Vidas para leerlas

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Richard Nixon (1986). Fotografía: Nancy Wong para Newspaper Editors (DP)

Nixon y la invención del resentimiento.

En septiembre de 1952 el senador Richard Nixon, candidato republicano a la vicepresidencia de Estados Unidos, estaba en problemas. La prensa había descubierto un fondo de especial donde donantes adinerados habían depositado fondos no estrictamente ilegales, pero sí ciertamente cuestionables, para sus campañas políticas. El senador, que había saltado a la fama en parte por su celo anticorrupción, era de repente el objeto de críticas de dentro y fuera de su partido; muchos pidieron a Dwight Eisenhower, el candidato a la presidencia, que reemplazara al que iba a ser su segundo.

por aquel entonces Richard Milhous Nixon era un ambicioso y prometedor político de treinta y nueve años, uno de los máximos exponentes de la nueva generación de cargos electos que habían combatido en la Segunda Guerra Mundial (aunque Nixon fue oficial de logística, no un soldado). De familia humilde, era inteligente, ambicioso e incansable, y no iba a permitir que un escándalo así destruyera su carrera. Tras hablar con Murray Chotimer, su director de campaña, Nixon decidió responder con una estrategia revolucionaria: contratar un bloque de media hora en las tres cadenas nacionales para dar un discurso televisado en horario de máxima audiencia.

El hilo conductor del discurso (que podéis ver íntegro aquí) parece simple. Ante las acusaciones de utilizar donaciones para su personal, Richard Nixon, hombre hecho a sí mismo, responde explicando que es un hombre trabajador, austero y honesto, que vive sin lujos. Habló en detalle de sus finanzas, desde lo que paga de hipoteca al dinero que debe a sus padres. Contó que su mujer no tiene ni siquiera un abrigo de visón, sino un austero y republicano abrigo de lana. Explicó orgulloso que en toda su carrera política solo ha aceptado un regalo: Checkers, un cocker spaniel enviado por un votante de Texas cuando escuchó en la radio que su hija quería un perrito. Tras media hora de discurso, Nixon se despidió poniendo su carrera en manos de los votantes, pidiendo a la audiencia que llamaran o escribieran al Partido Republicano diciendo si le creían, y si debía renunciar como candidato.

Fuera como fuera, sin embargo, a Checkers se lo iban a quedar igualmente.

El Checkers Speech, como fue inmediatamente conocido, fue visto por muchos comentaristas como una telenovela cursi e insufrible. Nixon había recurrido a los tópicos más gastados del político que antepone el servicio a la riqueza, la historia de su familia humilde, incluso sacando literalmente a pasear un perrito y la ilusión de sus hijas para dar lástima, pero no había contestado las acusaciones. Era un discurso tramposo, vacuo, sentimentaloide; politiqueo de tercera de un político sin clase.

Para una inmensa mayoría de votantes, sin embargo, el discurso fue extraordinariamente convincente. El Partido Republicano fue inundado con más de cuatro millones de cartas, telegramas y llamadas de teléfono, abrumadoramente a favor del candidato. Eisenhower superó rápidamente sus dudas y lo mantuvo en la papeleta.

Nixon es visto (por buenos motivos) como una figura oscura y deshonesta estos días, pero era un político extraordinario. Nunca tuvo fama de gran orador, pero su actuación en Checkers fue casi perfecta. Aunque la fama de mago de la televisión se la llevó Kennedy tras ese infausto debate en 1960, fue Nixon quien poco menos inventó el discurso televisado como arma política efectiva. Más allá del medio y de la oratoria, sin embargo, el discurso de Checkers es mucho más complejo y refinado de lo que parece, y explica gran parte de la política en años venideros.

Su eco, de hecho, persiste hasta nuestros días.

Si leemos el texto de forma superficial, Nixon parece hablar sobre la vida de un humilde servidor público, pero eso es solo una cortina de humo. Nixon, que en verdad venía de una familia trabajadora con bien poco dinero, entendía perfectamente que con decir y explicar que era honesto no bastaba; la mayoría de los votantes asumen por defecto que los políticos son deshonestos y les están mintiendo. En Checkers, lo que hace Nixon es mucho más sutil: en vez de simplemente negarlo todo, lo que hace es insinuar que los ataques que está recibiendo se deben a que es un hombre humilde, no un político adinerado.

Nixon intercala sus ataques de forma discreta, a menudo envueltos en la más nixoniana de las artes políticas, la pregunta retórica. Sus oponentes, al fin y al cabo, tienden fondos de campaña y donaciones parecidas a las suyas; si se están metiendo con él, es porque él, Richard Nixon, es alguien que es honesto y no tiene nada que ocultar. Nixon es alguien como tú, alguien que tiene una hipoteca, no puede permitirse un abrigo de piel y ha trabajado toda su vida. Los listos de la clase, las élites, el establishment, no quieren que un hombre común como Nixon se codee con ellos, y por eso le atacan a él por hacer lo mismo que hacen ellos. ¿De quién te vas a fiar, de esos periodistas e intelectuales que miran hacia el otro lado cuando los ricos hacen sus chanchullos, o de Richard Nixon, uno de los tuyos, haciendo lo que debe hacer para poder competir?

Lo fascinante es que, al menos en este punto, no estaba mintiendo. No hay ningún líder político americano que haya sido más psicoanalizado a distancia que Nixon; muchos biógrafos y observadores han señalado que siempre fue un hombre profundamente marcado por sus inseguridades, incluso paranoia, convencido que las élites políticas del país le despreciaban. Nixon no era «realeza» como los Kennedy, ni el heredero de una familia WASP con tradición senatorial, ni un descendiente de old money del Upper East Side, ni un miembro de los círculos intelectuales de las Ivy League. El victimismo implícito bajo su discurso de Checkers no era algo impostado, sino el fruto de un resentimiento sincero y real ante la estructura de poder americana. El genio de Richard Nixon consistió en entender que ese resentimiento podía ser una extraordinaria arma política.

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Richard Nixon (1968). Fotografía: Ollie Atkins (DP).

Durante toda su carrera, Nixon utilizó la desconfianza contra las élites como el punto de partida de todos sus mensajes. Fue esa clase de mensaje (aderezado con una cantidad descomunal de mentiras y golpes bajos) lo que le hizo ganar su escaño en el congreso en 1946. Fue esa indignación grandilocuente lo que le hizo saltar a la fama a nivel nacional en 1948 con el caso contra Alger Hiss, un newdealeraristocrático y aparentemente intocable acusado de ser un espía soviético, en una de las primeras salvas de la caza de brujas del McCarthismo (Hiss, por cierto, realmente era un espía soviético).

En 1950, aprovechando la enorme publicidad que rodeó al caso, Nixon intentó dar el salto al senado. Su oponente era Helen Gahagan Douglas, congresista brillante, exactriz de belleza y talento extraordinarios, amante ocasional del entonces congresista Lyndon Johnson y una de las mujeres más fascinantes que ha pasado por el congreso de Estados Unidos. En una campaña recordada como una de las batallas políticas más desalmadas de la historia en California, Nixon recurrió al antisemitismo, histerismo anticomunista y constantes referencias a las élites de Hollywood para ganar su escaño. Uno de los conversos a la causa nixoniana esos días fue un actor amigo de Douglas, un tal Ronald Reagan, cuando su novia le llevó a un mitin.

De ahí pasó a la vicepresidencia, y tras ello a la más célebre de las derrotas electorales en 1960, en unas elecciones decididas por unos cuantos miles de votos en Chicago y (probablemente) copioso fraude electoral. El discurso antiélites de Nixon esos días no acabó de resonar viniendo de un político de carrera que llevaba ocho años en la Casa Blanca. Por añadido, si hay algún momento en la historia de Estados Unidos en que las élites intelectuales podían proclamar el triunfo de su liderazgo era precisamente 1960, cuando Estados Unidos estaba aparentemente en el cénit de su poder económico y político y los consensos sociales del New Deal eran completamente incuestionables.

Tras perder la presidencia, Nixon se estrelló dolorosamente dos años después en su intento de llegar a ser gobernador de California (perdió contra Pat Brown, padre del gobernador saliente del estado en el 2018, Jerry Brown). Derrotado, envió todo el mundo a la mierda. En una épica conferencia de prensade despedida («you won´t have Nixon to kick around anymore»), y abandonó la escena política para nunca volver.

Hasta que claro, todo lo que pasó en la década de los sesenta sucedió, y los hechos le dieron la razón.

Es difícil hacerse una idea de la locura que fue el periodo 1965-1968 en Estados Unidos. Es una época de asesinatos políticos, disturbios raciales en ciudades con decenas de muertos y cientos de edificios en llamas, una guerra inacabable en el sudeste asiático, protestas antibélicas que acaban con la guardia nacional tiroteando estudiantes, panteras negras tomando edificios, Charles Manson, una escalada de la tasa de crimen nunca vista en el país, hippies, liberación sexual, drogas, el verano del amor, reacciones furibundas contras las leyes de derechos civiles en todo el país (no solo en el sur, Chicago, Boston y Detroit tuvieron conflictos brutales), terrorismo, y un presidente que parecía mentir más que hablar. Fue entre todo este follón, este caos, esta serie inaudita de cambios traumáticos, revoluciones sociales y locura psicodélica, Richard Nixon resurgió de sus cenizas.

El mensaje era simple. Las élites intelectuales, los demócratas, los liberales, la izquierda biempensante, incluyente, antiracista, feminista y ecologista, quieren cambiar como vivimos. Ellos creen que saben lo que nos conviene, que entienden lo que es mejor para tu comunidad mejor que tú. Ellos creen que eres tonto, que no eres más que un paleto inadaptado del midwest que no es capaz de entender los derechos civiles. Un racista, un antiguo, alguien con prejuicios al que miran por encima del hombro. Ellos han decidido que ahora debemos tratar bien a los criminales, aplaudir a los que protestan, dejar que nuestras hijas quemen sujetadores y que los hippies jueguen al pacifismo mientras nuestros hijos, como buenos patriotas, van a Vietnam sin rechistar.

Pues bien, esto se ha acabado; es hora de que a este país vuelva un poco de orden, mano dura, y menos tonterías progres e intelectuales, y poner en redil a estas élites liberales que han llevado el país al caos. Richard Nixon, ese tipo malhumorado, cerril y tozudo hasta la extenuación, uno de los tuyos, es quien puede arreglarlo.

La campaña presidencial de Richard Nixon en 1968, o su monumental reelección en 1972, son en gran medida el prototipo de todo lo que vendría después. El antielitismo, el resentimiento, el cabreo contra aquellos que están por encima es el núcleo fundacional del populismo conservador de las cinco últimas décadas. Richard Milhous Nixon es el primer político americano que operacionaliza este arsenal de forma efectiva, y lo utilizó no solo para ganar elecciones, sino para iniciar el vuelco electoral al país detrás de la revolución conservadora. El texto fundacional, la primera manifestación de este modelo está en el discurso de Checkers en 1952. La gloria se la llevó Ronald Reagan (que había llegado a gobernador de California en 1966, siguiendo un modelo de campaña nixoniana), pero el arquitecto fue Richard Nixon.

El 3 de noviembre de 1969 Nixon daría con el término clave, el giro retórico que definiría su estrategia tanto para él como para políticos venideros. En un discurso televisado explicando su estrategia en Vietnam (donde el hombre tenía la jeta de declarase pacifista mientras cometía crímenes de guerra en Camboya y Laos), el ya presidente hizo referencia a las protestas, los gritos, los disturbios, el caos de aquellos que se oponían a la intervención americana en Vietnam. Habló sobre cómo las manifestaciones dominaban las portadas, las columnas de opinión, los telediarios. Pero él, como presidente, no podía solo atender a las protestas; su deber era trabajar para la mayoría silenciosa que ansiaba una paz honorable en Vietnam, y no una rendición incondicional de consecuencias impredecibles para Estados Unidos. Implícito en el discurso estaba, el resentimiento feroz, atizado repetidamente, de esta mayoría silenciosa hacia esos columnistas, intelectuales y sabios que estaban tolerando todo este caos.

Irónicamente, el legado de Richard Nixon como presidente no es el de un extremista de derechas, por mucho que fuera un racista furibundo en privado. Como presidente, Nixon aprobó la creación de la agencia de protección ambiental, sacó a Estados Unidos del patrón oro, lideró una extraordinaria distensión en la Guerra Fría, y llegó a proponer una renta universal de ciudadanía y una ley de sanidad pública universal muy ambiciosa y que fue estúpidamente torpedeada por Ted Kennedy, que creía que con Jimmy Carter tendrían una ley mejor. Rick Perlstein, en su excepcional Nixonland, señala que a Nixon la política económica siempre le importó un comino. El resentimiento era sincero, pero su droga, lo que realmente le interesaba, era la política exterior, la batalla geoestratégica.

Eso, y encubrir delitos electorales chapuceramente, pero ese es otro tema.
https://www.jotdown.es/2019/01/nixon-y-la-invencion-del-resentimiento/
 
Porfirio Rubirosa: el seductor de mujeres millonarias que fue "espía" y hombre fiel del gobierno de facto dominicano de Rafael Trujillo

Analía Llorente
HayFestivalCartagena@BBCMundo
  • 8 horas
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Image captionUno de los matrimonios de Rubirosa fue con la millonaria estadounidense Doris Duke.
Algunos lo describen como "el último playboy", otros como un "gigoló". Quizás fue las dos cosas.

Pero sin duda el dominicano Porfirio Rubirosa no pasó desapercibido en la historia del siglo XX.

Fue diplomático, jugador de polo, corredor de autos, piloto de aviones y gigoló (un hombre que se prostituye con mujeres por dinero).

Supo codearse con personas del poder y del jet set en las décadas de 1940 y 1950, e involucrarse sentimentalmente con decenas de mujeres, concretando cinco matrimonios, dos de ellos con millonarias de la época.

Pero ¿cómo un hombre de clase media dominicana logró ocupar un lugar preponderante en las altas esferas del poder político mundial?

Investigamos un poco más sobre quién fue "Rubi", como sus amigos lo conocían, a raíz de participación en el Hay Festival Cartagena del actor colombiano Manolo Cardona que interpretó en 2018 a Porfirio Rubirosa en la película que lleva el mismo nombre.

Un don para encantar
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Image captionRubirosa supo seducir a políticos, millonarios y mujeres en las décadas de 1940 y 1950.
Porfirio Rubirosa nació en 1909 en República Dominicana y vivió por 56 años en varios países.

En gran parte de ellos se convirtió en "el hombre más interesante del mundo", señala Shawn Levy, crítico de cine y autor de la biografía de Rubirosa "El último playboy" (The last playboy: the high life of Porfirio Rubirosa).

"Él tenía un don, la habilidad de hacerse amigo de gente poderosa y rica y sobre todo en crear intimidad con mujeres influyentes y adineradas", le dice Levy a BBC Mundo.

Porfirio Rubirosa era hijo de un militar dominicano promovido a diplomático, por lo que parte de su infancia y adolescencia la vivió en París, donde su padre había sido enviado.

A su vuelta de Francia, siendo aún muy joven, Rubirosa ingresó al ejército y rápidamente fue escalando posiciones, no solo llamando la atención de Rafael Leónidas Trujillo, que mantuvo un gobierno de facto en República Dominicana por 30 años, sino de su hija, Flor de Oro, con quien se casó.

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Image captionEl polo era una de las pasiones de Rubirosa.
"Trujillo vio (en Rubirosa) un hombre joven y ambicioso que se podía presentar ante un rey, presidente, o ante sus esposas y crear una muy buena impresión", describe Levy.

"Tenía el encendedor de cigarrillos más rápido de la época", cuenta el autor que alguien le dijo mientras hacía sus investigaciones para escribir el libro publicado en 2005.

"Para Trujillo, Rubirosa era la cara elegante de una dictadura brutal", añade.

La leyenda
Pero sus encantos para tratar con las personalidades más importantes de la política y la riqueza del mundo traspasaban las reuniones protocolares.

Rubirosa también tenía una reputación de ser un gran amante y no solo por sus formas de seducción sino por sus atributos sexuales.

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Image captionRubirosa también era un aficionado a los autos de carrera.
"Estaba bien dotado y había mujeres que querían comprobar la leyenda", relata Levy.

Tal era el rumor que se corría sobre sus cualidades físicas que "en París, en algunos restaurantes antiguos, aún por estos días, si pides un 'Rubirosa' te traen un enorme pimentero", añade.

¿"Gigoló"?
Rubirosa tuvo en total cinco matrimonios. Dos de ellos con mujeres de grandes fortunas.

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Image captionPorfirio Rubirosa fue un diplomático dominicano que supo construir una leyenda con su personalidad encantadora.
Una fue la estadounidense Doris Duke, heredera de la tabacalera American Tobacco.

Hélène Rochas, empresaria y personalidad francesa, quien fue amiga de Duke, aseguró en 2002 que "Doris podía comprar juguetes, pero Rubi no era un juguete más".

"Era difícil de retener, pero él era un trato especial... Era más por placer, como un capricho", le dijo a la revista Vanity Fair.

Otro matrimonio fue con Bárbara Hutton, perteneciente a una familia aristócrata y multimillonaria de Nueva York.

Casualmente, Duke y Hutton fueron amigas en la adolescencia, aunque entre ellas surgió una fuerte rivalidad con el tiempo.

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Image captionY otro matrimonio fue con la adinerada Bárbara Hutton, aunque solo duró un par de meses.
El matrimonio con Hutton solo duró un par de meses, pero Rubirosa logró hacerse de unos US$11 millones

"Fue un gigoló. Él es la definición de un hombre que vendía s*x* por dinero", dice Levy.

Rubirosa no venía de una familia adinerada y vivió una vida bastante acomodada en términos económicos.

"Fue dueño de un chateau en París, de aviones, autos de carrera, tenía cientos de trajes y joyas. Siempre iba a los mejores hoteles y restaurantes. Y ese no era su dinero sino el que adquiría de sus esposas", asegura el biógrafo.

Un amante con tiempo
Además de con Flor de Oro Trujillo, sus otros dos matrimonios fueron con las actrices francesas Danielle Darrieux y Odile Rodin, ésta última 28 años menor que él.

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Image captionEl último matrimonio de Rubirosa fue con la actriz francesa Odile Rodin, casi 30 años menor.
Pero Rubirosa no era lo que se podría decir un hombre fiel. Se le conocieron varios amoríos.

Uno de ellos fue con otra actriz, Zsa Zsa Gabor, quien hasta lo acusó de haberla golpeado. Supuestamente la relación que tenía con ella fue la causante del divorcio con Hutton.

"Tenía una de las mejores cualidades para cualquier amante: el tiempo", dijo el diseñador estadounidense Oleg Cassini, quien conoció a Rubirosa, a la revista Vanity Fair.

"Como no trabajaba, podía controlar su tiempo. Salía y luego se quedaba en cama todo el día siguiente. Tenía un dicho: "Una noche afuera, una noche adentro", añadió.

A Rubirosa no se le conocen hijos y se cree que era estéril.

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Image captionLa actriz húngara Zsa Zsa Gabor fue también un gran amor para Porfirio Rubirosa.
¿Espía?
Rubirosa estuvo "apadrinado" por Trujillo mientras éste estuvo al frente del gobierno de República Dominicana, desde 1930 hasta 1961.

En ese tiempo, Rubirosa fue diplomático dominicano en las embajadas de Berlín, París, Vichy, Buenos Aires, Roma, Bruselas, incluso en La Habana, donde fue testigo de la revolución.

Pero también era una figura conocida y frecuente en varias ciudades estadounidenses.

"Era un diplomático y creo que los diplomáticos en algún sentido son espías", opina Levy.

"Pero no era James Bond, no tenía las herramientas para ser espía. Sin embargo, a los lugares que iba tal vez era más valioso simplemente siendo Rubirosa", analiza.

"Él podía darle la mano a un rey y luego tener s*x* con la reina", resume.

Sin embargo, en 1946 fue víctima de un atentado, pero supuestamente no fue por sus conexiones, sino por las de su esposa en ese entonces, la actriz Danielle Darrieux, que era una aparente simpatizante del nazismo.

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Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionRubirosa recibió varios disparos al proteger a la actriz Danielle Darrieux, por entonces su esposa, en un ataque.
Rubirosa recibió tres dispararos al intentar proteger a su esposa en una balacera en París.

Un trágico final
Porfirio Rubirosa murió en 1965 a los 56 años cuando la Ferrari que conducía, en estado de ebriedad, chocó contra un árbol en las calles de París.

Algunas teorías sugirieron de que Rubirosa podría haber sido asesinado o que se hubiese suicidado. Levy lo descarta.

"Él no tenía nada que ofrecer, no era una amenaza para nadie", dice.

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Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionRubirosa murió tras chocar con su Ferrari contra un árbol en París el 5 de julio de 1965.
Según el escritor, muchos pueden pensar que 'Rubi' era una persona de esas que son mejor perder que encontrar, "pero yo encontré admirable que un hombre tenga como arte hacer disfrutar a la gente, vivir elegantemente y encajar en los lugres con personas exitosas y ricas".

"No creo que haya sido una mala vida. Aunque estoy contento de que mi hija no lo haya conocido", bromeó.
https://www.bbc.com/mundo/noticias-46900658
 
Behrouz Boochani: el refugiado que escribió un libro por WhatsApp y ganó el premio literario más prestigioso de Australia
Kevin PonniahBBC News
  • 1 febrero 2019
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Derechos de autor de la imagenASHLEY GILBERTSON/VII/REDUX/EYEVINE
Image captionBehrouz Boochani escribió las crónicas de los detenidos en isla de Manus, en Papúa Nueva Guinea .
Un solicitante de asilo que estuvo detenido durante cinco años por Australia en una isla del Pacífico acaba de ganar el premio más prestigioso de la literatura del país.

Behrouz Boochani, un periodista iraní-kurdo, escribió No friend but the mountains: writing from Manus Prison by text message from inside a detention centre("Sin más amigos que las montañas: escribiendo desde la prisión de Manus por mensaje de texto desde un centro de detención).

El libro ganó el premio Victorian de Literatura 2019, dotado con más de US$72.000.

Además del Premier de Literatura, el libro de Boochani también ganó el Victorian Premier en la categoría de "No ficción" para este año, dotado con unos US$18.000.

El controversial centro de detención en el que estuvo Boochani -junto a cientos de personas- se encuentra en la isla de Manus, en Papúa Nueva Guinea, y fue cerrado a finales de 2017. Después, el escritor fue trasladado a un edificio alternativo.

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Mensajes de WhatApp
Hablando con la BBC desde la isla de Manus durante la noche en que él y otros galardonados celebraban el premio, Boochani dijo que el hecho de ganar estos premios le causó "un sentimiento muy paradójico".

"De cierta manera, soy feliz porque pude llamar la atención sobre esta difícil situación, y mucha gente ha conocido sobre ello, lo cual es genial... Pero por otro lado siento que no tengo el derecho a celebrarlo porque muchos amigos míos están sufriendo en ese lugar", contó.

"Para nosotros, lo primero es obtener la libertad, salir de aquella isla y comenzar una nueva vida".

El libro fue escrito en farsi a lo largo de los años que Boochani pasó en el centro, la mayor parte por mensajes de WhatsApp que enviaba a su traductor, Omid Tofighian.

"WhatsApp era como mi oficina", le dijo a la BBC.

"No lo escribí en papel porque, en ese momento, los guardas asaltaban nuestra habitación cada semana o cada mes y rebuscaban entre nuestras cosas. Yo estaba preocupado. Podría haber perdido mis escritos, por eso los envié".

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Image captionEl libro fue escrito por mensajes de WhatsApp.
Boochani fue detenido por primera vez en 2013 luego de llegar por barco desde el Sureste Asiático.

Se ha convertido en la voz más conocida desde dentro del controvertido centro de detenciones en el que estuvo preso cuando tocó tierra en Australia. Ahora escribe a menudo para el diario británico The Guardian y suele publicar tuits sobre la vida en la isla de Manus. También grabó y codirigió un documental (igualmente con su celular).

Australia tiene una política estricta con los solicitantes de asilo que llegan en barco y asegura que nunca podrán asentarse en el país, aunque sean auténticos refugiados. Las autoridades del país dicen que sus políticas son necesariaspara impedir intentos peligrosos de alcanzar sus costas por mar.

El año pasado, Estados Unidos acordó reasentar a algunos refugiados del centro de Manus y de la vecina isla de Nauru. Más de 100 refugiados fueron reubicados, pero Boochani todavía está a la espera de saber qué ocurrirá con su caso. Hace unos meses tuvo una entrevista con agentes estadounidenses.

Recibió el estatus de refugiado en Papúa Nueva Guinea, pero al igual que muchos otros, no desea quedarse allí.

Boochani dice que decidió irse de Irán porque tenía problemas con las autoridades por ser periodista: "No quería ir a la cárcel en Irán así que me fui de camino a Australia... y me encerraron en esa cárcel durante años".

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Derechos de autor de la imagenAMNISTÍA INTERNACINOAL
Image captionBoochani es un periodista de origen kurdo y temía por su vida en Irán.
"Ni ángeles ni demonios"
Los jueces que le concedieron el premio literario Victorian describieron su libro como "una impresionante obra de arte y una teoría crítica que va más allá de la simple descripción".

"Utiliza distintas formaciones narrativas, desde análisis crítico hasta descripciones densas; de la poesía al surrealismo distópico", dijeron.

"La escritura es hermosa y precisa, y combina tradiciones literarias de distintas partes del mundo, pero sobre todo kurdas".

Las normas para participar en ese premio establecen que los escritores deben ser ciudadanos australianos o residentes permanentes. Sin embargo, el centro Wheeler, encargado de administrar este premio, aceptó la recomendación de los jueces e hizo una excepción con el libro de Boochani.

Las políticas de Australia sobre los refugiados han sido muy criticadas por grupos de derechos humanos y por Naciones Unidas, aunque algunos políticos europeos las defienden.

Pero Boochani quiere que quienes lean su libro aprendan que tratan "sistemáticamente" de arrancar a los refugiados y solicitantes de asilo de su "identidad, humanidad e individualidad".

"No somos ni ángeles ni demonios", asegura. "Somos humanos, simplemente humanos, somos gente inocente"

https://www.bbc.com/mundo/noticias-47094681
 
Stefan Zweig, crónica epistolar de un derrumbamiento
Publicado por Guillermo Ortiz
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Stefan Zweig, 1931. Fotografía: Trude Fleischmann (DP).
Con la publicación en español de la correspondencia entre Stefan Zweig y Joseph Roth (2014) y más recientemente entre el propio Zweig y su primera esposa, Friderike (2018), la editorial Acantilado nos ha permitido asomarnos a la intimidad y el día a día de uno de los más grandes escritores del siglo XX. De hecho, y de manera no intencionada, ambos volúmenes forman de alguna manera un continuo: la amistad entre Roth y Zweig decae a partir de 1937 y acaba con la muerte del primero en 1939. La relación entre Zweig y Friderike continúa tres años más, hasta el su***dio del escritor en Petrópolis (Brasil).

