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Majestada​

La Reina debió evitar su postura en lo que, más que un asunto que hiere al idioma español, hace intuir un peligroso posicionamiento ideológico​

22/12/2023Actualizada 01:30
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Lo que tanto nos divirtió de Tip se puede convertir en una majadería lingüística oficial.
Cenábamos con los Reyes Juan Carlos y Sofía los que hacíamos el espacio de humor El Estado del Debate de la Nación dentro de Protagonistas, con Luis Del Olmo a la cabeza.
Faltaban diez minutos para la medianoche. Antonio Mingote, Antonio Ozores, Chumy Chúmez, José Luis Coll y el arriba firmante. Fue el insuperable Luis Sánchez Polack, Tip, el encargado de dedicar a los Reyes las últimas palabras y dar por terminada la cena. Y Tip, con solemne delicadeza, se dirigió a Los Reyes de esta manera: «Majestad, Majestada». La primera que rompió a reír fue la Reina. Después les reconoció su preocupación. «Majestad, Majestada:
»Son las 11,45 de la noche. Y según me han informado, algunas de las líneas del Metro se cierran a las 12 en punto. Majestad Don Juan Carlos, Majestada Doña Sofía, egregias criaturas mías. Si cierran a las 12 el Metro, ¿cómo van a volver a La Zarzuela en noche tan desapacible y fría? ¿En taxi, en autobús? Este agradable ágape hay que darlo por terminado. Y con el permiso de Su Majestad y de Su Majestada, procedo a ello. ¡Corran, corran hasta la estación más cercana y no pierdan el último Metro!»
Todavía el lenguaje inclusivo producía risa y jolgorio. No se adivinaba en el horizonte social de España la necedad en el idioma. Algunos políticos socialistas y el lehendakari Ibarreche con su habitual «vascos y vascas», usaban de la moda «progresista».
«Compañeros y compañeras». Una moda, por otra parte, machista a todas luces. Los primeros en ser nombrados eran los compañeros y los vascos, y los segundos, las compañeras y las vascas. Pero el tercer género no se vislumbraba hasta la llegada de la mamarrachería de Podemos, con Irene Montero y Susana Díaz de abanderadas del ridículo. Los «Niños, niñas y niñes» se juntaron para jugar en los recreos. La Real Academia Española dictaminó que el lenguaje inclusivo utilizado por el buenismo igualatorio de la izquierda, y el feminazismo de Podemos, amén de constituir una aberración lingüística superaba con creces el límite del cursilismo, de la cursilería.
En la reunión anual de los directores del Instituto Cervantes, convocada por su presidente, el poeta granadino enchufado Luis García Montero y celebrada en el Centro Niemeyer de Avilés, presidido por la Reina Leticia, la Reina mostró su apoyo al lenguaje inclusivo, y lo usó con firmeza y desparpajo. Quizá influida (no «influenciada», por favor) por la eximia escritora y vencedora del último Planeta, Sonsoles Ónega, hija del hoy socialista y último jefe de Prensa de la Guardia del Generalísimo Franco, Fernando del mismo apellido.
En mi opinión, la Reina no debe meterse en esos charcos.
El lenguaje inclusivo, además de una aberrante cursilería, alerta en quienes lo utilizan una militancia en las izquierdas. Y la Reina no acierta haciendo el juego a la parcialidad.
La Reina tiene que ser imparcial, y en cuestiones que afectan a la lengua de todos los españoles –y cuatrocientos millones de humanos en el resto del mundo–, su faro no puede ser otro que la Real Academia Española. El propio Luis García Montero afirmó sentirse muy satisfecho por «el interés de la Reina en el lenguaje inclusivo». Algo de crítica se deduce de las palabras de una de las participantes, la catedrática de Lengua Española Estrella Montolío Durán: «Han tenido oportunidad de hablar sobre situaciones que no se resuelven sólo con decir «ciudadanos y ciudadanas». Usando del idioma inclusivo, la Reina se ha apropiado de su dignidad de «Monarca» –consorte–, dejando al Rey como nuevo «Monarco» de España.
Tip lo vio cuando era gracioso y divertido el esperpento del lenguaje.
La Reina debió evitar su postura en lo que, más que un asunto que hiere al idioma español, hace intuir un peligroso posicionamiento ideológico.
Creo que se ha equivocado, Majestada.

Más de Alfonso Ussía​

 

El llanto de la vieja dama​

No has sido el mejor cronista y dibujante de la Vieja Dama, de Sevilla. Has sido y serás siempre, lo mejor de Sevilla​

