Autoestima y otros temas de psicología

Margaret Floy Washburn: la primera mujer doctora en psicología



Margaret Floy Washburn fue una brillante estudiante adelantada a su tiempo. Su carácter afable y su tesón le hicieron granjearse la amistad de muchos de sus colegas psicólogos del momento a pesar de haber vetado su ingreso en la Universidad. Siempre será recordada como la primera mujer en obtener el doctorado en psicología.

Siempre que pensamos en los pioneros de la psicología nos vienen a la cabeza nombres tan importantes como Sigmund Freud, Piaget, Jung. Sin duda son autores muy relevantes, pero muchas mujeres también pioneras en la historia de la psicología han permanecido a la sombra, eclipsadas por los hombres de su entorno.


La imaginación colectiva cuenta con muchos prejuicios sobre las figuras más destacadas de la psicología. En esta ciencia ocurre lo mismo que en cualquier otro campo de estudio: somos ignorantes del papel de la mujer en los estudios en los que estuvo presente o actuó como su principal promotora. Sus historias y sus descubrimientos han sido muchas veces difuminados o eclipsados por las figuras masculinas de su entorno, por lo que es complicado recuperarlas de las sombras de la historia.

La psicología, como otras disciplinas, ha contado con mujeres que contribuyeron significativamente a su desarrollo científico. Sin embargo, tuvieron que superar grandes barreras para ser reconocidas ante las ideas sostenidas por sus compañeros, que lejos de ayudarlas se obstinaban en demostrar su incapacidad física, moral y social para generar conocimiento científico.

Un ejemplo muy claro es la propia Margaret F. Washburn. No fue admitida como estudiante en la Universidad de Columbia por el hecho de ser mujer, los obstáculos que tuvo que superar para ejercer de psicóloga dentro de la academia y la exclusión de sociedades científicas, como la de los experimentalistas, liderados por Titchener.

Hasta bien entrado el siglo XX, las mujeres tuvieron vetado el ingreso en las universidades y el ejercicio de muchas profesiones que requerían de estudios. Y a esto hay que sumar las numerosas ocasiones en las que sus historias han sido borradas o sus contribuciones arrebatadas.


La oposición masculina a la independencia femenina es quizás más interesante que la independencia en sí”


Virginia Woolf

Margaret Floy Washburn, una historia de superación
Margaret Floy Washburn nació en 1871 en Nueva York. Fue hija única. Cambiaba de residencia con cierta frecuencia, ya que su padre era pastor de la Iglesia anglicana y le asignaban distintas parroquias como destino.


Fue una estudiante brillante y decidió estudiar psicología en la Universidad de Columbia (Nueva York), ya que allí se encontraba el profesor James McKeen Cattell, considerado como uno de los psicólogos más importantes de finales del siglo XIX y principios del XX. Representante de la llamada escuela americana de psicología, ayudó a establecer la psicología como una ciencia “fidedigna”: hasta entonces muchos la consideraban un pseudociencia.

Pero, a pesar de su brillante expediente académico, la Universidad de Columbia no admitía mujeres estudiantes. Así, Washburn solo puedo asistir como “oyente”. Cuando Cattell observó el interés de su alumna, la animó a entrar en la Universidad de Cornell donde tuvo la suerte de trabajar tutelada por Titchener.

Realizó un estudio experimental de los métodos de equivalencia en la percepción táctil y obtuvo su grado de maestría por este trabajo. Desarrolló su tesis doctoral sobre la influencia de las imágenes visuales en los juicios de distancia táctil y dirección. Este trabajo fue enviado por Titchener y publicado en Philosophische Studien (1895). En 1894 se convirtió en la primera mujer en recibir un doctorado en psicología.

En 1908 Margaret Floy Washburn publicó su libro más importante y conocido, La mente animal: un libro de psicología comparada, donde compila las investigaciones sobre el trabajo experimental en psicología animal. El texto cubría una amplia gama de actividades a partir de los sentidos y la percepción. Washburn tuvo apoyo y reconocimiento en su trabajo, pero a costa de pasar por alto y ser aparentemente indiferente a las discriminaciones sexistas de las que fue objeto.


Debido a su carácter conciliador se convirtió en una de las dos primeras mujeres en ser admitidas por el club de los “experimentalistas” después de 25 años de exclusión a mujeres y tras la muerte de Titchener, su fundador.

La vida de la doctora Washburn es, sin duda, apasionante. Peleó hasta el final por conseguir los objetivos que se había marcado. Además, aunque sus méritos fueron reconocidos por sus colegas, la historia todavía no le ha dado la relevancia y el reconocimiento social que merece.

Cualquiera que sepa un poco de historia sabe que el progreso sería imposible sin la figura femenina“.
-Karl Marx-

333.png

Por Maria Prieto

 
¿Qué ves en tu espejo?



¿Qué ves cuando te miras al espejo?, ¿la balanza se decanta hacia lo bueno o por el contrario cae sobre el lado de los defectos?, ¿tus sentimientos son positivos o negativos al mirarte?

Muchas personas dan por supuesto lo bueno que tienen y se centran en lo que no les gusta, esto puede ser nefasto para conseguir la aceptación propia. Todos tenemos defectos, pero deberíamos dejarlos en segundo plano, queriéndonos por lo que somos como personas.


Al final lo que da la felicidad no es un físico bonito, aunque puede ayudar, pero si de fondo no nos queremos a nosotros mismos, no importará como seamos porque no nos sentiremos bien.

NO PERMITAS NUNCA QUE TU FISICO TE DEFINA
Lo más valioso que tenemos es el interior, puede sonar a tópico pero es totalmente cierto, ya que los valores interiores son muy estables, deberíamos unir nuestra autoestima a ellos porque el físico se irá estropeando con el paso de los años y al final nos quedará lo de dentro.


En el espejo no vemos nuestra verdadera esencia, jamás permitamos que nos definan unos rasgos determinados, sean más bonitos o menos. Si miras sólo el envoltorio tendrás una opinión errónea sobre ti, al final nadie se queda con el envoltorio sino que lo que más deseamos es abrir el regalo y ver lo que hay dentro.

