TODO sobe Pablo Iglesias y Podemos.

Ya lo he hecho y efectivamente sigue siendo rumor. También he visto que se sigue hablando de la misma que hace un año, no es nueva.

"De estos actos de Lilith Verstrynge sólo se extrae algo claro: que sigue al lado de Pablo Iglesias, que cree en su proyecto y que le apoya pase lo que pase. Incluso aunque eso le cueste que la prensa hable de ella y de la relación que mantiene con el líder de Podemos. Una relación que es únicamente profesional, al menos no hay pruebas de lo contrario."
Bueno es lo que ahora toca, solo son colegas y salvo que haya barri , lo cual es improbable, mantendrán discretamente su relación para evitar destapar la caja de "pandora"...
 

Un adiós con generosidad e inteligencia​

Pablo Iglesias quiere ganar, no tener razón, por eso dimite cuando es consciente de que no puede ganar porque sus enemigos, que son muchos y poderosos, se han encargado de que su popularidad esté por los suelos

Por
Raúl Solís.

5 de mayo de 2021 09:00

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Pablo Iglesias se va. Deja todos sus cargos tanto en la política institucional como en Podemos. Se va de la misma forma que llegó: con generosidad e inteligencia. Se va porque es consciente de que los medios de comunicación lo han convertido en el villano más odiado de España. Es el precio a pagar por haberse enfrentado al Estado del 78, al establishment que el franquismo dejó en herencia. Rozó con los dedos tocar el cielo por asalto pero el poder mediático concentrado se encargó de diabolizarlo hasta que las familias desahuciadas terminaron odiando al hombre que quería parar los desahucios.

Iglesias es una rara avis política y, quizás, por eso se va tan pronto, a los siete años de irrumpir con fuerza en las elecciones europeas de 2014. Iglesias es más del mundo de las ideas que de los aparatos, por eso todas sus decisiones políticas han sido en clave externa y no a la interna. Iglesias es más de política que de partido, lo que fue clave también para que le naciera otro partido en el interior de Podemos, de lo que se enteró por un mensaje en Telegram. El ya exdirigente político quiere ganar, no tener razón, por eso dimite cuando es consciente de que no puede ganar porque sus enemigos, que son muchos y poderosos, se han encargado de que su popularidad esté por los suelos sin posibilidad de ser reseteada, que es un privilegio que los medios sólo le otorgan a las formaciones del bipartidismo.

En lo personal, Iglesias ha perdido más de lo que ha ganado en esta aventura política. Ha perdido algo tan valioso como el anonimato. No sabe lo que es llevar de la mano a sus tres hijos al parque porque hordas de ultraderechistas lo acosan delante de su casa. Ha tenido que soportar que los medios de las cloacas se salten la tapia de su casa para grabar a sus hijos. Se ha visto obligado a cambiar de guardería a sus hijos porque los medios de la ultraderecha acosaban a las monitoras. Ha tenido que ver publicado en un periódico las ecografías de sus hijos. Lo amenazaron de muerte enviándole cuatro balas, una para él mismo, otra para su pareja, otra para su padre y otra para su madre. Demasiado sufrimiento para tan poca dote. Iglesias podría haberse quedado en la Universidad Complutense dando clases de Ciencia Política y creando productos mediáticos para la batalla de las ideas, que es lo que hacía y como se ganaba la vida antes de 2014, pero decidió poner el cuerpo para liderar el espacio de la indignación que nació con el 15-M, reventó el tablero político español y habló el idioma del pueblo que sufre las tropelías de las élites.

La política española ya no se puede explicar sin su participación activa. Deja como testamento político la idea de que la izquierda puede ganar. Su herencia es que se marcha dejando el primer gobierno de coalición desde la recuperación de la democracia. Algo que parecía imposible porque los dueños de España nunca permitieron que la izquierda estuviera en el salón de mandos del Estado. Rompió el bipartidismo, aceleró la abdicación de Juan Carlos I de Borbón, puso al PSOE contra las cuerdas y echó a Mariano Rajoy, exlíder del partido político más corrupto de Europa, en una moción de censura en la que los diputados del PSOE parecía que estaban tristes por acceder al poder.

