Autoestima y otros temas de psicología

Deja de culpar a otros de tus problemas y toma el control


Culpar a los demás y a las circunstancias es una forma fácil de no asumir la propia responsabilidad, una forma de disculparse frente a lo que ocurre. Pero también es la forma más eficaz de perder el control sobre la propia vida.

Muchas personas necesitan echarle la culpa a los demás y/o a las circunstancias, porque al sentirse víctimas también justifican lo que les ocurre. Así no necesitan hacer nada, y les basta con quejarse y esperar -como si eso fuera suficiente-.


“La gente está siempre culpando a sus circunstancias por lo que son. Yo no creo en las circunstancias. La gente que progresa en éste mundo es la gente que se levanta y busca las circunstancias que quiere, y, si no puede encontrarlas, las hace.”
-George Bernard Shaw-

Necesitamos encontrar una causa
La incertidumbre no es algo con lo que sea fácil vivir. Necesitamos saber dónde, qué y por qué, mantener el control y saber que de alguna forma se va a solucionar el problema. Así, si la culpa es de otro, la responsabilidad de la solución también.

Encontrar a alguien a quien culpar puede darnos la sensación de que se ha resuelto un problema cuando no hemos comprendido realmente su causa y su efecto. Pero culpando al los demás quedamos fuera de juego, a merced de lo que pueda pasar, sin capacidad ninguna para manejarnos.

Tomar el control de la propia vida culpando menos a los demás
Algunas personas tienen la satisfacción emocional de hablar de lo malas que son otras personas. Sin embargo, la investigación ha encontrado que cuando se habla negativamente de alguien, es más probable que el que escucha asocie la negatividad al que habla mal del otro. Los investigadores llaman a esto transferencia espontánea de rasgos.

Se necesita ser una gran persona para aceptar e interiorizar la propia responsabilidad sobre lo que ocurre. No se trata de cargar con toda la culpa cuando hay responsables, sino de ser capaz de aceptar la responsabilidad cuando realmente corresponde.

Si todo es culpa de alguien más, entonces, ¿qué parte puedo jugar en mi propia vida?, ¿mis acciones permanecerán sin consecuencias?, ¿soy tan impotente? Saber que podemos aceptar nuestra responsabilidad cuando las cosas van mal también significa que podemos aceptar la responsabilidad cuando las cosas van bien.

Tenemos que desarrollar la capacidad de ser lo suficientemente objetivos sobre nosotros mismos como para ser capaces de evitar asumir que probablemente nunca podríamos habernos creado problemas. También tenemos que distinguir entre aceptar la responsabilidad y sancionarnos a nosotros mismos indebidamente.


Busca la causa, pero no cualquier causa
Si algo no funciona, es fácil ser creativo y encontrar alguna razón para culpar a otra persona. Hay que aprender a relajarse y superar esa necesidad de buscar responsabilidades como primer objetivo, tolerar la incertidumbre temporal de no saber hasta obtener una perspectiva más amplia de las cosas. Hay que tomarse tiempo. Encontrar un culpable no soluciona nada.

“Cuando se es joven, es fácil sentirse molesto y protestar por muchas cosas, pero luego uno se da cuenta de que si uno logra controlarse causa menos problemas.”
-Natsume Soseki-

Solo puedes crecer si te retroalimentas correctamente

Ser objetivo a la hora de reconocer un error es la forma de mejorar y desarrollarse. No progresamos como seres humanos simplemente por sobrevivir y armarnos contra el mundo. Tenemos que desarrollar la capacidad de responder a la vida y a retroalimentarnos a nosotros mismos evitando los efectos de la baja autoestima o la vanidad.

No hay ninguna vergüenza en cometer un error o en fracasar en algo. Solo una retroalimentación correcta sobre las causas nos permitirá aprovechar para mejorar. No crecemos esquivando errores, sino analizando sus causas y reconociendo las debilidades y limitaciones para buscar y poner remedio.

Olvida la culpa y céntrate en hacer mejor las cosas
Para algunas personas la culpa lo es todo. Pero luego, ¿qué queda?, ¿se soluciona algo con eso? Olvida la culpa y céntrate en tu objetivo, en solucionar lo que puedas y cambiar lo que haga falta para mejorar y hacer las cosas correctamente.

Por Eva Maria Rodríguez
 
¿Tienes miedo al qué dirán?



No podemos evitarlo, vivimos en sociedad. Somos criaturas sociales enmarañadas a su vez por múltiples escenarios que nos determinan casi sin querer: una familia, unos amigos, unos vecinos, unos compañeros de trabajo…

Entre todos formamos una especie de sándwich cuajado de colores y sabores con los que hemos de aprender a convivir.


Pero el convivir, no implica no poder vivir en libertad y actuar de modo autónomo según nuestros deseos y caprichos, según nuestra voluntad. Aunque en ocasiones para mucha gente es complicado…

“El qué dirán” es una sombra de doble filo que siempre ha existido, que pone muros a nuestra libertad, que frena nuestros pasos y que nos obliga a estar atentos para no quebrantar esas normas implícitas de lo que se supone, “está bien”.

Son muchos los escenarios sociales que aún están impregnados de prejuicios sociales, de ese polvo rancio que no solo vive en los pueblos pequeños detrás de los visillos.

También existe en muchos trabajos, en muchas calles de nuestras ciudades, e incluso en nuestras propias familias… Pero, ¿cómo vencer este temor?

Claves para afrontar el temor al “qué dirán”
1. Vence tu temor al rechazo
Si tu felicidad se está viendo obstaculizada por esa barrera, detente a pensar un momento en esa situación ¿De verdad merece la pena?


Si lo que temes de verdad es ser rechazado por esa familia, esos amigos o esa sociedad, deberás poner en tu balanza ambas partes para ver qué pesa más en tu corazón.

No podemos ser aquello que no somos, ni callar eternamente nuestros pensamientos y deseos. El aparentar ser algo que no somos deja asomar un día u otro la frustración, y con ella, la baja autoestima.

No vale la pena. Nuestro equilibrio personal es lo primero, al igual que nuestra felicidad.

