Autoestima y otros temas de psicología

SALUD Y MOTIVACIÓN EN EL EJERCICIO FÍSICO: RELACIONES CON EL CONSUMO DE ALCOHOL Y TABACO

La práctica de actividad física moderada posee unos efectos positivos sobre la salud innegables, tanto a nivel físico como psicológico (American College of Sports Medicine, 2000). Pero no podemos olvidar que también tiene una gran importancia como medio de relación social. Por tanto, la actividad física influye positivamente sobre las tres dimensiones de la salud establecidas por la OMS (1960), contribuyendo a la mejora de la calidad de vida.


Diferentes trabajos han utilizado la teoría de las metas de logro (Nicholls, 1989) y la teoría de la autodeterminación (Deci y Ryan, 2000) para analizar la motivación hacia la práctica físico-deportiva en contextos de promoción de la salud. En dicha línea, la teoría de las metas de logro establece dos tipos de orientaciones de meta: la orientación a la tarea, en la que el sujeto tiene como meta la mejora personal de sus capacidades a través del esfuerzo; y la orientación al ego, en la que el éxito es percibido cuando supera a los demás y demuestra que es el mejor.



En lo que respecta a la teoría de la autodeterminación, su aplicación en el ámbito físico-deportivo ha ido encaminada a desvelar el tipo de motivación que se relaciona con una mayor práctica de actividad física y con las consecuencias más positivas a nivel cognitivo, afectivo y conductual. Esta teoría establece diferentes tipos de motivación, situados en un continuo de autodeterminación. Así, considera que la motivación puede surgir de forma más interna o externa al sujeto: motivación intrínseca, motivación extrínseca (regulación integrada, identificada, introyectada y externa) y desmotivación.



En la línea de contribuir a un mayor conocimiento de los agentes relacionados con la adherencia a la práctica de actividad física y la adopción de estilos de vida saludables, este trabajo pretende utilizar la teoría de las metas de logro y la teoría de la autodeterminación para analizar los factores que llevan a que las personas practiquen ejercicio físico por motivos relacionados con la salud. Como objetivo secundario, se pretende analizar las diferencias según el consumo de alcohol y tabaco en las orientaciones de meta, la motivación autodeterminada y los motivos de salud.



Se empleó una muestra de 513 practicantes de ejercicio físico, de edades entre 16 y 58 años. Se les administraron las versiones en español de la Escala de las Orientaciones de Meta en el Ejercicio (GOES), el Cuestionario de Regulación de la Conducta en el Ejercicio Físico-2 (BREQ-2) y el factor fitness/salud de la Escala de Medida de los Motivos para la Actividad Física-Revisada (MPAM-R).



Los resultados revelaron que la orientación a la tarea y la motivación autodeterminada predecían positivamente los motivos de salud, mientras que la orientación al ego lo hacía de forma negativa. Según estos resultados, una orientación individual hacia el progreso y mejora personal, acompañada de la búsqueda de diversión en la actividad y teniendo en cuenta la importancia de la misma, va a llevar a que el sujeto practique teniendo en mente los beneficios de la actividad física sobre su salud, calidad de vida y bienestar.

Sin embargo, los sujetos centrados en la demostración de un mayor nivel de habilidad física que otros (orientación ego), no valorarán los aspectos saludables de la actividad física. Por tanto, será necesario que los profesionales de la actividad física y del deporte traten de desarrollar en las personas la orientación a la tarea y potenciar su motivación autodeterminada para reforzar los motivos de práctica relacionados con la salud, aspecto primordial, sobre todo, en la edad adulta y la vejez.


Además, los sujetos que consumían alcohol estaban más orientados al ego que los que no lo consumían, mientras que éstos reflejaban mayor motivación autodeterminada. Así pues, el consumo de alcohol se relaciona con factores motivacionales más negativos para el compromiso físico-deportivo, como son la orientación al ego y la menor motivación autodeterminada. Quizá consumir alcohol pueda mermar la motivación más positiva hacia la práctica de actividad física, o bien esa motivación positiva pueda reducir el consumo de alcohol, aunque son necesarios más estudios que profundicen en el análisis de estas relaciones.


os practicantes que no fumaban, estaban más orientados al ego y a la tarea que los que fumaban. Teniendo en cuenta que una alta orientación a la tarea puede compensar los efectos negativos de la orientación al ego (Spray, Wang, Biddle, Chatzisarantis, y Warburton, 2006), los no fumadores presentaban un patrón motivacional más adaptativo que los fumadores.



En definitiva, el consumo de alcohol y tabaco se relaciona negativamente con variables motivacionales que predicen positivamente los motivos de salud y que diferentes estudios previos han relacionado con una mayor adherencia al ejercicio físico y estilos de vida saludables.



Resumiendo, este estudio ha tratado de analizar aspectos relacionados con la motivación hacia la práctica físico-deportiva saludable, atendiendo también a las diferencias según el consumo de alcohol y tabaco. Los resultados aportan información interesante para fomentar, mediante el desarrollo de la orientación a la tarea y la motivación autodeterminada, las razones de práctica enfocadas al mantenimiento y mejora de la salud.



http://www.infocop.es/view_article.asp?id=2049
 
La vida es demasiado corta para tener el trabajo equivocado



La vida es demasiado corta para tener el trabajo equivocado, para invertir tiempo y esfuerzos en algo que lejos de aportarnos bienestar e identidad social, nos conduce a una clara infelicidad o a sufrir estados de ansiedad y frustración.

Todos sabemos lo complejo que resulta actualmente disponer del “trabajo ideal”: ese que nos identifica y para el cual nos hemos formado. De hecho, en la mayoría de los casos nos conformamos ya con tener “un trabajo”, el que sea, porque la en la actualidad, los modelos sociales y económicos han cambiado hasta tal punto de que la demanda de empleo no se corresponde en absoluto con la oferta.


Si conseguimos dedicar nuestra vida a aquello que nos gusta, ganaremos en energía y en vitalidad: no existe mayor sensación de plenitud que la de ganarnos la vida con aquello que nos apasiona.

Es muy posible que muchos de nosotros tengamos ahora un trabajo equivocado que aunque nos permita sobrevivir, nos sume en una sensación de apatía y desesperanza que merece la pena enfrentar de alguna forma.

Te invitamos a reflexionar sobre ello.

La experiencia de vivir con el trabajo equivocado
Muchos de nosotros podemos acumular un trabajo equivocado tras otro, hasta que al final damos con ese empleo que nos identifica y que nos hace felices. Ahora bien, lo más complicado será invertir todo nuestro ciclo laboral en una tarea o actividades, que lejos de hacernos crecer como personas, nos ocasiona una gran frustración.

Ahora bien, según un estudio llevado a cabo por la “Universidad de Rodhe Island” en Estados Unidos, las personas podemos tener un empleo que a pesar de no ser el nuestro, aquel para el cual nos hemos formado, nos hace sentir bien con nosotros mismos: satisfechos. La satisfacción en el trabajo se nota en el rendimiento y en nuestra calidad de vida.

Por otro lado, y como sin duda muchos de nosotros habremos experimentado en alguna ocasión, el mantener durante un largo periodo de tiempo un trabajo equivocado, puede traernos toda una serie de complejas dimensiones con las que más de uno se puede identificar.


Consecuencias de tener un trabajo que no nos identifica



    • La sensación de no estar contribuyendo en nada, ni para el propio entorno laboral, ni para la sociedad y aún menos para nosotros mismos.



    • Un trabajo equivocado nos genera frustración, estrés y una baja calidad de vida que repercute también en nuestras relaciones personales.



    • Sensación de estar estancados, de no avanzar hacia ninguna dirección.



