Cuadernos de Historia

40 AÑOS DE LA CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA
Adaptación del libro ‘La Transición’ (Sílex ediciones, 2015) del historiador José Luis Ibáñez Salas con motivo del cuarenta aniversario de la Constitución española.
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JOSÉ LUIS IBÁÑEZ SALAS6 DICIEMBRE, 2018

España es un Estado de Derecho, democrático y social, y su forma de gobierno democrático es la monarquía parlamentaria. España es nada más y nada menos que eso desde que en 1978 entró en vigor su ley fundamental básica, su constitución.

La vigente Constitución española dice en su preámbulo:

«La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:

Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo. Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular. Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones. Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida. Establecer una sociedad democrática avanzada y colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

En consecuencia, las Cortes aprueban y el pueblo español ratifica la siguiente Constitución».

Sabemos por el historiador español Álvaro Soto Carmona que los asuntos que merecieron mayores disputas políticas durante la negociación de la ley magna española «fueron los referidos a la inclusión del término nacionalidades, y como derivación la estructura territorial del Estado; la enseñanza, ligada al papel de la Iglesia en la misma; las Fuerzas Armadas; el cierre patronal, la huelga y el sistema electoral; y en menor medida la fijación de la mayoría de edad y la abolición de la pena de muerte».

Me propongo explicar brevemente cómo se hizo la Constitución española y en qué consiste.

Adaptación del #libro #LaTransición (@silexediciones) de @ibanezsalas, que publicamos con motivo de los #40anosdeconstitucion en nuestra sección dedicada a la #historia: 40 años de la Constitución española. @Adehistoria.CLIC PARA TUITEAR
Las primeras elecciones de la Transición
No se habían completado dos años tras el fallecimiento del dictador Francisco Franco y ya habían tenido lugar las primeras elecciones democráticas en más de cuarenta años: era el 15 de junio de 1977. Casi un 79% de quienes estuvieron en condiciones de poder votar lo hicieron, lo que habla de un índice de participación elevado y de las expectativas de una sociedad que ya tenía la seguridad de que el franquismo era algo del pasado, de que la democracia tal y como la ejercían sus vecinos europeos había llegado para quedarse o debía de quedarse y para eso era imprescindible decidir en manos de quiénes dejar la gestión del futuro.

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Obtuvo la victoria la Unión de Centro Democrático (UCD), la a todas luces heterogénea coalición electoral que en agosto de aquel año se transformará definitivamente en un partido político, liderada por el presidente del Gobierno, el exministro franquista Adolfo Suárez.

Pareciera, sí, como recoge el historiador español Juan Pablo Fusi, que prevaleció el criterio de «quienes pensaron que el país quería una salida democrática gradual y moderada tras la dictadura de Franco».

UCD logró 6.310.391 votos (34,44%) y con ello 166 diputados, mayoría simple, suficiente, aunque lejos de la mayoría absoluta.

El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) —junto a Socialistes de Catalunya— obtuvo 5.371.866 votos (29,32%) y 118 diputados que le convirtieron en el principal partido de la oposición… y de la izquierda.

El Partido Comunista de España (PCE), junto al Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) alcanzó 1.709.890 sufragios (9,33%), lo que le permitió llegar… tan sólo a los 19 diputados (de ellos, 8 del PSUC).

Alianza Popular (AP), con el ex ministro franquista Manuel Fraga al frente, tuvo 1.504.771 votos (8,21%) y sentó en el hemiciclo… únicamente a 16 diputados. Resulta evidente que el proyecto político de Fraga fue entendido por la ciudadanía como el proyecto continuista de los franquistas recalcitrantes.

Para el Senado votaron 2.423.668 ciudadanos (10,28% del censo electoral), de los cuales sólo lo hicieron en blanco 23.875 (en torno al 1%). UCD alcanzó 106 escaños, el PSOE 35, la coalición Senado Democrático de Joaquín Satrústegui 16, Entesa dels Catalans 12, el Frente Autonómico de Ramón Rubial y Michel Unzueta 10 (4 de ellos por el Partido Nacionalista Vasco, PNV)… AP únicamente obtuvo 2 senadores y el PCE uno.

No, no hubo rastro de las formaciones políticas ancladas en la identificación con el franquismo. Ninguna obtuvo representación y sí un número de votos en su conjunto insignificante.

De aquellas Cortes saldría la Constitución de la nueva España, la España que la Transición iba construyendo poco a poco en ese peculiar trasiego entre lo que demandaba pacíficamente la sociedad civil en la calle y la proyección de esas manifestaciones en los acuerdos entre los reformistas y aperturistas nacidos en el interior del franquismo y los disidentes del mismo, de un lado, y los herederos de los derrotados en la Guerra Civil y los nuevos grupos sociales emergentes a raíz del desarrollismo tardofranquista, del otro. Dos lados de una misma moneda, la de la política en su sentido pleno, el de la negociación para alejar la violencia.

La elaboración de la Constitución
De alguna manera, el proceso constituyente había dado comienzo ya a finales de 1976 con la aprobación de la Ley para la Reforma Política, y aunque ésta tenía aún en su seno principios autoritarios, si bien también claro está democráticos, la mayoría por cierto, aquéllos desparecerían con la Constitución del año 78.

El gabinete de Suárez formado tras las elecciones de junio quiso tomar la iniciativa y apresurarse a presentar a las cámaras su propio proyecto, pero la categórica desaprobación de los diputados socialistas y comunistas, totalmente contrarios a un texto corto que no recogiera una destacada cantidad de explícitos derechos y libertades, llevó al Gobierno a aceptar la propuesta de que el proyecto constitucional naciera directamente dentro de la cámara baja de las recién elegidas Cortes.

A modo de ráfagas comprensibles, a continuación, reproduzco el sendero parlamentario de la Constitución española (conviene no olvidar, por cierto, que mientras todo esto tenía lugar, la organización terrorista nacionalista vasca ETA seguía matando):

El 26 de julio de aquel año 1977, el Pleno del Congreso de los Diputados crea la Comisión Constitucional que deberá de redactar un proyecto de constitución.

E 1 de agosto se constituye la Comisión Constitucional, más tarde llamada Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas, que elige a los ponentes encargados de pergeñar el anteproyecto constitucional: tres de ellos de UCD, Gabriel Cisneros Laborda, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y José Pedro Pérez-Llorca Rodrigo; Fraga, por AP; Gregorio Peces-Barba Martínez, por el PSOE; Miquel Roca Junyent, por el catalanista PDC (encarnando de alguna manera a las minorías nacionalistas históricas catalana y vasca) y Jordi Solé Tura, en representación del PCE y el PSUC.

El 22 de ese mes se reúnen los ponentes por vez primera para preparar el anteproyecto constitucional.

El 7 de octubre, en respuesta a las multitudinarias manifestaciones en buena parte del país, los socialistas y comunistas, el grupo parlamentario de la minoría vasco-catalana, el grupo mixto y UCD presentan en el Congreso de los Diputados una proposición de ley de «amnistía general aplicable a todos los delitos de intencionalidad política, sea cual fuere su naturaleza, cometidos con anterioridad al día 15 de junio de 1977». Todos los diputados, salvo los de AP, el representante de Euskadiko Ezkerra, Francisco Letamendia, e Hipólito Gómez de las Roces, de la Candidatura Aragonesa Independiente de Centro, aprueban el 14 de octubre en las Cortes la proposición de ley de amnistía, que un día después se convierte en la Ley de Amnistía (si bien prolongando hacia atrás en el tiempo, hasta el 15 de diciembre de 1976, la fecha límite de comisión de dichos delitos, a los que además se añadieron incluso las posibles faltas). Es la primera norma emanada de las nuevas Cortes.

El 5 de enero del año 1978 se hace público el texto de los ponentes constitucionales.

El 28 de febrero Suárez lleva a cabo en su Gobierno una remodelación ministerial, en la que resalta que Fernando Abril Martorell pasa a ser vicepresidente de Asuntos Económicos.

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El 17 de mayo, la Comisión de Asuntos Constitucionales y Libertades Públicas discute lo relativo a la pena de muerte y a una enmienda en torno de la supresión de algunos derechos fundamentales en determinados casos relacionados con actos terroristas, y los socialistas consideran roto el consenso.

Cinco días más tarde, se inician las conversaciones entre el vicepresidente Abril Martorell y el número dos de los socialistas, Alfonso Guerra, que comienzan a desatascar el proceso de negociación constitucional.

El Pleno del Congreso de los Diputados aprueba el 21 de julio el proyecto constitucional —con 258 votos a favor, 14 abstenciones y únicamente dos votos en contra— para remitirlo de inmediato al Senado.

El 5 de octubre, el Pleno del Senado debate el dictamen de la Comisión de Constitución de la cámara alta y plantea una serie de modificaciones del proyecto constitucional salido del Congreso que envía a la Comisión Mixta de Diputados y Senadores, encargada de unificar aquel en un solo texto y formada por el presidente de las Cortes, Antonio Hernández Gil, y por los presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado, Fernando Álvarez de Miranda y Torres y Antonio Fontán Pérez, respectivamente, así como los diputados Solé Tura, Roca Junyent, Pérez-Llorca y Alfonso Guerra y los senadores José Vida Soria (elegido en la candidatura liderada por el PSOE llamada Senado Democrático), Francisco Ramos Fernández-Torrecilla (PSOE), Antonio Jiménez Blanco (UCD) y Abril Martorell.

El 31 de octubre, los respectivos plenos del Congreso y del Senado aprueban el dictamen sobre el proyecto constitucional de la Comisión Mixta de Diputados y Senadores.

Se convoca el 3 de noviembre el preceptivo referéndum con el objeto de decidir sobre la Constitución para el día 6 del mes de diciembre.

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Llegamos al mes de diciembre de 1978: el día 6 se celebra el referéndum que aprueba el proyecto constitucional para que se transforme en la Constitución española, con un 87,78% de votos favorables, el 27 el rey Juan Carlos Isanciona la Constitución durante la preceptiva sesión conjunta de las Cortes, un día después la Ley de Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas, que subordinan lo militar a la recién aprobada Constitución española. El 29 de diciembre el Boletín Oficial del Estado (BOE) publica la Constitución. Además, el presidente Suárez anuncia la convocatoria de las segundas elecciones generales y de las primeras municipales de la nueva democracia, para el 1 de marzo y el 3 de abril, respectivamente.



Este texto es una adaptación de un extracto de mi libro La Transición, publicado en 2015 por Sílex ediciones. Puedes continuar leyendo sobre la Constitución española en INSURRECCIÓN, siguiendo este enlace.


José Luis Ibáñez Salas

Director de Anatomía de la Historia



Colaborador en Arzalia Ediciones
https://www.moonmagazine.info/40-anos-de-la-constitucion-espanola/

Aburridísimo libro laudatorio sobre la Constitución, nada nuevo bajo el sol.
 
El hecho de que reaparezca este asunto no cambia gran cosa en la realidad histórica: Balduino y Fabiola al final no pudieron tener hijos y ambos vivieron prácticamente como dos devotos católicos, según otra de las teorías sobre el monarca, con gran placidez porque en realidad su vocación hubiera sido la de ser sacerdote.

Es evidente que esta pareja solo tuvo relaciones con fines reproductivos. Me los imagino rezando un rosario antes de acostarse, con ropa de noche pacata y a oscuras. Ella tuvo muchos abortos, eso está confirmado, y en uno de los embarazos extrauterinos los médicos recomendaron al rey el aborto terapeútico porque cuanto más tiempo pasase peor sería el aborto natural y la vida de la reina habria peligrado seríamente. Tan en serio lo dijeron que Balduíno tuvo que dejar sus creencias religiosas a un lado para pedir a su esposa que aceptase la interrupción del embarazo pero ella le dijo que prefería morir a matar a su hijo y que si persistía tendría que pedir la nulidad del matrimonio al Santo Padre. A los pocos dias, abortó de forma natural.

Fabiola también llegó a ofrecer a su marido la nulidad para que pudiese casarse con otra y tener hijos pero él se negó. Fueron una pareja modélica, todo lo contrario a Alberto (que salió a su padre en lo mujeriego) y Paola (con sus venganzas públicas), y criaron a los hijos de éstos como suyos, asi han salido de conservadores... Alberto, al ser más liberal, fué mejor rey a la hora de mediar entre el independentismo flamenco y el gobierno.
 
¿Quiénes eran las temidas mujeres que atacaron brutalmente a los conquistadores en América?
Mitos como El Dorado, las guerreras amazonas o las Siete Ciudades de Cíbola sirvieron de aliciente para que los conquistadores se arrastraran por selvas, pantanos y desiertos, pero, ¿quiénes eran las guerreras que vio Orellana en el Amazonas?
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César Cervera@C_Cervera_M
Actualizado:20/03/2019 02:17h
5La tragedia de la española humillada por casarse con Colón

La búsqueda del particular Santo Grial de América –ya fuera El Dorado, las Siete Ciudades de Cíbola u otros mitos forrados de oro– sirvió de acicate para que hombres que habían cruzado todo un océano para hacerse ricos fácilmente no desfallecieran frente a las adversidades. La propia Corona y los cronistas incentivaron la idea de grandes tesoros y fantasías escondidas en las selvas de Sudamérica, pues eran conscientes de que para explorar, conquistar y poblar un continente no bastaba con prometer a los aventureros tierras de cultivo o un lugar prefente en las futuras ciudades. Todo ello hace que algunas crónicas rozaran, por momentos, el realismo mágico en su descripción de la fauna y bestiario que se fueron encontrando los conquistadores a su paso. Reptiles monstruosos, tribus de amazonas y otras escenas inverosímiles (¿O no tanto?) se suceden en sus páginas.

