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Buenas tardes:
Hace tiempo que leo el foro, pero hasta ahora no había visto necesario crear una cuenta. Sin embargo, desde hace un tiempo mi relación de pareja está en crisis y necesito puntos de vista externos.
Como podéis imaginar por el título, estoy en un punto en el que no sé si quiero continuar con mi pareja o no. Y, la verdad, no tengo un gran motivo para romper la relación. Son más bien pequeños detalles que me han disgustado, que se van sumando unos a los otros y que, a la larga, me están afectando. Y, en este punto, no consigo saber qué pesa más: si todo lo bueno que tengo (que, por supuesto, lo hay) o esos momentos malos. Os cuento...
Hace 13 años que estoy con mi chico. Cuando empezamos, yo tenía 19 y él, 23. Empezamos poco a poco, sin prisas y sin etiquetas. Es decir, estábamos juntos y muy a gusto, pero creo que ninguno de los dos pensaba en meterse en una relación tan formal como al final terminó siendo. Todo fluyó tan bien, que aquí estamos a día de hoy. Mi chico inclusó dejó toda su vida (trabajo, familia, ciudad...) para mudarse conmigo a Italia cuando a mí me salió una oportunidad de trabajo al terminar la universidad. En principio iban a ser dos años, pero acabaron siendo 8. Durante esos 8 años, tuve que mudarme varias veces (siempre dentro de Italia) y él siempre me acompañó sin rechistar. Llevábamos 4 años juntos cuando nos fuimos. Antes de irnos, ya vivíamos juntos. La convivencia iba bien, sin problemas que destacar a pesar de mi fuerte carácter y de lo tacaño que puede llegar a ser mi novio.
El caso es que al llegar a Italia, como él no tenía trabajo y yo sí, decidí asumir todos los gastos. A día de hoy, aún me parece que hice lo correcto, aunque sí que es verdad que mi novio tenía dinero para colaborar porque él llevaba trabajando y ahorrando desde los 18. En mi caso, yo no tenía ahorros, era mi primer trabajo y pude sacarme la carrera gracias a las becas. Como ya he dicho, era consciente ya de que el defecto de mi novio era la tacañería, así que no le di más importancia. Pero, después, cuando él consiguió un trabajo, las cosas no cambiaron hasta que saqué mi carácter para decirle que los gastos teníamos que dividirlos (él ganaba incluso más que yo y yo solo pedía pagar todo a medias). Él me dio la razón, pero, como todas las facturas estaban domiciliadas a mi nombre en mi cuenta, él pagaba cuando quería y lo que quería. Es decir, hacía sus cuentas más o menos, pero nunca era la mitad. Por ejemplo, las compras que se hacían entre semana y que no formaban parte de la compra semanal, no las tenía nunca en cuenta. Los impuestos, que venían una vez al año, tampoco. Y lo mismo con otros gastos excepcionales.
A pesar de todo, y como todo lo demás iba tan bien, yo no le quise dar más importancia. Pero es verdad que es una actitud que no he olvidado porque, aunque aquí se cuenta rápido, imaginad tener que estar recordándole a tu novio durante 8 años que tiene que cumplir con su parte como si fueras un cobrador del Frac (con las discusiones que eso provoca).
En el 2019, mi novio decide comprar un coche porque el que tenía ya daba algunos problemas. Fuimos a ver varios y resulta que el que le gustaba se salía un poco de su presupuesto. Le gustaba tanto que le dije que lo cogiera, que le daba yo los 3000 euros de diferencia. Al fin y al cabo, yo también iba a usarlo (aunque yo no conduzco).
En enero de 2020 (antes de la pandemia), me llamó una de mis tías para decirme que mi hermana pequeña había tenido un accidente de coche y que estaba sedada en el hospital. Los médicos dijeron que era cuestión de horas que mi hermana falleciera, así que nos tocó volver a España en esas circunstancias. No es fácil llegar desde la zona de Italia donde vivíamos hasta Asturias (de donde somos), así que no llegamos a tiempo. Mi chico lo hizo todo muy fácil: se ocupó él de coger billetes y de organizar el viaje, pidió días en el trabajo para venir conmigo, me apoyó, etc.
Y después, en marzo, como sabéis, llegó la pandemia. Es obvio que mi estado anímico no era el mejor. Para superar el duelo por la muerte de mi hermana, tuve que ir al psiquiatra y la pandemia, obviamente, no facilitaba las cosas. Entre lo de mi hermana y la pandemia, mi chico tampoco estaba en su mejor momento, así que empezó a plantear que volviéramos a España. Yo al principio no quería, pero terminó haciéndome ilusión. A día de hoy, creo que fue una decisión precipitada y que, de no ser por la pandemia, no la hubiéramos tomado. El caso es que en enero de 2021 volvimos.