    • Falta de reconocimiento de los propios agentes laborales: no hay apoyo organizacional hacia la tarea que desempeñamos.



    • Podemos experimentar una bajada de nuestra autoestima al ver que grandes esfuerzos producen pocos resultados, y además, negativos. Tanto a nivel económico como personal.
La unión entre capacidad y vocación para encontrar nuestro trabajo ideal
Sabemos que no es fácil encontrar el trabajo de nuestra vida, o al menos, uno que nos haga sentirnos bien, satisfechos con nosotros mismos y con lo que aportamos a la sociedad. De algún modo, todos estamos obligados a adaptarnos a un entorno cambiante, o al menos, a ofrecer algo novedoso que acabe siendo demandado por el entorno.

No es algo fácil de conseguir, lo sabemos, y por ello, valdría la pena reflexionar sobre estos interesantes aspectos que el educador y profesor Sir Ken Robinson, nos ha dejado en su interesante libro “El elemento”

“El elemento” no es más que ese punto en el que confluye todo aquello que se nos da bien y que nos gusta hacer. Así, el entorno de este lugar es el más indicado para buscar un trabajo que nos reconforte.

Si no aprendes a equivocarte nunca se te ocurrirá algo original
Acumular un trabajo equivocado tras otro tiene su aspecto positivo: logras descubrir cuál es tu límite, lo que estás dispuesto a aceptar y lo que no.

Otro aspecto a tener en cuenta es que debemos aceptar tanto nuestros errores como nuestras limitaciones. Son una invitación al cambio, el pie aprovechar de forma más realista y creativa nuestras facultades.

La creatividad es inteligencia aplicada
Ser creativos -en el mundo laboral- supone ofrecer un producto diferente y de gran valor que pueda servir a otros. Ahora bien, hay que tener en cuenta que para ser creativos es necesario mantenernos activos, ser muy receptivos al ambiente, reflexivos y conectar con nosotros mismos y todo lo que nos rodea.

Lo que determina tu vida no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te ocurre
Hay quien al ser despedido se queda “atascado”, sin saber cómo reaccionar o qué dirección tomar. Ahora bien, el modo en que reaccionemos ante este tipo de situaciones es lo que determinará nuestro rumbo.

Puedes tener suerte en un momento dado, no cabe duda, pero la suerte puntual debe ser aprovechada, al igual que esos instantes de adversidad. Lejos de quedarnos quietos, hay que estimular la intuición, la oportunidad, reformular ideas, perspectivas e incluso valores.

Lo extraordinario sucede cuando salimos de la rutina, ese instante en que por fin reconsideramos nuestra trayectoria y recuperamos las pasiones que nos identifican y que pueden conducirnos hacia nuevos horizontes.

Por Valeria Sabater
 
Cuando dejas de esperar tu vida cambia

Me gusta actuar de forma sencilla ante la vida, ante mi vida. Una de mis tareas diarias desde hace ya algunos días consiste en pretender liberar la conciencia de mis ilusiones o promesas eternas y lo que su sentir y existencia en mi vida pueden generar. Me di cuenta que empleaba una elevada gran cantidad de energía a la hora de “verme” en la situación futura que deseaba. Me concentraba demasiado en el mañana. Esperaba… No era consciente de que solo cuando dejas de esperar tu vida cambia.

Tomé entonces la decisión de dejar de vivir esperando y no esperar algo de mí. En cuanto tomas esta decisión tu corazón respira aliviado y tu alma comienza a vivir verdaderamente. En general, nos centramos en el cómo tenemos que vivir, sin darnos cuenta que solo por eso nos condicionamos y en realidad no vivimos. Encarcelamos nuestra alma y la robotizamos.


Así, un día decidí detener los pensamientos acerca de mi persona, de lo que yo misma esperaba de mí, de todas mis ilusiones. Decidí dejar de crear expectativas y vivir en ellas continuamente… Para centrarme en lo que sucedía a cada momento y poder disfrutarlo, en lugar de estar esperando. Descubrí, entonces, que la vida cambia cuando dejar de esperar y empiezas a vivir.

Deja de esperar algo de los demás
Decidí por lo tanto, dejar de esperar algo de los demás. Pues que las personas de tu alrededor te valoren, que tu pareja te entienda, que tú misma te entiendas y que los demás confíen en ti, en tu potencial y en tu saber hacer… no siempre es tarea fácil. Aprendí que lo más importante es que yo crea en mí y que si hago algo no es para esperar nada a cambio, sino porque realmente me apetece.

No esperes el dinero en tu día a día
Antes me concentraba en cantidades elevadas de dinero como consecuencia a grandes oportunidades de trabajo que esperaba con mucha ilusión. Me di cuenta que cuanto más anhelaba lo material, menos me lo concedía la vida y menos aún avanzaba hacia ese estado. Entonces acepté de buen grado lo que ya tenía y que no necesitaba más para sentirme bien conmigo misma o ser feliz.

Me dí cuenta que no estaba disfrutando ni saboreando lo que en esos momentos tenía, porque lo único en lo que me focalizaba era en el futuro, en cuando tuviese más y ganase más… realmente perdía el tiempo más importante, el instante presente.


Deja de esperar que todo sea perfecto
¿Para qué esperar que todo sea perfecto? En realidad, pensando así me di cuenta que no estaba sintiendo mi verdadera paz interior. Aquella que todos nosotros tenemos alojada en nuestra alma y corazón por nacimiento. Nuestra esencia y regalo como seres humanos que somos, únicos y extraordinarios.

Cuando dejas de esperar que todo sea perfecto, dejas de depender del entorno para sacar a la luz tu verdadero poder, la serenidad y tu equilibrio interior. Lo que nada ni nadie podrá alterar jamás… La perfección no existe, yo me cansé de ir en su busca.

Mi vida cambia cuando dejo de intentar ser perfecto o que todo lo sea, y empiezo a aceptar las cosas tal y como son.

No pienses en el día de mañana
Cuando nos sucede esa forma de percibir la realidad es porque tenemos miedo de no poder superar aquello que tememos y puede que suceda. Entonces comencé a plantearme la idea de decirme a mi misma que “pasará lo que tenga que pasar, y todo para algo excepcional”.


Todos tenemos planes. Yo misma tengo metas increíbles, pero cuando valoras tu vida bajo este lema percibes en realidad las grandes oportunidades que ésta tiene para darte. Y tus planes se convierten en poco en comparación.

Hay algo que ahora me llevo y es que las expectativas detienen la energía y nos enfocan en realidad en tan solo un par de caminos u opciones. Estas posibilidades además, suelen ya estar en tu mente. Tu energía se bloquea entonces pensando únicamente el “cómo” en lugar del “para qué.”

Siempre estaba esperando algo. Mi mente creaba una cadena de eventos que yo quería que pasaran en mi vida, y por lo tanto mi cabeza siempre estaba trabajando bajo presión para seguir cumpliendo con mis expectativas y no olvidarme de nada. Mi cuerpo estaba siempre en completo funcionamiento preguntándome qué tenia que suceder y que cosas podía llevar a cabo para conseguir aquello que ansiaba.

Y todo porque no sabía a ciencia cierta cómo lograr aquello que estaba esperando de mí misma. Pero ¿sabes lo más gracioso? Cuando dejaba de pensar en esa cadena mecánica, comenzaban a suceder respuestas e ideas excepcionales que me permitían conseguir las cosas de forma más simple y disfrutando.

Me cansaba física y emocionalmente en exceso cuando me proponía algo por todo lo anterior. Era como prepararme para una maratón que me decepcionaba y se llevaba un cachito de mi vida. Y es paradójico: lo que más deseaba se llevaba durante el proceso para conseguirlo parte de mi energía vital. Incongruente, ¿no crees?

