Ya están aquí: Sí, es Navidad, os guste o no.

Yo este año paso la Navidad en el hospital. Tenía esperanza de que le dieran el alta a mi familiar pero nada. Son doblemente tristes porque sabemos que no habrá más navidades con el. Me estoy echando unas risas antes de dormir leyendo el foro. Menos mal que el personal del hospital es simpático y casualmente los médicos te dan ganas de que te empotren en la camilla. Esto parece anatomía de grey. Felices fiestas primas
Prima mucho ánimo. Si te surge hazlo, empotrate a alguno en cualquier rincón. El cuartito donde guardan los tubos para análisis es muy recomendable... no me preguntes por qué lo sé... jeje.
Ánimo guapa
 
¿Mentirijillas piadosas? ¿Complicidad general? Verdades y mentiras de la Navidad

Marta Rebón

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DIEGO MIR
23 DIC 2018



Hacia los siete años afloran en los niños las suspicacias respecto a la procedencia de los regalos navideños. ¿Qué hacer? Quizá intentar que la verdad salga a la luz después de formularles preguntas, implicándolos en la revelación del secreto



LA ATMÓSFERA de la Navidad, con su olor a mazapán, sus villancicos en bucle y su aire festivo, aviva la fantasía de todos, pero en especial la de los niños. Las calles iluminadas, los árboles adornados y las atiborradas cabalgatascontribuyen a dar verosimilitud a los relatos que rodean esta celebración; unas narraciones, por otra parte, que desafían flagrantemente las leyes de la física. Así, los adultos se confabulan para que los pequeños crean que, en una sola noche, los Reyes Magos logran repartir toneladas de regalos casa por casa, con un portentoso don de la ubicuidad, subidos a unos vehículos en absoluto supersónicos, pero muy ecológicos: los camellos. Estas fiestas, tan significativas y cargadas de nostalgia, conjugan tradiciones de varias culturas, tanto paganas como religiosas, y se han ido adaptando a las necesidades de cada generación para pervivir. Como otros mitos culturales, su verdad más esencial radica en el mensaje que transmiten, llámese generosidad, empatía o solidaridad, en el caso navideño.

Aunque consideramos que mentir es algo reprobable, la complicidad general con la que se camufla la identidad de los magos de Oriente no cuenta con grandes detractores. Se acepta como una mentirijilla sin más que, si bien no deja de ser una falsedad, está pintada, al fin y al cabo, con los colores del amor hogareño. Además, es inofensiva, y el niño, tarde o temprano, descubrirá el tinglado por sí solo. Por lo tanto, hasta que llegue el momento en que la venda se les caiga de los ojos, ¿qué tiene de malo prolongar ese “círculo mágico de la Navidad” del que hablaba Dickens? Todos los años, J. R. R. Tolkien escribía cartas a sus hijos haciéndose pasar por Papá Noel, cumpliendo así con una tradición familiar que se extendió a lo largo de más de dos décadas. En ellas, les contaba sus experiencias del año anterior en tierras nevadas, así como los preparativos para la entrega de los regalos: “Menos mal que no marcan la misma hora todos los relojes del mundo; si no, no sé cómo me las arreglaría; pero, en Navidad, cuando mi magia es más potente, puedo llenar hasta mil calcetines por minuto”.

Algunas mentiras nos definen mejor que nuestros denodados esfuerzos por decir la verdad


Las mentiras son un elemento esencial de la comunicación humana. Algunas de ellas nos definen mejor como individuos y sociedad que nuestros denodados esfuerzos por decir la verdad. Da lo mismo cómo las etiquetemos para eludir su mala reputación: “inexactitudes terminológicas”, “distorsiones estratégicas”, “mentiras piadosas”, etcétera. Acabamos recurriendo a ellas para evitar el dolor ajeno y el propio, sortear situaciones incómodas o alcanzar un objetivo, por ejemplo. Y aunque en la educación se inculca el concepto de la honradez, en el día a día las mentiras viajan libremente con las alas del lenguaje. Al hablar, seleccionamos, omitimos y buscamos la versión que más nos satisfaga. George Steiner hablaba del poder creador de las mentiras. De ahí surge también la literatura, con títulos memorables como el clásico de estas fechas, La canción de Navidad, de Dickens, en el que un viejo misántropo de nombre Scrooge, después de pasar revista a su vida, excesivamente marcada por la codicia, se convierte de la noche a la mañana, tocado por el espíritu navideño, en un hombre bueno y sabio.