El mito del Amazonas salta de continente
Encontrar El Dorado, una ciudad entera hecha con oro, es con diferencia el mayor foco de leyendas y tradiciones en la historia de la conquista de América. Francisco de Orellana traicionó, en 1541, a Gonzalo Pizarro, el hermano más pendenciero del conquistador del Perú, cuando éste dirigía una expedición desastrosa hacia el «País de la Canela» (otra leyenda, que data de los tiempos de Colón). Cercados por el hambre, Orellana y medio centenar de hombres se ofrecieron a continuar el viaje con un bergantín para conseguir comida y luego regresar, pero lo cierto es que no tenían pensado volver sobre sus pasos. Para cuando Pizarro conoció su deserción, el conquistador se encontraba atrapado en el corazón del Amazonas, ante la creencia de que se hallaba cerca de El Dorado. Sin embargo, no dio con ningún tesoro, sino con un grupo de fieras amazonas que, cumpliendo con las características de esta figura de la mitología griega, atacaron con furia a sus hombres.

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Representación de una amazona en la mitología griega
Dentro de la tradición griega, las amazonas eran una tribu de guerreras que vivía en el Peloponeso, que se cortaban un pecho para poder manejar mejor el arco, que odiaban a los hombres y que solo mantenían relaciones sexuales una vez al año para reforzar sus huestes (si nacía un varón preferían matarlo). Su nombre, tomado del latín Amazon, -onis, era heredero de una palabra griega que significaba sin pechos.

Cristóbal Colón, que pensaba haber llegado a Asia, oyó decir que había una isla habitada por mujeres, «lo cual el Almirante mucho quisiera por llevar dice que a los Reyes cinco o seis de ellas». Antonio Pigafetta, después de realizar la primera circunnavegación del globo, afirmó de una isla «llamada Occoloro, bajo Java Mayor, donde solo viven mujeres». Por su parte, Hernán Cortés, en su cuarta carta a Carlos V, aseguró conocer otra isla de féminas guerreras. El capitán Nuño de Guzmán trató de buscarlas en su avance por Nueva Galicia, pero no tuvo ningún éxito.

Colón, que pensaba haber llegado a Asia, oyó decir que había una isla habitada por mujeres, «lo cual el Almirante mucho quisiera por llevar dice que a los Reyes cinco o seis de ellas»
Hubo que esperar, sin embargo, hasta la búsqueda de El Dorado para encontrar testigos que juraran haber dado con esta mítica tribu. Según recoge Fray Gaspar de Carvajal, los bergantines de Orellana fueron atacados en su bajada por el río Amazonas por «hasta diez o doce [mujeres], que estas vimos nosotros que andaban peleando delante de todos los indios como capitanas, y peleaban ellas tan animosamente que los indios no osaban volver las espaldas, y al que las volvía delante de nosotros le mataban a palos; y esta es la causa por donde los indios se defendían tantos. Estas mujeres son muy blancas y altas y tienen muy largo el cabello y entrenzado y revuelto a la cabeza, y son muy membrudas y andaban desnudas en cuero, tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos».

El enfrentamiento resultó la peor contienda narrada por este cronista, que perdió un ojo y recibió un flechado en una ijada. Al menos seis españoles murieron en el rápido y brutal combate... Esas mujeres luchaban de una forma aterradora, en palabras de los conquistadores. Por un interrogatorio a los indios, los españoles supieron que todas estas amazonas estaban bajo la mano y jurisdicción de una caudilla llamada Coñori, que junto a un grupo selecto de mujeres, vivía rodeada de oro y plata. La tierra en la que vivían era fría y con poca leña, si bien abundante de comida. El lugar estaba tan lejos como para que quien osara ir muchacho volviera viejo.

Las amazonas que Orellana halló cumplían la mayoría de las características grecorromanas, al menos si hacemos caso a los cronistas. Gonzalo Fernández de Oviedo escribió al tener noticia directamente por Orellana una carta dirigida al Cardenal Bembocon las costumbres de estas mujeres:

«... en cierta parte oyeron una batalla muy reñida y los capitanes eran mujeres flecheras que estaban allí por gobernadores a las cuales nuestros españoles llamaron amazonas sin saber por qué, como V.S.R ma. mejor sabe, este nombre, según justino, se les da por falta de la teta que se quemaban aquellas que se dijeron amazonas, en lo demás no les es poco anexo el estilo de su vida pues esta viven sin sin hombres y señorean muchas provincias y gentes y en cierto tiempo del año llevan hombres a sus tierras con quien han sus ayuntamientos y después que están preñadas los echan de la tierra e si paren hijo o le matan o envían a su padre...»

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Talestris, reina de las amazonas, visita a Alejandro (cuadro de 1696).
Más allá de Orellana, ningún europeo pudo documentar de qué tribu se trataba o si existió algo parecido al mito, pues ni antes ni después lucharon otros conquistadores con guerreras así. En su libro «Orellana, Ursúa y Lope de Aguirre: Sus hazañas novelescas por el río», Elsa Otilia Heufemann-Barría plantea que lo que vio el extremeño, aparte de la posibilidad de que fuera una tribu que simplemente armara a guerreras, pudo deberse al ansia en sí de encontrar a las amazonas que demostraban los españoles desde que pusieron pie en América, de modo «que acomodaban a sus propias convicciones los relatos de los indios, puesto que la leyenda de estas míticas guerreras estaba muy extendido entre los conquistadores».

Vieron lo que querían ver... En el imaginario popular de aquella época gozaban de gran vigencia la leyenda de las amazonas, por lo que los conquistadores iban predispuestos a encontrarlas tarde o temprano.Rodeados de animales y paisajes inéditos, de tribus de todo tipo y pelaje, resultaba realmente complicado para ellos diferenciar realidad de ficción.

En busca del pueblo sin maridos
En 1745, el viajero francés Carlos Marie de la Condamine se propuso dar con las amazonas que había descrito Orellana. Así cuenta en las crónicas de su Viaje a la América Meridional que fue preguntando a los nativos si tenían alguna noticia de «las belicosas mujeres que Orellana pretendió haber encontrado y combatido, y si era verdad que vivían alejadas del trato de los hombres. Nos dijeron todos que así se lo habían oído contar a sus padres, añadiendo multitud de detalles, demasiado largos de repetir, que tienden a confirmar que hubo en ese continente una república de mujeres que vivían sin admitir ningún hombre entre ellas, y que se retiraron al interior de las tierras del Norte, por el río Negro o por alguno de los que por el mismo punto desaguan en el Marañón».

«Nos dijeron todos que así se lo habían oído contar a sus padres, añadiendo multitud de detalles, demasiado largos de repetir, que tienden a confirmar que hubo en ese continente una república de mujeres que vivían sin admitir ningún hombre entre ellas»
Su criterio para sostener que hubo una república de mujeres se basaban, sin embargo, en testimonios indirectos. Lo más cerca que estuvieron de una prueba sólida fue de la mano de un soldado ya viejo de la guarnición de Cayena, cuyo destacamente fue enviado a reconocer las tierras del país de los amicuanos, donde dieron con mujeres y niñas que llevababan collares de piedras verdes que heredaron de las «cuñantensecuima», lo que en su lengua significaba «mujeres sin marido». Por boca de estas indígenas, pudieron saber que más allá de las fuentes del Oyapoc se hallaba el país original de «estas mujeres sin marido».

«A pesar de esto me cuesta trabajo creer que las amazonas se hallen establecidas ahí actualmente sin que se tenga de ellas noticias más positivas, transmitidas de unos en otros por los indios vecinos de las colonias europeas de las costas de la Guayana», afirma en sus textos el aventurero francés ante su incapacidad con dar con este pueblo, que se justifica en su fracaso en lo verosímil de que aquellas mujeres hubieran perdido ya sus antiguos usos a través del tiempo, bien porque las haya subyugado otro pueblo, ya porque, aburridas de su soledad, las hijas hayan al fin olvidado la aversión de sus madres hacia los hombres.

En cualquier caso, el mito quedó impreso para siempre en el nombre del lugar. Temporalmente el río descubierto por los españoles fue llamado Orellana, pero pronto se denominó Río de las Amazonas o Gran Río de Amazonas, como se conoce hoy de forma general.
https://www.abc.es/historia/abci-qu...quistadores-america-201903200217_noticia.html
 
Contra las mentiras independentistas: las razones históricas por las que Cataluña no es Baviera ni Escocia
¿Por qué Cataluña o Escocia tiene más legitimidad histórica que Baviera o Córcega para reivindicar su independencia política? Cada grupo nacionalista se limitan a responder que cada caso es único, pero en el fondo piensan que son especiales, una nación de elegidos, cuyas tradiciones e historia se hunden en lo más profundo de los siglos
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César Cervera@C_Cervera_M
Actualizado:21/03/2019 01:28h3El error histórico de los nacionalistas con la Diada

Oriol Junqueras, licenciado en historia y dirigente de ERC, aseguró hace unos días en el denominado juicio del «procés»que cuando los independentistas de Baviera renunciaron a celebrar un referéndum de independencia, después de que un alto tribunal de Alemania lo desautorizase, lo hicieron porque se trata de un caso distinto al catalán: «Veo incomparables los casos, porque los bávaros no estaban respondiendo al principio democrático interpretado en el sentido de una propuesta mayoritaria significativa en la sociedad y reiterada en el tiempo». Enésimo intento de equiparse y, al mismo tiempo, desvincularse de otros desafíos nacionalistas que se viven o se vivieron en el seno de Europa.

¿Por qué Cataluña o Escocia tiene más legitimidad histórica que Baviera o Córcega para reivindicar su independencia política? ¿Por qué Cataluña, sí, pero el Valle de Arán o Kurdistán no pueden celebrar consultas? Cada grupo nacionalista se limitan a responder que cada caso es único, pero en el fondo piensan que son especiales, una nación de elegidos, cuyas tradiciones e historia se hunden en los siglos y los siglos. Y lo cierto es que sí hay grandes diferencias en lo que a historia se refiere entre Escocia, Baviera y Cataluña.

Cataluña: la independencia que nunca existió
Los nacionalistas catalanes mantienen vivo aún hoy el mito de que Cataluña fue un territorio independiente en la Edad Media. Nada más lejos de la realidad. El derrumbe de la Monarquía visigoda dejó en manos musulmanas casi la totalidad de la península, incluida Cataluña, si bien la inestabilidad interna en el Califato y la victoria cristiana en Poitiers (en el año 732) permitieron al Imperio carolingio crear en las siguientes décadas la Marca Hispánica en territorios cercanos a los Pirineos.

Califato de Córdoba. En el siglo XII, el conde Ramón Berenguer IV se casó con Petronila de Aragón, hija de Ramiro II «el Monje», conforme al derecho de este reino, es decir, en un tipo de matrimonio donde el marido se integraba a la casa principal como un miembro de pleno derecho. El acuerdo supuso la unión de la Casa de Barcelona, que controlaba la mayor parte de los Condados catalanes, y del Reino de Aragón en la forma de lo que luego fue conocido como Corona de Aragón.

Los territorios que formaron la Corona mantuvieron por separado sus leyes, costumbres e instituciones, siendo no la lengua, sino la obediencia al Rey de Aragón, el elemento aglutinador de todos los territorios. A lo largo del segundo cuarto del siglo XIII, se incorporaron a esta Corona las Islas Baleares y Valencia

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Origen mitológico del escudo del condado de Barcelona (Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge)
La muerte sin descendencia del Rey de la Corona de Aragón Martín I «el Humano», en 1410, abrió una nueva fase en la historia de Cataluña. El candidato de la dinastía castellana de los Trastámara, Fernando de Antequera –hermano del Rey de Castilla Enrique III–ascendió al trono de la Corona. Posteriormente, el matrimonio de Fernando II de Trastámara con Isabel de Trastámara, Reina de Castilla, celebrado en Valladolid en 1469, condujo a la Corona de Aragón a una unión dinástica con Castilla, efectiva a la muerte del primero, en 1516, pero ambos reinos conservaron sus instituciones políticas y sus privilegios administrativos (lo que el independentismo catalán designa hoy como «libertades»).

En cualquier caso, con la unión dinástica entre los Trastámara se puso en marcha un proyecto para crear un estado moderno que aglutinara a los distintos reinos de la Península ibérica. Tras la Guerra de Sucesión, donde parte de Cataluña apostó por el candidato a reinar en España que perdió el conflicto, se inició oficialmente la andadura del llamado Reino de España.

800 años de historia independiente en Escocia
Las diferencias históricas entre Escocia y Cataluña es un tema que ha sido tratado ampliamente por el hispanista británico John Elliott en su libro «Catalanes y escoceses», donde recuerda que Escocia fue reino soberano hasta 1707, cuando se integró en Gran Bretaña, y es nación en virtud de una historia política y cultural consolidada durante más de 800 años, buena parte de ellos confrontados con Inglaterra.

