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Esta noticia es del 10 de Octubre del 2011, dos días después de la desaparición y dicen de que la hoguera todavía estaba humeante
La Policía busca a los dos niños desparecidos en una finca del padre
Los investigadores analizan restos óseos hallados en una fogata horas después de que denunciara la pérdida de los pequeños
A. ALBA/ O. LÓPEZ-FONSECA CÓRDOBA/MADRID 11/10/2011 00:10 Actualizado: 11/10/2011 14:03
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MIÉRCOLES, 23 DE MAYO DE 2012
Operación Resplandor. El sumario de los niños de Córdoba
Esta semana José Bretón, padre de los dos niños que desaparecieron en Córdoba el 8 de octubre, volverá a declarar ante el juez. Será la sexta ocasión y será casi el punto final a un sumario en el que el padre está acusado de la detención ilegal de sus dos hijos, Ruth y José, y de simular que los había perdido. Durante el Territorio Negro de hoy y el de la semana próxima vamos a analizar todo lo que se ha hecho y se está haciendo en esa investigación, lo que la policía ha llamado Operación Resplandor y que ocupa ya casi seis mil folios de sumario.
Empezaremos por el nombre de la operación policial ¿Por qué se llama operación Resplandor a las investigaciones sobre la desaparición de los dos niños de Córdoba?
El padre de los niños, y único acusado de su secuestro y desaparición, José Bretón, contó a los policías que su actor preferido es Jack Nicholson, y añadió que sus dos películas favoritas son Mejor Imposible y El Resplandor. Además, en los registros que se hicieron en la casa de los abuelos paternos de los niños se encontró también un ejemplar de El Resplandor, la novela de terror de Stephen King.
Muchos oyentes recordarán ese libro o esa película, en la que Jack Nicholson hacía de un padre que enloquecía en un solitario hotel y trataba, por ejemplo, de asesinar a su esposa y a su hijo… Recordarán la famosa escena de Jack Nicholson con el hacha en la mano y su mujer aterrada al otro lado de la puerta. En cuanto a Mejor imposible, tiene lógica que José Bretón encontrara similitudes con el personaje de Nicholson, un maniático compulsivo que acude a restaurantes con guantes y sus propios cubiertos para no contagiarse de no se sabe qué virus.
Empezamos por el sumario que recoge los exámenes psiquiátricos y forenses que se han hecho al padre de los niños. Los doctores José Sáez y José Manuel Jaqutot se entrevistaron dos veces con Bretón en la cárcel de Córdoba, donde está encerrado desde el 27 de octubre. En su informe concluyen que no padece ningún trastorno mental relevante aunque sí tiene rasgos anancásticos de personalidad.
Se le conoce también como el síndrome del perfeccionista. Significa que estamos ante una persona inflexible, insegura, muy exigente, obsesiva… El mismo Bretón reconoce que tiene lo que él llama “mis manías”. Entre otras, no quiere sentarse en bancos públicos, no soporta oír comer a la gente (tampoco a sus hijos, incluso se ponía tapones en los oídos para evitarlo)…
Bien, tenemos a un padre obsesivo y muy exigente, pero ahora vamos a ir hacia atrás. ¿Quién es José Bretón? ¿Qué había hecho hasta ahora, cuando se ha convertido en un presunto criminal?
Bretón va a cumplir este verano 40 años. Es el segundo de tres hermanos de una familia de clase trabajadora de Córdoba. Tiene un cociente intelectual de 121, bastante superior a la media (que oscila entre 90 y 100) y su informe psiquiátrico recoge algunos aspectos de su infancia: su padre le pegaba, a veces con la correa del cinturón, aunque el lo justifica porque asegura que era “el más revoltoso” de los tres hermanos, y sufrió enuresis (se hacía pis en la cama) hasta los 14 años. Por lo demás, tuvo una infancia normal y acabó sus estudios en el instituto. Luego, se matriculó en Derecho. Y aquí viene ya alguna pista de su carácter.
