Rugbiers asesinos

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El crimen en Villa Gesell y el “gen rugbier”: ¿por qué siempre quedan pegados a la violencia sin control?
Expertos consultados por Clarín analizan este complejo fenómeno social que se repite una y otra vez. Hablan de códigos que se transforman de manera negativa cuando interviene el alcohol. También afirman que no hay que “estigmatizar”. Los antecedentes.

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Traslado de los rugbiers detenidos por el asesinato de Fernando Baez Sosa a la salida del boliche Le Brique en Villa Gesell. Foto: Fernando de la Orden / Enviado Especial


19/01/2020 - 18:37

En el rugby, la violencia dentro de la cancha está domesticada con su legitimación. Sin embargo, fuera del césped, los casos de peleas protagonizadas por jugadores de la "guinda", se repiten con preocupante frecuencia. Tanto que la Unión Argentina de Rugby anunció que comenzará con una campaña de concientización en clubes.

Este domingo se cumplen 14 años de la muerte de Ariel Malvino, el joven que en 2006 murió en el balneario brasileño de Ferrugem, tras ser golpeado por tres rugbiers correntinos. La familia está reclamando que este año, finalmente, se haga el juicio oral.

Pero en el medio la historia vuelve a repetirse, está vez en Villa Gesell y la víctima fue Fernando Báez Sosa, en la puerta del boliche Le Brique. Hay indignación y en Twitter esto quedó en evidencia, a través del hashtag, #RugbiersAsesinos, que fue una de las tendencias más comentadas de la red social.

https://www.clarin.com/policiales/c...n-11-dice-zarate-aporto-video_0_Lj3GNQJz.html
“En el rugby, además de la destreza técnica, la consigna es arrollar al oponente utilizando la fortaleza física. Dentro de la cancha, este deporte se destaca por los códigos de solidaridad y compañerismo que se generan dentro del grupo. Sin embargo, los beneficios de esta camaradería se transforman en algo negativo cuando interviene el alcohol”, advierte Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y autor del libro "Deportes al diván".

“Así, ante cualquier amenaza potencial hay una respuesta en masa. El grupo responde al código pero sin medir las consecuencias. Al actuar en masa, se disuelve la consciencia moral y arrollan a todo aquel que se pare enfrente, porque ese es el código que manejan”, señala Rubinstein.

Fernando Báez Sosa tenía 18 años. Murió por los golpes que recibió en una pelea a la salida de un boliche en Gesell. (Facebook)

Fernando Báez Sosa tenía 18 años. Murió por los golpes que recibió en una pelea a la salida de un boliche en Gesell. (Facebook)

La diferencia radica en el tipo de valores que los entrenadores buscan inculcan a sus jugadores. Más allá del resultado deportivo, cuál es la enseñanza que buscan dejar en estos jóvenes.

“En plan de estigmatizar, no se trata tanto de los ‘rugbiers’ sino que la violencia es algo social y estructural, porque es algo que se da en el fútbol también. La clave está en diseñar programas de educación emocional que formen a los futuros profesionales y explicar que esa potencia física no debería salir del campo de juego. Porque si las reglas son aceptadas en la cancha, debería haber otras para el exterior”, explica Laura Spaccarotella, psicóloga especialista en deportes, miembro del capítulo Salud Mental, Actividad Física y Deporte de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA).

https://www.clarin.com/sociedad/vil...ravesada-noche-locura-boliche_0_hni1--BH.html
La violencia fuera de las canchas en algo que se repite cada vez con mayor frecuencia. “Todo aquello que no se resuelve está destinado a repetirse. En el deporte es común que ante un hecho semejante, todos miren para otro lado. Cada dirigente, desde su rol, tiene alguna responsabilidad en esto. El club debería informar cómo se sigue después de esto, qué va a suceder con los integrantes que participaron del hecho”, enfatiza Spaccarotella.

Antecedentes

Los casos de ataques en grupo de los rugbiers se repiten. El año pasado, cinco jugadores del club Gimnasia y Esgrima de Rosario fueron condenados a pagar 600 mil pesos a tres jóvenes a quienes golpearon salvajemente en el boliche "Wallas". El grupo comenzó a ocasionar disturbios en el interior del recinto, en medio de los cuales agredieron a golpes a otros jóvenes que estaban dentro del local.

Al ser desalojados por empleados del lugar, en plena calle, un custodio recibió un golpe en la nariz que le provocó una fractura, y una patada en la pierna que derivó en una fractura de tibia y peroné. Otro personal de seguridad recibió un tremendo golpe en el rostro que le generó hundimiento de encías, desplazamiento dental y fractura maxilofacial.

