Cuadernos de Psicología.

Nunca tengas una batalla de ingenio con una persona desarmada

Discutir-1024x576.jpg


“Nunca tengas una batalla de ingenio con una persona desarmada”, aconsejaba Mark Twain, un escritor que ha pasado a la historia por la inteligente ironía que vertió en sus obras y un carácter indómito que se aproximaba más al del “asilvestrado” Huck que al “civilizado” Tom. Su consejo nos ahorrará muchos, muchísimos dolores de cabeza en la vida: no hay que discutir con quien no tiene herramientas para entender.

Para debatir hay que tener voluntad de entendimiento
La discusión, entendida como un debate constructivo en el que se intercambian diferentes ideas, puede ser extremadamente positiva, aunque llegue a ser acalorada. Cuando nos exponemos a ideas diferentes podemos reflexionar e incluso expandir nuestro horizonte intelectual. Es en las diferencias donde se construye, no en la igualdad.

Por muy diferentes y opuestas que sean esas ideas, si existe voluntad de entendimiento, el debate será fructífero. Eso no significa que una de las partes tenga que convencer a la otra y que se llegue a un argumento “ganador”. A veces es suficiente con cambiar algunas ideas para fomentar el entendimiento imprescindible. El propio Mark Twain decía: “Nadie se desembaraza de un hábito tirándolo de una vez por la ventana; hay que sacarlo por la escalera, peldaño a peldaño”.

Sin embargo, para que una discusión sea realmente enriquecedora es necesario que ambas partes estén dispuestas a escuchar a otro en un clima de respeto y tolerancia, que exista la voluntad de diálogo. Si no se dan esos supuestos, la discusión será inútil. Por tanto, la regla de oro es: jamás discutas con un necio.

Personas desarmadas intelectualmente

Una persona desarmada intelectualmente no es aquella que no conoce un argumento sino la que no está dispuesta a conocerlo porque padece una profunda ignorancia motivada. O sea, decide no comprender, no saber, no profundizar, no escuchar…

Esta persona es víctima del sesgo de confirmación; o sea, no quiere escuchar más opinión que la suya y hace oídos sordos a todo aquello que no coincida con su visión del mundo. Solo presta atención a la información que confirma sus opiniones, pasando olímpicamente del resto, por muy razonable, bien argumentado o verídico que sea.

Con una persona así, es mejor no discutir porque las probabilidades de llegar a un entendimiento son bajas tendiendo a cero, y las probabilidades de que nos enfademos son altas tendiendo al infinito. Comenzar – y continuar – una discusión con estas personas solo nos drenará psicológicamente, sin poder llegar a buen puerto. Antístenes, el fundador del cinismo, decía: «Para hacer desistir a quien contradice, no es necesario contradecirlo a su vez; es menester instruirlo, porque no se remedia a un loco montando en furor como él«.

¿Somos cada vez menos razonables?
Personas que se amurallan detrás de sus argumentos y que no quieren escuchar siempre han existido – y seguirán existiendo. No obstante, estamos viviendo en una era peculiar en la que “las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban sólo en el bar después de beber un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Los silenciaban rápidamente pero ahora tienen el mismo derecho a hablar que un Premio Nobel. Es la invasión de los necios”, dijo Umberto Eco.

Estamos viviendo en la sociedad de la opinión, una sociedad en la que el poder del referente se ha hecho añicos dejando paso a que cada quien opine – con más o menos conocimiento de causa, con más o menos preparación y con más o menos sentido común.

Por supuesto, el problema no es la caída de los referentes ya que cuestionar lo establecido puede dar pie a nuevos caminos y descubrimientos. Solo si asumimos una actitud crítica con lo establecido podemos seguir desarrollándonos. El problema es cuando se cuestiona sin argumentos. Cuando las opiniones se vuelven ataques porque no hay razones sólidas que las sustenten. Cuando no existe una voluntad de construir sino tan solo de destruir para imponer un ego que necesita desesperadamente la validación de las hordas que “piensan” igual.

Todos tenemos una opinión, pero necesitamos ser conscientes de que es solo eso, una opinión. Y que de vez en cuando, escuchar otras opiniones, podría permitirnos enriquecer nuestro bagaje intelectual. Porque si nos encontramos con una persona verdaderamente sabia, una persona que no va a discutir con quien no sabe escuchar ni establecer puntos de referencia comunes, habremos desperdiciado una oportunidad para aprender. Y cada oportunidad perdida es un paso más hacia la oscuridad intelectual. Quedáis avisados.
https://rinconpsicologia.com/no-discutas-con-un-necio/
 
Clinomanía (o clinofilia) qué es, síntomas, causa y tratamiento.

upload_2019-7-27_8-53-33.png

La clinomanía o clinofilia es la obsesión o necesidad extrema de permanecer en la cama durante muchas horas del día sin que exista una enfermedad orgánica que lo justifique.

A continuación, veremos en qué consiste este trastorno de ansiedad tan incapacitante.

Cómo saber si padeces clinomanía
El hecho de querer permanecer acostados en nuestra cama o tener pereza por levantarnos no implica automáticamente que tengamos un trastorno como la clinomanía. Es relativamente normal, sobre todo en sociedades como la nuestra con un ritmo de vida tan frenético, que muchas veces estemos cansados y queramos acostarnos durante horas.

El problema viene cuando el deseo de permanecer acostado en la cama se convierte en una obsesión que termina afectando a nuestra vida laboral, social o familiar. Es en ese momento cuando uno debería preocuparse y plantear la necesidad de visitar a un profesional de la salud mental.

Síntomas
Una buena manera de saber si uno puede estar sufriendo esta patología es ser consciente de los signos que presentamos durante el día, en nuestro tiempo libre, con la familia, etc.

Los síntomas más habituales en una persona que sufre de clinomanía son los siguientes:

  • Nuestro ocio y tiempo libre se ciñen a permanecer constantemente en la cama. No salimos con nuestros amigos ni tenemos planes de ningún tipo. Nos pasamos todo el día en la cama sin levantarnos, excepto para ir al baño.

  • Comenzamos a tener cambios de humor repentinos. Nos sentimos tristes o decaídos cuando nos visita algún familiar o cuando hace un día soleado; y al revés, nos ponemos contentos cuando tenemos cualquier excusa para quedarnos en casa y tirados en la cama, como cuando nieva o tenemos el coche averiado.

  • Empezamos a obsesionarnos con todo lo que tiene que ver con nuestra cama: almohada, sábanas, cojines, colchas, etc. Y no podemos quitarnos de la cabeza el deseo de permanecer tumbados en ella.

  • Cada vez que intentas levantarte de la cama, hay una especie de fuerza de gravedad que tira de ti y no te deja. Parece como si tu fuerza de voluntad estuviera anulada.

  • Acostarte en la cama te produce un gran confort. Esto se debe a que tu cerebro ha generado un patrón de recompensa que implica que cada vez que te acuestas segregues dopamina y otras sustancias que te provocan un intenso placer.
Síntomas psicológicos
Además de prestar atención a los signos, es aconsejable observarse a uno mismo y detectar cualquier tipo de síntomas fuera de lo normal.

Estos son algunos de los síntomas psicológicos más habituales cuando se sufre clinomanía:

  • Tristeza y desmotivación: como ya hemos comentado, la característica más común de la clinomanía es la obsesión o deseo exagerado por permanecer en la cama. Además, la persona comienza a ver el mundo exterior de forma hostil o carente de estímulos, de tal forma que no encuentra ninguna motivación para relacionarse con su entorno.

  • Sentimiento de culpabilidad: el hecho de permanecer acostado en la cama constantemente en lugar de cumplir con las obligaciones de la vida diaria, puede generar que el paciente se sienta culpable. Esto, añadido a la tristeza y la desmotivación, refuerza aún más el ánimo depresivo.

  • Aislamiento social: el indicador real de que estamos ante un caso de clinomanía es que el sujeto comience a ver su vida deteriorada debido al exceso de tiempo que pasa en su cama. En este sentido, los ámbitos más afectados suelen ser las relaciones sociales y el trabajo.

  • Incomprensión y soledad: debido a que, en ocasiones, este trastorno no es bien comprendido socialmente, los pacientes pueden sentirse solos o incomprendidos y pueden perder a amigos y familiares.
Tratamiento
Como cualquier otro trastorno de ansiedad, la clinomanía suele requerir psicoterapia para paliar los síntomas, generalmente de tipo cognitivo-conductual. En los casos más graves es posible que se requiera intervención farmacológica, con medicamentos ansiolíticos o antidepresivos.

El principal objetivo del tratamiento es conseguir que los pacientes que padecen clinomanía puedan recuperar las riendas de su vida; es decir, que sean capaces de trabajar, de relacionarse con los amigos y la familia, etc. En definitiva, de llevar una vida estructurada y con autonomía.

Realizar cambios en el estilo de vida es fundamental para estas personas, ya que facilita que se reduzca su obsesión por permanecer en la cama. El hecho de animarles a realizar ejercicio físico y otro tipo de actividades al aire libre, supone una forma de ayudarles a modificar su conducta y minimizar los síntomas obsesivos.

Trastornos asociados
A pesar de que la clinomanía se considera en sí misma un trastorno de ansiedad, sus síntomas pueden hacer acto de presencia en otras enfermedades mentales como la depresión o la esquizofrenia.

La tendencia a recluirse en la cama indefinidamente suele ocupar el período terminal de algunos pacientes depresivos no tratados. La clinomanía se presenta como un síntoma desadaptativo más, junto con otra sintomatología característica de la depresión, como la irritabilidad, la tristeza persistente, la anhedonia (incapacidad para experimentar placer) o el llanto frecuente.

Otra de las enfermedades mentales en las que puede aparecer la clinomanía como síntoma es la esquizofrenia. En determinado subtipo de esquizofrenia, la catatónica, es habitual que el paciente experimente periodos de inmovilidad o catalepsia, con la consecuente rigidez corporal. Esto, en ocasiones, les lleva a estar tumbados en la cama o el sofá durante incontables horas.

Clinomanía y dysania: diferencias
Ya hemos hablado de la clinomanía, que implica una obsesión y una necesidad extrema de seguir acostado en la cama. Pero, ¿existe algún otro trastorno parecido?

La dysania es un trastorno psicológico que provoca que las personas que lo sufren sientan confusión al despertarse, mostrando signos de irritabilidad y de enfado por tener que levantarse.

Esto se produce porque sus cuerpos les piden dormir más y alargar el tiempo de descanso sobre la cama, siendo conscientes al mismo tiempo de que ha llegado el momento de levantarse y ponerse en marcha.

Este hecho les genera todavía mayor frustración, que se incrementa porque, según los expertos, esa falta de descanso va asociada a una desmotivación (por motivos laborales, familiares, personales, etc.) que hace aún más difícil despegarse de las sábanas.

Según los expertos, la dysania es un trastorno creciente por el cambio en los patrones de sueño que tenemos: cada vez nos acostamos más tarde y, generalmente, lo hacemos tras haber estado expuestos a todo tipo de pantallas digitales como smartphones y tabletas, lo que dificulta aún más conciliar el sueño.

