ESTEFANIA.....................LA OTRA GRIMALDI

Recatada en las galas monegascas de la Cruz Roja, solo sonríe cuando las causas valen la pena. De sus hombres quedan sus nombres, tres hijos y la duda de si alguno de ellos se enamoró realmente de ella.


Yo creo que Paul Belmondo estuvo realmente enamorado de ella. Y muchos otros anónimos también. Recuerdo al presentador de Tocata, programa musical, cuando la entrevistó, la miraba embelesado,l jajajaja...
 
Estefanía de Mónaco: "Solo me arrepiento de una cosa en mi vida pero sucedió muy rápido y hace mucho tiempo"
Encadenó novios, escándalos y tragedias que marcaron su vida. Hoy se reivindica como madre y filántropa. Tras siete años sin dar entrevistas, pasamos cuatro días con Estefanía de Mónaco.
Por ALBERTO PINTEÑO

22 de septiembre de 2015 / 8:03
Lectura: 19 minutos

Ya no tengo 21 años, sino 50. Que dejen de llamarme la princesa rebelde. ¡Basta ya! Se han quedado anclados en los años 80. ¡Por favor! Ya no soy esa persona”, me dijo contundente Estefanía de Mónaco la primera vez que nos vimos.

Hace más de siete años que la princesa no concede una entrevista. Y 33 desde que aquella joven de 17 años se enfrentó a la tragedia (y a la prensa) por la muerte de su madre, la actriz Grace Kelly. Hace una eternidad que ya no es esa princesa ‘pop’ que quiso ser cantante y se paseó por el mundo entero con leotardos rosas; de la mujer enamorada que se enteró de la infidelidad de su marido, Daniel Ducruet, por las páginas del papel cuché. De esa esposa dos veces divorciada que llegó a vivir en una caravana de circo con sus hijos para seguir los dictados de su corazón. “No, ya no soy nada de eso. ¡Que no piensen ya en ese cliché! Me considero ante todo madre, tengo tres hijos que he criado yo misma, seré abuela algún día, seguramente pronto. Es hora de que sepan quién soy hoy; de que conozcan cómo vivo”. Y así fue cómo comenzó esta historia: cuatro días con Estefanía de Mónaco.
Es 15 de junio de 2015. Siete de la mañana. Un autobús nos espera en el parking de la estación de tren de Montecarlo, Mónaco. El jefe de prensa de la Familia Real monegasca, Nicolas Saussier, me presenta al círculo más cercano a la princesa, entre ellos Christine Barca, su secretaria personal desde hace más de 30 años y su mano derecha. “Hoy vas a conocer a otra Estefanía, muy distinta a la que tienes en mente”, me dice. En el autobús viajan una decena de voluntarios de Fights Aids Mónaco. Nos separan algo más de tres horas de nuestro destino, Carpentras, un pequeño pueblo de la campiña francesa en el condado de Avignon, donde hace cinco años se levantó la Maison de vie de la ONG, un refugio temporal para personas seropositivas, que celebra hoy el quinto aniversario de su inauguración.

El autobús se detiene en pleno campo. En el porche de la casa nos espera Estefanía de Mónaco. “No es nada protocolaria —me asegura el jefe de prensa—, pero llámela alteza”. Sin embargo, ‘su alteza’, con blusa blanca evasée de tirantes, pantalón de estampado paisley y alpargatas de esparto, en vez de tenderme la mano, se acerca, me rodea los hombros y me da dos besos. “Gracias por venir y dar a conocer el trabajo que hacemos aquí”, saluda.

Lo primero que llama la atención es su piel curtida, el azul intenso de sus ojos, la voz dulce y que constantemente se revuelve el pelo, en una especie de tic. Se mueve veloz mientras saluda a los invitados, hasta que aparece un perro que va hacia ella. Entonces, se olvida del mundo y comienza a hablarle al can en tono meloso.

