TODO sobe Pablo Iglesias y Podemos.

Si, si, claro, ...Europa pres

Empresas contratadas por PP y Vox ocultan al Tribunal de Cuentas facturas por más de tres millones en las europeas

Empresas contratadas por PP y Vox ocultan al Tribunal de Cuentas facturas por más de tres millones en las europeas

Sede del Tribunal de Cuentas - TRIBUNAL DE CUENTAS - Archivo El fiscalizador también detecta a dos empresas incumplidoras que contrataron con Unidas Podemos para el 28A por casi un millón MADRID, 5 Ago. (EUROPA PRESS) - Un total de 14 empresas contratadas por el PP y Vox para la campaña de las elecciones europeas del año pasado han ocultado al Tribunal de Cuentas los detalles de las facturas que, por más de tres millones de euros, cobraron a las mencionadas formaciones políticas. Así ...


Empresas contratadas por PP y Vox ocultan al Tribunal de Cuentas facturas por más de tres millones en las europeas

Casi el 90% de esa cantidad la copan 14 empresas contratadas por el PP y Vox. En el caso de los 'populares', son ocho los proveedores que no han informado sobre facturas por valor de un total de 1,59 millones, mientras que, en el caso de Vox, se trata de seis empresas y de 1,55 millones.

Empresas contratadas por PP y Vox ocultan al Tribunal de Cuentas facturas por más de tres millones en las europeas

También hay en la misma situación proveedores contratados por el PSOE y Unidas Podemos, aunque facturaron cuantías mucho menores: doce empresas no han dado datos sobre sus negocios con el PSOE por 260.563 euros y dos no lo han hecho pese a haber contratado con Unidas Podemos por valor de 70.288 euros.


Ahí lo que pone es que las empresas no informaron de esos contratos, quizás no declararon esos ingresos a hacienda, si es así son las empresas las que ocultaron ingresos, salvo que se hayan inventado contratos los partidos, claro.
 
¿Tal vez por comportamiento impropio de alguien con una compi de trabajo?

Empresas contratadas por los partidos para la campaña del 28A ocultan al Tribunal de Cuentas facturas por más de 2,9 millones

  • Lidera el ranking las firmas contradadas por el PP, por un importe de 1.092.311,51 euros
  • Le sigue Unidas Podemos con facturas que suman 931.384,02, casi el total correspondiente a Facebook Ireland Limited
  • El organismo fiscalizador pide al Gobierno que evalúe la "eficiencia" de los envíos de propaganda electoral para reducir el gasto

 
Mira, estas comentando con una persona que ha nacido en el País Vasco durante la dictadura.

Muchos jóvenes sentían deseos de luchar contra Franco y su dictadura. Eran etarras. Con el tiempo y las nuevas perspectivas de "democracia" muchos de esos jóvenes maduraron y pensaron diferente.

Ejemplos: Kepa Aulestia, Mario Onaindia, Juan María Bandrés...

Te he puesto tres ejemplos de personas que son conocidas. Hay mas.

Quiero decirte con ello, que de joven cuando hay una dictadura, un golpe de Estado sientes deseos de luchar para que eso cambie.

Eso le sucedió a mi tía política, no solo a ella. Para eso el destino te tiene que dar la oportunidad de sobrevivir, cosa que no ocurrió con las trece rosas, que para mas inri las fusilaron después de terminar la guerra....

Es conocido que se asesinó por parte de los vencedores a muchísima gente despues de terminar la contienda. Mi madre decía que tanto o mas que en la guerra, pero no voy a entrar en números.
IDOLO, estoy de acuerdo contigo en esos ejemplos que has citado, recuerdo ya escribir sobre eso y que tenía libros de Mario Onandía, de Kepa Aulestia no conozco su trayectoria, claro que cualquier joven idealista quiere cambiar el mundo de injusticias, pero no lo cambiará con asesinatos crueles como paso en la segunda república y que Franco tuvo que parar, o como los etarras con sus asesinatos cobardes y secuestros que fueron cuando ya estábamos en democracia, con Franco vivo solo recuerdo el de un policía, las 13 rosas mal llamadas así, murieron por la sentencia puesta antes de terminar la guerra y solo 4 meses después de acabada esta, ejecutaron sentencia, pues ese grupo al que ellas pertenecían acabada la guerra unos días después seguían asesinando, te pongo la historia documentada que ha subido otra forera.




