11M: Décimo aniversario de la matanza que cambió la historia española

- La furgoneta Renault Kangoo. El Mundo llenó de objetos una furgoneta parecida a la empleada por los terroristas para trasladar las bombas y fabricó la teoría de que alguien rellenó el vehículo con distintos objetos, entre ellos detonadores y restos de explosivos. Ningún mando policial de la etapa en que el PP controlaba la policía ha validado esa teoría, basada en la implicación de algún agente en la manipulación de pruebas relacionadas con la matanza de 191 personas.

El periódico de Polanco, el condecorado por Francia por los servicios prestados...:rolleyes:

Creo que en El País se pueden permitir escribir intoxicaciones tan estúpidas como la reseñada -eso sí, mucho PP arriba, PP abajo para grabarle a los fieles que los escépticos sólo pueden ser peperos resentidos-, porque saben positivamente que sus lectores no tienen ni idea de lo que se haya podido escribir contra la versión oficial. Como no conocen el material original, cualquier cosa que les digas va a colar.

El 25 de abril de 2006 Fernando Múgica publicó en El Mundo un artículo donde se recogían las declaraciones de dos policías de la comisaría de Alcalá de Henares que fueron los primeros en llegar a la famosa furgoneta que alguien había marcado como el posible vehículo donde los supuestos terroristas llevaron los supuestos explosivos.

Estos dos agentes dijeron que en la parte trasera de la furgoneta no había nada. Los perros de detección de explosivos olfatearon el vehículo por dentro y por fuera y el resultado fue negativo. Sus declaraciones coincidían con las que hizo un mando policial ante la Comisión de Investigación parlamentaria.

Al día siguiente, 12M y tras pasar por la Comisaría General de la Policía Científica, al dueño de la furgoneta (supuestamente se la habían robado, primera vez que un supuesto comando islamista hace eso), le enseñan en el acuartelamiento de Canillas su furgoneta llena de cachibaches, dejados allí por los supuestos islamistas, le dicen. Fernando Múgica ofrecía en el artículo el listado de chismes que se inventariaban en el informe enviado al juez instructor del caso.

Para mostrar lo rocambolesco de la manipulación realizada en la sede de la Policía científica El Mundo hizo una simulación fotográfica (diciendo, obviamente, que se trataba de una simulación) con la situación de la furgoneta según el testimonio de los primeros agentes y con la situación de la furgoneta según lo que la Policía Científica contó al juez.

Lo que escriben Ekaizer y Romero al respecto demuestra que toman a sus propios lectores por bobos, además de no tener demasiadas luces a la hora de tergiversar.

* * *

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PUBLICADO EL 25/04/2006
Policías de Alcalá que examinaron la furgoneta Kangoo aseguran que estaba vacía
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Actualizado lunes 08/05/2006 11:19 (CET)
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FERNANDO MÚGICA

MADRID.- La furgoneta Renault Kangoo que se encontró en la mañana del 11 de marzo de 2004 aparcada junto a la estación de tren de Alcalá de Henares (Madrid) tenía su espacio de carga vacío.

Así lo atestiguan dos policías de las dos dotaciones que llegaron primero al lugar de los hechos. En realidad, sólo vienen a corroborar las afirmaciones repetidas una y otra vez ante la Comisión de Investigación del 11-M en el Congreso de los Diputados por Luis Martín Gómez, jefe del Grupo Local de Policía Científica de Alcalá de Henares, encargado en aquellas primeras horas de la investigación.»Allí dentro no había nada», dijo.

La reconstrucción minuciosa de aquellas primeras horas es la siguiente. A las 7.30 horas de la mañana del 11 de Marzo de 2004, la comisaría de Alcalá de Henares estaba en plena ebullición.

Todos se ofrecían voluntarios para ayudar en lo que hiciera falta. Comenzaban a llegar las primeras noticias de las explosiones de los trenes y la impresión de que aquello era una enorme tragedia se afianzaba a medida que pasaban los minutos y aumentaba el número de víctimas.

Los tres funcionarios que atendían las llamadas en la central recibieron varios mensajes de ciudadanos espontáneos que creían haber percibido detalles inusuales que podían ayudar en la investigación.

En este contexto se recibió una llamada, poco antes de las 9.00 horas, en la que se explicaba que el portero de una finca de la calle del Infantado de Alcalá, Luis Garrudo, había visto a tres individuos con atuendos sospechosos al lado de una furgoneta Renault Kangoo aparcada enfrente, muy cerca de la estación de tren. Los policías de guardia recibieron el aviso y la orden de presentarse en el lugar de los hechos.

Alrededor de las 9.00 horas, llegaron a la vez junto a la furgoneta, aparcada en batería, las dotaciones de un coche K, de los camuflados y con agentes de paisano, y la dotación, de uniforme, de un coche Z. El K se adelantó unos metros y aparcó su morro delante del Z.

En el K viajaba un policía veterano, que había estado de servicio en el País Vasco, y una agente que se encontraba en periodo de prácticas. La dotación del Z estaba compuesta por un policía veterano y otro más novato, pero con mucha preparación.

La primera impresión

Observaron la furgoneta con la precaución debida. Tiraron de la manilla de la puerta del conductor. El coche estaba cerrado y no tenía ningún signo de haber sido violentado.

Observaron desde los cristales delanteros el interior y se sintieron algo más tranquilos. Sólo vieron una tarjeta de visita encima del salpicadero, una cinta de casete gris transparente sin ninguna rotulación encima del asiento del pasajero y un chaleco reflectante amarillo, mal doblado y con signos de haber sido usado, introducido en la estrecha bandeja que había debajo del asiento del copiloto.

La zona de carga estaba separada de los dos únicos asientos tan sólo por una rejilla de agujeros amplios, a través de la cual se veía perfectamente el interior. En la zona de carga no había nada. La furgoneta estaba vacía.

Aunque esto les tranquilizó, el responsable del coche Z consideró que seguía siendo un peligro potencial, ya que su compañero había conseguido pasar la matrícula a la central, tras algunos intentos que se le hicieron eternos. Desde la comisaría de Alcalá les avisaron de que la furgoneta figuraba como sustraída según una denuncia del 28 de febrero de 2004; es decir, 12 días antes. Se dirigió al colegio cuya valla lindaba con la fila de coches aparcados entre los que estaba la furgoneta y, por su cuenta, decidió que el colegio debía ser evacuado.

Afortunadamente, una puerta del centro educativo daba a una calle paralela y la evacuación se efectuó en orden y sin ningún contratiempo.

Desde la central les avisaron de que iban a mandar hacia allí más refuerzos, entre los que estarían las dotaciones de los Tedax, los encargados de desactivaciones de explosivos y unidades de Guías Caninos con perros expertos en detectarlos.

Se formó un cordón policial de seguridad al comienzo de la calle, pero no se ordenó el desalojo de los vecinos que se encontraban en los pisos cercanos. Sí se avisó a los clientes de un gimnasio próximo para que sacaran fuera de la zona los coches que tuvieran aparcados en las inmediaciones.

Los policías que habían llegado a las 9.00 horas tuvieron más de una hora para merodear alrededor de la furgoneta antes de que llegaran, entre otros, inspectores de la brigada antiterrorista de Madrid, gente de Información con experiencia en la lucha contra ETA. No hay que olvidar que las primeras informaciones que se difundieron esa mañana y las valoraciones de todos los líderes políticos, incluidos los del Gobierno vasco, caminaban en esa dirección.

En ese transcurso de tiempo volvieron a revisar el interior de la furgoneta desde los cristales delanteros y miembros de las dotaciones del K y del Z corroboraron que en la zona posterior de carga la furgoneta estaba vacía. Fue la misma impresión que recibió el jefe del Grupo Local de Policía Científica de Alcalá de Henares que, antes de las 11.00 horas, se hizo cargo de la investigación en el lugar de los hechos.

Precisamente, esa impresión de que a primera vista la furgoneta no tenía ningún objeto sospechoso es lo que le impulsó a decidir, cuando llegaron los perros, que lo mejor era abrir el portón trasero para que pudieran olfatear el interior y asegurarse así de que en el vehículo no existían vestigios de que hubiera explosivos, ni de que los hubiera habido con anterioridad.

