Crónica Negra. Asesinos, atravesando siglos.

Y la versión catalana:

LA LEYENDA DEL CONDE ESTRUCH

Un conde vampiro de España
A pesar de la creencia general de que el vampirismo, tal como lo entendemos habitualmente, procede de Transilvania, ya existía una leyenda en el condado de Ampurias (actual Ampurdán), en el siglo XII situado en la antiguamente llamada Catalunya Vella (es decir, aquella que durante la invasión musulmana no fue sometida a las hordas invasoras y permaneció cristiana), donde tuvo lugar la más escalofriante de las historias de nosferatus o estrugas, palabra ésta derivada de estriges.

Algunos la ubican durante el reinado de Pere el Catòlic hacia 1212 pero las fuentes más fidedignas la sitúan en 1173, año en que transcurre mi novela "Estruch". En aquellos tiempos se vivían continuos conflictos entre la Corona de Aragón y Cataluña contra los reyes de Francia para apoderarse de Occitania, territorio que pasó a pertenecer desde entonces a la Federación catalanoaragonesa. El rey Alfonso II el Casto, era un joven de diecisiete años y desde la muerte de su predecesor Ramón Berenguer IV la tutoría de nuestras tierras estaba en manos del rey inglés Enrique II de Plantagenet (padre de Ricardo Corazón de León, el mismo de las cruzadas y las aventuras de Robín Hood) y del Obispo de Barcelona Monseñor Guillem de Torroja.

El rey catalán tenía como enemigo principal al rey Llop (en castellano "Lobo") de Murcia y las incursiones en la Tarraconense eran frecuentes y, al mismo tiempo, teníamos las luchas fronterizas del norte contra los francos en la disputa de Occitania.

Por eso el condado de Ampurias era un hervidero de intrigas, luchas con castellanos e ingleses (aliados del rey Alfonso) por un lado y por el otro los enemigos ya mencionados, sin olvidarnos de los navarros siempre en liza con el reino de Aragón. El conde Estruc fue un notable guerrero que siempre luchó en favor de la Corona catalanoaragonesa y, en aquellos años, ya estaba en su senectud por lo cual fue enviado a Llers, una pequeña villa cerca de Figueras, donde existía otro enemigo esta vez interno: los paganos.

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Parte de los catalanes del siglo XII aún vivían apegados a los antiguos cultos iberos paganos, anteriores al Cristianismo, por lo cual éstos eran un potencial aliado de los árabes o, tal vez, de los francos. Por esa razón el viejo soldado tuvo que reprimir esos cultos ancestrales que aún creían en la magia y las ciencias ocultas, origen de la actual creencia en brujas y demás supersticiones, y obligar a los campesinos ampurdaneses a abrazar la fe en Cristo.

Esta represión motivó que el anciano conde sufriera una maldición por parte de sus víctimas y que tiempo después de su muerte natural, Estruc rejuvenecido se levantara de la tumba convertido en reviviente sembrando el terror por toda la Catalunya Vella. Dicen las antiguas leyendas que sólo salía de noche para beber la sangre de sus víctimas, gustaba seducir y violar a las mozas casaderas dejándoles embarazadas. Al cabo de nueve meses las desafortunadas parían pequeños monstruos que morían no más nacer ya que, según las tradiciones antiguas (curiosamente idénticas tanto en Cataluña como en Transilvania) un vampiro no puede tener hijos.

El rey Alfonso II tenía no pocos disgustos en aquellos tiempos y la población estaba realmente aterrorizada. La gente tenía miedo de salir de noche, todos llevaban ajos y crucifijos para protegerse del terrible nosferatu y ya nadie podía dormir en paz hasta que una anciana religiosa encontró la tumba del conde Estruc y le clavó la estaca en el corazón, desapareciendo para siempre la maldición.

Pero el recuerdo del vampiro sobrevivió al paso del tiempo y aún queda el dicho "tenir malastruc" o "mala astrugancia" para definir a quién tiene mala fortuna. Incluso durante generaciones las madres catalanas amenazaban a sus hijos con llamar al conde Estruc si no eran buenos y no hacían lo que se les mandaba.

En el mismo Llers, un poblado donde sopla con gran fuerza la Tramontana del Canigó, un viento frío y áspero que los antiguos habitantes achacaban a unas brujas legendarias, las célebres brujas de Llers que dominaban los aires. El agudo silbido del viento, según las creencias populares, era motivado por la furia de estas mujeres. En Transilvania existía un mito semejante, las "Ieles" (es decir "las Ellas"), cuyo paralelismo es sorprendente.

Otra leyenda catalana célebre es la de los dips, nombre que se les dio a una especie de perros vampiros (o perros estrugas) que existieron en unas praderas situadas a unos cuantos kilómetros al sur de Reus. Por esa razón se creí un pueblo llamado Pratdip, cuyo nombre es una unión de la palabra Prat (pradera) y dip que en su escudo incluye la figura de un can harto significativa.

Empero, la importancia del conde Estruc es decisiva en la evolución del mito vampírico aunque en aquel tiempo no se le conocía con tal nombre, y podemos considerarle como el primer upiro de la Historia tal como lo entendemos actualmente. Es sabido que en aquellos años, Ricardo Corazón de León, futuro rey de Inglaterra, residía en la misma zona en que se desarrolló la leyenda del conde Estruc ya que fue enviado por su padre Enrique II de Plantagenet para participar en las Guerras del Rosellón, a favor de la corona aragonesa y catalana contra los francos estableciéndose en Perpiñán, a muy escasas leguas de Figueras y de Llers. Tal vez este dato justifique que, tras la Tercera Cruzada acontecida entre 1190 y 1192, el mito pase al Este de Europa.

Es sabido que Ricardo de Inglaterra atravesó el Danubio, camino de Tierra Santa, y que a su regreso en 1193 fue hecho prisionero por Leopoldo, duque de Austria, quien solicitó un fuerte rescate originándose en Inglaterra el conflicto que hemos visto en las películas de Robín Hood. El rey inglés estuvo encerrado en el castillo austriaco de Tierenstein, muy cercano a Transilvania, y cosa curiosa es a finales del siglo XII que estas leyendas irrumpen en los Cárpatos.

Los revivientes masculinos fueron llamados "strigoí" y los femeninos "strigoaíaca", como vemos su fonética es muy semejante a la palabra "estriges", el mito griego, pero también a "estruga", la leyenda catalana.

http://www.pasarmiedo.com/monstruos/62-vampiros/1752-la-leyenda-del-conde-estruch
 
Manuel Delgado Villegas – El Arropiero
admin 19 noviembre, 2017 0
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Considerado el mayor asesino en serie de la historia de España, este perturbado mental asesinó a 48 personas según sus declaraciones, aunque solo pudieron probarse parte de sus crímenes. Necrófilo además de homicida, El Arropiero no escatimó en dar detalles sobre sus atroces crímenes.

El Arropiero
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La madre de Manuel falleció en el parto y él se crió con varios parientes diferentes que le dieron frecuentemente palizas que le endurecieron el corazón. Acudió a la escuela, pero fue incapaz de aprender a leer y escribir. Era bisexual, violento y precozmente promiscuo.

Nacido en 1943, analfabeto, de escasas luces, hijo de un vendedor de dulces de higo y propenso a enfadarse cuando le brotaban pelillos en el centro del labio superior, porque ello borraba el parecido que creía tener con Cantinflas. Violador bisexual con antecedentes penales; sádico, con ocho muertes probadas, otras catorce investigadas y veintiséis más confesadas por él mismo.

El Arropiero fue detenido a comienzos de 1971 en el Puerto de Santa María por estrangular a su novia, que apareció con los leotardos anudados al cuello. Los policías se encontraron ante un necrófilo, ya que Delgado reconoció que tuvo relaciones sexuales varias veces con el cadáver. Tras la detención empezó a desgranar una secuencia de crímenes terribles perpetrados durante varios años de vagabundeo.

Es el mayor asesino de la historia de la criminología española. Manuel Delgado Villegas “El Arropiero” se declaró autor de cuarenta y ocho muertes. Nunca fue juzgado, ya que se le ingresó en el Psiquiátrico de Carabanchel. Murió hace unos pocos años, ya en libertad, tras beneficiarse de la nueva legislación penal. Nacía a la vida cuando su madre la perdía por traerle al mundo. Era una fría mañana de 1943. El hambre y la miseria de la posguerra inundaban España. Su padre, un honrado trabajador, se ganaba la vida fabricando y vendiendo golosinas caseras hechas con arrope, un líquido dulzón, negruzco y espeso que se hace con higos. De ahí el alias del Arropiero que luego heredaría su tristemente famoso hijo. Al fallecer su esposa dejó la criatura al cuidado de la abuela y marchó a vivir al Puerto de Santa María, donde posteriormente se volvería a casar.

Manuel se crió con varios parientes diferentes, que le propinaban frecuentemente palizas que le curtieron el cuerpo y endurecieron el corazón. Acudió a la escuela, pero fue incapaz de aprender a leer y escribir. Era bisexual, mostraba un carácter bastante violento y la promiscuidad empezó a ser su norma de vida. Empezó a gozar de gran estima entre homosexuales y prost*tutas, y logró a vivir a su costa. Su “éxito” se debía a que padecía anaspermatismo, es decir, ausencia de eyaculación, por lo que era capaz de practicar repetidos coitos en busca de un orgasmo que no conseguía alcanzar.

A los dieciocho años ingresó en la Legión, donde además de iniciarse en el consumo de marihuana, motivo por el que fue sometido a una cura de desintoxicación, comenzó a padecer ataques epilépticos -nunca se supo si fingidos o no- que le sirvió para ser declarado no apto para el servicio militar. A partir de entonces se dedica a recorrer la costa mediterránea ejerciendo la mendicidad, robando en las casas de campo y prostituyéndose. Es detenido en numerosas ocasiones por “la gandula”, la famosa ley de vagos y maleantes, más tarde denominada de peligrosidad social. Jamás llegó a ingresar en prisión, dado que las convulsiones neurológicas que escenificaba lo conducían a establecimientos psiquiátricos de los que rápidamente salía.

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A los 18 Manuel empezó a consumir droga, vagabundear, robar y ejercer la prostit*ción gay. A los 20 cometió su primer asesinato, del cual dijo: “Vi un hombre dormido apoyado en un muro. Me acerqué a él muy despacio y, con una gruesa piedra que cogí cerca del muro, le di en la cabeza. Cuando vi que estaba muerto, le robé la cartera y el reloj que llevaba en la muñeca. ¡No tenía casi nada y el reloj era malo!”

Contaba 20 años de edad cuando el Arropiero emprende su carrera criminal. Era 1964, hasta entonces los delitos no habían pasado de proxenetismo y paso clandestino de fronteras. Al día siguiente de año nuevo, paseando por la playa de Llorac, en Garraf, localidad de Barcelona, “se le cruzaron los cables”.

“Vi un hombre dormido apoyado en un muro. Me acerqué a él muy despacio y, con una gruesa piedra que cogí cerca del muro, le di en la cabeza. Cuando vi que estaba muerto, le robé la cartera y el reloj que llevaba en la muñeca. ¡No tenía casi nada y el reloj era malo!”.

Siete años tardó la justicia en demostrar su culpabilidad, pese a que el cadáver fue descubierto a los diecinueve días del crimen. La víctima, un cocinero, había acudido a la playa desde la ciudad condal para recoger un par de saquitos de arena para la cocina y se recostó a dormir una pequeña siesta de la que jamás despertó. Tres años después de este asesinato volvió a las andadas, ahora en Ibiza.

En un chalet deshabitado de Cam Plana, a cinco kilómetros de la capital, abandonaba el cadáver desnudo de una estudiante francesa que ese día cumplía 21 años. La muchacha había acudido al lugar con un norteamericano y, tras ingerir varias dosis de LSD, éste intentó mantener relaciones sexuales, pero ella se opuso tenazmente. El yanqui, desanimado, abandonó la casa dejando la puerta abierta. La casualidad hizo que el Arropiero le viera salir y, pensando que era un ladrón, intentó imitarle, encontrándose con la hermosa joven dormida. Esta tampoco despertaría.

Las andanzas del “vagabundo de la muerte” continuaban y en un viaje relámpago a la capital de España asesinaba de un golpe de karate al inventor del slogan “Chinchon, anís, plaza y mesón”. El cadáver apareció en un recodo del río Tajuña sin pantalones ni calcetines. “Lo maté porque le vi en compañía de una niña a la que trató de violar” fue su excusa.

La siguiente víctima, un millonario vicioso. Se trataba de un barcelonés que contrataba regularmente sus servicios por el precio de 300 pesetas la sesión. Se encontraban en la tienda de muebles propiedad de este industrial, escenario habitual de sus reuniones, cuando Manuel le solicitó mil pesetas argumentando que tenía una necesidad urgente. El cliente prometió dárselas al final, pero, concluido el acto, le pagó las 300 de rigor. “Por eso le pegué en el cuello con el canto de la mano y cayó al suelo. Cuando le estaba quitando la cartera se despertó y empezó a insultarme ¡él a mí!, por lo que agarré un sillón, le arranqué una pata y le di con ella en la cabeza”. Después lo remató estrangulándolo. Le partió el cuello.

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En 1969 cometió su crimen más brutal: asaltó a una anciana de 68 años, la arrojó desde unos 10 metros, bajó a buscar el cadáver sanguinolento, lo llevó a un túnel y tuvo s*x* necrófilo tres noches seguidas…

No había terminado aún el año 1969 cuando cometió su acto criminal más execrable. Asaltó a una señora de 68 años, propinándole un fuerte golpe. Después la arrojó desde una altura de 10 metros, descendió en su búsqueda y arrastró el cuerpo ensangrentado hasta el interior de un túnel, donde sació su degenerado instinto sexual mientras lentamente la estrangulaba. Horrible acto de necrofilia que volvió a repetir durante las tres noches siguientes.

En septiembre de 1970 decidió trasladarse a vivir al puerto de Santa María con su padre, para ayudarle en la fabricación de arropías y vender golosinas en un carrito por las calles. Pronto hizo amistad con un homosexual, con el que mantuvo secretas relaciones.

“Fuimos a dar un paseo en moto y cuando íbamos a salir a la carretera general, me acarició. Le dije que se estuviera quieto, pero no me hizo caso. Enfadado, paré y le di un golpe en el cuello, despacio, pero era tan flojo que se cayó y se rompió las gafas. No respiraba bien y me dijo que lo llevara al fresco, junto al río. Allí intentó otra vez tocarme y, sin pensarlo, le solté un golpe más fuerte y cayó al fango, boca abajo e inmóvil”. El cadáver fue localizado flotando a 12 kilómetros del lugar del crimen.

