Eugenia Martinez de Irujo.

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Guapo, guapo, no es jajajajaja
 
Sagarriga, la nueva era de Murrieta
Autor: Amaya Cervera.
Lunes, 3 de noviembre de 2014
Noticia clasificada en:Cultura del vinoVinos D.O. Ca. Rioja

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Tras nueve años de restauración, Marqués de Murrieta reabre sus puertas imponente y sofisticada. Su propietario, Vicente D. Cebrián-Sagarriga, habla de la modernización de esta firma histórica fundada por Luciano de Murrieta en 1852.

¿Cómo es el hombre que se ha echado sobre sus espaldas la carga de traer a la bodega Marqués de Murrieta hasta el siglo XXI y hacerlo además por todo lo alto?

“Nací un 1 de enero de 1970, dando la lata desde el primer día”, dice. El mayor y el único varón junto a tres hermanas, es un Capricornio, como matiza él mismo, lo que le habría hecho ya muy activo, decidido, luchador e incansable. Sin embargo, muy pocos hubieran apostado por que, tras la prematura muerte de su padre en 1996, fuera capaz de acometer semejante tarea.


Pero quien se acerque hoy a Murrieta tendrá una experiencia realmente impactante. En el famoso castillo reconvertido en museo pueden verse los tintos de vinificación originales de la bodega, la colección histórica de 70.000 botellas (tintos y blancos) que hace estremecer a cualquier amante del vino, documentos antiguos, maquinaria y utensilios de otros tiempos, una vasta colección de etiquetas con todos los vinos y momentos de la casa, un par de muy emotivos vídeos, salas de catas y algunas barricas en las que duerme Castillo Ygay, el que pasados ya los tiempos de modernidad desaforada, vuelve a ser el gran vino de la casa. Todo se ha cuidado hasta el último detalle. Y la decoración incluye objetos únicos y en ocasiones tremendamente sorprendentes.


Sin embargo, sería totalmente erróneo pensar que la grandiosidad se debe únicamente a la increíble renovación que se ha hecho de los edificios históricos. La personalidad de Murrieta se deriva del carácter de los viñedos de su Finca Ygay que hoy alcanza las 300 hectáreas, 200 de ellas de viñedo. Situada muy cerca de Logroño, sus vinos distan bastante del estilo de los riojas que se producían en Haro. Como recuerda a menudo su enóloga María Vargas, los vinos históricos de la casa siempre alcanzaron o superaron los 13 grados, eran algo más corpulentos y hacían gala de un carácter más mediterráneo.


"Reconozco que tengo una obsesión personal con esos castillos ingleses rodeados de césped porque me gusta su estética y la sensación de orden que transmiten."
De modo que la apuesta que realizó el marqués de Murrieta por el terruño y por la idea del château (antes de que los franceses protestaran, sus primeros vinos se llamaron Château Ygay) en la segunda mitad del XIX sigue más vigente que nunca. Muy probablemente Vicente D. Cebrián-Sagarriga sea el perfecto heredero de aquel hombre adelantado a su tiempo que quiso poner los vinos de Rioja a la altura de los más valorados de su época. No es casualidad que uno de los vídeos que se muestra a los visitantes relate la historia de Murrieta desde dos perspectivas: la fundacional a través de la dramatización de un actor que interpreta a Luciano de Murrieta, y la actual mediante las palabras de Vicente D. Cebrián-Sagarriga, quien ha desvelado aún más detalles en la siguiente entrevista.


¿Qué ha sido lo más difícil en la restauración de los edificios históricos?


Han sido nueve años en los que hemos tenido que realizar un esfuerzo titánico porque no estamos hablando de una rehabilitación como tal. El castillo se ha tirado entero y se ha vuelto a levantar con la complejidad económica y la gran dificultad que ha supuesto buscar artesanos que pudieran realizar el trabajo. En Galicia hemos encontrado canteros que han trabajado la piedra como se hacía antes. La verdad es que ha sido un espectáculo. La piedra se traía en grandes remolques que se denominan góndolas para luego ser cortada aquí por un equipo de siete personas.


Aprovechando la presencia de los canteros se han rehabilitado todas las fachadas de los edificios y se ha urbanizado la bodega, de modo que ahora todos los suelos son de piedra. Los jardines, que ocupan tres hectáreas, también son nuevos. Reconozco que tengo una obsesión personal con esos castillos ingleses rodeados de césped porque me gusta su estética y la sensación de orden que transmiten. Además hemos contado con la decoradora Sandra Tarruella y con una empresa museística que nos ha ayudado a organizar toda la documentación histórica que teníamos para exponer.


