Libros, libros, libros

No tengo planes de su***dio, pero...
Se cumplen 30 años de la muerte de Sándor Márai, un escritor excepcional que se pegó un tiro en la cabeza después de anunciarlo en su diario, hoy una obra maestra



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Sándor Márai



ALBERTO OLMOS
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LIBROS

03/05/2019




Juan José Millás cita varios libros singulares en su última novela, 'La vida a ratos' (Alfaguara). Al entrevistarle, le pregunté por los diarios de Sándor Márai, que yo no conocía. Me dijo que era uno de los mejores libros que había leído en los últimos diez años. Su admiración por estos diarios no me dio más ganas de leerlos que la admiración de cualquiera de ustedes por cualquier libro del mundo: me dio exactamente las mismas grandísimas ganas. Una de las cosas que me gusta de estar acabado es que no estoy tan acabado como para no querer leer ese libro que a alguien le pone la piel de gallina. No puedo vivir sin conocer un libro que alguien -reitero: quien sea- entiende excepcional. Así que encargué estos diarios en la librería y, mientras esperaba que me los trajeran, me los saqué también de una biblioteca que está a media hora en autobús de mi casa. El comercio de libros va muy rápido, pero un buen lector corre más.



El libro se titula, muy pálidamente, 'Diarios 1984-1989' (Salamandra), y desde aquí les administro la obligación de leerlo. Hay muchos libros buenos, deliciosos, sustanciales, pero no hay tantos libros estrictamente necesarios. 'Los diarios últimos de Márai' son necesarios. Usted no vivirá igual después de leer sus apenas doscientas páginas, porque se enfrentará a algo que seguramente, si no tiene más de cincuenta años, lleva toda la vida esquivando: el conocimiento de la muerte.

Una de las cosas que me gusta de estar acabado es que no estoy tan acabado como para no querer leer ese libro que a alguien le pone la piel de gallina

Ya Henry Roorda nos legó un libro fascinante de título implacable: 'Mi su***dio' (Trama). Pero es Márai quien consigue restar espectáculo a la muerte -a fin de cuentas, suicidarse es darse toda la importancia del mundo- para hacernos mirar hacia la cotidianidad del morirse, esa rutina aún más exasperante que la propia de vivir. Márai se suicidará al final de este diario (“No tengo planes de su***dio, pero...”), y le veremos comprar la pistola y decirle al armero, cuando le da cincuenta balas, que él no necesita tantas; pero la muerte que el autor nos relata y describe, la muerte que deja al lector tiritando y viendo la vida por sus derrotas más inaceptables es la de su mujer. Unas cincuenta páginas dedica Márai a la enfermedad, postración, agonía y fallecimiento de su compañera de las últimas décadas, y son tan crudas, tan emocionantes, tan enamoradas que al acabar de leer uno forma parte ya del duelo de hace treinta años de dos húngaros exiliados en San Diego.


Contaba Mark Oliver Everett en 'Cosas que los nietos deberían saber' (Blackie Books) que su productor habitual se tomó muy mal un disco suyo porque trataba casi exclusivamente sobre la muerte. “Nadie quiere escuchar un disco sobre la muerte”, le dijo. Seguramente nadie quiere leer un libro sobre la muerte, pero si tienen en mente morirse algún día, si tienen en mente ver morir a alguien alguna vez, este libro les ayudará. Así se lo digo.

3 meses y 80 años
Sándor Márai fue un autor de éxito internacional hasta finales de los año 40, cuando su exilio en Estados Unidos y la prohibición de su obra en Hungría le borró del mapa. En España se habían publicado algunas novelas suyas ya en los años 30, pero fue en el año 2000 cuando la editorial Salamandra inició la recuperación de toda su obra, empezando por 'El último encuentro', que -recuerdo- fue un best seller.



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Portada



Lo leí sin mucho entusiasmo, porque, cuando uno es joven, las novelas que lees no sólo tienen que ser buenas, además tienen que ser modernas. Y Márai no es nada moderno, es como un Henry James que vendiera libros; como un Stefan Zweig tridimensional.

El caso es que la inercia agradecida que se inició con su 'Diarios 1984-1989' me llevó a otros libros suyos, y cayó en mis manos 'La herencia de Eszter', una novelita de 1939 que, salvo un pomposo mueble aquí y un visillo allá, parece acabada de escribir ayer por la tarde. Me poseyó entonces, a medio libro y con tanto gusto en leerlo, una epifanía de lo más amarga: que este libro se había escrito hacía 80 años, amigos, y que muchos escritores de hoy se lamentaban de que sus libros no duraran en las mesas de novedades más de tres meses. Ahí vi el ridículo absoluto de un autor actual: que se preocupe por los tres meses cuando lo importante son los 80 años. Hay que escribir libros que duren 80 años, no tres meses.

Burgués
Y leí otro libro aún más insultante de Márai, 'Confesiones de un burgués'. La ofensa obedecía esta vez a que era un libro aún más joven que los anteriores, pues su autor contaba 34 años cuando lo publicó. Se trata de autoficción anticipada a la autoficción, es decir, mucho mejor que la nuestra. “Con tanta música y tanto arte no les quedaba tiempo para ganar dinero.”

Perfectamente a la altura de 'El mundo de ayer', 'Confesiones de un burgués' retrata la Hungría de los años 30 con el único talento indiscutible: que a uno, español en pleno 2019, le acaba interesando mucho la Hungría de los años 30. Y es que un gran escritor se caracteriza siempre por esa lisérgica sensación cercana al fanatismo que promueve en su lector: que te parece, mientras lo estás leyendo, el mejor escritor del mundo.

https://blogs.elconfidencial.com/cu...-03/no-tengo-planes-de-su***dio-pero_1971538/



Éste es uno de mis autores preferidos y un gran libro. Lo último que escribió a su mujer Lola: Venimos de la nada y desaparecemos en la nada; lo demás son fantasmagorías infantiles.Sus últimas palabras para Lola: “Hoy he añorado mucho la nobleza y la elegancia del cuerpo de L. Su sonrisa. Su voz.
 
«Historia inventada de Cataluña»: de Cervantes y Marco Polo hasta Santa Teresa de Jesús
Un libro recopila cien «mentiras, exageraciones y apropiaciones» del nacionalismo catalán



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Detalle de la portada del libro - ABC



Alberto Caparrós@AlbertoCaparrós

01/05/2019



«Historia inventada de Cataluña». Con ese título y una ilustración que muestra a los expresidentes de la Generalitat catalana Jordi Pujol y Carles Puigdemont envueltos en una estelada junto al Rey Jaume I y rodeados de personajes célebres de la Historia universal, el escritor valenciano José Vilaseca (Valencia, 1975)se ha propuesto desmontar las «historias inventadas por el nacionalismo catalán, sus exageraciones y sus apropiaciones».

Vilaseca ha recopilado «cien pildoritas» para desmontar los mitos del soberanismo catalán y ha buceado por la «Renaixença» y por el nacionalismo de finales del siglo XIX para desembocar en la la Transición hasta llegar a nuestros días. «He escogido cien, pero si tengo que hacer una segunda edición podría añadir otras muchas», explica el autor, que se ha documentado en hemerotecas de grandes periódicos como «ABC» para un trabajo en el que ha cotejado también archivos de asociaciones independentistas como Ómnium Cultural y en vídeos difundidos por internet.

«Historia inventada de Cataluña», editado por NPQ, salió a la venta el pasado domingo y «ya se ha convertido en la obra más palpada de la Feria del Libro de Valencia», ironiza Vilaseca, diplomado de Educación Infantil y Licenciado en Pedagogía por la Universidad de Valencia.