No fue nunca a clase. Bretón admitió ante los psiquiatras que se matriculó solo para cobrar la beca del Estado. Luego, se apuntó al ejército en el año 1993 como soldado profesional porque “estaba al lado de casa y no tendría que hacer la mili”. No le salió bien.
Lo que ocurrió fue que al año siguiente, su unidad fue enviada a Bosnia Herzegovina, en la primera misión internacional de los militares españoles en mucho tiempo. Bretón confesó a los psiquiatras que si llega a saberlo, no se apunta, pero en el ejército y en Bosnia demostró su capacidad de adaptación. Allí condujo ambulancias y consiguió varias medallas. Él mismo cuenta que no sabe por qué le dieron tantas condecoraciones si era "el más cobarde de todos".
Y en el año 1997, el que entonces era cabo José Bretón tiene una novia, Mari Carmen. Pero ella decide romper la relación. Y el hombre reacciona de una forma violenta.
El 9 de abril de 1997, el padre de José Bretón lo encontró en la finca de Las Quemadillas, ahora conocida por todos. Bretón estaba inconsciente y dentro del coche. Se había tomado unos 80 comprimidos de un medicamento para el insomnio que le había recetado un médico y tenía dos bombonas de camping gas abiertas. Tuvieron que llevarlo al hospital y hacerle un lavado de estómago.
No es la única similitud, digamos inquietante, con aquella antigua historia de desamor. Dos días antes de intentar suicidarse, Bretón escribió una carta a un amigo, en la que le dijo que iba a tomar una decisión muy difícil, porque una novia no le había valorado.
Y esta vez, en 2011, dos días antes de que desaparecieran los niños, Bretón escribe una carta a su esposa pidiéndole que le permita volver a estar juntos… Y en esos cinco folios Bretón amenaza también veladamente con el su***dio: ¿para qué quiero vivir si no estoy con vosotros?, le dice a su mujer. No olvidemos, además, que también ahora, en 2011, Bretón había acudido a un psiquiatra, el mismo que le trató tras su intento de su***dio, y que le recetó esta vez Orfidal y Motivan, dos medicamentos, cuyas pastillas no se han encontrado, solo las recetas. Bretón ha dicho que él no las tomó porque no las necesitaba. Nadie sabe, por tanto, para qué las pidió y las compró.
Volvamos a Ruth, a la madre de esos niños. Conoce a José Bretón a finales de 1998, Ruth Ortiz era una estudiante de veterinaria en Córdoba y les presentó una amiga común. Se casaron en 2002. Ante los psiquiatras Bretón asegura que fue “un auténtico flechazo”, a ella le escribe incluso que “me enamoré de ti el primer día que te vi, un rayo de luz te iluminó cuando entré en el pub”. Pero a su policía sombra, Bretón le confesó que “le he escrito esas cosas porque sé que le gustan, pero no las pienso” e incluso va más allá en sus confesiones: “me casé con Ruth porque me pareció buena persona. Nunca la he querido”.
En los casos de desaparición de una persona en circunstancias extrañas, la policía tiene un protocolo de actuación. A los familiares más directos se les coloca un agente sombra, un policía que trata de aliviar la angustia y la incertidumbre de la familia y también es útil para que conozca todos los detalles de amigos, costumbres, problemas de la persona que ha desaparecido porque pueden ayudar a encontrarla.
En el caso de Ruth, primero se designó para ser su sombra a un policía de Huelva y luego fue una curtida investigadora de Homicidios; en el de Bretón, su sombra fue un veterano agente también de homicidios que no esperaba lo que encontró y cuyo resumen de lo que vivió entre los días 10 y 17 de octubre (la semana en la que Bretón pasó de ser una víctima a un sospechoso de secuestro) consta en el sumario de la operación Resplandor.
Situémonos. 10 de octubre, los niños Ruth y José, de seis y dos años, llevan dos días desaparecidos. Su padre mantiene que los ha perdido en el parque Cruz Conde de Córdoba. En la finca familiar, el último sitio donde con seguridad llegaron los niños, Bretón asiste a los registros que hacen varios policías. Y junto a él, está su sombra.