2. Es imposible gustar a todo el mundo
Hay algo que debemos tener claro desde el principio, algo que deberían enseñarnos desde niños: es imposible gustar a todo el mundo. Y no solo es imposible, es incluso saludable.

Cada uno de nosotros tenemos una personalidad, unos criterios y una voz. El no encajar con otras personas pone a su vez unos límites adecuados que nos dan identidad.


No tenemos por qué llevarnos bien con personalidades egoístas que no respetan a otras personas. Que humillan y destruyen. El no llevarme bien con ese tipo de personas me ofrece autonomía y respeto a mi propia escala de valores. Es algo necesario e higiénico.

Y aún hay otro aspecto que debemos comprender: cuánto más inseguros nos mostremos, y menos claras tengamos nuestras ideas, peor nos valorarán.

Define tus criterios, tus posiciones, mantente firme en tus valores y defiéndete. Las personalidades bien desarrolladas y con una fuerte autoestima no se dejan vencer, y no tienen por qué temer al “qué dirán”.

3. Acepta las críticas
Es algo normal, esperable y comprensible. Es parte de la vida y hay que tratar de analizarlas como lo que son: “otros puntos de vista”. Y como tales, debemos respetarlos sin llegar a dramatizar.

Cada uno de nosotros dispondremos de un enfoque de lo que es la vida, y con esos puntos de vista variados y diversos hemos de aprender a convivir. Pero siempre sin juzgar o llevar a los extremos.

4. Defiende tu posición
Puede que otros quieran imponer sus ideas sobre ti. Que pregonicen sobre sus propias moralidades, sus propias normas sociales, sobre lo que está bien y lo que está mal. Pero nunca lo permitas.

Debes defender tus posturas, tus ideas y tus necesidades, no te dejes vencer o infravalorar… porque cuando atacan a tus propios valores, estarás perdiéndote a ti mismo/a.

5. Actúa según tus propios principios
Esta idea es aplicable a cualquier ámbito. Incluso cuando vas a comprarte ropa y te dejas influenciar por quienes te acompañan.

Haz siempre lo que te haga sentir bien, lo que te permita ser feliz en las pequeñas y en las grandes decisiones. Porque si vamos perdiendo la voz poco a poco, llegará un momento en que ni siquiera nos escuchemos a nosotros mismos.

¿Vale la pena? Desde luego que no. Reclama tus derechos y dilo en voz alta. “El qué dirán”, es solo un viento frío y rancio que no tiene por qué afectarte.

Por Valeria Sabater
 
LO QUE RECIBES, ES LO QUE DAS


No me canso de repetirlo y de repetírmelo, “si no te gusta lo que recibes, párate y mira a ver qué es lo que estás dando”. Lo fácil, lo rápido, lo automático es quejarse de que no recibimos lo que nos gustaría y culpar a las personas o circunstancias de nuestro entorno de ser las causantes de nuestra insatisfacción. Sin embargo, sabiendo que ésto no resuelve, no desbloquea, insistimos en perpetuarlo, de manera que cada vez recibimos más dificultades que tildamos de “injusticias”.


La vida tiene un estupenda manera de enseñarnos y lo hace devolviéndonos el reflejo de nuestras acciones. Y esa es la parte difícil, querer ver que aquello que viene a tu vida, es el efecto boomerang de lo que tú previamente has enviado. Es la forma que adopta de comunicarse con nosotros para que podamos mejorar y aprender de nuestros pequeños o grandes fallos.




    • Belén se queja de que su hija le reclama demasiado tiempo, que siempre quiere jugar y acaba molestando. Ella la apremia y todo termina en un conflicto. Se siente agobiada. Lo que no quiere ver es que es ella la que está abrumada y es incapaz de relajarse y ser feliz un minuto. La hija le devuelve el reflejo del malestar interior que ella siente.
    • Cristina es maestra de primaria, se lamenta de que los niños son insoportables, no la hacen caso y la desafían contínuamente. Ella está nerviosa, insegura y siempre les acaba gritando. Ella da nerviosismo e inseguridad y eso es lo que ellos le devuelven. En ella no hay amor ni alegría y es lo que le evidencian sus alumnos.
    • Carmen es dependiente y está necesitada de amor. En sus relaciones busca ese amor como sabe: es sumisa para que no la abandonen y a la vez exigente y demandante por su propia inseguridad. Ella no da amor sino inestabilidad y recibe dudas y vacilaciones.
    • Pablo se queja de que sus amigos quedan entre ellos y casi nunca cuentan con él. Él es vehemente e impone de malos modos sus ideas. Recibe rechazo de sus amigos.
No queremos darnos cuenta pero siempre es así: acabamos recibiendo exactamente lo que damos. Éste es un indicador fundamental porque nos ayuda a saber que muchas de las cosas que nos pasan las hemos provocado nosotros inconscientemente, aunque buscando resultados totalmente diferentes. Acepta que algo estás haciendo mal, y eso solo lo puedes encontrar dentro de ti mismo, no fuera.

Revisa tu ego y no pretendes que el otro te dé lo que a ti te gustaría porque lo que te va a devolver irá en función de lo que él esté recibiendo de ti. No hay que buscar explicaciones a lo que nos ocurre fuera de nosotros cuando allí no está la respuesta.

Si cada vez que el entorno te devuelve algo que no te gusta, que te molesta, que te altera, tuvieras el valor y la seguridad en ti mismo de mirar a ver qué es lo que hay dentro de ti que esté causando ese daño, crecerías hasta cotas inimaginables porque empezarías a encontrar “tu verdad” en forma de respuestas que todo tu entorno te está regalando con generosidad. Por eso tu enemigo es tu maestro. Aquél que más te daña te está mostrando aquello que tú estás dando. Como no puedes dar lo que no tienes, necesariamente tendrás que revisarte. Por eso debes centrar tu atención en lo que recibes, para preocuparte de lo que das.

A eso se le llama tomar conciencia. Tomar conciencia es despertar a algo en ti que siempre había estado allí y aún no te has dado cuenta.
No puedes dar lo que no tienes, para dar amor hay que tener amor dentro de uno mismo. Si eres honesto, aquello que recibas te hará comprender lo que aún eres incapaz de dar.
No esperes que la vida te devuelva una sonrisa cuando tú lo que das es malhumor, desconfianza, inseguridad, odio…

Todo te viene de vuelta y visto así ¡Qué fácil es aprender!, si quieres, ¡claro!