No tenían llave, así que tuvo que forzar la puerta con una palanqueta. No se le dio demasiado bien y hasta hizo alguna broma sobre lo difícil que le resultaba eso de robar coches. Y fueron los propios policías del Z que habían llegado por la mañana los que le ayudaron a abrirla. Fue entonces cuando pudieron confirmar con más claridad que la furgoneta estaba vacía.

A sus compañeros siempre les han comentado que, si ellos o el inspector hubieran visto una simple bolsa o cualquier otro objeto sospechoso, jamás se hubieran atrevido a abrir la puerta.

Uno de los perros, Aníbal, había olfateado ya el exterior del vehículo antes de que se abriera el portón sin hacer ningún signo de que hubiera explosivos. Después de que forzaran el portón, el otro perro -una hembra- se introdujo en la zona de carga y llegó olfateando hasta la rejilla diáfana que separaba ese habitáculo de los asientos delanteros, situados a escasos centímetros. El animal salió inmediatamente y no hizo ninguno de los signos característicos que alertan sobre la presencia de sustancias explosivas.

A esas horas, ya habían llegado los distintos inspectores y subinspectores que figuran en las declaraciones contenidas en el auto del juez Juan del Olmo.

El inspector con carné 65.239 no encontró nada significativo.

El inspector 79.858, de la Brigada Provincial de Información de Madrid, del grupo anti ETA, advierte de «que no se dan los elementos exteriores identificativos» que puedan vincular la furgoneta con la organización terrorista de la que es especialista. Ni con ETA ni con ninguna otra, porque no advierte nada más.

El inspector 80.447, que llegó al lugar hacia las 11.00 horas, hizo gestiones en la estación de tren. Ha declarado al juez Del Olmo que «vio todo el desarrollo policial para entrar en la furgoneta», queriendo hacer especial mención de que «el único que entró en la misma fue el perro de la Unidad Canina». El policía declara también que su función principal fue la de «asegurar que los elementos de prueba que pudieran existir en el interior de la furgoneta no se vieran alterados». Escoltó, además, «en un vehículo policial, a la grúa que trasladó a la furgoneta hasta la Comisaría General de Policía Científica en Canillas».

Estuvo ayudado en esa labor por el policía 82.709, quien corrobora lo anterior, además de afirmar que se forzó el portón trasero para que pudiera entrar el perro.

Pero la declaración más relevante por su cercanía física a los hechos y por su especialización es la del inspector jefe del Grupo Local de la Policía Científica de la comisaría de Alcalá, el que ordenó forzar la puerta.

Nada anormal

En su primera inspección ocular desde el exterior, Luis Martín Gómez no ve «nada raro que se aprecie a simple vista». En la parte trasera no aprecia «nada anormal», a pesar de que la rejilla que separa la zona delantera de la zona de carga «es diáfana completamente, no observando nada anormal ni que le induzca a sospechar que pueda haber un artefacto».

Estamos hablando de un experto en Policía Científica, no de un ciudadano cualquiera. Es decir, alguien para quien una bolsa, un jersey o una caja de herramientas resultarían sospechosos por poder ocultar explosivo, o de enorme interés policial por poder contener ADN de los usuarios del vehículo.

El propio Luis Martín, un hombre respetado en la comisaría de Alcalá por sus conocimientos y su integridad, describe al juez cómo fuerzan el portón trasero para que pudiera introducirse el perro, sin que éste olfateara nada sospechoso. También relata cómo, más tarde, se introduce él mismo en la zona de carga para desbloquear el pestillo de la puerta del pasajero, metiendo el brazo a través de un hueco lateral de la rejilla.

Cómo, a continuación, sale de la furgoneta y, ya en el exterior y después de cerrar el portón trasero, abre la puerta desbloqueada y, «sin llegar a sentarse en el vehículo», coge la palanca de cambios y la pone en punto muerto para que la grúa pudiera arrastrarlo.

¿Por qué no menciona en su declaración contenida en el auto si ha visto una bolsa con detonadores o si ha descubierto cualquier otra cosa en el interior de la furgoneta? Pues porque Del Olmo, incomprensiblemente, no se lo pregunta.

Claro que Luis Martín ya lo había dejado claro durante su comparecencia en la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados el 14 de julio de 2004. En repetidas ocasiones, y sin que nadie le hiciera el menor caso, aseguró que la furgoneta estaba vacía.

«No vi nada que me llamara la atención en el vehículo; vi una zona de carga que estaba en principio vacía» [...] «La zona de carga está vacía, que no hay nada ahí» [...] «Lo único que le puedo decir es lo que veo y en el momento de entrar en el habitáculo, quiero que quede muy claro, no se aprecia absolutamente nada. No hay nada» [...] «Me tuvieron que echar una mano [para abrir el portón] porque, la verdad, es que esto de la palanqueta no se me daba demasiado bien» [...] «En principio habíamos visto que [la zona de carga] estaba vacía» [...] «No veo ningún objeto que revistiera peligrosidad. Si lo hubiera visto, hubiera llamado al equipo de los Tedax». Los Tedax, a pesar de estar anunciada su llegada, nunca se trasladaron a Alcalá.

Otra revisión

Cuando el inspector Luis Martín consideró que el vehículo era seguro, procedió a preparar su traslado a la comisaría de Alcalá para hacerle una revisión más a fondo.

Cuando el coche ya estaba precintado y esperaba que llegara la grúa, recibió la llamada de su comisario, que le comunicó que el vehículo iba a ser trasladado a Moratalaz, la sede de la Brigada Provincial de la Policía Científica. Fue en el camino hacia Moratalaz cuando se dio la orden de trasladar definitivamente la Kangoo hasta la sede central de la Científica en Canillas.

A las 19.00 horas de ese mismo día le comunicaron a Luis Martín, para su sorpresa, que se había encontrado una bolsa con detonadores debajo de un asiento.

En la Comisión del Congreso, la diputada del Grupo Mixto Uxue Barkos Berruezo preguntó al inspector: «¿Puede usted certificar que allí no había nada a la vista?», refiriéndose, como aclaró más tarde, a los detonadores. «Lo certifico total y absolutamente», contestó. Más tarde, y ante nuevas preguntas, añadió: «No encontré nada. Me refiero a nada que no formara parte del vehículo como equipamiento básico, como equipamiento estándar del vehículo».

Como figura en el auto, el juez Del Olmo tampoco preguntó a los guías caninos si habían visto algo en su interior. Estos se limitaron a corroborar que los perros no olfatearon ninguna sustancia explosiva.

A algunos compañeros de los primeros policías que acudieron a Alcalá y que inspeccionaron la furgoneta desde el exterior les han preguntado por qué no dijeron ante el juez que la furgoneta estaba vacía. Su contestación es rotunda: «Porque no nos lo ha preguntado. Si nos llama a declarar, así lo atestiguaremos. No podemos comprender por qué ha llamado a otros compañeros y no nos ha llamado a nosotros, que estuvimos a solas con la furgoneta más de una hora».

La gravedad del caso se pone de manifiesto cuando se constata que en esa furgoneta vacía -al menos, en su apariencia desde el exterior- la Policía encontró en Canillas no sólo una bolsa con siete detonadores, un trozo de cartucho con dinamita y una cinta con versos del Corán, sino también casi un centenar de objetos que se detallan en estas mismas páginas y que se clasificaron en 61 evidencias.

Las mismas que el 12 de marzo, el día después de los atentados, enseñaron al dueño de la furgoneta, José Garzón Gómez, y que reconoció en su mayor parte como de su propiedad. ¿Cómo es posible que los policías no vieran en el interior del vehículo todo ese cúmulo de objetos, cuya mayor parte era imposible de camuflar?

Mentira flagrante
Ha sido ya probado, y así consta en el sumario, que la primera versión que se difundió sobre la naturaleza de aquel resto de explosivo que dijeron haber encontrado debajo del asiento del copiloto y que el perro no detectó estaba fundamentada en dos mentiras flagrantes.

No perderemos ni un minuto en recordar algo obvio. El informe sobre la coincidencia entre esa dinamita de la Kangoo y la encontrada en la mochila número 13 (la que se encontró y desactivó en la comisaría de Vallecas en la madrugada del 11 al 12 de marzo) estaba amañado.