Pero el proyecto de transformación de Murrieta es aún mayor, ¿verdad?


Pensaba tomarme un tiempo sabático para disfrutar de todo lo que hemos hecho, pero en diciembre empezamos la segunda fase que abarca toda el área productiva, con dos naves diferenciadas de elaboración: un para la marca Murrieta y otra para Castillo Ygay, Capellanía y Dalmau, esta última solo con roble y hormigón.


Por otro lado, las naves de barricas se van a hacer completamente nuevas y también vamos a tirar todas las oficinas y a rehacerlas. Todo esto tiene que estar terminado en tres años. Por supuesto que esta obra no estará a la vista del público porque se hace en la parte de atrás. Pero va a ser muy complejo porque mientras tanto tenemos que seguir produciendo. Creo que en enero de 2018 habré terminado mi sueño absoluto.


¿Desde cuándo tiene esta visión de Murrieta en la cabeza?


Los tres años posteriores a la muerte de mi padre fueron extremadamente duros y de tristeza extrema. Ahí te tienes que forjar en soledad como persona y volver a equilibrar el núcleo familiar. Tras este periodo me doy cuenta de que hay que avanzar con un nuevo proyecto y que esto se debe hacer en tres grandes fases: la primera es el equipo, luego los vinos y, finalmente, hay que trasladar el nuevo equilibrio alcanzado a la obra civil. Quería que cuando la gente entrara en Murrieta sintiera que estaba adentrándose en la historia de Rioja y en una de las piedras angulares del vino de este país.


Empecemos por el equipo


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No se trataba de cambiar sino de renovar. Había cosas maravillosas que únicamente había que actualizar y traer a nuestros tiempos. Por otro lado, a una bodega como esta no se la puede someter a cambios bruscos, primero porque hay una clientela establecida y por otro lado porque es imposible cambiar de un día para otro una firma de semejante envergadura.


¿Qué ocurrió con los vinos?


Dalmau fue el gran revulsivo mediático que necesitaba Murrieta. Pusimos en marcha un concepto de lo que entendíamos por modernidad en Rioja, que luego se ha ido consolidando. La palabra modernidad no me gusta mucho, a veces me resulta un poco hueca, pero Dalmau al final fue un mensaje de modernidad al mercado. Luego vino Capellanía porque no quería hacer un blanco bajo la marca Murrieta. En este punto me voy a permitir una chulería: creo que somos uno de los artífices del interés actual por los blancos en Rioja. Además en enero de 2016 lanzaremos un nuevo Castillo Ygay Blanco de la cosecha 1986. No sale ninguno al mercado desde la añada 1970. Hemos querido dejar los espacios de cada vino perfectamente definidos. Capellanía por un lado; Castillo Ygay por otro.


Dalmau es su segundo nombre y durante mucho tiempo insistió en que le llamaran así.


Cuando nací mi padre dijo que me quería poner Dalmau por el nombre del primer conde de Creixell, que es el título de la familia, y mi madre se puso a llorar. Entonces mi padre dijo que sería Vicente Dalmau. Yo siempre he sido Vicente, pero un día decidí sacar a Dalmau del cajón. Curiosamente, fuera de España se me conoce más como Dalmau, pero empezaba a haber un conflicto entre los dos nombres y ahora me he convertido definitivamente en Vicente D. Cebrián-Sagarriga.


¿Cómo era su padre?


Era una persona de gran contundencia y de personalidad aplastante. Se quedó huérfano con 16 años y salió adelante. Hizo negocios en el sector de la construcción y de la comunicación, fundando Antena3 Radio. Su pasión por el vino le viene de Barrantes, el pazo familiar gallego que llegó a estar 10 años abandonado. Era de familia gallega y de hecho conoció a mi madre, Chus Suárez-Llanos, también gallega, cuando él veraneaba en el pazo y mi madre en La Toja.


¿Por qué compró Murrieta?

Era un enamorado de los vinos de Murrieta y un día tuvo la oportunidad hacerse con la bodega. También tuvo la lucidez de decidir en un momento en el que el mundo del vino era muy distinto a como es ahora, aunque Rioja era Rioja y Murrieta una de las bodegas más importantes de la denominación. La compra cambió su vida y la de todos nosotros.


¿Y cómo era entonces la vida de Vicente hijo?