Son dos modelos de relación muy distintos con un solo hombre como protagonista. La correspondencia con Roth es un prodigio de paciencia. Debía de haber algo realmente fascinante en Roth para que Zweig le aguantara todo lo que le aguantaba. Conocedor de los hábitos autodestructivos de su interlocutor, Zweig permite que Roth se ofenda cada tres por cuatro, le reproche cada detalle y no deje de pedirle dinero y asegurarle que va a morir pronto, en cualquier momento. Así desde 1931 a 1939.

Roth deja de sí mismo una imagen de hombre maldito, atosigado por las deudas y los compromisos, abandonado por las editoriales y los amigos, condenado a la miseria y el dolor… y Zweig aguanta el chaparrón como puede, enviándole dinero de poco en poco para que no se lo gaste todo de una vez, y recomendándole una cura en algún balneario. Por supuesto, Zweig sabe —y de hecho se lo intenta recordar en más de una ocasión, sin demasiado éxito— que esa imagen de Roth tiene mucho de fachada y poco de realidad: en su momento, a principios de los años treinta, antes de la llegada de Hitler al poder, la publicación de Job y de La marcha Radetzky entre otros títulos le habían convertido en un escritor de grandes ventas… y grandes anticipos.

El problema de Roth era su propio universo: dejó a su mujer medio abandonada en un sanatorio y eso, que le sirvió para seguir con sus viajes, sus libros y sus amantes, le supuso unos gastos fijos inmensos. Aparte, no se privaba de nada: se instaló en un buen hotel de París del que hizo su casa durante años y se permitió fiestas diarias de alcohol hasta las tantas de la madrugada. Tenía ese tipo de temperamento para el que nada parece bastante: excelente periodista y excelente escritor, sentía, por algún tipo de complejo interno, que no se le apreciaba ni valoraba lo suficiente, lo que desembocaba en frecuentes explosiones de rabia contra el mundo, a menudo injustas.

Lo que empieza como una cordial comunicación entre admirador —Roth— y admirado —Zweig— se va complicando año tras año y se desploma en barrena a partir de la llegada del Tercer Reich en Alemania y el golpe de estado de los socialcristianos en Austria (1933). Roth, judío como Zweig, ve como sus libros se queman, las editoriales le rehúyen y los anticipos dejan de llegar. Imposible de domar, se dedica a promover manifiestos a favor de la restauración de los Habsburgo y a firmar contratos a menudo dudosos con cualquiera que le prometa unos marcos para la siguiente botella.

De 1935 en adelante, a partir de la publicación de El anticristo, la correspondencia se limita a unas escasas líneas de Zweig y parrafadas de Roth en las que le ruega una y otra vez que vaya a verle, un eufemismo para pedirle que le traiga dinero. Zweig, por entonces ya exiliado en Londres, seguía gozando pese a todos sus problemas de un enorme prestigio y no andaba corto de efectivo. Su generosidad nunca fue valorada en su justa medida, desde luego. Poco a poco, inmerso en sus propios problemas profesionales y personales, fue abandonando a su amigo aun asegurándose de que le llegaba lo suficiente para vivir a través de terceras personas.

Este hombre paciente, educado, cabal y generoso, tal y como se muestra en la correspondencia con Roth no deja tan buena imagen, sin embargo, en su correspondencia con su primera esposa, Friderike. De entrada, hay que señalar que la relación entre ellos ya es rara desde un inicio: Friderike es la que inicia los contactos mediante un anónimo para proteger su condición de mujer casada y con dos hijas. Cuando a Zweig le pica la curiosidad —y le picaba con frecuencia, o esa sensación da—, se inicia un cortejo en toda regla y el inicio de una relación amorosa que acabará con el divorcio de Friderike con su marido, Felix von Winternitz.

Llama la atención cómo viven ambos estos años, un reflejo de lo que serán las casi tres décadas que pasarán juntos: él se regodea en su fama, no deja de hablar de Romain Rolland, de Sigmund Freud, de Richard Strauss… de las miles de personas que asistieron a tal conferencia o pidieron una firma para tal libro. Vive en su propio mundo, un mundo intelectual con alegrías habituales en forma de jovencitas, que eran a Zweig lo que el alcohol era a Roth. Mientras, a Friderike no le quedaba sino adoptar el rol de paciente. Aguantaba las infidelidades —cada vez con menos paciencia, como es lógico—, administraba el patrimonio de su marido, se resignaba a no verle más que unas semanas al año y abandonaba en la práctica su verdadera vocación como escritora, que retomaría una vez acabada la II Guerra Mundial.

Puede que Friderike no aspirara a ser Stefan Zweig en términos de éxito y popularidad, pero desde luego aspiraba a que Stefan Zweig viera en ella algo más que una taquígrafa. No está claro si lo consiguió. En las cartas, es Zweig el que reprocha, el que exige, el que parece continuamente enfadado pese al poco tiempo que pasa en la casa familiar de Salzburgo. Este distanciamiento cada vez mayor se hace definitivo cuando la policía austríaca entra en la casa de Kapuzinerberg en busca de armas. Zweig lo interpreta como un aviso y se marcha a Londres con la excusa de buscar información sobre María Estuardo.

Friderike, en cambio, se queda. No solo se queda sino que se tiene que hacer cargo del mantenimiento de la casa, su posterior venta y organizar la correspondencia, porque si algo le gustaba a Stefan era escribir cartas, con una clara conciencia de estar haciendo historia. La relación entra en esa fase en la que todo lo que hace cada una de las partes está mal y el otro lo vive como una ofensa irreparable. Friderike aún se resistirá un par de años en darse cuenta de que su matrimonio está acabado, pero Stefan ya tiene nueva «secretaria» —Charlotte Altman— y su cabeza está en el fantasma que recorre Europa bajo el nombre de totalitarismo.

Lo que siguen son una cascada de decisiones apresuradas por las dos partes: Friderike acepta el divorcio, vende la casa pero no se da cuenta de la necesidad de abandonar Austria cuanto antes. Buena parte de los bienes propios y de su marido, tanto monetarios como intelectuales, acaban en manos de la policía nazi tras el anschluss de 1938. Para cuando Friderike tiene que salir corriendo junto a sus hijas, apenas tiene para mantenerse y ni siquiera la pensión que le había adelantado Zweig le sirve. Con ayuda de amigos —entre ellos, el propio Stefan— se instala en Nueva York, donde asistirá desde la distancia a la contienda europea.

Zweig, por su parte, empieza a recordar demasiado a Roth: los amigos le han dado la espalda por su condición de judío, su obra está prohibida en Alemania, y Austria amenaza con retirarle la nacionalidad. De viajero ilustre ha pasado a apátrida en pocos años. Su gran legado, sus libros, apenas encuentran mercado y tiene que buscarse la vida negociando con productores de cine y con editoriales extranjeras, principalmente estadounidenses. De hecho, toda su vida se convierte en una negociación: los pocos amigos que le quedan necesitan visados, permisos de residencia, pasaportes… solo Zweig, con sus muchos contactos, puede conseguírselos y a él recurren todos.

Pronto cae en una profunda depresión. Charlotte Altmann, ya convertida en Charlotte Zweig, también se viene abajo. Juntos parecen querer instalarse cerca de Nueva York pero el frío es excesivo para ella y buscan acomodo en Brasil. Zweig escribe y escribe. Es lo único que le queda. En los nueve años que separan su marcha de Austria de su su***dio, escribirá, entre otras obras, la biografía de María Estuardo, la de Erasmo de Rotterdam, el conflicto entre Calvino y Castellio en la Ginebra del siglo XVI, los viajes de Americo Vespucio, la obra de ficción Novela de ajedrez, el libro de viajes, Brasil, país de futuro y su autobiografía, El mundo de ayer, publicada después de su muerte.

No está mal para un hombre en ruinas.

Ni siquiera la entrada de Estados Unidos en el conflicto levantó la moral del escritor: en Petrópolis era querido, pero esa no era su tierra, esa no era su lengua y en realidad ese no era ya su mundo. En numerosas ocasiones refiere a su exesposa la sensación de que, por pronto que llegue el fin de la guerra, nada volverá a ser lo mismo. Cuando ni siquiera el fin histórico supone un alivio, lo que queda es el fin real, personal, definitivo. El 23 de febrero de 1942, pocos meses después del bombardeo sobre Pearl Harbour que variaría el rumbo de la guerra europea y la convertiría en mundial, los cuerpos de Stefan y Charlotte Zweig fueron encontrados sin vida a causa de la «ingesta de una sustancia tóxica».

Antes de morir, sin embargo, Stefan pudo despedirse. La última carta remitida a Friderike está fechada el día 22 y de alguna manera es un largo epitafio. La muerte de Altmann dejó además a la primera esposa como única depositaria del legado de Stefan, lo que incluía, claro está, su propia correspondencia. En 1951, se decidió a editarla y publicarla… pero con numerosas omisiones intencionadas. Todas las referencias a Charlotte fueron borradas de un plumazo, así como las frecuentes críticas de Zweig a las hijas de su exmujer por ser incapaz de casarse y así poder dejar de mantenerlas económicamente.

Todo ello se recupera ahora en español y nos ayuda a entender muchas cosas. Al hombre que le permitía todo a Roth y a la mujer que le permitía todo a Stefan. Aparte, un mundo fascinante, el de los años veinte, y un mundo hostil, descarnado y putrefacto, esto es, el de mediados y finales de los años treinta. Queda, por supuesto, la nostalgia del escritor. ¿Cuántas más obras había en la pluma de Zweig? Imposible saberlo. Tampoco podemos saber cómo habría encajado en la posguerra, ni si conseguiría encajar en la nueva élite literaria europea o quedaría como reliquia del pasado. Acababa de cumplir sesenta años, las incógnitas son infinitas.

https://www.jotdown.es/2019/02/stefan-zweig-cronica-epistolar-de-un-derrumbamiento/
 
Man Ray, el maestro del surrealismo que transformó una barra de pan azul en una preciada obra de arte

CREACIÓN CULTURAL

El espacio Fundación Canal (Madrid) acoge hasta el 31 de abril una muestra que repasa la historia del que fue, junto a Duchamp o Picasso, uno de los grandes exponentes del arte contemporáneo

"Consiguió generar una nueva forma de ver la realidad y la existencia de las cosas, que se valorase la fotografía por sí misma y no por lo que cuenta", explica Pilar Parcerisas, comisaria de la exposición

José Antonio Luna
05/02/2019 - 21:31h
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Pain peint [Painted bread] 1958 © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019

Dorothea Tanning, la pintora surrealista que se negó a planchar el mantel de su casa
En 1917, Marcel Duchamp subvirtió las reglas del arte en medio de una exposición de la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York. Allí colocó un urinario normal y corriente, como el que podría haber en cualquier bar, con un claro mensaje: "Arte es lo que el artista dice que es arte", dando así un puñetazo contra la estética elitista de su tiempo. Man Ray, amigo de este, también fue un fiel representante de una filosofía que, por ejemplo, era capaz de convertir una barra de pan rancio con pintura azul en una preciada joya museística.

Pero Emmanuel Radnitzky (1890 – 1976), nombre real de Man Ray, no estuvo tan centrado en la escultura como su compañero Duchamp. Y no porque no la practicara, como se puede comprobar en sus múltiples trabajos, sino porque su pasión artística se volcó con dos disciplinas: la pintura y, especialmente, la fotografía.

"Pinto lo que no puede ser fotografiado. Fotografío lo que no quiero pintar. Pinto lo invisible. Fotografío lo visible", dijo el creador, una cita que abre la exposición Man Ray. Objetos de ensueño disponible en Fundación Canal (Madrid) hasta el próximo 21 de abril. Esta incluye un total de 107 obras que sirven como hilo conductor para recorrer los pensamientos del artista a través de siete secciones temáticas, que van desde los retratos realizados a sus conocidos a la importancia que como buen dadaísta le dio a un juego como el ajedrez.

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Ady, Man Ray, Sr. y Sra. Cuttoli, con Picasso y Dora Maar en Mougins (Francia), 1937 © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019



La aparición de la fotografía rompió con muchos de los esquemas establecidos en el mundo del arte. Como se explica durante la muestra, los fotógrafos retratistas llegaron a ser vistos como pintores fracasados por las nuevas vanguardias. Sin embargo, el estadounidense supo dar la vuelta al prejuicio y logró ser reconocido por la alta burguesía del París de los años 20 y 30. "Man Ray consiguió generar una nueva forma de ver la realidad y la existencia de las cosas, que se valorase la fotografía por sí misma y no solo por lo que cuenta", explica a eldiario.es Pilar Parcerisas, crítica de arte y comisaria de esta muestra.

Con su técnica y enigmática aura inmortalizó a figuras como Picasso, André Breton, Mina Loy o Jean Cocteau. "Él hace algo distinto, no la típica pose del retrato tradicional. Son muy performáticos, y en ellos aparece encendiendo un cigarrillo o en un espejo cóncavo en el laboratorio", apunta la historiadora. Ray sabía qué podía aportar la fotografía y qué podía aportar la pintura. Distinguía entre ambas disciplinas y sacaba lo mejor de ambas para plasmarlo en sus trabajos. Precisamente, eso es lo que le hizo único.

Pero el surrealismo no le hacía levantar los pies del suelo, sino todo lo contrario. En las imágenes de Ray eran habituales elementos como su pipa, su cámara o sus propios objetos. De hecho, André Bretón le definió como "el gran escrutador de la decoración de la vida cotidiana", algo que se puede comprobar a través creaciones comoLampshade, una simple espiral de papel transformada en lámpara.