Kenneth McAlpine, considerado el primer rey de su historia, unificó a sus diferentes pueblos en el siglo nueve. Sus sucesores fueron expandiendo el poder del reino durante 400 años, hasta completar el territorio de la actual Escocia. Ya entonces, uno de los primeros objetivos de McAlpine fue conquistar las tierras de las Lothians, que permanecían bajo el control de los anglosajones.

Durante el siglo X, el proceso de expansión y consolidación de la nueva monarquía escocesa estuvo directamente condicionada por las irregulares relaciones que mantenía con los reinos ingleses del sur, con los que mantuvo importantes batallas para conquistar territorios intermedios como Northumbria.

Pese a los litros de tinta que se han gastada en cantar sus gestas, la aventura de William Wallace terminó poco después de su famosa victoria sobre los ingleses y tras arrasar un centenar de pueblos del Norte de Inglaterra
A comienzos del siglo XI, las hostilidades continuaron cuandoMalcolm II logró extender las fronteras de Escocia hasta las orillas del río Tweed. La extensión de la actual Escocia se alcanzó a finales del siglo XIII, periodo en el que Inglaterra inició una serie de interferencias políticas para anexionar este reino. En 1286, la muerte sin herederos de Alejandro III provocó la intervención de Eduardo I de Inglaterra, quien no dudó en intentar aprovechar la confusión para hacerse con su corona e incluso invadir parte de su territorio.

La guerra comenzó con el saqueo de la ciudad de Berwick llevado a cabo por las tropas de Eduardo I, seguido por la derrota de las tropas escocesas en la batalla de Dunbar y por la abdicación de Juan de Balliol, hombre de Paj* de los ingleses ese mismo año. Cuando la situación parecía bajo control inglés, emergió la figura mitificada de William Wallace, que, acompañado de Andrew de Moray, personaje omitido en la película de «Braveheart», inició una nueva rebelión a principios del año 1297. El 11 de septiembre de 1297, Wallace arrasó por completo al ejército inglés comandado por el conde de Surrey en la batalla de Stirling Bridge. El ejército real, formado por 300 caballeros pesados y 10 000 hombres de infantería, fue dispersado por un ejército de apenas 5.000 hombres.

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Ilustración de William Wallace
Pese a los litros de tinta que se han gastada en cantar sus gestas, la aventura militar del hidalgo escocés terminó poco después de su famosa victoria sobre los ingleses y tras arrasar un centenar de pueblos del Norte de Inglaterra. Su trayectoria fue fugaz. En marzo de 1298, Wallace recibió el nombramiento de Guardián de Escocia, pero unos meses después fue vencido en la batalla de Falkirk. Aunque Eduardo I no consiguió finalizar completamente la rebelión, la reputación y liderazgo deWilliam Wallace quedaron gravemente dañados, y tuvo que huir de las Islas británicas.

A finales del siglo XIV, una nueva dinastía, los Estuardo, se hiciera con la Corona escocesa y gobernaron con independencia de Inglaterra hasta 1714. A principios del siglo XVII, Jacobo I de Estuardo logró precisamente lo que ningún monarca británico fue capaz de conseguir en los siglos anteriores: ceñirse ambos tronos como Rey de Escocia e Inglaterra. Aún así, Escocia siguió siendo un reino independiente hasta que se firmó el «Acta de Unión» en 1707, que dio forma al Reino Unido de Gran Bretaña. Escocia perdió su autonomía y se disolvió su parlamento.

Baviera, más antigua que Alemania
Se denominó Sacro Imperio Romano al territorio compuesto por unos 300 estados soberanos, entre reinos, principados, ducados y ciudades libres, que se encontraban bajo la teórica soberanía de un Emperador desde el siglo IX hasta su disolución 1806. No en vano, el Emperador, que a partir del siglo XV fue siempre un Habsburgo, solo gozaba de un poder nominal dentro de este heterogéneo país de países. Cada territorio tuvo su propio desarrollo político e incluso religioso. En la Dieta de Augsburgo de 1555, se estableció el principio de «Cuius regio, eius religio» («a tal rey, tal religión»), por el que cada príncipe tenía el poder de decidir la religión (Luteranismo y Catolicismo) de sus súbditos. Precisamente uno de los rasgos más característicos de Baviera, que estuvo bajo el control de la familia Wittelsbach de 1180 a 1918, fue que en esas fechas se convirtió en un bastión del catolicismo.

En 1806, Maximiliano I fue coronado, con el apoyo de Napoleón, como rey del nuevo Reino de Baviera, cuya capital se estableció en Múnich, ciudad que vivió un gran cambio en su fisonomía urbana durante los reinados de Luis I (1825-1848) y Maximiliano II (1848-1864)
Durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), Múnich llegó a ser denominada «la Roma germánica» por su defensa del bando imperial, siendo el Ducado de Baviera la principal potencia católica en la zona. En 1806, Maximiliano I fue coronado, con el apoyo de Napoleón, como monarca del nuevo Reino de Baviera, cuya capital se estableció en Múnich, ciudad que vivió un gran cambio en su fisonomía urbana durante los reinados de Luis I (1825-1848) y Maximiliano II (1848-1864). Este último intentó, sin éxito, frenar el afán expansionista del nacionalismo alemán, del que Prusia se valió para crear su particular Imperio alemán.

Bajo la presidencia de la Casa de Austria, 39 Estados alemanes, incluida Baviera, se establecieron en una confederación tras las guerras napoleónicas, si bien en la práctica fue Prusia quien fue conquistando poco a poco el poder hasta desplazar a Austria del timón durante la guerra austro-prusiana de 1866. El 10 de diciembre de 1870, la Confederación pasó a designarse Imperio alemán y dio el título de Emperador alemán al Rey de Prusia. Guillermo I de Prusia se coronó emperador del nuevo Imperio en base a su obligación con la Vaterland (patria) de unificar los estados de la Nationis Germanicæ.

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Luis II de Baviera, el Rey Loco, antepenúltimo monarca de este reino
Baviera se reservó, al menos, mecanismos y privilegios que aseguraron cierta independencia soberana, más que cualquiera de los Estados federados del norte de Alemania. Así, conservó un servicio diplomático diferenciado, un ejército propio y un sistemas postal, telegráfico y ferroviario, no integrado dentro de la administración ferroviaria prusiana, como exigía el tratado del Zollverein.

Como Baviera era mayoritariamente católica, buena parte de la población mostró sus reservas por estar gobernados por la norteña Prusia, cuyos habitantes eran en su mayor parte protestantes. De ahí la autonomía concedida para minimizar el surgimiento de un movimiento separatismo bávaro que vivió y murió a principios del XX.

Dentro de la República de Weimar, se creó en 1919 el Estado Libre de Baviera, cuna del nazismo y donde Hitler protagonizó un golpe fallido (el Putsch de Múnich, en 1923). En esta región se celebraron algunos de los grandes desfiles y congresos del partido nazi más representativos.

La verdera coincidencia nacionalista
Las diferencias históricas entre Cataluña, Escocia y Baviera son tan grandes como lo son las similitudes entre sus procesos para reinventar rasgos y costumbres naciones en tiempos muy recientes. En la obra «La invención de la tradición», Eric Hobsbawm y Terence Rangerdiseccionan cómo el nacionalismo escocés requirió a una serie de escritores, pocas veces historiadores, para crear un pasado romántico a partir del siglo XIX.

El epicentro del relato escocés estuvo en el pasado celta de Escocia y su distinta relación con el Imperio Romano. El origen del proceso inventivo coincidió, como en Cataluña, con el auge en Europa del Romanticismo, que vanagloriaba la figura del noble salvaje que, al igual que los piratas, los guerreros celtas o los sitiados de Barcelona en 1714, lucha por defender sus ideas y su patria hasta la muerte. Un relato eminentemente literario que el nacionalismo ha usado con fines políticos.

«Cuando los escoceses se juntan para celebrar su identidad nacional, la afirman abiertamente a través de un "kilt", tejido en un tartán con los colores de su clan, y de una gaita. Este instrumento, al cual atribuyen gran antigüedad, es de hecho básicamente moderno»
«Cuando los escoceses se juntan para celebrar su identidad nacional, la afirman abiertamente a través de un "kilt", tejido en un tartán con los colores de su clan, y de una gaita. Este instrumento, al cual atribuyen gran antigüedad, es de hecho básicamente moderno. Su uso se desarrolló mucho después de la Unión con Inglaterra como símbolo de protesta», explica Hugh Trevor-Roper en el citado libro sobre la importancia que cobró el pasado celta de Escocia. Así, lo que era un instrumento rudimentario asociada como signo de barbarie por la mayoría de los escoceses y reservado a los «highlanders» (nobles escoceses de tradición celta) ha terminado por convertirse en el símbolo nacional por excelencia.

Pero el uso del «kilt», cuya forma actual también es de reciente creación, y de la gaita son la punta del iceberg en un proceso que ha colocado a los «highlanders», para nada representativos ni protagonistas de la historia de Escocia, como los supuestos padres de la nación escocesa. De hecho, los «highlanders» del norte de Escocia estaban considerados por la mayoría de la población como un apéndice de las tradiciones celtas de los irlandeses y su literatura era una copia de la Irlanda gaélica. Fue a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX cuando apareció una corriente pseudo histórica, repleta de personajes entre el folclore y el fraude, que se apropió de la cultura irlandesa y reescribió la historia de Escocia otorgando a los «highlanders» un papel clave. De la noche a la mañana, el incipiente nacionalismo proclamó que la Escocia celta era la «nación madre» e Irlanda su dependencia cultural.

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El Lago Ness, en las Tierras Altas escocesas.
El caso del nacionalismo catalán tiene muchas similitudes con Escocia, pero fue desarrollado de forma más tardía. Muchos años después de la Guerra de Sucesión, el periodista Salvador Sanpere i Miquelescribió a finales del siglo XIX, coincidiendo con el desastre del 98, el libro «Fin de la nación catalana» que sentó las bases para crear el mito moderno sobre el asedio de Barcelona de 1714. No en vano, Salvador Sanpere i Miquel bebía en su texto de la literatura romántica que los exiliados de 1714 habían dejado escrita y presentaba a Cataluña como una nación agredida en la Guerra de Sucesión.

En palabras del hispanista Henry Kamen dentro de su libro «España y Cataluña: historia de una pasión», «sin ningún criterio, los catalanes se presentaron como defensores unívocos de la libertad contra las fuerzas militares foráneas». Eso a pesar de que una parte sustancial de la población en Cataluña, cerca de la mitad, apoyaba a Felipe V y que, además, los rebeldes fueran firmes partidarios de la unidad de España, que ellos entendían que representaba el reconocimiento de otro rey –el que hubiera sido Carlos III– y de unas comunidades autónomas que preservaran sus constituciones históricas.
https://www.abc.es/historia/abci-co...-no-baviera-escocia-201903210128_noticia.html
 
De Blas de Lezo a Elcano: así son los marinos españoles que olvida el nacionalismo vasco
Con los Reyes Católicos y la llegada de los Austrias, los retos navales de los españoles se hicieron globales, lo que no achantó lo más mínimo a los vascos, enorme cantera para los oficiales de este imperio
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César Cervera@C_Cervera_M
Actualizado:22/03/2019 02:17h
1El PSOE rechaza la llegada del portaaviones Juan Carlos I a Guecho

Cada vez que la Armada española realiza maniobras que requieren atracar en puertos del País Vasco, se suceden las quejas de políticos nacionalistas contra la presencia de estos buques. El último ejemplo de ello ha ocurrido en el Ayuntamiento de Getxo (Vizcaya), donde los concejales de Bildu, Guk y PNV (al frente del Consistorio) elevaron sus quejas por la presencia del portaaeronaves «Juan Carlos I» en el puerto para realizar maniobras militares en el área del Golfo de Vizcaya. Lo excepcional de este caso es que a la protesta se han sumado dos concejales del PSOE vasco, que gobierna en España y dirige precisamente el Ministerio de Defensa...

Una larga tradición marinera
Si hay una región de España especialmente vinculada a la historia y desarrollo de la Armada española esa es, sin duda, la vasca. Aunque los nacionalistas no tengan interés en reivindicarlo, ninguna otra comunidad española ha dado a la Marina hispánica tantos oficiales ilustres para la defensa de las costas españolas. Entre los hombres más destacados en la historia del País Vasco y, por ello, de España, se encuentran nombres como Juan de Lezcano, Juan de Garay, Francisco de Argañaraz y Murguía, Juan Sebastián Elcano, Alonso de Salazar, Miguel López de Legazpi, Andrés de Urdaneta, Miguel y Antonio de Oquendo, Juan Martínez de Recalde, Pedro de Zubiaur, Lorenzo de Ugalde y Orella, Antonio Gaztañeta Iturribalzaga, Blas de Lezo y Olabarrieta, José de Mazarredo Salazar, Ignacio María de Álava, José Justo Salcedo, José Gardoqui Jarabeitia, Agustín de Iturriaga, Anselmo Gomendio, Bruno de Heceta, Cosme Damián Churruca o José Joaquín Ferrer y Cafranga, entre una infinidad de vascos dedicados en cuerpo y alma a la Armada.