Después de cuadrar todos los puntos anteriores en mi mente, y llegar al acuerdo con ella de qué era lo que mi alma necesitaba y corazón anhelaba, mi vida comenzó a llenarse de nuevos regalos que venían por su propia cuenta. Comencé a valorar que antes no apreciaba lo que la vida me estaba regalando, al estar continuamente buscando la respuesta a la pregunta “¿cómo lograrlo?”.

Y ahora, para finalizar, es cuando te cuento el secreto de que todo se resume en que decidí dejar de controlar mi vida y empeñarme en averiguar como iban a suceder las cosas. Que todo lo que sucede al ritmo que acontece es porque tiene su propio tiempo, inalterable y simple. Entonces es cuando podemos apreciar cómo sentir la vida y cómo fluir sin esperar nada, solo vivir y ser tú mismo verdaderamente.

La vida cambia cuando dejas de esperar. La vida cambia cuando te permites ser y empiezas a aceptar.

Por Paula Díaz


 
12 cosas que deberíamos agradecer más cada día

  • Tener nuestro espacio personal. Cuando cuentas con tu propio hogar, donde ponerte cómoda y hacer lo que mejor te hace sentir en la intimidad. En la vida de una persona sentir que tenemos nuestro espacio personal nos permite liberar nuestra mente y generar ese lugar de paz y tranquilidad.
  • Superar nuestros miedos. Mejorar como persona te hace más fuerte, te motiva y te hace brillar con luz propia. Celebrar nuestros logros a la hora de superar aquello que tememos, lo que nos detiene, es importante y algo que pasamos por alto en muchas ocasiones.


“¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecérselo a otro que al mismo cielo!”


-Miguel de Cervantes Saavedra-



  • Pedir perdón y ser consciente de que te equivocas. Dar gracias por algo tan importante y necesario en nuestras vidas como lo es el estar rodeados por las personas que nos aman sinceramente, con el corazón. Aquellas que son capaces de reconocer sus errores y aprender de ellos buscando tu bienestar.
  • Las sorpresas inesperadas. En este punto me gustaría matizar que no hablo solo de bienes materiales. Hablo de gestos emocionales. Acciones que cuando nos las entregan incondicionalmente nos llenan el corazón.
  • Encontrar a una persona llena de ilusión y ganas por vivir su vida junto a ti. En un mundo donde nos enseñan a priorizar sobre lo material, encontrar y conocer personas ricas interiormente es un regalo de vida en toda regla. Aprender junto a ellas lo es más aún.
  • Ser capaz de disfrutar el momento y aprender a divertirte de tus errores. Una vez me dijeron la frase de “corre, grita, disfruta, baila y ríe mientras puedas. No te tomes la vida tan en serio. Al fin y al cabo todos no sobreviviremos a ella”.
Demos gracias a los hombres y a las mujeres que nos hacen felices, ellos son los encantadores jardineros que hacen florecer a nuestros espíritus.”
–Will Rogers–




  • Poder gozar del arte. Uno de los regalos más fascinantes de la vida es nuestro arte. Da igual la disciplina. Todas, absolutamente todas fueron creadas para conectarnos con la esencia de nuestra existencia. Nos permite sentirnos vivos y percibir esa magia que muchas veces pasamos por alto.
  • Tener un cuerpo perfecto a nivel de sabiduría ¿Alguna vez te has planteado lo sabia que es nuestra anatomía y extremidades? Probablemente suene extraño pero cuando pienso en la ciencia que nuestro propio cuerpo emplea para hacer, por ejemplo la digestión, doy gracias por ello.
  • Tener para alimentarte y alimentar a los tuyos. Ya sabes que muchas personas no tienen la misma circunstancia positiva que tú o al revés. Dar gracias por lo que tienes ganado con tu esfuerzo además te motiva y llena de gratitud.
  • Aprender un valioso consejo y sentir que tu vida ha cambiado para siempre. Me encanta poder escuchar a las personas y aprender de ellas. Sin los unos a los otros nuestra existencia no tendría sentido. Con ello viene todo lo demás, recuérdalo.
  • El amor de tu mascota o los animales. No se tú pero nunca un ser vivo me había dado tanto amor sin pedir nada a cambio como mi cachorrito. Tiene que comer, sí, pero seamos sinceros, el amor de un animal es una de las sensaciones más puras y maravillosas que puedes sentir.
  • Sentir el amor. En este punto, todo lo engloba. El amor lo es todo. Da igual el tipo de relación o situación. No tengo nada que aportar al respecto, sabes muy bien a que me refiero.

Por Paula Díaz
 
25 regalos maravillosos de nuestros perros


Cuando hablas a tu perro como si fuera un bebé, cuando lloras porque le pasa algo, cuando sonríes porque está feliz… Cuando te pasa todo esto y mucho más, los que no tienen perros te dicen: ¡Es solo un perro!

Pero ELLOS no saben lo que se siente cuando estás solo, pero tu perro siempre está. No saben que son los mejores seres vivos que existen y, por supuesto, desconocen la felicidad que nos dan.


Porque ellos nos enseñan el AMOR, la AMISTAD y FIDELIDAD. Sin ellos las personas no son lo mismo.

Tienen una capacidad extraordinaria para calmar nuestra mente y nuestro cuerpo, sosegando nuestra alma de manera sutilmente perceptible. Ellos son auténticos y se guían por la conexión emocional que establecen con nosotros.

Lo que nuestros perros nos dan

Los perros, puesto que tienen un vínculo muy especial con su familia, conectan de manera profunda con sus cuidadores. Ellos son el mejor regalo que pueda existir, brindándonos con sus cuerpos peludos miles de cosas maravillosas. Hoy os traemos 25 de esos regalos que nos ofrecen cada día nuestras adoradas mascotas:

1. Nos ayudan a cerrar nuestras heridas emocionales. Son especialistas en hacernos sentir bien y hacernos olvidar de nuestros dolores, tanto de cuerpo como de alma.

2. Siempre están a nuestro lado, cuando estamos tristes… y cuando estamos alegres. Son felices compartiendo con nosotros la vida y así nos lo muestran.

3. No les importa si somos ricos, pobres, altos, gordos o flacos. Nos quieren sea cual sea nuestra condición.

4. Ellos no tienen ego ni les interesan las normas sociales.

5. Nunca se cansan de jugar.

6. Su amor es incondicional y nos aman por encima de todo, incluso por encima de sí mismos.


7. Nos escuchan con atención, aunque no entiendan nada o no les guste la forma en la que lo estamos haciendo.

8. Por supuesto, con ellos a nuestro lado nunca estamos solos y siempre tenemos con quien hablar.

9. Pero también una compañía que guarda y comprende el silencio que a veces necesitamos.

10. Cada día te hacen sonreír con cualquier detalle, por pequeño que sea…

11. Ellos siempre están contentos. Incluso en los días en los que están enfermos sacan las fuerzas necesarias para mover su rabito y mostrar su alegría porque nos ven o estamos a su lado.


12. Por no hablar de que, aunque bajes a comprar el pan y subas a casa, te reciben siempre con una alegría que parece que llevan años sin verte.

13. Su mayor alegría es pasar tiempo contigo.

14. Son nuestros ángeles de la guarda. Aunque pesen 2 kg son extraordinariamente valientes. Darían su vida por protegerte y que no te pase nada.

15. Se convierten en un miembro más de la familia y, por consiguiente, tienen su propio apodo cariñoso.

16. Son especialistas en sorprenderte. Sus posturas acrobáticas, sus maneras de hablarte y de pedirte comida, los ruiditos que emiten, sus expresiones… TODO.