A pesar de que la dysania no es considerada una enfermedad en sí misma, como sí pasa con la clinomanía (que es tratada como un trastorno de ansiedad), es importante solucionar este problema cuanto antes, para que no se alargue en el tiempo: por ejemplo, durmiendo las horas suficientes para que el cuerpo esté descansado cuando suene el despertador.

Referencias bibliográficas:
  • Blatner Adam (1997). "The Implications of Postmodernism for Psychotherapy". Individual Psychology.

  • Compas, Bruce & Gotlib, Ian. (2002). Introduction to Clinical Psychology. New York, NY: McGraw-Hill Higher Education.

  • Evans, Rand. (1999). Clinical psychology born and raised in controversy. APA Monitor, 30(11).

  • Groth-Marnat, G. (2003). Handbook of Psychological Assessment, 4th ed. Hoboken, NJ: John Wiley & Sons.
TÓPICOS



Unai Aso Poza
Psicólogo Sanitario

Psicólogo sanitario por la Universidad del País Vasco y especialista en Neuropsicología. Experto en rehabilitación cognitiva y neuroterapias como biofeedback, neurofeedback y realidad virtual. Redactor de contenidos online sobre psicología y neurociencias.

https://psicologiaymente.com/clinica/clinomania
 
Las crisis de parejas se disparan en verano
En vacaciones los conflictos y el estrés acumulado generan más enfrentamiento entre las parejas, haciendo de la convivencia una situación complicada
problemas-pareja-verano-klw--620x349@abc.jpg

@abc_familia
MADRID
Actualizado:27/07/2019 02:10hhttps://www.abc.es/familia/padres-h...-un-viaje-en-familia&vli=noticia.foto.familia

Tras lo que se suponen unas estupendas vacaciones, las relaciones se rompen y los motivos se asocian a las tiranteces propias de la convivencia en quien apenas tiene tiempo de verse en mitad de la rutina laboral.

Se discute por los gastos, por el comportamiento de los hijos y cómo se afronta, también por los planes de ocio y por cómo se reparten las tareas... Es decir, aclara la psicóloga y directora técnica de Clínicas Origen, Pilar Conde, «se trasladan a los días de descanso las tensiones habituales de la pareja, con la diferencia en que todo se concentra en quince días o una semana».

No es que una pareja se rompa por pasar junta las vacaciones, matiza la psicóloga, «sino que sus miembros ya llevan una época distanciados, alguna o ambas de la partes no se encuentran satisfecha con la situación de la pareja y esos días pueden ser el estímulo para dar el paso».

Las vacaciones no son, por tanto, la causa de la separación, pero sí pueden ser el desencadenante.

¿Cómo actuar?
¿Viajar o quedarse en casa? La presencia de hijos es determinante a la hora de tomar esta decisión, que suele inclinar la balanza por salir con ellos para que disfruten del aire libre y la naturaleza.

En este caso, la experta recomienda que la pareja se siente antes de salir para abordar los factores de estrés que pueden surgir durante los días en familia. Al final, advierte, la convivencia y el bienestar emocional dependerán en gran medida de cómo uno decida afrontar los obstáculos que se le presenten. No es que viajar o no viajar vaya a cambiar la situación o eliminar los conflictos que haya. Irse de vacaciones cuando se está en conflicto tiene sus riesgos, explica, «pero si la pareja es capaz de plantear cómo se va afrontar el viaje, negociando y estableciendo límites, pueden llegar a disfrutar del veraneo. Ahora bien, no es la solución a las dificultades presentes».

Esta solución pasa por una terapia de pareja, proceso que se puede realizar en verano, bien de manera presencial u online. Para la psicóloga de Origen, los días libres que tenemos son una buena opción para sentarse con un profesional neutral y tratar de solucionar la mala situación por la que se atraviesa.

Por un lado, hay que tener en cuenta que si las vacaciones son cortas, a veces no llegamos a disfrutar porque tardamos entre tres y cuatro días en desconectar de la rutina. Durante esas primeras jornadas en la playa o haciendo turismo y, si vamos acompañados de mucho estrés previo, si estamos pendientes del trabajo, de los mails, de las llamadas, no estaremos teniendo una actitud de desconexión, lo que nos impedirá fijar la atención en el momento presente y en nuestra pareja.

Otro motivo, y el más importante es, según Pilar Conde, que en verano tenemos más tiempo para acudir a terapia, «para reflexionar y empezar a trabajar con las herramientas psicológicas que van a mejorar la relación».

¿A qué ayudan las herramientas psicológicas?
1. Expresar y recibir las opiniones del otro, así como aprender a negociar y llegar a acuerdos conjuntos.

2. Reforzar a la pareja, tanto a nivel verbal, a nivel afectivo y personal.

3. Dividir el tiempo para estar en pareja, con amigos (tanto juntos como separado) y administrar nuestros ratos para hobbies.

4. Expresar las emociones y gestionarlas de manera interna en la pareja.

5. Gestionar los conflictos habituales de la relación.

Es muy importante que los dos estén convencidos de la importancia de acudir a un terapeuta, puesto que, de lo contrario, la terapia resultará fallida.

Sobre la necesidad de comunicar la situación y el paso adoptado a los hijos, en caso de haberlos, la psicóloga recomienda valorar la edad de los mismos, e informarles según sea más beneficioso para el menor que el no hacerlo. En cualquier caso, finaliza, una vez se empiece tratamiento y establecidos los compromisos, la pareja decidirá como quiere afrontarlo en casa.
https://www.abc.es/familia/parejas/abci-crisis-parejas-disparan-verano-201907270210_noticia.html
 
Las 4 fases de la intervención neuropsicológica (y sus características)

upload_2019-7-28_10-46-23.png

La intervención neuropsicológica tiene como finalidad evaluar y rehabilitar las alteraciones cognitivas y funcionales producidas en un individuo por una lesión o enfermedad cerebral.

En este artículo veremos cuáles son las fases de la intervención neuropsicológica y qué objetivos persiguen en cada caso.

Las fases (o etapas) de la intervención neuropsicológica
Para poder llevar a cabo una intervención de este tipo, se han de seguir 4 fases: la evaluación, la definición de objetivos y planificación del tratamiento, la rehabilitación, y, por último, la generalización de resultados.

Veamos, con más detalle, en qué consiste cada una de ellas.

Primera fase: La evaluación neuropsicológica
La evaluación neuropsicológica constituye la primera de las fases de la intervención neuropsicológica. El objetivo de esta evaluación es describir y cuantificar las alteraciones cognitivas, conductuales y emocionales del paciente, fruto de la lesión o el daño cerebral adquirido.

Esta tarea consiste en realizar una evaluación minuciosa y exhaustiva de la persona, mediante el análisis neuropsicológico de las funciones cognitivas, tanto las alteradas como las que aún conserva el paciente, así como las habilidades de la vida diaria que se preservan y las que no.

Para este cometido se utilizan toda una serie de pruebas y tests diagnósticos, cuyo objetivo es la búsqueda de los factores responsables del síndrome neuropsicológico que luego se utilizarán en la construcción del programa de rehabilitación neuropsicológica. Pero, ¿qué otros objetivos debe cumplir el proceso de evaluación en la intervención neuropsicológica?

Objetivos de la evaluación neuropsicológica
El proceso de evaluación neuropsicológica no solo es una herramienta para que el profesional sanitario recabe información, sino que también constituye una oportunidad que se le brinda al paciente y sus allegados para mantenerse informados sobre lo que le ocurre al afectado y lo que puede hacerse para mejorar su situación.

Los objetivos principales de la evaluación neuropsicológica son los siguientes:

  • Describir detalladamente las consecuencias de la lesión cerebral en términos de funcionamiento cognitivo, los posibles trastornos de conducta y las alteraciones emocionales.

  • Definir los perfiles clínicos que caracterizan los distintos tipos de patologías que cursan con un deterioro neuropsicológico.

  • Establecer un programa de rehabilitación individualizado, a partir de las habilidades y capacidades del paciente conservadas, cuyo objetivo sea mejorar la autonomía y la calidad de vida de la persona.

  • Contribuir al establecimiento de un diagnóstico diferencial y preciso en determinadas enfermedades neurológicas y psiquiátricas.

  • Determinar los progresos de cada paciente, así como valorar la eficacia de los distintos tratamientos.

  • Peritaje y/o valoración médico-legal del nivel de deterioro cognitivo y funcional de la persona, de cara a posibles indemnizaciones y procesos de valoración de incapacidad.
Segunda fase: Definición de objetivos y plan de tratamiento
La siguiente fase en el proceso de intervención neuropsicológica es definir los objetivos y el plan de tratamiento o programa de rehabilitación.

Uno de los principios básicos de la rehabilitación neuropsicológica es el hecho de basarse en las habilidades preservadas, de modo que pueden servir de apoyo o soporte para intervenir en aquellas otras que están afectadas.

Con toda la información recogida durante el proceso de evaluación, se deben planificar los objetivos y las metas de la rehabilitación. Es importante establecer objetivos específicos y relacionados con las actividades e intereses propios del paciente. Por ejemplo, si uno de los objetivos es que el paciente pueda volver a practicar su deporte preferido (meta a largo plazo), tendremos que establecer metas a corto plazo que ayuden a su consecución.

Los programas diseñados deben ser individualizados y enfocados a las necesidades de cada paciente. Es conveniente realizar sesiones individualizadas para trabajar aspectos cognitivos específicos (por ejemplo, entrenamiento de la memoria o la atención), conductuales (como la agresividad) y emocionales (por ejemplo, trabajar la autoestima y la autoimagen).

Pero también deben existir sesiones de grupo en las que se pongan a prueba las técnicas y las estrategias ensayadas de forma individual, para que los resultados puedan después generalizarse a situaciones más ecológicas y comunes (generalización de los resultados).

En definitiva, un programa de rehabilitación debe atender a los siguientes aspectos fundamentales:

  • Tratamiento y rehabilitación de las funciones cognitivas alteradas.

  • Modificación de las conductas desadaptativas.

  • Apoyo psicosocial y gestión emocional

  • Readaptación social y laboral

  • Rehabilitación cognitiva
Tercera fase: La rehabilitación neuropsicológica
La rehabilitación es la tercera y más importante de las fases de la intervención neuropsicológica, ya que es en esta etapa en la que se aplican las técnicas y estrategias necesarias para rehabilitar al paciente.

En la rehabilitación neuropsicológica es posible distinguir distintas tendencias u orientaciones, cada una de ellas asumiendo diferentes principios en base a los mecanismos neurales que subyacen a los cambios cognitivos.

Enfoques en la rehabilitación cognitiva
Como en casi todas las disciplinas, en el ámbito de la rehabilitación neuropsicológica también se utilizan distintas tendencias u orientaciones a la hora de abordar el proceso rehabilitador. Cada una de ellas asume diferentes principios en relación con los mecanismos neurales que subyacen a los cambios cognitivos.