Las 13 Rosas es el nombre con el que se conoce a 13 jóvenes fusiladas el 5 de agosto de 1939 tras ser condenadas por un tribunal por participar en atentados terroristas. Pertenecían, en su mayoría, a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) la rama juvenil del comunismo en España que aspiraba a implantar en nuestro país un régimen como el de la URSS, país desde el que se financiaban y al que había escapado, tras la Guerra Civil, su máximo dirigente: Santiago Carrillo.


Las JSU, a las que pertenecían la mayoría de las 13 rosas, habían tenido una destacada participación en la represión republicana en Madrid durante la Guerra Civil. No en vano, esta organización política controlaba y dirigía directamente cinco checas donde se torturó y asesinó a cientos de personas. Está perfectamente documentado en los papeles del PCE que bajo control de su organización juvenil se encontraban las checas de Mendizabal 24, la de la calle Rimundo Lulio, la de Santa Isabel 46, la del Convento de las Pastoras de Chamartín y la de la calle Granda 4. Además, participaron en la acción represiva de varias otras cárceles de partidos políticos y tuvieron un papel destacado en las sacas cometidas para asesinar a miles de presos sin mediar juicio alguno. Quienes las presentan como garantes de la democracia suelen olvidar, entre otros, este detalle: a ellas se les juzgó, pero ellas participaron en una organización que asesinó sin juicio a miles de personas y que, en el momento de ser detenidas, se había convertido en un grupo terrorista dirigido por José Pena, Severino Rodríguez y Federico Bascuñana.


Las 13 rosas fueron condenadas a muerte, pero no estaba prevista su ejecución hasta que el 29 de julio de 1939 un comando de las JSU asesinó al comandante Isaac Gabaldón, a su hija Pilar de 16 años –hubiera cumplido 17 unos días después- y al chofer que conducía el vehículo, Luis Díaz Madrigal. La acción terrorista decidió a la autoridad judicial a la ejecución de las sentencias de muerte que se encontraban paralizadas.Entre las casi 70 sentencias se encontraban las de las 13 rosas.


Varias de ellas eran destacadas dirigentes y activistas del grupo terrorista en el que se habían convertido las JSU:


Ana López Gallego era la responsable de la rama femenina de las JSU. Recibía órdenes directamente de Manuel González Gutiérrez y había tenido una destacada participación en la organización del atentado frustrado que pretendían realizar durante el Desfile de la Victoria y que tenía como objetivo el asesinato de “la mayor cantidad de público asistente”, como declaró ante el juzgado la propia terrorista. Su cometido era el trasporte del explosivo, para ello se valía de jóvenes militantes de entre 15 y 17 años que por su edad, no levantaban sospechas.


Joaquina López Laffite fue la secretaria general del Comité Provincial de las JSU. Su casa se usaba para celebrar las reuniones de dicho comité y en ella se planificaron varios de los atentados que prepararon desde la organización juvenil comunista. Había organizado una red, en la que participaban varias de las 13 rosas, que preparaba a jóvenes comunistas para que intimaran con falangistas a los que sacaban información para señalar las víctimas de sus atentados.


Carmen Barrero Aguado
era miembro del Comité Nacional de la organización y una de las personas de mayor responsabilidad en la toma de decisiones junto a Pena, Rodríguez y Bascuñana.


Pilar Bueno Ibañez
era la mano derecha de López Laffite en el Comité Provincial y el enlace de ésta con Barrero.


Dionisia Manzanero Salas era la responsable de mantener el contacto entre las diversas ramas del grupo terrorista y rendir cuentas ante Bascuñana, dirigente encargado de los comandos terroristas que perpetraban los atentados.


Ante estos datos sorprende que políticos, partidos y personalidades de diversos ámbitos sigan brindando homenajes a quienes se convirtieron en terroristas tras resultar derrotados en una guerra.


No solamente los actuales dirigentes de las Juventudes Comunistas, desde Podemos a representantes de Ciudadanos no tienen ningún empacho en mostrar su admiración por estas 13 mujeres condenadas a muerte, pero que callan sin ningún rubor ante los miles de asesinatos cometidos por ellas y sus asociados durante la Guerra Civil.


