El clasismo

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Hay una pregunta que me hago a menudo ¿cuando reírse/meterse con alguien con un nivel cultural bajo (chonis y todo lo demás) es clasismo?
Hay casos obvios de clasismo, por ejemplo si yo voy y me río de una mujer de 80 años que no ha ido a la escuela por que ha tenido que trabajar y no sabe escribir bien su nombre, es de ser mala persona. ¿Pero y que pasa con la gente joven? La que ha recibido educación obligatoria hasta los 16 años. ¿Es clasismo quejarme de que la Mari Pili, de 30 años, habla a gritos en el tren y su marido Juanjo pone la música a tope con el móvil? Por que hay gente que opina que sí. Que estos dos han crecido en una familia de clase baja y sus padres no podían estar pendientes de ellos por que trabajaban todo el día. Sin embargo yo soy de familia rural de clase media baja (mi familia no era la que tenía tierras sino que tenía que trabajar en las de los demás porque la nuestra no daba para nada), luego mis padres tenían un empleo normal, tuve lo imprescindible pero ni viajes, ni lujos, llevé ropa de mi hermana y mis primas, etc. fui a la universidad con beca y en general me comporto como una persona normal.
Es evidente que el dinero influye en la posibilidad de tener estudios superiores, que si tienes que trabajar 10 horas al día y cuidar de dos niños sin ayuda no tienes ganas de leer a Descartes, pero ¿podemos excusarnos en ello para justificar la falta de educación de algunas personas?
En mi trabajo hablo con gente que no se entera de nada, los abuelos me da igual, pero los que tienen 30, 40 años... ¿es necesario hablar diciendo "PO' HABER QUE YO TE DIGO QUE ES ASÍN *inserte cosa imposible* *se oye un ruido de fondo* QUE TE CALLES coxx QUE ESTOY HABLANDO POR TELEFONO"? ya no pido que me hablen con total fluidez y exactitud, yo al final del día ya no sé ni lo que digo, simplemente que no parezca la salida de una discoteca. Me han dicho que quejarme es clasismo, pero hay abuelos que no han estudiado en su vida que hablan mejor que esta gente.
Me parece que tratar a la gente pobre como gente idiota es precisamente el clasismo que quieren evitar. Tener una situación económica delicada no es sinónimo de hablar como un retrasado o no tener un mínimo de educación y más ahora que la educación es obligatoria hasta los 16 años. Clasismo sería llamar estúpido e inculto a alguien que no va al teatro, cuando esta persona está en el paro y literalmente tiene que ahorrar cada céntimo para vivir. Cosas así, que hay muchas.

mira este tema es peliafgudo peor para mi SI hay clasismo subyacente en reirse del choni, o nuevo bufón del siglo XXI

Yo he crecido en el extraradio en un barrio de esos multiculturales que se llenaron de genet en chandal en los 80. Y hay una relación clara entre el entorno y la educación. la genet echa a la genmte choni la culpa de ser choni sin pararse un segundo en estudiar el ambiente. No hay un gen chooni que popule libremente por los barrios de poligonos del extraradio barcelonés. La genet no nace con una tara para acabar siendo así, por tanto la influencia es muy muy fuerte y hace estargos en esta zonas.

No es solo que tus padre trabaje 10 horas y lo veas menos que Manolito Gafotas al suyo, que tu madre limpie, que te pases el día en la calle, que te eduques por tu cuenta.. hay una presión cultural muy grande. Ya desde niño pues estás en un colegio donde se ve normal que las madres se peleen en la puerta, donde se tarfique con drogas, tienes amigos que viven de patada, donde colarse en el metro o pinchar la luz es algo normal, leñe lo hace todo el mundo, donde las madres tiene veintipocos aun a día de hoy. Donde vivir a salto de mata es casi algo del barrio. creces en un entorno donde es mas facil encontra traficantes de droga que graduados en secundaria. Donde el nivel universitario es cuatro evces menor que en el resto de Barcelona., Y en ese entorno pocos se escapan, proque la presión del grupo va en la dirección de no salir del bucle. Porque la marginalidad es algo normal. Creces con ella. Claroq ue hay chicos que salen, bueno tenemos un honroso 4% de universitarios pero es mas por sus inquietudes personales que porque nadie les inculque nada. Yo he llevado toda mi vida a mi hija a colegios de curas fuera del barrio para alejarla un poco de la espiral deprimente del barrio. y en esa espiral es donde nace el choni. las niñas a los 8 años ven el MYHYV con sus madres y luego en GH vip, los niños pues ya a los 8 años los ves con sus peinaditos y poses para ser los mas guays de la escuela. es todo uan espiral que ante no habia.

No es tratar a la gente pobre idiota es no tratar al choni y la cani como un ser inferior del que te puedes reir y no parar un segundo en mirar como se ha educado. En el entorno en que vive y en como la ciudad es MUY diferente del pueblo. En un pueblo el ambiente es ms uniforme, en las ciudades se ghuetiza a la gente y es muy dificil huir. La de amigos que tengo que han tiendo hijos con veintipocos, viven de ayudas ociales, de casa en casa, de salto en salto y esa vida es la que transmiten a sus hijos. Porque han dejado a la escuela a los 14 sin que nadie haya moviodo un dedo. y ven normal ver Gran hermano con la niña, que el niño vista de medio chulito con 9 para ser el mejor de la clase. Donde las droga son tan comunes como el alcohol. y lo dice quien suele ver a amigos de toda la vida hacerse rayas de coca con sus hijos cerca sin mucho problema porque con 15 años ya saben loq ue hay, "ni que fueran tontos y mas en este barrio" .

Mientras pues la preopucpacion es conservar la casa. Y los niños bien y la niña piensa que lo mejor para ser imporatnte en su entorno es tener a los 12 años el novio mas "guay" de la clase, hacer morritos frente al movil y ver el ultimo trelerealidad de moda. Y para colmo el mass media crea programkas para ellos, donde reflejarse y acaben viendo un modelo en el ultimo tronista, en programa donde lo que se hace realmente en convertirles en bufones. Todo ese mass media que alimenta esta forma de vida

El choni es hijo de un obrero de la construccion o de un barrendero, clase obrera pura, que por la misma sociedad se ha guetizado en barrios donde lo normal es ser así y en el resto de los barrios pudientes se creen con derecho de reirse de ellos. el choini viene mayoritariamente de un estrati muy localizado: barrio semimraginales de grandes ciudades. Y el porque es así es en parte por una espiral muy grande por un lado de deficiut educativo, guetización, presion de grupo y por otra parte por toda esa izquierda clasista, y si digo clasista, que se rie de ellso sin escarbar un momento en la problematica social.

