DESAYUNO EN TIFFANY'S - Truman Capote

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-Utiliza los sesos.¿No ves que Rusty se siente más seguro en pañales que si tuviera que ponerse falda? Y ésa es en realidad la alternativa, sólo que es muy susceptible al respecto. Una vez trató de clavarme el cuchillo de la mantequilla porque le dije que ya era hora de que creciese y se enfrentara al problema, que sentase la cabeza e hiciera de ama de casa junto a un camionero amable y paternal. Entretanto, le tengo en mis manos; lo cual está muy bien, es inofensivo, las chicas no son para él más que muñecas, literalmente.

-Gracias a Dios.

-La verdad, si pudiera decirselo mismo de la mayoría de los hombres, yo al menos no le estaría en absoluto agradecida a Dios.

-Quería decir que gracias a Dios que no tengas intención de casarte con Mr. Trawler.

Holly enarcó una ceja:
-Por cierto, no he dicho que no sepa lo rico que es. Incluso en México, un terreno cuesta su dinero. Bien -dijo, empujándome-
vamos a por O. J.

Me resistí, tratando de idear alguna fórmula que me permitiese aplazarel encuentro. Hasta que lo recordé:

-¿Y por qué eso de Viajera?

-¿Te refieres a mi tarjeta?-dijo ella, desconcertada-¿. Te parece gracioso?

-Gracioso no. Sólo provocativo.

Holly se encogió de hombros.

-Al fin y al cabo, ¿cómo voy a adivinar dónde estaré viviendo mañana? Por eso les dije que pusieran Viajera. En fin, lo de las tarjetas fue tirar el dinero. Pero me parecíaque estaba obligada a hacer allí algún gasto. Son de Tiffany's. -Cogió mi martini, que yo ni siquiera había probado; lo vació de dos tragos, y me agarró la mano-. Déjate de evasivas.Vas a hacerte amigo de O. J.



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Se produjo un incidente en la puerta. Era una joven, que entró como un vendaval, una tempestad de foulards y tintinean oro.

-Ho-Holly -dijo, avanzando con un amenazador dedo en alto-, maldita acaparadora,¡Cómo se te ocurre coleccionar a toda esta
pa- pandilla de hombres arrebatadores!

Superaba holgadamente el metro ochenta, era más alta que la mayor parte de los hombres presentes. Todos ellos enderezaron la espalda encogieron el estómago; hubo un generalizado concurso,a ver quién igualaba su tambaleante estatura.

-¿Qué haces aquí?-dijo Holly, y los labios se le contrajeron como un cordel tensado.

-Na-nada,cariño. He estado trabajando arriba, con Yunioshi. Fotos navideñas para Ba-bazaar. ¿Te has enfadado,cariño? -Esparció una sonrisa por entre los presentes-. Y vosotros, chicos, ¿también os ha-habéis enfadado conmigo por haberme entrometido en
vu-vuestrafiesta?

Rusty Trawler soltó una risilla disimulada Le apretujó el brazo, como si quisiera admirar su musculatura, y lepreguntó si le apetecía una copa.

-Desde luego -dijo ella-. Un bourbon.

-No hay -le dijo Holly. Circunstancia que el coronel de las Fuerzas Aéreas aprovechó para sugerir que estaba dispuestoa ir por una botella.

- N o hace falta ar-armar ningún alboroto, os lo aseguro.

Me conformaría hasta con amoníaco. Holly, chata-dijo, empujándola un poquito-, no te preocupes por mí. Yo misma me presentaré.-Se agachó hacia O. J. Berman, cuyos ojos, como suele ocurrirles a los hombres bajos cuando están en presencia de una mujer alta, se habían velado con un vaho de ambición-. Soy Mag Wi-Wildwood, de Wild-woo-woo-wood, Arkansas.Una zona montañosa.

Parecía una danza, en la que Berman ejecutaba unos complicados pasos a fin de impedir que sus rivales pudieran interponerse en su camino. Pero Mag se le escapó, arrastrada por una cuadrilla de bailarines que comenzaron a engullir los tartajeantes chistes de la chica como palomas precipitándose sobre un puñado de maíz tostado. Su éxito era muy comprensible. Era la fealdad derrotada ,que suele ser mucho más cautivadora que la verdadera belleza, aunque sólo sea por la paradoja que lleva consigo.



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A diferencia de ese otro método que consiste en el simple buen gusto acompañado de cuidados científicos ,en este caso el éxito era consecuencia de la exageración de los defectos; Mag había logrado transformarlos en adornos por el procedimiento de exagerarlos con la mayor osadía. Unos tacones que realzaban su estatura, tan altos que le temblaban los tobillos; un corpiño ajustado y plano que indicaba que hubiera podido ir a la playa vestida sólo con pantalón de baño; el cabello peinado muy tirante hacia atrás, para acentuar los rasgos enjutos y magros de su cara de modelo. Incluso el tartamudeo, auténtico, sin duda, pero también un poco forzado, había sido transformado en virtud.