Solemos ser más críticos con nosotros mismos de lo que lo son los demás. Uno mismo se suele sacar defectos y los demás se quedan prendados de lo que hay dentro, qué mejor regalo que una bonita sonrisa, una mirada transparente, un corazón honesto, unas manos tiernas, unas bonitas palabras……


RECONCÍLIATE CON TU ASPECTO
Tengas más o menos defectos no te hace mejor ni peor persona, al final lo que cuenta es la belleza interior y lo podemos ver a menudo en las parejas, quién no ha oído la frase “qué chica tan guapa, ¿Cómo puede ir con ese chico poco agraciado?” este tipo de críticas se hacen porque todavía la sociedad no es consciente de que nos enamoramos de una forma de ser, de unas actitudes, valores, etc… y eso cuenta mucho más que un físico agraciado que no tenga buenas virtudes interiores.

Aceptemos nuestro aspecto tal y como es, olvidemos los defectos y halaguémonos por lo bonito que tenemos, sin olvidar y haciendo más hincapié en lo que somos como personas. Lo ideal siempre está en el equilibrio, ni nos tenemos que olvidar del aspecto dejándonos de arreglar, ni tenemos que estar obsesionados mirando nuestro físico y los defectos que van apareciendo, lo sano sería arreglarse de la manera que nos sintamos cómodos, pero sin que el físico sea nuestro centro principal, sino que le demos más valor a nuestra forma de ser y potenciemos nuestras virtudes todo lo posible.

Recuerda cada vez que te mires a un espejo, no eres un envoltorio, eres un magnífico regalo para cualquiera, potencia lo bonito que puedes dar, reflexiona frente al espejo, ¿qué hay detrás de esta imagen?, lo esencial es invisible a los ojos y cada persona tiene un tesoro en su interior, unos logran encontrarlo y otros no, pero siempre está ahí, de nosotros depende potenciarlo o quedarnos en lo superficial de una imagen.


Por Cristina Pérez
 
Pensamiento desiderativo: cuando solo vemos lo que queremos ver


Estamos continuamente tomando decisiones que tienen que ver con nuestro trabajo, nuestras relaciones… Pero, ¿crees que todas ellas son racionales y lógicas? A veces, no somos conscientes de que nuestro pensamiento es un pensamiento desiderativo en el que tienen un gran peso nuestros deseos.


“Puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad”
-Ayn Rand-


Cuando deseamos un objeto o una situación, por ejemplo conseguir determinada meta o lograr tener esa casa que has visto y que no puedes sacar de tu mente, enviamos una señal a nuestro cerebro en la cual le indicamos que nos falta algo. Todas las decisiones que tomemos a partir de entonces estarán influenciadas por este deseo.


¿Qué ocurre entonces con la realidad? Esta se transforma para nosotros en lo que queremos y provoca que veamos todo lo que ocurre “a nuestra manera”. No es difícil pensar en la cantidad de problemas que esto nos puede traer, no solo en el plano de las relaciones, sino también con relación al trabajo. La realidad es como es y por mucho que queramos verla con otros ojos no va a cambiar.

El pensamiento se vuelve esclavo del deseo
Puede parecer extremo, pero el pensamiento se vuelve esclavo de ese deseo que está en nuestra mente, sobre todo si ese deseo es muy grande. Cuando esto sucede, por muy racionales que nos creamos en el momento de tomar nuestras decisiones, esto no será así. Ya no vemos la verdadera realidad, sino que vemos lo que queremos ver.

El pensamiento desiderativo se basa en la ilusión y en la fantasía. De esta manera, no importa lo que realmente esté sucediendo, si vamos por el mal camino, si no estamos tratando bien a las personas, si estamos cometiendo errores… No podemos ver nada de esto porque estamos visualizando un mundo aparte, uno que imaginamos y hacemos real en nuestra mente.

A pesar de que el pensamiento desiderativo puede ser una forma de motivación, a veces también se vuelve una manera de evadir una situación que no nos gusta. Por ejemplo, imaginemos que en una relación de pareja -en la que todo va mal- queremos que todo continúe como antaño, cuando todo era mejor. Nuestro pensamiento recuperará los recuerdos de aquellas épocas donde la felicidad reinaba, las traerá hacia el presente e imaginaremos que así transcurre la relación ahora.

La realidad puede ser muy dolorosa y, por eso, de forma inconsciente, intentamos huir

Estamos viviendo en una fantasía sin quererlo y sin ser conscientes de que cerramos nuestros ojos ante lo que está pasando. En realidad, fingimos. Acabamos centrándonos en nosotros mismos, en nuestro propio deseo y acabamos olvidándonos de los demás. Esto provoca graves problemas en nuestro entorno.

Las trampas del pensamiento desiderativo
Tenemos que ser conscientes de que el pensamiento desiderativo nunca nace de la realidad, sino de lo que deseamos que sucediese. Pero, ser realistas es necesario para no caer en ciertas trampas que nos pueden provocar serios problemas en nuestra vida. Algunas de estas son las siguientes:

  • Te centras en la meta y no en el proceso: esto provoca que no seas capaz de ver los errores que estás cometiendo, aquello que estás haciendo mal y que si no lo rectificas no te llevará a un buen término. Al final aquello que tanto has deseado puede volverse en tu contra.
  • No comprobarás si es factible lo que quieres: cuando tenemos una meta o un sueño, lo primero que tenemos que hacer es verificar que este sea viable para no esforzarnos en vano y evitar decepciones. El pensamiento desiderativo impide que hagas esta valoración y permite a su vez que destines recursos a objetivos que no están a tu alcance.
  • Te frustrarás y te decepcionarás: el pensamiento desiderativo hace que vivas en un mundo de fantasía que, como tal, no es real. Esto provocará que cuando no te quede otra y tengas que ceñirte a la realidad te frustres y de decepciones. A pesar de esto, si tu deseo es muy fuerte continuarás en esta situación que te desgastará progresivamente.
Tarde o temprano, la realidad se hará presente, mucho más cruel y mucho más amarga

Si vivimos en este mundo de fantasía durante demasiado tiempo, llegará el momento en el que no sepamos distinguir qué es real y qué no. Habrá momentos en nuestras relaciones interpersonales en los que los demás intentarán abrir nuestros ojos. Esto será como una bofetada de realidad que te entristecerá. No acudas entonces de nuevo a la fantasía para sentirte mejor.

Nos encontramos en un mundo real del que no podemos escapar por mucho que queramos. Si tú no abres los ojos, las situaciones y las personas terminarán haciéndolo. Pero, es mejor que lo hagas por ti mismo, si no quieres acabar destrozado por el sueño en que te has visto sumergido tanto tiempo, una mentira que has creído real.

El pensamiento desiderativo es muy cómodo. Con él nos encontramos a gusto, justamente donde queremos estar. Pero, esto también nos transforma en personas cobardes que huyen de la realidad y de todo aquello que no queremos aceptar.