El informe decía que en la dinamita de la mochila de Vallecas se habían encontrado los mismos componentes de la dinamita encontrada en la Kangoo de Alcalá. Sin embargo, en el explosivo de la furgoneta había metenamina, y en el de Vallecas, no. Además se afirmaba algo igualmente falso: la metenamina es un componente habitual de la dinamita. No es cierto.

Hubo de pasar un año para que alguien se diera cuenta de este apaño y de esas mentiras. Fue cuando la Guardia Civil de Toledo, la que investigaba la mochila con explosivos encontrada en las vías del AVE el 2 de abril de 2004, preguntó al juez Del Olmo sobre la composición de la dinamita que se había localizado en la Kangoo y en Vallecas. La pregunta estaba planteada con muy mala intención.

Los investigadores de la Guardia Civil se habían dado cuenta de que era absurdo que se hubiera dado por bueno que la metenamina fuese un componente habitual de la dinamita. El juez se enfadó y pidió explicaciones a la Policía. Juan Jesús Sánchez Manzano, el responsable del departamento de desactivación, se limitó a decir que habían incluido por error la palabra metenamina entre los componentes habituales de la dinamita. Es evidente que, pese a esta rectificación, en el inconsciente colectivo quedó grabado para siempre que los explosivos de Vallecas y los de la Kangoo eran los mismos. El efecto político de aquella afirmación ya no tenía vuelta atrás.

Pero lo más sorprendente, el detalle en el que aún no se ha profundizado, es la explicación de por qué aparecía la metenamina como un componente habitual de la dinamita. En Canillas se entregaron al laboratorio de la Policía Científica unos gramos de la dinamita encontrada en la Kangoo y unos gramos de dinamita, ya acreditada como tal.

Lo increíble es que en los dos restos se encontraron componentes idénticos, incluida la metenamina, y en la misma proporción. ¿Cómo era posible que hubiera metenamina en la dinamita certificada como tal, si ese componente no figura entre los elementos que componen ese tipo de explosivos?

Sólo puede tener una explicación. La dinamita de la Kangoo y la muestra certificada como tal tenían la misma composición, incluido el mismo tipo de contaminación con metenamina y en la misma proporción, porque eran dos trozos de la misma dinamita. Todo indica que procedían del mismo lugar.

Los que habían afirmado que las dinamitas de la Kangoo y la de Vallecas eran la misma se dieron cuenta de que el detalle de la metenamina reventaba la historia que habían sostenido. Pero la mentira continuada había hecho su efecto.

Pero eso no es todo. También era falso que los restos de dinamita encontrada en la furgoneta Kangoo procedieran necesariamente de Mina Conchita, en Asturias.

Envoltorio marrón

El trozo de cartucho con los restos de dinamita que se encontraron en la furgoneta Kangoo tenía un envoltorio de color marrón. La dinamita con esas características se había vendido, en los meses previos al 11-M, en toda España -Granada, Cantabria, Vizcaya, Asturias, León, Navarra, Ávila, Segovia, etcétera- y en tres países extranjeros -Portugal, Italia y Francia-. Ese simple detalle echaba por tierra la versión de que «sólo» pudo salir de Mina Conchita la dinamita empleada en los atentados.

Manzano afirmó, sin embargo, que, «teniendo en cuenta las cantidades y las fechas, esta Unidad sigue considerando Mina Conchita y Mina Arbodas como los lugares de los que salieron los explosivos de los atentados».

La afirmación se hace nueve días antes de que la Policía encontrara entre los restos del piso de Leganés los envoltorios -¿marrones o blancos?- con las numeraciones de los cartuchos presuntamente empleados en los atentados. El estudio de la procedencia de esos dígitos aleja aún más la certeza de que la dinamita saliera de Mina Conchita.

El 1 de junio de 2004, la Guardia Civil redacta para Del Olmo un «informe final» -así lo llaman exactamente- sobre el origen de los explosivos, basado en las numeraciones de los envoltorios de Leganés facilitados por la Policía. Los datos son demoledores para la versión oficial. Es cierto que las cuatro series encontradas se vendieron a Mina Conchita, pero no es menos cierto que en esas fechas esas mismas numeraciones también se vendieron en otras muchísimas explotaciones que no enumeramos para no aburrirles.

Después de estos datos, las conclusiones de la Guardia Civil sólo pudieron ser las que fueron: cartuchos con las series de dígitos encontradas en Leganés llegaron a Mina Conchita y a decenas de explotaciones más. Por tanto, «no se puede afirmar con absoluta certeza que los cartuchos hallados en el piso de Leganés, con las numeraciones citadas, procedan de Mina Conchita, ya que otras muchas explotaciones, tanto en España como fuera del territorio nacional, han consumido cartuchos con las numeraciones investigadas».

Ni siquiera la autoinculpación de José Emilio Suárez Trashorras convenció a los investigadores de la Guardia Civil. En el mismo informe del 1 de junio de 2004 reseñan una grave contradicción en las declaraciones de Emilio. Entre otras cosas, éste declaró -como hemos tenido oportunidad de pormenorizar en otros Agujeros- dentro del contexto del viaje de El Chino a Asturias que... «por la tarde abrió el maletero y vio que estaba vacío, y por la noche el maletero estaba lleno, con la bolsa verde, y el maletero iba lleno y tapado, cada bolsa verde pesa 2,5 kilos y es de forma cilíndrica...».

La Guardia Civil considera radicalmente falsas estas primeras declaraciones de Emilio y no nos olvidemos de que más tarde las rectificó ante el propio juez sin que ya nadie le hiciera caso.

La Guardia Civil no cree en la veracidad de la primera versión de Emilio y lo explica: «Ninguna de las numeraciones halladas en Leganés y que son objeto de investigación pudo ir contenida en una bolsa como la descrita por Emilio Suárez, ya que las de ese tipo, cilíndricas y que contenían 2,5 kilos de explosivo, dejaron de fabricarse en noviembre de 2002, un mes después de que Emilio Suárez abandonara definitivamente su trabajo de minero en Mina Conchita».

No puede ser más contundente. ¿Quieren seguir asombrándose? En las diligencias del agente del Cuerpo Nacional de Policía número 8.470, realizadas el 17 de marzo de 2004, se da una nueva versión, hasta ahora inédita, del viaje de El Chino a Asturias el 28 de febrero:

«[...] E inmediatamente después de haber pasado por Soto de la Barca, lugar donde está la cantera desde donde se hurtaron los detonadores y explosivos», llaman a Emilio. «Según parece, los individuos que habían subido a recoger la mercancía no consiguieron encontrar la cantera, por lo que decidieron llamar a José Emilio». Ahora resulta que la Policía afirmó, seis días después de los atentados, que los explosivos no se robaron en Mina Conchita, sino ¡en una cantera de Soto de la Barca!

Además de restos de explosivo y detonadores, en la Renault Kangoo encontrada en Alcalá el 11-M, se hallaron, en Canillas, prendas de ropa con distintos ADN. Algunos de ellos coinciden con los atribuidos a tres de los islamistas radicales que murieron el 3 de abril de 2004 por una explosión en el piso de Leganés.

El día 12 de marzo, el propietario de la furgoneta -había denunciado su robo el 28 de febrero- declaró voluntariamente. No tuvo dificultad en reconocer numerosas pertenencias personales, como bolsas, chalecos reflectantes de fútbol, paraguas, ropas, periódicos, agendas, carteras y hasta un botellín de zumo de la marca Granini.

El guante ‘azul’
Ya en esa declaración tuvo que reconocer que se había equivocado cuando en la denuncia de la sustracción del vehículo afirmó que tenía 36.100 kilómetros. En realidad marcaba 36.810. Parece un error sin importancia, pero no lo es, ya que la versión oficial dijo, desde el comienzo, que en esa furgoneta robada se había viajado a Burgos para recoger el explosivo que transportaba El Chino desde Asturias. Con el kilometraje real era imposible que eso hubiera sucedido. Después del robo, los ladrones no utilizaron el vehículo más de 200 kilómetros, como se demostró más tarde.