Durante su estancia en la localidad costera entabló relación con una subnormal, muy conocida por su desmesurada afición a los hombres. Llegó a presentarla a su padre como su novia. “Salimos a dar un paseo y por una veredas fuimos al campo de Galvecito; hacíamos el amor siempre en él sin que nadie nos viera. Lo hicimos, como siempre, de muchas formas, pero me pidió una cosa que me daba asco. Cuando me negué a ello me insultó y me dijo que no era hombre, pues otros se lo habían hecho”. La infeliz no se apercibía de que estaba firmando su sentencia de muerte. “Entonces le pegué un golpe, y como no se callaba y me seguía insultando, le puse al cuello los leotardos que se había quitado y apreté hasta que se murió”.

Cuando terminó escondió el cuerpo entre unos matorrales y regresó al pueblo. “Volví a estar con ella el lunes, el martes y el miércoles, y hubiera vuelto hoy si no me hubieran detenido. ¡Estaba tan guapa!, ¡La quería tanto! ¿No era mi novia?, ¿Entonces no podía hacer el amor con ella lo mismo que antes?” Fue su argumentación al ser detenido por agentes de la Brigada de Investigación Criminal, el 8 de enero de 1971.

De los cuarenta y ocho asesinatos que se atribuyó -especificó que estuvo a punto de matar a seis personas más para satisfacer su apetito sexual- durante sus siniestras andanzas por Francia, Italia y España, sólo se llegaron a probar ocho, debido a su extrema complejidad, que hubiera precisado la colaboración policial a nivel europeo. Faltaron acusaciones particulares, había pocos testigos. No se llegó a celebrar la vista oral, sino que con base en la Ley de Enjuiciamiento Criminal se emitió un auto de sobreseimiento libre, por el que quedó archivada la causa y se ordenaba su internamiento en un centro psiquiátrico penitenciario. El de Carabanchel fue su destino, hasta el cierre del mismo hace una década.

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Análisis revelaron que Manuel tenía el cromosoma XYY, denominado “de Lombroso” o “de la criminalidad”: por ello carecía de conciencia, de capacidad para sentir remordimiento; podía asesinar sin parpadeo, aceleración cardíaca o sudoración nerviosa. Era una máquina de matar.

En dicho establecimiento fue examinado por expertos psiquiatras de numerosos países y determinaron que se trataba de un peligrosísimo psicópata, a causa de ser poseedor del cromosoma XYY, denominado de Lombroso o de la criminalidad. Los especialistas que estudiaron su caso coincidían en que no se le podía poner en libertad porque “es un criminal nato, un asesino que puede hacer mucho daño siempre, mientras viva”. Por su alteración genética carecía de conciencia, de sentido de la culpabilidad, de remordimientos; creía que era normal, incluso cuando asesinaba. Cortocircuitados los sentimientos, lo hacía con la mayor tranquilidad: ni parpadeo, ni aceleración cardiaca, ni gota de sudor.

Describió con la mayor frialdad posible cómo en Roma mató a su patrona porque se había encaprichado de él y, como era demasiado gorda, no podía abrazarla. En París se encaprichó de una joven que pertenecía a una banda de atracadores; como éstos se negaron a admitirlo en el grupo, acribilló a los cuatro con la metralleta de uno de ellos. En la capital francesa, antes de ser expulsado del país por indocumentado, mató a otra chica por chivata, estrangulándola lentamente.

Prosiguió sus correrías por la Costa Azul, asesinando a una dama de unos 40 años que le llevó a su lujoso chalet; ella se empeñó en que durmiera abundante y él, contrariado, le machacó la cabeza con una piedra.

Le robó el dinero y las alhajas. Igual que haría con un hombre que, al verlo dormido en la playa, se ofreció a que lo hiciera en su casa; tras invitarle a cenar, intentó mantener relaciones sexuales con él. Un apretado cable alrededor del cuello del anfitrión puso fin a su “generosidad”. Curiosamente “el estrangulador del Puerto” aportó un dato que ayudó a la INTERPOL a cargarle la autoría del crimen. Recordó que, al mantener contacto íntimo con su víctima, se quedó dentro del recto de ésta el vendaje que le cubría el dedo con el que le penetró. El informe del forense establecía que, efectivamente, al hacerle la autopsia se habían encontrado unas gasas en tal lugar.

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Luego de su captura, Manuel pasó recluido en sitios donde se proporcionaba terapia psiquiátrica. Los diversos tratamientos lograron quitarle su actitud de extrema violencia. En esos sitios fue envejeciendo (arriba) hasta que fue liberado, mas murió en poco tiempo por el EPOC que le ocasionó su tabaquismo.

Durante las dos décadas largas de internamiento fue sometido a tratamientos por diversos expertos. A consecuencia de ello jamás volvió a mostrarse violento con otros enfermos. “En ocasiones ocurre que algún interno se mete con él llamándole estrangulador y, sin violentarse, enseguida me llama y viene a presentar la queja oportuna”. Declaraba uno de los jefes del centro de Carabanchel.

Bajito y de extraordinaria fortaleza. Un sujeto enigmático y agresivo, de mente retorcida, sin escrúpulos, en cuyo diccionario no entraban las palabras perdón, piedad o remordimiento, y que alardeaba de sus hazañas delictivas. Se pasaba el día musitando: “Necesito que alguien se acuerde de mí”.

Con el paso de los años en el psiquiátrico, su aspecto externo tornó, pese a ser un cuarentón, en el de un anciano de cabello oscuro encanecido, ralo y enmarañado, barba hirsuta, rostro ajado y diabólico, ojos azules como el mar, fríos como el hielo y penetrantes como el acero. Pero su actitud cambió. “No he matado a nadie”, susurraba a quien quería escucharle. Como si hubiera olvidado el casi medio centenar de asesinatos de los que alardeaba, describiéndolos con todo detalle en los interrogatorios policiales. Decía que quería curarse, trataba de recuperar la libertad.

Tras el cierre del madrileño psiquiátrico penitenciario de Carabanchel prosiguió su internamiento judicial en el sanatorio alicantino de Foncalen. Con la entrada en vigor del nuevo Código Penal fue puesto en libertad, falleció al poco tiempo debido a su desmedida adicción al tabaco, desarrolló una EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) que acabó con su vida el 2 de febrero de 1998.

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NOTA: El texto expuesto es de la autora Margarita Bernal
 
John Reginald Christie
ADMIN 8 JULIO, 2017
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Consumado asesino, su modus operandi consistía en estrangular o gasear a sus víctimas y despúes enterrarlas en su casa. Debido a su vinculación con el Ejército y la Policía, pasó inadvertido durante años…

El macabro descubrimiento
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A finales de marzo de 1953, el nuevo inquilino del numero diez de Rillington Place, proseguía con las reformas que necesitaba su nuevo piso, ya que se encontraba sucio y destartalado. Agujereó la pared de la cocina, al hacer esto se percató de que no había pared, sino un hueco que estaba empapelado. Arrancó el resto del papel para poder comprobar el interior. Al enfocar con su linterna, se sobresaltó al encontrarse con un cuerpo envuelto en una sabana. Detrás de este se hallaban dos cadáveres mas. Las tres mujeres habían sido estranguladas.

El anterior inquilino había abandonado Rillington Place tres días antes, su nombre era John Reginald Christie.

En un registro posterior se hallaron, a parte de los tres cuerpos del hueco de la cocina, otros dos enterrados en el jardín y el cadáver de la señora Christie sepultado bajo las tablas del suelo de la habitación principal.

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John Reginald

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Durante su adolescencia, John recibía burlas de sus compañeros por su impotencia, quienes incluso empezaron a llamarle “Reggie no puede”

John Reginald Halliday Christie nace el 8 de Abril de 1898 en Halifax. Contaba con el cariño de sus seis hermanos y de su madre, aunque no se podía decir lo mismo de su padre, de carácter severo y autoritario. Fue un buen estudiante e incluso llegó a ser monitor de los boy scout. En su adolescencia sufrió una gran humillación y se convirtió en el blanco de las burlas de sus compañeros. Éstos, al enterarse que Christie era impotente, comenzaron a llamarle “Reggie no puede”.

A los 17 años es sorprendido robando dinero mientras trabajaba como oficinista en la Policía Local. A raíz de esto su padre le echa de casa. A los 18 años es reclutado para la Primera Guerra Mundial, donde fue gaseado, esto le permitió posteriormente recibir una pensión por incapacidad.

En Mayo de 1920 se casa con Ethel Waddington. En años posteriores es encarcelado en varias ocasiones por robo de dinero y en 1924 pasa varios meses en prisión. Como consecuencia de su conducta delictiva, Ethel le abandona en 1929.

Christie se dedica a malvivir y vagabundear y, tras pasar por prisión en repetidas ocasiones, decide escribir a su mujer y pedirle que regrese; ésta accede y se queda con él hasta su muerte.

En 1938, a la edad de 40 años, John y su mujer se trasladan al nº 10 de Rillington Place. A partir de 1939 consigue, gracias a su relación con el ejército, un trabajo como policía especial.

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Ruth Fuerst

Es en Agosto de 1943, mientras investigaba a un hombre por robo, cuando conoce a su primera víctima, Ruth Fuerst, una prost*t*ta de 17 años. Aprovechando que Ethel está ausente, Christie invita a la joven a su casa y después de tomar el té la estrangula; a continuación entierra el cadáver en el jardín trasero.

Despertando así su vena más sádica y descubriendo el monstruo que había latente dentro de él desde su niñez.

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Muriel Eady

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Muriel Eady

A finales de ese año deja la Policía y comienza a trabajar en los Ultra Radio Works, al oeste de Londres. Allí hizo amistad con Muriel Eady, de 31 años. Ésta le comenta que sufre un catarro y Christie le habla de los conocimientos médicos que adquirió en la guerra; Muriel acude al nº 10 de Rillington Place. Esta vez Christie se perfecciona y planea el asesinato premeditadamente: fabricó un tarro de cristal con tapadera metálica, dicha tapa tenía dos agujeros de los que salían dos tubos de goma; uno iba conectado al conducto de gas y el otro a una especie de mascarilla, por la que la víctima inhalaba. Confiando en el remedio para el catarro, Muriel comenzó a inspirar. Cuando se dio cuenta de lo que estaba inhalando, Christie la estranguló y abusó de ella. Después enterró el cuerpo en el jardín. Pasarían cinco años hasta que Christie volviera a actuar.

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Beryl Evans e hija

En Marzo de 1948 Timothy y Beryl Evans se trasladan al nº 10 de Rillington Place, junto a su hija Geraldine de poco más de un año. El joven matrimonio se llevaba bien con Christie y su mujer, quien estaba encantada con la niña. En 1949 Beryl queda embarazada; no desea tener el hijo ya que los ingresos de Timothy eran muy escasos. Preocupados, comentan el problema a los Christie; posteriormente John se ofrece a practicar el aborto, convenciéndoles de que se puede realizar sin salir de casa.

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John le ofreció a Timothy practicarle un aborto a su esposa Beryl Evans (arriba con su hija Geraldine), cuando en realidad aprovechó su ausencia para asesinarla. Posteriormente asesinó también a Geraldine, y logró que se lo acusara y ahorcara por dichos crímenes al inocente Timothy…

El 8 de Noviembre de 1949 Timothy regresa de trabajar y recibe la noticia de que Beryl no ha sobrevivido a la operación.
Timothy está trastornado y no sabe qué hacer, pues el aborto es ilegal en Inglaterra; así, se deja guiar por la única persona que puede ayudarle: el señor Christie, quien le convence para ocultar el cadáver. Timothy acepta horrorizado, convirtiéndose en cómplice de homicidio. El señor Christie le sugiere que abandone la ciudad durante un tiempo, asegurándole que él se encargaría de dar en adopción a la pequeña Geraldine.

Aunque el joven se marcha de la ciudad, no puede olvidar el trágico suceso; así, se presenta en comisaría y confiesa haber matado a su esposa. Hicieron falta dos registros de la casa para poder encontrar lo que buscaban; el cadáver de Beryl Evans se encontraba doblado debajo del fregadero, enrollado en una manta y ocultado por unos troncos. Se hallaba vestida y con una corbata en el cuello, había sido estrangulada; la pequeña Geraldine se encontraba, también estrangulada, junto a su madre. Evans es trasladado a Londres el 2 de Diciembre y es acusado del homicidio de su mujer e hija. Desesperado, decide confesar la verdad e implicar a Christie como único responsable del aborto fallido.

En el juicio se comprobó que Christie sirvió a su país en la primera Guerra Mundial y que había trabajado como policía especial; con esto se ganó la compasión del jurado. Mientras declaraba como testigo negó su participación en el aborto y comentó las continuas peleas entre el joven matrimonio así como los malos tratos que sufría Beryl ( todo falso ). En menos de 40 minutos el jurado encontró a Timothy culpable de los asesinatos y fue sentenciado a la horca.

El joven no dejó de insistir en que Christie mató a su mujer y a su hija, hasta el mismo día de su muerte, pero nadie le creyó. Murió ahorcado el 9 de Marzo de 1950.

John Christie había estado cerca de ser atrapado; el nº 10 de Rillington Place había sido registrado dos veces y nadie se había fijado en el hueso de Muriel Eady que sobresalía en la tierra del jardín.

El 14 de Diciembre de 1952 su mujer Ethel le despierta sufriendo convulsiones y ataques de tos; Christie decide estrangularla como “un acto de compasión”, por no poder acabar con sus dolores de otra forma. Conserva su cadáver varios días en la cama, hasta que decide sepultarlo bajo las tablas del suelo.

Prácticamente arruinado, vende todos los muebles y excusa la muerte de su mujer diciendo que se encuentra de viaje. Después de matar a Ethel, la poca cordura que le quedaba se deteriora y entre Diciembre de 1952 y su detención, en Marzo de 1953, atrae hasta su casa a las que serían sus tres últimas víctimas.

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Kathleen Maloney, estrangulada y gaseada por John Reginald

Kathleen Maloney, una prost*t*ta de 26 años que conoció a Christie en un pub de Londres. Muere gaseada y estrangulada en Enero de 1953. El 12 de Enero mata del mismo modo a Rita Nelson, otra prost*t*ta de 25 años. El 6 de Marzo conoce en un café a la que sería su última víctima, Hectorina McLenna de 26 años; Christie le ofrece alojamiento y, una vez en casa, le da muerte como a las demás. Los tres cadáveres son escondidos en un hueco en la pared de la cocina, que posteriormente sería cubierto con papel.

