Cuadernos de Historia

La brutal persecución de católicos en Inglaterra: el terror que siguió a la marcha de los españoles
Cuando se dice que la Inquisición era uno de los tribunales europeos que ofrecían más garantías procesales, muy por encima de la justicia civil, significa literalmente que en algunos países la intolerancia, como en Inglaterra, se ejerció sin frenos ni cortapisas legales


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César Cervera
@C_Cervera_M
Actualizado:12/04/2019 18:10h
126«La leyenda negra de la Inquisición ha sido utilizada para dar una imagen horrible de España»

La Inquisición española permanece hoy como el máximo exponente de la intolerancia religiosa en el imaginario popular. La leyenda negra, cuyos cimientos dieron forma la propaganda holandesa e inglesa, ha contribuido mucho a afianzar esta idea, escondiendo bajo el altillo los datos que demuestran que la persecución religiosa durante los siglos XVI y XVII en el resto de Europa alcanzó cifras aterradoras. Cuando se dice que la Inquisición era uno de los tribunales europeos que ofrecían más garantías procesales, muy por encima de la justicia civil, significa literalmente que en algunos países la intolerancia se ejerció sin frenos ni cortapisas legales.

Isabel I era el fruto de un matrimonio que había iniciado un cisma en la Iglesia, lo que la convertía en una bastarda en caso de que se malograra la causa anglicana
La Reina Virgen no escatimó en violencia para mantenerse en el poder y reducir a cenizas el resurgimiento del catolicismo que Felipe II y su esposa inglesa, María Tudor, soñaron a mediados del siglo XVI.

Un baño de sangre por la intolerancia religiosa


Enrique VIII inició la persecución de católicos en 1534 con el Acta de Supremacía, que le proclamaba a él jefe absoluto de la Iglesia de Inglaterra y declaraba traidores a cualquiera que simpatizara con el Papa de Roma. Una larga lista de altos cargos de la Iglesia rechazaron este acta y fueron correspondientemente ejecutados, entre ellos Tomás Moro y el obispo Juan Fisher. Todas las propiedades de la Iglesia pasaron a manos reales.

En 1535, en plena ola de represión fueron descuartizados los monjes de la Cartuja de Londres con su prior, John Houghton, a la cabeza. Fueron ahorcados y mutilados en la tristemente célebre plaza de Tyburn, a modo de ejemplo contra una orden caracterizada por su austeridad y sencillez. El balance fue de 18 hombres, todos los cuales han sido reconocidos oficialmente por la Iglesia Católica como verdaderos mártires. Asimismo, el fracaso de una rebelión católica contra el Rey se saldó en 1537 con la condena a muerte de otras 216 personas, 6 abades, 38 monjes y 16 sacerdotes.

Catalina de Aragón.

La prematura muerte de María llevó al poder a su hermana Isabel en 1558. La esposa de Felipe II designó heredera en su testamento a su hermana con la esperanza de que abandonase el protestantismo, sin sospechar que aquello iba a suponer el golpe de gracia al catolicismo en las Islas británicas. En poco tiempo Isabel revirtió todos los esfuerzos del anterior reinado y se lanzó a una caza de católicos a lo largo de todo el país. Como explica María Elvira Roca Barea en su libro « Imperiofobia y leyenda negra» (Siruela), las persecuciones de católicos ingleses provocaron 1.000 muertos, entre religiosos y seglares, en contraste con lo ocurrido en España, donde «murieron acusados de herejía menos personas que en cualquier país de Europa».

El sistema de denuncias vecinales inglés
El reinado de Isabel I comenzó restableciendo el Acta de Supremacía, que designaba obligatoria la asistencia a los servicios religiosos del nuevo culto. En caso de faltar, las sanciones iban desde los latigazos a la muerte. El Estado, no vano, promocionaba un sistema de delaciones por el que aquellos que no denunciaban a sus vecinos podían acabar en la cárcel. El objetivo no solo eran los católicos, sino también los calvinistas, cuáqueros, baptistas, congregacionistas, luteranos, menoninatos y otros grupos religiosos que, en la mayor parte de los casos, se vieron obligados a huir a América. Solo en tiempos de Carlos II de Estuardo más de 13.000 cuáqueros fueron encarcelados y sus bienes expropiados por la Corona.

En 1585, el Parlamento dio un plazo de 40 días para que los sacerdotes católicos abandonaran el país bajo amenaza de muerte y se prohibió la misa incluso de forma privada. No obstante, la represión aumentó con el fracaso de la Gran Armada de Felipe II en 1588 y el sistema de delación alcanzó niveles «que nunca soñó la inquisición». Como apunta Roca Barea, el sistema de espionaje vecinal permitió un estricto control individual y de los movimientos y viajes de conocidos, parientes y viajeros. La represión logró borrar definitivamente de Inglaterra el catolicismo en cuestión de diez años.

Toda una serie de supuestos complots católicos, siempre confusos y basados en rumores, justificaron que la Corona recrudeciera la represión de forma periódica. El gran incendio de Londres de 1666 fue achacado a los católicos y desencadenó una nueva persecución. Entre 1678 y 1681 una supuesta conjura católica atribuida a Titus Oates dio lugar a otras feroces cazas.

En paralelo a estos sucesos, Irlanda empleó el catolicismo como forma de resistencia al dominio inglés. La religión solo era un factor más en la guerra por mantener a Inglaterra a una distancia prudencial, pero elevó la violencia y el odio hasta convertir el conflicto en un baño de sangre. Se calcula que un tercio de la población irlandesa sufrió las consecuencias mortales de que Irlanda se implicara en la guerra civil de 1636 entre monárquicos y republicanos ingleses. Oliver Cromwellno tuvo nunca piedad con los rebeldes irlandeses vinculados al catolicismo, confesión hacía la que sentía cierta aversión personal.

Original y completo, con video, en:
https://www.abc.es/historia/abci-sa...quenece-inquisicion-201703060209_noticia.html
 
Estirpe republicana: los nietos mexicanos de los refugiados del 39

Memoria histórica

Los miles de exiliados republicanos españoles que fueron acogidos en México por el presidente Lázaro Cárdenas dejaron, además de un legado social, cultural y político tremendo, toda una estirpe que sigue considerándose española

Cárdenas acogió a 25.000, pero otros muchos llegaron por otras vías: desde Cuba, Venezuela, Colombia, Santo Domingo y Estados Unidos

J. L. Vidal Coy
13/04/2019 - 21:21h
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Barco con exiliados republicanos españoles llegando a México

No se diluyeron con el siglo. Tampoco se los tragó el túnel del tiempo. El polvo o las cenizas en que finalmente se convirtieron no es lo último que hubo de ellos. Los miles de exiliados republicanos españoles –los refugiados, les dicen en México– que fueron acogidos por el presidente Lázaro Cárdenas dejaron, además de un gran legado social, cultural y político, toda una estirpe que sigue considerándose española, aunque plenamente integrada y con sentimiento más mexicano que el nopal, el agave o el mezcal. Son la estirpe republicana. Y pueden ser ahora, en 2019, en el 80º aniversario de la derrota final de la II República Española y a falta de un censo real que los contabilice, más de 300.000.

De ellos ni se habla ni se sabe apenas nada a este lado del Atlántico, a pesar de sus logros y su influencia en la vida mexicana del siglo XXI, a la altura de la que tuvieron sus padres y abuelos, los que vinieron huyendo de la represión de los vencedores de la Guerra Civil.

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Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, en la exposición sobre arquitectura republicana española en México en la Escuela de Arquitectura de la UNAM. J. L. VIDAL COY

Cárdenas acogió, oficialmente, a 25.000 exiliados gracias a los sucesivos viajes marítimos del Sinaia, el Ipanema, el Mexique, el Flandra, el Niasaal puerto de Veracruz. Pero otros muchos llegaron por otras vías: desde Cuba, Venezuela, Colombia, Santo Domingo, Estados Unidos, primeras etapas americanas de muchos republicanos escapados.

Eduardo Vázquez Martín, de 56 años es antropólogo y fue nombrado en febrero pasado director del Antiguo Colegio de San Ildefonso, alma mater de la universidad mexicana. También es nieto de Fernando Vázquez Ocaña, periodista y socialista que fue director del diario El Sur de Córdoba durante la República. Vázquez Martín está convencido de que el número de hijos y nietos de los refugiados españoles en México supera con creces los trescientos mil.

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Eduardo Vázquez, en el claustro del Antiguo Colegio de San Ildefonso. J. L. VIDAL COY

Cree que, para empezar, el total de exiliados republicanos casi había duplicado a finales de los años cuarenta a aquellos 25.000 inicialmente acogidos por el presidente Cárdenas. Después de dos generaciones en México, este ex secretario de Cultura de la Ciudad de México en el gobierno perredista de Miguel Ángel Mancera piensa que ahora son un mínimo de trescientos mil los descendientes de aquellos españoles. "Ahorita podrían ser hasta medio millón", asegura en su despacho del Antiguo Colegio, en el Centro Histórico de la capital mexicana. "Y la inmensa mayoría, en la capital".

La peripecia viajera de su abuelo Fernando, nacido en Baena, da prueba de sus intuiciones: llegó a México en el 41 después de perder a su mujer Dolores al final de la guerra en Barcelona, acompañado de sus ocho hijos con los que había pasado por Francia y Bélgica para después, ya huyendo de la invasión nazi, viajar a Santo Domingo y finalmente a México.

Su padre, Eduardo Vázquez Jiménez, fue unos de esos ocho hijos con que llegó el abuelo Fernando a México. La descendencia de la familia, al cabo de dos generaciones puede acercarse al centenar de personas.

Las segundas y terceras generaciones del exilio se han mantenido conectadas entre sí gracias a instituciones educativas fundadas por y para ellos. Se suele hablar del Colegio de México como institución universitaria de prestigio fundada por los españoles republicanos. Pero la cohesión del exilio se mantuvo gracias a centros de enseñanza primaria y secundaria creados por los refugiados y a los que asistieron sus hijos y hoy van sus nietos y bisnietos. Son el Colegio Madrid, el Instituto Luis Vives, el Colegio Bilbao…

La actual directora general del Luis Vives, fundado el 19 de mayo de 1939, es María Luisa Gally, de 76 años, nieta del president Lluìs Companys, fusilado por Franco el 15 de octubre de 1940. Su madre, María Companys Micó llegó a México en el 39 con su marido Héctor Gally, cónsul en Bélgica de la II República. Los cinco hijos y los nueve nietos del matrimonio han estudiado en el Luis Vives, como miles de descendientes de republicanos.

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María Luisa Gally, en su despacho del Instituto Luis Vives. J. L. VIDAL COY

En el Instituto, como en el Colegio Madrid, se celebra cada 14 de abril con banderas tricolores y el himno de Riego –como en otras ceremonias oficiales–, y se mantiene una educación laica en la que lo que ahora se llama Memoria Histórica en España estuvo presente desde el minuto uno.