En octubre de 2019, la consagración del San Isidro Club (SIC) en el torneo de la URBA tuvo un final lamentable. Se viralizó un video en el que se ve a un grupo de rugbiers golpeando a una persona en la fiesta del club por la obtención del campeonato.
En las imágenes, se ve a un hombre rodeado por un grupo de jóvenes de brazos anchos. La víctima les hace un pedido a quienes lo estaban filmando, hasta que recibe la agresión de uno de ellos. Intenta defenderse y hasta le arranca la remera a uno de ellos. Segundos más tarde, otro joven viene corriendo, lo tacklea y lo vuelve a tirar al piso. Ambos empiezan a forcejear hasta que se separan.

En otro episodio ocurrido en 2018, Emanuel Eduardo Orta Díaz (17) debió ser hospitalizado e intervenido quirúrgicamente por un coágulo de sangre en la cabeza provocado por una hemorragia intracraneal que le produjo el ataque de un grupo de jugadores de rugby. El joven oriundo de General Pico, La Pampa, fue abordado por varios jóvenes en una pelea callejera ocurrida en pleno centro de Monte Hermoso.

Mientras que en 2016, cuatro rugbiers del club Los Cedros, de la localidad de Los Polvorines, atacaron a un policía en Río de Janeiro, tras una discusión producida en una discoteca. El comisario Gustavo Ribeiro acabó con una fractura en el maxilar y un diente roto y denunció por "lesiones corporales graves" y "desacato" a los argentinos.

 
Ideología del macho rugbier


Por Fernando Soriano
19 de enero de 2020
fsoriano@infobae.com

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(Shutterstock)

Respetar la decisión de la autoridad dentro del campo de juego le ha valido al rugby, entre otras razones, el título de nobleza.

Se dice que el fútbol es un deporte de caballeros practicado por bárbaros y que el rugby es un deporte de bárbaros practicado por caballeros. A diferencia del fútbol, quizá mucho más influenciado por la pasión latina desmedida, por el drama neorrealista de las clases obreras que lo practican, donde el engaño, la trampa y el código discepoliano de llorar para mamar son complementos del talento en la búsqueda del objetivo (la victoria, o llegar a Primera o ganar un Mundial), la ética noble del rugby (un juego bellísimo donde los caballeros avanzan retrocediendo) acepta sin chistar la decisión del referí, sobre todo porque un exceso en la queja puede significar un castigo perpetuo.

Y busca relativizar de esa manera la importancia del éxito y del fracaso ante algo más esencial, que es el deporte en sí mismo, el juego. Y eso se aplica en el partido y después del partido; la camaradería del tercer tiempo, el momento en que los rivales rinden tributo al doble filo dionisíaco de la embriaguez y nada duele ya, ni la derrota, ni los golpes en el cuerpo.

Al menos en la tradición argentina, el rugbier juega por placer, porque quiere, porque puede y porque siente que eso, en definitiva, es una escuela de valores que luego se aplican en la vida. La tradición de élite del rugby, nacida en las universidades victorianas del Reino Unido, se distingue del populacho futbolero de sangre mediterránea que cuestiona la autoridad o la injusticia. Si el futbolista argentino no acepta del todo la autoridad, es de alguna manera libre. Por lo tanto, el rugbier vernáculo es un rehén cautivo de las reglas que le imponen. Pasajero de una pesadilla.



Le pregunto a una amiga que es docente en una escuela privada de clase media alta de Tucumán, provincia en la que el rugby tiene preponderancia en los barrios ricos, por sus alumnos rugbiers y me dice que se distinguen porque son respetuosos de la autoridad.

¿Por qué los casos de violencia en manada de cada verano, en Pinamar, en Gesell, en Punta del Este o en Ferrugem, son protagonizados inexorablemente por jóvenes rugbiers?

La autoridad en el rugby contiene o encauza la violencia permitida en el campo de juego. En el fútbol se castiga fuertemente el uso de violencia. En el rugby lo que no se permite es el exceso.

¿Y entonces por qué los casos de violencia en manada de cada verano, en Pinamar, en Gesell, en Punta del Este o en Ferrugem, son protagonizados inexorablemente por jóvenes rugbiers (casi nunca de más de 23, casi siempre borrachos) y nunca leemos la historia de los seis futbolistas o los cuatro basquetbolistas o los dos tenistas que mataron a piñas y a patadas a uno solo?

¿Por qué se viraliza el video del rugbier rompiéndole la mandíbula desde atrás a un chiquilín, como un puñal trapero, y nunca aparece el de un judoca o un lanzador de jabalina?

Porque unos ocurren y los otros no existen.

Fue un invierno del siglo pasado. Unos amigos me invitaron al tercer tiempo de un club de rugby bonaerense para hacer la previa en el quincho antes de ir todos a una fiesta. Ya no era el tercer tiempo. Era tarde, había pasado la medianoche, quedaba un grupete de 10, casi todos borrachos. Todos teníamos veintipico. Ni bien puse un pie en el lugar vi una escena dantesca, que en realidad eran dos, una detrás de la otra, como Las Meninas de Velázquez, que dice una cosa para decir otra y todo a la vez.