Por Arancha Merino


 
Última edición:
EMOCIONES AUTÉNTICAS Y FALSAS
APRENDE A DISTINGUIRLAS




Parece muy simple decirlo, y la realidad es así de sencilla: cuando te sientes bien, cuando tus problemas los resuelves con facilidad y sin dramatismos, cuando estás lleno de energía y vitalidad, cuando te sientes optimista… es que estás utilizando emociones auténticas.

Una emoción es auténtica cuando responde al estímulo que la moviliza. Esto aniquila los términos “emoción positiva” y “emoción negativa” que han quedado obsoletos al comprobar que todas las emociones son necesarias y que no siempre el miedo o la rabia han de ser negativos.

¿Y qué estímulo es el que moviliza a una emoción para que esta sea auténtica?
En primer lugar he de decir, que cada emoción debe entrar en funcionamiento ante un único estímulo. Así obtendremos los beneficios propios de cada una y podremos comprobar que todas las emociones, si se utilizan bien son fundamentales para una vida de bienestar:

  • El MIEDO responde al estímulo de AMENAZA, y su objetivo es poner límites a cualquier invasión o peligro con la finalidad de obtener SEGURIDAD. Ana estaba molesta porque su mejor amiga la llamaba a cualquier hora sin tener en cuenta su intimidad, empezó a sentir rabia y a criticarla a sus espaldas. La rabia en este caso sería una emoción falsa pues el estímulo es de amenaza, con el miedo auténtico pondría límites pidiendo respeto y se sentiría más segura.


  • La TRISTEZA responde al estímulo de PÉRDIDA, y su objetivo es pensar para resolver y así aprender y DESARROLLARSE. A José le dejó su pareja, él sintió miedo de quedarse solo y no encontrar otra historia de amor tan bonita como la que vivió, eso le tenía angustiado. El miedo era una emoción falsa pues lo que sufrió fue una pérdida no una amenaza. Con la tristeza aceptaría y buscaría fórmulas para mejorar desde la experiencia pasada.
  • La RABIA responde al estímulo de MENTIRA (manipulación, abuso, traición, injusticia), y su objetivo es ponerse en acción con la finalidad de reaccionar y cortar con el engaño de manera a hacer JUSTICIA. Eva sufrió la traición de un compañero en su propio negocio, sintió tristeza pues no esperaba semejante desenlace, por ello se sentía culpable y no levantaba cabeza. La tristeza era una emoción falsa pues estamos hablando de traición. Con la rabia se hubiera expresado y hubiera cortado sin más con el traidor llevando así la justicia a su vida.
  • El ORGULLO responde al estímulo de ADMIRACIÓN, y su objetivo es atreverse a valorar lo grande en los demás y en uno mismo evitando comparaciones, su finalidad es el RECONOCIMIENTO. Silvia fue invitada a participar en un Congreso con una ponencia, empezó a sentir miedo y ello la llevó a sentirse inferior a los demás ponentes. El miedo era una emoción falsa que la debilitaba. Lo adecuado hubiera sido sentir orgullo por el resto de conferenciantes y también por ella misma que tenía la oportunidad de dar un paso valiente en pos de sus sueños.
  • El AMOR responde al estímulo ESPACIO SEGURO, y su objetivo es la entrega a todo aquello que merezca la pena con el fin de lograr la PERTENENCIA con quien uno elija. Marta se dedicaba a “salvar” a todas las personas a las que veía necesitadas para luego quejarse amargamente de que no recibía ni una pequeña parte de lo que daba. Aquí la emoción falsa es el amor, pues entregar a quien solo se quiere aprovechar es una amenaza, no un espacio seguro. La emoción auténtica sería sentir miedo de sí misma y ponerse límites a la hora de su entrega.
  • La ALEGRÍA responde al estímulo de REGALO INESPERADO, y su objetivo es abrirse a las oportunidades y fluir con la vida en libertad con la finalidad de sentirse en PLENITUD. Manuel era un poco cascarrabias y le molestaba que su mujer fuera a yoga y luego se quedara a tomar una cerveza con sus amigas, lo veía como algo injusto mientras él se aburría solo en casa. Sentía rabia falsa. Lo auténtico hubiera sido conectar con la alegría del disfrute y buscar él algo que le resultara placentero en lugar de amargar la alegría de los demás.
Con estos ejemplos, podrás comprobar que todas las emociones pueden ser muy perjudiciales cuando se utilizan ante el estímulo que no corresponde. Por ello no existen emociones positivas o negativas sino auténticas o falsas, es decir, adecuada o inadecuamente utilizadas. Tan solo es cuestión de re-aprender su lenguaje, estar alerta al estímulo y utilizar la emoción correcta en cada caso.
Una emoción falsa, SIEMPRE viene acompañada de malestar, de energía negativa, de falta de vitalidad y entusiasmo, de problemas que se acumulan uno tras otros, de ansiedad, estrés y otras somatizaciones que producen las disfunciones emocionales provocadas por la utilización de emociones que no responden a su estímulo.
La envidia, el resentimiento, los sentimientos de culpa, las relaciones interesadas, la dependencia, la impotencia, el sentimiento de inferioridad o de superioridad…. todo ello son disfunciones que se producen por utilizar emociones falsas.
Si quieres que tu vida prospere, no te queda más remedio que gestionar tus emociones. De lo contrario, serán ellas las que dirigirán tu vida y te verás abocado a padecer un desastre tras otro.

Por Arancha Merino
 
10 maneras de dar amor para que lo sientan


“El amor mueve el mundo”, una frase tan cierta como el mismo hecho de que estamos vivos. Todos podemos soportar las condiciones más adversas porque somos más fuertes de lo que nosotros mismos creemos, pero cuando sentimos que nadie nos quiere… entonces no soportamos ni el más leve de los acontecimientos adversos que puedan ocurrirnos. Y es que realmente dar amor mueve el mundo.