También ha cometido errores en lo estratégico, pero no lo podrán acusar de haber metido la mano ni de haberse equivocado nunca de bando. Otra herencia que deja a nuestra democracia es la revelación de que los grandes medios de comunicación en España no informan de la realidad, la crean, que funcionan como faro y no como espejo. Esos medios, propiedad del poder económico concentrado, no le han perdonado su osadía de mirar de frente al Estado del 78 y de situar la desigualdad económica, que sufre un tercio de la población española, en el centro de la cuestión política. Al PSOE le hubiera ido bien distinto en Madrid si hubiese regulado el precio de los alquileres. Cuando la izquierda no se diferencia de la derecha en lo económico, la alternativa siempre es el autoritarismo.

Su último acto de servicio ha sido poner la cara en la batalla de Madrid para movilizar a la izquierda y evitar que Unidas Podemos sufriera una debacle sin paliativos en las elecciones autonómicas. Ha crecido tres escaños, pero ha sido insuficiente para vencerle a la derecha. No le ha echado la culpa al mal resultado del PSOE, lo que ha hecho imposible que el bloque progresista sume más diputados que el bloque trumpista. Se hace responsable en primera persona, dejando a todo el mundo con la boca abierta. Otra vez.

Se marcha dejando nominada a Yolanda Díaz como candidata a la Presidencia del Gobierno, la ministra mejor valorada. Díaz, de la que es amigo personal desde hace muchísimos años y con quien ensayó Podemos en Galicia dos años antes de que naciera la formación morada en Madrid, aglutina lo que necesita el momento político actual y los ingredientes que pueden hacer que el llamado espacio político del cambio se reconcilie para dar una alternativa a la que el PSOE sigue renunciando. Iglesias ha aceptado que su liderazgo ya no suma y se marcha como llegó. Con generosidad e inteligencia. La historia lo engrandecerá como el gran político que es y el hombre que lo puso todo patas arriba. Los poderes económicos nunca le perdonarán que se atreviera a tanto, hasta estar a punto de ganar y de poner en peligro los privilegios de las élites. Miró fijamente a los ojos de los dueños de España y eso se paga muy caro.



Ver el archivo adjunto 1926843

Lo que se ha demostrado con la irrupción en política de ésta persona es que la podredumbre que hay en éste país es muy abundante, desde la misma Corona, Juan Carlos I pasando por parte de la policía policía, parte de militares, parte de jueces, bastantes diputados, y la gran mayoría de la prensa.

Y pasta mucha pasta.
 

A Iglesias no le perdonaron que mirara de frente al régimen del 78​

Él ha demostrado que la izquierda española puede ser algo más que un folklórico convidado de piedra del turnismo bipartidista, pero la cloaca mediática ha demostrado que está dispuesta a despedazar a quien ose volver a intentarlo.

Por
Javier Lezaola.

5 de mayo de 2021 23:00

A Iglesias no le perdonaron que mirara de frente al régimen del 78

“Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”. La icónica frase de Malcolm X, asesinado en 1965 en Nueva York, en la actualidad está aún más vigente que cuando fue pronunciada. Y en España aún más.

Cuando, con una especie de macrofiesta sin medidas de seguridad en plena pandemia de coronavirus bajo sus pies, Isabel Díaz Ayuso se asomó anoche al balcón del edificio que acoge la sede de su partido –edificio que el PP va, o iba, a vender, no se sabe bien si por su insoportable olor a chorizo o porque no puede, o no podía, sostenerlo económicamente– para celebrar que la suma de derecha ultra y ultraderecha había alcanzado la mayoría absoluta en las autonómicas de este 4M en Madrid, algunos vieron reflejada en ella la imagen de Vivienne Rock, histriónica telepredicadora, interpretada por Emma Thompson, que llega a primera ministra británica en la distópica serie de HBO ‘Years and Years’.