  • La restauración de las funciones dañadas Esta teoría postula que los procesos cognitivos dañados pueden ser restaurados a través de su estimulación. Las técnicas de rehabilitación cognitiva diseñadas bajo este enfoque se basan en la realización de tareas y ejercicios de modo repetitivo, con el objetivo de volver a activar los circuitos cerebrales y, en definitiva, recuperar las funciones cognitivas alteradas.
Aunque la rehabilitación cognitiva mediante este enfoque ha sido útil en algunas áreas de intervención, como la atención o las funciones motoras, en procesos como la memoria, no existe evidencia de que la función alterada se recupere, esto es, de que haya regeneración neuronal, tras el período de recuperación espontánea.

  • La compensación de la funciones dañadas Este otro enfoque parte del principio de que los mecanismos cerebrales y los procesos cognitivos dañados apenas pueden ser recuperados. Es por ello por lo que la rehabilitación cognitiva debe hacer énfasis en la realización de tareas y actividades que tengan un objetivo funcional, mediante el uso de estrategias alternativas o ayudas externas que reduzcan o eliminen la necesidad de requisitos cognitivos.
Este enfoque se ha mostrado especialmente útil cuando el daño cerebral es muy extenso o el deterioro de la función cognitiva es significativa. Por ejemplo, se han empleado ayudas técnicas como sistemas de voz asistida por ordenador para pacientes con dificultades severas en la expresión verbal; o el uso de alarmas y agendas para personas con problemas de memoria, etc.

  • Optimización de las funciones residuales En este enfoque se postula que los procesos cognitivos no suelen dañarse por completo tras una lesión cerebral, sino que quedan reducidos en su eficacia y eficiencia, por lo cual lo conveniente es desarrollar otras estructuras o circuitos cerebrales que no estén afectados, para de este modo garantizar su funcionamiento.
El objetivo de la rehabilitación cognitiva bajo este enfoque sería, por lo tanto, mejorar el rendimiento de las funciones alteradas a través de la utilización de los procesos cognitivos preservados, y no tanto mediante el uso de ayudas externas.

Áreas de trabajo en la rehabilitación neuropsicológica
Las áreas que se trabajan con más frecuencia en un programa de rehabilitación son: la orientación espacio-temporal, la atención, memoria, funciones ejecutivas, cálculo, el lenguaje, las habilidades visuoconstructivas y la lectoescritura.

El tratamiento también suele incluir sesiones de psicoterapia, generalmente terapia cognitivo-conductual, y el abordaje de la conducta desadaptativa mediante herramientas de modificación de conducta. Además, es importante trabajar codo a codo con la familia del paciente, de modo que ellos formen parte también del proceso de rehabilitación.

En las fases finales del tratamiento, se suelen abordar de forma más intensiva la mejora de las habilidades sociales, la orientación vocacional y profesional, así como la vuelta o reinserción a la comunidad, con el objetivo de que el paciente pueda desarrollarse como persona y adaptarse adecuadamente a su entorno social y profesional.

Cuarta fase: La generalización de los resultados
La última fase de la intervención neuropsicológica es la generalización de los resultados; esto es, la capacidad del paciente para finalmente aplicar y utilizar en su día a día lo que ha aprendido en el programa de rehabilitación.

En el ámbito clínico, es conocida la dificultad que muchos pacientes con daño cerebral muestran a la hora de aplicar los principios y las habilidades aprendidas en las sesiones de los programas de rehabilitación neuropsicológica a su vida diaria.

Si, por ejemplo, se le enseña a un paciente con problemas de memoria a utilizar una ayuda externa -como puede ser una agenda- para evitar ciertos olvidos, se pretende que luego siga empleando estas ayudas en su domicilio, en el trabajo o en cualquier otro entorno conocido. Esto es generalizar los resultados.

Y para fomentar y potenciar este proceso de generalización, hay que tener en cuenta los siguientes aspectos:

  • Procurar incluir en el diseño del programa de intervención tareas encaminadas a favorecer la generalización de resultados.

  • Tratar de identificar los reforzadores en el ambiente natural del paciente.

  • Emplear numerosos ejemplos durante la rehabilitación y la adquisición de la habilidad en cuestión.

  • Utilizar durante la rehabilitación materiales y situaciones similares a las empleadas en el contexto real.

  • Hacer un seguimiento que valore el nivel de generalización obtenido.
Referencias bibliográficas:
  • Muñoz-Marrón E, Blázquez-Alisente JL, Galparsoro-Izagirre N, González-Rodríguez B,
  • Lubrini G, Periáñez-Morales JA, et al. Estimulación cognitiva y rehabilitación neuropsicológica. Barcelona: UOC; 2009
  • Tirapu Ustárroz, J. and Muñoz Céspedes, J. (2008). Rehabilitación neuropsicológica. 1ª ed. Madrid: Editorial Síntesis
https://psicologiaymente.com/clinica/fases-intervencion-neuropsicologica
 
Pensamientos disfuncionales: qué son y cómo se tratan en terapia

upload_2019-7-29_8-47-12.png

Sabemos que la realidad se puede interpretar de infinitas maneras, y que no existe una “única realidad”. Sin embargo, también es cierto que un procesamiento distorsionado de la información puede originar pensamientos disfuncionales y erróneos, que pueden causar un importante malestar a la persona que los tiene.

Para abordarlos, la terapia cognitiva suele ser la más empleada. En este artículo conoceremos las características de los pensamientos disfuncionales, cómo se originan, así como cuatro técnicas efectivas que permiten trabajarlos y eliminarlos, sustituyendolos por pensamientos más realistas y funcionales.

Pensamientos disfuncionales: definición y características
Los pensamientos disfuncionales, también denominados pensamientos automáticos o pensamientos automáticos negativos (PAN’s), son un concepto propuesto por Aaron T. Beck, un importante psiquiatra y profesor estadounidense.

A. Beck fue pionero en la orientación cognitiva dentro del campo de la psicología, así como en la terapia cognitiva, y describió los pensamientos disfuncionales como resultado o producto de un procesamiento distorsionado de la realidad. Según Beck, este procesamiento erróneo (al que llama distorsión cognitiva) acaba originando una serie de pensamientos que no aporta beneficios al paciente, y que le acaba alejando de la realidad más “objetiva”.

Las características básicas de los pensamientos disfuncionales son las siguientes: se trata de mensajes específicos, concretos; son creídos por la persona a pesar de ser irracionales y de no basarse en la evidencia, y son pensamientos espontáneos, involuntarios y por consiguiente, difíciles de controlar.

Un ejemplo de pensamiento disfuncional sería pensar: “Si voy a la piscina lo pasaré fatal” (porque anteriormente ya se ha ido y se ha tenido una mala experiencia), o “No valgo para nada”, “Seguro que me sale fatal la presentación”, “No le caigo bien a nadie porque todos me miran mal”, etc.

Es decir, acaban siendo pensamientos que no aportan nada bueno al paciente (es por ello que son disfuncionales), que generan malestar innecesario y que solo perpetúan más pensamientos disfuncionales.

¿Cómo se originan?
Como hemos visto, para llegar a los pensamientos disfuncionales, el procesamiento de la información previo debe ser erróneo (o estar distorsionado): son las llamadas distorsiones cognitivas de Beck.

Así, la manera de pensar de una persona con pensamientos disfuncionales se caracterizará por la presencia de errores sistemáticos en el procesamiento de la información, que implica que se interprete la realidad de forma errónea, o que nos fijemos solo en una parte de ella para evaluar un aspecto más global, etc.

¿Cómo operan en la mente?
Existen muchos tipos de pensamientos disfuncionales, según las características de los mismos. Además, una característica común de los pensamientos disfuncionales es que acaban favoreciendo la percepción y el recuerdo de estímulos congruentes con los esquemas erróneos; es decir, la persona se acaba fijando solamente en los aspectos de la realidad que ya de por sí tiene distorsionados, entablando una especie de “círculo vicioso”.

De esta manera, ocurriría lo siguiente: la persona interpreta erróneamente la realidad (sacando conclusiones erróneas, por ejemplo), se fija más en los aspectos distorsionados de la misma, y además los recuerda más en comparación con otros aspectos no distorsionados.

Los pensamientos disfuncionales pueden aparecer en personas “sanas” y en personas con un trastorno depresivo o ansioso, por ejemplo (en estos dos últimos casos, estos pensamientos suelen ser más frecuentes, intensos y numerosos).

El resultado, tanto en personas sanas como en personas con algún trastorno mental, suele ser similar (aunque varía en intensidad), y es una visión distorsionada de la realidad, que da lugar a un estado negativo, desadaptativo o con síntomas depresivos y/o ansiosos.

¿Cómo se pueden tratar en terapia?
La terapia psicológica, concretamente la terapia cognitiva, está indicada para tratar los pensamientos disfuncionales, especialmente cuando éstos están causando problemas y/o un malestar importante a la persona que los tiene.

A partir de ella, se pretende ayudar al paciente para que elabore un conjunto de supuestos básicos y pensamientos más realistas, que le permitan hacer inferencias y evaluaciones de los sucesos vitales más adecuados a sus objetivos.

La terapia cognitiva es una buena opción para tratar y modificar los pensamientos disfuncionales. Ésta terapia se utiliza especialmente con pacientes que tienen depresión, y que además presentan notables pensamientos disfuncionales.

La terapia cognitiva se suele emplear cuando el paciente ya tiene cierto nivel de funcionamiento; esto lo remarcamos, porque en las fases iniciales de la depresión, y más si ésta es grave, es frecuente que la persona se muestre totalmente apática e indispuesta a hacer nada; es por ello que al principio es mejor optar por técnicas conductuales que activen al paciente, para posteriormente ir incorporando poco a poco las técnicas cognitivas.

Las técnicas cognitivas se basan en el descubrimiento guiado (también llamado empirismo colaborador), que ofrece al paciente un papel activo en su recuperación y mejoría, y en el cual el terapeuta irá ayudando poco a poco al paciente para que sea él mismo el que encuentre su propia solución, lo más autónomamente posible.

Técnicas específicas
Dentro de la terapia cognitiva, encontramos diferentes técnicas o herramientas que podemos utilizar para tratar los pensamientos disfuncionales. Algunas de ellas son:

1. Registro diario de pensamientos automáticos
Los pensamientos disfuncionales también se llaman pensamientos automáticos o pensamientos automáticos negativos. Como hemos visto, consisten en pensamientos e imágenes que suelen estar distorsionados, y que suelen tener un carácter negativo para el paciente.

Se originan por la interacción de la información proporcionada por el medio, los esquemas del paciente, sus creencias y los procesos cognitivos que emplea. Se trata de pensamientos a los que se accede fácilmente (automáticos) a nivel de conciencia (es decir, vienen a la mente de forma rápida y automática, prácticamente sin ser procesados). Así, los pensamientos automáticos suelen ser negativos (Pensamientos Automáticos Negativos [PAN]), especialmente en la depresión.

El registro de los PAN es una técnica que se suele emplear en las primeras sesiones de la terapia cognitiva, y que implica que el paciente registre diariamente los pensamientos disfuncionales que va teniendo a cada momento, con el objetivo de que tome conciencia de que los tiene, y de que identifique con claridad cuáles son. Esta técnica se aplica inicialmente para ir complementándola con otras que permitan explorar esos pensamientos disfuncionales.

2. Búsqueda de interpretaciones/soluciones alternativas
Esta segunda técnica permite que el paciente investigue nuevas interpretaciones o soluciones ante situaciones complejas.

Dentro de ella, se suele emplear la “técnica de las dos columnas”, donde el paciente tiene dos columnas de registro; en una de ella escribe la interpretación original o pensamiento disfuncional que tiene en relación a una situación, y en la otra escribe posibles interpretaciones alternativas.

Esto le puede ayudar a explorar nuevas formas de interpretar las cosas (formas más funcionales y adaptativas), lejos de los pensamientos disfuncionales iniciales que le causaban malestar y estados emocionales que no entendía.

3. Técnica de las cuatro preguntas
Esta técnica parte del cuestionamiento de la evidencia a favor de mantener un determinado pensamiento disfuncional para generar interpretaciones más realistas o útiles. Para realizarla, se le plantean estas preguntas al paciente:

  • ¿En qué medida tu pensamiento refleja la misma realidad? (Deberá puntuar de 0 a 100).
  • ¿Cuál es la evidencia de esta creencia o pensamiento?
  • ¿Hay alguna explicación alternativa?
  • ¿Hay algún elemento de la realidad en la creencia o pensamiento alternativo?
A partir de las respuestas del paciente se pueden trabajar los pensamientos disfuncionales; explorar por qué se originan, qué determinantes los preceden, qué pensamientos alternativos existen, etc.

Además, la técnica de las cuatro preguntas facilita que el paciente mantenga un papel activo en el proceso terapéutico, cuestionándose él mismo la veracidad de sus pensamientos y buscando explicaciones alternativas.

4. Técnica de las tres columnas
Esta técnica permite identificar las distorsiones cognitivas del paciente (recordemos, un tipo de procesamiento que acaba originando los pensamientos disfuncionales), para posteriormente modificar las cogniciones distorsionadas o negativas del paciente.

Consiste en una tabla de tres columnas en un papel: en la primera columna, el paciente registra la distorsión cognitiva que tiene (después de un proceso de enseñanza de las mismas), en la segunda, escribe el pensamiento disfuncional que esa distorsión le genera, y en la tercera escribe un pensamiento alternativo, que sustituirá al pensamiento disfuncional.

Referencias bibliográficas:
  • Bas, F. y Adres, V. (1994). Terapia cognitivo-conductual de la depresión; un manual de tratamiento. Terapia de conducta y salud.
  • Caro, I. (1998). Manual de Psicoterapias Cognitivas. Paidós.
  • Ruiz, M., Díaz, M.I., Villalobos, A. (2012). Manual de técnicas de intervención cognitiva conductuales. Bilbao: Descleé de Broumer.
TÓPICOS



Laura Ruiz Mitjana
Psicóloga

Graduada en Psicología por la Universitat de Barcelona, con Máster en Psicopatología Clínica Infantojuvenil por la Universitat Autònoma de Barcelona. Especializada en Trastornos del Neurodesarrollo. Actualmente trabaja como Psicóloga infantil en la Associació Catalana del Síndrome X Frágil. Autora del libro "Vivir de memoria" (Editorial Círculo Rojo, 2018). Aficionada del deporte y la lectura.

https://psicologiaymente.com/clinica/pensamientos-disfuncionales
 
Ser resiliente no es tener fuerza para seguir adelante sino seguir adelante, aunque no tengas fuerzas

Resiliencia-1024x503.jpg


¿Alguna vez te has sentido tan agotado, desgarrado, desilusionado o impotente que has pensado que no podías seguir adelante? ¿Te has sentido al borde del precipicio sin más opciones que rendirte o tocar fondo emocionalmente?

A todos nos ocurre: a veces la vida nos sobrepasa. Por más que luchemos, no vislumbramos la salida, nos sentimos atrapados. Sin embargo, cuando atravesamos esas situaciones límite es cuando descubrimos nuestra auténtica fuerza. Ya lo dijo un refrán popular: ningún mar en calma hizo a un marinero experto.

La fuerza que proviene de la adversidad
Maurice Vanderpol, ex presidente de la Sociedad e Instituto Psicoanalítico de Boston, analizó uno de los capítulos más oscuros de la historia de la humanidad: el Holocausto. Descubrió que las víctimas que lograron salir sanas mentalmente de los campos de concentración tenían algo en común que denominó un “escudo de plástico”.

Ese escudo estaba compuesto por varias piezas, entre las que se incluía el sentido del humor, a menudo un humor negro que, sin embargo, ayudaba a adoptar un sentido crítico de la perspectiva. Otras características centrales que ayudaron a esas personas a atravesar la adversidad fueron su capacidad para establecer vínculos interpersonales significativos y la construcción de un espacio psicológico interno que les protegía de las intrusiones abusivas.


Obviamente, nadie quiere que la adversidad toque a su puerta. Pero antes o después lo hará, así que es mejor estar preparados para enfrentar los problemas y contratiempos de la mejor manera posible. De hecho, cuando intentamos rehuir la adversidad, también eliminamos uno de los ingredientes más importantes para cultivar nuestra resiliencia.

Ocurren cosas malas, pero la manera en que respondo define mi carácter y mi calidad de vida. Puedo elegir quedarme estancado en la tristeza perpetua, inmovilizado por la gravedad de mi pérdida, o superar el dolor y salvaguardar el regalo más precioso que tengo: la vida misma”, según el escritor estadounidense Walter Anderson.

Por eso, en vez de evitar la adversidad, necesitamos abrazarla, comprender que se trata de una especie de combustible imprescindible para cultivar la fuerza interior. No tiene que gustarnos. No tenemos que disfrutarla. Pero tenemos que confiar en su potencial para transformar una tormenta en una fuente de fortaleza. El aprendizaje que proviene de la adversidad es el caldo de cultivo ideal para dar un salto cualitativo en nuestras vidas.

Cuando creemos que no podemos más, pero aún así seguimos adelante, nos damos una gran lección de coraje que se convertirá en una sólida columna para apuntalar nuestra vida. No tirar la toalla hoy, nos fortalece para las batallas futuras.

5 beneficios que puedes extraer de la adversidad
Necesitamos dejar de ver la adversidad como un enemigo y comenzar a verla simplemente como una situación. Las situaciones no son simplemente un sitio donde estamos o una circunstancia que atravesamos, sino que implican la manera en que asumimos esos hechos, así como los pensamientos y las emociones que acuden a nuestra mente en ese momento.

Eso significa que cada situación es un microcosmos que incluye, por una parte los hechos y, por otra, nuestra reacción a lo que nos sucede. Por tanto, un cambio en una de esas variables nos conducirá a una situación diferente, a otro microcosmos. A veces no podemos cambiar los hechos, pero podemos cambiar la manera en que reaccionamos. Y eso suele ser suficiente para salir de la situación angustiosa que nos arrebata el oxígeno psicológico.

Un buen punto de partida consiste en asumir la adversidad como una oportunidad para conocernos mejor y enriquecer nuestra mochila con nuevas herramientas psicológicas para la vida. Para ello, debemos comprender que la adversidad:

  1. Nos ayuda a construir la resiliencia. La resiliencia no es producto de una vida sencilla sino que se forja en las circunstancias más duras, cuando estiramos nuestras fuerzas para seguir adelante, a pesar de todo y de todos. Cada desafío que enfrentamos y superamos fortalece nuestra voluntad y desarrolla nuestra capacidad para vencer los obstáculos que aparecerán en el futuro.
  2. Fortalece la autoconfianza. Superar la adversidad nos ayuda a apuntalar la fuerza interior. Somos lo que somos por las experiencias que hemos vivido y la manera en que hemos lidiado con ellas. Afrontar la adversidad con éxito nos brinda la autoconfianza necesaria para superar nuevos problemas sin venirnos abajo, con la certeza de que saldremos adelante, sea como sea.
  3. Aprendemos a sentirnos más cómodos en la incertidumbre. La adversidad nos saca de nuestra zona de confort, enfrentándonos cara a cara con la incertidumbre. Ello nos permite aprender a lidiar con la incomodidad que genera lo incierto y lo desconocido, de manera que al final, nuestra zona de confort será cada vez más amplia.
  4. Nos permite descubrir nuestras fortalezas. Las situaciones límites pueden sacar a la luz nuestras mejores habilidades y fortalezas, cualidades que de otra manera habrían permanecido en la sombra. La adversidad nos anima a superar nuestros límites y descubrir un nuevo “yo”. No es casual que un estudio realizado en laMcGill University revelará una estrecha relación entre la resiliencia y la conciencia de uno mismo.
  5. Estimula la aceptación incondicional. La adversidad es inevitable, forma parte de la vida. Resistirnos o negarla solo hará que regrese cada vez con mayor fuerza destructora. Por eso los problemas son una excelente oportunidad para practicar la aceptación radical, para asumir que hay cosas que no podemos cambiar pero aún así, podemos seguir viviendo e incluso disfrutar de la vida.
No debemos olvidar que la adversidad es una de las fuerzas más poderosas de la vida. Puede sacar a relucir lo mejor o lo peor de nosotros. La decisión es nuestra.

Fuentes:

Oshio, A. et. Al. (2018) Resilience and Big Five Personality Traits: A meta-analysis. Personality and Individual Differences; 127: 54–60.

Vanderpol M. (2002) Resilience: A missing link in our understanding of survival. Harv Rev Psychiatry; 10: 302–306.

https://rinconpsicologia.com/ser-resiliente/
 
No quieres tener un millón de amigos

publicado por Alejandro García


oie_1011741Qn7YO3U9.jpg


Hace cientos de miles de años que los humanos sabemos perfectamente que necesitamos del grupo para nuestra supervivencia. El contacto frecuente con otros semejantes presenta múltiples beneficios materiales y psicológicos, principalmente protección, ayuda mutua o afecto. Es por esto que la soledad, el vernos rechazados o marginados del grupo más cercano a nosotros, sea uno de los miedos principales y más aterradores de las personas. Por lo que, en correspondencia, un problema recurrente en psicoterapia es la necesidad de tener amigos.

Cada vez más personas pasan por la consulta del psicólogo preocupadas por una sensación mayor de desarraigo y aislamiento en su día a día, que suele dedicarse a largas jornadas laborales, a mantenimiento y logística de la vida cotidiana; hay quien además está estudiando, cuida de algún familiar y si queda un resquicio en la agenda, aprovecharlo para tomar un indispensable descanso. El invento de las redes sociales, llamado a facilitar la construcción de redes de amistades entre los usuarios, parece haberse convertido más en un sustituto que en un potenciador. Paradójicamente estamos más conectados que nunca y sin embargo nos sentimos más solos en medio del triunfo de las sociedades individualistas.

La amistad es esencial para nuestra calidad de vida y uno de los factores principales que contribuyen al bienestar y la felicidad de los seres humanos (Demir, 2015); un aliado importante cuando nos enfrentamos a malos tiempos o problemas psicológicos de toda clase. Si hay tantas ventajas, ¿cómo puede ser que tantas personas sufran un bloqueo a la hora de conocer a alguien? La respuesta es compleja y requiere primero hacerse una idea de qué se entiende por amistad.

Podríamos definir la amistad como una relación interpersonal —es decir, que implica una reciprocidad— construida entre dos personas y que incluye además un componente importante de cercanía e intimidad (Amichai-Hamburger, 2012). Se ha de entender como una interdependencia donde dos personas adquieren un compromiso implícito de asistencia mutua en el que también se ha de destacar la dimensión del compañerismo entendido como el tiempo y las actividades desarrolladas en común. Por último, no hay que olvidar que, como en cualquier otro tipo de vínculo estrecho, existe un factor de conflicto potencial y de control psicológico: el establecimiento de una amistad implica cierto grado de exposición a la retirada de afecto o desaprobación en función de aquello que se juzgue inadecuado, y por tanto modula el comportamiento prosocial (Padilla-Walker, 2014).

En estos términos, construirse una red de amistades, especialmente de carácter íntimo, puede parecer una tarea descomunal, puesto que necesita movilizar multitud de recursos personales, psicológicos —además de, por descontado, dedicar tiempo— y nos va a exigir enfrentarnos a situaciones sociales, campo abonado para la aparición de nuestros miedos y distorsiones favoritas. Encontrarse en un momento vital donde la sensación de soledad sea muy notoria, como por ejemplo al terminar los estudios, cambiar de trabajo, divorciarse, mudarse a un país o ciudad nueva, etcétera, puede aportar un sesgo negativo de entrada. Ante todas estas dificultades es habitual que los beneficios a medio plazo de la inversión a realizar se vean borrosos. Sabiendo que no hay nada que nos garantice que toda esta inversión en sociabilidad dará los resultados que deseamos; la metáfora podría ser la del buscador de oro en los ríos del Yukón, que no sabe cuándo ni dónde encontrará la tan deseada pepita de oro.

Pero antes de hacernos una bola en el sofá y decidir aislarnos del mundo ante semejante esfuerzo, quizá sería interesante plantearse cómo es una red de amistades. En general, se acude a dos parámetros principales para medirla; la cantidad de contactos y la calidad del vínculo (Demir, 2015). Así que una de las primeras preguntas que uno puede hacerse es de cuántas amistades estamos hablando. La mayoría ansía un vínculo de intimidad, disponer de lo que llamamos «mejores amigos», y los suele cifrar en no más de cuatro o cinco. Un número asombrosamente constante que coincide con las conclusiones de Robin I. M. Dunbar al respecto. Este psicólogo y biólogo evolucionista británico lleva investigando desde 1975 el comportamiento prosocial de primates y humanos, y sostiene que tanto el tamaño como la calidad de las relaciones de amistad de los homínidos están restringidos por factores diversos como la capacidad cognitiva y el tiempo y capital emocional invertido.

En última instancia, las dimensiones de la red de relaciones de un individuo estarían correlacionadas con el tamaño de su neocórtex: la Teoría del cerebro social implica que el enorme cerebro de los primates habría evolucionado para manejar la inusual complejidad de su mundo social (Dunbar, 2018). En el caso de los humanos, parece existir un límite consistente de unos ciento cincuenta contactos de promedio, una cifra común detectada en organizaciones tan dispares como sociedades de cazadores-recolectores, ejércitos modernos, comunidades rurales o incluso en mamíferos altamente sociales.

Nuestras redes sociales se organizan además en una especie de «círculos de amistad» (Dunbar, Roberts 2010), en los que estructuramos la jerarquía de proximidad en capas concéntricas: la más íntima corresponde a la cifra de hasta cinco amistades —incluida nuestra pareja si la tenemos—, el círculo de «simpatía» a unos doce o quince individuos con los que tenemos una buena conexión y decreciendo progresivamente en cercanía emocional, los de conocidos hasta cincuenta y finalmente el tope de ciento cincuenta, que forma el nivel más exterior. Pues bien, parece ser que dedicamos el 40% de nuestro tiempo social al círculo más estrecho y un 20% al inmediatamente posterior; son aquellos a quienes contactamos con más frecuencia. Para forjar unas conexiones más íntimas es necesaria una mayor inversión de tiempo, estar presente con mayor periodicidad y dedicar más habilidades cognitivas y emocionales, de tal manera que, si dejamos de sostener la frecuencia de contacto con alguien, caerá a alguno de los círculos exteriores. De hecho, parece ser que iniciar una relación sentimental provoca que desviemos recursos sociales de tal manera que alguna de nuestras amistades íntimas se desplaza a la zona de simpatía, que correspondería al famoso «efecto de desaparición» de algunas personas cuando se emparejan.

Hay cierta variabilidad en este número de Dunbar en función de varios parámetros, además del tamaño de nuestro cerebro; por ejemplo, los extrovertidos tienen redes más amplias, pero de conexiones más débiles (Pollet, 2011). Normalmente las redes de amistades de los jóvenes son más ricas y densas, ya que su promiscuidad social es mayor, para decaer con la edad cuando aparece el fenómeno de la soledad en edades avanzadas. Las mujeres tienden a formar círculos íntimos más grandes, incluida la figura de la «mejor amiga para siempre» (best friend forever), generalmente una mujer (Dunbar, 2018). Hay incluso estudios sobre cómo gestionan sus amistades los individuos de la llamada «tríada oscura»: los psicópatas buscan amistades volátiles; los maquiavélicos, que puedan ser fácilmente explotadas; y los narcisistas son los más variados, oportunistas y por tanto menos restrictivos (Jonason, 2012).

Ahora que sabemos que no hacen falta tantos amigos, ¿qué tengo que hacer para crear esta red? Para que una amistad empiece a rodar se necesita proximidad: cercanía en el espacio y en el tiempo, más disponibilidad para aquellos que me interesan (Amichai-Hamburguer, 2012). Un segundo aspecto importante es la similaridad, pues es más probable que nos hagamos amigos de quienes se parecen a nosotros, en términos de apariencia física, intereses y rasgos psicológicos comunes, origen étnico o trasfondo cultural (Kupersmidt, DeRosier y Patterson, 1995; Schneider, 2000; Tessier, Tremblay y Bukowski, 1994). Dunbar propone una serie limitada de siete dimensiones que predicen nuestras elecciones de amistades: el género, la lengua (o mejor aún, la variante dialectal, ya que nos une más estrechamente a una comunidad), el lugar de origen —dónde creciste—, la historia educativa, los intereses y aficiones —incluidos gustos musicales—, el sentido del humor y la visión del mundo en el plano moral, religioso y político. Así que no, los extremos no se atraen: solemos juntarnos por afinidad.

Internet es una aliada en este proceso de selección; ofrece acceso inmediato a personas con opiniones, creencias, rasgos e intereses parecidos a los nuestros, puesto que las redes sociales tienden a segmentar por afinidad de opiniones, y nos resulta más fácil detectar afinidades (Ben-Ze’ev, 2005; Schneider y Amichai-Hamburger, 2010). Los expertos no terminan de ponerse de acuerdo sobre si la irrupción de las redes sociales provoca un desplazamiento de las físicas o bien resultan en una estimulación que enriquece las redes de amistades reales (Valkenburg y Peter 2011), aunque parecen apuntarse algunas evidencias de lo segundo. Sin embargo, con matices: si hablamos de internet, el tiempo social invertido es más efectivo normalmente entre gente que vive en la misma zona (Mazur y Richards, 2011) o para incrementar el contacto entre parientes y amigos que están fuera de alcance (Hampton, Wellman 2001). Si no tenemos tiempo para relaciones reales, es muy probable que lo usemos como sustituto dada su comodidad e inmediatez, pero no resolverá por sí sola la sensación de soledad. Para la intimidad, internet puede ser un entorno menos amenazador en personas con inhibiciones sociales, debido a la protección que el anonimato y la ausencia de presencia física ofrecen. El principal hándicap de las amistades cibernéticas es la ausencia del tercer factor a tener en cuenta; el compañerismo, ya que la posibilidad de realizar actividades de manera conjunta es limitada y de alguna manera nos empuja a buscar el contacto en el mundo real.

Ahora bien, las amistades son demandantes cognitivamente, puesto que suponen establecer «contratos sociales» basados en la confianza mutua, y por tanto hay un componente importante de promesa de apoyo futuro y de comportamiento prosocial: en otras palabras, tener amigos lleva aparejado saber inhibir algunos de nuestros deseos en aras de que los demás puedan satisfacer los suyos —mantener un balance—. Las consecuencias de nuestra conducta a medida que la red de relaciones crece se complica; indisponerse con un amigo puede hacer peligrar la relación con otros amigos comunes. También nos exigen una buena capacidad de mentalización, entendida como la capacidad de leer o entender estados mentales e intenciones de otros. Hacer amigos requiere un esfuerzo cognitivo y emocional importante cuya recompensa no está ni mucho menos asegurada, y es por esto que la respuesta a la perspectiva de tejer redes de contactos sea habitualmente un «me da pereza», por mucho que lo deseemos.

Por último, no hay que descartar la presencia de problemas con las habilidades sociales necesarias o percibidas. Puede que nos falte repertorio —verbal y no verbal— para dominar el arte de la comunicación, o bien sufrir la famosa inhibición por ansiedad social, sobre todo cuando nos vemos en la tesitura de iniciar un contacto con completos desconocidos sin alguien conocido en quien refugiarnos. En todos los casos de miedo al contacto aparecen creencias distorsionadas que se centran en una imaginaria inferioridad propia —«no voy a saber de qué hablar», «no soy interesante»— y una adivinación del juicio ajeno, que además es invariablemente negativo y sobrevalorado —«les caeré mal», «a saber qué piensan de mí»—, entre otros esquemas mentales fantasiosos. Muchos estudios apuntan a que una mayor habilidad social es un factor implicado clave en el bienestar psicológico, un hallazgo consistente entre culturas. Demir (2012) comparó culturas individualistas (Estados Unidos) con colectivistas (Malaysia) y comprobó este efecto en ambos modelos, aunque esta relación está fuertemente mediatizada por la calidad de las amistades; tener una gran habilidad social no predice bienestar por sí misma si no está sirviendo para tener buenos amigos.

No solo las habilidades sociales se pueden entrenar, sino que existe una tendencia a infravalorarlas, quizá debido al culto contemporáneo a la extroversión y el protagonismo. De hecho, cuando la exposición a otras personas tiene lugar en un ambiente en el que aceptamos la obligatoriedad de acudir regularmente, como es el trabajo o la escuela, resulta que somos capaces de lidiar con nuestras limitaciones sociales e incluso de hacer amistades significativas. Es decir, con mayor o menor competencia social, todos tenemos la capacidad de hacer amigos. Si optamos por salir ahí fuera y probar voluntariamente alguna actividad grupal, tampoco hay que desanimarse si acudimos a algún evento multitudinario: según Dunbar, es imposible sostener una misma conversación por parte de más de cuatro personas concurrentes. En cuanto una quinta se incorpora, la tendencia es a derivar en más de una temática, así que es poco probable que estemos manejando más de cuatro relaciones simultáneas. Por mucha gente que se haya presentado a la cena, no estaremos interactuando nunca con demasiada a la vez.