Como mis padres no estaban en un buen momento por la muerte de mi hermana, decidimos vivir con ellos de forma temporal. Ellos nos lo pidieron. La relación de mis padres con mi chico es estupenda y no hay problema ninguno de convivencia. De hecho, mi madre está más animada desde que estamos aquí. Pero, como podéis imaginar, no tenemos la misma intimidad que cuando vivíamos solos. Nuestras relaciones sexuales son menos frecuentes y menos intensas. Yo tengo miedo a que me llamen cuando estoy en plena faena, a que nos escuchen, etc. Lo hemos hablado y coincidimos, pero él dice que yo soy muy exagerada. Esto ha provocado alguna discusión y que yo tenga la líbido más baja de lo normal.
Al mes de estar en España, mi novio ya estaba trabajando. Yo, sin embargo, no tuve la misma facilidad. Pasaban los meses y no me salía nada. En verano (de ese año 2021), me salió en Facebook una oferta de trabajo en Italia y envié el cv, sin esperanzas de que me llamaran, la verdad. Pero lo hicieron y me ofrecieron el puesto de trabajo. Lo hablé con mi chico y me dijo que él no estaba preparado para volver. Influenciada por mi entorno (familia y amigos) y porque él había hecho lo mismo antes, rechacé el trabajo por él. A día de hoy me arrepiento porque podíamos estar los dos trabajando si estuviéramos en Italia.
A día de hoy, meses después, sigo buscando trabajo. Estoy cobrando el paro. Y, como no tengo coche, para poder acudir a cursos de formación, decidí comprarme una moto de segunda mano. ¿Recordáis que yo le di 3000 euros a él para su coche? ¿Adivináis cuanto me dio él a mí estando yo en paro? Exacto, nada. Que conste que yo no la he comprado esperando su ayuda, pero sí que me parece feo que no me haya devuelto el favor. Sobre todo porque la moto costó la mitad de esos 3000 euros que yo le di en su día.
La suma de todo esto hace que me plantee la relación: la falta de intimidad, el ver que la carrera de mi chico avanza mientras la mía está estancanda, las actitudes que he comentado y que me han disgustado, las discusiones cada vez más frecuentes... ¿Cómo puedo saber si simplemente es una mala racha o si mi relación está acabada? Hace 13 años que estamos juntos, nos respetamos, nos queremos, lo pasamos bien juntos, en principio no hay problemas mayores, así que no me gustaría tomar una decisión equivocada.
Gracias y perdón por el tochopost. Entiendo a quien no quiera leerlo todo.
Hace tiempo que leo el foro, pero hasta ahora no había visto necesario crear una cuenta. Sin embargo, desde hace un tiempo mi relación de pareja está en crisis y necesito puntos de vista externos.
Como podéis imaginar por el título, estoy en un punto en el que no sé si quiero continuar con mi pareja o no. Y, la verdad, no tengo un gran motivo para romper la relación. Son más bien pequeños detalles que me han disgustado, que se van sumando unos a los otros y que, a la larga, me están afectando. Y, en este punto, no consigo saber qué pesa más: si todo lo bueno que tengo (que, por supuesto, lo hay) o esos momentos malos. Os cuento...
Hace 13 años que estoy con mi chico. Cuando empezamos, yo tenía 19 y él, 23. Empezamos poco a poco, sin prisas y sin etiquetas. Es decir, estábamos juntos y muy a gusto, pero creo que ninguno de los dos pensaba en meterse en una relación tan formal como al final terminó siendo. Todo fluyó tan bien, que aquí estamos a día de hoy. Mi chico inclusó dejó toda su vida (trabajo, familia, ciudad...) para mudarse conmigo a Italia cuando a mí me salió una oportunidad de trabajo al terminar la universidad. En principio iban a ser dos años, pero acabaron siendo 8. Durante esos 8 años, tuve que mudarme varias veces (siempre dentro de Italia) y él siempre me acompañó sin rechistar. Llevábamos 4 años juntos cuando nos fuimos. Antes de irnos, ya vivíamos juntos. La convivencia iba bien, sin problemas que destacar a pesar de mi fuerte carácter y de lo tacaño que puede llegar a ser mi novio.
El caso es que al llegar a Italia, como él no tenía trabajo y yo sí, decidí asumir todos los gastos. A día de hoy, aún me parece que hice lo correcto, aunque sí que es verdad que mi novio tenía dinero para colaborar porque él llevaba trabajando y ahorrando desde los 18. En mi caso, yo no tenía ahorros, era mi primer trabajo y pude sacarme la carrera gracias a las becas. Como ya he dicho, era consciente ya de que el defecto de mi novio era la tacañería, así que no le di más importancia. Pero, después, cuando él consiguió un trabajo, las cosas no cambiaron hasta que saqué mi carácter para decirle que los gastos teníamos que dividirlos (él ganaba incluso más que yo y yo solo pedía pagar todo a medias). Él me dio la razón, pero, como todas las facturas estaban domiciliadas a mi nombre en mi cuenta, él pagaba cuando quería y lo que quería. Es decir, hacía sus cuentas más o menos, pero nunca era la mitad. Por ejemplo, las compras que se hacían entre semana y que no formaban parte de la compra semanal, no las tenía nunca en cuenta. Los impuestos, que venían una vez al año, tampoco. Y lo mismo con otros gastos excepcionales.