Se inicia la ceremonia. El director del centro dedica unas palabras a Estefanía y hace un brindis con mojitos… “sin alcohol, como quiere la princesa”. Todos se echan a reír. “En los actos ella no permite que se beba alcohol, sobre todo por los enfermos”, me explica Manel Dalgó, un español residente en Mónaco, voluntario en Fights Aids y amigo de su alteza. Acabo de ver cómo ella le ha dado una fuerte palmada en el trasero a modo de saludo mientras grita en español: “Maneeeel, ¿qué pasa, tío?”.

Tras el almuerzo, soplamos las velas de una gigantesca tarta cuando comienza a sonar Fantastic Circus, el himno del circo de Montecarlo. Estefanía, emocionada, estalla en aplausos. Sobre una galería aparecen dos adultos y un niño que lanzan bolos al aire... o al techo, porque el espacio es tan reducido que chocan contra la cubierta hasta en tres ocasiones. El mayor de los acróbatas se disculpa con una sonrisa y da por finalizado el espectáculo. La princesa se lleva los dedos a la boca y silba con entusiasmo. Tras el número circense Estefanía está preparada para sentarse conmigo.


Ha luchado en muchas batallas durante los últimos años, ¿por qué eligió el SIDA?
—Cuando fui madre, me di cuenta de que había mucha gente que se contagiaba del VIH. Tiempo después pensé que debía hacer algo, por mis hijos, pero también por una amiga que tenía un niño pequeño y se enteró de que estaba enferma de SIDA. Cuando cumplí 40 años pensé que era el momento. Mis hijos ya eran mayores y yo podía dedicarme a ello. Hay que devolverle a la vida lo que nos ha dado. Y a mí me ha dado mucho.

—¿El mejor recuerdo de estos cinco años?
—Cuando vi la casa terminada (risas)... [Ella misma trabajó en la carpintería y en el montaje del mobiliario]. El de la inauguración fue uno de los días más bonitos de mi vida. Es la única Maison de Vie en Europa y ya han pasado 800 personas por aquí. Era un sueño que pudimos cumplir. Cuando doy mi palabra, llego hasta el final. Si no me siento capaz de seguir adelante, lo interpreto como un fracaso, y no me gusta fracasar. Si creo que lo que debo hacer es justo, lo hago y punto. Soy una persona muy recta y honesta, para mí las cosas son blancas o negras.

Me fijo en sus tatuajes. En ambas muñecas lleva grabados dibujos tribales y rosas, además, otro le recorre la espalda y descubro otro en el tobillo izquierdo. Tiene una cesta de fresas de la Provenza en la mano y se las va comiendo mientras hablamos: “Son para mí, eh… ¡Éstas ni se tocan!”, dice riendo. Y cuando intento proseguir con la entrevista, me suelta: “Por cierto, podría venir a ayudarnos a la asociación. Hay muchos españoles. La gala es el 10 de julio. ¡Cuento con usted!”, y se levanta. Se despide uno a uno de todos. Le espera un coche, no oficial, que conduce un amigo. Comienza a dar saltitos mientras dice: “Au revoir”. Entra en el vehículo, baja la ventanilla e imita, irónicamente, el gesto del saludo de los monarcas.

Casi tres semanas después de nuestro primer encuentro, tiene lugar la Gala contra el Sida 2015, que preside Estefanía. La humedad en Mónaco alcanza el 90 por ciento. Los voluntarios de Fight Aids esperan sudorosos en el Sporting Club de Montecarlo, el espacio de eventos construido en 1974 en Le Larvotto, una semi isla de terreno ganado al mar, inaugurada por Grace Kelly.

El cartel que preside la sala anuncia la función de Gad Elmaleh, el cómico, actor y hoy ya exnovio de Carlota Casiraghi, que por primera vez actúa en el Principado. Los beneficios se destinarán a la asociación. El precio: 180 euros el cubierto.