María Luisa evita pronunciarse sobre las circunstancias políticas actuales en Catalunya. "Me falta información de primera mano", dice. No así la directora desde 2016 del Museo Nacional de las Culturas del Mundo, Gloria Artís Mercader, de 71 años y antropóloga. Tiene mucho contacto con Catalunya porque una de sus hijas, Anna, se fue a vivir allí desde México. Se declara "independentista de hueso colorado". Sin ambages: "Catalunya es una nación y debe tener estado propio", añade. Consiguió el pasaporte español gracias a la Ley de Memoria Histórica, sin ver contradicción en ello: "Soy mexicana, pero no reniego de mi origen".

Esta es una constante de los hijos y nietos del exilio español en México. Se sienten mexicanos totalmente, pero también españoles. Y, por supuesto, republicanos. Como Juan Ignacio Del Cueto Ruiz-Funes, de 58 años, reconocido arquitecto y profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM, la más grande del país), y nieto del ministro de Agricultura de la República Mariano Ruiz-Funes García, natural de Murcia, adonde el nieto arquitecto ha viajado alguna vez, no solo por razones familiares, sino también para participar en actos del Colegio de Arquitectos local.

La arquitectura es, curiosamente, uno de los campos donde más fructífera fue la labor profesional de los exiliados españoles, además de la actividad universitaria, las ciencias y las artes, como muestran numerosas construcciones emblemáticas de la segunda mitad del siglo XX esparcidas por toda la Ciudad de México.

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Tatiana Bilbao, durante una conferencia para los alumnos de arquitectura de la UNAM. J. L. VIDAL COY

Y lo sigue siendo: una arquitecta joven de gran prestigio y proyección en México es Tatiana Bilbao Spamer, de 47 años. Su abuelo fue Tomás Bilbao Hospitalet, ministro sin cartera en el Gobierno de Juan Negrín. Los padres de Tatiana fueron fundadores del Colegio Bilbao, otro de los centros docentes de raíz republicana, aglutinadores del exilio español y difusores de la cultura en México. Los alumnos de estas instituciones, "republicanos" de segunda y tercera generación, son ahora tan influyentes en la capital como lo fueron sus padres y abuelos en los años 40, 50 y 60 del siglo pasado.

Se haría eterno seguir enumerando la cantidad de hijos y nietos del exilio español que ahora son destacados ciudadanos en México. Son cientos, si no miles. Están por todas partes y siguen sintiéndose mayoritariamente tan españoles como mexicanos, aunque los 80 años transcurridos los convierte en los "olvidados" o desconocidos cuando se habla del exilio republicano en España.
https://www.eldiario.es/sociedad/Estirpe-republicana-nietos-mexicanos-refugiados_0_885062445.html
 
s*x* y muertes violentas: La terrible historia grabada en los huesos de los cruzados
Científicos han secuenciado el material genético de nueve soldados caídos en combate en Sidón, la actual Líbano, en el siglo XIII. Los restos muestran que entre ellos había europeos y que los cruzados tuvieron hijos con gente de Oriente Medio
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SeguirGonzalo López Sánchez@GonzaloSyldavia
Actualizado:19/04/2019 02:07h
0 En busca del ADN del gran maestre templario español

Entre los siglos XI y XIII los cruzados levantaron un reino cristiano en Tierra Santa desde el cual hicieron la guerra contra estados generalmente más poderosos y habitados. Su pequeño dominio, rodeado por enemigos y por el mar Mediterráneo, siempre estuvo en una posición muy precaria. Dependió de las órdenes de caballería y, en gran medida, del trasiego de peregrinos, caudales y expedicionarios desde Europa. Pero incluso así sufrieron la devastación de las enfermedades, la guerra y su escasa población. El reino fue languideciendo paulatinamente hasta que, finalmente, los europeos fueron expulsados en el año 1291, con la caída de su último enclave, San Juan de Acre. En los anales quedaron grabadas para siempre batallas como la de los cuernos de Hattin, impresionantes asedios, como el de Antioquía, o la triste y sobrecogedora decadencia del Imperio Bizantino. Todo ello marcó el destino de Oriente Medio y el de Europa.

El ADN no ha podido decirnos mucho sobre qué ocurrió entonces. Fundamentalmente porque el clima de Oriente Medio es tan cálido, que el material genético de los huesos se degrada allí demasiado. Sin embargo, en los últimos años, los avances en secuenciación y extracción de material genético están permitiendo a los investigadores llevar a cabo cada vez más estudios sobre ADN antiguo, de épocas históricas, para aportar una nueva fuente de información con la que comprender nuestro pasado. Incluso en climas tan cálidos como estos.

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Cadáveres de cruzados apilados en una fosa en Sidón, Líbano - Claude Doumet-Serhal
Este jueves, un estudio publicado en The Amerian Journal of Human Genetics ha mostrado los resultados obtenidos al analizar el material genético de 25 cruzados enterrados en las proximidades de Sidón,un poderoso bastión de los europeos en el actual Líbano. Los científicos querían saber por qué no hay rastro de los europeos en el material genético de los libaneses actuales: parece que el legado de los cruzados, que llegaron en números de cientos de miles a Tierra Santa, hubiera sido borrado de las páginas de la Historia.

Instituto Wellcome Sanger (Reino Unido), han averiguado que estos cruzados provenían de Europa, de lugares como la actual España o Cerdeña, pero que, en algunos casos, eran fruto de la mezcla con pobladores locales de Oriente Próximo. Esto subraya que estos soldados eran genéticamente diversos y que estaban mezclados con la población local, aunque su bagaje genético desapareció en pocas generaciones.

«Sabemos que Ricardo Corazón de León luchó en las cruzadas, pero no sabemos mucho sobre los soldados corrientes que vivieron y murieron ahí», ha dicho en un comunicado Chris Tyler-Smith, autor senior del artículo y científico en el Instituto Wellcome Sanger. «Pero estas muestras antiguas nos dan pistas sobre esto».

Caídos en batalla
Los científicos han examinados los restos de 25 personas enterradas en una fosa en las proximidades de Sidón, que fueron halladas hace pocos años. El carbono 14, unas hebillas y una moneda, entre otros indicios, permitieron situarlos en torno al siglo XIII. Las lesiones halladas en huesos largos y cráneos revelaron que cayeron en batalla, y que sus cuerpos fueron amontonados y quemados. En las proximidades se encontró una cabeza separada del torso, que probablemente fue catapultada por el enemigo.

Esto encaja con la historia del enclave. Sidón fue conquistada por el rey Balduino I de Jerusalén en el año 1110. Fue recuperada por Saladino en 1187 y vuelta a conquistar por los cruzados en el 1197. Desde entonces, Sidón se convirtió en una importante fortaleza cristiana hasta su destrucción en el 1249, por los sarracenos. Ya en 1260, fue arrasada de nuevo, en esta ocasión por los mongoles.

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Cadáveres de cruzados apilados en una fosa en Sidón, Líbano - Claude Doumet-Serhal
Los análisis genéticos de nueve de estos individuos han revelado que, efectivamente, estos hombres eran cruzados y que tenían orígenes diversos: uno venía de españa, otro de Cerdeña y cuatro de Oriente Próximo. Otros dos eran descendientes de cruzados y personas originarias de Oriente Próximo.

«Nuestros hallazgos nos dan una visión sin precedentes de los orígenes de las personas que lucharon en el ejército cruzado. No eran solo europeos», ha dicho Marc Haber, el primer autor del estudio. «Esta excepcional diversidad genética puede verse en Oriente Próximo durante la Edad Media, con europeos, orientales y personas de ascendencia mezclada luchando en las cruzadas y viviendo y muriendo codo a codo».

Desaparecidos sin dejar rastro
Pero las Cruzadas fueron excepcionales. Al contrario de lo que ocurrió con otros grandes movimientos de población, como el de los mongoles en Asia o el de los españoles en América del Sur, la genética de los cruzados no dejó una huella reseñable en la actualidad. Con su derrota militar, sencillamente se esfumaron.

«Los cruzados viajaron a Oriente Próximo y mantuvieron relaciones con la población local. Después, sus hijos se unieron a su causa», ha dicho Haber. «Sin embargo, cuando la guerra acabó, la generación mezclada se volvió a casar con los pobladores locales y las huellas genéticas de los cruzados desaparecieron rápidamente».

De hecho, los científicos averiguaron que la población actual de Líbano se parece considerablemente a la romana, como si no hubiera tenido lugar ningún importante movimiento de población entre ambos momentos. «Podríamos pensar que nada pasó entre el periodo romano y la actualidad, y podríamos perdernos el hecho de que durante cierto tiempo la población de Líbano incluyó a europeos», ha dicho Haber.

Por ello, según estos investigadores, el ADN de poblaciones actuales puede estar ocultando eventos pasados pobremente grabados en el registro histórico. De ahí la importancia de analizar el ADN antiguo en busca de lo desconocido: «Nuestros hallazgos sugieren que merece la pena buscar en el ADN antiguo incluso en periodos en los que parece que no ocurrió mucho a nivel genético», según Tyler Smith.

Todo esto ha sido fruto de un avance tecnológico sin precedentes que ha permitido examinar el ADN de restos quemados y sometidos durante siglos a un clima muy cálido. «Durante mucho tiempo ha habido mucho interés por la genética de esta región, porque está en una posición estratégica, con mucha historia y muchas migraciones», ha dicho Haber . «Pero los trabajos previos se han centrado en las poblaciones actuales, en parte porque recuperar el ADN antiguo de estos climas es muy difícil. Nuestro éxito, sin embargo, muestra que estudiar muestras en estas condiciones es posible gracias a los avances en la extracción del ADN y de la secuenciación». Según los autores del estudio, este logro no habría sido posible hace tan solo cinco años.

Para ello, los investigadores recurrieron al trabajo especializado de expertos en extracción de ADN. Fue necesario trabajar en condiciones ultra-estériles, para evitar la contaminación de las muestras.