Las ya indisimuladas fechorías del poder mediático español no explican todo lo acontecido este 4M pero sí buena parte de ello, y es que en esta campaña electoral los medios de comunicación –desde los principales, incluidos los pretendidamente progresistas, hasta los libelos más abiertamente ultraderechistas– no sólo han vuelto a desempeñar el papel que venían desempeñando con pocos disfraces y pocas líneas rojas, sino que lo han hecho al unísono, sin ningún disfraz y sin ninguna línea roja, incluida la de abordar el fascismo como una ideología más, cuando no como una ideología más respetable que otras; algo con lo que costaría, si es que es posible, encontrar parangón en el resto del mundo presuntamente civilizado. A las fechorías de ese poder mediático tan particular y tan volcado ya sin ambages en la intoxicación y la mentira –algo que ni está ni puede estar amparado por la libertad de información– se debe buena parte –no todo, pero sí buena parte– del resultado del 4M.

Muchos de los miembros de ese poder mediático pasaron prácticamente de un día para otro de propagandistas del franquismo a propagandistas del régimen del 78 –fieles al relato impulsado por las élites que impulsaron la Transición de un régimen al otro–, y algunos de ellos lo hicieron incluso sin dejar de ser propagandistas del franquismo. Periodistas a quienes entonces se permitió empezar a ser ‘demócratas’ sin dejar de ser fascistas y a quienes ahora se permite empezar a ser fascistas sin dejar de ser ‘demócratas’, completando así un viaje de ida y vuelta demasiado previsible.

A ese factor específicamente español se suma otro más general pero que en España se ha desbocado, sobre todo tras la crisis de 2008: el proceso de concentración de la propiedad de los principales medios de comunicación, que están cada vez en menos manos, y la mayoría de esas cada vez menos manos son las de bancos y fondos buitre.

Ambos factores han dado como resultado un poder mediático fascistizante y altamente dependiente del poder económico; han dibujado un panorama en el que la verdad cada vez importa menos y en el que los principales medios de comunicación ejercen, prácticamente al unísono, de altavoces o de silenciadores –según convenga a sus propietarios– de unos u otros marcos, relatos e ideas, legitimando los que convienen a sus dueños y deslegitimando los que les perjudican, así como ensalzando a quienes defienden sus privilegios económicos y denigrando a quienes los ponen en riesgo.

Nada nuevo; de hecho, esas cuestiones tenía en mente el estadounidense Malcolm X cuando pronunció su icónica frase. Y en España tampoco es nuevo: “Su número rebasa ampliamente el centenar y todos ellos tienen una fuentes preferentes y, la mayoría de las veces, casi únicas: las cloacas del Estado. Ellos son imprescindibles para que tanto el CESID como el Ministerio del Interior puedan llevar adelante sus campañas de intoxicación y criminalización, con el independentismo vasco siempre de fondo. Pero ecologistas, okupas, insumisos, antifascistas y otros militantes de movimientos sociales antisistema también suelen estar en su punto de mira. Ellos son los periodistas de Interior”. Lo escribía Pepe Rei en ‘Ardi Beltza’ cuando corría el año 2000.

Un nuevo objetivo​

Tres lustros después, ese poder mediático fascistizante, altamente dependiente del poder económico y estrechamente vinculado a las cloacas del Estado encontró un nuevo objetivo en un nuevo partido, Podemos, y en su secretario general, Pablo Iglesias, decidido a superar de una vez el turnismo bipartidista que caracterizaba el régimen del 78 y a dejar atrás el papel subalterno que la izquierda institucional había desempeñando en él; por eso Iglesias se convirtió pronto en el principal enemigo a abatir por la prensa –impresa y digital–, la radio y la televisión.

Y allí estaban Atresmedia –propietario de Antena 3 y laSexta– y Mediaset –propietario de Cuatro y Telecinco–, y allí estaban los abiertamente derechistas Unidad Editorial –propietario de ‘El Mundo’– y Vocento –propietario de ‘ABC’– pero también el presuntamente progresista Grupo PRISA –propietario de ‘El País’ o de la Cadena SER–, y allí estaban también los libelos más abiertamente ultraderechistas, volcados en la intoxicación y la mentira hasta el extremo, aprovechando que en España demasiado a menudo sale gratis.

Las relaciones de periodistas más o menos conocidos de la mayoría de esos medios de comunicación con las cloacas del Estado están probadas y tienen varios nombres propios, pero uno de ellos destaca sobre todos los demás: el del excomisario del Cuerpo Nacional de Policía José Manuel Villarejo.