En su declaración del 11-M, José Garzón Gómez no reconoció «con seguridad como de su propiedad» un peine, una bufanda, un guante negro, dos linternas ni, por supuesto, la cinta de casete con caracteres árabes, ni otras dos del Dúo Dinámico y Clásicos de Oro.

Tampoco reconoce como suya una bolsa negra con el logotipo Jursa, empresa industrial de aves con domicilio en Villarcayo y delegación en Zorroza (Vizcaya).

Sobre el guante hace una apreciación que luego resultará muy interesante. Es un guante de lana negro de tamaño pequeño. Al examinarlo, dice que puede ser de su nieto. Es precisamente en ese guante donde se encuentra el ADN de los terroristas, aunque no se sabe por qué desde ese momento, y a lo largo de todo el sumario, se refieren a él como «un guante azul».

Entre las 61 evidencias encontradas dentro de la furgoneta en Canillas figuran multitud de objetos, pero ninguno es un guante azul.

http://www.elmundo.es/elmundo/2006/05/08/espana/1147079390.html

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El periódico de Polanco, el condecorado por Francia por los servicios prestados...:rolleyes:

Creo que en El País se pueden permitir escribir intoxicaciones tan estúpidas como la reseñada -eso sí, mucho PP arriba, PP abajo para grabarle a los fieles que los escépticos sólo pueden ser peperos resentidos-, porque saben positivamente que sus lectores no tienen ni idea de lo que se haya podido escribir contra la versión oficial. Como no conocen el material original, cualquier cosa que les digas va a colar.

El 25 de abril de 2006 Fernando Múgica publicó en El Mundo un artículo donde se recogían las declaraciones de dos policías de la comisaría de Alcalá de Henares que fueron los primeros en llegar a la famosa furgoneta que alguien había marcado como el posible vehículo donde los supuestos terroristas llevaron los supuestos explosivos.

Estos dos agentes dijeron que en la parte trasera de la furgoneta no había nada. Los perros de detección de explosivos olfatearon el vehículo por dentro y por fuera y el resultado fue negativo. Sus declaraciones coincidían con las que hizo un mando policial ante la Comisión de Investigación parlamentaria.

Al día siguiente, 12M y tras pasar por la Comisaría General de la Policía Científica, al dueño de la furgoneta (supuestamente se la habían robado, primera vez que un supuesto comando islamista hace eso), le enseñan en el acuartelamiento de Canillas su furgoneta llena de cachibaches, dejados allí por los supuestos islamistas, le dicen. Fernando Múgica ofrecía en el artículo el listado de chismes que se inventariaban en el informe enviado al juez instructor del caso.

Para mostrar lo rocambolesco de la manipulación realizada en la sede de la Policía científica El Mundo hizo una simulación fotográfica (diciendo, obviamente, que se trataba de una simulación) con la situación de la furgoneta según el testimonio de los primeros agentes y con la situación de la furgoneta según lo que la Policía Científica contó al juez.

Lo que escriben Ekaizer y Romero al respecto demuestra que toman a sus propios lectores por bobos, además de no tener demasiadas luces a la hora de tergiversar.

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PUBLICADO EL 25/04/2006
Policías de Alcalá que examinaron la furgoneta Kangoo aseguran que estaba vacía
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Actualizado lunes 08/05/2006 11:19 (CET)
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FERNANDO MÚGICA

MADRID.- La furgoneta Renault Kangoo que se encontró en la mañana del 11 de marzo de 2004 aparcada junto a la estación de tren de Alcalá de Henares (Madrid) tenía su espacio de carga vacío.

Así lo atestiguan dos policías de las dos dotaciones que llegaron primero al lugar de los hechos. En realidad, sólo vienen a corroborar las afirmaciones repetidas una y otra vez ante la Comisión de Investigación del 11-M en el Congreso de los Diputados por Luis Martín Gómez, jefe del Grupo Local de Policía Científica de Alcalá de Henares, encargado en aquellas primeras horas de la investigación.»Allí dentro no había nada», dijo.

La reconstrucción minuciosa de aquellas primeras horas es la siguiente. A las 7.30 horas de la mañana del 11 de Marzo de 2004, la comisaría de Alcalá de Henares estaba en plena ebullición.

Todos se ofrecían voluntarios para ayudar en lo que hiciera falta. Comenzaban a llegar las primeras noticias de las explosiones de los trenes y la impresión de que aquello era una enorme tragedia se afianzaba a medida que pasaban los minutos y aumentaba el número de víctimas.

Los tres funcionarios que atendían las llamadas en la central recibieron varios mensajes de ciudadanos espontáneos que creían haber percibido detalles inusuales que podían ayudar en la investigación.

En este contexto se recibió una llamada, poco antes de las 9.00 horas, en la que se explicaba que el portero de una finca de la calle del Infantado de Alcalá, Luis Garrudo, había visto a tres individuos con atuendos sospechosos al lado de una furgoneta Renault Kangoo aparcada enfrente, muy cerca de la estación de tren. Los policías de guardia recibieron el aviso y la orden de presentarse en el lugar de los hechos.

Alrededor de las 9.00 horas, llegaron a la vez junto a la furgoneta, aparcada en batería, las dotaciones de un coche K, de los camuflados y con agentes de paisano, y la dotación, de uniforme, de un coche Z. El K se adelantó unos metros y aparcó su morro delante del Z.

En el K viajaba un policía veterano, que había estado de servicio en el País Vasco, y una agente que se encontraba en periodo de prácticas. La dotación del Z estaba compuesta por un policía veterano y otro más novato, pero con mucha preparación.

La primera impresión

Observaron la furgoneta con la precaución debida. Tiraron de la manilla de la puerta del conductor. El coche estaba cerrado y no tenía ningún signo de haber sido violentado.

Observaron desde los cristales delanteros el interior y se sintieron algo más tranquilos. Sólo vieron una tarjeta de visita encima del salpicadero, una cinta de casete gris transparente sin ninguna rotulación encima del asiento del pasajero y un chaleco reflectante amarillo, mal doblado y con signos de haber sido usado, introducido en la estrecha bandeja que había debajo del asiento del copiloto.

La zona de carga estaba separada de los dos únicos asientos tan sólo por una rejilla de agujeros amplios, a través de la cual se veía perfectamente el interior. En la zona de carga no había nada. La furgoneta estaba vacía.

Aunque esto les tranquilizó, el responsable del coche Z consideró que seguía siendo un peligro potencial, ya que su compañero había conseguido pasar la matrícula a la central, tras algunos intentos que se le hicieron eternos. Desde la comisaría de Alcalá les avisaron de que la furgoneta figuraba como sustraída según una denuncia del 28 de febrero de 2004; es decir, 12 días antes. Se dirigió al colegio cuya valla lindaba con la fila de coches aparcados entre los que estaba la furgoneta y, por su cuenta, decidió que el colegio debía ser evacuado.

Afortunadamente, una puerta del centro educativo daba a una calle paralela y la evacuación se efectuó en orden y sin ningún contratiempo.

Desde la central les avisaron de que iban a mandar hacia allí más refuerzos, entre los que estarían las dotaciones de los Tedax, los encargados de desactivaciones de explosivos y unidades de Guías Caninos con perros expertos en detectarlos.

Se formó un cordón policial de seguridad al comienzo de la calle, pero no se ordenó el desalojo de los vecinos que se encontraban en los pisos cercanos. Sí se avisó a los clientes de un gimnasio próximo para que sacaran fuera de la zona los coches que tuvieran aparcados en las inmediaciones.

Los policías que habían llegado a las 9.00 horas tuvieron más de una hora para merodear alrededor de la furgoneta antes de que llegaran, entre otros, inspectores de la brigada antiterrorista de Madrid, gente de Información con experiencia en la lucha contra ETA. No hay que olvidar que las primeras informaciones que se difundieron esa mañana y las valoraciones de todos los líderes políticos, incluidos los del Gobierno vasco, caminaban en esa dirección.