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La exactitud y la veracidad no son siempre virtudes a las que demos prioridad cuando hablamos con un niño. Dado que son impresionables, evitamos utilizar un lenguaje demasiado directo y desnudo con ellos. Aun así, las mentiras desempeñan un papel primordial en el desarrollo infantil, pues, gracias a ellas, los niños exploran sus límites y su autonomía. A partir de los tres años, ya atribuyen pensamientos e intenciones a las personas de su entorno. Cuando se sienten engañados, después de haberles asegurado que un jarabe no sabía mal, o que nuestro destino quedaba a la vuelta de la esquina, aunque todavía faltaba la mitad del trayecto, se enfadan, como es natural, pero al final entienden que deben desarrollar su paciencia y capacidad de aguante. También ellos van incorporando las mentiras a su repertorio comunicativo como para confirmar ese dicho según el cual aquellos que no mienten nunca maduran.

Hacia los siete años afloran en los niños las primeras suspicacias respecto a la misteriosa procedencia de los regalos navideños. ¿Qué hacer? ¿Obviar sus recelos o confesar el artificio? Los progenitores se enfrentan a ese dilema. ¿Cuál es la mejor táctica, pues, ante el temido interrogante de si los padres son los Reyes? Quizá evitar responder con un sí o un no. Es decir, recurrir al método socrático y que la verdad salga a la luz después de formularles preguntas nosotros a su vez, implicándolos así de forma activa en la revelación del secreto, apoyándonos en sus deducciones. A partir de sus sospechas, averiguaremos qué están preparados para oír. 

https://elpais.com/elpais/2018/12/18/eps/1545156570_083269.html
 
Los diez mandamientos básicos para desintoxicarnos del empacho navideño


La recuperación pronta de los hábitos sanos incidirá no solo sobre nuestro peso sino también sobre nuestra salud, nuestro descanso y nuestro bienestar psicológico



Jordi Sabaté
25/12/2018 - 21:02h
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Foto: Pixabay

Los diez mandamientos para no engordar en Navidades sin recurrir al deporte


La comilona nocturna de Nochebuena y el remate del ágape de Navidad es la culminación de un proceso de abuso gastronómico que se inaugura con las cenas de empresa y los vermús corporativos pre-navideños. El resultado es una saturación no solo calórica sino también de lipídica y glucémica, así como alcohólica. De esta suerte tanto el hígado como la vesícula biliar y el páncreas son las víctimas de tanto pavo, marisco, escudella, canelones, turrones o lo que sea que escojamos en la variada tradición nacional gastronómica navideña.

Si para rematar la jugada somos baleares o catalanes, estiramos la orgía digestiva hasta el 26, día de San Esteban que en el Estado solo se celebra en estas dos comunidades. El resultado es un sistema intestinal y metabólico alterado y forzado que nos mantendrá estresados, con un sueño inquieto y de mala calidad y con una sensación empacho que corremos el peligro de aumentar, todos los españoles, el 31 de diciembre, de nuevo atracándonos de alcohol y grasas.

Este artículo estipula la tabla de los diez mandamientos para desintoxicarnos del empacho navideño y así poder aterrizar frescos como rosas en las campanadas de fin de año. No se trata de hacer dietas detox ni incurrir en aberraciones dietéticas, sino de tirar de sentido común y recuperar las costumbres dietéticas que tenemos el resto del año.

1. Corta de raíz con el alcohol hasta el 31
Anula el alcohol, elimínalo de tu existencia diaria hasta fin de año. Aparta los carajillos, abjura de los pacharanes, muestra una cruz exorcizadora ante el licor de orujo gallego después de comer. Y no te creas que las cañitas al salir del trabajo son un pecado venial y tolerable, ni mucho menos los cubatas o los whisky-colas. Bebe mucha agua en las comidas para saciar y si se nos hace muy duro, provemos a servirnos copazos de infusiones o cerveza 0,0.

2. Cero azúcar en tu dieta
No eches la culpa solo a los turrones y los mazapanes de que tu páncreas se vea forzado a fabricar insulina a destajo para poder capturar la glucosa que ha entrado a raudales en tu organismo. También las bebidas azucaradas han jugado un papel muy importante, así como la masa de la pasta con la que se hacen los canelones o los hojaldres. Y lo mismo sucede con las harinas refinadas del pan.