Por Raquel Lemos Rodríguez
 
Afrontar la adversidad


Todos atravesamos momentos difíciles a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, aunque nos parezcan a veces imposibles cuando nos encontramos sumergidos en ellos, solemos tarde o temprano superarlos para continuar avanzando.

Las dificultades que nos encontramos en uno u otros momentos de nuestras vidas como la pérdida de un ser querido, una ruptura amorosa o la mala noticia de un despido pueden ahogarnos en un mar de malestar del que nos será muy difícil escapar sino ponemos en marcha unas estrategias adecuadas. Ninguno nos encontramos a salvo de los vaivenes que puede tener nuestra existencia en momentos determinados.Y es en estos momentos de adversidad cuando atravesamos emociones muy poderosas como la tristeza, la impotencia, la frustración, etc… produciendo en nosotros un intenso desequilibrio emocional.



Expresar nuestras emociones

Cuando la adversidad se decide a golpearnos y experimentamos esas emociones tan poderosas, resulta beneficioso expresar aquello que sentimos ya sea con algún familiar o amigo, o a través de la escritura, para llegar a hacerlo cada vez más consciente y poder reconocerlo.


Cuando expresamos los sentimientos ya sea hablando o escribiendo, lo que estamos haciendo es liberarlos. Si ponemos palabras a qué o cómo nos sentimos, nos será más fácil aceptar las malas noticias que nos sucedan. Ya que lo que hacemos es asociar nuestros pensamientos con los sentimientos de forma rápida y casi simultánea. Por eso, cuando nuestras emociones sean demasiado negativas, podemos emplear la escritura como medio para expresarlas, librándonos de ellas sin tener repercusiones exteriores.

Cualquier situación adversa puede ser vista como una interrupción de nuestra trayectoria vital, pero si lo relatamos, estaremos más cerca de la posibilidad de aceptarlo y seguir avanzando.


Incluso si tenemos dificultades a la hora de la escritura, también podemos utilizar otro tipo de actividades como la pintura, el baile, el deporte o el teatro, que nos ayudaran a canalizar y reconocer nuestras emociones, puntos imprescindibles para poder llegar a controlar y elaborar lo que sentimos. Y tras esto, poner en marcha todo nuestro propio mecanismo de resolución de problemas en el que utilizaremos nuestros propios recursos para avanzar y hacernos paso ante la dificultad que se nos presenta.

La importancia de reconocer el dolor

Además ante una situación difícil hay veces que nos cuesta aceptar que nos afecta, negándonos a reconocer que en cierto modo nos duele. Pero este dolor, en parte es necesario, porque nos ayudará a elaborar todo lo sucedido, además de poder llegar a asumir la pérdida.

En estas situaciones, las personas de nuestro alrededor quizás puedan intentar con la mejor de sus intenciones que nos volvamos a sentir bien tan rápido como sea posible, pudiendo tener el efecto contrario, ya que pueden originarnos sentimientos de culpabilidad por no responder como los demás esperaban o incluso sentirnos no comprendidos. Todos necesitamos nuestro tiempo de asimilación y elaboración, unos más extensos que otros, lo importante es respetarlo, y no acelerarlo o posponerlo, sino manteniendo un cierto equilibrio. Es como atravesar por un proceso de duelo o pérdida, ya que se necesita un período de adaptación emocional necesario, pasando por una serie de etapas.

Y con el tiempo, tras haber superado ese momento difícil, seremos capaces de confiar en nuestra capacidad de sobreponernos a nuevas dificultades. Cada prueba superada nos irá fortaleciendo. Y aunque las dificultades o adversidades nos muestren nuestras partes más vulnerables, el hecho de superarlas nos ayudará a avanzar con más seguridad y confianza.

Por Gema Sánchez Cuevas
 
La importancia de vivir el momento presente

Vivir el momento presente es algo de lo que todos somos conscientes, pero que muy pocos hacemos realidad debido a las prisas, el trabajo, el estrés y otros muchos factores que hacen que cada día sea como otro cualquiera. Solamente, cuando nos encontramos enfermos o ante una situación adversa somos conscientes del aquí y el ahora, de nuestro presente, ese que ignoramos sin darnos cuenta.

Pero, sacrificar nuestro presente por pensar en el futuro nos impide disfrutar del “ahora”. Este “ahora” que constituye todo lo que tu vida significa, donde se encierra todo lo positivo, toda nuestra felicidad.


“No te detengas en el pasado, no sueñes con el futuro, concentra la mente en el presente”

-Buda Gautama-

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy
Uno de los proverbios más conocidos y que quizás en alguna ocasión hayamos puesto en práctica. Pero, ¿cuánto ha durado? Seguramente, tan solo un día o dos. Las prisas, el estrés y la conciencia de pensar siempre en el futuro nos impiden mirar a nuestro momento presente y ver lo que hemos conseguido hasta el momento. Nos impiden disfrutar de nuestros logros, obligándonos a mirar siempre más allá de nosotros.

Bien es cierto que el presente tan solo dura un instante. Un minuto que ya haya pasado se puede considerar pasado y el minuto al que nos dirigimos es nuestro futuro. El tiempo es efímero y cuesta saborearlo.

Lo curioso es que le damos más importancia a nuestro pasado y nuestro futuro que a nuestro propio presente. Ese que pasa tan rápido delante de nuestros ojos, tanto que ni nos damos cuenta de ello.

Estamos acostumbrados a mirar dónde vamos a pisar, en vez de fijarnos en nuestras propias pisadas.

Esto no quiere decir que no debamos pensar en nuestro pasado ni en nuestro futuro. El pasado nos ayuda a aprender y progresar; y el futuro nos ayuda a conseguir nuestras metas, a motivarnos y soñar con aquello que deseamos. Pero, ¿dónde queda el presente en todo esto?


Valora tu presente, al igual que tu pasado y tu futuro

Evadir el presente es algo que hacemos inconscientemente. Así nos han enseñado y por ello lo ignoramos sin darnos cuenta. Pero, ¿por qué lo hacemos? No vivir nuestro presente nos hace idealizar el futuro en el que siempre pensamos, ese futuro al que nos dirigimos, pero que vemos como algo muy lejano.

Pensamos en un futuro idealizado casi como un sueño que nunca será real.

Como ya mencionamos, el futuro es ese minuto, esa hora que está por llegar. Pensar en el futuro como algo lejano e idealizado es una vía de escape ante un presente con el que no nos sentimos conformes.

¿Por qué pensamos que lo que está por venir será siempre mejor? Porque todas las personas piensan así, pero ¿funciona? Cuídate de idealizar ese futuro en el que piensas, tal vez, cuando llegue te sorprenda la decepción. ¿Esto era todo? Pensarás. Tu futuro será un sueño decepcionante que no te satisfará.

Porque tras llegar a esa meta, seguirás pensando en el día de mañana y así sucesivamente. Siempre intentando ver más lejos cuando deberías ver los pasos que estás dando, cómo verdaderamente estás caminando.

¿Qué consejos deberías tener en cuenta para centrarte en el hoy y no en el mañana?




    • Si deseas hacer algo, hazlo ya. Tanto si es un viaje, cambiar de trabajo, darle un giro a tu vida. No pienses que el día de mañana será mejor que ahora. Si estás seguro de algo no lo pienses, ¡solo hazlo!
    • No pienses en lo que pueda pasar, disfruta de lo que tienes ahora, lo que tenga que pasar, ¡pasará!
    • Sé realista en tu presente y no idealices un futuro imaginario. Si quieres un futuro que se cumpla, debes hacerlo presente ahora.
    • El momento apropiado siempre será ¡ahora!
¿Añadirías algún consejo más? Piensa que el resumen de todo esto es que si quieres algo lo hagas realidad ahora. No pienses en si lo podías haber hecho o en si lo harás otro día. El presente es lo que cuenta, no permitas que tu vida pase delante de tus ojos sin sentido alguno.

El secreto para que tu vida adquiera el significado que quieras darle es actuar. No sueñes si tienes pensado dejar la vida pasar. La acción es lo que cuenta, el aquí y el ahora es en lo que deberías pensar.

Por Raquel Lemos Rodríguez
 
10 claves para dejar de procrastinar y aprovechar tu tiempo al máximo


Procrastinar es algo que hacemos todos en mayor o menor medida. A menudo, cuando tenemos que hacer una actividad o enfrentar una situación que nos provoca incomodidad, rechazo, temor o pereza, lo postergamos entreteniéndonos con actividades poco productivas que no nos acercan a nuestro objetivo.

Procrastinar es vagar por Internet o mirar compulsivamente el teléfono móvil mientras te espera un informe de trabajo. Procrastinar es reordenar los cajones de tu escritorio cuando tendrías que estar estudiando o ver algo en la tele que ni siquiera te gusta con tal de no fregar los platos acumulados.


No es que realizar actividades poco productivas sea malo, ¡al revés!, a menudo es beneficioso. Lo malo es que las hacemos inconscientemente, para evitar hacer actividades necesarias, y el deber que postergamos sigue pendiente y cada vez nos genera más desasosiego, culpa y tenemos menos tiempo para hacerlo bien. Por eso te contamos las claves para que dejes de procrastinar y aproveches tu tiempo al máximo.



1. Acepta la incomodidad
Una de las razones por las que procrastinamos es porque rechazamos inconscientemente la incomodidad del deber al que nos cuesta enfrentarnos. Nuestra mente se rebela y acabamos haciendo otra actividad. Si nos tomamos el “sufrimiento” como un propósito consciente es más probable que no lo evitemos.

Por lo tanto, acepta que habrá cosas que tendrás que hacer que no serán demasiado cómodas. No siempre podremos hacer aquello que nos gusta, habrá algunas situaciones de desagrado. Pero cultiva la paciencia y la comprensión, para poder llegar a la aceptación.

2. Ponte plazos
Cuando no hay un plazo concreto para terminar una actividad, puede permanecer en nuestra lista de tareas hasta el infinito. Los plazos nos ponen las pilas, así que no tengas una lista de actividades sin fechas tope; ponte plazos, escríbelos para que puedas verlos y táchalos de la lista cuando estén acabados.

Ponernos plazos nos obliga a trabajar por objetivos y no hacerlo todo de golpe si nos organizamos bien, por lo que podremos tener una vida más tranquila y con menos prisas. Piensa en tus plazos detenidamente e intenta respetarlos, te aseguro que dará resultado.


3. Ponte un horario
Si puedes, haz siempre el mismo tipo de actividades en la misma franja horaria para acostumbrarte. Escribe un horario que puedas ver y que te sirva de organización. Cuando las actividades no tienen un horario concreto es más fácil que pase el día sin sentir que nos las estamos saltando.

Cumplir con un horario te permitirá ser más productivo y evitar las distracciones

4. Limpia tu lista de actividades inmediatas
¿Conoces la regla de los 2 minutos? Es tan sencillo como que aquello que vaya a llevarte 2 minutos o menos, nunca lo dejes para después. La sensación de actividad terminada es muy gratificante y motivadora para seguir con otras actividades, además de que ahorras mucho tiempo a la larga.

Por lo tanto, si puedes hacerlo ahora no lo abandones. Manda ese email o whatsapp pendiente, recoge tu ropa, apunta la cita para la semana que viene… se trata de hacerlo en el momento y no dejarlo para más tarde, pues al final podríamos acabar olvidándolo.

5. Divide tu tarea en tareas más pequeñas
A veces, lo que nos echa para atrás es la magnitud de la tarea a la que nos tenemos que enfrentar. Por eso, dividir una tarea en subtareas hace que psicológicamente nos enfrentemos a ella con menos aversión y, por tanto, que tendamos menos a procrastinar.

Organizarnos por objetivos es una buena práctica, ya que nos permite ir consiguiendo poco a poco nuestros sueños y metas. Empieza por lo más sencillo o por la base de construcción de tus sueños para luego poder edificarlos. Sin prisa pero sin pausa. Con esfuerzo y con ganas.

6. Establece recompensas
Cada vez que termines una subtarea, date una pequeña recompensa establecida previamente. Puede ser comer algo que te guste, dar un pequeño paseo, leer un capítulo de un libro, ver la tele diez minutos, bailar cinco, ¡lo que te motive!

Si has cumplido con los objetivos establecidos, ¡prémiate! Esto te motivará para seguir haciéndolo así de bien

7. Programa tiempo de descanso
Es mejor prever el tiempo de descanso para que no se descontrole y acabes procrastinando. Una buena idea es cincuenta minutos de actividad y diez de descanso. Tómate un respiro entre tarea y tarea. No siempre puedes estar rindiendo al máximo.