17. Se convierten en entrenadores personales, pues te obligan a mantenerte físicamente activo. Cada día tienes que sacarlo a pasear y a jugar; así que, de media, siempre vas a caminar por lo menos 2 horas más a la semana que los que no tienen perros.

18. Compartís los mismos gustos culinarios. Tu comida favorita es también su comida favorita.

19. Hacen que te relaciones y conozcas a otras personas. El mundo humano-perruno es de lo más pintoresco y divertido.

20. Los peludos te ayudan a controlar el estrés, el estado de ánimo y tu estado físico. Incluso pueden llegar a detectar con su olfato si tienes cáncer.

21. Son especialistas en darte besos que te llegarán hasta lo más profundo de tu alma.

22. Nos enseñan a contemplar la vida siendo responsables.

23. Son igual de maravillosos que los niños y, además, excelentes niñeras. Enternecen a cualquiera con sus ocurrencias y su desparpajo.


24. Amigo es nombre de perro y lealtad su mejor apellido. Un perro será por siempre tu mejor amigo.

25. Tu perro te ayudará a dejar de buscar razones para ser infeliz y te enseñará que lo importante de la vida no es el lugar al que quieres llegar, sino el camino que estás recorriendo.

Los perros, nuestros compañeros de vida
Después de habernos dado cuenta de todo lo que nuestros perros nos dan, es fácil comprender por qué en ocasiones se les conoce como nuestro compañeros de vida. Porque no solo son mascotas, sino que nos ayudan a ser mejores personas y a seguir adelante, incluso cuando nos empecinamos en limitarnos.

Tener un perro en nuestra vida mejora nuestra autoestima y nos hace ser mucho más responsables. Ya no somos nosotros. Hay alguien a nuestro lado que merece muchos cuidados y mimos. Depende totalmente de nosotros. ¿Qué has aprendido tú de tus perros?



Por Raquel Aldana


 
Hay un juez llamado tiempo que pone a todos en su lugar



Todos nosotros somos libres de nuestros actos pero no de las consecuencias. Un gesto, una palabra o una mala acción ocasionan siempre un impacto más o menos perceptible, y aunque no lo creamos, el tiempo es un juez muy sabio. A pesar de no dar sentencia de inmediato, siempre suele dar la razón a quien la tiene.

El célebre psicólogo e investigador Howard Gardner, por ejemplo, nos sorprendió hace poco con uno de sus razonamientos: “una mala persona nunca llega a ser un buen profesional”. Para el “padre de las inteligencias múltiples” alguien guiado únicamente por el interés propio nunca alcanza la excelencia y esta es una realidad que también suele revelarse en el espejo del tiempo.

Cada uno cosecha lo que siembra y, aunque muchos sean libres de sus actos, no lo son de las consecuencias porque, tarde o temprano, ese juez llamado tiempo dará la razón al que la tiene

Es importante tener en cuenta que aspectos tan comunes, como un tono de voz despectivo o el uso excesivo de burlas e ironías en el lenguaje, suelen traer serias consecuencias en el mundo afectivo y personal de las víctimas que lo reciben. El no ser capaz de asumir la responsabilidad de dichos actos responde a la falta de madurez que, tarde o temprano, trae consecuencias

Te invitamos a reflexionar sobre ello.

El tiempo, ese juez tan sabio
Pongamos un ejemplo: visualicemos a un padre educando con severidad y ausencia de afecto a sus hijos. Sabemos que ese estilo de crianza y educación traerá consecuencias, sin embargo, lo peor de todo, es que este padre busca con estas acciones ofrecer al mundo personas fuertes y con un determinado estilo de conducta. No obstante, lo que conseguirá probablemente es algo muy diferente de lo que pretendía: infelicidad, miedo y baja autoestima.


Con el tiempo, esos niños convertidos en adultos, dictaran sentencia: alejarse o evitar a ese padre, algo que tal vez, esta persona no llegue a entender. La razón de ello está en que muchas veces quien hace daño “no se siente responsable de sus actos”, carece de una adecuada cercanía emocional y prefiere hacer uso de la culpa (mis hijos son desagradecidos, mis hijos no me quieren).

Una forma básica y esencial de tener en cuenta que todo acto, por pequeño que sea, tiene consecuencias, es hacer uso de lo que se conoce como “responsabilidad plena”. Ser responsable no significa solo asumir la culpa de nuestras acciones, es entender que tenemos una obligada capacidad de respuesta hacia los demás, que la madurez humana empieza haciéndonos responsables de cada una de nuestras palabras, actos o pensamientos que generamos para propiciar nuestro bienestar y el de los demás.

La responsabilidad, un acto de valentía
Entender que, por ejemplo, la soledad de ahora es consecuencia de una mala acción del pasado es sin duda un buen paso para descubrir, que todos estamos unidos por un finísimo hilo donde un movimiento negativo o disruptivo, trae un como consecuencia un nudo o la ruptura de ese hilo. De ese vínculo.

Procura que tus actos hablen más que tus palabras, que tu responsabilidad sea el reflejo de un alma; para ello, procura tener siempre buenos pensamientos. Entonces, ten por seguro que el tiempo te tratará como mereces

Es necesario tener en cuenta que somos “propietarios” de gran parte de nuestras circunstancias vitales, y que una forma de propiciar nuestro bienestar y de aquellos que nos rodean es mediante la responsabilidad personal: todo un acto de valentía que te invitamos a poner en práctica a través de estos sencillos principio.

Claves para tomar conciencia de nuestra responsabilidad
El primer paso para tomar conciencia de “la responsabilidad plena” es abandonar nuestras islas de recogimiento en las que focalizamos gran parte de lo que acontece en el exterior en base a nuestras necesidades. Por ello, esta serie de constructos son adecuados también para los niños. Utilizándolos con ellos podemos enseñarles que que sus actos, tienen consecuencias.

  • Lo que piensas, lo que expresas, lo que haces, lo que callas. Toda nuestra persona genera un tipo de lenguaje y un impacto en los demás, hasta el punto de crear una emocionalidad positiva o negativa. Hemos de ser capaces de intuir y ante todo, de empatizar ante quien tenemos delante.
  • Anticipa las consecuencias de tus actos: sé tu propio juez. Con esta clave no nos estamos refiriendo a caer en una especie de “autocontrol” por el cual llegaremos a ser nuestros propios verdugos antes de haber dicho o hecho nada. Se trata solo de intentar anticipar qué impacto puede tener una acción determinada en los demás y, en consecuencia, también en nosotros mismos.
  • Ser responsable implica comprender que no somos “libres” del todo. La persona que no ve límite alguno en sus actos, en sus deseos y sus necesidades, practica ese libertinaje que, tarde o temprano, también trae consecuencias. La recurrida frase de “mi libertad termina donde empieza la tuya” adquiere aquí su sentido. No obstante, también es interesante intentar propiciar la libertad y el crecimiento ajeno, para de este modo, alimentar un círculo de enriquecimiento mutuo.
Por Valeria Sabater

 
10 cosas que las personas mentalmente fuertes hacen todos los días

Seguramente has identificado alguna vez a personas mentalmente fuertes y otras mentalmente débiles, ¿verdad? Pero… ¿te has preguntado alguna vez qué quiere decir esto, realmente? Una persona mentalmente fuerte es, por ejemplo, aquella que no se deja influenciar por los demás, que sabe cómo es y que está orgullosa de su personalidad. Una persona mentalmente fuerte se conoce y no permite que los demás la cambien.

Quizás no sepas si eres una persona fuerte o no, o quizás estés buscando la forma de serlo. Hoy sabrás qué 10 cosas hacen las personas que son mentalmente fuertes. Esperamos que te ayuden a conseguir ser ¡muy fuerte!