Por cierto que las copichuelas de moscatel, málaga virgen, oporto, pedro ximénez y otros vinos que seguramente hemos tomado y que contienen azúcar a mansalva, tampoco ayudan. Es hora de bajar drásticamente el nivel de glucosa en sangre y pasarnos a la sacarina en el café. Deja de comer turrones y mazapanes o cualquier otro dulce que pulule por la cocina.

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Foto: jill111



3. Apuesta por los caldos ligeros
Si pretendemos desatascar un poco el tránsito digestivo podemos optar por vivir de calditos durante un día como mucho, ya que tienen efecto saciante, aportan nutrientes, son diuréticos y facilitan que nos vayamos vaciando. Ahora bien, buscaremos aquellos que sean bajos en grasas, sobre todo animales.

Para ello, tras hacer el caldo, lo dejaremos enfriar en el exterior para que la grasa suba y se quede sólida en lo alto. Después, con una cuchara la extraeremos fácilmente. Adicionalmente, tenemos que tener presente que este es un remedio a lo sumo para un día. Luego hay que volver a comer normal. Nada de dietas milagro.

4. Desayuna fruta entera
Probablemente nos encontremos tan empachados que deseemos cenar más bien poco por las noches. Ahora bien, este comportamiento tiene su reverso, ya que por la mañana nos levantaremos con hambre. No debemos calmarla con pan conmermelada, panetone o cualquier otra delicatessen ultracalórica. Mejor lanzarnos sobre piezas de fruta, con fibra, hidratantes y saciantes: manzanas, ciruelas o, si necesitamos energía, un plátano. Pasemos de los zumos, traen demasiado azúcar.

5. Abunda en las ensaladas pero con proteína
Si apuestas por las ensaladas como base, rebajarás sensiblemente el colesterol y el índice glucémico, pero no debes olvidar que en dieta debe figurar la proteína, ya sea vegetal en forma de legumbres o animal en forma de atún, queso fresco, pollo, etc.

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FOTO: DIANA RODELO.



6. Come legumbres
Son proteína vegetal de calidad además de fibra. Por otro lado tienen efecto saciante y aportan la cantidad necesaria de hidratos de carbono. La mejor manera es cocidas y después aderezadas con aceite y sal. No abuses en la cantidad, ya que algunas como los garbanzos o las alubias suelen ser indigestas.

7. Si desayunas pan, que sea integral y con aceite y sal
Si tienes la costumbre de tomar pan durante el desayuno, procura que sea integral, pues su aporte en fibra vegetal reducirá la entrada de azúcares y además alimentará a tu flora intestinal, que los médicos consideran un órgano más del cuerpo. Pero no lo acompañes de mantequilla sino de aceite de oliva, que te ayudará a bajar el colesterol de los dulces. Por supuesto mieles y mermeladas ni tocarlas.

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FOTO: DIANA RODELO.



8. Carne, solo blanca
Asegúrate de que la carne que comes sea lo más magra posible; es decir de pavo o pechuga de pollo, porque tienen un índice de grasa muy bajo además de no contar con tanta carga oxidante debido a la hemoglobina, con lo que dejaremos descansar el hígado.

9 . Pásate al pescado blanco a la plancha
A pesar de los beneficios de los ácidos grasos omega 3, el pescado azul es demasiado pesado e indigesto para superar el empacho navideño. Mejor nos regalamos un buen pescado blanco a la plancha, sin salsas.

10. Camina
El tiempo de paseo dependerá de cada persona, del frío que haga, la edad, etc. Pero es bueno salir a andar: así quemamos calorías y hacemos ejercicio moderado, a la par que el propio frío acelera el uso de las reservas grasas para generar calor.

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https://www.eldiario.es/consumoclar...ntoxicarnos-empacho-navideno_0_843765863.html
 
No es Navidad hasta que vives estas situaciones
¿Te suenan las comidas resacosas en casa de la abuela y las cenas con las sobras de Nochebuena?



  • Hay cosas que nunca fallan en Navidad. Sin ellas, sencillamente no es Navidad. Alegrarse por la salud el día 22, cuando la Lotería ha vuelto a no caer en nuestro barrio, o las comidas algo resacosas en casa de nuestra abuela o nuestros suegros son algunas de ellas. En España ya estamos preparándonos para las fiestas mucho antes de que acabe el otoño.