Nuestra mente y nuestro cuerpo también necesitan airearse y descansar, no podemos estar sometiéndolos a niveles de estrés continuos. Hacer pequeñas pausas les permitirá renovar energías y ponerse de nuevo a la tarea consiguiendo un rendimiento óptimo.

8. Programa tiempo de descanso en la semana
Si no te dejas ningún día libre a la semana es mucho más probable que pierdas el tiempo sin proponértelo y que rindas menos. El cuerpo necesita disciplina tanto como desconectar. Si no le das el descanso que necesitas, acaba desconectando sin tu permiso. Busca al menos un día a la semana para ti.

9. Genera el entorno adecuado
Para cualquier actividad que requiera concentración o disciplina, lo ideal es desconectar el móvil, internet y mantenerse alejado de cualquier fuente de distracción que sabes que va a tentarte. Cuantos menos entretenimientos tengas a mano, más difícil será que acabes procrastinando.

Despréndete de las distracciones para poder conectar contigo mismo. De lo contrario, siempre estarás desconectado y ni siquiera sabrás cuáles son tus necesidades, pues te distraerás. Si apartas de tu lado aquello que desvía tu atención, evitarás procrastinar y fortalecerás la conexión interna contigo.

10. Aprende a decir no
A veces, los deberes son inevitables, pero otras adquirimos responsabilidades que no tendríamos por qué hacer y las postergamos porque no queremos hacerlas. Saber decir que no a lo que no es necesario o útil es una manera muy valiosa de ganar tiempo y energía para lo verdaderamente importante.

No hay mejor descanso que el que se hace con la sensación del deber cumplido, ¡disfrútalo!

Por Cristina Seva de los Ríos
 
En el amor, la distancia es tan relativa como el tiempo


No hay distancia que no pueda salvarse si seguimos creyendo que la tierra tiene el tamaño de nuestras manos cada vez que nos las miremos y nos sintamos cerca. Ojalá que entender lo que significa distancia entre tú y yo sea solo continuar mirándonoslas.

No hay distancia que no pueda maquillarse, siempre y cuando no reduzcamos la palabra amor a cuatro letras, recuérdalo, amor. Recuerda también que es verdad que el concepto tiempo me queda grande si intento mirar mi presente y veo un pasado que pide futuro, pero soy capaz de manipularlo para pararlo en una caricia y volver a ella cuando te necesite.


Tú eres la medida de mi tiempo
Nuestro tiempo siempre será tan relativo como nuestra distancia: ambas cosas las miden las ganas de volverse a ver y tú eres la medida de mi tiempo. Decía el gran Mario Benedetti que sobraban cinco minutos para soñar toda una vida y no se equivocaba: el tiempo y los kilómetros que nos separan pueden reducirse si lo deseamos con todas nuestras fuerzas.

Con respecto a este tema, una amiga hace unos meses me dijo algo que no he entendido hasta ahora y quizá pueda servirte. Me comentaba que la melancolía hacia algo que echamos de menos puede ser preciosa, pero que sentir lo que queremos vivir es la meta de cualquier aspirante a la vida.

Me decía también que no tuviera miedo a lo que pudiera pasar porque el amor lo puede casi todo y que si lo hacía acabaría añorando el pasado. Lo que de verdad quería hacerme ver estaba entre líneas: que tenía que saborear lo que tenía conmigo, aunque estuviera muy lejos de mí, porque el presente es el único tiempo que podemos manipular.


“Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse.”

-‘De Alegría’, José Hierro-

No habrá distancia mientras tú me sigas mirando
Ahora que he entendido las palabras de mi amiga manipulo mi presente y disfruto de lo que tengo. Trato de mantener día a día las relaciones que tengo a distancia, porque aunque cueste mucho más trabajo merece absolutamente la pena. Solo así entiendo, ahora, que la distancia es aquello que Cortázar quería explicarnos con lo de solo nosotros sabemos estar distantemente juntos.



“Beso
uno a uno
todos los segundos que te quedas en mi cama
para tener al reloj de nuestra parte;
hacemos de las despedidas
media vuelta al mundo
para que aunque tardemos
queramos volver.”

-Elvira Sastre-


No hay distancia cuando dos cuerpos se quieren seguir mirando, cuando sin verte te siento aquí conmigo; cuando una sonrisa de la última vez que te vi me sirve para aferrarme al recuerdo, pero solo hasta la próxima.

No hay distancia cuando cada vez que siento frío pienso en tu abrazo y tengo la certeza de que me lo das sin hacerlo. La distancia es mínima cuando se cree poder vencerla.

Cuando el amor supera ciudades, charcos, aeropuertos
Es cierto que los kilómetros pueden condicionar y perjudicar muchas relaciones y que nada es tan fácil como parece. Cuesta mucho trabajo estar lejos y sentir que quieres estar cerca, pero recuerda que el problema llega cuando ocurre lo contrario: cuando se está cerca y se siente que estás lejos. Superar la distancia significa afianzarse, reforzarse, hacernos más fuertes juntos.

La confianza, la sinceridad y la comunicación son claves para mantener una relación en la lejanía. En otras palabras, la voluntad no siempre es suficiente, pero sí es indispensable: hacen falta muchas dosis de esfuerzo, un gran frasco de ganas y, sobre todo, sentimiento para que la distancia no sea la excusa de una relación que se ha quedado por el camino.


Por Cristina Medina Gomez
 
Última edición:
El amor con amor se paga


Todos merecemos un amor verdadero que nos permita ser mejores cada día, sin adornos y con honestidad: ese tipo de sentimiento que calma los miedos y nutre por dentro. Este nos deja ser en esencia, nos hace felices y no nos hace daño deliberadamente.

Merecemos encontrarnos en otro corazón y sentir que somos capaces de comunicarnos con él sin fingir, que no haya lucha constante por mantenerlo cerca: que el amor fluya y que la razón y la emoción se complementen.


Encontrar el amor de tu vida, todos los días, en la misma persona
Si se le deja crecer, el amor es la sensación más plena y gratificante, en cualquiera de sus representaciones. Por eso, enamorarse nunca puede ser un mal trago si es correspondido, de forma sincera y abierta.

El amor es compromiso y libertad, ese estímulo que llevaría a alguien a elegir una y otra vez a la misma persona para compartir su vida. Es comprender la complicidad en una relación y aprovecharla para crear un mundo aparte donde sentirse a salvo.

Es darse cuenta de que lo más bonito cuesta el triple y no olvidarlo con el paso de los años: renovar emociones, armar un rompecabezas en el que los puntos en común encajen con las disonancias y correr el riesgo de saltar al vacío aun sabiendo que es probable que caerás.