Durante una media hora, Bretón insiste a su policía de confianza que perdió a sus hijos en el parque Cruz Conde. El policía le nota incómodo, ve que cambia de conversación varias veces e incluso, mientras otros agentes están inspeccionando los restos de la hoguera en la que Bretón afirmó que había quemado ropas de su esposa, el hombre les da la espalda y se sienta. “Se muestra frío, distante, parece que lo que allí pasa no va con él. No nombra a sus hijos, no muestra el más mínimo síntoma de angustia, pena o desesperación”, escribe el policía sombra, que entonces decidió cambiar de táctica para intentar averiguar más datos.
Imaginen la batalla psicológica entre ese policía y el que ya es sospechoso de hacer desaparecer a sus dos hijos. El policía le pregunta por su esposa. “¿Cómo estará Ruth?, tiene que estar sufriendo mucho, José”. Y Bretón aquí sí se explaya mucho más que sobre sus hijos. “Más he sufrido yo. Ruth es una hija de put*, lo digo aquí, lo digo delante de un juez y donde sea”, le responde.
Ha perdido supuestamente a sus hijos y está insultando a su esposa, que cometió el pecado de querer separarse de él, claro. El policía es discreto en su informe y escribe que Bretón admite que leyó los diarios de su esposa, que no se fía de ella y refiere y detalla cómo eran las relaciones sexuales con su esposa. “Cuenta cosas muy degradantes sobre ella y la tiene como un objeto sexual”, escribe. Y pone solo un ejemplo de esa visión del matrimonio: “Soy el que paga y aquí se folla todos los días, tanto si ella quiere como si no”, repite varias veces Bretón.
Además de repugnante, es falso. No olvidemos que la que pagaba era ella, que ella era la que trabajaba y que él estaba en paro. Vayamos a lo que ocurre con este padre, con dos hijos desaparecidos, recuerden la noche del 11 de octubre, otro día de registros en su finca, el tercer día sin noticias de sus pequeños.
El informe del policía que no se despegaba de él es increíble. Poco después de las once de la noche, y de un día largo y tenso buscando pistas sobre los niños, los policías piden que les lleven unas pizzas a la finca y cenan por turnos mientras otros siguen trabajando en Las Quemadillas hasta bien entrada la madrugada. Entonces Bretón se acerca a comer algo junto a ellos. “Se muestra bromista y chistoso”, escribe el policía sombra
El policía casi se molesta un poco por la actitud del padre y le pregunta. “¿Tienes ganas de fiesta, José?” Bretón contesta que sí. El policía envida: “Porque no hay aquí una guitarra, que si no te pones a tocarla y a cantar”. Entonces, Bretón anuncia que dentro de la casa hay un radiocasete y se va a por él. El policía no se lo puede creer y lo comenta con otros cuatro agentes que están allí cenando.
Encontró el aparato de música, pero solo tenía una cinta, de José Luis Perales, que quitó pronto porque dijo que le traía malos recuerdos de su mujer. Eso sí, un par de minutos después se recupera y de nuevo a solas con su policía sombra, le cuenta otra historia
Leemos textualmente… “Hace unos días me fui de putas. Nunca había ido. Me lo propuso un amigo, pero al final no pudo venir y me fui solo al club PK2, que está aquí cerca. Me cobraron 20 euros por entrar, estaba muy oscuro y elegí una mujer alta y con muchas curvas. Era rumana y se llamaba Roberta. Fuimos a una habitación y de repente se desnudó y vi que ya no tenía curvas y era bajita”.
También que la mujer le hizo s*x* oral, entonces Bretón admite que se animó y quiso “puntearla” (Bretón tuvo que explicar a los policías que así llama él al sexx anxx), pero recuerda que la mujer le pidió 90 euros más y él no quiso pagarlos.