A continuación, los autores del trabajo tratarán de hacer estudios similares para cubrir la transición de la Edad del Bronce a la Edad del Hierro en esta misma región. Además, han confesado tener la esperanza de que este tipo de trabajos se generalicen se conviertan en una aproximación con la que complementar registros históricos fragmentarios o sesgados.
https://www.abc.es/ciencia/abci-s*x...ada-huesos-cruzados-201904190207_noticia.html
 
Diez recomendaciones de libros de historia

Los 80 años de la Guerra Civil y el Procés son los temas más estudiados
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Portadas de algunos de los libros de historia de este sant Jordi (LV)
JOSEP PLAYÀ MASET, BARCELONA
20/04/2019 00:00
Actualizado a 20/04/2019 12:33

Las obras de ficción suelen ser los libros más vendidos del Sant Jordipero siempre queda un hueco para las obras históricas, especialmente si se trata de reconocidos historiadores o de temas candentes. Este año se cumplen 80 años del final de la guerra civil y varios obras nos descubren episodios poco conocidos. Y naturalmente no faltan los libros de la historia más reciente sobre el Procés, analizado desde todos los sectores. Esta es una lista orientativa de diez títulos que merecen atención:

Ángel Viñas
¿Quién quiso la guerra civil? Historia de una conspiración

Ángel Viñas, uno de los historiadores más prolíficos sobre cuestiones relacionadas con la guerra civil, aborda en este libro, ¿Quién quiso la guerra civil? Historia de una conspiración, de la editorial Crítica un aspecto poco estudiado: los manejos monárquicos-fascistas contra la República. El hallazgo de nuevos documentos prueba la conspiración de los monárquicos para propiciar el golpe de Estado de 1936. La compra de armamento o el apoyo de Juan March son factores clave de una conspiración en la que inicialmente no se contaba con Franco como futuro hombre fuerte tras la victor

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ANGEL VIÑAS, ECONOMISTA E HISTORIADOR (Emilia Gutiérrez)
Carlos Hernández de Miguel
Los campos de concentración de Franco

El final de la guerra civil no supuso la paz inmediata. A los miles de españoles que fueron al exilio se sumaron los que fueron víctimas de la represión. El estudio de Carlos Hernández de Miguel, publicado por Ediciones B, revisa lo que supusieron los más de doscientos campos de concentración, de los cuales 14 en Catalunya, como castigo para más de 700.000 republicanos. El autor se documenta con testimonios directos de los distintos campos y pone luz a una dura represión que se prolongó hasta los años 50.

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Miles de republicanos huyeron a Francia en 1939 pero otros muchos se quedaron en España y acabaron en campos de concentración (Archivo)
Helena Janeczek
La chica de la Leica

La escritora italoalemana Helena Janeczek (Múnich, 1964) ha reconstruido de forma novelesca la biografía de Gerta Pohorylle, la joven alemana que huyó del nazismo para venir a cubrir la guerra civil española. Durante un bombardeo cerca de El Escorial, Gerda cayó al suelo y fue atropellada por un tanque republicano. Era la pareja del fotógrafo Endre Ernő Friedmann y juntos crearon el pseudónimo de Robert Capa, siendo difícil saber qué fotos son de cada uno. Está considerada la primera fotoperiodista mujer que cubrió un frente de guerra.

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Gerda Taro escribiendo a máquina (Archivo)
Xosé M. Núñez Seixas y Oleg Beyda
Un ruso blanco en la división Azul, Vladimir Kovalevski

Los historiadores Xosé M. Núñez Seixas y Oleg Beyda rescatan las memorias inéditas de un exiliado ruso blanco, Vladimir Ivánovich Kovalevski, quien tras combatir como voluntario en la guerra civil española se alistó en la División Azul. Su relato desmitifica una fallida experiencia bélica. Los voluntarios que acudieron a combatir a las tropas soviéticas no sólo fueron marginados por el ejército alemán sino que padecieron el duro invierno ruso. El diario de Kovalevski refleja las opiniones de un anticomunista que poco a poco se desencanta y tras volver a España redacta sus memorias.

Joan Esculies
Ernest Lluch. Biografia de un intelectual agitador

El historiador Joan Esculies ganó con esta obra el premio Gaziel de Memorias. Es la biografía del político socialista asesinado por ETA basada en más de cincuenta entrevistas y consultas a diversos archivos. El libro repasa diversas etapas como su paso por Valencia, su etapa ministerial o los últimos años marcados por su compromiso con la paz en Euskadi. Lluch fue una personalidad polifacética, con una gran capacidad de trabajo que como político destacó por su pragmatismo. El autor se acerca a su figura sin caer en la hagiografía y al mismo tiempo se adentra en muchos recovecos de la historia de finales del siglo XX en Catalunya y España.

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Joan Esculies, ganador del premio Gaziel de memorias con su biografía del político Ernest Lluch (Ana Jiménez)
Jaume Muñoz Jofre
Perseguint la llibertat. La construcció de l’espai socialista a Catalunya, 1945-1982

Este joven historiador, que ya publicó Breve historia de la corrupción (de la Restauración a nuestros días, 1875-2016), analiza ahora la gestación del socialismo catalán desde las épocas de la clandestinidad en el franquismo hasta 1982 cuando se produce el gran triunfo de Felipe González. El libro rastrea por las distintas ramas y partidos que se consideran herederos del socialismo y su relación con el PSOE.

Lola García
El naufragio

Dentro del amplio número de libros que tratan sobre el Procés destaca el trabajo de Lola García que ha intentado acercarse a los vertiginosos años vividos en Catalunya, desde el fracaso del Estatut hasta el referéndum del 1 de octubre. A diferencia de otros libros escritos directamente por algunos de los implicados (Raül Romeva, Joaquim Forn, Benet Salellas o Oriol Jonqueras, a través de Sergi Sol), en este caso se trata de una aproximación periodística que aporta detalles inéditos del proceso y busca una cierta distancia para entender mejor lo sucedido.

Borja de Riquer
Història mundial de Catalunya

Un centenar de expertos se acercan a la historia de Catalunya a través de los hechos más fundamentales desde sus orígenes. El libro, coordinador por Borja de Riquer y publicado por Edicions 62, sigue el modelo de éxito ya utilizado en Francia y otros países. El rigor se combina con un tratamiento muy didáctico que permite acercar la historia a un público mucho más amplio y con un tratamiento menos basado en los grandes conflictos.

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Borja de Riquer es el coordinador de la 'Història mundial de Catalunya' (Angela Silva)
John H. Elliot
Catalanes y escoceses. Unión y discordia

El historiador Sir John Huxtable Elliott (Reading, 1930) ha publicado Catalanes y escoceses. Unión y discordia, en versión catalana y castellana, donde compara los procesos de lucha por la soberanía entre Catalunya y Escocia. El libro ha sido objeto de interpretaciones a veces contrapuestas y conviene ir al original para entender los matices de un veterano historiador que analiza la evolución en paralelo de ambos países desde el siglo XV hasta nuestros días.

Yuval Noah Harari
Sapiens

No es fácil escribir una breve historia de la humanidad y sin embargo ese es el gran mérito de la obra de Yuval Noah Harari que se ha convertido ya en un best seller. La obra se está traduciendo ya a 50 idiomas y supone una visión nueva del género humano, con un lenguaje asequible y sugerente. Su visión sobre la aparición de la agricultura, el trato de los animales, la creación del dinero, la expansión de la religión y el auge del estado de nación puede generar controversia pero sin duda abre nuevos frentes en la historiografía.

https://www.lavanguardia.com/cultur...bros-historia-sant-jordi-recomendaciones.html
 
"LA SILENCIOSA"
Cuando Leonor de Castilla fue coronada reina de Inglaterra
Cuando fue coronada en el país vecino, nadie la aceptó. El recelo inicial fue dando paso a la aceptación y finalmente al amor sincero de un pueblo, que la recuerda con cariño


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Foto: Wikimedia.


ÁLVARO VAN DEN BRULE

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WINSTON CHURCHILL



20/04/2019


"El talento es como el tirador que golpea un objetivo que otros no pueden alcanzar, el genio es como el tirador que golpea un objetivo, en la medida en que otros ni siquiera pueden ver".


- Arthur Schopenhauer


Catalina de Aragón, de la que ya hablamos recientemente en esta ventana de la historia revisionista, esa que mira debajo de la alfombra los secretillos inconfesables con que cada relator o cronista maquilla sus zonas erróneas y las acicala con brillantina y lentejuelas; cuando ya repudiada por el exitoso autor del 'Brexit' más expeditivo y contundente llevado a cabo en la historia de Inglaterra –el orquestado por un tal Enrique VIII–, seguía considerando a sutremebundo maridito, "su señor rey" como así lo refleja su correspondencia epistolar –de ida–, pues el orondo gordinflón jamás respondió a ninguna de las misivas de la resignada española.

Yace enterrada en la pequeña población del nordeste de Londres llamada Peterborough, donde es venerada por la población local y buena cantidad de foráneos, en una multitudinaria conmemoración anual multicolor y efervescente, siempre y cuando el cielo inglés no se desplome en uno de esos habituales y previsibles diluvios que nada tienen que envidiar a los monzones. Bueno, para ser más precisos, está el cuerpo eviscerado, pero es mejor explicarlo a continuación.

Es la única reina “inglesa” que no está íntegramente enterrada en la abadía de Westminster y mejor así, pues de otra manera no le prestarían la atención que le dispensan los tradicionales anglos en esta típica población isleña horizontal y de color verde radical.

A los ingleses hay que reconocerles lo suyo, pues también tienen un par de cuadros de Felipe II por ahí en el parlamento británico ante los cuales dicen las malas lenguas, que el ínclito y picarón Winston Churchill pasaba de puntillas para evitar la periférica mirada del adusto emperador por si acaso le echaba el guante en un despiste. Hay que recordar que el hijo del emperador Carlos Vestuvo viviendo en la Inglaterra de aquel entonces (siglo XVI) casi cinco años como consorte.

A lo largo de las relaciones entre Inglaterra y España, cuatro princesas inglesas ocuparían el trono español y cuatro españolas, el inglés


Pero hay más españoles en la “Premier League”. Leonor de Castilla, la otra reina española casada con Eduardo I, conocido como el “Martillo de los escoceses”, fue una hermosa e inteligente reina que pasó desapercibida, más que nada porque nunca quiso tener protagonismo alguno, pues su regio compinche era muy dado a exhibirla más allá de que la amaba con un ardoroso fervor más bien poco flemático para el peculiar y estereotipado carácter “british”.


Políticas matrimoniales

La Edad Media, tan prolija en enfrentamientos que lo fiaban todo al hierro, tenía su puntito diplomático. A veces, las políticas matrimoniales jugaba un papel determinante para lograr la armonía de los potenciales adversarios y en consecuencia, las reglas del juego eliminaban la tensión con cierta frecuencia.

El elemento de litigio que pivotaba en el trasunto por aquel entonces venía dado porque Alfonso X "el Sabio" reclamaba a Inglaterra los territorios de la Gascuña francesa con una buena profundidad territorial y costa al Atlántico que, según criterio del castellano, consideraba le correspondía por derecho de herencia. Enrique III reacio a una devolución, no quería devolver a Castilla los territorios motivo de contencioso y tampoco deseaba una confrontación con el rey castellano por lo que tomó el camino de enmedio, optando por una política matrimonial para dar salida a aquel espinoso asunto.