23/12/2023Actualizada 01:30
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Se ha marchado paso a paso. Y en silencio. Además de Isabel, la Vieja Dama se ha quedado, de golpe, sin su mejor amante. Antonio Burgos Belinchón, escritor, poeta, barroco, monárquico del exilio, estorileño, desmitificador, dorador de la palabra, cabo topógrafo y bético. Nadie como él escribió y dibujó –sus textos sevillanos son dibujos de palabras reunidas y siempre en su sitio– a Sevilla. Y a su amadísimo Cádiz –Caí–, Sevilla y Cádiz, sus habaneras con Carlos Cano. Sus habaneras de María Dolores, la gran señora de la canción española. Se ha ido Antonio y mucha Sevilla se ha marchado con él.
Qué tiempos «compare». De Lisboa a la isla de Guadalupe, la del contorno de mariposa, a bordo del «Guanahani», el J.J. Sister de la Transmediterránea. De ahí a Puerto Rico. Amanecía cuando Miguel De la Quadra te despertó. «Antonio, como sevillano, tienes el honor de anunciar ¡Tierra! Como tu paisano Rodrigo de Triana. Y tu voz despertó a los quinientos navegantes del 'Guanahani'. ¡Tierra! ¡Tierra la vista!»
Paseábamos el viejo San Juan. «Atiende bien 'compare'» me decías. «El viejo San Juan es como nuestro Puerto de Santa María. Huele a los Puertos. Y si doblamos cualquier esquina y nos cruzamos con Tomás Osborne, Tomás Terry o Luis Caballero, no te sorprendas. Estamos en nuestra tierra». En el Puerto de Santa María, cuando fui recibido en la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia, con nuestro viejo Rey Don Juan III –protestará el franquista habitual– presidiendo el acto en el castillo de San Marcos de Alfonso X El Sabio, allí estabas tú. Y tantos viajes en tu compañía. En Ulundi, cuando nos recibió Buthelesi, el príncipe zulú, en el horrible palacio construido en recuerdo del repaso que le dieron los zulúes a los ingleses. Buthelesi vestía de gris perla. Camisa gris perla, corbata gris perla, traje gris perla, calcetines grises perla, y zapatos grises perla. En la foto, me situaron a la derecha de Buthelesi –yo era jefe de la expedición–, y a la izquierda, a Tito Hombravella. Tú, en segunda fila. Y tu comentario tartamudeado: «En España, nadie se atrevería a ir vestido como este tío, ni Porrinas de Badajoz». Sobre un 'jeep' descubierto, recorrimos la reserva, colindante con el Krüger. Siete leones habían cazado una jirafa y se la estaban merendando. Pasaban a nuestro lado y nos miraban con desprecio. «Éstos, más que leones son funcionarios de turismo. Sólo falta que nos inviten a comer con ellos filetes de jirafa. ¿Ustedes gustan?». Por la noche, acampamos en la sabana, cenamos y bebimos. Ahí surgió el desmitificador. Rugían los felinos en la noche. «Esto es más o menos como el Rocío, con leones de fondo en lugar de sevillanas». Y el ataque de risa que sufrimos todos cuando visitamos a Desmond Tutu, simpático golfo, que nos recibió en su casa de Ciudad del Cabo. Contamos más de cincuenta jardineros a su servicio. Llevábamos un intérprete, y hablé en nombre del grupo: «Muchas gracias por recibirnos, monseñor, aunque nos haya jodido la siesta». El intérprete nos tradujo su agradecimiento. «Monseñor está muy honrado en recibirlos, pero no sigan en este plan, porque podemos salir de aquí a gorrazos». En Moscú, la resurrección de la Momia de Lenin, y nuestras dos horas de charla con Gorbachov. Como siempre, tú afinaste. «Este ruso, que ha sido de la KGB, habla y se ríe como un americano». También estuvimos con Shevarnadze y Yeltsyn, que engañó a nuestro querido Manu Leguineche. En la soledad nocturna de la Plaza Roja, nos concedíamos nacionalidades de la extinta URSS. Pepe Oneto, ingusetio. Tú, «compare», checheno; Manu, azerbaidano; yo, ruso blanco. Veníamos de cenar y disfrutar del vodka. Y se acercaron dos centinelas del mausoleo de la Momia comunista, junto al Kremlin. Nos vendieron sus gorros de astracán por veinte dólares a Pepe Oneto y a mí. Y tú les preguntaste, a través de nuestra intérprete. «¿ No les preocupa vender sus gorros de guardia?»; «no, porque sabíamos que eran extranjeros». «¿Y porqué sabían que somos extranjeros?» «Porque se ríen. En Rusia no nos reímos». Sí «compare», cruzamos el Atlántico en barco, superamos a pie el Cabo de Buena Esperanza, y vivimos con sus protagonistas los años de la Perestroika en Moscú.
Y una vez cada mes, yo me montaba en el AVE para comer contigo y Curro Romero, en el Oriza de la calle de San Fernando. Un día –te acuerdas?–, cayeron cuatro gotas. Los sevillanos sois muy exagerados con las cuatro gotas. Y apareciste con el maestro cubiertos, ambos dos, con sendas gabardinas. Como «los Albertos». Nos convidó don Francisco, que en Sevilla es más que un torero pasmoso. Es el dios de una religión de la que tú eras obispo. El Currismo. Dejó de llover y abandonasteis el restaurante con las gabardinas plegadas sobre el brazo derecho. Los españoles nos abrazamos dando al brazo derecho el protagonismo. Curro, con un arte imposible de igualar, se pasó la gabardina plegada, como si fuera un capote de paseo, del brazo derecho al izquierdo para abrazarme. Y un grupo de sevillanos que pasaba por ahí lo jalearon: «¡Óle!» Porque en Sevilla es óle lo que en otros lugares es olé.
Nos presentamos mutuamente decenas de libros y conferencias. Una de ellas, en Capitanía, con el general Mena de capitán general. Pocos meses más tarde, el general Mena fue cesado en su cargo por un delito gravísimo, siendo ministro de Defensa José Bono. En la Epifanía, el general Mena, un señor como la copa de un pino y militar ejemplar, tuvo el atrevimiento de leer un artículo de nuestra Constitución .
Pero tú y yo, «compare», supimos defenderlo, y por ello nos llamaron «fascistas» los paniaguados del periodismo.
Cuando el huecograbado delABCde Sevilla era de color sepia, yo hacía la Mili en Camposoto, San Fernando, Real Isla de León. Y en aquelABC, a la sombra de un eucaliptal, leí tus primeros «Recuadros». Años más tarde, nos conocimos gracias a nuestro Patrón, Guillermo Luca de Tena. Y de ahí, hasta el final, amigos del alma, aunque separados desde que tú empezaste a irte, con la covid, por más de mil kilómetros. No te gustaba que se interesaran por ti. Tenías el orgullo de ocultar tus males. Y mucho carácter. Cuando te enfadabas, gruñías. Te quiso matar la ETA, y el día que te esperaban los asesinos y hoy socios de Sánchez, no saliste de casa. Y se fueron a asesinar al doctor Cariñanos.
No has sido el mejor cronista y dibujante de la Vieja Dama, de Sevilla. Has sido y serás siempre, lo mejor de Sevilla. Nadie le ha escrito a su ciudad como lo has hecho tú. Por ello, no es tópico ni lugar común escribir que Sevilla está de luto y más desamparada que contigo moviéndote por sus calles. Por defender su estética, te obligaron a abandonarABCdurante unos años. Volviste a Casa para seguir alumbrando con tu sevillanía y tu arte literario. Estás en la gloria de Villalón, de los hermanos de las Cuevas, de Aquilino Duque, de nuestro inolvidado Manuel Halcón, el último andaluz que guardó luto por su caballo. No es posible superar la riqueza y belleza de la prosa andaluza. Claro, que escribes Jerez de la Frontera, Arcos de la Frontera, Puerto de Santa María, Zahara de los Atunes o Stenil de las Bodegas, y has escrito un poema. Hacerlo con Zumárraga o Manresa es más complicado. Sólo Castilla se aproxima a vuestra toponimia. Roma ante todo. La Vieja Dama está de luto, un luto a la antigua, que perdurará siempre. Que el Cristo del Gran Poder y la Esperanza de la Macarena te acojan como mereces. Mis palabras están llorando. Que Dios te lo pague, «compare». Y te bendiga. Y te premie por los talentos que te concedió y tú has multiplicado por diez.
Baja compungido el Guadalquivir hacia Sanlúcar. Y pasando sus aguas bajo el Puente de Triana se dice a sí mismo. «Aquí ha pasado algo».