Me han cambiado la camisa por otra blanca con el logo de la asociación bordado y un cartelito en el que se lee: Benévole (voluntario). ¿Mi primera misión? Vender abanicos de la asociación a las invitadas que desfilan por la alfombra roja. Muchas de ellas sonríen aliviadas, alargan sus brazos y, quitándomelos de la mano, me dan las gracias. “Es un donativo de cinco euros, señora”. Hay quien me los devuelve.

Un coche gris metalizado aparca en la puerta del Sporting Club. De él desciende Estefanía junto a sus hijos Pauline, Camille y Louis, además de la novia de éste. Los voluntarios formamos un pasillo por donde desfila la familia. Posan para los fotógrafos y entonces Estefanía pide una foto con nosotros. Los flashes no cesan y la princesa cierra los ojos: “Nunca me acostumbraré a esto”, le oigo decir.

—¿Cómo es posible qué no esté acostumbrada?
—El bling bling no es lo mío. No me adapto al rol de princesa, a tener que ir con un vestido maravilloso, a ese lado glamuroso de la monarquía. Eso no es para mí. Yo soy una mujer como cualquier otra, lo único que hago es aprovechar mi notoriedad para cambiar las cosas, para ayudar. Pero no para que las cosas que hago me den notoriedad. En absoluto.

Pero no puede compararse con el resto, usted tiene sus privilegios y también sus obligaciones.
—Dio la casualidad de que mi padre era príncipe de Mónaco y yo su hija. Pero para mí era solo papá. Mi estatus lo utilizo para servir a mi país, para dar buena imagen de Mónaco a través de mis asociaciones. Eso lo hago encantada de corazón. Pero no olvide que todos somos iguales.

Estefanía María Isabel Grimaldi nació el 1 de febrero de 1965 y fue bautizada el 13 de marzo en la catedral de Mónaco, adornada para la ocasión con 200.000 claveles rojos y 30.000 rosas blancas, representando los colores del Principado. Ese día lucía un vestido de cristianar de Dior y, en el que sería su primer acto de rebeldía, orinó sobre el cardenal Tisserand, que oficiaba la ceremonia. Llegarían muchos más (escapadas de internados, oficios inesperados, amores inapropiados...). Su padre, Raniero III de Mónaco, se ponía casi siempre de su lado. “Efectivamente Estefanía fue la niña de sus ojos, pero también la corregía. No se enfrentaba a ella, pero le pedía a algún íntimo que hiciera el trabajo sucio”, me confiesa un amigo.

La gran tragedia de su vida llegó el 14 de septiembre de 1982. Grace Kelly salió en coche junto a Estefanía desde su casa de campo de Roc Agel. Tomó la carretera 53 hasta Mónaco y en la tercera curva el coche siguió de frente, rompió la valla de protección y cayó al precipicio. Estefanía se fracturó una vértebra. Su madre no tuvo tanta suerte. Tras una operación entró en coma y a las diez y cuarto de esa misma noche, falleció. La prensa insinuó entonces que era Estefanía quien conducía. “Eso la destrozó para siempre. Los medios le cargaron la responsabilidad de la muerte. Hay tres puntos de inflexión en su vida: la desaparición de Grace, la infidelidad de Ducruet y la muerte de su padre”, asegura una de las personas que mejor la conoce.

Pero volvamos a la Gala contra el Sida. Las luces de la Salle des Étoiles suben de intensidad y suena una música enlatada de trompetas tan estridente que los más de 850 invitados se llevan las manos a los oídos. Una voz de ultratumba anuncia la llegada de la Familia Principesca: “Su alteza Serenísima el príncipe Alberto con la princesa de Hannover”. Desde una mesa oigo cómo una señora critica a Carolina: “¡Uy! ¡De Hannover! ¿Cuánto le va a durar el no matrimonio?”. La voz de ultratumba continúa: “Su alteza la princesa Estefanía, presidenta de la asociación Fight Aids Mónaco”. Se hace un silencio roto solo por los clics de las cámaras de fotos y por el despiste del locutor: “Ah, y el resto de la familia...”. Entonces aparecen los tres hijos de Estefanía y Andrea con Tatiana Santo Domingo, que llegan a la mesa presidencial entre risas. En cuanto se sientan, se sirve la comida: corazón de salmón marinado con crocante de rábanos y yogur líquido, rodaballo con mayonesa de yuzu y cremoso de chocolate con frambuesas frescas y sorbete de lavanda.

