Uno de los problemas de la reina Letizia en sus apariciones públicas es que no transmite cercanía, calidez, naturalidad... no sé si es cierta esa obsesión que dicen tiene por resultar perfecta, pero suele vérsela tensa (cuando no cabreada), incómoda, agobiada... incluso sus miradas, en ocasiones, resultan indiscretas e impertinentes.
En su estatus, que pretenda hacer las cosas lo mejor posible, me parece bien, pero todo lo demás no, no es aceptable. Tampoco sus numerosas faltas de educación, como acicalarse delante de personalidades y con su marido al lado, abandonar una conversación para aislarse unos metros a contemplar no sé qué, contarnos que a su primer marido le encantaban los higos chumbos (delante del segundo), comer pipas en la calle como podríamos hacerlo cualquiera de nosotras, hacer comentarios inoportunos o quejarse delante de la gente, vestimentas inapropiadas en lugares que no las requieren, sentarse a metros de su marido reflejando en su rostro un cabreo del copón, no aplaudirle al finalizar él su discurso, etc., etc.
Yo siempre digo que los trapos sucios se lavan en casa, y si no se es capaz de ello y tampoco de aprender unas mínimas normas de educación que el protocolo exige, pues quizás deba plantearse si de verdad quiere estar ahí y si esta capacitada para ello.
Felipe VI tiene varios frentes abiertos, por si solo ya comete errores, y si quien le acompaña contribuye a acrecentarlos, ya me dirán de qué forma acercan la monarquía al pueblo, ¡con los euros que nos cuesta!
En su estatus, que pretenda hacer las cosas lo mejor posible, me parece bien, pero todo lo demás no, no es aceptable. Tampoco sus numerosas faltas de educación, como acicalarse delante de personalidades y con su marido al lado, abandonar una conversación para aislarse unos metros a contemplar no sé qué, contarnos que a su primer marido le encantaban los higos chumbos (delante del segundo), comer pipas en la calle como podríamos hacerlo cualquiera de nosotras, hacer comentarios inoportunos o quejarse delante de la gente, vestimentas inapropiadas en lugares que no las requieren, sentarse a metros de su marido reflejando en su rostro un cabreo del copón, no aplaudirle al finalizar él su discurso, etc., etc.
Yo siempre digo que los trapos sucios se lavan en casa, y si no se es capaz de ello y tampoco de aprender unas mínimas normas de educación que el protocolo exige, pues quizás deba plantearse si de verdad quiere estar ahí y si esta capacitada para ello.
Felipe VI tiene varios frentes abiertos, por si solo ya comete errores, y si quien le acompaña contribuye a acrecentarlos, ya me dirán de qué forma acercan la monarquía al pueblo, ¡con los euros que nos cuesta!