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El mismo título "the hammock" lo tienen varios autores...Libros con el mismo título.....es que no pasa nunca,
¿¿Libros escritos por otros?? Que lo cuente Ana Rosa Quintana.
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El mismo título "the hammock" lo tienen varios autores...Libros con el mismo título.....es que no pasa nunca,
¿¿Libros escritos por otros?? Que lo cuente Ana Rosa Quintana.
Es precioso dárselas de escritor y rellenar libros, con los artículos escritos de otros periodistas, o frases y dichos de otros personajes, sí...Si,es muy bonito copiar los títulos, que te escriban los libros, plagiar las tesis.....
Que tragaderas dios mío......
Solo sus amig@s y Farah Diba o Noor de Jordania por ejemploNinguno de los mencionados sabe quien es don.
Eso no es ni el primer ni el segundo que lo hace.Es precioso dárselas de escritor y rellenar libros, con los artículos escritos de otros periodistas, o frases y dichos de otros personajes, sí...
Al mismo tiempo están esperando que alguien mueva ficha para salir de esta situación de la forma más decorosa, después de haber hecho daño y pisoteado a una mujer que todos los periodistas conocen no famosa que nunca ha pretendido serlo y durante mucho tiempo esperaron pensando que hablaría por despacho.
Eso.....quien se las dé de escritor......Es precioso dárselas de escritor y rellenar libros, con los artículos escritos de otros periodistas, o frases y dichos de otros personajes, sí...
Tú adorado Jaime PeñafielEso.....quien se las dé de escritor......
MUy lindo el cuentito. Pero falta la parte en que más allá de lo que piensen muchos, en ese reino de cuento tanto el rey como la reina sabían perfectamente las pruebas que tenía el peón despechado. Y no sólo de sus refregadas con la reina, sino también de chanchullos de $$$$$$$$$ del rey. Y por eso, los reyes no van a judicializar el tema (lo que haría cualquier súbdito normal de ese reino que no tuviera nada que ocultar) ya que saldría a la luz todo lo que el peón les ayudó a meter debajo de la alfombra.Voy a contarles un cuento. Érase una vez una reina de un país muy cercano que, tras 20 años de matrimonio con el rey, y con la heredera de la corona ya enfilada al trono, disfrutaba de la tranquilidad y espléndida madurez de sus 51 años, tras vadear a brazo partido y con el agua al cuello procelosos charcos. En esas, va un íntimo examigo y excuñado suyo, más despechao que Rosalía y Shakira juntas, y le canta unas supuestas idas y venidas sexuales de hace décadas entre ambos a otro resentido con pintas. Un relamido escriba que profesa desde siempre a la reina manifiesta tirria por no tener sangre azul en las venas. Como el correspondiente folletón, digo libro, no obtiene el eco que esperaban el vocero y el bocazas, un día de mal vino va el supuesto examante, se lía una pashmina al cráneo y se pone a echar todavía más leña a las redes, exponiendo su supuesta intimidad con la soberana justo cuando más daño puede hacerle a ella y sus circunstancias, tras haber estado callado durante lustros. El escándalo, golosísimo, salta a las portadas extranjeras.
Mientras, en el reino del cuento hay quienes piensan que lo mejor para proteger del ataque a la monarca y a la monarquía es hacer oídos sordos al asunto del que todo el mundo habla y esperar a que escampe. Discrepo. No sería la primera vez que, el día menos pensado, el silencio amigo torna en atronador estrépito de elefantes, y aún estamos pagando las consecuencias. En el ajedrez no existe el jaque a la reina propiamente dicha, pero sí al rey, amenazando su corona con un movimiento del contrario. Más que ignorarlo, igual convendría desenmascarar al peón despechado y averiguar si se mueve solo o utilizado por alfiles con más luces y aún menos escrúpulos. Mientras, yo que la reina, más allá de sus cuitas intramuros, seguía con mi vida y mi agenda más chula que un 888. La testa altísima y la espalda más derecha que el mástil de la bandera la lleva puesta tras dos décadas estirándola a diario antes de salir de palacio. Solo le falta tirar más de su sonrisa recién alineada con una de esas carísimas fundas invisibles. Dientes, dientes, que es lo que les jode.
Jaque a la reina
Más que ignorarlo, igual convendría desenmascarar al peón despechado y averiguar si se mueve solo o utilizado por alfiles con más luces y aún menos escrúpulos.elpais.com
Me pasó lo mismo. La primera vez que la vi, en el noticiero de mi país donde mostraban parte de la conferencia de prensa de la pedida, ya supe que era una tipa arrogante, falsamente intelectual, grosera, marimandona. Un asco de persona, en definitiva.A mí no me gusto Lety desde el primer segundo. Y no era la clase social. Era ella misma. Se notaba a leguas que no, que no valía.
Peñafiel no critica, por ejemplo, a Mary Donaldson. Y era plebeya.
No, no lo adoro. Tampoco lo odio como los que le insultan todo el tiempo.Tú adorado Jaime Peñafiel
El mismo nos insulta a los demás en las notas de autor. Tiene la cara dura, de llamar a todos los que opinan ultracrepidianos porque solo él conoce a Letizia.Bueno, se percibe otra cosa.
El no se autodenomina escritor. Jamás lo ha hecho. El es periodista.
Y si te da igual que, según tu, haya " copiado" su libro, lo que no ha hecho, porque esa sarta de insultos?
Hay qué ver lo que dan de sí cuatro imágenes de noticieros junto con la imaginación y un foro de cotilleo.MUy lindo el cuentito. Pero falta la parte en que más allá de lo que piensen muchos, en ese reino de cuento tanto el rey como la reina sabían perfectamente las pruebas que tenía el peón despechado. Y no sólo de sus refregadas con la reina, sino también de chanchullos de $$$$$$$$$ del rey. Y por eso, los reyes no van a judicializar el tema (lo que haría cualquier súbdito normal de ese reino que no tuviera nada que ocultar) ya que saldría a la luz todo lo que el peón les ayudó a meter debajo de la alfombra.
Y colorín colorado, este cuentito aquí se ha acabado.