En el primer plano, uno con apodo felino, creo que León o Puma o Gato, se masturbaba bajo la fluorescencia de dos tubos blancos mientras miraba la señal sin decodificar del viejo canal por** Venus. Era una Paj* sobreactuada, inconducente a los fines del placer del orgasmo, más parecida, vista desde el paso del tiempo, a un silencioso grito de deseo homosexual.

Mientras eso sucedía, en el plano de fondo, apenas un metro atrás del hombre que zarandeaba su miembro, el tercer tiempo me regalaba la imagen de tres grandotes que inmovilizaban a un compañero cuyo gesto de sumisión era total: se reía para pedir que lo suelten, mientras otros dos acercaban a su boca una botella de ron y una de vodka. Suplicaba con su risa, como diciendo, listo, ya está, me parecen muy graciosos, suelten. Se reía y los atacantes emitían aullidos, propios de la escena del bajo puente en La Naranja Mecánica, cuando entre varios dementes matan a patadas a un linyera.

Antes de que las bebidas blancas colapsaran la capacidad de retención de líquidos de la boca de la víctima, y antes de que finalmente tragara y vomitara casi al mismo tiempo, el maniatado intentó un último acto de supervivencia, usar la fuerza. Lo que recibió a cambio fue un trompazo en la cabeza, después otro y otro: la autoridad marcó los límites y la víctima acató con sumisión.

“El rugby hace referencia a la violencia de grupo, la más primitiva y la más fundamental: la de una tropa de machos armados sólo con su cuerpo”, sostiene la filósofa francesa Catherine Kintzler, que suele elogiar la nobleza de un deporte que, según ella, “controla la violencia”.

¿Por qué entonces los rugbiers jóvenes (los de la edad en que la muerte es algo tan lejano no existe) atacan en manada, usan su superioridad física como si fuera moral, y luego muchas veces son apañados por sus padres y las influencias de estos para evitar el castigo de la autoridad suprema, que es la ley, como pasó con el caso Malvino y los rugbiers correntinos hijos del caudillismo patronal local?

¿Hay que poner referís de rugby en las esquinas de Pinamar, Punta o Gesell para que la manada de búfalos rugbiers no asesine más o en los controles de alcoholemia?

Pienso en el muchacho apodado con nombre de felino, que cascaba su miembro mientras oía los aullidos de sus compañeros que torturaban a otro compañero en un tercer tiempo sin autoridad y releo a Rita Segato.

“La ideología del macho es aquella que hace pensar al hombre que si él no puede demostrar su virilidad, no es persona. Está tan comprometida la humanidad del sujeto masculino por su virilidad, que no se ve pudiendo ser persona digna de respeto, si no tiene el atributo de algún tipo de potencia. No sólo la sexual, que es la menos importante, también la potencia bélica, de fuerza física, económica, intelectual, moral, política. Todo esto está siendo concentrado por un grupo muy pequeño de personas y hoy el hombre es una víctima también del mandato de masculinidad. En el brote de violencia que tenemos la primera víctima son los propios hombres, pero no lo saben porque no consiguen verse o colocarse como víctima, porque sería su muerte viril. Lo que llamo mandato de masculinidad, es el mandato de tener que demostrarse hombre y no poder hacerlo por no tener los medios”.

En el cauce del análisis de Segato, podemos entonces pensar que existe una ideología del macho joven rugbier, y que es aquella que hace pensar al rugbier posadolescente que si no puede demostrar su superioridad física, su virilidad, su potencia de juventud, ergo no es rugbier adulto. Y si no es rugbier no es noble

De ser así, sería una existencia precaria.

Cuando golpean y acaso matan en manada los jóvenes rugbiers son la autoridad. El momento en el que al fin la violencia propia los encauza a ellos mismos. Cuando acatan fielmente su deseo, aunque a fin de cuentas, son rehenes de esa autosumisión.

Porque la constante de todos los ataques que protagonizan, la constante invariable, es el alcohol, el agente deshinibidor de la violencia que transpiran esos cuerpos cargados de virilidad acostumbrados a golpearse para dejar la pelota en el territorio enemigo. Avanzar retrocediendo.

Los asesinos de Villa Gesell tendrán la oportunidad de revisar el sentido de autoridad. En la cárcel los códigos son otros.

 
“Se sienten físicamente superiores”: expertos ven un vínculo entre el rugby y los ataques en patota
“Los rugbiers en general tienen un código de ética bastante estricto dentro del campo de juego, no se entiende por qué no lo aplican afuera”, dijo una de las psicólogas consultadas por Infobae, con motivo del asesinato de un chico de 18 años por un grupo de rugbiers. El factor grupal y un posible prejuicio de clase

19 de enero de 2020

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El ataque de un grupo de rugbiers contra Fernando Báez Sosa, el joven al que terminaron matando a patadas a la salida de un boliche en la ciudad balnearia de Villa Gesell, generó un debate: por qué estos hechos se repiten y cuál podría ser el vínculo entre este deporte y la actitud de los adolescentes que participaron de la pelea. Aunque algunos protesten por una supuesta estigmatización infundada de ese deporte, lo cierto es que no se suceden tantos casos de agresiones, peleas violentas e incluso asesinatos asociados a practicantes de otros juegos, como sí sucede con el rugby.