En el informe escribe: “el compareciente no podía creer que, dadas las circunstancias, Bretón estuviera pensando en esas cosas y se recreara contándolas al detalle y en plan festivo". Así que hace que se acerquen otros policías y Bretón, tan campante, les repite esa historia
http://ajmd67.blogspot.com.es/2012/05/operacion-resplandor-el-sumario-de-los.html
La Policía busca a los dos niños desparecidos en una finca del padre
Los investigadores analizan restos óseos hallados en una fogata horas después de que denunciara la pérdida de los pequeños
A. ALBA/ O. LÓPEZ-FONSECA CÓRDOBA/MADRID 11/10/2011 00:10 Actualizado: 11/10/2011 14:03
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La búsqueda de Ruth y José Bretón Ortiz, los niños de 6 y 2 años cuya desaparición fue denunciada por su padre el pasado sábado por la tarde en Córdoba, dejó definitivamente ayer a un lado los rastreos por la ciudad andaluza para centrarse en un espacio muy concreto: la finca que la familia paterna de los pequeños posee enLas Quemadas Altas, un barrio a las afueras de la localidad.Durante horas, especialistas de la Policía Científica rastrearon de modo exhaustivo los restos encontrado en el área de dos metros cuadrados que había dejado en el terreno una fogata que estuvo ardiendo durante horas la misma tarde que se vio por última vez a los menores. Entre esos restos, los agentes encontraron restos óseos, cuya naturaleza, al cierre de esta edición, aún no había sido concretada.Una análisis determinará si los huesos son humanos o de animal
Otras unidades especializadas de la Policía, como la Unidad de Subsuelo y la de Guías Caninos, también estuvieron trabajando durante todo el día de ayer en la misma finca y sus alrededores en busca de los pequeños o de algún rastro de los mismos. Agentes de ambas unidades registraron un pozo y una piscina que se encuentran dentro de los límites del terreno, así como las alcantarillas de los alrededores y la ribera del cercano río Guadalquivir sin que, hasta el momento, haya trascendido ningún hallazgo.Donde sí encontró la Policía objetos para investigar fue en el vehículo Opel Zafira de color verde de José Bretón, el padre de los pequeños. En el mismo, los agentes hallaron un arma blanca y cinta de embalar, que los agentes requisaron en busca de algún indicio sobre lo ocurrido a sus hijos.
SospechasOtras unidades especializadas de la Policía, como la Unidad de Subsuelo y la de Guías Caninos, también estuvieron trabajando durante todo el día de ayer en la misma finca y sus alrededores en busca de los pequeños o de algún rastro de los mismos. Agentes de ambas unidades registraron un pozo y una piscina que se encuentran dentro de los límites del terreno, así como las alcantarillas de los alrededores y la ribera del cercano río Guadalquivir sin que, hasta el momento, haya trascendido ningún hallazgo.Donde sí encontró la Policía objetos para investigar fue en el vehículo Opel Zafira de color verde de José Bretón, el padre de los pequeños. En el mismo, los agentes hallaron un arma blanca y cinta de embalar, que los agentes requisaron en busca de algún indicio sobre lo ocurrido a sus hijos.
En el coche del padre se encontró un cuchillo y cinta de embalar
La Policía comenzó a centrar sus pesquisas sobre la finca de la familia paterna de los pequeños desde el mismo día en el que se denunció la desaparición, según fuentes de la investigación. Entonces, los agentes, siguiendo el protocolo que existe para hacer frente a la desaparición de menores, se desplazaron a los lugares en los que los niños habían estado últimamente, entre ellos la vivienda de los abuelos paternos, donde pernoctaban cuando estaban en Córdoba junto a su padre, y la finca objeto de los registros de ayer. Fue precisamente en este último lugar donde la Policía halló rápidamente un indicio sospechoso:restos de una hoguera aún humeantes.Ese detalle y el hecho de que el relato del padre sobre la desaparición de los pequeños tuviese numerosas imprecisiones hizo que los investigadores decidieran centrar las pesquisas en el entorno más cercano de los niños. Así, los agentes comprobaron que los críos se habían trasladado con él desde Huelva, donde vivían con su madre, a Córdoba el viernes, y que estos se alojaban en casa de los abuelos paternos. Hasta allí fue a recogerlos José el sábado al mediodía supuestamente para llevarlos a comer.Sin embargo, a partir de ahí se abre una laguna en el relato que el padre no han sido capaz de rellenar con explicaciones satisfactorias en sus distintas declaraciones, según destacan a este diario fuentes cercanas a la investigación. Según el padre, la última vez que vio a los niños fue sobre las 17.45 de la tarde del sábado, mientras paseaba con ellos por el parque Cruz Conde de la capital cordobesa. Según dijo, se despistó un momento y los perdió de vista. Poco después, telefoneó a un amigo para que le ayudara a buscarlos. Hasta las 18.40, la Policía no recibió la alerta del padre.El relato sobre la pérdida de los críos no convenció a los agentes
A los investigadores les pareció extraño esta secuencia de los hechos, sobre todo que prefiriera buscar en un primer momento la ayuda de un conocido a la de las Fuerzas de Seguridad del Estado. También les extrañó que dos niños tan pequeños pudieran ir muy lejos sin que de ello se percatara nadie de los que en aquel momento se encontraban en el parque.