En ese transcurso de tiempo volvieron a revisar el interior de la furgoneta desde los cristales delanteros y miembros de las dotaciones del K y del Z corroboraron que en la zona posterior de carga la furgoneta estaba vacía. Fue la misma impresión que recibió el jefe del Grupo Local de Policía Científica de Alcalá de Henares que, antes de las 11.00 horas, se hizo cargo de la investigación en el lugar de los hechos.

Precisamente, esa impresión de que a primera vista la furgoneta no tenía ningún objeto sospechoso es lo que le impulsó a decidir, cuando llegaron los perros, que lo mejor era abrir el portón trasero para que pudieran olfatear el interior y asegurarse así de que en el vehículo no existían vestigios de que hubiera explosivos, ni de que los hubiera habido con anterioridad.

No tenían llave, así que tuvo que forzar la puerta con una palanqueta. No se le dio demasiado bien y hasta hizo alguna broma sobre lo difícil que le resultaba eso de robar coches. Y fueron los propios policías del Z que habían llegado por la mañana los que le ayudaron a abrirla. Fue entonces cuando pudieron confirmar con más claridad que la furgoneta estaba vacía.

A sus compañeros siempre les han comentado que, si ellos o el inspector hubieran visto una simple bolsa o cualquier otro objeto sospechoso, jamás se hubieran atrevido a abrir la puerta.

Uno de los perros, Aníbal, había olfateado ya el exterior del vehículo antes de que se abriera el portón sin hacer ningún signo de que hubiera explosivos. Después de que forzaran el portón, el otro perro -una hembra- se introdujo en la zona de carga y llegó olfateando hasta la rejilla diáfana que separaba ese habitáculo de los asientos delanteros, situados a escasos centímetros. El animal salió inmediatamente y no hizo ninguno de los signos característicos que alertan sobre la presencia de sustancias explosivas.

A esas horas, ya habían llegado los distintos inspectores y subinspectores que figuran en las declaraciones contenidas en el auto del juez Juan del Olmo.

El inspector con carné 65.239 no encontró nada significativo.

El inspector 79.858, de la Brigada Provincial de Información de Madrid, del grupo anti ETA, advierte de «que no se dan los elementos exteriores identificativos» que puedan vincular la furgoneta con la organización terrorista de la que es especialista. Ni con ETA ni con ninguna otra, porque no advierte nada más.

El inspector 80.447, que llegó al lugar hacia las 11.00 horas, hizo gestiones en la estación de tren. Ha declarado al juez Del Olmo que «vio todo el desarrollo policial para entrar en la furgoneta», queriendo hacer especial mención de que «el único que entró en la misma fue el perro de la Unidad Canina». El policía declara también que su función principal fue la de «asegurar que los elementos de prueba que pudieran existir en el interior de la furgoneta no se vieran alterados». Escoltó, además, «en un vehículo policial, a la grúa que trasladó a la furgoneta hasta la Comisaría General de Policía Científica en Canillas».

Estuvo ayudado en esa labor por el policía 82.709, quien corrobora lo anterior, además de afirmar que se forzó el portón trasero para que pudiera entrar el perro.

Pero la declaración más relevante por su cercanía física a los hechos y por su especialización es la del inspector jefe del Grupo Local de la Policía Científica de la comisaría de Alcalá, el que ordenó forzar la puerta.

Nada anormal

En su primera inspección ocular desde el exterior, Luis Martín Gómez no ve «nada raro que se aprecie a simple vista». En la parte trasera no aprecia «nada anormal», a pesar de que la rejilla que separa la zona delantera de la zona de carga «es diáfana completamente, no observando nada anormal ni que le induzca a sospechar que pueda haber un artefacto».

Estamos hablando de un experto en Policía Científica, no de un ciudadano cualquiera. Es decir, alguien para quien una bolsa, un jersey o una caja de herramientas resultarían sospechosos por poder ocultar explosivo, o de enorme interés policial por poder contener ADN de los usuarios del vehículo.

El propio Luis Martín, un hombre respetado en la comisaría de Alcalá por sus conocimientos y su integridad, describe al juez cómo fuerzan el portón trasero para que pudiera introducirse el perro, sin que éste olfateara nada sospechoso. También relata cómo, más tarde, se introduce él mismo en la zona de carga para desbloquear el pestillo de la puerta del pasajero, metiendo el brazo a través de un hueco lateral de la rejilla.

Cómo, a continuación, sale de la furgoneta y, ya en el exterior y después de cerrar el portón trasero, abre la puerta desbloqueada y, «sin llegar a sentarse en el vehículo», coge la palanca de cambios y la pone en punto muerto para que la grúa pudiera arrastrarlo.

¿Por qué no menciona en su declaración contenida en el auto si ha visto una bolsa con detonadores o si ha descubierto cualquier otra cosa en el interior de la furgoneta? Pues porque Del Olmo, incomprensiblemente, no se lo pregunta.

Claro que Luis Martín ya lo había dejado claro durante su comparecencia en la Comisión de Investigación del Congreso de los Diputados el 14 de julio de 2004. En repetidas ocasiones, y sin que nadie le hiciera el menor caso, aseguró que la furgoneta estaba vacía.

«No vi nada que me llamara la atención en el vehículo; vi una zona de carga que estaba en principio vacía» [...] «La zona de carga está vacía, que no hay nada ahí» [...] «Lo único que le puedo decir es lo que veo y en el momento de entrar en el habitáculo, quiero que quede muy claro, no se aprecia absolutamente nada. No hay nada» [...] «Me tuvieron que echar una mano [para abrir el portón] porque, la verdad, es que esto de la palanqueta no se me daba demasiado bien» [...] «En principio habíamos visto que [la zona de carga] estaba vacía» [...] «No veo ningún objeto que revistiera peligrosidad. Si lo hubiera visto, hubiera llamado al equipo de los Tedax». Los Tedax, a pesar de estar anunciada su llegada, nunca se trasladaron a Alcalá.

Otra revisión

Cuando el inspector Luis Martín consideró que el vehículo era seguro, procedió a preparar su traslado a la comisaría de Alcalá para hacerle una revisión más a fondo.

Cuando el coche ya estaba precintado y esperaba que llegara la grúa, recibió la llamada de su comisario, que le comunicó que el vehículo iba a ser trasladado a Moratalaz, la sede de la Brigada Provincial de la Policía Científica. Fue en el camino hacia Moratalaz cuando se dio la orden de trasladar definitivamente la Kangoo hasta la sede central de la Científica en Canillas.

A las 19.00 horas de ese mismo día le comunicaron a Luis Martín, para su sorpresa, que se había encontrado una bolsa con detonadores debajo de un asiento.

En la Comisión del Congreso, la diputada del Grupo Mixto Uxue Barkos Berruezo preguntó al inspector: «¿Puede usted certificar que allí no había nada a la vista?», refiriéndose, como aclaró más tarde, a los detonadores. «Lo certifico total y absolutamente», contestó. Más tarde, y ante nuevas preguntas, añadió: «No encontré nada. Me refiero a nada que no formara parte del vehículo como equipamiento básico, como equipamiento estándar del vehículo».

Como figura en el auto, el juez Del Olmo tampoco preguntó a los guías caninos si habían visto algo en su interior. Estos se limitaron a corroborar que los perros no olfatearon ninguna sustancia explosiva.

A algunos compañeros de los primeros policías que acudieron a Alcalá y que inspeccionaron la furgoneta desde el exterior les han preguntado por qué no dijeron ante el juez que la furgoneta estaba vacía. Su contestación es rotunda: «Porque no nos lo ha preguntado. Si nos llama a declarar, así lo atestiguaremos. No podemos comprender por qué ha llamado a otros compañeros y no nos ha llamado a nosotros, que estuvimos a solas con la furgoneta más de una hora».

La gravedad del caso se pone de manifiesto cuando se constata que en esa furgoneta vacía -al menos, en su apariencia desde el exterior- la Policía encontró en Canillas no sólo una bolsa con siete detonadores, un trozo de cartucho con dinamita y una cinta con versos del Corán, sino también casi un centenar de objetos que se detallan en estas mismas páginas y que se clasificaron en 61 evidencias.

Las mismas que el 12 de marzo, el día después de los atentados, enseñaron al dueño de la furgoneta, José Garzón Gómez, y que reconoció en su mayor parte como de su propiedad. ¿Cómo es posible que los policías no vieran en el interior del vehículo todo ese cúmulo de objetos, cuya mayor parte era imposible de camuflar?