La capacidad de la izquierda para construir leyendas es realmente admirable. El caso de las llamadas “trece rosas” es un perfecto ejemplo. Empezando por la circunstancia de que a esas mujeres fusiladas en 1939 se las considere socialistas cuando, en realidad, eran comunistas. Pero para entender adecuadamente el capítulo, en el que nada es rosa, conviene ponerlo en su contexto.


Cuando acabó la guerra civil, el Partido Socialista Obrero Español estaba literalmente triturado, dividido en al menos cuatro facciones. Hay que recordar que el último acto de la contienda es una batalla intestina en el bando del Frente Popular: a un lado, el Consejo de Defensa de Madrid, liderado por el socialista Besteiro con el coronel Casado y el anarquista Cipriano Mera; al otro, el gobierno del también socialista Negrín, entregado al Partido Comunista y cuyos principales líderes ya habían huido del país.


Aquella batalla no fue cosa menor: hubo cerca de 2.000 muertos. Sobre esta ruptura se añadió inmediatamente otra en el exilio: los socialistas de Indalecio Prieto, por un lado, contra los de Negrín, que a estas alturas ya había sido expulsado del PSOE. Prieto y Negrín no peleaban por razones ideológicas, sino por controlar el tesoro expoliado y expatriado por los jerarcas republicanos para sufragar su exilio. El PSOE nunca se recuperará de estos desgarros, y por eso su trayectoria bajo el franquismo fue tan poco relevante. Pero aun antes había habido otra ruptura, esta de mayores consecuencias: la de las Juventudes Socialistas, que fueron el instrumento de Moscú para fagocitar al PSOE.


Recordemos sumariamente los hechos: desde abril de 1936, con el protagonismo de Santiago Carrillo y por instrucción directa de Moscú, las organizaciones juveniles del partido socialista y del partido comunista se fusionan en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Cuando estalla la guerra, los militantes de las JSU ingresan en masa en las llamadas Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, la organización paramilitar del Partido Comunista, a la que tan pronto veremos en el frente como en la represión ejecutada en la retaguardia. Finalmente, en noviembre de 1936 y bajo la dirección personal de Santiago Carrillo, las JSU rompen con el PSOE y se pasan al Partido Comunista. Las JSU, por tanto, eran una organización dependiente del PCE, enteramente subordinado a su vez a la Komintern y al Partido Comunista de la Unión Soviética, cuyo líder, por si alguien lo ha olvidado, era Stalin. Todas estas cosas son bien sabidas y los propios protagonistas las han contado reiteradas veces. Es asombroso que aún sea preciso recordarlas.


Cuando acabó la guerra civil, en abril de 1939, los principales cuadros del Partido Comunista ya estaban en el extranjero. Primero en Francia, pero París proscribió a los comunistas después del pacto de Stalin con Hitler (agosto de 1939), así que casi todos acabaron en Moscú. Cerca de un millar de personas se instalaron en la capital soviética. Meses antes, en junio, Santiago Carrillo había publicado su célebre carta contra su propio padre, el socialista Wenceslao, de la facción de Besteiro, acusándole de traición.


Los socialistas –decía entre otras cosas Santiago Carrillo- habían dejado en la cárcel a millares de comunistas para que las tropas de Franco los encontraran allí al entrar en Madrid. Eso era verdad. La carta tenía por objeto exculpar al PCE –y sobre todo al propio Santiago- de responsabilidad en la derrota y romper cualquier lazo entre el PCE y el PSOE.


Consiguió su objetivo, aunque a Carrillo le costaría recuperar su posición en la cúpula de un PCE cuyo buró político se reunía en Moscú en un ambiente de tempestad. No era para menos: José Díaz, el ya muy quebrantado secretario general, acusaba de traición a las JSU, es decir, a Carrillo.


El episodio de las “trece rosas” tiene que inscribirse en este contexto. En el verano de 1939, lo que ha quedado del PCE en España es menos que nada: los que no han huido, han sido ejecutados por los socialistas en el golpe de Besteiro y Casado –véase el caso de Barceló- o están presos y esperando juicio o paredón.


El primer intento de reconstrucción del partido en torno a Matilde Landa es frustrado de inmediato por la policía (Matilde fue condenada a muerte, pero una intervención del filósofo García Morente, ya sacerdote, la salvó del paredón). Acto seguido toma su testigo Cazorla, viejo camarada de Carrillo en los días de Paracuellos, pero con la misma rapidez es delatado desde el interior. Son episodios que he documentado abundantemente en “El libro negro de carrillo” (Libros Libres, Madrid, 2010).