Más de Alfonso Ussía​

 

Cuento de Navidad​

Pasó la Nochebuena a duras penas. Pero el día de la Navidad empeoró su salud. Era un hombre bueno, con una mujer buena y cinco buenos hijos...​

24/12/2023Actualizada 01:30
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Pasó la Nochebuena a duras penas. Pero el día de la Navidad empeoró su salud. Era un hombre bueno, con una mujer buena y cinco buenos hijos.
El 25 de diciembre, cuando llega la tarde, es muy complicado encontrar soluciones a los problemas. Si de un grifo no mana el agua, no hay fontaneros disponibles. Si la calefacción deja de calentar, no hay calefactores. Cualquier establecimiento está cerrado. «Cerrado por vacaciones». Si un enfermo agoniza en su casa, no es posible dar con un sacerdote. No hace mucho escribí lo del palmero flamenco «El Brillantinas», el único flamenco que se murió en inglés. No en Navidad, en plena primavera. Lo cuenta en «La Taberna del Traga» el gran José Antonio Garmendia. Eso, que volvían de Jerez de actuar. El grupo de flamenco ocupaba una camioneta. Y a veinte kilómetros de Sevilla, ya en la amanecida, el conductor se distrajo y un árbol se empotró en la camioneta. Todos ilesos, menos «Brillantinas», que se moría en una camilla de un humilde centro médico de pueblo. Y el jefe del grupo se acercó a su amigo moribundo y le consultó si deseaba recibir el Sacramento de la Extremaunción. Brillantinas fue conciso: «Yes», y se murió en inglés.
Agonizaba el 25 y los hijos se dispersaron para encontrar a un sacerdote. Esfuerzo en vano. Al fin, alguien dio una pista.
–En el convento de las Madres Beatrices se aloja un misionero, hermano de la Priora, que ha venido a pasar las vacaciones de Navidad.
Efectivamente, ahí estaba el buen sacerdote, algo pesado y ácido de estómago, por su falta de costumbre de comer mazapanes y polvorones, ingeridos en la Nochebuena. El misionero llevaba treinta años en una pequeña isla japonesa. Y después de treinta años en la lejanía, y con resultados óptimos en su Misión, sus superiores le concedieron diez días de vacaciones. Para llegar a Tokyo desde su isla, invirtió un par de jornadas. Y voló de Tokyo a Madrid, y de Madrid tomó el AVE y se plantó en Sevilla. De Sevilla a su pueblo, un paseíto. Se llamaba don Ricardo.
–Don Ricardo, nuestro padre se muere y no hemos localizado ni al párroco, ni al sacerdote que ayuda al párroco. Sentimos interrumpirle sus vacaciones, pero no queremos que se vaya sin recibir el Santo Sacramento.
Y don Ricardo accedió a la demanda inmediatamente.
–Malditos mazapanes y polvorones. Malditas yemas y frutas escarchadas –repetía mientras se aproximaban al hogar del moribundo.
Toda la familia rodeaba su lecho de muerte. Había sido un marido y un padre ejemplar.
–No lloréis delante de mí porque me voy a un lugar maravilloso. Ahí os esperaré.
Don Ricardo preparó lo necesario para la unción de los enfermos.
Y comenzó los rezos. Pero se detuvo.
–Perdón. Se me ha olvidado rezar en español. Llevo treinta años haciéndolo en japonés.
Y en un perfecto japonés, mientras el propio agonizante se moría más de la risa que de su propia muerte, don Ricardo cumplió con el rito sacramental.
Apenas diez minutos más tarde, el hombre bueno falleció.
Y subió al cielo perdonado en japonés.
Parece un cuento de Navidad.

Más de Alfonso Ussía​

 

El túnel olvidado​

Seguimos con la tabarra mientras el túnel en el rostro de Vidal-Quadras, fabricado por un balazo a quemarropa, no es digno de la consideración del periodismo subvencionado​

25/12/2023Actualizada 01:45
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El periodismo español, no todo el periodismo a Dios Gracias, gracias al Dios que acaba de nacer un año más, ha dejado de ser independiente desde que sus empresas privadas son dependientes de las subvenciones del Gobierno. Se miden los tiempos de vigencia de las noticias de acuerdo al interés caprichoso de los que subvencionan. Los túneles por los que no entraban los nuevos trenes adquiridos por el Estado se olvidaron pronto. Ahora interesan los túneles, las galerías subterráneas construidas en Gaza por Hamás. Centenares de kilómetros de túneles, escondites estratégicos de terroristas y armamento construidos durante años y, en alta medida, financiados por el buenismo de Europa. Se enviaba dinero «a los palestinos», sin averiguar qué palestinos lo recibían y para qué lo utilizaban. Los túneles me interesan desde mi niñez. Y algunos de ellos me traen recuerdos inolvidables. El túnel del final de recorrido de la Montaña Rusa del monte Igueldo es mi túnel favorito. Se ubicaba en el lecho de la última cuesta abajo, y su amparo apenas duraba diez segundos.
Las parejas de novios aprovechaban la efímera oscuridad para besarse, porque estaba terminantemente prohibido hacerlo a luz abierta. Creo que los hombres y mujeres que se besaron en el último túnel de la Montaña Rusa del monte Igueldo de San Sebastián besamos mejor que el resto de la humanidad. Precisión matemática. Ese tramo final ofrecía las mejores vistas del circuito. El panorama del Cantábrico, que abarcaba desde el Ratón de Guetaria a la Zurriola donostiarra y el cabo escondido del puerto de Pasajes. Se iniciaba el descenso y las parejas se preparaban. ¿Ya? Todavía no. ¿Ya? Y el beso. ¿Ya? Y a separarse para que nadie se escandalizara con el tributo al amor. Un túnel que no se olvida.
Pero hoy, día de Navidad, quiero referirme a un túnel olvidado. Un túnel que se fabricó en un segundo, la décima parte de un segundo, y que el periodismo español mantiene en la desmemoria. Se interesó por él durante un par de días, pero no más. Me refiero al túnel que horadó de lado a lado el rostro de un hombre valiente, de un español rotundo. En una décima de segundo, en plena calle de Núñez de Balboa de Madrid, un disparo tuneló de lado a lado el rostro de Alejo Vidal-Quadras. Que si un terrorista iraní, que si un terrorista palestino, que si un delincuente común, y cerrado el caso. Ése túnel, brutal y doloroso, no ha merecido el seguimiento del periodismo. Anteayer, y después de intervenir un cobarde podemita de Sumar –los hay de también de restar–, con desprecio hacia las víctimas del terrorismo, Ortega Smith, de Vox, se acercó al escaño del muchacho, gran experto en escraches, apoyó su carpeta en la mesa, y empujó una botella de agua vacía de líquido con la mala fortuna de que ésta aterrizó en los pantalones vaqueros del intrépido podemita. Y la que se armó. Hasta el señor Alcalde de Madrid, que a veces se comporta como un tentempié, se escandalizó exigiendo la dimisión de Ortega Smith y alineándose con el insultador de las víctimas del terrorismo etarra, hoy consideradas enemigas de la normalidad sanchista. Y seguimos con la tabarra. Mientras tanto, el túnel en el rostro de Vidal-Quadras, fabricado en una décima de segundo por un balazo a quemarropa, no es digno de la consideración del periodismo subvencionado. Ya no importa. Si Alejo Vidal-Quadras tiene un túnel en el rostro, allá él. Me consta que la incansable Guardia Civil trabaja en silencio para averiguar quiénes fueron los hijos de la gran put* que intentaron asesinarlo, y los aún mayores hijos de la gran put* que planearon y financiaron el atentado. No descarto a nadie. Pero ese túnel, ese sufrimiento físico y estético, ese túnel olvidado, amarga la felicidad cristiana de estos días. Y mi deseo es que muy pronto, aunque el periodismo español no se ocupe de ello en obediencia a los subvencionadores, sepamos la identidad y los motivos del crimen mal culminado. Y felicito la Navidad a un español valiente, a un político honesto y firme, a un hombre bueno y decente, con toda mi alma.
Al español que lleva en su rostro un túnel olvidado.