El ‘Informe PISA’ (Pablo Iglesias Sociedad Anónima) –plagado de intoxicaciones y mentiras y elaborado por la cloaca policial para ser filtrado a la cloaca mediática con el fin de derribar o al menos erosionar al secretario general de Podemos– fue el primero de una interminable lista de ataques a Iglesias y respondía a un viejo ‘modus operandi’ que sigue en vigor: la elaboración de informes policiales o parapoliciales basados en bulos publicado por medios de la cloaca mediática y de los que después acaban haciéndose eco esos mismos u otros medios de la propia cloaca mediática.

Desde aquel ‘Informe PISA’, la interminable lista de ataques a Podemos pero sobre todo a Iglesias ha venido aumentando en intensidad, paralelamente al acoso callejero contra él y su familia, alimentado a su vez por esas intoxicaciones y mentiras de la cloaca mediática. Primero se intentó impedir el crecimiento del partido para evitar que abriera una grieta en el turnismo bipartidista; después se intentó evitar que el partido en general e Iglesias en particular accedieran al Gobierno central; después se intentó maniatar al secretario general de Podemos dentro del propio Ejecutivo, y finalmente se ha tratado de evitar que Iglesias acceda al Gobierno de la Comunidad de Madrid, territorio en el que tiene su sede el grueso del poder mediático y desde el que sus propietarios –cuyos nombres propios tantas veces ha pronunciado Iglesias, aunque ninguna de ellas ha sido emitida por la radio ni por la televisión– controlan sus negocios en beneficio propio y en perjuicio de la mayoría. El secretario general de Podemos había llegado, a un altísimo coste, al Gobierno central, pero no podía llegar al de Madrid, coto económico de esos nombres propios tantas veces pronunciados por Iglesias y coto político de la derecha trumpista que les atiende el cortijo.

Al modo de la “borbónica quijada” que, en los versos de Helios Gómez, ríe con “risa amarilla y colorada”, las carcajadas de los conductores y conductoras de los matinales de radio y televisión de máxima audiencia han sido estridentes este miércoles, a la mañana siguiente de que Iglesias anunciara que abandona sus cargos políticos e institucionales tras constatar en las dos últimas semanas un incremento “sin precedentes” de la agresividad de la derecha ultra y de la ultraderecha que campan a sus anchas en Madrid, así como una normalización “sin precedentes” de los discursos fascistas, de las amenazas de muerte y de la deshumanización del adversario político por parte del poder mediático, que lo ha convertido en el chivo expiatorio capaz de movilizar “lo peor” de quienes odian la democracia y sus bases materiales.

Iglesias ha cambiado la historia demostrando algo que nadie había demostrado antes: que la izquierda española puede ser algo más que un folklórico convidado de piedra del turnismo bipartidista diseñado en la “pacífica y modélica” Transición del “atado y bien atado” franquista. Y eso nunca se lo han perdonado los dueños de la cloaca mediática, que tras su salida del Gobierno central le han soltado a los perros para alejarlo ya por completo de la política institucional. Iglesias ha demostrado que la izquierda española sí puede mirar de frente al régimen del 78, pero la cloaca mediática ha demostrado que está dispuesta a despedazar a quien ose volver a intentarlo.

A la pregunta de por qué, cuatro décadas después de consumada la Transición, en España el relato fascista sigue siendo presentado en los medios como “sentido común” y el relato antifascista sigue siendo presentado en esos mismos medios como “guerracivilismo” o a la pregunta de por qué en España se puede ser “demócrata” sin ser antifascista e incluso siendo abiertamente fascista, Malcolm X tiene la respuesta.


La podredumbre de éste país en sus estamentos es altísima, no se libra ninguno de ellos. Es una pena, una lástima, pero quien han querido verlo lo tiene de frente, y si no lo han visto, es que están ciegos.

Pablo Iglesias no se ha callado y lo ha denunciado una y otra vez. Lo que antes nos parecía que estaba escondido, que no se percibía, él ha abierto la ventana y lo ha enseñado. Ha enseñado la mierda y la porquería que hay debajo de muchas alfombras, y eso no se puede permitir.

Ha puesto delante del espejo al PE que se califica de socialista y progresista, pero vemos que tiene ministros neoliberales, un partido de ""izquierdas"" según dicen ellos para intentar engañar al personal, pero mirando a la derecha.