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Una delegación inglesa encabezada por su primogénito, el príncipe Eduardo, con la clara misión de conseguir un acuerdo matrimonial entre la hermanastra de Alfonso X, Leonor y el propio príncipe, sería enviada a la corte castellana con vocación de acercar posiciones. El acuerdo desembocaría en la renuncia del rey castellano a los territorios reclamados de la sureña Gascuña hasta sus límites con la Aquitania. Una vez firmado el acuerdo, solo quedaba por cumplir lo pactado.

Los hechos se desarrollaron hacia mediados del siglo XIII cuando la capital del Reino de Castilla radicada en Burgos ofrecía la grandeza de unos festejos desproporcionados en un lugar sacro y lleno de austeridad, el Monasterio de las Huelgas, en el cual se celebraría el matrimonio el 18 de octubre de ese mismo año. La princesa Leonor, al borde de la nubilidad –pues contabaescasamente los trece años y el insular Eduardo los quince–, cerrarían un complejo problema diplomático con el enlace resuelto afortunadamente de forma amistosa.


Personaje de altura

Leonor era una joven con una potente personalidad y extremadamente inteligente como demostraría a la postre en multitud de situaciones. Cuando llegó a Londres en el otoño de 1255, los ingleses, poco acostumbrados al oropel producto de la influencia árabe, estética y hedónica a la vez, se quedarían sorprendidos al ver vajilla y alfombras ¡y hasta tenedores! como parte de un ajuar inédito en aquellos pagos. Introdujo unos formatos de jardinería desconocidos en aquellas brumosas tierras y diseñó fuentes donde el agua tenía un protagonismo especial. La influencia arábiga repercutida en Al-Ándalus era más que evidente.

Como anécdota cabe destacar que habida cuenta de la educación que había recibido en la erudita corte castellana del momento –era hermana de Alfonso X "el Sabio"–, promocionó y financió la producción de manuscritos de historia inglesa compilando recordatorios de hermosas ilustraciones rodeada de un equipo multidisciplinar de bretones, castellanos e ingleses en el que trabajaban cuatro escribanos copiando códices. Asimismo hay constancia de cronistas de la época que reflejan el intercambio de libros con su hermano Alfonso X. Y no solo eso, sino que por añadidura, fue una distinguida mecenas de las nacientes universidades de Oxford y Cambridge, comportamiento bastante insólito en aquella oscura Europa medieval.

Es la única reina 'inglesa' que no está íntegramente enterrada en la abadía de Westminster. Gracias a eso los lugareños le prestan más atención


A pesar de su juventud extrema, tendría hijos desde muy temprano –el primero se cree que nació a los 16, llegando a tener catorce retoños y un nonato, de los que sólo sobrevivirían seis a las puertas de la edad adulta–; y es más, acompañaba a su marido al campo de batalla, ya fuera a combatir a los díscolos escoceses, a los rudos galeses, barones levantiscos o a los árabes en Tierra Santa. Era un personaje de altura.

El 20 de agosto del año 1270, Eduardo zarparía desde el puerto de Dover con un selecto ejército de 1000 caballeros y hombres de armas con un alto nivel de entrenamiento acompañados de más de trescientos de los afamados arqueros que tanta fama darían a Inglaterra en Azincourt años después en 1415 en una situación de extrema inferioridad, creando con la magistral pluma de Shakespeare la mejor arenga y tal vez la más emocionante de la literatura universal (ver 'Enrique V').


Fiebre cuartanas

Los hombres salidos de Dover se unirían al rey francés Luis IX en la llamada Novena Cruzada, Leonor iría al frente con la élite de la caballería inglesa, mientras la chavalería quedaba en manos de los abuelos.

A la muerte del padre de Eduardo, Enrique III, el hijo y su esposa se encontraban en Jerusalén retrasando su retorno casi dos años hasta 1274. Días después, en una ceremonia escueta y sin alharacas, la economía había quedado muy maltrecha in absentia-, Eduardo es coronado rey de Inglaterra. Una lúcida reina implementa un método consistente en averiguar qué señoríos había contraído deudas con prestamistas poniendo sus tierras como fianza. Con la venta de sus propiedades, la reina compraba las deudas, y una vez canceladas se convertía en dueña de dichas tierras convirtiendo a los antiguos propietarios en sus inquilinos a través del pago de unas rentas razonables.

El acuerdo nupcial desembocó en la renuncia del rey castellano a los territorios reclamados de la sureña Gascuña hasta sus límites con la Aquitania


Pero la noche de la vida es común a los mortales y nadie escapa a su mortal zarpazo. Leonor enferma de fiebres cuartanas (posiblemente malaria) hacia 1287, durante una estancia de los reyes en Gascuña. No se recuperaría de aquello. En 1290, cerca de la Muralla de Adriano, su salud empeora y se ven obligados a detenerse en casa de un amigo de infancia del rey, Richard Weston, en Harby (Nottinghamshire). Leonor muere esa noche respirando aroma de lavanda de un seto bajo la ventana donde su lecho de muerte la acoge. Un 28 de noviembre de ese mismo año, con 49 años, deja a su marido absolutamente desolado.



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Eleanor cross. (iStock)


Eduardo embalsamaría el cuerpo de su compañera en medio de un atroz desconsuelo. Doce días tardarían en llegar a la capital. En cada uno de los pueblos o aldeas en los que el cortejo se detuvo, el rey haría levantar una cruz en recuerdo de su fiel compañera, conocidas como Eleanor Crosses. Hoy tan solo tres permanecen intactas. La última cruz se levantaría en Charing Cross, el kilómetro cero de Londres. Esta cruz construida en mármol sería destruida en el siglo XVII durante la guerra civil inglesa. Dos siglos después sería construida una réplica de la misma.

Parte de los restos de Leonor (más exactamente sus vísceras) serían depositados en la abadía de Westminster un 17 de diciembre de 1290, paradójicamente en un día de un sol espléndido que en atención a tan elevada dignidad se había postulado como invitado.

Ambas Cortes Reales se relacionaron varias veces a partir de 1170, cuando Leonor de Inglaterra, hija de Enrique II y la inolvidable Leonor de Aquitania, casaría con Alfonso VIII de Castilla. A lo largo de las relaciones entre nuestros dos países, cuatro princesas inglesas ocuparían el trono de España y cuatro españolas ciñeron la corona inglesa.

https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-04-20/lenor-castilla-reina-inglaterra_1943810/
 
Turistas de antes del sol y playa
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Una muestra descubre a Sant Feliu de Guíxols como pionero de los balnearios marítimos
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Llegada en 1928 a Sant Feliu procedente de Barcelona de uno de los barcos que realizaban los Viatges Blaus para descubrir la Costa Brava (Desconocido / Arxiu del Museu de Sant Feliu de Guíxols. (AMSFG))
SÍLVIA OLLER, SANT FELIU DE GUÍXOLS
22/04/2019 00:19
Actualizado a 22/04/2019 03:20

En la segunda mitad del siglo XIX, el uso de la playa y del agua de mar tenía exclusivamente un puro afán médico. Los profesionales sanitarios aconsejaban a sus pacientes baños de mar para tratarse problemas óseos, respiratorios, circulatorios, reumáticos, cortes, heridas, insomnio, ansiedad o estrés, lo que poco a poco fue cambiando la ocupación de los arenales. Hasta entonces eran básicamente lugares de trabajo de pescadores, remendadoras, fabricantes de barcos o calafateadores que alquitranaban las juntas de las naves para que no entrara el agua.

“La playa antes era un lugar sucio y de trabajo”, explica Sílvia Alemany, directora del Museu d’Història de Sant Feliu de Guíxols, que acoge la exposición Los baños de mar: salud y ocio, que repasa la trayectoria del valle de Aro como pionero en la Costa Brava de la oferta de los balnearios marítimos con finalidades terapéuticas como los de Sant Elm, en Sant Feliu, y S’Agaró, en Platja d’Aro.

El uso del agua de mar por razones médicas proliferó a finales del s.XVIII y fue habitual hasta la década de 1920

El uso del agua de mar por motivos médicos proliferó a finales del siglo XVIII en la costa europea y fue habitual hasta la década de 1920. La doctora en Geografía y autora del libro Els banys de mar a Catalunya, Mercè Tatjer, explica que las primeras instalaciones internacionales se construyeron en la costa inglesa, en la zona de Brigthon, y en Catalunya, una de las casas de baño pioneras fueron las de la playa de la Barceloneta. El establecimiento conocido como Can Solé, que abría entre junio y octubre, en 1823 ya disponía de cabinas de agua dulce y salada, baños fríos y templados y una máquina de vapor que captaba el agua de mar.

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Mujeres en la playa de los baños de Sant Elm, entre 1922 y 1929 (Francesc Llorens Compañó / Arxiu Municipal de Sant Feliu de Guíxols)
En la Costa Brava destaca Sant Feliu de Guíxols, donde en 1875 se construyó el primer balneario marítimo, los baños de Baldomero, posteriormente adquiridos por el industrial barcelonés Pere Rius Calvet, que los modernizó y rebautizó como baños de Sant Elm. Tatjer, que ha asesorado la exposición, explica en su libro que en 1922 el establecimiento incorporó baños de mar calientes en cabina, duchas, baños de vapor, piscina interior cubierta y una sección de talasoterapia con personal especializado, lo que convirtió el establecimiento en uno de los mejores de la costa mediterránea. “Los usos terapéuticos del agua de mar en bañera empiezan a desaparecer con el surgimiento de los medicamentos químicos”, subraya Tatjer.

Al principio, quienes acudían a darse esos baños de mar eran clases acomodadas. “Muchos venían de Barcelona con sus criados y ayudantes en coches privados, taxis o tren”, explica Alemany. “Fueron sin duda los primeros turistas de Sant Feliu de Guíxols”, afirma. La mayoría se alojaban en casas propias, en los pocos hoteles de la zona o en casas de alquiler. En ello tuvo un papel destacado el empresario local Vicenç Gandol, que tuvo la primera agencia de viajes del municipio que en 1920 se hizo cargo de los baños de Sant Pol de S’Agaró junto con el empresario Josep Ensesa, artífice de la urbanización de S’Agaró y el hostal La Gavina.

La forma de disfrutar del agua de mar de aquellos primeros turistas nada tenía que ver con la que conocemos hoy. “El bronceado no estaba bien visto, se atribuía a clases trabajadoras; no es hasta los años 30 que se empieza a ver como algo saludable”, afirma Alemany. Los trajes de baño se adaptaron a las modas: pasaron de cubrir todo el cuerpo a ser cada vez más pequeños y ceñidos para que el bronceado fuera visible.