Mentira flagrante
Ha sido ya probado, y así consta en el sumario, que la primera versión que se difundió sobre la naturaleza de aquel resto de explosivo que dijeron haber encontrado debajo del asiento del copiloto y que el perro no detectó estaba fundamentada en dos mentiras flagrantes.

No perderemos ni un minuto en recordar algo obvio. El informe sobre la coincidencia entre esa dinamita de la Kangoo y la encontrada en la mochila número 13 (la que se encontró y desactivó en la comisaría de Vallecas en la madrugada del 11 al 12 de marzo) estaba amañado.

El informe decía que en la dinamita de la mochila de Vallecas se habían encontrado los mismos componentes de la dinamita encontrada en la Kangoo de Alcalá. Sin embargo, en el explosivo de la furgoneta había metenamina, y en el de Vallecas, no. Además se afirmaba algo igualmente falso: la metenamina es un componente habitual de la dinamita. No es cierto.

Hubo de pasar un año para que alguien se diera cuenta de este apaño y de esas mentiras. Fue cuando la Guardia Civil de Toledo, la que investigaba la mochila con explosivos encontrada en las vías del AVE el 2 de abril de 2004, preguntó al juez Del Olmo sobre la composición de la dinamita que se había localizado en la Kangoo y en Vallecas. La pregunta estaba planteada con muy mala intención.

Los investigadores de la Guardia Civil se habían dado cuenta de que era absurdo que se hubiera dado por bueno que la metenamina fuese un componente habitual de la dinamita. El juez se enfadó y pidió explicaciones a la Policía. Juan Jesús Sánchez Manzano, el responsable del departamento de desactivación, se limitó a decir que habían incluido por error la palabra metenamina entre los componentes habituales de la dinamita. Es evidente que, pese a esta rectificación, en el inconsciente colectivo quedó grabado para siempre que los explosivos de Vallecas y los de la Kangoo eran los mismos. El efecto político de aquella afirmación ya no tenía vuelta atrás.

Pero lo más sorprendente, el detalle en el que aún no se ha profundizado, es la explicación de por qué aparecía la metenamina como un componente habitual de la dinamita. En Canillas se entregaron al laboratorio de la Policía Científica unos gramos de la dinamita encontrada en la Kangoo y unos gramos de dinamita, ya acreditada como tal.

Lo increíble es que en los dos restos se encontraron componentes idénticos, incluida la metenamina, y en la misma proporción. ¿Cómo era posible que hubiera metenamina en la dinamita certificada como tal, si ese componente no figura entre los elementos que componen ese tipo de explosivos?

Sólo puede tener una explicación. La dinamita de la Kangoo y la muestra certificada como tal tenían la misma composición, incluido el mismo tipo de contaminación con metenamina y en la misma proporción, porque eran dos trozos de la misma dinamita. Todo indica que procedían del mismo lugar.

Los que habían afirmado que las dinamitas de la Kangoo y la de Vallecas eran la misma se dieron cuenta de que el detalle de la metenamina reventaba la historia que habían sostenido. Pero la mentira continuada había hecho su efecto.

Pero eso no es todo. También era falso que los restos de dinamita encontrada en la furgoneta Kangoo procedieran necesariamente de Mina Conchita, en Asturias.

Envoltorio marrón

El trozo de cartucho con los restos de dinamita que se encontraron en la furgoneta Kangoo tenía un envoltorio de color marrón. La dinamita con esas características se había vendido, en los meses previos al 11-M, en toda España -Granada, Cantabria, Vizcaya, Asturias, León, Navarra, Ávila, Segovia, etcétera- y en tres países extranjeros -Portugal, Italia y Francia-. Ese simple detalle echaba por tierra la versión de que «sólo» pudo salir de Mina Conchita la dinamita empleada en los atentados.

Manzano afirmó, sin embargo, que, «teniendo en cuenta las cantidades y las fechas, esta Unidad sigue considerando Mina Conchita y Mina Arbodas como los lugares de los que salieron los explosivos de los atentados».

La afirmación se hace nueve días antes de que la Policía encontrara entre los restos del piso de Leganés los envoltorios -¿marrones o blancos?- con las numeraciones de los cartuchos presuntamente empleados en los atentados. El estudio de la procedencia de esos dígitos aleja aún más la certeza de que la dinamita saliera de Mina Conchita.

El 1 de junio de 2004, la Guardia Civil redacta para Del Olmo un «informe final» -así lo llaman exactamente- sobre el origen de los explosivos, basado en las numeraciones de los envoltorios de Leganés facilitados por la Policía. Los datos son demoledores para la versión oficial. Es cierto que las cuatro series encontradas se vendieron a Mina Conchita, pero no es menos cierto que en esas fechas esas mismas numeraciones también se vendieron en otras muchísimas explotaciones que no enumeramos para no aburrirles.

Después de estos datos, las conclusiones de la Guardia Civil sólo pudieron ser las que fueron: cartuchos con las series de dígitos encontradas en Leganés llegaron a Mina Conchita y a decenas de explotaciones más. Por tanto, «no se puede afirmar con absoluta certeza que los cartuchos hallados en el piso de Leganés, con las numeraciones citadas, procedan de Mina Conchita, ya que otras muchas explotaciones, tanto en España como fuera del territorio nacional, han consumido cartuchos con las numeraciones investigadas».

Ni siquiera la autoinculpación de José Emilio Suárez Trashorras convenció a los investigadores de la Guardia Civil. En el mismo informe del 1 de junio de 2004 reseñan una grave contradicción en las declaraciones de Emilio. Entre otras cosas, éste declaró -como hemos tenido oportunidad de pormenorizar en otros Agujeros- dentro del contexto del viaje de El Chino a Asturias que... «por la tarde abrió el maletero y vio que estaba vacío, y por la noche el maletero estaba lleno, con la bolsa verde, y el maletero iba lleno y tapado, cada bolsa verde pesa 2,5 kilos y es de forma cilíndrica...».

La Guardia Civil considera radicalmente falsas estas primeras declaraciones de Emilio y no nos olvidemos de que más tarde las rectificó ante el propio juez sin que ya nadie le hiciera caso.

La Guardia Civil no cree en la veracidad de la primera versión de Emilio y lo explica: «Ninguna de las numeraciones halladas en Leganés y que son objeto de investigación pudo ir contenida en una bolsa como la descrita por Emilio Suárez, ya que las de ese tipo, cilíndricas y que contenían 2,5 kilos de explosivo, dejaron de fabricarse en noviembre de 2002, un mes después de que Emilio Suárez abandonara definitivamente su trabajo de minero en Mina Conchita».

No puede ser más contundente. ¿Quieren seguir asombrándose? En las diligencias del agente del Cuerpo Nacional de Policía número 8.470, realizadas el 17 de marzo de 2004, se da una nueva versión, hasta ahora inédita, del viaje de El Chino a Asturias el 28 de febrero:

«[...] E inmediatamente después de haber pasado por Soto de la Barca, lugar donde está la cantera desde donde se hurtaron los detonadores y explosivos», llaman a Emilio. «Según parece, los individuos que habían subido a recoger la mercancía no consiguieron encontrar la cantera, por lo que decidieron llamar a José Emilio». Ahora resulta que la Policía afirmó, seis días después de los atentados, que los explosivos no se robaron en Mina Conchita, sino ¡en una cantera de Soto de la Barca!

Además de restos de explosivo y detonadores, en la Renault Kangoo encontrada en Alcalá el 11-M, se hallaron, en Canillas, prendas de ropa con distintos ADN. Algunos de ellos coinciden con los atribuidos a tres de los islamistas radicales que murieron el 3 de abril de 2004 por una explosión en el piso de Leganés.

El día 12 de marzo, el propietario de la furgoneta -había denunciado su robo el 28 de febrero- declaró voluntariamente. No tuvo dificultad en reconocer numerosas pertenencias personales, como bolsas, chalecos reflectantes de fútbol, paraguas, ropas, periódicos, agendas, carteras y hasta un botellín de zumo de la marca Granini.