El amor solo entiende de ternura, de respeto, de erotismo y de cariño mutuo: es calor, impulso, idealización, sentido y vida. Entonces, ¿por qué aceptamos que algunas veces se convierta en algo cruel?, ¿por qué lo seguimos llamando “amor” si ya no queda nada de eso?


“Si alguna vez la vida te maltrata,


acuérdate de mí,

que no puede cansarse de esperar

aquel que no se cansa de mirarte”

-Luís García Montero, poema Dedicatoria-


El amor que daña no es amor
La simple y a la vez complicada experiencia de estar enamorado hace que en algunas ocasiones se lleguen a aceptar, en nombre del amor, situaciones inaceptables. El amor que obliga a sufrir para tratar de conseguir un final verdadero como el que acostumbran las películas no es real: amar a veces duele, pero nunca daña a propósito.

Cuando dos personas se quieren la única intención que existe es la de ver feliz al otro, aún si deciden separarse por alguna razón. No es amor recíproco si es tóxico, no es sano si se tiene que renunciar a lo que uno es para poder mantenerlo.

“No te puedes quedar en un lugar que no puedas florecer, aunque te guste”
-M. Sierra-

Al amor que daña con celos buscados, con la ignorancia, con el maltrato psicológico y/o con el maltrato físico no puede llamarse así porque el amor verdadero se paga con amor y cariño recíproco.

Para amar bien, hay que amarse
Existe una concepción social según la cual se tiene a pensar que una persona ama a otra para sentirse plena y no sentirse en soledad: es la idea de encontrar “la media naranja” que falta, con el fin de que construya y se pueda ser feliz. Sin embargo, esta noción parece errónea y peligrosa.

Algunos de los grandes pensadores de la historia, de hecho, han defendido la imposibilidad de amar a un otro sin amarse uno a sí mismo primero. Eso supondría vernos como “naranjas completas”, es decir, seres completos que han de cultivar el amor propio antes de poder compartirlo con los demás.

“Cuando entiendas que el amor no es buscar en otra persona lo que a ti te falta, sino a alguien que te entienda, que te haga sentir, encontrar esa mirada… donde quedarse a vivir”

-Sergio Sa-


Si deseamos una relación honesta, en la que uno sea capaz de ofrecer a otro la posibilidad de conocerle, primero tenemos que conocernos a nosotros mismos: entender qué estamos buscando exactamente, cuáles son nuestros miedos y nuestros anhelos, cómo podemos crecer individualmente y en qué medida otra persona cambiaría su camino. En otras palabras, para amar bien es necesario amarse y estar preparado para las dos cosas.

Por Cristina Medina Gomez
 
La imaginación: esa esponja del infinito


Hablar de imaginación es hablar de una de las herramientas más útiles que tenemos para situarnos ante el mundo que nos rodea. Esta herramienta nos permite empaparnos de millones de esencias, para después expresar las sensaciones que nos producen en nuestro apartado creativo.

Así, el principal poder de la imaginación está en su carácter infinito e ilimitado, el cual es capaz de hacernos sentir únicos. Con ella generamos ideas, creamos nuevas realidades, encontramos soluciones y hacemos frente a retos casi imposibles.


Las representaciones de la imaginación no tienen límite
La imaginación es tan extraordinaria que compone representaciones mentales que no han sido percibidas con antelación. Sin embargo, no lo hace a partir de la nada, sino que utiliza detalles de algo que ya existe y hemos experimentado. La combinación y la creación sin límite es la base de la imaginación: es una energía que moldea el cerebro.

De hecho, el ser humano no habría llegado a ser el actual si no hubiese utilizado su mente para imaginar cosas que en ese momento parecían muy improbables. Nos hemos ido superando con el paso del tiempo, con unos conocimientos adquiridos de manera paulatina y una mente capacitada para no dejar de soñar.


“La imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde se cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape, y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse”
-Juan Rulfo-

Lo cierto es que la imaginación es infinita y uno de los ejemplos más claros lo encontramos en la infancia. En esta etapa de la vida nos ha servido para establecer juegos fantásticos de cualquier objeto o lugar, para suponer un sabor u olor irreal, para imaginar un sentimiento, etc.

A veces, la imaginación supera los límites
Aunque en otras etapas el cerebro esta más ligado al conocimiento que al descubrimiento, la imaginación sigue funcionando si la desarrollamos. A veces, incluso, la imaginación no se presenta sin límites, sino que además los supera.


¿En cuantas ocasiones no hemos pensado que algo que habíamos imaginado era realmente un recuerdo? o, ¿no te has metido alguna vez tanto en tus pensamientos creativos que has pensado que eran verdad? Realidad, imaginación, sueños, memoria.. Pueden confundirnos.

“¡Tu imaginación es más real que el mundo que ves, porque el mundo que ves viene de lo que tú imaginas y crees! Lo que tú crees y sientes que es verdad es lo que será su vida”

-Rhonda Byrne-

Me atrevería a decir que incluso es posible que hayas imaginado un acontecimiento y después se haya hecho real. Dicen que a veces vemos fantasmas donde no los hay y mucho tiene que ver la experiencia en ello. Bastan las huellas de varios recuerdos y algún deseo para confundirnos al imaginar que regresamos atrás o viajamos al futuro para enfrentarnos a una situación nueva.

La imaginación nos hace exclusivos
Justamente ese último matiz del que hablamos es lo que hace que podamos decir que la imaginación nos hace exclusivos. Exclusivos porque cada cual vive el mundo que puede imaginar gracias a su propia actividad cerebral y a sus vivencias. En otras palabras, procesamos las señales que recibimos del mundo de manera individual y las combinamos y modificamos gracias a nuestra mente.


"Tus experiencias son como tú las piensas. Tu imaginación es la causa de tu ruina. La mente solamente concede valor a aquello en lo que tiene intensa fe. Aunque todos observáis el mismo objeto, cada uno le concede un valor distinto”
-Swami Sivananda-

Las personas que conozco y yo no vemos la realidad de la misma manera y, por tanto, los resultados de nuestra imaginación son distintos. Por esta razón la imaginación es tan rica y variada. Nos coloca ante unas circunstancias y nos permite crear un mundo en el que es posible modificarlas. Así que aprovéchala todo lo que puedas y potencia sus características al máximo.

