Personas únicas, lugares únicos
Ya os he contado en posts anteriores que soy especialmente sensible a la energía que transmiten los lugares y las personas. Hay sitios que desde la primera vez que los pisas te hacen sentir a gusto, feliz, te provocan sentimientos positivos, alegres… Y exactamente igual ocurre con las personas, algunas te dan paz, confianza, y otras te crean intranquilidad o desconfianza, incluso a mí me provocan mal humor.
Pues bien, hoy quiero hablaros de un sitio de esos únicos, de esos a los que llegas y te inunda una felicidad enorme, respiras profundamente y te dices a ti misma “qué maravillosa es la vida”.
Esta es la casa de mis amigos Juani y Alicia y de sus tres hijos Manuel, Juan y Valentina. Todavía me acuerdo cuando Fran, al poco tiempo de empezara a salir, me dijo “quiero presentarte a un amigo mío que, no es que sea mi amigo es mi hermano”.
Aquí están los dos con unos añitos menos. Cuando entramos en la finca por este camino repleto de árboles y vi al final la casa, me quedé impresionada, era como estar dentro de un cuento. Cuando los conocí a todos, me ocurrió eso que os contaba antes de las personas especiales, que te llenan de cosas buenas desde el principio y en unas horas ya los quieres como si formaran parte de tu vida desde siempre.
Os explico un poco más de este lugar. Esta casa es una réplica (con bastantes más metros) de las chozas típicas que se construían en el Coto de Doñana, aquí vivían los guardas de lo que hoy es Parque Nacional. Los techos están hechos de castañuela, para las ventanas y puertas se usan vigas de madera y las fachadas se encalan para combatir el calor del verano.
Para los niños es un privilegio crecer aquí. Al llegar del cole, en lugar de jugar a la Wii, montan a caballo, doman un pony, recogen los huevos recién puestos, apartan becerros y mil tareas más que, además de divertirles, les hacen crecer como personas infinitamente más que un videojuego cargado de tiros y violencia o una serie de televisión.
Aquí tenéis a Juan con 7 años, sin palabras…
Manolete tiene 10 años y es el mejor jinete que conozco.
Un tema aparte es la relación de Juan con su pony, están todo el día juntos, Juan lo ha domado completamente solo.
Y esta señorita tan guapa es Valentina, mi ahijada.
Por cierto, no sabéis qué ilusión me hizo cuando sus padres nos dijeron que fuéramos sus padrinos, yo no tenía ninguna ahijada y la verdad que fue una sorpresa estupenda. Los tres están en contacto directo con la naturaleza y aprenden a respetarla y a quererla.
Para los mayores también es un privilegio disfrutar de esto y después de un día de trabajo y estrés, acostarte con esta vista y esta puesta de sol no tiene precio.
Nosotros intentamos ir todo lo que podemos. Este fin de semana precisamente hemos estado allí, y desde luego que hemos vuelto con las pilas cargadas.
Aquí os dejo algunas fotos más de la finca para que terminéis de entender por qué es un lugar único y especial.
¡Besos y que tengáis muy buena semana!
¿Y a estos niños se les enseña el respeto por los toros y las vaquillas o eso está excluído del concepto de violencia?