¿Cuántas veces te ha pasado que has acudido al médico con una gran preocupación y con dos palabras y un gesto de cariño te ha sanado mejor que cualquier medicina? Eso es dar amor. Dar y entregar, reconfortar. Cariño por sus pacientes, por su vocación humanitaria de ayuda a los demás y de respeto a su trabajo.


¿Cuántas veces no viniste del colegio llorando con un gran “problema” visto por los ojos de un niño y tu madre te consoló con las palabras que sólo una madre sabe, mientras te preparaba una tila para aplacarte el disgusto, esa tila que te sabía a gloria? Eso es amor.

Los diferentes vestidos del amor
¿No has tenido alguna vez un profesor que no consentía que ningún compañero se riera de otro en su presencia o que no a provechaba su situación de “poder” sobre sus alumnos para regañar, ridiculizar… sin motivo alguno? Eso es amor. ¿No te ha pasado que cuando dejaste de creer en el amor apareció una persona que te ha demostrado que el amor de pareja es posible y aunque no sea eso que te habías imaginado?

¿Cuántas veces no te has encontrado en tu trabajo una persona con malas intenciones pero ha aparecido otra que te ha ayudado? ¿Cuántas veces te has encontrado desilusionado o sin ganas de nada y tu familia o amigos han acudido y has comenzado a sentirte mejor? Eso es Amor.

El amor tiene muchas maneras de vestirse pero su cuerpo, si lo desnudas, siempre es el mismo. Siempre tiene unos labios para besar, unos brazos para abrazar, unas manos para acariciar, una espalda para proteger y unas piernas para actuar.

Cuando hay amor se percibe, se siente. Ya lo decía la famosa canción “Love is in the air”, “El amor está en el aire”; el amor es difícil de explicar pero fácil de sentir y de entender cuando anda a nuestro alrededor. Todos queremos sentir Amor pero también los demás quieren sentir lo mismo.

¿Cómo podemos hacer nosotros para que los demás perciban nuestro amor?


En esta ocasión, te damos algunos ingredientes para que diseñes tú mismo la receta y puedas demostrar tu amor a las personas que se encuentren a tu lado. Pero no olvides lo más importante, para dar amor primero hay que sentirlo y luego, darle forma:




1. Las frases de toda la vida nunca están de más
Es necesario decir “te quiero”, al menos de vez en cuando. Así las personas que se encuentran a nuestro alrededor y hacia las que va dirigido este mensaje pueden saberlo. Pues es ocasiones, creemos que los demás saben lo que sentimos hacia ellos pero no está del todo claro. Por eso es importante recordarlo.

2. Elogia a las demás personas
Elogiar a las personas es muy importante, pues con este acto contribuiremos a elevar su autoestima. Si alabas los logros de un niño pequeño diciéndole “¡Pero que dibujo tan precioso”, le dices a tu madre ¡Mamá la comida que haces no tiene igual! O le dices a una ancianita ¡Pero si yo lo veo estupendamente, lo guapetona que está, seguro que en su tiempo volvía loca a los hombres!… harás que una pequeña sonrisa asome en su rostro.

3. Dedica tiempo a quien más quieres
Dedícale tiempo a las personas que quieres. Si de un modo u otro estás con ellos, aunque sea por una llamada telefónica, un whatsapp, un contacto por videollamada o visitándolos cuando puedas, sabrán que te preocupas por ellos y por su bienestar.

El tiempo es lo más preciado que le puedes dedicar a alguien

4. Prioriza el contacto físico
Toca, abraza, acaricia. El contacto físico es un poderoso bálsamo de amor. Es el lenguaje del amor expresado a través del cuerpo, el amor hecho acto y también es necesario. Aunque tan solo sea una mirada sincera o una caricia en el hombro. Lo importante es hacer saber a la otra persona lo que sientes.



5. No dejes de dedicar sonrisas
Sonríe, sonríe y sonríe. Una sonrisa puede ser un gesto de compañía, de apoyo, de diversión, de complicidad o de romanticismo. La sonrisa tiene mil y una forma de traducirse, donde el lenguaje utilizado tan solo es compresible por las personas que la comparten.

6. No te muevas por interés
Actúa desinteresadamente. Cuando realmente no esperamos nada a cambio los demás se dan cuenta del amor que estamos dando de verdad. Aunque en ocasiones, pueda no ser correspondido. Sin embargo, en temas del amor sincero, lo importante es cuánto damos, ya que no tenemos la obligación de recibir lo mismo.

7. La paciencia es una virtud, cultívala
Enseña de forma paciente. Si pierdes la paciencia
9. Pequeños detalles se convierten en grandes muestras de amor
Otros gestos que demuestran cuanto los quieres es hacerle su comida favorita, poner fotos de ellos en casa, preguntarles su opinión. Hacer ver a las personas de tu alrededor que te interesan y los tienes en cuenta es fundamental para que se sientan queridos. Compruébalo.

10. Abraza siempre que puedas
10. El infalible abrazo… es más potente que un beso. Deja que se acurruquen entre tus brazos. Arrópalos para que se sientan reconfortados y seguros. Abrazar es respirar la esencia de cada persona, es una caricia a sus almas. No lo olvides, cualquier momento es el adecuado.

El amor es la esencia de la vida. No te canses de dar amor
enseñando algo a tu madre, a tu hijo o a tu marido hazlo con gracia. Ríete. Les harás ver que los quieres y no se sentirán presionados.

8. El dinero no es tan importante
Recuerda no hace falta el dinero para demostrar afecto. Comprar muchas cosas no sirven de nada si realmente la persona no se siente querida. Hay una gran cantidad de detalles que puedes hacer sin tener que gastarte dinero. Da rienda suelta a tu imaginación.

Ahora que ya sabes de qué maneras puedes dar amor, empieza a poner en práctica aquellas que menos utilizas. De esta manera, ampliarás tu capacidad para dar amor y te sentirás mejor, al mismo tiempo que hacer sentir bien a los demás.

Por Sofia Alcausa Hidalgo


 
El amor se riega todos los días


Quiero un amor presente, inscrito en los pequeños detalles y sin fecha de vencimiento, quiero un amor que no dé las cosas por sentadas, que no me traiga lágrimas sino días serenos de cariño auténtico, y tardes de abrazos eternos.