Del PP para que vamos a hablar. Casado y Ayuso, dos muñecos, dos títeres de la derecha colocados en puestos relevantes, pero sin peso específico por si mismos para subsistir si sus "dueños" así lo deciden. Nada que ver con un Feijoo, que no me gusta tampoco, pero que se le ve otro carisma. Está acechando y supongo que será el sucesor de Casado. La muñeca solo es madrileña, pero a nivel político no vale como para ser española.

En fin, que pena de país, nos parecemos mas a otra república bananera que a un país serio de Europa. ¡Que lástima!

Lo peor es que algunos se enorgullecen de ello.


 
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No lo callarán​


Por
Félix Población.

5 de mayo de 2021 14:00

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A lo largo de mi vida profesional, iniciada poco antes de la Transición, solo tuve oportunidad de conocer a dos políticos que merecieran mi estima personal. Aquel tiempo y siguientes se hicieron como se hicieron y no se enmendaron después, por lo que era harto difícil encontrarse con políticos dignos de aprecio, pues en su mayoría –por entonces y por ahora- llegaban a la política mayormente aquellos que en sus profesiones no tenían mucho futuro y perseguían y siguen persiguiendo desde un escaño colmar sus ambiciones de poder o poltrona.

A don Enrique Tierno Galván, el mejor alcalde de Madrid, lo retiró de la política su fallecimiento a los 68 años de edad, poco después de que le enviara a quien esto escribe unas líneas de gratitud en recuerdo del joven periodista al que conoció en el primer mitin político de la democracia naciente. A Julio Anguita le falló su corazón, después de sufrir a un PSOE que según sus propias palabras era a mediados de los noventa del pasado siglo sinónimo de corrupción.

A Pablo Iglesias Turrión lo retiró de la política, ayer, 4 de mayo, todo el fango de los hijos del fango que a lo largo de estas cuatro décadas largas se encostraron en la política y el periodismo hasta hacer imposible que el más lúcido, digno y honrado de los políticos españoles del último medio siglo pudiese continuar al frente del partido que vivificó este país durante los últimos siete años.

Es muy posible que gracias a Pablo Iglesias pueda seguir existiendo una izquierda digna de su nombre en España, y también que al frente de la misma una mujer sea por fin la próxima candidata a la Presidencia del Gobierno, pero no tengo ninguna duda de que su retirada de la política institucional, después de haber sido hasta hace unos meses vicepresidente segundo del Gobierno de España, se va a sentir como una gran orfandad entre quienes lo admiran y creen en la entereza ética y cívica de su persona.

Puede que estén satisfechos todos los hijos del fango que durante estos siete años no han dejado de acosarlo política, personal y familiarmente con todo tipo de insidias y difamaciones. Puede también que, a no mucho tardar, toda esa gentuza se lo vuelva a encontrar para hacer frente a tanta miseria moral como anida y sobreabunda en los medios de comunicación. No me puedo imaginar a Pablo Iglesias en el retiro de su aula universitaria cuando tanto y tan provechoso para la salud democrática y moral de este país cabe esperar de quien hizo despertar a la izquierda con su proyecto político y goza de tal capacidad de comunicación y convocatoria.

La retirada de Pablo Iglesias de la política institucional -escribí ayer a bote pronto, nada más saber la noticia- lo honra definitivamente y deshonra definitivamente a quienes no dejaron de hostigarlo con todo tipo de felonías, así como a aquellos medios de información conchabados contra su persona y su política. Para que ni la política ni los medios puedan seguir siendo feudo de los hijos del fango que los controlan y dirigen, es de esperar que la izquierda que lideró Iglesias y los proyectos que asuma en el porvenir respondan al alma de aquel 15-M.

Si rotunda fue la victoria de la derecha extremada ayer en Madrid y negra la perspectiva de un gobierno con la extrema derecha en la Puerta del Sol, gracias a la debacle del Partido Socialista, eso no va a comportar para las fuerzas reaccionarias la dicha de haber acabado con la voz que más daño puede hacer a su ideario retrógrado, por más balas que le manden por correo postal. Que no cuenten con ello porque eso no va a pasar.