El 21 de Marzo abandona Rillington Place y empieza a vagabundear por la ciudad, alternando en albergues y transitando por los parques. El 31 de ese mismo mes es arrestado junto al puente Putney. Comienza entonces el juicio en el mismo tribunal que tres años antes había mandado a la horca a un hombre inocente.

Christie admitió haber cometido siete crímenes entre 1943 y 1953, aunque nunca confesó el asesinato de la pequeña Geraldine. Al cuarto día de juicio el jurado se retira a deliberar; una hora y veinte minutos después tenían el veredicto: culpable. John Christie es sentenciado a morir en la horca.

El 15 de Julio de 1953 es ahorcado, aunque 16 años después de ser ahorcado Timothy Evans recibe el perdón de la justicia.

NOTA: Artículo tomado de http:http://www.latinoseguridad.com
 
GUY GEORGES "LA BESTIA DE LA BASTILLA" (FRANCIA)

Biografia:
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Guy Georges (Guy Rampillon, nacido el 15 de octubre de 1962, en Vitry-le-François, Francia) es un asesino serial frances, llamado la Bestia de la Bastilla, quien fue convicto por asesinar a 7 mujeres entre 1991 y 1997.
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Nacido con el nombre de Guy Rampillon, de madre francesa y padre Estadounidense (George Cartwright, soldado) quien abandono su familia siendo Guy muy pequeño.
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Entre los años 1991 y 1997 la letal "Bestia de la Bastilla" torturó, violó y asesinó a siete mujeres en el barrio donde se encuentra la famosa prisión parisina de la era de la Revolución Francesa.
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El 27 de marzo de 1998, la policía francesa capturó a Guy Georges, un vagabundo entonces, en Montmartre, durante la que constituyó la persecución más importante llevada a cabo en la historia criminal de Francia. Fue sentenciado en abril de 2001 a cadena perpetua sin posibilidad de salir bajo palabra antes de 22 años.
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La policía había logrado relacionar el ADN de Guy Georges, del que ya disponían una muestra, con cuatro de los asesinatos cometidos por la llamada "Bestia de la Bastilla" y con un intento de violación. Tras su detención, Guy Georges confesó otros tres asesinatos.
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Victimas:
24 de enero, 1991 – Pascale Escarfail, 19 (violada y asesinada)
7 de enero, 1994 – Catherine Rocher, 27 (violada y asesinada)
8 de noviembre, 1994 – Elsa Benady, 22 (violada y asesinada)
10 de diciembre, 1994 – Agnes Nijkamp, Dutch, 33 (violada y asesinada)
8 de julio, 1995 – Hélène Frinking, 27 (violada y asesinada)
23 de septiembre, 1997 – Magalie Sirotti, 19 (violada y asesinada)
16 de noviembre, 1997 – Estelle Magd, 25 (violada y asesinada)
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Victimas que sobrevivieron:
1976 – Roselyne (hermana adoptiva de Guy), intento de estrangulacion
1978 – Christiane (hermana adoptiva de Guy), intento de estrangulacion
Febrero, 1979 – Pascale C., intento de estrangulacion
Mayo, 1980 – Jocelyne S., atacada sexualmente
Mayo, 1980 – Roselyne C., atacada, acuchillada en la cara
16 de Noviembre, 1981 – Nathalie C., 18, violada y acuchillada
7 de Junio, 1982 - Violette K., violada, acuchillada y estrangulada (logro escapar)
Febrero, 1984 – Pascale N., 21, violada, acuchillada (logro escapar)
22 de Abril , 1992 – Éléonore D., atacada sexualmente
13 de Enero , 1994 – Annie L., atacada sexualmente
Junio, 1995 – Élisabeth O., atacada sexualmente
25 de Agosto, 1995 - Mélanie B., atacada sexualmente
Octubre, 1997 - Valérie L., atacada sexualmente

Publicado por Work73 en 18:13

http://asesinosenseriebios.blogspot.com.es/2010/03/guy-georges-la-bestia-de-la-bastilla.html

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Marcel Petiot – El Dr. Muerte
admin 26 septiembre, 2017 5
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Desde joven demostró tener una mente psicótica cuando empezó a torturar a perros y gatos. Al crecer, su gusto por la muerte se hizo más peligroso, llevándolo a matar al menos a unas 27 personas.

“El Dr. Muerte”
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A los 8 años ya había perdido ambos padres y tuvo que criarse con tíos y tías. Fue desarrollando una personalidad desequilibrada con rasgos como piromanía, crueldad con animales, ludopatía, paranoia, mentiras compulsivas, etc…

Los psiquiatras que lo examinaron antes del juicio declararon que se trataba de un hombre en su sano juicio. Sin embargo, si nos detenemos a hacer un balance sobre cómo había sido su vida hasta entonces, nos encontramos con claros manifiestos de una mente desequilibrada desde su más tierna infancia.

Nació el 17 de enero de 1897. Su padre murió cuando él tenía tan sólo cinco, su madre murió tres años después, así que el niño fue confiado a los cuidados de varios tíos y tías. Tal vez por esta situación difícil su educación no fue como la de un niño normal ni mucho menos tuvo el afecto que éstos necesitan en esos años tan cruciales de vida.

De pequeño demostró una inteligencia considerable, pero al mismo tiempo revelaba ciertas tendencias sádicas que preocupaban a quienes le rodeaban: desde sumergir las patas de su gato en un cazo de agua hirviendo hasta asfixiar a este mismo animal con sus propias manos, o torturar a otros animales sacándoles los ojos para divertirse mirando como éstos se golpeaban contra las paredes una vez ciegos.

También tenía la manía de robar todo lo que le pasaba por las manos. A sus compañeros en clase, los medicamentos en el ejército cuando era soldado (para venderlos posteriormente en el mercado negro) e incluso los fondos municipales del alcalde de Villaneuve cuando se presentó a unas elecciones municipales.

Basta con observar su grave afición a la piromanía, su crueldad con los animales, esa ludopatía crónica, además de serios y continuos ataques depresivos, una avanzada paranoia y un crónico estado de melancolía… por no hablar de sus mentiras compulsivas y su actitud de desprecio hacia toda la sociedad o su sangre fría casi carente de sentimientos… sin duda ese carácter nos suena bastante desequilibrado. Sin duda refleja una personalidad muy conocida por todos nosotros: una personalidad psicopática.

Curiosamente, y como suele ser habitual en estos casos, todas estas peligrosas facetas de su vida no le impidieron salir adelante en la vida social. Su encanto personal le ayudó a ganar prestigio en el ámbito profesional como médico y en una carrera política que inició como concejal, aunque ese encanto ocultase un carácter carente de escrúpulos.

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La Policía había ido a casa de Petiot debido a quejas de los vecinos sobre el humo pestilente y las llamas que salían de la chimenea de Petiot. Los agentes se horrorizaron al ver que lo que causaba el humo eran cuerpos desmembrados; pero el asesino mintió y dijo que era de la Resistencia Francesa y aquellos eran nazis y pro-nazis. Le creyeron.

El 11 de marzo de 1944 la policía acude a casa del doctor Petiot, alertada por los atemorizados vecinos que observaban salir de la chimenea una grasienta humareda negra y un hedor insoportable. La chimenea corría el riesgo de incendiarse, pues ya se veían las llamas sobresaliendo amenazadoras y no tardan en acudir los bomberos, quienes logran entrar en la casa a través del sótano. Allí, descubren sin dar crédito a lo que ven, el espantoso combustible que alimentaba las llamas: un montón de cuerpos desmembrados.

Momentos más tarde acude la policía, y el doctor Marcel Petiot les explica con orgullo que aquellos eran “sus” cadáveres, los restos de alemanes y colaboracionistas pro-nazis que habían sido asesinados por la Resistencia francesa y confiados a su custodia para que se deshiciese de ellos. Los agentes aceptan la explicación y lo dejan ir, no sin antes felicitarlo por tener esas dotes de patriotismo.

Petiot, aseguró que era miembro de la Resistencia y que sus víctimas habían sido 63. Al igual que los 27 cadáveres encontrados en el sótano, los agentes dan por hecho que son más soldados alemanes. Pero cuando se constata que aquellas muertes no tenían que ver con la ejecución de colaboradores nazis, Petiot ya había huido en su bicicleta.

A partir de ahí se llevó a cabo un minucioso registro de la casa, hallando además de los cadáveres despedazados, casi 150 kilos de tejido corporal calcinado y otros muchos cuerpos descomponiéndose en un pozo del garaje que contenía cal viva.

Al cabo de un tiempo de anonimato, Petiot inició una serie de correspondencia con el periódico Resistance, bajo otro nombre, pero sin modificar su letra (lo que ayudaría a su identificación), diciendo que la Gestapo había metido en su casa los cadáveres. Gracias a eso fue de nuevo detenido el 2 de noviembre de 1944.

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Posteriormente se llevó a Petiot (arriba) a juicio, donde lo acusaron de engañar a judíos perseguidos e inyectarles, so pretexto de formalidades sanitarias, sustancias mortales para así quedarse con su dinero y pertenencias.

Su juicio comenzó en el Tribunal del Sena el 15 de marzo de 1945, ahí se descubrió la verdadera faceta del doctor. No era un luchador clandestino por la libertad, sino un criminal totalmente degenerado.

Se le acusaba de 27 asesinatos por las evidencias de su sótano. Su hermano Maurice, quien le proporcionaba la cal, alegó que Petiot la utilizaba contra las cucarachas, pero el enorme volumen de 400 Kg suministrados sirvió para inculparlo de complicidad criminal.

Mientras se hallaba detenido a la espera del juicio, Petiot en todo momento comentaba jocosamente a los guardianes de su prisión “No dejen de acudir a mi juicio, va a ser maravilloso y se va a reír todo el mundo”… y nada más lejos de la realidad, ese juicio fue uno de los más surrealistas y confusos en la historia de Francia.

A veces, tanto el acusado como el abogado dormitaban plácidamente en sus asientos, e incluso llegó a haber insultos entre la defensa y el acusado cuando el acusado afirmó que era un defensor de traidores y judíos, a lo que éste furioso le amenaza con partirle la boca en la misma sala.

La acusación afirmó que Petiot atraía a ricos judíos a la rue Lesseur con el pretexto de que les ayudaría a escapar del acoso de las fuerzas alemanas hacia otros países. Luego, les quitaba la vida por medio de inyecciones letales que les administraba con el pretexto de cumplir con las formalidades sanitarias extranjeras, después los despojaba de todo el dinero y objetos de valor que poseían.

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Petiot fue guillotinado el 26/05/1946

Al final de tres semanas de juicio, el jurado lo declaró culpable de 24 de las 27 acusaciones y en cuanto se dictó el veredicto de culpabilidad se establecieron una serie de indemnizaciones a favor de los familiares de las víctimas.

El 26 de mayo de 1946 el Dr. Muerte fue condenado a la guillotina, pero el asesino, lejos de mostrarse asustado en el momento de su muerte dijo con más ironía que nunca a los testigos de la ejecución: “Caballeros, les ruego que no miren. No va a ser bonito.”

NOTA: El texto expuesto pertenece a la autora Margarita Bernal

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El asesino en serie de Castellón - Joaquin Ferrándiz Ventura.
  • Clasificación: Asesino en serie
  • Características: Violador convicto
  • Número de víctimas: 5
  • Periodo de actividad: 1995 - 1996
  • Fecha de detención: 29 de julio de 1998
  • Fecha de nacimiento: 1963
  • Perfil de las víctimas: Sonia Rubio, de 25 años / Amelia Sandra García, de 22 / Natalia Archelós Olaria, de 23 / Francisca Salas León, de 23 / Mercedes Vélez Ayala, de 28
  • Método de matar: Estrangulación
  • Localización: Varias, Castellón, España
  • Estado: Condenado a 69 años de prisión el 13 de enero de 2000

Joaquín Ferrándiz, el Quijote Violador
Francisco Pérez Abellán – El hombre lobo y otras bestias

Hice el viaje a Castellón solo para ver de cerca al psicópata más retorcido de los últimos tiempos: Joaquín Ferrándiz, Chimo, 35 años, nacido en 1963, autor de cinco asesinatos de mujeres, que tuvieron lugar entre el 1 de julio de 1995 y el 14 de septiembre de 1996.

Había adoptado un método infalible que podríamos llamar como de «el quijote violador», consistente en asaltar a las chicas estropeando sus vehículos o atropellándolas directamente con el fin de acudir luego en su socorro como un caballero andante.

Ferrándiz es bien parecido, con cara de bueno, frente despejada, ojos de mirada inocente, facciones armónicas y expresión suave de responsabilidad y fiabilidad. En definitiva, el perfecto empleado en, por ejemplo, una compañía de seguros, donde trabajaba.

La mañana que comenzó el juicio llevaba unas gafas negras y trataba de ocultar su rostro sentándose de espaldas a los periodistas. Yo conseguí verle de frente cruzándome en su camino cuando lo desalojaban al concluir la sesión. Era un tipo temible que aparentaba mansedumbre y corrección.

Joaquín Ferrándiz sería un psicópata de libro que comenzó como abusador-violador y acabó como asesino en serie, en una progresión nada extraña en el mundo de los delincuentes psicópatas, aunque desde luego poco estudiado en nuestro país.

La primera actuación, de la que se guarda memoria, fue el 6 de agosto de 1989, cuando atropelló con su coche la moto de María, de 18 años, lanzándola por tierra y dejándola herida en un tobillo. Acto seguido descendió de su vehículo fingiendo estar muy afectado y ofreciéndose de forma caballerosa a llevarla al hospital. La joven, impresionada por aquel muchacho tan galante y seductor, se subió al coche sin sospechar nada. El cruel Chimo se la llevó a un lugar solitario y apartado donde abusó de ella. Fue condenado a catorce años de prisión por violación e imprudencia temeraria.

Seis años más tarde, en abril de 1995, le pusieron en libertad tras redimir pena por buen comportamiento y el tostón de una extensa campaña sobre «la injusticia» de haber sido condenado por delito sexual que reunió una enorme cantidad de firmas.

Tres meses después, el 1 de julio, por el procedimiento «del quijote» hizo desaparecer a una joven profesora de inglés en Benicasim, inaugurando su carrera de asesino serial.

Chimo secuestraba a las mujeres, las desnudaba, las ataba, a ser posible con su ropa interior, las amordazaba introduciendo en su boca las bragas u otra prenda íntima, y las estrangulaba; a veces con las medias, mallas o las manos.

