Era una de esas relaciones destructivas, pero con sus buenos momentos. Ella no sabía si volver con él o no, pues también tenía un galán en puerta y no se quería comprometer con nadie.
¿Cómo piensas que Letizia esté lidiando con el hecho de tener que renunciar a todas las cosas por las que ha luchado?
Imagino que está deslumbrada y sacada de onda, porque el hecho tan simple de no poder ir al súper, no creo que le guste. Considero que está muy enamorada. Muchos dicen que es ambiciosa, pero lo es en el buen sentido de la palabra. Fue una magnífica jugada del destino. Está entrando a un mundo tan distinto que no sé si se llegue a acostumbrar.

Leyendo sobre esto, me he topado con este artículo de febrero de 2020 que no tiene desperdicio.

Primicia: Adelanto de ‘Letizia. La reina impaciente’: La búsqueda del maestro

18 de febrero de 2020
Su exmarido, sus examantes y amigos hablan sobre sus relaciones en el perfil biográfico escrito por Leonardo Faccio, del que publicamos un fragmento en exclusiva.

Reina Letizia
Antes de conocer a Felipe de Borbón, la futura reina de España nunca se había comprometido con un hombre que no fuera periodista o escritor. Se casó con un profesor de literatura cuando su ilusión era escribir, se enamoró de un periodista mexicano de investigación cuando ella también quería serlo y fue la pareja secreta de un periodista extranjero cuando publicaba informes de política internacional en la agencia EFE. Había también disciplina en su búsqueda amorosa de un par superior cuya competencia le permitiera evolucionar. “Nosotras éramos muy masculinas”, me dice su compañera de la agencia EFE con la que compartió un viaje a Pamplona durante las fiestas de San Fermín. “Profesionales a tiempo completo que no querían tener hijos. Queríamos libertad. Letizia decía: ‘Nunca en mi vida voy a tener hijos”.
En aquel viaje a Pamplona que compartieron, su amiga recuerda que al volante iba un periodista estadounidense, responsable en la agencia del servicio internacional, diez años mayor que ella, y que llevaban unos seis meses juntos. Esos tres romances del pasado de la reina de España tenían más o menos diez años más que ella. También era periodista y escritor un compañero de trabajo en el canal de noticias CNN+, la última pareja que tuvo Letizia Ortiz antes de convertirse en princesa. El rey Felipe VI siempre fue un hombre tímido obligado a hablar en público, y acabó enamorándose de una locuaz presentadora de televisión. La locuaz presentadora de televisión siempre fue una mujer audaz que en sus novios buscaba, más que una pareja sentimental, a maestros cómplices de su oficio.
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Su exmarido escritor y profesor de literatura era, al mismo tiempo, con quien debatía los libros que ella leía y quien le abrió una puerta a su ilusión de independencia juvenil de dormir fuera de casa. “El periodismo es la put* de la literatura”, recuerda Alonso Guerrero haber sentenciado frente a ella y doce periodistas del diario La Nueva España. “A mí siempre me gustó meterme con esta gente”, bromea Guerrero. “Soy un provocador”.
Guerrero es el escritor y profesor de literatura del que ella se enamoró y con quien se casó, el hombre de su vida antes del príncipe. Letizia Ortiz había conocido a Guerrero cuando asistía al turno de noche del instituto madrileño Ramiro de Maeztu, de Madrid, donde él daba clases de Literatura Española, y, durante las horas libres, el profesor y la reina del futuro se encontraban en la cafetería del instituto. “Yo discutía mucho de literatura con ella”, me dice el ex. “Cuando uno cree en lo que piensa, eso se contagia siempre”.
La futura reina era entonces una adolescente que se había mudado con su familia desde Oviedo hacia Madrid, y Guerrero, que había estudiado Filosofía y Letras en Extremadura, también era un recién llegado. Triunfar era para la futura reina independizarse y dedicarse al periodismo. “Tenía a Alonso Guerrero en un pedestal, como a un sabio”, recuerda Pedro Vallín, el compañero de la reina en el diario La Nueva España, donde ambos fueron becarios de verano. “Ella era muy atrevida”, me dice Luis Miguel González, exeditor del diario Siglo 21 de México, al preguntarle qué le había atraído de Letizia Ortiz. “Tenía esa actitud de quien se permite tocar puertas con poca prudencia, y se acercaba a todo lo que le llamaba la atención”.