Hablando de balas. Saben o deben saber quien es el responsable de ellas. Ahora bien, no esperemos saberlo la ciudadanía porque esa información será secreta incluso para quienes han sido los señalados.


Como dije por su numeración se sabe porque "La Razón" lo dijo que fueron fabricadas en Sta. Bárbara en el año 1980 y para el ejército. ¿A que cuartel fueron? ¿Quienes fueron los responsables de su tenencia? ¿Que camino siguieron?

Eso ya se sabe a éstas horas, pero silencio de Estado, silencio sepulcral.
 
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El mal perder....la chuleria, la supremacía moral de la izquierda de creerse mejor y mas inteligente que el resto.Nada nuevo....
No lo podrías definir mejor! Me encanta el doble rasero que gastan para todo. Siempre es un "mi ideología la respetas" seguido de un "pero la tuya no la puedo respetar porque eres un facha retrasado que fomentas el odio". Hablan de odio ellos... ELLOS, que odian a derecha en general e incluso llegan a desear la muerte a representantes y votantes.
Y ya cuando empiezan a tratar a los votantes como gente pija, machista, racista, homófoba, niños de papa y sin estudios... Jajaja no hace falta ni que opine sobre ello.

Ellos antes de las elecciones:
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Ellos después, cuando la mayoría absoluta ha hablado:
"No lo entiendo, es que putos fachas, España está lleno de gilipollas que no saben ni lo que votan".

Lo de entender que la gente igual SI que sabe (y quiere) lo que vota, ni se lo plantean, no?
 
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A Iglesias no le perdonaron que mirara de frente al régimen del 78​

Él ha demostrado que la izquierda española puede ser algo más que un folklórico convidado de piedra del turnismo bipartidista, pero la cloaca mediática ha demostrado que está dispuesta a despedazar a quien ose volver a intentarlo.

Por
Javier Lezaola.

5 de mayo de 2021 23:00

A Iglesias no le perdonaron que mirara de frente al régimen del 78

“Si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido”. La icónica frase de Malcolm X, asesinado en 1965 en Nueva York, en la actualidad está aún más vigente que cuando fue pronunciada. Y en España aún más.

Cuando, con una especie de macrofiesta sin medidas de seguridad en plena pandemia de coronavirus bajo sus pies, Isabel Díaz Ayuso se asomó anoche al balcón del edificio que acoge la sede de su partido –edificio que el PP va, o iba, a vender, no se sabe bien si por su insoportable olor a chorizo o porque no puede, o no podía, sostenerlo económicamente– para celebrar que la suma de derecha ultra y ultraderecha había alcanzado la mayoría absoluta en las autonómicas de este 4M en Madrid, algunos vieron reflejada en ella la imagen de Vivienne Rock, histriónica telepredicadora, interpretada por Emma Thompson, que llega a primera ministra británica en la distópica serie de HBO ‘Years and Years’.

Las ya indisimuladas fechorías del poder mediático español no explican todo lo acontecido este 4M pero sí buena parte de ello, y es que en esta campaña electoral los medios de comunicación –desde los principales, incluidos los pretendidamente progresistas, hasta los libelos más abiertamente ultraderechistas– no sólo han vuelto a desempeñar el papel que venían desempeñando con pocos disfraces y pocas líneas rojas, sino que lo han hecho al unísono, sin ningún disfraz y sin ninguna línea roja, incluida la de abordar el fascismo como una ideología más, cuando no como una ideología más respetable que otras; algo con lo que costaría, si es que es posible, encontrar parangón en el resto del mundo presuntamente civilizado. A las fechorías de ese poder mediático tan particular y tan volcado ya sin ambages en la intoxicación y la mentira –algo que ni está ni puede estar amparado por la libertad de información– se debe buena parte –no todo, pero sí buena parte– del resultado del 4M.

Muchos de los miembros de ese poder mediático pasaron prácticamente de un día para otro de propagandistas del franquismo a propagandistas del régimen del 78 –fieles al relato impulsado por las élites que impulsaron la Transición de un régimen al otro–, y algunos de ellos lo hicieron incluso sin dejar de ser propagandistas del franquismo. Periodistas a quienes entonces se permitió empezar a ser ‘demócratas’ sin dejar de ser fascistas y a quienes ahora se permite empezar a ser fascistas sin dejar de ser ‘demócratas’, completando así un viaje de ida y vuelta demasiado previsible.