Por su íntima relación con la mar y lo complejo de la navegación en la costa cantábrica, los vascos se convirtieron en la Edad Media en un pueblo de pescadores y expertos en navegación. El historiador Fernand Braudel hablando del Golfo de Vizcaya lo consideraba particularmente peligroso por sus fuertes marejadas: «Atravesar el golfo supuso indudablemente, durante siglos, un aprendizaje para la dura navegación en alta mar». La presencia de balleneros vascos en los rincones más insospechables del Mare Tenebrosum ilustra hasta qué grado alcanza la audacia de este pueblo español. Dentro de la Corona de Castilla, los marinos vascos sirvieron de base, junto a cántabros y gallegos, para cimentar el poder naval de este reino. Así lo demostró la escuadra castellana que participó en la batalla de La Rochelle (1372) y en las incursiones de Ambrosio Bocanegra por el Támesis, hechos que se enmarcan en la Guerra de los 100 años y que anticiparon la pujanza española vía marítima.

los Reyes Católicos y la llegada de los Austrias, los retos navales de los españoles se hicieron globales, lo que no achantó lo más mínimo a los vascos. Isabel y Fernando salvaguardaron en Borgoña e Inglaterra los privilegios de navegación y libre comercio de los marinos vascos en sus aguas, convencidos de que ayudar a estos empresarios era la mejor manera de impulsar la economía española. A excepción de las batallas mediterráneas, resulta difícil no hallar a algún oficial vasco destacado en los combates con los que el Imperio español se hizo con el dominio de los mares en el Atlántico y el Pacífico.

Aún hoy, muchos historiadores se preguntan qué hubiera sido de la Grande y Felicisima Armada enviada por Felipe II contra Inglaterra si su almirante, el Duque de Medina Sidonia, hubiera hecho más caso a los viejos oficiales de Álvaro de Bazán, entre ellos Recalde y Oquendo, vascos de pura cepa, y menos a Diego Flores de Valdés, con el que iba embarcado el noble andaluz. No en vano, las victorias del vizcaíno Pedro de Zubiaur, que dio sendos zarpazos a los ingleses en ese mismo conflicto, recuerdan que la hegemonía española sobrevivió bastantes años a aquel episodio oscuro que los británicos han venido llamando la «Armada Invencible».

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Derrota de la armada invencible, pintura de Philippe-Jacques de Loutherbourg (1796)
Con el primero de los Borbones, los vascos siguieron siendo un activo en el engranaje naval del imperio dado su carácter laborioso, leal y resistente a las penalidades. De la mano de las reformas de José Patiño Rosales, los astilleros vascos crecieron en volumen, al mismo tiempo que los hacía el número de voluntarios vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses que quería ingresar en la recién creada Escuela de Guardiamarinas, auténtica cantera para la oficialidad española. En su libro «Indomables del mar: Marinos de guerra vascos en el siglo XVIII», Enrique de Sendagorta calcula que de los 181 aspirantes de la primera promoción de guardiamarinas 39 fueros vascos. El País Vasco siguió siendo en el siglo XVIII y XIX un caladero de gentes del mar para la defensa de aquel imperio que se desparramaba por cuatro continentes.

Del Pacífico a América
Por destacar cuatro nombres que definen los vínculos amplios del País Vasco y la Armada:

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-Juan Sebastián Elcano nació en Guetaria (Guipúzcoa) en el seno de una familia de pescadores acomodados. Fue pescador desde su adolescencia y llegó a tener una nave de 200 toneles, con la que sirvió en la flota marítima que auxilió al Gran Capitán en las campañas de Italia, así como en las operaciones realizadas por el Cardenal Cisneros contra varias plazas del Norte de África. No obstante, su nombre alcanzó la inmortalidad al participar en el intento de Magallanes de alcanzar las Islas Molucas a través del Pacífico.

El marino vasco finalizó al frente de 12 hombres la primera circunnavegación a la tierra entre 1519 y 1522, tras haber muerto en Filipinas Magallanes y la casi totalidad de la flota. No conforme con su gesta, que ningún país logró emular hasta sesenta años después, pidió permiso para enrolarse en una nueva expedición al Pacífico junto a García Jofre de Loaysa. Ambos murieron durante la travesía, sin ser capaces de dar con un tornaviajes para regresar a América desde el Pacífico. Porque ir hasta allí era relativamente fácil, pero regresar fue un infierno hasta que otro vasco, Andrés de Urdaneta, halló un tornaviajes aprovechando ciertas corrientes de este peligroso océano.

-El hidalgo Miguel López de Legazpi, nacido en la localidad guipuzcoana de Zumárraga, ocupó diversos cargos en la administración del virreinato de Nueva España (escribano Mayor en 1551, Alcalde Mayor de la ciudad de México en 1559…) y en la Casa de la Moneda, hasta que inició la aventura de su vida. En 1565, Miguel López de Legazpi y Andrés de Urdaneta hallaron una travesía viable a través de la corriente de Kuro-Shiwo para conectar Asia con América a través de el Pacífico. Con cinco naves y unos 350 hombres, el intrépido Legazpi atravesó el Pacífico en 93 días y pasó de largo por el archipiélago de las Marianas. El 22 de enero desembarcaron en la isla de Guam, conocida como la Isla de los Ladrones, y desde allí saltaron a la conquista de Filipinas.

En nombre de la Corona Española, el navegante vasco tomó posesión de varias de las islas y fundó la ciudad de Cebú (1565), la primera piedra para la colonización de las Filipinas. Como Cortés en México o Pizarro en Perú, Legazpi se valió de la enemistad entre tribus para medrar terreno y unificar por primera vez en su historia este archipiélago de gran diversidad. Urdaneta, por su parte, logró el anhelado «tornaviaje» hacia México a través de la corriente de Kuro-Shiwo, lo que permitió abrir una ruta comercial, conocida como el Galeón de Manila, entre Acapulco y el Archipiélago de las Filipinas.

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-Blas de Lezo y Olavarrieta nació en el seno de una familia de la pequeña nobleza guipuzcoana. En 1702 ingresó como guardiamarina en la Armada Francesa, básicamente porque las marinas de guerra española y francesa habían sido unidas tras la llegada al trono de España de Felipe V. Su primera acción de guerra fue la batalla naval de Vélez Málaga (24 de agosto de 1704), donde una bala de cañón le arrancó la pierna izquierda por debajo de la rodilla. En otra acción contra navíos de la Armada de Saboya, perdió la visión del ojo izquierdo por una herida. En 1714, durante el asedio a Barcelona, otro proyectil le dejó inútil el brazo derecho. Con apenas veintiséis años, Blas de Lezo era ya cojo, tuerto y manco, pero su carrera como oficial estaba disparada.

En calidad de teniente general de la Armada, encabezó en 1714, junto con el virrey Sebastián de Eslava, la defensa de Cartagena de Indias frente a la la mayor flota inglesa que había cruzado hasta entonces el Atlántico. 8 navíos de tres puentes, 28 navíos de línea, 12 fragatas, 130 naves de transporte y 2 bombardas, gobernada por una tripulación de unos 15.000 hombres, frente a la cual Lezo podía recurrir únicamente a seis navíos y a una fuerza terrestre de la que solo un millar de hombres eran soldados profesionales. La derrota de la flota británica, contra todo pronóstico, evitó la pérdida de una plaza considerada la llave para entrar en América. Con todo, la muerte de Lezo meses después del asedio y su caída en desgracia en la corte condenaron su memoria al olvido durante siglos. Al menos, sus descendientes lograron rehabilitar su figura y las mercedes que le correspondían con el cambio de reinado.

-Cosme Damián Churruca y Elorza (1761-1805) fue un marino, militar y científico de la que es probablemente la mejor generación de la Armada española. Nacido en Motrico (Guipúzcoa), surcó los mares desde los 15 años en buques españoles. Tras formarse en la Escuela Naval de El Ferrol, intervino muy joven en el cuarto sitio español de Gibraltar (1782), que terminó en fracaso como los anteriores. Luego participó en una expedición geográfica por el estrecho de Magallanes y pasó una temporada en el observatorio de Cádiz. En 1792 dirigió otra expedición geográfica, esta vez a las costas de Norteamérica y las Antillas, en donde levantó valiosos mapas. Durante la batalla de Trafalgar era el capitán del «San Juan Nepomuceno» (74 cañones), el cual se llegó a enfrentar hasta contra seis enemigos a la vez en el flanco izquierdo de la formación por la mala estrategia de Villeneuve y el acierto de Nelson. Heroico hasta el final, Churruca siguió al frente de su buque después de que una bala de cañón le arrancara la pierna. Murió en la batalla.
https://www.abc.es/historia/abci-bl...-nacionalismo-vasco-201903220217_noticia.html
 
El milenarismo ya llegó
Publicado por Javier Bilbao
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Coronación del emperador Otón III del Sacro Imperio Romano Germánico, Apocalipsis de Bamberg, Folio 59v ca. 1002. DP.

Este artículo fue publicado originalmente en nuestra revista Jot Down Smart número 20

Los medios de comunicación adoran las novedades y el cambio, pero saben también que son fundamentales ciertas rutinas para reconfortar al público mostrándole que, a pesar de todo, el mundo tiene un orden. Nuestro equilibrio psíquico requiere que al asomarnos cada día a ver lo que pasa ahí fuera constatemos que si es invierno hará frío, y entonces queremos noticias que nos cuenten que hace eso, frío, y que sí Pérez-Reverte ha creado una nueva polémica es por haber dicho algo característico de Pérez-Reverte. Imagínense que un día hace una declaración propia de Willy Toledo, eso nos desconcertaría, no estaría nada bien por su parte.

En ese paisaje mediático el ilustre científico Stephen Hawking ha adquirido entidad propia y si mañana se descolgase afirmando que nos espera un futuro luminoso al que abrazar esperanzados, cualquier persona razonable no debería hacer otra cosa que entrar en pánico y correr en círculos con los brazos arriba ante semejante ruptura del orden establecido: durante los últimos años ha pronosticado que una pandemia exterminará a la humanidad, que sufriremos una guerra nuclear, que el cambio climático destruirá la civilización, que si entramos en contacto con extraterrestres nos tocará el papel de indígenas, que el bosón de Higgs podría generar alguna reacción en cadena cuántica enloquecida que aniquilará el universo (no me pregunten detalles, él sabe explicarlo mejor) y también que un ordenador que tomase conciencia de sí mismo llegaría a rebelarse contra sus creadores, aunque aquí ya empezamos a sospechar que lo que empieza a contarnos en cada conferencia es la película que ha visto la noche anterior. La cuestión es que, sea de una u otra forma, nos quiere ver muertos a todos, ¿cómo puede caber en ese endeble pecho un corazón tan negro?

En realidad si nos cuenta todo eso es porque sabe que encontrará un público receptivo, no es cosa suya sino nuestra prestar tanta atención a las profecías apocalípticas. Podemos perdernos los cinco primeros minutos de una película, pero no soportamos quedarnos sin los cinco últimos, así que, si el mundo va a acabar —y nuestra experiencia nos hace intuir que todo tiene un final—, entonces que sea mientras estamos en él y veamos lo que promete ser el espectáculo definitivo. La historia es eso mismo, una historia, y como toda narración debe tener un planteamiento, un nudo y un desenlace. De ahí que resulte inevitable que sintamos tanta impaciencia por saber de una vez por todas cómo concluirá la existencia de nuestra especie. Un anhelo que en Occidente se ha materializado en una doctrina, el milenarismo, si bien no es exclusiva del judeocristianismo y, dentro de este, tampoco se ha dado de forma homogénea, disgregándose en ramificaciones a lo largo de épocas y lugares tan variadas como la que estudió con tanto detalle el antropólogo Juan Aranzadi en su clásico Milenarismo vasco: Edad de Oro, etnia y nativismo.

Pero si tuviéramos que señalar una raíz la encontraríamos en el mesianismo judío nacionalista previo a la era cristiana, que, tras sucesivos fracasos políticos y militares, a la vista de que el mundo real se le resistía, cayó en cierta melancolía espiritual definida por Aranzadi como «sustitución del combate armado por el ascetismo purificador, predominio de la espera sobre la acción e idealización del Reino de Dios». Características de las que a continuación se apropiaron los primeros seguidores de Jesús, pues eso les permitía interpretar el aparente fracaso que supuso su crucifixión como simplemente la primera etapa, siendo la siguiente su resurrección y segunda venida. Él mismo, cuando estaba con sus discípulos en el Monte de los Olivos durante su última semana de vida, ya lanzó una espeluznante profecía: «Y Jesús les dijo: “¿No veis todo esto? En verdad os digo: no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. (…) porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores. Entonces os entregarán para ser atribulados, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre (…) Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin (…) E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”». (Mt 24: 2-29). Suena estremecedor, solo falta que además se caiga la conexión de internet y no podamos comentarlo por las redes sociales.