Este escritor cuenta en su haber con obras sobre la Historia de Valencia, Alicante o Murcia, pero en su noveno libro ha dado una vuelta de tuerca para pasar de los hechos reales a los inventados: «El nacionalismo catalán returce la Historia. Ponen mucha Paj* y logran así que se forme mucho humo. Pero el fuego resultante no tiene sentido y las mentiras caen por su propio peso».

Sin grandes pretensiones y con un tono ameno, Vilaseca abordar una cuestión ampliamente tratada por hispanistas como John Elliott con la idéntica conclusión sobre la «fantasía creada por los separatistas catalanes».

«He escogido cien pildoritas, pero si tengo que hacer una segunda edición podría añadir otras muchas»
La obra tiene un apartado dedicado a personajes célebres a los que el nacionalismo catalán ha «reivindicado o han intentado justificar su origen» para abonar sus tesis. Algunos de ellos ya se adivinan en la portada, obra del humorista gráfico Raúl Salazar. Vilaseca explica en algunas de sus «pildoritas» episodios en los que se ha intentado catalanizar a «Cervantes, Marco Polo o Santa Teresa de Jesús».

«Historia inventada de Cataluña» trata de desmontar «aseveraciones que no son ciertas» acuñadas por el propio «Jordi Pujol, los partidos nacioanalistas y los orbitales en otras regiones como Baleares, Aragón o la propia Comunidad Valenciana».

https://www.abc.es/espana/comunidad...-santa-teresa-jesus-201905010030_noticia.html

 
Seis libros de la semana


BABELIA
6 MAY 2019

Este número de Babelia analiza títulos de Guzel Yájina, Marco Santagata, Juan Carlos Abril, Alba Carballal, Alan Pauls y Pilar Martín Gila.


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Zuleijá abre los ojos
Guzel Yájina se estrena en la novela y narra con una prosa cinematográfica una tragedia del siglo XX: una historia de abuso y liberación durante la Gran Purga stalinista. Crítica de MONIKA ZGUSTOVA.


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Dante. La novela de su vida
Marco Santagata construye a partir de una exhaustiva documentación la novela de la vida del autor de la ‘Comedia’, al que atribuye grandes dosis de presunción, fervor combativo y mala leche. Crítica de FRANCISCO RICO.


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En busca de una pausa
Los poemas largos de Juan Carlos Abril en 'En busca de una pausa' construyen el soliloquio de un sujeto moral y reflexivo que hace balance de lo vivido. Crítica de LUIS B



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Tres maneras de inducir un coma
La primera novela de Alba Carballal suena al creador de Gurb. El problema es que suena al de hace 40 años y, pese a la solvencia narrativa, no pasa del mimetismo. Crítica de CARLOS ZANÓN.


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Trance
Alan Pauls subraya en 'Trance', un relato autobiográfico a través del impacto intelectual de sus lecturas, la idea de que vivir y leer no son actividades escindidas. Crítica de MARTA SANZ.



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La cerillera
Pilar Martín Gila fabula un sueño sobre qué hubiera pasado si la cerillera no hubiera muerto de frío. Crítica de ANTONIO ORTEGA.


https://elpais.com/cultura/2019/05/01/babelia/1556707270_223125.html




 
LA GRAN OBRA SOBRE LA GUERRA DE VIETNAM

Vuelve 'Dog soldiers', una de las cien mejores novelas del siglo XX
El recién llegado sello Malas Tierras inicia una prometedora andadura con la nueva edición de una novela tan apabullante como inencontrable en español desde hace ya años



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'Dog soldiers' (Malas Tierras)



JORDI COROMINAS I JULIÁN
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LITERATURA


Para el imaginario colectivo, la guerra del Vietnam es el conflicto del séptimo arte, mucho más que la segunda conflagración mundial o las recientes batallas del Golfo Pérsico. 'Apocalypse now', 'Birdy', 'Full metal jacket' o 'Nacido el 4 de julio' son los iconos que dan al público una visión de la barbarie que, sin embargo, también ha sido tratada adecuadamente a nivel literario, siendo 'Dog Soldiers' de Robert Stone su obra más representativa. Publicada en Estados Unidos en 1975, vuelve a editarse en nuestro país tras unos años inencontrable por la nueva editorial Malas Tierras prologada por Rodrigo Fresán y traducida por Mariano Antolín Rato e Inga Pellisa. En su prólogo Fresán ofrece algunas pistas de lectura que quedan atrás cuando nos adentramos en la misma y descubrimos por nuestra cuenta y riesgo por qué ganó el National Book Award y está considerada por Time como una de las cien mejores novelas del siglo XX.



En primer lugar hay un factor que muchos no han considerado a la hora de abordarla críticamente. 'Dog Soldiers' es de los pocos libros que, por su misma estructura en perpetuo movimiento, hermana la doble América que se generó en los primeros setenta entre Vietnam y California. Los alegres sesenta de flores, paz y amor terminaron con una cruenta resaca paralela. La inercia destructiva del sudeste asiático, donde la decadencia era fruta podrida al servicio del Estado, se percibía en los jóvenes estadounidenses como un martirio de drogadicción y violencia del que era muy complicado escapar. Y es en este punto donde podemos introducir la figura del protagonista, John Converse, periodista de poca monta que tras escribir una obra de teatro y casarse con la hija de su jefe, un acérrimo comunista en la tierra menos adecuada para amar la hoz y el martillo, pide ir como corresponsal a la aridez de Raigón, donde cae en círculos poco aconsejables hasta ver una tabla de salvación en tres quilos de purísima heroína para vender al mejor postor de su país natal.


La primera parte de 'Dog Soldiers' es una invitación a cruzar las puertas del Hades de manera filosófica. Mientras la acción transcurre en el epicentro trágico de la década una intensa perfección surca cada página por la profundidad de sus diálogos, lo descarnado del sentimiento y la crudeza de quien ha perdido la capacidad del dolor por haberlo tocado demasiadas veces. A ello contribuyen los secundarios y otro rol trascendental en la narración, el soldado Hicks, que es quien debe transportar la mercancía hasta la nación de las barras y estrellas, que es donde topará con la mujer del periodista, embarcándose ambos en una huida hacia delante para escapar de unas garras que desean el polvo blanco. Entre ellos está el agente corrupto Antheil, una especie de Phil Spector de la CIA que complicará las cosas a todos los implicados en la trama, que cuando ingresa en suelo americano se transforma en una frenética carrera de caza y captura por carreteras secundarias donde se ejemplifica el malestar moral de un tiempo hijo del caos que sigue a la armonía de la esperanza.



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Como pueden comprender, es pura lógica del relato, una persecución sin que las piezas colapsen sería un sinsentido tremendo. Hasta que eso ocurra el lector se verá enfrascado en una batalla más que dialéctica que incluye s*x*, pólvora, violencia física, bares de mala muerte, moteles, montañas anómalas y un amplio abanico destructivo inspirado en el contexto de la época y en la magna herencia de lo Beat, pues es ciertamente inevitable no comparar ciertos pasajes con anécdotas de Kerouac, Cassady, Ken Kessey y compañía, de quien Dog Soldiers, ayudado por el contexto, bebe esa sinfonía alucinógena que impregna su textura.