lo siento, no puedo del que se rie del cani, porque son al genet con la que he crecido, y si bien yo de cani nada puee entender los mecanismos que les han llebvado a ese pozo de marginalidad que son los llamados barrios poligoneros y como en vez de ser crtiticos con la sociedad actual, las izquierrda ilustrada los toma por nos nuevos bifones, cuando no se dan cunenta que son la calse obrera que deben ayudar, Hay muchos articulos que te lo explicaran muy bien. no vale con decir "yo soy de clase obrera" no es solo ser de clase obrera, es vivir en un barrio marginal, en un entorno carne de cultivo y que luego el mass media, muchas veces de izquierda, haga cosas como "princesas de barrio" donde se ponene a chicas soin cultura de bufonas para el entretenimiento de las gentes educadas. Donde no hay un apice de critica a que ha llevado a esats chicas a tal situación. Donde no se mira el entorno. Para entender el problema choni tienes que ver el entorno. Conocer lo que es vivir en un barrio poligonero de una gran ciudad. yo llevo toda mi vida en mi barrio y luchando contras los elementos. por un lado me gusta vivir aqui y pop otro he construido una burbuja para mis hijas de educación, buen colegio y buenos incentivos culturales que se que mis vecinos no tiene. Y me harto de ver a las amiguyitas de la edad de mis hijas convertidas a los 16 en caldo de cultivo para la burla y el escarnio de cualquier chico bien educados de cuatro barrios mas al centro, porque sus padres, buena gente no os creais, ven normal que sus hijas sean como todas las del barrio

hay clasismo en reirse deñ choni, el calsismo que viene del "yo soy pobre y de clase obrera pero yo he podido y el no, ergo me siento superior y puedo dar una lecciond e moral" que no viene de una critica donde se incluyan a todos los factores. Vienes de un pueblo. ok, entinces no entiendes lo que es un barrio ghetto de una ciudad grande. y como desde la propia situación, entorno y el mass media se lleva a un caldo de cultivo de barrios donde ser choni es lo normal. Muchas veces me siento mucho mas comoda eso si, en estos chonis que gritan, dicen vulgarismos en voz alta, pero donde hay una autentica conciencia de barrio,q ue no de clase porque el concepto aquí es difuso, que no esa izquierda ilustrada que vive ajena y hasta haciendo escarnio de lo que no dejha de ser tambien clase obrera

Si alguien te dice "asin" por telefono y oyes gritos piensa que no sabes el entorno donde ha crecido esa mujer, que no conoces su vida. Que aunque tui seas de familia pobrera tu entorno ha podido ser MUy distinto del suyo. Claro que hay genet maleducada porque lo es sin ningun tipo de problema social pero no sabes la vida de esa persona. Y no es tan alehjjado lo tuyo como del que sse reia hace años de una mujer de campo sin estudios que no entendia una palabra dificil, Que ahora hay medios pues si, pero te digoq ue los chionis y los canis no se concentran tantos en determinados entornos sino fuera proque la problematica social, el entorno y hoy dia ademas yudadao pro el mass media favorece que una falta de educación base

Antiguamente en los pueblos sobretodo habia un respeto que para que, mi abuelo no ha ido en la escuela en la vida pero educadisimo con todo el mundo como no le he visto a mucha genta estudiada pero tambien era otro entorno y otros valores donde se valoraba esa educación y se fomentaba desde niños.

Articulos sobre el te,a los hay muy buenos
La clase obrera hoy: canis e informáticos (Respuesta a Pablo Iglesias)
Escrito por Nega (LCDM)
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La clase obrera, los de abajo, los invisibles, los explotados... en el marco del capitalismo post-industrial.
Mi bisabuela murió en una cárcel franquista, desnutrida y enferma de tuberculosis, fue torturada salvajemente por la Guardia Civil para que confesara el paradero de dos de sus hijos, fugados dirigentes de la CNT en Valencia. Analfabeta y criada en el campo, no hizo otra cosa durante toda su vida que fregar suelos de señoritos desde los nueve años. Probablemente sufrió alguna vejación o abuso de tipo sexual por parte del señorito, los amigos o hijos del mismo; era lo habitual en la época. Siempre se consideró a sí misma de la clase obrera.

Mi tía y mi abuela (sus hijas) tampoco hicieron otra cosa que fregar suelos de señoritos desde los nueve años. Como mi abuela era muy bajita para su edad y no llegaba a la pila para poder fregar los platos, el señorito le habilitó un taburete para que alcanzara a fregar los platos con facilidad, qué atento. Siempre se consideraron a sí mismas de la clase obrera.

Mi madre empezó a trabajar en una fábrica a los trece años, pero con el tiempo y dada la reconversión industrial que el PSOE llevó a cabo en los años ochenta, terminó fregando suelos, escaleras y platos de señoritos. Un poco menos señoritos (sin violaciones y guantazos con la mano abierta) pero igual de explotadores. Familias pequeño-burguesas del centro de la ciudad en las que todos los hijos van a la universidad y la madre, de profesión liberal, carece de tiempo para atender los quehaceres domésticos. Entonces acude a limpiar la madre de la periferia que, por cierto, siempre se consideró a sí misma de la clase obrera.

No es una tradición familiar o una maldición, mi familia por parte de madre no tiene ningún apego especial por fregar los suelos ajenos. El fenómeno tiene una explicación racional y sociológica: se trata de la reproducción social del sistema y sus relaciones de producción y poder. Para que algunos tengan chalet en la playa y un Mercedes de gama alta, otros tienen que fregar suelos y escaleras. O trabajar en fábricas. O reparar instalaciones eléctricas. O hacer prácticas gratis. O servir mesas un sábado por la noche a seis euros la hora. Lo interesante es que las tres generaciones (mi bisabuela, mi abuela y mi madre) siempre se identificaron con la clase obrera sin necesidad de ser hombres y levantar barricadas con un mono azul de trabajo. Tanto mi bisabuela como mi abuela en el prefordismo como mi madre durante el fordismo y el postfordismo, sufrieron una precariedad salvaje, de hecho ninguna de las tres tuvo jamás un contrato de trabajo como empleadas de hogar: sin cotizar, sin paro, sin vacaciones, sin poder ponerse enfermas, etc. Precariedad en estado puro, sea en los años 30, en los 60 o en los 90.

La precariedad —aunque según algunos autores pudiera parecerlo— no es ninguna novedad ni el último grito en las relaciones laborales. La clase obrera la viene sufriendo desde que el que el capitalismo es capitalismo y el trabajo asalariado se convirtió en civilización y no es otra cosa que unas condiciones de trabajo lamentables y abusivas. Las jornadas de 14 horas en los telares, los mineros sin seguridad, los jornaleros que no cobraban si ese año la cosecha era mala, el servicio que vivía encerrado en la casa del señorito, el obrero subido en el andamio… ¿No es precariedad? Por supuesto que sí, no deja de ser curioso que Los santos inocentes se ubique cronológicamente en pleno auge fordista, benditas contradicciones postmodernas. Pero entonces llegó Negri (seguido por su coro de creyentes) y nos dijo que la precariedad era algo novedoso, tanto que acuñó un nuevo término: el precariado. En realidad —y es bastante significativo— el término proviene de la Fundación Friederich Ebert, vinculada al partido socialdemócrata alemán (SPD). Un nuevo tipo de asalariado que sufría la precariedad, es decir, unas condiciones laborales precarias, en el marco del nuevo capitalismo post-industrial caracterizado por su inmediatez, su flexibilidad y su prevalencia de lo simbólico sobre lo material. ¿Y esto cómo se traduce? En que mi madre friega platos ajenos y es clase obrera. Pero si la que friega platos ajenos es una joven con carrera y un máster que habla tres idiomas y milita en Juventud Sin Futuro no es clase obrera (y vaya por delante que me parece que hacen una grandísima labor) es un nuevo sujeto emergente, es precariado, intelectual además. Se traduce en que una camarera es clase obrera siempre y cuando sea una choni que será camarera el resto de su vida, si está de camarera para pagarse los estudios de Ciencias Políticas no es clase obrera, es un nuevo sujeto emergente incapaz de identificarse con la clase obrera insertado que refuerza el intelecto colectivo en el semiocapitalismo menuda tesis doctoral me está quedando bla bla bla.

