Cuadernos de Historia

«El fusilamiento de Torrijos», un icono de la lucha por la libertad
El Museo del Prado celebra, en su bicentenario, con este cuadro heroico los 150 años de la nacionalización de las colecciones reales
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SeguirNatividad Pulido
Madrid
Actualizado:26/03/2019 02:05h1

Espronceda lloró su muerte en un célebre soneto, cuyos primeros versos rezan así: «Helos allí: junto a la mar bravía/ cadáveres están, ¡ay!, los que fueron/ honra del libre, y con su muerte dieron/ almas al cielo, a España nombradía». Ramón Gómez de la Serna, en su proclama de Pombo de 1915, se refirió a «esos hombres íntegros del inolvidable cuadro de Gisbert. Nosotros no somos tan heroicos, pero hay la misma fatalidad en nuestro destino y estamos tan dispuestos a no cejar». Años después, en plena Guerra Civil española, Antonio Machado volvió los ojos al mismo lienzo: «Recordad el cuadro de Gisbert:la noble fraternidad ante la muerte de aquellos tres hombres cogidos de la mano». Marsé, Chirbes y Javier Marías lo incorporan en algunos de sus libros, como el Equipo Crónica en algún lienzo.

Hablamos del «Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga» (monumental óleo sobre lienzo, de 3,9 por 6 metros), concluido por Antonio Gisbert en 1888. Una obra que, según Miguel Falomir, director del Prado, merece figurar por derecho propio, junto con «La rendición de Breda», de Velázquez; las pinturas de Goya sobre el 2 y el 3 de Mayo en Madrid, y el «Guernica», de Picasso, en la galería de los grandes cuadros dedicados a la Historia de España: «Es el cuadro que mejor simboliza la idea de que el Prado es el museo de todos los españoles». «No queríamos un bicentenario de confeti, ni una celebración autocomplaciente –añade Andrés Úbeda, director adjunto de la pinacoteca–. Gisbert es mejor pintor de lo que se cree y Torrijos, más importante de lo que se ha reconocido».

Obra de tono épico
Es, en efecto, un cuadro heroico, de tono épico; un icono de la lucha por la libertad, símbolo de la construcción de la nación española. Pintura capital de las colecciones del Prado y obra maestra de la pintura de Historia española, evoca a otros grandes cuadros históricos, como «Los Fusilamientos del 3 de mayo», de Goya, y «La Libertad guiando al pueblo», de Delacroix (Museo del Louvre). Hay quien ve incluso la huella de este cuadro en el «Guernica».



Encargado el 21 de enero de 1886 por el jefe del Partido Liberal y presidente del Consejo de Ministros, Práxedes Mateo Sagasta, al artista alcoyano Antonio Gisbert (1834-1901), éste lo pintaría en París siguiendo un estilo naturalista. Lo acabó en 1888. Cobró toda una fortuna en la época: 40.000 pesetas. Es la única pintura de Historia encargada por el Estado español a un artista para el Prado. El lienzo, que se expuso en el Pabellón Central del Retiro (hoy Palacio de Velázquez), protagoniza una pequeña gran exposición en la sala 61 A del edificio de Villanueva en el Prado. Organizada dentro de los actos de su bicentenario, con la colaboración de Ramón y Cajal Abogados, el museo quiere celebrar con ella los 150 años de la nacionalización de las colecciones reales. El Prado pasó en 1868 a ser un museo nacional, de todos los españoles. Por entonces se llamaba Museo Nacional de Pinturas y Esculturas y reunía tanto las colecciones reales como los fondos del antiguo Museo de la Trinidad, con obras procedentes de la Desamortización, y las adquisiciones contemporáneas del Estado a partir de 1856.

Gisbert, gran pintor de los liberales y director del Prado durante el Sexenio Revolucionario, recrea en esta estremecedora composición el fusilamiento de Torrijos y sus compañeros (entre ellos, Manuel Flores Calderón y Francisco Fernández Golfín, a quienes el general toma de la mano) en las playas de Málaga el 11 de diciembre de 1831. Aparte de militares, también había civiles (artesanos y marineros). Fue una orden directa de Fernando VII sin juicio previo alguno. Amigo del marqués de La Fayette y de poetas como Espronceda y el duque de Rivas, hombre de una gran cultura, el general José María Torrijos (1791-1831) fue uno de los grandes héroes de la independencia española.

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«Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga», boceto de Antonio Gisbert. Carboncillo, lápiz y clarión sobre papel, 133 por 82 centímetros, 1886 o 1887 - MUSEO DEL PRADO
Contención y dignidad
Según Javier Barón, jefe de conservación de pintura del XIX del Prado y comisario de la exposición, Gisbert viajó a las playas de Málaga, donde tomó apuntes; se entrevistó con algunos testigos, buscó con ahínco retratos de los protagonistas y, cuando no fue posible, tiró de fotos de sus descendientes. Al contrario que hiciera Goya en sus «Fusilamientos», Gisbert relegó al fondo de la composición al pelotón de fusilamiento. En el centro retrató la heroica y fraternal fila de los condenados y, en primer plano, algunos de los fusilados, que yacen muertos en la arena; una mano desmembrada y una chistera. No aparece ninguna mujer en la composición. Meses antes había sido ejecutada una gran liberal, Mariana Pineda.

Junto al cuadro, cuelga un boceto de grandes dimensiones, también del Prado, que se muestra por vez primera tras su restauración. Gisbert hizo cambios en la pintura final. Elimina las tres figuras de la derecha, más teatrales (al parecer, murieron al grito de «¡Viva la libertad!»), cambia la disposición de los cadáveres y subraya la dignidad, contención, sobriedad y nobleza del cuadro modificando los rostros de los condenados. La muestra incluye otra importante obra de Gisbert, que cuelga en la pared de enfrente. Se trata de «Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo» (1860), óleo galardonado con la primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes en 1860 y que fue adquirido por el Congreso de los Diputados.

«El fusilamiento de Torrijos», una pintura para una nación, cuelga en el Prado, un museo para todos los españoles.

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Última carta de Torrijos a su esposa, Luisa Sáenz de Viniegra, 11 de diciembre de 1831 Madrid - ARCHIVO DEL CONGRESO DE LOS DIPUTADOS
«Amadísima Luisa mía: voy a morir como mueren los valientes»
La noche antes de morir, el general Torrijos escribió una conmovedora carta a su esposa, Luisa Sáenz de Viniegra, que años después sería su gran biógrafa. Propiedad del Congreso de los Diputados desde 1881, la conserva en una urna en estilo neogriego. La misiva reza así:«Amadísima Luisa mía: voy a morir, pero voy a morir como mueren los valientes (...) De la vida a la muerte hay un solo paso y ese voy a darlo sereno en el cuerpo y el espíritu. He pedido mandar yo mismo el fuego a la escolta (...) Hasta mi último aliento te he amado con todo mi corazón»
https://www.abc.es/cultura/arte/abc...cono-lucha-libertad-201903260205_noticia.html
 
Doña Urraca, la indomable Reina de León que no se dejó pisar ni maltratar por ningún hombre
Trató de taparla su padre y sus maridos, pero no lo lograron, ni con violencia ni sin ella. La tradición le apoda «La Temeraria», pero solo fue un mujer de una fortaleza inédita
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SeguirCésar Cervera@C_Cervera_M
Actualizado:26/03/2019 08:46h0La batalla en la que se frenó a los musulmanes extremistas

Son muchas las reinas consortes con cierto poder en la historia de la Edad Media y, sin embargo, muy pocas las que ejercieron de plenitud la autoridad real. Doña Urraca de León, hija de Alfonso VI y su segunda esposa, Constanza de Borgoña, fue un raro avis de su tiempo, y de todos los tiempos, por ascender al trono y porque resultó una monarca de gran talento y carácter, cuyos enemigos trataron de derribarla, una y otra vez, por su condición de mujer. No sin razón la historia la recuerda hoy como «La Temeraria».

Se estima que Urraca nació alrededor de 1081. No con una barra bajo el brazo, sino con dos disgustos. El primero para sus padres porque fuera una niña y no un heredero varón. El segundo porque se tuvo noticia de que Constanza no podría tener más hijos. Mientras olvidaba dar una buena formación a la que irremediablemente iba a ser su heredera, Alfonso VI exploró a la desesperada otras opciones para dar un varón legítimo a su reinado. El Rey conocido como «El Bravo»es recordado hoy a nivel político por ser quien recuperó Toledo, antigua capital visigoda, para los cristianos y por su pretensión de un reino cristiano unificado. Siendo Rey de León por herencia de su padre, también lo terminó siendo de Galicia entre 1071 y 1072 y de Castilla entre 1072 y 1109. No obstante, su figura está más vinculada a un hecho amoroso que a uno militar o político. Para el lujurioso monarca la aparición de una hermosa princesa musulmana con ojos de estrella haría temblar su mundo, la nombrada como Zaida, con la que tuvo un hijo que Alfonso legitimó en contra de los que le acusaban de connivencia con una musulmana.

Un hermanastro que viene y va
El fruto de este matrimonio, el pequeño Sancho, llegaría a participar en los actos propios del gobierno real y sería presentado como hijo de pleno derecho de Alfonso, lo que despojó de su papel institucional a Urraca, que había recibido una educación avanzada que incluía la equitación y la caza de cara a lo que estuviera por venir, como recoge la catedrática María del Carmen Pallares Méndez en la entrada que dedica a este personaje en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de Historia.

La hija de Alfonso heredaría el trono y dejaría sin consecuencias aquel matrimonio prohibido que había querido achicar de los libros de Historia a Constanza y a su hija. Sin guardar rencor a su padre, Urraca ordenó que sus honras fúnebres duraran ocho días de luto y, durante todo él, «ni de día ni de noche faltó lloro».

Un marido tremendo y maltratador
Que fuera la reina no significaba que tuviera las riendas de su destino, como le dejó claro la aristocracia leonesa al concertar su matrimonio con Alfonso de Aragón, «El Batallador», en contra de su voluntad. Como en el caso de los Reyes Católicos, el enlace garantizaba la independencia de las instituciones de cada uno de los reinos, pero se establecía que, si nacía un heredero, el cónyuge superviviente y luego el hijo de ambos heredaría el conjunto de la tarta. Además, los acuerdos matrimoniales estipularon que la Reina, a pesar de ser monarca de plenitud de León, debía tratar a Alfonso como «señor y esposo mío», es decir, como si hubiera vasallos y señores también en el seno familiar. Como no podía ser de otra manera, tan fría fórmula legal se tradujo en un matrimonio infame, donde ninguno de los dos se tragaba. Algunas crónicas apuntan incluso a malos tratos hacia ella y de un odio homicida hacia el pequeño Alfonso Raimúndez, heredero del anterior matrimonio de Urraca, al que el aragonés veía como un último obstáculo para hacerse con todo el reino.

La ruptura del matrimonio, que algunos cronistas como Rodrigo Jiménez de Rada calificaron de repudio del Rey a la Reina, parece ser que vino precisamente por iniciativa de Urraca, que temía por la vida de su hijo y por la independencia de su reino. Un documento de donación al Monasterio de Sila, fechado el día 13 de junio de 1110, da fe de la ruptura entre Alfonso y Urraca, quien ya se presenta como Reina de toda España e hija del Emperador Alfonso. Una auténtica declaración unilateral de independencia respecto a su marido, que respondió lanzando una campaña de castigo contra las plazas castellanas y encerrando a Urraca en la fortaleza turolense de El Castellar.

Con el argumento de la consanguinidad entre ambos, Urraca pudo romper definitivamente sus ataduras matrimoniales y desatar su carácter indomable en la última etapa de su vida
Cuando parecía que el Rey de Aragón iba a imponerse sobre Urraca y su hijo, la traición sorpresa de Enrique de Borgoña, Rey de Portugal y cuñado de Urraca, a Alfonso «El Batallador» obligó a este a pactar una reconciliación formar con su esposa. Con el argumento de la consanguinidad entre ambos, Urraca pudo romper definitivamente sus ataduras matrimoniales y desatar su carácter indomable en la última etapa de su vida, donde gobernó un lustro sin que el período fuera, ni mucho menos, lo que algunos cronistas han dibujado como una etapa de transición entre reinados. El autor del «Cronicón Compostelano» contradice estas acusaciones al sostener que reinó Urraca «tiránica y mujerilmente», lo que significa que lo hizo de forma completamente independiente.

Los intentos aragoneses de anexionarse León, la presión musulmana en las fronteras y las intrigas portuguesas fueron algunos de los desafíos que debió hacer frente Doña Urraca. Se rodeó en esta tarea de varios consejeros de gran fidelidad, entre ellos el Conde Gómez, que murió en una batalla librada en Candespina contra Alfonso el Batallador, y más tarde el Conde Pedro González de Lara, con el cual mantuvo una relación sentimental que duró hasta la muerte de la Reina y de la que nacieron, por lo menos, dos hijos: Fernando y Elvira.

Doña Urraca murió, de parto, el día 8 de marzo de 1126, en Saldaña, uno de los paisajes de su infancia
https://www.abc.es/historia/abci-do...ratar-ningun-hombre-201903260219_noticia.html
 
Los historiadores desmontan la ofensiva populista del presidente de México contra Hernán Cortés
Académicos e investigadores critican la tergiversación y el uso de la historia con fines políticos

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SeguirManuel P. Villatoro@ABC_Historia
Actualizado:27/03/2019 08:39h
34 López Obrador propone a España un grupo conjunto que haga el relato de la conquista

Rara empieza a ser la semana en la que algún político no invoca términos de la Leyenda Negra para distraer al electorado de asuntos más acuciantes. Pueden ser españoles pidiendo que no se celebre la Reconquista de Granada, o internacionales como el filipino Rodrigo Duterte reclamando un cambio de nombre para su país. El último en subirse a esta ola de demagogia ha sido el presidente México, con una carta al Rey de España para que pida perdón por la conquista de la que este año se conmemoran 500 años.

Si López Obrador pensaba, como en otros tiempos, que su misil propagandístico iba a quedarse sin respuesta es porque, tal vez, ha calculado mal el clima que se vive hoy en la historiografía española, que desde muchos sectores trata de sacudirse algunos de los tópicos que carga el país desde hace siglos. «Me parece absurdo juzgar con la mentalidad actual hechos ocurridos hace 500 años. Si nosotros pedimos perdón por el daño que pudimos ocasionar, ellos nos deberían dar las gracias por las cosas positivas que llevamos. Entre ellas, una lengua que permitió que todas las tribus se entendieran entre ellas. Gracias al Imperio español, México se introdujo en la cultura occidental», apunta Enriqueta Vila Vilar, académica e historiadora.

En la misma línea, el catedrático Fernando García de Cortázar considera la idea de López Obrador «completamente absurda»: «El México de hoy -nos guste o no- es fruto de la conquista, que dejó una nueva sociedad en América, una sociedad mestiza cuyas raíces hay que buscarlas en el estrecho contacto establecido entre conquistador y conquistado».

la Conquista de América. «La pulsión hispanófobo-victimista presente de una u otra manera siempre en el discurso de la izquierda latinoamericana, lleva a ver en España, lo español y los españoles el origen de todos los males que han asolado al continente durante los últimos cinco siglos. En este sentido el Presidente López Obrador está simplemente satisfaciendo la hispanofobia presente en muchos de sus electores, en la línea de otros muchos líderes de la izquierda del continente», explica Pérez Vejo sobre el trasfondo político.

Elvira Roca Barea, autora de la obra «Imperiofobia y Leyenda Negra», considera que López Obrador emplea la historia como distracción: «Se ha colgado una medalla de patriotismo a costa de los mismos, de España, la cabeza de turco de siempre, en vez de sacarle el colmillo a EE.UU., que está haciendo un muro vergonzoso y no deja de agredir a sus intereses». Asimismo, Roca Barea se pregunta «¿por qué no exige, por ejemplo, al presidente de los EE.UU. que se disculpe por arrebatar a México el 52% de su territorio en 1848?».

Reportaje original y con un video, en el siguiente enlace, gracias:
https://www.abc.es/historia/abci-hi...ontra-hernan-cortes-201903262124_noticia.html
 
Canibalismo, sacrificios y totalitarismo: la verdad sobre el Imperio azteca que se encontró Hernán Cortés
Si precisamente medio millar de españoles lograron abrirse paso por un territorio ocupado por millones de personas fue porque muchos pueblos estaban hartos del régimen sangriento impuesto por la Triple Alianza (Texcoco, Tlacopan y México-Tenochtitlan)

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Actualizado:27/03/2019 09:32h
30 La Leyenda Negra que rodea a Hernán Cortés y que defiende López Obrador

La idea de que los españoles deben pedir perdón por la conquista de México parte del error de base de equipar el Imperio azteca a lo que es hoy México, cuyas fronteras, cultura y estructura tiene más que ver con la Nueva España legada por Hernán Cortés que con las civilizaciones precolombinas. Si precisamente medio millar de españoles lograron abrirse paso por un territorio ocupado por millones de personas fue porque muchos pueblos estaban hartos del régimen sangriento impuesto por la Triple Alianza (Texcoco, Tlacopan y México-Tenochtitlan). Cortés firmó una serie de alianzas con estos pueblos mexicas descontentos y encabezó una suerte de revolución para derrocar a este totalitarismo sangriento.

¿Exigirá López Obrador que pidan también perdón los descendientes de la Triple Alianza (solo una parte de los indígenas que sobreviven hoy en México) a sus víctimas? La antropóloga australiana Inga Clendinnen asegura en sus trabajos que lamentar la desaparición del Imperio azteca es como sentir pesar por la derrota nazi en la Segunda Guerra Mundial. La cultura azteca era, según las evidencias históricas, un totalitarismo sangriento que se valía de tribus sometidas para realizar sacrificios humanos durante tres meses de festejos. Se calcula que entre 20.000 y 30.000 personas morían cada año para alimentar estas ceremonias. Las cifras varían (muchísimo) atendiendo a las fuentes que se elijan, pero todas convergen en la misma conclusión: la ingente cantidad de sacrificios humanos que perpetraban anualmente los sacerdotes mexicas antes de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo.

Y si los números del llamado «Holocausto azteca» causan tanta controversia, no parece extraño que suceda algo similar con la cantidad de cadáveres que – tras cada uno de los mencionados rituales- eran desmembrados, cocinados e ingeridos por este pueblo. De hecho, algunos historiadores han llegado incluso a negar que se produjera tal antropofagia. Sin embargo, los escritos de aquellos que acompañaron a Hernán Cortés (1485-1547) en sus conquistas corroboraron la triste verdad.

Hernán Cortés de la Habana con 11 buques. […] Dirijiéronse a la isla de Cozumel, donde llegaron felizmente: desembarcaron, y Cortés pasó revista general de sus fuerzas», explica Gil Gelpi y Ferro en su obra « Estudio sobre la América». Posteriormente, y tras varias idas y venidas a lo largo de la costa, la expedición arribó a Tabasco (al sur del país).

Fue en esta zona donde, según explica el propio Michael Harner en su artículo «Bases ecológicas del sacrificio azteca», los españoles tuvieron su primer contacto con el canibalismo local. Todo ello, después de haber vencido varias veces a los nativos.

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Bernal Díaz del Castillo
El conquistador Andrés de Tapia (1498-1561) así lo confirma en su obra «La conquista de Tenochtitlán»: «[Los nuestros] hallaron alguna gente con quien pelearon, e trajeron ciertos indios; e llegados al real dijeron cómo ellos se andaban juntando para nos dar batalla e pelear a todo su poder para nos matar e comernos». Parece que al español le llamó la atención esta amenaza, pues en las siguientes líneas de su escrito vuelve a hacer referencia a ella: «Alguna gente que andaba de guerra entre unas acequias e rías decien a los nuestros que dende a tres días sería junta toda la tierra e nos comieren».

Fue un lúgubre preludio de la verdad que les esperaba al adentrarse más en el Imperio azteca. Después de varios combates, Cortés reembarcó con sus hombres y se dirigió hacia el norte bordeando la costa. Recorridos unas decenas de kilómetros, volvió a tierra y fundó la ciudad de Veracruz (llamada así, según Francisco López de Gómara, debido a que entraron en la región el «viernes de la Cruz»). Desde allí envió a uno de sus lugartenientes, Pedro de Alvarado (1485,1541), a reconocer el terreno.

Este conquistador fue el siguiente en darse de bruces con el canibalismo azteca. Al menos, así lo confirma Bernal Díaz del Castillo en sus escritos. Concretamente, el cronista dejó patente que en todos los pueblos que tomaban los españoles había «cues» (pequeños templetes con forma de pirámide) repletos de cadáveres a los que se les había arrancado el corazón como ofrenda.

«Dijo el Pedro de Alvarado que habían hallado en todos los más de aquellos cuerpos muertos sin brazos y piernas e que dijeron otros indios que los habían llevado para comer, de lo cual nuestros soldados se admiraron mucho», añade el clérigo. En otra expedición (la que fue enviada a Cempoala), el explorador también señaló que «cortábanles los pies y los brazos y las piernas y los comían».

Otro tanto ocurrió en el verano de 1519 cuando Cortés llegó a Tlaxcala, uno de los pueblos que se resistía a rendir pleitesía a los mexicas y a su emperador, Moctezuma. Tras arribar la región, Bernal Díaz del Castillono pudo evitar sorprenderse al ver no solo que era habitual el canibalismo, sino que encerraban en jaulas de madera a aquellos que iban a ser sacrificados y se les cebaba «hasta que estuviesen gordos para sacrificar y comer». El extremeño intentó convencer, a partir de entonces, a los nativos de que abandonasen aquella horrible práctica, pero fue totalmente inútil. Y es que, como explica el cronista, «en volviendo la cabeza hacían las mismas crueldades» una y otra vez.

Barbarie en la capital
Tras hacerse con el apoyo de esta tribu y continuar su avance, el 8 de noviembre de 1519 Hernán Cortés llamó a las puertas de Tenochtitlán, donde Moctezuma le recibió con los brazos abiertos creyendo que el español era la personificación de una de sus deidades.

«En vuestra casa estáis; comed, descansad y habed placer», señaló el emperador a los conquistadores (según recoge Francisco López de Gómara en « Historia de la conquista de México»). Posteriormente, incluso les desveló que todos los nativos sentían pavor de ellos: «Los míos tenían grandísimo miedo de veros; porque espantabais a la gente con esas vuestras barbas fieras, traíais unos animales que tragaban a los hombres y, como veníais del cielo, abajábais de allá rayos».

Sin embargo, Bernal Díaz del Castillo pronto averiguó que las costumbres de los aztecas eran mucho más terroríficas que las españolas. De hecho, se percató de ello durante una de las cenas de decenas de platos que le ofrecían a Moctezuma cada noche. Así lo dejó escrito es su obra: «Oí decir que [le] solían guisar carnes de muchachos de poca edad; y que como tenían tanta diversidad de guisados y de tantas cosas no lo echábamos de ver; porque cuotidianamente le guisaban gallinas y gallos de papada, faisanes, perdices, pajaritos de caña, palomas, liebres, conejos y muchas maneras de aves».

En palabras del conquistador, «nuestro capitán le afeó el sacrificio y comer carne humana», lo que hizo que, «desde entonces, […] no le guisasen tal manjar».

Con todo, el historiador Diego Luis de Moctezuma afirma en su obra «Corona Mexicana, o Historia de los nueve Moctezumas»que el líder no solía comer carne humana, y que solo disfrutaba de ella cuando se hacía un sacrificio. Y es que, una de las normas básicas era que el muslo derecho de la víctima siempre estaba destinado para el emperador.

El ritual
El ritual para acabar con la vida de la víctima siempre era el mismo. En primer lugar, cuatro sacerdotes sujetaban los brazos y las piernas de aquel que iba a ser asesinado, el cual se ubicada en lo alto de una pirámide. Después, un quinto religioso abría el pecho del desdichado con un cuchillo de obsidiana y le arrancaba el corazón, que era ofrecido a los dioses (o comido, atendiendo a las fuentes).

A continuación, se hacía rodar el cadáver escalones abajo. «Allí, algunos, a los que denominaban cuacuacuiltin, se apoderaban de él y lo llevaban hasta las casas que llamaban calpulli, donde lo desmembraban y lo dividían a fin de comerlo», explica Bernal Díaz del Castillo.

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Recreación de un ritual azteca - P. Joubert
Moros, por su parte, es partidario de que los brazos y las piernas eran cocinados con pimientos y que la palma de la mano era un «bocado exquisito». Las crónicas también hablan de que este cruel plato se solía hacer con maíz.

¿Qué sucedía con el torso de la víctima? Bernal Díaz del Castillo no se olvida de él en su obra al hacer referencia al Real Parque Zoológico de Tenochtitlán. Y es que, en sus palabras, esta parte del cuerpo era entregada a las fieras para que se pusiesen las botas. La cabeza, finalmente, era llevada hasta un gran altar en el que se agolpaban y coleccionaban para la posteridad.

Con todo, López de Gómara señala en su obra que no había maldad en los aztecas. Por el contrario, los «propietarios» de las víctimas establecían una curiosa relación con ella (casi de paternidad) y, una vez que era asesinada, no comían de su carne.

Aquellos destinados a caer bajo el cuchillo de obsidiana solían ser guerreros capturados en batalla, aunque no siempre. «Quiero contar la manera que [los] mexicanos tienen en hacer esclavos, porque es muy diferente de la nuestra. Los cautivos en guerra no servían de esclavos, sino de sacrificados, y no hacían más de comer para ser comidos. Los padres podían vender por esclavos a sus hijos, y cada hombre y mujer a sí mismo. Cuando alguno se vendía, había de pasar la venta delante a lo menos de cuatro testigos», completa el cronista.

Noche caníbal
El 30 de junio de 1520, Hernán Cortés y sus hombres se vieron obligados a escapar de la ciudad después de que el pueblo se alzara contra ellos. Para entonces los nativos ya estaban cansados de unos españoles que, a pesar de haber accedido a la capital como amigos, habían basado su estancia en la rapiña.

A su vez, y tras acceder a la ciudad, los «monstruos barbudos» habían secuestrado al mismísimo emperador Moctezuma para tratar de hacerse con sus riquezas. Al final, a los conquistadores no les quedó más remedio que huir para evitar ser asesinados y comidos. Un punto este último que el soldado Francisco de Aguilar (1479-1571) dejó patente al señalar que la ciudad «quedó invadida» por «masas de gente» que esperaba «con impaciencia la carne de los desdichados españoles».

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Batalla de la Noche Triste
La partida (conocida posteriormente como «La noche triste») dejó unos 600 cristianos muertos y obligó a los conquistadores a retirarse hasta la región amiga de Tlaxcala. Tierra en la que, según afirma Fernando Orozco en su obra «Grandes personajes de México», fueron «recibidos con la más cordial benevolencia».

Desde allí, Cortés organizó un nuevo ataque contra la capital que fue precedido, a su vez, por varias escaramuzas para castigar a los poblados sublevados cercanos. En uno de ellos, el conquistador encontró «muchas cargas de maíz y niños asados» que habían sido enviados a la zona para servir presuntamente como provisiones. La imagen volvió a horrorizar a los peninsulares, quienes no terminaban de acostumbrarse a aquella barbarie.

Muerte en la caravana
Durante los meses en que Cortés se hallaba a las puertas de la capital azteca se vivió uno de los episodios de canibalismo más tristemente recordados por parte de los españoles. Una tragedia acaecida entre junio y julio de 1520 y cuya existencia se ponía en entredicho hasta hace dos años.

Según explica el experto en la civilización maya Éric Taladoire en su dossier «La guerra de dos mundos», durante el verano de ese año salió de la ciudad de Veracruz (al sur oeste de México) una caravana compuesta por 550 «españoles, indígenas, negros, mulatos y mestizos» en dirección a Tenochtitlán, hacia donde se dirigía Cortés con sus hombres. La comitiva se completaba con algunos nativos aliados de los conquistadores (destacando totonacos y tlaxcaltecas). Todos estaban bajo el mando de Juan de Alcántara y eran miembros del contingente de Pánfilo de Narváez.

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Escena que representa a un grupo de caníbales - Theodore de Bry
La caravana -en la que se también había 50 mujeres y 10 niños- fue atacada por los guerreros de Texcoco. Y sus integrantes, llevados como prisioneros al poblado de Zultépec, donde les mantuvieron presos seis meses para sacrificarles paulatinamente a sus dioses en sus diferentes fiestas indígenas. El principal de estos rituales fue el ofrecido a Huizilopochtli (el dios de la guerra), aunque tampoco fue nada desdeñable la matanza que se produjo en la ceremonia en honor a Izcalli, la deidad del fuego. Posteriormente, en la festividad en honor de Huizilopochtli se vivió uno de los momentos más trágicos, pues fueron asesinados 9 hombres mesoamericanos y 9 mujeres embarazadas.

La forma en la que murieron ha generado controversia estos últimos años. Con todo, la mayoría de los expertos considera que los aztecas abrieron sus pechos y se comieron sus corazones, pues era la pieza mejor considerada de todo el cuerpo humano.

¿Por qué?
Lo que enfrenta a los estudiosos a día de hoy es la causa que llevó a un pueblo como el mexica a practicar la antropofagia. En 1977, el también antropólogo Michael Harner defendió en una investigación que la civilización precolombina comía carne humana para paliar la falta de animales en la región. En la misma señalaba que los aztecas interpretaban la guerra como una forma de «caza organizada» para conseguir alimentos. Esta práctica se vio favorecida debido a que en el Nuevo Mundo era imposible domesticar animales para su posterior ingesta, algo que sí sucedió en la vieja Europa y que permitió a los occidentales abandonar el canibalismo y empezar a verlo como un tabú.

Por su parte, Marvin Harris afirmó en su libro «Bueno para comer» que el canibalismo era utilizado como una recompensa para alentar a los guerreros a pelear. Un manjar que solo se podía obtener combatiendo y que, por tanto, obligaba a quien quería degustarlo a enfrentarse al enemigo.

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“La marcha a Tenochtitlán” de Cortés - Augusto Ferrer Dalmau
Como era de esperar, la investigación causó gran controversia, fue criticada por el mundo académico y –a día de hoy- continúa siendo atacada por expertos como Manuel Moros Peña. Este contradice a Harris señalando en su principal obra («Historia natural del canibalismo. Un sorprendente recorrido por la antropofagia desde la antigüedad hasta nuestros días») la ingente cantidad de animales que tenían los aztecas a su disposición en el amplio territorio mexica.

«Aunque es cierto que no poseían rumiantes ni ganado porcino y sus principales animales domésticos eran el pavo y el perro, los aztecas cazaban y consumían gran variedad de especies animales salvajes», destaca Moros en su libro. Entre las mismas, enumera algunas como el ciervo, el tapir, el jabalí, la zarigüeya, el armadillo, el conejo y otras tantas más. ¿Por qué no alimentarse de ellas? Se pregunta el autor.

Moros también afirma en su libro que sería absurdo utilizar la carne de un hombre adulto como fuente principal de proteínas para una tribu,pues ofrecía alimento para apenas 215 personas. «Obviamente esta cantidad era algo inútil para los 250.000 habitantes de Tenochtitlán [la capital del imperio azteca] y muchísimo más para los 2.000.000 de habitantes del Valle de México. Máxime teniendo en cuenta que solo se devoraban brazos y piernas», explica en la mencionada obra.

Otras teorías
También se ha posicionado en contra de Harner el demógrafo Sherburne Cook, quien considera en sus libros que el canibalismo tenía la finalidad real de evitar que la población mexica se disparase. Este experto llegó a cifrar en un 25% la cantidad de personas que eran ingeridas por sus semejantes. Un número que, según afirma, habría engrosado en demasía una civilización escasa de alimentos.

Sin embargo, Moros carga también contra él en su obra: «Para controlar el crecimiento demográfico, lo ideal es sacrificar doncellas y, sin embargo, la mayor parte de los prisioneros [ajusticiados] eran hombres». Según sus palabras, tampoco es demasiado lógico que –si únicamente se les asesinaba para controlar el crecimiento demográfico- se les mantuviera con vida varias jornadas antes de acabar con ellos.

Por otro lado, Fray Diego Durán (1537-1588) señala en «Historia de las Indias de Nueva España y islas de tierra firme» que los sacerdotes mexicas creían que, mediante sus rituales, convertían a la víctima en un dios reencarnado. No solo eso, sino que consideraban que todo aquel que ingiriera aquella carne después de llevar a cabo sus oraciones se vería imbuido de un poder celestial. «La tenían verdaderamente por carne consagrada y bendita, y la comían con tanta reverencia y con tantas ceremonias y melindres como si fuera alguna cosa celestial», añade.

Las últimas opciones, explicadas también por Moros, son las más aceptadas a día de hoy. La primera de ellas es la que señala que la antropofagia se llevaba a cabo como una forma de venerar a las deidades: «Los dioses obraban para el bien o para el mal. Por ello, era necesario hacerles ofrendas que no provocaran su ira». La segunda es la posibilidad de que el canibalismo fuera una forma de rendir pleitesía a los dioses para poder tener más hijos: «Contemplado desde el punto de vista mágico-religioso que presidía la vida de los aztecas, sus sacrificios humanos y su canibalismo pueden considerarse ritos de fertilidad muy elaborados basados en los principios de la magia simpatética»
Reportaje original y al completo en:
https://www.abc.es/historia/abci-ca...ontro-hernan-cortes-201903270213_noticia.html
 
La visita de ABC al «infierno» nazi de Dachau en 1945: «El niño me señaló, riéndose, un cadáver reciente»
El periodista Carlos Sentís visitó aquel «infierno» pocos días después de que los estadounidenses lo liberaran, cuando aún quedaban allí 32.000 prisioneros moribundos
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4 El oscuro (y efectivo) plan de Stalin que llenó Europa de dictaduras comunistas tras la IIGM

ABC fue uno de los primeros periódicos del mundo en visitar un campo de concentración nazi, cuando ni siquiera habían sido evacuados los miles de prisioneros que allí se hacinaban moribundos. «Conforme avanzamos, parece que vamos a entrar en una exposición o una feria de muestras», escribía desde Dachau nuestro enviado especial, Carlos Sentís, en la edición del 15 de mayo de 1945. Y eso que aún faltaban cuatro meses para que finalizara la Segunda Guerra Mundial y hacía solo 15 días que Hitler se había suicidado en su búnker de Berlín.

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Presos de Dachau el día de la liberación, en 1945- AP
El campo había sido liberado por los estadounidenses poco antes. En concreto, por la 20ª División Blindada y la 45ª División de Infantería del 7º Ejército. Lo hicieron dos semanas antes, pero aún quedaban 32.000 prisionero cuando Sentís fue invitado a visitar los restos de aquel infierno nazi. La mayoría de ellos, según contaba el enviado especial, eran polacos «con trajes rayados de presidiarios, pelados y con idénticos ojos inmensos en el fondo de su órbita».

Dachau, situado a pocos kilómetros de Múnich, fue abierto en marzo de 1933, dos meses después de que Hitler ganara las elecciones y subiera al poder siguiendo el ejemplo del fundador del fascismo,Benito Mussolini. Al principio, este campo sirvió para encarcelar a prisioneros políticos, pero durante el conflicto acabó convirtiéndose en un campo de exterminio donde asesinaron a más de 41.500 judíos.

Carlos Sentís Anfruns (Barcelona, 1911-2011) no era un profesional cualquiera. El periodista catalán lo fue todo en este oficio. Además de reportero de guerra con ABC, fue también redactor de «La Vanguardia», corresponsal en París, director de la Agencia EFE, de Radio Barcelona y del vespertino Tele/Exprés. Era un periodista enredado en la política, incombustible, capaz de sobrevivir a la República, el Franquismo, la sucesión monárquica y marcar el paso de la Transición acompañando a Tarradellas en su entrevista con Suárez.

Y era también la persona indicada para realizar aquel viaje a uno de los epicentros del terror nazi. «Después veré que las muestras que hay cerca de la entrada son las mejores, porque, por lo menos, pueden andar sin arrastrarse y no son contagiosos como los otros que se hallan en pabellones cerrados. Estos últimos, a pesar de morirse día a día, una semana después de la entrada de los americanos todavía no pueden salir».

200.000 prisioneros
A Dachau se le conoció en aquella época como «la escuela delgenocidio», ya que fue el primer campo del Tercer Reich que se encargó de formar a los jóvenes agentes de las SS y el primero que practicó el exterminio. Tal es así que sirvió como modelo para los posteriores campos, como el de Auschwitz, donde se asesinó a más de cuatro millones de reclusos. El triple de lo que se pensó en las primeros estudios.

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Dos prisionero entierran los cadáveres de los muertos en Dachau- AFP
Por sus barracones pasaron más de 200.000 prisioneros a lo largo de 12 años. Cuando Sentís pasó por allí, además de polacos –«los más serios y reservados»–, había yugoslavos, rusos, franceses, checos, italianos, belgas, holandeses y alemanes. «En esos barracones todo es tan trágico, que roza siempre lo grotesco», asegura.

«Los americanos han hecho una limpieza minuciosa, pero todavía huele todo espantosamente. Basuras y toda clase de porquerías quemándose en rincones apartados del campo no hacen más que enrarecer el ambiente», explica el periodista, que después fue guiado por uno de los oficiales estadounidenses a un pabellón en el que había varios miles de judíos «incomunicados».

Fue allí donde vivió una de las escenas que más le marcó: «El olor a miseria humana es inaguantable. Hay muchos muchachos. Algunos están tomando el sol por las calles, esqueléticos y con la barriga hinchada como una pelota. Otros, agrupados sobre camastros de tres pisos, juegan a los naipes. En lo alto de la litera, un chico con cara de pillete me sonríe y, muy divertido, me señala algo que se halla en el suelo, entre dos literas. Voy allí para mirarlo. Es un cadáver reciente. El niño pillete se ríe a carcajadas al ver mi expresión. Casi al mismo tiempo, el moribundo que gime en una litera al ras del suelo me tira de los pantalones. Quiere un cigarrillo», añade.

«¡La locura!»
Aquel cadáver abandonado entre los vivos, a los que Sentís no describe mucho mejor –«un montón de huesos vivientes recubiertos de piel»–, es uno de los 40.000 prisioneros que fueron allí asesinados directamente o se convirtieron en víctimas de las pésimas condiciones de vida. «En el campo hay tifus, disentería y otras enfermedades, con docenas de moribundos y centenares de cadáveres insepultos. Los americanos encontraron más de dos mil al llegar», cuenta el redactor, que describe después como al entrar en las instalaciones le habían echado grandes cantidades de polvos desinfectantes –DDT– y le habían puesto una inyección del mismo producto.

«¡La locura!», exclamó Sentís al final, cuando los oficiales le llevaron a ver el crematorio. «Un lugar donde, por falta de combustible, y por ignorar los guardias que estaban tan cerca las tropas de Patch, no pudieron quemar dos mil cadáveres entresacados de la cámara de gas o extraídos de los trenes donde se encontraban encerrados, muriéndose como moscas, mientras cundía el caos por todas partes».
https://www.abc.es/historia/abci-vi...se-cadaver-reciente-201903280145_noticia.html
 
La visita de ABC al «infierno» nazi de Dachau en 1945: «El niño me señaló, riéndose, un cadáver reciente»
El periodista Carlos Sentís visitó aquel «infierno» pocos días después de que los estadounidenses lo liberaran, cuando aún quedaban allí 32.000 prisioneros moribundos
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4 El oscuro (y efectivo) plan de Stalin que llenó Europa de dictaduras comunistas tras la IIGM
ABC fue uno de los primeros periódicos del mundo en visitar un campo de concentración nazi, cuando ni siquiera habían sido evacuados los miles de prisioneros que allí se hacinaban moribundos. «Conforme avanzamos, parece que vamos a entrar en una exposición o una feria de muestras», escribía desde Dachau nuestro enviado especial, Carlos Sentís, en la edición del 15 de mayo de 1945. Y eso que aún faltaban cuatro meses para que finalizara la Segunda Guerra Mundial y hacía solo 15 días que Hitler se había suicidado en su búnker de Berlín.

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Presos de Dachau el día de la liberación, en 1945- AP
El campo había sido liberado por los estadounidenses poco antes. En concreto, por la 20ª División Blindada y la 45ª División de Infantería del 7º Ejército. Lo hicieron dos semanas antes, pero aún quedaban 32.000 prisionero cuando Sentís fue invitado a visitar los restos de aquel infierno nazi. La mayoría de ellos, según contaba el enviado especial, eran polacos «con trajes rayados de presidiarios, pelados y con idénticos ojos inmensos en el fondo de su órbita».

Dachau, situado a pocos kilómetros de Múnich, fue abierto en marzo de 1933, dos meses después de que Hitler ganara las elecciones y subiera al poder siguiendo el ejemplo del fundador del fascismo,Benito Mussolini. Al principio, este campo sirvió para encarcelar a prisioneros políticos, pero durante el conflicto acabó convirtiéndose en un campo de exterminio donde asesinaron a más de 41.500 judíos.

Carlos Sentís Anfruns (Barcelona, 1911-2011) no era un profesional cualquiera. El periodista catalán lo fue todo en este oficio. Además de reportero de guerra con ABC, fue también redactor de «La Vanguardia», corresponsal en París, director de la Agencia EFE, de Radio Barcelona y del vespertino Tele/Exprés. Era un periodista enredado en la política, incombustible, capaz de sobrevivir a la República, el Franquismo, la sucesión monárquica y marcar el paso de la Transición acompañando a Tarradellas en su entrevista con Suárez.

Y era también la persona indicada para realizar aquel viaje a uno de los epicentros del terror nazi. «Después veré que las muestras que hay cerca de la entrada son las mejores, porque, por lo menos, pueden andar sin arrastrarse y no son contagiosos como los otros que se hallan en pabellones cerrados. Estos últimos, a pesar de morirse día a día, una semana después de la entrada de los americanos todavía no pueden salir».

200.000 prisioneros
A Dachau se le conoció en aquella época como «la escuela delgenocidio», ya que fue el primer campo del Tercer Reich que se encargó de formar a los jóvenes agentes de las SS y el primero que practicó el exterminio. Tal es así que sirvió como modelo para los posteriores campos, como el de Auschwitz, donde se asesinó a más de cuatro millones de reclusos. El triple de lo que se pensó en las primeros estudios.

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Dos prisionero entierran los cadáveres de los muertos en Dachau- AFP
Por sus barracones pasaron más de 200.000 prisioneros a lo largo de 12 años. Cuando Sentís pasó por allí, además de polacos –«los más serios y reservados»–, había yugoslavos, rusos, franceses, checos, italianos, belgas, holandeses y alemanes. «En esos barracones todo es tan trágico, que roza siempre lo grotesco», asegura.

«Los americanos han hecho una limpieza minuciosa, pero todavía huele todo espantosamente. Basuras y toda clase de porquerías quemándose en rincones apartados del campo no hacen más que enrarecer el ambiente», explica el periodista, que después fue guiado por uno de los oficiales estadounidenses a un pabellón en el que había varios miles de judíos «incomunicados».

Fue allí donde vivió una de las escenas que más le marcó: «El olor a miseria humana es inaguantable. Hay muchos muchachos. Algunos están tomando el sol por las calles, esqueléticos y con la barriga hinchada como una pelota. Otros, agrupados sobre camastros de tres pisos, juegan a los naipes. En lo alto de la litera, un chico con cara de pillete me sonríe y, muy divertido, me señala algo que se halla en el suelo, entre dos literas. Voy allí para mirarlo. Es un cadáver reciente. El niño pillete se ríe a carcajadas al ver mi expresión. Casi al mismo tiempo, el moribundo que gime en una litera al ras del suelo me tira de los pantalones. Quiere un cigarrillo», añade.

«¡La locura!»
Aquel cadáver abandonado entre los vivos, a los que Sentís no describe mucho mejor –«un montón de huesos vivientes recubiertos de piel»–, es uno de los 40.000 prisioneros que fueron allí asesinados directamente o se convirtieron en víctimas de las pésimas condiciones de vida. «En el campo hay tifus, disentería y otras enfermedades, con docenas de moribundos y centenares de cadáveres insepultos. Los americanos encontraron más de dos mil al llegar», cuenta el redactor, que describe después como al entrar en las instalaciones le habían echado grandes cantidades de polvos desinfectantes –DDT– y le habían puesto una inyección del mismo producto.

«¡La locura!», exclamó Sentís al final, cuando los oficiales le llevaron a ver el crematorio. «Un lugar donde, por falta de combustible, y por ignorar los guardias que estaban tan cerca las tropas de Patch, no pudieron quemar dos mil cadáveres entresacados de la cámara de gas o extraídos de los trenes donde se encontraban encerrados, muriéndose como moscas, mientras cundía el caos por todas partes».
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Por cosas como estas, qué lástima que tengamos que pertenecer a la raza humana...

Gracias @Serendi
 
De la hija «catalana» de Moctezuma al fundador de la Guardia Civil: así destacó la prole azteca en España
Francisco Javier Girón, descendiente de Moctezuma en undécima generación, fue uno de los artífices y primer director general de la Guardia Civil

SeguirCésar Cervera@C_Cervera_M

Actualizado:28/03/2019 13:16h
1Canibalismo, sacrificios y totalitarismo: la verdad sobre el Imperio azteca que se encontró Hernán Cortés

La Nueva España que creó Hernán Cortés no supuso borrón y cuenta nueva para el Valle de México, como algunos pretenden dar a entender al vincular el México actual a únicamente los pueblos mexicas. El extremeño dio forma a una sociedad mestiza, donde los aliados indígenas de los españoles gozaron de una posición preferente en el nuevo orden social y, lo que es aún más sorprendente a ojos modernos, muchos miembros de la élite azteca retuvieron parte de su grandeza.

Incluso se contaron entre ellos descendientes de Moctezuma (tuvo 19 hijos con diferentes mujeres, aunque Fernández de Oviedo habla de hasta 150) que, en muchos casos, todavía hoy retienen los reconocimientos que les dio la Corona española. Si bien cierta tradición ha presentado al dirigente azteca como alguien débil, que claudicó muy rápido ante el encantador de serpientes que era Cortés, lo cierto es que Moctezuma II fue considerado un gran monarca debido a su reforma de la administración central y del sistema tributario. El cronista Fray Francisco de Aguilar lo describe como «astuto, sagaz y prudente, sabio, experto, áspero en el hablar, muy determinado». Fue, simplemente, alguien superado por los acontecimientos de su tiempo.

La prole del Emperador
Cercado en su propio palacio por los españoles, Moctezuma se declaró vasallo del Emperador Carlos y buscó evitar un derramamiento de sangre en Tenochtitlán. Ante los ánimos caldeados que se extendieron por la ciudad tras la salida de Cortés, Díaz del Castillo relata que Moctezuma subió a uno de los muros del palacio para hablar con su gente y tranquilizarlos; sin embargo, la multitud enardecida comenzó a arrojar piedras, una de las cuales hirió al líder azteca de gravedad durante su discurso.

los dos últimos gobernantes reconocidos de la Triple Alianza. Al quedarse viuda, la joven fue bautizada y llamada Isabel de Moctezuma por los españoles, que cerraron la posibilidad de que la dinastía siguiera derroteros sediciosos cansándola con un hidalgo de Alcántara llamado Alonso de Grado.

Hasta tres veces se enlazaría con españoles, teniendo con ellos en total seis hijos legítimos de ambos sexos y una más que no reconoció, Leonor Cortés Moctezuma, que engendró con el propio Hernán Cortés. Aunque él la reconoció y le dio su apellido, Isabel la repudió por razones desconocidas, entre las cuales se ha especulado que el extremeño pudo haberla forzado o que se pudo tomar a mal que no se casara con ella. Como legítima descendiente de Moctezuma II, a Isabel se la entregó la encomienda de Tlacopan, la más grande del Valle de Anáhuac.

No fue el único Moctezuma con título en España. La prole deTlacahuepantzin Yohualicahuacatzin, bautizado como Pedro de Moctezuma, El Príncipe, ejerció una gran influencia entre la aristocracia española. Su hijo Diego Luis de Moctezuma se casó con la noble andaluza Francisca de la Cueva y Valenzuela y entroncó la dinastía en España. Tras su muerte en Valladolid en 1606, la Corona nombró a su hijo Pedro Tesifón Conde de Moctezuma, más tarde Ducado de Moctezuma por gracia de la Reina Isabel II, cuyo título aún existe hoy en día.

La sangre de Moctezuma corre así por algunos héroes militares muy destacados de la aristocracia española. Sin ir más lejos, el segundo Conde de Moctezuma tuvo un hijo ilegítimo llamado Pedro Manuel Moctezuma, cuya nieta Bernarda de Moctezuma y Salcedo se casó con Pedro Morejón Girón y Ahumada, de la Casa de Girón, uno de los linajes españoles más exclusivos de España. Uno de sus hijos, Jerónimo Girón y Moctezuma destacó como general durante Guerra de la Independencia de los Estados Unidos. A su vez, su hijo, el general Pedro Agustín Girón Las Casas, IV marqués de las Amarillas y I duque de Ahumada, se consolidó como uno de los principales jefes militares durante la Guerra de la Independencia y recibió la Gran Cruz de San Fernando por su valor.

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Retrato de Francisco Javier Girón Ezpeleta
Pero, sin duda, el miembro más ilustre de esta rama nobiliaria fue Francisco Javier Girón Ezpeleta, II Duque de Ahumada y descendiente de Moctezuma en undécima generación. Nacido en Pamplona en 1803, este noble inició su carrera militar en el Regimiento de Provinciales de Sevilla con doce años y más tarde ejerció como capitán en la compañía de granaderos de las Milicias Provinciales. En 1820, su padre concibió como Ministro de la Guerra un proyecto de Instituto armado para el mantenimiento del orden público: la Legión de Salvaguardias Nacionales que, inspirada en la Gendarmería Nacional francesa, debería combatir la delincuencia y garantizar la libre circulación de bienes y personas. No obstante, el proyecto fue desechado, de modo que padre e hijo tuvieron que abandonar su puesto durante los eventos revolucionarios del Trienio Liberal.

De sus dotes de mando se comprende que fuera designado en 1844 para organizar y dar forma a la Guardia Civil, un «cuerpo especial de fuerza armada de Infantería y Caballería»
La victoria absolutista hizo que el navarro y su familia recuperara su posición y que iniciara una carrera ascendente en el Ejército. De los dotes de mando de Francisco Javier se comprende que fuera designado en 1844 para organizar y dar forma a la Guardia Civil, un «cuerpo especial de fuerza armada de Infantería y Caballería», en la línea del proyecto que su padre no pudo llevar a efecto.

El 1 de septiembre de 1844, el II Duque de Ahumada fue designado como Inspector General de este cuerpo, que se presentó oficialmente con una parada militar ante las autoridades con mil ochocientos setenta guardias organizados en sus compañías y escuadrones, haciendo gala de marcialidad y mostrando una nueva uniformidad en la que era nota distintiva un original sombrero de tres picos de origen francés: el tricornio, que con el tiempo se convertiría en uno de los símbolos representativos de la Guardia Civil y de nuestro país.

El descendiente de Moctezuma veló durante su periodo al frente de la Guardia Civil porque esta unidad policial fuera inmune a las veleidades políticas del siglo XIX y perviviera a largo plazo como una institución independiente y siempre leal al Estado.

La hija «catalana» del Emperador Moctezuma
Pese al esfuerzo hercúleo por apropiarse del máximo número de personajes históricos, desde Colón a Teresa de Jesús, parece que una princesa azteca con fuertes vínculos con Cataluña ha pasado inadvertida para los voraces ojos de los independentistas. La princesa Xipaguazin Moctezuma, otra de las hijas del Emperador azteca, vivió hasta su muerte en Toloríu, en el actual término municipal de El Pont de Bar (Lérida).

Pero, ¿cómo acabó una princesa azteca viviendo junto a los Pirineos catalanes? En 1519, Juan de Grau participó en la conquista de México bajo el mando de Hernán Cortés. Conforme a lo que fue frecuente entre los hombres del conquistador, Juan se casó –algunos historiadores han señalado que pudo ser solo un simple amancebamiento– con Xipahuazin Moctezuma, que al cristianizarse tomó el nombre de María.

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Placa a Xipaguazin Moctezuma y Juan de Grau en la iglesia de Toloriu.
Tras su epopeya en el Nuevo Continente, Juan de Grau y María Moctezuma viajaron a Toloríu, donde el catalán era barón de la zona. Tras pasar varios años juntos, la princesa tuvo un hijo poco antes de fallecer. Bautizado como Juan Pedro de Grau y Moctezuma, el fruto de la pareja recibió el título de barón de Toloríu y, algunos, le doraron los oídos recordándole que era el Emperador legítimo de los aztecas. Puesto que las tierras y bienes del extinto Imperio azteca se encontraban entonces en manos de los reyes castellanos, Juan Pedro de Grau y Moctezuma reclamó durante media vida los títulos, tierras y bienes de su abuelo a la Corona. El castillo de la familia en Toloríu sirvió de refugio hasta su muerte al pretendiente que vivió celosamente, pero sin renunciar a sus títulos, rodeado de unos pocos partidarios y algún indio que acompañó a su madre en la nueva vida en Cataluña.

Cuatrocientos años más tarde de la muerte de María Moctezuma, en 1936, durante la Guerra Civil la tumba de la princesa en la iglesia de la zona fue saqueada y destruida por un grupo de militares
Cuatrocientos años más tarde de la muerte de María Moctezuma, en 1936, durante la Guerra Civil la tumba de la princesa en la iglesia de la zona fue saqueada y destruida por un grupo de militares que perseguía una leyenda que dice que la princesa azteca y su marido se trajeron a España un mastodóntico tesoro que perteneció Moctezuma. En este sentido, una leyenda muy extendida asegura que parte de estas riquezas extraviadas en la Noche Triste fueron a caer a manos de Juan de Grau, que se lo llevó a España, concretamente a la Casa Vima, una residencia de campo en Lérida.

Según relata este mito, el tesoro compuesto por 132.000 pesos en oro y joyas de la época se encuentra todavía escondido en algún recóndito lugar de esta zona del Pirineo catalán. En 1934, siguiendo la estela del supuesto tesoro oculto, unos aventureros alemanes compraron por 3.000 pesetas todas las tierras que había alrededor de la llamada Casa Vima, pero nunca ha trascendido que consiguieran encontrar ni una pieza de oro azteca.

En la iglesia donde fue saqueada la tumba de María Moctezuma, se sitúa hoy una placa escrita en francés, último recuerdo de que la hija del célebre Emperador azteca falleció en un pequeño municipio del Alto Urgel.
Reportaje con video, en el siguiente enlace:
https://www.abc.es/historia/abci-hi...prole-azteca-espana-201903280144_noticia.html
 
La carta de Einstein, varios años antes de la IIGM, en la que denuncia la locura de Hitler
La casa de subastas Nate D. Sanders ha puesto a disposición de los coleccionistas varias misivas del prestigioso físico incluida esta escrita en abril de 1934
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La casa de subastas Nate D. Sanders ha puesto a disposición de los coleccionistas una carta escrita el 17 de abril de 1934 por Albert Einstein en la que se queja de la complicada situación del país por culpa de la locura de Adolf Hitler.

El famoso físico escribió esta carta a su primera esposa, Mileva Maric, en la que comenta sus esperanzas de que uno de sus tres hijos,diagnosticado con esquizofrenia, pudiera someterse a un tratamiento eficaz contra esta enfermedad.

«Leo los artículos detenidamente, y no parece del todo imposible que se pueda obtener un resultado exitoso a través de una intervención química como esta. Simplemente constituiría un fuerte estímulo para el sistema secretor creado por una deficiencia de azúcar dentro de la sangre», escribió Einstein.



El científico se comprometió a ayudar a Maric en sus deudas con el banco pero, a la vez, le hizo saber que tampoco le iban las cosas demasiado bien en aquel momento y culpa a un hombre: «Tengo que restringirme de la manera más extrema. Todo esto es el resultado de la insania de Hitler, que ha arruinado completamente la vida de todos los que me rodean», dijo.

En otra de las cartas, esta del 10 de junio de 1939, Einstein le escribió a Maurice Lenz, de la Universidad de Columbia situada en Nueva York, aplaudiéndole por su ayuda a «los refugiados judíos» durante la Segunda Guerra Mundial.
https://www.abc.es/cultura/abci-car...uncia-locura-hitler-201903290721_noticia.html
 
Los seguidores de Hitler que sembraron el pánico en Nueva York un 11-S años antes que Al Qaida
Varios terroristas croatas nazis, admiradores del dictador fascista Ante Pavelic, secuestraron un avión en el aeropuerto de La Guardia y detonaron una bomba en la Gran Estación Central. «Fue un espectáculo infernal», contaba José María Carrascal en ABC
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3El carnicero fascista de Croacia que horrorizó a Hitler y está enterrado en Madrid

Ocurrió un 11 de septiembre. Un grupo de terroristas con chalecos bomba secuestró un avión en el aeropuerto de La Guardia, en Nueva York. A la misma hora, un explosivo colocado en la Gran Estación Central provocaba la muerte de un policía y varios heridos graves. «Uno de los testigos aseguró que fue un espectáculo infernal, con miembros saltando por todas partes», escribía José María Carrascal, corresponsal de ABC en la ciudad. La escena parece sacada de losatentados contra el World Trade Center, en 2001, pero lo cierto es que este 11-S protagonizado por una serie de nacionalistas croatas simpatizantes de Hitler tuvo lugar 25 años antes... y hoy está prácticamente olvidado.

Los autores eran seguidores de la Organización Revolucionaria Croata Insurgente, conocida como la Ustacha, un pequeño grupo terrorista creado por Ante Pavelic, en 1929, durante su exilio en la Italia deMussolini. Fue el «Duce» quien le acogió en aquel primer régimen fascista de la historia y lo puso bajo su protección, incluso cuando se enteró de que este nacionalista había ordenado y organizado elasesinato del Rey Alejandro I de Yugoslavia en 1934. Un magnicidio para el que formó un comando de soldados ustachas, con el objetivo de que nada saliera mal.

[ Ante Pavelic: el carnicero fascista de Croacia que horrorizó (incluso) a Hitler y está enterrado en Madrid]



Después de aquel atentado, Pavelic adoptó un discurso mucho más antisemita, al tiempo que comenzó a establecer lazos más sólidos con los fascistas italianos y a difundir su idea de un estado croata independiente, nacionalista y católico. Exactamente la misma consigna por la que estos terroristas secuestraron el avión y atentaron en Estados Unidos treinta años después: «El mundo nunca conocerá la paz si Croacia no goza de todos los derechos que se les reconoce a los demás pueblos y naciones», amenazaban los ustacha en pleno vuelo y con la tripulación raptada aquel 11 de septiembre de 1976.

Segunda Guerra Mundial horrorizaron incluso a Hitler, que le había colocado al frente de una Croacia tras su invasión de Yugoslavia en marzo de 1941. Aquella conquista hizo realidad el sueño de este antiguo abogado que, inmediatamente, se autonombró «Poglavnik», algo así como la versión autóctona del «Duce» o el «Führer».

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Ante Pavelic, después de su llegada a Zagreb, en la proclamación de las fuerzas armadas del Estado Independiente de Croacia (NDH), en 1941- ABC
Poco después de subir al poder, Pavelic recibió toda la autonomía de los nazis para organizar un Estado totalitario a su antojo. Impuso leyes antijudías y antiserbias e inició una persecución brutal contra estos dos pueblos para eliminar, al menos, a una tercera parte de ellos. Según apunta el historiador británico Michael Burleigh en «Causas sagradas: Religión y política en Europa» (Taurus, 2013), el mandatario tenía entre sus dirigentes a una importante representación de terroristas cuyo blanco preferidos fueron las mujeres y los niños.

Aquellos primeros ustachas fueron más allá en sus métodos de exterminio que sus mentores los nazis. En 1941, el obispo de Mostar ya informó del asesinato de mujeres y niños serbios, que eran arrojados vivos por despeñaderos o ejecutados al borde de grandes pozos. También denunció que algunos frailes franciscanos estaban participando en las atrocidades que se perpetraban en el recién creadocampo de concentración de Jasenovac, donde fueron masacrados 700.000 inocentes en cuatro años. Muchos de ellos eran niños de entre uno y 13 años que, según el relato de algunos supervivientes, fueron quemados vivos en presencia de sus padres, ahogados en el río Sava y violados delante de sus familiares. Algunos bebés, según apunta también el investigador Dragoje Lukic, fueron acribillados o asesinados a hachazos. Tanto los mandos nazis enviados a Croacia como el propio Hitler expresaron su horror ante unos métodos que consideraron «excesivos y poco eficaces», con los que se eliminó a más de un millón de serbios, judíos y gitanos entre 1941 y 1945.

«Un espectáculo infernal»
Durante este tiempo, Pavelic también copió el culto a la personalidad y la parafernalia propagandística propia de los regímenes fascistas. Lo hizo con tanta intensidad que, como se pudo constatar en el atentado de Nueva York el 11-S de 1976, su figura seguía siendo reivindicada por un sector de la población croata décadas después. Como recordaba ABC en 1991, el dictador era todavía un mito en su país: «El responsable de la mayor matanza de serbios de la historia es aún cantado en himnos patrióticos entonados con las armas en la mano. Su tumba en Madrid, donde murió en secreto, es considerada hoy un símbolo mítico, una “tumba de oro” de la que el temido caudillo debe levantarse algún día». En 1998, este diario recordaba también la anécdota de la entrevista realizada en Zagreb por el escritor italiano Curzio Malaparte (1898-1957), donde este le preguntó al líder fascista por una copa que tenía sobre la mesa rebosando de algo que parecían ostras: «No son ostras, son los ojos de mis enemigos que me mandan mis ustachas», respondió.

Este era el hombre al que idolatraban los terroristas de 1976, los cuales, tras secuestrar el avión de la compañía TWA con 92 pasajeros, declararon haber actuado así para mostrar su oposición a la ayuda que Estados Unidos prestaba al Gobierno de Tito en Yugoslavia –«millones de dólares», decían–, con la que se está produciendo «una brutal represión» contra la población. El dictador socialista llevaba quince años rigiendo el destino del país con una disciplina de hierro, inspirado por el régimen comunista de la URSS. Los ustachas no podían soportar que lo hiciera, encima, con la ayuda del presidenteGerald Ford.

El grupo de ustachas exigía que su comunicado fuera difundido por «The New York Times», «Washington Post» y otros prestigiosos diarios estadounidenses. De no ser así, amenazaban con hacer estallar otra bomba «en un lugar muy frecuentado» de la Gran Manzana. Cuando el artefacto fue encontrado en la Gran Estación Central, un miembro de la Brigada Especial de Explosivos murió al intentar desactivarlo por la explosión. «El periodista no necesita echar mano de adjetivos alarmantes para subrayar la gravedad de la situación», apuntaba Carrascal.

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Imagen de los terroristas ustachas que secuestraron un avión y pusieron la bomba en Nueva York, en 1976 - ABC
Mientras tanto, el avión despegaba de Nueva York y se dirigía –en vez de a Chicago– a Montreal, a la isla de Terranova y a Islandia, para aterrizar finalmente en París. Los periódicos informaban al día siguiente que el grupo estaba formado por cinco terroristas: un matrimonio y otras tres personas más de origen croata. Desde que Titofundó la República Federal Socialista de Yugoslavia en 1961, los actos de violencia por parte de este grupo nacionalista se recrudecían siempre que el Gobierno daba señales de debilidad. En 1976, además, se sumaba el hecho de que el presidente no pasaba por un buen momento de salud.

Por su parte, el Gobierno de Belgrado llevaba décadas acusando a los ustachas de todos los actos de violencia acaecidos en el país desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, de la bomba colocada en un cine de Belgrado en 1968 que ocasionó un muerto y 60 heridos. Del asesinato del embajador yugoslavo en Suecia, en 1971. Y de la explosión de un avión también yugoslavo que sobrevolaba Checoslovaquia en enero de 1972, donde fallecieron 27 personas, así como de otros muchos atentados perpetrados contra funcionarios yugoslavos en suelo extranjero.

Fue en París donde los terroristas se entregaron, después de negociar con el embajador norteamericano en la capital francesa y comprobar que, efectivamente, su comunicado había sido publicado por varios periódicos importantes de Estados Unidos. El jefe del FBI informó que los cinco ustachas podrían ser condenados a veinte años de prisión por el secuestro del avión y acusados, también, de la muerte del policía que falleció al intentar desactivar la bomba que habían colocado en la Gran estación Central.

Tras sembrar el pánico durante horas en Gran Manzana y superar pánico del secuestro y el largo periplo por medio mundo con estos «cinco locos irracionales», uno de los pasajeros liberados declaró a «La Vanguardia» con cierto humor: «Nos parece maravilloso estar en París, pero nos hubiese parecido igual de maravilloso estar en Afganistán»
https://www.abc.es/historia/abci-te...ueva-york-11-s-1976-201810292054_noticia.html
 
LLEVÁBAMOS EL INFIERNO DENTRO SIN SABERLO
Las verdades del barquero sobre el rol de España en México
¿Pedir perdón por lo que hizo Hernán Cortes hace quinientos años? ¿Por qué? ¿Por qué desempolvar este tema cuando está más que enterrado por el tiempo?



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Estatua de Hernán Cortés en Medellín (Extremadura). (iStock)



ÁLVARO VAN DEN BRULE
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30/03/2019


Desde la perspectiva de situar a los pueblos ante la verdad de su propia identidad y con la idea de exponer la verdad a las revisiones que sean necesarias para que ese mismo revisionismo no se quede en anquilosados falsetes, medias verdades o calumnias es que este amante de la historia en su verdad más accesible –que no acérrima ni incuestionable, sino discutible y enriquecedora–, desearía aportar una reflexión necesaria ante el gran pueblo mexicano, que es ante todo hermano, además del estandarte a nivel mundial del idioma español, el segundo más hablado del mundo si sumamos las segundas lenguas de estudio en las universidades de todo el globo.

Y no solo eso, los españoles de bien amamos a los mexicanos porque han sido nuestra segunda madre ante situaciones adversas para nuestro país, siendo ellos por propia iniciativa los que se han ofrecido a ayudarnos en esos momento críticos –léase emigraciones de principios del siglo XX, la Guerra Civil española con el auxilio de Lázaro Cárdenasy otras coyunturas desfavorables para nuestra nación–, algo por lo que debemos a Méjico respeto y agradecimiento eternos.

Sin comerlo ni beberlo nos encontramos de bruces con el Holocausto Azteca, formas de canibalismo y sacrificios que rondaban las fronteras de la locura
Ahora bien, ¿pedir perdón por lo que hizo Hernán Cortes hace quinientos años? ¿Por qué? ¿Por qué desempolvar este tema cuando está más que enterrado por el tiempo? ¿Qué odio subyace ante el mestizaje mejor resuelto de la historia de la humanidad? Puede que haya motivos para no estar orgullosos de cómo se condujeron los acontecimientos, pero se hace necesario mirar hacia adelante y construir entre todos un mundo visionario y quizás con más razón, entre los hispanohablantes entre otras cosas, por ser comunidades con afinidades culturales y por las sinergias del idioma común que compartimos y nos hace más fáciles las cosas en nuestra comunicación ante el idioma preponderante en la era de la globalización, el inglés.


Hernán Cortes, como muchos otros españoles, en un principio, iba con la clara idea de buscar una ruta para acercarse al mercado de la especias (Catay y Cipango, India y Japón), lo mismo que hizo Magallanes –al servicio de la Corona española- o antes el escribano de Sevilla, Bastida y después Balboa.


Pero ocurrió que sin comerlo ni beberlo -algo que no menciona una persona de la talla y cultura de Obrador-, nos encontramos de bruces con el Holocausto Azteca; esto es, formas de canibalismo y sacrificios que rondaban las fronteras de la locura o de la barbarie simplemente. Cifras muy controvertidas por los picos y valles de datos (según oficien historiadores ingleses, franceses, españoles o mexicanos) en lo tocante a las masacres causadas por los aztecas contra los pueblos sometidos en su entorno mesoamericano –Totonacas, Txitximecas, Txascaltecas, etc–, causan pavor incluso si las comparamos con genocidios más recientes. No es cuestión de poner en el plano comparativo los ríos de sangre vertidos en las grandes masacres que a lo largo de la historia han sido efectuadas, pero sí es cierto que el pueblo azteca estaba en primera línea en lo tocante a este tema.