El lector se verá enfrascado en una batalla más que dialéctica que incluye s*x*, pólvora, violencia física, bares de mala muerte, y un amplio abanico destructivo

Asimismo, la contundencia narrativa puede deberse a la necesidad del arte del período de exponer sin tapujos la ética y la estética del desencanto, pues la obra cumbre de Stone está íntimamente ligada a la época que la construyó, cuando los EE.UU. asumían su descalabro de asesinatos políticos, dimisiones, corrupciones y el debut de la derrota en su vocabulario imperial, con la humillación que suponía alzar la bandera blanca ante seres amarillos que defendían los ideales del enemigo soviético, gota que colmó el vaso y empujó a una entera generación al marasmo durante una década de hundimiento previo al conformismo reaganiano que terminó con la confusión e instauró un pésimo nuevo orden. En este sentido Robert Stone dio en el clavo al dibujar la línea de frustración del sueño y la deriva que conformó su terrorífico epitafio, muerte del ideal para privilegiar el cinismo ante la ausencia de alternativas

https://www.elconfidencial.com/cult...e-dog-soldiers-novela-guerra-vietnam_1991018/




 
Mamá era una espía
Dos nuevos libros se acercan a la mítica figura del agente secreto comunista desde un punto de vista distinto, el de sus hijos



. A. AUNIÓN

Madrid 10 MAY 2019



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Bruria Forgách y su hijo András, en Budapest 1975. IMAGEN CORTESÍA DE ANDRÁS FORGÀCH



Las complejas relaciones entre hijos y madres han producido a lo largo de la historia un inagotable catálogo de frutos literarios. Así que debe ser muy difícil para un autor resistirse a escribir sobre ello, si su madre, además, pertenece a esa mítica y fascinante estirpe que tiene su propio género, el de los espías. Si, por ejemplo, resguardada tras la apariencia de una ama de casa corriente, llegó a informar a las autoridades comunistas húngaras, incluso, de las actividades de su propio hijo; o si, retratada por algunos como una autentica Mata Hari, fue la primera esposa del más icónico de los agentes dobles de todos los tiempos: Kim Philby. En el primer caso, nació el libro El expediente de mi madre, del húngaro András Forgàch (Anagrama, 2019) y, en el segundo, Un capítulo de mi vida, escrito en 2004 por la alemana Barbara Honigmann, pero recién editado en español por Errata Naturae.

A partir de ahí, sin embargo, cada uno de ellos se transita campos narrativos muy distintos. Si Forgách ha optado por indagar y rebuscar en la documentación para plasmarlo después en forma de novela, Honigmann decidió hacer un ensayo, un relato personal a partir, única y exclusivamente, de sus recuerdos. Lo reconoce al final del libro: “No fui ni viajé ni acudí a parte alguna. No busqué ni encontré ni vi documentos. No hablé con nadie ni le pregunté a persona alguna. Podría haberlo hecho, pero no lo hice”. Y lo explica por correo electrónico: “Escribí este libro más de 10 años después de la muerte de mi madre: necesité ese tiempo de gestación. Me sentía abrumada y a menudo exasperada por las tan numerosas publicaciones sobre el caso Philby y por la imagen que se había dado de mi madre, la de una bella y seductora judía. Así que he querido dar mi propia versión de la vida de esa mujer que se convirtió en mi madre y que me habló de su tiempo con Philby y de la implicación en los proyectos del KGB como ‘un capítulo de su vida”.

Philby, que llegaría a convertirse en el agente doble más famoso de todos los tiempos como un alto cargo de la inteligencia británica que, en realidad, trabajaba para la URSS, conoció a la madre de Honigmann —Alice Kohlmann, entonces Litzy Friedmann, 1910-1991— en la Viena de los primeros años treinta del siglo pasado. Ambos comunistas entusiastas, se enamoraron y se casaron antes de regresar a Londres, ya como agentes soviéticos, y acercarse a los círculos filofascistas. Al comienzo de la Guerra Civil española, Philby fue enviado como corresponsal de un diario británico para cubrir la contienda en el lado franquista, mientras Litzy vivió a todo lujo en París —con amante incluido—mientras hacía de correo de las informaciones que iba obteniendo su marido.


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Alice Kohlmann, de joven, en una imagen sin datar.



En qué momento acabó su relación con Philby, ocurrió su divorcio y cuándo dejó de ser una agente de inteligencia activa forma parte, al menos en el recuerdo de su hija, de la nebulosa que siempre creó a su alrededor esa mujer compleja, culta y cosmopolita que no recordaba cuál era su verdadero color de pelo y tenía a gala que cada grupo de amigos en las distintas etapas de su vida le conocieran por un nombre distinto: en su Viena natal, en París y Londres, en el Berlín Este donde vivió con su segundo marido, el periodista Georg Honigmann, y creció la hija de ambos, Barbara…

Al pedir a la dramaturga y escritora que elija un rasgo que, en su opinión, defina a su madre, contesta: “No quejarse nunca, no soltar jamás una lágrima y guardar la compostura creo que eran los valores más importantes de su vida. Como por casualidad, se correspondían con cierta educación british (que ella nunca tuvo, pues era judía austrohúngara) y con las cualidades de un buen soldado de a pie. Nunca le dio importancia a las cosas materiales, pero apreciaba la comodidad cuando existía”. El libro, continúa Honigmann, quizá no le ha ayudado a entenderla mejor —“¿Conoce a alguna mujer que comprenda a su madre?”—, pero sí “a aceptarla como era”.

El artista y escritor András Forgách, sin embargo, sí que cree que el trabajo que ha hecho con El expediente de mi madre le ha ayudado a comprenderla mejor. “Absolutamente. Era una persona carismática y preciosa (así es como la recuerdo yo). En esencia, ella es como la heroína de cualquier novela: está hecha de contradicciones, de elementos complejos e irreconciliables; cuanto mayores son las contradicciones mayores son las tragedias”, explica por correo electrónico.

A partir de los cientos de informes redactados por el servicio secreto húngaro y por su madre, Bruria —como Litzy Friedmann, de ascendencia judía, 1922-1985—, recompone escenas de la vida de toda la familia, que incluye a un padre que también fue agente del servicio secreto, y sus hijos, incluido Forgách, disidente político al final de la etapa comunista. Fue un proceso duro, admite, pero, si Honigmann quería salir al paso de todo lo que se había escrito sobre su madre, Forgách quiso adelantarse, contar su verdad antes de que lo hiciera cualquier otro. “De acuerdo a las leyes húngaras actuales, solo tenía un año antes de que los dosieres sobre mi madre fueran públicos”, explica. Añade, en todo caso, otra razón: “Un tema arriesgado siempre mejora la capacidad de un escritor para expresarse”.

En ese camino, Forgách asegura que en todo momento reconoció a su madre en aquellos papeles: “Siempre fue fiel a sí misma: era bastante beligerante con sus enlaces, tenía convicciones muy fuertes […] A finales de los años setenta y principios de los ochenta, cuando estaba activa en el servicio secreto, el país estaba lleno de incertidumbre social y, al mismo tiempo, había movimientos culturales muy interesantes, una especie de dinamismo. Hungría era relativamente más abierto que los otros países socialistas y necesitaban personalidades tan abiertas y coloridas como mi madre, que hablaba muchos idiomas, tenía una familia en Israel”. Pero hay algo que todavía no termina de digerir: “Ver que tu madre recibe el nombre de agente, de espía, de informante...”.


https://elpais.com/cultura/2019/05/10/actualidad/1557507904_305943.html



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'LOS DÍAS SALVAJES'
La desaparecida que llamó a sus padres seis años después... y nunca más se supo
Marcelo Larraquy publica un libro con historias olvidadas de los convulsos años setenta argentinos


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Cecilia Viñas y su marido, Hugo Penino



CARLOS PRIETO
12/05/2019

La primera llamada de Cecilia Viñas a su familia se produjo en diciembre de 1983, días después de la llegada de la democracia a Argentina. Llevaban más de seis años sin saber de ella. La última llamada se produjo tres meses después. Y luego... nunca más se supo.