Sin testigos en el parqueLa Policía comenzó a centrar sus pesquisas sobre la finca de la familia paterna de los pequeños desde el mismo día en el que se denunció la desaparición, según fuentes de la investigación. Entonces, los agentes, siguiendo el protocolo que existe para hacer frente a la desaparición de menores, se desplazaron a los lugares en los que los niños habían estado últimamente, entre ellos la vivienda de los abuelos paternos, donde pernoctaban cuando estaban en Córdoba junto a su padre, y la finca objeto de los registros de ayer. Fue precisamente en este último lugar donde la Policía halló rápidamente un indicio sospechoso:restos de una hoguera aún humeantes.Ese detalle y el hecho de que el relato del padre sobre la desaparición de los pequeños tuviese numerosas imprecisiones hizo que los investigadores decidieran centrar las pesquisas en el entorno más cercano de los niños. Así, los agentes comprobaron que los críos se habían trasladado con él desde Huelva, donde vivían con su madre, a Córdoba el viernes, y que estos se alojaban en casa de los abuelos paternos. Hasta allí fue a recogerlos José el sábado al mediodía supuestamente para llevarlos a comer.Sin embargo, a partir de ahí se abre una laguna en el relato que el padre no han sido capaz de rellenar con explicaciones satisfactorias en sus distintas declaraciones, según destacan a este diario fuentes cercanas a la investigación. Según el padre, la última vez que vio a los niños fue sobre las 17.45 de la tarde del sábado, mientras paseaba con ellos por el parque Cruz Conde de la capital cordobesa. Según dijo, se despistó un momento y los perdió de vista. Poco después, telefoneó a un amigo para que le ayudara a buscarlos. Hasta las 18.40, la Policía no recibió la alerta del padre.El relato sobre la pérdida de los críos no convenció a los agentes
A los investigadores les pareció extraño esta secuencia de los hechos, sobre todo que prefiriera buscar en un primer momento la ayuda de un conocido a la de las Fuerzas de Seguridad del Estado. También les extrañó que dos niños tan pequeños pudieran ir muy lejos sin que de ello se percatara nadie de los que en aquel momento se encontraban en el parque.
De hecho, la Policía no ha podido encontrar ningún testigo que confirmara que el padre y sus dos hijos estuvieran en aquel momento en el espacio verde. "A esa hora y con el buen tiempo que hacía, el parque estaba abarrotado de gente. Alguien los debía haber visto y, sin embargo, nadie los vio", destaca un agente consultado.Por todo ello, mientras la familia materna seguía ayer peinando la ciudad y empapelando sus calles con fotos de José y Ruth, la Policía decidió centrar las pesquisas en la finca. Sobre las 14.30 de ayer, el propio progenitor acudió a la finca, donde permaneció mientras se hacía el registro. Al cierre de esta edición, su condición seguía siendo la de testigo, según fuentes policiales. "Es un pedazo de pan y es imposible que les haya hecho nada a los niños", aseguraba ayer a este diario el dueño de taller situado junto a la finca. Este hombre recordaba que José Bretón, que fue soldado profesional, conductor de autobuses y camiones, y ahora estaba en paro, conoció a su mujer en la Facultad de Veterinaria de Córdoba.