1. Saben decir “no”
Algo muy difícil para muchos, pues nos han enseñado que siempre debemos decir “sí”, de otra manera seremos considerados personas maleducadas e incluso poco simpáticas. Nuestro afán de aceptación nos convierte en únicos decidores del “sí”.

Debes aprender que decir "no" no es algo negativo, pues tienes todo el derecho a negarte a hacer o admitir algo que no consideras de tu agrado. Cuesta decir “no”, ¿qué tal si empiezas hoy mismo a negarte a hacer aquello que no quieres hacer?

2. Abrazan el fracaso

Las personas mentalmente fuertes saben que todo fracaso conlleva una experiencia, y que cada experiencia es una nueva forma de saber qué hemos hecho bien, qué hemos hecho mal y qué debo hacer ahora para avanzar.

Sin fracaso no hay éxito, sin fracaso nos estancamos, sin fracaso podemos confiarnos y al llegar a la meta ver que todo lo que hemos hecho estaba mal o no nos ha sido todo lo satisfactorio que nos gustaría.

A veces el éxito se viste del fracaso más profundo. No te lamentes antes de tiempo. Ten confianza

3. Su felicidad no depende de los demás
Creemos que para ser felices, los demás deben de serlo o, en definitiva, nuestra felicidad siempre está a merced de los demás. Este es un grave error. Tu felicidad es solo tuya, si permites que dependa de los demás te verás inmerso en un vaivén de emociones que no harán más que hacerte sentir infeliz y frustrado. La felicidad está en ti. ¿Aún no la ves? Búscala…


4. Sacan de lo negativo algo positivo



Recuerda que los robles más fuertes crecen con el viento en contra

No hay que dramatizar, pues en esta vida siempre le damos más importancia a todas aquellas cosas que nos suceden negativamente. Pero, ¿en verdad son negativas? Las personas mentalmente fuertes saben que de absolutamente todo lo negativo siempre se puede sacar algo positivo. Ese algo está ahí, pero tú no puedes verlo. Abre los ojos, de lo negativo se aprende, se avanza…

Para ver el arco iris, primero debes soportar la lluvia

5. Se enfrentan al miedo
Porque saben que es una emoción más, pero que si dejas que te invada te paraliza. Por eso, las personas mentalmente fuertes se enfrentan al miedo y lo utilizan a su favor. Usan ese miedo para enfrentarse y superarse en todos aquellos aspectos que temen, ¡se ponen a prueba! Así se hacen fuertes, así se hacen mentalmente poderosos.

6. Son emocionalmente inteligentes

Son pocas las personas que son emocionalmente inteligentes, pues comprenden e identifican las emociones, algo tremendamente difícil. Además, son personas con una alta capacidad de empatía. ¿Tú sabes controlar tus emociones? ¿Sabes identificarlas y utilizarlas a tu favor? Si es así, quizás seas emocionalmente inteligente.

Las personas emocionalmente inteligentes saben exteriorizar sus emociones

7. Confían en sus posibilidades
Somos humanos y en cualquier momento nuestra confianza puede verse quebrada o puesta en duda. ¿Estamos seguros que podemos hacer eso que queríamos?, ¿podemos hacerlo? Las personas emocionalmente inteligentes confían en todo momento en ellas mismas y no permiten que nada eche por tierra esa confianza. La seguridad en uno mismo es importante si queremos ser fuertes.

8. Neutralizan a las personas tóxicas

Las personas tóxicas nos rodean y, en ocasiones, provocan en nosotros una transformación a algo que en realidad no queremos ser. Si eres fuerte emocionalmente sabrás cómo neutralizar a las personas tóxicas.

Tan solo te hace falta confianza en ti mismo, la fuerza y el orgullo necesario para alejarte de ellas y para hacerles frente si es preciso. No te dejes llevar por ellas por las personas tóxicas. La oscuridad y la negatividad nunca ha sido un lugar donde a alguien le guste estar.

Algunas personas son como las nubes, cuando desaparecen el día se vuelve más brillante

9. Aceptan los cambios
Porque en ocasiones tememos a los cambios, salir de nuestra zona de confort ¡nos da miedo! Pero las personas fuertes emocionalmente saben que todo cambio es bueno. Elimina de tu mente el dicho “es mejor malo conocido que peor por conocer” porque todo cambio significará algo bueno. Tan solo debes verlo. Abre tus ojos, acepta los cambios… acepta ser una persona mentalmente fuerte.

10. Saben que el mundo no les debe nada
En ocasiones creemos que el mundo nos debe cosas, que si hacemos cosas buenas nos tienen que pasar cosas buenas. No des nada por sentado, tampoco desees demasiado. Mira a tu alrededor, ¿qué tienes? Alégrate por lo que posees ahora, aprécialo, dále valor… Ahí encontrarás la verdadera felicidad y la fortaleza necesaria que tanto estabas buscando.

En ocasiones creemos que no tenemos nada, pero eso es solo porque no sabemos mirar ni apreciar lo que tenemos de forma más cercana

Tras estas 10 cosas que hacen las personas mentalmente fuertes, ¿te identificas con ellas? Si es así, ¡enhorabuena! y si no… ¡ya sabes lo que tienes que hacer! Empieza a cambiar tu visión sobre las cosas, sobre el mundo, sobre tu realidad… La vida está llena de cosas maravillosas y tú eres mentalmente fuerte, solo que aún no has sacado tu verdadera fortaleza.

Por Raquel Lemos Rodríguez

 
El Sol, guardián de nuestras emociones positivas



Se dice que los días soleados nos ponen de mejor humor ¿Te has preguntado por qué?

Parece ser que la luz actúa directamente sobre algunas áreas específicas del cerebro que procesan las emociones, tanto las buenas como las malas.Aunque ya hace tiempo la luz se utiliza para tratar los trastornos relacionados con el humor, hasta ahora no era claro cómo funcionaba esto. La respuesta es que la luz puede hacer que nos sintamos mejor debido a que ayuda a regular los ritmos circadianos o ritmos biológicos.

Entonces por qué no aprovechar lo que el nuevo dia nos regala un hermoso día soleado, disfrutar de aquella puesta de sol eso la simplicidad de la vida, pero con una extraordinaria emisión de felicidad a nuestro favor.

Hay ocasiones en que nos quejamos por el ya que este también transmite calor a nuestro cuerpo y muchas de las veces esto nos pone de mal humor, sin ver lo que un hermoso sol puede hacer en nuestro humor, incluso levantarnos sin darnos cuenta, levantarnos de aquellos días rutinarios , aquellos días en los que nos sentimos apáticos, tristes ante las circunstancias de la vida.

El sol ese foco inmenso que alegra nuestros días y nuestro entorno

Además de brindarnos esa luz en nuestro andar, esa luz la cual nos sirve a nuestro favor, él es quien hace crecer esas hermosas flores y brillar aquellos arboles con un verde extraordinario. En pocas palabras el SOL contribuye a que tengamos la oportunidad de disfrutar de hermosos paisajes que muy pocas veces son apreciados a nuestra vista. Así, por lo mismo que nos dejamos llevar por lo negativo del sol, ya que este transmite calor, nos percatamos de cosas hermosas que el mismo está poniendo a nuestros ojos.

Son esas oportunidades que la vida nos brinda, que el mismo universo nos regala para que disfrutemos de ellas, ¿Por qué no darnos esa oportunidad? De disfrutar de verdad nuestros días, no a medias, ni quejándonos por ellos, la vida no regresa, el sol se apaga.