Es el momento más esperado de la noche, no por la cena, sino porque empezamos a vender las papeletas para la tómbola, por las que se dejan la piel para poder ganar un artículo de lujo a precio de ganga. Junto al amigo español de Estefanía, Manel Dalgó (que se ha travestido y luce un lazo rojo gigante a modo de chal y un tocado con el logo de la asociación), comienzo la ronda por las mesas: “Le billet, dix euros; le carné, cent” (la papeleta, diez euros; el carné de diez, cien), repito una y otra vez. “¿No ahorramos nada comprando diez?”, me suelta un invitado.

Comienza el sorteo. Los regalos: varios brazaletes de Cartier, relojes de Piaget, zapatos de Louboutin, bolsos de Chanel y Louis Vuitton, una motocicleta y un viaje a Isla Mauricio. El presentador llama al escenario a la princesa Estefanía, quien, haciendo gala de su timidez, pronuncia un escueto discurso de agradecimiento. La gente aplaude y estallan los fuegos artificiales mientras una señora me recrimina que no le haya dado suerte en los premios. En ese momento Carlota Casiraghi entra discretamente en la sala y se sienta con su familia. Segundos después arranca el show de su (entonces) pareja y padre de su hijo, Gad Elmaleh: “Salir después de los fuegos artificiales le deja a uno en muy mal lugar”, dice riendo. Elmaleh ha donado los 30.000 euros de su caché a la asociación de Estefanía, a los que hay que sumar los 40.000 euros recaudados con la venta de papeletas. El cómico les acompaña a la mesa cuando casi todos los invitados se han marchado. Allí charla con Alberto, con su suegra, Carolina, y se hace fotos con Estefanía y Pauline Ducruet. Media hora después se despiden de nosotros y abandonan la sala.

NOS VAMOS DE FIESTA
Al día siguiente, Mónaco sigue de celebración. Esta vez se trata del décimo aniversario de Alberto como príncipe soberano. Un acto exclusivamente para los ciudadanos de nacionalidad monegasca. La plaza del palacio se ha redecorado para la ocasión. Un espectacular escenario de luces y música donde tiene lugar el discurso del monarca (y donde al día siguiente actuará Robbie Williams). Nos espera un gran bufé de especialidades monegascas: barbajuans (raviolis fritos rellenos de verdura o carne), stocafi (bacalao deshidratado), olivas, anchoas... Barras de bebidas en cada rincón y una enorme galette (torta dulce).

A las cuatro de la tarde, con casi 40 grados de temperatura, desfilan (bajo la misma música enlatada de trompetas) Alberto y Charlene, Carolina y Estefanía, con todos sus hijos. Se dirigen al escenario empapados de sudor. El alcalde de la ciudad, Georges Marsan, hace entrega a los príncipes de un regalo del pueblo monegasco por el bautizo de sus hijos, los gemelos Jacques y Gabriella. Para él, un reloj Grande Tank Cintrée; para ella, un broche de cinturón. Dos joyas de la casa Cartier de 1920. La princesa, de origen sudafricano, da las gracias en un francés casi ininteligible. Los invitados musitan: “¡Quelle horreur! Dix ans et ne parle pas français... (¡Qué horror! Diez años y ni habla francés...)”. El discurso termina con una dedicatoria: “Au prince de tout mon coeur” (Al príncipe de mi corazón). Alberto se seca las lágrimas mientras Carolina, impertérrita, mira al frente y Estefanía sonríe.