La lectura es insultante: la clase obrera puede ser precaria, siempre lo fue, pero cuando la clase media (recientemente empobrecida) visita los infiernos de la precariedad y el abuso laboral, se deben parar las rotativas y la izquierda académica occidental —curiosamente proveniente en su mayoría de la clase media─ se pone a teorizar nuevos paradigmas; saben cuidar de los suyos. Uno de ellos es la figura del reponedor de supermercado, santo grial de la izquierda postmoderna y a tenor por cómo se encumbra su figura, legión en nuestra sociedad. En realidad el reponedor ha existido siempre y es prácticamente paralelo a la revolución industrial, el primer supermercado se remonta al año 1852 en París cuando se instala la Maison du Bon Marché en la calle Sévres. Tan solo diecinueve años después estallaba la Comuna de París; los reponedores a pie de barricada desde el día uno. Pero sigamos.

Me contaba Pablo Iglesias que en sus clases pregunta quién ha trabajado alguna vez y la mayoría levantan la mano, que posteriormente pregunta quién está sindicado y absolutamente nadie la levanta, signo inequívoco de la sociedad postindustrial y el carnaval de identidades. Yo creo que debería hacer una tercera pregunta: ¿Cuántos de los que trabajáis pensáis seguir en ese trabajo una vez terminada la carrera? La respuesta sería obvia y ahí reside el nudo gordiano del llamado precariado: no es ninguna nueva clase social, es la clase media que eventualmente (o eso creen ellos) visita la clase obrera. Su trabajo de camarero, de reponedor o de teleoperadora, lo consideran algo eventual, transitorio y circunstancial ya que, su verdadera meta y por la que han estudiado cinco años de carrera y dos másters, es alcanzar un puesto de abogado, de profesor de universidad o de médico o arquitecto. Algo completamente respetable y comprensible, nadie quiere ser camarero después de estudiar cinco años de antropología o arquitectura. Por ello y dada esa mentalidad que visita la clase obrera como algo transitorio, no se sindican; sindicarse es de curritos. Muy probablemente si Pablo hiciera esas preguntas en una clase de Formación Profesional en un instituto de barrio, el resultado variaría notablemente pero lo verdaderamente interesante es cómo el concepto precariado no es que flirtee con el reformismo es que sencillamente se cepilla 150 años de sociología marxista: las clases sociales ya no se constituyen en base a dueños y no dueños de los medios de producción sino en base al capital cultural y formación de cada cual, de ahí que para muchos la sociedad de clases haya sido sustituida por la sociedad del conocimiento, artificiosa y efectiva trampa. Un camarero siempre fue la clase obrera ya que no es dueño del medio de producción pero ahora no, ahora es precariado porque tiene dos carreras y desempeña un trabajo que no se corresponde con su formación. En realidad podría tener diez carreras, pero si trabaja de camarero y no es dueño del bar y por tanto del medio de producción, sigue siendo de la clase obrera. Pero por lo visto a la clase media le resulta incómodo identificarse con la clase obrera. Querido Pablo, ningún alumno responde que sí está sindicado porque sería como preguntarle a un fontanero si juega al golf: sindicarse es propio de la clase obrera no de la clase media. Los estudiantes sencillamente responden a su perfil de clase. Y digo clase media porque los universitarios en este país siguen siendo unos privilegiados, incluso antes de la temida ley Wert.

Los datos no dejan lugar a dudas, el 24,9 % de los jóvenes españoles de entre 18 y 24 años no cursaban ningún tipo de ciclo educativo ni de formación en 2012. Sobra mencionar el estrato social al que pertenecen estos excluidos: son los que no ven La Tuerka ni emigran a Londres (me atrevería a decir que tampoco paran a Pablo Iglesias para felicitarle). Y un pequeño aviso para navengantes: será imposible una transformación social sin contar con ellos, por muy horteras que nos resulten sus Nike con muelles o sus zapatos de plataforma y sus colas de caballo. Ya en plena explosión de la Universidad de masas en los años sesenta, Bourdieu nos demostró empíricamente que la educación no es el dispositivo que de alguna manera facilita la movilidad social sino que de forma velada, reproduce y perpetúa el sistema de clases, convirtiendo la universidad en «la elección de los elegidos». De hecho en nuestro país y según datos del propio Ministerio de Educación, menos el 10% de universitarios son hijos de padres no universitarios. La obra llevaba el apropiado título Los Herederos: los estudiantes y la Cultura. Yo entiendo que estudios como el de Bourdieu o estos datos incomoden a cierta izquierda académica pero la realidad está ahí fuera y nuestro joven promedio no tiene dos carreras y emigra a Londres: no ha terminado la E.S.O. y fuma porros en el parque y sobre todo, Campofrío no le dedica un nauseabundo anuncio comercial. La laureada «generación mejor preparada de la historia» es una falacia. No es una generación, pues se trata de una minoría específica. En cambio una gran mayoría (invisible para los medios y la izquierda) no alcanza estudios universitarios, ni siquiera termina la secundaria. Aunque pudiera parecer lo contrario, en este país hay más jóvenes que abandonan la E.S.O. que jóvenes con dos másters, no en vano encabezamos la lista de fracaso escolar europeo. También es muy significativo que hoy se hable de «exilio económico» en referencia a los jóvenes altamente cualificados que emigran. En este país a los emigrantes andaluces que se buscaron la vida en Catalunya o a los millones de emigrantes que marcharon en los años 60 rumbo a Alemania o Francia nunca se les llamó «exiliados económicos», siempre fueron emigrantes. Por lo visto el calificativo de exiliado económico es sólo para los altamente cualificados. Lo que nos lleva a Owen Jones y la lectura equivocada que, a mi juicio, hace Pablo Iglesias de esa obra monumental que es Chavs, la demonización de la clase obrera. Debo confesar que yo mismo le regalé el libro con la vana esperanza de ver alteradas sus posiciones post-modernas y post-obreristas porque, aunque le dedique este artículo acusándolo de vil reformista académico, lo aprecio y le quiero un montón.