Así que si estamos planeando conocer nuevas personas es esencial no perder de vista que la red de amistades que necesitamos no es tan grande como podría pensarse, lo que nos libera en alguna medida de la presión imaginaria de tener que caerle bien a todo el mundo. Con unos cuantos contactos podemos ir construyendo la base para futuras ampliaciones, e ir aprovechando las conexiones de nuestros nuevos amigos. También es una buena oportunidad para valorar nuestras creencias limitadoras y analizar críticamente cuál es el estado real de nuestras habilidades sociales.

Bibliografía

Amichai-Hamburguer Y., Kingsbury M. y Schneider B. H. (2012) «Friendship: An old concept with a new meaning?» Computers in Human Behavior 29 (2013) 33–39

Demir M., Jaafar J., Bilyk N. y Raduan Mohd Ariff M. (2012) «Social Skills, Friendship and Happiness: A Cross-Cultural Investigation». The Journal of Social Psychology, 152:3, 379-385

Demir M., Orthel-Clark H., Özdemir M. y Özdemir S. B. (2015) «Friendship and Happiness Among Young Adults». Friendship and Happiness. Springer Science+Business Media Dordrecht 2015

Dunbar R. (2018) «The Anatomy of Friendship». Trends in Cognitive Sciences, January 2018, Vol. 22, No. 1

Jonason P. K. (2012) «What Have You Done For Me Lately? Friendship-Selection in the Shadow of the Dark Triad Traits». Evolutionary Psychology – ISSN 1474-7049 – Volume 10(3). 2012.

Padilla-Walker L. M., Fraser A. M., Black B. B. y Bean R. A. (2014) «Associations Between Friendship, Sympathy, and Prosocial Behavior Toward Friends». Journal of Research on Adolescence, 25 (1) 28-35

Seyfarth R. M., Cheney D. L. (2012). «The Evolutionary Origins of Friendship». Annu. Rev. Psychol. 2012. 63:153–77

Sutcliffe A., Dunbar R., Binder J. y Arrow H. «Relationships and the social brain: Integrating psychological and evolutionary perspectives». British Journal of Psychology (2012), 103, 149–168.

https://www.jotdown.es/2019/07/no-quieres-tener-un-millon-de-amigos/
 
Tener un gato mejora tu salud
Aunque tengan fama de ariscos, lo cierto es que los gatos adoran la compañía de sus dueños y lo demuestran en una relación empática, en la que se ha demostrado que resultan altamente beneficiosos para nuestra salud.

30 DE JULIO DE 2019 - 12:18 CEST BY SI CRISTINA SORIA

La alergia a los gatos tiene que ver con una proteína que desprenden, denominada Fel D 1, y que se libera en su caspa y pelos cuando se lamen. Lo cierto es que a quienes les afecta puede producirles desde picores cutáneos hasta irritación de ojos y, de forma más grave, asma. Para vacunarse contra esta denominada popularmente como “enfermedad de los gatos” bastaría con haber crecido en un hogar en el que viviera un gato.

Los estudios han demostrado que los bebés que nacen en un entorno con un gato no solo no desarrollan alergia a la proteína Fel D 1, sino que son inmunes de por vida a esta. De la misma manera, cuando se padece ya esta alergia en la edad adulta, la forma de forzar a nuestro organismo a asimilarlo es convivir con un gato durante un periodo no inferior a dos meses. Solo en el caso de que alguien sea asmático, convivir con un gato que produzca alergia se desaconsejaría para afrontar esa intolerancia a dicha proteína.

También existen estudios del Hospital Universitario de Kuopio (Finlandia) que demuestran que, en un hogar con gato, la probabilidad de desarrollar asma no congénita es mucho menor. De esta forma, crecer en un hogar con gatos nos hace más fuertes y resistentes. Esto tiene que ver con que respirar esta proteína podría fortalecer nuestro sistema inmunológico y combatir las infecciones respiratorias.

Leer: Qué puedes hacer para evitar que tu mascota engorde

Acariciar gatos contra el infarto
Un estudio de la Universidad de Minnesota en EE.UU. realizó una evaluación sobre más de 4.300 personas durante 10 años para evaluar en qué medida les afectaba a la salud convivir con gatos. Uno de los resultados fue llamativo, pues se encontró que entre los dueños gatos el índice de ataques cardíacos se reducía drásticamente en comparación con quienes no tenían gato ni guardaban ninguna relación con ellos a nivel familiar.

VER GALERÍA

En estudios siguientes se demostró que también los dueños de perros se acogen a este beneficio cardiovascular, aunque el motivo no es biológico, sino emocional. Según los expertos, convivir con una mascota ayuda a paliar los efectos del estrés diario y nos centra en un plano más terrenal, ayudándonos a destensar nuestra ansiedad.


Un estudio del Centro Nacional de Información Biotecnológica (EE.UU.) determinó que, efectivamente, tener gato disminuye en un 30% las posibilidades de sufrir un infarto. Esto se explica por la relación que mantenemos con ellos, pues tanto perros como gatos son mascotas que demandan nuestra atención, pero no introducen elementos explicativos, sino que simplemente demandan cariño y lo dan, y bajo esa situación se pueden generar fisuras en las causas de nuestro estrés cotidiano, para hacer mella en él y neutralizar las altas dosis de tensión a la que estamos expuestos de forma cotidiana.

Leer: Las gatas también pueden tomar anticonceptivos

El poder curativo del ronroneo
Cuando nuestro gato ronronea no solo está produciendo un sonido que asociamos con algo agradable, sino que emite vibraciones a una frecuencia entre 20 y 140 hertzios, y es precisamente este intervalo de frecuencia el que ahora está en estudio, por considerarse que podría tener un efecto positivo sobre nuestro organismo, ayudando incluso a reparar lesiones óseas y musculares.

Además, otro estudio de la Clínica Mayo, ha determinado que dormir en la misma habitación que un gato produce mejores resultados de descanso. Un 41% de las personas que se prestaron voluntarias a este estudio afirmaron que descansan mejor si su mascota está cerca de ellos. Esto también está relacionado con un sentido emocional de relacionar la afectividad que tenemos con nuestra mascota y los resultados de relajación que nos pueden conceder. De la misma manera que observar a un bebé dormir nos puede producir relajación, saber que la mascota dormita cerca también establece un vínculo de sueño con ella, y produce mayor sensación de armonía y tranquilidad.

https://www.hola.com/estar-bien/201.../?utm_source=lavanguardia&utm_medium=referral
 
Así surge y se supera el sentimiento de culpa y autocastigo
Es una de las emociones más dañinas para nuestra autoestima, pues nos convierte en jueces implacables con nosotros mismos

30 DE JULIO DE 2019 - 17:38 CEST BY SI GTRESONLINE

"Acción u omisión que provoca un sentimiento de responsabilidad por un daño causado", así es como define la Real Academia de La Lengua el término 'culpa' en su acepción psicológica. Sentimiento que todos, en mayor o menor medida, experimentamos a lo largo de nuestra vida, y que tiene mucho que ver con la educación y la moral que hemos absorbido desde niños. La aceptación de los demás nos evita el dolor que sentimos por la culpa, y ésta se convierte en una potente herramienta de manipulación del comportamiento que, siendo adultos, puede que no sepamos manejar correctamente.

Durante la infancia, desarrollamos el fuerte deseo de recibir amor y aceptación por parte de nuestros padres quienes, por otro lado, son los encargados de hacernos diferenciar el bien del mal. Ante una buena acción se responde con aprobación; ante una mala acción la respuesta es la contraria: la desaprobación. De esta manera, desde niños adoptamos esa moral como condicionante de nuestro comportamiento y nos esforzamos por conseguir constantemente el 'abrazo' de nuestros grupos de referencia. Un código que se traslada a la adolescencia y, posteriormente, a la edad adulta, momento en que necesitamos formar nuestra propia moralidad para seguir desarrollándonos a nivel personal.

Culpa y aprobación externa
La familia, los círculos sociales, los prejuicios, los estereotipos o la religión son algunos de los agentes que intervienen en el sentimiento de culpa. No decepcionar se convierte en nuestro objetivo, ya que si decepcionamos aparece el malestar por haber pensado o actuado de una manera determinada. La aprobación externa pasa a ser la llave para evitar ese sentimiento que tanto nos duele y que queremos evitar por todos los medios. La culpa surge porque hay conflicto, y activa de forma automática nuestro yo más infantil.

VER GALERÍA


Autocastigo
La culpa es una emoción muy relacionada con un comportamiento de autocastigo. Al sentirnos mal con nosotros mismos por la falta de aceptación, tendemos a machacarnos con un diálogo interno hiriente y peligroso. De niños aprendemos que la única manera de pasar de la desaprobación a la aprobación es sentirnos culpables y modificar el comportamiento para adaptarlo a lo que los elementos externos (padres, maestros…) consideran como correcto. Así, cuando siendo adultos nos encontramos en situaciones parecidas, podemos caer en conductas autocastigadoras en las que, ante la falta de reprimenda externa, nos convertimos en nuestros jueces más implacables, nos enfadamos y echamos la bronca a nosotros mismos, con todas las consecuencias que eso conlleva para nuestra autoestima.


Cómo superar la culpa
Para trabajar la culpa es imprescindible ordenar nuestro propio código moral, con el fin de dejar de guiarnos por patrones de conducta establecidos de forma externa. Defender lo que creemos y reconocer nuestros deseos. La asertividad, la capacidad de decir 'no' o dejar atrás creencias limitantesson algunos de los puntos donde debemos poner la atención si queremos superar el sentimiento de culpa con éxito. No dudes en dejarte guiar por un psicólogo, quien podrá ayudarte con los puntos clave para superar la culpa:

  • Identificar tus propios sentimientos, tus creencias, y expresarlas
  • Darte cuenta de cuáles son tus propios objetivos y tus necesidades
  • Ser amable contigo mismo y tratarte bien porque lo mereces
  • Hacerte cargo de tus acciones y actuar en respuesta, de manera adaptativa
  • Convertir la culpa en responsabilidad
  • Ser flexible y tolerante ante los errores cometidos, son claves para el aprendizaje.
https://www.hola.com/estar-bien/201.../?utm_source=lavanguardia&utm_medium=referral
 
Danzar y danzar para remover las más dolorosas heridas
El coreógrafo franco-congoleño Bolewa Sabourin apoya a mujeres víctimas de violencia sexual mediante el uso del baile, una herramienta poderosa para sobreponerse y reapropiarse otra vez del propio cuerpo




1564051382_082941_1564051712_noticia_normal.jpg


El coreógrafo franco-congoleño Bolewa Sabourin durante uno de sus talleres. CLAIRE DEM





CELINA INDHIRA GARCÍA BELDA
Twitter
Madrid 30 JUL 2019



El bailarín y coreógrafo Bolewa Sabourin (1985) nació en París, fruto de una relación entre un profesor de danza congoleño y una alumna francesa, por lo que el arte, como el mestizaje cultural, han estado presentes en su vida desde una edad muy temprana. Como explicó en su Ted Talk de los Campos Elíseos, su historia es una de caos y poca armonía: su padre lo envió a la República Democrática de Congo para que creciera con su abuela, pero las tensiones políticas del país lo llevaron de vuelta a la capital europea cuando tenía seis años. Allí tuvo que aprender a desenvolverse en un contexto distinto a la realidad que conocía hasta entonces, buscando la manera de mantener su identidad a la vez que incorporaba códigos nuevos.