De repente, Pauline, la hija de Estefanía, pierde el equilibrio y abandona llorando el evento. Le siguen, preocupados, sus dos hermanos, Louis y Camille, y su madre, que un momento antes me había confiado: “Mis hijos son lo mejor que me ha pasado en la vida. Quiero vivir lo máximo posible para poder verlos crecer aún más, conocer qué les depararán sus vidas, ver a mis nietos…”.

Pauline es la segunda hija del matrimonio de Estefanía y el guardaespaldas Daniel Ducret, una historia que empezó en 1991, cuando la princesa se encontraba en Argentina y Chile promocionando su primer álbum, Stephanie. La música era un sueño que había nacido años atrás, cuando la compañía discografía Carrere, bajo la producción de Yves Roze, lanzó Ouragan (Huracán) y su versión en inglés Irresistible, que alcanzó el top ten internacional y vendió más de cinco millones de copias.

“Estefanía no tenía una gran voz, pero sus singles arrasaron en el panorama musical. Ganábamos más dinero con ella que con otros cantantes famosos”, asegura desde París el hijo de Roze. Durante la única gira que hizo la acompañaba Daniel Ducruet. Por entonces, él acababa de tener un hijo con otra mujer.

Cuando Estefanía se quedó embarazada de Ducruet, éste abandonó a su mujer y se fue a vivir con la princesa. En 1992 nació Louis, y dos años más tarde, Pauline Grace Maguy. Solo entonces Raniero claudicó y permitió que su hija se casara con el guardaespaldas. El matrimonio duró poco más de un año. Estefanía, y el mundo entero con ella, se enteró de la infidelidad de su marido cuando se publicaron unas fotos de él manteniendo relaciones sexuales al borde de una piscina con una joven belga. “Fue un golpe tan duro para ella que se encerró en casa y no la vimos durante casi diez meses”, asegura uno de sus amigos. Nos ponemos en contacto con Ducruet, pero el exguardaspaldas pide dinero a cambio de sus confesiones.

Desde su separación, Estefanía vive en un ático de uno de los rascacielos de Mónaco. Un piso de casi 300 metros cuadrados con piscina y jardín en la planta alta. Con muy poco servicio. De hecho, es frecuente verla comprar en el supermercado Carrefour, cerca de su casa. Allí reside junto a su hija Camille Marie, nacida el 15 de julio de 1998, fruto de una breve relación con otro guardaespaldas: Jean Raymond Gottlieb. Los demás vástagos se han independizado: Louis vive en Los Ángeles, donde estudia para convertirse en agente de futbolistas; Pauline se prepara en la Escuela de Moda y Diseño de París. Los tres pasaron algún tiempo con el segundo marido de Estefanía, el acróbata portugués Adans López Peres. Él era entonces empleado del circo del domador de elefantes Franco Knie, quien también tuvo una relación con la princesa y con quien vivió varios meses en una caravana viajando por toda Europa.

El 12 de septiembre de 2003 se casó con López Peres y a los diez meses se separó. “La culpa de la ruptura fue mía, no entendí con quién estaba casado. Pero ella me enseñó cosas como la modestia, la naturalidad, su energía y alegría. Es realmente una bella mujer”, me confiesa Adans hoy. Seguimos en la plaza del palacio. En el reservado, Pierre y Beatrice Borromeo hablan con Andrea; Louis Ducruet con su tío Alberto y Carlota con su cuñada Tatiana. Carolina de Mónaco, que sostiene en sus brazos al pequeño Sasha, su primer nieto, sale del recinto acordonado y se pone a bailar en medio de la plaza al son de un pasacalles que desfila por allí. No hay ni rastro de Charlene. No la veremos más hasta el concierto de Robbie Williams, bailando enloquecida, saltando, cantando a gritos y abrazando y besando efusivamente a Alberto.