En Madrid permanecen, sin embargo, núcleos menores de las JSU, que sienten la necesidad de multiplicar las acciones para eludir esa acusación de traición que la cúpula del Partido formula contra ellos. Ahora bien, esos sectores que aún quedan en la capital son los más vinculados a la represión roja en retaguardia, dirigidos por líderes de tercer o cuarto nivel y prácticamente sin comunicación con la cúpula de la organización, que está en el extranjero. Son tales líderes los que, supuestamente, tramaron el asesinato de Isaac Gabaldón a finales de julio de 1939.


El comandante Isaac Gabaldón, guardia civil, estaba adscrito al Servicio de Información Militar de Gutiérrez Mellado y era encargado del Archivo de Logias, Masonería y Comunismo, es decir, un puesto clave de la represión de posguerra. Fue asesinado en la carretera de Talavera junto a su hija (Pilar, 16 años) y su chófer.


El asesinato fue imputado a los comunistas, o sea, a las JSU. Hubo una redada que desmanteló los últimos restos del partido comunista en Madrid y llevó al tribunal, primero, y al paredón después, a 56 personas, entre ellas las jóvenes que luego la propaganda comunista bautizará como las “trece rosas”.


El mismo día del asesinato, según refiere Piñar Pinedo citando una resolución judicial del 20 de octubre de 1939, apareció en la prisión de Porlier nada menos que Gutiérrez Mellado para excarcelar a uno de los detenidos, el militante comunista Sinesio “el Pionero”, que resultó ser un confidente del SIM. Sólo él se salvó. Y enseguida desapareció para siempre. Todo el episodio del asesinato de Gabaldón y la investigación posterior está lleno de misterios y contradicciones. No es, en todo caso, el objeto de este artículo.


Los 56 detenidos en aquella operación fueron acusados de terrorismo, tanto por el asesinato de Gabaldón como por otras tentativas. Objetivamente, terrorismo era. Después, la mitología de la izquierda española ha convertido a las víctimas, y en particular a las “trece rosas”, en leyenda. La placa que conmemora su muerte dice que “dieron su vida por la libertad y la democracia”. No: dieron su vida –o, más bien, se la quitaron- por la dictadura del proletariado y por la revolución bolchevique, que era en lo que realmente creían.
 
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IDOLO, estoy de acuerdo contigo en esos ejemplos que has citado, recuerdo ya escribir sobre eso y que tenía libros de Mario Onandía, de Kepa Aulestia no conozco su trayectoria, claro que cualquier joven idealista quiere cambiar el mundo de injusticias, pero no lo cambiará con asesinatos crueles como paso en la segunda república y que Franco tuvo que parar, o como los etarras con sus asesinatos cobardes y secuestros que fueron cuando ya estábamos en democracia, con Franco vivo solo recuerdo el de un policía, las 13 rosas mal llamadas así, murieron por la sentencia puesta antes de terminar la guerra y solo 4 meses después de acabada esta, ejecutaron sentencia, pues ese grupo al que ellas pertenecían acabada la guerra unos días después seguían asesinando, te pongo la historia documentada que ha subido otra forera.




Las 13 Rosas es el nombre con el que se conoce a 13 jóvenes fusiladas el 5 de agosto de 1939 tras ser condenadas por un tribunal por participar en atentados terroristas. Pertenecían, en su mayoría, a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) la rama juvenil del comunismo en España que aspiraba a implantar en nuestro país un régimen como el de la URSS, país desde el que se financiaban y al que había escapado, tras la Guerra Civil, su máximo dirigente: Santiago Carrillo.


Las JSU, a las que pertenecían la mayoría de las 13 rosas, habían tenido una destacada participación en la represión republicana en Madrid durante la Guerra Civil. No en vano, esta organización política controlaba y dirigía directamente cinco checas donde se torturó y asesinó a cientos de personas. Está perfectamente documentado en los papeles del PCE que bajo control de su organización juvenil se encontraban las checas de Mendizabal 24, la de la calle Rimundo Lulio, la de Santa Isabel 46, la del Convento de las Pastoras de Chamartín y la de la calle Granda 4. Además, participaron en la acción represiva de varias otras cárceles de partidos políticos y tuvieron un papel destacado en las sacas cometidas para asesinar a miles de presos sin mediar juicio alguno. Quienes las presentan como garantes de la democracia suelen olvidar, entre otros, este detalle: a ellas se les juzgó, pero ellas participaron en una organización que asesinó sin juicio a miles de personas y que, en el momento de ser detenidas, se había convertido en un grupo terrorista dirigido por José Pena, Severino Rodríguez y Federico Bascuñana.


