Por ejemplo, lo de los bailes del señor Rocasolano, tan despreciado por Peñafiel por ser taxista, encanto a las reinas del norte que aceptaron bailar con el, y no me salgas conque no podrían haber buscado excusas para no hacerlo. Como reinas y princesas, tal negativa hacia ese hombre del pueblo habría sido totalmente justificada por los clasistas, pero resulta que, pese a la distancia idiomática, la campechana simpatía del hombre bailando con ellas con toda naturalidad les encantó. Sólo los vasallos clasistas acomplejados ante la supuesta superioridad de los royals, incluida Letizia, sienten vergüenza de ver a uno de los suyos comportarse de igual a igual en un ambiente festivo.
Totalmente! Yo creo que es lo más adorable, natural y divertido de esta boda. Que me imagino ya al señor Rocasolano con la Reina Margarita (con todo lo que ella es) encantados y felices.
Fíjate que si toda la familia de ella y ella mismo hubieran sido como él puede que otro gallo cantara. Al final es aceptarse y no pretender ser quién no eres. Cometes menos errores