Teniendo en cuenta que los españoles en todas sus batallas contra los aztecas o mexicas, jamás en todo el periodo de conquista, ocupación, colonización, invasión, descubrimiento o como quiera que se le llame, eliminaron en combate más de 55.000 soldados adversariosincluyendo la batalla más salvaje librada en toda la historia militar en el continente americano –Otumba-, jamás podríamos apelar al concepto de masacre o genocidio. Ahora bien, si recurrimos a las enfermedades de trasmisión vírica como el sarampión o la varicela por ejemplo, hemos de entonar el mea culpa con acompañamiento de cilicios y flagelos, porque ignorábamos que llevábamos el infierno dentro. ¿Somos responsables de los más de entre ocho y diez millones de muertos ocasionados por esta tragedia microdemoniaca? Sí. ¿Sabíamos que éramos portadores del Apocalipsis, del Armagedón o del Ragnarök? Pues no, señor López Obrador.

La burguesía criolla sí suma cifras escandalosas y fue responsable de carnicerías sobre los mayas tardíos, los Yaquis y otras comunidades indígenas

Cuando la Peste Negra entra en Europa y diezma hasta casi la mitad la población continental provocando un colapso demográfico y 25.000.000 de muertos, ¿se les puede adjudicar a las ratas o a los productos estibados en las bodegas de los barcos genoveses o a los mercaderes que los venden, o a los que los compran? Creo que lo honesto es primero ser autocríticos y luego críticos por aquello de la Paj* en el ojo ajeno.


Más de 60.000 cráneos

El brutal sometimiento al que intimidaban los aztecas a los pueblos periféricos con los consabidos impuestos en carne humana para el sacrificio, canibalismo y los brutales rituales y torturas a los que sometían a los interfectos, ¿hacen mejores a los mexicas en comparación a los españoles? ¿Hay una autoridad moral suprema que dictamine que aquellos excesos eran comparables o determinaban que eran hechos culturales aceptables por el mero hecho de serlo? Más de 200.000 prisioneros anualmente cedidos “voluntariamente” por los pueblos limítrofes eran pasados por la “piedra” sin muchos miramientos. Al menos, nuestra denostada Inquisición tenía unos tribunales en los que el acusado podía defenderse y nunca jamás desde su nacimiento hasta su caducidad dictaminó cadalso o fuego a más de 30.000 interfectos.

Por ello, señor Obrador y por su distinguida trayectoria política, se le pide respetuosamente que sea un estadista y no un político vulgar y corriente. Estamos hablando de naciones hermanas con muchísimos mimbres en común elaborados a lo largo del tiempo.



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Chamán azteca en México D.F. (iStock)



Por lo tanto, con un currículum como el de usted, que con una honestidad garante de su integridad como persona, siendo alguien que roza la excelencia como humanista que es y así le consideramos muchos españoles –incluido este escribano–, por favor, deje de marear este tema sacado de quicio pues no conduce a nada, sino a enfrentar o confrontar las emociones de dos pueblos con tan buena sintonía, puesto que eso equivale a hacer humo con hierba húmeda y a magnificar, distorsionar y demonizar tratamientos y negligencias cometidos por la burguesía criolla afín en apellidos y hábitos a la española, quienes sí suman cifras escandalosas y fueron responsables de carnicerías sin cuento sobre los mayas tardíos, los Yaquis y otras muchas comunidades indígenas e incluso las comunidades chinas instaladas en el oeste del país en la época del Porfiriato e incluso durante la liberadora Revolución Mexicana. ¿Se imagina usted que ahora llegara China y pusiera patas arriba las relaciones diplomáticas basándose en las matanzas de su conciudadanos en aquella época negra?

Sostengo hasta donde le he seguido en la reciente historia política de esa enorme y vital nación que preside, que el pueblo mexicano está en buenas manos y que el Señor Presidente no va a decepcionar las expectativas depositadas en su persona por ese magnífico y sufrido pueblo que espera soluciones de alcance y un tratamiento más digno del que ha venido recibiendo hasta hoy. Usted está sobradamente capacitado para darle una nueva orientación hacia el futuro a la formidable nación que preside, pero no agite fantasmas y rodéese de diplomáticos profesionales que son los que saben embridar estas situaciones antes de que se desboquen.

Tras extraerles el corazón, se les rebanaba la cabeza y la ensartaban en un palo que se sumaba a otros varios centenares anteriores

Los números del conocido como 'Holocausto Azteca' (sería más correcto decir mexica) son pavorosos, no solo por el montante contable de las masacres, sino por la crueldad con que se ejecutaron incluyendo en el sumatorio a mujeres y niños de muy corta edad que poco o nada tenían que ver con los rituales y peculiaridades de la Guerra Floridasino que en adición había muchos elementos de canibalismo que acentuaban el horror hasta cotas insoportables. Muchos historiadores han negado que existieran hechos relacionados con la antropofagia, pero las Crónicas de Relación que acompañaron a Hernán Cortés contrastadas todas ellas por especialistas no españoles o los llamados hispanistas ingleses como Gibson o Preston, dejan claro que estos terribles episodios eran más que frecuentes.

Entiendo que antes de pedir cuentas a terceros por la violencia –lamentable por otra parte– que emana de la acción derivada de la guerra, sería bueno evitar la catarata anual de asesinatos (una media de 30.000 al año en todo el estado mexicano, cifra que decuplica la existente en Europa incluyendo a la población rusa) que inunda y concierne a lo cotidiano convirtiéndolo en insoportable. Por ahí se debería de comenzar antes de recordar que un ejército de poco más de un millar de hombres decididos concitó con la ayuda de los pueblos oprimidos por los mexicas una gran venganza, quizás merecida por la barbarie que derramó durante su el ejercicio de su tiranía. En realidad, si buscamos la objetividad, aquello fue una tremenda guerra civil y no otra cosa como se ha hecho creer al respetable. Le recomiendo a usted como historiador –pues considero que tiene una laguna sobre este particular–, que se deje asesorar por los excelentes historiadores que tiene Méjico para que le expliquen que Cortés pasaba por allí y se le sumaron millones de seguidores de los pueblos masacrados por el hegemón mexica, lo que nos conduce a reconocer que lo ocurrido no fue otra cosa que una guerra civil descomunal.



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Foto: Reuters/Henry Romero.



Las hileras de calaveras de mujeres y niños encontradas en el Gran Tzompantli (estructura circular configurada por cráneos humanos unidos solapados con argamasa de cal, arena y gravilla de tezontle), de lo que fue la grandiosa Tenochtitlan –una auténtica obra de ingeniería civil de la época implementada sobre el lago Texcoco– ponen en entredicho que los sacrificios sobre los guerreros vencidos afectara solamente a combatientes para convertirlos como ofrendas al voraz Huitzilopochtli que a juzgar por el impronunciable nombre da la impresión de que estuviera siempre atragantado con la ingesta de ofrendas de los desgraciados que caían en manos de sus crueles adoradores. Así informó la solvente agencia de noticias 'Reuters' a través de la 'BBC' un día uno de julio del año 2015. Pero ya en el año 1521 en los registros del soldado y cronista español Andrés de Tapia el Gran Templo del terror contaba con más de 60.000 cráneos en su estructura.

Bernal Díaz del Castillo (1492-1584) y el franciscano Bernardino de Sahagún (1499-1590) dejaron constancia fehaciente del trazado macabro que recorría el interfecto una vez eviscerado y pasaportado desde el altar, hasta que acababa sazonado en pinchitos morunos y otros derivados. Tras extraerles el corazón en medio de un griterío infernal en el que la víctima interpretaba los solos, allá abajo donde acababan las infinitas escaleras de aquellos templos donde se ceremoniaba el terror más puro, se les rebanaba la cabeza y ensartándola en un palo que sumado a otros varios centenares ornamentados con aquella dantesca visión, configuraban los famosos Tzompantzil. El trayecto para aquellos desgraciados acababa en una especie de mercado -el Calpul -de abastos donde la carne residual de los mutilados hacía las delicias de los ávidos comensales.

El reinado de terror mexica abarcaba amplísimas regiones que padecían aquella maldición humana en remotas zonas de Mesoamérica


¿Cuándo los “malos” combaten contra los más “malos”, los segundos convierten en buenos a los primeros? No, no lo creo así. Quizás una forma de venganza poética cayera como una plaga sobre aquel imperio del terror y Hernán Cortés y los suyos solo fueran la herramienta que la historia eligió para esa tarea. La guerra es el oficio más ingrato e inhumano que existe en el mundo de lo manifestado y como la sentencia bíblica reza, el que a hierro mata a hierro muere.

Las arqueólogas Lorena Vázquez y Sandra Ramírez han comprobado que los cráneos descubiertos pertenecieron a un enorme victimario de amplia localización geográfica; o lo que es lo mismo, que el reinado de terror Mexica abarcaba amplísimas regiones que padecían aquella maldición humana en remotas zonas de Mesoamérica.


En consecuencia, Hernán Cortes, “el malo de la película” se enfrentó a un reinado del terror pocas veces conocido antes en la humanidad. Sus exiguas fuerzas y la obligatoriedad de una supervivencia imperativa e inasequible al desaliento convirtió a una partida de soldados con un entrenamiento formidable en una arma de guerra letal a la que se sumaron encantados varios cientos de miles de Totonacas, Txitximecas y Txascaltecas que le siguieron como si del flautista de Hamelín se tratara, con la diferencia de que estos seguidores de Cortés iban llenos de odio y también como los mexicas, eran habitantes de aquellas tierras, o lo que es lo mismo, del actual estado configurado por la República de México.

¿Porque no se habla de una Guerra Civil en toda regla? ¿O es mejor culpar que entonar el mea culpa? Creo que con el memorial de agravios y ofensas provenientes del coloso que tienen como vecino en el norte, podría emplearse más a fondo en meter horas extra en el presente que en el pasado que ya no tiene solución.

Señor Obrador por favor, apartemos estas disquisiciones que solo siembran discordia y vámonos a tomar todos juntos y en unión unas Coronitas regadas con abundante tequila de ese que nos obliga a celebrar la vida.

https://www.elconfidencial.com/alma...rdades-del-barquero-perdon-o-amnesia_1910262/
 
La sangrienta tragedia naval del Titanic nazi: una matanza perpetrada por Stalin
Más de 9.000 personas fallecieron cuando los soviéticos hundieron el buque que enorgullecía a Hitler, el Wilhelm Gustloff, al final de la II GM
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SeguirManuel P. Villatoro@ABC_Historia
Actualizado:31/03/2019 01:08h
0La visita de ABC al infierno nazi de Dachau: «El niño me señaló, riéndose, un cadáver reciente»

Entre todas las tragedias navales que se han sucedido a lo largo de la Historia, el sobrecogedor choque del transatlántico Titanic contra un iceberg siempre se ha alzado por encima del resto. Sin embargo, existe una catástrofe algo más desconocida pero que, a día de hoy, sigue siendo el mayor desastre marítimo del mundo: el del Wilhelm Gustloff, un buque nazi en el que, tras ser torpedeado, murieron más de 9.000 refugiados y militares del Reich al final de laSegunda Guerra Mundial.

Aunque menos cinematográfica, la historia del Gustloff es, en muchos puntos, similar a la del gigante que chocó contra un iceberg. En ambos había botes salvavidas insuficientes para poner a salvo a todo el pasaje; en los dos hubo que usar armas de fuego para controlar a los pasajeros desesperados que intentaban subirse a las barcas de salvamento y en ambos hubo una ingente cantidad de fallecidos. No obstante, en la catástrofe del buque nazi fallecieron seis veces más personas que en el barco de la White Star Line.

Buque de la alegría
La construcción de este gigante de los mares se dejó a cargo de los astilleros Blohm & Voss por mandato de Adolf Hitler, quien ordenó además que el buque debería ponerse a las órdenes de la Kraft durch Freude (KdF), una organización nazi dedicada a establecer las vacaciones de los habitantes de Alemania. En 1937, tras muchos meses de fabricación, este transatlántico fue botado definitivamente por el mismísimo Führer.

«La tragedia del Gustloff. Relato de un superviviente».

En cuanto a su nombre, y a pesar de que en un principio se barajaban otras posibilidades, finalmente se decidió botar este transatlántico como Wilhelm Gustloff en honor de un político nazi asesinado algunos años antes. Así, aquel 5 de mayo, miles de miembros del partido nazi, soldados, y civiles, enarbolaron sus banderas para recibir a este nuevo buque de recreo bajo los gritos de «Sieg heil» (victoria y gloria).

El buque de Hitler
Con 208,5 metros de eslora y 23,5 metros de manga en su parte más ancha, este buque no contaba con la gran envergadura del Titanic (que le superaba en 60 y 5 metros respectivamente). No obstante, las dimensiones del barco nazi le convertían, según recoge Schön, en el 5º buque alemán de mayor tamaño y en el 25º a nivel internacional.

El Gustloff fue ideado para transportar aproximadamente a 1.465 pasajeros por travesía (a los que se sumaban los aproximadamente 500 tripulantes), para lo cual necesitaba de unas colosales instalaciones en su interior. «Alimentar a casi 2.000 personas no era tarea fácil. En la cocina trabajaban 28 personas. Por menú se preparaban unos 400 litros de sopa, 160 litros de salsa, 400 kilos de verduras y 1000 kilos de patatas. […] En la cafetería se usaban cada día una media de 50 kilos de café, 100 kilos de azúcar, y en cada comida, 800 litros de líquido y 250 litros de leche. En el bufé, donde se cortaba, se untaba y se disponía el pan, se consumían 10.000 rebanadas de pan al día, dos barriles de mantequilla de 125 kilos y 100 kilos de queso en cada merienda» señala el superviviente.