Las 13 rosas fueron condenadas a muerte, pero no estaba prevista su ejecución hasta que el 29 de julio de 1939 un comando de las JSU asesinó al comandante Isaac Gabaldón, a su hija Pilar de 16 años –hubiera cumplido 17 unos días después- y al chofer que conducía el vehículo, Luis Díaz Madrigal. La acción terrorista decidió a la autoridad judicial a la ejecución de las sentencias de muerte que se encontraban paralizadas.Entre las casi 70 sentencias se encontraban las de las 13 rosas.


Varias de ellas eran destacadas dirigentes y activistas del grupo terrorista en el que se habían convertido las JSU:


Ana López Gallego era la responsable de la rama femenina de las JSU. Recibía órdenes directamente de Manuel González Gutiérrez y había tenido una destacada participación en la organización del atentado frustrado que pretendían realizar durante el Desfile de la Victoria y que tenía como objetivo el asesinato de “la mayor cantidad de público asistente”, como declaró ante el juzgado la propia terrorista. Su cometido era el trasporte del explosivo, para ello se valía de jóvenes militantes de entre 15 y 17 años que por su edad, no levantaban sospechas.


Joaquina López Laffite fue la secretaria general del Comité Provincial de las JSU. Su casa se usaba para celebrar las reuniones de dicho comité y en ella se planificaron varios de los atentados que prepararon desde la organización juvenil comunista. Había organizado una red, en la que participaban varias de las 13 rosas, que preparaba a jóvenes comunistas para que intimaran con falangistas a los que sacaban información para señalar las víctimas de sus atentados.


Carmen Barrero Aguado
era miembro del Comité Nacional de la organización y una de las personas de mayor responsabilidad en la toma de decisiones junto a Pena, Rodríguez y Bascuñana.


Pilar Bueno Ibañez
era la mano derecha de López Laffite en el Comité Provincial y el enlace de ésta con Barrero.


Dionisia Manzanero Salas era la responsable de mantener el contacto entre las diversas ramas del grupo terrorista y rendir cuentas ante Bascuñana, dirigente encargado de los comandos terroristas que perpetraban los atentados.


Ante estos datos sorprende que políticos, partidos y personalidades de diversos ámbitos sigan brindando homenajes a quienes se convirtieron en terroristas tras resultar derrotados en una guerra.


No solamente los actuales dirigentes de las Juventudes Comunistas, desde Podemos a representantes de Ciudadanos no tienen ningún empacho en mostrar su admiración por estas 13 mujeres condenadas a muerte, pero que callan sin ningún rubor ante los miles de asesinatos cometidos por ellas y sus asociados durante la Guerra Civil.


La capacidad de la izquierda para construir leyendas es realmente admirable. El caso de las llamadas “trece rosas” es un perfecto ejemplo. Empezando por la circunstancia de que a esas mujeres fusiladas en 1939 se las considere socialistas cuando, en realidad, eran comunistas. Pero para entender adecuadamente el capítulo, en el que nada es rosa, conviene ponerlo en su contexto.


Cuando acabó la guerra civil, el Partido Socialista Obrero Español estaba literalmente triturado, dividido en al menos cuatro facciones. Hay que recordar que el último acto de la contienda es una batalla intestina en el bando del Frente Popular: a un lado, el Consejo de Defensa de Madrid, liderado por el socialista Besteiro con el coronel Casado y el anarquista Cipriano Mera; al otro, el gobierno del también socialista Negrín, entregado al Partido Comunista y cuyos principales líderes ya habían huido del país.


Aquella batalla no fue cosa menor: hubo cerca de 2.000 muertos. Sobre esta ruptura se añadió inmediatamente otra en el exilio: los socialistas de Indalecio Prieto, por un lado, contra los de Negrín, que a estas alturas ya había sido expulsado del PSOE. Prieto y Negrín no peleaban por razones ideológicas, sino por controlar el tesoro expoliado y expatriado por los jerarcas republicanos para sufragar su exilio. El PSOE nunca se recuperará de estos desgarros, y por eso su trayectoria bajo el franquismo fue tan poco relevante. Pero aun antes había habido otra ruptura, esta de mayores consecuencias: la de las Juventudes Socialistas, que fueron el instrumento de Moscú para fagocitar al PSOE.


