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Yo tengo el mismo estilo de fotos de cuando me fui a Tunez.
jajajajajaaja, para nada.Disculpas si te ofendí, no era mi intención ofender a nadie. Pero las fotos de Carmen son para colgarlas en un blog del Hola, no sólo unas fotos de recuerdo. Ella debería cuidar un poco la estética, vale que en otras entradas sí que lo ha hecho, pero esta vez se ha pasado de dejada.
Jajaja, fiel a su genio: no habla de derechos sino de protagonismos.
Jajaja... Lo de esta mujer es hacer el ridículo en mayor grado según pasan los años.
Se disfraza de Dora la Exploradora en un reportaje surrealista de Hola,
Ver el archivo adjunto 292684
«Vamos camino de la selva impenetrable. Todavía no sé cómo puedo escalar con un palo en la mano y con la otra agarrándome a las lianas». Y luego, como sorpresa por completo inesperada, la enriquecedora aventura humana: «En nuestro recorrido nos encontramos con una comunidad de pigmeos». Tremendo. Y es que la imagino abriéndose paso a machetazos en la espesura procelosa, chas, chas, chas, como Stewart Granger en Las minas del rey Salomón, hasta cortarle, por descuido, la trompa a un elefante; y al elefante indignado, diciéndole con acento nasal: «¿Tú estás tonta, o qué?». Y luego, más adelante, me estremezco al imaginarla de nuevo, dándose de boca, de pronto, con una inesperada tribu de pigmeos feroces que pasaban por allí, casualmente, dedicados a lo suyo. A hervir misioneros y cosas asín. Qué valor, recórcholis. Qué apasionante aventura, santo cielo.
Jajaja... Lo de esta mujer es hacer el ridículo en mayor grado según pasan los años.
Se disfraza de Dora la Exploradora en un reportaje surrealista de Hola, una vez mas, y cuenta que corrió grave peligro por estar rodeada de un montón de lugareños, todos hombres, pero que se tranquilizo al ver los coches de alta gama. ¡Ay, bonita, como se te ve el plumero!
Lo de ir a comprarse maquillaje o cosméticos enmlas vísperas de un viaje asi me deja "toaloca".
Será una prioridad para las mujeres de su estirpe. El verdadero peligro lo corrió lesionandose el ojo que sangraba pa' dentro y no pa' fuera. Casi se queda como estuvo su mecenas el señor Rodríguez.
Guardo en la memoria las fotos de aquel reportaje exclusivo entre los gorilas de Uganda
Ver el archivo adjunto 292684
Y el ariculo que le dedico a la sazón Perez-Reverte: "La nieta gorilera".
http://www.perezreverte.com/articulo/patentes-corso/245/la-nieta-gorilera/
La última es para enmarcarla: «Carmen Martínez-Bordiú relata su fascinante aventura entre los gorilas de Uganda». La relata ella, ojo. O eso cuentan. Escribiendo con sus deditos, palabra a palabra, un conmovedor viaje al corazón de las tinieblas, en plan Joseph Conrad, o casi: «Sabía desde el principio que iba a ser un viaje difícil y duro, pero que también sería una experiencia única». Guau. Pero no crean que esta vez es como aquella otra, la última o penúltima, cuando salió vestida de beduina sahariana -diez o doce páginas diciendo simplezas a todo color- para explicarnos que la paz del desierto la reconfortaba mucho espiritualmente. No. Ahora es más profunda. Se ha currado el viaje, documentándolo como una erudita. Eso la lleva a deducir, ante el paisaje africano, que «debió de ser con vistas semejantes cuando Churchill dijo de Uganda que era la perla de África». Nada menos, oigan. Churchill. Leído en sus memorias, supongo. De cualquier modo, de todo el crudo relato de la fascinante aventura gorilera, me quedo con el calvario que pasó Carmen para llegar a su objetivo: «Vamos camino de la selva impenetrable. Todavía no sé cómo puedo escalar con un palo en la mano y con la otra agarrándome a las lianas». Y luego, como sorpresa por completo inesperada, la enriquecedora aventura humana: «En nuestro recorrido nos encontramos con una comunidad de pigmeos». Tremendo. Y es que la imagino abriéndose paso a machetazos en la espesura procelosa, chas, chas, chas, como Stewart Granger en Las minas del rey Salomón, hasta cortarle, por descuido, la trompa a un elefante; y al elefante indignado, diciéndole con acento nasal: «¿Tú estás tonta, o qué?». Y luego, más adelante, me estremezco al imaginarla de nuevo, dándose de boca, de pronto, con una inesperada tribu de pigmeos feroces que pasaban por allí, casualmente, dedicados a lo suyo. A hervir misioneros y cosas asín. Qué valor, recórcholis. Qué apasionante aventura, santo cielo.
Pero lo mejor, de aquí a Lima, lo juro por Arturo, son las imágenes. Dudo que si no las han visto puedan valorarlas comme il faut: Carmen vestida de coronel Tapioca, con distintos modelitos según cada momento de la epopeya. Carmen de bwana blanca en la raya ecuatorial. Carmen con un bolso precioso en un descanso selvático. Carmen con otro bolso monísimo y una catarata detrás. Carmen con hipopótamos al fondo y una camisa divina de la muerte. Carmen sobre un puente de tablas y lianas, como Indiana Jones. Carmen con un rinoceronte al fondo y una botella de Lanjarón, o algo así, en la mano. Carmen en primer plano con una pocholada de pañuelo al cuello, y al fondo, chan, tatachán, gorilas en la niebla. Y gorilos. Todo eso, con la silicona impecablemente maquillada, sin una arruga en la ropa, y con cinco vestuarios y cuatro sombreros diferentes, que son los que he contado en las fotos. Por lo menos. Lo que fuerza a preguntarme si se cambiaba delante del macho Alfa -yo no lo haría, forastera- o los negros le llevaban un biombo.
Ay Helen, cuanto hacia que no nos deleitabas con tus posts magistrales!jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa