Fernández Díaz conspiró con el jefe de Antifraude para fabricar escándalos contra líderes catalanes

Impunidad y desfachatez
GERARDO TECÉ
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Jorge Fernández Díaz.

LUIS GRAÑENA
24 DE JUNIO DE 2016
A la pregunta de si el Ministerio del Interior pone a la policía a espiar a rivales políticos, un balbuceo precede a la tranquilizadora explicación del ministro: “Eso, el medio que lo publique, tendrá que demostrarlo”. Y si lo demuestra negaré la evidencia como he hecho con las grabaciones, le faltó especificar a Fernández Díaz.

Hay enfermedades que tienen síntomas claros. Es el caso del sarampión con sus pequeñitas manchas rojas en la piel, el de las paperas con sus bultos bajo la oreja o el de la salud democrática de España con su encargado de la seguridad sacado de una película de Torrente, por no ponernos históricos, y seguramente más precisos, y mandarlo a los tiempos de la Santa Inquisición. Decía una tertuliana de radio, al poco de conocerse la grabación en la que el ministro conspiraba para fabricar escándalos alrededor de políticos independentistas catalanes, que a Fernández Díaz no le quedaba más remedio, hechas públicas las grabaciones, que dimitir esa misma mañana. El resto de tertulianos fueron prudentes para no preguntarle en antena a su compañera “chica, pero tú dónde vives”, pero no lo suficiente como para evitar una carcajada a coro. Son las carcajadas inevitables cuando sabes que, después de cuatro años, es la cara de Fernández Díaz la que aparece en el diccionario junto a las palabras impunidad y desfachatez.


La impunidad de darle un uso político a la policía y la desfachatez de nombrarte víctima del asunto cuando este se hace público. La impunidad de las muertes del Tarajal y la desfachatez de atacar a las ONG que atienden a los inmigrantes al tiempo que niegas los disparos que los vídeos enseñan. La impunidad de convertir en parte del paisaje durante cuatro años las “operaciones araña”, en las que, tras aparición del ministro en el telediario, a los internautas detenidos sin relación alguna entre ellos (nunca tenía sentido más allá del marketing una operación policial conjunta) un juez los mandaba a casa porque no había caso. La impunidad de condecorar en nombre de todos los ciudadanos a los ocho guardias civiles que le dieron una paliza a un joven nigeriano en la valla de Melilla. Las mismas medallas que reparte con desfachatez y creando vergüenza ajena, entre ciudadanos y miembros del cuerpo de policía, a las vírgenes o periodistas preferidos de su santoral. La impunidad con la que desde su cargo público metió en su despacho, nuestra casa, a Rodrigo Rato al tiempo que se apuntaba al xenófobo “que los metan en su casa”, para hablar de refugiados que no habían saqueado el país. La desfachatez de ir al besamanos de las doce después de avergonzarnos a todos cada vez que abre la boca para llevarse por delante el 90% de los valores cristianos. La impunidad con la que desde su cargo ha usado continuamente a ETA para señalar a rivales políticos y la desfachatez de quien sabe que ser ruin y tramposo es un mal menor por el bien de la misión para la que Dios lo ha puesto en el cargo.

Fernández Díaz no tiene límite, pero la vergüenza ajena de un país no puede soportar esto una semana más.
 
Pinchazo
"De Alfonso llevaba el micro encima"

El "roce de fibras" delata que el sistema de grabación estaba pegado a su cuerpo


"De Alfonso llevaba el micro encima"

El director de la Oficina Antifraude de Cataluña, Daniel de Alfonso.

EFE

25/06/2016 a las 06:00

  • COLPISA. MADRID
No fue un micrófono -una "chicharra" en el argot policial- oculto en algún rincón del despacho de Jorge Fernández en la sede del Ministerio del Interior. "Lo que está claro es que, voluntaria o involuntariamente, Daniel de Alfonso llevaba encima el micro que grabó, al menos, una de las dos conversaciones con el ministro", aseguran a este periódico categóricos los responsables de la Policía Judicial y de la Policía Científica que trabajan en la investigación sobre las grabaciones que han sacudido el tramo final de la campaña electoral. "Harina de otro costal -admiten- es saber quién y por qué ha filtrado esas conversaciones" y determinar hasta qué punto los ajustes de cuentas entre mandos del CNP han propiciado que ahora se hagan públicos esos pinchazos.