El debate no es si la clase obrera es representada por un obrero de mono azul o una reponedora. La clase obrera no es ni ha sido nunca un ente inamovible ajeno a las mutaciones del capitalismo. La clase obrera se ha ido transformando al compás de las propias transformaciones capitalistas y por tanto, obviamente, su representación varía en función de muchos factores: histórico, geográfico, cultural, etc. En Europa en los años cincuenta era representada por el obrero fordista de mono azul, pero en los años treinta en España era la gente pobre del campo la que nutría masivamente las filas de la CNT. Es muy revelador estudiar muchos carteles de la época en los que se apelaba a dependientes y camareros, a nutrir las filas de la clase obrera contra el fascismo. En la Venezuela bolivariana era representada por un militar de origen humilde como era Chávez o en la actualidad por un conductor de autobuses llamado Nicolás Maduro. En Bolivia por un sindicalista al que le cierran el espacio aéreo europeo (pero ya no hay imperialismo ¿verdad?). En la Andalucía del siglo XXI la clase obrera es representada por un profesor de instituto y alcalde llamado Sánchez Gordillo y un jornalero sin estudios llamado Diego Cañamero. En Vigo por los trabajadores de astilleros que se están movilizando estos días. Quizá en Madrid es representada por un camarero o una cajera de supermercado pero cuando la marcha minera entró en el Paseo de la Castellana, fueron los mineros leoneses y asturianos los que representaban a la clase obrera y al conjunto de los explotados, aunque fuera por unas horas. Ese no es el debate, la clase obrera es flexible y multiforme y está ahí para ser representada, dicha representación variará según las circunstancias. El debate interesante es que, si a un camarero le cuesta identificarse con la clase obrera no es porque ésta no pueda representarle (pudo hacerlo en el pasado y lo hará en el futuro) sino porque una legión de teóricos le dice que no debe identificarse con ella, que la clase obrera es un anacronismo del pasado, que ahora es 99%, precariado o un nuevo sujeto emergente. Lo más irónico de todo es que la primera revolución socialista sobre la tierra se diera en un país cuya clase obrera se encontraba en insultante minoría. Pero nada, podéis seguir pensando que sin mono azul masculino no hay paraíso: me decía Jorge Moruno por Twitter (afilada pluma de la izquierda postmoderna en nuestro país y responsable del blog La Revuelta de las neuronas) que la clase obrera no puede representar a todo el conjunto de los explotados. Y obviamente, mientras sigáis pensando que la clase obrera es únicamente un tipo con mono azul que fuma ducados, seguiremos nadando en ese mar de incertidumbre y relativismo que tanto parece gustaros a los postmodernos. El problema es que cierta izquierda, erróneamente a mi juicio, ha convertido fordismo y clase obrera en un binomio indisoluble. Craso error: la clase obrera existía antes del fordismo, existe en el postfordismo y existirá mientras haya un cabrón repartiendo sobres de dinero en cuentas B. De hecho ni Marx ni Engels (unos tipos que sabían algo de la clase obrera) conocieron el fordismo. El problema no es si la clase obrera obrera puede representar a todos los explotados, la cuestión es que la clase obrera está ahí para ser representada como herramienta aglutinante, sea un jornalero sin estudios, sea un líder sindical andaluz, sea los trabajadores de tierra del aeropuerto del Prat ocupando las pistas o sea Pablo Iglesias en un plató de La Sexta, dependerá de cada contexto. Pero claro, la cuestión del liderazgo pone nerviosa a la izquierda postmoderna, mucho más proclive a empantanarse en horizontales y eternas asambleas que nunca (y corríjame quién crea oportuno si me equivoco) sirvieron de mucho. El problema es que si hablas de liderazgo (o liderazgos en plural como apunta acertadamente el profesor Monedero) automáticamente se produce un proceso químico en algunas cabezas que les hace ver a Stalin hasta en las cajas de cereales.

Pablo Iglesias cita Chavs y se queda en la punta del iceberg: que la clase obrera ha sufrido transformaciones no es ninguna novedad. La tesis principal del libro no es dicha transformación sino la posterior criminalización e invisibilización que la clase obrera viene sufriendo desde hace dos décadas. Invisivilización que toma cuerpo en el idílico y egocéntrico retrato que el citado profesor de la Complutense hace de ‘los de abajo’, retrato que alimenta sus presupuestos teóricos postobreristas: hay sitio para el migrante (y me tendrá que explicar por qué un albañil ecuatoriano es antes migrante que albañil), para el estudiante (que por supuesto es camarero de forma eventual para el día de mañana ser arquitecto), para el reponedor, el teleoperador, la cajera de supermercado y el parado de larga duración y en definitiva para cualquier sujeto que valide el carnaval de identidades y elimine a la clase obrera como sujeto histórico y dispositivo aglutinante. Incluso se atreve a incluir en los de abajo al grupo de amigos que monta un bar o una empresa de informática. Supongo que no se referirá a ese pequeño comercio que coacciona a sus trabajadores el día de la huelga o paga sueldos de miseria y sin contrato. Es lo que tiene no hacer divisiones sociales en función de la propiedad de los medios de producción: al final resulta que todo aquel que no lleve sombrero de copa y puro es de los de abajo, que es más o menos el lema de Occuppy Wall Street y su «somos el 99%». El problema es que los sombreros de copa pasaron de moda.

El lenguaje no es inocente y es muy significativo que no mencione a fontaneros, albañiles, electricistas, instaladores de gas y calefacción, técnicos de electrodomésticos u operarios que suben y reparan torres de alta tensión. Curiosamente y pese a llevar mono azul de trabajo, pertenecen todos al sector servicios y no al industrial, benditas contradicciones de la postmodernidad. ¿Los obvias porque llevan mono de trabajo o porque tienen derechos? ¿O porque son oficios que implican años de aprendizaje a jornada completa que están destinados a los hijos de la clase obrera y no a los estudiantes de tu clase cuyo paso por el mundo laboral antes de terminar la carrera será a media jornada de camarero? Invisibilización que remarca así, una innecesaria línea divisoria (que únicamente beneficia a la burguesía) entre los trabajadores precarios y los que lo son menos. Después es fácil acusar a los sindicatos de que sólo miran por sus afiliados, cuando estamos haciendo completamente lo mismo pero a la inversa. Luego no resulta extraño que los analistas extranjeros se pregunten asombrados cómo es posible que con nuestras tasas de paro y miseria no se produzca un estallido social. La respuesta es obvia: las movilizaciones en este país, del 15M a las mareas verdes y blancas, han sido dirigidas por la clase media. Es un hecho constatado, el mundo del trabajo ha brillado por su ausencia en dichas movilizaciones, empezando por el embrión de toda esta ola de protestas, el 15M. Quizá un buen comienzo sería dejar de señalar esa línea divisoria entre trabajadores precarios y no precarios. Huelga recordar que si un trabajador de la SEAT o un encofrador tiene más derechos que un reponedor no es por un ejercicio de altruismo por parte de la empresa, son fruto de dolorosas movilizaciones y de una tradición de lucha que no incluía la batucada y la recogida de formas vía Change.org entre sus métodos. Y Pablo me dirá que los disturbios no son la victoria y obviamente no, pero han ganado muchas batallas y conseguido muchos derechos. Los disturbios en sí no representan nada, pero su presencia implica un grado de movilización y concienciación que no se da allí donde la recogida de firmas y los talleres de malabares son el Santo Grial. No sé si serán la victoria pero su presencia organizada implica posibilidades de transformación y allí dónde se producen la izquierda transformadora goza de muy buena salud, sea en Grecia vía Syriza, sea en Euskal Herria vía Bildu o sea la Barcelona de los centros sociales ocupados, las viviendas ocupadas por la PAH o las huelgas que terminan con Starbucks en llamas.

De ahí la importancia de la PAH. Es el único frente verdaderamente interclasista que es nutrido por miembros de lo más debajo de la pirámide social, así es cuando un movimiento es puede llegar a ser temible. Mientras se trate de luchas sectoriales de estudiantes, profesores o médicos, poco podemos esperar. Es muy emocionante ver en los desahucios a gente que la oyes hablar y sabes que viene de lo más bajo, que notas a la legua que en su vida se había movilizado. Es triste pero es así: los movimientos sociales están participados mayoritariamente por gente con estudios o por gente proveniente de la clase media. Nadie dijo nunca que movilizar a la clase obrera fuera algo fácil, muy pocos lo consiguieron, menos todavía los que consiguieron vencer. Y se trata de movilizar ¿no? Es entonces cuando, pellizcándome las mejillas, no doy crédito a lo que leen mis ojos: «Esos son los de abajo y sólo la miopía de cierta izquierda puede insistir en agruparles a todos bajo la etiqueta de obreros e invitarles a afiliarse a los sindicatos (ojalá pudieran). Muchos de ellos ni siquiera pueden ejercer su derecho a la huelga y, sin embargo, ellos son el pueblo». INCREÍBLE.