De acuerdo con psicólogos consultados por Infobae, es posible que los agresores se hayan sentido “superiores” a su víctima por ser jugadores de rugby, aunque el factor grupal y un posible prejuicio de clase también pueden haber influido.

Según Elvecia Trigo, quien se define a sí misma como la primera psicóloga youtuber, “la adolescencia es el momento en el que las hormonas están a ‘full’ y los chicos se sienten con impunidad para hacer lo que quieran”, por lo que es una etapa en la que “creen que todo vale".

“Los rugbiers, en general, tienen un código de ética que es bastante estricto dentro del campo de juego, no se entiende por qué no lo aplican afuera. Hay que tener en cuenta también la presencia del alcohol y las drogas: si están bajo esos efectos, no pueden medir las consecuencias”,
señaló la especialista graduada en la Asociación Escuela Argentina de Psicoterapia para Graduados (AEAPG).



Además, la licenciada resaltó que “el estar en grupo” podría haber impulsado a los agresores a comenzar la pelea, ya que “al estar en masa nos potenciamos y si algo nos molestó, lo atacamos”. El estar acompañado de otras personas genera una sensación de “indiferencia e impunidad porque no se sabe quién fue (el que mató a la víctima), no es la responsabilidad de uno que da la cara, no se sabe”.


Para Trigo, “sería interesante saber de qué colegio provienen" los 11 detenidos por el crimen y "en qué familias se criaron, porque les pudieron haber dado valores buenos para formarse, pero evidentemente no alcanzaron”. "Para llegar a esta situación de matar a alguien es porque no se los cuidó y no lo trabajaron en la escuela o en el grupo del club”, añadió.

"Se sienten una clase superior, pertenecen a una élite, no cualquiera es rugbier. Si este joven (que falleció) era de nacionalidad paraguaya (sus padres nacieron en ese país), es muy probable que se hayan ensañado más con él por no ser de una clase social alta”, agregó.

En este punto, coincidió la psicóloga y escritora Celia Antonini, quien dijo que quienes practican esta actividad “tienen sensación de mayor superioridad física”. Además, "hay un vínculo de estos hechos no con el deporte en general, sino con este tipo de deportes”.

En este sentido, Antonini resaltó que el rugby es una disciplina “de contacto”, por lo que sus jugadores “se sienten más fortalecidos y mucho más fuertes que el resto de las personas”. Justamente por esta razón se suele aconsejar a quienes padecen de “baja autoestima” la práctica de deportes como el boxeo o el rugby.

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Los presuntos responsables de la muerte del adolescente fueron detenidos poco después del crimen.

En otro orden, Antonini explicó que “existe algo que en psicología se llama efecto manada”; es decir, “existe un mecanismo que lleva a la necesidad de no ser rechazado socialmente”. El miedo al rechazo social “activa las mismas regiones neuronales que el dolor físico”, explicó.

“En el momento en que suceden las cosas el individuo que está en grupo no puede ponerse en contra de los demás. A veces, hay uno que dice ‘paremos’, pero el resto sigue y entonces esa persona se une al grupo, yendo incluso contra sus creencias o convicciones. Y pueden hacer cosas que están más allá de su ética, se van al diablo, porque sólo porque los arrastra la emoción colectiva”, precisó. “Las emociones, positivas o negativas, como en este caso la agresividad, se contagian a todo el grupo”, afirmó Antonini.

Finalmente, Alejandra Libenson, psicóloga y psicopedagoga especialista en crianza, opinó que “el deporte tiene sus propios valores, implica formar parte de un grupo, tener un objetivo en común”, por lo que los agresores pudieron actuar sin medir las consecuencias “porque para ser valorado hay que demostrar la fuerza”.

La experta, que trabaja en la prevención de las “violencias invisibles” y comenzará un programa al respecto en radio RZ, sostuvo que “las patotas y las bandas no soportan las diferencias y no pueden reprimir las ganas de poner el cuerpo para ser valorados” por sus pares.

“Entre los jóvenes se replican las mismas diferencias que entre los adultos y, si los prejuicios están instalados en las familias de los chicos, inciden en ellos también. Esa cuestión de la discriminación, de juzgar al otro por lo que tiene y no por lo que es, se genera en la familia y se traslada a los jóvenes en sus actitudes afuera de la casa", concluyó.