Ese tartamudeo era el toque maestro; porque gracias a él se las arreglaba para que sus trivialidades pareciesen de algún modo originales ,y, en segundo lugar, porque servía, a pesar de su estatura, de su aplomo, para inspirar en sus oyentes masculinos un sentimiento protector.

A modo de ilustración: hubo que pegarle unos cuantos golpes en la espalda a Berman, simplemente porque le oyó decir, «¿Quién pu-puede decirme dónde está el la-lavabo?»;y después, completando el ciclo, él mismo le ofreció el brazo para guiarla hasta allí.

-No hace ninguna falta -dijo Holly-. No será la primera vez que lo visite. Ya sabe dónde está.

Estaba vaciando ceniceros, y después de que Mag Wildwood saliera de la habitación, vació otro y dijo, o, más bien, gimió: -En realidad es muy triste. -Hizo una pausa, la prolongó a fin de darse tiempo para calcular la cantidad de expresiones interrogativas, eran suficientes-.Y misterioso.

Lo raro es que no se le note más. Pero bien sabe Dios que su aspecto es saludable. Y muy, no sé, sano. Eso es lo más extraordinario.¿No dirías -preguntó preocupada, pero sin dirigirse a nadie en particular-, no dirías que parece estar sana?

Alguien tosió, varios tragaron saliva. Un oficial de la Marina, que sostenía la copa de Mag Wildwood, la dejó.

-Aunque, claro -dijo Holly-, he oído decir que son muchas las chicas del sur que tienen el mismo problema.

Se estremeció delicadamente y, se fue a buscar más hielo a la cocina.



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Mag Wildwood fue incapaz de comprender, a su regreso, la repentina frialdad; las conversaciones que ella iniciaba tenían el mismo efecto que la leña verde, humeaban pero no llegaban a prender. Y, lo que resultaba más imperdonable incluso,la gente empezaba a irse sin haberle pedido antes su número de teléfono.

El coronel de las Fuerzas Aéreas aprovechó para levantar el campamento un momento en que ella le daba la espalda, y esto fue la gota que colmó el vaso: el militar la había invitado a cenar con él esa noche. De repente, Mag se cegó. Y como la ginebra guarda la misma relación con el artificio que las lágrimas con el rímel, su atractivo se descompuso de forma instantánea. Comenzó a meterse con todo el mundo. Tachó a su anfitriona de degenerada hollywoodiense. Retó a un cincuentón a pelear con ella. Le dijo a Berman que Hitler
tenía razón. Y hasta logró reanima ra Rusty Trawler acorralándole en un rincón.

-¿Sabes lo que te espera?- le dijo, sin rastro de tartamudeo-. Te haré correr hasta el zoo y te echaré al yak para que te coma.

El pareció dispuestoa seguir sus planes, pero Mag le decepcionó porque se dejó caer al suelo y sequedó allí sentada, tarareando una canción.

-Me aburres. Levántatede ahí - le dijo Holly, acabando de ponerse unos guantes. El resto de la concurrencia esperaba en la puerta, y al ver que Mag no se levantaba, Holly me dirigió una mirada de disculpa:

-Pórtate como un buen chico, Fred. Métela en un taxi. Vive en Winslow.

-No, en Barbizon. Regent4-5700. Pregunta por Mag Wild- wood.

-Eres un buen chico, Fred.

Y se fueron .La perspectiva de tener que tirar de aquella amazona hasta un taxi bastó para borrar todo resto de resentimiento que pudiera quedarme. Pero ella misma resolvió el problema. Levantándose a impulsos de su propio enfurecimiento, me miró desde su tremenda estatura con tambaleante altivez, y me dijo:

-Vamos al Stork. Te ha tocadola rifa.



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Y a continuación cayó cuan larga era, como un roble talado. Lo primero que se me ocurrió fue ir por un médico. Pero al examinarla comprobé que su pulso era normal y su respiración rítmica. Estaba simplemente dormida. Despuésde meterle una almohada debajo de la cabeza ,la dejé disfrutando de su sueño.

Al día siguiente por la tarde choqué con Holly en la escalera.

-¡Serás...! -me dijo, sin detener su carrera, cargada con un paquete de la farmacia-. Ahí está, alborde de la pulmonía. Una resaca de campeonato .Y, encima, la malea.


Deduje de todo esto que Mag Wildwood seguía en el apartamento, pero Holly no me dio pie para explorar la sorprendente simpatía que ahora mostraba por ella. A lo largo del fin de semana el misterio fue oscureciéndose más aún. En primer lugar, por el tipo de aspecto latino que llamó a mi puerta; por error, pues preguntó por Miss Wildwood. Me costó un buen rato sacarle de su engaño, ya que nuestros respectivos acentos parecían mutuamente incompatibles, pero le bastó ese tiempo para dejarme fascinado.