Recordemos sumariamente los hechos: desde abril de 1936, con el protagonismo de Santiago Carrillo y por instrucción directa de Moscú, las organizaciones juveniles del partido socialista y del partido comunista se fusionan en las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Cuando estalla la guerra, los militantes de las JSU ingresan en masa en las llamadas Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas, la organización paramilitar del Partido Comunista, a la que tan pronto veremos en el frente como en la represión ejecutada en la retaguardia. Finalmente, en noviembre de 1936 y bajo la dirección personal de Santiago Carrillo, las JSU rompen con el PSOE y se pasan al Partido Comunista. Las JSU, por tanto, eran una organización dependiente del PCE, enteramente subordinado a su vez a la Komintern y al Partido Comunista de la Unión Soviética, cuyo líder, por si alguien lo ha olvidado, era Stalin. Todas estas cosas son bien sabidas y los propios protagonistas las han contado reiteradas veces. Es asombroso que aún sea preciso recordarlas.


Cuando acabó la guerra civil, en abril de 1939, los principales cuadros del Partido Comunista ya estaban en el extranjero. Primero en Francia, pero París proscribió a los comunistas después del pacto de Stalin con Hitler (agosto de 1939), así que casi todos acabaron en Moscú. Cerca de un millar de personas se instalaron en la capital soviética. Meses antes, en junio, Santiago Carrillo había publicado su célebre carta contra su propio padre, el socialista Wenceslao, de la facción de Besteiro, acusándole de traición.


Los socialistas –decía entre otras cosas Santiago Carrillo- habían dejado en la cárcel a millares de comunistas para que las tropas de Franco los encontraran allí al entrar en Madrid. Eso era verdad. La carta tenía por objeto exculpar al PCE –y sobre todo al propio Santiago- de responsabilidad en la derrota y romper cualquier lazo entre el PCE y el PSOE.


Consiguió su objetivo, aunque a Carrillo le costaría recuperar su posición en la cúpula de un PCE cuyo buró político se reunía en Moscú en un ambiente de tempestad. No era para menos: José Díaz, el ya muy quebrantado secretario general, acusaba de traición a las JSU, es decir, a Carrillo.


El episodio de las “trece rosas” tiene que inscribirse en este contexto. En el verano de 1939, lo que ha quedado del PCE en España es menos que nada: los que no han huido, han sido ejecutados por los socialistas en el golpe de Besteiro y Casado –véase el caso de Barceló- o están presos y esperando juicio o paredón.


El primer intento de reconstrucción del partido en torno a Matilde Landa es frustrado de inmediato por la policía (Matilde fue condenada a muerte, pero una intervención del filósofo García Morente, ya sacerdote, la salvó del paredón). Acto seguido toma su testigo Cazorla, viejo camarada de Carrillo en los días de Paracuellos, pero con la misma rapidez es delatado desde el interior. Son episodios que he documentado abundantemente en “El libro negro de carrillo” (Libros Libres, Madrid, 2010).


En Madrid permanecen, sin embargo, núcleos menores de las JSU, que sienten la necesidad de multiplicar las acciones para eludir esa acusación de traición que la cúpula del Partido formula contra ellos. Ahora bien, esos sectores que aún quedan en la capital son los más vinculados a la represión roja en retaguardia, dirigidos por líderes de tercer o cuarto nivel y prácticamente sin comunicación con la cúpula de la organización, que está en el extranjero. Son tales líderes los que, supuestamente, tramaron el asesinato de Isaac Gabaldón a finales de julio de 1939.


El comandante Isaac Gabaldón, guardia civil, estaba adscrito al Servicio de Información Militar de Gutiérrez Mellado y era encargado del Archivo de Logias, Masonería y Comunismo, es decir, un puesto clave de la represión de posguerra. Fue asesinado en la carretera de Talavera junto a su hija (Pilar, 16 años) y su chófer.


El asesinato fue imputado a los comunistas, o sea, a las JSU. Hubo una redada que desmanteló los últimos restos del partido comunista en Madrid y llevó al tribunal, primero, y al paredón después, a 56 personas, entre ellas las jóvenes que luego la propaganda comunista bautizará como las “trece rosas”.