El guante ‘azul’
Ya en esa declaración tuvo que reconocer que se había equivocado cuando en la denuncia de la sustracción del vehículo afirmó que tenía 36.100 kilómetros. En realidad marcaba 36.810. Parece un error sin importancia, pero no lo es, ya que la versión oficial dijo, desde el comienzo, que en esa furgoneta robada se había viajado a Burgos para recoger el explosivo que transportaba El Chino desde Asturias. Con el kilometraje real era imposible que eso hubiera sucedido. Después del robo, los ladrones no utilizaron el vehículo más de 200 kilómetros, como se demostró más tarde.

En su declaración del 11-M, José Garzón Gómez no reconoció «con seguridad como de su propiedad» un peine, una bufanda, un guante negro, dos linternas ni, por supuesto, la cinta de casete con caracteres árabes, ni otras dos del Dúo Dinámico y Clásicos de Oro.

Tampoco reconoce como suya una bolsa negra con el logotipo Jursa, empresa industrial de aves con domicilio en Villarcayo y delegación en Zorroza (Vizcaya).

Sobre el guante hace una apreciación que luego resultará muy interesante. Es un guante de lana negro de tamaño pequeño. Al examinarlo, dice que puede ser de su nieto. Es precisamente en ese guante donde se encuentra el ADN de los terroristas, aunque no se sabe por qué desde ese momento, y a lo largo de todo el sumario, se refieren a él como «un guante azul».

Entre las 61 evidencias encontradas dentro de la furgoneta en Canillas figuran multitud de objetos, pero ninguno es un guante azul.

http://www.elmundo.es/elmundo/2006/05/08/espana/1147079390.html

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Ah, la Kangoo, la de la cassette de la Orquesta Mondagrón y la tarjeta de Gráfica Bilbaínas que llevó a El Mundo a afrmar: "Es evidente que el Grupo Mondragón y ETA son absolutamente diferentes. Pero, hecha esta aclaración, hay que dejar además bien claro que, para los policías que habían trabajado en la lucha contra ETA, gentes cercanas a empresas del grupo Mondragón estaban situadas en el entorno del mundo abertzale [...] Lo que realmente tiene trascendencia es que alguien ocultó a la opinión pública y al Gobierno ese dato".

Eso fue suficiente para que Rajoy y Zaplana se apuntaran a la teoría de la conspiración. Ni Rajoy ni Zaplana lo sostienen a día de hoy y El Mundo -ese diario ir el que hay que poner la mano el fuego que todo lo que dice hay que creérselo (luego busco de qué países ha recibido honores PedroJ, que lo mismo eso sirve de prueba de algo-- nunca rectificó la información.

Es decir, que un cinta de la Orquesta Mondragón y una tarjeta con un número de teléfono con prefijo del norte fue suficiente para concluir que había sido ETA. Una pista tan sólida como la del ácido bórico (que era mata ratas). Como la pista de que los atentados de Casablanca fue la DST porque lo insinúa un diario argelino...

Lo de la furgoneta vacía no es así (menudo engaño de foto):


La furgoneta de los terroristas
Otra de las mentiras apuntaba a un complot policial para generar pruebas falsas
M. F. Madrid 9 MAR 2014 - 21:28 CET
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La Renault Kangoo, en el garaje de los Tedax.

Igual que con la mochila de El Pozo, otro de los bulos divulgados por El Mundo se basó en la aparición, por arte de magia, de unos detonadores que condujeron a los asesinos en la furgoneta Renault Kangoo robada en la que se desplazaron los terroristas hasta Alcalá de Henares.

Según el diario, Juan Jesús Sánchez Manzano, jefe de los Tedax, declaró ante la Comisión Parlamentaria, que examinó la Kangoo "tres minutos" después de su llegada a Canillas y que lo único que vio fue la bolsa con los detonadores bajo el asiento del copiloto, nada más. Pero el vehículo llevaba 61 objetos del propietario del coche robado.

Estos dos aspectos, aparentemente contradictorios, llevaron a deslizar la sospecha de que alguien habría podido introducir elementos que no estaban, lo que invalidaría la prueba. La sentencia explica que la furgoneta “sólo tiene cristales en las dos puertas delanteras y en el parabrisas, estando cegadas las ventanas traseras y ambos laterales”, por lo que una inspección ocular pudo pasar por alto los objetos. “Las más de 60 evidencias que se encuentran son papeles, cartas, pequeños objetos como linternas, prendas menores, etc. que, desde luego, no contradicen siquiera la genérica y usual acepción que en el lenguaje ordinario significa que una furgoneta está vacía”.

Un funcionario de la Brigada Provincial de Información de Madrid perteneciente al grupo especializado en ETA explicó además que no encontró evidencias “propias de los delitos cometidos por los terroristas vascos, como son signos de forzamiento en las cerraduras, trampas explosivas o matrículas distintas de las legítimas pero correspondientes a un vehículo de la misma marca y modelo, lo que en argot se denomina “matrículas dobladas”.

A preguntas de la defensa de Zougam y Ghalyoun añadió este funcionario que vio “diversos objetos dentro de la furgoneta, pero que no eran significativos, por lo que no les prestó mayor atención”. Nadie vio nada porque los objetos no llamaban la atención. Sobre los detonadores, eran idénticos a los que se encontraron en la calle de Martín Gaite de Leganés, al que llevaba el artefacto desactivado en el parque Azorín de Madrid y a los hallados en la finca de Chinchón usada por la célula terrorista.
 
Ni las víctimas de ETA se creen ya lo de ETA. Mari Mar Blanco ha expresado el alivio del colectivo por la expulsión de Zouhier:

Rafá Zouhier, libre y expulsado de España tras cumplir 10 años de cárcel por el 11M

RTVE.es / EFE
16.03.2014
El marroquí Rafá Zouhier, condenado a 10 años de cárcel por suministrar los explosivos de los atentados del 11M, ha sido expulsado de España esta madrugada inmediatamente después de salir de la prisión Puerto I (Cádiz) tras cumplir su pena.

Según han informado a Efe fuentes del Ministerio del Interior, Zouhier, que ha salido de la cárcel a la una de la madrugada, fue trasladado por la Policía a Tánger (Marruecos) sobre las 02.30 horas.

El exconfidente de la Guardia Civil abandonó la prisión en un furgón policial que le recogió dentro del recinto penitenciario sobre la una de esta madrugada, una hora después de que quedara extinguida su condena.

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, ya había señalado el sábado que la voluntad de su departamento era que Rafá Zouhier dejara el territorio nacional tan pronto fuera excarcelado.

Condenado por suministras los explosivos

Zouhier fue condenado en 2007 por la Audiencia Nacional a 10 años de cárcel por suministrar los explosivos a la célula islamista que perpetró los atentados del 11M.

La sentencia dio por probado que Zouhier actuó como intermediario entre el ex minero asturiano José Emilio Suárez Trashorras, que suministró los explosivos, y Jamal Ahmidan, líder de la célula que perpetró los atentados, pero le absolvió de cooperación necesaria en los atentados porque en su labor "era sustituible por otro" y porque el ex confidente no era la única alternativa de los terroristas.

En el juicio, celebrado entre el 15 de febrero y el 2 de julio de 2007, Zouhier se declaró "superinocente".

Expulsión inmediata
El pasado 22 de enero la Audiencia Nacional acordó el licenciamiento definitivo de Rafá Zouhier y comunicó a la Policía Nacional que, en caso de considerarlo oportuno y procedente, iniciara los trámites pertinentes para su expulsión del territorio nacional, conforme al artículo 57 de la Ley de Extranjería.

Según ese artículo, "constituirá causa de expulsión, previa tramitación del correspondiente expediente, que el extranjero haya sido condenado, dentro o fuera de España, por una conducta dolosa que constituya en nuestro país delito sancionado con pena privativa de libertad superior a un año, salvo que los antecedentes penales hubieran sido cancelados".

La expulsión se topaba con la dificultad de que Zouhier contrajo matrimonio hace unos meses con una mujer española, pero finalmente ha sido expulsado del país.