Era una combinación meticulosamente perfecta, y tanto su oscura tez como su cuerpo de torero poseían una exactitud, una perfección comparables a las de una manzana, una naranja, una de esas cosas que la naturaleza hace impecablemente. A lo cual había que añadir, en calidad de ador
nos, el traje inglés, la colonia intensa y, cosa aún menos latina, su timidez.

El segundo acontecimiento del día lo tuvo también como protagonista . Atardecía, y le vi llegar en un taxi cuando salía a cenar. El taxista le ayudó a entrar en el portal todo un cargamento de maletas. Lo cual me proporcionó un nuevo tema de reflexión.

Cuando llegó el domingo me dolía la cabeza.

A continuación la imagen se hizo simultáneamente más clara y más oscura.

El domingo hizo un día típico del veranillo de San Martín, brillaba el sol con intensidad, tenía la ventana de mi cuarto abierta, y me llegaban voces desde la escalera de incendios.



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Holly y Mag se habían despatarrado abajo sobre una manta, con el gato entre las dos. Les colgaba el cabello mojado, recién lavado.

Estaban muy atareadas, Holly pintándose las uñas de los pies, Mag tejiendo un jersey. HablabaMag.

-Si quieres saber mi opinión, eres una chica con su-suerte. Como mínimo, Rusty es norteamericano.

-¡Habrá que felicitarle!

-Chata, que estamos en guerra.

-Pues, en cuanto termine, no volverás a verme el pelo.

- No pienso como tú. Estoy or-orgullosa de mi país. Los hombres de mi familia siempre fueron grandes soldados. Hay
una estatua del abuelo Wildwood justo en el centro de Wild-wood.

-Fred es soldado-dijo Holly-, pero dudo que alguna vez llegue a ser una estatua. Podría serlo. Dicen que la gente, cuanto más estúpida, más valiente. Y él es bastante estúpido.

-¿Fred es ese chico del piso de arriba? No me di cuenta de que fuese un soldado.Pero sí parece estúpido.

-Un soñador, no un estúpido. Lo que más le gusta es estar encerrado en donde sea, mirando afuera: cualquiera que tenga la nariz
aplastada contra un cristal tiene que parecer estúpido a la fuerza. De todos modos, ese es otro Fred. Fred es mi hermano.

-¿Y llamas estúpido a alguien que lleva tu misma sangre?

-Si lo es, lo es.

-Quizá, pero es de mal gusto decirlo de un chico que está combatiendo por ti y por mí y por todos nosotros.

-¿Qué es esto? ¿Un discurso para vender bonos de guerra?

-Simplemente, quiero que sepas lo que pienso. Puedo reírme de cualquier chiste, pero por dentro soy una persona muy se-seria.

Y estoy orgullosa de ser norteamericana . Por eso me preocupa José.- Abandonó su labor-. ¿Verdad que te parece guapísimo?-Holly dijo Hmn, y le pasó el pincel de uñas por los bigotes al gato-. Ojalá consiguiera hacerme a la idea de que voy a casarme con un brasileño. Y de que yo seré brasileña. Se me hace muy cuesta arriba. Nueve mil kilómetros,

y ni siquiera conozco su idioma...



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Ciertamente el ángel que irradiaba Audrey hasta interpretando no encajaba con ese personaje por muy bien que lo hiciese. Era para una actriz con un registro más complejo y atormentado como Marilyn en Vidas Rebeldes.
Yo soy fan de Audrey pero está no es para mi su película, le aporta elegancia al papel, clase pero no la parte interior de un ser perdido en sus miserias.
 
Yo soy fan de Audrey pero está no es para mi su película, le aporta elegancia al papel, clase pero no la parte interior de un ser perdido en sus miserias.
Yo no se donde leí que Capote quería a Marilyn para el papel. Creo que habría reflejado mejor esa lectura interior del personaje que tú comentas.
 
Yo no se donde leí que Capote quería a Marilyn para el papel. Creo que habría reflejado mejor esa lectura interior del personaje que tú comentas.
Sí efectivamente él quería que fuese Marilyn, por eso la he citado. Y lo sostuvo siempre aunque Audrey lo hizo muy bien él seguía pensando que era un papel que el pensó cuando lo escribía en alguien como Marilyn.
 
Sí efectivamente él quería que fuese Marilyn, por eso la he citado. Y lo sostuvo siempre aunque Audrey lo hizo muy bien él seguía pensando que era un papel que el pensó cuando lo escribía en alguien como Marilyn.
La verdad es que en le imaginario de todo el mundo es imposible (para mi al menos) cambiar la imagen de Audrey en ese papel. Pero creo que Marilyn le habría aportado la parte.... digamos "dañada" de su personalidad.
Conste, no me mates, que a mi la obra de Capote que más me ha impactado ha sido A Sangre Fría. Lo leí muy jovencita un verano (con 14 años o así) y lo releo de vez en cuando. Pero reconozco que Breakfast es su obra más redonda.
Era amigo de Marilyn, si? Capote, digo. Gracias.
 

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