En su ponencia, Sabourin cuenta que aprendió más en las calles que en las aulas. De acuerdo con una publicación en WANACorp, sus inquietudes no se vieron limitadas por no haber conseguido el graduado escolar cuando debía. Su compromiso le llevó a participar activamente en colectivos sociales como Stop le Contrôle au Faciès (Paremos el Control Racial) y Jeudi Noir (Jueves Negro), ambos involucrados en acciones para plantar cara a los abusos policiales. A pesar de haber obtenido el título en el Máster de Ciencias Políticas de la universidad de la Sorbona, en París, el franco-congoleño ha expresado en numerosas ocasiones que la única forma de resiliencia que le permite ser él mismo es la danza.

En los últimos tres años se ha dedicado a trabajar con mujeres víctimas de violencia sexual a través del baile, incorporando este último como una herramienta para la reapropiación de los cuerpos. Re-Création es uno de los proyectos impulsados por una asociación de la que es cofundador. En 2008, Bolewa Sabourin y su amigo William Njaboum pusieron en marcha Loba(Exprésate, en lengua lingala), la cual pretendía poner la danza al servicio de las personas.




1564051382_082941_1564051836_sumario_normal.jpg


En 2008, Bolewa Sabourin y su amigo William Njaboum pusieron en marcha 'Loba' ('Exprésate', en lingala), un intento de poner la danza al servicio de las personas. DAMIEN CARDUNER




Re-Création surgió a raíz de una conferencia del ginecólogo congoleño y Premio Nobel de la Paz 2018 Denis Mukwege (1955). Hoy sigue habiendo conflictos armados en la República Democrática de Congo que afectan negativamente a la sociedad civil. La mayoría de víctimas son mujeres, a quienes se las desposee de su cuerpo al utilizarlo como arma de guerra. Por su parte, Mukwege fundó el Hospital Panzi —situado al sur de Kivu, noreste de Congo— en 1999 para atender a las víctimas de la guerra. Así es que el centro sanitario empezó a recibir a mujeres con problemas ginecológicos graves. Pero la labor del hospital va más allá: a través de la Fundación Panzi se apoya el modelo de tratamiento holístico, es decir, las mujeres reciben tratamiento ginecológico, psicológico, apoyo emocional y asistencia legal, entre otros.

Bolewa Sabourin, al conocer el trabajo del ginecólogo, decidió sumarse a la causa y ofrecer su forma de resiliencia, la danza, a las mujeres víctimas de violencia sexual. Hablamos con el artivista franco-congoleño, quien relata el camino que ha seguido desde entonces.

Pregunta. Hace ya tres años que nació la idea de Re-Création. ¿Cómo ha evolucionado este proyecto?

Respuesta. Estoy emocionado y orgulloso del trabajo que hemos conseguido mi amigo William y yo. ¡Pero todavía queda mucho por hacer! Tenemos suerte de haber ampliado el equipo. Trabajamos con dos asociaciones: Ikambére, que ayuda a mujeres con VIH, y PluriElle Hospital, que apoya a mujeres de entre 18 y 25 años que hayan sufrido algún trauma. Este es el tercer año consecutivo que colaboramos con estudiantes de secundaria comprometidos contra la violencia sexual, denunciando la violación como arma de guerra a través del baile con nuestro espectáculo Larmes y la compañía Re-Creátion. Además, fui invitado por la duquesa de Luxemburgo junto a los Premios Nobel de la Paz 2018, Nadia Murad y el doctor Mukwege, a participar en el Foro Stand Speak Rise Up! de Luxemburgo para apoyar que mujeres víctimas de crímenes de guerra puedan reponerse gracias a la danza.


P. La danza tiene un papel central en el proceso terapéutico de las mujeres víctimas de violencia sexual y las sesiones de baile se coordinan con tratamiento psicológico. ¿Cómo surge esta combinación?

R. Después de una conversación con el doctor Denis Mukwege, ambos entendimos que las mujeres congoleñas, al contrario de lo que pasa en Europa, no están acostumbradas a hablar con un terapeuta. He impartido talleres de danza en Bukavu (RDC) de la mano de la Fundación Panzi. Nos dimos cuenta de que después de los talleres de danza las mujeres iban a terapia de manera más natural y voluntaria. Así se nos ocurrió la idea de que los talleres fueran seguidos por una sesión terapéutica para proveer un mejor apoyo a estas supervivientes, y esto es lo que hacemos tanto en Congo como Francia.

P. También realizan sesiones de danza y terapia en grupo. ¿Hay algún proceso previo de integración de las diferentes mujeres?

R. No, ya que es una acción que vincula ambas de forma natural.

P. Usted es un hombre que da a las víctimas una herramienta para la reapropiación de sus cuerpos. ¿Alguna vez has sido interpelado por el hecho de ser varón?




1564051382_082941_1564051911_sumario_normal.jpg


Bolewa Sabourin en una actuación en la calle. Imagen cedida por el artista.





R. Yo también he tenido esta duda, pero se ha esfumado rápidamente. Ninguna mujer se ha ido de nuestros talleres de danza por el hecho de que yo sea hombre. Me alegra ver cómo todas acuden siempre. Esto puede deberse a mis convicciones. Soy humanista, lucho para que las mujeres puedan elegir libremente y reclamar la propiedad y apropiación de sus cuerpos. Me aseguro de que se sientan libres, tomadas en cuenta y un poco más curadas después de cada sesión.

P. La violencia sexual se sigue concibiendo como una forma de humillación no sólo para ellas, sino también para sus familias. Por eso muchas no denuncian lo sucedido. Teniendo en cuenta las consecuencias que acarrea una confesión pública, ¿existen sesiones de danza individuales para aquellas que prefieran mantenerlo en privado?

R. Nuestro programa se complementa con tratamiento terapéutico individual. Solo trabajamos con asociaciones cuya misión sea proporcionar un grupo de apoyo a mujeres víctimas de una agresión. Para que esto sea lo más eficiente posible, también trabajamos con otros profesionales y compartimos nuestras observaciones. No hacemos sesiones individuales, nuestros talleres están basados en la fuerza y en la participación que facilita el grupo.


P. Re-création se lleva a cabo tanto en República Democrática del Congo como en Francia. ¿Hay diferencias en la manera en la que se plantea el proyecto en cada uno de los países?

R. De momento no, pero en el futuro daremos paso a una cooperación. Ponemos más énfasis en el movimiento como una manera de expresar las emociones que en la danza en sí, ya que esta última está más codificada. La emoción viene de emovere, que significa moverse. En parte, las víctimas de guerra pueden sobreponerse porque pueden mover sus emociones más profundas y dolorosas.

P. La utilización de los cuerpos de mujeres como arma de guerra ocurre en muchos de los conflictos armados. ¿Está dentro de sus planes la idea de extender el proyecto a otros lugares?

R. Tenemos la ambición de proporcionar este método a las mujeres víctimas de violencia sexual, pero un aspecto más importante es formar a activistas profesionales. Por ejemplo, en el foro Luxemburgo se nos acercaron mujeres que querían ayudar a víctimas de guerra. Todavía estamos pensando en cómo hacer nuestro método más global, ya que debido a cuestiones de tiempo y dinero no puedo viajar por todo el mundo para impartir los talleres.

Indhira García Belda es miembro del magacín cultural Wiriko sobre artes y culturas africanas.

https://elpais.com/elpais/2019/07/25/planeta_futuro/1564051382_082941.html


 
Cómo responder a un insulto inteligentemente, según los estoicos

Como-responder-a-un-insulto-1024x439.jpeg


Séneca contó que un día, mientras Catón visitaba los baños públicos, le empujaron y golpearon. Cuando interrumpieron la pelea, se negó a aceptar una disculpa del agresor diciendo: “Ni siquiera recuerdo haber sido golpeado”.

Aunque su comportamiento puede parecernos extraño, Catón simplemente decidió no aferrarse a lo sucedido. No se quedó atascado en la humillación, la frustración o la ira, sino que pasó página rápidamente. Eligió actuar en vez de limitarse a reaccionar. Eligió retomar el control de la situación y responder de manera más madura. Eligió ser fiel a los principios del estoicismo, que nos enseñan cómo responder a un insulto inteligentemente.

Los insultos desatan una intensa respuesta emocional
Todos, en mayor o menor medida, hemos probado el amargo sabor de los insultos. No es agradable. No cabe duda. Pero responder con ira, frustración o incluso agresividad es tan inútil como tomar veneno esperando que dañe a otra persona. Cuando las palabras necias revolotean a nuestro alrededor, necesitamos aprender a dar respuestas inteligentes a los insultos, por nuestro propio bienestar psicológico.

El principal escollo, sin embargo, es nuestro cerebro emocional. Cuando escuchamos un insulto solemos reaccionar automáticamente poniéndonos a la defensiva. Nos enfadamos y estresamos, de manera que no solo debemos lidiar con el insulto sino también con las emociones desagradables que ha generado.


Para detener ese mecanismo debemos comprender que el cerebro emocional no funciona racionalmente. Llena los espacios en blanco y se precipita a sacar conclusiones sin tener en cuenta si la crítica es válida.

Para responder a un insulto inteligentemente necesitamos evitar que se produzca un secuestro emocional. En vez de dejar que las emociones tomen el mando, tenemos que activar nuestro pensamiento lógico centrándonos en los hechos.

El secuestro emocional se produce cuando consideramos ese insulto como un ataque a nuestro ego. Entonces la amígdala reacciona como si estuviéramos en peligro y dejamos de comportarnos de manera racional. En cambio, necesitamos ser conscientes de que la línea entre un insulto y una crítica constructiva puede llegar a ser muy fina y subjetiva.

De hecho, Epícteto pensaba que lo insultante no es la persona, sus actos o palabras, sino nuestro juicio sobre lo ocurrido. Es algo difícil de digerir, pero para ser insultados, debemos permitir que ese insulto cale en nosotros. Este filósofo añadió: “Nadie puede dañarte sin tu consentimiento, serás lastimado en el preciso instante en que permites que te dañen”.