Aun así, la técnica de Ray es diferente a la de Duchamp: mientras que el primero muestra los objetos que identifican a su mundo interior, el segundo elige un elemento creado por la industria para convertirlo en arte. "Man Ray necesita los objetos que le acompañan, una lata encontrada en la calle, un guante, una batidora... Algo que forma parte de su vida y que en un momento determinado ese objeto habla junto a otro", apunta la comisaria sobre el tinte "cálido y emotivo" del autor. Añade que "no es la misma idea que la de Duchamp, porque él parte totalmente de la industria, de lo seriado y de la clonación de objetos".

Cuando se rebeló contra su propia cámara
Man Ray es recordado por obras maestras como El violín de Ingres, que no se encuentra en esta exposición, pero también por inventar técnicas rupturistas y fuera de toda lógica. Por ejemplo, una que consistía en tomar fotos sin cámara, directamente sobre el papel fotosensible a la luz. Como se puede leer en la exhibición, el propio autor lo explicó: "Me rebelé contra mi cámara fotográfica y la tiré. Tomé cuanto me caía en la mano: la llave de la habitación del hotel, un pañuelo, lápices, una brocha, un pedazo de cuerda".

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Rayograma, 1924 © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019



Tras eso, los colocaba sobre el papel y los exponía a la luz unos segundos, algo que, según el autor, le hacía sentirse "muy excitado y le divertía muchísimo". "Aprovechar el azar de ese proceso de laboratorio en el que los objetos se impregnan directamente del papel fotosensible y crean su propio fantasma. Es esa nocturnidad que también quieren los surrealistas", indica Parcerisas.

Pero los rayogramas no fueron los únicos. También, como incansable que era de la experimentación, se topó con otra peculiaridad que llamó "solarización". "Es otro azar cocreado con Lee Miller que consigue remarcar los contornos y que las zonas blancas sean más blancas y las negras más negras. Con lo cual, es otra forma de quemar la imagen, de darle otro tipo de exposición que da finalmente ese contraste", aprecia la comisaria sobre un tipo de fotografía contorneada por una aureola que, además, conseguía resaltar el cuerpo y el rostro de los sujetos.

Actualmente podría asemejarse, aún con las abismales diferencias del proceso, al filtro belleza de algunos smartphones. Por ello, capturas como Anatomies, en la que se puede ver un cuello estirado con connotaciones fálicas, se han llegado a convertir en portadas de grupos de música actuales como Cigarettes After Sex.

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Imágenes de la sección 'Mujeres y Venus'. En orden de aparición: 'Anatomies Neck' (1930) y 'Erotique voilée' (1933) © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019



En busca de una nueva Venus
Man Ray tampoco escapó de ese arquetipo del eterno femenino subyacente en gran parte de los autores masculinos de la época. Fue un movimiento mayoritariamente reservado a los hombres y que, salvo excepciones como Dorothea Tanning, solía transformar a la mujer en musa u objeto de deseo. De hecho, por la lente del fotógrafo pasaron figuras como Dora Maar, la amante de Picasso, o Adrienne Fidelin, una joven bailarina de Guadalupe (México) con la que mantuvo una relación.

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Dora Maar, 1930 © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019



Después de pasar por "la belleza del cuerpo femenino" bajo el prisma de Ray, se llega a la última zona de la exposición: un pasillo de cuadrados blancos y negros que serpentea creando un curioso efecto óptico, como si fuera un tablero de ajedrez pasado por la licuadora.

En esta parte se puede comprender el vínculo del fotógrafo con Marcel Duchamp y por qué su amistad fue una de las más fructíferas del siglo XX. De su unión y curiosidad por los instrumentos ópticos nacieron máquinas pioneras, como un visor estereoscópico en tres dimensiones que el propio visitante puede probar durante el recorrido. "Es una amistad que les lleva a experimentos ópticos y visuales que se anticipan al arte cinético", considera Parcerisas sobre una de las muchas aportaciones que han alzado a Man Ray como uno de los artistas más importantes del siglo XX.


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'Man Ray, objetos de ensueño' © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019

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Zona de 'rayogramas' en el espacio Fundación Canal (Madrid) © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019

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Chessboard, 1920 © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019

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Marcel Prous en su lecho de muerte, 1922 © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019

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Cadeau 1921 / 1974 © MAN RAY TRUST, VEGAP, MADRID, 2019

05/02/2019 - 21:31h

Artículo completo en:
https://www.eldiario.es/cultura/arte/Man-Ray-surrealismo-transformo-preciada_0_864763761.html
 
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T. S. Eliot, lúdico y travieso.

Premio Nobel en 1948, su poesía pasa por ser una de las más ricas y complejas del siglo XX. Prueba de ello, este volumen.

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Actualizado:07/02/2019 01:40h0

Creíamos conocer bien a Eliot, y nos equivocamos, pues incluso en el poeta más monocorde y unitario suele haber, por lo menos, dos constitutivos y alternantes, de los cuales uno corresponde al rostro más conocido de su obra, y el otro, a la cara más oculta de ella. No se trata de un Mr. Jekill y un Mr. Hyde conviviendo en el interior de su personalísimo carácter, como Cernuda aplicaba estas dos figuras a Juan Ramón, sino de lo que los latinos definían como dos posibilidades poéticas a veces juntas en un mismo autor: la «musa leuis» (poesía erótica y ligera) y «la musa grauis», que es lo que los ingleses identificaron con la poesía metafísica. Este nuevo Eliot que -con tanta exhaustiva documentación como buena versión del poeta José Luis Rey se nos ofrece aquí- es distinto del que leímos e imaginamos: es un Eliot travieso, más próximo al Gerardo Diego lúdico que al «Coronna&Coronilla. Poèmes à Jean Voillier,» que nos hizo descubrir un nuevo Valéry.

Lo que esta parte desconocida y, en cierto modo, insólita aporta al conocimiento de Eliot es no sólo la facilidad de su autor para escribir en francés y en alemán poemas rimados sino esa doble condición y dualismo que tuvieron los poetas latinos y también los europeos de los siglos XVI y XVII y que ha permitido hablar de, por ejemplo, «los dos Góngora». El libro de los gatos habilidosos del viejo Possum nos ilustra sobre el modo en que su autor se enfrenta al poema aislado y al poema en serie, cómo domina el verso y la estrofa, combina texto e imagen -pues hace múltiple uso de los dibujos que convierte luego en palabras- y cómo épica, novela negra y mundo suburbano se entremezclan aquí.

Se recogen versos que acompañan la petición de una foto a Groucho Marx, de quien era admirador


Su traducción de la «Anábasis» de Saint-John-Perse, que también se incluye, tiene el interés de conocer las ideas de Eliot sobre la teoría y la práctica de la traducción, pero, sobre todo, la distinción que establece entre las limitaciones a que obligan términos como «poesía» y «prosa»: en este punto no parece estar muy lejos de Enrique Anderson Imbert, para quien «la poesía no está comprometida ni con el verso ni con la prosa» porque ambas «son formas exteriores» y la poesía, en cambio, «es un modo de asomarse a las cosas, una perspectiva, es decir, una forma interior del espíritu».

Decente e indecente
En el apartado «Otros versos» se recoge el poema en que acepta una invitación de Virginia Wolf a tomar el té , mientras otros son parodias de Shakespeare o contienen duras críticas a C. S. Lewis y Dolly Sayers o se burlan de C. M. Bowra en sus intentos por sustituir a Gilbert Murray, o son aclaratorias respuestas a Auden sobre Roy Campbell, o acompañan la petición de una foto a Groucho Marx, de quien Eliot era ferviente admirador, amenazándole con que, si no se la envía, jurará «lealtad a Chaplin».

Lo que más sorprende son sus «Rimas indecentes», que Lewis -en carta a Poun- describió como «piezas maestras de picardía erudita» y que el propio Eliot -en respuesta a Donald Hall- explicó como que un poeta «debe ejercitarse en todo tipo de poema, tanto en el serio y el frívolo, como en el decente y en el indecente».

«Poesía Completa. Volumen II. 1909-1962». T. S. Eliot
Trad.: José Luis Rey. Visor, 2018. 470 páginas. 33,25 euros

https://www.abc.es/cultura/cultural/abci-eliot-ludico-y-travieso-201902070140_noticia.html
 
Dafne Almazán, la mexicana que consiguió entrar a Harvard con solo 17 años: "El niño sobredotado llega a pensar que está enfermo"
RedacciónBBC News Mundo
  • 8 febrero 2019
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Derechos de autor de la imagenCEDAT
Image captionDafne Almazán, una joven mexicana superdotada de 17 años, fue aceptada para cursar una maestría de enseñanza de matemáticas en la prestigiosa universidad de Harvard.
"La sobredotación no es algo que se tenga que medicar, no es una enfermedad. Es un don que el niño debe aprovechar".

La frase resume mucho de lo vivido por Dafne Almazán, quien creció con un coeficiente intelectual mayor al del resto de la población y comprobó cómo no todo el mundo sabe actuar ante esta realidad.

Dafne, mexicana de 17 años, es superdotada. Y a medida que fue creciendo, fue añadiendo proezas a su particular historia de vida.

Con 3 años empezó a leer. Cuando tenía 6 años comenzó la primaria que a la mayoría de niños les lleva seis años terminar. Ella lo hizo en uno y a través de internet.

A los 10 años terminó la secundaria y con solo 13 se convirtió en una de las psicólogas más jóvenes del mundo.

"Estudié psicología por la situación que vi en México con los niños sobredotados. Vi que no eran detectados, que la parte emocional con ellos estaba en el piso; casos incluso de niños que se querían su***dar…", le cuenta Dafne a BBC Mundo.

Por si fuera poco, a su currículum de logros extraordinarios acaba de sumar otro: este mes fue admitida en la universidad de Harvard, en Estados Unidos, para cursar una maestría de enseñanza de matemáticas.

¿Y qué tiene que ver esto con la psicología? "Bueno, vi también que en México hay un problema de matemáticas, porque los niños piensan que son difíciles y aburridas, y eso hace que el país tenga un problema en el desempeño de esta área", cuenta.

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Derechos de autor de la imagenCEDAT
Image captionDafne se licenció en psicología con solo 13 años.
Así, Dafne explica que decidió enfocarse en el estudio de áreas donde pudiera "hacer un cambio y ayudar a la gente".

Porque aunque asegura que ella no sufrió acoso ni discriminación por sus capacidades especiales, es consciente de que otros niños superdotados pasan por muy malas experiencias ante la incomprensión o ignorancia de quienes los rodean.

Mal diagnosticados
Dafne, emocionada por lo insólito de que una menor de edad sea aceptada en un postgrado del prestigioso centro educativo, subraya la necesidad de identificar correctamente, y a tiempo, cuando un niño es superdotado.

"En la escuela creen que estos niños son hiperactivos, porque no dejan concentrarse al resto de los alumnos", dice.

Según datos del Centro de Atención a Talentos (Cedat) de México, 93% de los niños superdotados son confundidos y mal diagnosticados con déficit de atención, lo que genera un manejo inadecuado y por tanto la pérdida de sus capacidades.

La joven ha conocido muchos de estos casos. Y dice que lo único que verdaderamente suele ocurrir es que el niño se aburre en la escuela, porque ya estudió la materia o porque no le interesa.

"Entonces existe el problema de que los medican, y eso disminuye sus capacidades y les hace daño. Esto no es una enfermedad", afirma.

Ante la ignorancia sobre cómo son realmente, muchos de estos niños se enfrentan al rechazo y discriminación de sus compañeros en la escuela.

Y, en algunos de los casos más extremos, acaban por deprimirse o incluso pensando en quitarse la vida.

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Derechos de autor de la imagenCEDAT
Image captionDafne ha impartido clases en el Cedat, un centro en México a donde actualmente acuden más de 300 niños superdotados.
Dafne reconoce no haber sufrido ningún tipo de acoso, debido también a que nunca estuvo en un sistema escolar "tradicional" después de que su hermano, también superdotado, sí sufriera "bullying" en uno de estos centros.

Por ello, aunque el caso de cada una de estas personas es diferente, Dafne cree que una educación especial suele ser beneficiosa para ellos.

"Tienen que tener un ambiente en el que puedan ser niños, que puedan disfrutar de su vida, donde puedan ser ellos mismos conviviendo con otros niños sobredotados y avanzar a su ritmo, que ni los detengan ni los presionen", dice.

Cuenta que en su caso, el apoyo de sus padres fue fundamental. "Ellos no me presionaban… era más como yo quería ir (en la escuela). Yo quería avanzar más rápido y ellos me apoyaban, que es como siempre debería ser".

E, igualmente, destaca la labor del Centro de Atención a Talentos que dirige su padre, donde asegura que le ayudaron a seguir avanzando "pero sin perder la parte de ser una niña, que juega y se divierte con personas de su misma edad".

"Así que, a pesar de estar estudiando en 'prepa' siendo tan niña, esa parte de la estabilidad emocional yo la seguía teniendo"

¿Otro caso de 'fuga de cerebros'?
Pero si hay tantos casos de un mal diagnóstico de los niños superdotados, ¿cómo se les puede identificar correctamente?

"Hay un listado de cualidades como el ser hiperactivo, que interviene en pláticas de adultos, que se aburre fácilmente… Si cumple con el 50% de estas características, es probable que sea superdotado, lo que se confirma con pruebas estandarizadas", le dice Dafne a BBC Mundo.