A partir de 1930 la playa como lugar de ocio ganó más adeptos. A ello contribuyó el inicio de las vacaciones pagadas que durante la Segunda República fijó por ley un permiso anual retribuido de siete días a los asalariados, el excursionismo popular, las colonias escolares y el hecho de que algunos trabajadores y oficinistas empezaran a extender el descanso semanal al sábado por la tarde.
https://www.lavanguardia.com/local/...225152/turistas-de-antes-del-sol-y-playa.html
 
Sulfamidas y penicilina, las armas terapéuticas usadas en la Segunda Guerra Mundial
El uso de los antibióticos se generalizó durante la contienda. Los Aliados usaron fundamentalmente penicilina, mientras que los alemanes contaron con sulfamidas.
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3 Las confesiones a ABC del cruel héroe nazi protegido por Franco: «Vivo bien en España»

La Segunda Guerra Mundial supuso cambios drásticos en aspectos políticos, sociales y militares, pero también afectó directamente a consideraciones de índole científica y tecnológica. Por ejemplo, la contienda propició la aparición de nuevas armas de destrucción, el desarrollo de la bomba atómica y el uso generalizado del radar.

Además, se produjo el desarrollo de un nuevo grupo de fármacos, los antibióticos, que contribuyeron al beneficio de la humanidad. No deja de ser curioso que los dos ejércitos enfrentados utilizarán diferentes familias de antibióticos.

Las penicilinas de los Aliados
En 1928 el microbiólogo inglés Alexander Fleming (1881-1955) descubrió que la penicilina, producida por el hongo Penicilium notatum, tenía interesantísimas propiedades. Por accidente, mientras trabajaba en el laboratorio del hospital de St. Mary de Londres, descubrió que aquella sustancia impedía el crecimiento de determinadas bacterias, como Staphylococcus aureus.



Durante una década fue una curiosidad científica más, hasta que un grupo de científicos recrearon los experimentos de Fleming y lograron producir una cantidad de peniclina suficiente como para probarla en animales.

El primer ser humano tratado con penicilina purificada del que se tiene constancia fue el agente de policía Albert Alexander. Era el 12 de febrero de 1941. Desgraciadamente, el paciente falleció porque no se administró la suficiente cantidad de fármaco.

Las compañías farmacéuticas norteamericanas se interesaron por estos avances científicos. Gracias a esto, el descubrimiento de Fleming fue una poderosa arma terapéutica para combatir las infecciones de los ejércitos aliados.

Pocos meses después del fin de la Segunda Guerra Mundial, a comienzos de diciembre de 1945, Alexander Fleming, Howard Florey y Ernst Chain, recibieron conjuntamente el premio Nobel de Medicina por su contribución al desarrollo de la penicilina.

El antibiótico de los alemanes
Por su parte, el ejército alemán contaba entre su arsenal terapéutico con sulfanilamida, el primer antibiótico de la familia de las sulfamidas, las «sulfas». Este fue resultado de los estudios del bioquímico Gerhard JP Domagk (1895-1964).

Este científico germano comprobó, en 1932, que esta sustancia era muy efectiva para contrarrestar las infecciones causadas por estreptococos en los ratones de laboratorio. Gracias a este descubrimiento consiguió salvar la vida de su hija de seis años, que estaba en la antesala de la muerte debido a una infección estreptocócica.

Durante la guerra el ejército alemán utilizó sulfamidas tanto en forma de polvo como de comprimidos para salvar la vida de miles de soldados heridos.

Siete años después del descubrimiento al bioquímico se le concedió el Premio Nobel de Medicina, galardón que no pudo recoger debido a la prohibición expresa por parte del partido Nacionalsocialista. Afortunadamente, Domagk pudo recibirlo en 1947, si bien no se le concedió la dotación económica.

El lado tenebroso de las sulfamidas
Las sulfamidas tienen también su lado oscuro. En el campo de concentración femenino de Ravensbrück, a noventa kilómetros de Berlín, los médicos de las temidas SS realizaron experimentos médicos con sulfamidas.

Desde julio de 1942 a 1943 se infectaron a prisioneros con estreptococo y Clostridium. Además, los médicos entorpecían la circulación sanguínea de las cobayas humanas taponando los vasos de las heridas para simular heridas del campo de batalla. Por último, se les administraba diferentes dosis de sulfamidas con la intención de conocer su efectividad.

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- M. Jara
Pedro Gargantilla es médico internista del Hospital de El Escorial (Madrid) y autor de varios libros de divulgación.

https://www.abc.es/ciencia/abci-sul...unda-guerra-mundial-201904220311_noticia.html
 
Así castigaba Isabel II a los borrachos en Málaga
Los alborotadores eran conducidos a la plaza de la Constitución y se les obligaba a beber ocho litros de agua
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Retrato de la reina Isabel II, que decidió poner coto al problema de los borrachos en la Málaga de la época. / SUR


ANA PÉREZ-BRYAN
Lunes, 22 abril 2019, 00:27
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Nada de ordenanzas municipales, ni multas, ni prohibiciones más o menos restrictivas. En tiempos de la reina Isabel II los castigos que se aplicaban a los borrachos que llenaban por las noches las calles de Málaga eran mucho más expeditivos. Y además se hacían en público. Corría la mitad del siglo XIX –la monarca reinó entre los años 1833 y 1868– y los excesos con el alcohol por parte de muchos ciudadanos se habían convertido en un problema de orden público. La Málaga de la época nada tenía que ver con la actual, y los conflictos que generaban en la vía pública aquellos que se pasaban con la bebida impedían incluso que las «personas decentes» (así se recoge en las crónicas de aquellos años) salieran a la calle a ciertas horas del atardecer.

Las trifulcas que generaban esos alborotadores, que no dudaban en echar mano de pistolones de la época, navajas y hasta espadas para resolver sus enfrentamientos en plena borrachera, convirtieron la situación en insostenible, hasta el punto de que los golillas (policía municipal) y los alguaciles se veían desbordados e incapaces de poner orden en cuanto la situación se complicaba con peleas más o menos multitudinarias. Así lo recoge el escritor Diego Ceano en una deliciosa crónica publicada en la revista 'El Avisador Malagueño': «(...) Los beodos se adueñaban de las calles sin contemplación alguna y por menos de un misto, como se suele decir, le hacían a uno ojales en el traje epitelial, es decir en el cuerpo, con las puntiagudas navajas traperas...».


Los escarmientos fueron obra del gobernador Melchor Ordóñez, que ponía grilletes a los apresados y les aplicaba el correctivo en público

La primera medida fue encarcelarlos durante una noche, pero al día siguiente volvían a las andadas

Las quejas ante la situación creciente en una ciudad considerada muy conflictiva e insegura en el resto del país llegaron hasta la corte de Isabel II, que decidió tomar cartas en el asunto con órdenes explícitas a las autoridades locales. Para que el efecto fuera inmediato, la monarca nombró gobernador en Málaga en 1843 a Melchor Ordóñez y Viana-Cárdenas, abogado y ministro nacido en la ciudad que en sus 49 años de vida ocupó numerosos cargos de responsabilidad en la corte. Sería sin embargo durante su mandato en la capital donde más tuvo que aplicar la imaginación para cumplir con el encargo de la reina, cansada de añadir a sus ya serios problemas los conflictos de orden público en una de sus provincias. Y por culpa de los borrachos.
Una noche en la cárcel
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Una vez recibido el mandato, la primera medida de Ordóñez fue llevar directamente a la cárcel a los borrachos que las autoridades iban apresando desde que caía la tarde para tratar de que aquel encierro nocturno les disuadiera. Como curiosidad histórica, se da la circunstancia de que unos años antes de que el gobernador civil tomara posesión de su cargo, el presidio principal de la capital se había trasladado desde la plaza de las Cuatro Calles (hoy plaza de la Constitución) hasta el barrio de San Rafael por las condiciones extremas de insalubridad que se daban en ese espacio mandado a construir por los Reyes Católicos.

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Gobernador. Retrato de Melchor Ordóñez y Viana-Cárdenas que se conserva en el Museo de Málaga. / SUR

Sin embargo, la medida de la noche en prisión para los borrachos no surtió efecto: en efecto, los que eran apresados dormían la borrachera 'a la sombra' pero a la mañana siguiente, ya más despejados, volvían a hacer de las suyas. Y eso que el de la cárcel no fue el único intento de Ordóñez para acabar con aquello, ya que llegó a dictar una orden donde obligaba a las tabernas a ofrecer vino gratis a todo el mundo a partir de las diez de la noche. Lógicamente, los bares cerraban sus puertas a esa hora para no tener que correr con ese gasto excesivo. Pero ni aun así llegó a erradicar por completo las borracheras.

Así que el gobernador decidió aplicar medidas más contundentes. Lo hizo él mismo, acompañado por el jefe de la policía, y en la misma plaza de las Cuatro Calles, donde los apresados eran conducidos dando tumbos y encadenados con grilletes para someterse a un castigo ejemplar y público. De hecho, el espectáculo era seguido por multitud de vecinos curiosos que noche sí y noche también 'disfrutaban' de aquel escarmiento: allí, el gobernador obligaba a los borrachos a beber dieciséis cuartillos de agua, el equivalente a unos ocho litros. Una jarra detrás de otra y sin parar, hasta que el borracho juraba y perjuraba que no volvería a tomar vino en toda su vida.

Una 'tortura' en directo
El castigo no era menor, más si se tiene en cuenta que los represaliados ya acumulaban una gran cantidad de alcohol en el estómago y aquellos litros extra representaban una auténtica tortura. Algunas de las crónicas de la época se refieren a los «lamentos» que se escuchaban «en todos los rincones de la ciudad» por parte de los borrachos que eran sometidos a aquel escarmiento, y además con el regocijo del público que además del espectáculo 'gratis' veía cómo se terminaba con el problema de la inseguridad en las calles. El hecho es que aquella medida de Ordóñez no tardó en hacer efecto: el boca a boca de aquellos castigos en la plaza pública disuadió a una gran mayoría de volver a meterse en problemas a causa del alcohol.

Aunque aquella no fue, sin embargo, la única decisión –más o menos curiosa– por la que el gobernador civil pasará a la historia local: de hecho, él fue el encargado de promulgar el primer reglamento taurino de la ciudad (1847), y suyas son también varias ordenanzas que causaron gran revuelo entre los ciudadanos, como la obligación de cerrar las puertas de las casas a las once de la noche en verano y a las diez de la noche en invierno; así como que el riego de las macetas de los balcones sólo pudiera hacerse entre las once de la noche y las siete de la mañana. Pero esas ya son otras historias.



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Plaza de las Cuatro Calles. Grabado de M. de Mesa (1839) de la que hoy es la plaza de la Constitución, donde se aplicaban los correctivos a los borrachos apresados. / ARCHIVO DÍAZ DE ESCOVAR
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Revolución de los Claveles: 45 años de un levantamiento atípico
Estas son las claves del día en que Portugal terminó con la dictadura más duradera del siglo XX en Europa
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El Gobierno portugués, con su primer ministro António Costa en el centro (con traje), celebra el 45 aniversario de la Revolución de los Claveles (Twitter)

CYNTHIA DE BENITO | EFE, LISBOA
25/04/2019 12:20

No hubo violencia, ni gritos, ni siquiera ansiedad. El 25 de abril de 1974, la jornada en la que el mundo vio a los plácidos portugueses acabar con una dictadura de 48 años, comenzó con una canción a la que siguieron flores y abrazos.