Yo tenía 13 años y estudiaba desde siempre en el Colegio Británico de Madrid. Cuando mi padre decidió que viniéramos a vivir a la bodega tenía ya 16. Al principio no me afectó mucho porque en aquella época me gustaba mucho la caza y el campo. Aquí me dejaban conducir un Suzuki y me pasaba todo el día dando vueltas por la finca en el coche. Lo más duro fue abandonar el grupo de amigos de Madrid. Realmente el cambio fue radical tanto por el nuevo entorno como porque me puse a trabajar con mi padre.


¿En qué consistía ese primer trabajo?


Fundamentalmente hacía una labor de representación. Como era bilingüe, me encargaba de las visitas en inglés. Recuerdo que mi padre me puso a presidir la mesa con un grupo de 50 personas de Illinois y tuve que decir unas palabras. Allí empecé a trabajar con él y a acompañarle. Por otro lado, siempre me ha gustado el diseño y la estética y participaba en las etiquetas y en los folletos.


¿Cómo fueron aquellos primeros años en Murrieta?


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Hubo que invertir verdaderas salvajadas para reactivar el viñedo y las instalaciones. En los noventa se acabó la primera nave con depósitos de acero inoxidable. Mi padre se dedicó en cuerpo y alma a estos proyectos dejando de lado todos lo demás.


¿Y cómo pudo compatibilizar sus estudios universitarios con la bodega?


Mis padres desestimaron la posibilidad de que estudiáramos en el extranjero y decidieron que, por cercanía con Rioja, iríamos a la Universidad de Navarra. Mi padre nos quería a todos juntos como una piña. Así que en el 93 empecé la carrera de Derecho y Empresariales con mi hermana Cristina, que también nació en 1970; yo el 1 de enero y ella el 17 de diciembre. Y a la vez mi padre me pone a trabajar de verdad porque me convierte en Director de Exportación.


¿No era un poco prematuro?


Mi padre era persona de pocos socios. Cuando el responsable de exportación deja la bodega y conociendo el trabajo que yo hacía con las visitas y mi dominio del inglés, toma esa decisión. Creo que en ello influyó también la extrema dureza de su educación y el hecho de que él mismo empezara a trabajar con 18 años. Tampoco puedo decir que hubiera resistencia por mi parte porque a mí tampoco me encantaba estudiar. Y, en cierto modo, desde niño he representado a mi padre. Recuerdo haber asistido a funerales en su nombre cuando él estaba de viaje. Esa responsabilidad la he tenido siempre. Yo era el mayor, el único varón y él siempre decía que yo era el “hereu”. Luego estaba el tema del título, que se sabía que era para mí. De modo que incluso antes de acabar la carrera ya me encargaba de toda la comercialización de Murrieta. Y en 1993 mi hermana Cristina tras finalizar sus estudios universitarios se incorpora también a la bodega para llevar el área administrativa. Mi padre entonces volvió a sus otros negocios: la construcción, los medios de comunicación…


La relación con su hermana Cristina es muy estrecha.


Mi hermana Cristina es una persona importantísima en mi vida; no solo porque nos hemos acompañado desde la muerte de mi padre, sino porque siempre hemos estado juntos y también hemos estudiado juntos. Ella además era una gran estudiante de matrículas de honor, mientras que yo me quedaba en el notable. También somos los dos que trabajamos en el día a día de la bodega. Mis otras dos hermanas tienen otras actividades profesionales: Silvia es farmacéutica y Alexia diseñadora.


¿Cómo se siente hoy Vicente D. Cebrián-Sagarriga cuando enseña esta Murrieta del siglo XXI?


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queremos conseguir el máximo nivel de elegancia. Y creo que todo el mundo tiene que tener claro que estamos en esa liga de campeones a nivel internacional. Esto lo ha levantado una familia que no está obsesionada con el dinero sino con hacer las cosas bien y de manera honrada. Estamos en un momento dulce después de 18 años de trabajo en los que me he dedicado a la bodega en cuerpo y alma. Hoy empieza una nueva era.


¿Por qué Murrieta ha sido tradicionalmente tan reacia a mostrar sus añadas históricas en comparación con otras bodegas históricas de Rioja?


La colección histórica incluye unas 70.000 botellas tanto de blanco como de tinto que hemos tardado seis meses en trasladarla a las salas de castillo. Lo único que se ha hecho es cambiar algunos corchos y la idea es recorchar cada 25 años aproximadamente. En general no somos partidarios de que estas viejas botellas se caten fuera de este entorno porque consideramos que aquí es más fácil transmitir el espíritu de los vinos. A partir de ahora habrá más oportunidades de hacerlo, pero solo en ocasiones especiales. Por ejemplo, como parte de la inauguración de la renovación de la bodega se va a realizar una cata de añadas históricas para prensa.