Una hora después, Estefanía regresa sin Pauline y se acerca para despedirse de su hermana: “¿Mañana te veo en la finca con los elefantes”, le pregunta. “No, no puedo, pero va Alberto, ¿no?”.

BABY & NEPAL
Domingo 12 de julio. Hoy Baby y Nepal, los elefantes que adoptó la princesa en 2013, cumplen dos años en su nuevo hogar. La cita es a las cuatro y media de la tarde en Fonbonne, una finca de 50 hectáreas en la montaña que antiguamente pertenecía a Radio Mónaco y que el príncipe Alberto compró a un ruso que pretendía hacerla edificable. Poco después, el soberano ofreció estas tierras a su hermana para alojar a los dos elefantes que iban a sacrificar en Lyon porque creían que estaban enfermos de tuberculosis. Así nació la asociación Baby & Nepal.

Estefanía llega montada en un jeep Wrangler con otras dos personas. Nos saluda y le pregunto cómo está: “Yo estupenda, ¿no me ves?”, contesta señalando su indumentaria. Va vestida de safari. Lleva un polo color tierra con el anagrama de la asociación, un short marrón, botas de montaña y una bandana en el pelo. “Pasad, pasad —nos pide entre risas—. Bienvenidos a mi casa”.

Cruzamos un camino salpicado de jaras y arbustos secos y nos encontramos un primer caserío. Al lado, una alambrada encierra cuatro cabras montesas y tres mastines. Frente a ellos, se eleva una nave de grandes proporciones donde viven los elefantes. En una explanada hay una larga mesa con un mantel a cuadros y, sobre ella, canapés, refrescos, vino rosado... Detrás de una valla electrificada observo varios troncos con montones de fruta. “Estefanía va a hacer una exhibición con los elefantes. Y luego tendremos una sorpresa”, me anuncian. Aparecen los hijos de Estefanía. Primero Louis con su novia, más tarde Pauline y Camille, quienes se lanzan a jugar con perros y cabras… y con un tigre. De pronto, vemos cómo la trompa de un elefante agarra la cola del que le precede.

Baby, ¡stop! Nepal, ¡no, no!

La princesa guía a los dos animales con una vara de caña y mediante órdenes y silbidos. Los animales se restriegan con las hojas de los árboles, absorben arena del suelo con la trompa y se la lanzan sobre el lomo. La mayor parte cae sobre la princesa, que a estas alturas está casi sepultada por el barro y el polvo. Sin perder la compostura, Estefanía les ofrece piezas de melón, piña y verduras y los lleva a bañarse a una piscina de fango.

A lo lejos se divisa a un hombre con pantalones blancos y camisa azul. Es Alberto de Mónaco. Ha venido a acompañar a su hermana y a cortar la tarta de la celebración. Se acerca a saludarnos:

—¿Eres de Vanity Fair España, verdad? —dice y se arranca en español: —¿Qué tal? ¿Cómo te va la vida?

—El amor de su hermana por los animales lo heredó de su padre, ¿verdad?
—Sí, y estoy muy contento de haber contribuido a que su pasión se hiciera realidad. La adoro y la apoyo en lo que quiera hacer. Y me gusta comprobar que todo lo que emprende es un éxito. Por ejemplo, sus asociaciones. Siento una gran satisfacción al ver que sus proyectos marchan hacia adelante.

Qué le parece que cambie su papel de princesa por el de domadora de elefantes?
—A Estefanía siempre le gustaron los animales y ya conoce su pasión por el circo, por eso siempre pensé que algún día su vida sería esta. No creí que fuera a suceder aquí ni de esta manera, porque es una gran aventurera, pero me encanta poder compartir esto con ella y el mensaje que transmite.

Han pasado varias horas, el sol se pone y Estefanía me mira y me dice: “Soy como estás viendo. Con barro y arena. Entre animales. Con las personas que quiero. No me hace falta el lado glamuroso de la vida. Así es como soy feliz”.