De los cinco asesinatos que se le atribuyen, en cuatro no cometió violación, esto es: no tuvo trato carnal, tal y como se entiende, con sus víctimas. Lo cual, aunque parece chocante, es una variante relativamente frecuente entre los psicópatas asesinos, porque el acto sexual es en realidad el mismo asesinato. No secuestran a sus víctimas para disfrutar de sus favores sexuales y luego las matan, sino que las secuestran para matarlas porque esto es lo que verdaderamente les da placer sexual.

El peor vicio
Era soltero, vivía una existencia monótona con un trabajo lleno de rutinas y cada fin de semana se despertaba en él su instinto depredador. Había conseguido burlarse de la sociedad creando la duda de haber sido injustamente castigado: un chico tan modoso, tan bien considerado en su trabajo, tan formal.

Hasta que a las tantas de la madrugada, de cualquier sábado, se preparaba para la cacería: buscaba mujeres jóvenes, que se desplazaran solas, les estropeaba el vehículo, pinchándoles una rueda, por ejemplo, o directamente chocando con ellas, como si fuera casual. Así arremetió contra dos jóvenes desprevenidas: Sonia y Amelia.

Cuando no lograba sangre fresca, recurría a la prostit*ción y así se llevó a tres mujeres de la calle: Natalia, Mercedes y Francisca, de cuyos cuerpos se deshizo por el camino Vora Riu, donde se une la carretera de Burriana, en el cauce de un río sin agua. Su peor vicio es que habría seguido matando.

20 años del mayor asesino en serie de Castellón
Emilio Regalado – Levante-emv.com

2 de julio de 2015

Todo empezó el 2 de julio de 1995. Joaquín Ferrándiz no fue detenido hasta 1998.

El psicópata cumple 69 años de condena por la muerte de cinco mujeres y debería salir de la prisión de Ciudad Real en 2023 si no pide el tercer grado.

La joven Sonia Rubio desapareció sin dejar ni rastro en Benicàssim. Su cadáver fue localizado cuatro meses después en Orpesa. Pero la crónica negra no había hecho más que comenzar. Desde febrero de 1996 hasta enero de 1997 aparecerían cuatro mujeres más asesinadas. El autor, Joaquín Ferrándiz, no sería descubierto hasta cometer un error en septiembre de 1998 al intentar atacar a otras dos jóvenes.

Veinte años, uno tras otro, y para la sociedad de Castelló parece que fue ayer la noche en la que la desaparición de la profesora Sonia Rubio abrió la etapa más negra de la historia reciente de la provincia con un protagonista marcado en la memoria colectiva de los castellonenses: Joaquín Ferrándiz Ventura, autor de cinco asesinatos de mujeres entre los años 1995 y 1996.

El psicópata cumple una condena de 69 años en la cárcel de Ciudad Real y, aunque este mismo año ya podría pedir un tercer grado al haber cumplido los dos tercios de la pena impuesta el año 2000 -está en prisión desde 1998-, en principio deberá purgar sus crímenes hasta el año 2023.

La historia del asesino en serie de Castelló comenzó la madrugada del 2 de julio de 1995 cuando la joven Sonia Rubio, de 25 años, acababa de regresar de Inglaterra y se había ido con los amigos a disfrutar de la noche benicense. Nunca más volvió a su casa.

Cuatro meses después su cadáver fue localizado por un conductor en la cuneta de una camino del entorno de Playetas de Orpesa. El cuerpo, con evidentes signos de violencia, fue encontrado con la ropa interior en la boca de la profesora y una cinta adhesiva de color marrón que sería clave en el desenlace final.

La provincia se echó a la calle durante estos cuatro meses que separaron la desaparición de Sonia del hallazgo del cadáver. Los carteles con el rostro de Sonia Rubio poblaron, no solo la provincia, sino el territorio nacional entero.

Ni una sola pista. Interrogatorios continuos a los amigos y conocidos que coincidieron esa noche de fiesta con Sonia, pero nada a lo que agarrarse. La noticia de su asesinato en noviembre de 1995 fue en golpe para la familia y para toda la provincia. Pero la crónica negra no había hecho más que empezar.

En febrero de 1996 un agricultor que buscaba espárragos encontró el cuerpo de una mujer en el camino Vora Riu de Vila-real, atada de pies y manos y estrangulada. Apenas dos días más tarde unos jóvenes que se acercaron a curiosear localizaron un nuevo cuerpo, también una mujer estrangulada con una malla roja alrededor del cuello. Y sin apenas tiempo de recuperarse de estas noticias, los agentes de la Guardia Civil, en el rastreo de la zona, encontraron un tercer cadáver, éste en avanzado estado de descomposición.

Estupor
El impacto para la sociedad castellonense fue brutal. Las primeras investigaciones acabaron por determinar que las fallecidas, Mercedes Vélez, Francisca Salas y Natalia Archelós, eran tres jóvenes que ejercían la prostit*ción en la zona.

Las Fuerzas de Seguridad se encontraron de bruces con un triple asesinato que quedaba, por sus características, fuera de cualquier posible relación con el de Sonia Rubio, sobre el que no había avances.

Pasaron los meses y la conmoción sobrepasó cualquier límite al denunciarse la desaparición el 12 de septiembre de 1996 de la joven de 22 años Amelia Sandra García tras haber pasado la noche en los locales de ocio del polígono Los Cipreses de Castelló.

Con todos estos casos caminando de forma paralela, los testimonios del entorno de las tres fallecidas de Vora Riu apuntaron en su momento a un camionero, Claudio Alba, al que acabaron deteniendo en enero de 1997 acusándole de tres muertes que nunca cometió y por lo que fue indemnizado.

Un mes después de la detención del camionero, en febrero de 1997, un hombre encontró el cuerpo sin vida de Amelia Sandra García junto a una balsa de Onda y, como en los anteriores casos, golpeada, agredida sexualmente y estrangulada. Pero nunca hubo nadie en la investigación que relacionase todos los casos.

Joaquín Ferrándiz, trabajador en una conocida empresa de seguros de la capital de la Plana, seguía sin aparecer entre los posibles autores. Joven educado, seductor, plenamente integrado en la sociedad y con activa vida social, no era sospechoso pese a que después se supo que ya había sido condenado por violación en 1989.

El psicópata, que durante los meses que estuvo detenido de manera errónea Claudio Alba no actuó, volvió a intentarlo de nuevo en 1998 y, de paso, a dejar pistas definitivas.

En febrero de ese año fracasó en su intento de llevarse a una chica a la que había deshinchado las ruedas de su coche. La policía ya empezó a vigilarle. Todo se desencadenaría el verano de 1998 cuando intentó secuestrar a otra joven que pudo zafarse y denunciarlo ante la Comisaría. Fue su final.

Con una orden de registro en la mano, la policía entró en su casa y localizó la misma cinta adhesiva con la que amordazó a Sonia Rubio. El 9 se septiembre de ese año sería detenido, confesó ser el autor de las 5 muertes y el 13 de enero de 2000 acabó siendo condenado a 69 años de cárcel.

La Guardia Civil detiene al supuesto asesino de Sonia Rubio en Benicàssim. El supuesto asesino de Sonia Rubio ya fue condenado por abuso sexual
María Fabra – El País

10 de septiembre de 1998

La Guardia Civil ha resuelto tras casi tres años de pesquisas el caso del asesinato de la profesora castellonense Sonia Rubio, cuyo cadáver fue hallado en noviembre de 1995 en Oropesa tras meses de búsqueda. El presunto autor del asesinato de la joven de 25 años, desaparecida en Benicàssim al salir de una discoteca, es un preso de la cárcel de Castellón, Joaquín Ferrándiz Ventura, detenido el 29 de julio por un supuesto intento de agresión sexual.

La operación que ha permitido identificar al supuesto autor del crimen ha sido bautizada como Bola de Cristal, según explicó anoche el subdelegado del Gobierno en Castellón, Vicente Sánchez Peral.

El modus operandi de Joaquín Ferrándiz Ventura, que actualmente se encuentra en la cárcel de Castellón por un delito de abusos sexuales, ha sido la clave para que la Guardia Civil lograra identificar al autor del crimen casi tres años después de que éste se cometiera. El detenido intentó atacar a una joven que regresaba sola de Benicàssim a Castellón.

Otra de las líneas de investigación se centró primero en los círculos con los que se relacionaba la víctima. Joaquín Ferrándiz Ventura, de 35 años, recibió ayer un auto de procesamiento por detención ilegal, por abusos sexuales y como presunto asesino de Sonia Rubio Arrufat.

El titular del Juzgado de Instrucción número ocho, de Castellón, José Luis Albiñana, dictó el auto tras los resultados positivos de unos análisis realizados en el laboratorio del Centro de Investigación y Criminalística de Madrid. Los objetos analizados fueron encontrados tras un registro efectuado en el domicilio del sospechoso, natural de Valencia aunque residente en Castellón.

El supuesto asesino fue detenido en julio por un intento de agresión similar al que sufrió Sonia Rubio y en la misma zona de Benicàssim. Joaquín Ferrándiz Ventura había cumplido anteriormente condena por el mismo tipo de delitos.

Sonia Rubio Arrufat fue vista con vida por última vez en la madrugada del 2 de julio de 1995. Había acudido a una discoteca de Benicàssim con unos amigos. A la salida del local, sobre las cinco de la madrugada, se despidió de una de sus amigas para regresar a pie, un kilómetro, al apartamento de sus padres en Benicàssim. Un conductor que hizo una parada a unos 100 metros de la antigua carretera nacional 340 entre Benicàssim y Oropesa, halló el cadáver de la joven, semioculto en una zona de monte, el 20 de noviembre de ese mismo año.

Uno de los momentos decisivos para esclarecer este complicado caso se produjo finalmente el pasado mes de febrero cuando se denunció un delito de abusos con características que recordaron a los investigadores al caso de Sonia Rubio. El autor de esta última agresión, supuestamente, también es Joaquín Ferrándiz Ventura.

La pista definitiva se consiguió el pasado julio, cuando Joaquín Ferrándiz Ventura volvió a intentar, con el mismo modus operandi, atacar a una joven que regresaba sola de Benicàssim a Castellón. Por este hecho, el sospechoso fue detenido e ingresó en prisión el 29 de julio.

El supuesto asesino de Sonia Rubio había sido condenado en 1989 a 14 años de prisión por abusos sexuales y salió en libertad condicional el 4 de abril de 1995, tres meses antes del crimen de la profesora castellonense.

Tras la agresión del pasado julio se le revocó la libertad condicional por esa primera condena, por lo que el día 29 volvió a ingresar en la prisión de Castellón. El subdelegado del Gobierno en Castellón, Vicente Sánchez Peral, destacó anoche la labor realizada por la Guardia Civil.

«Durante muchos días han trabajado intensamente en una investigación que, en ocasiones, se ha puesto en tela de juicio» declaró Sánchez Peral. «Estos últimos 126 días han sido de trabajo continuo durante 24 horas al día», añadió.

A lo largo de esta investigación se han barajado diferentes hipótesis, analizando y estudiando los círculos sociales con los que se relaciona la víctima. También se han investigado detalladamente hechos delictivos de características similares, así como a individuos con antecedentes por delitos contra la libertad sexual y homicidios, explicó el subdelegado.

De la operación Bola de Cristal se ha hecho cargo la unidad orgánica de la policía judicial de la 312 Comandancia de la Guardia Civil de Castellón y un grupo especializado de la Unidad Central Operativa (UCO), que se integró en la investigación, aportando material sofisticado para la realización de seguimientos encubiertos, añadió el subdelegado.

La Guardia Civil investiga al supuesto asesino de Sonia Rubio por otro crimen en Castellón
María Fabra – El País

11 de septiembre de 1998

El detenido como supuesto asesino de la profesora castellonense Sonia Rubio podría ser responsable de otro crimen de características similares, el de la joven Amelia Sandra García. El inculpado, Joaquín Ferrándiz Ventura, de 35 años, definido ayer por sus compañeros de trabajo y sus amigos como una persona de trato impecable, fue sometido a seguimiento por la Guardia Civil desde que en febrero fuera identificado por una mujer que sufrió un intento de agresión.

En la investigación, se comprobó que frecuentaba de madrugada el Polígono Los Cipreses, donde se ubican numerosas discotecas. Según la Gurdia [Guardia] Civil, no conocía a sus víctimas, pero hacía un minucioso seguimiento de sus movimientos.

En ambos casos, el de Sonia Rubio y el de Amelia Sandra, coincide el tipo de mujer, joven, extrovertida y de complexión y estatura media. Además, tanto una como otra desaparecieron de madrugada y fueron vistas por última vez a la salida de una discoteca.

La desaparición de la primera se produjo en julio de 1995 en Benicàssim y su cadáver no fue encontrado hasta noviembre del mismo año en un recóndito paraje de Oropesa. En el segundo caso, las fechas van desde septiembre de 1996 en la capital de La Plana hasta marzo de 1997, cuando el cadáver fue hallado en una balsa de la localidad de Onda.

La forma de actuar de ambos casos también coincide. Además, las dos aparecieron maniatadas y medio desnudas. Todo ello ha desembocado en un minucioso análisis de los informes forenses para hallar puntos en común.

Después de siete horas de interrogatorio ante el titular del juzgado número 8 de Castellón, José Luis Albiñana, Ferrándiz Ventura, que es el mayor de tres hermanos y vive en Castellón con su madre, admitió haber protagonizado dos agresiones sexuales, pero en ningún caso los asesinatos.

Pese a ello, el juez le procesa por detención ilegal, abusos sexuales y el presunto asesinato de la profesora castellonense Sonia Rubio Arrufat. El juez cuenta con pruebas, entre las que se encuentra el análisis de varios objetos requisados en su vivienda tras un registro domiciliario efectuado la pasada semana.

Entre ellos, al parecer, ha sido examinada una cinta aislante, el mismo material utilizado para amordazar a Sonia Rubio.

Además de Ferrándiz, el juez ha tomado declaración al que fuera su compañero de celda durante seis años, desde 1989 hasta 1995. Éste último había sido encarcelado por el asesinato de su esposa. Tras este interrogatorio se comprobó que las circunstancias de la muerte de Sonia Rubio son muy semejantes a las del crimen cometido por dicho preso.