 
La larga lista de hechos de violencia protagonizados por rugbiers
El asesinato a golpes de Fernando Báez Sosa, un chico de 18 años, a la salida de un boliche de Villa Gesell puso nuevamente en debate un comportamiento que se viene reiterando en los últimos tiempos: los ataques en patota de jóvenes que practican este deporte. El repaso de los antecedentes. El paralelo con el caso Malvino, un joven de 21 años asesinado a golpes por una patota de “niños bien” en 2006

18 de enero de 2020




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Asesinato de Fernando Báez Sosa en Villa Gesell

El crimen del joven de 18 años a la salida de un boliche de Villa Gesell volvió a traer al debate público un tipo de comportamiento que parece repetirse continuamente: violentos ataques en patota protagonizados por jóvenes rugbiers. Aunque algunos protesten por una supuesta estigmatización, la asociación no es caprichosa; no suelen darse este tipo de noticias de agresiones asociadas a practicantes de otras disciplinas deportivas.


En la madrugada del sábado, un grupo de 11 jóvenes de entre 18 y 21 años golpeó y pateó en el suelo a Fernando Báez Sosa hasta dejarlo inconsciente. A los pocos minutos, mientras se esperaba a la ambulancia, murió en la calle, en el sitio donde había caído por la violenta agresión de que había sido víctima.

La noticia del asesinato causó conmoción. Sin embargo, no se trata del primer hecho de estas características que se registra en los últimos tiempos.

Hace menos de dos semanas, se volvió viral el video de un chico que le dio un golpe en la cara a traición a otro joven en una fiesta al aire libre en Punta del Este.



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Ataque a traición en una fiesta en Punta del Este

La víctima, identificada como Alejo Iturrieta, tuvo que ser trasladado de urgencia a Buenos Aires y operado por una fractura en la mandíbula. Mientras que el agresor, que jugaba al rugby en un club de Uruguay, sufrió un fuerte repudio en las redes sociales, pero no fue detenido.

En agosto del año pasado, cinco rugbiers de un club de Rosario fueron condenados a pagar $610 mil a tres jóvenes a los que golpearon en un boliche bailable dos años atrás. Además, tuvieron que acceder a dar clases de ese deporte en cárceles de Santa Fe durante dos años.

El hecho había ocurrió durante la madrugada del 5 de noviembre de 2017 en el boliche "Wallas", ubicado en la costanera central de Rosario. Allí se desató la pelea por la cual fueron acusados por varios hechos de lesiones dolosas un grupo de rugbiers del Club Gimnasia y Esgrima. Entre las víctimas de la golpiza estuvieron los propios "patovicas" del lugar, que sufrieron heridas y uno debió ser intervenido quirúrgicamente.

En octubre de ese mismo año las redes sociales también se convulsionaron con las imágenes de varios juveniles del San Isidro Club, que derribaban y maltrataban a un hombre mayor en estado de ebriedad y vulnerabilidad.

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Ataque en una fiesta del SIC

En un principio, se denunció que la víctima de la agresión era un linyera que se encontraba en el lugar. Sin embargo, luego se supo que era un hombre que formó parte de la camada 1979 en el primer equipo de rugby.

Según se puede ver en el video, uno de los jóvenes lo atacó desde atrás y lo derribó. A los pocos segundos, un compañero del agresor también cargó contra el hombre mayor y lo volvió a tirar al suelo.




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Pelea en Monte Hermoso

Dos años atrás, en Monte Hermoso, Emanuel Eduardo Orta Díaz, de 17 años, terminó hospitalizado e intervenido quirúrgicamente por un coágulo de sangre en la cabeza tras el ataque de un grupo de jugadores de rugby en una pelea callejera en pleno centro de la ciudad.

El episodio se conoció a raíz de la viralización del video de una cámara de seguridad de la localidad balnearia que registró el momento. Todo había comenzado dentro de un boliche, donde uno de los amigos de la víctima chocó sin intención a una chica.

Por esta situación, los rugbiers increparon a la víctima y, mientras éste intentaba calmarlos, recibió una trompada en la cabeza desde atrás que lo hizo desplomar al piso.


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En 2016 cuatro rugbiers del club Los Cedros atacaron a un policía en Río de Janeiro, tras una discusión en una discoteca.

El comisario Gustavo Ribeiro acabó con una fractura en el maxilar y un diente roto y denunció por "lesiones corporales graves" y "desacato" a los argentinos

El caso más impactante por sus consecuencias letales -y por su similitud con el que acaba de ocurrir en Villa Gessell- fue el asesinato de Ariel Malvino, quien murió en Brasil en 2006 a raíz de una golpiza que le propinaron tres rugbiers argentinos, oriundos de la ciudad de Corrientes, de vacaciones en el lugar. Una patota de “niños bien”, como los definió el padre de la víctima, quien todavía, a 13 años del hecho, está a la espera del juicio a los asesinos de su hijo.