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Image captionDafne quiere regresar a México para aplicar en su país todo el conocimiento adquirido en Harvard.
La Organización Mundial de la Salud define a una persona superdotada como aquella con un coeficiente intelectual mayor a 130 puntos en alguna prueba psicométrica científica y estadísticamente validada.

Preguntada sobre sus planes de futuro al finalizar su maestría (que espera terminar en un solo año), Dafne lo tiene claro.

Dice que no quiere ser otro caso de "fuga de cerebros", donde personas que son admitidas en universidades extranjeras acaban aplicando fuera todo lo que aprenden.

"En México hay muchas áreas de oportunidad que hay que mejorar y se necesita todo el conocimiento que se pueda, así que todo lo que aprenda en Harvard lo quiero aplicar en mi país", concluye convencida.

https://www.bbc.com/mundo/noticias-47165885
 
Moustafa, el refugiado sirio que sueña con aparecer en el libro Guinness de los récords

Fronteras

"Un día salí de casa al trabajo y cuando volví no encontré mi casa. Mis hijos, mi mujer y mi padre habían muerto. ¿Por qué si yo antes vivía como un rey ahora tengo que vivir como un esclavo?". Esta es la desgarradora historia de Moustafa, un superviviente de la guerra de Siria

Maialen Ferreira
08/02/2019 - 19:33h
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Mesa redonda en Sevilla para hablar de 'La España de los migrantes'
Todo su mundo se desmoronó cuando una bomba acabó con su casa y su familia. Ha timoneado un barco con 46 personas abordo desde Turquía hasta Quíos sin tener la mínima idea de navegar. Ha estado atrapado durante meses en esa isla griega, en medio del Egeo, y ha conseguido salir. Tras diversos contactos con la mafia ha llegado a España, su tierra soñada. Y ahora, quiere batir el récord Guinness de mover vehículos con su cabello.

"Puedo cumplir todo lo que me propongo. La gente me llama loco, pero sé que puedo hacerlo". Son palabras de Moustafa Alkhatib, refugiado sirio de 45 años.

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Imagen del cabello de Moustafa

Después de tantos retos inalcanzables conseguidos, si algo define a Moustafa es que jamás se rinde. Parece mentira que tras ese entusiasmo y ganas de vivir se esconda la historia de un hombre que lo ha perdido todo.

"Tuve una vida fantástica. Un buen trabajo en marketing de productos farmacéuticos, una casa, un coche, dinero en el banco y mi familia: mi mujer y mis cuatro hijos. Un día salí de casa al trabajo y cuando volví no encontré mi casa, mis hijos, mi mujer y mi padre habían muerto. Pero vamos, en Siria, con la guerra, es lo normal. Lo que no entiendo es ¿por qué si yo antes vivía como un rey ahora tengo que vivir como un esclavo?", la expresión en el rostro de Moustafa cambia al decir esas palabras.

Aquel día en la explosión, 25 años de la vida de Mosutafa se redujeron en dos minutos a cenizas. Su mujer, su padre y sus cuatro hijos, el mayor de tan sólo 15 años, dos gemelos de 12 y una niña de 4, perdieron la vida.

"No tenía otra cosa que hacer que salir, porque era muy difícil para mí vivir allí. Por eso busqué la manera de ir a Europa", así comenzó su aventura de superación y retos para lograr su objetivo: la libertad.

Al preguntar a Moustafa cómo llegó a España, no puede evitar reírse: "it’s easy, with mafia". Moustafa viajó de Siria hasta Turquía, donde la mafia se prestó a llevarle hasta Grecia a cambio de 1.600 dólares. Sin dinero, la única salida que se le ocurrió fue proponerles un trato:

"Les dije que yo conduciría el barco, la cuestión es que no tenía ni idea de hacerlo, pero era la única manera de salir de ahí gratis", explica este superviviente de la guerra de Siria.

Y así lo hizo, con 46 personas a bordo, hombres, mujeres y niños, Moustafa se dispuso a recorrer los 16 km que separan Çeşme de la isla de Quios, en Grecia. Un viaje que en condiciones normales se realiza en 30 minutos pero que a causa del oleaje y la falta de experiencia del capitán, duró 2 horas y media.

"No puedo olvidar cuando me miraban (los pasajeros) a los ojos, es como que decían, 'por favor, sálvanos'. Me veían como a un superhéroe. Ellos no sabían que yo no sabía conducir el barco ni sabía lo que estaba haciendo. Yo había escuchado que mucha gente moría en el mar pero por suerte nosotros lo cruzamos", señala.

Al preguntarle si no tuvo miedo, no puede evitar sonreír: "¿Miedo? Mi corazón estaba muerto, pero tenía que sonreír. Cuando estás en un barco de esos, si alguien tiene un problema, el problema se vuelve de todos. Por eso bromeaba con ellos, nos reíamos. No fue fácil", cuenta al recordar a los hombres, mujeres y niños que salvó.

Moustafa y el resto de la tripulación llegaron a Quios el día que España firmó el tratado con Turquía, el 20 de marzo de 2016. Ese mismo día entró en vigor el Acuerdo UE-Turquía por el que todas las personas migrantes que llegan irregularmente en las islas griegas serían devueltos al país turco.

"Cerraron las fronteras. Gracias a Dios teníamos esos voluntarios que traían comida, ropa, de todo porque hacía mucho frío y no era fácil vivir ahí. Estuve 10 meses allí hasta que tuve la posivilidad de salir. Cuando hablas inglés, puedes hacerte amigo de los voluntarios, eso hice yo y me pudieron ayudar a salir. Así fui a Atenas", relata Moustafa con un atisbo de esperanza en la mirada.

En Atenas contactó con otra mafia que le entregó un pasaporte falso de Suiza a cambio de dinero. Así fue al aeropuerto y logro pasar todos los controles sin ser retenido.

"Ya sabes, en cuanto los policías ven a alguien con cara de árabe lo retienen", explica, "sin ser totalmente consciente me vi dentro del avión y en dos horas y media ya estaba en Barcelona. Libertad", narra irradiando felicidad.

Una felicidad que no le duraría mucho ya que sin el idioma, sin conocer a nadie ni conocer absolutamente nada del sitio, le resulta complicado ganarse la vida. Por suerte, pudo contactar con algunos de los voluntarios que conoció en Grecia y fueron ello los que le ayudaron a pedir asilo.

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Moustafa es un gran aficionado a la actividad de poner piedras en equilibrio



Ahora, Moustafa está en Bilbao pasando unos días con una amiga pero vive en Córdoba y cuenta con un permiso de cinco años de residencia en condición de refugiado, de los cuales ha gastado dos. Sabe un poco de castellano, lo que le enseñan gracias a las clases que imparte el programa de refugiados pero no lo suficiente como para poder encontrar un trabajo.

"Me quedan tres años con ese permiso y lo más importante para mí es conseguir un trabajo. Me gusta vivir en España porque el clima es parecido al de Siria, la gente es agradable. No la considero diferente a mí. Cuando hable perfectamente español me sentiré como si estuviera en Siria" explica.

Moustafa ha logrado todo aquello que se ha propuesto y ahora lo tiene claro: quiere formar parte del libro Guinness de los récords. Durante su estancia en el campo de refugiados de Grecia, el hastío, la rutina, le llevaron a tener una idea loca pero de la que era seguro que era capaz de cumplir. Pidió a Salvamento Marítimo una ambulancia para realizar su sueño y ellos le prestaron una camioneta. Lo logró, pero eso tan sólo fue el principio.

Como lo ha venido haciendo hasta ahora, no se iba a conformar con eso, sabía que podía más. Y así los de Acnur le facilitaron uno de los autobuses de 12 toneladas que llevan a los refugiados de un campo a otro.

"Estaba nervioso, no sabía si lo lograría. Al principio, cuando les digo cual es mi sueño todos me llaman loco pero cuando lo consigo, me aplauden. Si consigo aparecer en el libro de los récord, nadie me olvidará ni aunque me muera, mirarán ese libro y todos verán a Moustafa", cuenta con la esperanza de que su sueño se cumpla.

Hasta la fecha ha conseguido mover una camioneta y un autobús, lo próximo a lo que aspira son un tren y un avión, por irreal que parezca.Además, Moustafa pinta y se dedica a poner piedras en equilibrio. Actividades que empezaron como un mero entretenimiento para que los días en el campo de refugiados de Grecia fueran más pasajeros, pero que le aportan la ilusión necesaria para seguir adelante y no rendirse pese a los obstáculos a los que se ha ido enfrentando a lo largo de su vida.

Un ejemplo de alguna de las obras realizadas por Moustafa Alkhatib:

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Realiza dibujos a través de su móvil y también pinta

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Uno de los dibujos que ha realizado últimamente

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La mayoría de las obras que realiza las cuelga en sus redes sociales

Este es el vídeo que le grabaron en el campamento de refugiados de Quíos, en el que logró la hazaña de mover un autobús con su cabello. Ahora, su objetivo es que se difunda hasta que llegue a formar parte del libro Guinness de los récords:


https://www.eldiario.es/norte/euska...do-aparecer-Guinness-records_0_865813627.html
 
Cara a cara con Tío Nate, el indio americano que protagoniza el debate racial del año en EEUU


EEUU sigue debatiendo sobre el cara a cara de nativos americanos y estudiantes católicos en una manifestación en EEUU: ¿fue pacífica o hubo hostigamiento?

Nathan Phillips concede una entrevista al periódico The Guardian para contar su versión de la escena en el Lincoln Memorial con Nicholas Sandmann

El adolescente se ha mostrado arrepentido, Phillips no guarda rencor. Siente más lástima por que se haya producido un debate tan virulento

Así se construyen realidades paralelas: el ejemplo de los jóvenes que se burlaban del hombre nativo en EEUU

Julian Brave NoiseCat
09/02/2019 - 20:57h
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Nathan Phillips, miembro de la comunidad Omaha, es una figura respetada en el movimiento de los pueblos originarios. FACEBOOK / INDIGINEOUS LIFE MOVEMENT

El día que entrevisté a Nathan Philips, de la comunidad Omaha, amaneció lluvioso. Quedamos a desayunar en Le Caprice, una pastelería de una familia mexicana de Washington DC. Cuando le vi aparecer por la esquina de la avenida 14, llevaba la capucha puesta para ocultar su rostro de los posibles hostigadores que últimamente se le acercan. Solo habían pasado seis días desde que Phillips, de 64 años, se plantó a un palmo de distancia de Nicholas Sandmann, un estudiante del colegio católico Covington, en una manifestación a los pies del Lincoln Memorial de Washington.

El cruce de miradas se convirtió en polémica nacional debido a las interpretaciones que se hicieron de los vídeos que mostraban la escena: Sandmann sonriendo y portando una característica gorra roja con el lema de Donald Trump “Make America Great Again”, rodeados de compañeros que blandían hachas invisibles imitando los gestos de los equipos americanos con mascotas indígenas, y el nativo americano cantando y golpeando un tambor.

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Imagen que muestra al joven Nicolas Sandman y al veterano Nathan Philips en medio de la manifestación. YOUTUBE

Las discrepancias al analizar las imágenes son evidentes y han sacado a relucir las divisiones raciales y políticas que caracterizan a la sociedad americana. La viralización del suceso ha avivado un debate en el que la verdad ya no se basa meramente en hechos, sino en el poder y la perspectiva. Hay versiones que culpan a la era de discriminación racial erigida por Trump y otras que ven en la indignada respuesta social una campaña de presión contra un joven inocente y victimizado por la prensa y los protestantes.

La familia de Sandmann se ocupo casi inmediatamente de contratar a RunSwitch, una compañía de mediación con la prensa con fuertes lazos con el partido republicano, para manejar la crisis. También acudieron a L Lin wood, un fiscal de alto perfil especializado en difamaciones y conocido por emprender agresivas demandas contra los medios. Su premisa es que el vídeo que ha estado circulando mostraba “desinformación” del incidente.

En la víspera de mi entrevista con Phillips, el programa Today Show emitió una entrevista con Sandmann que le ganó la compasión general del público. Con un suave tono de voz y vestimenta de colores claros, el adolescente no tuvo que contestar prácticamente a ninguna pregunta acusatoria. Ahí comenzó la detracción a la empatía social con la que contaba Phillips. Y, sí, este tema se nos ha ido a todos de las manos, pero a nadie más que a el propio Phillips.

El nativo de la comunidad Omaha no cuenta con una empresa de relaciones públicas para defender su versión de los hechos ni con un abogado para enfrentarse a los periodistas. “Pensé que, quizás, lo que tendría que haber hecho después de que pasara todo esto es coger mi coche y haberme vuelto a Michigan”, se preguntó en alto. “Me estoy convirtiendo en el tema por excelencia de la prensa de derechas, ¿sabes?” Phillips no quiere verse envuelto en ese panorama y por eso cuenta su versión pero para entenderla, insiste, hay que entender sus orígenes.

Un pasado angustioso
Los niños nativos tienen el triple de posibilidades de ser adoptados que el resto, según la Asociación Nacional de Bienestar de Niños Indios. Como muchos otros niños nativos americanos, Phillips fue apartado de su madre biológica por los servicios sociales. Creció separado de sus orígenes y nunca llegó a aprender la lengua de los Omaha. “No me gusta demasiado hablar de ello, pero por la forma en la que me crié, siento que necesito hacerlo”. En la primera media hora de entrevista, entre sorbos de café y comentarios de índole política, Phillips me contó cosas desgarradoras. Me habló de la vez que a los 15 se escapó en busca de la reserva de los Omaha que hay en Nebraska para encontrar a su madre: “Llego allí, toco a una puerta y una cabeza diminuta se asoma y me mira fijamente. Solo pude escuchar su '¡oh!', pero era el 'oh' más dulce que he escuchado nunca”, recuerda con la voz temblorosa. “Sabía que volvería a por ella algún día”.

