JAIME PEÑAFIEL
30/12/2023
CHSSS...
Descubra Orbyt
Nadie podía pensar en el triste final que tendría la estancia de la Familia Real en Lanzarote aquel fin del año. Aunque dentro de la desgracia y del dolor quedaba el consuelo de que la idea (¿premonición, intuición? de Don Juan Carlos) de reunir a todos los suyos para recibir juntos la llegada del año 2000, podía paliar un tanto la pena de la pérdida de su madre que, de esta manera, se vio rodeada de toda la familia en el momento de irse para siempre.
Esa noche, la llegada del 2000 trascurrió en familia. Y el domingo, día 2, la condesa de Barcelona almorzaba relativamente temprano y se retiraba a descansar mientras toda la familia almorzaba con el presidente del Gobierno, José María Aznar, y su esposa, Ana, a quienes los Reyes habían invitado.
Todo transcurría tranquilamente feliz cuando la dama de compañía de la condesa de Barcelona se personó, angustiada, en el comedor donde estaban almorzando, para informarles que doña María comenzaba a respirar de forma anormal. Inmediatamente todos se dirigieron a la habitación de la madre del Rey. Y allí estaba la familia en pleno rodeándola en el momento de expirar, de irse para siempre a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio, sin que el equipo médico que habitualmente acompañaba a los Reyes en sus desplazamientos pudiera hacer nada por su vida.
Rotos por el dolor, los Reyes y el resto de la familia se recogieron para rezar. Poco después, Don Juan Carlos daba la orden de poner en marcha el operativo fúnebre y minutos más tarde se emitía el comunicado oficial: “La Casa del Rey tiene el enorme pesar de comunicar que Su Alteza Real doña María de las Mercedes, condesa de Barcelona, ha fallecido a las 15 horas de hoy en la residencia La Mareta rodeada de toda la Familia Real”.
Cinco horas después del fallecimiento de su abuela, Felipe, como Príncipe de Asturias, abandonaba la residencia en un coche conducido por el presidente José María Aznar, dirigiéndose al aeropuerto desde donde emprendieron viaje a Madrid.
Una hora después, el coche fúnebre, con el féretro cubierto con la bandera española, se dirigió hacia el aeródromo de Guacimeta seguido por los Reyes, los duques de Lugo, los duques de Palma y el resto de la familia en cuyos rostros se reflejaba la lógica tristeza.
Poco después de la medianoche de ese dramático lunes día 3 del nuevo año 2000, los restos mortales de doña María de las Mercedes llegaban al aeropuerto madrileño de Torrejón de Ardoz. En el mismo avión y acompañando el cuerpo de su madre, viajaron Don Juan Carlos y Doña Sofía, así como las infantas Pilar y Margarita, siendo recibidos por el Príncipe Felipe, que había llegado poco antes con el presidente del Gobierno.
De este dramático y doloroso principio de año, que tan feliz se prometía, queda el trágico final de aquella gran dama que pasó por la vida como de puntillas viviendo siempre en el exilio pero que murió cuando el año comenzaba, rodeada de toda su familia. Y aunque no reinó en vida sino en el corazón de su esposo, de sus hijos y nietos, fue despedida y enterrada como la reina que no fue y despedida en el Palacio Real, donde se la veló también con honores de reina y enterrada en el Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial.
La familia real danesa ha pasado por experiencia parecida a la de la Familia Real española después de que la princesa consorte Mary Donaldson se marchara a Australia con sus cuatro hijos, Christian, Isabella y los mellizos Vincent y Josephine, cuando descubrió el encuentro nocturno de su esposo, el príncipe heredero Federico, con la hispano mexicana Genoveva Casanova, disfrutando de una agradable velada nocturna durante un viaje a Madrid, el 5 de octubre pasado, y en cuyo domicilio pernoctó. La razón del viaje a las antípodas danesas a lo peor fueron las imágenes de su marido con Genoveva que coincidieron con el viaje oficial de Felipe y Letizia a Dinamarca. Esta huida me ha recordado la de la Reina Sofía cuando, a los dos meses de convertirse en Reina Consorte de España, descubre, en enero de 1976, cuando se disponía a dar una sorpresa a su marido, el Rey Juan Carlos, de cacería en una finca de Toledo a una hora de Madrid, que no había tal cacería sino que su marido estaba folgando con una dama. Herida por tal infidelidad, coge a sus tres hijos y huye a la lejanísima Madrás en la India para refugiarse en los brazos de su madre, buscando la verdad, la paz y llorar por la infidelidad que había descubierto y dispuesta a no regresar.