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Ariel Malvino, asesinado en Brasil por tres rugbiers argentinos, oriundos de Corrientes

Agredieron a Malvino cuando éste quiso interceder para frenar una pelea. No conformes con golpearlo y derribarlo, uno de ellos levantó una roca y se la tiró a la víctima a la altura de la cintura. Malvino quedó convulsionando en el piso y luego murió a causa del golpe.

Violencia de género

El caso de la joven que descubrió que un grupo de rugbiers compartía fotos íntimas suyas y de otras chicas sin consentimiento se enmarca dentro de la violencia de género y también merece ser repudiado.

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En esta oportunidad, la víctima expuso a los jóvenes en las redes sociales y logró que el club los suspendiera por sus acciones. “El que me sacó la foto hace una hora se reía del sticker, yo estoy llorando hace 2 días”, publicó en Twitter.

 
Gracias por el hilo. Uno de los padres de uno de ellos lo defiende dice que no estuvo allí pero otros dicen que hay pruebas. A ver en qué queda este caso
 
Gracias por el hilo. Uno de los padres de uno de ellos lo defiende dice que no estuvo allí pero otros dicen que hay pruebas. A ver en qué queda este caso
Típico!!!
Estos chicos de algún lado sacan los espantosos valores con que se manejan...
Los padres siempre tapan las barbaridades que hacen sus hijos
Pero no piensan que hay otros padres llorando la pérdida provocada por "sus" hijos!!!
Terrible forma de criar a los hijos, resultados a la vista.
 
El tuit de uno de los rugbiers antes de viajar a Villa Gesell para "romper lo que nos faltó el año pasado”
Lucas Fidel Pertossi tiene 20 años y es uno de los once acusados de la muerte de Fernando Báez Sosa. Tras quedar detenido, sus perfiles de las redes sociales fueron eliminados

20 de enero de 2020



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Lucas Pertossi (derecha)

Once jóvenes permanecen detenidos en Villa Gesell acusados de matar a golpes a Fernando Báez Sosa a la salida de un boliche en la madrugada del sábado. El fiscal caraturó la investigación como "homicidio agravado por concurso premeditado de dos o más personas y alevosía”, una figura que prevé una pena máxima de prisión perpetua.

El caso conmocionó a la opinión pública y volvió a poner en debate el problema de la violencia entre jóvenes. Específicamente, el foco quedó puesto en los grupos de rugbiers, que en los últimos años han protagonizado una interminable lista de agresiones.

En ese marco, los posteos en las redes sociales de algunos de los acusados toman un carácter casi premonitorio. Todo constituye materia de investigación.

Lucas Fidel Pertossi tiene 20 años y es uno de los acusados por el crimen. Apenas dos semanas antes de ser detenido junto a sus amigos, publicó un mensaje que evidencia el estado de descontrol que reinó durante su estadía en la costa.



“Fua no falta nada para irnos a gesel (sic) con los pibes, a romper lo que nos faltó el año pasado”, escribió el 4 de enero. Tras quedar detenido, Pertossi eliminó todos sus perfiles de las redes sociales; sin embargo, la captura fue viralizada por usuarios indignados por el episodio.

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La cuenta de Pertossi fue cerrada tras su detención

Los acusados son todos oriundos de Zárate, de entre 18 y 21 años, la mayoría jugadores de rugby del club Arsenal, que habían viajado a Villa Gesell a pasar sus vacaciones.

El sábado pasado a la madrugada, tras una discusión que se produjo en el interior del boliche Le Brique con otro grupo, los rugbiers los atacaron brutalmente, ensañándose en particular contra uno de ellos hasta matarlo. El hecho quedó registrado por una serie de videos de testigos.

Lucas Pertossi sigue detenido junto a Matías Benicelli, Ayrton Violaz, Macimo Thomsem, Luciano Pertossi, Alejo Milanessi, Enzo Cornelli, Juan Guarino, Ciro Pertossi, Blas Cinalli y Pablo Ventura. Hasta el momento los primeros diez se negaron a declarar.

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“Hay que dividir. Yo a algunos les imputo la coautoría, que son los que golpearon en la cabeza a Fernando, que se ven en todos los videos. Esos serían coautores. Uno de ellos es el que le aplica la patada que, según la autopsia, es la patada mortal. Después hay partícipes, porque el resto estuvo acompañándolo y también participaron de la pelea pero con los amigos de Fernando”, explicó ayer el fiscal Walter Mercuri, de la UFI N° 8 de Madariaga.

 
Por qué los rugbiers que asesinaron a Fernando Báez Sosa podrían recibir prisión perpetua
La carátula de la causa pasó de “homicidio en riña” a "homicidio agravado por concurso premeditado de dos o más personas y alevosía”. Qué penas corresponden

20 de enero de 2020



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10 de los 11 detenidos se negaron a declarar (Christian Heit)

Los autores de la salvaje agresión que terminó con la vida de Fernando Báez Sosa podrían recibir una pena de prisión perpetua, según precisaron especialistas en el tema a Infobae. Hasta el momento hay 11 detenidos por asesinato del joven estudiante de Derecho. Los acusados son todos jóvenes oriundos de Zárate, de entre 18 y 21 años, la mayoría jugadores de rugby del club Arsenal, que habían viajado a Villa Gesell a pasar sus vacaciones.