Una descripción tan vívida y generosa en efectos especiales no es de extrañar que cautivase a uno de sus discípulos, Juan, a quien la tradición atribuye la escritura del último libro del Nuevo Testamento, titulado precisamente Apocalipsis. En él contaba que mil años después Satanás sería liberado de la prisión en que se encontraba para enfrentarse contra Cristo en su Segunda Venida, se formaría un inmenso ejército maligno al mando de Gog y Magog que sería arrasado por una lluvia de fuego que caería del cielo y entonces tendría lugar el Juicio Final, momento en el que los muertos resucitarían para ser juzgados, siendo unos enviados al paraíso y otros arrojados a un lago de azufre y fuego. Ese periodo anunciado de mil años será lo que dé origen por tanto al milenarismo, la creencia en la literalidad de estos augurios.

Visto desde la perspectiva actual, es lógico suponer entonces que en el año 1000 de nuestra era muchos temieran estar a punto de presenciar el fin del mundo. Se trata de un cliché bastante inexacto, pero demasiado sugerente como para que eso importase: entre la realidad y el mito el segundo suele imponerse en cuanto le dan suficiente tiempo. El monje Johannes Trithemius, a comienzos del siglo XVI, fue el primero en popularizar esa imagen: «En ese año un terrible cometa apareció, que aterrorizó a muchos que temieron la inminencia de los últimos días, en la medida en que había sido predicho por algunos a partir de un cálculo erróneo, que el mundo visible terminaría en el año del Señor 1000». Desde entonces la idea no dejó de circular, quizá porque el temor que nos despierta el fin del mundo es comparable a la risa que nos provocan aquellos que lo temieron en vano previamente, y alcanzó su apogeo en la última década del siglo XX, en la que se repetía con insistencia aquella imagen de campesinos medievales aterrorizados por sus creencias religiosas, al tiempo que se auguraba aquel «efecto 2000» en los ordenadores que quedó en nada.

Lo cierto es que a finales del primer milenio los calendarios estaban al alcance de muy pocos y ni siquiera existía consenso sobre la fecha en la que se materializaría dicho augurio, de manera que no puede afirmarse con rotundidad que hubiera una mayor expectación apocalíptica de la ya extendida en decenios y siglos tanto previos como posteriores a esa fecha en concreto. No se les puede culpar, fueron tiempos de enormes incertidumbres en los que cayeron y se erigieron imperios, y si el orden social se desmoronaba solo podía ser obra de un Satanás por fin liberado de su prisión. Los vikingos asolaban los enclaves cristianos al oeste del continente europeo, los musulmanes habían conquistado buena parte de la península ibérica y las feroces tribus húngaras atacaban por el este. Los corsarios árabes asediaban a las poblaciones mediterráneas para cometer secuestros con los que alimentar un enorme mercado de esclavos y los castillos que empezaron a proliferar en torno al siglo X hacían invulnerables a los señores ante el campesinado, al que podían someter de forma casi ilimitada gracias a sus despiadados mercenarios a caballo, quienes con el tiempo terminarían elevando su posición social y ajustando su comportamiento a un código moral que los transformaría en caballeros… pero esa es otra historia.

Ningún territorio, extracto social o institución parecía a salvo de la descomposición, el caos y, en definitiva, el influjo diabólico. Menos aún la Iglesia, pues al menos en su cúspide no abundaba precisamente la santidad: en el año 955 un adolescente fue elegido para la máxima responsabilidad bajo el nombre de Juan XII, también conocido como «el Papa Fornicario», lo cual nos da cierta idea de sus costumbres. Carente del menor interés por la espiritualidad o la liturgia, no había depravación que no practicara o que se rumoreara sobre él, desde convertir su palacio en un prostíbulo, a castrar curas o brindar por el demonio. Su muerte estuvo a la altura de su fama, ya que se le atribuye según una versión una apoplejía en pleno acto de adulterio, aunque otras dicen que fue asesinado por un marido cornudo. Mientras tanto, a los campesinos solo les quedaba la clemencia de los monasterios y, en realidad para muchos de ellos, la esperanza de que efectivamente se acabara el mundo y con él sus calamidades. De forma paradójica, o tal vez no, el emperador al frente del Sacro Imperio Romano Germánico durante la transición de un milenio al siguiente, Otón III, resultó ser un joven excepcionalmente devoto, consciente de su deber de redimir tanto su propia figura como su época. Ya durante su coronación en el 996 portó a sus espaldas una capa con escenas del Apocalipsis de Juan, y según un cronista de la época de nombre Tietmaro de Merseburgo: «en el interior de su conciencia sufría el peso de las numerosas fechorías de las que, en el silencio de la noche, trataba de expiarse sin cesar mediante vigilias, intensas oraciones y ríos de lágrimas». Y es que no le faltaron buenos maestros, como el monje Adalberto, del que se decía que podía detener el croar de las ranas cuando se ponía a rezar. No es un superpoder como para formar parte de los Vengadores o los X-Men, pero al menos es original.

También llamó mucho su atención un anciano anacoreta llamado Nilo, que se acercó a él pidiendo clemencia por el antipapa Filagato, a quien para entonces ya se le habían cortado la lengua, los labios y la nariz, y se le habían sacado los ojos, maldiciendo al papa y al mismo emperador si no eran capaces de darle el perdón. Otón III debió quedar impresionado por el atrevimiento de Nilo, que se convirtió en puro terror religioso cuando el papa murió al año siguiente, en el 999. Claramente era una señal. Así que partió en búsqueda del anacoreta en un viaje de penitencia en el que se detuvo en cada templo de su camino para entrar descalzo en él, hasta que finalmente se presentó frente al anciano, se arrodilló ante él y se quitó la corona. O eso afirmaban las crónicas, en un gesto realmente insólito para alguien de su poder. Hubo además una tercera figura religiosa inspiradora para el emperador, un ermitaño llamado Romualdo, del que se decía que tenía la piel de color verde debido al tiempo que había permanecido sumergido en una ciénaga. Irradiaba tal santidad que a punto estuvo de ser asesinado por el populacho para obtener reliquias de su cuerpo, aunque logró librarse fingiendo locura. Lo cual suponemos que no le debió costar mucho esfuerzo. A él le confesó Otón III su íntima convicción de enmendar todo lo que estuviera mal en su imperio, ir en viaje de peregrinación a Jerusalén y abdicar de su corona ante Cristo, quien debía gobernar en su Segunda Venida. Pero a comienzos del 1002, cuando apenas tenía veintiún años, una enfermedad le arrebató la vida impidiéndole cumplir su promesa. Ubicado en el epicentro del cambio del milenio y del temor milenarista como ningún otro, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico desconocemos si en su agonía se reconfortó o se atormentó pensando en la salvación y en las visiones apocalípticas que le acompañaron desde su coronación. Tal vez todos esos augurios fueran infundados o puede que su piadosa intercesión ante la divinidad logrará una prórroga para la humanidad, de tal forma que la verdadera profecía sobre el fin del mundo habría de llegar mucho tiempo después, en el siguiente milenio, mediante una voz robótica controlada por un físico en silla de ruedas.
https://www.jotdown.es/2019/03/el-milenarismo/
 
Así castigó la Segunda República a la prensa libre: «Ni con Primo de Rivera fue tan dura»
Lejos del supuesto paraíso de libertades de este régimen democrático entre 1931 y 1936, abundaron las amenazas a periodistas, las multas a órganos de prensa y los cierres de muchas cabeceras importantes como ABC
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«La suspensión gubernativa de ABC ha durado nada menos que tres meses y medio, ¡quince semanas! Ni en los tiempos de Calomarde, ni en los de Narváez, ni en los de Primo de Rivera... Durante todos los gobiernos de seis reinados y de dos repúblicas se aplicó jamás a un periódico una sanción gubernativa tan dura sin justificación legal».Este editorial del 30 de noviembre de 1932 era la respuesta de este diario a uno de los golpes más duros que ha recibido la libertad de prensa durante el siglo XX: la suspensión e incautación de más de 100 publicaciones, de un solo golpe y en un solo día, por parte delGobierno de Azaña tras la sublevación del general Sanjurjo.

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Portada del 15 de octubre de 1935- ABC
La medida no era ni la primera ni la última de las que se establecieron durante la Segunda República contra los periódicos que alzaron la voz contra el nuevo régimen. Más allá del paraíso de libertad de expresión que se supone para un sistema democrático y constitucional, lo cierto es que el régimen establecido el 14 de abril de 1931 estuvo plagado de amenazas a periodistas por parte de las instituciones públicas, multas económicas a los órganos de prensa que no eran afines al Ejecutivo, cierres por semanas de cabeceras importantes, secuestro de ejemplares, encarcelamiento de directores, censura previa y actuaciones de todo tipo que rozaban a veces el absurdo. Y eso que España acababa de salir de una dictadura, la de Primo de Rivera.

En Ávila, por ejemplo, un diario fue sancionado por reclamar que la entrada a los museos fuera gratuita los domingos, lo que fue considerado como una «campaña contra la República». ABC fue censurado y multado en varias ocasiones por defender sus ideas: «Seguimos y permaneceremos donde estábamos: con la Monarquía constitucional y parlamentaria, con la libertad, el orden, el derecho…», aseguraba el histórico editorial del 15 de abril de 1931. Y después otros muchos diarios comenzaron a alzarse contra este flagrante ataque contra la libertad de expresión.

Blanco y Negro» y otras cabeceras como «La Ribera Deportiva», «El Fusil» o «El Siglo Futuro» fueron reprimidos de una forma u otra. Da igual la tendencia, todos eran susceptibles de atentar contra el orden establecido y todos sufrieron la mano censora del régimen.

Aunque la «Ley de Defensa de la República» y la «Ley de Orden Público» de octubre de 1932 han sido consideradas impropias de un sistema democrático por muchos historiadores, lo cierto es que yaNiceto Alcalá-Zamora había arremetido antes contra la prensa. La primera, en mayo de ese años, después de que la Guardia Civilreprimiera una manifestación anarquista en la que murieron ocho personas. A raíz de aquello, las autoridades se dedicaron a amenazar a los periódicos con su cierre si contaban la noticia.

Las leyes anteriores endurecieron estas medidas y nuevos periódicos fueron censurados. El ministro de Gobernación, Casares Quiroga, trató de tranquilizar a los periodistas y llegó a reunirse con ellos para prometerles que el Gobierno respetaría la libertad de crítica en los medios de comunicación. Pero un mes más tarde ABC era multado con 1.000 pesetas y sufría una nueva suspensión de tres días. «Yo no hubiera querido sancionar a la prensa –dijo Quiroga–, pero ante los ataques a las Cortes Constituyentes, que tienen que merecer el máximo respecto, he tenido que obrar en la forma que he dicho».

Muchos expertos han coincidido en que hasta su anulación, en 1933, la «Ley de Defensa de la República» era impropia de un sistema democrático. Sobre todo cuando la constitución de entonces decía: «Toda persona tiene derecho a emitir libremente sus ideas y opiniones, valiéndose de cualquier medio de difusión y sin sujetarse a la censura previa».

Dificultades para publicar
Los diarios católicos, monárquicos y antirrepublicanos encontraron muchas dificultades para salir a la calle o reaparecer tras una suspensión en la primera etapa de este periodo republicano. Y lo mismo ocurrió después con las cabeceras de tendencia contraria tras la victoria del centro-derecha en las elecciones de noviembre de 1933.

Para hacerse una idea, la primera suspensión e incautación de ABC, el 10 de mayo de 1931, después de que su director, Juan Ignacio Luca de Tena, acudiera a una reunión en el Círculo Monárquico Independiente, le costó al periódico más de 830.000 pesetas. Y la suspensión de tres meses y medio en 1932, casi 2.400.000 pesetas de la época, pues los 837 obreros, 67 redactores y 81 empleados que tenía en aquel entonces este diario continuaron cobrando sus sueldos.

Las protestas crecieron e incluso se llegó a crear una « Liga Defensora de la Libertad de Prensa» a la que pronto se adhirieron más de 100 cabeceras, pero las suspensiones no se detuvieron: «El Día», «Easo», «La Constancia», «El Diario de Navarra»… Y con la nueva « Ley de Orden Público», en 1933, las cosas no fueron muy diferentes. La derecha cayó en los mismos abusos, con la única diferencia de que ahora eran los periódicos del otro sector político los que sufrían la arbitrariedad.

Seis años de continuas batallas entre la prensa y el Gobierno que resultan paradójicas si tenemos en cuenta que la mayoría de los ministros había dirigido algún diario en los años precedentes, cuando se inició la Segunda República. Por ello que la «República de periodistas», como la calificaron muchos, haya sido considerada por muchos como la historia de una oportunidad perdida.
https://www.abc.es/historia/abci-segunda-republica-azote-prensa-libre-201807301704_noticia.html
 
Scaeva: el secreto de los gladiadores más letales de Roma para aniquilar a sus enemigos
La mayoría de «ludus» romanos contaban con dos luchados zurdos porque su forma de combatir desconcertaba a los contrarios y les otorgaba ventaja en la arena
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Manuel P. Villatoro@ABC_Historia
Actualizado:22/03/2019 08:09h
3Los secretos de la dieta que convertía a los gladiadores romanos en máquinas de matar

Los gladiadores eran las estrellas de laAntigua Roma. Sus combates eran capaces de llenar desde modestos anfiteatros, hasta gigantescos edificios como el popular Coliseo que todavía hoy puede visitarse. La leyenda que gira en torno a ellos ha sido sin embargo exacerbada por el cine y la literatura. El ideal romántico les muestra como unos feroces guerreros que luchaban hasta la muerte jaleados por los entrenadores. Un error fatal, pues el coste que suponía su adiestramiento hacía que apenas fallecieran en la arena un 20%. Por el contrario, la realidad es que formaban parte de un espectáculo en el que no primaba la sangre, sino demostrar la destreza y la habilidad ante el público.

