Un jefe que tuve hace año, tacaño hasta más no poder, y millonario de familia. En la oficina trabajábamos chicas, era un tema muy chichí, así que los clientes en ciertas ocasiones nos regalaban champagne que guardábamos en el frigoríficopara días especiales. Teníamos por entonces varias botellas. Como eran de clientes diferentes, pues marcas diferentes, ninguna de ellas de las de 29 Euros, caras, caras, que nos daba una alegría cada vez que abríamos el frigorífico.
Por fin después de mucho intento su mujer da a luz al primer hijo. Él toda la noche en el paritorio, lo normal hubiera sido ir primero a su casa a ducharse y cambiarse. Pues no, vino a la oficina nos pidió "prestadas" las botellas para el equipo médico que asistió el parto. Nos dijo que en cuanto volviera al trabajo las reponía. Así que se presentó en el hospital con 4 botellas de marcas diferentes. Eran cinco botellas pero nos enteramos de que una , una magnum, carísima, acabó en dirección, donde brindó con los otros jefes, nos enteramos por la secretaria que nos llamó para decirnos que el bebé lo había cambiado, que se había gastado un pastizal en la botella. Se me caen los lagrimones cuando lo escribo, maldita sea.
Con nosotros brindó con cerveza porque según él hacía mucho calor para otras bebidas. Ni que decir que nunca más vimos las botellas.
Mil anécdotas más de este Harpagon.
Por fin después de mucho intento su mujer da a luz al primer hijo. Él toda la noche en el paritorio, lo normal hubiera sido ir primero a su casa a ducharse y cambiarse. Pues no, vino a la oficina nos pidió "prestadas" las botellas para el equipo médico que asistió el parto. Nos dijo que en cuanto volviera al trabajo las reponía. Así que se presentó en el hospital con 4 botellas de marcas diferentes. Eran cinco botellas pero nos enteramos de que una , una magnum, carísima, acabó en dirección, donde brindó con los otros jefes, nos enteramos por la secretaria que nos llamó para decirnos que el bebé lo había cambiado, que se había gastado un pastizal en la botella. Se me caen los lagrimones cuando lo escribo, maldita sea.
Con nosotros brindó con cerveza porque según él hacía mucho calor para otras bebidas. Ni que decir que nunca más vimos las botellas.
Mil anécdotas más de este Harpagon.