Las 3 cribas de los estoicos para evaluar los insultos
Los estoicos sugerían que antes de responder a un insulto, lo pasemos por estos tres tamices:

  1. Veracidad. Si nos sentimos insultados, Séneca sugiere que nos detengamos un momento a considerar si las palabras son verdaderas. Si alguien se está refiriendo a una de nuestras características, por ejemplo, no es un insulto, independientemente del tono utilizado, tan solo se trata de la señalación de una obviedad. Si no queremos que vuelva a suceder, quizá deberíamos hacer algo para cambiar esa característica, o simplemente aceptarla, de manera que no se convierta en un punto sensible que nos haga saltar cada vez que alguien lo toca.
  2. Nivel de información. El siguiente paso que debemos dar para responder a un insulto inteligentemente llega de la mano de Epícteto, quien nos recomienda evaluar si nuestro interlocutor al menos está bien informado. Si se trata de una persona informada, deberíamos valorar lo que está diciendo, aunque en un primer momento nos provoque rechazo o no cace con nuestra visión del mundo. Quizá lleve razón. Si no es una persona informada sino que está hablando desde la ignorancia, simplemente no deberíamos tener en cuenta su opinión ni enfadarnos por ello.
  3. Autoridad. La última criba por la que debemos pasar un “insulto” consiste en valorar su fuente. Si estamos aprendiendo a tocar piano y el supuesto “insulto” proviene de nuestro maestro de piano, quizá se trata de una crítica constructiva que deberíamos escuchar, en vez de enfadarnos.
Sé mejor que quien te insulta
Marco Aurelio, emperador romano y estoico prominente, pensaba que no debemos conceder a quienes nos insultan la posibilidad de manipular nuestras emociones. Escribió: “La mejor venganza es no ser como quien te dañó”.

Séneca, por su parte, pensaba que la ira siempre dura más que el dolor, por lo que no tiene sentido enfadarse por un insulto. No debemos dejar que ese insulto arruine nuestro día ni darle más importancia de la que merece.

Escribió: “Una gran mente desprecia los agravios que le hacen; la mayor forma de desdeño es considerar que el adversario no es digno de venganza. Al vengarse, muchos se toman demasiado en serio las pequeñas humillaciones. Una persona grandiosa y noble es aquella que, como un gran animal salvaje, escucha impasible las pequeñas maldiciones que le lanzan”.

Ignorar el insulto de alguien es la forma más potente de contraatacar porque demuestra autocontrol y nos impide caer en su juego. La clave consiste en tomarnos un momento antes de reaccionar. Respirar, pensar y luego decidir qué hacer.

Cuando incrementamos el tiempo entre el estímulo/insulto y nuestra reacción podemos dar una respuesta más reflexiva. Podemos recurrir a la lógica e ir más allá de la emoción inicial. Los estoicos no tenían nada en contra de las emociones, pero si se trata de una emoción no deseada que puede causar daño, es mejor dejar que siga su curso y no aferrarnos a ella.

Epícteto compartía esta idea. Se preguntó: “¿Quién es invencible? Aquel que no puede ser perturbado por nada más que su decisión razonada”.

¿Significa esto que si nos atacan no debemos defendernos? Por supuesto no. Pero si los estoicos tuvieran la oportunidad de elegir, preferirían la paz a tener razón. Elevarte por encima de los insultos es una postura más madura que te permitirá blindar tu paz interior. Después de todo, no tiene mucho sentido discutir con un necio.

Buscando lo positivo en el insulto
Incluso podemos buscar lo positivo en los insultos. Podemos dejar a un lado la rudeza y la mezquindad para buscar las pepitas de oro que pueden estar escondidas en una crítica ácida. Podemos usar esos comentarios para mejorar. De hecho, los estoicos solían ver el insulto de un amigo o mentor de confianza como un favor personal, una oportunidad de superación que debe recibirse con gratitud.

Cada vez que alguien nos insulta y logramos controlarnos, es una victoria personal. Responder a un insulto con otro insulto, al contrario, implica reproducir la cadena de la ira, la inmadurez o la estupidez humana. Eso no cambiará las cosas. Si reaccionamos con calma e incluso gratitud, tomaremos por sorpresa a la persona que nos ha insultado, de manera que es más probable que reflexione sobre su comportamiento.

Para lograr controlarnos y que los insultos no hagan mella en nosotros, debemos trabajar para disminuir la sensibilidad a nuestras propias imperfecciones abrazando la idea de que tenemos fallas y debilidades y que a veces las personas las señalarán. No somos perfectos y tenemos que asumirlo. Si aprendemos a calmar el ego, los insultos pasarán de largo sin tocarnos. Sería mucho peor vivir en una especie de mundo de ensueño donde todo el mundo finge que no tenemos defectos, de manera que no tendríamos la posibilidad de cambiar y crecer.
https://rinconpsicologia.com/como-responder-a-un-insulto-inteligentemente/
 
Cómo saber si tu pareja te está siendo infiel: el truco está en su comportamiento
Si sospechas que tu amor se está divirtiendo sin ti en una cama ajena, sigue leyendo

mayoria-infidelidades-ocurre-trabajo_1254184633_13530647_1020x574.jpg

La mayoría de infidelidades ocurre en el trabajo Gtres
MARÍA PALMERO
PERFIL
TWITTER

PUBLICADO 31.07.2019 - 18:49
ACTUALIZADO 31.7.2019 - 19:06

La infidelidad es un tema complejo. Cada persona que decide engañar a su pareja lo hace por un motivo particular: falta de s*x*, rutina, morbo, necesidad de sentirse liberado...

Las ocho mentiras que la mayoría de mujeres le cuenta a sus parejas (y ellos las creen)Las ocho mentiras que la mayoría de mujeres le cuenta a sus parejas (y ellos las creen)
Aunque es difícil establecer corrientes que tienen en común los que ponen los cuernos a su amor, una nueva encuesta llevada a cabo por Ashley Madison, y a la que ha tenido acceso 'Vozpópuli', ha llegado a dos poderosas conclusiones: es posible ser feliz en el matrimonio o en la pareja y aún así ser infiel, y los que engañan a su amores se comportan como parejas ideales.

En parejas felices también hay cuernos
Los datos han arrojado una clara evidencia de que se puede ser infiel y a la vez ser feliz dentro del matrimonio, pues un 44% de los más de 1.130 infieles encuestados asegura sentirse felizmente casado y más de las mitad (55%) piensa que se puede ser feliz en su matrimonio y al mismo tiempo ser infiel.

Si tu pareja es feliz y se comporta muy bien contigo, es posible que te esté siendo infiel

Si los infieles son felices con su relación, ¿por qué deciden poner los cuernos a su pareja? ¿Qué es lo que les motiva? Pues parece ser que solo lo hacen porque son más felices, individualmente.

peor-infidelidad-existe-deberias-perdonarla_1254184631_13530570_660x371.jpg

La mayoría de cuernos se dan en la oficina Gtres
Al respecto, el 78% de los encuestados explica que para llegar a un matrimonio feliz se debe de lograr la felicidad individual. Como vemos, muchas personas necesitan redescubrirse o reencontrarse de nuevo y la mejor forma que tienen de hacerlo es siendo infieles. Una vez que están en ese punto, los infieles pueden ser felices con ellos mismos y a su vez con su pareja. ¿Ético? Depende.

Cómo saber si tu pareja te está siendo infiel
Además de buscar su propia felicidad en camas ajenas, los infieles se preocupan de que su relación vaya como la seda. Es decir, podrás descubrirlos si son la mujer o el hombre ideal.

La mayoría (58%) de los encuestados asegura que se esfuerzan en ser pacientes con su pareja y se esfuerzan en potenciar la comunicación con ella y evitar así malentendidos.

Los infieles se preocupan de que su relación vaya como la seda. Podrás descubrirlos si son la mujer o el hombre ideal

Los infieles, de hecho, creen que estas son las claves para que su relación siga funcionando, a pesar de los cuernos ocultos que tiene su amocín:

  • Darle importancia a la felicidad individual de cada uno (78%).
  • Satisfacer las necesidades del otro (68%).
  • Satisfacer las necesidades íntimas entre ellos (65%).
  • Paciencia y perdón en la pareja (58%).
  • Cada cónyuge se ve reforzado gracias al matrimonio (49%).
https://www.vozpopuli.com/2019/02/20/bienestar/s*x*-infidelidades-mentiras-piadosas-cuentan_1220288029_13164719_660x371.jpg
Si los cuernos fueran mortales, se extinguiría la mitad de la población
Como vemos, aunque tu pareja sea perfecta no te asegura que no se esté tirando a alguien a tus espaldas.

Señales de que te pone los cuernos
Además de ser las parejas perfectas, a continuación tienes unas señales que delatan a todos los infieles. Muy atento, lector, que no te la metan doblada:

1) Está distante
Uno de los signos más claros de infidelidad es la distancia emocional que muestra la persona que engaña a su pareja. De repente está retraído o deprimido. No tiene nada que contar, habla lo justo y necesario.

quitado-anillo-malo_1195090522_12922232_660x371.jpg

Si se ha quitado el anillo, malo malo... Jasmine Wallace Carter
2) Todo le parece mal
Se enfada o critica todo. Incluso puede llegar a ser bastante cruel con sus comentarios. Siempre tenéis la misma rutina y de pronto le parece mal.

3) Cree que le controlas
El tercer punto en la lista de los signos de infidelidad tenemos el tema del control. A menudo los infieles se quejan de que su pareja les controla, cuando ellos mismos son los que están intentando controlar todo su alrededor para que no les pillen.

4) Ha cambiado de hábitos
La cuarta señal y una de las más claras es que ha cambiado de hábitos. Por ejemplo, ahora sale más tarde del trabajo, tiene muchos viajes, se ha apuntado al gimnasio o tiene un nuevo grupo de pádel. Raro, raro, amigo.

Discute_1195090533_12922661_660x371.jpg

Discute por todo Vera Arsic
5) Se arregla más
Tu pareja ahora le presta especial atención a su apariencia. Se compra ropa nueva, ha adelgazado, se arregla más, va al gimnasio, se mira más en el espejo... Son signos claros de que le gusta alguien, y de que ese alguien no eres tú.

6) Tiene cuidado con el móvil
Nunca ha sido celoso con su smartphone pero desde hace semanas que se pone tenso cuando vibra o sonríe a la pantalla de forma extraña. También lo pone boca abajo cuando estás al lado o se pone nervioso y lo bloquea si te acercas.

7) Pide más privacidad
Desde hace unos días tu pareja tiene una necesidad obsesiva de "privacidad" y de quedarse despierto hasta las tantas de la noche para trabajar en el ordenador o leer en el móvil. Y lo que es más sospechoso: no te da explicaciones de qué está haciendo.

sonrie-mirando-pantalla-leyendo-chiste_1195090526_12922388_660x371.jpg

Si sonríe mirando la pantalla ten claro que no está leyendo un chiste Adrianna Calvo
Y esto es todo, lector. ¿Crees que tienes cuernos? ¿Eres tú el infiel? ¿Por qué engañas a tu pareja?

https://www.vozpopuli.com/bienestar/como-saber-pareja-infiel-comportamiento_0_1268574122.html
 
Back