A pesar de todo, y como todo lo demás iba tan bien, yo no le quise dar más importancia. Pero es verdad que es una actitud que no he olvidado porque, aunque aquí se cuenta rápido, imaginad tener que estar recordándole a tu novio durante 8 años que tiene que cumplir con su parte como si fueras un cobrador del Frac (con las discusiones que eso provoca).
En el 2019, mi novio decide comprar un coche porque el que tenía ya daba algunos problemas. Fuimos a ver varios y resulta que el que le gustaba se salía un poco de su presupuesto. Le gustaba tanto que le dije que lo cogiera, que le daba yo los 3000 euros de diferencia. Al fin y al cabo, yo también iba a usarlo (aunque yo no conduzco).
En enero de 2020 (antes de la pandemia), me llamó una de mis tías para decirme que mi hermana pequeña había tenido un accidente de coche y que estaba sedada en el hospital. Los médicos dijeron que era cuestión de horas que mi hermana falleciera, así que nos tocó volver a España en esas circunstancias. No es fácil llegar desde la zona de Italia donde vivíamos hasta Asturias (de donde somos), así que no llegamos a tiempo. Mi chico lo hizo todo muy fácil: se ocupó él de coger billetes y de organizar el viaje, pidió días en el trabajo para venir conmigo, me apoyó, etc.
Y después, en marzo, como sabéis, llegó la pandemia. Es obvio que mi estado anímico no era el mejor. Para superar el duelo por la muerte de mi hermana, tuve que ir al psiquiatra y la pandemia, obviamente, no facilitaba las cosas. Entre lo de mi hermana y la pandemia, mi chico tampoco estaba en su mejor momento, así que empezó a plantear que volviéramos a España. Yo al principio no quería, pero terminó haciéndome ilusión. A día de hoy, creo que fue una decisión precipitada y que, de no ser por la pandemia, no la hubiéramos tomado. El caso es que en enero de 2021 volvimos.
Como mis padres no estaban en un buen momento por la muerte de mi hermana, decidimos vivir con ellos de forma temporal. Ellos nos lo pidieron. La relación de mis padres con mi chico es estupenda y no hay problema ninguno de convivencia. De hecho, mi madre está más animada desde que estamos aquí. Pero, como podéis imaginar, no tenemos la misma intimidad que cuando vivíamos solos. Nuestras relaciones sexuales son menos frecuentes y menos intensas. Yo tengo miedo a que me llamen cuando estoy en plena faena, a que nos escuchen, etc. Lo hemos hablado y coincidimos, pero él dice que yo soy muy exagerada. Esto ha provocado alguna discusión y que yo tenga la líbido más baja de lo normal.
Al mes de estar en España, mi novio ya estaba trabajando. Yo, sin embargo, no tuve la misma facilidad. Pasaban los meses y no me salía nada. En verano (de ese año 2021), me salió en Facebook una oferta de trabajo en Italia y envié el cv, sin esperanzas de que me llamaran, la verdad. Pero lo hicieron y me ofrecieron el puesto de trabajo. Lo hablé con mi chico y me dijo que él no estaba preparado para volver. Influenciada por mi entorno (familia y amigos) y porque él había hecho lo mismo antes, rechacé el trabajo por él. A día de hoy me arrepiento porque podíamos estar los dos trabajando si estuviéramos en Italia.
A día de hoy, meses después, sigo buscando trabajo. Estoy cobrando el paro. Y, como no tengo coche, para poder acudir a cursos de formación, decidí comprarme una moto de segunda mano. ¿Recordáis que yo le di 3000 euros a él para su coche? ¿Adivináis cuanto me dio él a mí estando yo en paro? Exacto, nada. Que conste que yo no la he comprado esperando su ayuda, pero sí que me parece feo que no me haya devuelto el favor. Sobre todo porque la moto costó la mitad de esos 3000 euros que yo le di en su día.
La suma de todo esto hace que me plantee la relación: la falta de intimidad, el ver que la carrera de mi chico avanza mientras la mía está estancanda, las actitudes que he comentado y que me han disgustado, las discusiones cada vez más frecuentes... ¿Cómo puedo saber si simplemente es una mala racha o si mi relación está acabada? Hace 13 años que estamos juntos, nos respetamos, nos queremos, lo pasamos bien juntos, en principio no hay problemas mayores, así que no me gustaría tomar una decisión equivocada.
Gracias y perdón por el tochopost. Entiendo a quien no quiera leerlo todo.