Estudiosos como el doctor en Historia Alfonso Mañas (autor de «Gladiadores. El gran espectáculo de Roma») definen el «combate gladiatorio» como «uno de los deportes de la Antigüedad». Una suerte de fútbol del Imperio Romano en el que el entrenamiento era clave para derrotar al contrario. Y en este espectáculo había ciertas «superestrellas». Hombres que eran mejor considerados que el resto gracias a una casualidad provista por el destino: su capacidad para usar la mano izquierda en la lucha. «Si el individuo era zurdo (“scaeva”) se le estimaba mucho más debido a que la mayoría de competidores eran diestros y […] estos se sentían desconcertados durante el enfrentamiento», explica el experto en la mencionada obra.

Tal era su reconocimiento y su fama, que en los carteles de la época solía especificarse si el luchador era zurdo. Y otro tanto ocurría con los protagonistas de este espectáculo, quienes presumían de su condición e, incluso, hacían grabar esa característica en su epitafio. El mismo emperador Lucio Aurelio Cómodo Antonino (famoso por combatir en los anfiteatros como un gladiador más) solía insistir en su condición de «scaeva» y adoraba que esta se señalara en las inscripciones de las estatuas que se erigían en su honor. Mañas explica en su obra que, en definitiva, estos hombres tenían una fama casi legendaria dentro y fuera de la arena e incide en que obligaban a sus contrincantes diestros a aprender a luchar con ambas manos para partir en igualdad de condiciones.

Los olvidados de Roma», en la que confirma que no era extraño que los «hombres libres» decidieran formar parte de la familia gladiatoria.

Una vez en la arena del «ludus», aquellos desgraciados recibían una espada roma de madera y pasaban por varias pruebas en las que se analizaban sus capacidades. En este primer punto no se prestaba especial atención a la mano con la que combatieran, sino más bien a si podían ofrecer o no un buen espectáculo en la arena. Se estudiaban su velocidad, sus capacidades físicas, su agilidad... y un largo etc. Si demostraba no ser demasiado ducho en el arte de la lucha, el aspirante era enviado a los «gragarii», grupos grandes que combatían en conjunto para suplir su torpeza. En caso contrario se le mandaba a aprender el oficio de verdad. Si era más robusto, a las armas pesadas y, si era más liviano, a las ligeras.

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Representación de un gladiador que acaba de vencer a su oponente
El soldado capaz era conocido a partir de entonces como «tiro» o «novicius» (condición que no perdía hasta superar su primer combate) y pasaba a ser entrenado por dos personajes. El primero era el «doctor», un gladiador retirado que había destacado en la arena en un tipo determinado de lucha y que instruía a sus pupilos a nivel teórico debido a su avanzada edad. El segundo era el «magister», un veterano de los anfiteatros más joven que no tenía problemas a la hora de enfrentarse a los reclutas y mostrarles, de primera mano, las mejores técnicas para derrotar a sus enemigos. A continuación, el aspirante combatía (con armas romas, eso sí) contra sus compañeros para empezar a curtirse. El mismo César hizo referencia a esta estructura en uno de sus múltiples escritos: «El lanista hacía a los gladiadores entrenar a los tirones».

«Los jóvenes aprendían de los más veteranos, y sentían verdadero respeto y admiración por los doctores -auténticos supervivientes y antiguas estrellas de la gladiatura-. Probablemente también admiraban al lanista, si este había comenzado como gladiador, pues representaba el triunfo del gladiador, de lo que este podía llegar a ser en la vida (i.e. un empresario próspero). Los jóvenes aprendían de estos supervivientes de la arena sus técnicas y estrategias, y también oían de ellos las leyendas e historias del oficio, los relatos de las vidas de los gladiadores famosos», completa Muñoz en su obra. En todo caso, la clave durante esta etapa era averiguar qué tipo de arma era más adecuada para cada combatiente y descubrir algo igual de importante: si era zurdo o no.

Peligrosos y desconcertantes
La mayor parte de los autores coincide en que, durante este proceso inicial de selección y primeros golpes de espada, se prestaba especial atención a los combatientes zurdos. Mañas (cuya tesis doctoral versó sobre las luchas en la arena) afirma en su obra que a estos hombres se les estimaba mucho más en los «ludus» por su capacidad para desconcertar al rival. «Es algo similar a lo que sucede hoy en el tenis o en los deportes de combate actuales (boxeo, lucha, esgrima etc.)», desvela. En sus palabras, el «scaeva» tenía una doble ventaja: estaba acostumbrado a combatir contra enemigos diestros (pues entrenaba para ello a diario) y manejaba el arma principal con la mano siniestra, algo fuera de lo común para el rival.

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Relieve mostrando un combate entre un secutor y un reciario.
«Cuando se medían al zurdo todo el esquema de la lucha era inverso, debido a lo cual se sentían desconcertados. Mientras, el zurdo no tenía ningún problema en enfrentarse contra el diestro ya que con ellos era con los que combatía y entrenaba siempre», explica el autor en su obra. En sus palabras, la única dificultad que podía tener un «scaeva» era plantar cara a otro gladiador con su misma condición (evento que era conocido como «scaeva pugna»). No obstante, este problema solía ser solventado mediante el «fichaje» (si es que se puede llamar así) de un segundo zurdo para que ambos se adiestraran juntos.

El mismo jurista Domicio Ulpiano (quien vivió entre los siglos II y III) dejó constancia en sus escritos de que los gladiadores zurdos gozaban de ventaja con respecto al resto. Según explicó, podían distraer al enemigo con su mano poco hábil mientras preparaban el verdadero golpe con la contraria. Séneca el Viejo fue de la misma opinión. En sus obras insistió en que enfrentarse a un combatiente que luchaba «de una forma invertida» era «digno de mención» y una proeza.

«Su ventaja era, al final, más psicológica que física»
El profesor Roger Dunkle es uno de los que ha analizado pormenorizadamente (y en base a los textos de la época) las ventajas que podía tener un gladiador zurdo en un combate en singular. Según explica en su obra « Gladiators: Violence and Spectacle in Ancient Rome», el «scaeva» podía lanzar sus golpes directamente contra el brazo del enemigo, su torso o su flanco descubierto; lo que impedía a este último cubrirse con el escudo (en el caso de que lo portara). En sus palabras, en principio esta forma de luchar podría parecer igual de molesta para nuestros protagonistas, pero la diferencia es que ellos ya llevaban muchas horas de entrenamiento combatiendo de esta guisa. A su vez, el autor afirma que estos combatientes «causaban auténtico pavor entre sus oponentes». «Su ventaja era, al final, más psicológica que física», completa.

En su tesis doctoral (« Munera Gladiatoria: origen del deporte, espectáculo de masas»), Mañas compara la forma de luchar de un «Retiarius» diestro y uno zurdo. Este tipo de gladiador se caracterizaba por combatir sin escudo ni armadura. Sus armas eran un tridente y una daga (que solía portar en la mano izquierda) y una red que llevaba en la extremidad hábil (en este caso, la derecha) y que lanzaba contra el rival para atraparle. Los retiarios «scaeva» suponían un verdadero peligro para sus contrarios debido a que arrojaban la malla desde un ángulo diferente a sus compañeros, lo que se traducía en una ruptura total de esquemas y obligaba al enemigo a estar atento, en todo momento, a sus movimientos.

Orgullosos
A pesar de que los gladiadores más destacados y famosos aprendieron a combatir con las dos manos para tratar de paliar esta desventaja, enfrentarse a un zurdo les suponía un esfuerzo extra. A su vez, los «scaeva» no solo eran peligrosos y desconcertantes, sino que también gozaban del apoyo del público. En palabras de Mañas, eran figuras míticas y casi legendarias que se enorgullecían de su condición. La misma que, siglos después, sería considerada herética. El emperador Cómodo, por poner un ejemplo, usaba la mano siniestra en los combate y le encantaba recordarlo una y otra vez a sus amigos y conocidos.

Así lo corrobora el doctor en Historia Juan Antonio Jiménez Sánchez en su tesis doctoral «Poder imperial y espectáculos en Occidente durante la Antigüedad tardía»: «Cómodo era zurdo y combatía con la mano izquierda, lo que le convertía en un temible adversario». Y otro tanto sucede con los escritos de Dion Casio, quien también dejó constancia de la insistencia del emperador en recordar su capacidad para combatir con la siniestra: «Él sujetaba el escudo con la mano derecha y la espada de madera con la izquierda, y ciertamente se enorgullecía mucho del hecho de ser zurdo».

Según Muñoz, en la actualidad existen una infinidad de indicios que corroboran lo orgullosos que se sentían los «scaeva» por ser zurdos. La primera es que su mera participación en los juegos solía ser bien recibida por los espectadores. «Abundan las representaciones de “scaevae”, sobre todo en las pinturas y grafiti de Pompeya, lo que habla bien a las claras de su popularidad. Al parecer, la aparición sobre la arena de un gladiador zurdo ya era en sí misma una atracción lo suficientemente notable como para que el evento fuese recogido en un grafiti», afirma el experto en su extensa y documentada obra.

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Mosaico en el que se representa a varios gladiadores
Por otro lado, un ejemplo claro de la importancia que se le daba a su capacidad de luchar con la mano siniestra es que solían recibir motes relacionados con su condición. El apodo, concretamente, se adoptaba tras el primer combate y hacía referencia a las cualidades del gladiador. «De las 117 inscripciones referentes a gladiadores que se han encontrado en Roma, en 112 los gladiadores en ellas referidos presentan un único nombre o mote», desvela el autor. Entre ellos destacaban los que recordaban a héroes mitológicos («Hércules» o «Héctor»), pero también los que hacían referencia a que podían enfrentarse al enemigo con la izquierda («Scaeva»). Otro ejemplo es que uno de los contrincantes de Cómodo era llamado algo parecido a «Zurdito». Con todo, también era habitual que, en el caso de que se añadiese que era zurdo al lado del mote.

Para terminar, los gladiadores consideraban un privilegio de tal calibre ser zurdos que muchos incluían esta característica en sus epitafios. Para ellos era algo de lo que presumir incluso después de muertos. Así lo corroboran inscripciones como la siguiente: «D. M. Lyco lib., mur. scaev., pugna. IIII, fec. Longinas lib. contrarete fratri. b. m.» («A los dioses manes, Lyco , [hombre de clase] libre, murmillo, zurdo, 4 combates»). Y otro tanto ocurre con la siguiente, incluída en el libro de Knapp: «Severo, un hombre libre, ha luchado 13 veces. Albano “el zurdo”, también libre, luchó 19 veces y derrotó a Severo».
https://www.abc.es/historia/abci-sc...-aniquilar-enemigos-201903220217_noticia.html
 
El oscuro (y efectivo) plan de Stalin que llenó Europa de dictaduras comunistas tras la IIGM
A partir de 1945, los partidos comunistas de muchos países del viejo continente accedieron al poder por primera vez a base de pucherazos y golpes de Estados, con la inestimable ayuda de la URSS
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11La «bestia» nazi que aplastó a un gigantesco ejército alido con un único tanque

« La república, proclamada en Albania», titulaba ABC el 12 de enero de 1946. «Enver Hoxha es el Tito de Albania y ambos son hechuras de la Unión Soviética. Y puesto que Yugoslavia proclamó la república sin tener en cuenta los méritos de la dinastía Karageorgevich y la voluntad de millones de ciudadanos, la asamblea albanesa ha hecho lo mismo», explicaba después el artículo sobre estos países que, con apenas veinte días de diferencia, fueron los dos primeros en establecer regímenes comunistas bajo la órbita de la URSS una vez acabada la Segunda Guerra Mundial.

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Enver Hoxha
A Stalin se le había ocurrido la idea de formar un «cordón sanitario» con estados políticamente afines, y subordinados a las decisiones de Moscú, dos años antes, cuando sus tropas empezaron a extenderse por Europa Oriental tras el éxito de la «Operación Bagration». Esta, iniciada el 23 de Junio de 1944, fue la mayor ofensiva realizada por la Unión Soviética hasta la fecha. En Occidente nunca alcanzó la fama que merecía por ser coetánea al desembarco de Normandía, pero logró que laWehrmacht sufriera su mayor derrota de la guerra en menos de 6 semanas. Los nazis tuvieron, incluso, más bajas que en la batalla deStalingrado.