Sin lugar a dudas todos deseamos una relación de estas características, pero a menudo, olvidamos algo esencial: las relaciones deben trabajarse todos los días, porque el cariño no se alimenta del vacío o la ausencia, necesita una presencia auténtica que nos permita crecer.


El amor es un hilo que une dos corazones, dos vidas que necesitan de una luz cotidiana para verse y de una fuerza interior para mantenerse: si no hay detalles no hay esencia, y sin esencia el hilo se rompe.

A menudo, cuando llevamos un tiempo determinado en una relación aparece un enemigo muy cotidiano llamado “rutina”, y caracterizado a su vez por esa dimensión en la cual, se empiezan a dar las cosas por sentado. Aparece el “no hace falta que haga o diga esto porque él/ella ya lo sabe”, o el “seguro que no le importa porque sé que me quiere”, o “da igual el tiempo que pase porque los sentimientos no cambian”…

Son ideas en realidad equívocas, dado que el amor nunca da las cosas por sentadas. El amor, en ocasiones, aunque maduro también tiene dudas, y necesita de muestras cotidianas, de afectos, palabras y gestos que edifican la reciprocidad. La autenticidad. Te invitamos a reflexionar sobre ello.

El amor necesita de un lenguaje cotidiano muy particular

El amor, como la vida, cambia y se trasforma. Una relación va pasando diferentes épocas y en cada instante tendrá unas necesidades. No obstante el afecto siempre es el mismo y debe saberse ofrecer a través de un lenguaje particular.

Hay un lenguaje inscrito en el amor que todos entendemos, y es el del entusiasmo, el de esa ilusión que sigue iluminando los ojos, ansiando caricias, buscando cercanías.

Es posible que la pasión de hoy en día no sea ya la misma de los primeros días, pero ahora, se enciende una fase más profunda donde la ternura y la complicidad da paso a otra fase donde sigue existiendo el mismo amor, la misma necesidad. Y todo ello debe cuidarse cada día.





    • El amor que no se cultiva día a día, trae dudas y trae carencias. En ocasiones, esa ausencia afectiva no se debe al desamor, sino al hecho de acomodarse en una etapa donde para alguno de los dos “basta con estar presente”, sin necesidad de aportar, de atender, de cuidar detalles y gestos.



    • Uno de los principales problemas en las relaciones de pareja es que uno de los miembros necesita de más muestras de afecto y atención que el otro. Hay una disonancia emocional que de no atenderse o no tenerse en cuenta, puede traer problemas.



    • Un enemigo común cuando una relación llega a este punto, es la aparición de la empatía inversa. Se basa en imitar el comportamiento “negativo” de la pareja para llamar su atención, y hacerle daño. Si él o ella olvida llamarme, o se va de cena sin decirme nada, yo para “devolvérsela” desaparezco el fin de semana.
Son comportamientos dañinos y poco constructivos que no llevan a ningún sitio. Un problema no se soluciona nunca trayendo otro problema. Las carencias que se sienten a nivel de pareja deben expresarse en voz alta para hacerlas presentes, para tomar conciencia.

El amor cómplice: el amor basado en la reciprocidad
No siempre es fácil encontrar un amor que se acomode a nuestras particularidades, a nuestros defectos y nuestras esquinas. Lo más importante es dar con un amor que encaje en nuestros valores y del cual, ir de la mano a lo largo de nuestro ciclo vital, creciendo en pareja, y creciendo de modo individual.

Quiero un amor donde no seamos antagonistas, donde haya uno que siempre gana y otro que siempre llora. Quiero bailar en noches estrelladas y permitir que lleguen los años en serenidad diciéndome que todo lo vivido, todo lo pasado, mereció la pena.

Una relación que no se “riega” que no se atiende todos los días, es una relación que no se nutre y que acaba deshilachándose de forma irremediable. Por ello, es necesario tener en cuenta estas sencillas dimensiones.

Entiende la forma en que tu pareja te expresa su amor
En ocasiones, sentimos la necesidad de que nuestras parejas nos demuestren su amor “de la forma que nosotros queremos y esperamos”.




    • Ahora bien, que no te diga cada día que te ama, no significa que lo sienta. Que no te diga que sí a todo no significa que no te tenga en cuenta. Valora los detalles, la complicidad, el apoyo y la autenticidad.



    • El lenguaje del amor seguirá siendo el mismo a pesar de que cada uno uséis diferentes palabras: basta con saberlas entender y apreciarlas.
Cada acto, cada palabra y cada gesto, debe ser auténtico
Hay un aspecto que debemos tener muy en cuenta: es posible que sí existan gestos cotidianos donde el cariño siempre sea explícito, donde hayan mil y un detalles y cientos de afectos. Pero éstos deben ser auténticos.

El amor no debe forzarse, no debe mostrarse de forma obligatoria con un te quiero constante, o con un regalo semanal. Es preferible la complicidad, la sorpresa, el gesto inesperado, el abrazo sincero a una rutina donde las palabras pierden sus esencias.

El amor no es sólo querer, es comprender, es estar presente y dar felicidad

Por Valeria Sabater
 
Personalidades resistentes, personalidades fuertes


“Un campesino tenía una pequeña hacienda donde realizaba tareas agrícolas y cuidaba de algunos caballos. Un día, vino el capataz a informarle que su mejor caballo había caído dentro de un pozo. El hombre se dirigió hacia este lugar y trató, de diferentes maneras, de sacarlo de ese lugar. Como no pudo lograr su cometido, no tuvo más opción que echar tierra en el pozo para enterrar al caballo. Cuando estaba haciendo este trabajo, el caballo (demostrando su voluntad de seguir viviendo), no se dejó enterrar. En lugar de ello, aprovechó cada palada de tierra para que el pozo se hiciera menos profundo y así poder salir. Hasta que lo logró”.

¿Cuál es la actitud que sueles tomar en la vida?

¿Eres como el caballo que usa la tierra para escalar y salir del pozo o por el contrario, te dejas engullir por las circunstancias? Si tu respuesta inicial fue un “”, entonces es porque tienes una personalidad o resistente.