El sábado pasado a la madrugada, tras una discusión que se produjo en el interior del boliche Le Brique con otro grupo, los rugbiers los atacaron brutalmente, ensañándose en particular contra uno de ellos. El hecho quedó registrado por una serie de videos de testigos.

Esas imágenes documentaron los minutos finales de la vida del joven de 18 años, cuyos restos fueron inhumados esta mañana en el cementerio de la Chacarita tras una ceremonia de la que participaron un centenar de personas, entre amigos y familiares.

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Son en total 11 los detenidos por el crimen del joven de 18 años



En un primer momento la causa fue caratulada como “homicidio en riña”, un delito que prevé una pena de entre 2 y 6 años de prisión y es considerablemente más leve que la que le corresponde a un homicidio simple (de 8 a 25 años).

Sin embargo, antes de iniciar las indagatorias, el fiscal Walter Mercuri de la UFI N° 8 de Madariaga y la fiscal Verónica Zamboni, de la UFID N° 6 de Villa Gesell, cambiaron la tipificación a "homicidio agravado por concurso premeditado de dos o más personas y alevosía”, por lo que los culpables enfrentarían una pena de prisión perpetua.

Como estipula el artículo 95 del Código Penal, para que una muerte quede encuadrada dentro de la figura del homicidio en riña, en el hecho deben participar “dos o más personas sin que constare quiénes causaron” la muerte o las lesiones. En ese caso, “se tendrá por autores a todos los que ejercieron violencia sobre la persona del ofendido y se aplicará reclusión o prisión de dos a seis años en caso de muerte y de uno a cuatro en caso de lesión”.





Los minutos finales de la golpiza que recibió Fernando Báez Sosa



Esta figura legal ha recibido cuestionamientos en el mundo del derecho debido a que muchos especialistas entienden que al no estar claro quién es el autor del delito no se estarían respetando los principios de inocencia y de culpabilidad. Esto obligó a la Corte Suprema a sentar un precedente en 2006. En el caso “Antiñir” el máximo tribunal convalidó la tipificación y determinó que la misma era constitucional.

“Por lo que se pudo conocer a través de los videos y de las primeras informaciones, este caso no parecería encuadrar en un homicidio en riña. Para que haya una riña la tienen que protagonizar dos grupos de personas. Entiendo que la estrategia de la defensa tal vez encare para ese lado porque es una pena de menor cuantía”, explicó Gabriel Iezzi, abogado especializado en derecho penal, a Infobae.

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Fernando Báez Sosa tenía 18 años y estaba por ingresar a la carrera de Derecho en la UBA

“Si bien hubo aparentemente algún empujón o insulto adentro del boliche no parece que ese sea el caso”, indicó. “Hubo un grupo de personas determinadas que son estos 11 jugadores de rugby de Zárate, que además habían consumido alcohol, y directamente salieron con toda la intención de agredir”. La autopsia, además, reveló que Báez Sosa murió a causa de un traumatismo severo de cráneo: un golpe muy fuerte en la cabeza que le provocó un sangrado interno y la muerte inmediata.

“El hecho es un homicidio en riña en la medida de que el muerto se defienda. Cuando el muerto no se defiende empiezan a jugar otros factores al momento de decir que hay involucramiento de dos o más personas y alevosía”, aclaró por su parte el abogado Christian Poletti. “La premeditación o el concurso premeditado de dos o más personas es tener la intención de matar a alguien. Lo que está haciendo la fiscalía es señalar que las las personas tuvieron el dolo directo, que quisieron matarlo”, explicó, pero aclaró: “Me parece que es una imputación difícil de acreditar”.


Familiares, amigos y la novia de Fernando Báez Sosa despidieron los restos del joven en el cementerio de Chacarita (Adrián Escandar)

Para Iezzi, sin embargo, “la mirada jurídica inicial es correcta”: “Coincido con el fiscal, me parece que está trabajando muy bien. No hay elementos para determinar que haya habido una riña; para que eso ocurra dos grupos tienen que agarrarse a golpes. Acá lo que parece que estaban sentados ahí y fueron directamente a agredirlos", señaló. "La calificación por supuesto es provisoria y hay mucho para discutir, pero coincido en que es premeditado y agravado por alevosía”.

El primer agravante para el letrado se da por la manera en que se produce la brutal agresión. “No es espontáneo. Espontáneo es si voy caminando por la calle, alguien me mira mal y nos agarramos a trompadas. A este chico lo fueron a buscar. Tuvieron el tiempo para poder recapacitar y tuvieron la intención clara de agredir y lastimar. Son chicos grandes y por lo que se puede ver en las imágenes deberían haberse representado que podría producirse la muerte y no les importó”. La alevosía, en tanto, “está dada en la virulencia de los golpes, el exceso en la violencia”.

