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Las Ventas es plaza de primera y él torero de quinta.
Fran Rivera y Lourdes Montes. Boda religiosa, hijos y otros temas.
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Las Ventas es plaza de primera y él torero de quinta.
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El Peña hace años que debería haberse retirado a escribir sus memorias o a coleccionar estampitas.
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Estos rompen por la pasta, que lo de la dignidad, ni la torera tiene.
Yo quiero ver la foto @juani12345 , please 
No eran los Matamoros?
pero con estos panoramas que contais y todavia decis que los Alba estan enfadados por Paca por lo de la custodia??? Los Alba deben de considerar a Paca como una absoluta desgracia de la que "mama se enamoro" y no ceso de tirarle los trastos hasta lo de la custodia... auqello era de veruenza ajena, de crueldad inaudita con su hija, aquello era horroroso... y el Paca venga a euirle la corriente a la Seña Duquesa, lueo la novia-prima y lueo la bailaora que le monta un espectaculo en su honor.... no veas como debian de estar los Alba de Paca desde hace lustros!!! todos los hermanos lo debian de odiar ya entonces... como por lo visto odiaban a la Tello, todos los palmeros de la madre estaban fichados y tenian su boleto premiado.
Lo de la custodia solo cambio las tornas de la Seña Duquesa, y si, todo el clan hizo piña entorno a Eugenia porque Paca estaba convencido de tenerlas consigo (a la hija y a la abuela, que es como se vengaba de su mujer) y tuvieron que ponerselo muy clarito y de modo publico.
Debio de haber sermones y toma de decisiones importantes en casa de Alba, porque Paca seduciendo a hija y a suegris, por poco hode pero bien a la madre y ex-esposa y e hace el rey del Mambo...Pusieron en vereda a las dos enamoradas y ambas acataron (supongo). La hija todavia hizo el gilli en la boda de su padre...pero me da a mi que ha pillao de qué va su padre un poquito mejor, quizas el novio que tuvo le ayudo a des-electrificarse (de Electra jejeje) y ahora esta mas centrada (en medio, entre sus dos padres)
Lo de la custodia solo cambio las tornas de la Seña Duquesa, y si, todo el clan hizo piña entorno a Eugenia porque Paca estaba convencido de tenerlas consigo (a la hija y a la abuela, que es como se vengaba de su mujer) y tuvieron que ponerselo muy clarito y de modo publico.
Debio de haber sermones y toma de decisiones importantes en casa de Alba, porque Paca seduciendo a hija y a suegris, por poco hode pero bien a la madre y ex-esposa y e hace el rey del Mambo...Pusieron en vereda a las dos enamoradas y ambas acataron (supongo). La hija todavia hizo el gilli en la boda de su padre...pero me da a mi que ha pillao de qué va su padre un poquito mejor, quizas el novio que tuvo le ayudo a des-electrificarse (de Electra jejeje) y ahora esta mas centrada (en medio, entre sus dos padres)
No sé si es inocente o se lo hace pero si se sigue relacionando con esta clase de personajes la única explicación que le encuentro es esa: que crea que son "los menos peores".
Claro que comparados con los gemelos alopecicos que parecen salidos de una versión Macarra de la parada de los monstruos (el uno, compañero de juergas estupefacientes pero que no oculta lo que es y el otro, chantajista, especializado en desfalcos y en abandono filial, que se infla de esteroides porque le parece mas sano que seguir tomando otras sustancias) el Chispas le parecerá un ser de luz.
Agro tiene mucho sentimiento de culpa con respecto a su madre y por ahí le pillan la aguja de marear. No debería sentirse culpable porque no estaba preparado ni tenía que salvar a su madre. Pocos hijos saben, llegado el momento, ejercer de padres con sus propios padres.
Llegó un momento en el que el hermano (Cayetano) y el tiraron la toalla y se creyeron la milonga de que con el chispas y compañía la madre estaba cuidada y protegida. Esa madre tan guapa y divertida que criticaba a Pilar Lezcano y que no tenía pena de dejar a sus hijos mayores con esta señora a la que tanto odiaba para irse de juerga al Rocío (contado por la propia Pilar Lezcano en una de las rarísimas ocasiones en las que ha hablado).
El marronazo le cayo al hermano pequeño, que era un crío, y que ahora carga también con el padre zángano que tiene. Una pena la vida de este chaval (Julianin)
Al final la gente mas decente que rodeaba a esta mujer eran el Chuli, el Pai, el Cabra y la hija de María la Cabrillera, menos preponderantes pero buena gente.