Aquellos individuos que a pesar de verse en contratiempos y sufrir problemas, tienen la capacidad para mantener la fuerza, salir a flote (o del pozo) y resistir, se caracterizan por tener una personalidad resistente. Es como si fueran inmunes a los sucesos malos de la vida, gracias a su fortaleza.

La diferencia entre una personalidad fuerte con las demás, es que puede aceptar de una manera distinta lo que ocurre. Toma fuerzas donde otros ven debilidades o flaquezas y sigue adelante.


Según una psicóloga de la Universidad de Chicago, las personas “fuertes” (pero no hablando de músculos o contextura física, sino de mente) tienen varias características en común: son comprometidas, controladas y orientadas hacia lo que desean. De esta manera, pueden no sólo disfrutar de la vida, sino también salir airosas de lo que el destino tiene preparado para ellas.

Y hay más, ya que las personas de personalidad fuerte, pueden sobreponerse más rápido a las adversidades y los reveses diarios, como el fallecimiento de un ser querido, un divorcio, el desempleo o la falta de dinero.

Como se decía antes, si tienes una personalidad fuerte o resistente, como el caballo de la historia, es porque tu poder de compromiso es muy grande. Crees rotundamente en que puedes salir adelante, que cada inconveniente es una lección a tener en cuenta para la próxima vez y que no hay mal que por bien no venga.

Este compromiso, se puede poner en práctica en muchos aspectos y se ve reflejado no sólo en los momentos de dificultades, sino en todos los ámbitos de la vida. Será más fácil solucionar cualquier cosa, ser prácticos a la hora de tomar decisiones cuando los demás necesitan pensárselo bien, e incluso, ayudar a otros a afrontar lo que les ocurre.

En segundo lugar, una persona “resistente” tiene un control propio muy arraigado en su vida. Es decir, se siente motivada por lo que puede hacer y dar, de sí mismo.

Y como tercera característica, las personas fuertes asumen retos, no tienen miedo a desencajar o a apostar por algo incierto.

Los cambios son bien vistos, las inversiones (no sólo de dinero) son una buena manera de modificar una realidad que no les gusta y comprenden que los fracasos son, en definitiva, una enseñanza.

¿Crees que tienes una personalidad fuerte y resistente? ¿En qué situaciones cotidianas puedes afirmar esto? Si aún no has cosechado este tipo de personalidad, sólo tienes que cultivar algo diferente. ¡Recuerda que todos podemos mejorar! ¡Sólo hay que proponérselo!

“La fortaleza no viene de la capacidad física,
sino de una voluntad indomable” (Mahatma Gandhi)

Por Yamila Papa
 
Hay gente que no es pobre por como vive, sino por como piensa


Soy de esas personas raras que piensa que la riqueza no se halla en ningún bien material. No es pobre es quien invierte en el respeto, quien practica la bondad sin mirar a quien. Millonarios son los que cuentan con el respeto y el cariño de sus amigos y familiares, porque la auténtica abundancia no está en el dinero, sino en la felicidad.

Hay gente que, efectivamente, no es pobre por cómo vive, sino por como piensa. Todos conocemos a alguna persona que avanza por la vida con la cabeza alta, ostentando el encumbrado brillo de su posición mientras atiende el mundo con la pátina de la soberbia. En sus corazones no hay empatía, en sus mentes no existe humildad ni cercanía y lo más probable es que tampoco sepan a qué sabe la felicidad.

Los pensamientos, valores y actitudes son los que conforman nuestra auténtica piel, esa que se ve desde el exterior y que nos identifica en el trato cotidiano. Quien entiende de respeto, destaca y consolida grandes vínculos, pero quien cultiva una mente inflexible y rencorosa, cosecha desconfianza.

Hay personas pobres muy ricas de corazón y ricos muy pobres de afectos (y a la inversa). Somos, sin duda, un mundo complejo y a instantes caótico donde estamos obligados a cohabitar.

De ahí una conclusión: valdría la pena invertir más esfuerzos en ese mundo interior tan falto de nutrientes con los que conseguir un escenario más respetuoso en el que crecer en armonía. Te proponemos reflexionar sobre ello.

Las victorias hechas desde el corazón nos hacen ricos
En los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro hubo una escena que dio la vuelta al mundo y nos conmovió. Abbey D' Agostino atleta de Estados Unidos y Nikki Hamblin, de Nueva Zelanda, chocaron durante un momento en la final de 5.000 metros. La estadounidense, como pudo saberse después, se rompió el menisco y el ligamento cruzado en ese mismo instante.

Ahora bien, tras ese incidente, la neozelandesa hubiera podido apurar sus opciones recorriendo la distancia perdida. Sin embargo, no lo hizo. Se detuvo y decidió ayudar a su contrincante, a Abbey D’Agostino.

Al final, las dos atletas recorrieron los pocos metros que faltaban hasta la meta entre lágrimas, dolor y mucha emoción. Fue un acto desinteresado lleno de deportividad, de bondad y de una grandeza que nos emocionó a la mayoría.

Aquello se mereció sin duda una medalla de oro, sin embargo, aún hubo quien llegó a decir que la atleta neozelandesa no tenía que haberse detenido. Que tenía que haber recuperado el tiempo perdido.

Pensar que existen mentes capaces de no empatizar con este tipo de actos nos sobrecoge. La magia del bien no es solo un valor abstracto. Es un acto instintivo que habita en nuestro cerebro con un fin muy concreto: garantizar la supervivencia de nuestra especie.

La escena de Nikki Hamblin ayudando a Abbey D’Agostino nos demuestra cómo un acto de bondad consigue que dos personas lleguen a la meta de la vida. No una, sino ambas. Así pues, más allá de esas estrategias evolucionistas donde solo el más fuerte sobrevive, hay muchos más actos que se basan en la empatía y la colaboración antes que en la depredación.

Ser pobre de mente y corazón es desperdiciar la vida
Más allá de lo que pueda parecer, la persona pobre de mente y corazón no abunda tanto como pensamos. La especie sobrevive, el más fuerte puede ser a veces el más noble y el mal no siempre triunfa.