Por Cristina Medina Gomez

 
Los efectos de las emociones y pensamientos negativos en nuestro cuerpo

¿Es posible que las emociones desencadenen molestias físicas? La tristeza, por ejemplo, nos produce cansancio. Según el tipo de sentimiento que nos invada repercutirá en una zona de nuestro cuerpo
Emociones-en-el-cuerpo.jpg


¿Alguna vez te has puesto a pensar cómo influyen los pensamientos en tu salud y en tu cuerpo? Son pocas las veces que la mayoría de personas nos ponemos a pensar cuán impactantes pueden ser los pensamientos para nuestro cuerpo y nuestra salud. En ocasiones nos dejamos llevar por el estrés, la tensión, la angustia, el desespero, la prisa y muchos otros sentimientos negativos que, sin pensarlo, nos pueden afectar tanto emocional como físicamente, desmejorando nuestra calidad de vida.



Todos deberíamos tener claro que la conexión cuerpo-mente es mucho más fuerte de lo que pensamos, pues nuestros pensamientos y emociones pueden ser determinantes a la hora de estimular la producción de ciertas sustancias que pueden influir en nuestra salud física y emocional. Por ejemplo, la serotonina y la dopamina son dos sustancias que nuestro cerebro libera cuando tenemos un estado de felicidad o euforia. Algo así ocurre con las emociones negativas, pero en lugar de hacerle bien a nuestro cuerpo, le puede generar dolor y muchas otras molestias que impiden sentirse saludable.

Nuestro cerebro tiene la capacidad de almacenar información importante y determinante para el comportamiento y su relación con nuestro cuerpo. Varios expertos coinciden al pensar que todos tenemos la capacidad de definir lo bueno y lo malo de cada situación, siendo nosotros mismos los responsables de otorgarle una connotación negativa o positiva a cada uno de los momentos por los que tenemos que atravesar día a día.

El efecto sobre nuestro cuerpo

Nuestro ser emocional puede derivar en algunas molestias físicas que nos pueden indicar que estamos atravesando por un momento difícil en el que las emociones y pensamientos negativos nos tienen invadidos. Por ejemplo, sentir dolor en el cuello constantemente nos podría estar indicando que tenemos la incapacidad para ver desde diferentes perspectivas.




Una sensación de dolor inexplicable en las caderas nos puede estar indicando que el miedo nos tiene invadidos, posiblemente por no sentirnos con capacidad de tomar decisiones importantes.

El dolor en la espalda alta está relacionado con el dolor del desamor; el dolor de la espalda media se relaciona con la incapacidad para soltar el pasado; y el dolor en la espalda baja está relacionado con el estrés financiero.

Una sensación de dolor en las rodillas puede indicarnos miedo, orgullo y falta de dominio sobre el ego.


Cuando estamos atravesando un momento o situación que nos produce ira, en nuestro cuerpo ocurre un efecto bioquímico que nos hace aumentar los niveles de adrenalina y reviviremos las sensaciones una y muchas veces.

Las sensaciones de tristeza influyen mucho en nuestras energías y motivación para enfrentarnos a nuestro día a día. La tristeza nos puede producir fatiga, exceso de cansancio y una bajada importante de energías.

¿Cómo combatir los pensamientos y emociones negativas día a día?

Así como tenemos momentos buenos y llenos de felicidad, parte de vivir también es pasar por momentos difíciles, que ponen a prueba nuestra fortaleza y nuestra capacidad para controlar nuestras emociones. Para hacer frente a los pensamientos y emociones negativas que nos pueden invadir en cualquier momento de nuestra vida, es muy importante aprender a tener un pensamiento positivo de cada experiencia, por difícil o insuperable que parezca.

Todos los días al levantarnos es muy importante programar cuerpo y mente para asumir el reto de ese nuevo día y esa oportunidad que tenemos para estar bien y vivir felices. Nuestra mente tiene un poder impresionante y puede llevar a cabo todas aquellas cosas que le indiquemos con mucha seguridad. Teniendo en cuenta esto, es importante aplicarnos buenas dosis de positivismo y tratar de verle el lado bueno a las cosas, aunque sea una experiencia relativamente difícil de superar.

Cuando los pensamientos y emociones negativas traten de apoderarse de nuestra vida y de nuestra salud, es muy importante tomarse unos minutos para reflexionar y meditar si en verdad vale la pena gastar nuestras energías en ese pensamiento. Lo más probable es que después de hacer este ejercicio, en lugar de lamentarte y dejarte dominar por esas emociones, quieras darle un cambio a tu vida y buscar soluciones para que esa negatividad no te afecte y te robe tu calidad de vida.

Está comprobado científicamente que el positivismo y las buenas emociones, como la alegría, la felicidad y la risa, liberan hormonas responsables del fortalecimiento de nuestro sistema inmunológico. Así mismo, se determinó que las emociones negativas pueden actuar de forma contraria y causar un debilitamiento del sistema inmune, haciendo nuestro cuerpo más propenso a contraer diferentes enfermedades.

Ser una persona positiva es cuestión de decisión, buenos pensamientos y buenas emociones. Vale la pena aplicarnos buenas dosis de positivismo, pues esto mejorará nuestra salud emocional y física en muchas maneras.

https://mejorconsalud.com/los-efectos-de-las-emociones-y-pensamientos-negativos-en-nuestro-cuerpo/

 
El poder de la autoestima



Conocernos y valorarnos a nosotros mismos es fundamental para fortalecer nuestra salud mental. Las experiencias que conforman nuestra vida –tanto de la interacción con el ambiente, como con las demás personas e incluso con nosotros mismos– nos permiten aprender sobre el mundo y dicho aprendizaje es necesario para resolver cada desafío que se nos presenta. Ese conocimiento y la valoración de nuestra propia persona nos permite construir nuestro carácter y una imagen de quiénes somos. La autoestima es, precisamente, la impresión que tenemos de nosotros mismos, basados en las experiencias y sentimientos que hemos ido interiorizando a lo largo de nuestra vida.

Poseer una autoestima sana nos permite sentirnos capaces de dar salida a las situaciones que la cotidianeidad nos demanda día a día: crear relaciones sólidas, lidiar con el sufrimiento, ser autónomos, desarrollarnos profesionalmente, etc., así como vivenciarnos como merecedores de amor y respeto. Podemos creer que somos inteligentes, obstinados, valientes, cobardes, etc., o bien, podemos sentir gusto o disgusto por nuestra imagen personal. Todas estas auto-concepciones y valoraciones personales son ingredientes de la autoestima y nos permiten saber si tenemos una autoestima alta o baja.

