Eugenia Martinez de Irujo.

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¿Qué pasa, antes de ir al tenis y previendo aburrimiento se fumaron unos cigarritos "de la risa" o qué? O a lo mejor se pimplaron un par de botellas de esas de las que el tipo comercializa... en fin... :bucktooth:
Vaya cara de tonto tiene el hombre, al menos en esa foto.. madre mía.. a mí si me parece que son tal para cual... :bag:
 
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¿Qué pasa, antes de ir al tenis y previendo aburrimiento se fumaron unos cigarritos "de la risa" o qué? O a lo mejor se pimplaron un par de botellas de esas de las que el tipo comercializa... en fin... :bucktooth:
Vaya cara de tonto tiene el hombre, al menos en esa foto.. madre mía.. a mí si me parece que son tal para cual... :bag:
La que está atras del maromo de Eugenia se colgó la cadena del perro en el cuello...yessssssú:LOL:
 
La madre fue una payasa ridicula rodeada de palmeros que le gritaban lo guapa y libre que era cuando en realidad era un autentico adefesio y la libertad se la podia permitir por sus titulos, contactos y dinero. Personaje de los Santos Inocentes. No se que le quedo en herencia al hombre que se caso con ella pero todo lo que le dieron es poco por aguantar a semejante mamarracho.

Y la hija va por el camino, destrozarse la cara, sin oficio ni beneficio y sin haber pegado un palo al agua en su vida.
 
parece un alejandro ajag cualquiera haciendo la pelota a "lahijalaseñamomiadefeiso"

es lo qe me dicen las afotos

afotos con las que parece entusiasmado

no lo será pero vaya pinta de mindundi con pretensiones.
 

Su acompañante se llama vicente dalmau
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El sucesor precoz
Vicente Dalmau Cebrián (Marqués de Murrieta)


A pesar de su aire augusto, su barba decimonónica, sus trajes de corte clásico y su título nobiliario (conde de Creixell), Vicente Dalmau no tarda en revelar, tête à tête, lo que es: un hombre que, a los 23 años, tuvo que vérselas con el destino cuando murió su padre inesperadamente, con tan sólo 48 años, dejándole al frente de una de las bodegas de más solera de España. Un reto que ha sabido superar con creces: manteniendo el patrimonio familiar, modernizando la gloriosa finca riojana de Ygay y mejorando la calidad de sus vinos. Porque, pese a la solera de la bodega, los caldos de Marqués de Murrieta estaban en decadencia antes de que Vicente Cebrián Sagarraga, su padre, comprase Ygay en 1983.

Es evidente que el joven Dalmau se ha ganado a pulso el respeto del mundo vinícola que dudó de su capacidad. Aunque sin predecir una herencia tan temprana, ya tenía una buena formación al recoger el testigo paterno. "Poco después de adquirir la bodega, mi padre nos llevó a vivir a Ygay. Para un chaval de 16 años que vivía en Madrid y estudiaba en el Colegio Británico fue un auténtico shock adaptarse. Pero como era un amante del campo, mi padre pudo contagiarnos allí toda su pasión, al tiempo que iniciaba la reestructuración de la bodega, empezando por los viñedos". El nuevo propietario fue incorporando a su hijo a las labores de la empresa: a los 16 años ya trabajaba en la bodega, a los 18 le nombró director de exportación y a los 21 le entregó la gerencia comercial. Antes de fallecer, le anunció que le encargaría la dirección general. Hoy, él está orgulloso del trabajo realizado, tanto en Murrieta como en Pazo de Barrantes, la otra bodega de su propiedad en el pazo ancestral de su familia en las Rias Baixas. "Espero poder seguir muchos años en esta brecha, crecer en otras cosas, ya que como en Murrieta trabajamos sólo con nuestras uvas el crecimiento es limitado. Ahora elaboramos aceite de oliva en Cataluña y quiero seguir con otras iniciativas, para que ésta sea una gran empresa".
 
Vicente Dalmau Cebrián-Sagarriga
 
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