El historial del presunto asesino se remonta a 1989, cuando fue acusado de una agresión sexual, por lo que en 1990 fue condenado a 14 años. Según relató ayer Juan Ignacio Badenes, el letrado que llevó entonces su defensa, los hechos se produjeron una mañana de junio, cuando la víctima circulaba en ciclomotor por el camino El Palmeral que discurre entre Benicàssim y Castellón.

Según la sentencia condenatoria, el acusado provocó un accidente que le produjo heridas a la joven. Ferrándiz paró para asistir a su víctima, al igual que lo hicieron los ocupantes de otro vehículo, que fueron quienes posteriormente lo identificaron. Al trasladar a la joven a un centro hospitalario, la agredió. Poco después la abandonó cerca del hospital.

Su informe psiquiátrico lo definió entonces como una persona normal, sin alteraciones psicológicas, dependiente de la aprobación social. Ahora, sin embargo, las técnicas sobre psicología criminal destacan de él su altísimo coeficiente intelectual y su perfil de psicópata (una vida ordenada y doble personalidad). Ferrándiz no estuvo sólo en este juicio.

Sus amigos y familiares se volcaron con el convencimiento de su inocencia. En abril de 1995, obtuvo la libertad condicional. Durante su etapa en la cárcel destacó por su buen comportamiento y su labor en la revista de carácter interno La Saeta.

En marzo de 1996 comenzó a trabajar como autónomo para una empresa de seguros, donde hacía labores de recepción y chequeo de vehículos. Sus compañeros de trabajo lo definieron ayer como una persona «absolutamente normal». En la empresa estuvo trabajando hasta este mismo mes de julio, fecha en la que se le detuvo en su misma oficina. Después, el juez ha vuelto a la oficina con el presunto asesino.

La pista clave llegó en febrero de este año, cuando se presentó una denuncia por agresión sexual similar a la cometida en 1989. En este caso, la víctima logró huir no sin antes morder un dedo a su agresor, a quien identificó posteriormente, tras coger parte de la matrícula de su coche. Con este suceso, la Guardia Civil inició un seguimiento encubierto. Se detectaron acciones extrañas, que podrían coincidir con el seguimiento de las jóvenes.

Sin embargo, hasta el pasado 29 de julio no se produjo la detención. Un accidente sufrido por la que apuntaba ser su siguiente víctima frustró el nuevo ataque. Al parecer, no conocía a sus víctimas pero efectuaba sobre ellas un amplio seguimiento. La Guardia Civil no descarta que en alguna agresión fuera ayudado por otra persona.

El supuesto asesino de Sonia Rubio vuelve a comparecer ante el juez
María Fabra – El País

12 de septiembre de 1998

El supuesto asesino de la profesora castellonense Sonia Rubio, Joaquín Ferrándiz Ventura, de 35 años de edad, compareció ayer nuevamente ante el titular del juzgado número 8 de Castellón, José Luis Albiñana. El acusado, al que se le imputa un delito de detención ilegal, otro de agresión sexual y un tercero de asesinato, llegó a la Audiencia provincial alrededor de las 13.45 horas. A las 15.30 ya se encontraba de vuelta en la prisión de Castellón. La detención del presunto homicida ha alterado la vida cotidiana de la ciudad.

El sofisticado y complejo proceso de investigación y seguimiento al que ha sido sometido Joaquín Ferrándiz hasta el momento de su detención quedó ayer nuevamente patente a la hora de efectuar su traslado desde la prisión de Castellón, en la que se encuentra desde finales del pasado mes de julio, hasta el edificio de la audiencia provincial de la capital de La Plana.

El titular del juzgado número 8, José Luis Albiñana, que instruye el caso, programó ayer una nueva comparecencia del supuesto asesino de Sonia Rubio. Ferrándiz llegó a la audiencia alrededor de las 13.45 horas. El vehículo en el que fue trasladado iba escoltado por un segundo turismo. El coche en el que viajó el presunto asesino estaba ocupado además por un total de cuatro agentes de la Guardia Civil.

El procesado vestía pantalón oscuro y una camiseta azul marino de rayas blancas. Para ocultar su rostro metió la cabeza entre las piernas y los respaldos de los asientos delanteros. Apenas 90 minutos después, y tras la elección de un vehículo todoterreno para la vuelta a la cárcel, Joaquín Ferrándiz fue conducido de nuevo a la prisión de Castellón.

La alteración de la cotidianeidad que vive Castellón tras la detención del presunto asesino de Sonia Rubio se asemeja a la que se produjo cuando el procesado fue acusado de su primera agresión sexual, en 1989.

Entonces, las circunstancias del accidente provocado por el agresor obligaron a la movilización de la sociedad con el fin de localizar a aquellos que, junto a Ferrándiz, habían parado su coche para asistir a la víctima elegida. Panfletos, esperas en el mismo camino (El Palmeral) en el que se produjeron los hechos, seguimiento de vehículos de similares características a las recordadas por la víctima, hicieron que, un mes y medio después del accidente y la agresión, la policía lograra detener al ahora acusado de la muerte de Sonia Rubio.

Tras el arresto, el proceso provocó nuevos movimientos. Tanto la familia, como su exnovia y los protagonistas de testimonios que se presentaron a defender la inocencia del acusado llegaron a efectuar una campaña de recogida de firmas a favor de Ferrándiz. El público abarrotó la sala en la que se celebró el juicio, cuya vista oral duró seis horas.

«No necesito de esos medios para obtener satisfacción sexual» dijo entonces Ferrándiz, quien fue amonestado por el presidente del tribunal al contestar demasiado airadamente al fiscal. Sin embargo, todo resultó en balde. Las pruebas, según su abogado defensor, no tenían demasiada consistencia, aunque el testimonio de los testigos que presenciaron cómo la víctima se metía en su coche y el reconocimiento por parte de la agredida fueron cruciales.

El presunto violador y asesino de una joven en Castellón confiesa que mató a cuatro mujeres más
María Fabra – El País

21 de octubre de 1998

Joaquín Ferrándiz Ventura, un amable vendedor de seguros de Castellón de 35 años, puede ser uno de los peores asesinos en serie registrados en la historia criminal española. Entre julio de 1995 y febrero de 1997 la provincia de Castellón fue escenario de ocho asesinatos de mujeres, aparentemente sin relación unos con otros.

Tras años de investigaciones, la Guardia Civil ha conseguido que Ferrándiz confiese la autoría de cinco de estos crímenes. La Guardia Civil comenzó a vigilar al empleado de seguros a principios de este año, después de que Ferrándiz intentara meter a la fuerza en su coche a una joven que había salido de una discoteca. Despertó sospechas porque ya había cumplido una condena de 14 años por agresión sexual y porque su forma de actuar recordó a otros asesinatos sin resolver.

Detenido finalmente en julio pasado, la Guardia Civil le imputa los asesinatos de la profesora Sonia Rubio, un caso que conmocionó a la provincia de Castellón en julio de 1995; de Amelia Sandra García Costa, de 22 años, en septiembre de 1996; y de tres mujeres que ejercían la prostit*ción y cuyos cadáveres fueron hallados a comienzos de 1996 junto al río Mijares en Vila-real.

Por los asesinatos de estas tres últimas, Natalia Archelos Olaria, de 24 años, Mercedes Vélez Ayala, de 18 años, y Francisca Salas León, de 24, está procesado Claudio Alba Hidalgo, camionero de profesión, quien siempre ha sostenido su inocencia. Su abogada declaró ayer que pedirá una indemnización por su detención y procesamiento.

Ferrándiz comenzó a trabajar como autónomo para una empresa de seguros en Castellón en marzo de 1996 y la Guardia Civil le detuvo en julio en su oficina, ante el asombro de sus compañeros, que le describen como una persona amable y atenta.

En ese momento, los investigadores sólo tenían la certeza de que el detenido había protagonizado un intento de agresión sexual en febrero, aunque, por el modus operandi había muchos indicios que le señalaban como presunto autor de la muerte de Sonia Rubio, que fue vista por última vez con vida en Benicàssim a la salida de una discoteca y que subió al vehículo de un desconocido, según varios testigos. El cadáver de la joven fue hallado cerca de Oropesa cuatro meses después.

Las pesquisas de los agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Castellón, reforzados por agentes de la Unidad Central Operativa, y los resultados de los análisis realizados a diversos objetos decomisados en un registro domiciliario permitieron en septiembre al titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Castellón, Josep Lluís Albinyana, imputarle la violación y muerte de Sonia Rubio.

Personalidad psicopática
Desde entonces, el juez ha interrogado varias veces al detenido. La noche del pasado lunes, Ferrándiz se vino abajo y confesó los restantes crímenes que se le imputan. El director general de la Guardia Civil, quien ayer facilitó los datos de la investigación en Madrid, destacó que éste es uno de los «episodios más importantes de asesinatos en serie», de los que «no hay precedentes en la historia de la criminología» española. Valdivielso añadió que el detenido tiene una «personalidad psicopática».

Educado y amable, bien considerado por las mujeres de su entorno, Ferrándiz vigilaba a sus víctimas, varias de ellas mujeres que regresaban a sus casas solas y de madrugada. Al vigilarle el pasado julio, la Guardia Civil observó que desinflaba la rueda del vehículo de la víctima elegida. No consiguió secuestrarla porque la joven no se percató de la avería, aunque poco después sufrió un accidente. Anteriormente, en febrero, había asaltado a otra joven e intentó introducirla en su vehículo. La intentó dejar inconsciente estrangulándola, pero la víctima consiguió pedir auxilio y fue rescatada por testigos del hecho, según explicó ayer la Guardia Civil.

También Amelia Sandra García volvía sola a casa tras pasar unas horas en una discoteca cuando desapareció en un polígono de Castellón en septiembre de 1996. Su cadáver fue hallado en febrero de 1997 en una balsa en el término municipal de Onda. Como las demás víctimas, fue golpeada, sufrió una agresión sexual y fue probablemente estrangulada. Los cadáveres de las prost*tutas de Vila-real se hallaron casi esqueletizados.

El fiscal acusará al Estado por no vigilar al asesino de Castellón tras excarcelarlo
María Fabra – El País

22 de octubre de 1998

La investigación en torno a Joaquín Ferrándiz, de 35 años, acusado de matar a cinco mujeres en Castellón y al que la Guardia Civil ya considera uno de los asesinos en serie más importantes de la historia criminal española, provocó ayer nuevas reacciones. Juan Salom, el fiscal que lleva el caso por la violación y asesinato de la profesora Sonia Rubio, de 25 años, una de las víctimas, destacó la «negligencia» en la falta de vigilancia y de control de la libertad condicional de Ferrándiz, condenado en 1990 a 14 años de cárcel por un delito de violación.

Ferrándiz cumplió algo más de cinco años de esa pena y en abril de 1995, después de dos meses en el tercer grado, obtuvo la libertad condicional. Pocos meses después secuestró, violó y asesinó a Sonia Rubio. Hasta su detención, el pasado julio, sus vecinos y compañeros de trabajo de Castellón le conocían como un amable y educado vendedor de seguros.

Dado que cometió los crímenes estando en libertad condicional, la fiscalía de Castellón pedirá en el juicio que se celebre contra Ferrándiz la responsabilidad civil subsidiaria del Estado. El Tribunal Supremo ya ha declarado al menos en un caso, el de una niña asesinada en 1992 en Lugo, la responsabilidad civil subsidiaria del Estado al estar el condenado en libertad condicional cuando cometió el crimen. La sentencia concedió a la familia de la niña una indemnización de 20 millones de pesetas por un funcionamiento anómalo de la vigilancia tutelada del recluso.

Salom aseguró que en el caso de Ferrándiz concurrían todos los requisitos legales para otorgar la libertad. «Pero no fue debidamente utilizada», apostilló. El fiscal añadió que el buen comportamiento siempre se ha tenido en cuenta a la hora de conceder la libertad condicional y, en el caso de Ferrándiz, su etapa en la prisión de Castellón estuvo caracterizada por una buena conducta. Incluso colaboró en la cárcel en la edición de una revista de carácter interno, La Saeta.

Nuevas investigaciones
Mientras, el titular del Juzgado de Instrucción número 8 de Castellón, Josep Lluís Albinyana, sólo ha dictado el procesamiento de Ferrándiz por el crimen de Sonia Rubio.

Pese a que el acusado se ha confesado autor de la muerte de otras cuatro jóvenes, Amelia Sandra García, de 22 años, y las tres mujeres que ejercían la prostit*ción cerca de Castellón (Natalia Archelos, Mercedes Vélez, y Francisca Sales, de entre 23 y 28 años), el magistrado aún no le ha imputado estos delitos.

En cualquier caso, Juan Salom aseguró que la petición de la responsabilidad al Estado se extenderá a todos los hechos que sean imputados a Ferrándiz desde el 4 de abril de 1995, fecha en la que salió en libertad condicional, hasta el 28 de julio, día que ingresó de nuevo en la cárcel de Castellón tras otra tentativa de agresión sexual.

La Guardia Civil, mientras, revisa los casos de otros tres asesinatos de mujeres en Castellón para comprobar si pudo cometerlos Ferrándiz, al que atribuye una personalidad psicopática.

La petición de responsabilidades no se ceñirá al Estado y al acusado. Tres de los crímenes confesados por Ferrándiz han sido imputados a Claudio Alba, un camionero que se encuentra procesado por las muertes de las tres prost*tutas y que ha pasado cinco meses en la cárcel. La letrada de Alba, Silvia Vicente, asegura que en el momento en el que se cierre este sumario y se decrete su libertad sin cargos, procederá a estudiar las posibles reclamaciones legales por daños causados a Alba.

Error sobre horror
El País

23 de octubre de 1998

Un hombre de 35 años que ya había sido condenado por agresión sexual se ha confesado autor de cinco asesinatos de otras tantas mujeres cuando se encontraba en libertad condicional. Un camionero de 52 años pasó cinco meses en la cárcel acusado de tres de esos crímenes. El asunto, por tanto, plantea dos problemas: el recurrente de las medidas penitenciarias a aplicar a los delincuentes sexuales, dado su altísimo grado de reincidencia, y el de los errores judiciales.

Joaquín Ferrándiz ha sido inculpado por la violación y asesinato de la joven profesora Sonia Rubio, en julio de 1995, tres meses después de haber salido de la cárcel en libertad condicional tras cumplir cinco de los 14 años a que había sido condenado por un delito de violación.

Ferrándiz se ha reconocido igualmente autor de cuatro de los otros siete asesinatos con violación producidos en la provincia de Castellón entre 1995 y 1997. El fiscal que lleva el caso ha anunciado que solicitará una indemnización al Estado como responsable civil subsidiario por no haber controlado al presunto asesino en serie.