La oportunidad ahí esta al alcance de tu vista, solamente es cuestión de hacerla tuya, de aprovecharla. Todos los días esta ese hermoso sol , mirandolo disfruta lo que la vida el universo te da. Y SE FELIZ.


Por Janeth Gonzalez Lopez
 
Hombres a la sombra de súper-mujeres



Me siento orgullosa de ser mujer en los tiempos que vivimos y estoy plenamente convencida de que el escenario ha cambiado para nosotras. Afortunadamente las mujeres hemos dado un paso adelante en muchos sentidos, mientras que en otros todavía nos está costando dar un paso hacia atrás y permitir la participación del hombre por pleno derecho y, en el fondo, para que sea posible un nuevo equilibrio.

Así, existen determinadas conductas que responden a ese rol de género arcaico que tanto nos está constando cambiar. Conductas y pensamientos que atesoramos nosotras y que son a nosotras a las primeras que nos hacen daño. Por extensión, por supuesto, también se lo pueden causar a nuestra pareja o a las personas que nos rodean.


En este sentido los géneros no han cambiado. Los hombres siguen siendo hombres y las mujeres siguen siendo mujeres, lo que ha cambiado o más bien se han ampliado han sido los roles. Esto ha roto el equilibrio y la jerarquía que mantenían los antiguos. Así, lo que necesitamos es encontrar un nuevo equilibrio, sin volver al antiguo rol de mujer sumisa o de hombre proveedor. Y en esta búsqueda nos encontramos: sabemos dónde no queremos estar pero no tenemos tan claro dónde nos gustaría estar.

En mi casa mando yo
Los hombres que se adhieren a las tareas del hogar muchas veces se sienten frustrados: las mujeres que se han encargado siempre de sus casas, a pesar de ceder algunas tareas, no han cedido el control. Desde primera línea o desde la sombra, mandan a los hombres a hacer tareas, las supervisan y se frustran cuando ellos no las hacen igual que ellas. Así, terminan diciendo el ya famoso: “Quita, que ya lo hago yo”.

Han incluido el rol masculino en sus hogares… pero bajo una mentalidad femenina, sin tener en cuenta que el hombre piensa y actúa diferente. No se pueden ceder las tareas para luego rehacerlas, lo importante es que se compartan las labores, que las tareas estén hechas, bien hechas, aunque cada uno tenga su manera personal de hacerlas.

No hay caballero que valga
Las mujeres modernas tenemos la falsa idea de que los caballeros reales no existen, que son machistas encubiertos que minusvaloran el rol de la mujer sea cual sea el lugar donde lo juegue. Así, la concebirían como el s*x* débil y cuando hacen un gesto caballeroso, lejos de ser una señal de afecto, menospreciaría lo que las mujeres pueden hacer por sí mismas.


La caballerosidad no ha muerto y ojalá que no muera nunca, que nunca muera un hombre que se ofrezca a ayudar con las bolsas pesadas a su pareja o la corteje aun cuando lleven muchos años juntos. Un hombre que ceda su chaqueta a una mujer que esta tiritando de frío. Sin que esto no signifique que la mujer pueda abrir puestas por sí misma, pasar después o llevar su propia chaqueta. Sin que esto signifique tampoco que la mujer no pueda abrirle puertas al hombre o prestarle su chaqueta.

No es lo mismo un hombre atento, un caballero amable que un machista pasivo. Los machistas creen que cuidar de la casa, cuidar y educar a los hijos es cosa de mujeres. Los caballeros entienden que tienen que asumir nuevos roles y que hay diferencias entre hombres y mujeres, pero que un hombre no es menos hombre porque lave los platos o cambie un pañal. Las conductas pueden ser similares en algunos casos, pero el fondo es muy distinto.

No se lo digo, prefiero que me lea la mente
No importa la época en que vivamos, la comunicación en las relaciones siempre es fundamental. Las diferencias entre hombres y mujeres siempre existirán y tanto unos como otros intentaremos saber cómo y qué piensa el otro. Además, en el cumplimiento de este interés nos equivocaremos muchas veces porque no tenemos una bola de cristal que funcione con un mínimo de fiabilidad, más allá de nuestra intuición.

Es fundamental hablar de nuestras necesidades y de nuestros problemas, siempre en positivo y a ser posible en privado. Muchas veces tendemos a comentar nuestra vida privada con amigos o familiares, lo hacemos de un modo relajado, pero con un tinte que avergüenza o enfada a nuestra pareja, como si no nos atreviéramos a decirlo en persona. Hablar con nuestra pareja no tiene por qué terminar en una discusión. De hecho, si es de forma constructiva puede fortalecer mucho la relación.

Así, es bueno hablar de aquello que nos gusta, pero también de aquello que no. Aunque tengamos la sensación de que introducirnos en este campo pueda quebrar la paz que parece respirarse en ese momento entre los dos. Puedes hacerlo señalando directamente lo que no te gusta o aludiendo directamente a lo que te gustaría que hiciera en vez de lo que ya hace (“No me gusta que me grites”, “Me encanta cuando me hablas en un tono bajo”).

No podemos pretender que el otro nos lea la mente o que por nuestra actitud adivine nuestros gustos. Aunque pueda intuir ciertos mensajes, como los intuyes tú, lo mejor es dejarlo claro.

Soy mamá gallina
Las mujeres modernas que trabajan hacen un esfuerzo muy grande por atender sus obligaciones laborales y familiares. Puede que cuenten con los hombres para ayudar en ciertas tareas del hogar, pero lo cierto es que el peso lo siguen llevando ellas. Esto puede estar presente desde el nacimiento, ellas son las que alimentan, cambian pañales, bañan, etc., aunque muchos padres estén dispuestos a echar una mano.

Así, muchos hombres se resisten a dejar su antiguo rol, pero al mismo tiempo también hay muchas mujeres que se resisten a que lo dejen. A que los padres pasan de ayudar o echar una mano a hacerse co-responsables de sus hijos.

Por otro lado, después de nueve meses de cuidado exclusivo del que ahora es un bebé, muchas madres ofrecen cierta resistencia a dejar que alguien más participe en las tareas que consideran más importantes. Se sienten en última instancia como las únicas responsables de que el bebé este bien.

Sin embargo, cediendo y compartiendo algunas tareas el nivel de estrés que ocasionan estas puede disminuir. Ambos sexos tienen la capacidad de criar a los hijos aunque tengan estilos diferentes. Los niños necesitan y están abiertos a ser cuidados tanto por el padre como por la madre. Al mismo tiempo, la mujer necesita compartir esta carga si quiere hacer frente, sin morir en el intento, a su participación activa en el mercado laboral.

Para concluir quisiera decir que somos las mujeres las que tenemos que ampliar nuestra visión de roles en este mundo e involucrar a los hombres en tareas que quizá en la antigüedad estaban reservadas solo a nosotras. Necesitamos encontrar un nuevo equilibrio entre la feminidad, la maternidad, la mujer trabajadora y la relación de pareja.

Por Anet Diner Gutverg
 
Tú eres el creador de tus obligaciones


Estamos abarrotados de obligaciones de todo tipo: desde las que tenemos que afrontar en nuestra ocupación laboral hasta las domésticas, como la de tener la comida lista cada día. En esta sociedad exigente en la que vivimos debemos ser atractivos, excelentes trabajadores, estar siempre al día de la actualidad, ser buenos padres, etc.

Las obligaciones son aquellas expectativas a las que debemos llegar si es que queremos sentirnos mejores personas. Pero reflexionemos por un momento, ¿quién me impone mis obligaciones? ¿de quién son realmente esas expectativas?

