@Carlotarj al quite
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Te recuerdo que en el concurso de enganches hay más tontería junta que en un recopilatorio de los blog de este par de dos.
Totalmente de acuerdo con las dos, pero claro yo debo ser una irreverente para Doña Paca. Para ser sevillana soy una malaje, tanto es así que yo entro en éxtasis cuando por la noche, a la caseta a la que yo acudo (porque conocemos al vecino del compañero del cuñado del tío del abuelo del primo de un amigo nuestro [emoji12] ) el grupo de turno que actúa entona ese Paquito chocolatero ¡Ay madre!, ahí muero yo, y si es la versión de King Africa me sacan como Joselito el Gallo.De acuerdo con Sra Pérez, no es tradición para nada y, aunque lo fuera, tampoco es divertido. Ver a unas cuantas dándose un paseíto y dándose el moco de paso. Yo no he ido en la vida, ni pienso ir.
04abril
Ya está aquí la Feria
- by franciscoriveraordonez
- 4 abril, 2016
- 1 Comentario
Ya ha terminado la semana de más pasión y sentimiento del año, y aquí es donde la dualidad de Sevilla se hace grande.
Se guardan las túnicas y se sacan los trajes de flamenca, se guardan los capirotes y se sacan los sombreros de ala ancha y las flores, se guardan los espartos y los cíngulos y se sacan los zahones, se guardan las zapatillas de esparto y se sacan los botos y se guardan las corbatas serias y los pañuelos blancos y se sacan las de colores y los pañuelos de fantasía porque llega la Feria de Abril.
El origen de la Feria es la feria de ganado que se traía del campo para su venta, de ahí que los caballistas deban de llevar zahones.
Para los sevillanos, invitarte a su caseta es como si te invitaran a su casa, esta es una extensión de la misma, así que lo que vas a encontrar allí van a ser amigos.
A la Feria hay que ir sin reloj, porque aunque parezca fácil andar por allí, en realidad, a la hora de salir se convierte en el laberinto más enrevesado que jamás haya existido, atrapándote sin dejarte salir, de hecho la frase más repetida en la Feria y la mentira más gorda es “me tomo una y me voy” o “ya estoy saliendo”.
Matizando, “me tomo una y me voy” son mil copas más por lo bajo, y la de “ya estoy saliendo” son siete horas para encontrar la salida de ese diabólico laberinto que, aunque solo tiene cinco calles en horizontal y siete en vertical, lo que tiene es mucho peligro.
A mí me encanta la Feria por la mañana, ese paseo de caballos y los enganches con sus cocheros tan elegantes, parece que te transportas a otra época. Los caballistas con las flamencas a la grupa y las mujeres que montan a caballo de amazona, qué guapas. La verdad que el traje de flamenca favorece muchísimo a las mujeres, les resalta la belleza de una manera salvaje.
Tan así es que yo conocí a Lourdes en una Feria. Yo estaba en una caseta el martes, ese año no toreé en la Maestranza así que disfruté del Real como nunca lo había hecho. Pues eso, yo estaba en la caseta de unos amigos y llegó Lourdes, cuando me la presentaron fue un flechazo en toda regla, ¡qué guapa por Dios!
Hasta tal punto fue flechazo que a mi gran amigo Rafa Serna, cuando se la presenté, le dije por lo bajini: “Esta es la mujer con la que me voy a casar”. Anda que me equivoqué, ojalá me pasara igual con los cupones.
Es cierto que pasó de mí, pero eso es otra historia. Otra cosa no seré, pero constante soy más constante que una suegra, aquí están los hechos.
Como decía antes, a la Feria hay que ir sin reloj, a la Feria se va a disfrutar de los amigos, del buen cante y de nuestras cosas de comer. De hecho, es lo único que se hace: hablar, comer, beber y después de dos o tres rebujitos pues te lanzas a bailar por sevillanas. Y después de dos o tres cubatas te crees que eres Farruquito.
La Feria es esto, así la entendemos y así la disfrutamos.
Aunque me tachéis de pesado, a la Feria hay que ir elegante. Los caballeros deben llevar corbata y las señoras y señoritas o de flamenca (que es más para ir por el día) o elegantes, tampoco con traje de noche. Eso sí, las que se vistan de flamenca, por favor, que se recojan el pelo y la flor va encima de la cabeza, no al lado.
Aquí sí que me gusta ver corbatas de colores y esos pañuelos de fantasía total, estamos de fiesta y alegría, los lunares son muy flamencos. La Feria es color, música, risas y una resaca muy grande al día siguiente.
La corbata elegida para el primer día es la de la izquierda, de Agatha Ruiz de la Prada.
Ya está la portada preparada, que tiene mucho arte, es una obra de ingeniería maravillosa que se tarda seis meses en montar y otros seis meses en desmontar, ¡hay que tener mucho arte!
Y luego tenemos la calle del infierno, así se llama a la zona de las calesitas o los cacharritos para los niños. Desde luego hace honor a su nombre, una locura de ruido, música a máximo volumen, gente por todos sitios, imposible que un niño no te manche con su algodón de azúcar, ¡¡¡me encanta!!! Me encantó ir con mi hija Cayetana, ¡cómo se lo pasan los niños! Y estoy loco por ir con Carmen aunque de allí sales para acostarte directamente. Todos los años unos amigos tenemos como tradición darnos una vuelta por allí, después de dos o tres copas, y nos montamos en la famosísima olla. Nos matamos de risa y qué ridículo más grande hacemos, pero las tradiciones hay que respetarlas.
Es verdad que la Feria no es lo que era antes, ahora te encuentras algunas casetas con música de discoteca, ¡horror! Espero que lo prohíban, mira si hay sitios para ese tipo de música, pero el Real de la Feria no es el sitio desde luego.
En la Feria lo que se debe escuchar son sevillanas y rumbas. A altas horas de la mañana, cuando la Feria se adormece, se corren los toldos y parece cerrada es cuando surge la magia especial de esta Feria sin parangón. Encuentras esa caseta con los toldos echados cuando la mañana está rompiendo y solo quedan los cabales, o los más “jartibles” según se mire. Es en ese momento cuando alguna garganta rota rompe a cantar por bulerías o soleares, silencio que es la hora de los duendes.
Recuerdo una de esas mañanas que tuve la suerte de estar en la caseta adecuada y aguantar hasta la hora, la hora en que la más grande, Remedios Amaya, nos dio el mejor regalo para el alma, nos regaló el poder escucharla cantar, y no tuve mas remedio que partirme la camisa. Qué cosa más grande.
Soy muy afortunado de haber podido vivir estos momentos. Está claro que el goterón de sangre gitana que tengo, de la cual estoy muy orgulloso, tira para disfrutar del flamenco bueno.
Y no os podéis ir de la Feria sin ir al lado de la portada a desayunar los buñuelos más buenos del mundo con su chocolate, esto es lo más feriante que se puede hacer.
Lo dicho, el que pueda escaparse a la Feria que lo haga, y el que no… brindaremos por todos ellos.