El Mundo Orbyt.
MI SEMANA
JAIME PEÑAFIEL
12/08/2023
CHSSS...
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La noticia la supe encontrándome almorzando en la sede de la Embajada de España, en Bangkok, con el embajador Tomás Chávarri, padre de Marta, recientemente fallecida. Aquel día, una dramática llamada telefónica interrumpió el almuerzo. Procedía del Ministerio de Asuntos Exteriores tailandés. Al regresar a la mesa, el rostro del embajador reflejaba la impresión que la conversación le había producido. Estaba pálido.
Tras un largo y tenso silencio, me desveló el motivo de aquella llamada que tanto le había afectado: una joven compatriota de veinte años acababa de ser condenada a muerte por el tráfico de cinco kilos de heroína. “No he entendido bien si han sido cinco o diez y si se trataba de heroína o cocaína. ¡Qué mas da!”, me dijo con tristeza. Era la primera vez que se condenaba a muerte a una española. No de detenciones. Entonces y según me informó, de los 340 españoles presos en el extranjero, 33 se encontraban en Tailandia. Diecinueve años más tarde, otra española, Nieves García, 52 años, de la localidad albaceteña de Torralba, fue condenada a cadena perpetua por tráfico de tres kilos de droga, que, junto con el asesinato, es el delito más castigado en este país.
Por aquel entonces yo mantenía una colaboración diaria en la Cope con Encarna Sánchez. Minutos después, tenía que entrar en el programa. Para ello, les había facilitado el teléfono de la embajada, donde me encontraba, para que llamaran. El tema no podía ser otro que la condena de Yolanda. Pero ignoraba y nadie podía pensar que, a esa misma hora, un taxista de Barcelona que, como casi todos los taxistas en España escuchaban a la famosa locutora y que circulaba por la Diagonal, a punto estuvo de estrellarse cuando oyó el nombre de Yolanda. Porque aquella muchacha que acababan de condenar a muerte era... ¡su hija! ¡Ay! si yo les contara mi vida.
A mi regreso de Tailandia, me reuní con él, que llorando me suplicó pidiera al rey Juan Carlos intercediera ante el rey tailandés Bhumibol. Así lo hice. Y con motivo de un viaje oficial a Tailandia, la pena de muerte de Nieves fue conmutada por la cadena perpetua. Y, años más tarde, indultada, pudo regresar a España. De Yolanda Ming Villaescusa jamás se supo.
Se trata de un adjetivo que, de un tiempo a esta parte, se está poniendo de moda para calificar a aquellas personas que se exceden en sus funciones o se equivocan metiendo la pata. En ese momento, se les aplica lo de “letiziada”, elocuentemente expresivo.
Los adjetivos son palabras que resaltan alguna característica del sustantivo y muchas veces modifican su significado sobre todo sin son adjetivos calificativos que califican o describen alguna característica del sustantivo, en la mayoría de las veces físicas. Por ejemplo: Letizia es una mujer muy perfeccionista, demasiado perfeccionista.
Este adjetivo no puede considerarse, en modo alguno, ni ofensivo ni descalificativo sino demostrativo de una forma de expresarse. En vez de decirle en ese momento “me estás recordado a Letizia” simple y sencillamente se le dice “eso es una “letiziada”.
Ello me recuerda “Las charlotadas” de Charles Chaplin, las borbonadas de los Borbones, el stendhalazo de Stendhal o bufonadas, creación basada en textos de Moliere.
Yo le pediría a Letizia que aceptara este término como un término respetuoso y divertido sobre su persona.
Tengo una especial debilidad y simpatía por Joaquín Sabina no solo porque vivió dos años en mi querida Granada, donde se enamoró de la mejor minifalda que se paseaba por la ciudad sino porque estos días lo está pasando mal por haber perdido su batalla con Hacienda. Como sucede casi siempre. Sabrás porque lo has escrito en unos versos que me dedicaste en 2003, titulado “Venga esa mano”. Hoy yo me siento prójimo a ti, por ritos de la piel con costurones, bendito Sabina, venga esa mano. También me siento identificado a ti porque compartimos varias torpezas: no nos interesan las redes sociales y no usamos Internet porque estamos seguros de que las cosas que merecen la pena acaban publicándose en papel. Además, tú como yo, reconoces que vales más por lo que callas que por el grito a golpe de memoria aunque no gozamos de la simpatía de Letizia porque publicamos lo que no le gusta aunque sea ella quien lo diga. Como aquello que te contó mientras bailabas con ella en tu casa. “¿En que se parece Estefanía de Mónaco a Letizia? En que Estefanía de Mónaco folla con un funambulista y Letizia es una fulana muy lista”. Además, aunque la indiscreción le causó un gran disgusto, mi amigo Sabina sigue admirándola porque para él “Es una chica lista e inquieta. A la que apoyo porque creo que, con un poquito de suerte, puede traernos la Tercera República”.