Un año después, huyó a la reserva con una concepción cómica, en cierto modo, pero muy errónea de que allí seguían cazando búfalos y viviendo en taparrabos y que por eso sus compañeros no le admitían. “Vete de aquí, blanco”, le decían. “Vete a casa”. “Me rompió el corazón, yo solo quería volver a ser un indio americano, ¿sabes? Pero no es así como me criaron, no podía remediarlo”. Tras este rechazo y harto del trato que le daban sus tutores en su supuesto hogar (abusos y palizas), se escapó a Kansas a los 17 años, donde se topó con un reclutador de la Marina.

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La marcha por los pueblos originarios tras la cual se produjo el incidente entre Phillips y Sandmann.

Hay informaciones que identifican a Phillips como un veterano de Vietnam. En realidad, sirvió al cuerpo de la Marina durante este conflicto, pero no en terreno. “Era, o estar bajo la tutela del Estado hasta los 21, o alistarme. Eran mis únicas opciones”. A Phillips le frustran las alegaciones de algunos comentaristas de que faltó a sus funciones en el servicio, incluso le llamaron mentiroso. Cree que si la gente supiese la perturbadora verdad tras esos años de su vida, quizás pondrían freno a los ataques contra su persona tras el incidente con Sandmann.

Para la comunidad y el movimiento, su apodo es 'tío Nate'. Participó en la movilización en contra del oleoducto de Dakota, acampando en el territorio de paso del proyecto, y el año pasado dirigió la marcha de plegarias que conmemoraron el aniversario de su finalización. También realiza trabajos culturales con colectivos de jóvenes a través de la Native Youth Alliance (Alianza de Juventud Nativa): “Son mis profesores”, dice sobre ellos.

La versión de Phillips al completo
Para explicar exactamente lo que pasó aquel día en el Lincoln Memorial, donde se celebraba una marcha por los pueblos indígenas, Phillips se puso a trazar un boceto de las escaleras donde se produjo el incidente. Me enseñó a través de él el sitio donde se formó el coro de plegarias al término de la marcha, donde se situaron cuatro miembros del grupo Black Hebrew Israelites (israelitas negros hebreos), provocando a cualquiera que se parara a escuchar. Incluso las declaraciones de Sandmann avalan este hecho: decía que esos muchachos, que se identificaban como protestantes afroamericanos, también les dijeron “comentarios aborrecibles” a él y sus colegas.


Christopher Bouzy@cbouzy

· 21 ene. 2019

This video contradicts Nick Sandmann's statement, I am vaccinated against gaslighting.




Christopher Bouzy@cbouzy


And then there is this... pic.twitter.com/OrcavxJGNW


3.264

3:07 - 22 ene. 2019
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Según Philipps, en este momento es cuando entran en juego el joven de Covington y el resto de estudiantes, después de participar en una marcha en contra del aborto. Se pregunta cómo es que los padres de estos jóvenes no decidieron intervenir en ninguno de los casos. Al final del día, a media tarde, los estudiantes se instalaron en las escaleras del monumento para esperar al autobús que les recogería. Es ahí cuando comenzó la intimidación de los jóvenes israelitas, a la que respondieron varios de los primeros quitándose las camisetas y bailando, en lo que Phillips define como un bizarro ejercicio de masculinidad y dominación. “Estaban todos a medio metro de nosotros, más o menos”, dijo.

“Tío Nate, tenemos que hacer algo”, le dijo uno de sus compañeros pawnee. “No quiero meterme en eso”, respondió Phillips. “Es como una guerra de razas”. “¡Pues canta una canción!”, fue su respuesta, dándole un tambor a Phillips. La escena trajo a su mente un momento de su vida muy significante en la aceptación de sus orígenes y, abandonándose a esa sensación, comenzó a cantar su plegaria. La canción que eligió es el himno del Movimiento Indio Americano. Significa para muchos nativos una melodía de orgullo, de empoderamiento. Pero para él, también rememora la pérdida: su hermano murió en una de las fiestas del Movimiento en la década de los 70.

Señalando un punto concreto de su boceto, me dijo: “Cuando llegué y comencé a cantar fue cuando me invadió el espíritu”. Su intención inicial era interponerse entre los jóvenes que se desafiaban, pero al acercarse, la situación fluctuó. “Solo ahí fui consiciente de que estábamos en una situación peligrosa”. Buscó un hueco entre el gentío y lo encontró al pie del monumento en las escaleras. Cuando se colocó y miró hacia arriba, se topó cara a cara con un joven: Nicholas Sanmann. El joven siempre dijo que Phillips le había señalado a propósito, que nunca se interpuso en su camino. Más tarde, en la entrevista a NBC Today Show, admitió que “respeta” a Phillips y que le gustaría hablar con él. “Visto lo visto, me gustaría habernos ido y haber evitado toda la escena”.

Phillips, mirándole a los ojos, comprendió que era la propia juventud la que necesitaba esa melodía. “Esta juventud necesita ese latido maternal que les recuerde quiénes son y de dónde proceden”, aseguró. Así que elevó su canto. Y la reacción fue instantánea: los estudiantes se encolerizaron, saltaban, bramaban, enarbolaban invisibles hachas de guerra.

“He tenido tiempo para pensar y digerir todas las emociones traumáticas que me evocaron ese momento y todas las razones por las que convocamos ese encuentro de pueblos indígenas. Qué miedo, ¿no? ¿Qué está pasando en nuestro país?”, reflexiona. “Están destrozando América en mi cara. Así es como me sentía, así es como rezaba. No trato de ser poético, es solo el ver lo que ocurre en mi país... No tengo palabras”.

Para cuando finaliza nuestra entrevista, los camareros de Le Caprice han reconocido a Phillps. Le preguntan si pueden abrazarle y le piden una foto. Él accede: ha sufrido mucho, pero también ha recibido un gran apoyo. Por ello, pese al trauma y el dolor que porta consigo, está preparado para perdonar a Sandmann y a aquellos que consideran haber obrado mal. Para la primavera, le gustaría trazar el río Missouri a pie y rezar por el agua que está destinada a pasar por el nuevo acuedcuto Keystone XL. “Todo esto está pasando en mi país: el odio, la división, las contiendas económicas, las catástrofes medioambientales, el petróleo, el agua... Pero no se pueden mezclar”.

“A los nuestros, a los pueblos originarios, a los que estamos intentando reclamar instrucciones de cómo comportarse, no es con odio con lo que queremos responder al odio, sino con amor”, me dijo Phillips. “Así que eso es lo que hemos puesto en práctica”.

Traducido por Naiara Bellio

09/02/2019 - 20:57

https://www.eldiario.es/theguardian...nifestacion-EEUU-increpacion_0_865464396.html
 
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Angela Carter: donde las hadas no se aventuran.

En compañía de lobos (1984). Imagen: ITC / Palace Pictures.

En una de tantas piruetas en mi camino como lectora, llegué a la obra de Angela Carter a través de la de Ana María Matute. ¿Cómo? Con el Círculo de Lectores al que estaban suscritos mis padres y un carnet. Concretamente, fue Olvidado rey Gudú, en 1996, el que provocó que buscara en los catálogos de las bibliotecas otros libros que hubiesen escrito los cuentos de hadas desde nuevas perspectivas. La inquietante novela de Matute, fantasía oscura y terrible, un libro que está a la altura de otras epopeyas fantásticas, ya había establecido en la literatura española que los relatos envueltos en hechuras «infantiles» no lo eran en absoluto, en el sentido institucional de blancura con que se los ha barnizado, sino que por contra escondían narraciones de terror para educar en temas elementales, lejos de la cursilería y el conjunto de normas que ha exigido la sociedad en cada época, a partir de los primitivos cuentos populares, cuyos autores —los más famosos— no fueron todos hombres: recordemos a Gabrielle-Suzanne de Villeneuve (La Bella y la Bestia) o los cuentos de hadas cortesanos de Madame d’Aulnoy.

Ana María Matute y otras autoras, por ejemplo, Carmen Martín Gaite, utilizaron las fórmulas del bosque, las hadas y los trasgos para reflejar la realidad de su tiempo. En este caso, una sociedad marcada por la Guerra Civil y el horror subsiguiente: mundo de hambre y represión, hombres extrañados, mujeres supeditadas a las leyes religiosas, familias rotas y niños huérfanos… materia donde fabricar historias de reinos aislados, pueblos regidos por príncipes tiranos, hombres solitarios y un batallón de niñas perdidas en torres inexpugnables. Si bien ni Matute ni el resto de autoras de su generación manifestaron de forma explícita ser feministas (por razones obvias), es evidente en esta reescritura de los antiguos cuentos de hadas la intención de denuncia de la situación de la mujer, y también de la de los hombres y los niños, así como de la dramática transformación del campo y las ciudades.

Angela Carter (1940-1992) sí se declaró feminista, pero su implicación fue tan compleja como el compromiso de Ana María Matute. El feminismo de Carter salta a la vista en cuanto se leen sus textos, que fueron muchos y en casi todos los formatos (del periodismo al ensayo, la novela, el cuento corto, además del trabajo académico y la traducción) para una vida desgraciadamente tan corta. Pero, como el de otras grandes creadoras (pienso en Leonora Carrington, Anaïs Nin, Colette, Jean Rhys, Mary Butts… todas similares en estilos y trayectorias), fue un proceso de afirmación contradictorio y no muy agradable, problemático a la hora de encontrar el equilibrio entre la exigencia personal y la exigencia externa que se hace al artista femenino. Carter aplicó a su narrativa una regla circular y paradójica, sin más ley que la imaginación y el poder de las palabras. Para ello utilizó, a la par que un gran talento, su profundo conocimiento de la lengua y la literatura —a veces muy irritante, comprendo el disgusto de los escritores de su quinta— además del dominio del idioma, del pensamiento y del folclore no solo anglosajón, sino de varios continentes. Y, por si todo esto fuera poco, además, el humor. El estilo de Carter ha sido etiquetado por su tiempo dentro de la literatura posmoderna, pero comparte con el punk muchos elementos, en especial, ser muy descarado, agresivo, distanciado de sus criaturas y de sí misma, capaz de barrer de un soplo el tabú sexual y las convenciones de género, cualesquiera que fueran estas.

El primer libro suyo que leí fue la antología de cuentos La cámara sangrienta (Ed. Minotauro, 1991, originalmente publicado en 1979). Es, además de su obra más conocida, una calculada y provocadora empresa donde les da la vuelta a los cuentos infantiles, los más conocidos. De forma literal, Carter no solo los pone boca abajo, sino que expone lo de dentro hacia el exterior: la sangre y el tuétano de los huesos salpican en estas creaciones inspiradas en los mitos de Blancanieves, la Bella Durmiente, el Gato con Botas y Barbazul. Todo lo que la narrativa tradicional había tratado de esconder en la sucesiva divulgación de historias como estas, que no era sino el aprendizaje mediante fábulas de lo que significan el deseo sexual y la muerte, se expresa a través de Carter en un enorme lienzo gótico, con imágenes preciosistas, lúgubres y procaces, que remiten a la literatura grecolatina, la pintura del decadentismo o el cine de terror.

Carter invierte la función de los personajes, de la misma forma que la ficción deviene realidad y después hace el camino contrario. Los monstruos asumen con dignidad su ser como «otro». Las protagonistas clásicas, adolescentes virginales y un poco atontolinadas, se convierten aquí en intrépidas mozas conscientes de su s*x*, curiosas por descubrir secretos y abrir puertas, con lo que recuperan el alma negada por la Biblia a través del conocimiento, e incluso pueden ser el monstruo protagonista. El mito del amor romántico se desvanece en el acto supremo de la comunión amorosa, el canibalismo. La mujer piensa en términos de mercado sobre el matrimonio y los gatos discuten como en una novela del Marqués de Sade. La última mujer de Barbazul es rescatada por su madre, una señora que ha luchado contra los piratas. Llevados por el principio elemental del cambio en la naturaleza y la creación artística, ya formulado en el poema de Ovidio (Las metamorfosis), los protagonistas se transforman en entidades de géneros alternativos siguiendo el cauce del deseo, la supervivencia, los presupuestos ideológicos de su autora, empeñada en cambiar la visión sobre las mujeres y su relación con el mundo, y por supuesto, el sentido de la maravilla. La Bella Durmiente es una niña vampiro, cuya descripción podría haber salido de un cuadro de Remedios Varo, y el Leñador, un soldado hipster de la I Guerra Mundial, de excursión en bici por los Cárpatos que, tras acabar con el sufrimiento de la no muerta mediante el s*x*, se lleva la maldición al frente.

Sin alejarse de los mecanismos más elementales del cuento —suspensión de la certeza mediante descripciones abigarradas y situaciones absurdas, sin apenas datos sobre el pasado o las relaciones de los personajes, con final abrupto, casi siempre abierto a la interpretación— y en un alarde propio de la autora, Carter ofrece tres versiones sobre Caperucita solo en este libro, porque el mito del hombre/mujer lobo es recurrente en más textos y supone su incursión en el cine como guionista, con la muy poco recordada y emocionante En compañía de lobos, de Neil Jordan (1964): en la primera versión, la niña mata al lobo, que esconde una sorpresa; en la segunda, lo derrota acostándose con él y convirtiéndolo en un humano dócil. En la tercera, revuelve a la niña loba con el espejo de la Alicia de Carroll y el vampirismo, siempre para insistir en esa ruptura de convenciones sobre la construcción de la identidad «femenina». Ella la describe violenta, ansiosa y enérgica, frente al estereotipo pasivo, recatado e inocente, con una belleza y una conducta, digamos, alternativas.