Hitler ordenó construir varios buques de recreo que pudieran ser utilizados en combate
Este buque se destacaba además por una curiosa característica: no contaba con clases, pues todos los camarotes eran de un lujo considerable y similar. Sólo había una excepción, la estancia creada especialmente para Hitler. «El “Camarote del Führer” se diferenciaba de los demás camarotes del “barco sin clases” por un equipamiento mejor, aunque no extremadamente lujoso», completa Schön en su libro.

Primeras travesías
Después de realizar una travesía inaugural el 23 de marzo de 1938 sin incidentes, el Wilhelm Gustloff comenzó a llevar a cabo todo tipo de ostentosos viajes a múltiples partes del mundo. De hecho, pronto comenzó a hacerse famoso por efectuar un trayecto a la isla de Madeira. Para sus pasajeros, cruzar los mares a bordo de este inmenso transatlántico era todo un honor y un privilegio.

Sin embargo, tras apenas unos meses en activo como barco de recreo, el Gustloff llevó a cabo la primera de las muchas misiones militares que, en un futuro, tendría que realizar. Y es que, el 22 de mayo de 1939 el Führer ordenó a este trasatlántico dirigirse a Vigo, donde tenía la orden de recoger a la Legión Cóndor, los soldados alemanes que habían combatido junto a Franco en la guerra española.

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El Gustloff participó en varias operaciones de rescate de heridos«En España había finalizado la Guerra Civil. La participación alemana en esta guerra en suelo español, una especie de “escenario de prueba” para la Segunda Guerra Mundial, había comenzado el 1 de agosto de 1936 con la llegada de los primeros 85 voluntarios alemanes. Después, Hitler había decidido apoyar masivamente a Franco. Entre 1936 y año nuevo de 1939 invirtió 500 millones en este nuevo campo de maniobras para las tropas, en nuevas armas y en nuevas tácticas, en aviones alemanes, blindados, munición, y 20.000 soldados», determina el escritor alemán.

Pocos días después, el Gustloff amarró en el puerto ante los aplausos y las lágrimas de alegría de los militares españoles. «A primera hora de la mañana del 25 de mayo de 1939 llegaron al Gustloff altos oficiales españoles y oficiales de aviación alemanes […] A la mañana siguiente […] la España de Franco se empleó a fondo para la despedida. Miles de fascistas estaban de pie en el puerto para decir adiós a sus compañeros de armas; la noche anterior tuvieron celebración a bordo con ellos», añade Schön.

Hospital sobre el mar
No obstante, todo cambió para el Gustloff el día en que Hitler hizo oficial el inicio de la II Guerra Mundial. Aquella mañana del 1 de septiembre de 1939, el líder nazi se dirigió mediante un discurso a multitud de buques para ordenarles servir de apoyo a las Fuerzas Armadas convirtiéndose en barcos hospital.

Con esta decisión, Hitler desveló definitivamente el maquiavélico plan que llevaba orquestando años atrás. Y es que, como Alemania tenía prohibida por la comunidad internacional la construcción de cualquier buque que pudiera ser destinado para la guerra, había ordenado crear varios barcos que pudieran reconvertirse rápidamente en hospitales y armas flotantes.

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Los nazis pretendían evacuar en buques a miles de refugiados alemanesUno de ellos era el Gustloff, que en poco tiempo se modificó para surcar los mares como un buque enfermería. Para ello, se pintó enteramente de un blanco impoluto sólo atravesado por una gruesa línea verde. A su vez, se añadió en su chimenea el símbolo de la cruz roja. Si antes su aspecto era, cuanto menos, imponente, ahora este gigante había adquirido la apariencia de un fantasma.

«A partir del 1 de septiembre de 1939 ya no hubo ningún buque de Fuerza y Alegría llamado Wilhelm Gustloff. […] Se terminó el sueño del buque de recreo, de las travesías marítimas para los trabajadores, de los espléndidos viajes a Madeira, alrededor de Italia y a los fiordos noruegos. Fue un breve sueño como buque de la KdF el que pudo soñar el Wilhelm Gustloff. Duró apenas un año y 116 días. El tiempo de la alegría había terminado», finaliza el escritor.

Tras entrar a formar parte de la Armada, el Gustloff participó en varias misiones de rescate y curación de heridos a lo largo de toda la costa. A su vez, fue uno de los buques hospital movilizados por Hitler para llevar a cabo la «Operación León Marino» es decir, la ocupación nazi de Gran Bretaña. No obstante, finalmente este plan no se llevó a cabo.

Al servicio del ejército
Después de que se cancelara la «Operación León Marino» el Gustloff fue dado de baja como buque hospital y reconvertido, el 21 de noviembre de 1940, en una vivienda para la Sección II de la Segunda División de Instrucción Submarina. Además, para darle una mayor apariencia militar, se volvió a repintar de forma similar a los buques de la Kriegsmarine y se le añadieron algunas ametralladoras antiaéreas como posible defensa ante los cazas aliados. Sin duda, algo insuficiente para un transatlántico de esas dimensiones.

«Acabó anclado en el puerto de Stettin durante más de cuatro años, convertido en el alojamiento de los cadetes de la cercana base de instrucción en guerra submarina», determina por su parte Justino Balboa en su libro «Grandes enigmas de la Segunda Guerra Mundial». En cambio, cuando la opinión general era que ya nunca volvería a navegar, el Gustloff recibió su última misión, la que condenaría a casi 10.000 personas a la muerte.

El inicio de la matanza
De esta forma, en enero de 1945 la situación cambió para el olvidado y amarrado Gustloff. Aquel fatídico mes, el transatlántico recibió la orden de dirigirse a la región de Gdynia -ubicada en Polonia- para rescatar a los refugiados alemanes que huían del avance del ejército rojo en la Prusia Oriental. Y es que los rusos, ávidos de venganza, se cernían ahora inexorablemente sobre el territorio nazi.

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El Gustloff formaba parte de la llamada «Operación Hannibal», un plan mediante el que los líderes nazis pretendían, con la ayuda de 1.100 buques, desplazar a más de dos millones de refugiados a territorio seguro y fuera del alcance de la guerra. No obstante, lo que no sabían los altos mandos era que, a pesar de que salvarían a un gran número de civiles, las aguas del Báltico quedarían teñidas de rojo con la sangre de los fallecidos en el hundimiento del transatlántico que, en su día, ordenó construir Hitler.

«Todos los buques disponibles en el Báltico (militares, mercantes e, incluso, pesqueros) fueron destinados a la evacuación. En aquellos momentos, en el puerto, más de 60.000 refugiados trataban de abordar las naves, en un estado total de caos y confusión. Mientras los oficiales intentaban contabilizar y distribuir lo mejor posible a los pasajeros, eran muchos los que subían a bordo desordenadamente burlando la guardia», explica Balboa.

Carga superior
Eran momentos desesperados, pues quedarse en tierra para la población significaba hacer frente a una muerte casi segura. Por ello, y a pesar de que se habían asignado una serie de pasajes provisionales para el Gustloff, fueron miles los que lograron hacerse un hueco a costa de la incapacidad moral de los guardias, quienes no pudieron negar la entrada a nadie. Así, el transatlántico contaba el día de su partida con miles de pasajeros a bordo.

El S-13 soviético lanzó 4 torpedos que sentenciaron al Gustloff«Las últimas investigaciones dicen que (con independencia de las cifras oficiales) a bordo del Gustloff se hacinaron 8.956 refugiados, 918 oficiales y marineros de la 2ª División de Submarinos, 373 mujeres del cuerpo femenino auxiliar de la armada, 173 auxiliares y 162 heridos graves, lo que hacía un total de 10.582 personas» completa el autor de «Grandes enigmas de la Segunda Guerra Mundial». Es decir, el transatlántico partía nada menos que con una carga 9 veces superior a la aconsejable.

Sin embargo, el problema no era únicamente que no quedara ni un resquicio libre en el veterano buque –algo que dificultaba las posibilidades de supervivencia en caso de catástrofe naval-, sino que no había a bordo botes suficientes para todos los pasajeros. De hecho, en caso de que sucediera un contratiempo y se hiciera necesario abandonar a su suerte el barco, únicamente existían balsas de salvamento para unas 5.000 personas.

Partida hacia la muerte
Con todos estos problemas en sus anchas y metálicas espaldas, el Gustloff levó anclas el 30 de enero de 1945, día en el que, curiosamente, los alemanes celebraban la subida de Adolf Hitler al poder en Alemania. Aquel día, en cambio, los ánimos no estaban para fiestas. El frío sacudía a aquellos que se encontraban en las cubiertas superiores y la baja temperatura del mar hacía imposible la supervivencia de aquel desdichado pasajero que resbalara y cayera al mar.

Por su parte, la tripulación militar del buque tampoco celebraba realizar ese viaje, pues sabían que estaban casi indefensos ante cualquier ataque. De hecho, temían sobremanera un asalto marítimo debido a la presencia en el Báltico de multitud de submarinos soviéticos y a la escasa escolta que había recibido el Gustloff (un pequeño torpedero –el Löwe- que poco podría hacer ante una ofensiva coordinada del enemigo).

Decisión fatal
Tras algunas horas de viaje, y con los nervios a flor de piel, un mensaje llegó a los capitanes nazis que dirigían el buque. Las noticias no podían ser peores. Según se explicaba, una unidad de dragaminas alemana navegaba en su dirección y había peligro de colisión. Por ello, se hacía necesario encender las luces de posición del navío, hasta ahora apagadas, para que los barcos pudieran esquivar al poderoso Gustloff.

Tras una acalorada discusión en el puente, los oficiales dieron la orden y las luces se encendieron. Sin embargo, y exactamente como temían, el breve momento en el que estuvieron activadas reveló la posición del transatlántico, que fue visto por el submarino soviético S-13 al mando de Alexander Marinesko. Él sumergible del Ejército Rojo no lo dudó, cargó cuatro torpedos y tomó posiciones para atacar el flanco de un buque cargado de civiles y tropas del ejército de Hitler.

El navío se llevó al fondo del mar casi 10.000 almas
«A las 23:00 en punto, hora de Moscú, el submarino se colocó en posición de disparo. El S-13 se acercó a unos 1.000 metros del objetivo. Marinesko ordenó preparar los torpedos de proa para un ataque en superficie y sumergirse luego a una profundidad de tres metros. Cuando la proa del enorme buque fue reconocible en el centro de la retícula del periscopio del S-13, Marinesko dio la orden», explica el escritor alemán. No había vuelto atrás, el sumergible ruso había lanzado sus cuatro torpedos.

Tres impactos mortales
Unos minutos después, aproximadamente a las nueve y cuarto de la noche, tres impactos hicieron blanco en el costado de estribor del Gustloff. Las explosiones, que zarandean el buque, fueron las inyecciones mortales que condenaron a los miles y miles de pasajeros.

El primero impactó sobre la proa, provocando el cierre de los mamparos de seguridad que evitaban que el barco se fuera a pique. En un suceso similar al acaecido en el Titanic, miles de personas se quedaron aisladas en la sección delantera del barco, ahora sellada, sin posibilidad de subir al exterior. Estaban condenadas a morir ahogadas.

El segundo torpedo, por su parte, estalló en la piscina interior de la cubierta más baja del Gustloff, la cual se había vaciado para que se acomodaran en ella varias decenas de enfermeras auxiliares de la marina. «La mayoría de las víctimas ni siquiera debió de oír el estruendo. La muerte les sobrevino en el barco de la forma más fácil, las sorprendió mientras dormían», completa Schön. Finalmente, el tercero chocó contra la parte trasera del barco, mientras que el cuarto no llegó a salir, debido a un fallo mecánico, del S-13.

Terror en el pasaje
Casi automáticamente, y a sabiendas de que el número de botes era insuficiente, una avalancha humana se lanzó sobre las escasas barcazas de salvamento mientras el barco se escoraba a estribor. En apenas 10 minutos el terror se apoderó de toda alma a bordo. Desde el puente, la orden fue clara: ¡Mujeres y niños primero!

Pero, como era de esperar, muchos hombres no aceptaron esta premisa y cargaron contra los botes y los oficiales que los custodiaban. Así, en una situación muy similar a la sucedida en el Titanic, algunos soldados se vieron obligados a abrir fuego con sus pistolas sobre los pasajeros para evitar que ningún varón subiera antes que una mujer o un niño a un bote salvavidas.

La tragedia del Gustloff sigue siendo la más grande de la Historia
«Mientras la gente buscaba desesperadamente en la cubierta superior del Gustloff alguna posibilidad de salvación, muchos seguían luchando en el interior del buque contra un destino horrible; yacían heridos o aturdidos por los gases de las detonaciones, en los camarotes, por los corredores y en las salas, estaban tirados, tumbados en el suelo o corrían desesperados de un lado a otro», añade en su texto el autor de «La tragedia del Gustloff»

En pocos minutos los botes se acabaron a pesar de que aún quedaban miles de mujeres, niños y hombres a bordo de este ataúd de metal. En ese momento la desesperación se hizo todavía más palpable mientras cientos y cientos de personas trataban de aceptar el cruel destino que les esperaba en aquellas gélidas aguas.

Últimos minutos
El Gustloff no tardó mucho en irse al fondo del mar llevandose consigo a todas esas almas en su interior. Tal fue la impotencia de algunos pasajeros que, según narra Schön, un oficial alemán prefirió disparar a su familia –una mujer y dos niños menores de cinco años- antes de que estos murieran ahogados.