Esto no es real politik ni reformismo, esto es legitimar la realidad existente y negar toda esperanza de transformación social. ¿Que no pueden hacer huelga? ¿Que no pueden sindicarse? ¿Por qué motivo? ¿Porque perderán el empleo? ¿En serio? En este país —y tú lo sabes bien— hay gente que se sindicaba sabiendo perfectamente que podía perder el trabajo, con el riesgo añadido de ser torturado salvajemente en comisaría y verse privado de libertad durante una larga temporada. Y se sindicaban clandestinamente. E iban a la huelga. Asumían un riesgo elevadísimo. Me parece un auténtico despropósito que digas que los precarios 'no pueden' sindicarse ni ir a la huelga. Te contaré un secreto de revolucionario folk: a mí me ponen muchos los trabajadores de astilleros levantando barricadas o los mineros disparando cohetes pero con el por** no hago distinciones ya que, me ponen incluso más los informáticos:

Hace unos días sucedía algo verdaderamente insólito en nuestro país. Por primera vez un colectivo de informáticos, trabajadores de la empresa HP, iba a la huelga y conseguía una victoria parcial (consiguieron evitar la bajada de sueldos) en un ámbito laboral estrictamente post-obrerista. Si alguna profesión representa como ninguna otra al llamado precariado y los nuevos sujetos emergentes, es sin lugar a dudas la de informático: una profesión relativamente nueva, sin tradición de lucha sindical y que nunca utilizó la huelga como herramienta de presión. Y vencieron. ¿Cómo?¿Buscando una nueva identidad? ¿Reinventando ultramodernos métodos de lucha que se adapten a las nuevas necesidades del mercado flexible? ¿Reformulando conceptos que cubran nuevas sensibilidades en el mundo del trabajo terciario-semiótico? NO. En absoluto: vencieron organizándose en un sindicato de clase (CGT) y yendo a la huelga de forma masiva e indefinida. Por supuesto que corrieron riesgos y se jugaron su puesto, pero apostaron de forma colectiva y vencieron. Podemos seguir diciéndoles a los 'nuevos sujetos' que no se sindiquen porque no son de la clase obrera y corren el riesgo de verse en la calle o podemos dar un paso al frente y sacar a relucir el ejemplo de los informáticos de CGT. Podemos asumir de una vez por todas que para la clase obrera, sin sangre no hay paraíso. Que no hacen falta infinitas reformulaciones ni reinvenciones hasta el absurdo: lo que hace falta es conciencia de clase y un sindicato con agallas (en el que sé que pagas la cuota como yo). Cuando hay conciencia de clase y un sindicato digno no importa si eres informático, reponedor o estibador en el puerto. La clase obrera es temible si está organizada.

Por último y volviendo de nuevo a Chavs, te olvidas del sujeto que Jones justifica en su libro: el cani de barrio sin estudios y la choni que trabaja en la peluquería para ponerse unas t*tas nuevas y que, por si alguien no se había dado cuenta, son mayoría. Ese sujeto urbano que sale con la rojigualda a la calle cuando España gana un mundial, sigue con detenimiento las nominaciones de Gran hermano y no se pierde un capítulo de Gandía Shore, entre otras cosas porque se siente identificado. Ese sujeto que sirve como carne de cañón y entretenimiento en programas como Hermano mayor, El diario de Patricia o el deleznable Princesas de barrio. O en el muy progre APM con los charnegos de barrio como centro de las mofas porque cometen errores gramaticales cuando se expresan y porque unos burros de carga sin estudios resultan de lo más gracioso para la burguesa y cosmopolita TV3. Sin olvidarnos de 'El Neng de Castefa' en el no menos progre Buenafuente: bakala, de la periferia, charnego y reponedor de supermercado por cierto. Los estudiantes de tu clase (ni los que escuchan a Los Chikos del Maíz o Riot Propaganda) serán nunca protagonistas en uno de estos infames espacios de entretenimiento; la clase obrera sí. Y eso es lo que denuncia Jones en su libro. La clase obrera extirpada de su orgullo y convertida en entretenimiento y motivo de mofa y escarnio por el resto de la sociedad. Lo que denuncia Jones en su libro es el elitismo de la clase media occidental, que se manifiesta en nuestro país cuando todo un profesor de Universidad Pompeu Fabra y referente de la izquierda (postmoderna eso sí) como Raimundo Viejo Viñas, sube a su Facebook la foto que acompaña este artículo y no es para denunciarla por su clasismo decadente y su elitismo, sino porque le resulta muy graciosa y acertada.

A mí también me paran muchas veces para felicitarme por el grupo. Sé perfectamente cual es mi perfil de oyente: un joven universitario preocupado por la política y la cuestión social. Por eso, cuando muy de vez en cuando, me para un cani, me dicen que sueno en el almacén del polígono o me pide una foto un currela de los que será currela para siempre, me emociono y verdaderamente me siento orgulloso de mi trabajo. Los de arriba de la foto son la sal de la tierra, la espalda del mundo. Y sin ellos estamos condenados a no vencer. Sin ellos el miedo no puede cambiar de bando. Quizás van en distintos camarotes pero vamos todos en el mismo barco. A pelear. Y a seguir metiendo caña en la tele compañero.


http://lacolumna.cat/clasismo-estig...ra-canis-chonis-chavs-owen-jones#.XAK059tKiUk

Odio al cani: el clasismo de la izquierda
Publicat per Cristina Barrial Berbén 24 abril, 2016 12 Comments


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Un artículo de Cristina Barrial

Están por todas partes.

Pero no son como nosotros.

Les dedican programas televisivos completos, son el caldo de cultivo de reality shows, de programas de “investigación”, de series. Me gusta sentarme en el salón, encender el televisor, observarles, mirar cómo se comportan. Reafirmar lo que ya pensaba: que no, que no son como nosotros. Y que si no lo son, es porque no han querido. Porque poder, podrían. Pero no.

Beben alcohol sin control, toman drogas sin medida. Les encanta el exceso. Nosotros también nos tomamos un vino de vez en cuando. Una raya de coca tras un estresante día de reuniones de empresa. Pero mi alcohol es distinto al suyo. Mi droga es distinta. Más cara. Otro estilo. No, no son como nosotros.

No lo he vivido en mis carnes, yo no me mezclo con esa gente. Pero lo sé, porque a todas horas lo veo en la televisión. Solo hacen falta diez minutos de Callejeros para darse cuenta. La fiesta en Zona Hermética, míralos, metidos hasta arriba. La periodista intenta hablar con ellos y ni siquiera pueden articular palabra. Solo gritan, se soban. Menuda forma de bailar. ¿Qué aporta esa escoria? No saben lo que vale un duro.

Princesas de barrio, más de lo mismo. Y Mujeres, hombres y viceversa. ¿De dónde han salido? Mira cómo visten. Y qué promiscuidad, todos con todos. Ese programa se resume en una falta de valores. Cuerpos sexualizados. Exceso de s*x*. Porque yo follo, pero no así. No follan como nosotros. Ya te lo dije: no son como nosotros.