"Veo a mi viejo y me dice: 'Llamó tu hermana'... Lo miré para ver si no estaba chapa [loco]... Mi viejo, con total convencimiento, decía que era ella, 'que era la gorda'", recuerda su hermano Carlos, que no tiene ninguna duda de que era Cecilia: 'Estaba totalmente angustiada. Pero era ella. Seguridad total. Podrían haber puesto a una actriz con la voz angustiada, pero había códigos que conocíamos ella y yo... Cecilia habla con mi papá, pero con la voz 'soplada', tratando de que nadie escuche... Desde la primera llamada decía: 'En cualquier momento me largan'... Y también dice 'nos trasladan', como si fuera un grupo de rehenes al que mantenían secuestrado".

Cecilia Viñas fue la única desaparecida de la que se tuvo información durante la democracia... Fue un caso único de la dictadura militar
Nadie sabía nada de Cecilia desde el 13 de julio de 1977, cuando fue secuestrada junto a su marido, Hugo Penino, en el contexto de la ola siniestra de la Junta Militar argentina. Cecilia Viñas estaba embarazada de siete meses. Años más tarde se desvelaron varias cosas: Hugo Penino quizá fue asesinado el mismo día de su secuestro. Cecilia no. Cecilia daría a luz dos meses después en una habitación cutre del centro clandestino de detención de la ESMA (Escuela Mecánica de la Armada).

Otra muestra del salvajismo político de esos días: el padre de Hugo, marido de Cecilia, era primo de un general. Tras la desaparición, fueron a verle para preguntarle por el paradero de Hugo y Cecilia. La reunión no salió bien (por decir algo). Lo recuerda el hermano de Cecilia: "Mi viejo llamó al padre de Hugo, que era primo hermano del general [Osvaldo René] Azpitarte, a cargo del V Cuerpo de Ejército. Fueron a verlo, y el tipo de forma muy cruda les dijo que cada fuerza hacía lo que quería con sus secuestrados. 'Si los tuviera yo, y ellos habrían estado en la joda, no los ven más', les dijo… Y Azpitarte era pariente de Hugo... Salieron devastados de la reunión". En efecto, con familiares así, quién necesita enemigos. Era la guerra total y absoluta contra la subversión, su entorno y todo aquello que se moviera.


Lo cuenta el periodista e historiador Marcelo Larraquy en su nuevo libro, 'Los días salvajes', historias olvidadas de una década crucial (1971-1982). Larraquy, autor de clásicos como 'López Rega, el peronismo y la Triple A' o 'Galimberti: de Perón a Susana, de Montoneros a la CIA', vuelve a su tema favorito: la narración de una época convulsa que trasciende el caso argentino: sus libros sirven como espejo de qué ocurre cuando la política se polariza a lo bestia, la revolución choca con la represión y los artefactos políticos más extraños se suceden. O la Argentina de los setenta como laboratorio político del crudo siglo XX.

Busquen a mi hijo
De entre todas las historias de 'Los días salvajes', quizá la más dura sea la de Cecilia Viñas. Una de las llamadas a su familia desde su confinamiento quedó grabada. Es estremecedora. Cecilia sospecha (con razón o sin ella) que la novia de su padre (hija de un comandante) pudo irse de la lengua sobre su antigua militancia sindical y precipitar su secuestro. Aquí la llamada:


VIDEO :


https://www.elconfidencial.com/cult...eis-anos-despues-y-nunca-mas-se-supo_1993462/


Una vida normal truncada salvajemente por lo peor de la política. "Después del golpe militar [Hugo y Cecilia] decidieron mudarse a Buenos Aires y abandonar la militancia hasta que la situación se aclarara. Hugo Penino consiguió empleo en Ford Copello y Cecilia en Nexo Publicidad. Había hecho un curso sobre tarjetas perforadas, una de las primeras herramientas informáticas para guardar datos. Los dos tenían buenos sueldos. Una vez, su madre le avisó que el Ejército había ido a su casa de Mar del Plata a preguntar por ella, pero Cecilia continuó en su trabajo. Quería hacer una vida normal. Ya estaba casada y esperaba un hijo", cuenta Larraquy.

Su hermano Carlos recuerda así en el libro los meses previos al secuestro: "Cecilia pensaba que no tenía nada que esconder. Ninguno de los dos era clandestino. Yo estuve con ellos un mes antes del secuestro. No tenían ningún temor. Ella, con la pancita; los dos muy felices; todo bien. Lo que tenía Cecilia es que largaba todo lo que se le venía a la cabeza. Yo le decía: 'Bajá los decibelios porque los tipos están muy pesados'. Y hablamos de la pareja de mi viejo, una mina bastante reaccionaria, hija de un comandante de Gendarmería, con un cuñado en la Marina, y mi hermana discutía bastante sobre la situación del país. Yo le decía que se hiciera la boluda".

Democracia pervertida
¿Cómo logró Cecilia hablar con sus padres desde su secuestro y por qué no volvió a saberse de ella? No se sabe con certeza. Quizá le dejaron hacer llamadas para minar a la familia y pedir un rescate. La democracia había llegado a Argentina, sí, pero el enloquecido tren de la represión no detuvo su marcha de un día para otro, sino que se fue ralentizando. Suena muy crudo, pero había mucha gente viviendo de eso tras años de represión contra la disidencia por parte de estratos oficiales y/o clandestinos del Estado. Uno de los lados sórdidos de la transición argentina es que el secuestro se había convertido en industria, y una industria no se desmonta en dos días, del secuestro político habíamos pasado a la extorsión criminal sin coartadas.

"Cecilia Viñas fue la única desaparecida de la que se tuvo información durante la democracia. Esto implicaba que, aun en el gobierno de Alfonsín, había una fuerza militar que todavía tenía secuestrados-desaparecidos en algún centro clandestino... Fue un caso único de la dictadura militar. Una secuestrada-desaparecida en 1977 que comenzó a llamar a su familia en diciembre de 1983, diez días después de que Alfonsín asumiera el gobierno. En las conversaciones hablaba de 'traslados', y 'guardias'... Una de las conversaciones fue grabada. La escuchó el ministro del Interior, Antonio Tróccoli, en su despacho el 30 de abril de 1984. El ministro transpiró: había una desaparecida que estaba viva", escribe Larraquy.



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Portada




"El 29 de abril de 1983, la dictadura militar había resuelto dar por muertos a los "desaparecidos": 'Debe quedar definitivamente claro que quienes figuran en nóminas de desaparecidos, y que no se encuentran exiliados o en la clandestinidad, a los efectos jurídicos y administrativos se consideran muertos, aun cuando no se pueda precisar hasta el momento la causa y la oportunidad del eventual deceso, ni la ubicación de sus sepulturas', aseveraba el 'Documento Final', para dar por cerrados los debates acerca de "la lucha contra la subversión", cuenta el libro. Pero Cecilia Viñas vivía, aunque nunca dieron con ella. El que sí apareció fue... su hijo.

En otra de las llamadas a su familia, el 14 de enero de 1984, Cecilia preguntó cómo estaba su hijo. En 1977, sus secuestradores le dijeron que lo habían entregado a su familia tras el parto. Pero no era cierto. Según su hermano, enterarse de eso "fue tremendo para Cecilia", que en la siguiente llamada rogó a su madre: "Busquen a mi hijo".