Más de Alfonso Ussía​

 

El apoyo leal​

A Don Juan Carlos no le perdonan sus equivocaciones domésticas los que se han visto favorecidos por su valentía y equilibrio institucional​

26/12/2023Actualizada 01:30
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Es la sombra del Rey Juan Carlos. Otros lo han sido y lo son desde la discreción y la lealtad, pero la sombra del teniente coronel Vicente García-Mochales, apodado cariñosamente «Mochi», es la más frecuente y sentida. El Rey Juan Carlos, al que sus mayores enemigos le dicen «el Emérito», apoya su brazo izquierdo en el derecho del teniente coronel. El presente texto, al único que le va disgustar es al protagonista, que por su discreción y callada lealtad rechaza elogios y gratitudes. Su padre, también guardia civil, le enseñó a ofrecer toda suerte de ayuda sin reclamar nada a cambio. Es madrileño y su familia vive en Madrid, pero el teniente coronel cumple con su juramento de servicio leal permaneciendo más de la mitad del año junto a su Rey en Abu Dabi. Lo he leído en El Debate, donde han tenido el detalle de ocuparse de él. Empeño difícil y arriesgado, porque del teniente coronel García-Mochales, el apoyo del Rey Juan Carlos, poco se sabe. Su reserva y su discreción le han convertido en un soldado visible sin nombre. Es el ayudante del Rey padre y, con eso, basta y sobra.
A Don Juan Carlos le gusta apoyarse en su lealtad. El viejo Rey de la libertad mantiene intacta su inteligencia, pero físicamente está hecho unos zorros. Demasiados huesos rotos y excesivas operaciones. Aún así, mantiene su actividad y cumple rigurosamente con sus compromisos. Para ello, precisa de un bastón y un brazo. El bastón es de madera, y el brazo, de un teniente coronel de la Guardia Civil que le ha entregado la constancia del cumplimiento del deber.
Al Rey padre, sus adversarios y enemigos le han robado de la balanza el plato de sus innumerables aciertos, y sólo sus equivocaciones cuentan para ellos. España es una nación maravillosa, rebosada de cabrones resentidos. Sus equivocaciones, sus errores, han sido personales, no institucionales. Para mí, ahora que no puede defenderse de insultos y desprecios, es cuando más se necesita la memoria de su Reinado, tan largo como beneficioso para España. A Don Juan Carlos no le perdonan sus equivocaciones domésticas los que se han visto favorecidos por su valentía y equilibrio institucional. Quien esto firma, y lo escribo con el mayor respeto y haciendo uso del lenguaje de la calle, me parece que como Rey ha sido uno de los mejores de la Historia de España. Y su persona, lo siento, me cae, como ahora se dice para engrandecer el elogio, de put* madre.
Por ello, siento la necesidad de agradecer a la sombra del Rey Juan Carlos, al teniente coronel de la Guardia Civil Vicente García Mochales, su lealtad, su servicio, su impecable trabajo, su nobleza, su fidelidad y su respetuosa amistad – con toda seguridad, correspondida– en el injusto y lejano destierro del Rey. Quizá, porque su presencia en España podría haber dificultado muchas de las traiciones y canalladas de sus actuales gobernantes. Y ese apoyo, ese brazo que siempre encuentra Don Juan Carlos, es el de don Vicente, y ante su servicio leal y callado, le envío en estos días de Navidad mi profundo agradecimiento.
Y le ruego que me excuse por hacerlo público.
Un español que no olvida. Y que sabe agradecer.
Yo, modestamente.

Más de Alfonso Ussía​

 

La heroína​

La acción heroica, reconocida por ella misma en una escueta frase. «Víctor y yo nos casamos en Gibraltar para tocarle un poco los coj*nes al Régimen». Impresionante gesta​

27/12/2023Actualizada 15:49
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A sabiendas de que no puedo considerarme un héroe, al menos asumo considerarme inmerso en el numeroso grupo del valor supuesto y reconocer mi admiración por los compatriotas heroicos de valentía demostrada. No hurgo en mi memoria hechos de heroísmo por motivos de salud. Me han recomendado que evite toda suerte de emociones. Pero no puedo pasar de largo ante nuevas e inesperadas gestas rebosadas de temeridad, brío, arrojo y valor. Y más aún, si la gallardía, el riesgo de morir por no renunciar a la entereza, viene de una mujer. Una mujer valiente, una heroína, dobla en mérito al hombre que arriesga su vida por una causa.
Me refiero a la actriz y cantante Ana Belén.
Su esposo, el trovador asturiano Víctor Manuel, tuvo sus momentos de debilidad durante el régimen franquista. Su elogiosa canción dedicada al Generalísimo no resulto digna de figurar en los anales del heroísmo. En nuestra Historia las heroínas resplandecen. Agustina de Aragón, María de Molina, Catalina de Erauso, también conocida como la Monja Alférez, Manuela Malasaña Y en la ficción, Lola la Piconera, protagonista de la obra teatral de don José María Pemán Cuando las Cortes de Cádiz.
Con las bombas que tiran
Los fanfarrones,
Se hacen las gaditanas
Tirabuzones.
Sin olvidar, a pesar del destrozo que hizo de su figura Marisol interpretándola en una película, a Mariana Pineda. Y héroe fue don Francisco de Asís, casándose con la Reina Isabel II, pechugona y ardiente, fuego inextinguible, volcán grandioso.
Pero lo de Ana Belén supera a todas ellas, juntas o por separado.
No lo sabíamos, y ha sido ella la que ha reconocido su hazaña.
Resulta que Ana Belén, niña prodigio heredera de Marisol, y el cantante del Régimen, Víctor Manuel, se conocieron, se miraron, hicieron piesecitos en un banco del parque del Buen Retiro, y decidieron contraer matrimonio. Hasta el momento, nada heroico a comentar. Durante el noviazgo, Ana Belén le hizo ver a su amado que su canción a Franco se olvidaría con la militancia en el Partido Comunista. A partir de aquello, les llovieron a uno y otra los contratos de conciertos y películas. A él le faltaba voz y a ella le sobraban dientes, pero pelillos a la mar.
Y aquí viene lo bueno. La acción heroica, reconocida por ella misma en una escueta frase. «Víctor y yo nos casamos en Gibraltar para tocarle un poco los coj*nes al Régimen». Impresionante gesta. El Régimen quedó alelado, sin reacción ni respuesta. Cuando se enteró el Jefe del Estado, entró en profunda depresión y doña Carmen, para no contagiar la tristeza a su familia, se desahogaba de la pena paseando en soledad por los jardines de El Pardo.
En Gibraltar, una mona del Peñon, llamada «Dorothy», celosa de los dientes de la novia, intentó causarle daño, resbaló en una piedra húmeda y se despeñó, falleciendo en el acto. El ministro principal de Gibraltar, Sir Joshua Hassan, con la autorización del general jefe de la Colonia, Sir Ferdinand Himmself-Parva, decretó secreto oficial el fallecimiento de la apreciada mona.
Y el Régimen de Franco tardó en recuperar su estabilidad emocional.
Disfrutado el viaje de novios, la feliz pareja retornó a Madrid sin experimentar ningún tipo de contratiempo. Ana Belén salvó la vida de milagro.
¡Gloria y honor a la gran heroína!

