La hija de Isabel Preysler está viviendo unos días delicados. Parece que Tamara está desanimada y lo ha compartido con los seguidores de su blog en un alarde de sinceridad: "Hay veces en las que la vida parece que me puede: nadie me quiere por mucho que me esfuerce".
Es la viva imagen de la felicidad y la simpatía pero ella, como el resto de los mortales, también tiene días oscuros. Tamara está viviendo una época un poco triste. A sus 34 años, aún no tiene una ocupación laboral estable y es la única de la familia Preysler que no ha encontrado el amor, por lo que todavía vive con su madre. Ella misma se lamenta de su situación: "Hay veces en las que la vida parece que me puede: nadie me quiere por mucho que me esfuerce, intento ayudar y parece que los frutos no llegan nunca".
A pesar de que Tamara está muy unida a su madre y sus hermanos, especialmente a Ana Boyer, la joven ha vuelto a encontrar el consuelo en la Fe y no duda en compartirlo con todos sus seguidores: "Me repito lo que me dijo el Padre Cruz: 'Dios te ama'. ¿Pero cómo me puede amar si soy un desastre? Pues Dios te y me ama. Desde toda la eternidad me tenía pensada y me ama tal cual. Eso no quiere decir que no haya sitio para mejorar pero para lo que sí no hay sitio es para la desesperación y el desaliento. Eso no viene de Dios, viene del enemigo". Además, la joven ha compartido en su perfil de Instagram unas palabras de Teresa de Calcuta, que la consuelan y le ayudan a encontrar el camino.
Nada hacía presagiar que Tamara sufriría semejante bajón anímico. Hace sólo unas semanas, ella misma compartía a través de las redes sociales una fabulosa escapada a un lujoso hotel tailandés en Alicante. Allí disfrutó de masajes, spa y cascadas exóticas en compañía de un grupo de amigas. Seguro que ellas sabrán cómo hacer que Tamara luzca de nuevo su sonrisa.