La autoestima es el concepto que tenemos de nosotros mismos, pero ¿cómo se forma? Tomando conciencia de nuestros atributos personales y usándolos oportuna e inteligentemente. Tales atributos personales son rasgos, aptitudes, capacidades o habilidades que todos poseemos y que podemos desarrollar y mejorar por nosotros mismos. La autoestima se empieza a construir desde los primeros años de vida de una persona, y es el resultado de la interacción física y emocional que tiene un niño con su círculo más cercano, es decir, sus padres o aquellos que se encargan de cuidarlo y procurarlo. Con el paso del tiempo, esta interacción genera una sensación de aceptación, de satisfacción personal y consciencia de que es valioso ser recíprocos con quienes nos han dado amor.

La autoestima posee dos componentes básicos:
  • La autoeficacia o competencia: El sentimiento de capacidad personal, la confianza en uno mismo, el sentimiento de ser capaz de enfrentar los retos de la vida de manera responsable y madura. Sentirse competente proporciona una sensación de satisfacción al saberse capaz de resolver los problemas de manera reflexiva e inteligente.
  • La auto-dignidad o mérito: El sentimiento de valor personal, la confianza de que se tiene valor como individuo. Valorarse a uno mismo nos permite apreciarnos, dar cuenta que merecemos amor y felicidad, de tal modo que buscamos satisfacer nuestras necesidades básicas y construir una vida más agradable y exitosa.


La integración de ambos conceptos en nuestra vida diaria requiere de un gran esfuerzo que nos permite crecer y mejorar nuestra vida. La mejor forma de crecer como personas es cuestionar nuestras actitudes y pensamientos, enfrentar prejuicios y atrevernos a romper esquemas. Si a la autoestima le sumas el desarrollo de tus propios atributos, estarás en el camino de la seguridad personal. Cuidar de nuestro estado emocional no es menos importante que cuidar de nuestro cuerpo, de hecho, nuestra salud mental tiene efectos en nuestra salud física y la ciencia cada día avanza más en la búsqueda de la conexión real entre nuestras emociones y las enfermedades que adquirimos.

Así, la autoestima es una herramienta importante con la que contamos para enfrentar la vida. Re-pensarla, reconocerla y trabajar sobre ella resulta crucial frente a las demandas y cambios de nuestro tiempo, pues parece respirarse en el ambiente una gran incertidumbre e insatisfacción en lo que la gente hace, en cómo se siente, en cómo vive y en cómo ve el futuro.

http://www.excelsior.com.mx/blog/una-vida-s1ngular/el-poder-de-la-autoestima/1109599
 
¿Tienes baja tolerancia a la frustración?

El nivel de tolerancia a la frustración depende de cada persona y cuando es bajo se manifiesta de muchas formas. Un ejemplo: Alicia tiene 23 años y ha ido de viaje con su familia. Antes de embarcar en el avión se da cuenta de que su documento de identidad no está en su maleta de mano, donde debería de encontrarse. Enfurecida, culpa a su madre de que le ha lavado el día anterior su ropa y de haber hecho mal su maleta.

Probablemente, si ella misma hubiese realizado estas tareas, que son suyas y no de su madre, no hubiese olvidado su documento en casa. Alicia es un ejemplo de baja tolerancia a la frustración sin saberlo, porque esta surge al gestionar negativamente los sentimientos en las situaciones de estrés. Y tú, ¿eres de los que se ahogan en un vaso de agua?


“La frustración está provocada por una sociedad que nos pide ser lo que no somos y nos culpa de ser lo que somos. Ahora mismo, todo sigue estando dirigido por hombres; la mujer está en claro desequilibrio. Para comenzar, hay que equilibrar la igualdad de hombre y mujer”

-Alejandro Jodorowsky-

“Mis deseos son órdenes”
Prácticamente todos los niños tienen baja tolerancia a la frustración. En el proceso de aprendizaje se va desarrollando la capacidad de afrontar las situaciones en las que no se consigue todo lo que se quiere, ya sea que otro niño juegue contigo, que tu madre te compre unas gominolas o que se te haya caído el helado y no te quieran comprar otro.

Sin embargo, hay algunas personas que nunca llegan a comprender que sus deseos no siempre serán satisfechos y que a sus preferencias se interpondrá el entorno, ya que existen otras personas, también con deseos propios y aspiraciones, así como inconvenientes de carácter técnico, ambiental y muchas otras.

Existen muchas modalidades. Sin embargo, la baja tolerancia a la frustración suele expresarse cuando la persona se enfrenta a una situación de estrés en cuyo caso reacciona con ira, rabia o melancolía desmedida ante situaciones que la mayoría de las personas son capaces de resolver en su interior.

En los casos más serios una baja tolerancia a la frustración puede desembocar en problemas relacionados con el consumo de drogas, la automarginación social o el su***dio.

Resuelve tu baja tolerancia a la frustración
Hay cuatro indicativos que resultan útiles para clasificar a una persona con baja tolerancia a la frustración:




    • La persona con BTF no puede diferenciar sus deseos de sus necesidades.



    • Sus reacciones ante un deseo no satisfecho se manifiestan con una explosión de sentimientos que oscilan entre la insistencia desmedida y la cólera, llegando incluso a agredir verbalmente a la persona “encargada” de cubrir sus necesidades no satisfechas.



    • Tienen problemas para aceptar que la vida no tiene por qué ser fácil y cómoda, como ellos se afanan en creer que ha de ser. De hecho, se aferran en el “deber ser” y no aceptan que “es”.



    • Tienen un miedo atroz al fracaso y bajos niveles de paciencia.

La baja tolerancia a la frustración se ha definido como un importante trastorno emocional capaz de romper familias, amistades y relaciones laborales y sentimentales. Lo cierto es que las personas que la sufren pueden aprovechar aspectos de sí mismos como son la insistencia, la agresividad no verbal y su excesiva capacidad de persuasión para desarrollar estas aptitudes de manera positiva hacia su entorno al tiempo que aprenderán a relajarse.


No consulte a su temor, sino a sus esperanzas y sueños. No piense acerca de sus frustraciones, sino sobre su potencial”

-Juan XXIII-

No obstante, el reverso negativo de la persona que acepta su baja tolerancia a la frustración, sin querer cambiarla, puede manifestarse en numerosas enfermedades compulsivas como la tricotilomanía (tocarse y arrancarse el cabello), compras compulsivas, cleptomanía, automutilación, piromanía o desorden explosivo intermitente (explosiones de ira sin causa aparente).

Por Alex Bayorti

 
Back