La mayoría de nosotros seguimos siendo reaccionarios ante las injusticias, ante los egoísmos y las vulneraciones. Todo ello nos demuestra por qué actos como el de estas atletas llega a todo el mundo con tanta fuerza.

“Al pobre le faltan muchas cosas, al avaro todas”
-Publilio Sirio-


Es como si estas escenas desintoxicaran nuestros corazones para hacernos ver que la bondad, efectivamente, sigue triunfando, y aún más: nos contagia. No obstante, cabe decir que el pobre de mente y corazón no siempre actúa con maldad. Lo que hay en realidad es una falta de receptividad y de empatía.

Son corazones incapaces de ver más allá del elegante ático de su solitario mundo de egoísmos. Es algo que hemos de asumir. No podemos cambiarlos, ni convencerlos, ni aún menos pelear con ellos.

Se trata de “ser y dejar ser”. Porque quien es pobre de mente valores y afectos desperdicia su vida. Es como un elemento extraño que al final, en el epílogo de su vida, descubre su propia soledad. Envuelto en el velo de la amargura llega a la sutil conclusión de el mundo va en su contra. Que nadie valora lo que es y lo que ha hecho.



Aunque en cierto modo es así. La bondad siempre vence a la indiferencia y la deja de lado. Tal vez, y en cierto modo, somos como esas bandadas fascinantes de estorninos que avanzan en la vida como en una coreografía, sincronizados, como diría Jung.

Sabemos que hacer el bien es necesario para nuestra especie y por ello, ante un acto de altruismo, respeto y amor, seguimos emocionándonos. Seguimos creyendo en la nobleza del ser humano.


Por Valeria Sabater


 
Las 7 pistas que deja el egoísmo


Si examinas la última semana, o simplemente el día de hoy, seguro que recuerdas algún momento en el que has hecho algo por alguien. Algo que te ha supuesto un coste personal, ya sea en tiempo dinero u otro tipo de recursos. Igual también recuerdas algún momento en el que has rechazado esta petición porque has considerado que este coste era demasiado alto.


Las personas no solemos ser una virtud de generosidad ni un continuo de comportamientos egoístas, más bien nos encontramos en un intermedio en el que nos movemos dependiendo de varios factores, entre ellos nuestro momento vital.

Infinidad de veces me he hecho la pregunta de “¿Soy egoísta si hago o no hago tal cosa?”. Esta pregunta surge cuando alguien nos hace una petición razonable y tenemos que valorar si accedemos o no, cuando acceder supone un coste, o cuando se nos ocurren formas de ayudar que pueden o no ser desmedidas para la responsabilidad que tenemos. Seguro que a ti se te ocurren más situaciones en las que te has hecho esa pregunta y a menudo la respuesta no es sencilla.

Por ello, os traigo estos 8 rasgos que os pueden ayudar en el camino a descubrir comportamioientos egoístas, tanto propios como ajenos. Cuando se reproducen de manera constante podemos decir que son característicos de personas con exceso de ego:

1. No muestran sus debilidades y vulnerabilidades.

Un motivo común y egoísta para no prestar ayuda es el temor a mostrar debilidad, a intentarlo y quedar en evidencia al sentir que nuestra acción en realidad no sirve de mucho. La persona piensa que, por echar una mano a la persona que la necesita, están mostrando debilidad e inseguridad interior.

Dejarán de lado la verdadera creencia de que todas las personas tenemos debilidades que nos convierten en humanos necesarias para aprender y evolucionar.


2. No aceptan las críticas constructivas.

Las personas en una actitud egoísta sostienen el pensamiento de que su entorno intenta menospreciar su trabajo y potencial. De este modo, intentarán a toda costa no reconocer una crítica constructiva, a menudo se defienden con la ironía y es muy complicado que reconozcan que están equivocados.

3. Consideran que merecen todo.

Las personas en una actitud egoísta se caracterizan por ser poco constantes a la hora de seguir sus metas. Podríamos decir que las cambian continuamente y demandan que cada una de sus ocurrencias sea valorada y tenida en cuenta de la misma forma que la de la persona que ya lleva una larga trayectoria.

Pueden llegar a pensar que el éxito estará siempre de su lado porque sí, dándoles igual a quien tengan que quitarse de en medio en su camino para conseguirlo.


4. No escuchan a los que están en desacuerdo con ellos. Las personas egoístas sienten como enemigos a aquellos que son maduros e inteligentes, ya que estos son capaces de respetar y escuchar las opiniones ajenas.

Escuchar y aprender de las demás opiniones es una buena oportunidad de ampliar los horizontes y crecer. Selecciona con lo que quieres quedarte pero no dejes de escuchar, no ignores porque temes ni le vuelvas la espalda al mundo.

5. Critican a espaldas de los demás.

Las personas en actitud egoísta prefieren la crítica fácil y por la espalda. En el fondo temen no tener razón y al hacen desde la distancia para que la realidad no pueda estropear su idea de como tienen dibujado el mundo en su cabeza.

Necesitan creer, por ejemplo, que todas las personas que son pobres lo son porque no quieren trabajar y prefieren vivir en la calle o porque no tienen la suficiente fuerza de voluntad y constancia para formarse. Sosteniendo estas explicaciones pueden separarse mentalmente de las personas que viven en condiciones precarias, descartando la idea de que un día un golpe de mala fortuna pueda llevarlas al mismo lugar.

En el fondo temen por su palacio de cristal…

6. Agrandan sus logros. Una de las carencias más importantes y notorias de una persona en actitud egoísta tiene que ver con la falta de humildad. La humildad es una virtud preciosa y humana necesaria para crecer como seres humanos y personas sociables con nuestro entorno. Las personas egocéntricas únicamente taparán este potencial personal buscando resaltar y engrandecer sus logros.

Se adjudicarán más responsabilidad de la que les corresponde cuando el resultado ha sido un éxito y buscarán la salida de emergencia cuando le proyecto no haya terminado bien. Por otro lado, puedes contar con ellos para navegar, siempre y cuando el viento vaya a favor.