http://www.publico.es/espana/400928...dos-ninos-desparecidos-en-una-finca-del-padre
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MIÉRCOLES, 23 DE MAYO DE 2012
Operación Resplandor. El sumario de los niños de Córdoba
Esta semana José Bretón, padre de los dos niños que desaparecieron en Córdoba el 8 de octubre, volverá a declarar ante el juez. Será la sexta ocasión y será casi el punto final a un sumario en el que el padre está acusado de la detención ilegal de sus dos hijos, Ruth y José, y de simular que los había perdido. Durante el Territorio Negro de hoy y el de la semana próxima vamos a analizar todo lo que se ha hecho y se está haciendo en esa investigación, lo que la policía ha llamado Operación Resplandor y que ocupa ya casi seis mil folios de sumario.
Empezaremos por el nombre de la operación policial ¿Por qué se llama operación Resplandor a las investigaciones sobre la desaparición de los dos niños de Córdoba?
El padre de los niños, y único acusado de su secuestro y desaparición, José Bretón, contó a los policías que su actor preferido es Jack Nicholson, y añadió que sus dos películas favoritas son Mejor Imposible y El Resplandor. Además, en los registros que se hicieron en la casa de los abuelos paternos de los niños se encontró también un ejemplar de El Resplandor, la novela de terror de Stephen King.
Muchos oyentes recordarán ese libro o esa película, en la que Jack Nicholson hacía de un padre que enloquecía en un solitario hotel y trataba, por ejemplo, de asesinar a su esposa y a su hijo… Recordarán la famosa escena de Jack Nicholson con el hacha en la mano y su mujer aterrada al otro lado de la puerta. En cuanto a Mejor imposible, tiene lógica que José Bretón encontrara similitudes con el personaje de Nicholson, un maniático compulsivo que acude a restaurantes con guantes y sus propios cubiertos para no contagiarse de no se sabe qué virus.
Empezamos por el sumario que recoge los exámenes psiquiátricos y forenses que se han hecho al padre de los niños. Los doctores José Sáez y José Manuel Jaqutot se entrevistaron dos veces con Bretón en la cárcel de Córdoba, donde está encerrado desde el 27 de octubre. En su informe concluyen que no padece ningún trastorno mental relevante aunque sí tiene rasgos anancásticos de personalidad.
Se le conoce también como el síndrome del perfeccionista. Significa que estamos ante una persona inflexible, insegura, muy exigente, obsesiva… El mismo Bretón reconoce que tiene lo que él llama “mis manías”. Entre otras, no quiere sentarse en bancos públicos, no soporta oír comer a la gente (tampoco a sus hijos, incluso se ponía tapones en los oídos para evitarlo)…
Bien, tenemos a un padre obsesivo y muy exigente, pero ahora vamos a ir hacia atrás. ¿Quién es José Bretón? ¿Qué había hecho hasta ahora, cuando se ha convertido en un presunto criminal?
Bretón va a cumplir este verano 40 años. Es el segundo de tres hermanos de una familia de clase trabajadora de Córdoba. Tiene un cociente intelectual de 121, bastante superior a la media (que oscila entre 90 y 100) y su informe psiquiátrico recoge algunos aspectos de su infancia: su padre le pegaba, a veces con la correa del cinturón, aunque el lo justifica porque asegura que era “el más revoltoso” de los tres hermanos, y sufrió enuresis (se hacía pis en la cama) hasta los 14 años. Por lo demás, tuvo una infancia normal y acabó sus estudios en el instituto. Luego, se matriculó en Derecho. Y aquí viene ya alguna pista de su carácter.
No fue nunca a clase. Bretón admitió ante los psiquiatras que se matriculó solo para cobrar la beca del Estado. Luego, se apuntó al ejército en el año 1993 como soldado profesional porque “estaba al lado de casa y no tendría que hacer la mili”. No le salió bien.