Lleva razón cuando escribe que “los actos del rey carecen de valor sin referendo” (art. 56 de la Constitución). (...) Hay que ser imbécil para sustraer la silla donde se acababa de sentar Felipe VI en un restaurante de Palma de Mallorca. (...) Le está bien empleado: no solo le ataca sino que responde con insultos al intento de acercamiento. (...) Pienso que El no tiene capacidad ni valor para no pedirle que forme gobierno. Tampoco para lo contrario. ¡Qué pena me das! (...) ¿Influirá ella en la decisión que El tome? (...) ¿Cómo puede pedir respeto para su hijo por mucho padre que, para su desgracia, sea? (...) ¿Qué le habrá hecho el Opus Dei al Papa Francisco para que le haya rebajado los privilegios de los que disfutaba relegándole a una asociación clerical pública? (...) ¿Acabará el Papa con el espíritu laical de la Obra? No me parece una buena idea ¡Cuidado! Al parecer por medio se encuentra un cardenal jesuita. (...) ¡Parecían tan felices ....! El, con 51 años, Primer Ministro y guapo. Ella, con 48 y bellísima. Tres hijos y 18 años de matrimonio, se separan aunque no hablan, de momento, de divorcio. Pero todo llegará. (...) Peor lo del famoso cantante. Sus hijos se quedaron sorprendidos cuando anunciaron la separación. “Mis hijos nunca vieron una pelea”. (...) Sorprende verla cogida del bracete de la nuera y llevando de las manos a sus nietas. ¡Teatro, puro teatro!
MI SEMANA
JAIME PEÑAFIEL
12/08/2023
CHSSS...
MI DRAMÁTICA CENA EN TAILANDIA CON EL EMBAJADOR CHÁVARRI
“LETIZIADAS”
JOAQUÍN SABINA, VENGA ESA MANO
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La noticia la supe encontrándome almorzando en la sede de la Embajada de España, en Bangkok, con el embajador Tomás Chávarri, padre de Marta, recientemente fallecida. Aquel día, una dramática llamada telefónica interrumpió el almuerzo. Procedía del Ministerio de Asuntos Exteriores tailandés. Al regresar a la mesa, el rostro del embajador reflejaba la impresión que la conversación le había producido. Estaba pálido.
Tras un largo y tenso silencio, me desveló el motivo de aquella llamada que tanto le había afectado: una joven compatriota de veinte años acababa de ser condenada a muerte por el tráfico de cinco kilos de heroína. “No he entendido bien si han sido cinco o diez y si se trataba de heroína o cocaína. ¡Qué mas da!”, me dijo con tristeza. Era la primera vez que se condenaba a muerte a una española. No de detenciones. Entonces y según me informó, de los 340 españoles presos en el extranjero, 33 se encontraban en Tailandia. Diecinueve años más tarde, otra española, Nieves García, 52 años, de la localidad albaceteña de Torralba, fue condenada a cadena perpetua por tráfico de tres kilos de droga, que, junto con el asesinato, es el delito más castigado en este país.
Por aquel entonces yo mantenía una colaboración diaria en la Cope con Encarna Sánchez. Minutos después, tenía que entrar en el programa. Para ello, les había facilitado el teléfono de la embajada, donde me encontraba, para que llamaran. El tema no podía ser otro que la condena de Yolanda. Pero ignoraba y nadie podía pensar que, a esa misma hora, un taxista de Barcelona que, como casi todos los taxistas en España escuchaban a la famosa locutora y que circulaba por la Diagonal, a punto estuvo de estrellarse cuando oyó el nombre de Yolanda. Porque aquella muchacha que acababan de condenar a muerte era... ¡su hija! ¡Ay! si yo les contara mi vida.