La reina había conocido a González cuando abandonó una maestría en Periodismo que hacía en Guadalajara, México, y entró a trabajar en el mismo diario donde él era jefe del equipo de investigación. Ella firmaba como “Ada” en el suplemento de ocio Tentaciones. “Tenían pasión por la literatura y el periodismo. Eso creó una pasión mutua que los tocó profundamente”, me dice Francisco Hernández, un amigo de Luis Miguel González que trabajaba en la misma facultad donde la joven había cursado su maestría. “Fue una relación muy pasional. Él estaba casado, pero la pasión te hace olvidar todo. Luego puedes decir ‘lo lamento”, me dice la antropóloga Silvia Lailson, que era editora del periódico y confidente de la reina por venir. “Letizia no es el dalái lama que va buscando lo que se encuentra. Es alguien que siempre está buscando algo más. Alguien muy ambiciosa y disciplinada”, recuerda Luis Miguel González. “A mí me buscaba para tener una visión más realista y equilibrada. Como alguien que sabe ver las cosas desde afuera”.
La futura reina, a la que sus compañeros en la televisión pública de España llamarían “la Ficticia”, buscaba un aterrizaje en la lucidez. Un día le pidió a un compañero de la agencia EFE que le explicara la guerra de los Balcanes. “La primera vez que la vi pensé que nunca íbamos a llevarnos bien”, recuerda Eliseo García Nieto, quien la invitó a su casa para hablar de Serbia y Croacia. “La veía un pelín soberbia. Como quien dice: ‘yo soy mejor que todos estos”.
García Nieto recuerda haberle abierto un mapa y comenzar a explicarle la historia de los otomanos, cuando la becaria le preguntó por un título de su biblioteca. “Le fascinaba leer”, me dice. “Pero siempre me quedé con la sensación de que aprovechaba eso para decir que la literatura la situaba por encima de los demás”. El libro en el que la futura reina se había fijado era Del inconveniente de haber nacido, los aforismos de Emil Cioran, que en la página 17 dice: “La lucidez es el único vicio que hace al hombre libre: libre en un desierto”. Letizia Ortiz le había dicho a su maestro ocasional que le encantaba Cioran, y de los Balcanes pasaron a hablar de literatura hasta las seis de la mañana. “Su preocupación era de orden intelectual”, me dice otro amigo de la reina que fue analista político en el diario El Mundo. “Tenía miedo de quedar como una locutora”.
Letizia Ortiz lo conoció cuando él era corresponsal en Palestina y ella presentaba noticias en un telediario. La futura reina quería ser corresponsal de guerra y comenzó a llamar a su amigo cuando logró que en Televisión Española la enviaran como cronista a Irak. “Quedábamos a comer y, en vez de hablarme de ella, solo me hacía preguntas”, me dice su amigo. “Era como una entrevista”. La reina que admiraba escritores hablaba con sus amigos como quien abre un libro.
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Hoy la reina de España necesita ser popular. Necesita cosechar buenos comentarios sobre ella para mantener altos sus índices de popularidad. El padre de la reina, quien también había sido locutor, trabaja en Madrid en una empresa de asesores de comunicación y dice que educó a sus tres hijas en una cultura de supervivencia.
“El viaje con mis hijas consistía en ver y aprehender”, me dice Jesús Ortiz. “Es de personas con amplitud de miras, de personas sin complejos. Es abrirse a las experiencias y a los demás: a la sociedad, al mundo. La política no deja de ser un acto social. Yo creo que la apertura de miras es un espíritu de supervivencia”. La reina aprendió más que a sobrevivir en redacciones de periódicos y televisoras de México y Madrid. A los 30 años ya ocupaba uno de los puestos más deseados entre los presentadores de la televisión. El padre de la reina había tenido su prueba de supervivencia al casarse joven y tener que mantener, antes de cumplir los veinticinco años, a una familia con tres hijas.
Letizia, con una compañera durante la cobertura de la guerra de Irak, en Basora
EFE
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Hoy los historiadores creen que la sangre de clase media revitaliza a las monarquías. Declan Quigley, el profesor del príncipe Guillermo de Inglaterraen la Universidad de Saint Andrews, piensa lo contrario. “Cuanto más parecido a nosotros se vuelve un rey, menos motivos hay para tener un rey”, dijo el profesor Quigley a un biógrafo de Lady Di. “Un rey es un símbolo, no una persona”. Las reinas, como la reina Letizia, provocan en ese sentido el mismo efecto que las estrellas de Hollywood: viven aisladas, no hablan en público fuera del discurso oficial y la seducción que producen parte de esa ausencia. Quienes admiran a las reinas en las revistas de peluquería pueden imaginarlas siempre con vida glamurosa. Seducir es sobre todo intrigar, y la supervivencia de la monarquía depende de la seducción. “La monarquía es un sistema no igualitario, pero que quiere mostrarse de igualdad de condiciones”, me dice Martín Caparrós, “y, para hacerle espacio a esta idea contrapuesta, le ceden espacio a mujeres plebeyas que dan aires de modernidad”. Según Caparrós, una plebeya en la monarquía es un antídoto contra la extinción del sistema monárquico y un espejismo de ascenso social. “Nos hemos convertido en actores”, le dice Jorge V de Inglaterra a su hijo en la película El discurso del rey.