Más de Alfonso Ussía​

 

Inocentes​

La señorita Lois lo ha hecho tan mal que Yolanda Díaz se ha empeñado en devolverla a Galicia por un solo motivo. Dice más tonterías que ella, y hasta ahí podíamos llegar​

28/12/2023Actualizada 01:30
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Hoy se celebra el Día de los Santos Inocentes. En España son habituales las inocentadas. Pero no somos inocentes, somos tontos. Tontos gobernando y tontos votando a nuestros supuestos representantes. La mejor inocentada que se ha culminado en España la urdió un cachondo extremeño. Publicó su esquela. Y emplazó a sus familiares, amigos y conocidos a asistir a su entierro, en el cementerio de Almendralejo. Él lloraba entre los asistentes, hábilmente camuflado con bigotes y barba.
Su objetivo no era otro que apuntar ausencias. Engañó a su único hermano, que, vestido de chipirón en su tinta, recibió toda suerte de pésames y abrazos. Al día siguiente de su inhumación, se presentó en su bar habitual y convidó a toda su peña de contertulios exceptuando a uno de ellos. «A ti no te convido por no ir a mi entierro». Cuando apareció por la puerta, se sucedieron conatos de infartos, anginas de pecho y episodios vasculares.
El día que me muera
Quiero estar vivo,
Para ver si a mi entierro
Van mis amigos.
España vive por tiempos de dolorosas inocentadas. Pero hemos dejado de ser una nación de inocentes para convertirnos en un rebaño de necios, groseros y analfabetos. Roma en el olvido. La mano derecha de la ignorante Yolanda Díaz, una tal señorita Lois que potavocea en el Congreso sus memeces, es una republicana incoherente. En menos de una semana nos ha impuesto tres Reyes diferentes. Se le dan mal los números romanos. No le gustó el impecable discurso de Navidad del Rey Felipe VI, y le responsabilizó de su contenido a Felipe IV. El Rey de nuestros siglos de oro de la literatura y la pintura. El Rey de Velázquez, y de Quevedo, Góngora, Villamediana y Cervantes. Pero ella misma se apercibió de su error y lo ha enmendado con el mensaje que sigue a continuación y transcribo textualmente. Siempre es bueno rectificar. Se trata de un mensaje en gallego con emocionante telón palestino: «Outra ausencia importante no discurso de Felipe XI é non mencionar o conflito de Palestina. Miles de nenos e nenas están sendo asesinados en Gaza. Sería un bo momento para esixir un alto o fogo e o respeito a o dereito internacional». La republicana gallega nos ha instalado en el trono de España los traseros de tres Reyes. Felipe IV, Felipe VI y Felipe XI. La señorita Lois no abrió la boca cuando Hamás asesinó a «os nenos e nenas» de Israel, porque estaba reunida. Pero bueno es reconocer su acendrado y profundo desahogo monárquico. Tres Reyes simultáneos no los supera ni en sueños el más monárquico de los españoles. Del bueno de Julián Cortes-Cavanillas, dijo Emilio Romero, el agudo y ácido director del diario vespertinoPueblo, que más que monárquico, erapornomonárquico. Como la señorita Lois, que lo ha hecho tan mal que Yolanda Díaz se ha empeñado en devolverla a Galicia por un solo motivo. Dice más tonterías que ella, y hasta ahí podíamos llegar. Una y otra son inocentadas de muy mal gusto, y lo malo es que no actúan exclusivamente el 28 de diciembre. Lo hacen todos los días del año. Y del año siguiente, y del que vendrá después.
Un 28 de diciembre coincidieron de paseo por una calle del barrio de La Viña, en Cádiz, dos amigos. El Pichas y Vichisúa.
-Buen día de inocentes, Pichas.
-Buen día, Vichisuá.
- Mira, Vichisuá. Que ayer me crucé con tu mujer y me guiñó un ojo.
- No tiene importancia, Pichas. Ya sabes que mi mujer, cuando se pone alegre por algo tiene un tic y guiña el ojo izquierdo.
-Pues ya me la he tirado, Vichisuá.
-¡Qué inocentada, Pichas!

Y de inocentada, nada. Feliz día de los Inocentes.

Más de Alfonso Ussía​

 

Berzas​

Sánchez ha hecho por la independencia de las Vascongadas en tres meses mucho más que Arzallus en treinta años​