—¿Se arrepiente de algo en su vida?
—De nada, absolutamente de nada. He disfrutado y aprovechado cada segundo. He hecho cosas que me han aportado felicidad. Todas las épocas de mi vida, incluyendo los errores, han construido a la persona que soy hoy. Y amo la persona que soy. [En este momento Estefanía enmudece]. Solo me arrepiento de una cosa, pero pasó muy rápido.

—¿A qué se refiere?
—Sucedió muy rápido y de eso hace ya mucho tiempo. 

http://www.revistavanityfair.es/la-...-carolina-alberto-de-monaco-grace-kelly/21320
 
Esto jamás lo había escuchado; me ha sorprendido amargamente esta noticia! Alguien tiene más información? Que tan fiable es este medio? Se que la noticia es antigua, pero aunque fuese cierto con un buen tratamiento podría mantenerse bien.

Mónaco desmiente que la princesa Estefanía tenga cáncer

La revista francesa 'Ici. Paris' aseguraba este miércoles que la hermana del soberano monegasca estaría enferma. El Principado se ha apresurado a negar la información a través de EL ESPAÑOL.
1 diciembre, 2016 02:11

Stéphanie. L'épreuve du cancer. Le verdict est sans appel, les mois à venir seront difficiles..." ("Estefanía. La prueba del cáncer. Los resultados llegan sin avisar, los próximos meses serán difíciles").

14 palabras bastaban para hacer saltar las alarmas en el Principado de Mónaco. La revista francesa Ici. Paris era este miércoles sido la primera en aventurarse a asegurar que la hermana de Alberto de Mónaco (58 años) padecería cáncer.

Para la publicación no hay ninguna duda al respecto y el resultado está "sentenciado". La imagen que acompañaba al texto reflejaba claramente, al menos para la publicación, los síntomas de la enfemedad.

Pese a tratarse de un aspecto privado de Estefanía de Mónaco (51), Ici. Paris consideraba el asunto de interés general, y de ahí que decidiera publicar una información en su portada que caía como un jarro de agua fría en el seno de la familia Grimaldi.

EL ESPAÑOL se ha puesto en contacto con el departamento de prensa del Principado monegasca, que se ha apresurado en desmentir la información publicada por la revista francesa. Eso no ha impedido, sin embargo, que la revista defienda su información contra viento y marea.

La noticia publicada por Ici. Paris choca con la actitud de la protagonista de la noticia. La agenda de Estefanía de Mónaco se ha intensificado precisamente estos últimos días. Sus apariciones públicas muestran a una royal más volcada que antes si cabe con los actos oficiales, sobre todo con aquellos que tienen que ver con causas solidarias y humanitarias.

Así, esta semana acudía a un evento benéfico para mostrar su apoyo a la lucha contra el sida en el Museo Oceanográfico de Mónaco junto a su hija Camille Gottlieb (18), fruto de la relación de la princesa con uno de sus guardaespaldas (Jean-Raymond Gottlieb). También les acompañaba Paulina Ducruet (22), nacida del romance con otro guardaespaldas (Daniel Ducruet).


https://www.elespanol.com/corazon/casas-reales/20161130/174733267_0.html
 
Grace Kelly murió porque quiso estar a solas con Estefanía y hablar con ella, quiso conducir el coche en vez de llevar un chofer.
Estefanía con 17 años quiso irse a vivir con su primer novio Paul Belmondo, una locura claro y por eso Grace necesitaba convencerla para que no lo hiciera. Dijeron que a Grace le dio un ictus mientras conducía.

Está chica siempre ha estado desubicada y haciendo lo que le daba la gana, una malcriada al fin y al cabo.

A Grace le hubiera dado los 7 males de seguir viva con semejante hija.

Bañarse en top less muchas veces haciendo caso omiso a su padre y salir de portada en top less en muchas revistas. Un disgusto para el padre.

Salir con gente de clase baja y no buenas compañías, no buena gente ya que estaban con ella por interés. Es estar fuera de su círculo y Le fue fatal.