Las claves que han permitido a los expertos policiales sacar la primera conclusión sobre el origen de la grabación vienen de extractos de las conversaciones que mantuvieron el 2 y el 16 de octubre de 2014 el director de la Oficina Antifraude catalana y Jorge Fernández y que ha difundido el diario ‘Público’ en las últimas horas. El primero de ellos, escogido por los especialistas por su "nitidez", es el corte de un minuto y 25 segundos en el que De Alfonso habla de cómo ha "ido moviendo los hilos" con varios empresarios supuestamente antisoberanistas. "Cuando éste se dispone a hacer un resumen de sus contactos y parece reacomodarse en su asiento para una larga exposición se aprecia claramente un ruido de roce de fibras, que delata sin ningún género de dudas que el sistema de grabación estaba pegado al cuerpo del director antifraude", revela un alto funcionario.

"EVIDENCIAS"

En otro de los extractos más nítidos, Daniel de Alfonso habla de los supuestos indicios que tiene para involucrar al exalcalde de Barcelona Xavier Trías con una cuenta en el extranjero. En un momento se mueve para recoger unos papeles y -explican los especialistas- se vuelve a oír el ruido del roce con el micrófono, quizás ese día oculto en el maletín.

A estas "evidencias irrefutables" -señalan estos mismos especialistas- se unen otros indicios como que siempre se escucha más nítidamente a De Alfonso que al ministro y que los carraspeos del director antifraude hacen vibrar el sistema de grabación, cosa que no hacen los de Jorge Fernández.


Hasta ahí las "certezas científicas" recopiladas hasta ahora por los técnicos del Cuerpo Nacional de Policía. A partir de aquí, hipótesis. El sistema de grabación pudo ser directamente un micro escondido a propósito en el traje y/o en el maletín de Daniel de Alfonso (con su consentimiento) o la grabación pudo realizarse a través de su móvil sin que él lo supiera.

Los investigadores recuerdan que no hace falta instalar un sistema espía en el teléfono, ya que SITEL (Sistema de Interceptación Telefónica), la herramienta con la que cuentan desde 2001 las fuerzas de seguridad y el CNI para los pinchazos telefónicos, permite convertir los móviles en "micrófonos de ambiente" sin necesidad de descolgar el aparato, tal y como reveló una sentencia del Tribunal Supremo el pasado mayo, en un fallo que desveló uno de los secretos mejor guardados del Ministerio del Interior.

Que la grabación la realizara voluntaria o involuntariamente un micrófono que portaba De Alfonso -insisten los investigadores- no significa que el director de la oficina antifraude esté detrás de la filtración de un documento sonoro que, en principio, le perjudica.

La Policía Científica, hasta el momento, solo ha podido analizar los ‘cortes’ distribuidos por ‘Público’ en su web. Ayer, agentes de la Policía Judicial se personaron en la sede del diario digital para reclamar los archivos en poder del periódico, pero los responsables del medio se negaron a facilitárselos porque los agentes no contaban con ninguna orden judicial.

De hecho, la investigación ‘interna’ encargada por Fernández no ha sido judicializada todavía. El ministro ha puesto al frente de estas indagaciones a varios de los mandos policiales más cercanos al Partido Popular y que pertenecen a uno de los bandos, cuya guerra, según todos los fuentes, está detrás de la difusión de las conversaciones.

http://www.diariodenavarra.es/notic...alfonso_llevaba_micro_encima_467036_1031.html
 
Pues ya no tienen que buscar más



Los investigadores recuerdan que no hace falta instalar un sistema espía en el teléfono, ya que SITEL (Sistema de Interceptación Telefónica), la herramienta con la que cuentan desde 2001 las fuerzas de seguridad y el CNI para los pinchazos telefónicos, permite convertir los móviles en "micrófonos de ambiente" sin necesidad de descolgar el aparato, tal y como reveló una sentencia del Tribunal Supremo el pasado mayo, en un fallo que desveló uno de los secretos mejor guardados del Ministerio del Interior.
 
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