A mi regreso de Tailandia, me reuní con él, que llorando me suplicó pidiera al rey Juan Carlos intercediera ante el rey tailandés Bhumibol. Así lo hice. Y con motivo de un viaje oficial a Tailandia, la pena de muerte de Nieves fue conmutada por la cadena perpetua. Y, años más tarde, indultada, pudo regresar a España. De Yolanda Ming Villaescusa jamás se supo.
Se trata de un adjetivo que, de un tiempo a esta parte, se está poniendo de moda para calificar a aquellas personas que se exceden en sus funciones o se equivocan metiendo la pata. En ese momento, se les aplica lo de “letiziada”, elocuentemente expresivo.
Los adjetivos son palabras que resaltan alguna característica del sustantivo y muchas veces modifican su significado sobre todo sin son adjetivos calificativos que califican o describen alguna característica del sustantivo, en la mayoría de las veces físicas. Por ejemplo: Letizia es una mujer muy perfeccionista, demasiado perfeccionista.
Este adjetivo no puede considerarse, en modo alguno, ni ofensivo ni descalificativo sino demostrativo de una forma de expresarse. En vez de decirle en ese momento “me estás recordado a Letizia” simple y sencillamente se le dice “eso es una “letiziada”.
Ello me recuerda “Las charlotadas” de Charles Chaplin, las borbonadas de los Borbones, el stendhalazo de Stendhal o bufonadas, creación basada en textos de Moliere.
Yo le pediría a Letizia que aceptara este término como un término respetuoso y divertido sobre su persona.
Tengo una especial debilidad y simpatía por Joaquín Sabina no solo porque vivió dos años en mi querida Granada, donde se enamoró de la mejor minifalda que se paseaba por la ciudad sino porque estos días lo está pasando mal por haber perdido su batalla con Hacienda. Como sucede casi siempre. Sabrás porque lo has escrito en unos versos que me dedicaste en 2003, titulado “Venga esa mano”. Hoy yo me siento prójimo a ti, por ritos de la piel con costurones, bendito Sabina, venga esa mano. También me siento identificado a ti porque compartimos varias torpezas: no nos interesan las redes sociales y no usamos Internet porque estamos seguros de que las cosas que merecen la pena acaban publicándose en papel. Además, tú como yo, reconoces que vales más por lo que callas que por el grito a golpe de memoria aunque no gozamos de la simpatía de Letizia porque publicamos lo que no le gusta aunque sea ella quien lo diga. Como aquello que te contó mientras bailabas con ella en tu casa. “¿En que se parece Estefanía de Mónaco a Letizia? En que Estefanía de Mónaco folla con un funambulista y Letizia es una fulana muy lista”. Además, aunque la indiscreción le causó un gran disgusto, mi amigo Sabina sigue admirándola porque para él “Es una chica lista e inquieta. A la que apoyo porque creo que, con un poquito de suerte, puede traernos la Tercera República”.
Lleva razón cuando escribe que “los actos del rey carecen de valor sin referendo” (art. 56 de la Constitución). (...) Hay que ser imbécil para sustraer la silla donde se acababa de sentar Felipe VI en un restaurante de Palma de Mallorca. (...) Le está bien empleado: no solo le ataca sino que responde con insultos al intento de acercamiento. (...) Pienso que El no tiene capacidad ni valor para no pedirle que forme gobierno. Tampoco para lo contrario. ¡Qué pena me das! (...) ¿Influirá ella en la decisión que El tome? (...) ¿Cómo puede pedir respeto para su hijo por mucho padre que, para su desgracia, sea? (...) ¿Qué le habrá hecho el Opus Dei al Papa Francisco para que le haya rebajado los privilegios de los que disfutaba relegándole a una asociación clerical pública? (...) ¿Acabará el Papa con el espíritu laical de la Obra? No me parece una buena idea ¡Cuidado! Al parecer por medio se encuentra un cardenal jesuita. (...) ¡Parecían tan felices ....! El, con 51 años, Primer Ministro y guapo. Ella, con 48 y bellísima. Tres hijos y 18 años de matrimonio, se separan aunque no hablan, de momento, de divorcio. Pero todo llegará. (...) Peor lo del famoso cantante. Sus hijos se quedaron sorprendidos cuando anunciaron la separación. “Mis hijos nunca vieron una pelea”. (...) Sorprende verla cogida del bracete de la nuera y llevando de las manos a sus nietas. ¡Teatro, puro teatro!