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    En estas fechas celebramos y celebramos, pero también consumimos. Los españoles ocupamos la segunda posición en un ránking de consumo navideño realizado por la agencia Deloitte en diez países europeos. Los consumidores españoles gastan una media de 601 euros en estas fechas, sobre todo en regalos, comida y bebida.

    Entre diciembre de 2018 y enero de 2019 se calcula que en España se recuperará alrededor de 131.000 toneladas de envases de vidrio. Esta cantidad supone casi el 20% del total de todo el año, porque es la época en la que más residuos generamos. Son datos de la entidad sin ánimo de lucro Ecovidrio, encargada de gestionar los residuos de este material en España.

    Olvidarse del coche y visitar los mercadillos navideños del centro en transporte público o, si es posible, dando un paseo es un pequeño gesto para lograr una Navidad sostenible. Cuando nos pasamos días comiendo las sobras de las cenas de Nochebuena y Nochevieja, ya estamos siéndolo un poco.

    En toda buena cena navideña hay un cuñado sentado a la mesa diciendo que no se puede reciclar. Con regalarle un miniglú, que es una versión en miniatura de los contenedores verdes y que cabe perfectamente en la cocina, ya le desmontas uno de sus mitos.

    Aquí van unos consejos para lograr unas navidades igual de divertidas y más sostenibles.

    ¿Esa copa es de cristal o de vidrio?

    Por fortuna, en Navidad tenemos muchas ocasiones para brindar. Lo hacemos con la familia, también con los amigos, con los compañeros de trabajo y, si se tercia, hasta con los vecinos. Alguna copa siempre termina rota y, aquellos que se proponen reciclar, entran el en debate sobre si vidrio y cristal son lo mismo.

    En Verne ya mostrábamos en una ilustración qué productos son buenos compañeros de viaje a la hora de separar materiales.

    Por si queda la duda, vidrio y cristal no son lo mismo y, por tanto, no se reciclan igual. Los envases de vidrio están fabricados con materiales naturales e inertes como arena y caliza. Si lo que quieres e irte de experto esta Navidad, el truco más sencillo es probar a ver cómo suenan. Da un ligero golpe con el dedo y, si el sonido es prolongado y se parece al de un timbre, es cristal: su destino es el contenedor gris con tapa naranja. Si el sonido es poco duradero y un poco soso, es vidrio y eso sí va en el contenedor verde.

    Reciclar una botella es también un regalo navideño

    Cada español recicla una media de 11 envases de vidrio durante diciembre y enero. Si consigues reciclar 12, contribuyes a ahorrar en la fabricación de nuevos envases la energía suficiente para ver más de 1.900 películas en una tableta y para cargar tu smartphone durante casi tres años y medio.

    Aquí puedes encontrar otras equivalencias por cada tres botellas de vidrio que se reciclan.

    Ilumina con cabeza

    Hay cosas que en Navidad nos hacen ilusión, por muy pequeñas que sean. Por ejemplo la nieve, que en muchas partes de España nunca termina de cuajar o ni si quiera hace acto de presencia. O decorar con luces nuestra casa.

    ¿Por qué no apagarlas a la hora de dormir o cuando no hay nadie en casa? En esos momentos solo van a disfrutarlas las figuritas del belén y del árbol... Las luces LED y un alumbrado de bajo consumo de calidad, que lleve el indicativo de garantía de la Unión Europea, reducen el consumo eléctrico de la iluminación navideña.

    ¡No hace falta más papel!

    Que sí, que no hay nada más navideño que una postal felicitando las fiestas. Enviarlas por correo electrónico no solo sirve para que incluyas en ella gifs o emoticonos. Las tarjetas digitales y las que están hechas con papel reciclado contribuyeron a que en 2016 se reciclaran durante las navidades 38.400 toneladas de papel y cartón, según datos de Repacar (Asociación Española de Recicladores Recuperadores de Papel y Cartón). Esto permitió evitar la emisión de 35.000 toneladas de CO2 a la atmósfera.

    Si sales a jugar con la "nieve", no dejes rastro

    Qué ilusión nos hace jugar con la nieve en Navidad. No importa que hayan caído solo tres copos, vamos a intentar hacer una bola y tirársela a alguien. Si vas a salir a jugar con eso que llamas nieve, recuerda no dejar restos de comida u otros productos por el camino.