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En compañía de lobos (1984). Imagen: ITC / Palace Pictures.
A este respecto, Carter es especialista en escribir sobre personajes femeninos muy poco convencionales y en darles una dimensión escasamente utilizada por la literatura, sobre todo, la femenina. En su opinión, que compartía en el prólogo de la antología de cuentos seleccionados por ella misma Niñas malas, mujeres perversas (Edhasa, 1989, muy recomendable para conocer a autoras poco frecuentadas por los talleres literarios), las escritoras casi nunca tratan mal a los personajes femeninos, por muy reprobables que sean sus actos. Hay casi siempre una especie de acuerdo tácito en perdonar de antemano a la criatura creada, ya sea la más malvada del mundo. No se la juzga como hace la literatura masculina con sus personajes. Además, las villanas más célebres de la ficción están cercadas por el género de la fantasía y el terror. La razón: para el ideario y la convención social es «imposible» pensar en mujeres malvadas porque sí, con las mismas atribuciones y responsabilidad que los hombres. Por eso siempre son calcos de una leyenda (diosa, estereotipo de la fantasía), y sus actos siempre se sustentan en una «razón» (hay un pecado, una tragedia, una transgresión, o todo ello junto) que justifica, de una forma u otra, sus posibles fechorías.

Para Angela Carter, que las escritoras no abordasen el mal de forma directa en la conducta femenina se debía a un problema social y ético. Las mujeres, fuera del terreno «natural» del s*x*, no tenían «conocimiento», solo pecaban por comportarse como no debían dentro de la familia o el matrimonio. Los cuadros siempre se repiten: la comeniños, la comehombres, la ogresa y la dragona. Si las maldades se salían de ese gineceo, esto solo podía deberse a un motivo: la locura. Se puede añadir la brujería, pero siempre con locura, o, un poco más tarde, la supervillana con poderes, pero con la cabeza ida, la cíborg con los cables cruzados. U otro motivo: la pertenencia a otra especie y otro sistema planetario, que ahí ya se pueden justificar comportamientos asociales y criminales de forma más alegre y sin remordimientos. Esta escasez de personajes «realistas», de la vida diaria, capaces de hacer el mal y al tiempo ser conscientes-responsables de su horror, se debe, según apuntaba Carter con su humor y mucha mala idea, a que las mujeres no hemos tenido las mismas oportunidades de delinquir que nuestros compañeros. En la actualidad, y fuera del universo de Harry Potter y la ciencia ficción, hay pocas mujeres muy, pero muy malas en la literatura femenina. La protagonista de Gone Girl, de Gillian Flynn, es un ejemplo reciente y casi una excepción. No hay ninguna necesidad de centrar en criminales los personajes femeninos de la ficción, pero esta ausencia es significativa.

En su colección Venus negra (Minotauro, 1991, originalmente publicado en 1985), además de abordar el mito de la mujer afroamericana en la vieja Europa cuando escribe la biografía de Jeanne Duval, amante de Baudelaire, la escritora fabula con historias de personajes femeninos con vidas «complicadas», desplazados en la clase social, la familia o el cuerpo. A pesar de estas ideas suyas, siempre interesantes y controvertidas, sobre el tratamiento que la ficción femenina da a la mujer y sus propios retratos de mujeres muy lejos de esa órbita «normal», Carter tampoco se interna en la concepción del mal de signo femenino, pues también insiste en que su condición se debe a ser «producto» de un pasado o presentes horribles: la criada inglesa que termina en una tribu de indios nativos y es «salvada» de los salvajes, solo para volver a la civilización y continuar su vida como criada; el rastro de los fantasmas del escritor Edgar Allan Poe a través de su madre y su mujer, la primera, actriz que muere delante de su hijo en el escenario tras una vida de fatigas, y la segunda, niña débil que sucumbe sin que el poeta pueda hacer nada, quedando traumatizado por partida doble. La historia de la popular Lizzie Borden y la sombra de la asesina en serie es tratada en dos cuentos; en el primero, especula con el ambiente de aquella casa de Fall River antes de la matanza y, en el otro, construye metaficción con una aventura de la Lizzie niña, con una feria y un animal salvaje y enjaulado de fondo.

La dimensión animal de los seres humanos es un recuerdo constante del surrealismo en Carter, como también el uso recurrente de las mujeres artificiales, autómatas, muñecas articuladas de la fantasía y la ciencia ficción, espejos críticos de la feminidad como objeto y sujeto carentes de pensamiento propio, solo animadas por el puro instinto. Las tesis de la escritora fueron muy polémicas en los foros feministas de las décadas de los setenta y ochenta, porque defendía, tanto en la ficción como en ensayos como La mujer sadiana (Edhasa, 1981), la idea de un s*x* femenino capaz de gestionar el deseo y sus representaciones en el por** y la vida diaria como lo hace el masculino, lo que provocó el enfrentamiento con las feministas que abogaban por la abolición de la por**grafía y la prostit*ción. Nombres como Andrea Dworkin y Robin Morgan acusaron a Carter de machista porque mantuvo unas tesis que se basaban en la obra de Sade (también en las ideas del pensador Georges Bataille, de las que ahora mismo Camille Paglia sería la alumna aventajada). Tras una profunda crítica, Carter presenta a la mujer como ser doliente, por supuesto, pero también capaz de infligir sufrimiento, además de dar voz a la libertad de las mujeres en prácticas sexuales como el sadomasoquismo y de extender del género fuera de la dicotomía femenino/masculino, como alternativa cada vez más real y válida. Si todo esto es una provocación que hoy suscita inmediatamente el debate, imaginen hace cuarenta años. Para los interesados, Simone de Beauvoir escribió, años antes del trabajo de Carter, uno de sus mejores libros sobre este tema en concreto, titulado ¿Hay que quemar a Sade? (Visor, 2000).

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En compañía de lobos (1984). Imagen: ITC / Palace Pictures.
La herencia Carter

Lo de comparar la obra de Ana María Matute y Angela Carter no ha sido una frivolidad producto de mi inconsciencia. Permítanme que solo sea una frivolidad. Creo que era lo más adecuado para presentar la obra de esta gran autora, aunque sea de forma muy breve (me quedaría mucho por escribir, especialmente sobre novelas como La pasión de la nueva Eva, Noches en el circo y Las máquinas infernales del Dr. Hoffman), porque, en lugar de detallar los referentes de Carter, muy numerosos y más que evidentes, me permite entrar en un lugar de la literatura española que no por poco conocido es menos interesante. Se trata del de las escritoras que dedican su obra a la ciencia ficción, la fantasía y el terror. Algunas de ellas son hijas declaradas de la obra de la autora inglesa y se encuentran en un nivel de creatividad tan alto como el suyo.

La primera, y por méritos más que sobrados, es la escritora, profesora y traductora Pilar Pedraza(Toledo, 1951). Una vida dedicada a la investigación sobre las contradicciones de los límites de la identidad, el cuerpo y el deseo femeninos. Una obra deslumbrante de ensayos, novelas y narrativa corta en torno a esa mujer «sadiana», que cruza y desborda las ideas preconcebidas y tolerables de lo femenino/feminista como constructo social, cultural y filosófico, aparte de sus estudios sobre cine, cultura barroca y fenómenos religiosos y mágicos. El feminismo de Pedraza mira a la totalidad histórica y obtiene las conclusiones de la suma de sus elementos, no del que toca por temporada. La escritora incorpora a sus libros lo mismo mujeres híbridas, compuestas de máquina y animal (el ensayo, Máquinas de amar. Secretos del cuerpo artificial, Valdemar, 1998), que sacerdotisas, madres y diosas salvajes (Mater Tenebrarum (1987), Lobas de Tesalia (2015). Describe con mimo y precisión los espacios envueltos en claroscuros, lo que el pensamiento y la cultura popular conocen como lo siniestro: las tiendas de curiosidades, las barracas de fenómenos (Lucifer Circus, 2012), las grietas en la historia donde se cuelan las ideas monstruosas, los puntos de fractura en la Roma decadente, la alta Edad Media, el París luciferino… a través de piezas exquisitas, construidas con la mirada inteligente y guasona de su autora: El amante germano (2018), Brujas, sapos y aquelarres (2014), La perra de Alejandría (2003). Pocos autores existen que estén a la altura de Pilar Pedraza en este campo tan difícil, el de la literatura fantástica y la reflexión sobre la cultura del otro lado, siempre terreno del olvido o del aprovechamiento de quienes no pasan de los disfraces para Halloween. (Nota para mí misma: de hecho, podría haber escrito este artículo al revés; es decir, dedicárselo a Pilar Pedraza y después nombrar a Angela Carter en este párrafo).

La obra de Sofía Rhei (Madrid, 1978) es otro ejemplo de talento y dedicación al terreno que fluctúa por encima y debajo del realismo: el cuento y la novela fantástica, la ciencia ficción, la literatura infantil y la poesía experimental. Como Carter, ha dedicado varias de sus obras, entre una bibliografía muy prolífica, a la reescritura del cuento de hadas tradicional, esta vez con una curiosa y aguda mezcla de beligerancia feminista y crítica política (sí, es que existe un feminismo que no critica el estado de las cosas), utilizando la verdadera intención del relato popular: una lección aplicada a la vida diaria, como espejo moral o social, por extraños que sean los escenarios y los protagonistas. En Róndola (Planeta de libros, 2016), como ya hicieron Matute en Gudú, Carmen Martín Gaite en La reina de las nieves (Anagrama, 2006) o Concha Alós en Rey de gatos (Plaza & Janés, 1979), Rhei crea un universo mágico en el que se trastocan los clichés del cuento antiguo y entran en tropel el humor, el s*x* y la violencia. Si Róndola supuso una explosión de personajes y aventuras en terrenos dislocados, no lo es menos El bosque profundo (Aristas Martínez, 2018), pero aquí la autora emprende una ruta distinta: ilumina las zonas más oscuras de ese decorado que significa el bosque para la ficción novelesca y fantástica, como plasmación del inconsciente del miedo y el deseo, para fijar en él historias breves, con una moraleja que quizá no guste, la carta del tarot guía la escritura y la lectura de estos relatos, recurso de la literatura medieval que tanto Pedraza como Angela Carter han utilizado en sus libros, aquí reforzado con las ilustraciones de Anna Ribot. Otro aliciente para seguir caminando en la senda oscura de la literatura y el fuego de la imaginación.
https://www.jotdown.es/2019/02/angela-carter-donde-las-hadas-no-se-aventuran/
 
Los papeles de Herralde, el editor que viajó hacia la democracia
El fundador de Anagrama da inicio en la Biblioteca Nacional de España a un ciclo que se propone escuchar de primera mano las diversas experiencias de tres de las editoriales más relevantes de la España democrática

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Jorge Herralde, editor de Anagrama.
KARINA SAINZ BORGO
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PUBLICADO 14.02.2019 - 05:15ACTUALIZADO14.2.2019 - 5:17

Anagrama ha sido el sello independiente de referencia en España y a él deben los lectores el hallazgo de autores fundamentales del siglo XX: de Thomas Bernhard o Claudio Magris hasta Patrick Modiano y Martin Amis. Desde su creación, en abril de 1969, Anagrama ha publicado más de 4.000 títulos. El hombre detrás de ese fenómeno es Jorge Herralde, quien este jueves 14 de febrero, a las 19.00 horas, ofrece en la Biblioteca Nacional de España la primera sesión del ciclo El oficio de editar, 50 años después, organizado con motivo de la muestra Los papeles del cambio. Revolución, edición literaria y democracia 1968-1988, una exposición comisariada por Jordi Gracia y que recorre la historia literaria y editorial de la España que se encaminaba hacia la transición.

Este ciclo propone escuchar de primera mano las diversas experiencias de tres de las editoriales más relevantes de la España democrática

Así son los papeles de Juan BenetAsí son los papeles de Juan Benet
Las siguientes sesiones de este ciclo en febrero serán Tusquet o el arte de seducir (el día 21), que contará con la participación de Beatriz de Moura, fundadora de Tusquets Editores, y Juan Cruz, periodista y escritor, y Visor o la poesía (28), con Chus Visor, director de la Colección Visor de Poesía, y Luis García Montero, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Granada y director del Instituto Cervantes. Este ciclo propone escuchar de primera mano las diversas experiencias de tres de las editoriales más relevantes de la España democrática, aunque iniciaron su andadura antes de la muerte de Franco y antes de la Constitución. De hecho, se tomaron la libertad de editar por libre antes de que fuese legal hacerlo como lo hacían ellos. Las tres se fundaron en 1969. Jorge Herralde fue el inventor de Anagrama, Beatriz de Moura movilizó sus energías para crear Tusquets, y la poesía empezó a circular de forma más asequible gracias a delgados libros negros que publicó Visor,señal indiscutible de su catálogo.