“Somos tiernos y poco intensos, al contrario que los españoles -nuestros absolutos contrarios- que son apasionados y fríos”, apuntaba el poeta Fernando Pessoa. Su democracia, en efecto, llegaba con ternura. Alérgicos a la brusquedad, los lusos adaptaron el concepto de revolución en un levantamiento pacífico sin precedentes.

Éstas son las claves del día en que Portugal terminó con la dictadura más duradera del siglo XX en Europa.

Los seis personajes claves
Caetano, Salgueiro, Saraiva, Caeiro, Afonso y Spínola

Marcello Caetano. El último dictador del Estado Novo. Sucedió en septiembre de 1968 a António de ElAceitunoMisogino Salazar, inhabilitado tras golpearse en la cabeza al caer de la silla en la que iba a atenderle su callista. Caetano, debilitado por la crisis petrolera de 1973 y el fracaso de las guerras coloniales en Angola, Guinea-Bissau y Mozambique, vive casi olvidado. No es plenamente consciente de que la Revolución avanza hasta la 1.30 horas del 25 de abril, cuando es conducido por un agente de la PIDE, la policía secreta de la dictadura, al cuartel do Carmo, en el centro de Lisboa. A las 17.00 horas, el cuartel se rinde. Caetano lo abandona a las 19.30 en un vehículo blindado rumbo al aeropuerto en medio de gritos de “¡Asesinos!” lanzados por la multitud.

Fernando José Salgueiro Maia y Otelo Saraiva de Carvalho. Los más emblemáticos capitanes de la revolución. Salgueiro Maia lideró la columna de blindados que cercó los ministerios de la Praça del Comércio, un acción clave por forzar la rendición del dictador Marcello Caetano. Seguía órdenes de Saraiva de Carvalho, responsable del puesto de comando en Pontinha, en Lisboa, desde donde se dirigió el golpe que había diseñado.

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Uno de los más emblemáticos capitanes de la revolución, Otelo Saraiva de Carvalho, en una entrevista con Efe este jueves en Lisboa (Pedro Talet / EFE)
Celeste Caeiro. La revolución le debe su nombre. Camarera, costurera, estanquera y empleada en un guardarropa, aquel 25 de abril se acercó, con una cesta repleta de claveles del local en el que trabajaba, a averiguar si era cierto que había una insurrección en marcha. Un soldado apostado en la céntrica plaza de Rossio le pidió a las 9 de la mañana un cigarrillo y ella, que no llevaba, le entregó un clavel rojo. Los demás uniformados imitaron al compañero y colocaron las flores en sus fusiles para mostrar que su movimiento era pacífico. Fue la imagen icónica de la jornada. “Nunca esperé que los claveles viniesen a derivar en todo esto, fue un gesto sin segunda intención”, dijo Caeiro en una entrevista a Efe en 2014, una de las últimas que ha dado.

Zeca Afonso, autor de Grândola Vila Morena, la canción que identifica a la revolución. La melodía sonó a las 00.25 del 25 de abril en Radio Renascença. Era la contraseña pactada entre los capitanes de abril, que la eligieron por su letra: “El pueblo es quien más manda” y “tierra de fraternidad”. En la hora siguiente a su emisión, unidades al mando de capitanes del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) se pusieron en marcha.

António de Spínola. El general convertido en primer presidente de Portugal tras la revolución. Spínola había puesto al régimen nervioso dos meses antes del 25 de abril, al publicar un libro en el que defendía una solución política para las guerras coloniales. El día de la insurrección, recibió la rendición de Caetano y lideró la Junta de Salvación Nacional, creada para avanzar en la transición hacia la democracia a partir del 26 de abril. Fue presidente desde mayo de 1974 hasta septiembre de ese año, cuando dimitió.

Cinco momentos críticos
Canciones pactadas, llamada a Caetano, amanecer en Lisboa, rendición del dictador y proclamación de la Junta de Salvación Nacional

Suenan en la radio las canciones pactadas por los militares para comenzar la insurrección al filo de medianoche. La primera, E depois do adeus, era conocida por su fracaso en Eurovisión. Grândola Vila Morena, censurada por la dictadura, era la última señal esperada por los militares para lanzarse a la calle, suena a las 00.25. El tema pasa a la historia como el himno antifascista luso.

Llaman a Marcello Caetano. Apocado y desbordado por las críticas a una gestión siempre comparada a la de su antecesor, el todopoderoso dictador Salazar, Caetano es avisado de que grupos de militares se dirigen al cuartel do Carmo, sede de la Guardia Nacional Republicana (GNR). El líder del Estado Novo es conducido al Carmo por un agente de la policía secreta, y ya en el camino se hace obvia su soledad. Son las 1.30 horas de la mañana.

Amanece en Lisboa. La capital es un hervidero de rumores con la salida del sol. Centenares de soldados esperan instrucciones a pocos metros del cuartel do Carmo. La actividad se paraliza en el país.

Caetano desiste. Son las 17.00 horas y el último dictador luso se rinde. Entrega el poder al general António de Spínola y se sube a un coche blindado camino del aeropuerto para vivir sus últimos años exiliado en Brasil.

Spínola proclama la Junta de Salvación Nacional, que servirá para conducir la transición a la democracia. Son las 1.30 horas del 26 de abril. En un mensaje retransmitido por televisión, se compromete a “promover la conciencia de los portugueses, permitiendo la plena expresión de todas las corrientes de opinión”, y facilitar la convocatoria de elecciones.

Anécdotas de una ‘revolución’ a la portuguesa
Pinchazos, semáforos, “No son horas” y el fracaso eurovisivo

El pinchazo de la rueda. Los oficiales Otelo Saraiva de Carvalho y Vasco Lourenço se arremangan para cambiar la rueda pinchada de su coche. Son las dos de la mañana, salen de una reunión de militares y aún falta más de un año para la Revolución de abril. Entre esfuerzos y risas, Lourenço se sincera ante Saraiva de Carvalho. “Le dije a Otelo que no íbamos a solucionar nada con requerimientos y papeles, que debíamos dar un golpe de Estado y convocar elecciones. Él me miró y me dijo: ‘¿Pero tú también piensas así?. ¡Ese es mi sueño!’”, contó en 2004 a Efe. La idea acababa de implantarse.

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Vasco Lourenço, uno de los capitanes de abril, durante la entrevista con Efe (Pedro Talet Cara / EFE)
El semáforo. Es el episodio más conocido porque ilustra la educación lusa como ninguno. En la madrugada del 25 de abril, la columna militar que se dirigía al centro para tomar los centros del poder en Lisboa, se detiene a la altura de la universidad. El capitán Fernando José Salgueiro Maia, a cargo del grupo, observa atónito la situación: la columna para porque el semáforo está en rojo. En la calle desierta, perplejo, manda avanzar con sirenas hasta llegar al río.

“No son horas”. Un grupo de militares se encamina de madrugada a tomar Rádio Club Português, desde donde el MFA anunciará el levantamiento. El portero les frena en seco. “No son horas para hacer una revolución”, les espeta antes de cerrar la puerta. Los militares vuelven a llamar y, tras una larga conversación, el portero cede, aunque les advierte de que el personal no llega hasta las 7.00. El comunicado del MFA se lee en directo poco después de esa hora.

El fracaso eurovisivo. E depois do adeus, la primera canción que alertó a los militares de que el levantamiento estaba en marcha, concursó a principios de abril de 1974 en el Festival de Eurovisión y quedó en último lugar con apenas 3 puntos. Tras la Revolución, la composición no corrió mejor suerte, y la gloria se reservó para Grândola Vila Morena, un himno solo comparable en importancia al Bella Ciao partisano. Los portugueses tendrían que esperar hasta 2017 para vencer el festival, con Amar pelos dois de los hermanos Salvador y Luísa Sobral, otro himno al desastre amoroso.
https://www.lavanguardia.com/intern...-claveles-portugal-45-aniversario-claves.html
 
El misterio del oro perdido que la República quiso esconder de Franco: el mito del séptimo camión
Además del «Oro de Moscú», la leyenda cuenta que un vehículo cargado de riquezas se perdió durante los últimos días de la Guerra Civil

SeguirManuel P. Villatoro@ABC_Historia
Actualizado:26/04/2019 00:57hhttps://www.abc.es/historia/abci-la...-republica-espanola&vli=noticia.foto.historia

Mucho se ha hablado del popular «Oro de Moscú». La marcha del 70% de los fondos del Banco de España a la URSS ha sido llevada (de forma más o menos afortunada) incluso hasta la gran pantalla. Es lo que tienen las leyendas, que cuentan con una pátina de secretismo que les aporta un mangnetismo difícil de superar. Sin embargo, el enigma que hoy se analiza poco tiene que ver con aquellas 7.800 cajas que, por orden de Juan Negrín, salieron de Cartagena y (al parecer) sirvieron para pagar el armamento de las tropas republicanas.

Además del «Oro de Moscú», nuestro país alberga todavía mitos como el del «séptimo camión», un vehículo que -según narra la leyenda- se perdió en los últimos días de la Guerra Civil junto a una ingente cantidad de oro y obras de arte mientras huía de las tropas franquistas. ¿Realidad o falacia?, ¿falsedad o hecho palpable?... Difícil saberlo. En todo caso, su historia comienza durante los primeros días de la contienda, cuando Francisco Franco se dirigía hacia Madrid.

A la carrera
Fue entonces cuando la cúpula del gobierno central (ubicada en la capital) decidió poner tierra de por medio entre ellos y el ejército enemigo y trasladar su sede a Valencia el 6 de noviembre de 1936. La decisión se tomó, según explicaba el diario «El mercantil de Valencia», para «organizar desde aquí la victoria definitiva». La realidad, no obstante, era que la defensa de Madrid se planteaba ardua al no contar con tropas entrenadas. Fuera como fuese, se inició el viaje. Pero en la caravana que partió desde la urbe no viajaban únicamente los miembros de un gobierno al frente del que se encontraba Largo Caballero, sino que en ella también se encontraban los mayores tesoros de Madrid.

«Recursos económicos y organización territorial en la República de la Guerra Civil». El capital resultante de esta «recolección» era habitualmente enviado a Figueras desde las diferentes administraciones provinciales y, una vez allí, partía a Francia.

Como anécdota, la mudanza (en la que también hubo todo tipo de obras de arte) no fue precisamente ejemplar, pues se hizo a la carrera y de una forma atropellada. Tras la salida del gobierno hacia Valencia un operario se encontró una caja llena de brillantes producto de «registro, incautaciones y secuestros» que había sido olvidada. A Manuel Azaña conocer este hecho le indignó sobremanera. Llegó a señalar que «nadie la custodiaba», por lo que cualquiera podría haber cogido «brillantes a puñados».