Los retos difíciles o desafiantes no están echos para ellas

7. Les da miedo arriesgarse. Pánico, terror. Enlazando con el punto anterior no consideran el fracaso porque nunca se exponen a él. Eso sí, no dudan en criticar de forma dura y severa cuando otros no consiguen aquello que pretenden. Son los primeros que te van a decir, si es que ya se veía venir…

Dentro de mi propio crecimiento personal, pude ser testigo de algunos de los rasgos anteriores y cuando te das cuenta de ello, de que no te estás responsabilizándote de tus acciones y comienzas a ver la luz de la madurez…

Es entonces cuando te das cuenta del daño que has hecho y que estabas haciendo a las personas que te quieren. Entonces es cuando comienzas a crecer y arriesgar. Y todo lo anterior comentado comienza a cambiar positivamente y florecer adecuadamente. Dejas de ser egoísta y dar amor a la vida y los demás.

Por Paula Díaz

 
Frases de éxito


“El éxito llega para todos aquellos que están ocupados buscándolo.”

Henry Thoreau



“El éxito es la aplicación diaria de la disciplina.”

Jim Rhon



“El éxito no es la clave de la felicidad. La felicidad es la clave del éxito”

Albert Schweitzer



“La grandeza radica no en ser fuerte sino en el correcto uso de la fuerza.”

Henry Ward Beecher



“El éxito va acompañado de la fe que tengas para lograrlo.”

Anónimo



“El éxito de la vida no está en vencer siempre, sino en no desanimarse nunca.”

Anónimo



“Tener éxito en la vida no es llegar a tener fama, sino a realizar aquello que realmente deseas.”

Anónimo



“Una mente llena de dudas no se puede concentrar en la victoria”.

Arthur Golden




“Un líder es aquel que conoce el camino, transita el camino y muestra el camino”.

John C. Maxwell



“La confianza en sí mismo es el primer paso para el éxito.”

Anónimo



“El éxito en la vida consiste en siempre seguir adelante”.

Anónimo


“El éxito es fácil de obtener, lo difícil es merecerlo”.

Anónimo



http://pensamientos.cc/12-maravillosas-frases-de-exito/
 
4 formas para dejar de ser excesivamente complaciente

¿Alguna vez te has encontrado haciendo algo que no querías solo por darle gusto a alguien más?

Hay gente que es complaciente todo el tiempo porque no quiere que los demás se enojen. Este es un patrón de conducta bastante negativo. Si no tienes cuidado, en algún momento te sentirás perdido.


“Una de las cosas más liberadoras que podemos aprender en la vida es que no le tenemos que gustar a nadie, no todos tienen que querernos y eso está bien”
-Anónimo-

Los momentos en los que ser excesivamente complaciente es un problema


  • Cuando comienzas a aceptar las cosas que no quieres solo para mantener a todos felices y tener una vida más “fácil”.
  • Cuando te sientes incómodo con las situaciones en las que te involucras porque sientes que estás violando tus principios.
  • Cuando te sientes cansado de poner a todos los demás antes que a ti y ya no quieres sentir que no haces nada por ti.
  • Cuando inventas excusas porque te sientes mal de decir “no”.
¿Cómo dejar de ser complaciente?
1. Acepta que no le gustarás a todo el mundo
Lamento romper tus ilusiones, pero siempre habrá gente que no sentirá una particular afinidad contigo. En realidad esto no es bueno ni malo, solo es un hecho de la vida.

Cuando sientas la tentación de ser complaciente para que te acepten, detente. Respira y enfócate en otra cosa.


Las personas que buscan complacer todo el tiempo suelen tener una baja autoestima. Por ello necesitan que otros los reconozcan.

La mejor forma para dejar de ser complaciente es aprendiendo a amar lo que eres y trabajando en tu autoestima.

“Si vives para agradar a los demás, todos te amarán excepto tú mismo.”
-Paulo Coelho-

2. Aprende a decir “no” cuando lo sientas
Esta palabra tan corta en verdad genera muchos problemas cuando la evitamos.

¿Eres de las personas que ni siquiera se plantean dar una respuesta negativa? ¿Te sientes cansado y enojado porque cada vez tienes menos tiempo para ti? ¡Aprende a decir "no"!


No te preocupes, nadie morirá ni se acabará el mundo por dejar de ser complaciente. Lo más que puede pasar es que las personas que están contigo por los beneficios que obtienen, se irán. Piénsalo bien, esto no es tan malo como podría parecer a primera vista.

También debes olvidarte de las excusas. Solo sé honesto y responde un “no” sincero. Si la otra persona te intenta convencer, explícale las razones del “no”.

3. Identifica las razones por las que sientes culpa
Las primeras veces que dejes de ser complaciente te sentirás culpable.

En lugar de cambiar la respuesta, piensa qué te hace sentir así. Quizás sientes que estás siendo egoísta o que le estás fallando a la otra persona. Después piensa en las razones por las que no fuiste complaciente y compara.

Por ejemplo, imagina que tu hermana te pide que cuides a sus hijos porque quiere ir al cine con su esposo. Ese día, tenías planeado salir con una amiga y divertirte. ¿Realmente sería tan malo decirle “no” a tu hermana? Quizás valdría la pena cambiar tus planes si tu hermana debe ir al hospital por una emergencia, pero no por su cita.

Solo necesitas valorar las situaciones y no sentir culpa por ser tú mismo. Si no te sientes seguro, haz una lista de los pros y contras de tu decisión.

4. Deja la puerta abierta para quienes se quieran ir
Una vez que dejes de ser complaciente verás que la lista de amigos se reduce. No te preocupes. Esto solo te demuestra quiénes son los amigos de verdad y quienes los interesados en sacar provecho de ti.

Verás que conforme empiezas a mejorar tu autoestima, la gente tóxica o negativa sale de tu vida. La buena noticia es que también entrarán las personas adecuadas.

En caso de que algún familiar busque sacar provecho de ti, solo necesitas definir tus límites. No importa si es tu madre, tu hijo o tu hermano, debes darle valor a tus decisiones. Será duro pero evitarás sentirte usado y ganarás una increíble paz interior.

Recuerda que dejar de ser complaciente es un proceso. Deberás aprender algunos comportamientos y a desprenderte de otros. No te preocupes, no imposible ni te convertirás en una mala persona. Solo sé tú.

Por Okairy Zuñiga
 

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