29/12/2023Actualizada 01:30
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«Sin la anexión de Navarra, ¿para qué queremos la independencia? ¿Para plantar berzas?». La autoría de esta reflexión a viva voz es del exreverendo padre Javier Arzallus SJ, el más culto, inteligente, y taimado dirigente del PNV en su breve historia. El padre Arzallus, con anterioridad a colgar la sotana, fue el eficiente capellán de la Embajada de España en Bonn, siendo embajador uno de los muchos Sebastián de Erice. Y el 18 de julio, las puertas de la embajada se abrían de par en par para los españoles que desearan asistir a la Santa Misa, oficiada por el padre Arzallus, en acción de gracias por la victoria en la Guerra Civil de los nacionales frente a los comunistas y socialistas. «Y hoy te pedimos muy especialmente, Señor, por la salud de nuestro invicto Caudillo, el Generalísimo Franco, capitán del Ejército que venció con la Cruz a la Hoz y el Martillo, salvando a España de su destrucción».
Arzallus colgó la sotana, tuvo dos novias simultáneamente, y se casó con la menos favorecida físicamente. «La belleza se marchita y he elegido a la que cocina mejor». Engañó a todos, empezando por el Rey, a quien le prometió lealtad como Señor de Vizcaya. Engañó a Suárez, a Felipe González y a José María Aznar. José María Aznar, en sus primeros meses en la presidencia del Gobierno, convidó a cenar en la Moncloa a un pequeño grupo de colaboradores de ABC. Antonio Mingote, Jaime Campmany, creo recordar que también a Isabel San Sebastián, Pepe Javaloyes, y Alfonso Ussía, que acudimos con nuestro Viejo Patrón, Guillermo Luca de Tena. Aznar necesitaba para gobernar los votos de Pujol y Arzallus, de Convergencia y Unión y del PNV, respectivamente. Y nos rogó que fuéramos condescendientes con Arzallus –que no lo éramos–, con quien había entablado una incipiente amistad y empatía. Tomé la palabra. «Ya te ha engañado como a todos, presidente». Y Aznar respondió con un prolongado silencio, una mueca de disgusto y un advertencia: «Allá vosotros, especialmente tú».
Cuando esta cena transcurría con bastante aburrimiento, Arzallus cruzaba la frontera para exigir a la ETA más actividad. Lo cuenta Juan María Bandrés en sus Memorias. Bandrés había sido etarra «polimili» y fundó «Euskadiko Eskerra», partido con el que llegó a ser diputado del Congreso y compañero de escaño en el Grupo Mixto de Blas Piñar, de Fuerza Nueva.
Se cuenta de un mexicano multimillonario que llegó a España acompañado de una maravillosa mujer a la que aventajaba en más de cuarenta años de edad. Al año siguiente volvió, pero sin ella. Y sus amigos le preguntaron: «¿Porqué no te ha acompañado Gladys Patricia?» Y el millonario lo aclaró. «Porque emputeció».
Arzallus emputeció como Gladys Patricia, y en los años finales no ocultó su simpatía por «esos chicos de la gasolina», «esos patriotas que movían el árbol para que cayeran las nueces». Pero no tuvo el premio de vislumbrar la colonización vasca de Navarra. Eran años en los que Pedro Sánchez se dedicaba a fallar canastas en el Estudiantes.
Ya lo ha conseguido. No Arzallus, sino Sánchez. Ha entregado Pamplona a los herederos de los que han asesinado a casi mil inocentes, heridos y mutilados a más de tres mil, y privados de sus seres queridos a miles de familias. Ha entregado Pamplona a un grupo de desalmados que no han mostrado ningún tipo de arrepentimiento ni compasión por las víctimas de la ETA. Después de Pamplona, le toca el turno a Navarra, al viejo Reino que tanto temieron los vascos por su cercanía. Navarra es la despensa que necesitaban las tres provincias Vascongadas para lograr la independencia de España que jamás tuvieron. Y Sánchez les ha regalado Pamplona. Y los impuestos a la energía y la banca en el País Vasco y Navarra. Se molesta por leves insultos. Pero no puede ocultar que se ha convertido en un traidor a su Patria. Con Navarra colonizada, la independencia de Vasconia es mucho más probable que la de Cataluña, que confunde el independentismo con el negocio, y al final, vence el negocio.
¿Para qué la independencia? ¿Para plantar berzas? Sánchez ha hecho por la independencia de las Vascongadas en tres meses mucho más que Arzallus en treinta años. Y para colmo, le molesta lo de la fruta.

Más de Alfonso Ussía​

 

Caballero​

No soy un caballero. No tengo nada de caballero. He montado dos veces a caballo en mi vida, y en las dos ocasiones con resultados catastróficos. El único «caballero» que asumo con honor es mi condición de «caballero legionario de honor»​

30/12/2023Actualizada 01:30
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Una frase hecha, un ejemplo tópico, «antes que tal cosa prefiero barrer escaleras», ha causado una gran indignación en esa gente. La ordinariez es muy susceptible. Recuerdo las llamadas de los oyentes en el programa de Luis Del Olmo cuando en las «tertulias» utilizamos recursos comunes y hablares de la calle. La que le cayó al bueno de Pepe Oneto por decirle al embajador Puente Ojea, que estaba «ciego» de resentimiento. Inmediatamente llamó la madre de un invidente para exigirle una disculpa a su hijo. « Me estás poniendo «negro» con tus opiniones». Y llamó sulfurado un hombre de color. Finalizaba la tertulia cuando Luis del Olmo nos recordó que el domingo siguiente se disputaba un Real Madrid-Atlético de Madrid, y nos pidió un resultado adelantado. «Vamos a arrasar a los indios. Y Clarence Seedorf, el negro que ha fichado el Real Madrid va a meter un par de goles». Protestó airada una periodista, cuya identidad omito, bastante tonta. Y me llamó «racista». Era barcelonesa, la ciudad con más familiares de negreros enriquecidos del universo mundo o del mundo mundial, muchos de ellos abonados al 3 por ciento que recibía Pujol a cambio de permisos y concesiones. «Me abochorna lo de negro. Tendrías que haberte referido a él como subsahariano». Con paciencia y sosegadamente le expliqué que la condición de «indios» referida a los atléticos era consecuencia de su sentido del humor. Que fueron los propios atléticos los acuñadores del término, porque acampaban junto al río –el Manzanares–, odiaban a los blancos –el Real Madrid–, y su jefe era «Caballo Loco»–Jesús Gil–. Y respecto al negro Seedorf me permití informar a la chica del separatismo catalán que le habían colado a Luis del Olmo, que bajo ningún concepto podía ser definido como subsahariano porque era natural de Amsterdam. La tonta no pudo reaccionar.
Se trata de costumbres y de modismos hechos. A mí, me repatea cuando me tratan de «caballero». No soy un caballero. No tengo nada de caballero. He montado dos veces a caballo en mi vida, y en las dos ocasiones con resultados catastróficos. El único «caballero» que asumo con honor es mi condición de «caballero legionario de honor». Caballeros son los oficiales del Arma de Caballería. Los jinetes de concursos hípicos y carreras de caballos. Los picadores, que por caballeros tienen el privilegio de vestirse de oro, como los matadores de a pie. Caballeros son los mayorales de las ganaderías de bravo. Caballeros los policías, guardias civiles y municipales que cumplen sus servicios a lomos de caballos. Los rejoneadores. Un caballero que se cae de los caballos es un ser ridículo y reiteradamente insultado a lo largo de su vida recibiendo semejante tratamiento.
En un viaje por carretera a Albacete, hice una parada en La Gineta. Me senté en la mesa de un bar para tomar un café. El camarero me atendió: –¿Qué va a tomar el caballero?–. No entendió bien mi respuesta, y menos aún, mi demanda. –El caballero va a tomar un café con leche y un suizo. Mi escudero, que entrará de un momento a otro, una cerveza . Y si es tan amable, le lleva a mi caballo un cubo de agua para que se refresque–.
No puede ser un caballero quién, a los quince años, a lomos de un viejísimo equino, salió disparado entre sus orejas a causa de una brusca detención del cuadrúpedo que, caprichosamente, se detuvo en seco sin permiso de su jinete. No puede ser un caballero, quien ascendiendo por lo carriles de las Gargantas de Gredos, a lomos de un caballo triste y melancólico, al hacer una pausa en la ascensión, por imitar a John Wayne, descabalgó con ímpetu, olvidando el respaldo de su silla vaquera, colisionando con la pierna derecha en dicho respaldo, y cayendo al suelo estrepitosamente produciéndose una lesión en los cuernos del menisco derecho, imágenes que produjeron toda suerte de risas entre los acompañantes de la expedición.
Es lo único que pido para el año 2024, que va a ser peor incluso, que el 2023. Que no me llamen «caballero». Porque no lo soy ni lo merezco.