La historia palpable
El periplo del tesoro terminó en Valencia y Barcelona. Al menos hasta 1938, cuando la situación de la República era insostenible y la capital catalana estaba a punto de caer en manos del ejército de Franco. En ese momento, según afirma el historiador Philippe Valode en su obra «Los dossieres secretos de la Segunda Guerra Mundial», las riquezas que todavía estaban en posesión del gobierno fueron llevadas hasta un último enclave en la que defenderlas.

Aunque las versiones varían en este punto, la región que señala este historiador sería Figueras (algo que encaja, pues Asiaín determina por su parte que en esta zona había un castillo que hacía las veces de «almacén central» y que contaba con una ingente fortuna en su interior).

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Mina de Negrín
Además de en Figueras, parte fue ocultado (siempre en palabras de este experto) en La Vajol, un pequeño pueblo ubicado a unos 20 kilómetros de Figueras. Allí fue guardado en una mina perfectamente acondicionada como búnker. Una edificación que recibía el nombre de «Mina de Negrín» debido a que había sido incautada por el gobierno. «Durante la última etapa del gobierno republicano fue confiscada y en ella se guardaron obras del Museo del Prado y oro procedente del Banco de España. En el interior de [una de las] galerías se construyó una cámara acorazada con hormigón armado y vigas de acero, delante de la cual se ubicó [...] un centinela permanentemente», explica Cristóbal García Manteca en su obra «Patrimonio geológico y minero y desarrollo regional».

En este emplazamiento permaneció el tesoro hasta que estuvo claro que la caída de la República era inminente y que los franquistas no tardarían en plantarse frente a las puertas del último reducto del gobierno. Para entonces el calendario se había detenido en los primeros días de febrero de 1939 y el éxodo de españoles hacia Francia se había generalizado.

«En febrero de 1939 parecía que toda Cataluña estuviese huyendo. Algunos refugiados prefirieron coger la ruta costera [...]. Los demás, la mayor parte de la población, cruzaron la frontera en Le Perthus, lo que provocó grandes atascos de varias decenas de kilómetros. Otros, para intentar evitar las multitudes, se alejaron de las carreteras, fueron por caminos o sendas de montaña, y se encontraron en valles y puertos más o menos impracticables en ese momento del año», completa Valode en su obra.

Ciudad tras ciudad, los franquistas fueron tomando toda Cataluña. La situación no podía ser peor para los republicanos. Por ello, el Comité Internacional para el Salvamento de los Tesoros de Arte Españoles (un organismo recién creado) determinó que lo idóneo era firmar un acuerdo con la Sociedad de Naciones para que los cuadros del Museo del Prado fuesen enviadas a Ginebra. Con todo, se estableció que esta solución sería solo temporal y en favor del patrimonio de nuestro país, por lo que todo lo entregado sería devuelto una vez finalizada la contienda. Este acuerdo se sucedió, como bien explicó uno de sus firmantes, por la noche y a la luz de los faros de un coche por su urgencia.

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Entrada de las tropas nacionales en Barcelona
Tomada la decisión, entre el 4 y el 9 de febrero salieron de la zona un total de 71 camiones cargados con los lienzos del Museo del Prado y parte del tesoro. Nuevamente, las prisas no fueron buenas consejeras para el gobierno de la República y las obras de arte se cargaron en unas condiciones muy precarias. Pero el tiempo apremiaba.

Aquellos camiones cruzaron las montañas acompañando a los cientos y cientos de personas que habían decidido exiliarse a nuestro país vecino. «Una vez en Francia, la carga se traspasó a vagones de tren que partieron de Perpiñán hacia Suiza el 12 de febrero, en una expedición financiada por el Comité Internacional. Cinco días después, la preciada carga llegó a la sede de la Sociedad de Naciones en Ginebra», determina el mismo museo.

Nace la leyenda
Hasta aquí todo es Historia. El resto esta conformado por una mezcla de verdad y de leyenda que multitud de historiadores e investigadores han tratado de verificar.

Tal y como explica la historiadora Assumpta Montella en su obra«El setè camió: El tresor perdut de la República», siete de los últimos camiones que partieron tuvieron que pasar a través del Coll de Li en dirección hacia el pueblo de Maureillas-las-Illas. Nada extraño. Sin embargo, de esta pequeña escisión del convoy únicamente llegarían seis vehículos a su destino. Uno de ellos se perdió misteriosamente. ¿Cuál era su carga? Al parecer, llevaba en su interior entre 10 y 12 toneladas de oro y, según algunos autores como Vicent Melià i Bomboí, obras de arte como el cáliz del Papa Luna y varios documentos de la Catedral de Tortosa.

¿Qué sucedió con él? Las teorías sobre el devenir de este camión fueron varias y sumamente rocambolescas.

1-En México
La primera teoría afirma que este camión tenía un destino diferente al resto de sus compañeros y se desvió hasta la costa. Desde allí, habría sido transportado hasta México, donde se le perdió la pista.

2-Robado
La segunda que explicamos aquí fue ofrecida por el buscador de tesoros Robert Charroux. En una de sus obras, este autor afirma que tuvo la oportunidad de hablar con uno de los soldados que viajaba en este vehículo para protegerlo, un tal Vicente.

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Conductor republicano
Al parecer, este hombre le desveló que tanto él como sus compañeros decidieron que su carga era demasiado valiosa como para desperdiciarla, por lo que se hicieron con su contenido, lo enterraron y abandonaron el camión. Esta teoría es puesta en duda debido a que Vicente afirmó primero que había cometido el robo acompañado de dos compañeros y, posteriormente, cambió la versión y dijo que sus camaradas eran siete.

Vicente trató de encontrar en 1957 el lugar en el que presuntamente había escondido las obras de arte y los lingotes con ayuda de varios cazadores de tesoros, pero fue inútil. Dijo que el terreno había cambiado demasiado como para recordar el lugar exacto.

Así explica Charroux esta teoría:

«En marzo de 1939, un camión cargado con entre nueve y doce toneladas de oro guardado en cajas cerradas consigue cruzar la frontera por Cerbère. A bordo, iban un oficial y dos soldados que consiguieron llevar el vehículo por la carretera de Argelès a Perpignan. En Elne, cogieron la D40, cruzaron por Latour-Bas-Elne; después, en Saint-Cyprien, fueron por la D22, y volvieron sin darse cuenta hacia el sur, hasta un penoso camino de tierra que llevaba a la costa, en un lugar pantanoso. llegar más lejos, se detuvieron a unos ochocientos metros de la orilla».

«La noche había caído y no tenían ni idea de dónde estaban, excepto que se encontraban en territorio francés, en una zona arenosa y pantanosa. Allí decidieron enterrar su botín, después de haber intentado marcar la zona como pudieron. Pasaron gran parte de la noche transportando las cajas y cavando una zanja casi en la orilla. Cada caja contenía tres lingotes de veinticuatro. kilos. Una vez que acabaron el trabajo, los tres soldados condujeron el camión lejos, lo abandonaron y, a primera hora de la mañana, se presentaron a las autoridades y dejaron que los internaran cerca de su escondite, a la espera de que llegaran días mejores».

3-No existió
Valous afirma que logró hablar con varios soldados republicanos que participaron en esta operación y que todos coinciden en que no hubo séptimo camión. Esto fue lo que le explicaron: «El séptimo camión no se detiene en la playa de Saint-Cyprien, en Francia; ni siquiera cruzó la frontera, por la simple razón de que nunca hubo un séptimo camión. El tesoro de los republicanos españoles, o una parte, cruzó la frontera por pequeños senderos, por los puertos de Llias, de Maureillas, para llegar a Le Boulou; o bien por el puerto de Brousse, para llegar a Ceret. Los emigrantes pasaron por todas partes».

4-Regresó a la mina
En su obra, Montella es partidaria de que el último camión estaba conducido por el teniente Blasi y se vio obligado a regresar a la mina cuando observó que el puente por el que debía cruzar (el de Agullana) había sido volado por los hombres de Líster.

https://www.abc.es/historia/abci-mi...mito-septimo-camion-201904260057_noticia.html


 
La magnitud del expolio que sufrieron los judíos en la Francia ocupada
Emmanuelle Polack es la principal artífice de un libro y una exposición que recuerdan aquella época histórica
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Subasta en 1948 de una obra de Van Ruysdael robada por los nazis (Keystone-France / Getty)
ÓSCAR CABALLERO, PARÍS. SERVICIO ESPECIAL
27/04/2019 01:50
Actualizado a 27/04/2019 08:56

El gobierno de Vichy, borrado de la historia de Francia por De Gaulle y Mitterrand, restablecido como francés por el presidente Chirac, quien lo asumió como una vergüenza nacional, tuvo en la deportación de 75.000 judíos su apogeo criminal. El Memorial de la historia del Holocausto, que lo recuerda en París desde el 2005, subraya otro crimen, el económico: “Traficar con el arte fue la ocupación más rentable bajo la ocupación”.

Lo explica la historiadora Emmanuelle Polack, autora de El mercado del arte bajo la ocupación 1940-1944 , un libro que recoge su investigación exhaustiva sobre dicho periodo en Europa y Estados Unidos. Y da título a la exposición del Memorial, de la que ella es también la comisaria científica.

La historiadora Polack dice que “traficar con el arte fue la ocupación más rentable bajo la ocupación”

La muestra, primera de tales características en Francia, reúne dos vertientes, la histórica y la artística. Y, azar o necesidad, coincide con la promesa del Ministerio de Cultura francés de “crear, en un par de semanas, y con 200 millones de euros de presupuesto, una ‘Misión de búsqueda y restitución de bienes culturales expoliados entre 1933 y 1945’”.

Una decisión casi forzada desde que en el 2013, cuando salió a la luz el caso Gurlitt –el descubrimiento en Munich, en casa del hijo del marchante de arte Hildebrand Gurlitt, de más de 1.400 obras robadas a judíos–, Alemania dotó con dos millones de euros un centro de bienes expoliados, para localizar a las familias de los despojados por el marchante.

Y es que todo circuló por París. “A partir del verano de 1941 –evoca Pollack– el Estado confisca empresas, bienes inmobiliarios, financieros y obras de arte a los judíos de Francia. Bloqueadas sus cuentas bancarias, los judíos internados en campos de concentración son despojados, a la entrada, de sus bienes. Víctimas de una doble legislación, la de los nazis y la del gobierno francés, son excluidos de la vida política, social y económica, en lo que servirá de preludio a su eliminación física”.