Pero es que esos ninis no se contentan sólo con beber y pasarse el día de fiesta. Además, son violentos. ¿O no has visto Hermano Mayor? Lo reconozco, en algún momento pasé miedo. Cuántos puñetazos, puertas rotas. Qué suerte no vivir en esa familia. No sé qué haría con un hijo que, además de vago, me levanta la mano. Eso sí, habría que haberle parado los pies hace tiempo. Encima ni trabaja, si robando ya tira. Es como toda esa gente. No quieren trabajar. Pero paren como conejos y después no pueden mantener a sus hijos. Y a cobrar del Estado, ale. Si total, nos sobra el dinero.

Cambio de canal porque no me aguanto la mala hostia. Están dando Aída en la cinco. De ahí no se salva ni uno tampoco, pero al menos me río. El racista, el yonki, la put*, el homófobo. Tienes para elegir. La protagonista una chacha, cómo no, de léxico muy reducido. Su hija, una concursante de Gran Hermano, y el niño, un delincuente. El autocontrol brilla por su ausencia. Pero me río, porque de eso se trata, entretenimiento. Entretenimiento y distancia, porque mi identidad la he construido mediante la frontera que separa el ellos y el nosotros. Y ellos, esos ninis, borrachos, sin modales, sin conciencia de clase, sin aspiraciones, no lo son. No. No son como nosotros.

Y yo soy de izquierdas eh. Pero… pero no.

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Se dice que el estigma era un signo corporal utilizado durante la Antigua Grecia para diferenciar a aquellos que poseían características personales no deseables que era mejor evitar en lugares públicos. Estas marcas solían ser cortes o quemaduras realizadas con hierro ardiendo. El término griego fue rescatado por el sociólogo Erving Goffman (1963) siglos después para introducirlo en las ciencias sociales, dónde el estigma pasa a ser un atributo profundamente desacreditador que puede manifestarse en tres vertientes: deformaciones físicas, defectos del carácter o raciales y religiosos.

La estigmatización implica la existencia de un estigmatizador, que dicta el patrón de lo normal y, en consecuencia, legítimo, y de un estigmatizado, a partir de cuya diferencia se crea “una ideología para explicar su inferioridad y dar cuenta del peligro que representa esa persona” (Goffman, 1998). El individuo estigmatizado posee –o se cree que lo hace- cierto atributo que expresa una identidad social devaluada en un contexto social particular (Crocker y Cols, 1998). Este estigma social se vincula al estereotipo que encierra bajo una palabra múltiples atribuciones que reducen la heterogeneidad a un bloque monolítico, homogéneo, que permiten simplificar la realidad mediante la exageración y la inexactitud de los detalles.

De la misma manera en que en la infancia nuestros mayores nos reprendían por ir como gitanos –que además de a un comportamiento incívico, venía a referirse a aquella mancha del pantalón o ese pelo sin desenredar-, hoy sigue habiendo etiquetas (estigmas) con los que intentamos que no se nos relacione. En los últimos años la discriminación por raza, orientación sexual o género ha perdido legitimidad discursivamente, al menos desde la izquierda. Los chistes racistas ya no hacen gracia. Los comentarios sobre la sexualidad de la novia de tu amigo ya no son bien recibidos en una terraza de Sants. Sin embargo, nadie se escandalizará cuando cargues contra el cani que tiene el escape trucado y la cadena de oro. Ni contra la choni que, aunque no ha terminado la ESO, está embarazada por segunda vez.

Canis y chonis. Hablamos de estigmas, por su connotación negativa. Hablamos de estereotipación, por su reduccionismo. ¿Qué significa ser cani? Según la webInciclopedia, un joven cani puede ser distinguido anatómicamente por llevar gorra, corte de pelo estilo cenicero, ropa deportiva de marca –normalmente de imitación-, oro, mucho oro, y zapatillas de muelle. Suelen pasearse con perros que gozan de la misma agresividad que sus dueños, abundan en las zonas periféricas de las ciudades y nunca van solos. Su sociedad tiene lenguaje propio, afirman en esta página web, y también conductas, como la hostilidad. Entre sus actividades favoritas, destacan sus diversiones: los porros, el alcohol, el MDA. Sus gustos musicales gozan del mismo poco estilo que su vestimenta: música electrónica, pero no de la buena, claro. Y reggaetón, pero con menos caché del que puede sonar en Sutton. Más sexual. Más primario. Sus empleos, si es que tienen, suelen ser precarios, reponedores y dependientas del DIA son los estrella, y suelen habitar viviendas de protección oficial.

Mediante la etiqueta cani o choni, se atribuyen características individuales completamente despolitizadas a un fenómeno que trasciende el simple mal gusto o la agresividad: la desigualdad social. Se pasa por alto que todos estos jóvenes son clase obrera, que el estereotipo, cargado de rabia, no es más que un odio de clase aceptable socialmente y que, como retrata Owen Jones en Chavs, “la demonización de la clase obrera”, la clase trabajadora parece el único grupo social del que puedes decir prácticamente cualquier cosa. Cuando creíamos ser todos clase media, resultó que no. Vivimos en una sociedad profundamente dividida en clases, y bajo la apariencia de la capacidad de configuración libre de la identidad y la trayectoria vital, las distinciones de clase siguen existiendo, ahora, disfrazadas de características individuales.

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Los medios de comunicación tradicionales son los encargados de legitimar y retroalimentar el discurso. Para Link y Phelan (2001), hay una diferencia entre «poseer» un atributo y que éste sea «aplicado» por quien estigmatiza. Según ambos autores, «el estigma existe cuando los elementos de etiquetaje -asignación de categorías sociales a los individuos-, estereotipación -las diferentes etiquetas son relacionadas a estereotipos-, separación (ellos/nosotros), pérdida de status y discriminación, ocurren conjuntamente en una situación de poder que lo permite»

Esta relación de poder en la capacidad de estereotipar y crear un discurso es, intrínsecamente, asimétrica, dado que los poseedores de los recursos de producción de representaciones y estereotipos hacen circular imágenes de aquellos que no poseen estos recursos. Los mass media se sirven de las representaciones mediáticas, producciones que recortan la realidad y que organizan el orden simbólico de esta para legitimar, entre otras cosas, la desigualdad social mediante una doble violencia simbólica, en términos de De Certeau (1996).

Esta violencia es doble debido a que, en primer lugar, una representación es un recorte de la realidad, algo que está en el lugar de otra cosa que no es ella misma, para lo que opera necesariamente una síntesis. En segundo lugar, los sujetos representados –que en el caso que nos concierne son los jóvenes de clase trabajadora a los que se atribuye determinada estética y actitud-, los sectores subalternos o sin voz, como diría Jacques Rancière, no construyen sus propias representaciones, ya que no poseen los recursos. Si la representación per se es cuestionable por su legitimidad para hablar en el nombre del subalterno, nos encontramos con que a esta violencia simbólica se le suma la imposibilidad del subalterno de producir imágenes sobre sí mismo.