Aquella operación y los acuerdos al final de la contienda (Postdam y Yalta) supusieron una gran expansión territorial para los soviéticos. Stalin consiguió anexionarse –militar o políticamente– países como Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Bulgaria, Ucrania, Checoslovaquia, Finlandia, Hungría, Rumanía, partes de Alemania (Prusia Oriental) y hasta Manchuria y el norte de Corea. Antes, el antiguo imperio ruso se había limitado a zonas de la cultura eslava, pero después de la Segunda Guerra mundial, la URSS se expandió a una región mayor de Europa y en poco tiempo comenzó a intervenir en otras partes del mundo. Adquirió un perfil expansionista y pasó de ser una nación atrasada y a la defensiva con respecto a Occidente, a una potencia conquistadora que debía organizar nuevos territorios sobre los que nunca habían tenido un dominio de tal magnitud. Era el momento perfecto para poner en marcha la maquinaria roja con la que expandir su influencia e imponerse a Estados Unidos.

Hitler y mientras se estaban celebrando todavía los Juicios de Núremberg. No había tiempo que perder. Con la caída de los nazis, el terreno ya estaba abonado para que los partidos comunistas del resto de países empezaran su ascenso, con un empujoncito soviético y utilizando los medios que fueran necesarios.

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Josip Broz Tito
El guión que siguió Stalin para extender su influencia fue similar en todos ellos. Y tuvo que ser muy preciso, porque la mayoría de las formaciones comunistas y socialistas en aquellos países no eran todavía muy importantes. El Partido comunista rumano, por ejemplo, pasó de mil afiliados a más de un millón en tan solo cuatro años. En Albania, el Frente Democrático de Enver Hoxha, que estaba ya bajo la influencia de los bolcheviques, obtuvo una victoria electoral aplastante el 11 de enero de 1946, pero porque era el único partido que se presentó. Sin olvidar que su líder tenía el control del país hace tiempo como presidente de un gobierno provisional que se apresuró a centralizar la economía y realizar una reforma agraria antes de los comicios.

El caso de Yugoslavia fue parecido. La victoria militar sobre los nazis había supuesto un enorme éxito para Tito y los comunistas, que vieron reforzada su popularidad entre la población. La monarquía y los políticos que estaban en el poder antes de la guerra quedaron muy debilitados. En la elecciones de noviembre de 1945, los primeros se presentaron bajo la coalición del Frente Unitario Nacional de Liberación. De hecho, ya habían acordado la organización del país antes de su llegada al poder con las fuerzas de resistencia al Eje. Los monárquicos se negaron a participar y estos obtuvieron el 90% de los votos. El mariscal Tito proclamó rápidamente la nueva República Federativa Popular, en la que incluyó a las repúblicas socialistas de Serbia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, Eslovenia, Macedonia y Montenegro. Poco después comenzaron las ejecuciones y la represión de miles de personas que eran enviadas a campos de concentración como el de Goli Otok, por donde pasaron hasta 1956 unos 16.000 «nuevos enemigos» del régimen.

Bulgaria, Rumanía y Polonia
Después de Albania y Yugoslavia, la mayoría de los partidos comunistas de los países bajo la órbita de Stalin fueron accediendo al poder por primera vez en la historia. En muchos casos, con la cobertura directa de las autoridades soviéticas de ocupación, como el NKVD y el Ejército ruso. En ocasiones, por medio de coaliciones y no siempre obteniendo la presidencia en el primer momento, pero procurándose los ministerios que le proporcionaban el verdadero poder: el del Interior, con el que dominaban la Policía y los servicios secretos; el de Agricultura, para promover las reformas agrarias con las que ganarse a los campesinos sin tierra, o el de Justicia, con el que controlar a los jueces y depurar de la administración a los elementos que no les eran afines.

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Gheorghe Gheorghiu-Dej
Este último fue el caso de Bulgaria y Georgi Dimitrov, que estableció una República Popular en diciembre de 1947, después de un referéndum que abolió la monarquía y unas elecciones totalmente mediatizadas. La Asamblea Nacional, controlada por el partido comunista, pronto se puso en marcha y los Tribunales Populares condenaron a muerte a una cuarta parte de los más de 11.000 individuos que fueron juzgaron al acabar la Segunda Guerra Mundial. Se dice, sin embargo, que la cifra extraoficial de ejecuciones fue de 18.000.

El caso de Rumanía fue mucho más escandaloso. Se produjo en el mismo mes de diciembre. El país estaba ocupado por el Ejército de la URSS y el partido comunista de Gheorghe Gheorghiu-Dej falsificó las elecciones después de haber sido ampliamente derrotado. Y, de paso, obligó a dimitir al Rey Miguel I. Un país más al que Stalin podría manejar a sus anchas.

Y lo mismo en Polonia, también en diciembre de 1947, donde el Partido Obrero de Boleslaw Bierut tuvo que falsificar igualmente las elecciones para acceder al poder, también con el apoyo de las tropas soviéticas. Lo primero que hizo fue, obviamente, rechazar el Plan Marshall financiado por Estados Unidos y eliminar a la amplia oposición que existía. Cinco años más tarde, instauraron una República Popular y aprobaron una constitución que estuvo vigente hasta 1997, momento en fue sustituida por otra que sí garantizaba las libertades civiles y económicas.

Checoslovaquia y Hungría
En muchos de estos países fue muy importante minar el poder de los rivales políticos, por lo menos en los que existían. Para ello se sirvieron de un control férreo de la prensa y la radio, con el que evitar que sus opiniones llegaran a la población o directamente para criticarlos, acusarles de delitos falsos y sembrar la división en sus filas. Todo valía a la hora de menoscabar la imagen pública de los que no eran comunistas.

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Klement Gottwald
En casos extremos se recurrió al asesinato de líderes opositores aún con funciones públicas. Ese fue el caso de Checoslovaquia. El Partido Comunista de Klement Gottwald llegó al poder el 9 de mayo de 1948 mediante un golpe de Estado y, una semana después, el ministro de exteriores falleció en extrañas circunstancias. Su cuerpo fue encontrado muerto, con el pijama, debajo de la ventana de su cuarto de baño en el jardín del Ministerio. La investigación inicial del recién instaurado régimen comunista concluyó que se trataba de un su***dio, pero las investigaciones posteriores realizadas en 1968, 2004 y 2006 determinaron que fue un asesinato de los nuevos mandatarios.

Ese mismos mes, en las elecciones de Hungría, los comunistas obtuvieron un improbable 48% de los votos. La República Popular fue proclamada en agosto, con el líder del Partido de los Trabajadores, Mátyás Rákosi, a la cabeza. Pronto se convirtió en una dictadura personal que nacionalizó empresas y colectivizó las tierras. Solo fue el primer paso hasta llegar a las terribles purgas que llevó a cabo en sus propias filas para erradicar cualquier posibilidad de disidencia. Creó una réplica a pequeña escala de la dictadura estalinista de la URSS.

Alemania Oriental
Uno de los últimos episodios de esta reconversión comunista fue precisamente el más conocido: Alemania Oriental. La República Democrática Alemana ( RDA) fue fundada, el 7 de octubre de 1949, en el sector del país ocupado por las tropas soviéticas. Su primer presidente fue Wilhelm Pieck, el secretario general del Partido Socialista Unificado (SED), de mayoría comunista.

A partir de ahí, durante casi medio siglo la Unión Soviética supervisó todo aquello que acaecía en su área de influencia. Con una primera etapa muy dura, desde 1945 hasta 1953, en la que el comunismo se estableció como única fuerza política de todos estos regímenes. Algo que siguió siendo posible durante muchos años gracias a la presencia del ejército rojo, la inanición internacional y la inestimable ayuda de Moscú, que exigió que se estableciera en el Bloque del Este una soberanía limitada, es decir, el control directo por parte de la URSS
https://www.abc.es/historia/abci-pu...ad-europa-tras-iigm-201903190147_noticia.html
 
Aurora Picornell, la Pasionaria de Mallorca que el franquismo asesinó por comunista, feminista y republicana

Memoria histórica

Picornell fue una mujer "absolutamente rompedora" en su época, como comenta el historiador David Ginard Féron

Fue pionera en la celebración de actividades por el día de la mujer y, con 16 años, hizo el prólogo del libro 'La mujer, ¿es superior al hombre?'

Las tropas franquistas la asesinaron en 1937 con otras cuatro mujeres: "Fueron unas circunstancias particularmente trágicas", dice Ginard

Angy Galvín
23/03/2019 - 21:26h
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Aurora Picornell en 1930 CEDIDA POR DAVID GINARD FÉRON

"Podéis matar a hombres, a mujeres, a niños como el mío que todavía no han nacido. ¿Pero, y las ideas? ¿Con qué balas mataréis las ideas?". El imaginario colectivo atribuye esta frase a la activista Aurora Picornell, asesinada por el franquismo en la noche de reyes de 1937. Antes de abandonar la cárcel con las tropas del régimen, dicen que la joven se despidió de sus compañeras de celda, llevando con ella una bobina de hilo que prometió hacerles llegar si sobrevivía. Después de ser torturada, fue fusilada y enterrada en una fosa común. La bobina nunca regresó.

Caída en desgracia durante la dictadura, Picornell se ha convertido en democracia en un icono de la memoria histórica y del republicanismo, tanto que popularmente se le conoce como la Pasionaria de Mallorca. El auge de la figura de Picornell ha culminado con la instalación de un busto en su memoria en el barrio palmesano del que era vecina: El Molinar. Al acto, impulsado por el Ayuntamiento de Palma y el Consell de Mallorca en el marco de la iniciativa "Mallorca té nom de dona", asistió la sobrina de Picornell, Catalina, cuyo padre también fue asesinado por el régimen.

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Catalina, sobrina de Aurora Picornell, frente al busto de su abuela JAUME OLIVER RIPOLL

Picornell fue un "personaje absolutamente rompedor", una persona que consiguió desmontar "el rol tradicional de las mujeres" a principios del siglo XX, como comenta el historiador David Ginard Féron. Autor de Aurora Picornell: feminismo, comunismo y memoria republicana en el siglo XX (2018) y de Aurora Picornell: de la historia al símbolo (2017), Ginard es uno de los expertos más reconocidos en este ámbito. "Picornell es el icono perfecto: tiene un nombre emblemático, es mujer y, además, activista. Hasta hay camisetas de ella", comenta a eldiario.es.

Nacida en 1912, Picornell destacó desde muy joven en una sociedad cerrada, católica y tradicional como la mallorquina. Ginard comenta que Picornell se movió en dos ámbitos novedosos para la mujer de la época: el laicismo –en 1930 pasó a formar parte de la Liga Laica de Mallorca– y el feminismo –en 1928 hizo el prólogo del libro La mujer, ¿es superior al hombre?, de la escritora Margarita Leclerc. Picornell dio importantes pasos en el feminismo de los años 30 y fue la primera en impulsar actividades por el día de la mujer en Baleares en 1934.

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Aurora Picornell y otros militantes comunistas CEDIDA POR DAVID GINARD FÉRON

Tras la instauración de la Segunda República, Picornell se incorporó en el Partido Comunista de España y se convirtió en "la figura más importante del partido en la isla, a pesar de ser solo una militante", afirma Ginard. Su capacidad de oratoria, unida a su empatía y movilización constante, la llevaron a dar el salto al mundo sindical: como se dedicaba al textil, al igual que gran parte de las mujeres mallorquinas, organizó el Sindicato de Sastrería de Mallorca.

La sastre Picornell adquirió una "enorme popularidad", como recuerda Ginard. "Incluso, las personas jóvenes escribían cartas a la prensa obrera diciendo que querían ser como ella", recuerda el historiador. Por ello, no le sorprende que fuera una de las primeras personas en ser detenidas tras el golpe militar el 18 de julio de 1936. Mallorca estuvo, desde el principio, en la zona sublevada. Picornell fue llevada a la prisión provincial de Palma, mientras el régimen franquista tumbaba la República en la que la Pasionaria mallorquina profesaba.

Poco tiempo duró en prisión: en la noche de reyes del '37, del 5 al 6 de enero, el régimen la mató. Tenía 24 años. "Fueron unas circunstancias particularmente trágicas, la asesinaron junto a cuatro mujeres, una era una madre que estaba con sus dos hijas", dice Ginard. Las cinco fueron asesinadas mediante la técnica de las "sacas de presos": con una orden de liberación firmada por el gobernador civil, los agentes sacaban a los prisioneros para "ponerlos en libertad", aunque en realidad terminaban matándoles a sangre fría.

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Aurora Picornell, en una de las fotos más conocidas de la activista CEDIDA POR DAVID GINARD FÉRON

Picornell y sus cuatro compañeras fueron asesinadas en el cementerio de Porreres. El cuerpo de la sastre fue enterrado en la fosa común del Camposanto y sus restos no han sido localizados. Pero la tragedia en torno a la Pasionaria de Mallorca no terminó tras su asesinato: el franquismo también mató a su padre y a sus dos hermanos. Además, su marido, al acabar la Guerra Civil, intentó organizar la resistencia en el Partido Comunista. Acabó detenido, torturado y asesinado.

Una vecina más de El Molinar
Picornell ha vuelto a ser noticia tras la instalación de un busto suyo en el barrio de El Molinar (Palma), gracias a la iniciativa "Mallorca té nom de dona", del Consell Insular. "El objetivo es poner, en el espacio público, nombres de mujeres que han significado mucho para la isla", explica Jesús Jurado, vicepresidente segundo y conseller. La familia dice que está "muy contenta de que se reconozca la figura de Aurora y de que se haya hecho al menos un poco de justicia".