Claro que comparados con los gemelos alopecicos que parecen salidos de una versión Macarra de la parada de los monstruos (el uno, compañero de juergas estupefacientes pero que no oculta lo que es y el otro, chantajista, especializado en desfalcos y en abandono filial, que se infla de esteroides porque le parece mas sano que seguir tomando otras sustancias) el Chispas le parecerá un ser de luz.
Agro tiene mucho sentimiento de culpa con respecto a su madre y por ahí le pillan la aguja de marear. No debería sentirse culpable porque no estaba preparado ni tenía que salvar a su madre. Pocos hijos saben, llegado el momento, ejercer de padres con sus propios padres.
Llegó un momento en el que el hermano (Cayetano) y el tiraron la toalla y se creyeron la milonga de que con el chispas y compañía la madre estaba cuidada y protegida. Esa madre tan guapa y divertida que criticaba a Pilar Lezcano y que no tenía pena de dejar a sus hijos mayores con esta señora a la que tanto odiaba para irse de juerga al Rocío (contado por la propia Pilar Lezcano en una de las rarísimas ocasiones en las que ha hablado).
El marronazo le cayo al hermano pequeño, que era un crío, y que ahora carga también con el padre zángano que tiene. Una pena la vida de este chaval (Julianin)
Al final la gente mas decente que rodeaba a esta mujer eran el Chuli, el Pai, el Cabra y la hija de María la Cabrillera, menos preponderantes pero buena gente.
Había complicidad y entendimiento entre todos porque el negocio era muy sustancioso.
CORAZÓN DE PAPEL - GENTE
La verdad de Carmen
Por Arantza Furundarena18/02/2002
Carmina Ordóñez asistió en Barcelona a una feria de cosméticos
Se puede decir que Carmen Ordóñez está de gira. Por increíble que resulte, sin ser actriz ni cantante, Carmina no para de recibir ofertas para explicar una y otra vez lo suyo. Lo suyo, como todo el mundo sabe, son los malos tratos que dice haber sufrido a manos de Ernesto Neyra, su tercer marido. Lo contó una vez en televisión; una historia sórdida y desagradable. Pero su público quiere más y, allá donde se presenta, siempre le exige que cante la misma copla y encima le piden un bis; como a Rosa, la de Operación Triunfo.
Hace unos días, Ordóñez pasó por Barcelona para recoger el premio a la imagen más popular del año. Se lo concedieron los responsables de Cosmobelleza, una feria dedicada a la estética y la peluquería. Fiel a su mediático y rentable personaje, Carmina no cesó de repetir «divinamente» e incluso preguntó con sorna: «¿Es ahora cuando tengo que ahuecarme la melena?».
Prosigue el periplo mediático de Carmina Ordóñez para explotar su tragedia
Poco influenciable
Llegó acompañada de su manager y mozo de espadas, Kiko Matamoros, un hombre del que puede decirse que es idéntico a su gemelo, Coto Matamoros, pero en versión con azúcar y sin cafeína. Si a la Ordóñez se la conoce popularmente como «la mano que mueve la melena» –y a fe que la mueve a menudo–, cabía preguntarse si los Matamoros no serán la mano oculta que mueve la voluntad de Carmen. De hecho, fue Coto quien aparentemente indujo a Carmina, en vivo y en directo, a soltar lo de los malos tratos de Neyra.
«Esa pregunta hay que hacerla en singular –ataja Kiko–. En todo caso sería un Matamoros, yo, que soy su manager, el que mueve la voluntad de Carmen. Mi hermano sólo es un amigo de ella y le influye tanto como puedan influirle cientos de amigos que pueda tener. Pero la verdad es que ni él, ni yo, ni nadie le decimos a Carmina lo que tiene que hacer. Basta con verla para comprobar que ella no es una mujer fácil de conducir».
Vestida enteramente de negro, con tejanos, ancho cinturón y ceñida camiseta de mangas semitransparentes, Carmen, pese a que ya ha cumplido 46 años y ha soportado tres partos, lucía jovial y sumamente estilizada. Ella lo atribuyó a los disgustos, que «quieras que no, afectan». Pero costaba creerla, pues ni su rostro era de disgusto ni su talante tenía nada de sombrío; de lo que se deduce que esta mujer cuenta con la dosis de frivolidad suficiente como para salir a flote de cualquier naufragio.