La legitimación del relato por parte de los medios de comunicación tradicionales no quiere decir que estos sean los creadores de una ficción que surge de la nada, sino que sus productos se insertan en unas estructuras de sentido ya existentes anteriormente, que portan una densidad histórica (Arancibia y Cebrelli, 2005). Son, sin embargo, propiciadores del sesgo de confirmación, la tendencia a favorecer una información que confirma una creencia o hipótesis propia. Es mucho más fácil creer que los barrios obreros están llenos de jóvenes “sin aspiraciones” y “violentos”, si, a mi reducida información de campo sobre ello, sumo los discursos mediáticos que tratan de hipervisibilizar –que no tiene implícita una democratización- a estas personas comportándose de esta manera, día tras día, en distintos formatos televisivos.

El prisma desde el que se juzga la estética y comportamiento de estos jóvenes de clase trabajadora en reality shows como Hermano Mayor y Princesas de Barrio o series televisivas como Aída muestran que las clases sociales no se configuran solo en términos de un desigual capital económico, sino que también entra en juego el capital cultural, social y simbólico, en términos de Bourdieu. El gusto de la llamada clase media, hegemónico y normativo, que marca la distinción, es el impuesto como normal y juzga a la gente de clase trabajadora que peca de un consumismo vulgar (oro en exceso, ropa deportiva de marca de imitación, joyería) y de gastar su dinero en teoría basta en lugar de con la elegancia de la burguesía.

Los medios de comunicación tradicionales, mediante un framming o encuadre, criminalizan el habitus de la clase trabajadora (Bourdieu, 1998), dimensión fundamental de la clase social. El habitus son los esquemas de actuación, pensamiento y sentimiento que se asocian a una posición social y que hacen que personas de un entorno social homogéneo tiendan a compartir estilos de vida y expectativas, ya que estos se adquieren mediante experiencias de vida cotidianas. Juzgando desde el prisma del estilo de la clase media, se cae en la culturalización de la desigualdad social, olvidando el contenido de clase proyectando una supuesta movilidad social donde los márgenes, los indeseados, no son más que una subclase salvaje que ha decidido su lugar en la pirámide obviando las desigualdades condiciones de partida.

La desigualdad, por tanto, no se organiza solamente en torno a una base material, sino que se construye mediante el punto de encuentro de lo cotidiano y la producción cultural de, entre otros, los medios de comunicación. Cuando la desigualdad social es tan grande, es fácil hacerla desaparecer de los discursos, porque los sectores apenas se cruzan. La justificación de la criminalización del joven que etiquetamos como cani, o la joven choni, excusa bajo la identidad cultural y los defectos individuales un profundo odio de clase y culpabilización de la víctima. Porque la demonización de la clase obrera legitima la inacción gubernamental: primero, se magnifica el problema, después, se atribuye a características personales y estilos de vida y, finalmente, se retira la ayuda económica del Estado.

El discurso es sencillo: son ellos. No es un problema político, su comportamiento forma parte de la esfera privada, puesto que en esta sociedad sin clases, el talento y esfuerzo es la manera de ascender meritocráticamente. Es el discurso del odio, que viene a gritar: ¡Vuélvete clase media!, ¡Abraza nuestros valores y estilo y sal del barrio! Ellos, por un lado. Los subalternos residuales caricaturizados por el otro.

Vuelve a decirlo. No, no son como nosotros. ¿Seguro?
 
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@Bubi no entiendo que quieres decir la verdad y los artículos disculpa no me gustan...las clases a no ser que seas muy rico o pobrismo están cambiando constantemente por matrimonio...por méritos...por suerte...para mi chonis y cani puede ser bisbal y helena tablada los dos vienen de dos estratos muy diferentes, es estética mas que educación, y lo siento nunca disculpare ciertos comportamientos maleducados (no hablo de cultura) tremendamente irrespetuoso me da igual que vengan de pobreza o riqueza pero el ser humano aun naciendo en el entorno mas grosero tiene el poder de hacer critica y auto critica de su entorno no con eso se convertirá en una persona con modales exquisitos etc....pero si puede cumplir unos mínimos yo vi mi entorno y lo critique en mi interior creó que todos podemos mejorar lo que vemos todos, y los chonis algunos se ríen de los pijos y hay pijos que se creen pijos y no lo son y así muchas variantes, yo me río de casitodo y de mi claro
 
ATENCIÓN, OPINIÓN POLÍTICAMENTE SUPER INCORRECTA. No leer si te la coges con papel de fumar.

Pues lo siento mucho pero por mí esa gentuza que cita Bubi me da un asco tremendo, cuando debo ir en transporte público y se me sientan cerca un par de canis-chonis salgo siempre huyendo como de la peste. Son siempre gente ruidosa, ordinaria, malhablada, bufff, lo peor. El mundo sería un lugar mejor sin esa chusma infecta. De hecho uno de los motivos por los que dudo de la existencia de Dios es que permita vivir a ese tipo de personas.
 
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Pues lo siento mucho pero por mí esa gentuza que cita Bubi me da un asco tremendo, cuando debo ir en transporte público y se me sientan cerca un par de canis-chonis salgo siempre huyendo como de la peste. Son siempre gente ruidosa, ordinaria, malhablada, bufff, lo peor. El mundo sería un lugar mejor sin esa chusma infecta. De hecho uno de los motivos por los que dudo de la existencia de Dios es que permita vivir a ese tipo de personas.

Yo no te considero para nada políticamente incorrecta. Yo a veces cuando oigo y leo ciertos comentarios pienso lo mismo de la existencia de Dios. Aunqe después pienso que sí existe porque generalmente los castiga con 20 kilos de más y piel sebosa.
 
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Pues lo siento mucho pero por mí esa gentuza que cita Bubi me da un asco tremendo, cuando debo ir en transporte público y se me sientan cerca un par de canis-chonis salgo siempre huyendo como de la peste. Son siempre gente ruidosa, ordinaria, malhablada, bufff, lo peor. El mundo sería un lugar mejor sin esa chusma infecta. De hecho uno de los motivos por los que dudo de la existencia de Dios es que permita vivir a ese tipo de personas.
Pues mira yo creo que el mundo sería mejor son pederastas , asesinos, genocida, fascistas, violadores y gente así... que existen haya dios o no....

Pero oye si tu estandarte de vida ideal es que lo peor es genet que grita pues bueno cada persona tiene su nivel de valores adecuada a su catadura moral , . Todo el mundo sabe ue Himmler o Goebbels eran señores muy educados que nunca levantaban la voz y daban sensación de personas correctas. Tu te quedas con ellos o con topos tan educados y encantadores como Ted Bundy ue yo me quedo en mi barrio.
 
Bueno @Bubi ese es otro tema, obvio que no creo nadie normal prefiera a hitler etc...pero no hablamos de eso, tengo amigo cani pero amigo amigo azares de la vida, trapicheaba perros peligrosos etc pero si trabajara en un hospital son de los peores pacientes y eso te lo reconoce cualquier medico enfermero etc
 
Lo que es evidente es que hoy en día han cambiado los valores.
He conocido gente muy humilde, pobre y tremendamente educada, q habla a gente desconocida de usted , de decir gracias o buenas tardes.Hablo de gente q casi no pudo ir a la escuela y que han tenido trabajos duros por su escasa formación y que han deseado que sus hijos tengan estudios superiores para que tuvieran una vida mejor.