Esa foto que pusisteis metiéndole mano a uno de sus novios, que horror :O que guarra de manual. Una princesa educada NUNCA haría eso, ni cualquier chica normal.

Esas fotos con su padre en el baile de la rosa con un escote hasta la cintura. Una princesa fina no lo lleva.

Liandose con guardaespaldas....

Mi madre me dijo que tuvieron varios abortos Estefanía y Carolina. Porque se liaban con muchos tios, pero que lo silenciaban.
Estefanía como 3 abortos me dijo.

Era una chica salvaje como decía su madre, que no ha traído nada bueno a la familia. Ser 8 años mas pequeña que Carolina y 7 menos que Alberto la convirtieron en niña super mimada.

Así que hizo de todo... abortos, tabaco alcohol, s*x* con cualquiera... una perla. Por eso está tan aviejada.

Dime con quien te juntas y te diré quien eres...

Sólo los hijos que tuvo ha sido su buena aportación y ha sido muy buena madre.
 
Última edición:
Mi madre me dijo que tuvieron varios abortos Estefanía y Carolina. Porque se liaban con muchos tios, pero que lo silenciaban. Estefanía como 3 abortos me dijo.

¿Como se ha enterado tu madre de eso? ¿Es que las chicas no conocían los anticonceptivos?

Sólo los hijos que tuvo ha sido su buena aportación y ha sido muy buena madre.

¿Como se puede ser buena madre siendo el putón verbenero que describes? Hay que tener unos valores y educación que transmitir a los hijos para ser una buena madre y, según tú, ella de eso nada de nada.
 
Grace Kelly murió porque quiso estar a solas con Estefanía y hablar con ella, quiso conducir el coche en vez de llevar un chofer.
Estefanía con 17 años quiso irse a vivir con su primer novio Paul Belmondo, una locura claro y por eso Grace necesitaba convencerla para que no lo hiciera. Dijeron que a Grace le dio un ictus mientras conducía.

Está chica siempre ha estado desubicada y haciendo lo que le daba la gana, una malcriada al fin y al cabo.

A Grace le hubiera dado los 7 males de seguir viva con semejante hija.

Bañarse en top less muchas veces haciendo caso omiso a su padre y salir de portada en top less en muchas revistas. Un disgusto para el padre.

Salir con gente de clase baja y no buenas compañías, no buena gente ya que estaban con ella por interés. Es estar fuera de su círculo y Le fue fatal.

Esa foto que pusisteis metiéndole mano a uno de sus novios, que horror :O que guarra de manual. Una princesa educada NUNCA haría eso, ni cualquier chica normal.

Esas fotos con su padre en el baile de la rosa con un escote hasta la cintura. Una princesa fina no lo lleva.

Liandose con guardaespaldas....

Mi madre me dijo que tuvieron varios abortos Estefanía y Carolina. Porque se liaban con muchos tios, pero que lo silenciaban.
Estefanía como 3 abortos me dijo.

Era una chica salvaje como decía su madre, que no ha traído nada bueno a la familia. Ser 8 años mas pequeña que Carolina y 7 menos que Alberto la convirtieron en niña super mimada.

Así que hizo de todo... abortos, tabaco alcohol, s*x* con cualquiera... una perla. Por eso está tan aviejada.

Dime con quien te juntas y te diré quien eres...

Sólo los hijos que tuvo ha sido su buena aportación y ha sido muy buena madre.

Ir con malas compañías y tener muchos intereses distintos a cualquier ser perteneciente a la Monarquía es lo que la hacia especial.
Una persona con inquietudes y quizá muchos demonios que se quería salir de la línea impuesta, y quizá ser amada en los rincones mas desaconsejables.
Lo mejor para ella hubiera sido unirse a un hombre de los de arriba que no diera escándalos ,y que la procurara una vida calmada, pero entonces hubiera dejado de ser ella.
 

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