Kiko Matamoros, manager de Carmen e idéntico a su hermano
«No fumo. Debe de ser lo único que no hago», dijo al poco de llegar, cuando alguien le ofreció un cigarrillo. Más tarde, se refirió a su adicción a los somníferos, de los que ha abusado desde los 27 años, la edad que tenía cuando falleció su madre. «Durante casi veinte años me he pasado con las pastillas –confesó–. Una noche tuvieron que ingresarme después de tres lipotimias. Pero, de tomar treinta al día, he logrado bajar la dosis a sólo dos. Duermo peor, pero tengo que seguir intentándolo».
Carmen es consciente de que no todo el mundo la cree, ni la quiere. Pero está decidida a cambiar las cosas. «Tengo mil defectos, pero no soy mentirosa. El castigo que puedan darle a Ernesto no me importa. Lo único que me obsesiona es que mi verdad prevalezca».
Carmina quería zanjar de una vez el asunto de los malos tratos y centrarse en algo menos desagradable. «Estamos en una feria de belleza, ¿no vais a preguntarme por las cremas que me doy y el champú que uso? Tengo un pelo horrible, de rata…», comentó divertida.
Sin embargo, el momento para cambiar de tema no había llegado aún, y así se lo hizo saber con un gesto contundente Kiko Matamoros, a quien Carmen miraba de vez en cuando en busca de aprobación. «…Eh, bueno, sí –contestó ella, tras haber captado la inequívoca señal de su manager–, es verdad que varias asociaciones de mujeres maltratadas se han puesto en contacto conmigo. Ellas me apoyan y yo estoy con ellas para lo que haga falta».
Venganza y rencor
A Lara Rodríguez, que la ha llegado a acusar de algo parecido a corrupción de menores, la llamó «bulto sospechoso» y lamentó que «la venganza y el rencor la hayan llevado a contar tantas falsedades. No hay nada de cierto en lo que ha dicho –apuntó– y va a tener que enfrentarse a una serie de querellas que le he puesto». Según sus palabras, Lara no fue jamás su secretaria. «Era una amiga que pasaba por un momento delicado y, para distraerla, decidí que me acompañara y me ayudara, por supuesto, a cambio de una recompensa».
Protegida por un montón de medallas –lleva al cuello a la Virgen del Rocío, la Esperanza de Triana, el Cristo de las tres caídas y el del Gran Poder– y amparada por los mágicos poderes que ella atribuye a un raído pañuelo de misteriosa procedencia que luce anudado a la muñeca derecha, Carmen se dehizo en elogios hacia sus hijos –«ellos son mi gran apoyo y de todo esto no me dicen ni media»– y hacia su nieta, a la que calificó de «gordita divina que nos tiene a todos con la cabeza vuelta del revés». ¿Alguien dijo que Carmen Ordóñez no puede ver a la niña tanto como quisiera? «¡Eso es mentira!», rugió ella a la menor insinuación.
Hombres y puertas
Faltaba por saber quién ocupa el atribulado corazón de Carmina. Y tras confesar que prefiere estar acompañada antes que sola, ella misma se ocupó de repetir una vez más la fábula de la puerta abierta. Abierta, por supuesto, para Julián Contreras.
«Hay un hombre en mi vida y ya he dicho a quién he abierto la puerta, así que a buen entendedor…» Sin embargo, alguien le recordó a Carmen que Julián lo niega. «Bueno –replicó sin aflicción–, será que él está en mi vida, pero yo no estoy en la suya». ¿Y no será que, una vez abierta la puerta, se coló otro que no era Contreras? «Por esa puerta no ha entrado nadie», negó tajante.
Pero, por la expresión de su rostro, todo hace suponer que no pierde la esperanza, aunque como ella misma admitió, «si la puerta sigue entornada, será porque Julián no empuja…». Se puede decir más alto, pero no más claro.
Terminada la sesión informativa, Ordóñez se dispuso a hacer el paseíllo. Su recorrido por Cosmobelleza fue épico. No paró de firmar autógrafos. Aturdida por la avalancha de curiosos, una señora algo despistada formuló sin pretenderlo la pregunta del millón: «¿Esta es a la que le pegaba el marido?»