El hijo de Cecilia Viñas y Hugo Penino nació en la Sala de Embarazadas del centro clandestino de la ESMA el 7 de septiembre de 1977. El bebé se lo quedó el capitán de navío Jorge Vildoza, subdirector de la ESMA. Todo esto se supo llegada la democracia y tras la movilización de las familias de Cecilia y Hugo. Pero Vildoza burló la acción de la justicia argentina, se benefició de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, se dio a la fuga con su familia, pasó por varios países y su rastro se perdió.

"Una luz de justicia se abrió muchos años más tarde en los juicios por las embarazadas despojadas de sus hijos en centros clandestinos. Un programa de televisión de España, 'Quién sabe dónde', se interesó por la historia de Cecilia, en forma coincidente con el juez español Baltasar Garzón, que aceptó tomar juicios por bebés apropiados, que consideró imprescriptibles", recuerda el libro. El hermano de Cecilia lo recuerda así: "Creo que eso fue en el año 97. Me presenté con mi mamá a la justicia en España y en la televisión. Pudimos pagar solo un pasaje; del otro se hizo cargo el programa. Contamos la historia, presentamos fotos. Seguimos denunciando a Vildoza como apropiador del hijo de Cecilia y Hugo. El programa tuvo mucha repercusión".

Una luz de justicia se abrió muchos años más tarde en los juicios por las embarazadas despojadas de sus hijos en centros clandestinos

El hijo perdido de Cecilia se enteró entonces de su historia. "Javier se contactó con los tribunales federales argentinos. Es probable que se hubiera enterado del programa en España, o que hubiese leído en internet acerca de las denuncias contra el capitán Vildoza. Se dispuso a hacer los análisis de sangre. Estaba cansado de vivir con dos identidades. Su apropiador le había dicho que había sido adoptado".

El caso se reabrió. La mujer de Jorge Vildoza, Ana María Grimaldos, fue condenada a seis años de prisión en 2015 por apropiación de bebé. Jorge Luis Magnaco, médico responsable de los partos clandestinos en la ESMA, había sido condenado antes a 17 años. A día de hoy se desconoce el paradero de Jorge Vildoza

Escribe Larraquy en el prólogo del libro: "'Los días salvajes' no contiene todos los episodios centrales de la década de 1970, ni siquiera los más sobresalientes… Los episodios de este libro pueden parecer dispersos o dispares, pero hay fuerzas ciegas que los reúnen a todos. La fuerza de las expectativas colectivas no resueltas. La fuerza de las ideas y de las ilusiones, de los odios. La fuerza del miedo, de las tragedias, de lo que se quiso y no se pudo. De lo que se padeció. Quizás esas fuerzas ciegas, rescatadas desde el mar de los acontecimientos, leídas en conjunto, puedan ofrecer una versión integrada y consistente de una época más olvidada que reconocida, más traumática que asimilada".

Repetimos: La fuerza de las expectativas colectivas no resueltas. La fuerza del miedo, de las tragedias, de lo que se quiso y no se pudo. De lo que se padeció.
 
Una transición en el armario
El periodista Raúl Solís reúne en un libro el testimonio de ocho mujeres transexuales que se enfrentaron al franquismo



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FRAN SERRATO
Madrid 1 MAY 2019




“Escuchaba el cajón de los cubiertos y pensaba que mi padre venía a matarme”, relata Mar Cambrollé. A los ocho años ya dormía con un cuchillo debajo de la almohada, por si tenía que defenderse de su progenitor, que la condenó a comer sola en la cocina y a palizas correctivas que buscaban que aquel niño afeminado se convirtiera en un hombre. Cambrollé, que acaba de cumplir 61 años, vivió una infancia y una adolescencia dura. Como la mayoría de las mujeres transexuales durante el franquismo. El suyo es uno de los ocho testimonios que aparecen en el libro La doble transición, del periodista Raúl Solís.

Solís (Mérida, 1982) aborda en sus páginas la heroicidad de un colectivo “perseguido durante la dictadura y olvidado en democracia”. En su opinión, la sociedad intentó convencerlas de que habían nacido en cuerpos equivocados, pero su lucha por la libertad durante el franquismo y en la Transición les permitió demostrar que era la sociedad quien se equivocaba. “Estas mujeres se rieron de la dictadura, subvirtieron todos los tratados de la España en blanco y negro. Por eso dieron con sus huesos en la cárcel”, reconoce el autor.

Manolita Saborido es otra de esas mujeres. Lo que más temía de pequeña era que llegasen las fiestas de su pueblo, Arcos de la Frontera (Cádiz). “Nos encerraban para que no nos vieran los turistas. Decían que los echábamos y estropeábamos el negocio de los hoteles y de los restaurantes”. El relato de la Transición está incompleto si no se cuenta la lucha de estas mujeres. Ellas también trajeron la libertad. Lo hicieron con su cuerpo como bandera. “Ni un solo gay, bisexual o lesbiana se atrevió a ocupar la cabecera de la primera manifestación del Orgullo en España”, insiste Solís. Se celebró en 1977 en Barcelona y estuvo presidida por travestis. Un año más tarde el Orgullo se extendió a otras ciudades españolas, pero se repitió la misma imagen, lo que suponía un peligro para ellas.

Moral impuesta


Los presos políticos salieron de la cárcel en 1977 y la Constitución se aprobó un año después, pero las personas transexuales no pudieron pasear tranquilas por la calle hasta 1988, cuando se derogó la Ley de Escándalo Público. La Ley de Peligrosidad Social estuvo vigente en el Código Penal hasta 1995. Todavía hoy necesitan un informe psiquiátrico que diga que no son enfermas mentales para optar a la modificación registral, que les permite disponer de un documento de identidad acorde a su género. La primera ley que reconocía sus derechos llegó en 2007, pero aún no existe una norma estatal que les permita acceder a todos los ámbitos con su verdadera identidad.

“Las transexuales han sido el último colectivo en salir de la dictadura, que las castigó especialmente. La mayoría de las 5.000 personas encarceladas por homosexualidad durante el franquismo en realidad fueron transexuales”, explica Solís. En su opinión, un homosexual puede disimular sus gustos, pero estas personas no pueden esconder lo que son: mujeres. “No les bastaban los armarios, necesitaban vitrinas”. El autor del libro, financiado a través del crowdfunding, subraya que el colectivo también ha desaparecido del relato LTBI. “El hecho de que sean transexuales les hace descender directamente a los infiernos”. Solís sostiene que estas personas sufrieron un apartheid durante el franquismo. “A la mayoría no las dejaron trabajar y ahora viven con muchas necesidades”.

Son mujeres violadas, expulsadas de su hogar, perseguidas, pobres y excluidas. Miriam Amaya afirma que solo les quedaban dos salidas: la prostit*ción o el espectáculo. Ella tenía 16 años cuando le ofrecieron hacer la calle. “Era dinero rápido, pero no tenía nada de fácil”. Para entonces ya tenía pechos. Había comenzado a hormonarse de forma clandestina a los 13. Por extraño que parezca, encontró en su familia, de etnia gitana, la comprensión que le faltó fuera. Ahora, a punto de cumplir 60, asegura que no cambiaría nada de su vida porque también le han sucedido cosas buenas, como el amor. Su primer novio, un alemán llamado Karl, le pidió en la puerta de la clínica de Casablanca (donde acudió para eliminar su pexx y reasignar el s*x*) que no se operara. “Entonces lo que hacían eran castraciones”, rememora Amaya.