Cuadros de John Constable, de Thomas Couture, de George Romney son expuestos por primera vez en París

Ironías de la historia porque se produce en el país en el que Napoleón les había dado estatuto de ciudadanos, una novedad en Europa. “Al mismo tiempo –explica la comisaria de la exposición– entre 1940 y 1944 una verdadera euforia se apodera del mercado del arte a todos los niveles: talleres, galerías y salas de subastas. El mercado parisino ve pasar entre 1941 y 1942, más de dos millones de piezas, sus precios decuplicados a veces, en un frenesí de compras, intercambios, ventas y tráfico.

Cuadros de John Constable, de Thomas Couture, de George Romney, recuperados tras inverosímiles peregrinaciones, son expuestos por primera vez en París, en el Memorial, que cumple con otra de sus misiones al poner en contacto a su comisaria con “cualquier familia que sospeche haber perdido bienes culturales bajo la ocupación”.

Una historia del gusto, seguida por la exhibición de las medidas alemanas y las leyes y decretos de Vichy sirven de preámbulo. La sala 1 profundiza en el destino de galerías como B.Weill, Pierre (Matisse), Paul Rosenberg o René Gimpel (de sus locales de la plaza Vendôme al campo de internamiento de Neuengamme, en Alemania), que defendían el arte moderno, bestia negra de nazis y colaboracionistas. La sala 2 se ocupa de los puntos álgidos del tráfico, el gran centro de subastas parisino, Druot, y la French Riviera, la zona libre de la Costa Azul.

Así como los historiadores han terminado por establecer que la deportación de los judíos de Francia no fue obra de la Gestapo sino de la policía francesa, es decir, un crimen de Vichy, el libro y la exposición de Pollack permiten diferenciar entre las obras que requisaron oficialmente los alemanes –nada de arte degenerado, es decir, moderno– y ese tráfico francés, que negociaba las cotizadas escuelas del siglo XX. Pollack señala que los propios expertos de Druot, que certificaban autenticidad de un cuadro y maquillaban su origen, para blanquearlo, pujaban entre bastidores para luego revender.

La requisición oficial alemana estaba centrada en obras del Louvre y otros museos, pero también de particulares, almacenadas en el Jeu de Paume –allí, una heroica funcionaria sin sueldo, Rose Valland, las registrará, con peligro de su vida– antes de partir a Alemania. El tráfico francés –galeristas, expertos, comisarios de subastas, marchantes locales y suizos- sólo atiende al valor mercantil de las obras. En total, unas cien mil obras habrían sido conducidas a territorio alemán. Desde 1944, gracias a las listas establecidas en secreto por Valland el ejército aliado creó un destacamento específico para recuperar obra expoliada.

En 1949 Francia había fundado el MNR (Museos Nacionales-Recuperación), que devolvió a sus propietarios 45.000 de las 60.000 obras recuperadas en Alemania. ¿Y las otras 15.000? Francia calificó “de poco interés” a 13.000 de ellas. Pero las vendió en 1950 y 1953. Ahora, Pollack advierte sobre futuras complicaciones: “es muy probable que un día u otro algunas de ellas reaparezcan en el mercado del arte”.

Más misterioso es el destino de las dos mil restantes, “las más bellas”, según Polack, extrañada de que no figuren en el inventario y de que sean “guardadas en depósito”.

Otro detalle importante: si desde 1949 el propietario expoliado podía reclamar sus bienes tras demostrar que le pertenecían, en el 2014, la ministra de cultura Aurélie Filippetti invirtió la medida a favor de la víctima: el Estado debía buscar a los damnificados o sus herederos.
https://www.lavanguardia.com/cultur...posicion-holocausto-judio-francia-polack.html
 
La verdad que esconde la gesta de María Pita: la Invencible inglesa que Drake estrelló contra España
La gesta de esta brava gallega que se defendió del ataque de Francis Drake al grito de «quien tenga honra que me siga» es archiconocida, y, sin embargo, pocos saben enmarcar dónde se coloca su defensa de la Coruña en términos históricos
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SeguirCésar Cervera@C_Cervera_M
Actualizado:29/04/2019 12:14h

María Pita es un personaje popular de la historia de España. Tiene calles con su nombre. Tiene una estatua de bronce en su honor. Y se la recuerda cada año en festejos. La gesta de esta brava gallega que se defendió del ataque de Francis Drake al grito de «quien tenga honra que me siga» es archiconocida, y, sin embargo, pocos saben enmarcar dónde se coloca su defensa de la Coruña en términos históricos. Porque hasta hoy escasos españoles, y aún menos ingleses, tienen noticia de que, un año después de que la Gran Armada de Felipe II fracasara en su intento de invadir Inglaterra, este país estrelló una flota de la misma envergadura con todavía más estrépito.

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Foro de Luis Gorrochategui- Angel de Antonio
La suerte de la Grande y Felicísima Armada forma parte del imaginario popular y vertebra uno de los mitos fundacionales de la Inglaterra protestante. De su homóloga inglesa, en cambio, se conocen únicamente leyendas, a pesar de que el fracaso fue de un tamaño superior. Según el historiador británico M. S. Hume, la campaña costó la muerte o la deserción del 75% de los más de 18.000 hombres que formaron originalmente la flota que partió con más de 150 barcos, un año después de la famosa Armada invencible.

«España salvó a dos tercios de la flota y conservó su poder naval y económico, mientras que Isabel I no fue capaz de pagar ni los salarios de los superviviente de aquella ofensiva», afirma a ABC el historiador Declan M. Downey. Este profesor irlandés ha participado esta semana en el I Congreso Internacional de la Armada española de 1588 y la Contra Armada inglesa de 1589, que concluyó este viernes en el Museo de Arqueología Subacuática de Cartagena.

Fuera de la historiografía oficial


El congreso internacional reunió la pasada semana a expertos de todo el mundo para analizar los últimos hallazgos arqueológicos y documentales de estas dos ofensivas de la Guerra anglo-española (1585-1604). Derrotas y victorias, frente a frente. «En España estamos acostumbrados a una historia negra, por eso es importante sacar tanto las derrotas, con sus matices, como victorias tan poco conocidas como la Contra Armada», explica Luis Sobrino Pérez-Crespo, actualmente almirante de Acción Marítima. No obstante, la propia organización de estas jornadas reconoce la dificultad de encontrar expertos en Inglaterra sobre lo ocurrido en 1589, que se antoja un total desconocido para la historiografía europea.

«La historia de Inglaterra es algo que ha estado muy controlado por el Estado, cuya obsesión ha sido crear estados de opinión a conveniencia»
«He podido comprobar que los ingleses no conocían la historia, ni siquiera a nivel académico. No es que no haya especialistas, es que hay incluso académicos que la conocen de pasada. La historia de Inglaterra es algo que ha estado muy controlado por el Estado, cuya obsesión ha sido crear estados de opinión a conveniencia», asegura Luis Gorrochategui, autor de «La Contra Armada: la mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra», que ha sido editado también en inglés.

En 1589, Isabel Tudor puso en manos de Francis Drake y de John Norreys una flota que superaba en número, aunque no en tonelaje, a la enviada por Felipe II . Su plan consistía, precisamente, en la idea de aprovechar la supuesta indefensión de las costas españolas. Los objetivos de esta armada, que incluía un ejército embarcado, eran atacar los restos de la Gran Armada, principalmente refugiada en el puerto de Santander, levantar Portugal contra España y capturar la Flota de Indias en su regreso de América. No en vano, Francis Drakedescubrió pronto que no es lo mismo atacar puertos indefensos del Caribe o a barcos mercantes que hacer la guerra. «Se trataba de una gigantesca flota de armadores privados, más interesados en un botín que en atacar la bien defendida Santander. La influencia de estos armadores sobre los oficiales reales llevaron al fracaso la empresa», sostiene Gorrochategui.

Los armadores privados forzaron a los mandos a no intentar siquiera tomar Santander, de modo que se escogió La Coruña, de apenas 5.000 habitantes, como la primera presa de la Contra Armada. Tampoco allí las cosas fueron fáciles. Felipe II y el Marqués de Cerralbo, gobernador de la ciudad, tomaron medidas para defender la ciudad: todos los hombres de infantería llegados en barcos de la Armada se quedaron para defender la ciudad y en el islote de San Antón se hizo a gran velocidad un castillo. «Tomaron la ciudad baja, pero con la ciudad alta se encontraron una resistencia fuerte», recuerda Gorrochategui sobre el éxito de las medidas defensivas que obligaron a Drake a un ataque por tierra.

De golpe en golpe y tiro porque me toca
El 14 de marzo, los ingleses sufrieron enormes pérdidas en sendos ataques contra las murallas», relata el autor de «La Contra Armada: la mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra». A causa de una enorme explosión subterránea por una mina colocada por Norris en la muralla, los ingleses sufrieron 300 bajas. En una de las brechas abiertas por la artillería, destacó la célebre Pita al frente de las milicias coruñesas, que incluían mujeres, que entraron en combate y destrozan a los atacantes usando incluso piedras. Drake y Norris se marcharon de la ciudad sin tomar nada y, sí, perdiendo a centenares de bajas en sus filas.

Desde La Coruña, la flota británica se dirigió a Portugal, donde pretendían levantar el reino luso contra Felipe II valiéndose de los derechos dinásticos de Don Antonio, Prior de Crato. Los ingleses lograron desembarcar sus tropas, pero la durísima guerra de desgaste que padeció el ejército de Drake durante su marcha hacia las inmediaciones de la capital lusa y la brillante actuación de Alonso de Bazán –hermano del célebre marino– al frente de una escuadra de galeras hicieron imposible que Lisboa fuera rendida.

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Drake con su nuevo escudo de armas
Al contrario, el 16 de junio, siendo ya insostenible la situación, Drake ordenó la retirada. «La vuelta a Inglaterra fue terrible por problemas de alimentación y de epidemias. De los 27.667 hombres que partieron, se presentaron solo 3.722 a la paga», apunta Gorrochategui. A diferencia de Felipe II, que ordenó que los supervivientes de su armada fueran bien pagados y «gratificados en lo que hubiera lugar», la Reina de Inglaterra escatimó hasta la última libra adeudada a sus soldados. El propio Drake permaneció durante un lustro en cuarentena y no se le encargaron más empresas.

Curiosamente, las dos grandes operaciones navales de su siglo, con permiso de Lepanto en el Mediterráneo, se saldaron sin un enfrentamiento de entidad entre las dos flotas. En 1588, apenas se produjeron choques navales y fue, en verdad, rodeando las costas escocesas e irlandesas cuando muchos barcos naufragaron o se hundieron. En 1589, únicamente hubo una lucha prolongada cuando un grupo de galeras hundieron a entre cinco y siete barcos ingleses durante la retirada de Drake de las costas lusas. Los elementos fueron, en ambos casos, la fuerza a batir.

https://www.abc.es/historia/abci-ve...rello-contra-espana-201904290149_noticia.html
 
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