Premios Princesa de Asturias - 19, 20 y 21 de octubre, 2017.

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Como se le ocurre ir en un jersey embutida de dos tallas menos marcando pechonalidad y unos zapatos de plataforma con un tacón considerable para pasear por una aldea. De entre los miles de zapatos que tiene no puede ponerse unos mocasines para andar cómoda y relajada entre los vecinos del Pueblo Ejemplar. Si observáis un poco, os daréis cuenta que ella iba a su bola y es incapaz de poder reirse o empatizar con la cantidad de cirugías que lleva hechas. Es un espíritu andante que no tiene expresión ni vida propia y que eso la carcome en su fuero interno consumiéndola poco a poco. En el momento de plantar el árbol, una mujer que es tan musculosa de tanto hacer deporte, da dolor viéndola coger la pala porque no tiene fuerza alguna para aguantarla. Dios Mío Majestad, su esposa se consume día a día y su expresión de haber estado llorando durante estos tres días por no poder hacer lo que le dio la gana, la corroe y es de hacérselo mirar. Hay momentos que parece un robot y vaga de un lado a otro sin saber qué hacer. En la entrega de Premios tenía una cara de tedio y amargura que deseaba que todo se acabase pronto y más cuando la Reina Emérita fue aplaudida y vitoreada por el público asistente puesto en pie. Pero doña Sofía siempre muestra gestos de cercanía y calidez con todo el mundo que se le acerca y a diferencia de la Reina Consorte no son impostados. Además no es una mujer asturiana como la Reina Consorte y sin embargo traía al cuello una cadena con la Virgen de Covadonga por deferencia a la tierra donde su nieta es Princesa de Asturias.
 
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