El lector puede responder que el estilo de vida en el que nos embarcamos es el responsable de todas las obligaciones diarias que tenemos que enfrentar y que debemos adaptarnos a ello. Sin embargo, si nos paramos a pensar un poquito más nos daremos cuenta de que muchas de nuestras obligaciones en realidad son autoimpuestas y de que están enfocadas para cumplir con las expectativas ajenas en lugar de con las propias.

¿Cuántas veces te has visto obligado a realizar algo que no te gustaba porque era lo que “debías” hacer? La palabra deber forma parte de la gran muchas de nuestras creencias irracionales e implica una necesidad encubierta que tenemos que cumplir para sentirnos felices, o al menos para no sentirnos mal.

Pensamientos que hablan de obligaciones
Las emociones perturbadoras normalmente se originan en base a una obligación. Como apunta la psicología cognitiva, lo que pensamos es la causa directa de cómo nos sentimos y cómo nos sentimos influye a su vez en cómo pensamos. Siguiendo esto, si nos encontramos ansiosos, deprimidos o iracundos probablemente estemos creando un sinfín de obligaciones en nuestra mente.

Estas obligaciones pueden versar sobre nosotros mismos, los demás o el mundo en general y hablan de la falsa idea de cómo deben ser las cosas. Estos deberías cierran la puerta a la clave del bienestar emocional: la aceptación incondicional.


Cuando las obligaciones son referidas a uno mismo, pensamos que deberíamos ser o actuar de una forma determinada y no de otra.

No nos aceptamos tal cual somos, lo que crea en nosotros una autoestima deficiente, además de una sensación de ansiedad por querer cumplir con las expectativas autoimpuestas o depresión si no hemos sido capaces de cumplirlas. “Yo debería haber actuado correctamente en esa situación”, “Debería realizar mi trabajo perfectamente cada día”, “No debo fallar”…son algunos ejemplos de pensamientos perturbadores que podemos albergar cuando nos obligamos a nosotros mismos a ser quienes no somos.

Los deberías referidos a los demás generan un sentimiento de rabia, al igual que aquellos que se refieren al mundo. El querer que las personas de nuestro alrededor y la vida sean de una manera que tenga que encajar en nuestros criterios personales es tan irrealista como pretender que el cielo sea de color fucsia.

Estas obligaciones, como habíamos apuntado, esconden una falsa necesidad, la cual es consiente desterrar de nuestra mente para sentir mayor plenitud.

Cuando las obligaciones son sobre nuestra persona, escondemos la necesidad de aprobación y de perfeccionismo: “Debo hacer mi trabajo perfectamente porque necesito ser reconocido en la empresa“. Sin embargo, cuando pretendemos que sea nuestro entorno el que actué de una manera concreta, tenemos la necesidad de la comodidad: “No deberían existir los atascos de tráfico porque me aburro en ellos, son molestos, llego tarde a donde quiero ir, etc…”

Cambiar el “debería” por un “me gustaría”
Si somos capaces de modificar nuestro diálogo interior por uno más ajustado al mundo tal y como es habremos descubierto la tecnología que permite que nos sintamos más felices. El cambio, evidentemente, no ha de ser meramente verbal, sino que tenemos que creer en lo que nos estamos diciendo y hacerlo hasta el punto de que nuestras emociones negativas insanas se conviertan en sanas.

Todas las obligaciones y los “deberías” que rigen nuestras vidas están impuestos por nosotros mismos aunque creamos que no tenemos escapatoria de ellos. Si lo pensamos bien, nadie nos ha puesto una pistola en la cabeza para que tengamos la vida que tenemos.

Todo lo que hacemos y cómo nos comportamos es producto de una decisión personal y es por ello, que únicamente nos concierne a nosotros el cambio.

Quizás estés pensando que hay obligaciones ineludibles, como el trabajo o el cuidado de los hijos. Si hemos elegido un trabajo concreto y también hemos querido ser padres, una vez más nos hemos autoimpuesto la obligación. Todas nuestras acciones tienen consecuencias y si queremos seguir pagando la hipoteca o que nuestros pequeños se conviertan en personas educadas, es cierto que tenemos que actuar en la dirección que produzca ese resultado.

Nadie ni nada nos ha obligado a optar por la vida que hoy tenemos, si no que es consecuencia de un puñado de decisiones tomadas en libertad.

Aunque muchas veces nos sintamos obligados a coger un camino u otro, lo cierto es que finalmente, ya sea porque es lo que más nos conviene, por influencias, porque queremos o por miedo, escogemos aquel que nosotros decidimos.

Para no sentirte tan obligado y ansioso, es preciso empezar a cambiar la charla interior. Cada vez que un “debería” aparezca por tu mente, cámbialo rápidamente por un “preferiría” o un “me gustaría”, sin caer en las exigencias. Finalmente, al me gustaría ha de acompañarle un “si no es como yo quiero, el mundo no se va a acabar” o “si las cosas no salen de esta forma, tendré otras opciones”.

Con la práctica y la interiorización de estos “me gustaría” empezaremos a sentirnos mucho más sosegados en este mundo tan exigente.

Por Alicia Escaño Hidalgo
 
Vivir sin expectativas


Las expectativas no nos permiten vivir en libertad, aceptando el curso de las cosas, ya que creemos que por el hecho de desear algo en concreto, ya sea aprobación, perfección o comodidad, tiene obligatoriamente que ocurrir. Pero la realidad es que lo que tenga que suceder, va a suceder, estemos o no de acuerdo.

Las personas en muchas ocasiones pretendemos tomar el rol fantasioso de divinidad. Pensamos erróneamente con “deberías”, hacia nosotros mismos, los demás y la vida en general. Nos decimos cosas como “mi jefe debería tratarme bien y no gritarme”, “las cosas me deben salir bien siempre y con poco esfuerzo” o “yo debo hacer mi trabajo bien porque si no significa que soy un gusano”. ¿Qué nos hemos creído?, ¿un juez?, ¿un Dios?, ¿quién puede decir lo que debería o no debería ser?


Cuando vivimos esperando que la vida funcione como queremos, que las cosas salgan como nos gusta o que los demás nos traten como creemos merecernos estamos siendo, en realidad, esclavos de lo que esperamos.

Vivir con expectativas nos convierte en personas débiles a nivel emocional, ya que esperamos que las cosas sucedan tal y como deseamos y no siempre va a ser así. De hecho, en un porcentaje considerable de veces, la vida va a tomar un giro distinto del que esperábamos y no queda otra que aceptarlo con el mayor sosiego posible.

Si no nos entrenamos bien para soltar las expectativas y abrazar lo que viene, corremos el riesgo de sufrir considerablemente, de deprimirnos o llenarnos de ansiedad. Cada cual elige qué es lo que prefiere pues cada uno es dueño de su propio estado emocional.

¿Cómo me libro de las expectativas?
La clave se encuentra en
aprender la diferencia entre lo que es controlable y lo que no. Yo no puedo controlar el pensamiento ni la actitud de los demás, tampoco las circunstancias del mundo y de la vida. Sin embargo si puedo controlar la forma de relacionarme con esto, la forma de pensar sobre ello y de hacerle frente.

Cuando tratamos de controlar lo incontrolable, evidentemente, nos frustramos porque nunca va a ocurrir lo que queremos. Nuestro margen de actuación se reduce a que podemos hacer las cosas de la mejor manera que sabemos o actuar como mejor sepamos, pero eso no quiere decir que se nos vaya a recompensar, ni que todo vaya a ir conforme a nuestras expectativas y deseos. Vamos a quitarnos esta idea absurda de la mente y comencemos a aceptar la realidad.