¿No piensa alguna vez en la sucesión al frente de la bodega?


Efectivamente, todo lo que se está haciendo no es para mí sino para los próximos 150 años. De hecho, no hemos utilizado ningún material que no dure; todo es piedra, madera y acero. Implícitamente pienso en los continuadores que ahora mismo se llaman sobrinos. Yo no tengo hijos pero es algo que empieza a pesarme. Mi vida se ha concentrado totalmente en la parte profesional y de hecho creo que no sé diferenciar entre lo personal y lo profesional. Quizás ahora tenga que darme tiempo para pensar en lo personal.
 
No se si se enterarían de que estaban en el tenis o quién ganó el partido, pero se lo pasaron teta, jaja.
Yo creo que iban con medio pedete y estaban "tan agustito" los dos.
Seriecito pierde bastante, es un señorito más, qué desilusión!
 
osea, un agag que quiere prosperar?

Por la entrevista que ha traído papaya al hilo, este hombre, será aristócrata, pijo y lo que queramos, pero parece que ha trabajado desde joven en la empresa familiar y sabe lo que se trae entre manos.
No parece que necesite los contactos de Eugenia para prosperar, pero si lo que quiere es procrear....por ahí la cosa va mal.
Eso sí, parece ya un hombre "hecho y derecho" ...como diría mi abuela, jaja. Seguro que la señá duquesa le daba su aprobación.
El Agag se ha dedicado a ejercer de inseminator y a sus pelotazos vía amiguetes, pero yo a eso no lo llamaría trabajar, jeje.
 
Eugenia Martínez de Irujo: 'Lo he pasado mal, pero ya me estoy recuperando'
La Duquesa de Montoro va superando la triste pérdida de su madre, de la que se acuerda mucho
by hola.com21 de Mayo de 2015


Eugenia Martínez de Irujo reapareció de nuevo en público, en una de sus escasas salidas a alguna cita de este tipo. Tras la muerte de su madre, Eugenia se retiró de la vida pública y poco a poco ha ido recuperando su rutina, asistiendo a citas puntuales, aunque aún trata de recuperarse de este duro golpe. Durante una convocatoria de la firma Tous (con la que lleva colaborando más de una década), Eugenia aseguró que estos meses han sido difíciles. "Ha sido difícil, duro, pero poco a poco vas superando las cosas. Me acuerdo mucho de ella, eso sí" comentó, señalando que recordaba todo de ella. "A ella en general, su figura".

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En sus apariciones, se ha podido notar que ha bajado un poco de peso, algo normal según comentó. “Estoy más delgada porque he perdido a mi madre y lo he pasado mal, pero ya me estoy recuperando poco a poco” comentó la Duquesa de Montoro.

También aprovechó la ocasión para hablar sobre los rumores de conflictos entre los hermanos, que apuntan a que la relación entre ellos se ha deteriorado. “Me da igual lo que digan, pero tengo que decirlo porque es verdad, mi relación con mis hermanos es estupenda y nadie me ha echado de mi casa, todo lo contrario. Y entre ellos también se llevan bien” aclaró. En la misma fiesta estaba además su hermano Fernando Martínez de Irujo.

En el reciente torneo de tenis Madrid Open, se pudo ver a la hija de la Duquesa de Albaacompañada por un amigo, así habló ella de él. “Es un amigo mío desde hace muchísimo tiempo”. Se pudo ver entonces que estaba un poco más sonriente y es que el tiempo va logrando que Eugenia se reponga del inmenso dolor que supuso el fallecimiento de la Duquesa de Alba, el pasado mes de noviembre.

También sus hermanos se emocionan cada vez que la recuerda. De hecho, hace unos días, Cayetano inauguró una exposición sobre su madre en la que no pudo evitar las lágrimas. "Desde que mi madre se ha ido, algo de su estela ha calado en mí o bastante, y la verdad es que es un orgullo muy grande. Por eso estoy tan emocionado" dijo en su discurso. Y es que el recuerdo de la Duquesa de Alba sigue aún muy presente.
 
Es un sr muy trabajador, que yo sepa nunca ha estado casado. Hace poco fue noticia por sus desaveniencias con Galliusi.
 
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