Más de Alfonso Ussía​

 

El día que no termina​

Desear un feliz año a los lectores de El Debate, o lo que es igual, desearles un sueño, una quimera, una metáfora, es prueba de buena educación, pero puede sonar a falsedad impertinente​

31/12/2023Actualizada 01:30
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Hoy, es el día en el que hay que apagar el móvil –en mi caso, un Nokia con tapa que ha cumplido los primeros veinte años de vida–, o cualquiera de los artilugios que reciben mensajes. No hay nada que celebrar. Y para colmo, la arriesgada apuesta por las doce uvas. Muchos entusiastas fallecen atragantados. Los familiares tienen derecho a que los suyos fallezcan en condiciones dignas. Pero no atragantados por una uva.
Se le resta seriedad a la muerte. Y después de las uvas, los fuegos artificiales caseros, causantes de toda suerte de mutilaciones, amputaciones y quemaduras. En esta ocasión, y con el permiso de mi familia y de un amigo que nos recibe en su casa con una generosidad infinita, me propongo cambiar las uvas por anchoas. Doce anchoas enrolladitas de la mejor marca de Santoña, que no es la que regalaba Revilla a Sánchez. Las anchoas enrolladas entran en la glotis con suavidad oriental. Seáme reconocida la autoría de esta nueva cursilería. La suavidad oriental, que aporto con mucho gusto al enriquecimiento de nuestro idioma. En catalán «suavitat oriental» y en vascuence-batúa « leutasuna ekialdekoa», traducciones que facilito por si algún nacionalista imbécil se refiere a la suavidad oriental en el Congreso y el Senado, y el traductor no se aclara, especialmente con la versión catalana.
Hoy, por culpa de las cadenas de televisión públicas y privadas públicas subvencionadas, es el día más ordinario del año. Vuelan por ahí los nombres de mujeres que han alcanzado la gloria de la notoriedad. Una tal Pedroche y otra tal Hermoso. Me informan que la primera se desnuda para comer las uvas y que la segunda, víctima de la más terrorífica agresión sexual del año, nos tiene preparada una sorpresa. Sus biógrafos aseguran que de cuando en cuando se le escapa un «jolines», lo cual se me antoja prometedor. Cuando la primera se despelote y la segunda diga «jolines», yo estaré en la cama esperando el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena en la «Goldener Saal» de la «Musikverein» vienesa. Para tormento de los envidiosos un pequeño detalle. Asistí al concierto –fila 7, butaca 8–, en persona, en el año 2007, dirigido por Zubin Mehta, y la experiencia es insuperable. Choqué las palmas en la Marcha de Radetzky, y solo me conmocionó una realidad irreversible. Entre el público, hay más japoneses que austríacos, lo cual dice mucho del deterioro del alma vienesa de la familia Strauss. Pero en fin, también en las Ramblas barcelonesas hay más musulmanes que en la Meca, y los barceloneses lo llevan muy bien.
En la noche del 31 de diciembre, se originan más barullos familiares que en Nochebuena. En Nochebuena, cuando los cuñados inician la tanda de insultos, siempre hay un niño en la casa que entona un villancico y calma las hostilidades. En la Nochevieja, muchas familias se rompen para siempre. Unos brindan por España y otros por Sánchez, y vuelan los tortazos. Porque son brindis enfrentados e irreconciliables.
Desear un feliz año a los lectores de El Debate, o lo que es igual, desearles un sueño, una quimera, una metáfora, es prueba de buena educación, pero puede sonar a falsedad impertinente. El año 2024 será peor que el 2023 que se marcha. Para seguir en La Moncloa, Sánchez le ha regalado a la ETA la alcaldía de Pamplona, capital del Reino de Navarra. En los primeros meses «cambiará de opinión», y ya con los prófugos de la Justicia en casa, les permitirá convocar un refrendo ilegal. Podría hacerlo con la ley en la mano, es decir, convocarlo en todo el territorio nacional, única posibilidad que tienen los separatistas de ser independientes. Subirán catorce impuestos. Seguirá usando de los bienes comunes, los aviones 'Falcon' para ir desde su despacho al cuarto de baño y hacer pipí, como decía mi abuela. El sanchismo extenderá su mugre personal y nos lloverán nuevos analfabetos. Se castigará por ley las injurias a Sánchez mientras se permitirá por ley injuriar y calumniar al Rey. Y corto porque no termino.
No obstante, le deseo a algún lector de El Debate un muy feliz año 2024. A los que nos leen cada día desde las oficinas dependientes de Sánchez. Ellos serán felices.
Y no lo olviden. Fuera uvas y anchoas enrolladitas. Nos veremos durante el concierto, mientras los vagos del socialcomunismo duermen la mona.
 

El lomo de la gitana​

Donde estés, quiero que sepas que tu niño no se ha olvidado de ti, ni de tu generosidad, ni de tu beso​