Afortunadamente, estas historias han tenido un final más o menos feliz con el regreso, en su día, de la Reina Sofía a Madrid, tras los ruegos de su madre, la reina Federica, y de la princesa Mary a Copenhague, para disfrutar de las fiestas navideñas junto a su marido y a la reina Margarita en el palacio de Marselisborg, en la localidad danesa de Aarhus.
En todas las monarquías cuecen habas. (...) Él ha mantenido el tipo durante su mensaje. (...) Todo el mundo echó en falta alguna alusión a la actual situación (...) Una pregunta: ¿cómo sería la cena de Nochebuena? Lo que sí se sabe es que ella fue la encargada de organizar la típica cena de empresa que se celebró en un restaurante próximo al palacio. (...) Los Reyes, él y ella, le llamaron y él, ex presidente de una gran empresa, acudió llevándoles una gran cesta de naranjas de una de sus fincas. (...) Pedro Cuartango a propósito de “esas ausencias en las que pronto ingresaremos, la guadaña de la muerte sigue segando las vidas de mi entorno: Antonio Burgos, Miguel Ángel Gozalo, José María Carrascal, Pepe Domingo Castaño, Fernando Sánchez Dragó, Mauricio Vicent”. (...) Ni una visita a un Belén, ausente en el mensaje navideño. (...) ¿No se trata de la católica monarquía española? (...) La famosa cantante le niega una segunda oportunidad a su marido. (...) Hay que estar loco para pagar un millón de euros por un traje de Lady Di en una subasta.
30/12/2023
CHSSS...
AQUELLA DRAMÁTICA LLEGADA DE AÑO NUEVO
ENTIERRO DE REINA
LA HISTORIA SE REPITE
Descubra Orbyt
- Disminuye el tamaño del texto
- Aumenta el tamaño del texto
- Imprimir documento
- Comparte esta noticia
Nadie podía pensar en el triste final que tendría la estancia de la Familia Real en Lanzarote aquel fin del año. Aunque dentro de la desgracia y del dolor quedaba el consuelo de que la idea (¿premonición, intuición? de Don Juan Carlos) de reunir a todos los suyos para recibir juntos la llegada del año 2000, podía paliar un tanto la pena de la pérdida de su madre que, de esta manera, se vio rodeada de toda la familia en el momento de irse para siempre.
Esa noche, la llegada del 2000 trascurrió en familia. Y el domingo, día 2, la condesa de Barcelona almorzaba relativamente temprano y se retiraba a descansar mientras toda la familia almorzaba con el presidente del Gobierno, José María Aznar, y su esposa, Ana, a quienes los Reyes habían invitado.
Todo transcurría tranquilamente feliz cuando la dama de compañía de la condesa de Barcelona se personó, angustiada, en el comedor donde estaban almorzando, para informarles que doña María comenzaba a respirar de forma anormal. Inmediatamente todos se dirigieron a la habitación de la madre del Rey. Y allí estaba la familia en pleno rodeándola en el momento de expirar, de irse para siempre a consecuencia de un paro cardiorrespiratorio, sin que el equipo médico que habitualmente acompañaba a los Reyes en sus desplazamientos pudiera hacer nada por su vida.
Rotos por el dolor, los Reyes y el resto de la familia se recogieron para rezar. Poco después, Don Juan Carlos daba la orden de poner en marcha el operativo fúnebre y minutos más tarde se emitía el comunicado oficial: “La Casa del Rey tiene el enorme pesar de comunicar que Su Alteza Real doña María de las Mercedes, condesa de Barcelona, ha fallecido a las 15 horas de hoy en la residencia La Mareta rodeada de toda la Familia Real”.