A ese factor específicamente español se suma otro más general pero que en España se ha desbocado, sobre todo tras la crisis de 2008: el proceso de concentración de la propiedad de los principales medios de comunicación, que están cada vez en menos manos, y la mayoría de esas cada vez menos manos son las de bancos y fondos buitre.

Ambos factores han dado como resultado un poder mediático fascistizante y altamente dependiente del poder económico; han dibujado un panorama en el que la verdad cada vez importa menos y en el que los principales medios de comunicación ejercen, prácticamente al unísono, de altavoces o de silenciadores –según convenga a sus propietarios– de unos u otros marcos, relatos e ideas, legitimando los que convienen a sus dueños y deslegitimando los que les perjudican, así como ensalzando a quienes defienden sus privilegios económicos y denigrando a quienes los ponen en riesgo.

Nada nuevo; de hecho, esas cuestiones tenía en mente el estadounidense Malcolm X cuando pronunció su icónica frase. Y en España tampoco es nuevo: “Su número rebasa ampliamente el centenar y todos ellos tienen una fuentes preferentes y, la mayoría de las veces, casi únicas: las cloacas del Estado. Ellos son imprescindibles para que tanto el CESID como el Ministerio del Interior puedan llevar adelante sus campañas de intoxicación y criminalización, con el independentismo vasco siempre de fondo. Pero ecologistas, okupas, insumisos, antifascistas y otros militantes de movimientos sociales antisistema también suelen estar en su punto de mira. Ellos son los periodistas de Interior”. Lo escribía Pepe Rei en ‘Ardi Beltza’ cuando corría el año 2000.

Un nuevo objetivo​

Tres lustros después, ese poder mediático fascistizante, altamente dependiente del poder económico y estrechamente vinculado a las cloacas del Estado encontró un nuevo objetivo en un nuevo partido, Podemos, y en su secretario general, Pablo Iglesias, decidido a superar de una vez el turnismo bipartidista que caracterizaba el régimen del 78 y a dejar atrás el papel subalterno que la izquierda institucional había desempeñando en él; por eso Iglesias se convirtió pronto en el principal enemigo a abatir por la prensa –impresa y digital–, la radio y la televisión.

Y allí estaban Atresmedia –propietario de Antena 3 y laSexta– y Mediaset –propietario de Cuatro y Telecinco–, y allí estaban los abiertamente derechistas Unidad Editorial –propietario de ‘El Mundo’– y Vocento –propietario de ‘ABC’– pero también el presuntamente progresista Grupo PRISA –propietario de ‘El País’ o de la Cadena SER–, y allí estaban también los libelos más abiertamente ultraderechistas, volcados en la intoxicación y la mentira hasta el extremo, aprovechando que en España demasiado a menudo sale gratis.

Las relaciones de periodistas más o menos conocidos de la mayoría de esos medios de comunicación con las cloacas del Estado están probadas y tienen varios nombres propios, pero uno de ellos destaca sobre todos los demás: el del excomisario del Cuerpo Nacional de Policía José Manuel Villarejo.

El ‘Informe PISA’ (Pablo Iglesias Sociedad Anónima) –plagado de intoxicaciones y mentiras y elaborado por la cloaca policial para ser filtrado a la cloaca mediática con el fin de derribar o al menos erosionar al secretario general de Podemos– fue el primero de una interminable lista de ataques a Iglesias y respondía a un viejo ‘modus operandi’ que sigue en vigor: la elaboración de informes policiales o parapoliciales basados en bulos publicado por medios de la cloaca mediática y de los que después acaban haciéndose eco esos mismos u otros medios de la propia cloaca mediática.