En España hay 1.600 personas procesadas por delitos sexuales. ¿Sería posible una vigilancia sistemática de sus movimientos tras cumplir condena? No sería fácil de justificar sin algún indicio claro, y este caso demuestra precisamente que la patología del violador asesino es compatible con comportamientos sociales normales.

En todo caso, sí parece que las ventajas penitenciarias -reducciones de penas, permisos- deberían administrarse con enorme prudencia para este tipo de delincuentes. Como señaló ayer la portavoz de una asociación feminista, sólo si hay garantías de que contribuyen a la rehabilitación del recluso tienen sentido tales medidas.

En cuanto al falso culpable, en el posible error policial y judicial influyó seguramente la presión social por identificar cuanto antes a un culpable: para descargar la inquietud suscitada en la provincia por ocho asesinatos sexuales en año y medio. Pero alguien debería responder ahora de ese error.

El camionero acusado por error de tres asesinatos cree que fue detenido para acallar la alarma social
María Fabra – El País

23 de octubre de 1998

«Me enseñaron tres fotos y me dijeron que era culpable». Así explica Claudio Alba, el camionero de 52 años acusado del asesinato en Castellón de tres jóvenes que se dedicaban a la prostit*ción, las circunstancias en las que fue detenido.

Un año y medio después, el supuesto asesino de Sonia Rubio -una profesora que desapareció en Benicàssim y fue hallada muerta tiempo después en Oropesa-, Joaquín Ferrándiz Ventura, se ha confesado autor de cinco crímenes cometidos contra mujeres en la zona de Castellón.

Tres de esos crímenes son los que se le imputaron a Alba, cuya abogada ha asegurado que su cliente fue detenido a causa de la presión de la opinión pública, alarmada por la sucesión de asesinatos. Silvia Vicente, la abogada de Claudio Alba, afirmó que los últimos acontecimientos «pueden poner en tela de juicio la acción de las fuerzas policiales, fiscales y judiciales».

Además ha añadido que «puede comprobarse la frivolidad con que determinadas autoridades se han venido pronunciando públicamente para reiterar una y otra vez la culpabilidad de un hombre inocente».

El delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Carlos González Cepeda, aseguró ayer que la detención de Alba se debió a que en el momento de su arresto, había indicios para hacerlo efectivo. Todos los representantes de las fuerzas de seguridad del Estado habían mantenido, hasta ahora, la firme certeza de su culpabilidad.

Alba aseguró sentirse contento porque «por fin ésto se está aclarando». En cualquier caso quiso mantenerse prudente. «Hasta que no esté exculpado del todo no voy a decir nada», indicó. Sin embargo, sí reiteró que mantiene la conciencia «sana y segura» porque es inocente. Claudio Alba, que acude todos los viernes a Castellón desde la localidad de Tarragona donde reside, dada su situación de libertad provisional, añadió: «He confiado y confío en la justicia».

En el momento en el que se detuvo a Claudio Alba había en Castellón siete muertes sin resolver, en las que todas las víctimas eran mujeres. En enero de 1997 se ordenó la detención y el ingreso en prisión del camionero, a quien se acusó de tres de estos crímenes, los de las jóvenes prost*tutas Mercedes Vélez, Francisca Salas y Natalia Archelós, de entre 23 y 28 años, protagonistas del llamado caso Vora Riu, cuyos cadáveres fueron hallados entre enero y febrero de 1996.

Cinco meses en prisión
Claudio Alba pasó cinco meses en prisión. En ningún momento el acusado rectificó sus declaraciones, en las que aseguraba no saber nada de los crímenes de las tres jóvenes que se dedicaban a la prostit*ción. Las pruebas tampoco eran evidentes. Por ello, la juez que instruyó las diligencias decidió, en febrero de 1998, cerrar el sumario. Con esta decisión, la resolución de los tres crímenes quedaba, de nuevo, pendiente.

Sin embargo, el fiscal presentó recurso y la Audiencia provincial revocó la decisión de la juez. Alba fue detenido de nuevo. Hace unos días, el presunto asesino de Sonia Rubio, Joaquín Ferrándiz, un vendedor de seguros de 35 años, se confesó también autor de la muerte de las tres prost*tutas, además del de otra joven, Amelia Sandra, de 22 años.

El camionero acusado por error de tres crímenes exige que alguien lo «pague»
María Fabra – El País

14 de noviembre de 1998

«Los errores se tienen que pagar de alguna forma». Claudio Alba, de 52 años de edad, gozó ayer de su primer día de libertad sin cargos después de que hace 21 meses y 25 días se le detuviera por haber matado supuestamente a tres mujeres, de entre 23 y 28 años, en Castellón. Por esos crímenes se ha procesado ahora a Joaquín Ferrándiz, que incluso ha confesado haber asesinado a otras dos. «Nadie ha venido a pedirme disculpas», se dolió ayer Alba.

Pese a sus cinco meses encarcelado y al largo periodo en libertad vigilada, el rencor no parece ser una característica de Claudio Alba, un camionero de 52 años al que se detuvo el 18 de enero de 1997 bajo la acusación de haber matado a tres mujeres que ejercían la prostit*ción. Ahora, las pruebas añadidas a la propia confesión inculpatoria de Joaquín Ferrándiz, el presunto asesino en serie de Castellón, han ratificado la inocencia de Alba.

Las quejas de Alba no se centran tanto en la Justicia como en la policía que llevó a cabo la investigación. «La Justicia se equivoca de vez en cuando, pero yo no he perdido la fe en ella», asegura para después denunciar: «A mí me detuvieron, me enseñaron tres fotos [de las víctimas] y me dijeron que yo las había matado y que les daba igual que dijera que sí o que no». «Me acusaron porque conocía a una», subraya.

En el momento de su arresto había en Castellón un total de siete asesinatos sin resolver. Con la detención e inmediato ingreso en prisión de Alba, que reside cerca de Tarragona, la larga lista se vio reducida en tres, hecho que se presentó como un gran logro policial. Después de que se decretara su libertad vigilada, la juez concluyó el sumario sin hallar indicios para su procesamiento. Sin embargo, la Audiencia de Castellón revocó esta decisión.

A Alba se le ha quedado holgado el cuello de la camisa. Perdió el trabajo que tenía como transportista, ya que debía presentarse tres veces a la semana en el juzgado de Vila-Real. «Ahora me saludan por la calle y me dan la enhorabuena», afirma, aunque añade: «Me habría gustado hacerme famoso cantando y no con este asunto».

Además, no olvida a todos aquéllos que, el día de su detención, le insultaron y zarandearon a la puerta del juzgado: «A ésos les mando un recuerdo. Y a los que creyeron en mi inocencia, un abrazo», ironiza. Vive desde hace unos meses en la pedanía tarraconense de Albinyana. Allí ha encontrado el apoyo de vecinos y amigos. Además, su nuevo jefe le ha aconsejado que se tome unas pequeñas vacaciones.

Torpe investigación
«Irregulares circunstancias», «muy deficiente y torpe investigación», «infructuoso intento de esclarecer tres homicidios», «obcecado e irracional empeño» y «desprecio a líneas de investigación acertadas» fueron algunos de los términos empleados ayer por los abogados de Alba, Silvia Vicente y Juan José Pérez Macián.

Éstos han anunciado su intención de emprender acciones civiles e incluso penales contra todos aquéllos que han intervenido en el proceso contra su defendido, así como de exigir responsabilidades administrativas a miembros del Ministerio de Interior y el de Justicia.

«El dinero no puede pagar lo que he pasado», enfatiza Alba en alusión a las posibles indemnizaciones por daños y perjuicios. Sus letrados hicieron ayer referencia a «las autoridades públicas, policiales, fiscales y judiciales que se permitieron presentar a un inocente como presunto autor de tres homicidios».

Pérez Macián concretó: «Me atrevería a decir que a algunos de estos responsables que hoy no quieren dar la cara les apetecería seguir afirmando que Alba es culpable». Además, señaló que «la desesperación de la policía por la alarma social no justifica que se elevase a categoría de indicios un cúmulo de barbaridades».

El PSPV-PSOE, Esquerra Unida y Nova Esquerra ya han pedido la dimisión del subdelegado del Gobierno en Castellón, Vicente Sánchez Peral, como máximo responsable provincial de las fuerzas de seguridad.

El asesino en serie tiene personalidad psicopática, según el psicólogo
María Fabra – El País

12 de diciembre de 1998

El completo informe psicológico de Joaquín Ferrándiz, al que se le imputa la muerte de cinco mujeres, determina una personalidad psicopática a la que se añade una alteración de su personalidad de tipo esquizoide.

El informe, realizado por el psicólogo y criminólogo Vicente Garrido, indica que la personalidad psicopática se deriva de un deseo permanente de compensar un déficit en la capacidad de sentir el entorno. Garrido explica también que este tipo de personalidad provoca en el afectado la sensación de tener limitadas sus experiencias emocionales y sensoriales, lo que propicia un intento de desarrollar su comportamiento para compensar esta carencia.

Así, tras las numerosas visitas realizadas a Ferrándiz en la prisión de Castellón, donde permanece desde el pasado mes de julio, el análisis de su psicología apunta su dificultad por comprender el sentido último de sus actos, que le llevaron a asesinar a Sonia Rubio, de 25 años, Amelia Sandra García, de 22, Natalia Archelós, de 23, Francisca Sales, de 23, y Mercedes Vélez, de 28. Todas ellas asesinadas entre 1995 y 1998 y abandonadas en lugares poco transitados.

Vicente Garrido fue el psicólogo al que acudieron las fuerzas de seguridad para que elaborase un perfil del presunto asesino, que permanecía en libertad. Este perfil contribuyó de forma notable a la identificación y posterior detención de Joaquín Ferrándiz como supuesto autor de los cinco brutales crímenes.

Valoración criminológica
Vicente Garrido ratificó ayer su informe ante el titular del juzgado número 8, José Luis Albiñana. El documento también incluye una valoración criminológica acerca de la hipótesis sobre el inicio de la conducta antisocial de Ferrándiz.

En este sentido, indica que en el momento de la primera agresión, en 1989, Joaquín Ferrándiz tenía entre 27 y 28 años, una edad adulta en la que él comenzó a constatar las pocas posibilidades de desarrollar sus necesidades. Entonces, comenzó a acentuarse sus dificultades para sentirse integrado en la sociedad a las que se unía una capacidad de expresión muy pobre.

Durante su estancia en la cárcel por su primera agresión, el presunto asesino desarrolló un aprendizaje que plasmó en la comisión de sus cinco crímenes. Otro de los aspectos que incluye el informe es el del consumo de alcohol que, según el psicólogo, en Ferrándiz derivó en una disminución de su autocontrol hasta llegar a la violencia.

Tanto el informe psicológico como el dictamen preliminar de los forenses señalan la necesidad de que Joaquín Ferrándiz reciba tratamiento. Sin embargo, los forenses se decantan más por un dignóstico neurótico, aunque todavía han de reconocer al acusado.

El juez mantiene al Estado como posible responsable civil en el caso de los asesinatos de mujeres de Castellón
María Fabra – El País

9 de febrero de 1999

El titular del juzgado de Instrucción número 8 de Castellón, José Luis Albinyana, ha desestimado el recurso presentado por el abogado del Estado contra la solicitud del fiscal de que el Estado sea declarado como responsable civil subsidiario de los asesinatos de cinco mujeres entre 1995 y 1996, supuestamente cometidos por Joaquín Ferrándiz Ventura, de 35 años, cuando éste disfrutaba de libertad condicional.

El abogado del Estado ya ha anunciado que presentará un recurso de apelación ante la Audiencia. El fiscal sostiene que la administración penitenciaria no ejerció la debida vigilancia sobre el presunto autor de los crímenes, quien se encontraba en libertad condicional tras cumplir condena por agresión sexual. Ferrándiz fue finalmente detenido el año pasado. Además, pide que sea el Estado el que haga frente a las indemnizaciones para las familias de las fallecidas.

Existe un precedente por el que el Estado pagó 20 millones de pesetas por un asesinato cometido por un recluso en libertad condicional, aunque en este caso, la reclamación se efectuó en la vía contencioso administrativa.

Por su parte, el abogado del Estado alegó que no cabía esta petición en la vía penal, puesto que el supuesto autor ni era empleado público ni cometió los hechos en un edificio del Estado. Según su argumentación, éstos son los dos únicos casos en los que la administración ha de presentarse a un juicio penal.

El juez, en el escrito de desestimación del recurso, afirma que la tesis del Estado no guarda «sintonía» con las actuales corrientes legislativas comunitarias y españolas y hace mención a las leyes referidas a las oficinas de ayuda a víctimas del delito. Albinyana añade que la falta de vigilancia propició la «creación del riesgo».

Control al sospechoso
La resolución también alaba a la fiscalía, que tiene «un protagonismo decisivo por su constante celo en mantener en tensión la investigación». El juez considera que el procesado, en el momento en que cometió supuestamente los crímenes, estaba vinculado jurídicamente a la administración penitenciaria y que ello «genera un deber de vigilancia sobre las consecuencias de la libertad condicional».

Albinyana señala que existen razones para vincular al Estado al proceso y apunta que «será la sentencia la que determine la responsabilidad civil». Con ello ha querido indicar que la petición del fiscal sólo se refiere a la comparecencia del Estado en el juicio, tras el que se fijará su posible responsabilidad civil en el caso.

El juez aprovecha la resolución para realizar varias críticas. Así, mantiene que «a este sumario le pesan actuaciones tan deficientes» como las registradas en los informes de asistencia social de Castellón sobre la «buena evolución del procesado, cuando ya había asesinado a cinco mujeres».

El juez se refiere a los informes que se emitían como consecuencia del control al que estaba sometido Ferrándiz durante su libertad condicional. Ésta se limitaba a su comparecencia mensual, en la que era preguntado por su continuidad en el trabajo y en el domicilio familiar.

Albinyana también critica la actuación policial en el caso de una de las denuncias de agresión. La comisaría se limitó a preguntar por el sospechoso en su domicilio y al recibir como contestación que estaba durmiendo, dejó el recado de que se presentara. Ferrándiz acudió a la comisaría, declaró y regresó a su casa.

El asesino de cinco mujeres en Castellón opta por no declarar en el juicio
El País

25 de noviembre de 1999

Joaquín Ferrándiz Ventura se acogió ayer a su derecho a no declarar en el juicio que comenzó en Castellón por los asesinatos de cinco mujeres desaparecidas en 1995 y 1996, de los que se ha confesado autor.