Cinco horas después del fallecimiento de su abuela, Felipe, como Príncipe de Asturias, abandonaba la residencia en un coche conducido por el presidente José María Aznar, dirigiéndose al aeropuerto desde donde emprendieron viaje a Madrid.
Una hora después, el coche fúnebre, con el féretro cubierto con la bandera española, se dirigió hacia el aeródromo de Guacimeta seguido por los Reyes, los duques de Lugo, los duques de Palma y el resto de la familia en cuyos rostros se reflejaba la lógica tristeza.
Poco después de la medianoche de ese dramático lunes día 3 del nuevo año 2000, los restos mortales de doña María de las Mercedes llegaban al aeropuerto madrileño de Torrejón de Ardoz. En el mismo avión y acompañando el cuerpo de su madre, viajaron Don Juan Carlos y Doña Sofía, así como las infantas Pilar y Margarita, siendo recibidos por el Príncipe Felipe, que había llegado poco antes con el presidente del Gobierno.
De este dramático y doloroso principio de año, que tan feliz se prometía, queda el trágico final de aquella gran dama que pasó por la vida como de puntillas viviendo siempre en el exilio pero que murió cuando el año comenzaba, rodeada de toda su familia. Y aunque no reinó en vida sino en el corazón de su esposo, de sus hijos y nietos, fue despedida y enterrada como la reina que no fue y despedida en el Palacio Real, donde se la veló también con honores de reina y enterrada en el Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial.
La familia real danesa ha pasado por experiencia parecida a la de la Familia Real española después de que la princesa consorte Mary Donaldson se marchara a Australia con sus cuatro hijos, Christian, Isabella y los mellizos Vincent y Josephine, cuando descubrió el encuentro nocturno de su esposo, el príncipe heredero Federico, con la hispano mexicana Genoveva Casanova, disfrutando de una agradable velada nocturna durante un viaje a Madrid, el 5 de octubre pasado, y en cuyo domicilio pernoctó. La razón del viaje a las antípodas danesas a lo peor fueron las imágenes de su marido con Genoveva que coincidieron con el viaje oficial de Felipe y Letizia a Dinamarca. Esta huida me ha recordado la de la Reina Sofía cuando, a los dos meses de convertirse en Reina Consorte de España, descubre, en enero de 1976, cuando se disponía a dar una sorpresa a su marido, el Rey Juan Carlos, de cacería en una finca de Toledo a una hora de Madrid, que no había tal cacería sino que su marido estaba folgando con una dama. Herida por tal infidelidad, coge a sus tres hijos y huye a la lejanísima Madrás en la India para refugiarse en los brazos de su madre, buscando la verdad, la paz y llorar por la infidelidad que había descubierto y dispuesta a no regresar.
Afortunadamente, estas historias han tenido un final más o menos feliz con el regreso, en su día, de la Reina Sofía a Madrid, tras los ruegos de su madre, la reina Federica, y de la princesa Mary a Copenhague, para disfrutar de las fiestas navideñas junto a su marido y a la reina Margarita en el palacio de Marselisborg, en la localidad danesa de Aarhus.
En todas las monarquías cuecen habas. (...) Él ha mantenido el tipo durante su mensaje. (...) Todo el mundo echó en falta alguna alusión a la actual situación (...) Una pregunta: ¿cómo sería la cena de Nochebuena? Lo que sí se sabe es que ella fue la encargada de organizar la típica cena de empresa que se celebró en un restaurante próximo al palacio. (...) Los Reyes, él y ella, le llamaron y él, ex presidente de una gran empresa, acudió llevándoles una gran cesta de naranjas de una de sus fincas. (...) Pedro Cuartango a propósito de “esas ausencias en las que pronto ingresaremos, la guadaña de la muerte sigue segando las vidas de mi entorno: Antonio Burgos, Miguel Ángel Gozalo, José María Carrascal, Pepe Domingo Castaño, Fernando Sánchez Dragó, Mauricio Vicent”. (...) Ni una visita a un Belén, ausente en el mensaje navideño. (...) ¿No se trata de la católica monarquía española? (...) La famosa cantante le niega una segunda oportunidad a su marido. (...) Hay que estar loco para pagar un millón de euros por un traje de Lady Di en una subasta.