Desde aquel ‘Informe PISA’, la interminable lista de ataques a Podemos pero sobre todo a Iglesias ha venido aumentando en intensidad, paralelamente al acoso callejero contra él y su familia, alimentado a su vez por esas intoxicaciones y mentiras de la cloaca mediática. Primero se intentó impedir el crecimiento del partido para evitar que abriera una grieta en el turnismo bipartidista; después se intentó evitar que el partido en general e Iglesias en particular accedieran al Gobierno central; después se intentó maniatar al secretario general de Podemos dentro del propio Ejecutivo, y finalmente se ha tratado de evitar que Iglesias acceda al Gobierno de la Comunidad de Madrid, territorio en el que tiene su sede el grueso del poder mediático y desde el que sus propietarios –cuyos nombres propios tantas veces ha pronunciado Iglesias, aunque ninguna de ellas ha sido emitida por la radio ni por la televisión– controlan sus negocios en beneficio propio y en perjuicio de la mayoría. El secretario general de Podemos había llegado, a un altísimo coste, al Gobierno central, pero no podía llegar al de Madrid, coto económico de esos nombres propios tantas veces pronunciados por Iglesias y coto político de la derecha trumpista que les atiende el cortijo.

Al modo de la “borbónica quijada” que, en los versos de Helios Gómez, ríe con “risa amarilla y colorada”, las carcajadas de los conductores y conductoras de los matinales de radio y televisión de máxima audiencia han sido estridentes este miércoles, a la mañana siguiente de que Iglesias anunciara que abandona sus cargos políticos e institucionales tras constatar en las dos últimas semanas un incremento “sin precedentes” de la agresividad de la derecha ultra y de la ultraderecha que campan a sus anchas en Madrid, así como una normalización “sin precedentes” de los discursos fascistas, de las amenazas de muerte y de la deshumanización del adversario político por parte del poder mediático, que lo ha convertido en el chivo expiatorio capaz de movilizar “lo peor” de quienes odian la democracia y sus bases materiales.

Iglesias ha cambiado la historia demostrando algo que nadie había demostrado antes: que la izquierda española puede ser algo más que un folklórico convidado de piedra del turnismo bipartidista diseñado en la “pacífica y modélica” Transición del “atado y bien atado” franquista. Y eso nunca se lo han perdonado los dueños de la cloaca mediática, que tras su salida del Gobierno central le han soltado a los perros para alejarlo ya por completo de la política institucional. Iglesias ha demostrado que la izquierda española sí puede mirar de frente al régimen del 78, pero la cloaca mediática ha demostrado que está dispuesta a despedazar a quien ose volver a intentarlo.

A la pregunta de por qué, cuatro décadas después de consumada la Transición, en España el relato fascista sigue siendo presentado en los medios como “sentido común” y el relato antifascista sigue siendo presentado en esos mismos medios como “guerracivilismo” o a la pregunta de por qué en España se puede ser “demócrata” sin ser antifascista e incluso siendo abiertamente fascista, Malcolm X tiene la respuesta.


La podredumbre de éste país en sus estamentos es altísima, no se libra ninguno de ellos. Es una pena, una lástima, pero quien han querido verlo lo tiene de frente, y si no lo han visto, es que están ciegos.

Pablo Iglesias no se ha callado y lo ha denunciado una y otra vez. Lo que antes nos parecía que estaba escondido, que no se percibía, él ha abierto la ventana y lo ha enseñado. Ha enseñado la mierda y la porquería que hay debajo de muchas alfombras, y eso no se puede permitir.

Ha puesto delante del espejo al PE que se califica de socialista y progresista, pero vemos que tiene ministros neoliberales, un partido de ""izquierdas"" según dicen ellos para intentar engañar al personal, pero mirando a la derecha.

Del PP para que vamos a hablar. Casado y Ayuso, dos muñecos, dos títeres de la derecha colocados en puestos relevantes, pero sin peso específico por si mismos para subsistir si sus "dueños" así lo deciden. Nada que ver con un Feijoo, que no me gusta tampoco, pero que se le ve otro carisma. Está acechando y supongo que será el sucesor de Casado. La muñeca solo es madrileña, pero a nivel político no vale como para ser española.

En fin, que pena de país, nos parecemos mas a otra república bananera que a un país serio de Europa. ¡Que lástima!

Lo peor es que algunos se enorgullecen de ello.
Y la gente ha mirado de frente a Pablo Iglesias, ha visto su miseria moral.....y le ha dado una soberana patada en el trasero.

Al cubo de la basura de la historia!!!!!!!😁😁😁😁😁😁😁😁😁😁😁😁😁
 
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