La verdad de Carmen
Por Arantza Furundarena18/02/2002
Carmina Ordóñez asistió en Barcelona a una feria de cosméticos
Se puede decir que Carmen Ordóñez está de gira. Por increíble que resulte, sin ser actriz ni cantante, Carmina no para de recibir ofertas para explicar una y otra vez lo suyo. Lo suyo, como todo el mundo sabe, son los malos tratos que dice haber sufrido a manos de Ernesto Neyra, su tercer marido. Lo contó una vez en televisión; una historia sórdida y desagradable. Pero su público quiere más y, allá donde se presenta, siempre le exige que cante la misma copla y encima le piden un bis; como a Rosa, la de Operación Triunfo.
Hace unos días, Ordóñez pasó por Barcelona para recoger el premio a la imagen más popular del año. Se lo concedieron los responsables de Cosmobelleza, una feria dedicada a la estética y la peluquería. Fiel a su mediático y rentable personaje, Carmina no cesó de repetir «divinamente» e incluso preguntó con sorna: «¿Es ahora cuando tengo que ahuecarme la melena?».
Prosigue el periplo mediático de Carmina Ordóñez para explotar su tragedia
Poco influenciable
Llegó acompañada de su manager y mozo de espadas, Kiko Matamoros, un hombre del que puede decirse que es idéntico a su gemelo, Coto Matamoros, pero en versión con azúcar y sin cafeína. Si a la Ordóñez se la conoce popularmente como «la mano que mueve la melena» –y a fe que la mueve a menudo–, cabía preguntarse si los Matamoros no serán la mano oculta que mueve la voluntad de Carmen. De hecho, fue Coto quien aparentemente indujo a Carmina, en vivo y en directo, a soltar lo de los malos tratos de Neyra.
«Esa pregunta hay que hacerla en singular –ataja Kiko–. En todo caso sería un Matamoros, yo, que soy su manager, el que mueve la voluntad de Carmen. Mi hermano sólo es un amigo de ella y le influye tanto como puedan influirle cientos de amigos que pueda tener. Pero la verdad es que ni él, ni yo, ni nadie le decimos a Carmina lo que tiene que hacer. Basta con verla para comprobar que ella no es una mujer fácil de conducir».
Vestida enteramente de negro, con tejanos, ancho cinturón y ceñida camiseta de mangas semitransparentes, Carmen, pese a que ya ha cumplido 46 años y ha soportado tres partos, lucía jovial y sumamente estilizada. Ella lo atribuyó a los disgustos, que «quieras que no, afectan». Pero costaba creerla, pues ni su rostro era de disgusto ni su talante tenía nada de sombrío; de lo que se deduce que esta mujer cuenta con la dosis de frivolidad suficiente como para salir a flote de cualquier naufragio.
Kiko Matamoros, manager de Carmen e idéntico a su hermano
«No fumo. Debe de ser lo único que no hago», dijo al poco de llegar, cuando alguien le ofreció un cigarrillo. Más tarde, se refirió a su adicción a los somníferos, de los que ha abusado desde los 27 años, la edad que tenía cuando falleció su madre. «Durante casi veinte años me he pasado con las pastillas –confesó–. Una noche tuvieron que ingresarme después de tres lipotimias. Pero, de tomar treinta al día, he logrado bajar la dosis a sólo dos. Duermo peor, pero tengo que seguir intentándolo».
Carmen es consciente de que no todo el mundo la cree, ni la quiere. Pero está decidida a cambiar las cosas. «Tengo mil defectos, pero no soy mentirosa. El castigo que puedan darle a Ernesto no me importa. Lo único que me obsesiona es que mi verdad prevalezca».
Carmina quería zanjar de una vez el asunto de los malos tratos y centrarse en algo menos desagradable. «Estamos en una feria de belleza, ¿no vais a preguntarme por las cremas que me doy y el champú que uso? Tengo un pelo horrible, de rata…», comentó divertida.
Sin embargo, el momento para cambiar de tema no había llegado aún, y así se lo hizo saber con un gesto contundente Kiko Matamoros, a quien Carmen miraba de vez en cuando en busca de aprobación. «…Eh, bueno, sí –contestó ella, tras haber captado la inequívoca señal de su manager–, es verdad que varias asociaciones de mujeres maltratadas se han puesto en contacto conmigo. Ellas me apoyan y yo estoy con ellas para lo que haga falta».
Venganza y rencor
A Lara Rodríguez, que la ha llegado a acusar de algo parecido a corrupción de menores, la llamó «bulto sospechoso» y lamentó que «la venganza y el rencor la hayan llevado a contar tantas falsedades. No hay nada de cierto en lo que ha dicho –apuntó– y va a tener que enfrentarse a una serie de querellas que le he puesto». Según sus palabras, Lara no fue jamás su secretaria. «Era una amiga que pasaba por un momento delicado y, para distraerla, decidí que me acompañara y me ayudara, por supuesto, a cambio de una recompensa».
