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@Yonosoyprinzesa gracias por compartir tu experiencia. A mi también me dejaban comer pasta, arroz y legumbres, las mismas cantidades que a ti y cocinadas solas. Les podía poner un poquito de aceite, un poquito de sal y especias al gusto. Pero yo las comía como acompañamiento de pollo a la plancha, o pavo, o una tortilla de clara de huevo, etc. Tú no puedes comer alguna carne con la pasta o el arroz?
Durante 6 semanas, cuando empecé, no comí queso. Me gusta muchísimo y comía en exceso, pero quitarlo me ayudó muchísimo, porque es muy graso. Hay que entender que yo soy de esas que cenaba a base de queso y paté día sí y día también. Y también limité el vino a 3 copas a la semana.
Lo de las verduras lo hacía igual, sobre todo por la noche. Puedes comer bastantes y te sacian, así que eliminas la ansiedad, que a mi me afectaba mucho antes de ir a dormir, no sé a las demás. Mi chico me contó que él cuando tuvo que adelgazar se quitaba la ansiedad con un trocito de chocolate del 87%, que eso apenas tenía azúcar ni grasa, pero a mi ese chocolate no me gusta, lo encuentro amargo. Y mi problema no es el dulce, es el embutido, el queso y el vino tinto (mal gusto no tengo).
@Puerta lo que has contado de la dieta que te dan en la seguridad social yo lo viví de cerca. Pero no era el endocrino sinó el médico de cabecera, creo que el endocrino se lo curra más. Yo iba al colegio con una de mis primas, que siempre ha tenido problemas con el peso. Coincido en todo lo que dices, es muy difícil que un niño coma puré de verduras y verduras al vapor todo el santo día. Que desayune un trozo ínfimo de pan con pavo y leche desnatada sin cacao, que almuerce fruta o yogur desnatado, etc. mientras el resto se comen un bocata de paté, o de jamón, o peor aún, un bollycao. Y que beba agua mientras los demás llevan un zumo envasado o un batido de chocolate. Era cruel, dificultaba la socialización y sumía a mi prima en un gran sentimiento de culpabilidad, porque además muchas veces yo le daba la mitad de mi bocata porque en aquella época era de las que comían muy poco, todo se me hacía pesado, y ella siempre tenía hambre. Luego nos sentíamos culpables de engañar a nuestras madres, y mi prima también por su peso, porque entendía que era culpa suya.
Y otra cosa que los médicos de cabecera suelen hacer fatal es no hablar con el paciente de lo que le gusta comer. En mi primera visita con el dietista, nos pasamos una hora hablando de lo que yo comía y de lo que me gustaba, para poder hacer una lista que incluyera alimentos que me gustaran. Cuando mi pobre prima le decía al médico que no le gustaba esto o lo otro, la respuesta era "tendrás que acostumbrarte". Pienso que así no se puede, y menos con un niño.
Durante 6 semanas, cuando empecé, no comí queso. Me gusta muchísimo y comía en exceso, pero quitarlo me ayudó muchísimo, porque es muy graso. Hay que entender que yo soy de esas que cenaba a base de queso y paté día sí y día también. Y también limité el vino a 3 copas a la semana.
Lo de las verduras lo hacía igual, sobre todo por la noche. Puedes comer bastantes y te sacian, así que eliminas la ansiedad, que a mi me afectaba mucho antes de ir a dormir, no sé a las demás. Mi chico me contó que él cuando tuvo que adelgazar se quitaba la ansiedad con un trocito de chocolate del 87%, que eso apenas tenía azúcar ni grasa, pero a mi ese chocolate no me gusta, lo encuentro amargo. Y mi problema no es el dulce, es el embutido, el queso y el vino tinto (mal gusto no tengo).
@Puerta lo que has contado de la dieta que te dan en la seguridad social yo lo viví de cerca. Pero no era el endocrino sinó el médico de cabecera, creo que el endocrino se lo curra más. Yo iba al colegio con una de mis primas, que siempre ha tenido problemas con el peso. Coincido en todo lo que dices, es muy difícil que un niño coma puré de verduras y verduras al vapor todo el santo día. Que desayune un trozo ínfimo de pan con pavo y leche desnatada sin cacao, que almuerce fruta o yogur desnatado, etc. mientras el resto se comen un bocata de paté, o de jamón, o peor aún, un bollycao. Y que beba agua mientras los demás llevan un zumo envasado o un batido de chocolate. Era cruel, dificultaba la socialización y sumía a mi prima en un gran sentimiento de culpabilidad, porque además muchas veces yo le daba la mitad de mi bocata porque en aquella época era de las que comían muy poco, todo se me hacía pesado, y ella siempre tenía hambre. Luego nos sentíamos culpables de engañar a nuestras madres, y mi prima también por su peso, porque entendía que era culpa suya.
Y otra cosa que los médicos de cabecera suelen hacer fatal es no hablar con el paciente de lo que le gusta comer. En mi primera visita con el dietista, nos pasamos una hora hablando de lo que yo comía y de lo que me gustaba, para poder hacer una lista que incluyera alimentos que me gustaran. Cuando mi pobre prima le decía al médico que no le gustaba esto o lo otro, la respuesta era "tendrás que acostumbrarte". Pienso que así no se puede, y menos con un niño.