“Este es un libro de sonrisas y lágrimas. No solo cuenta la crueldad que soportaron estas mujeres, también cómo se rieron del franquismo sin estar organizadas”, explica Solís. “Hicimos una gran revolución pacífica. Con carmín, tacones, plumas y lentejuelas”, afirma Cambrollé, que ahora preside la Asociación de Transexuales de Andalucía. Esta comunidad autónoma aprobó en 2014 la Ley de Transexualidad más avanzada de Europa, gracias su empeño. Sin embargo, a Cambrollé siempre le persiguió el desprecio de su padre. Después de cinco años sin hablarse, y cuando había completado su transición personal, un día le espetó: “Qué guapa estás, hija mía”. Eso le bastó para perdonarlo. “Entendí que mi padre era una víctima más de una moral impuestas por la sociedad”.

https://elpais.com/politica/2019/05/01/diario_de_espana/1556728053_013417.html



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JIMMY PAGE
Jimmy Page, un guitarrista monumental y tacaño
Una nueva biografía no autorizada esboza las contradicciones del fundador de Led Zeppelin



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Jimmy Page en una imagen de 1970 sin precisar su localización WATFORD (GETTY)




DIEGO A. MANRIQUE
Madrid 15 MAY 2019





Desde la publicación de El martillo de los dioses, la biografía firmada por Stephen Davis, no resulta fácil escribir sobre Led Zeppelin. Aquel libro, autenticado por las confidencias de un antiguo asociado del grupo, pintaba el imperecedero retrato de una banda depravada e intocable… hasta que un calvario de incidentes y tragedias les separó en 1980, entre absurdas especulaciones sobre las facturas del karma y la magia negra.

Con todo, la bibliografía sobre Led Zeppelin no ha dejado de crecer. Ocurre que su legado musical se mantiene comercialmente vivo, no eclipsado por lo que ha venido luego. Solo Robert Plant, el cantante, ha logrado desarrollar una carrera sostenida como solista. Por el contrario, Jimmy Page, guitarrista y factótum, ha dado bandazos como creador y, en lo que llevamos de siglo, solo se dedica a cuidar de la herencia de Led Zeppelin, con reediciones mimadas y rescates de material inédito.

Simultáneamente, Page intenta borrar su imagen de drogadicto, ocultista y depredador sexual. Y alguna respetabilidad ha logrado: en 2005 fue nombrado miembro de la Orden del Imperio Británico. Pero no por la música: le premiaron por financiar programas de ayuda para niños brasileños, concebidos por su esposa de entonces, Jimena Gómez-Paratcha. Page se parapeta detrás de abogados, que exhiben contratos de confidencialidad cuando se acercan autores atraídos por su persona.


Así que Jimmy Page: la biografía definitiva (Cúpula), de Chris Salewicz, es un libro no autorizado. Y se nota. Se trata de un texto desequilibrado, minucioso hasta 1980 y escueto respecto a la segunda mitad de la existencia de Page. Mucho relleno —Salewicz transcribe las entrevistas que realizó al guitarrista en otros tiempos— y algunas perlas: detalles desconocidos de su existencia, como el divorcio de sus padres, cuando descubrió que su progenitor tenía una segunda familia. Sin embargo, hay un trecho entre ese trauma y la conclusión de que eso explica su necesidad de control absoluto, con el consiguiente desprecio por los sentimientos de íntimos y empleados.

Salewicz concede demasiada importancia al hecho de que Page naciera bajo el signo de Capricornio. Más reveladora resulta su obsesión por el dinero. Aún antes de triunfar a lo grande con Led Zeppelin, tenía unos ahorros considerables, gracias a su intenso trabajo como músico de estudio… y una férrea renuencia a gastarlos. Desde su casa de campo, podía desplazarse a Londres haciendo dedo. Luego, ya famoso, viajaba en tren pero en segunda clase. Cuando le hicieron ver que eso rompía su imagen de rock star, aceptó que le pusieran coche y chófer, unos gastos que —atención— sus compañeros debieron asumir.

Al menos al principio, si se ensayaba en su casa, cobraba la comida que consumían sus colegas. No sorprende que el primer contrato que Led Zeppelin firmó con Atlantic Records tuviera un insólito reparto: 50% para Jimmy mientras el resto se dividía entre Plant, el bajista John Paul Jones, el baterista John Bonham y el mánager, Peter Grant. Una roñosería que posiblemente aclare lo que ha resultado ser una mancha indeleble: la tendencia a apropiarse de canciones ajenas. Solían quedar irreconocibles tras pasar por la trituradora de Led Zeppelin pero no resultaba muy estético que disputara derechos de autor a pobres músicos de blues o folkies olvidados. Todo es plagio en la música popular pero, cuando alguien se resiste a pagar, se convierte en explotación de los débiles.

El acuerdo con Atlantic ratificaba que Led Zeppelin era un invento exclusivo de Page. Aunque inicialmente imitaba los hallazgos del Group de su amigo Jeff Beck, inmediatamente superó al modelo gracias a la intensidad de sus interpretaciones, la audacia de las producciones y una paleta estilística que iba del soul a las piezas acústicas. La ferocidad del grupo en directo y los recursos de sus cuatro miembros redondearon su impacto. Ayudó igualmente su altivez: ignoraron a una prensa musical que les era hostil y se negaron —por lo menos en los países anglosajones— a extraer singles de sus elepés.

Por el contrario, Page nunca supo gestionar las relaciones con sus compañeros. Led Zeppelin ha resucitado para conciertos especiales, generalmente con Jason Bonham reemplazando a su difunto padre en la batería. Pero ha sido imposible montar un tour mundial, debido a las reticencias de Robert Plant, que ahora hasta se hace de rogar para cantar su épico Stairway to Heaven. Lo más cerca que han estado fue el dúo mundialista formado por Page y Plant, que giró y lanzó dos discos en los años noventa. Ambos hicieron gala de mal estilo: ni siquiera avisaron de la puesta en marcha del proyecto a John Paul Jones, su eficaz bajista-teclista. Cuando Led Zeppelin entró en el Rock & Roll Hall of Fame, Jones lanzó un muy británico pellizco a sus ingratos colegas: “Gracias por haber recordado finalmente mi número de teléfono”

https://elpais.com/cultura/2019/05/14/actualidad/1557855767_516995.html



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LA VIDA A RATOS
JUAN JOSE MILLAS

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Vuelve el ingenio de Millás con el diario divertido y surrealista de un neurótico brillante. En La vida a ratos el lector es tan protagonista como el narrador, porque descubre en secreto un relato que, en la ficción, no ha sido creado para ser conocido por nadie más que aquel que lo escribe. Es el diario de más de tres años de vida de un personaje -curiosamente también llamado Juan José Millás-, que se muestra tan libre, tan neurótico, y divertido, e irónico e hipocondriaco como solo nos mostramos cuando nadie nos ve. Las visitas a la psicoanalista, el taller de escritura, los paseos por una ciudad que no deja de colocarle ante situaciones sorpresivas, la familia, los amigos... Todo es normal, todo parece anodino hasta que, al volver una esquina de la realidad, aparece lo extraordinario, lo surrealista. Y nos deslumbra. Críticas: «Una pirueta, un salto mortal del acróbata Juan José Millás [...]. Y sin red.» Manuel Llorente, La Esfera (El Mundo) (sobre Que nadie duerma) «Millás: ocurrente, descabellado, familiar e inquietante. Siempre inconfundible.» J. A. Masoliver Ródenas, Cultura/s, La Vanguardia «Millás es uno de los escritores con más verdad por centímetro cuadrado de página.» Antonio Iturbe, Qué Leer «Juan José Millás es dueño de un territorio fantástico de incuestionable personalidad.» J. E. Ayala-Dip, El País «Una novela inquietante y rabiosamente actual.» Ana Rodríguez Fischer, Babelia (sobre La mujer loca) «El jardín vacío es difícilmente superable, pues no me parece posible escribir algo más hermosamente triste sin perecer.» La Vanguardia «La sutileza del novelista incorpora la ironía a veces cruel, a veces sarcástica, del columnista de opinión mientras la desesperanza del presente se ilumina como si su tema no fuese la sublevación contra la indolencia del poder o su inoperancia: asedia desde dentro e irónicamente, piadosamente, la experiencia del capitalismo salvaje digerido por todos, comprendido por todos, tolerantemente asumido por todos.» Jordi García, Babelia (sobre Desde la sombra) «Juan José Millás entremezcla lo verdadero con lo hipotético, tejiendo una novela singular en la que el deseo de vivir y el deseo de amar se confunden.» Rolling Stone «El jardín vacío es difícilmente superable, pues no me parece posible escribir algo más hermosamente triste sin perecer.» La Vanguardia

https://www.casadellibro.com/libro-...urce=google&utm_medium=cpc&utm_campaign=19330
 