Lo que ocurrió fue que al año siguiente, su unidad fue enviada a Bosnia Herzegovina, en la primera misión internacional de los militares españoles en mucho tiempo. Bretón confesó a los psiquiatras que si llega a saberlo, no se apunta, pero en el ejército y en Bosnia demostró su capacidad de adaptación. Allí condujo ambulancias y consiguió varias medallas. Él mismo cuenta que no sabe por qué le dieron tantas condecoraciones si era "el más cobarde de todos".
Y en el año 1997, el que entonces era cabo José Bretón tiene una novia, Mari Carmen. Pero ella decide romper la relación. Y el hombre reacciona de una forma violenta.
El 9 de abril de 1997, el padre de José Bretón lo encontró en la finca de Las Quemadillas, ahora conocida por todos. Bretón estaba inconsciente y dentro del coche. Se había tomado unos 80 comprimidos de un medicamento para el insomnio que le había recetado un médico y tenía dos bombonas de camping gas abiertas. Tuvieron que llevarlo al hospital y hacerle un lavado de estómago.
No es la única similitud, digamos inquietante, con aquella antigua historia de desamor. Dos días antes de intentar suicidarse, Bretón escribió una carta a un amigo, en la que le dijo que iba a tomar una decisión muy difícil, porque una novia no le había valorado.
Y esta vez, en 2011, dos días antes de que desaparecieran los niños, Bretón escribe una carta a su esposa pidiéndole que le permita volver a estar juntos… Y en esos cinco folios Bretón amenaza también veladamente con el su***dio: ¿para qué quiero vivir si no estoy con vosotros?, le dice a su mujer. No olvidemos, además, que también ahora, en 2011, Bretón había acudido a un psiquiatra, el mismo que le trató tras su intento de su***dio, y que le recetó esta vez Orfidal y Motivan, dos medicamentos, cuyas pastillas no se han encontrado, solo las recetas. Bretón ha dicho que él no las tomó porque no las necesitaba. Nadie sabe, por tanto, para qué las pidió y las compró.
Volvamos a Ruth, a la madre de esos niños. Conoce a José Bretón a finales de 1998, Ruth Ortiz era una estudiante de veterinaria en Córdoba y les presentó una amiga común. Se casaron en 2002. Ante los psiquiatras Bretón asegura que fue “un auténtico flechazo”, a ella le escribe incluso que “me enamoré de ti el primer día que te vi, un rayo de luz te iluminó cuando entré en el pub”. Pero a su policía sombra, Bretón le confesó que “le he escrito esas cosas porque sé que le gustan, pero no las pienso” e incluso va más allá en sus confesiones: “me casé con Ruth porque me pareció buena persona. Nunca la he querido”.
En los casos de desaparición de una persona en circunstancias extrañas, la policía tiene un protocolo de actuación. A los familiares más directos se les coloca un agente sombra, un policía que trata de aliviar la angustia y la incertidumbre de la familia y también es útil para que conozca todos los detalles de amigos, costumbres, problemas de la persona que ha desaparecido porque pueden ayudar a encontrarla.
En el caso de Ruth, primero se designó para ser su sombra a un policía de Huelva y luego fue una curtida investigadora de Homicidios; en el de Bretón, su sombra fue un veterano agente también de homicidios que no esperaba lo que encontró y cuyo resumen de lo que vivió entre los días 10 y 17 de octubre (la semana en la que Bretón pasó de ser una víctima a un sospechoso de secuestro) consta en el sumario de la operación Resplandor.
Situémonos. 10 de octubre, los niños Ruth y José, de seis y dos años, llevan dos días desaparecidos. Su padre mantiene que los ha perdido en el parque Cruz Conde de Córdoba. En la finca familiar, el último sitio donde con seguridad llegaron los niños, Bretón asiste a los registros que hacen varios policías. Y junto a él, está su sombra.