Protegida por un montón de medallas –lleva al cuello a la Virgen del Rocío, la Esperanza de Triana, el Cristo de las tres caídas y el del Gran Poder– y amparada por los mágicos poderes que ella atribuye a un raído pañuelo de misteriosa procedencia que luce anudado a la muñeca derecha, Carmen se dehizo en elogios hacia sus hijos –«ellos son mi gran apoyo y de todo esto no me dicen ni media»– y hacia su nieta, a la que calificó de «gordita divina que nos tiene a todos con la cabeza vuelta del revés». ¿Alguien dijo que Carmen Ordóñez no puede ver a la niña tanto como quisiera? «¡Eso es mentira!», rugió ella a la menor insinuación.
Hombres y puertas
Faltaba por saber quién ocupa el atribulado corazón de Carmina. Y tras confesar que prefiere estar acompañada antes que sola, ella misma se ocupó de repetir una vez más la fábula de la puerta abierta. Abierta, por supuesto, para Julián Contreras.
«Hay un hombre en mi vida y ya he dicho a quién he abierto la puerta, así que a buen entendedor…» Sin embargo, alguien le recordó a Carmen que Julián lo niega. «Bueno –replicó sin aflicción–, será que él está en mi vida, pero yo no estoy en la suya». ¿Y no será que, una vez abierta la puerta, se coló otro que no era Contreras? «Por esa puerta no ha entrado nadie», negó tajante.
Pero, por la expresión de su rostro, todo hace suponer que no pierde la esperanza, aunque como ella misma admitió, «si la puerta sigue entornada, será porque Julián no empuja…». Se puede decir más alto, pero no más claro.
Terminada la sesión informativa, Ordóñez se dispuso a hacer el paseíllo. Su recorrido por Cosmobelleza fue épico. No paró de firmar autógrafos. Aturdida por la avalancha de curiosos, una señora algo despistada formuló sin pretenderlo la pregunta del millón: «¿Esta es a la que le pegaba el marido?»
yo creo que la hija se ha decantado por la madre xq ve dinero e influencias. y más ahora que ya sólo es la sobrina, una +, del áspero duqueso
que ya ves que le importarán los sobrinos a don duqueso don carlos. hay que hacer la pelota a tope.
laugeña es tufiña hasta la saciedad. vale que es su hija pero si se la ocurre irse con el padre, además de forma pública claro, adiós mu wenas.
se nota mucho que a la hija la gusta ese entorno. la fascina. pa empezar vivir en madrid, que la madre la trate como de colega, la comodidá de vivir con la madre haciendo lo que quiera practicamente. con una madre dispuesta a complacer por si se va con la competencia.
el rollo del palacio, las amistades de la madre, todos los actores de chichinabo que la hacen la pelota a la madre se la harán a ella. viajes con la madre, las amigas y el novio de turno, y el tito felnando, quizá los primos duquesos
en el otro lado...er flan, ese grupo de primas de palurdeh ante los que será una ídola, la ola que le hacen en sevilla, la palur que la cae mal, el padre poco espléndido. los amigos de la jé se barrio de sevilla.
pa presumir delante de ellos un rato
bueno, la señá duquesa encantá del espectáculo cecilio
los hermanos considerarían un advenedizo a flan, como hubieran considerado a otros. ni más ni menos.
les hartaban las tontunas de la madre, y hasta la madra supongo.
y juraría que tb les hartaba, tb o principalmente, las deferencias que parecía tener con cayetanos jinetes y conlaugeña.
de ahí, creo,que nada más decirnos adiós la señáduquesa, dijeran el don carlos don duque que el palasio era suyo, y los pisos y tal...
harto estaría de ser un segundon sabiendo que era el grannnnnnnnnn heredero.
son todo risiiones a tope
precisamente por ejercer de lacayo de la señá, les parecería especialmente impresentable que er flan se atraviera a llevarles la contraria
los hermanos de ella que le consideraban un paria y encima estaban hasta las narices del ridículo y la obsesión de lamadre con er flan, verían el cielo abierto.
por lo demás no sé que hacía er flan, ser infiel a laugeña? igual que ella.
ser bobo¿ como ella
eran tal para cual