Piensa, por ejemplo, en que un día alguien te dice: “El cielo debería ser de color verde manzana, porque sí, porque a mi me gusta ese color y espero que algun día sea así” ¿Qué pensarías? Seguramente que esta persona no está muy bien de la cabeza, que tiene un deseo absurdo, que nunca se va a realizar por la sencilla razón de que es imposible y porque por mucho que a mi me guste algo, no significa que obligatoriamente tenga que ocurrir.


De la misma manera, cuando albergamos expectativas en nuestra vida, con nuestros propios asuntos, estamos imponiendo y exigiendo que debe ser, cuando no va a ser y tampoco necesitamos que sea.

Tú no eres ningún Dios
Por lo tanto, cuando te percates que vienen expectativas a tu mente, y tu diálogo interno contenga un " deberías“, acuérdate de que no eres ningun Dios que puede cambiar el progreso de las cosas, solo un ser humano como otro cualquiera que lo hace lo mejor que puede pero que de eso no se deriva que le vaya a ir bien ni que la vida vaya a ser justa.

También puedes preguntarte ¿Quién dice que las cosas me deben salir bien?, ¿dónde está escrito que tal persona me debería tratar como merezco?, ¿puedo controlar yo el comportamiento del otro de alguna manera?, ¿me sirve para algo pensar en que el mundo está obligado a satisfacerme y esperar que así sea?

Cuando encuentres las respuestas realistas y racionales a todas estas preguntas y cambies tu diálogo interno por “me gustaría, pero quizá no sea así y tampoco lo necesito” o “no espero que menganito me haga un regalo por nuestro aniversario, aunque sería fantástico si lo hiciese”, te darás cuenta de que eres mucho más fuerte y libre.

Te habrás desligado de las expectativas irracionales, de la rigidez, de la obtusidad y comenzarás a aceptar lo que el Universo tiene preparado para nosotros. A veces te gustará, otras no, pero en eso consiste la vida.

Si todo fuese siempre color de rosa y como queremos, esto de vivir tendría poca gracia. No hay alegría sin tristeza, satisfacción sin decepción, éxito sin fracaso… Para sentir el cosquilleo que nos produce el alcance de una expectativa, tenemos que conocer la frustración y tolerarla.

¡Empieza hoy a soltar! Anota en un papel todas tus expectativas, hacia ti mismo, los demás y el mundo y ve modificándolas. Te gustaría que se cumplieran, pero no es obligatorio y pase lo que pase lo aceptarás y soportarás. Practica un diálogo interno más maduro y fuerte, y saldrás ganando.


Por Alicia Escaño Hidalgo
 
Las expectativas nos aseguran frustración


Las expectativas están formadas mediante suposiciones, acerca de lo que creemos que tendría que ser, en base a lo que nos han enseñado y hemos aprendido. Muchas veces las expectativas que tenemos se alejan de la realidad y nos encontramos de lleno con la frustración.

Es inevitable tener expectativas acerca de algo o de alguien, todos nos las vamos formando como un proceso automático de nuestra mente. Tenemos a su vez expectativas hacia nosotros mismos, de cómo deberíamos de comportarnos o a lo que tendríamos que aspirar.


Las creencias que nos vamos formando van construyendo nuestro mundo y nuestra realidad. Las expectativas son un elemento clave, influyendo en cómo nos relacionamos con los demás, y sobre la imagen que tenemos acerca de nosotros mismos.

“Una profecía que se autocumple es una suposicion o predicción que, por la sola razón de haberse hecho, convierte en realidad el suceso supuesto, esperado o profetizado y de esta manera confirma su propia ‘exactitud'”
-Paul Watzlawick-

Influimos y nos influyen a través de expectativas
Las expectativas culturales son aquellas que compartimos en sociedad, sobre lo que está aceptado, bien visto, y lo que es rechazado. Entramos sin darnos cuenta en este juego de las expectativas que tenemos formado en nuestra cultura, intentando adaptarnos a lo que se supone que debemos de hacer; intentando así no quedar aislados y excluidos.

La imagen que nos hemos creado acerca de nosotros mismos, está cargada de expectativas: de nuestros padres, familia, profesores, compañeros de clase, amigos, parejas, etc. De lo que han esperado de nosotros, nos han influido inevitablemente a crear nuestro autoconcepto.


Es así como aparece el famoso suceso psicológico llamado el efecto Pigmalión. Las creencias y expectativas que tenemos acerca de una persona, influyen a esta en su rendimiento y forma de comportarse. Influyendo a generar su propia creencia sobre lo que puede conseguir y lo que no.

Las expectativas no se dividen en buenas o malas, simplemente nos impiden ser quienes realmente queremos ser

La trampa de las expectativas
¿Vivimos la vida que realmente nos gustaría? ¿Nuestras decisiones las tomamos en base a lo que queremos? Sería bueno cuestionarnos si estamos viviendo conforme a lo que queremos o conforme a las expectativas que los demás tienen sobre nosotros.

Tener que ser un buen trabajador, un buen estudiante, una persona responsable, cuidar de la familia. Ser una chica simpática, alegre, que nunca da problemas; ser educada, amable, etc. Todo esto se convierte en imposiciones que nos hemos creído que hay que cumplir, porque somos así y no podemos salirnos de ese patrón.


¿Qué sucede cuando salimos de lo que se supone que se espera de nosotros? Aparece la frustración de las personas que nos han visto siempre en ese mismo papel de cumplidor de expectativas. Si reaccionamos como no estaba previsto y decidimos comportarnos de otra manera, nuestras relaciones cambian. Nos sentimos culpables por haber defraudado.

Liberarnos de las expectativas
Liberarnos de las expectativas que los demás tienen hacia nosotros ya es un gran paso, una tarea difícil que requiere de mucho valor. Si además logramos entender que no hemos fracasado y que la decepción y la frustración es de los demás, que se han formado unas creencias acerca de cómo tenemos que ser bajo todas las circunstancias; habremos aprendido además que no podemos vivir constantemente tras esa máscara, y acabaremos por despertar de nuestro letargo.

En ese despertar surgen nuestro verdadero ser, tomamos nuestras propias decisiones teniendo en cuenta lo que necesitamos y lo que queremos. Comenzamos a elaborar nuestro propio recorrido por la vida

Atender a lo que experimentamos
Nuestra experiencia, lo que vivimos y aprendemos de todas las situaciones por las que pasamos, va de alguna forma moldeando y dándole forma a nuestras expectativas, las que tenemos sobre nosotros mismos y sobre los demás.

Vamos comprendiendo que nuestra frustración acerca de cómo creíamos que alguien era, ha sido producto de nuestra ilusión. Las personas no somos específicamente de una determinada manera, existen multitud de factores que influyen en cómo nos comportamos, y las decisiones que tomamos. Necesitamos procesos de cambio, para experimentar y decidir lo que queremos ser.

Si me he defraudo por lo que esperaba de alguien, es mi responsabilidad aceptar que era mi creencia, mi expectativa, la que yo me he creado. La otra persona está en su derecho de no corresponder a lo que yo esperaba de ella.

Al entender el proceso y mecanismo de nuestras expectativas, vamos restándoles importancia, comprendiendo, siendo más compasivos y flexibles. Vamos aceptando y amando a las personas y a nosotros mismos por lo que son, por lo que somos, con nuestros errores y aciertos. Nos permitimos ser como necesitemos ser, permitimos a los demás ser como necesiten ser y como quieran ser.

“Porque prácticamente todo, las expectativas de los demás, el orgullo, el miedo al ridículo o al fracaso se desvanece frente a la muerte, dejando sólo lo que es verdaderamente importante. Recordar que vas a morir es la mejor forma que conozco de evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir tu corazón.”
-Steve Jobs-

Por Rafa Aragón

 

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