Se aprovechan de personas ingenuas, confiadas y que posiblemente estén pasando una mala racha, por soledad o cualquier otra razón.
Pese a todo, de verdad, no podemos abrir la puertas de par en par por dos palabras bonitas y un postureo atrayente. Concretamente a estos dos tipejos, Nogueira y Caballé, no me explico qué les vieron, tan pedantes, melifluos y teatreros... si lo llevan escrito en la cara: ¡soy un sinvergüenza!
Eso es, esta gentuza tiene una capacidad especial para buscar personas confiadas, las que no se fían de ellos son inmediatamente descartadas, no se andan con tonterías. Es como un asqueroso sexto sentido que les indica de quien se pueden aprovechar, les envuelven en sus redes y cuando las víctimas caen en la cuenta ya es demasiado tarde.
Así en frío a la mayoría nos parece imposible caer en la trampa de seres como estos impresentables, pero en la vida real hay muchas circunstancias y etapas en las que, a mi modo de ver, todos somos vulnerables, obviamente, unos mas que otros.