Aunque la imagen de mujer sumisa es la versión iconográfica más difundida de las reinas, los exnovios de Letizia Ortiz no la recuerdan así. “Quiero mantener a esa persona lo más lejos posible de mi vida”, me dice David Tejera, quien fuera su pareja en CNN+ y que se separó de ella cuando el príncipe apareció en escena.
Luis Miguel González, el exeditor jefe del diario* Siglo 21*, es más breve. “Yo, por salud mental, no le sigo la pista”. El periodista del servicio internacional de EFE, con quien la reina tuvo una historia, es más práctico. “No me interesa regalar mis memorias”, le respondió por WhatsApp a su amigo Eliseo García Nieto cuando este le preguntó si quería contar su historia a un cronista. Los amigos de la reina tienen sentimientos encontrados hacia ella. “Yo conocí a Letizia con una idea bastante clara”, me dice García Nieto. “Republicana, nada religiosa y ahora dudo de si fui amigo de esa persona o no”.
Andrew Morton, biógrafo de Lady Di y autor del libro Ladies of Spain, comprende que Felipe de Borbón se haya casado con Letizia Ortiz. “El niño, que se sentía asfixiado por su madre, ha elegido a una pareja dominante y controladora”. La reina, cuyas exparejas siempre se dedicaron al oficio de escribir, encontró más comprensión en la diplomacia de un rey que no estaba habituado a mandar.
Alonso Guerrero, el exmarido de la reina, ve su historia con ella como el argumento de una novela. Tras nueve años de noviazgo y uno de matrimonio, nunca han dejado de frecuentarse. De cuando en cuando la reina esquiva a los paparazzi que la persiguen y se reúne a conversar con él en cafés de Alcalá de Henares, la ciudad próxima a Madrid donde nació Miguel de Cervantes y donde vive él. “Yo no diría que soy un ancla, pero sí alguien sólido al que puede volver, porque yo no he cambiado”, me dice el exmarido. “Ella siempre me escuchó. Ahora es una buena amiga”.
Guerrero presenció la transición de su exesposa desde la tranquilidad que exige el ejercicio de la escritura, la estridencia de la TV, hasta el silencio que le impone la monarquía. “Lo que ocurre es que mis opiniones no eran las suyas”, dice Guerrero sobre los días en que la reina entró en el vértigo de la televisión. “Ella estaba metida en la vida y yo estaba en el trastero”. Guerrero iba a publicar un libro sobre la experiencia de convertirse en el exmarido de la reina. Lo tituló El amor de Penny Robinson. Un tributo a Perdidos en el espacio, la serie televisiva de los años sesenta con una niña prodigio como protagonista, que buscaba un planeta habitable para la especie humana. Era un testimonio novelado para descifrar a la reina a través de su exmarido. Letizia Ortiz venía de otro mundo cuando aterrizó en la Casa Real.
Si uno examina cada caso, la mayoría de las reinas parecen caricaturas en los libros de historia. Sus apelativos más recordados no ponderan una habilidad política o capacidad intelectual. Elogian a soberanas que complacieron al rey. María Amalia de Sajonia, esposa de Carlos III, tuvo trece hijos en el siglo XVIII y la llamaron “diosa de la fecundidad”. Su antecesora, Bárbara de Braganza, no tuvo descendencia y la llamaron “avariciosa” por su propensión a acumular riqueza. Mientras la ambición de reyes como Carlos III, famoso por recaudar altos impuestos y apodado “el mejor alcalde de Madrid”, es motivo de elogio, a las reinas no se les reconocen los mismos atributos. (…) “Las cosas han cambiado, pero no tanto”, dice MacMillan. Nadie diría de un político que es “chillón”, como llamaban a Margaret Thatcher, y todavía llaman a Hillary Clinton. En el mundo de los negocios, ellas son “dominantes”, mientras que ellos son “enérgicos”. En el Palacio de la Zarzuela al rey Juan Carlos I lo siguen llamando “el Patrón”. Los amigos de Felipe VI, a quien han llamado “el Sereno”, no toleran que él se haya casado con una plebeya y, a sus espaldas, llaman “Chacha” a la reina Letizia. Un mote degradante que reciben las empleadas del servicio doméstico. En la Casa Real, donde los apelativos de las reinas han sido despectivos, es una novedad que a la reina Letizia la llamen “Jefa”. Aunque antes de casarse con Felipe de Borbón, Letizia Ortiz ya se comportaba como tal.
*Letizia. La reina impaciente *(Debate), de Leonardo Faccio, sale a la venta el 20 de febrero.
Veo que lo han traído en otra versión aquí:
Publicado en el tema 'Nueva biografía sobre Letizia: 'La Reina impaciente' de Leonardo Faccio. El autor desvela los entresijos del libro en exclusiva'
https://www.cotilleando.com/threads...os-del-libro-en-exclusiva.111816/post-9365753
En Mejico esta señora se lio con todo lo que se movia
 
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