No es casualidad que Picornell sea una de las mujeres escogidas para feminizar el espacio público. "Ella ha sufrido un proceso de simbolización. La sociedad la ha convertido, mientras estaba viva y una vez muerta, en un icono", comenta Ginard. El historiador menciona, incluso, todas las teorías que giran en torno a la sastre: por ejemplo, que uno de los asesinos se paseó por los bares de El Molinar con un sujetador de Picornell lleno de sangre. "Es parte de la cultura popular, aunque solo sea una de los 1.5000 republicanos muertos en Mallorca", concluye.
https://www.eldiario.es/sociedad/Aurora-Picornell-pasionaria-Mallorca-republciana_0_879462265.html
 
El mito de que los balleneros vascos estuvieron en América antes que Cristóbal Colón
«Los vascos lo empezaron», afirmó el presidente estadounidense Thomas Jefferson en 1788 referido a que fueron estos pescadores los que descubrieron al mundo conocido de entonces la técnica de la caza industrial de las ballenas.
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César Cervera@C_Cervera_M
Actualizado:25/03/2019 01:29h

La teoría de que balleneros vascos y otros pescadores procedentes de poblaciones del litoral cantábrico habían viajado a Terranova (Canadá), en torno al año 1375, mucho antes de que lo hicieraCristóbal Colón, cuenta con pocas evidencias históricas y una única certeza: los pescadores españoles dejaron una profunda huella en la zona noroeste de Canadá. Así, cuando el navegante francés Jacques Cartier dio nombre a Canadá y reclamó estos nuevos territorios –la Terra Nova– para la Corona francesa, anotó un sorprendente hallazgo en sus cartas: «En aquellas aguas remotas encontré a mil vascos pescando bacalao».

Llamadme Iñaki (o Patxi, si acaso)... podría haber sido perfectamente la frase de apertura de la novela más famosa sobre la caza de cetáceos, «Moby-Dick», si el autor se hubiera acordado de la fama internacional que los vascos desarrollaron en este tipo de pesca. En las décadas de 1530 a 1570, el negocio ballenero registró su etapa de mayor apogeo. La flota vasca llegó a estar formada por una treintena de barcos, tripulados por más de dos mil hombres, que capturaban unas cuatrocientas ballenas cada año. No obstante, la tradición ballenera en el Cantábrico se remonta a la Edad Media y fue un importante motor de las poblaciones costeras. La principal fuente de ganancia estaba en la grasa del animal, posteriormente convertida en aceite a la que se denominaba saín. Este producto se empleaba en el alumbrado y ardía sin desprender humo ni dar olor. Asimismo, los huesos servían como material de construcción para la elaboración de muebles. La carne apenas se consumía en España, pero se salaba y se vendía a los franceses.

Vikingos, portugueses y vascos en Terranova
En una fecha sin determinar, los pescadores cantábricos extendieron su área de acción hacia el Atlántico, especialmente a Islandia, donde fueron protagonistas de una salvaje matanza ya en el siglo XVII, y a lo que hoy es la provincia canadiense de Terranova y Labrador. En busca originalmente de bacalao, la Isla de Terranova se convirtió en un objetivo preferente de los pescadores del cantábrico. Pero no se trataba del primer contacto de los pobladores de esta región con europeos. Alrededor del año 1001, «las Sagas islandesas vikingas» ubican las expediciones del explorador Leif Ericson en Helluland, Marklandy en lo que él llamó Vinland («Tierra de pasturas»). Y las investigaciones arqueológicas, en efecto, han confirmado la existencia de un asentamiento nórdico, «L'Anse aux Meadows», en Newfoundland, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1978.

la Isla de Terranova desde el siglo XVI.

Durante los dos siglos de esplendor del Imperio español, en Terranova se habló un pidgin, es decir, un lenguaje rudimentario que mezclaba el euskera y las lenguas locales. Muchos de los nombres actuales de ciudades y otros lugares de Terranova son de origen vasco. Como ejemplo, la ciudad Port-aux-Basques está presente en mapas de 1612; Port-au-Choix es una desfiguración de Portuchoa, «puertecito»; y Ingonachoix (Aingura Charra) se traduce como «mal anclaje».

«Los vascos empezaron la industria»
Más allá del componente mítico –alentado sobre todo por los nacionalistas vascos–, está la certeza de que desde 1517 los intercambios comerciales de pesca, culturales y posiblemente genéticos fueron muy frecuentes entre los pescadores vascos (vizcaínos y guipuzcoanos) y los amerindios de Terranova. Las factorías vascas repartidas por las costas de Terranova, Labrador y el golfo de San Lorenzo llegaron a reunir hasta 9.000 personas en algunas temporadas y constituyeron la primera industria en la historia de América del Norte. «Los vascos lo empezaron», afirmó el presidente estadounidense Thomas Jefferson en 1788 referido a que fueron estos pescadores los que descubrieron al mundo conocido de entonces la técnica de la caza industrial de las ballenas. La colaboración con los nativos mikmaq y beothuk, que trabajaban para los vascos a cambio de pan y sidra, permitió un intercambio cultural que ha sobrevivido parcialmente hasta nuestros días.

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Retrato de Thomas Jefferson
El itinerario anual de los balleneros comenzaba con su partida de la Península Ibérica en la segunda semana de junio. La travesía del Atlántico duraba cerca de 60 días, llegando a Terranova en la segunda mitad del mes de agosto, a tiempo para interceptar las ballenas en su migración otoñal del Océano Ártico hacia los mares del Sur. La caza duraba hasta el fin de año, cuando la llegada del invierno cubría de hielo las aguas de la bahía y hacía muy complicada la navegación. Es por ello que solo se quedaban en América del Norte durante la temporada invernal los barcos que no habían conseguido capturar una buena pieza. El viaje de retorno era habitualmente más corto, entre 30 y 40 días, gracias a las corrientes y los vientos favorables.

Conforme avanzaba el siglo XVII, se aceleró el declive de los balleneros vascos. La entrada en el escenario americano de marineros franceses, ingleses, daneses y holandeses, entre otros, comprometió gravemente la actividad vasca en Terranova. El tratado de Utrecht, que escenificó el paso de Terranova de manos francesas a inglesas, fue el golpe final para una industria que ya no obtenía la rentabilidad de otros tiempos.
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Los hijos y nietos de presos en los campos franquistas: "A mi abuelo le arruinaron la vida, le volvieron loco a palos"

Memoria histórica

Apenas quedan supervivientes de los campos de concentración franquistas pero sí hijos y nietos a los que les contaron sus historias y cómo lograron la libertad

"Los fines de semana, la Legión Cóndor les iba a visitar y les trataban como en un zoológico, haciéndoles fotografías. Caían bofetadas y palizas"

Más información | Franco creó 300 campos de concentración en España, un 50% más de lo calculado hasta ahora

Belén Remacha
24/03/2019 - 20:44h
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Una de las misas de 'reeducación' en el Centro de Concentración San Marcos. Con jersey blanco, Cástor.

Franco creó 300 campos de concentración en España, un 50% más de lo calculado hasta ahora
"Que cada uno pregunte a la abuela: en todas las familias españolas hay alguien con historias sobre campos de concentración franquistas". Lo decía el periodista y colaborador de eldiario.es Carlos Hernández sobre su investigación Los Campos de Concentración de Franco y parece literal: casi un millón de españoles sufrieron "el hambre, las torturas, las enfermedades, la muerte, los trabajos forzosos" en esos 300 centros que comenzaron a funcionar en España horas después del golpe militar del 36 y permanecieron abiertos hasta bien entrada la dictadura.

Ha pasado demasiado tiempo hasta que se ha destapado la magnitud de esta forma de represión, tiempo durante el cual la mayoría de supervivientes ya ha fallecido: el último que quedaba de los que colaboraron con Hernández, Luis Ortiz, este marzo. Los que pueden contarlo son los hijos, sobrinos, nietos o bisnietos que ya escucharon a sus familiares esos recuerdos de los centros de internamiento. Como Santiago los de su padre, nacido en Barcelona en 1916 y bautizado con el nombre que luego pondría a su hijo. Fue soldado republicano y preso en el monasterio de la Santa Espina en Valladolid.

Era el año 1939 cuando detuvieron a Santiago en Tarragona, después de una caminata tras haber batallado en el Pirineo de Lleida. Apenas pasaron cuatro días hasta que les metieron en un tren camino de la capital castellana: "Contaba que les dieron una lata de sardinas y un churrusco de pan. Se lo comieron enseguida pensando que no era para todo el viaje, y luego no tuvieron nada más en los siete días que duró".

Una vez en el campo, al raso del invierno de Valladolid, cada mañana aparecían cinco o seis compañeros muertos. Santiago siempre contó que en Santa Espina había 5.000 hombres y así lo dejó en un escrito –aunque ahora Carlos Hernández calculaba unos 4.300–. Tenía presente una cifra aproximada porque "como era muy organizado y aquello le parecía un desastre completo, convenció al oficial de que las comidas, que solían consistir en lentejas que tenían gusanos, fueran repartidas por un sistema de relevos de presos. Lo propuso tan bien que él acabó dirigiendo los equipos".

Aquella responsabilidad le otorgó algunas ventajas, entre ellas, que le dieron permiso para dormir en interior tras las cenas. Desde ahí, a través de las ventanas les pasaba mantas a los compañeros que quedaban fuera. A Santiago le liberaron cuando acabó la guerra, pero como tantos siguió dentro "del gran campo de concentración que era toda España": tuvo que repetir bajo mandos franquistas el servicio militar obligatorio, volvió a Barcelona y luego pasó una temporada trabajando en Alemania de delineador.

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Escrito que dejó Santiago Badia.

"Les visitaban como si fueran un zoológico"
Cástor también se llama como su padre, nacido en Avilés (Asturias) en 1914, combatiente republicano y preso del campo de San Marcos, en León, desde el año 37 hasta su cierre. Ahí vivió "de todo", "los tenían hacinados en las caballerizas. Él contaba que hacían sus necesidades en unas tinas enormes en medio de la sala, como gallinas. Había gente que se caía dentro. Los fines de semana, la Legión Cóndor les iba a visitar y les trataban como un zoológico, haciéndoles fotografías. También caían bofetadas".

Entre los objetos que dejó su padre conservaba un catecismo de reeducación, cuyas citas cristianas estaban enmarcadas por todo el campo. Si a alguien le pillaban riendo, hablando o blasfemando en la misa obligatoria "le caía una buena paliza". Cástor fue músico y pintor, así que a él le encomendaron dos funciones: tocar y entretener a la gente por varias zonas del campo; y decorar y diseñar objetos, por ejemplo, las hornacinas del Sagrado Corazón de Jesús o las insignias de plata para la Cruz de Santiago que realizó otro preso, joyero.

Cástor cuenta que sus vecinos de Avilés que habían estado prisioneros en el mismo campo no querían oír de San Marcos, "era como el diablo, nadie quería pasar por delante", pero su padre lo vivía diferente. Años después, antes de fallecer en 2001, visitaba el que ahora es hostal San Marcos y les enseñaba orgulloso a sus hijos el suelo, porque era autor del empedrado.

"Mi abuelo ya nunca levantó cabeza del todo"
Nuria no es hija sino nieta de Federico, un comisario de la zona roja, padre de cuatro hijos que acabó en un campo en Toledo. Cuando era niña e iba de paseo con el abuelo, este le contaba lo que había vivido, "que ahora lo piensas y parece casi impropio… él contaba todo tipo de torturas. Les ponían palillos de metal entre uña y carne para que hablara. Vivían hacinados en una celda a oscuras. Se les quedaban los pies pegados al suelo y un día con una cerilla descubrió que era porque era todo un charco de sangre".

"Los carceleros acudían a llamar a alguien para el paredón y comenzaban deletreando. Decían la F y todos los Franciscos, Federicos y Fermines se asustaban. F-E… y así, hasta que se sabía el nombre y apellido completo de quien fuera. Minutos eternos de tortura psicológica". Cuando Federico, que ya tenía cuatro hijos, salió del campo pasados unos dos años, no lo hizo para irse a su casa, en Extremadura, sino para pasar 12 años de prisión ya como condenado.

Cuando sí tuvo por fin la libertad, gracias a un favor que hizo un paisano a petición de su hermano "a cambio de que no se le acercara nunca más e hiciera como que no le conocía", se encontró con sus tierras expropiadas y tanto él como sus hijos quedaron impedidos para ejercer cualquier trabajo para el Estado. Así que Federico, que había sido maestro de escuela durante la República, tuvo que reinventarse como zapatero remendón.

"Haber vivido aquello era una lacra que tenía en su vida. Se sentía de los vencidos, pero además sentía que no les habían vencido limpiamente", recuerda Nuria. "Le arruinaron la vida, él ya nunca levantó cabeza del todo. Era casi el año 70, más de 20 años después, ya vivía en Madrid, y seguía por la noche asomándose a la ventana de su habitación, pensando que venían a por él. Le volvieron loco a palos, le hicieron verdaderas barbaridades. Murió en el año 73 y, después de tanto, ni siquiera tuvo la satisfacción de ver morirse a Franco".

https://www.eldiario.es/sociedad/hijos-campos-concentracion-arruinaron-volvieron_0_880162757.html
 
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