Llama la atención que hoy en día, cualquiera puede acceder, de forma gratuita, a una cultura básica y aun así , persiste una clase social q deciden invertirlo en una estética y forma de vida determinada, reinvindicando su origen.
La base de esta gente no es la educación sino el dinero...para comprar esos horteras pendientes de oro,el móvil de moda, ese chandal para la churri que ya se ha vuelto a preñar,para presumir de perro peligroso,para un nuevo tatuaje, para el último juego de la play,para drogas,para ropa comprada en el centro comercial y .... a vivir de ayudas sociales....de los pisos de protección oficial, de las becas comedor y de lo que haga falta pero buscar curro ... como que no....pa que como me dijo uno.

Eso también es clasismo, vivir del cuento a costa de los demás y reírse de los que curramos xq ellos tienen lo mismo o bastante más que nosotros y sin deslomarse, tan sólo hablando a gritos, amenazando a quién haga falta y pegando algún que otro palo en otro barrio...xq de chulas,faltones y vacilones son un rato largo.

Y así nos va, que hasta tele5 vió un filón en traer chonis y canis a la tele, con esa estética, esa forma de hablar que les pones dinero fresco en la mano y te hacen lo que quieren ....xq eso no es trabajar es su filosofía de vida.Como las youtubers que por pasta te venden hasta su madre.
Pues mira yo creo que el mundo sería mejor son pederastas , asesinos, genocida, fascistas, violadores y gente así... que existen haya dios o no....

Pero oye si tu estandarte de vida ideal es que lo peor es genet que grita pues bueno cada persona tiene su nivel de valores adecuada a su catadura moral , . Todo el mundo sabe ue Himmler o Goebbels eran señores muy educados que nunca levantaban la voz y daban sensación de personas correctas. Tu te quedas con ellos o con topos tan educados y encantadores como Ted Bundy ue yo me quedo en mi barrio.
Diría que en todas las clases sociales hay violadores,pederastas,maltratadores,delincuentes,facistas.....no es un tema de barrios.
 
creo que s eestá argumentando de manera extrema. Ni las personas modestas son canis ni las ricas pijos. Son subcategorías.
 
Diría que en todas las clases sociales hay violadores,pederastas,maltratadores,delincuentes,facistas.....no es un tema de barrios.
Era un comentario algo sarcástico ... vamos que creo que se nota el doble sentido de contestar a quien juzga como lo peor a quien grita y es maleducado. Pero vamos ... creí que se entendía
 
No me hagáis hablar de chonis... Que esto fue canilandia hasta el 2006 o así y el ambiente hostil, violento e inseguro que había sobre todo en los jóvenes no se lo deseo a nadie y afortunadamente los del 90/91 hacia adelante no tuvieron por qué vivirlo. Quedabas con tus amigos y sólo por el mero hecho de no ser cani te arriesgabas a que te acorralasen con una navaja por un euro asqueroso o encontrarte con lluvias de botellas a la salida de la disco light que tiraban los canis al azar. Ahora esos canis son los que han terminado mejor parados, un grupo vive de ayudas sociales y trapicheos (piso de protección oficial, comida de Caritas, etc. pero tienen un BMV en la puerta y un chándal Nike de más de 100€) o bien, los "disfrazados de clase media", él es encargado de un supermercado Día a base de ascender y ella fija en una agencia de limpieza, casa propia, viajes e hijos malcriados desde más o menos los 25 años. Gente sin estudios, sin educación y con delitos a sus espaldas con una vida que no se merecen. Estos son esa clase de personas que te ves con una niña llamada Shakira que ya posa en fotos con el culo en pompa, un niño con un corte de pelo espantoso y teñido de rubio con 5 años, van con el coche con reggaeton a todo trapo, el matrimonio fuma yerba delante de los niños cuando organizan una barbacoa en el campo y como tú le digas algo que no quieras oír a uno de estos esperpentos ella te pone de pta como mínimo a voces delante de todos o él le zurraria a tu pareja. Pero eso sí tienen trabajo fijo, un piso de reciente construcción y pueden ser tus vecinos...

Por otro lado me da asco el comportamiento servil de la gente con los "ricos": peloteo extremo, sobrevaloración, papel de gilipollas total para conseguir su amistad, tíos/mujeres de clase media/baja físicamente de buen ver o con delirios de grandeza peleándose por dar el braguetazo con el/la pij@ de palo de turno aunque sea lerd@ y deforme, etc.
 
No me hagáis hablar de chonis... Que esto fue canilandia hasta el 2006 o así y el ambiente hostil, violento e inseguro que había sobre todo en los jóvenes no se lo deseo a nadie y afortunadamente los del 90/91 hacia adelante no tuvieron por qué vivirlo. Quedabas con tus amigos y sólo por el mero hecho de no ser cani te arriesgabas a que te acorralasen con una navaja por un euro asqueroso o encontrarte con lluvias de botellas a la salida de la disco light que tiraban los canis al azar. Ahora esos canis son los que han terminado mejor parados, un grupo vive de ayudas sociales y trapicheos (piso de protección oficial, comida de Caritas, etc. pero tienen un BMV en la puerta y un chándal Nike de más de 100€) o bien, los "disfrazados de clase media", él es encargado de un supermercado Día a base de ascender y ella fija en una agencia de limpieza, casa propia, viajes e hijos malcriados desde más o menos los 25 años. Gente sin estudios, sin educación y con delitos a sus espaldas con una vida que no se merecen. Estos son esa clase de personas que te ves con una niña llamada Shakira que ya posa en fotos con el culo en pompa, un niño con un corte de pelo espantoso y teñido de rubio con 5 años, van con el coche con reggaeton a todo trapo, el matrimonio fuma yerba delante de los niños cuando organizan una barbacoa en el campo y como tú le digas algo que no quieras oír a uno de estos esperpentos ella te pone de pta como mínimo a voces delante de todos o él le zurraria a tu pareja. Pero eso sí tienen trabajo fijo, un piso de reciente construcción y pueden ser tus vecinos...

Por otro lado me da asco el comportamiento servil de la gente con los "ricos": peloteo extremo, sobrevaloración, papel de gilipollas total para conseguir su amistad, tíos/mujeres de clase media/baja físicamente de buen ver o con delirios de grandeza peleándose por dar el braguetazo con el/la pij@ de palo de turno aunque sea lerd@ y deforme, etc.
De esto último hay lo que más
 
ATENCIÓN, OPINIÓN POLÍTICAMENTE SUPER INCORRECTA. No leer si te la coges con papel de fumar.

Pues lo siento mucho pero por mí esa gentuza que cita Bubi me da un asco tremendo, cuando debo ir en transporte público y se me sientan cerca un par de canis-chonis salgo siempre huyendo como de la peste. Son siempre gente ruidosa, ordinaria, malhablada, bufff, lo peor. El mundo sería un lugar mejor sin esa chusma infecta. De hecho uno de los motivos por los que dudo de la existencia de Dios es que permita vivir a ese tipo de personas.
Hombre,creo que eres un poco exagerada,sin acritud,pero como para salir corriendo tampoco es...yo solo salgo corriendo si huele a sudor o mal,y eso puede pasar con un choni,un cani,o uno normal.Para mí no son santo de mi devoción tampoco pero en cuanto a modales.Si es una buena persona,educada y con lo que se pueda tratar no tengo ningún problema.Otra cosa es q me horrorice la estética que llevan.
También me puede hacer mucha gracia Tamara Falcó,y caerme muy bien,pero no entenderla al hablar con lo que probablemente me desesperaría si tengo que mantener una conversación con ella...puede ser otro tipo de clasismo.
 

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