Sólo abandonó la postura en la que permaneció sentado toda la sesión, con los codos apoyados en las piernas, en dos ocasiones. La primera, cuando manifestó su disconformidad con el relato de los hechos efectuado por el fiscal y las acusaciones particulares, y la segunda, cuando entró a declarar la chica que salía con él entre junio y septiembre de 1995, durante el período en que cometió cuatro de los cinco crímenes. Con ella, Ferrándiz nunca se mostró agresivo.

Las declaraciones de dos guardias civiles que comparecieron como testigos dejaron entrever la escasa vigilancia a la que son sometidos aquellos condenados por agresiones sexuales u homicidios que pasan a disfrutar los permisos de tercer grado o la libertad condicional, situación en que se encontraba Ferrándiz cuando cometió los cinco asesinatos. El argumento del fiscal va adquiriendo consistencia ya que considera que la administración no ejerció correctamente la vigilancia a la que debía estar sometido.

Los guardias civiles dejaron constancia del prácticamente inexistente examen que se realiza de la lista de posibles sospechosos que, por norma, se solicita a las prisiones cuando se comete algún delito sexual, homicidio o asesinato, ante las muestras de reincidencia de los autores de este tipo de delitos.

Cuando se produjo la primera desaparición, la de la profesora de inglés Sonia Rubio, el 2 de julio de 1995, la Guardia Civil solicitó una lista de los presos condenados por agresión sexual u homicidio que se encontraban excarcelados ese día. Las prisiones de Picassent, en Valencia, la de Tarragona y la de Castellón remitieron la citada lista.

En ella, se encontraba Joaquín Ferrándiz, quien había logrado la condicional tres meses antes. Sin embargo, el análisis de los tratados como «posibles sospechosos» no se efectuó, según se desprende de las declaraciones de los guardias civiles. Sólo un agente afirmó haber realizado alguna pesquisa.

Los expertos dicen que Ferrándiz era consciente de sus actos criminales. Un psicólogo afirma en el juicio que a Joaquín Ferrándiz «no le importaba matar»
María Fabra – El País

8 de diciembre de 1999

El juicio a Joaquín Ferrándiz Ventura, acusado de asesinar a cinco mujeres en Castellón, celebró ayer una sesión crucial para determinar la personalidad y salud mental del procesado. Los expertos coincidieron en que Ferrándiz necesita tratamiento y aunque un psicólogo lo calificó de «psicópata muy grave» y un forense de «enfermo mental», ambos subrayaron que el procesado era plenamente consciente de sus actos. «No tiene remordimientos», dijo un especialista. «Siente indiferencia respecto de los crímenes», añadió otro.

La complejidad de la personalidad de Ferrándiz quedó patente en esta novena sesión del juicio, que se celebra en Castellón, y los psicólogos y forenses coincidieron en la necesidad de que el acusado se someta a un tratamiento.

El psicólogo Vicente Garrido considera que el procesado es un «psicópata muy grave» que distingue entre el bien y el mal, y el forense Mario Ventura afirma que Ferrándiz sufre «un trastorno de personalidad» que reúne rasgos psicopáticos, esquizoides y neuróticos. «Padece una enfermedad mental que no le impide gobernarse a sí mismo», por lo que «podría haberse resistido a matar», añadió.

Ambos peritos señalaron que en el momento de cometer los crímenes, Ferrándiz era plenamente consciente de lo que hacía, aunque ni lo sentía, ni le afectara ni le importara, tal como indicó el psicólogo criminalista Vicente Garrido, quien realizó informes sobre el perfil del posible sospechoso ya antes de que se produjera la detención del acusado. «No tiene remordimientos», dijo sobre Ferrándiz.

Esta misma conclusión fue expuesta por el forense Mario Ventura. «Siente indiferencia respecto de los crímenes», atestiguó, y «no miente al decir que no recuerda ninguna emoción del momento», pese a que, a este respecto, Ventura indicó también que el hecho de haber repetido sus delitos denota la existencia de una «emoción residual digna» para volver a matar. Según los testigos, Ferrándiz «ha contado lo que ha querido» y ha ocultado lo que le ha interesado.

La declaración de Vicente Garrido consistió en la exposición de la personalidad psicopática que ha encontrado en Ferrándiz de la que señaló que, al matar, satisfacía «necesidades no cubiertas emocionalmente».

Según dijo, la posibilidad de decidir sobre la vida o la muerte de sus víctimas cubría el nivel de emoción que no hallaba de otra manera aunque, en cualquier caso, sabía discernir entre el bien y el mal por lo que le considera «responsable de sus actos».

Asimismo, el psicólogo mantuvo que, por ello, Joaquín Ferrándiz era capaz de medir el grado de violencia que aplicaba, guardando un control, afirmación que argumentó en la carencia de sadismo a la hora de cometer los crímenes.

Como consecuencia de su trastorno, que calificó de «muy grave», «no le importaba matar» y utilizaba, a su entender, el alcohol como desinhibidor hasta encontrar una víctima tipo, una «víctima de la oportunidad» pero no una persona concreta. En ese punto discrepó el forense Mario Ventura, quien sostiene que el procesado «elegía» a sus víctimas, aunque precisó que si no a una mujer concreta, sí el tipo de joven a la que atacar.

En cuanto a que «engañó» a todos aquellos que le trataron durante su estancia en prisión, por la condena impuesta en 1990 por agresión sexual, Garrido apuntó que, aunque la psicopatía podría haber sido detectada entonces no fue así porque «Instituciones Penitenciarias nunca se ha tomado la psicopatía en serio» y no se le realizaron los test de conducta oportunos, pese a que existen desde los años cincuenta.

El acusado debería haber sido sometido, en libertad condicional, a un control estricto con el que se le impidieran, por ejemplo, las salidas nocturnas hasta altas horas de la noche consumiendo alcohol, ya que éste era un factor de riesgo para su reincidencia.

Desde su punto de vista, Ferrándiz ha de ser sometido a un tratamiento que no debería concluir con su estancia en la cárcel, sino proseguir a lo largo de muchos años. Respecto a los dos últimos delitos de los que se le acusa, dos tentativas de asesinato, Vicente Garrido afirmó que, con ellos, «empezaba un nuevo ciclo» de crímenes.

Una de las discrepancias entre este psicólogo y el médico forense estriba en la petición de someterse a un tratamiento efectuada por el propio Ferrándiz. Para Garrido, esta solicitud es «honesta», mientras que para Mario Ventura, aunque «quiere realmente» este tratamiento, el propio acusado se considera mucho «menos enfermo de lo que aprecian» los expertos, con lo que es posible que realice la petición «de cara a la galería». «Muestra una preocupación e interés por estar socialmente admitido», afirmó Ventura como motivo del acusado para pedir tratamiento.

El médico forense indicó como posible causa del comportamiento de Joaquín Ferrándiz su relación con mujeres dominadoras e insistió en que en las dos últimas agresiones «asumió riesgos» y «cometió errores» debido a que se sentía seguro y creía que sus crímenes quedarían impunes.

Una muerte aprendida
El País

8 de diciembre de 1999

De las declaraciones de los médicos que efectuaron las autopsias de los cadáveres de las cinco mujeres de cuyas muertes es acusado Joaquín Ferrándiz se deduce que, en todas ellas, hubo estrangulamiento.

También se desprende que Ferrándiz «aprendió» según acumulaba crímenes. En una de sus declaraciones ante el juzgado, el ahora acusado señaló que fue de su compañero de celda, condenado por la muerte de su esposa, de quien adquirió conocimientos sobre el método de la «asfixia mecánica».

Los forenses indicaron ayer que no provoca una muerte instantánea, sino que se da un lapso de tiempo entre esta acción y la parada cardíaca que produce. Los cadáveres presentaban síntomas de violencia.

Casi todos estaban maniatados, pero los forenses no pudieron afirmar con rotundidad si las ataduras se efectuaron antes o después de producirse las muertes, debido al avanzado estado de descomposición en que se hallaban los cadáveres al ser recuperados.

Entre los tres cadáveres hallados en Vora Riu y correspondientes a Natalia Archelós, Francisca Salas y Mercedes Vélez, la diferencia máxima se da en esta última, cuyo cuerpo apareció con una bolsa que le tapaba el rostro. Esta mujer era la que había mantenido una relación sentimental con el hermano del acusado cuando ambos eran adolescentes.

En el caso de Sonia Rubio, las lesiones que presentaba su cadáver eran propias de una acción violenta respondida con resistencia por parte de la víctima. De la autopsia a Amelia Sandra García se desprende una agresión previa a la muerte, con lesiones en el tórax y en la cabeza. Ferrándiz ha admitió que la golpeó con una piedra.

Petición de 163 años para el acusado de matar a cinco mujeres en Castellón
María Fabra – El País

10 de diciembre de 1999

El juicio contra Joaquín Ferrándiz Ventura, de 36 años, acusado de matar a cinco mujeres en Castellón entre julio de 1995 y septiembre de 1996, celebró ayer su penúltima sesión, en la que el fiscal del caso, Juan Salom, informó al tribunal de las peticiones de condena y de indemnización que solicita por cada uno de los delitos que imputa al acusado.

En total, la Fiscalía pide 163 años de cárcel y más de 200 millones de indemnización para las familias de las víctimas. Además, solicita que se declare al Estado responsable civil subsidiario por no haber vigilado y controlado a Ferrándiz, que cometió los crímenes cuando estaba en libertad condicional tras cumplir una condena por agresión sexual.

El fiscal subrayó ayer que, de haber cumplido el Estado con la vigilancia y seguimiento de Ferrándiz, «se hubiera salvado a más de una de sus víctimas». El fiscal sostuvo, además, que el procesado actuó en todos los casos con «alevosía», ya que sus víctimas no pudieron defenderse y fueron atacadas por sorpresa.

También destacó que no cabe aplicarle ninguna circunstancia atenuante, puesto que los peritos han declarado en el juicio que era consciente de sus actos criminales. Un psicólogo calificó al procesado de psicópata «muy grave» y un forense afirmó que sufre una enfermedad mental, un fuerte trastorno de la personalidad, pero ambos peritos dejaron claro que el acusado distingue entre el bien y el mal y es responsable de sus actos.

Condena íntegra
Por ello, el fiscal insistió en que Ferrándiz debe cumplir «íntegramente» la condena que le sea impuesta, aunque sea sometido a tratamiento médico. «Ya tuvo una segunda oportunidad», indicó refiriéndose a la libertad condicional que se le otorgó tras su primera condena, «y cometió cinco asesinatos». «No nos podemos permitir otro fracaso experimental», sentenció el fiscal.

En su informe, el fiscal señaló que la forma de actuar de Ferrándiz en los cinco asesinatos fue la misma. «Se ganó a sus víctimas con su cara, su aspecto beatífico, apacible y pacificador», indicó. El procesado se ofrecía a llevarlas a casa en coche tras sus salidas nocturnas, para después golpearlas, maniatarlas y estrangularlas. Tenía, ademas, una «notable habilidad para esconder los cadáveres».

El propio Ferrándiz aportó detalles sobre su forma de actuar en las reconstrucciones de los casos que se hicieron tras su detención y confesión el año pasado. «Dio explicaciones que sólo podía dar el homicida», según el fiscal.

Respecto a las otras dos acusaciones que pesan sobre Ferrándiz, dos nuevos intentos de asesinato, el representante del ministerio público comentó que, como indicaron psicólogos y forenses, el procesado «empezaba un nuevo ciclo criminal» que se impidió con su detención en julio de 1998. Restan para finalizar este juicio, que ha durado nueve días, las conclusiones de las acusaciones particulares y de la defensa.

La defensa pide que Ferrándiz reciba tratamiento durante la condena
María Fabra – El País

11 de diciembre de 1999

La abogada de Joaquín Ferrándiz, cuyo juicio por el asesinato de cinco mujeres en Castellón quedó ayer visto para sentencia, solicitó al tribunal que, además de la pena de cárcel que pueda imponer al acusado, exija que se le someta a un tratamiento intrapenitenciario. La letrada Rosa Edo precisó que su solicitud no se refiere a un tratamiento en un psiquiátrico sino a un programa que se le aplique dentro de la prisión a la que sea enviado y donde «debe pagar como autor de las cinco muertes».

Edo dijo que habrá que «cruzar los dedos el día que Joaquín Ferrándiz salga a la calle» si no se intenta «que la pena tenga carácter curativo». «La sociedad no puede permitirse dejar a la arbitrariedad del acusado el someterse o no a un tratamiento», agregó, para argumentar que la supervisión médica sea parte de la pena para curar la «desquiciada personalidad» de Ferrándiz.

La defensa rebatió al fiscal y a las acusaciones particulares, que califican de asesinato las muertes de las cinco víctimas, y afirmó que «se han planteado muchas teorías y suposiciones pero no se ha probado nada».

Edo, que pidió para Ferrándiz 10 años de cárcel, manifestó tajante que «si él [el acusado] no hubiera confesado no estaría sentado en el banquillo» por falta de pruebas. Según la abogada, «los peritos han tenido que recurrir a la lógica porque no se ha determinado la causa de ninguna de las cinco muertes» y «han inventado un modus operandi», por lo que en su opinión «no hay elementos que permitan acreditar las muertes como asesinatos».

El juicio contra Ferrándiz concluyó con el informe del abogado del Estado, Manuel Breva, quien rechazó la acusación del fiscal y las acusaciones particulares sobre la responsabilidad civil subsidiaria del Estado, basada en que el acusado se encontraba en libertad condicional cuando cometió los delitos y no hubo control ni vigilancia sobre el procesado.

Breva indicó que, puesto que ésta es la primera vez que el ministerio fiscal solicita la responsabilidad del Estado en un proceso penal, desconocía el por qué del «empecinamiento» del ministerio público en «forzar» las leyes, dado que existe la vía contencioso-administrativa, en la que el Estado, en alguna ocasión, ya se ha hecho responsable de delitos cometidos por una persona en libertad condicional.

«Nosotros no negamos que pueda existir una responsabilidad del Estado si se determina que hubo un mal funcionamiento de los mecanismos de control, pero ninguna norma permite declararlo responsable por vía penal», mantuvo, y destacó que el Código Penal determina que el Estado «únicamente es responsable, en este tipo de procesos, cuando los delitos se cometen por parte de un funcionario en el ejercicio de sus funciones o dentro de un edificio público».

Breva subrayó que un juez concedió a Ferrándiz el tercer grado en contra de los informes de Instituciones Penitenciarios; otro juez, el de vigilancia penitenciaria, no exigió controles específicos al dar la libertad condicional a Ferrándiz, y un tercero no revocó esta situación ni ordenó la detención del procesado cuando en febrero de 1998 se presentó una denuncia contra él por agresión sexual.