    Recuerda que si dejas tirada una fruta en la montaña, no estás reciclando. Los residuos orgánicos se pueden reciclar y sirven para fabricar compost y abonos naturales. El gesto de tirar una simple colilla o un chicle perdura en la naturaleza entre uno y cinco años. Y un tarro de vidrio puede necesitar miles de años. Al final, en vez de jugar con la nieve vas a hacerlo entre desperdicios...


    https://verne.elpais.com/verne/2018/12/18/articulo/1545131251_251693.html
 
Ya estoy temiendo la cena de Nochevieja y el almuerzo de Año Nuevo. Es con una parte de la familia (que no considero como tal) que se nos ha agregado hace unas Navidades (porque se han peleado con su gente cercana) que no aguanto y cuando se toman unas copas empiezan a criticarme y provocarme (los blancos siempre somos mi hermano y yo cuando son los peores para dar lecciones). Es una competición a ver quien viste mejor, "hace la que come y bebe menos", recoge y sirve antes todo y cocina mejor. Son ricos fanfarrones, clasistas y votantes de Vox que siguen la filosofía de "tanto tienes tanto vales". Creo que sólo me tratarían bien si me viesen casada con Don Borja Celso de Todos los Santos alias "Kiki" hijo del Marques de Altocopete aunque me dedicase a rascarme el chichi o facturando 3000 mil euros mensuales mínimo o ambos. Tras 2 años sin aguantarlos, este año regresan a joder esas ocasiones y estoy mala de los nervios, no me quedo en casa porque hay otra parte de mi familia que si quiero estar con ella, pero por ellos...
 
Ya estoy temiendo la cena de Nochevieja y el almuerzo de Año Nuevo. Es con una parte de la familia (que no considero como tal) que se nos ha agregado hace unas Navidades (porque se han peleado con su gente cercana) que no aguanto y cuando se toman unas copas empiezan a criticarme y provocarme (los blancos siempre somos mi hermano y yo cuando son los peores para dar lecciones). Es una competición a ver quien viste mejor, "hace la que come y bebe menos", recoge y sirve antes todo y cocina mejor. Son ricos fanfarrones, clasistas y votantes de Vox que siguen la filosofía de "tanto tienes tanto vales". Creo que sólo me tratarían bien si me viesen casada con Don Borja Celso de Todos los Santos alias "Kiki" hijo del Marques de Altocopete aunque me dedicase a rascarme el chichi o facturando 3000 mil euros mensuales mínimo o ambos. Tras 2 años sin aguantarlos, este año regresan a joder esas ocasiones y estoy mala de los nervios, no me quedo en casa porque hay otra parte de mi familia que si quiero estar con ella, pero por ellos...
Mucho ánimo. Intenta tomártelo con humor, míralos como si fueran personajes de peli de la España profunda.
 
A mi siempre me dejó descolocada la gente que se reúne con primos, tíos, sobrinos, cuñados, primos del pueblo, etc...en mi casa siempre fue la Navidad con los que vivían en la casa, mis padres y hermanos (con abuelos estando vivos y dependiendo si querían en el pueblo ellos a su bola) y si se echaban pareja con éstos, pero nada de reunirse ciento y la madre en mesas con 20 personas. Mis tíos y primos cada uno en su casa, como nosotros. Nunca fue un rollo muy nuestro eso de juntarse toda la tropa, y menos mal.
Yo soy una superviviente de eso. Me acuerdo de estar en casa de mi abuela hasta 20 personas, mi madre harta a guisar...Luego al final de la noche con temas de pasado, dinero y politica. Luego me eché novio y me tocaba aguantar los desplantes de su concuñada, y cualquiera le diría que no. La última Nochebuena fui a otro pueblo a felicitar a mis tíos y deseaba que me cortasen la carretera para no volver porque entonces estábamos mal. Me reconcilié con las Navidades al nacer mi sobrino.
Ahora mi novio adora la Navidad, voy a ir a su país y me hace un ilusión bárbara pro primera vez en mi vida.
Eso sí, mi ánimo a los que están atrapados por las familias.
 
Yo no las soporto , si no fuera por mi madre y por mi hijo me iría de viaje con mi marido , dos meses antes ya estoy depre , y más desde que murió mi padre , no tomo ni las uvas y antes de dar las campanadas me voy a otra habitación y además ha sido un año difícil
Ánimo. ¿Tu madre no tiene más hijos?
 
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