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Detectives Salvajes, novela ganadora del Herralde en 1998.
Sobre Herralde: un tiempo literario
Las mejores cosas pasaron en aquellos años y Barcelona fue su epicentro. La gauche divine se paseaba escandalosa por Bocaccio, a la vez que echaba las bases de una literatura que avanzaba con fuerza y anunciaba lo que aún estaba por llegar. Los escritores vivían vidas desaforadas. Hablaban de compromiso sin sonrojarse y escribían las mejores páginas que verían luz en aquellas décadas. Muchos autores ya habían comenzado a sacudir las bases desde América. Eso que propiciaron con la intervención del editor Carlos Barral y la agente Carmen Balcells lo llamaron el boom latinoamericano. Por ponerle un nombre, porque tocaba, porque de alguna forma había de darle nombre a aquella ventisca que ya había comenzado, unos años atrás, el cubano Alejo Carpertier, con su aliento de Viaje a la semilla (1944) y El reino de este mundo (1949). Aunque Herralde, más que de boom, puede hablar del tiempo en que se gestó y durante el que diseñó lo que sería su sello. Fue él quien publicó a la plana mayor británica de los ochenta como Ian McEwan, Martin Amis, Ishiguro o Barnes, el que creó un polvorín en España.

Resulta curioso observar cómo el premio creado por él va a marcar de manera decisiva a lectores y autores

En la década de los años setenta y bajo la batuta de Herralde, Anagramatuvo una fuerte impronta ensayística y política. Esos eran los años finales del franquismo y aquellos los libros que Herralde consideraba necesarios editar en una Europa de la que España debía formar parte. Y así fue: Anagrama comenzó a colocar el acento en el ámbito de la izquierda heterodoxa. Puso en marcha tres colecciones fundamentales: Argumentos, Documentos y Cuadernos y en 1973 creo el premio Anagrama de Ensayo, además de Contraseñas, una colección de literatura que funcionara fuera de los circuitos y el canon, y que comenzó a tener considerable repercusión. De la reflexión política pasó a un catálogo que se ampliaba hacia el feminismo, la contracultura y la lógica de la representación cultural en asuntos como las drogas, la violencia, la música. Lo mejor, sin embargo, estaba por llegar.

En 1983, cuando se creó el Premio Herralde de Novela, habían desaparecido el Biblioteca Breve (Seix Barral) y el Barral (Barral Editores) mientras que el otro premio importante con énfasis literario, el Nadal (Destino), que había sido fundamental en las décadas de los 40 y 50, seguía un rumbo un tanto alejado de las voces más interesantes de la época. Por otra parte estaban los premios Planeta y el Plaza Janés, pero con objetivos más comerciales. En aquellos años, comenzaron a parecer escritores como Eduardo Mendoza o los jovencísimos Javier Marías, Juanjo Millás o Jesús Ferrero. La creación de aquel premio se convirtió en una forma de acoger a aquella generación que comenzaba a escribir en democracia. Álvaro Pombo fue el primero en ganarlo.

Las mejores cosas pasaron en aquellos años y Barcelona fue su epicentro. La gauche divine se paseaba escandalosa por Bocaccio, a la vez que echaba las bases de una literatura

Resulta curioso observar cómo y de qué forma, el premio Herralde va a marcar de manera decisiva a lectores y autores. Ocurrió en 1998 con Los detectives salvajes, la novela con la que los realviceralistas Ulises Lima y Arturo Belano modificarían por completo la narrativa contemporánea en español -esa novela fue decisiva en América Latina para superar el síndrome del boom- y que haría ganador a Roberto Bolaño, al año siguiente, del Premio de Novela Rómulo Gallegos. Si bien en un momento la editorial catapultó a autores que se convertirían en nombres esenciales de una literatura española como Javier Marías, en 1986; Félix de Azúa, en 1987 o Vicente Molina Foix, en 1988, también es cierto que el Premio Herralde ha experimentado en los últimos años una tendencia cada vez más potente a descubrir y proyectar en España a autores latinoamericanos. El caso de Roberto Bolaño es uno, pero también, y muy pronto ya, el del mexicano Sergio Pitol, que se alzó ganador en 1984 con El desfile del amor. A ellos ha seguido una larga lista de escritores entre los que destacan Juan Villoro, en 2004; el peruano Alonso Cueto, en 2005 o el argentino Alan Pauls. Ahí estaba, de nuevo, el buen ojo del editor.
https://www.vozpopuli.com/altavoz/c...dicion-literaria-democracia_0_1218179163.html
 
La misteriosa muerte de Wolfgang Amadeus Mozart

Más de doscientos años después de la desaparición del compositor, las hipótesis sobre su fallecimiento continúan siendo numerosas

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Julio Bravo
@juliobravo1963Seguir
MadridActualizado:16/02/2019 13:51h0Mozart en un campo de refugiados
El 5 de diciembre de 1791, apenas una hora después de la medianoche, y con solo treinta y cinco años, moría Wolfgang Amadeus Mozart, considerado por numerosos estudiosos como el más grande compositor de la historia. Han pasado ya doscientos veintiocho años de aquella muerte, pero a día de hoy los enigmas en su torno permanecen irresolutos. Las diferentes hipótesis apuntan a enfermedades como bronconeumonía, fiebre reumática aguda, triquinosis, insuficiencia renal, sífilis, triquinosis letal, púrpura de Henoch-Schönlein, incluso mala praxis médica... Y envenenamiento.

El texto de Alexander Pushkin «Mozart y Salieri» y la posterior obra teatral de Peter Schäffer «Amadeus», llevada al cine por Milos Forman en una película ganadora de ocho Oscars, sugerían esta idea conspiratoria y señalaba al compositor Antonio Salieri, gran rival de Mozart, como el culpable. La teoría la puso en pie el mismo Mozart, convencido en sus últimos días de que estaba siendo envenenado, como se cita en la biografía del músico que publicó Franz Xaver Niemetschek en 1798, apenas siete años después de su muerte.

«En su vuelta a Viena -escribió Niemetschek refiriéndose a Mozart-, se incrementó visiblemente su indisposición y lo hizo estar terriblemente deprimido. Su esposa estaba realmente apenada por ello. Un día iba paseando por el Prater con él, para darle una pequeña distracción y entretenimiento y, estando sentados, Mozart comenzó a hablar de la muerte y afirmó que estaba escribiendo el “Réquiem” para sí mismo. Las lágrimas comenzaron a caer por los ojos del sensible hombre. “Siento definitivamente”, continuó, “que no estaré mucho más tiempo; estoy seguro de que he sido envenenado. No puedo librarme de esta idea”».

Precisamente las circunstancias del encargo del citado «Réquiem» han contribuido a adornar la leyenda y las especulaciones sobre la muerte de Mozart. En junio del mismo 1791, pocos días antes del nacimiento de su hijo Franz Xaver Wolfgang, el compositor recibió la visita de un misterioso hombre vestido de negro y que no quiso darle su nombre. Encargó al músico la composición de un réquiem, le adelantó algo de dinero y le anunció que regresaría en un mes.

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Fotograma de la película «Amadeus», de Milos Forman, con Tom Hulce en el papel del compositor - ABC
Poco después, y cuando Mozart se disponía a viajar a Praga para escribir, por encargo de Leopoldo II, la que sería su última ópera, «La clemenza di Tito», recibió una nueva visita del misterioso hombre interesándose por su encargo, algo que sobresaltó al compositor. Aquel personaje (al parecer un enviado del conde Franz von Walsseg, llamado Franz Anton Leitgeb) y la escritura del «Réquiem» se convirtieron para Mozart en una auténtica obsesión.

Otra de las hipótesis sobre la muerte del genio austríaco apunta a un envenenamiento por parte de un compañero de logia masónica: Franz Hofdemel, oficial del Tribunal de la Corte y marido de una de las alumnas de Mozart, que al día siguiente de morir éste se suicidó. Esta teoría apunta a que para asesinar al compositor, Hofdemel había ustado acqua toffana, un veneno que actúa con efecto retardado. Varios biógrafos -entre ellos Jean y Brigitte Massin y Francis Carr- tomaron en serio esta hipótesis, y en 1983 el público que asistía a un festival de música en Brighton (Inglaterra) le declaró culpable en el «juicio» que organizó el director artístico del certamen, Ian Hunter.

Aunque la leyenda del envenenamiento le aporta un halo literariomuy acorde con la personalidad artística del personaje, lo cierto es que esta hipotesis se ha ido desvaneciendo con el tiempo, y hoy en día apenas se sostiene. El historiador Paul Johnson, en su biografía sobre Mozart publicada en 2013, escribió: «Se han escrito muchas tonterías sobre la enfermedad fatal, la muerte y el entierro de Mozart. Sus últimos días fueron descritos muchos años después por Sophie, la hermana menor de su esposa Constanze, cuyo testimonio tiene el valor de la inmediatez. Mozart había visto a los mejores médicos de Viena, y la causa oficial de su muerte fue hitziges Friesel Fieber (fiebre de campo severa). La historia de que fue envenenado es una fantasía total como lo es apuntar al compositor Salieri como su asesino».

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Sin embargo, la desaparición del cadáver de Mozart -al parecer, sus restos fueron sacados de su tumba siete años después de su fallecimiento para reutilizar el nicho- propició la larga lista de teorías sobre su muerte y los posibles males que la causaron. El mexicano Adolfo Martínez Palomo escribió en su libro «Músicos y medicina» (2015): «A lo largo de más de cien años, aclarar las causas del padecimiento que llevó a Mozart a la muerte ha intrigado a profesionales de la medicina más que las de cualquier otro gran personaje histórico. La lista de artículos científicos sobre el tema, publicados en revistas médicas, es interminable; decenas de médicos hurgan en las numerosas biografías del compositor, analizan los testimonios escritos de sus contemporáneos y tratan de descifrar los registros de las autoridades de salud de la Viena de fines del siglo XVIII. La mejor prueba de la falta de consenso sobre este asunto es el hecho de que, hasta el año 2000, se han enlistado ciento cuarenta causas de la muerte de Mozart, así como veintisiete supuestas enfermedades mentales, casi todas resultado de la imaginación calenturienta y de la falta de oficio de profesionales de la medicina, pero solo aprendices de historiadores. Mi conclusión es que nunca sabremos a ciencia cierta la naturaleza de la enfermedad mortal del compositor. La información histórica integrada con conocimientos médicos modernos coincide en la naturaleza infecciosa de un padecimiento que produjo, a la larga, insuficiencia renal terminal».

Al poco de su muerte, Georg Nikolaus von Nissen (que se convertiría en el segundo marido de Constanze, la esposa de Mozart), relató en su biografía del compositor los síntomas que mostraba éste: «Comenzó con la hinchazón de las manos y los pies, que estaban casi inmovilizados por completo, seguido de vómitos repentinos (...) Hasta dos horas antes de su partida estuvo plenamente consciente». Era tanta la hinchazón, según se cuenta, que no podía levantarse de la cama y apenas era capaz de moverse por sí mismo.

Entre las teorías médicas sobre la muerte de Mozart, figuran la de la bronconeumonía, avalada por el doctor Peter J. Davies, del Hospital St. Vincent, de Melbourne (Australia), que asegura que el músico contrajo una infección estreptocócica , que causó una exacerbación del síndrome de Henoch-Schönlein y de la insuficiencia renal. El doctor Carl Bär apuesta por la fiebre reumática aguda, mientras que la triquinosis la defiende el doctor Jan Hirschmann. Y una hipótesis reciente apunta a que la hipocondría de Mozart le habría llevado a ingerir medicinas con antimonio, sustancia que se le administró en los últimos días.

En 2009, tres investigadores de la Universidad de Ámsterdam (Holanda) -Richard Zegers, Andreas Weigl y Andrew Steptoe- publicaron en la revista «Annals of Internal Medicine» un artículo en el que señalaban que la causa de la muerte de Mozart fueron las complicaciones causadas por una faringitis estreptocócica. Según los científicos, la infección podría haber provocado una hinchazón fatal de sus riñones. Ésta es, actualmente, la teoría más plausible del final del compositor.

Zegers, Weigl y Steptoe compararon los males sufridos por el músico, como los edemas y dolores de espalda, con las enfermedades más comunes de la época. Analizaron hasta cinco mil casos entre 1791 y 1793 y descubrieron que los edemas eran la tercera causa de muerte, sólo después de la tuberculosis y la malnutrición. «Nuestro análisis es coherente con la posibilidad de que la enfermedad final y la muerte de Mozart se hayan debido a una infección con estreptococos que condujo a un síndrome nefrítico agudo», concluía el artículo que, sin embargo, no cerraba las puertas a otras posibles causas: la fiebre escarlatina, un mal crónico cardíaco o alguna enfermedad renal.

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También sobre sus últimos días ha habido y hay mucha literatura. Benedickt Schack, cantante y amigo de Mozart (para él escribió el papel de Tamino en «La flauta mágica»), relató que la víspera del fallecimiento varios cantantes se reunieron para interpretar delante del compositor su «Réquiem», que hubo de interrumpirse al romper a llorar tras escuchar el «Lachrymosa».

Y mucho se ha hablado de su triste entierro del músico austríaco, al que apenas acudió nadie. Paul Johnson escribió: «Tampoco es verdad que Mozart tuvo un funeral de indigente debido a la penuria de su esposa. Sin duda que Constanze fue aconsejada de no celebrar un entierro ostentoso o caro. Pero el modesto entierro en una fosa común, en el camposanto de la iglesia de San Marco en las afueras de Viena, se efectuó conforme a las costumbres funerarias en uso. Asistió un buen número de músicos, entre ellos Salieri. Se realizaron varios homenajes, por ejemplo, una misa de réquiem en Praga, con 120 músicos, el 14 de diciembre de 1791,en la que estuvieron presentes cuatro mil personas; en Viena se organizó un concierto en beneficio de Constanze el 23 de diciembre que recaudó 1.500 gulden, de los cuales 120 fueron aportados por el emperador»
https://www.abc.es/cultura/musica/a...gang-amadeus-mozart-201902160024_noticia.html
 
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