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La mayoría de los acusados por el crimen son jugadores de rugby oriundos de Zárate

Este domingo, a raíz del análisis de los videos de la agresión, el fiscal reveló que habría identificado a tres de los jóvenes que golpearon a la víctima en la cabeza. Además, el fiscal aseguró que tiene pruebas que confirman que los rugbiers “participaron de la gresca”, aunque aclaró que no todos le pegaron al joven fallecido. Sin embargo, en caso de ser considerado partícipe necesario del delito, también les cabría la misma pena. “Nuestro Código Penal no distingue entre autores y partícipes necesarios”, explicó Poletti.

En Argentina, según señala el artículo 13 del Código Penal, la persona que fuera condenada a reclusión perpetua, una vez cumplidos los 35 años de condena, puede obtener la libertad por resolución judicial, “previo informe de la dirección del establecimiento e informe de peritos que pronostique en forma individualizada y favorable su reinserción social” con una serie de condiciones. Es decir que, en caso de recibir esa pena, los acusados saldrían en libertad después de los 53 años.

Este domingo por la tarde, 10 de los detenidos –cinco de ellos alojados en la Comisaría 2da de Gesell y otros cinco en la comisaría 1era de Pinamar– se negaron a declarar. Esta mañana, sin embargo, sí declaró en indagatoria Pablo Ventura, el detenido número 11, que fue señalado por el resto de los acusados e intenta probar que se encontraba en Zárate al momento que ocurrió el hecho.

Según pudo saber Infobae, a los 11 acusados se les tomará una muestra de sangre para contrastar con las muestras hemáticas que había en la ropa y elementos que fueron secuestrados.

 

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El desgarrador mensaje de la novia de Fernando Báez Sosa en las redes sociales
Salían desde hace diez meses y se habían anotado para estudiar juntos la carrera de Derecho en la Universidad de Buenos Aires

20 de enero de 2020



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Julieta Rossi y Fernando Báez Sosa estaban de novios desde hacía diez meses.

Julieta Rossi se unió a Twitter en abril de 2019. Hasta el pasado viernes 17 de enero del 2020, la joven de 18 años, usaba la red social para retuitear comentarios o memes divertidos. En los últimos días sin embargo, su timeline está repleto de mensajes que piden “Justicia” por la muerte de Fernando Báez Sosa, su novio asesinado a golpes por un grupo de rugbiers del club Náutico Arsenal Zárate en la ciudad balnearia Villa Gesell.

Entre la catarata de tuits uno fue escrito por ella. Tiene fecha del domingo 19 de enero a las 22.12 hs y una imagen donde se la ve junto al joven en la playa. “Fer mi amor, feliz mes. Voy a contar por los dos para siempre”, escribió Julieta.

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El tuit que escribió Julieta para despedir a Fernando Báez Sosa.





Julieta y Fernando iban a cumplir diez meses juntos. Según manifestó la joven en una entrevista al programa Crónicas de la tarde (eltrece) salían desde febrero de 2018, pero recién se pusieron de novios a principios de 2019. “Veníamos organizando todo para nuestro aniversario. Yo le decía a Fer: ‘Vamos a ir a la playa a mirar el atardecer y comemos los panqueques que te gustan’. Hacía una semana que no lo veía”, contó la joven entre lágrimas en comunicación telefónica con el ciclo conducido por Mónica Gutiérrez.

Horas antes se la vio en el cementerio de la Chacarita llorando desconsoladamente. En sus manos llevaba una caja de zapatillas deportivas color naranja donde guardaba todos los recuerdos de Fernando: desde fotos impresas, cartas de amor, hasta un envase de su desodorante favorito marca Hugo Boss. “Era el amor de mi vida. Mi mejor amigo, mi novio, mi compañero y no está más: lo mataron”, aseguró.



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Julieta Rossi en el cementerio de la Chacarita. En sus manos llevaba una caja de color naranja, donde guardaba las cartas de amor que pensaba darle a su novio Fernando Báez Sosa.

Además de un noviazgo reciente, Julieta y Fernando compartían su pasión por el Derecho. Tan es así que, luego de hacer el ciclo básico común, se habían anotado para cursar la carrera juntos en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Acerca de la discusión que desencadenó el crimen de su novio durante la madrugada del sábado 18 de enero a la salida del boliche Le Brique (ubicado sobre la Avenida 3 y la calle 102 de Villa Gesell), Julieta aseguró que Fernando jamás se hubiera peleado con nadie. "Era un persona amorosa. Siempre me decía cuánto me quería, lo linda que era y que se sentía un afortunado por estar conmigo”, concluyó en medio del llanto.

 
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