ADELANTO EDITORIAL

Salvemos la Iglesia del papa Francisco
Publicamos en exclusiva un capítulo de 'Diabólico', el libro que publica esta semana Bolchiro en el que el polémico periodista británico carga contra Bergoglio y llama a un renacimiento católico




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El papa francisco preside una misa en las basílica de San Pedro del Vaticano. (EFE)





MILO YIANNOPOULOS
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PAPA FRANCISCO
VATICANO

13/05/2019



Los católicos pueden ser encantadoramente susceptibles cuando se critica al papa. Como saben muy bien, el papa es sólo 'infalible' en un sentido técnico: en determinados momentos, en ciertas circunstancias, en declaraciones dogmáticas públicas que se aplican a toda la Iglesia. De hecho, la doctrina de la infalibilidad del papa sólo se ha invocado explícitamente una vez –en relación con la Asunción de María– desde que fue definida por primera vez en el Concilio Vaticano I en 1870. Pero hablar mal de 'il papa' es de mala educación. ¡Genial, en todo caso! Estos no son tiempos corrientes. Ciertamente, Francisco no es impecable, que es lo que la mayoría de la gente piensa que significa infabilidad. Sin duda es capaz de pecar ('peccatum'). La cuestión es: ¿le quedan suficientes años de vida para todas las avemarías que le van a imponer en el confesionario?

Lo normal es que cuando los papas eligen su nuevo nombre escojan el de un pontífice anterior que admiran o cuyo trabajo quieren emular. El papa Francisco escogió un nombre completamente nuevo, un movimiento probablemente calculado para enfatizar su independencia y que otorga verosimilitud a las descripciones que le califican como inconformista. Uno se pregunta, ¿cuántos futuros papas escogerán el nombre Francisco para celebrar su legado?





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'Diabólico'. (Bolchiro)




Cuando Ross Douthat planteó la cuestión en 'Atlantic' en 2015:"¿Romperá el papa Francisco la Iglesia?", se preguntaba en voz alta si los elementos conservadores en la Iglesia reaccionarían mal a la elección de un pontífice con el mismo nombre que el elegido por el reformista de izquierdas de su emblemática novela de 1979, 'Vicar of Christ'. Douthat se deshacía en alabanzas a Francisco, siguiendo la costumbre de la época, impresionado por las "llamativas rupturas del protocolo papal, las intervenciones en políticas globales, las revisiones de temas morales y la mezcla de humildad pública y hábil explotación… del oficio papal". ¿Podría Francisco, se preguntaba Douthat, desplegar las mismas tendencias activistas que su héroe de ficción?


Douthat, como otros antes que él, trataba de ser cauteloso –él es un raro ejemplo de escritor que realmente sabe una o dos cosas del cristianismo–, pero el efecto de esta inusual alabanza y atención pública fue crear una versión totalmente ficticia del papa Francisco; una que existía sólo en la imaginación de los periodistas, de un papa globalista y cerebral, deseoso de dar abiertamente la bienvenida a los gais y de satisfacer las fantasías de los católicos progresistas al no perder ocasión de hablar sobre la 'desigualdad global'. No es difícil encontrar entre 2014 y 2016 noticias que en otras circunstancias serían sobrias, sin alabanzas, como una del Washington Post que con gran emoción le describe como "un independiente papa argentino que ama a los gais, ama a los divorciados y odia la desigualdad de ingresos".



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Milo Yiannopoulos. (Mike Allen)



Los hechos de la vida de Jorge María Bergoglio muestran algo bastante diferente: chapucería intelectual, implacable arribismo, larga dedicación a hacer declaraciones públicas que esconden cambios de posición política, y deseo de poder. Para alguien que aparentemente odia a Donald Trump, Francisco comparte con el presidente de los Estados Unidos algunas de sus más chirriantes cualidades, incluyendo falta de seriedad intelectual y una inveterada afición al halago. A diferencia de sus antecesores Benedicto y Juan Pablo, no tiene nada de la afable personalidad pública del magnate inmobiliario, ni esa rara y entrañable simpatía natural. Como se muestra en sus aburridos sermones sobre desigualdad de ingresos, este es un papa que sin problemas admite que no tiene ni la más remota idea de cómo funciona la economía global.

Los periodistas que odiaban a Benedicto XVI –no sabían bien por qué, pero habían oído que era conservador, por lo que hacían todo lo posible por conseguir fotos que le dieran un aspecto siniestro y en general hacían patente su desacuerdo con él– pensaron que iban a tener un papa al estilo Obama, un papa Francisco 'esperanza-y-cambio'. No se daban cuenta de que se le describe mejor como clintoniano, del tipo culto a la personalidad que exige lealtad y obediencia absoluta. Por encima de todo, Francisco es un político dispuesto a hacer compromisos morales bastante chocantes con tal de preservar su poder. Una manera fiable de entender a Francisco y su carrera de cargos eclesiásticos hasta ser elegido papa son las deudas que tiene con los cardenales europeos que le eligieron, algunos de los cuales son los hombres más teológicamente izquierdistas de la Iglesia, como el inglés Cormac Murphy O’Connor y el alemán Walter Kasper.

Por encima de todo, Francisco es un político dispuesto a compromisos morales bastante chocantes con tal de preservar su poder


A Walter Kasper se le recuerda como el cardenal que fue devuelto a casa inmediatamente después de aterrizar en el Reino Unido con el papa en 2010, por calificar a Inglaterra como "un país del tercer mundo", refiriéndose al parecer a su multiculturalismo. Como es típico de la élite de izquierda progresista a la que pertenece, Walter Kasper es esnob, racista y mentiroso; pero más importante, es un hipócrita. Una vez negó que se refiriera despectivamente a las opiniones de los dirigentes eclesiásticos africanos con la palabra 'tabú' y que despreciara sus puntos de vista como irrelevantes, a pesar del hecho indiscutible de que África es el futuro de la Iglesia Católica, mientras que en la Alemania de Kasper, el catolicismo ha prácticamente desaparecido. Pero Kasper tuvo que reconocer que había mentido después de que se diera a conocer la grabación en la que decía exactamente lo que el corresponsal en el Vaticano Edward Pentin había informado.

El equilibrio de poder en la Iglesia ha cambiado radicalmente desde que Francisco asumió el cargo. Se han promovido personalidades menores por tener la adecuada actitud progresista, y humillado, y en al menos un caso, degradado, a tradicionalistas y conservadores altamente respetados. El pacto electoral por el que O’Connor, Kasper, Godfried Danneels y Karl Lehmann formaron el Equipo Francisco para conseguir que Bergoglio fuera elegido está explícitamente prohibido en la constitución que rige la elección papal, pero nadie intervino para detenerlo. Seguramente nadie lo vio venir.