El mismo día del asesinato, según refiere Piñar Pinedo citando una resolución judicial del 20 de octubre de 1939, apareció en la prisión de Porlier nada menos que Gutiérrez Mellado para excarcelar a uno de los detenidos, el militante comunista Sinesio “el Pionero”, que resultó ser un confidente del SIM. Sólo él se salvó. Y enseguida desapareció para siempre. Todo el episodio del asesinato de Gabaldón y la investigación posterior está lleno de misterios y contradicciones. No es, en todo caso, el objeto de este artículo.


Los 56 detenidos en aquella operación fueron acusados de terrorismo, tanto por el asesinato de Gabaldón como por otras tentativas. Objetivamente, terrorismo era. Después, la mitología de la izquierda española ha convertido a las víctimas, y en particular a las “trece rosas”, en leyenda. La placa que conmemora su muerte dice que “dieron su vida por la libertad y la democracia”. No: dieron su vida –o, más bien, se la quitaron- por la dictadura del proletariado y por la revolución bolchevique, que era en lo que realmente creían.
Te importaria citar la fuente de este artículo? Periódico/ blog....
Gracias de antemano
 
Volviendo al barrio escoltado hasta los dientes para revisar los dientes ? ? ( no debía de sentirse muy seguro en su barrio...)

El vicepresidente ha sorprendido a una parte de Vallecas viajando con un importante dispositivo que llama la atención

Esa actitud recuerda a los indianos, cuando tras muchos años en América regresaban a sus pueblos con un Cadillac para epatar al personal.
El Marqués de Galapagar ha perdido el oremus.
Quien desde trapo llega a toalla no encuentra clavo donde colgarla.
 
Luis María Ansón se suma a la conspiración y culpa a Hugo Chávez y a Podemos de la 'huída' del rey Juan Carlos
Asegura que el presidente de Venezuela comenzó una campaña contra el emérito a raíz del "¿por qué no te callas?"

RUBÉN ROZAS Jueves, 6 de agosto de 2020

Luis María Ansón. El Plural

Luis María Ansón. El Plural
Luis María Ansón ha provocado numerosos comentarios en las redes sociales a raíz de su polémica opinión acerca de la marcha de España del rey Juan Carlos.
El fundador de La Razón y exdirector del diario ABC y la Agencia EFE ha desvinculado los presuntos delitos financieros del monarca con su salida del país. En contraposición, ha señalado directamente al ya fallecido Hugo Chávez como uno de los culpables de la decisión del emérito.
Tomando como punto de partida el famoso “¿por qué no te callas?” de Juan Carlos hacia el entonces presidente de Venezuela durante la Cumbre Iberoamericana de 2007 el periodista ha señalado hoy, en La Mañana de La1: “A partir de ese momento, movilizó mucho dinero para hacer toda una operación en contra de don Juan Carlos, que empezó, por cierto, con una cosa que era evidente: las irregularidades que había cometido Urdangarín. Pero eso sí, implicando a la infanta Cristina, que no se nos olvide, fue absuelta”.
En esta línea, Ansón ha añadido que el juez que sentó a la Infanta Cristina en el banquillo se convirtió en diputado de Podemos por Baleares.
La respuesta no se ha hecho esperar en Twitter donde numerosos usuarios han calificado casi de “conspiración” esta teoría. Entre las respuestas más destacadas se encuentran la de el también periodista, Antonio Maestre.
Hostias, Ansón. El giro definitivo.

La salida de Juan Carlos I y el descrédito de la monarquía es una campaña orquestada por Hugo Chávez en venganza por el “Por qué no te callas” y con la complicidad de Podemos. ??‍♂️ pic.twitter.com/2Zau617Ayk
— AntonioMaestre (@AntonioMaestre) August 6, 2020
Desde la oposición, algunos portavoces como Javier Maroto han acusado en ocasiones a Podemos de querer implantar un "nuevo régimen". El partido morado considera que la marcha del emérito debería motivar a plantear un referéndum entre monarquía y república, algo que Pedro Sánchez desacreditaba el pasado martes en rueda de prensa.
 
El PSOE cree que Podemos usa al Rey para tapar sus irregularidades contables
Los socialistas acusan a Pablo Iglesias de "lanzar una cortina de humo" con sus ataques a la monarquía para ocultar sus anomalías contables

 
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