Totalmente. Si a día de hoy tuviera que aguantar a las "amistades" que tuve que aguantar de pequeña porque íbamos al mismo cole, clase, barrio, etc., habría salido mi nombre en las páginas de sucesos. Que l@s aguante su padre y su madre.
Yo fui a un par de esas quedadas cuando me mudé a otra ciudad y es tal cual lo describes: a lo mejor de 40 personas que van, se salvan 6. Menudo aquelarre de frikis, salid@s, e inadaptados sociales, encima fui tan gilipollas que repetí pensando que la primera vez había tenido mala suerte. Si no hay un interés o afición común, el desastre está asegurado.
Mi experiencia ha sido siempre la misma: siempre que he conocido a a una persona y esa persona ha intentado "forzar" una amistad, ya sea con llamadas, quedadas, regalos, etc., hemos terminando acabando como el rosario de la aurora. La amistad es como el amor: una cuestión de química, y tiene que surgir sola.
La verdad es que soy consciente de lo afortunada que soy, aún conservo amigas de la infancia, unas mejores que otras, pero también he aprendido a saber qué se puede esperar de cada uno, y esto es lo más valioso que he aprendido en la vida. Sé que a muchas os sonará fatal, pero hay que tener claro quién es bueno para qué: quién es buena amiga para salir, quién es buena amiga para echarte unas risas, quién es buena para salir a cenar o quién es buena amiga para pedirle un favor o contarle tus problemas más íntimos. Yo no concibo la amistad como un concepto absoluto, sino con grados o matices, a mí cada persona de mi grupo de amistades me llena en diferentes aspectos, al igual que yo a ellas imagino que también.
Pero eso no quita que tenga a la que yo considero mi mejor amiga, con la que puedo hablar de absolutamente todo, cualquier tema, por raro y enrevesado que sea. Encima ella es mamá y aun así hace mil esfuerzos para poder vernos aunque sea una vez por semana y ponernos al día. Y a mí tampoco me importa irme con ella a un parque y mientras estamos con el chiquillo hablamos de nuestras cosas. Eso no hay dinero que lo pague, la adoro y le estoy muy grata a la vida porque no todo el mundo tiene esa suerte.
Estoy de acuerdo. Yo también concibo la amistad con grados y matices y encima las clasifico: a la amiga con la que me voy a tomar un café igual no me la llevo de vacaciones porque para la convivencia de varios días sería insufrible pero me mola tomar café con ella. Y a la amiga que me llevo de escapadas pues no la veo para tomar café, cosas por el estilo. Tengo amigos con los que salgo de juerga pero a los que ni de coña contaría algo íntimo.
Idealizar la amistad es como el amor: un chasco detrás de otro.