La liberalización del cristianismo es uno de los factores del declive en la asistencia a la iglesia, y todo el mundo lo sabe


Como ya he comentado antes, editores de revistas católicas me dicen que hay un revivir intensamente conservador y tradicionalista entre los católicos de la generación del milenio que están en contra de la balbuceante incontinencia emocional de los viejos izquierdistas que dirigen la mayoría de las diócesis. Una de las cosas más preocupantes del sector más a la izquierda del colegio cardenalicio es lo poco que reflexionan sobre Dios. Estos viejos hippies se han tragado el anzuelo, el sedal y el plomo de las políticas identitarias para todos los gustos, y de ahí la adopción por la Iglesia del activismo social de la extrema izquierda. Pero de lo que los cardenales no se dan cuenta, o no les importa, es que la visión del mundo progresista que ellos consienten mina su propia autoridad espiritual. En cuanto Francisco fue nombrado, los cuatro ancianos cardenales del Equipo Francisco maquinan por una agresiva liberalización de la Iglesia, por la que los feligreses no muestran ningún entusiasmo. Incluso a los votantes de izquierda no les gustan los excesos políticamente correctos de las élites. La liberalización del cristianismo hasta hacerlo básicamente indistinguible de la sociedad secular es uno de los factores del declive en la asistencia a la iglesia, 'y todo el mundo lo sabe'.

*La editorial Bolchiro publica la versión española de 'Diabólico', de Milo Yiannopoulos, del que aquí adelantamos algunas páginas.


https://www.elconfidencial.com/cult...iannopoulos-diabolico-prepublicacion_1996342/
 
LIBROS RECOMENDADOS DE JUAN JOSÉ MILLÁS

Libros que acompañan toda una vida, por Juan José Millás







La vida a ratos, la última novela de Juan José Millás, surgió como un experimento. Mientras daba forma a otros libros, además de su trabajo constante como articulista, el escritor valenciano comenzó un diario en el que el protagonista, muy cercano a él sin ser él, iba observando la realidad con ojos de extrañeza. Así, mirando a todo desde una perspectiva distinta, “como en una duermevela”, se fue fraguando una obra que continúa la tradición novelística de Millás manteniendo ese inconfundible sello que transforma lo cotidiano en inusual, lo banal en determinante.


Pese a que se declara un “lector desordenado”, la experiencia vital de Millás está, por supuesto, plagada de obras que le han llevado hasta el autor que es hoy. Junto con la creación de La vida a ratos, y las obras en las que se inspiró para darle esa apariencia de diario (de La tentación del fracaso, de Ribeiro, a los diarios de Sandor Marai), recordó junto a nosotros su evolución como lector.


El descubrimiento casual de Cinco semanas en globo en una biblioteca pública cercana a su casa en la que se cobijaba del frío cuando jugaba en la calle le convirtió en lector. De allí pasó a las viejas ediciones de Aguilar, en las que
descubrió a Hemingway o Knut Hamsun. Sus años de universidad le llevaron a otros autores, especialmente de la literatura rusa y francesa del XIX, con especial hincapié en Dostoyevski.


Finalmente, llegamos a las que considera las dos grandes obras del siglo XX, además de dos modelos de novela: Ulises y La metamorfosis. La segunda es, hasta hoy, una obra que le fascina y que le da una motivación: escribir novelas en
apariencia simples pero complejas en el fondo. Tanto como La vida a ratos.

https://librotea.elpais.com/inspira...-acompanan-toda-una-vida-por-juan-jose-millas


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Lorenzo Silva y Noemí Trujillo: "La prostit*ción es el debate más doloroso del feminismo"


  • MATÍAS G. REBOLLEDO
    @Reborivera
    Madrid
  • Martes, 21 mayo 2019


El premio Nadal y la poeta catalana, presentaron, en el icónico Museo Chicote de Madrid, 'Si esto es una mujer', su nueva novela negra que se basa en el caso real del asesinato de una prost*t*ta sierraleonesa




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Los escritores Noemí Trujillo y Lorenzo Silva, autores de 'Si esto es una mujer', ayer en Madrid. BERNARDO DÍAZ MUNDO





A finales del verano de 2003, el nombre de Edith Napoleón copaba las crónicas negras de la prensa española.

prost*t*ta y procedente de Sierra Leona, partes de su cuerpo habían sido encontradas en un vertedero del sur de la Comunidad de Madrid. El responsable del crimen, un empresario sin antecedentes, se fue deshaciendo del cadáver descuartizándolo, hasta que la cabeza de la víctima fue encontrada por un vecino en un contenedor cercano a su domicilio.

Esta cruda historia, la colaboración entre los diferentes cuerpos de seguridad del Estado y el abandono institucional al que están expuestas las prost*tutas en España es el punto de partida de Si esto es una mujer (Destino), la nueva novela de Lorenzo Silva (Madrid, 1966) y Noemí Trujillo (Barcelona, 1976).

La explicación del título, una referencia al Si esto es un hombrede Primo Levi, más allá del protagonismo en femenino de la inspectora Manuela Mauri, hay que buscarla en el entendimiento de la condición humana.

"En su libro, Levi hablaba de la deshumanización de un hombre para con la vida de otro, siendo el campo de concentración de Auschwitz su máxima expresión. Nosotros queríamos reflejar eso en la despersonalización cotidiana, la que ocurre ante nuestros ojos, la que lleva a tener el cadáver de una mujer varias horas en tu casa y luego arrojarlo a la basura. Entre ambos casos hay mucha menos distancia de la que uno podría pensar", reflexiona Silva.

"Antes de empezar a escribir, fuimos con una pareja de guardias civiles a la Colonia Marconi", narra afectada la autora y poeta catalana.

Y sigue: "Es difícil entender como en España a día de hoy se trafica con personas a plena luz del día; lo que vimos allí es impropio de un país desarrollado".

El polígono, foco infame de la prostit*ción en Madrid, era una de las localizaciones del caso original, pero Silva quería ir más allá: "Me gusta desbordar las fronteras administrativas. 2003 fue uno de los años con más homicidios en España, con casi un centenar, de ahí que la colaboración entre Policía Nacional y Guardia Civil fuera clave para la resolución de los mismos", explica.

Trujillo, que se declaraba antes de la novela vehementemente "feminista abolicionista", asume el estudio del caso como un punto de inflexión en sus propias posiciones ideológicas: "La prostit*ción es el debate más doloroso del feminismo. A través de nuestra novela o documentales como El proxeneta de Mabel Lozano, te das cuenta de hasta qué punto hemos abandonado a esas mujeres". Silva, a su lado, matiza: "En España no hay muertos de primera y segunda categoría y, donde aquí se persiguió al culpable hasta las últimas consecuencias, en otros países la investigación hubiera durado apenas días".

Respecto al proceso creativo, y ya en tono más frívolo, los autores explican que la mayoría de diferencias fueron formales: "Los personajes de Lorenzo, como Bevilacqua, nunca acaban bien con sus parejas y tienen relaciones personales bastante pobres. Yo no quería que mi Manuela fuera así", explica Trujillo. "Nuestra única discusión, de hecho, ha sido para no entrar en lo cursi", afirma Silva, que explica que su gran victoria en la narración, el origen de la baja médica a la que está subyugada la protagonista al inicio de la novela, se debe al triunfo de la transacción: "Estamos perdiendo nuestro poder como sociedad negociadora, y eso es algo que va mucho más allá de la política", remata.

https://www.elmundo.es/cultura/literatura/2019/05/21/5ce2dfc9fdddff7db58b464a.html


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