Finalmente, y aproximadamente una hora después de que el S-13 disparara sus mortales torpedos contra el navío nazi, el Gustloff se fue al fondo del Báltico junto con 9.400 personas y dejando unos 1.000 escasos supervivientes. Los números hacen que, aún hoy, el desastre de este buque sea el mayor de la historia naval.
https://www.abc.es/historia/abci-sa...a-perpetrada-stalin-201903310108_noticia.html
 
Testimonio de niñas de la guerra: haciendo memoria 80 años después


Carmen Camus, Araceli Cabrero y Francisca Cabrero cuentan sus vivencias después de ser evacuadas a Bélgica y Francia con el estallido de la Guerra Civil española

Desmemoriados.org
30/03/2019 - 23:09h
Este año se conmemora el 80 aniversario del final de la Guerra Civil Española, de la que recuperamos las historias de vida de tres mujeres que vivieron aquel momento cuando aún eran unas niñas y que tuvieron que ser evacuados durante la contienda, lo que determinó el devenir de sus vidas. Es indudable que además del horror y del miedo producido por la guerra en toda la población, el hecho traumático de la separación de estos niños y niñas de su entorno familiar, emprendiendo un viaje en solitario hacia países desconocidos con idiomas incomprensibles, la hacía especialmente significativa por las consecuencias que tendría en su existencia.

Las evacuaciones desde Santander comenzaron en el año 1936 y terminaron poco antes de la entrada de las tropas franquistas en esta ciudad, el 26 de agosto de 1937. Gracias a las vivencias que Carmen Camus Ribera (siendo los apellidos de sus progenitores Antona Santos), Araceli Cabrero Llata y Francisca Cabrero Llata transmitieron hace años al colectivo 'Desmemoriados', abordamos el tema de las evacuaciones infantiles desde Santander y cómo se encaminaron sus vidas. La fotografía muestra una imagen entrañable de unas jóvenes que sonríen felices, tendrán entre 14 y 16 años. Podrían estar en cualquier lugar, en un internado o residencia cualquiera, pero se encuentran en el Home Espagnol de Rixensart, municipio belga perteneciente a la provincia de Brabante Valón y son niñas evacuadas durante la Guerra Civil.

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Grupo de pensionadas del Hogar Español de Rixensart en 1939, patrocinado por el Comité de Asistencia a España de Brabante Valón. | Araceli Cavada/ Desmemoriados



La imagen probablemente está tomada en el año 1939. En la zona central, sentada en el suelo está Araceli Cabrero Llata (Santander 23/10/1923) que, con 13 años y junto a sus cinco hermanos, salió en un barco el 17 de julio o agosto, de este dato no hay certeza, de 1937. Su padre, perteneciente a la CNT, había muerto el 21 de junio durante un bombardeo en Villaverde de Trucíos. Por este motivo, su viuda con seis hijos, accedió a que sus tres hijos pequeños se instalasen en la Casa Orfanato de Hijos de Milicianos, de manera que los niños recibiesen cuidados y, finalmente, ante la inminente entrada del ejército franquista en Santander, optó por la evacuación marítima de todos sus descendientes, no sin antes intentar sin éxito poder acompañarlos.

Los hermanos más pequeños salieron del Hotel Real, que era utilizado para albergar a los niños huérfanos, mientras que los mayores fueron acompañados por su madre desde la casa hasta el Puerto. En su testimonio, Araceli no especifica si fue en julio o agosto, pero sí que zarparon en un barco inglés, que a la altura del Cabo Machichaco sufrió el alto del Almirante Cervera, momentos vividos con gran tensión. Según su versión, el viaje, endulzado por botes de leche condensada y acompañados por muchas otras personas entre las que recuerdan a las hermanas y sobrino del entonces gobernador civil Juan Ruiz Olazarán, prosiguió hasta su desembarco en San Juan de Luz (Francia) y desde allí fueron trasladados por tierra hasta Cataluña, en concreto hasta la colonia infantil instalada por la Casa Provincial de Asistencia Social de Santander en Caldes de Malavella (Girona), dirigida por Elena Andarza[1]. Allí, Araceli y sus hermanos eran visitados por su tío Santos Cabrero Mancebo, comisario político que también se había trasladado a Barcelona, a quien recuerdan con gran cariño por sus atenciones y por los pasteles que les llevaba algún que otro fin de semana.

En aquel lugar permanecieron hasta la entrada de las tropas franquistas en Cataluña a comienzos de 1939, siendo evacuados a Bélgica, país en el que el POB (Parti Ouvrier BeIge) junto a otros partidos y sindicatos de izquierdas crearon el Comité National pour l’Hébergement des Enfants Espagnols en Belgique (CNHEEB)[2]. Araceli y su hermano Tomás recordaban cómo eran recibidos grandes y pequeños en la residencia -aunque luego los más pequeños eran realojados en familias que prestaban su apoyo- y de la ayuda recibida por la ciudadanía, ya que los niños se encargaban de repartir sobres vacíos por las casas que les eran devueltos con dinero para su manutención.

Araceli vivió en el Home Espagnole de Rixensart, que tal como consta en el reverso de la postal estaba patrocinada por el Comite d'Aide a l'Espagne du Brabant Wallon, y recuerda a la Señorita Felisa como encargada de la misma. Permanecieron en Bélgica hasta 1940, cuando ya no se pudo preservar su seguridad por la amenaza de la ocupación alemana en la II Guerra Mundial. Ante esta situación era obligado salir del país, planteándose dos posibilidades distintas: una, partir hacia México, otra, retornar a España. Optaron por la vuelta a la España mísera de posguerra. Los hermanos, reclamados por su madre, fueron regresando en tandas. Según lo planificado, la última de los hermanos en volver sería la pequeña Francisca, "Paqui", que había sido acogida por la familia Tock (la señora Tock trabajaba en la residencia) que no tenía hijos.

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reverso de la postal estaba patrocinada por el Comite d'Aide a l'Espagne du Brabant Wallon. | Araceli Cavada/ Desmemoriados



En una carta de última hora, la madre contaba a la directora la situación tan dramática que vivía y su incapacidad para mantener a tantos hijos. La directora transmitió este hecho a los "padrinos belgas", quienes acudieron muy apenados a la estación de tren para despedir a la niña que debía retornar según lo establecido por la Cruz Roja. En un arrebato de última hora, los "padrinos" se llevaron ilegalmente a la niña con el fin de protegerla. Tan a última hora llegó la misiva que su maleta y todos los juguetes y obsequios ya habían sido enviados a España, siendo posteriormente repartidos entre todos los conocidos que pudieron aprovecharlos. Araceli regresó a la España franquista en donde trabajó duramente junto a su madre para sacar adelante a la familia.

En Bélgica se quedó Francisca Cabrero Llata, "Paqui", que había salido con seis años y que creció lejos y ajena a la situación de España, cuidada por la familia Tock que vivía en Renaix. El Sr. Tock era arquitecto municipal en esa ciudad. Su vida fue completamente diferente a la de sus hermanos en España, ya que estudió secretariado y vivió en una posición acomodada. No volvió a ver a su familia biológica hasta que tuvo 18 años y visitó España, sintiéndose una extranjera porque había olvidado el idioma y apenas podía comunicarse con su madre y sus hermanos. A partir de ese momento mantuvo siempre el contacto con su familia española, acudiendo a visitarla en posteriores veranos con su marido e hijos. Con su hermana conservó una estrecha relación, a pesar de la distancia. Aunque disfrutó de una vida feliz, la separación de su madre y hermanos supuso su gran trauma vital, como recuerdan sus hijos. Falleció en Tournai (Bélgica) el año 2002.

Por otro lado, en el año 2013, de manera casual, la nieta de Araceli recibió la llamada de una mujer que buscaba información sobre el viaje que realizó en su infancia siendo evacuada de Santander, porque decía "no poder morirse sin conocer cómo llegó hasta Caldes de Malavella desde Santander". La nieta de Araceli le informó que su abuela había sido también una niña evacuada y las puso en contacto. Carmen Camus Ribera (Maliaño, 23-06-1931), que vive en Cañada (Alicante), se puso en contacto con Araceli y emocionadas rememoraron aquellos momentos y sus diferentes vivencias.

La madre de Carmen, viuda, con 4 hijos, había entrado a servir en casa del gobernador civil Juan Ruiz Olazarán, lugar al que llevaba a su hija por ser la más revoltosa. Por influencia de este último alojaron a Carmen en el Hotel Real junto con los niños huérfanos, y allí iba a visitarla su hermano. Parece que la evacuación de los niños fue una decisión precipitada, porque la madre de Carmen se enteró por las noticias que circulaban en Santander, "que a los niños del Hotel Real se los habían llevado a Rusia". Desconsoladamente se acercó al hotel para comprobar que su hija había salido el 17 de febrero de 1937 embarcada rumbo a Francia en un gran barco cuyo capitán, recuerda Carmen, era José Sendino. Las criaturas se hacinaban en la cubierta estando al cuidado de siete educadoras, entre las que se encontraba la esposa del Gobernador Civil, Gumersinda Pérez San Martín. ¡Imaginémonos el frío que tuvieron que pasar en pleno invierno! La travesía les condujo desde la costa atlántica a Caldes de Malavella (Girona), lugar que recuerda lúgubre y maloliente y en el que cree que no estuvo mucho tiempo. Desde allí les trasladaron en barco hasta Marsella y posteriormente en tren a París, acompañados entre otras mujeres por Gumersinda.

Aunque inicialmente su destino era la Unión Soviética, en la estación de París esperaba un matrimonio de Cañada (Alicante) sin hijos que, animados por una exiliada republicana que conocían, quería acoger a uno de los niños evacuados. El matrimonio recibió a los niños, pero ¡no podía escoger mirándolos a todos! Cuando hablaron con Carmen, que era muy simpática y que se llamaba como la patrona de su pueblo, no dudaron más. El destino de la niña cambió radicalmente, ya que mientras el tren partía de nuevo con el resto de los niños, ella encontró un nuevo hogar en París en el que se sintió muy querida. Fue escolarizada y tuvo facilidad para adaptarse a su nueva situación. Sus padres recibieron una carta de Juan Ruiz Olazarán, "Juanito" como ella le llamaba, solicitándoles que acudiesen a visitarle al Consulado de España en Francia. Allí comprobó que la niña se encontraba bien y entregó a su padre adoptivo un maletín con la consigna de guardarlo, pero no abrirlo: si ganaban la guerra volvería a por él y si la perdían tendría que quemarlo. Carmen nunca supo que había en aquel maletín y un día su padre lo quemó.

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Colonia Birmigham en Caldes de Malavella (Gerona) 1938. | Atilano Amigo/Desmemoriados.



Rememora como sus padres enviaban paquetes con alimentos al campo de concentración de Argelès sur Mer para ayudar a algunos paisanos que se habían puesto en contacto con ellos, pidiéndoles ayuda porque sabían que estaban en París. Con el estallido de la II Guerra Mundial la situación empezó a cambiar. En junio de 1940 los alemanes entraron en París y comenzaron los tan temidos bombardeos; salían de sus casas y corrían a esconderse en los refugios. Recuerda cómo el gobierno francés no daba máscaras antigas a los españoles, ya que estas se distribuían sólo entre sus ciudadanos.

París dejó de ser un lugar seguro, por lo que se trasladaron a Montpellier, acercándose así a España. Regresaron a Cañada en noviembre de 1940, lo que supuso para la niña el encuentro con el resto de la familia que no la conocía. Algunos ya no estaban. Carmen volvió a adaptarse felizmente a su nuevo hogar y tuvo la suerte de ser siempre muy querida por su familia. Allí se ha hecho mayor y ha formado la suya propia; aun así, ella se declara cántabra, pues conserva el vínculo sentimental con el lugar que la vio nacer.

Con estos testimonios hemos querido honrar y transmitir la traumática separación familiar y desarraigo de todos los niños y niñas que tuvieron que abandonar sus hogares durante la Guerra Civil. En nuestro tiempo, lejos de haberse superado este tipo de situaciones, son millones las personas que en distintos lugares del mundo se ven obligadas a dejar su tierra por conflictos armados y otras formas de violencia.

Notas a pie de página:

[1] De la extraordinaria labor desempeñada por Elena Andarza en la dirección de la colonia infantil también existen otros documentos orales, como el del camargués Atilano Amigo: “El cambio nada más llegar [a Caldes de Malavella] fue radical. Nos organizaron muy bien: nos dieron uniformes, teníamos escuela, buena comida y una directora digna de mencionarla con todo mi cariño, aprecio y respeto. Su nombre era Elena Andarza…”. Díez Gil, M. I. et alii: “El éxodo de Atilano Amigo. Historia de vida de un niño de la guerra. Cantabria, Cataluña, Francia, 1934-1941”. En VV.AA. Españoles en Francia 1936-1946, Salamanca. Universidad de Salamanca, 1991, pp. 603-623.

Tras la caída de Cataluña, Elena Andarza pasó la frontera francesa con un grupo de los niños a su cargo y permaneció en Biarritz durante un año. Desde allí marchó al exilio a Cuba. Saiz Viadero, J. R.: “Mujer, Guerra Civil y represión franquista en Cantabria”, en La Guerra Civil española 1936-1939. Congreso Internacional, Madrid, 2006.

En el BOE de 23 de abril de 1939 aparece una citación y requerimiento a Elena Andarza y su marido, Basilio Rumoroso, fechada el 8 de marzo de 1938, para que acudan a declarar al juzgado “por su actuación contraria al Movimiento Nacional”. Basilio Rumoroso Fernández había fallecido en Barcelona el 12 de enero de 1938, según se explicita en la esquela aparecida en el diario La Vanguardia el 13 de enero de 1938. (La Vanguardia 13/01/1938 p. 5).


[2] Payá Rico, Andrés. “Spaanse Kinderen. Los niños españoles exiliados en Bélgica durante la Guerra Civil. Experiencia pedagógica e historias de vida”, en El Futuro del Pasado, nº 4, 2013 p. 193

30/03/2019 - 23:09h
https://www.eldiario.es/norte/canta...rra-haciendo-memoria-despues_6_883021700.html
 
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