01/01/2024Actualizada 01:30
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Lo escribí hace años. Hoy cambio la forma pero no el fondo. El 31 de diciembre, en Camposoto, donde hacía el Servicio Militar, me arrestaron por señorito. Me había tocado el puesto de guardia en la puerta principal el 30 por la noche. Desde las 11 a la una del 31. Aquella noche estaba invitado a una fiesta en Jerez de la Frontera, a la que asistían espectaculares bellezas. Y le compré la guardia a otro soldado. Conocedor de mi excesivo interés, me encareció el trueque. –Una lechuga, Ussía–. Mil pesetas. Y ocupó mi lugar de servicio.
No tuve suerte. En la fiesta, sí, pero en el campamento militar, el CIR 16, no. Aquella noche, el capitán de la Unidad de Servicios, don Rafael Urréjola Ibáñez, todo un señor, se quedó arreglando papeles hasta bien entrada la noche. Y al abandonar el recinto militar, mi sustituto le alzó la barrera y le dio novedades. El capitán recordó que a esa hora y en aquella noche, el soldado de guardia en la puerta principal era yo, y no aquel muchacho. –¿Tenía usted asignado este servicio hoy por la noche?–.
–No, mi capitán. Se lo he vendido al soldado Ussía–.
Volví tarde de Jerez y entré en el campamento por la llamada «puerta falsa». A las nueve de la mañana, me llamó el capitán. –¿Qué tal le fue la guardia de ayer?–. Mentir es un insulto al honor militar, y entendí que no tenía otra opción que confesar mi falta. –Compré mi guardia por mil pesetas, mi capitán–. El chorreo fue apoteósico. –Así que el señorito Ussía se ha escaqueado para disfrutar de una fiesta, y como tiene dinerito, le ha comprado la guardia a otro soldado–. –Así ha sido, mi capitán–. –En principio, la guardia que no hizo usted ayer, la va a cumplir hoy, 31 de diciembre, de once de la noche hasta la una del año nuevo en la Puerta Principal. A partir de ahí, ya veremos–. El capitán Urréjola actuó con plena justicia. Y despedí, en la soledad de mi puesto de guardia, al año que se iba para recibir al año nuevo. Noche atroz de tiempo, lluvia y vientos. Pero yo estaba ahí porque me había merecido mi arresto. Una Nochevieja triste y arrestada.
Cinco minutos más allá de las doce, a los cinco minutos de haber nacido el año nuevo, bajo la lluvia, soportando el vendaval y el frío, distinguí la figura de una mujer que se acercaba a mi puesto de guardia. Le di el «alto» y ella se acercó sin atender mi advertencia. –No te preocupes, hijo, que te traigo un regalo–. La mujer era una gitana que tenía en la cuesta abajo de Camposoto hasta San Fernando una venta. Y me entregó una bolsa. –Toma, mi niño. Lo hago todos los años con los soldaditos de guardia en el cambio de año. Gracias por estar aquí. Y disfrútalo–. Me dio un beso, y bajo la lluvia, soportando el vendaval y el frío, dándome la espalda, desapareció.
En la bolsa encontré un pan, lomo embuchado y una pequeña botella de vino. Se oían a lo lejos los gritos eufóricos de los soldados libres de servicio, que tuvieron una cena especial. En mi entorno, todo era negrura y soledad. Y me preparé el bocadillo de lomo, y descorché la botella, que ya estaba previamente abierta por la gitana. Jamás me había sentido tan agradecido.
Todavía tengo en mi imaginación el sabor del lomo de la gitana y el placer de su vino alegrando mi gaznate. El arresto no fue más allá, porque el capitán Urréjola Ibáñez, don Rafael, no consideró que mi falta precisaba de mayor castigo. Cuando fui relevado me tumbé en el camastro del servicio de Guardia y amanecí al toque de Diana, que se retrasó una hora respecto al resto de los días. Y pasados cincuenta años de todo aquello, en la noche del 31 de diciembre, cuando ya han transcurrido cinco minutos del nuevo año, le dedico una oración y le mando un beso simbólico a mi gitana. Gracias por ayudarme en una noche entristecida.
Donde estés, quiero que sepas que tu niño no se ha olvidado de ti, ni de tu generosidad, ni de tu beso.
Ni del vino, el pan y el lomo. El lomo de mi gitana.

Más de Alfonso Ussía​

 

Enchufados tacaños​

A Sánchez los detalles le importan un bledo. Le importa un bledo firmar un libro que no ha escrito, y le importa un bledo que la gente sepa que ese libro lo ha trabajado y redactado una enchufada agradecida​


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En los años sesenta, un empresario especializado en la fabricación de objetos de acero inoxidable cayó en el error de escribir un libro. Le encomendó a un escritor que le hiciera de «negro», porque su inteligencia empresarial sobrevolaba a su habilidad literaria. El empresario fue obrero y terminó multimillonario. Su obra se titulaba Hecho a mí mismo, y obligó a todos sus trabajadores a comprar el libro. Ordenó enviar a cada uno un ejemplar de su biografía al tiempo que lo descontaba de la nómina. Se cuenta de un debate parlamentario en el Congreso durante el franquismo, en aquellos tiempos Cortes Españolas. Un procurador destacaba por su buen hablar y su aspecto asimétrico. Escasa estatura, cabeza muy grande, un brazo más corto que el otro y una pierna, la izquierda, necesitada de llevar un zapato con una suela de veinte centímetros para equilibrarla con la pierna derecha. Subió a la tribuna y su intervención tuvo como único objeto ensalzar sus méritos profesionales. Cuando repitió por tercera vez «yo, que me he hecho a mí mismo», surgió una voz proveniente de los escaños, que muchos atribuyeron al procurador Fueyo Álvarez. «En tal caso, su Señoría tendría que haberse esmerado un poco más». Lo de hacerse a uno mismo tiene un mérito grandioso, pero no hace falta repetirlo. Ahí tienen a don Amancio Ortega, que es el prototipo de la discreción y la modestia. Y vuelvo al empresario del acero inoxidable. Su libro no se exhibió ni en escaparates de librerías ni se comercializó por medio de las agencias de distribución. Y dado que sus trabajadores eran 9.700, aproximadamente, se vendieron 9.700 ejemplares, aproximadamente también. Es decir, mil ejemplares más que los vendidos por el Grupo Planeta deTierra Firme de Irene Lozano con la falsa autoría de Pedro Sánchez. Un fracaso, por cuanto de Pedro Sánchez viven, a costa de los impuestos de todos los españoles, con incidencia directa, más de un millón de enchufados, a los que hay que añadir unos millones más de semienchufados, subenchufados, bienenchufados, malenchufados y tontos.
De haber tenido la vista comercial del empresario del acero inoxidable, Sánchez podría haber vendido, de golpe, cuatro millones de ejemplares, con independencia de los despachados en las más importantes librerías de España gracias a la poderosa distribuidora de los libros del grupo Planeta. Pero las ventas no han alcanzado los nueve mil ejemplares, lo que demuestra que el libro tendría que haberse tituladoArenas Movedizas.
Sucede que a Sánchez esos detalles le importan un bledo. Le importa un bledo firmar un libro que no ha escrito, y le importa un bledo que la gente sepa que ese libro lo ha trabajado y redactado una enchufada agradecida. También le importa un bledo la liquidación de sus derechos de autor, porque sus ingresos para mantener a su sencilla familia vienen de otras fuentes, ajenas a las literarias. Él es así. Se levanta temprano, desayuna junto a su esposa mientras lee al revés el Finantial Times, y comenta en alta voz. –Voy a escribir un libro–. Entonces llama a Irene Lozano –Irene, deja de lado lo que estás haciendo en ese enchufe que te he proporcionado y no sirve para nada, y escríbeme un libro que se tituleTierra Firme. Las condiciones las pacto yo con los de Planeta, que los tengo bastante contentos últimamente. El anticipo lo dividimos en dos partes, y los derechos de autor son para mí–. –Lo haré encantada, presidente–. Y como el Manual de Resistencia, ahí tenemos el libro, expuesto en todas las librerías de España.
Pero los españoles somos ingratos. Los enchufados, en todas las versiones del enchufamiento, no han adquirido el ejemplar firmado por el enchufador, y los números no salen. Hasta Rajoy y Aznar le doblaron el número de ejemplares vendidos. El motivo de la edición de este libro, por llamarlo de alguna manera, es distraer la atención del personal. –Son tan idiotas, que perderán el tiempo criticando lo del libro y no se ocuparán del regalo de Navidad que le hecho a la ETA con lo de Pamplona–.
Y es cierto. El primer idiota, el que firma.
 
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