El abogado de Rafá Zouhier, Antonio Alberca, se ha quejado de que no se le ha permitido visitar este sábado al preso en la cárcel, tal y como pretendía hacer para asesorarle de cara su posible expulsión del país y para que firmara "unos documentos importantes" para su defensa.

En una reciente carta que hizo pública esta misma semana decía que salía "de la injusta condena con la conciencia superlimpia de no haber hecho daño a nadie y menos a un pueblo que me ha tratado bien" y mostraba su confianza en que algún día se sepa "la verdadera verdad" de los atentados del 11M que causaron la muerte a 191 personas.

Con la excarcelación de Zouhier son ya siete los condenados por el 11-M que han cumplido sus penas por su implicación en la masacre, aunque sólo cuatro se encuentran actualmente en libertad.

Las víctimas, aliviadas por su expulsión
Por su parte, la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo (FVT), Mari Mar Blanco, ha expresado, en nombre de las víctimas, el alivio del colectivo por la expulsión de Zouhier.

Según un comunicado de la FVT, las víctimas están satisfechas por la decisión del Ministerio del Interior, ya que el colectivo había solicitado su salida de España.

Fernández Díaz se ha puesto en contacto esta misma mañana con Mari Mar Blanco y con las presidentas de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), Ángeles Pedraza, y de la Asociación 11M Afectados por el Terrorismo, Pilar Manjón, para informarles de esa expulsión.

Mari Mar Blanco ha señalado que había sido solicitada por las propias víctimas y que supone un "alivio ante lo que hubiera representado la presencia de Zouhier en España, tal y como pretendía el condenado" por los atentados.
 
Volando, no me las cojo con papel de fumar para nada. Estoy al tanto del juego de tronos de Francia en el continente africano. Me cuestiono lo de Casablanca porque es absurdo pensar que Francia se viera en una situación como para cometer un atentado de ese calibre en Marruecos. ¿Para qué? Algo muy distinto es jugar a gran potencia militar (la grandeur) y de paso beneficiar a tu industria militar y asegurarte tu área de influencia. Tampoco se trata de que cada vez que se comete un asesinato en África, Francia sea la culpable. Seamos sensatos.
Esto es como si me cuentas que en los años 70's los EEUU de Kissinguer no tenían nada que ver con la violencia que se desarrollaba en el Cono Sur Sudamericano o en los 80's la administración Reagan con los pitostes que se sudedían en Centroamérica. Qué es conspiranoico pensar lo contrario. ¿Qué interés iba a tener USA en Sudamérica?. Posvale.
Vamos, en Marruecos no se mueve ni una mosca sin que Francia no esté al tanto. Otra cosa es que, como hacían con ETA, si les conviene avisan a las fuerzas de seguridad y si no les conviene, no intervienen y dejan hacer a los terroristas. Un poco lo que hace USA, también. Y otras hasta están ellos en el ajo. No sé exactamente cual sería el caso de Casablanca. Pero que ellos estaban al tanto...seguro al 99%.
 
Última edición:
Es que aquí nadie está diciendo que la autoría fuese de ETA; solo tú lo dices.
Uy, ahora si que no entiendo nada. Va a ser que las teorías de las conspiración del 11-M nada tienen que ver con ETA. Perdida estoy. Así que Aznar y sus ministros estuvieron mintiendo descaradamente desde el minuto en que estallaron las bombas y hasta el mismo día de las elecciones, al igual que todos los medios de comunicación afines, algunos de los cuales siguen mantienendo la autoría de ETA incluido Aznar. Ah no! que los que organizaron el 11-M fueron Chirac y Schroeder con la ayuda de Dezcallar. Vale. Paso. Es verdad, no entiendo nada de lo que se está diciendo aquí. No me da más de sí el coco.
 
Esto es como si me cuentas que en los años 70's los EEUU de Kissinguer no tenían nada que ver con la violencia que se desarrollaba en el Cono Sur Sudamericano o en los 80's la administración Reagan con los pitostes que se sudedían en Centroamérica. Qué es conspiranoico pensar lo contrario. ¿Qué interés iba a tener USA en Sudamérica?. Posvale.
Vamos, en Marruecos no se mueve ni una mosca sin que Francia no esté al tanto. Otra cosa es que, como hacían con ETA, si les conviene avisan a las fuerzas de seguridad y si no les conviene, no intervienen y dejan hacer a los terroristas. Un poco lo que hace USA, también. Y otras hasta están ellos en el ajo. No sé exactamente cual sería el caso de Casablanca. Pero que ellos estaban al tanto...seguro al 99%.

Creo que no has entendido mi post, y como te tengo por una forera inteligente, será que me he expresado mal. Como no me sé expresar mejor, solo te puedo recomendar que lo leas de nuevo. No quiero volver a insistir en la ausencia de "móvil" en el crimen de Casablanca, en la falta de indicios, no ya de evidencia, de que Francia estuviera detrás, y en el que otros lo hagan o que se haya hecho en el pasado establece automáticamente una "culpabilidad". Son argumentos que no resisten ni la primera ronda de discusión racional y científica, por eso se llaman conspiranoicos. Y no, no estoy de acuerdo para nada en que los servicios secretos europeos estén al tanto de todo, y menos aún de todos los movimientos de todas las cutre-células yihadistas en Europa y el norte de África. Ni el Mossad.
 
Última edición:
Es que aquí nadie está defendiendo o atacando al PP o Aznar o al PSOE sino, con los datos que existen, tratando de separar el grano de la Paj* y la verdadera autoría u objetivos de las falsas banderas, tramas señuelos o paralelas (ETA, islamismo) que cubren a la autentica.
 
Y no, no estoy de acuerdo para nada en que los servicios secretos europeos estén al tanto de todo, y menos aún de todos los movimientos de todas las cutre-células yihadistas en Europa y el norte de África. Ni el Mossad.
Y esto la
OTAN AFRICOM http://es.wikipedia.org/wiki/Mando_África_de_Estados_Unidos o la base de Gibraltar...las tienen para pasar el rato ¿no? No se enteran ni están al tanto. No qué va.

AfriCom : Control de África
http://www.voltairenet.org/mot2299.html?lang=es
 
Es que aquí nadie está defendiendo o atacando al PP o Aznar o al PSOE sino, con los datos que existen, tratando de separar el grano de la Paj* y la verdadera autoría u objetivos de las falsas banderas, tramas señuelos o paralelas (ETA, islamismo) que cubren a la autentica.
Tampoco es mi objetivo defender ni atacar al PP ni al PSOE sino hablar claro. Con los datos que existen, solo cabe concluir que el 11-M fue un atentado yihadista y quien diga lo contrario tendrá que aportar datos (o al menos argumentos razonables y razonados) de que el atentado en realidad lo cometió X o Y con el objetivo O, para lo cual se diseñó una trama con Z, con el apoyo de S y el conocimiento de T, utilizando a F de señuelo. No se trata de discutir el s*x* de los ángeles diez años después. Bueno sí, a algunos les sirve para vender libros, mantener oyentes o justificar fracasos personales.
 
Última edición:
Uy, ahora si que no entiendo nada. Va a ser que las teorías de las conspiración del 11-M nada tienen que ver con ETA. Perdida estoy. Así que Aznar y sus ministros estuvieron mintiendo descaradamente desde el minuto en que estallaron las bombas y hasta el mismo día de las elecciones, al igual que todos los medios de comunicación afines, algunos de los cuales siguen mantienendo la autoría de ETA incluido Aznar. Ah no! que los que organizaron el 11-M fueron Chirac y Schroeder con la ayuda de Dezcallar. Vale. Paso. Es verdad, no entiendo nada de lo que se está diciendo aquí. No me da más de sí el coco.
Tanto PP como PSOE jugaron sus cartas; con 192 muertos sobre la mesa ellos solo se dedicaron a tratar de pescar votillo en río revuelto. Eso no lo ha negado nadie aquí. Los verdaderos autores les estuvieron enseñando dos tramas señuelo distintas a ambos, como al toro se le enseña el capote, para que embistieran y se enrocaran en ellas y llevar a uno hacia el fracaso y al que le interesaba a la Moncloa (a la toma de decisiones sobre política exterior) Pero esas dos tramas (la etarra y la islamistas) solo solapan a la auténtica.
 
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