Durante una media hora, Bretón insiste a su policía de confianza que perdió a sus hijos en el parque Cruz Conde. El policía le nota incómodo, ve que cambia de conversación varias veces e incluso, mientras otros agentes están inspeccionando los restos de la hoguera en la que Bretón afirmó que había quemado ropas de su esposa, el hombre les da la espalda y se sienta. “Se muestra frío, distante, parece que lo que allí pasa no va con él. No nombra a sus hijos, no muestra el más mínimo síntoma de angustia, pena o desesperación”, escribe el policía sombra, que entonces decidió cambiar de táctica para intentar averiguar más datos.
Imaginen la batalla psicológica entre ese policía y el que ya es sospechoso de hacer desaparecer a sus dos hijos. El policía le pregunta por su esposa. “¿Cómo estará Ruth?, tiene que estar sufriendo mucho, José”. Y Bretón aquí sí se explaya mucho más que sobre sus hijos. “Más he sufrido yo. Ruth es una hija de put*, lo digo aquí, lo digo delante de un juez y donde sea”, le responde.
Ha perdido supuestamente a sus hijos y está insultando a su esposa, que cometió el pecado de querer separarse de él, claro. El policía es discreto en su informe y escribe que Bretón admite que leyó los diarios de su esposa, que no se fía de ella y refiere y detalla cómo eran las relaciones sexuales con su esposa. “Cuenta cosas muy degradantes sobre ella y la tiene como un objeto sexual”, escribe. Y pone solo un ejemplo de esa visión del matrimonio: “Soy el que paga y aquí se folla todos los días, tanto si ella quiere como si no”, repite varias veces Bretón.
Además de repugnante, es falso. No olvidemos que la que pagaba era ella, que ella era la que trabajaba y que él estaba en paro. Vayamos a lo que ocurre con este padre, con dos hijos desaparecidos, recuerden la noche del 11 de octubre, otro día de registros en su finca, el tercer día sin noticias de sus pequeños.
El informe del policía que no se despegaba de él es increíble. Poco después de las once de la noche, y de un día largo y tenso buscando pistas sobre los niños, los policías piden que les lleven unas pizzas a la finca y cenan por turnos mientras otros siguen trabajando en Las Quemadillas hasta bien entrada la madrugada. Entonces Bretón se acerca a comer algo junto a ellos. “Se muestra bromista y chistoso”, escribe el policía sombra
El policía casi se molesta un poco por la actitud del padre y le pregunta. “¿Tienes ganas de fiesta, José?” Bretón contesta que sí. El policía envida: “Porque no hay aquí una guitarra, que si no te pones a tocarla y a cantar”. Entonces, Bretón anuncia que dentro de la casa hay un radiocasete y se va a por él. El policía no se lo puede creer y lo comenta con otros cuatro agentes que están allí cenando.
Encontró el aparato de música, pero solo tenía una cinta, de José Luis Perales, que quitó pronto porque dijo que le traía malos recuerdos de su mujer. Eso sí, un par de minutos después se recupera y de nuevo a solas con su policía sombra, le cuenta otra historia
Leemos textualmente… “Hace unos días me fui de putas. Nunca había ido. Me lo propuso un amigo, pero al final no pudo venir y me fui solo al club PK2, que está aquí cerca. Me cobraron 20 euros por entrar, estaba muy oscuro y elegí una mujer alta y con muchas curvas. Era rumana y se llamaba Roberta. Fuimos a una habitación y de repente se desnudó y vi que ya no tenía curvas y era bajita”.
También que la mujer le hizo s*x* oral, entonces Bretón admite que se animó y quiso “puntearla” (Bretón tuvo que explicar a los policías que así llama él al sexx anxx), pero recuerda que la mujer le pidió 90 euros más y él no quiso pagarlos.
En el informe escribe: “el compareciente no podía creer que, dadas las circunstancias, Bretón estuviera pensando en esas cosas y se recreara contándolas al detalle y en plan festivo". Así que hace que se acerquen otros policías y Bretón, tan campante, les repite esa historia
http://ajmd67.blogspot.com.es/2012/05/operacion-resplandor-el-sumario-de-los.html