Condenado a 69 años el asesino confeso de 5 mujeres en Castellón
Xavier Latorre – El País

14 de enero de 2000

La Audiencia Provincial de Castellón condenó ayer a 69 años de prisión a Joaquín Ferrándiz, de 36 años, autor confeso de la muerte de cinco mujeres entre el 2 de julio de 1995 y el 14 de septiembre de 1996. La sentencia considera cinco delitos de asesinato, uno de asesinato en grado de tentativa y otro de lesiones por imprudencia. También le condena al pago de casi 130 millones de pesetas en concepto de indemnización a los familiares de las víctimas. El juez desestimó la responsabilidad civil subsidiaria del Estado.

El tribunal condena a Ferrándiz a 16 años de prisión por el asesinato de la profesora de inglés Sonia Rubio -a cuyos familiares deberá pagar una indemnización de 30 millones de pesetas- y a 11 años de prisión y al pago de 100 millones de pesetas en concepto de indemnización por cada uno de los asesinatos de Natalia Archelós, Francisca Salas, Mercedes Vélez y Amelia Sandra García.

El magistrado desestima una petición del fiscal que señalaba al Estado como responsable civil subsidiario de los delitos porque fueron cometidos durante la libertad condicional del acusado, que había sido encarcelado en 1989 por un delito de violación.

El juez calificó todos los crímenes de asesinato, puesto que Ferrándiz ejecutó a sus víctimas con alevosía y sin ofrecerles posibilidad alguna de defensa. La sentencia establece que Ferrándiz empleó el mismo procedimiento para matar a las cinco mujeres, quienes subieron voluntariamente al vehículo del condenado. El texto explica que Ferrándiz ató las manos de las víctimas cuando se encontraban confiadas para evitar que se resistieran mientras las estrangulaba.

La sentencia asume la atenuante de confesión, pero desestima las de embriaguez y enfermedad mental, aunque admite que Ferrándiz sufre un trastorno de personalidad «que no le impedía gobernarse a sí mismo». El texto señala a Ferrándiz como un psicópata peligroso, pero no le obliga a someterse a tratamiento alguno.

El magistrado ha optado por la menor pena para Ferrándiz, ya que apunta que la contabilidad de las tres cuartas partes de la condena para la concesión de una nueva libertad condicional no se efectuará sobre el total de los 69 años de prisión, sino sobre el máximo de 25 al que limita el Código Penal el cumplimiento efectivo de las condenas. Así, Ferrándiz podría obtener la libertad condicional dentro de 16 años.

Respecto a la psicopatía del condenado, el texto apunta que en 1990, cuando se le concedió la libertad condicional, «no era detectable excepcionalidad alguna que pudiera augurar la peligrosidad extrema que después se hizo patente con la comisión de los hechos».

En este sentido, agrega que no es posible «aceptar que se equivocaran en hilera», la psicóloga, los forenses y la psiquiatra que hace nueve años le sometieron a exámenes médicos antes de concederle la libertad condicional.

Sobre la responsabilidad civil subsidiaria del Estado, el magistrado considera que esta petición «está dotada de singular telegenia a nivel mediático y social por cuanto a todos reconforta la idea de un adecuado resarcimiento». Pero desestima que exista un vínculo especial entre un individuo en libertad condicional y la Administración.

El fiscal del caso, Juan Salom, comentó que la sentencia «se ajusta a la ley pero no a la realidad» e insistió que el Estado debería ser considerado responsable civil subsidiario de los crímenes. Una tesis que también sostiene la letrada de la acusación particular, María Luisa de Miguel. Ambos recurrirán ese aspecto ante el Tribunal Supremo ya que Ferrándiz es insolvente.

La abogada defensora de Ferrándiz, Rosa Edo, lamentó que la sentencia «no establezca un tratamiento [médico] pese a reconocer que se trata de un psicópata y de una persona peligrosa».
http://criminalia.es/asesino/joaquin-ferrandiz/
 
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José Rabadán, 'el asesino de la catana', por primera vez ante una cámara: "La espada bajó sola”

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VIDEO:
http://www.20minutos.es/noticia/320...-jose-rabadan-documental-yo-fui-asesino-dmax/



Rabadán descubre su imagen y habla del crimen y de su vida en el documental de DMAX 'Yo fui un asesino', cuya primera parte se ha emitido este miércoles. Hace diecisiete años mató a sus padres y a su hermana pequeña en Murcia, a golpes de catana y machetazos. Así es 'Yo fui un asesino: el crimen de la catana'. ¿Es posible rehabilitarse? El 'asesino de la catana' habla sobre su vida actual.


ECO Actividad social ¿QUÉ ES ESTO? 85% 34 0 20MINUTOS.ES / EFE - VÍDEO: DMAX. 29.11.2017 - 23:51h "Yo no tenía la intención, fue mi cuerpo. La espada bajó sola", asegura José Rabadán, conocido como el asesino de la catana, en un documental producido por Discovery Max (DMAX), y cuya primera parte se ha emitido este miércoles, diecisiete años después del crimen. Imágenes 1 Foto El 1 de abril de 2000, cuando Rabadán tenía 16 años de edad, mató a sus padres y a su hermana pequeña, de nueve, en Murcia, a golpes de catana y machetazos. Según admite él mismo en la entrevista, aún no sabe por qué lo hizo. En el documental, titulado Yo fui un asesino: el crimen de la catana, Rabadán habla ante la cámara y, por primera vez, descubre su imagen, una decisión que ha tomado, según los promotores del proyecto, porque quiere ayudar a demostrar públicamente que la rehabilitación es posible. Producido por Juan Ramón Gonzalo (El programa de Ana Rosa) para Discovery Max, el documental es la primera producción española del género llamado true crime (crimen real). El programa, que se emite dividido en dos episodios de una hora de duración (el segundo, este jueves), y en horario de máxima audiencia, aporta durísimas imágenes inéditas, rescatadas del archivo de la policía, además del relato de varias decenas de testigos, vecinos y familiares, así como de expertos, psiquiatras, periodistas y abogados que llevaron el caso.

"No ha pagado moralmente"
Rabadán confesó el asesinato de sus padres y de su hermana pequeña con síndrome de Down en abril del año 2000, un crimen por el que fue condenado a ocho años de reclusión en un centro de menores —los dos últimos, de libertad vigilada—, en aplicación de la entonces recién aprobada Ley del Menor. Uno de los autores de la ley, psicólogo forense en la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia y Juzgados de Menores de Madrid desde 1985 y Defensor del Menor entre 1996 y 2001, Javier Urra, ha participado activamente en este documental, no solo con sus opiniones de experto, sino también con una entrevista en profundidad a Rabadán. Tras opinar que Rabadán ha cumplido su condena penal, pero "no ha pagado moralmente", Urra enfatiza que le parecería "abominable" que él "quisiera vivir de esto y que se le permitiera decir que se ha convertido la maldad en un hombre bueno". En ese sentido, añade que, si pretendiera sacar un beneficio "económico, de ego, de narcisismo o de buscar los focos, pido a los medios de comunicación que no le hagan el juego y a los ciudadanos que no lo vean". Poco después de ser detenido, en la estación de tren de Alicante,, 48 horas después del crimen, Rabadán reconoció ante la Policía que había sido el autor de los asesinatos. En el documental, habla de su familia y señala que su padre era autoritario, mientras que su madre ejercía de "escudo". Insinúa asimismo que su rebelión por el hecho de que su hermana hubiese nacido con síndrome de Down ("culpé a Dios", dice) le llevó al satanismo, "una puerta que no tendría que haber abierto, y que me llevó a tener una mentalidad distinta", relata.

"Totalmente rehabilitado"
Los creadores de la tvmovie han asegurado que se ha elegido este caso porque "está cerrado por la justicia" y su protagonista ha cumplido su condena, actualmente se encuentra "totalmente rehabilitado" y vive "con toda normalidad" con su mujer y su pequeña hija de tres años, integrado en la comunidad evangélica con la que pasó los dos años de libertad vigilada. Además de provocar un debate en la sociedad, que Javier Urra encara cuestionando las peticiones de cambiar la Ley de Menores de "gente que ni la ha leído", porque "muchos consideran que las penas son escasas", la producción cuestiona a la sociedad si está preparada para asumir a una persona con un pasado tan oscuro como éste. El crimen conmocionó no solo a los vecinos de Rabadán, sino que estuvo durante meses ocupando portadas de medios de comunicación de alcance nacional: los titulares con cada nuevo descubrimiento abrieron entonces una caja de Pandora que, incluido el mismo Rabadán, parecía que solo ocurría en lugares lejanos.

"Ni los expertos saben qué pasó"
Pero Rabadán era un chico aparentemente normal, de Murcia, de 16 años, amante de las artes marciales, buscador de respuestas en el esoterismo y los libros satánicos como muchos adolescentes inquietos, aunque éste tenía acceso a internet. Un jugador de rol que, sin motivo aparente, acuchilló a su familia hasta romper la espada samurái que usó, y que tuvo que sustituir por un machete. En la grabación solo llora cuando habla de su hermana, a la que "quería con locura". Según Juan Moya, director del programa, en el documental ha primado "la objetividad, la neutralidad y el rigor". "Hemos creado un mosaico de testimonios con mucha documentación para que el espectador tenga información suficiente y se forme su propia opinión, porque, a día de hoy —afirma Moya—, ni los expertos saben qué pasó". Rabadán vive actualmente en Cantabria, donde ha rehecho su vida con otra identidad. Trabaja invirtiendo en Bolsa desde su casa.
 
El mayor juicio por los crímenes de la dictadura argentina termina con 48 condenas


Jorge Eduardo 'el Tigre' Acosta y Alfredo Astiz, 'el Ángel de la muerte', han sido sentenciados a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad. Los crímenes se cometieron en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), que albergaba la mayor cárcel clandestina del régimen militar argentino. La 'megacausa' incluye delitos como los denominados "vuelos de la muerte", en los que se arrojaba al mar a personas secuestradas.



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(WIKIMEDIA COMMONS / DOMINIO PÚBLICO)
El excapitán de la Armada argentina y agente de inteligencia Alfredo Astiz, conocido como 'el Ángel Rubio' o 'el Ángel de la muerte', durante un juicio en 1985, dos años después del final de la dictadura.

El mayor juicio por los crímenes de la dictadura argentina termina con 48 condenas

EFE. 29.11.2017 - 21:34h Un total de 29 personas, entre ellas Alfredo Astiz, fueron sentenciadas este miércoles a prisión perpetua y otras 19 recibieron condenas menores en el mayor juicio por delitos de la última dictadura celebrado en Argentina, en el que otros seis acusados fueron absueltos, entre ellos Julio César Poch. El histórico proceso, que duró cinco años y en el que estaban imputadas 54 personas, entre militares y civiles, concluyó en Buenos Aires con la lectura de la sentencia, que duró cuatro horas, y con numerosos integrantes de organismos de derechos humanos a las puertas de los tribunales. La 'megacausa' comprendía 789 casos de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura (1976-1983) en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde funcionó la mayor cárcel clandestina del régimen de facto y en la que se calcula que estuvieron detenidas ilegalmente unas 5.000 personas. Los jueces absolvieron a Juan Ernesto Alemann, exsecretario de Hacienda del gobierno dictatorial; al piloto de la línea aérea holandesa Transavia y marino retirado Julio César Poch, extraditado desde España; y a los también exmilitares Ricardo Jorge Lynch Jones, Roque Ángel Martello, Rubén Ricardo Ormello y Emir Sisul Hess.

Cadena perpetua
Sin embargo, el tribunal condenó a prisión perpetua, entre otros, a Jorge Eduardo el Tigre Acosta, excapitán de fragata y exjefe de Inteligencia y del Grupo de Tareas de la ESMA; al excapitán de corbeta Ricardo Miguel Cavallo, extraditado desde España en 2008, y al excapitán de la Armada y agente de inteligencia Alfredo Astiz, conocido como el Ángel Rubio o el Ángel de la muerte. Entre quienes también recibieron la máxima pena están Adolfo Miguel Donda, Juan Antonio Azic, Jorge Carlos Radice, Juan Carlos Rolón, Carlos Guillermo Suárez Mason y Gonzalo Torres de Tolosa. Además de los 29 condenados a reclusión perpetua, el tribunal sentenció a 10 de los imputados a penas que van desde los 8 a los 25 años de prisión. Muchos de los condenados ya contaban con condenas previas en otros juicios por delitos en la dictadura. Once de los 66 imputados originalmente en este juicio murieron a lo largo del proceso y otros tres fueron apartados por razones de salud. "Aquí hay muchos sobrevivientes que han sufrido en carne propia la aplicación de las políticas llevadas adelante por quienes hoy están siendo juzgados", dijo a Efe Liliana Belforte, víctima del terrorismo de Estado de Argentina y comunicadora social.

Secuestros, torturas, homicidios
A las puertas del tribunal, situado justo frente al edificio central de la Armada argentina, Belforte lamentó que este juicio haya tenido "muchísimas dilaciones" y sostuvo que, aunque hubiera querido que la Justicia actuara "con muchísima más severidad", el proceso resulta un "paliativo" para los supervivientes y los familiares de las víctimas. Éste ha sido el tercer juicio por delitos cometidos en la ESMA, pero ha sido el más prolongado de ellos y, por la cantidad de imputados, los casos comprendidos y el números de testigos que han declarado —entre ellos 400 sobrevivientes—, ha sido considerado el mayor proceso por delitos en la dictadura celebrado hasta ahora por la Justicia penal en Argentina. "Ha sido el juicio más largo en cantidad de imputados y en cantidad de víctimas", destacó a Efe Diego Adur, sobrino de Claudio César Adur, detenido desaparecido en 1976 junto a su esposa, Bibiana Martini. Secuestros, torturas, homicidios y apropiación de menores son algunos de los horrores investigados en este juicio, entre ellos los escalofriantes "vuelos de la muerte", en los que se arrojaba al mar a personas secuestradas. Entre otros casos emblemáticos, el juicio incluyó las desapariciones de la joven sueca Dagmar Hagelin, de la dirigente de la guerrilla Montoneros Norma Arrostito, de las religiosas francesas Léonie Duquet y Alice Domon y de Azucena Villaflor, fundadora de las Madres de Plaza de Mayo.

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/320...sion-perpetua-crimenes/#xtor=AD-15&xts=467263
 
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